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Lírica griega antigua Rosa Mª Mariño Sánchez-Elvira

Geografía literaria: Lírica griega antigua

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Lírica griega

antigua

Rosa Mª Mariño Sánchez-Elvira

Arquíloco de Paros, Fr. 128 West Corazón, corazón, agitado por penas irremediables, ¡arriba! Defiéndete oponiendo frente a los adversarios el pecho, en las emboscadas de los enemigos cerca apostado con firmeza. Y ni cuando venzas en público presumas, ni cuando resultes vencido en casa te tires al suelo y te lamentes, sino que con lo que puedas alegrarte alégrate y con los males aflígete no demasiado. Ve conociendo cuál es la cadencia que domina a los hombres.

Semónides de Samos, Fr. 2 y 3 West A quien ha muerto no deberíamos tenerlo en nuestro ánimo, si mostramos algo de sensatez, más que un solo día. Porque mucho es el tiempo que tenemos para estar muertos, y en cambio vivimos un número escaso de años y de mala manera.

Hiponacte de Éfeso, Fr. 42 Degani Hermes, querido Hermes, cría de Maya, Cilenio, te suplico, pues estoy muy malamente muerto de frío y me castañetean los dientes… dale un manto a Hiponacte, y una chilabita, y sandalitas y babuchitas, y de oro setenta estateres de la otra pared.

Ananio , Fr. 3 West Si alguien encerrara en una casa mucho oro, unos pocos higos y dos o tres personas, sabría cuánto mejores que el oro son los higos.

Calino de Éfeso, Fr. 1 West 6 ss. Pues es honra y lustre para un hombre luchar por su tierra, sus hijos y la esposa legítima con los enemigos. La muerte se presentará cuando ya las Moiras hilen ese destino. ¡Vamos! Que cada uno avance derecho, aguantando la lanza y bajo el escudo su valeroso corazón envolviendo, en cuanto se traben los combates. Porque está predestinado que en modo alguno escape de la muerte un hombre, ni aunque provenga su linaje de antepasados inmortales.

Tirteo de Esparta, Fr. 10 West 1 ss. Que esté muerto un hombre es hermoso, tras haber caído entre los soldados de vanguardia, un hombre valiente que combate en defensa de su patria. En cambio, que quien ha abandonado la ciudad y sus pingües campos viva, como un mendigo, eso es lo más doloroso de todo, errante con su madre amada y su padre anciano y con sus hijos pequeños y su legítima esposa.

Mimnermo de Colofón , Fr. 2 West 1 ss. Y nosotros, como hojas que hace nacer la muy florida estación de la primavera, cuando rápidamente crecen por los rayos del sol, a ellas semejantes durante un corto tiempo de las flores de la juventud disfrutamos, sin que los dioses nos concedan conocer ni lo malo ni lo bueno. Peros las Ceres están ya a nuestro lado, negras, la una teniendo consigo la frontera de la vejez dura, y la otra la de la muerte. De brevísima duración es el fruto de la juventud.

Solón de Atenas, Fr. 4 West 1 ss. Pero nuestra ciudad nunca perecerá por el sino asignado por Zeus y las decisiones de los bienaventurados dioses inmortales; porque de tal manera magnánima, vigilante, la de fuerte padre Palas Atenea mantiene sus manos sobre ella. Son ellos mismos quienes quieren destruir una gran ciudad con sus acciones insensatas, sus propios habitantes, obedeciendo al dinero.

Teognis de Mégara 227 ss. A ti yo te he dado alas, con las cuales sobre el mar infinito volarás y sobre la tierra toda, elevándote con facilidad; en fiestas y banquetes estarás presente, en todos, instalado en boca de muchos. A ti, acompañándose con flautillas de melodiosos sones, jóvenes deseables de manera bien adecuada canciones hermosas y melodiosas te cantarán. Y cuando bajo las profundidades de la tierra sombría te encamines a las moradas de Hades donde abundan los quejidos, jamás, ni siquiera muerto, perderás la fama, sino que se ocuparán de ti.

