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Articulos De Guerra Vietnam, Desierto, Ofensiva China

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Guerra de vietnam, desierto

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CONTENIDOS

“Escenarios Actuales” es editada y difundida por el Centro de Estudios e Investigaciones Militares (CESIM) en forma bimensual. Las ideas vertidas en los artículos contenidos en ella son de exclusiva responsabilidad de los autores y no representan necesariamente el pensamiento, doctrina o posición oficial del CESIM o del Ejército de Chile.

EDITORIALPág. 1

ARTÍCULOS:Discurso de apertura del seminario “Últimos Conflictos: Análisis de Casos y Lecciones”Pág. 3

La Guerra de Corea y la Batalla de InchónPág. 7

La Guerra de Vietnam y la Batalla del Valle de Ia DrangPág. 17

Operación Tormenta del DesiertoPág. 25

PANORAMA INFORMATIVOPág. 34

LECTURAS RECOMENDADAS“La Guerra Irán - Irak” - “Viaje al futuro del Imperio”Pág. 35

REVISANDO LOS CLÁSICOSPág. 36

IMÁGENES DEL SEMINARIO “Últimos Conflictos: Análisis de Casos y Lecciones”Pág. 37

El Centro de Estudios e Investigaciones Militares (CESIM), creado en el año 1994, es un organismo del Ejército de Chile cuya función es dirigir y gestionar la investigación y extensión en el ámbito de las ciencias militares e ingeniería militar, con el objeto de fomentar el conocimiento y dar respuesta a los requerimientos sobre temas relativos a la seguridad y defensa nacionales.

Para desarrollar sus tareas académicas el CESIM cuenta con un Departamento de Planificación y Estudios Militares, un Departamento de Investigación, un Depar-tamento de Extensión y un Departamento de Informática, de Documentación y Pu-blicaciones, los que orientan su acción hacia áreas tales como: estrategia militar y defensa nacional, Fuerzas Armadas y sociedad, colaboración al desarrollo na-cional, e ingeniería militar y desarrollo tecnológico.

ESCENARIOSACTUALES Año 8, Nº 3, Agosto de 2003.

ISSN 0717-6805

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CESIM, Año 8, Nº 3, Agosto de 2003 1

En esta oportunidad presentamos a nuestros lectores la primera jornada del seminario recientemente organizado por el CESIM, “Últimos conflictos: análisis de casos y lecciones”. La segunda parte de esta actividad académica será publicada en el siguiente número de esta colección.

El análisis de los conflictos bélicos especialmente seleccionados dadas sus repercusiones en los diferentes ámbitos de la política y la estrategia fueron la finalidad de este encuentro académico. Esto nos hizo reflexionar con relación a la guerra y sus consecuencias, como también a las variables que han in-cidido en su desarrollo, donde se destacan lo tecnológico, nuevas doctrinas de empleo táctico, organización de unidades, equipamiento, sistemas de en-trenamiento, los requerimientos de informaciones sobre el enemigo, terreno y tiempo atmosférico en tiempo real y, fundamentalmente, el enfrentamiento en un teatro de operaciones donde los factores de la situación han adquirido un dinamismo, incertidumbre y velocidad cada vez mayores, exigiendo al máximo las funciones de asesoría militar multidisciplinaria frente a la diver-sidad y complejidad que la contingencia va imponiendo a la conducción de las operaciones.

Comenzamos este número con el estudio de una confrontación que prác-ticamente inicia una serie de conflictos bélicos que viviría el mundo en el transcurso de la Guerra Fría. De él surgen experiencias, errores y enseñanzas dignos de observar en beneficio de diversos ámbitos. A pesar del tiempo trans-currido, Corea continúa siendo una situación no resuelta.

A su vez los análisis de Vietnam y la primera Guerra del Golfo, llamada Tormenta del Desierto, nos dan una visión distinta del empleo del poder militar, toda vez que podemos constatar cómo Estados Unidos enfrentan la ejecución de la tarea bélica en forma diferente, empleando en Irak su po-tencial militar en forma masiva desde un primer momento, lo que se puede atribuir a las lecciones aprendidas en Asia. A raíz de estas experiencias el ejército estadounidense inició una profunda revisión doctrinaria, la que posteriormente tuvo importantes efectos en la organización, composición y empleo de sus unidades.

Editorial

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El estudio crítico de las sucesivas guerras que surgen de la realidad inter-nacional nos muestra normalmente enseñanzas que nos permiten revaluar procedimientos operativos y sistemas de armas, tomando en cuenta que en el ambiente bélico el cambio es permanente.

Director del CESIM.

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Desde sus orí-genes, el Centro de Estudios e Investiga-ciones Militares ha venido materializando un sinnúmero de activi-dades en beneficio de la comunidad nacional, a través de la elaboración de diferentes estudios, investigaciones, análisis

prospectivos y jornadas de extensión académica en temas vinculados tanto a la función defensa como al desarrollo nacional.

En todas y cada una de ellas, como en esta oportunidad, hemos contado siempre con la pre-sencia y el apoyo de autoridades, catedráticos nacionales y extranjeros, y, en general, con un público informado que aprecia nuestro aporte.

Por ello, al iniciar mis palabras, y junto con dar una cordial bienvenida a todos los presentes, agradezco su asistencia y participación en este seminario, lo que da un importante respaldo a nuestra labor y a la contribución que generamos

desde este ámbito al conocimiento académico mi-litar, estimulándonos a continuar en este afán.

Creo oportuno destacar algunas de las más recientes actividades académicas que hemos desarrollado.

Ellas son los seminarios “Gestión estratégica y sistemas de mando y control” (noviembre 2002), “Situación global 2003: proyecciones estratégicas” (abril 2003) y “Aportes desde la función militar a las medidas de confianza mutua” (mayo 2003); como además la publicación de los libros “Demo-cracia y paz: ensayo sobre las causas de la guerra”, “Medidas de confianza mutua” y “La influencia del Ejército chileno en América Latina”.

Como parte de nuestro esfuerzo en el área de la investigación, nos interesa explorar las nuevas formas que ha adquirido el conflicto en los últimos cincuenta años, especialmente, en la época pos Guerra Fría.

Pero, por sobre todo, tratar de establecer los efectos que éste tiene sobre los Estados, los organismos internacionales, la seguridad de las personas, la evolución de la estrategia, sus re-percusiones en las estructuras militares. En fin, en todos sus ámbitos, con consecuencias que no terminan de sorprendernos, en un contexto creciente de vinculación mundial e instantaneidad de la información, que permiten dimensionar en tiempo real los acontecimientos que ocurren a diario en todos los rincones del planeta.

CENTRO DE ESTUDIOS EINVESTIGACIONES MILITARES

CESIMDiscurso de apertura del seminario “Últimos Conflictos: Análisis de

Casos y Lecciones”GDB. JOSÉ MIGUEL PIUZZI CABRERA1

1 Director del Centro de Estudios e Investigaciones Mili-tares del Ejército de Chile (CESIM), es Oficial de Estado Mayor, Profesor de Historia Militar y Estrategia, egresado del Magíster en Ciencia Política de la Pontificia Univer-sidad Católica de Chile, Magíster en Ciencias Militares con mención en Planificación y Gestión Estratégica de la Academia de Guerra y Doctor en Sociología de la Universidad Pontificia de Salamanca, España.

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Lo anterior ha conformado un escenario lleno de incertidumbres, a veces, incluso, marcado por la inestabilidad. De ahí que el CESIM definió como tema para el presente seminario “Últimos conflictos: Análisis de casos y lecciones”, el cual nos permitirá, mediante un recuerdo de las metodologías de análisis existentes, efectuar una breve revisión a los principales conflictos del último tiempo (desde la Batalla de Inchón hasta la reciente Batalla de Bagdad), para, finalmente, visualizar la evolución de éstos a través de la historia determinando las tenden-cias futuras.

Para el desarrollo de la presente actividad estimamos pertinente invitar al distinguido General español don Miguel Alonso Baquer, poseedor de una trayectoria académica reconocida a nivel in-ternacional, cuya disposición nos permite contar con su valioso aporte. Asimismo, participarán como expositores otros destacados especialistas de nuestro Ejército.

Como lo expresé, el conflicto constituye el aspecto central de esta actividad académica; por tanto, resulta pertinente efectuar algunas reflexio-nes acerca de su evolución y desarrollo.

En efecto, desde las concepciones clásicas de la guerra planteadas por los estrategas chinos y griegos durante el siglo IV aC., hasta sus ex-presiones más modernas posteriores a los aten-tados del 11 de septiembre de 2001, el conflicto ha variado en su forma, intensidad, magnitud, composición de fuerzas, medios y tecnología empleada, lo que ha provocado una constante adaptación de las estrategias ante cada nueva manifestación.

El Mariscal Montgomery, en su libro “Historia del Arte de la Guerra”, identifica la génesis del conflicto señalando que “el progreso humano en todo ámbito, ha sido afectado, para bien o para mal, por el impacto de los conflictos armados, siendo el veredicto de la guerra, una y otra vez, factor determinante en el proceso de cambio histórico”. De lo anterior podemos inferir la necesidad de su permanente estudio y actua-

lización, tanto de sus efectos y repercusiones para la sociedad en general y las personas en particular.

En la antigüedad se podían observar con cla-ridad y certidumbre las amenazas y los peligros que enfrentaban las sociedades o civilizaciones. Actualmente, cuando las circunstancias en que vivimos son propias de un mundo globalizado, en que los procesos de integración avanzan con-tinuamente, se hace cada vez más complejo y difícil precisarlas. Definir hoy las formas y las reglas de enfrentamiento de fuerzas no parece tarea fácil. De allí nace uno de los primeros de-safíos para nuestros panelistas.

Respecto a las formas de hacer la guerra y a la variación que experimenta la estrategia cuando la amenaza proviene del interior de las sociedades, Eneas, en su obra “Poliorcética”, considerada la primera sobre estrategia militar, no sólo de la literatura griega, sino también de la literatura occidental, señalaba que “la lucha no es igual, ni siquiera similar, entre quienes combaten lejos de sus fronteras y los que luchan por conservar sus bienes más preciados, sus templos, su patria, sus progenitores, su prole y todas las demás posesiones”. Para los pri-meros, de ser derrotados, “aún queda a salvo para los supervivientes el territorio, la ciudad y la patria”; en cambio, “quienes luchan por mantener lo propio, si pierden no les quedará ninguna esperanza de salvación”.

Eneas nos hace reflexionar sobre las diferentes dimensiones que puede adquirir el conflicto para los intereses de los Estados, grupos sociales o simplemente de las personas, cuando éstos ven amenazados objetivos considerados como vitales o intransables. En este sentido, cualquier estudio sobre el conflicto implica dimensionar adecuada-mente las múltiples variables que forman parte de su problemática.

En la actualidad, las amenazas a la paz han variado notablemente. Estamos en presencia de nuevos conceptos, como las amenazas asi-métricas que comprenden un vasto campo que

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abarca desde los ataques informáticos hasta los terroristas.

Algunas de ellas surgen de escenarios ca-racterizados por la existencia de factores que se presentan como riesgos y amenazas, tales como la acción de movimientos separatistas, los bol-sones de pobreza, el narcotráfico o la corrupción generalizada, pudiendo derivar en situaciones de inestabilidad o una paulatina desintegración del poder estatal.

Ése es el desafío que enfrenta quien quiera estudiar el complejo tema que hoy nos reúne.

Asimismo, en estos momentos para muchos no resulta fácil comprender cómo, junto al avance de los procesos de integración, que hacen presumir una creciente estabilidad, surjan crisis interna-cionales que siguen siendo fuente de conflictos que, cuando se propagan, lo hacen con mayor rapidez que las previsiones y la posibilidad de reacción de los organismos internacionales.

Es este contexto, nos parece consecuente, desde una perspectiva académica e investigativa, aproximarnos metodológicamente, a través del estudio sistemático de los conflictos que han marcado el acontecer internacional en los últi-mos años, a los desafíos que la función defensa enfrenta hoy, y, muy en particular, los alcances estratégicos que implican, con la certeza de que ello beneficiará los análisis y estudios, no sólo de nuestro centro, sino también los de todos aquellos que concurren a este seminario.

La elección de la temática de este seminario responde así a un nuevo desafío, especialmente para quienes, por la naturaleza de sus funciones, deben reflexionar constantemente sobre este tema y, por sobre todo, desarrollar en la función estratégica la capacidad de prospección. Aún más, si tenemos en cuenta los cambios producidos en la década pasada, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, surge como imperativo el intentar abordar a fondo la revisión de los nuevos lineamientos que sigue el conflicto y aprovechar la perspectiva que da el análisis histórico para este propósito.

Las enseñanzas de las guerras, de la histo-ria militar y de la estrategia en general, no sólo apuntan al uso de nuevos ingenios tecnológicos y armas, como a veces se piensa. Ayudan tam-bién a razonar y a vincular el hacer militar con la existencia de la comunidad; de hecho, el militar, junto con ser soldado, que como tal se prepara para combatir, da sentido a su vocación en tanto la función militar contribuye de manera impor-tante a garantizar la paz. Por eso su preparación apunta también a prevenir y evitar los conflictos, mediante el uso prudente de sus capacidades y los medios que la comunidad le entrega.

El desafío que surge hoy es similar en mu-chas partes del mundo: integrar capacidades que contribuyan a prevenir conflictos y garantizar la paz. Desde la función militar se podrán preparar nuevas unidades, reunir y producir información, diseñar nuevos sistemas de mando y control, e incluso advertir y recomendar estrategias para evitar conflictos.

Se requiere que la sociedad en su conjunto, y los principales actores políticos y sociales, asu-man la realidad del conflicto en sus más variadas dimensiones, en particular cuando éste puede poner en peligro su existencia.

Ello, ciertamente, no para coartar las liberta-des o militarizar las sociedades, sino con el fin de dimensionar las amenazas, prevenir los riesgos mayores y, en el peor de los casos, producidos éstos, sobreponerse y retomar la paz.

Así, entonces, el panorama actual es com-plejo. Por una parte muestra algunas señales de continuidad y, por otra, refleja una realidad distinta a la vivida hace algunas décadas.

Ello nos impone, por tanto, revisar teorías, analizar situaciones, confrontar realidades. En fin, plantea nuevos retos al conocimiento y al análisis estratégico.

Si bien esta tarea implica una empresa de proporciones, mayor es la dificultad de esbozar algunos escenarios cuando, como se ha dicho,

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la amenaza clásica, pura y simple, ha cedido lugar a la probabilidad de riesgos emergentes que es preciso anticipar.

En síntesis, son variados los propósitos de este seminario. Quizás el más importante es la contribución al análisis y las nuevas visiones que sobre el particular realizarán nuestros panelistas,

y, muy en especial, las ideas y aportes que surjan del debate que realizaremos.

Damos inicio entonces a esta actividad, que esperamos satisfaga sus expectativas y las del CESIM, en el análisis de un tema que mantiene su importancia y requiere de una permanente actualización.

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ANTECEDENTES GENERALES

Cuando analiza-mos diversos conflic-tos bélicos para extraer experiencias válidas para ser utilizadas por las instituciones armadas debemos buscar ejemplos que

hayan tenido real significado en lo estratégico y operativo. Al respecto la Guerra de Corea mostró importantes cambios castrenses después de la Segunda Guerra Mundial. Esta guerra se lleva a cabo al comienzo de la llamada Guerra Fría y si bien pudo producir una conflagración mundial, quedó olvidada por la comunidad internacional al poco tiempo debido a que Europa no estaba en condiciones de defender-se a sí misma y consideraba indispensable la

La Guerra de Corea y la Batalla de Inchón

“Sólo un ejército disciplinado, bien equipado y bien entrenado puede cumplir su misión”.

CRL. (R) HÉCTOR VILLAGRA MASSERA1CENTRO DE ESTUDIOS E

INVESTIGACIONES MILITARES

CESIM

ayuda militar norteamericana ante un ataque del Ejército soviético, que mantenía sus fuerzas en pie de guerra ocupando la Europa Oriental y una mitad de Europa Central.2 Además fueron rápidamente surgiendo otros acontecimientos de gran significado tanto en Medio Oriente, América Latina y Vietnam. A pesar de esto sus enseñanzas perduran a través del tiempo y deben ser ampliamente estudiadas por las academias militares.

Para comprender lo sucedido en Corea es necesario recordar que el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial fue prácticamente di-vidido en una clara bipolaridad, donde las zonas de influencia eran indispensables para acrecen-tar el poder. Después de la derrota japonesa, la ocupación por parte de los ex aliados, la Unión Soviética y Estados Unidos, con sistemas de or-ganización social y política tan diferentes, tuvo como consecuencia una delimitación artificial de la península con sus respectivas áreas de influencia a ambos lados del paralelo 38.

Al igual que Alemania, Corea quedó así divi-dida en dos partes. En 1947, los norteamerica-nos llevaron la cuestión coreana a las Naciones Unidas, que decidió la formación de un gobierno provisional después de la celebración de elec-ciones en la totalidad del territorio. Estas sólo se celebraron en el sur, mientras que en el norte una

1 Oficial de Estado Mayor, profesor de Academia en las asignaturas de Geografía Militar y Geopolítica, en Organización y Personal, Magíster en Gestión Estraté-gica, Magíster en Política de Defensa y Diplomado en Relaciones Internacionales de la Universidad de Chile. Se desempeñó como profesor de la Escuela Superior de Guerra de Colombia, profesor de la Academia de Guerra del Ejército de Chile, Comandante del Regimiento de Infantería Nº 4 “Rancagua”, Agregado de Defensa en El Salvador y Guatemala, Secretario Ejecutivo de la Conferencia de Ejércitos Americanos. Actualmente es analista del Centro de Estudios e Investigaciones Militares, editor de la revista “Escenarios Actuales” y profesor de la Universidad Bernardo O’Higgins. 2 Beaufre, André. La OTAN y Europa. Pág. 5.

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3 Se expone siguiendo los parámetros establecidos por el libro Historia Militar Universal, de la Academia de Guerra del Ejército de Chile, en la página 168. Al res-pecto existe otra bibliografía que si bien no determina el mismo faseamiento en forma explícita, lo cita en forma similar en el transcurso de las operaciones.

Asamblea decidía, poco después, la proclamación de la República Popular de Corea.

A fines de 1948, los soviéticos retiraron sus fuerzas de ocupación e inmediatamente después lo hicieron los norteamericanos. Quedaron, así, enfrentadas dos Coreas. La del Norte, un Esta-do muy militarizado, apoyado en fuertes senti-mientos nacionalistas. La del Sur, con una vida política relativamente democrática y con escasa preparación militar, a diferencia de lo que por entonces sucedía en el norte.

En Estados Unidos no se creyó en un futuro conflicto, incluso se mencionaba que la geogra-fía de la península no lo permitía. Esta opinión hace que el Secretario de Estado norteamericano, Dean Acheson, incluso considere públicamente que Corea se encontraba fuera del perímetro defendible por su país.

En estas circunstancias se inicia la crisis que enfrenta por primera vez a las dos super-potencias dominantes y en la que se corrió el peligro de que fuera empleado armamento nuclear. El 25 de junio de 1950 se produjo la invasión desde el norte. Unos 90.000 soldados norcoreanos apoyados por tanques de fabri-cación soviética desde un principio obtuvieron excelentes resultados haciendo retroceder a las fuerzas surcoreanas hacia el sureste, el Mar del Japón.

Al producirse esta grave situación, la ONU reacciona en forma inmediata y establece un mandato para la evacuación de las fuerzas a la situación anterior. A su alero varios países ofrecen fuerzas para desplazarse a Corea y operar junto con las fuerzas norteamericanas.

LAS OPERACIONES

Faseamiento de la guerra3

Primera fase: guerra de movimientos, desde que se inicia el ataque norcoreano, hasta la ini-ciación de las conversaciones de paz. Esta fase, a su vez, se puede dividir en varias subfases.

– Primera subfase: desde la ofensiva norcoreana hasta la defensa aliada en el perímetro de Pusan.

– Segunda subfase: desde el desembarco de Inchón hasta la contraofensiva hacia la fron-tera con China.

– Tercera subfase: desde la intervención de las fuerzas chinas.

– Cuarta subfase: desde la contraofensiva de las fuerzas de Naciones Unidas.

– Quinta subfase: desde la ofensiva de prima-vera de las fuerzas comunista.

– Sexta subfase: desde la reanudación del avance de las fuerzas de Naciones Unidas.

Segunda fase: de la guerra estática al ar-misticio. Ésta se caracteriza por fuertes ofensi-vas limitadas para conquistar zonas críticas de importancia.

La subfase inicial

De acuerdo con lo anterior nos concentra-remos en el análisis de la segunda subfase. A las cuatro de la madrugada del 25 de junio de 1950, un domingo lluvioso, las tropas norcorea-nas cruzaron el paralelo 38 y destruyeron gran número de unidades surcoreanas en los primeros combates. Dos divisiones de infantería, con apoyo de tanques, atacaron la ciudad de Kaesong; la resistencia de las unidades de Corea del Sur fue con muy pocos medios antiblindaje y de artillería, por lo que no se pudo frenar el ímpetu adversario. Las fuerzas del norte penetraron por todo el frente con profundidades de 15 a 30 kilómetros.

El 28 de junio el Ejército norcoreano ocupa Seúl. El Presidente Harry Truman decidió la in-tervención armada. El 5 de julio, las primeras unidades de combate entraron en acción. La Fuerza de Tarea Smith, que llevó el nombre de

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su Comandante el Teniente Coronel Charles B. Smith, fue la primera unidad de la 24ª División de Infantería, del Octavo Ejército norteamerica-no, y la primera unidad de combate de Estados Unidos comprometida por el General Douglas MacArthur en la “acción policial” en Corea en el mes de julio de 1950.4

Al término de la Segunda Guerra Mundial, cuatro divisiones norteamericanas (la 1ª de Ca-ballería, y la 7ª, la 24ª y la 25ª de Infantería) participaron en la ocupación de Japón. Una de estas divisiones desplegadas en la ocupación, la 24ª, habría de desplegar a las primeras tropas estadounidenses en Corea. En el momento de su traslado sólo contaba con aproximadamente 10.700 hombres, muchos menos de los 18.900 efectivos previstos para tiempos de guerra. Nin-guno de los tres regimientos de infantería (el 19º, el 21º y el 34º regimientos) disponía del debido complemento de tres batallones.5

Además, contaban con escasas dotaciones de municiones y de medios logísticos. En Japón no se encontraba ninguna unidad blindada en condiciones de participar en operaciones, y éste fue precisamente el elemento que habría de ser esencial en las batallas venideras en Corea. Los tanques disponibles eran los M-24, tanques livianos de características inferiores a los soviéticos. Es más, los batallones y las unidades de mayor magnitud no tenían po-sibilidad alguna de entrenamiento conjunto, para así poder desarrollar la tan necesaria interoperabilidad y las pericias requeridas en operaciones de las armas combinadas. Esto constituiría un defecto significativo de la Fuerza de Tarea Smith.6

Los siguientes países de la ONU acepta-ron el llamamiento de ayuda: Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelandia, Francia, Turquía, Tailandia, Filipinas, Colombia, Holanda,

Bélgica, Etiopía, Unión Sudafricana, Luxem-burgo, Grecia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Italia e India.

Las fuerzas puestas a disposición de las Na-ciones Unidas fueron muy disímiles. Desde una brigada a un destacamento sanitario (la mayoría de los casos, un batallón). La hetereogeneidad de las tropas creó un problema logístico de pro-porciones al Estado Mayor de MacArthur, debido a las diferencias en el armamento, munición, vestuario y alimentación. No menos complicado era la diferencia de idiomas.

El General MacArthur apura el envío de lo que sería el VIII Ejército a Pusan, a las órdenes del Teniente General Walter. El l0 de julio se efectúan diversos contraataques y empieza a configurarse el llamado Perímetro de Pusan, delimitado por la costa del Mar del Japón y las localidades de Yongdok, Pusan, Sangju y Ching-Masan.

Durante dos meses estas fuerzas libraron duras batallas sin poder doblegar al ejército norcoreano, que desencadenó una gran ofensiva y paralizó a los norteamericanos en el cerco de Pusan hasta el 26 de septiembre. La situación se percibe de extrema gravedad, debido a lo cual el gobierno estadounidense decide enviar a la VII Flota y medios de la Fuerza Aérea.

Esto permitió contar con el dominio marítimo y del aire. Los medios de la Fuerza Aérea y la aviación embarcada en los portaaviones Triumph y Valley Forge realizaron permanentes misiones que consiguieron evitar el colapso total del frente. El Perímetro de Pusan, su vértice norte, la ciudad de Yongdok, cambió de manos varias veces en medio de ataques y contraataques.

En ese contexto el General Walker planteó como última línea defensiva la del río Naktong, y movilizó sus reservas permanentemente para contraatacar en los lugares más amenazados. Para ello recibe un constante flujo de refuer-zos procedentes de Japón que desembarcaba constantemente en las instalaciones del puerto de Pusan.

4 Babb, Joseph G. Military Review, Volumen LXXX, julio -agosto 2000. Pág. 61.

5 Ibídem. Pág. 65.6 Ibídem. Pág 67.

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Las fuerzas del norte, tras mes y medio de avance, empezaban frenar su ímpetu. El alar-gamiento de las líneas de abastecimiento de las fuerzas norcoreanas era enorme desde sus bases del norte, mientras que, por el contrario, cualquier punto del perímetro defensivo de Pusan se encontraba aproximadamente a 100 kilómetros de la costa desde donde recibían los abastecimientos.

En el mes de agosto se iniciaron los primeros contraataques estadounidenses con abundante apoyo aéreo y fuego de apoyo naval que per-mitieron su realización. En esas instancias el Ejército aliado ascendía a 180.000 hombres, de ellos 91.000 coreanos.

El 31 de agosto se produjo un fuerte ataque de la XII División norcoreana en la zona de la ca-rretera de Taegu - Pusan, pero el primer Ejército de Corea del Sur resistió. Las fuerzas del norte llegaron a estar a 50 kilómetros de Pusan, pero los estadounidenses y surcoreanos mantuvieron sus posiciones.

Segunda subfase

El desembarco de Inchóny la conquista de Seúl

La situación estratégica ameritaba una acción que permitiera un cambio en el transcurso de la guerra. El General MacArthur tuvo que empeñarse al más alto nivel para que autorizaran una opera-ción anfibia proyectada por su Estado Mayor para caer a la espalda de las fuerzas adversarias en Inchón. Esta zona presentaba ventajas naturales y geográficas para llevar a cabo un desembarco.7 Después de diversas gestiones de alto nivel se logró la asignación de una división de Infantería de Marina formada con veteranos de Guadalcanal y Okinawa y una de infantería del Ejército.

Inchón, en el Mar Amarillo, es el puerto de la capital de Corea del Sur, Seúl; se encuentra a

35 kilómetros de ésta y en una península rodea-da de zonas pantanosas, en las que se registra una diferencia entre la pleamar y la bajamar de más de ocho metros y medio, cambiando las mareas en forma constante. En esa época la zona contaba con un aeropuerto y numerosos depósitos de víveres y municiones y se efectua-ba un importante tráfico marítimo que lo hacía estar considerado como el segundo puerto del país. La importancia estratégica de Seúl como eje ferroviario de caminos de toda Corea del Sur era trascendental para el transcurso de la guerra. Si se conquistaba Inchón, Seúl y su aeropuerto caerían rápidamente.8

El 13 de septiembre de 1950 la flota coman-dada por el Contraalmirante John Higgins inició un ataque a la fortaleza de Wolmi-do, en la costa coreana cerca de Inchón. Los cruceros realizaron un importante fuego de cobertura y los destruc-tores penetraron en el canal de acceso al puerto de Inchón para destruir las minas sembradas por el adversario. El bombardeo naval duró más de 60 minutos, la reacción de la defensa costera fue muy débil.

Al día siguiente, 14 de septiembre de 1950, las fuerzas navales y las aéreas volvieron a bombardear la fortaleza. Al terminar el día una fuerza naval combinada, en la que se encontraban 262 transportes de tropas y buques de apoyo, se fue acercando a la península para iniciar la invasión.

El objetivo del plan general del Teatro con-sistía en atacar a las fuerzas norcoreanas por la espalda de su dispositivo principal cortándoles sus líneas de comunicaciones para posteriormente conquistar la capital y buscar la destrucción de las fuerzas adversarias. La planificación consi-deraba una clara coordinación con el esfuerzo sur que se encontraba en el perímetro de Pusan, de espaldas al mar, en el extremo sur oriental de península coreana. Para llevarlo a efecto se organizó el X Cuerpo de Ejército, al mando del General Almond, Jefe de Estado Mayor del Ge-

7 Perret, Geoffrey, Los viejos soldados nunca mueren. Pág. 674. 8 Op. cit. Pág. 675.

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neral MacArthur, compuesto por la 7ª División de Infantería y la 1ª División de Infantería de Marina9 Sus efectivos eran estimados en 40.000 hombres.10

El plan de desembarco consideraba que la infantería de marina atacara el dispositivo adversario desplegado en Inchón y avanzara hacia el este cortando las líneas de suministros enemigas con el objeto de debilitar y dividir las fuerzas del frente. Este plan recibió el nombre de Operación Chromite. Las fases de la operación consideraban los siguientes objetivos:

1º Destrucción de las baterías de la isla de Wolmi-do.

2º Conquista del aeropuerto de Kimpo.3º Conquista de la ciudad de Seúl.

Además, la planificación estratégica del Teatro consideraba que las fuerzas aliadas rea-lizan una serie de maniobras de diversión en el sector de Pusan y algunos lugares de la costa norcoreana.

A las zonas de invasión, que eran tres pla-yas, se las designó con el nombre de colores: Playa Roja, al norte de la isla del Cuerno de la Luna; Verde, en la fortaleza; y la Azul, al sur. Los buques norteamericanos abrieron fuego a las 5.45 horas del 15 de septiembre y 37 minutos después las lanchas de desembarco, con los infantes de marina, iniciaron la aproximación hacia sus objetivos.

Desde el crucero Mount McKinley, el General MacArthur seguía las operaciones. El desembarco en la Playa Roja fue de especial complejidad para las primeras unidades de los infantes de marina, los que en su ataque debieron conquistar un di-que de 300 metros mediante escalas y cuerdas bajo el fuego del enemigo, mientras la flota de apoyo a las fuerzas de desembarco cañoneaba las columnas de refuerzo norcoreanas.

En el extremo sur, en la Playa Azul, el sucesivo empleo de cargas explosivas durante el ataque permitió iniciar con rapidez la penetración de las fuerzas hacia el interior del dispositivo adversa-rio; la reacción de las fuerzas norcoreanas fue desordenada y poco efectiva.

A las 6.30 de la mañana la Infantería de Marina comenzó el desembarco en Wolmi-do, tomando este objetivo casi sin encontrar resistencia. Por la tarde los buques de guerra desplazados frente al puerto de Inchón comenzaron el bombardeo de las instalaciones del puerto; a las 17.30 de la tarde con la subida de la marea comenzó el desembarco del grueso de las fuerzas. A media-noche de ese mismo día las dos primeras fases de la operación se habían cumplido.

La conquista de las cabezas de playas pro-voca la retirada de las tropas norcoreanas que defendían el puerto, ante el temor de sus mandos de verse cercados con la maniobra aliada. Esta fase contó con una clara superioridad aeronaval, lo que permitió disponer de un adecuado apoyo de interdicción por parte de la fuerza aérea.11

La situación militar general de las fuerzas aliadas cambió efectivamente con el desembarco de la 7º División de Infantería norteamericana, más aun cuando las vanguardias alcanzaron al siguiente día las cercanías de Seúl.12

Como dijimos el plan a nivel Teatro consi-deraba que las fuerzas aliadas de Pusan pasaran a la ofensiva una vez iniciado el desembarco en Inchón, lo que se cumplió sin grandes inconve-nientes, debido a que las fuerzas norcoreanas comenzaron a ceder terreno al percatarse del peligro que afectaba a su retaguardia. El 16 de septiembre, el VIII Ejército inició una contrao-fensiva desde el perímetro defensivo de Pusan hacia Seúl. El dispositivo general de las tropas norcoreanas empezó a replegarse hacia el norte con graves problemas logísticos.

9 Ruiz, Alberto. Enseñanzas Militares de la Campaña de Corea. Pág. 46.

10 Ibídem. Pág. 247.

11 Rougeron, Camille, Enseñanzas de la Guerra de Corea. Pág. 51.

12 Ruiz, op. cit. Pág. 48.

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12 CESIM, Año 8, Nº 3, Agosto de 2003 CESIM, Año 8, Nº 3, Agosto de 2003 13

La aviación estadounidense fue abriendo paso a sus fuerzas con apoyo aéreo estrecho y bombardeos con NAPALM. En estas circuns-tancias un bombardeo alcanza a un batallón de la 27º Brigada británica, que sufre 89 muertos. Este tipo de acontecimientos se vivió en diversas oportunidades durante la guerra, especialmente en su inicio.

A medida que el Ejército norcoreano se replegaba hacia el paralelo 38 surgían diversos problemas logísticos que afectaban el buen empleo de sus fuerzas, tanto de alimentación como de vestuario y escasez de municiones; la mayoría de los tanques y piezas de artillería habían sido destruidos. A finales de septiembre unidades completas del Ejército norcoreano se desintegraban. Los aliados tomaban cientos de prisioneros diariamente.

La Primera División de Caballería Blinda-da norteamericana cubrió 170 kilómetros en tres días, desde Pusan hasta Suwon, donde sus unidades se unieron con las del X Cuerpo, procedentes del desembarco de Inchón. Esto se produce a los 11 días de iniciarse el inicio de la ofensiva.

Entre los días 25 y 28 de septiembre Seúl fue escenario de un combate en localidades donde se lucha casa por casa. Los norcoreanos construyen diversos obstáculos en las calles con gran empleo de minas y trampas de todo tipo. Las unidades norteamericanas se enfrentan al permanente fuego de los tiradores escogidos. La infantería, apoyada con ingenieros de combate con equipos de destrucción y lanzallamas, acom-pañados por elementos blindados y aviación, efectúa una tarea lenta y difícil. Al término de los dos días de combate, más de la mitad de la ciudad quedó destruida. La tercera fase del plan operativo estaba cumplida. La Batalla de Inchón había cambiado el giro de la guerra.

LA CONTINUACIÓN DE LA OFENSIVA

El General MacArthur recibió permiso para cruzar el paralelo 38 y continuar con la destruc-

ción del Ejército norcoreano. El 1 de octubre las fuerzas surcoreanas cruzaron el paralelo 38 en persecución de las fuerzas adversarias. El día 2, Chu En Lai advirtió que si los norteame-ricanos penetraban en Corea del Norte, China intervendría. El día 8 la Asamblea General de las Naciones Unidas autorizó a los cascos azu-les a cruzar al paralelo 38. La progresión de la ofensiva se realiza a razón de 25 kilómetros diarios.

A medida que avanzaban las fuerzas aliadas hacia la ciudad de Pyong Yang, fueron apareciendo problemas de abastecimiento debido al alarga-miento de las líneas de comunicaciones y a que además el puerto de Inchón resultaba insuficiente para recibir el total de abastecimiento.

Las fuerzas aliadas realizan un nuevo des-embarco, esta vez más al norte y por el Mar del Japón, en Wonsan. Se buscaba acrecentar el número de efectivos y al mismo tiempo per-mitir agilizar el avance de las fuerzas de tierra aportando con más abastecimientos. El aco-razado Missouri, dos portaaviones, cruceros, destructores, transportes y buques sembradores de minas, con un total de 250 buques, partici-paron en la operación. Toda el área estaba mi-nada por los norcoreanos. Minas de fabricación soviética habían sido colocadas en diferentes y variados sectores, constituyéndose en obstá-culos permanentes para la navegación, lo que causó serias bajas.

En la tercera semana de octubre se inició el ataque a la capital de Corea del Norte por las fuerzas de las Naciones Unidas y posteriormente se continuó el avance hacia el río Yalu.

La ofensiva china

El 26 de octubre se inicia la intervención directa de China en la guerra con una ofensiva de un ejército, que, al mando de Lin Piao, cruza el río Yalu. El 1 de noviembre, el II Cuerpo de Ejército de Corea del Sur inicia una rápida reti-rada, ayudado con contraataques de una brigada australiana y fuerzas norteamericanas. El mismo

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12 CESIM, Año 8, Nº 3, Agosto de 2003 CESIM, Año 8, Nº 3, Agosto de 2003 13

13 Aguirre, José. Las guerras de la posguerra 1945-60. Pág. 160.

día la I División de Caballería Blindada de los Estados Unidos rechazó ataques de infantería y caballería chinas.

En ese contexto, el Cuartel General aliado pidió efectuar ataques aéreos sobre los puentes sobre el Yalu para frenar el ímpetu adversario, que contaba con el apoyo de los aviones chinos que tenían bases en Manchuria. No fueron auto-rizados por Washington.

El mando aliado decidió hacer el mejor uso posible de la fuerza aérea atacando dentro del territorio coreano a puentes, fábricas, transportes logísticos y todo lo que fuera capaz de abastecer a las tropas adversarias. Las operaciones aéreas comenzaron el 8 de noviembre, produciéndose el primer combate entre aviones a reacción de la historia, entre un grupo de F-80 y Mig-15 de la Fuerza Aérea China.

El día 26 fuerzas de los Estados Unidos, rodeadas por el adversario, recibieron la ayuda de un contraataque de los 5.000 miembros de la Brigada turca; al día siguiente esta unidad tuvo que resistir un ataque general de las fuer-zas chinas. Posteriormente una unidad británica coopera a la retirada general que realizan estas unidades.

En Hungnam se produjo una importante evacuación naval. Protegidos por buques de la armada norteamericana. 105.000 hombres del X Cuerpo de Ejército, 91.000 civiles refugiados, 17.000 vehículos y 350.000 toneladas de material fueron evacuadas por vía marítima.13

El año 1950 terminó con una imparable ofensiva china en torno a Seúl, que sufrió la política de tierra arrasada. Inchón y otras loca-lidades son evacuadas el 10 de enero de 1951, oportunidad en que las superfortalezas volantes B-29 efectúan bombardeos que dejan destruidos los centros poblados, pero que logran estabilizar el frente.

El término de la guerra14

En marzo de 1951 se registra una ofensiva general de los aliados. Seúl cambia de manos por cuarta vez. Con esta situación se produce el estan-camiento de las grandes operaciones, registrándose a partir de este momento combates localizados con pequeñas ganancias territoriales.

En estas circunstancias se efectúa el nom-bramiento del General Matthew B. Ridway, como Comandante en Jefe en Extremo Oriente. La salida de MacArthur desató una situación política sin precedentes. Su regreso a Estados Unidos dio lugar a numerosos homenajes y controversias, muchas de las cuales aún se mantienen.

El día 3 de mayo se produjo una nueva ofensiva china, que fue detenida por la enorme capacidad de fuego de los aliados. Al mes siguiente se inicia-ron conversaciones de paz en Kaesong y después se reiniciaron las conversaciones en Panmunion, donde el 27 de noviembre se firmó un armisti-cio de 30 días, que ambas partes aprovecharon para reforzar sus ejércitos. Posteriormente, con el General Mark Clark, otro veterano de la Segunda Guerra Mundial, como nuevo Comandante en Jefe del Extremo Oriente, el año 1953 el Presidente Eisenhower impulsa las acciones diplomáticas que finalmente logran el armisticio.

CONCLUSIONES15

De carácter político estratégico

Más de treinta meses después de iniciado el conflicto se firmó la paz, el 27 de julio de 1953.

14 Las operaciones se prolongarían por largo tiempo. En este análisis sólo mencionaremos los hitos más importantes.

15 Conforme al faseamiento planteado para estudiar este conflicto, esta investigación se ha centrado bá-sicamente en la primera fase y particularmente en su segunda subfase. A pesar de lo anterior, cuando sacamos conclusiones generales no podemos dejar de mirar la totalidad de la guerra, pues lo vivido en algún momento del conflicto podrá repercutir integralmente, especialmente para estructurar lecciones.

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16 Wanty, Emile. La historia de la humanidad a través de las guerras. Pág. 242.

17 Academia de Guerra. Historia Militar Universal. Pág. 176.

18 Ibídem.19 Aguirre, op. cit. Pág. 151.

El armisticio situó a los antagonistas a dos ki-lómetros de la línea de contacto. Ésta iba de la costa oeste de Corea, al sur del paralelo 38, hasta la costa este, a más de 50 kilómetros al norte de este último.16 En resumen, a pesar que algunos análisis establecen que las fuerzas de las Naciones Unidas obtuvieron una victoria, debido a que éstas habían logrado repeler a las fuerzas adversarias recuperando la integridad territorial de la República de Corea del Sur,17 el conflicto no fue resuelto en su totalidad y dio inicio a una dura posguerra plagada de incidentes, tensiones e inestabilidades que aún se mantienen.

Este conflicto bélico fue el primer hecho de armas en que las Naciones Unidas lucharon por un objetivo internacional persiguiendo la paz. Este hecho dejó reflejado que un organismo de carácter internacional debe necesariamente contar con el respaldo de la fuerza para imponer sus decisiones, permitiendo repeler las agresiones o sancionar a aquellas naciones que se aparten de la ley internacional.18

Las bajas de la guerra fueron enormes debido a las armas empleadas y a la saturación causada por grandes efectivos en un espacio geográfico reducido, siendo ésta una guerra que proporcional-mente causó un efecto desastroso en la población civil. Sus cálculos son variados, dependiendo qué lado se consulte. Unos 9.200.000 muertos, entre ellos millones de civiles y 33.600 soldados norteamericanos. De acuerdo a antecedentes el 84% de los fallecidos fueron civiles.19

Desde un primer momento se pudo obser-var la incomprensión entre la Casa Blanca y el Cuartel General en Extremo Oriente, lo cual fue uno de los factores decisivos de los resultados de la guerra. Para el Comandante aliado Gene-ral MacArthur fue esencial desde un principio

del conflicto destruir las fuerzas adversarias y llevar a cabo la reunificación del país. Por otro lado la posibilidad de una guerra generalizada en Asia fue una permanente preocupación de la política exterior del gobierno norteamericano y de Londres. Al respecto la campaña fue su-peditada en su conducción a la política, donde el Comandante militar no podía tomar ciertas medidas aconsejables para derrotar al enemigo.20 Al respecto es necesario recalcar que la interfe-rencia política en la conducción y el desarrollo de las operaciones normalmente provoca serios problemas a la conducción militar.21

Otro aspecto digno de mencionar es lo re-lacionado a la expresión de ideas por parte de personeros norteamericanos, en el sentido de que algunas declaraciones poco claras en relación a la defensa del territorio coreano fueron las que persuadieron a los mandos de Corea del Norte de que podían atacar y derrotar a una fuerza militar sólo apoyada por asesores y medios logísticos de Estados Unidos. Los líderes de Corea del Norte se convencieron de que sería posible triunfar antes que el poderío militar estadounidense se dispusiera a contrarrestarlo.

En ese mismo contexto, diversas bibliografías sobre esta guerra establecen que la ignorancia de líderes políticos y Estados Mayores con res-pecto a la historia, la cultura, las ideologías de una población con diferentes visiones de vida y la situación geopolítica de una región tergiver-saron inicialmente la realidad y llevaron a fraca-sos que pudieron ser mayores. Como podemos ver esta situación se repite a través del tiempo. En muchos conflictos bélicos recientes se han efectuado evaluaciones ligeras, poco profundas y totalmente erradas, que llevan a grandes equi-vocaciones de todo orden.

De carácter estratégico y operativo

La maniobra ejecutada por las fuerzas de las Naciones Unidas en la segunda subfase co-

20 Rougeron, op. cit. Pág. 243.21 Academia, op. cit. Pág. 176.

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rrespondió a una de envolvimiento en la cual las unidades del perímetro de Pusan representan a las fuerzas de amarre y las unidades que ma-terializan la operación anfibia representan las fuerzas de envolvimiento.

Como se ha dicho, la situación militar cambió radicalmente cuando MacArthur desembarcó en Inchón el 15 de septiembre de 1950 siguiendo las enseñanzas de las operaciones realizadas durante la Campaña del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial, donde este tipo de operación se repitió constantemente, con la idea de llevar a cabo un ataque repentino y decidido a la retaguardia del adversario. Este desembarco constituyó en su ejecución una perfecta aplicación del principio de la sorpresa, lo que contribuyó a su buen éxito desde un principio.22

El desembarco de Inchón y la Guerra de Co-rea en general permitieron probar nuevas armas como el empleo de los helicópteros, los aviones a reacción, la guerra psicológica, las bombas incendiarias, etc. Corea fue un buen campo de experimentación, donde se lograron avances de especial importancia en la utilización de los helicópteros en diversas etapas del combate, es-pecialmente en la evacuación aeromédica. Es a raíz de este conflicto que se comienza a utilizar dicho método con capacidad para transportar unidades, empleándose medios aeromóviles con capacidad de 10 a 12 hombres. El Estado Mayor del Ejército norteamericano anunciaba en octubre de 1950 la creación de compañías de helicópteros de transporte, dotadas de unos veintitrés aparatos.23

Al respecto muchos analistas militares basa-dos en las experiencias en los últimos conflictos determinan la necesidad de que los ejércitos deben considerar a los helicópteros de ataque como una parte de un equipo de armas combinadas, que incluye a la infantería, blindados, y la artillería de campaña, para derrotar a las fuerzas enemigas mediante el fuego y la maniobra. En el campo de

batalla, el helicóptero es un vehículo de combate blindado y aerotransportado, y por sus intencio-nes y propósitos está más relacionado con el tanque que con el avión. Aunque los helicópteros pueden aprovechar el terreno para disimular su aproximación, son mucho más vulnerables que las aeronaves de ala fija respecto a la amenaza de la defensa aérea.

El significado de la operación anfibia efec-tuada en Inchón para el desarrollo de la guerra comprueba que este tipo de operaciones con-juntas necesitan planificarse en beneficio de la operación terrestre, y el éxito de esa operación se basa en la sorpresa y en la superioridad aé-ronaval.24 Al respecto, el desembarco de Inchón, el de Wonsan, la evacuación naval de Hungnam y otros hechos que se realizaron en el transcurso de la guerra permiten demostrar la importancia de contar con el dominio de las comunicaciones marítimas para el propio abastecimiento y para efectuar operaciones a la espalda del adversario y en apoyo a las operaciones que se desarrollen a lo largo de la costa.25

A pesar de la evidente superioridad aérea aliada en esta guerra, un ejército cuyo nivel de armamento era muy inferior pudo enfrentarse a otro muy superior con posibilidades reales de éxito. Los chinos y norcoreanos aprendieron que no debían hacer la guerra combatiendo a un ejército moderno de la misma manera que lo habían hecho hasta el momento. De ahí que, años después, la estrategia aplicada en Vietnam fuera muy distinta.26

Las enseñanzas de este conflicto establecen que el apoyo aéreo estrecho es de especial impor-tancia en un conflicto bélico, siendo necesarios medios que reúnan algunas características, como aptitud para operar desde aeródromos peque-ños y sin mayor preparación, con capacidad de trasportar una gran cantidad de armamento

22 Ibídem. Pág. 248.23 Rougeron, op. cit. Pág. 227.

24 Historia Militar, op. cit. Pág. 177.25 Ibídem. Pág. 287.26 Jordan, Kelly C. Aprovechando los Rayos. Military

Review, julio-agosto 2000. Pág. 77.

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y, específicamente, de destruir tanques y otros blindados, para lo cual se requiere medios con suficiente autonomía para hallar el objetivo, identificarlo y luego destruirlo.

El aspecto geográfico sigue repercutiendo en las operaciones. Ésta es una constante imposible de olvidar en un conflicto. Al respecto, un ejemplo: las condiciones de las corrientes marítimas y su variación permanente en la zona de Inchón fue un importante desafío para las fuerzas de desem-barco. En otro caso el frío del invierno coreano congeló el agua de los ríos permitiendo incluso a los camiones más pesados cruzarlos; así el Ejército chino comenzó su gran ofensiva del 25 de noviembre de 1950 que obligó a retroceder a las tropas de la ONU hasta el paralelo 38. La geografía en cualquier región impone exigencias de magnitud a las fuerzas militares, lo que plan-tea la necesidad de un adecuado equipamiento y entrenamiento en relación al escenario en que se va a actuar.

Cuando hablamos de entrenamiento, po-demos ver claramente resultados en la Guerra de Corea. En el caso de los aviones F-80, que eran muy inferiores a los Mig-15, los pilotos norteamericanos estaban mejor entrenados y por lo tanto podían obtener mejor rendimiento a sus aviones. Los Altos Mandos de la Fuerza Aérea norteamericana se dieron cuenta de que los aparatos de que disponían no eran mejores que el Mig-15; por lo tanto había que buscar la formula del éxito, la práctica. Posteriormente la respuesta tecnológica norteamericana no tardó en llegar: el F-86 Sabre refuerza a la Fuerza Aérea norteamericana en Corea.

Relacionado con el tema del entrenamiento, el empleo inicial de las unidades norteamericanas como la Fuerza de Tarea Smith, y posteriormente el de la totalidad de la 24ª División de Infante-ría, demuestran una deficiente preparación para el combate. Al respecto, las unidades habían efectuado actividades de entrenamiento tanto

a nivel individual como de tripulaciones, pero había pocas instancias adecuadas para ensayar el empleo de las armas de fuego indirecto, los cañones sin retroceso y las armas antitanques. Esta ausencia de capacidad para destruir tanques fue una deficiencia clave en la batalla contra los norcoreanos. Es más, los batallones y las uni-dades de mayor magnitud no tenían posibilidad alguna para entrenarse juntos, para así poder desarrollar la tan necesaria interoperabilidad y las pericias requeridas en operaciones de las armas combinadas.27

El ataque contra las propias fuerzas por parte de los medios de la Fuerza Aérea y de la Armada estadounidense en los inicios del conflicto de Corea demuestra la necesidad de entrenamiento con claras medidas para evitar las interferencias mutuas y, por lo tanto, lo necesaria que es la interoperabilidad en el empleo de las fuerzas.

Cuando mencionamos que la hetereogeneidad de las tropas creó problemas de orden logístico y la diferencia de idiomas los creó operativamente, no podemos dejar de acordarnos de las actua-les operaciones de paz que surgen día a día en diferentes rincones del mundo y que requieren contar con unidades de diferentes ejércitos del mundo que deben operar sin dificultades logís-ticas ni de coordinación. Estudiar diversas for-mulas y soluciones para el empleo en este tipo de operaciones es de gran relevancia, toda vez que actualmente estamos comprometidos para participar en el esfuerzo de paz de las Naciones Unidas.

Por último, observando los errores, el mando aliado pudo comprender que sólo un ejército disciplinado, bien equipado y bien entrenado para cumplir su misión también puede cumplir cualquier otra tarea que se le asigne en beneficio del esfuerzo de guerra o del esfuerzo de paz.

27 Ibídem. Pág. 70.

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16 CESIM, Año 8, Nº 3, Agosto de 2003 CESIM, Año 8, Nº 3, Agosto de 2003 17

INTRODUCCIÓN

Napoleón Bonapar-te, cuyas campañas han sido estudiadas por los principales estrategas e historiadores por más de dos siglos, creía fir-memente que la historia y, especialmente, la his-toria militar, constituía

una extraordinaria fuente de ideas y modelos.

Pero, al mismo tiempo, señalaba que “la verdadera verdad es muy difícil de determinar, ya que existen demasiadas verdades”.

En este sentido, llamaba la atención sobre el error de tomar ejemplos históricos y analizarlos fuera de su contexto, el cual siempre es único.2

De ahí que la historia señala que la propia naturaleza de la guerra exhibe variadas constantes

La Guerra de Vietnam y la Batalla del Valle

de Ia Drang

TCL. DIEGO JIMÉNEZ RAMÍREZ 1CENTRO DE ESTUDIOS E

INVESTIGACIONES MILITARES

CESIM

en medio de procesos de cambios permanentes. Por consiguiente, su estudio nos permite trazar la trayectoria evolutiva de la guerra.

Por otra parte, la fascinación moderna por las tecnologías de punta, y su innegable impacto en la guerra, muchas veces nubla nuestra visión de las demás dimensiones de este fenómeno. Pero no debemos olvidar que los adelantos técnicos no son otra cosa que la respuesta de la ciencia a necesidades sociales, es decir, tienen un carácter de medio al servicio de resoluciones que adopta el ser humano.

Asimismo, la importancia de los factores sociales, políticos y económicos con relación a la evolución del conflicto ha formado parte de los análisis de los historiadores. La transformación de la sociedad marca o condiciona el conflicto y sus formas de solución.

Como señalara el general Miguel Alonso Baquer en su libro ¿En qué consiste la estrate-gia?, “los episodios bélicos contemporáneos son, en definitiva, las verdaderas referencias de una prospectiva de la conflictividad, que se juzgue a sí misma como aceptablemente correcta”.3

Federico II el Grande, Rey de Prusia, uno de los estrategas de renombre de todos los tiem-

1 Oficial de Estado Mayor, profesor de Academia, Magíster en Planificación y Gestión Estratégica, Diplomado en Sociología Militar, graduado de la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos de América, Fort Leavenworth, Kansas, graduado del Centro de Estudios de Seguridad para el Asia Pacífico, Honolulu Hawai. Actualmente se desempeña en el Depto. de Planificación y Estudios del CESIM.

2 Luvaas, Jay (2000). Military History: is it still practicable?, The evolution of modern warfare, Combat Studies Institute, CGSC. Fort Leavenworth, Estados Unidos. Pág. 15.

3 Alonso, Miguel (2000). ¿En qué consiste la estrategia? España; Publicaciones de Defensa. Ministerio de De-fensa. Pág. 114.

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pos, expresó: “El hombre de leyes, el político y el guerrero que han recurrido a la historia, han aprendido la conexión que las cosas del presente tienen con las del pasado”.

Ello debido a que la historia tiene una di-námica permanente y permite una constante reinterpretación del pasado.

Así, entonces, para establecer una adecua-da perspectiva histórica es fundamental contar previamente con una metodología que posibilite obtener una visión acertada del pasado y, espe-cíficamente, de la historia militar.

De la misma manera cobra vigencia el pen-samiento del triple presente de San Agustín, que plantea: “habría que decir que los tiempos son tres: presente de las cosas pasadas, pre-sente de las cosas presentes y presente de las futuras”.4

En este contexto, el espacio del conocimiento histórico es un mundo pasado, de características constantes, del cual obtenemos experiencias a través de actos comunicativos de contemporáneos o mediante testimonios contenidos en diversos tipos de publicaciones.

Además, cada presente posee un determi-nado contexto que no puede ser soslayado, si se quiere entender bien el pasado.

En suma, el factor histórico pasa a ser un instrumento útil para orientar la toma de deci-siones sobre el futuro, el cual, si bien es impre-decible, podemos contribuir a determinarlo, o, por lo menos, reducir la incertidumbre, condición característica del fenómeno de la guerra. Luego, la historia militar posee un doble y simultáneo impacto: desde el pasado al presente y desde el presente al futuro, aminorando las consecuencias de un porvenir incierto.

Utilizando lo previamente expuesto como marco de referencia para estudiar un hecho histórico, a continuación analizaremos los prin-cipales aspectos de la Guerra de Vietnam, y, particularmente, la Batalla del Valle de Ia Drang, a base del siguiente esquema:

– Situación internacional y causas del conflic-to.

– Desarrollo global de la guerra.– La Batalla del Valle de Ia Drang.– Conclusiones y lecciones aprendidas.– Palabras finales.

El origen de la Guerra de Vietnam lo en-contramos a mediados del siglo XIX, momento en el cual se inicia una dominación francesa de características coloniales sobre diversos territo-rios de esta región asiática, la que se consolida, en 1887, con la creación de la Unión Indochina Francesa.

Su evolución está marcada fuertemente por acontecimientos ocurridos en la Segunda Gue-rra Mundial, tales como la invasión japonesa a Vietnam y la irrupción de dirigentes comunistas en la lucha de liberación contra el invasor.

Los acuerdos interaliados de posguerra de-terminaron el desarme del Ejército japonés en Vietnam y la separación del país en el paralelo 16º, asignando la responsabilidad de restaurar el orden a China e Inglaterra, al norte y sur res-pectivamente del paralelo establecido.

El posterior reemplazo de Inglaterra por Francia como potencia restauradora y su de-rrota en la Batalla de Dien Bien-Fu, en mayo de 1954, crearon las condiciones para alcanzar los “Acuerdos de Ginebra”, los que resultaron en una nueva división del territorio en el paralelo 17º y la fijación de elecciones para la reunificación de Vietnam.

Así también, durante los años 1956 a 1960 se completa la organización del aparato subver-sivo comunista en Vietnam del Sur y se amplía el espectro de la violencia. Es en este período

4 Ricoeur, Paul (1995). Tiempo y narración: Tomo I, Configuración del tiempo en el relato histórico. Méxi-co; Editorial Siglo XXI. Pág. 50.

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18 CESIM, Año 8, Nº 3, Agosto de 2003 CESIM, Año 8, Nº 3, Agosto de 2003 19

donde se incrementa la presencia estadouniden-se, llegando a más de mil el número de asesores en la zona.

Entre 1961 y 1965, entre tanto, el movimiento guerrillero comunista Vietcong logra controlar vastas zonas al sur del paralelo 17º, siendo el ejército local incapaz de controlar estas acciones. El resultado fue el establecimiento del sistema de “Aldeas Estratégicas” como una forma de defensa, no obteniendo los resultados esperados, produciéndose simultáneamente la intensificación de la ofensiva terrorista comunista.

El conflicto de Vietnam correspondió a un enfrentamiento propio de la Guerra Fría, en que las potencias dominantes se enfrentaron indirectamente en zonas alejadas del Teatro de Operaciones europeo. Su desencadenamiento se inscribe en motivaciones políticas que se reflejan en los objetivos de cada uno de los principales actores:5

– Vietnam del Norte lograr, con el apoyo de China y la ex Unión Soviética, la unificación de su territorio bajo un gobierno marxista dirigido por Hanoi.

– Vietnam del Sur, mantener su independencia política y territorial.

– Estados Unidos, continuar ejerciendo su influen-cia y presencia en el sudeste asiático, impidiendo la expansión del comunismo soviético y chino en la región. Lo anterior, sin llegar a declarar la guerra a Vietnam del Norte y actuando sólo en ayuda de Vietnam del Sur.

La evolución global de la guerra estuvo marcada por fases claramente identificables, caracterizadas por la aplicación de diferentes políticas en cuanto al uso de la fuerza militar, especialmente por parte de Estados Unidos, haciendo que las formas de lucha variaran desde una guerra irregular a una guerra convencional, pudiendo definirse, en lo general, las siguientes fases:

– Primera Fase, desde 1965 a 1967, en la cual se evidencia una estrategia de insurgencia, con un fuerte centro de gravedad en la lucha política por parte del Vietcong, sin pretender la conquista de territorios, sino que, controlar a la población rural.

– Segunda Fase, desde 1968 a 1973, funda-mentalmente caracterizada por ser una guerra convencional a partir del fracaso de la Ofen-siva del Tet, reemplazándose paulatinamente las unidades de guerrillas por divisiones del Ejército norvietnamita. Sin embargo, se man-tuvo el esfuerzo insurgente a fin de cooperar en la búsqueda del objetivo de destruir a las fuerzas estadounidenses.

– Tercera Fase, desde 1973 a 1975, en la cual se firman una serie de acuerdos y protoco-los denominados tratados de paz, los que permiten, en marzo de 1973, que las tro-pas estadounidenses abandonen finalmente Vietnam. Posteriormente, y derivado de la continuación de la ofensiva del Vietcong, el 31 de marzo de 1975 se produce la rendición total de Vietnam del Sur.6

Efectuada una revisión global del desarrollo de la guerra nos abocaremos, en esta parte de la exposición, al análisis de la Batalla del Valle de Ia Drang utilizando una metodología basada en un enfoque sistémico de investigación, cuyo formato considera: definir el tema, estudiar el escenario, examinar las fuerzas y la situación táctica evaluando el desarrollo del combate. Para, finalmente, efectuar un análisis desde la perspectiva del tipo de maniobra empleada por ambas fuerzas, estableciendo experiencias y conclusiones.

La Batalla del Valle de Ia Drang, desarrollada durante la primera fase de la guerra, objetiva-mente fue una serie de combates que comen-zaron el 10 de octubre y concluyeron el 24 de noviembre de 1965. La concepción de batalla, entendida como el choque violento de fuerzas de gran magnitud de dos adversarios que buscan

5 Historia Militar Universal (1992). Academia de Guerra del Ejército de Chile. Pág. 192. 6 Ibídem. Págs.196-208.

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modificar su situación estratégica,7 se dio, en este caso particular, por la sumatoria de los efectos de los diversos enfrentamientos.

Corresponde a la primera batalla del Ejército estadounidense en esta guerra y, del mismo modo, posiblemente, a la última batalla de fuerzas de más o menos igual magnitud del Ejército norviet-manita contra medios de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

El escenario en el cual se desarrolló corres-ponde al extenso Valle de Ia Drang, de caracte-rística montañosa y cubierta con una abundante jungla tropical, con árboles de hasta 30 metros de altura y donde, aún en las áreas consideradas abiertas, existía vegetación de más de 2 metros de alto. El campo de batalla cubría 2.400 kiló-metros cuadrados de terreno, con muy pocos caminos transitables.

Las fuerzas que se enfrentaron correspondían a la 1ª División de Caballería estadounidense, de característica aeromóvil, y el Frente B3 del Ejército norvietnamita, de magnitud división, que organizó su zona de concentración a los pies del macizo montañoso de Chu Pong, información a esa fecha desconocida para el comando esta-dounidense.

Su organización consideraba ocho batallones de infantería helitransportados, un escuadrón de caballería aérea y fuertes medios de apoyo de fuego. Su fuerza era de 15.400 hombres y más de 400 helicópteros, constituyendo la división que poseía el mejor equipamiento tecnológico del Ejército de Estados Unidos de los años 60.

La 1ª División de Caballería Aeromóvil, al mando del General de División Harry Kinnard, había sido preparada y entrenada en las tácticas aeromóviles en Fort Bening por dos años. Sin embargo, no había recibido un adecuado entre-namiento para el combate en la selva.

Por otra parte, el Frente B3, al mando del General Chu Huy Man, constaba de tres regimien-tos regulares, veteranos de importantes enfren-tamientos contra el Ejército de Vietnam del Sur, apoyados por numerosos batallones locales del Vietcong y unidades de apoyo de fuego. Poseían excelente moral, espíritu de cuerpo, entrenamiento y condiciones físicas.

Desde septiembre de ese año estas fuerzas se habían preparado y entrenado en tácticas de emboscadas, junto con almacenar alimentos, ele-mentos sanitarios y gran cantidad de munición. Generalmente combatían de noche y siempre planificaban y ensayaban una retirada organizada para después contraatacar.

A continuación nos corresponde en esta parte revisar la situación operativa de las fuerzas.

La misión inicial del Frente B3, en el nivel estratégico, era dividir la República de Vietnam en dos para derrotar a las fuerzas estadouniden-ses y sudvietnamitas en su área jurisdiccional y, posteriormente, regresar victorioso a Vietnam del Norte con el conocimiento directo de la doctrina de combate de las fuerzas de Estados Unidos.

La primera fase del plan consideraba un ataque de un regimiento del frente como fuerza de incentivo o atracción contra el importante campamento de Plei Me, guarnecido por signifi-cativos medios de fuerzas especiales y asesores estadounidenses, reforzado a la fecha por más de mil soldados de Vietnam del Sur. Este intento fracasó al ser rechazado el ataque por medios sudvietnamitas, apoyados por elementos blin-dados y aéreos estadounidenses.

De la misma forma, otro regimiento que atacaba como fuerza de emboscada fue seria-mente diezmado, fundamentalmente por la acción del estrecho apoyo aéreo de Estados Unidos, obligando al General Man a replegarse ante la evidencia de este fracaso inicial.

En esta fase de la batalla el General West-moreland, Comandante en Jefe de las fuerzas

7 Reglamento de Conducción Terrestre, Ejército de Chile, 1986. Pág. 51.

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8 Kenneth, Pierce (1989). La Batalla del Valle de Ia Drang. Military Review. Ejército de Estados Unidos de América. Fort Leavenworth. Kansas. Págs. 7-15.

estadounidenses tomó una decisión de gran riesgo.

Considerando que las fuerzas sudvietnamitas eran insuficientes para explotar el éxito, dispuso a la 1ª División la persecución, esperando en-frentar sólo a dos disminuidos regimientos en retirada hacia Camboya, y no a 4.200 soldados de primera línea como efectivamente ocurrió, los cuales no se retiraban, sino que se aprestaban a iniciar un ataque.

Por otra parte, el General Man no tenía pre-visto en su planificación combatir en su santuario o zona de concentración y menos contra una división estadounidense.

A medida que los acontecimientos de la batalla se desarrollaban surgía lo inesperado. Especial mención merece la actuación del I Batallón esta-dounidense del Séptimo de Caballería, al mando del TCL. Moore, el que fue aerotransportado a la profundidad del dispositivo del Vietcong el 14 de noviembre, desembarcando en la zona deno-minada X-Ray, siendo inmediatamente rodeado por fuerzas considerablemente superiores que se aproximaban al campamento de Plei Me, resis-tiendo durante más de dos días bajo permanente riesgo de ser destruido. Este hecho se convirtió en el eje central de toda la acción.

El refuerzo de los medios helitransportados estadounidenses y la posterior persecución de las fuerzas norvietnamitas marcaron el desenlace de las acciones de la Batalla de Ia Drang, con el resultado de 3.000 bajas de tropas regulares del Vietcong y un número indeterminado de heridos.8

Siguiendo la metodología definida, corres-ponde ahora analizar, brevemente, la maniobra empleada por ambas fuerzas y cómo ésta influ-yó en el desarrollo y posterior desenlace de la acción.

Las fuerzas de Estados Unidos basaron su accionar en la doctrina denominada “Desgaste por potencia de fuego”, la que empleaba la ma-niobra como un medio para transportar y aplicar la potencia de fuego en el terreno, con el fin de destruir físicamente al enemigo mediante una poderosa acción de desgaste.

Esta doctrina consideraba que la letalidad del campo de batalla moderno hacía innecesario pri-vilegiar la maniobra clásica. El “Manual de Ope-raciones” del Ejército de Estados Unidos vigente a la fecha, establecía textualmente: “El coman-dante hábil emplea potencia de fuego en lugar de potencial humano donde le es posible hacerlo y, por ello, salva las vidas de sus soldados”.

Por otra parte, el Vietcong en lo general apli-có una estrategia de combate de guerrillas bajo la concepción de una lucha total prolongada, la cual podríamos sintetizar en los siete pasos que considera Mao Tse-tung en su ensayo “De la Guerra de Guerrillas”:

– Incitar y organizar a la población.– Lograr la unificación interna por medios de

la política.– Establecer bases.– Equipar las fuerzas.– Recobrar la fuerza nacional.– Destruir el poder enemigo.– Recuperar los territorios perdidos.9

Especial relevancia adquiere en este análisis la aplicación de forma intuitiva, por parte de ambos comandantes, de los principios de inicia-tiva, agilidad, profundidad y sincronización, los que no estaban explícitos en la esencia de sus planificaciones y que, posteriormente, pasaron a constituir parte fundamental de la doctrina de la batalla aeroterrestre.

Por parte del Vietcong, el accionar del ge-neral Man interpretó los principios señalados

9 Hammes, Thomas (1989). Mao Tse-tung: Military Review. Ejército de Estados Unidos de América. Fort Leavenworth. Kansas. Págs. 20-21.

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previamente buscando los objetivos y efectos que se indican:

– INICIATIVA: imponer o cambiar las condiciones del campo de batalla mediante la acción.

– AGILIDAD: actuar antes que las fuerzas estadounidenses lo previeran.

– PROFUNDIDAD: definir una amplia zona de operaciones en cuanto a espacio, tiempo y recursos.

– SINCRONIZACIÓN: planificar las acciones en función del tiempo, espacio y propósito para producir la máxima potencia de combate en el momento de la decisión.

De igual forma, el General Kinnard intentó aplicar los mismos principios, como sigue:

– INICIATIVA: definir las condiciones del com-bate mediante una actitud ofensiva.

– AGILIDAD: mediante una intensiva explotación de las capacidades que los helicópteros le proporcionaban en cuanto a desplazamien-to y flexibilidad. Podía trasportar fuerzas y potencia de combate con gran rapidez y, simultáneamente, apoyarlas con fuego en forma masiva.

– PROFUNDIDAD: los medios helitransportados permitían accionar en casi todas partes del campo de batalla.

– SINCRONIZACIÓN: ordenando las actividades del combate en tiempo y espacio; su idea era buscar y fijar al enemigo con un batallón para luego reforzarlo con una brigada.10

En suma, ambas fuerzas actuaron en un ambiente confuso dominado por la incertidum-bre, caracterizado por una permanente falta de información, especialmente de los dispositivos y reales capacidades de las fuerzas enfrentadas. En esta situación, los basamentos doctrinarios de los contendores no fueron suficientes para la solución del problema que enfrentaban, lo que llevó a sus comandantes a asumir actitudes que fueron internalizadas en sus mentes a través de

otra fuente, probablemente de la historia militar. Quizás la respuesta la podemos encontrar en uno de los principales atributos de un comandante, el liderazgo.

Del caso histórico analizado, en lo general, podemos extraer las siguientes consideraciones y lecciones:

Desde la perspectiva de los modelos estra-tégicos definidos por el general Beaufre:

– Vietnam del Norte, inicialmente, empleó un modo directo y un modelo de acciones sucesivas, en que combinó la amenaza y la presión, el terrorismo y la subversión en su accionar en Vietnam del Sur.

– Posteriormente, al intensificarse la ayuda norteamericana a Vietnam del Sur, el Viet-cong asumió un modo indirecto, adoptando un modelo de lucha prolongada con débil intensidad militar para disminuir la voluntad de lucha estadounidense.

– Por su parte, Estados Unidos empleó una fuerza limitada, buscando la disuasión a través de acciones diplomáticas, políticas y económicas que, en su conjunto, constituyen un modo estratégico directo con un modelo de acciones combinadas y sucesivas.

Desde el punto de vista del contexto global de la guerra:

Consecuencias políticas estratégicas:

– Estados Unidos no cumplió su objetivo po-lítico de guerra en el sentido de impedir la expansión comunista, en gran parte debido a una deficiente conducción política del conflicto. Asimismo, vio resentido su frente interno observándose un cierto grado de des-composición política y moral en su sociedad, aspecto que, sin embargo, no llegó a afectar su característica de superpotencia.

– En contraposición, Vietnam del Norte logró su objetivo político, transformándose final-mente en un país poderoso de 35 millones de habitantes, capaz de ejercer un papel 10 Ibídem.

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importante en el área, convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra el capitalismo norteamericano.

– Así también el conflicto adquirió una con-notación mundial, ya que representaba el enfrentamiento de las dos ideologías domi-nantes de la Guerra Fría.

– Resalta la influencia del aspecto social como origen de los nacionalismos surgidos después de la Segunda Guerra Mundial, enfrentados a la intención hegemónica del modelo comunista de Vietnam del Norte y la intención estado-unidense de impedir su propagación.

– Con relación a la fuerza militar podemos con-cluir que fue empleada por Estados Unidos en forma progresiva, sostenida y controlada. Se obtuvieron éxitos en lo táctico; sin embargo, fueron desaprovechados en lo estratégico.

El Ejército en general actuó aplicando una estrategia centrada en localizar, fijar y destruir al enemigo. La Fuerza Aérea le proporcionó al Ejército el apoyo aéreo táctico, aunque privilegió el bombardeo estratégico. La Armada estadouni-dense brindó un apoyo limitado en las riberas de ríos y costas, actuando preferentemente desde alta mar por medio de sus portaaviones.

En suma, ninguna de las instituciones arma-das hizo un esfuerzo por entender la naturaleza de la guerra y adoptar las estrategias y tácticas más adecuadas de acuerdo a la realidad que se vivía en el campo de batalla.

Por otra parte, Vietnam del Norte actuó me-diante el terrorismo, las guerrillas y las ofensivas masivas similares al empleo de las fuerzas con-vencionales. En general, en casi toda la guerra mantuvo la iniciativa estratégica demostrando ser capaces de asumir una cantidad desmesurada de bajas, hecho que hizo ineficaz la guerra de desgaste que impuso Estados Unidos.

De lo expuesto podemos deducir que, en su contexto general, el conflicto entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur fue una guerra civil de inspiración ideológica, subversiva, con el empleo de guerrilla irregular y objetivo limita-

do, con aproximación esporádica a la guerra convencional.

Desde el punto de vista del desarrollo de la batalla:

– Para las Fuerzas Armadas de Estados Uni-dos la experiencia obtenida en la Batalla de Ia Drang significó el inicio exitoso de las operaciones helitransportadas a gran escala.

– Esta batalla constituyó la primera ocasión en que se organizaron y emplearon exitosamente, en forma masiva, unidades de helicópteros de transporte y apoyo de fuego, modificán-dose notablemente el ritmo y la forma del enfrentamiento, aspecto que, posteriormente, fue integrado plenamente a la doctrina de la batalla aeroterrestre.

– Para el Vietcong significó el inicio de un profundo cambio de estrategia. En el futuro se evitarían los enfrentamientos empleando fuerzas convencionales en forma masiva, pri-vilegiándose las tácticas de guerrillas, hecho que, finalmente, le significó el camino a la victoria.

– Se demostró que la tecnología, factor clave del campo de batalla moderno, por sí sola no es suficiente. Es preciso contar con coman-dantes entrenados en cómo y cuándo emplear las capacidades tecnológicas disponibles.

– Se confirmó que el liderazgo demostrado por los comandantes en situaciones críticas de la conducción de la batalla es fundamental como factor de éxito.

En el contexto del acceso a la información de los medios de comunicación:

– Esta guerra fue la primera en ser conocida por la sociedad estadounidense y la comunidad internacional casi directamente, mediante una activa presencia de la prensa en el campo de batalla.

– Se inició una nueva etapa, donde la informa-ción fluía con poca censura, y, en algunos casos, fue capaz de afectar las decisiones políticas.

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Desde la perspectiva tecnológica:

– Validó el concepto de “asimetría tecnológi-ca”, entendido como la gran desigualdad en las capacidades tecnológicas e industriales que existe entre adversarios en los conflictos asimétricos.

– En este sentido la aplicación de una supe-rioridad numérica y tecnológica no aseguró la victoria, especialmente cuando el enfren-tamiento se produce contra un enemigo que emplea tácticas irregulares.

De ahí que podemos decir que la guerrilla gana cuando no pierde y las fuerzas convencio-nales pierden cuando no ganan.

Otras dimensiones están dadas por aquellas experiencias que, sin duda, han estado presentes en mayor o menor medida en el desarrollo de posteriores conflictos:

– A partir de Vietnam fue impresentable po-líticamente obtener la victoria militar con gran cantidad de bajas civiles y militares, repercutiendo en dos aspectos:• El primero de ellos, en la necesidad de

desarrollar armas de mayor precisión, las denominadas “armas inteligentes”.

• El segundo, el inicio del desarrollo de la doctrina denominada “costo cero” o “cero bajas”, cuyo objetivo fundamental es el mínimo de pérdidas en las fuerzas esta-dounidenses en sus enfrentamientos.

Asimismo, obligó a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos a desarrollar el concepto de “respuesta flexible”, modificándose la tendencia

imperante en la organización de las divisiones pesadas estadounidenses aptas para combatir en un ambiente nuclear propio de la Guerra Fría, transformándolas en estructuras capaces de emplearse exitosamente en diferentes esce-narios, desde aquellos de baja intensidad, como terrorismo o guerrillas, hasta otros, totalmente mecanizados o blindados, e incluso nuclear.

Por otra parte, el Ejército estadounidense inició la mayor revisión doctrinaria de su historia, la que se reflejó posteriormente en la denomina-da batalla aeroterrestre. Combinación de la ma-niobra clásica, como elemento que proporciona dinamismo a las acciones, con su complemento inseparable, la potencia de fuego, permitiendo colocar la fuerza de manera violenta y destructiva donde menos espera el enemigo.

Al término del análisis efectuado podemos confirmar que cualquier examen de un hecho de armas nos permite sacar conclusiones, ob-tener ejemplos aplicables a otras situaciones, perfeccionar la doctrina de guerra y, también, lograr conocimiento útil para enfrentar aquellos desafíos que se nos presentarán.

Finalmente, con respecto al combate descrito y al concepto global de la guerra, podríamos establecer el siguiente convencimiento:

¡El que obtuvo la victoria en esta batalla fue quien administró en mejor forma el caos y la incertidumbre!

¡Por otra parte, el que venció en la guerra fue el más persistente y quien tuvo menos in-terferencias en su conducción!

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INTRODUCCIÓN

En primer lugar deseo manifestar que sobre este tema en particular, sea por el escaso tiempo desde que transcurrió, como por la vigencia de las lecciones que en el pla-no de las operaciones

nos dejó, resulta ampliamente conocido por todos ustedes, lo que sin lugar a dudas plantea un desafío adicional para quien desea mantener su atención.

En consideración a lo anterior, el presente trabajo se ha estructurado a base de una pri-mera parte netamente descriptiva, en la cual se destacan brevemente las causas que originaron el conflicto, los objetivos militares y la batalla en sí misma. En una segunda parte, ya más analítica, se presentará una visión de lo que a nuestro juicio parece más importante de resaltar de la Operación Tormenta del Desierto, ya que de alguna manera marca la diferencia con los

Operación Tormentadel Desierto

CRL. PEDRO ORUETA CUEVAS1

CENTRO DE ESTUDIOS EINVESTIGACIONES MILITARES

CESIM

conflictos armados que la precedieron y otros que devinieron.

A modo de planteamiento inicial deseo invitarlos a reflexionar sobre una interrogante que, espero, podrán responderse al término de este escrito.

¿Fue el conflicto bélico del Golfo, y específi-camente la operación Tormenta del Desierto, un nuevo tipo de guerra en virtud al empleo de las fuerzas militares?

ANTECEDENTES DEL CONFLICTO

Las causas

La causa inmediata de esta guerra es la in-vasión por parte de Irak a Kuwait el 2 de agosto de 1990 aduciendo que este pequeño pero rico Estado había sido históricamente parte de su territorio, por lo que ahora era anexionado bajo el nombre de provincia de Khadima.

Las sucesivas resoluciones de las Naciones Unidas instando a Irak a retirarse de Kuwait, Estados Unidos las hace propias, como queda ratificado en el texto dirigido por el presidente de esta nación a Sadam Hussein: “La comunidad internacional se encuentra unida en su reclamo para que Irak se retire completamente de Kuwait sin condiciones, ni mayor demora. Esta no es simplemente la política de Estados Unidos; es la posición de la comunidad mundial según fuera

1 Oficial de Estado Mayor, profesor de Academia en las Asignaturas de Historia Militar y Estrategia y Geogra-fía Militar y Geopolítica, Magíster en Ciencias Militares con mención en Planificación y Gestión estratégica. Se desempeñó como profesor titular de Academia en la asignatura de Historia Militar y Estrategia. Actualmente es Jefe del Departamento de Extensión Académica del CESIM.

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expresada en no menos de 12 resoluciones del Consejo de Seguridad. Preferimos un resultado pa-cífico. Sin embargo, cualquier cosa que sea menos que el cumplimiento pleno de la Resolución 678 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (29 de noviembre de 1990) y de las resoluciones que la precedieron, es inaceptable”.2

Los objetivos estratégicos de los beligerantes

1. Coalición. Conquistar el territorio de Kuwait, destruyendo

el máximo de fuerzas adversarias.

2. Irak. Mantención de los territorios conquistados,

destruyendo el máximo de fuerzas adversa-rias.– Conformar un grado de amenaza tal sobre

Israel, que lo hiciera ingresar en la guerra, buscando con ello la ruptura de la coali-ción.

Desarrollo de las operaciones 3

A. Coaligados

Su campaña evidenció dos fases claramente diferenciadas:

a. Fase preparatoria, del 16 de enero al 24 de febrero (Escudo del Desierto).

Con características de ofensiva aeroterres-trenaval, buscando en lo naval el aislamiento marítimo del Teatro de Operaciones; en lo aéreo obtener el control del aire, neutralizar su sistema de mando y control y destruir o neutralizar su capacidad de respuesta estratégica, y en lo terrestre quedar en las mejores condiciones para ejecutar la fase siguiente.

b. Fase de ofensiva terrestre del 24 al 27de fe-brero (Tormenta del Desierto).

Para efectos expositivos esta operación se separará según las etapas teóricas de una maniobra estratégica:

Concentración

La concentración comenzó con la llegada de los primeros medios coaligados al territorio de Arabia Saudita.

Despliegue estratégico

El despliegue estratégico se desarrolló entre el 17 de enero y el 23 de febrero, según lo declara el General Schwarzkopf,4 una vez neutralizada toda capacidad de Irak para detectar los movimientos de sus fuerzas. Este despliegue consistió en un enorme movimiento de tropas desde sus zonas de concentración al sur de Kuwait en dirección al oeste para adoptar el dispositivo previsto. En algunos casos se recorrieron hasta 500 km, en un movimiento que no sólo incluyó tropas, sino también combustible, alimentos, munición, y material en general, para 60 días de combate.

La aproximación estratégica

Se realizó a partir del 24 de enero y estuvo representada por los movimientos y acciones de las primeras unidades con la intención de ir configurando la situación ventajosa para obtener la decisión. En especial se destaca la acción de las fuerzas sauditas y de I.M. en el frente este, y la acción de los medios franceses y la 101 Div. A.T. en el sector occidental. Esta última unidad, en el ma-yor asalto helitransportado efectuado en la historia, penetró 80 km detrás de las líneas iraquíes, estableciendo una base de apoyo logístico.

2 Carta del Presidente Bush a Hussein de 5 de enero de 1991. Militar Review, enero/febrero1992.

3 Extracto de artículo “Analisis y conclusiones ....” ACAGUE. Memorial Nº 473. 1991. Pág. 46.

4 Autobiografía. Schwarzkopf, Norman; Ed. Plaza & Janés 1993. Pág. 586.

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La batalla

Finalmente, se efectuaron sucesivas batallas entre las que se pueden destacar las realizadas en las fronteras de Kuwait, para destruir las fuerzas iraquíes y penetrar por la línea fortificada hacia Ciudad Kuwait como también las sostenidas por los medios del 7 C.E. y la 24 Div. Inf. Mec. al sur de la carretera N° 8, donde se materializó el centro de gravedad de la maniobra.

En la tarde del 27 de febrero, el Presidente Bush anunció el cese de las operaciones ofensivas terrestres, finalizando con ello la maniobra estratégica antes analizada.

B. Detalle de las operaciones terrestres:

1) 17 de enero al 23 de febrero de 1991.

A fines de enero, ya destruida su Fuerza Aérea y sus principales medios de reconocimiento, Irak no tenía capacidad para detectar los movimientos de las tropas coaligadas.

Dos semanas antes de que comenzara la ofensiva terrestre, los coaligados efectuaron un movimiento masivo de tropas hacia el oeste, hasta alcanzar el extremo occidental de la posición iraquí.

No sólo se desplazaron tropas, sino que ade-más se transportaron miles de toneladas de combustible, munición, agua, repuestos y víveres. Ello buscaba, básicamente, que cada esfuerzo contara con cierto nivel de autosu-ficiencia por un período determinado, que en este caso se había definido de 60 días.

Además, se infiltraron FF.EE. a la profundidad del dispositivo enemigo, para detectar uni-dades blindadas, ubicación de misiles Scud y proveer información general en vísperas de la ofensiva terrestre.

En el sector oeste había algunas tropas ira-quíes, pero no tenían la capacidad ni el tiempo para efectuar trabajos de tierra adecuados,

similares a los existentes en el sector este, que constituían lo que Hussein había descri-to como “barrera antitanque absolutamente impenetrable”.

2) Domingo 24 de febrero de 1991 (A.M.)

Para convencer a los iraquíes de que la prin-cipal amenaza venía por donde ellos espe-raban, los primeros ataques se iniciaron en el sector este, con el fuego de las fuerzas embarcadas en el Golfo y la acción terrestre de las siguientes unidades:

– Div. Pan-árabe (Egipto y Siria).– I Div. de I.M. (Estados Unidos), reforzada

con la 1ª Brigada (“Tigre”) de la II Div. Blind.

– II Div.de I.M.– Tres Grupos Operativos sauditas.

Al mismo tiempo (04.00 horas) se inició la ofensiva en el extremo oeste, encabezada por la VI Div. Blindada Ligera francesa. Su objetivo, denominado “Rochambeau”, era la localidad de Salman, un pequeño centro de comunicaciones defendido por tanques fijos (enterrados) y armas antiaéreas, ubicado a 140 km en territorio iraquí.

Agregada a las fuerzas francesas se encontra-ba la 2ª Brigada de la 82 Div. A.T. (Estados Unidos), que debía conquistar la base aérea de dicha localidad y establecer una instalación de tipo logístico, para luego proteger el flanco de las fuerzas que actuarían en el este.

Estas fuerzas destruyeron durante su ac-cionar a la mayoría de los medios de la 45 División iraquí.

Un poco retrasada por el tiempo atmosférico comenzó su acción la 101 Div. A.T. (Esta-dos Unidos). Como ya se mencionó, esta unidad efectuó el mayor asalto helitranspor-tado de la historia; más de 2.000 hombres fueron transportados en un solo vuelo de 460 helicópteros (Huey y Blackhawk), a

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más de 80 km detrás de las líneas iraquíes. El objetivo fue llamado “Objetivo Oro” y consistió en la conquista de una pequeña localidad para establecer una instalación adelantada para el reabastecimiento de sus helicópteros. Esta instalación recibió el nombre de “Cobra” y tenía un diámetro aproximado de 32 km.

Cabe recordar que el General Schwarzkopf mantuvo, embarcadas en sus botes de asalto, a la 2 Div. I.M., amenaza que obligó a Irak a tener inactivas al menos, cuatro divisiones en defensa de su flanco marítimo.

3) Domingo 24 de febrero 1991 (P.M.)

En la tarde del primer día, la situación era la siguiente:

Las fuerzas sauditas y de I.M. continuaron ensanchando las brechas abiertas en sus respectivos frentes, progresando hacia el norte.

Se desplegó una unidad mecanizada saudita entre la IX Div. siria y la 1 Div. I.M.

La totalidad del 7 C.E. inició la ofensiva en el sector central, materializada por las siguientes unidades:

– I Div. Inf. (Estados Unidos)– I Div. Blind. (Inglaterra)– III Div. Blind. (Estados Unidos).– 2º Regto. CBL. (Estados Unidos)– I Div. Blind. (Estados Unidos).

La Div. Inf. Mec. 24 también inició una ofensi-va hacia el norte, en medio de una tormenta de arena, hacia el valle del río Eufrates. Du-rante su avance destruyó dos bases aéreas y fuerzas pertenecientes a un escalón de la 45 Div. iraquí.

La 101 Div. A.T. y las fuerzas francesas consolidaban las posiciones y continuaban avanzando hacia el Eufrates.

4) Lunes 25 Martes 26 FEB.991.

Las operaciones en estos dos días fueron las siguientes:

Las unidades sauditas avanzaron por el flanco este, aliviando parte de la contra las unidades de I.M.

Se desplegaron unidades de FF.EE. en la costa, ejecutando acciones menores para despejar obstáculos y minas, como asi-mismo para mantener la amenaza de una operación anfibia.

Las fuerzas Pan-árabes orientaron su ataque en dirección a Ciudad Kuwait.

La I Div. Blind. británica entró en com-bate contra fuerzas iraquíes, destruyendo aproximadamente 180 tanques, 100 carros de transporte de personal y 100 piezas de artillería. Además, capturó aproximadamente 5.000 prisioneros de guerra.

El 7 C.E. también continuó su avance hacia el este, y la I Div. Blind. (Estados Unidos) entró en combate con aproximadamente 3 Div. de la Guardia Republicana, y al atarde-cer había destruido cerca de 500 vehículos blindados.

La Div. Inf. Mec. 24 atravesó todo el valle del Eufrates, produciendo gran cantidad de bajas en todo el flanco oeste y norte del dispositivo iraquí. Durante los combates que sostuvo destruyó una unidad de FF.EE. y aproxima-damente dos divisiones de Infantería de la Guardia Republicana, con 200 tanques.

La 101 Div. A.T., una vez consolidada su base “Cobra”, envió una fracción de sus efectivos al norte, con objetivos de interdicción, con parte ocupó la carretera 8, en el valle del Eufrates, cortando el principal enlace entre Bagdad y la Guardia Republicana en Basora, y parte de sus medios cooperaron en los ataques a las fuerzas terrestres.

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En el extremo oeste, las fuerzas francesas y la 2ª Brig. A.T., una vez asegurado el flan-co occidental de la maniobra, continuaron presionando hacia el norte, en dirección a la localidad de Samawa.

Al atardecer del día 26, la II Div. I.M. había alcanzado su objetivo, la localidad de Jahra, al N.O. de Ciudad Kuwait y principal nudo de comunicaciones hacia todas direcciones, incluyendo Irak. Luego, se orientó a la con-quista de Ciudad Kuwait.

La I. Div. I.M. alcanzó las afueras de la capital y comenzó los combates para tomar el control del aeropuerto internacional. Debió enfrentar un contraataque iraquí, pero en conjunto con la Brigada “Tigre” pudo rechazarlo y conti-nuar su avance.

A última hora del día 26, una Unidad de Re-conocimiento de la I. Div. I.M. logró llegar a la embajada de Estados Unidos en Ciudad Kuwait.

Hasta ese día, las fuerzas coaligadas habían des-truido a aproximadamente 21 Div. iraquíes.

5) Miércoles 27 de febrero 1991.

La Div. Inf. Mec. 24 conquistó el aeropuerto de Jalibah, destruyendo 8 helicópteros, 10 MIG y 2 aviones cargados con tanques. Luego continuó su avance hacia el este y enfrentó a unidades de la Guardia Republicana, des-truyendo más de 200 tanques.

En ello también tomaron parte la I y III Div. Blind. de Estados Unidos, que se enfrentaron a unidades blindadas al oeste de Basora, en una batalla de tanques que duró aproxima-damente 16 horas.

El resto del 7 C.E. continuó presionando hacia el este, forzando a las unidades ira-quíes a desplazarse hacia el norte, para ser destruidas por la 24 Div. Inf. Mec., junto a la I y III Div. Blind.

Las fuerzas iraquíes por su parte, lideradas principalmente por la Guardia Republicana, reducida de 6 a 2 divisiones, intentaban des-prenderse y organizar una posición defensiva en Basora.

La 101 Div. A.T. controlaba ambas orillas del río Eufrates, y parte de sus fuerzas se ubicaba en posiciones a menos de 160 km de Bagdad, asegurando el total aislamiento de las fuerzas iraquíes.

Las unidades de I.M. ya controlaban total-mente Ciudad Kuwait y en la tarde de ese día, el Presidente Bush anunció el fin de las operaciones ofensivas terrestres, 6 semanas después de empezada las operaciones y 100 horas después de empezada la maniobra te-rrestre.

ANÁLISIS DE LOS FACTORES MÁS DESTACADOS DE LA OPERACIÓN

TORMENTA DEL DESIERTO

A. Sobre algunos elementos de la conducción y la actitud estratégica.

1. El objetivo

Con relación a la designación del objetivo estratégico, cual fue la conquista del terri-torio de Kuwait destruyendo el máximo de fuerzas adversarias, y que visto desde una perspectiva actual pareciera insuficiente, más aun cuando Estados Unidos se debió emplear en otra guerra para eliminar la permanente amenaza de Hussein a la estabilidad de la región, hay que considerar a lo menos dos factores de carácter político estratégico para entenderlo.

El primero de ellos tiene relación con el cum-plimiento de la resolución de las Naciones Unidas y la ilegalidad e ilegitimidad que hu-biese implicado para los Estados Unidos el buscar otros objetivos más allá del impuesto. En este sentido el General Schwarzkopf es claro cuando menciona: “Las resoluciones de

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las Naciones Unidas que daban base legal a nuestras operaciones militares en el Golfo eran muy claras: expulsar de Kuwait las fuerzas militares iraquíes. Teníamos autoridad para tomar cualquier decisión que facilitara el cumplimiento de nuestra misión, incluso la de atacar a Irak, pero no teníamos autoridad para invadir Irak con objeto de ocupar el país entero o su capital”.5

El segundo factor tiene directa relación con las sensibilidades que se hubiesen producido en el mundo árabe, más aún cuando parte de las fuerzas eran de esa región y las bases necesarias para el desarrollo de las ope-raciones estaban en esa zona. “Solamente tropas británicas, francesas y norteameri-canas combatieron en territorio iraquí. En este libro he hablado detalladamente de lo sensibles que se mostraban nuestros aliados árabes cuando se trataba de atacar a otra nación árabe. Estoy convencido de que si hubiésemos decidido ocupar Irak y tomar Bagdad, la coalición que tanto nos había costado forjar y conservar se habría deshe-cho”.6 menciona el comandante en Jefe de las Fuerzas de la coalición.

2. Las fuerzas

Más de 527.000 (quinientos veintisiete mil) soldados norteamericanos participan en la Guerra del Golfo Pérsico, además de 1.200 tanques y 2.200 vehículos blindados, 100 buques de guerra y más de 1.800 aviones de combate, lo que sin lugar a dudas repre-senta una fuerza de magnitud impresionante. A lo anterior debemos sumar otras fuerzas terrestres de Inglaterra, Francia, Egipto, Ara-bia Saudita, Emiratos Arabes Unidos y otras menores, además de las navales y aéreas de otros países.

Uno de los aspectos que más puede llamar la atención de esta fuerza es la diversidad de

concepciones doctrinarias, de armamento, tecnología y apoyo logístico, entre otras, que existieron bajo el mando del General Schwarzkopf, lo que sin lugar a dudas obli-gó a concebir la maniobra buscando que esta diversidad no se convirtiera en una vulnerabilidad que fuese explotada por el adversario.

Además, y como ya se mencionó preceden-temente, las fuerzas pan árabes no estaban dispuestas a invadir suelo iraquí, sino que tan sólo a liberar a Kuwait, por lo que su asignación en el frente este, es decir en la frontera saudita-kuwaití solucionó política y estratégicamente el problema que se pre-sentaba.

Otros aspectos fundamentales relacionados con las fuerzas, específicamente las norteame-ricanas, tiene que ver con aspectos netamente cualitativos mas allá de lo cuantitativo. Más que nunca es el cómputo de potenciales y no el cómputo de fuerzas, lo que inclinó la balanza a favor de los estadounidenses. Es la calidad de su entrenamiento, el conocimiento y la explotación al máximo de la tecnología puesta a su disposición lo que entre otros aspectos marcan la diferencia a partir de la Guerra del Golfo.

3. La actitud y la maniobra estratégica

La coalición mantuvo desde el inicio una actitud estratégica de características ofensi-vas. Debe recordarse que si bien las opera-ciones no comenzaron hasta el 16 de enero de 1991, ello fue producto de una decisión de un nivel superior al militar, representada por una resolución de la ONU que concedió un plazo determinado a Irak para retirarse de Kuwait, pero una vez expirado éste, se reflejó de inmediato la actitud estratégica ofensiva antes señalada.

Dada la maniobra ofensiva de envolvimiento resuelta por el mando de los coaligados, el centro de gravedad está representado por la

5 Autobiografía, op. cit. Págs. 649-650.6 Ibídem.

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24 Div. Inf. Mec. y las unidades del 7 C.E., junto a una protección de flanco a cargo de las Fuerzas francesas y la 82 Div. A.T., y una penetración profunda de tipo vertical (helitrans-portada) efectuada durante el primer día de la ofensiva terrestre. El resto de las unidades, es decir las que estaban en la frontera saudita con Kuwait, materializan las fuerzas de amarre que logran fijar al adversario.

Además, la maniobra coaligada consideró acciones de diversión para confundir a su adversario, como por ejemplo el mantener aproximadamente dos divisiones I.M. em-barcadas en aguas del golfo frente a Kuwait, lo que significó una permanente amenaza para Irak y le obligó a mantener fuerzas equivalentes a 4 Divisiones en protección de su flanco marítimo.

Para evitar problemas producto del alarga-miento de las líneas de comunicaciones se fueron estableciendo instalaciones sucesivas que permitían el pronto reabastecimiento de las tropas.

B. Puntos de inflexión.

1. La doctrina militar

Uno de los aspectos dignos de destacar es la aplicación práctica por parte de las fuerzas norteamericanas de una incipiente doctrina de guerra, la denominada Doctrina de la Batalla Aeroterrestre, que en sínte-sis consistía en una estrecha coordinación aeroterrestre, ataques en profundidad para impedir que los escalones primero, segundo y posteriores del adversario lleguen al campo de batalla y de manera más significativa, en el empleo de nuevas tecnologías para alcanzar objetivos previamente asignados a las armas nucleares. En las acciones reali-zadas no sólo participaron tropas en tierra, sino que además helicópteros de combate, aviones, fuego de apoyo naval y artillería, conformando un completo organizado e integrado.

El origen de lo mencionado precedentemente lo encontramos luego del fracaso de Vietnam, cuando el Ejército norteamericano percibió la necesidad urgente de un cambio, por lo que entre otras medidas, crea en 1973 el TRADOC (Mando de Adoctrinamiento y Doctrina), que en la práctica opera como el equivalente de muchas universidades para oficiales, junto con centros de entrenamiento, proporcionando, además, buena parte del soporte teórico de la concepción bélica del Ejército.

Es en el TRADOC donde se aborda el crítico paso siguiente “que fue la decisión de escribir una nueva doctrina, de redefinir la cultura de la guerra del ejército para que incluyera un campo de operaciones más amplio y abriera las puertas al poder de la edad de la información”.7

“El TRADOC no sólo tuvo que encargarse de formular una doctrina y un adiestramiento nuevos para un ejército de un estilo distinto, sino que determinar un tipo de armas y tec-nología que precisarían las fuerzas terrestres del futuro”.8

2. El factor tecnológico

a. Un soldado entrenado y capacitado.

Resulta innegable que la superioridad tecno-lógica fue un factor decisivo en los resultados de esta guerra, pero no es posible olvidar que el material es bueno y presta su máxi-mo rendimiento sólo en la medida que los soldados que lo manipulan y lo mantienen cuentan con la capacidad y el entrenamiento para ello.

En el conflicto del Golfo no cambió la per-cepción de que el hombre sigue siendo el elemento principal de la guerra. Un ejército

7 Las guerras del futuro A. y H. Toffler, Ed. Plaza & Janés Pág. 82.

8 La esperanza no es un método. Sullivan & Harper. En Editorial Norma, 1998. Pág. 89.

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disciplinado, entrenado, equipado y con mandos capaces, será la mejor garantía que pueda tener un país para un desarrollo libre de toda amenaza.

b. Una cuarta dimensión

En relación al uso del espacio por parte de las fuerzas norteamericanas, es necesario destacar que por primera vez en la historia, la tecnología satelital es aprovechada ma-sivamente en beneficio de una fuerza militar de la magnitud de los medios que intervienen en la Guerra del Golfo Pérsico.

En este sentido tan sólo citaré dos frases que avalan esta afirmación. La primera de ellas pertenece al Coronel Alan Campen, ex director de Política de Mando y Control en el Pentágono, quien menciona: “representa el primer caso de empleo de satélites de comuni-caciones para el despliegue, mantenimiento, mando y control en gran escala de fuerzas de combate”.9

Por su parte Anson y Cummings, de la empresa británica Matra Mercuri Space UK Ltd. sostuvieron que: “El espacio añadió a la guerra una cuarta dimensión. Influyó en la dirección general del conflicto y salvó vidas. El espacio... brindó imágenes detalladas de las fuerzas iraquíes y del daño infligido por los ataques aéreos aliados. Proporcionó una alarma previa de los lanzamientos de misiles Scud. El espacio permitió emplear un sistema de navegación de sorprendente precisión que afectó el rendimiento de cada soldado com-batiente y de los misiles, carros de combate, aviones y buques”.10

c. Los sistemas informáticos y las comunica-ciones

Según diferentes autores, la informatización denota el auge del conocimiento en la guerra.

También éstos mencionan que al término de la ofensiva Tormenta del Desierto había en la zona de guerra más de tres mil computa-dores conectados con otros en los Estados Unidos, lo que no hace más que reflejar que las Fuerzas Armadas norteamericanas ya en 1990 habían asumido la importancia de los nuevos sistemas informáticos y de las co-municaciones.

Un documento enviado por el Pentágono al Congreso estadounidense al término de la gue-rra, y que hace referencia al desarrollo de ésta, señala que: “los primeros ataques se concen-traron contra torres repetidoras de microondas, centrales telefónicas, salas de control, nódulos de fibra óptica y puentes portadores de cables coaxiales. Estos ataques fueron simultáneos con golpes directos a los propios puestos de man-do y políticos de Hussein y fueron concebidos para aniquilar o aislar a los jefes iraquíes de sus tropas en el campo de batalla. Si alguna parte de la guerra fue quirúrgica, se trató, por así decirlo, de neurocirugía”.11

CONCLUSIONES Y LECCIONES

Con relación a la pregunta con que se dio inicio a esta exposición y que cuestionaba si “Tormenta del Desierto” representa un nuevo tipo de guerra, estimo que ésta tiene una respuesta positiva, pero también una negativa.

Este sí y no tiene sentido cuando anali-zamos cada componente del hecho bélico en forma independiente y no en su globalidad, es decir, si tan sólo estudiamos la maniobra estra-tégica empleada nos percataremos que en ella no existe nada nuevo. Tal como se desarrolló, es una clásica ofensiva de envolvimiento con sus fases claramente delimitadas, donde, ade-más, se hace uso del ingenio e imaginación del mando al desarrollar una maniobra de diversión y encubrimiento que le dará mayor ventaja por sobre el adversario.

9 Las guerras…, op. cit. Pág. 143.10 Ibídem, Pág. 144. 11 Ibídem. Pág.106

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También es cierto que los avances tecnoló-gicos no son nuevos en las guerras, muy por el contrario, ya que en todas ellas surge un ingenio que busca desequilibrar el potencial a favor de quien lo tiene. En este sentido la historia nos muestra un sinnúmero de ejemplos que no viene al caso comentar, pero que no harían más que ratificar esta afirmación.

Ahora bien, desde otra perspectiva, es menes-ter rendirse ante la evidencia que el desequilibrio tecnológico hoy en día es fundamental. Ya no se trata tan sólo de un ingenio nuevo que pueda inclinar la balanza a favor o en contra de una de las partes, ya que estamos ante la evidencia empírica de que es el “conocimiento” y “sus productos” los que en definitiva tendrán cada vez mayor peso en el ganar una guerra.

De más está decir que el conocimiento de que hablamos se desarrolla a través de la prepa-ración, el estudio, la investigación, la asignación de recursos y una visión de futuro que concentre los esfuerzos en pos de los objetivos fijados.

En el plano de las lecciones aprendidas du-rante la Guerra del Golfo, existen autores que estiman que en lo general ésta fue una guerra de “transición”, es decir, que en ella participaron tanto elementos propios del siglo XX como bom-bardeos masivos, grandes unidades y tecnología antigua propia de la era industrial, como tam-bién, bombardeos selectivos a través de misiles inteligentes, armamento, unidades y soldados tecnológicamente mejor preparados y entrenados y comunicaciones digitales, entre otros, propios de la era de la información.

Refuerza la idea anteriormente expuesta, lo mencionado por el General Sullivan quien afirma: “Construir el ejército de Tormenta del Desierto había tomado más de una generación, y nuestra fe en soldados de calidad, buen entrenamiento y el mejor equipo que pudiera ofrecer la industria estadounidense quedó justificada más allá de nuestras expectativas”.12

Pese a lo anterior, también existió un exhaus-tivo análisis crítico de los errores cometidos y de las falencias que aún tenía el Ejército norte-americano, llegando a determinar, por ejemplo “que los sistemas logísticos basados en enormes depósitos y grandes inventarios habían pasado de moda; que su capacidad para el despliegue de tropas en cualquier lugar del mundo era in-adecuada; que la inteligencia no llegaba aún a lo que se necesitaba; que los procesos de planeación hacían que la fuerza aérea no respondiera a las fuerzas terrestres; y a las fuerzas de vanguardia les faltaba suficiente poder y capacidad para resistir”.13

Asimismo menciona que “la información se estaba convirtiendo en el componente crítico de nuestras armas; las tecnologías de la percep-ción, las comunicaciones y el manejo de datos estaban llegando rápidamente al punto en que podíamos verdaderamente hacer transparente el campo de batalla y enfocar nuestra capacidad como nunca”.14

Tormenta del Desierto no fue el fin del camino emprendido por el Ejército norteamericano en su modernización, al contrario, las lecciones aprendidas sirvieron para escribir una nueva doctrina sobre la ya aplicada exitosamente, y “que fue el motor que siguió conduciendo la transformación del ejército en su sentido más amplio”.15

Finalmente, creo necesario precisar que si bien es cierto que no existen guerras iguales, ésta, la del Golfo Pérsico, marca casi con el cambio de siglo un nuevo paradigma para las guerras convencionales que vendrán.

12 La esperanza… op. cit. Pág. 4.13 Ibídem. Pág. 514 Ibídem. Pág. 615 Ibídem. Pág. 10

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Panorama InformativoDurante este período los integrantes del Centro de Estudios e Investigaciones Militares han

participado en diversas actividades de índole académica, destacándose la asistencia al seminario “Luces y sombras del Régimen Militar - a 30 años del 11 de septiembre”, organizado por la Univer-sidad del Desarrollo; a las conferencias “Los militares en la evolución política de Chile” y “Entorno geopolítico alrededor de la Guerra de Irak”, realizadas en el marco de las actividades del Instituto Histórico de Chile; a la exposición del tema “Lecciones de la Guerra Estados Unidos - Irak, desde la perspectiva de las Relaciones Exteriores y de Defensa” efectuada en la sede del Instituto Liber-tad y Desarrollo, y a la conferencia “Desarrollo del Espacio Europeo de Investigación de Ciencia, Tecnología e Innovación y la Cooperación con Chile”, organizado por la SOFOFA.

Dentro de sus actividades académicas programadas, el Centro de Estudios e Investigaciones Militares realizó el 5 de agosto, en el salón de reuniones del CESIM, el seminario “Conflictos actuales y nuevos desafíos en la conducción de las operaciones”, el que contó con la participación de desta-cados oficiales de Ejército e invitados. Su objetivo fue analizar, desde una perspectiva estratégica, la génesis, desarrollo y consecuencias de los conflictos actuales que afectan al mundo, las opera-ciones de guerra y las dificultades que ellas imponen a la conducción militar. Asimismo, plantear las complejidades jurídicas, diplomáticas y comunicacionales que éstas imponen a las naciones en general, y a las Fuerzas Armadas en particular. Las exposiciones fueron las siguientes:

“Operaciones militares, desafíos y exigencias futuras”, por el teniente coronel Humberto Oviedo Arriagada, Jefe de Estudios de la Escuela Militar.

“El Derecho Internacional Humanitario y sus efectos sobre las operaciones militares”, por el teniente coronel (R) Mario Polloni, abogado y profesor de Derecho Militar de la Academia de Guerra del Ejército.

“Rol de las Naciones Unidas dificultades en la prevención de la guerra”, por la señora Marisol Peña Torres, abogada, profesora de la Pontificia Universidad Católica de Chile y de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estrátegicos.

“Los medios de comunicación: ¿factor de interferencia en el desarrollo de las operaciones mi-litares?”, por el señor Santiago Pavlovic, periodista de TVN.

Al término de esta actividad se efectuaron los comentarios del coronel (R) Sergio Jara Arancibia, del CESIM, y la clausura por parte del Director del Centro de Estudios e Investigaciones Militares, general de brigada José Miguel Piuzzi Cabrera.

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Lecturas Recomendadas

“La Guerra Irán - Irak”

• AUTOR Ralph King y Efraim Karsh.

• ANTECEDENTES DE LA PUBLICACIÓN Edición Ministerio de Defensa, Madrid, 1988, 180 páginas.

• COMENTARIOLos autores escriben sobre una guerra que concebida como un conflicto limitado, pasó a transformarse en una guerra de larga duración. Su lectura ayuda a aclarar la temática relacionada con esa zona y permite reflexionar sobre la influencia de la geografía en la estrategia militar empleada por ambos contendientes. En el texto se realiza un análisis militar detallado, al cual no se le había dado mucha importancia, pues se consideraban sólo sus implicancias políticas.

“Viaje al futuro del Imperio”

• AUTOR Robert D. Kaplan.

• ANTECEDENTES DE LA PUBLICACIÓN Editorial B, S.A., Barcelona, 1999, 464 páginas.

• COMENTARIORobert D. Kaplan efectúa en este libro una profunda reflexión sobre Estados Unidos, criticando la sociedad actual y el comportamiento de muchos sectores, especialmente la forma de vida en los centros urbanos. En ese contexto destaca el papel de la tecnología y su contribución al desarrollo de la sociedad norteamericana y su seguridad nacional. El texto se basa en la narración de un viaje que comienza y termina en Fuerte Leavenworth, donde el autor y los oficiales de Estado Mayor del Ejército norteamericano debaten sobre el futuro de su país con un sentido positivo, pero también crítico. En este análisis se establece que la guerra futura requiere de una preparación y entrenamiento de gran nivel, donde la tecnología ha eliminado las distancias y el tecnicismo es una consecuencia del aumento de la especialización del mundo militar.

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Revisando los Clásicos

André Beaufre

André Beaufre se distinguió en su carrera militar participando en la Segunda Guerra Mundial en Europa y África, en Indochina en 1947, y Egipto en 1956. Muere el 13 de febrero de 1975. Fue subjefe de Estado Mayor del Comandante en Jefe de los Ejércitos de Europa Occidental en 1949, Jefe de Estado Mayor adjunto del Cuartel General Supremo de la OTAN y Jefe de la delegación francesa en el Grupo Permanente Noratlántico en Washington, director del Instituto Francés de Es-tudios Estratégicos y redactor del diario Stratégie. Ha sido reconocido como un estratega y experto en asuntos político militares europeos. Fue calificado, en su oportunidad, como el “cerebro detrás del Ejército francés”.

Sus principales obras son “Introducción a la Estrategia”, “Disuasión y Estrategia”, “Estrategia de la Acción”, “La Estrategia para el Mañana” y “La OTAN y Europa”. En ellas vierte sus princi-pales ideas sobre la estrategia, “el arte de emplear la fuerza o la violencia para obtener objetivos fijados por la política”, o bien, “el arte de la dialéctica de las voluntades respaldadas por la fuerza, para la solución del conflicto”. La palabra “fuerza”, tal como la utiliza Beaufre, no tiene un sentido excluyente ni prioritariamente militar. Por el contrario, se vincula con la totalidad de los medios que un actor estratégico determinado puede poner en juego para alcanzar sus objetivos o preservar sus intereses.

Aplica su concepto de estrategia a la época de paz, destacando la idea de que el fenómeno de coacción no implica necesariamente la guerra. La estrategia actúa por la disuasión o por la acción y, en este caso, por los modos directo o indirecto, según tenga preeminencia el factor militar u otros de los factores del poder nacional.

A Beaufre le toca vivir en la Guerra Fría y su mayor preocupación es ella. En su libro “La Es-trategia para el Mañana” afirma que Occidente tiene que planear objetivos políticos, económicos y sociales de largo alcance antes de idear una estrategia común de seguridad. Para conseguir un nuevo nivel de cooperación, cree que Europa occidental debe desarrollar la capacidad para defen-derse bajo su propio comando y Estados Unidos y el Canadá debían ser asociados a este comando. En ese mismo contexto de la seguridad europea y atlántica establece que la energía militar de una nación dependerá de su fuerza económica y de la autodisciplina de su gente.

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Imágenes del seminario “Últimos Conflictos:

Análisis de Casos y Lecciones”

Mientras se dirige a los presentes el asesor para Asuntos Históricos del Instituto Español de Estudios Estratégicos Militares, general retirado del Ejército de España Miguel Alonso Baquer, preside el general de brigada José Miguel Piuzzi Cabrera, Director del Centro de Estudios e Investigaciones Militares. Además se observa a los panelistas coronel (R) Héctor Villagra Massera, analista del CESIM; general de división (R) Jaime Concha Pantoja, profesor e investigador de la Academia de Guerra del Ejército, y el teniente coronel Diego Jiménez Ramírez, del CESIM.

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BL 39

Al seminario efectuado en el Club Militar asisten representantes del mundo académico, oficiales de las Fuerzas Armadas y alumnos de diversos centros de estudios.

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Editor: CRL. (R) Héctor Villagra MasseraBandera Nº 52, Santiago

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