Jenófanes de Colofón, Fr. 15, 18, 19 Gentili-Prato A los dioses han atribuido Homero y Hesíodo todo cuanto entre los hombres es motivo de censuras y reproches, robar, cometer adulterio y engañarse unos a otros. Los etíopes afirman que sus dioses son chatos y negros, y los tracios que son de ojos verdes y rubios. mas si tuvieran manos los bueyes, caballos y leones para pintar con sus manos y llevar a cabo las mismas obras que los hombres, los caballos pintarían figuras de dioses semejantes a caballos y los bueyes semejantes a los bueyes, y les harían cuerpos así, semejantes a la estructura que ellos mismos tienen.

Safo de Éreso , Fr. 31 Voigt Me parece que es igual a los dioses ese hombre y cualquier otro que enfrente de ti esté sentado y, cerca, mientras hablas dulcemente, te escuche, y tú sonríes llena de atractivo. Eso -te lo juro- me ha sobresaltado el corazón dentro del pecho; pues con sólo verte a ti un instante, no me sale ya decir ni una sola palabra, sino que la lengua por completo se me ha quebrado y leve al punto corre el fuego bajo mi piel, con mis ojos nada veo, me zumban los oídos, me chorrea el sudor, un temblor me coge toda, más verde que la hierba estoy, y a un paso de la muerte me parece a mí misma que me hallo. Pero todo ha de ser sobrellevado con valor […]

Alceo de Mitilene, Fr. 346 Voigt Bebamos. ¿Por qué aguardamos a las lámparas? El día es una pizca. Alza, amigo mío, grandes copillas bien decoradas, porque el vino, el hijo de Sémele y de Zeus para olvidar las penas lo ha dado a los hombres. Ve vertiéndolo, tras haber mezclado una y dos partes, en copas llenas hasta el borde, y que una copa a la otra empuje.

Anacreonte de Teos , Fr. 13 Gentili Una vez más, con su pelota purpúrea me alcanza Amor, el de cabellos de oro, y me invita a compartir juego con una joven que calza sandalias de colores. Pero ella, como es de la bien construida Lesbos, mis cabellos, como son blancos, los desprecia, y abre su boca en pos de otros.

Íbico de Regio, Fr. 287 Davies Amor otra vez a mí, por debajo de unos párpados oscuros mirándome lánguidamente con sus ojos, con toda clase de embrujos me arroja a las inextricables redes de la diosa de Chipre. A fe que tiemblo ante él cuando ataca, como cuando en la vejez carga con el yugo un caballo cargado de premios y de mal grado va a la competición con veloz carro.

Praxila de Sición, Fr. 747 PMG Lo más hermoso que abandono es la luz del sol, lo segundo las estrellas brillantes y la faz de la luna, y también los pepinos maduros, las manzanas y las peras.

Alcmán de Esparta, Fr. 89 Davies Duermen de las montañas cimas y barrancos, promontorios y torrenteras, y las especies de animales cuantas nutre la negra tierra, las fieras montaraces y la raza de las abejas, y monstruos en las profundidades del mar purpúreo; y duermen las especies de aves de tenues alas.

Estesícoro de Hímera, Fr. 192 No es cierta esa historia, ni fuiste en naves de buena cubierta ni llegaste a la ciudadela de Troya.

Simónides de Ceos, Fr. 531 PMG De los muertos en las Termópilas, gloriosa es la fortuna, hermoso el destino, un altar su tumba, en vez de lamentos recuerdo, y el duelo un elogio. Un sudario como este ni el moho ni el que todo lo somete, el tiempo, lo oscurecerán. Este recinto que acoge a hombres valientes, se ha ganado, y es ya suya propia, la reputación de Grecia, y de ello da testimonio también Leónidas, rey de Esparta, que ha dejado una gran gala de su valor y una fama imperecedera.

Píndaro de Tebas, Pítica XII 28 ss. Si alguna prosperidad hay entre los hombres, sin fatiga no se manifiesta. Le dará cumplimiento en verdad hoy la divinidad –sin duda lo que el destino determina no es evitable-, pero llegará ese tiempo que inesperadamente alcanzará a uno contra lo que pensaba, y una cosa le concederá y otra ya no.

Baquílides de Ceos, Ditirambo 17 1 ss. De azulada proa era la nave que llevaba a Teseo firme en el estrépito del combate, y a dos veces siete espléndidos muchachos de entre los jonios, cortando el mar de Creta. Pues en su trapo que de lejos relucía, las brisas del Bóreas caían por voluntad de la ilustre diosa que agita la égida, Atenea.

Corina de Tanagra, Fr. 655 PMG 1 ss. De nuevo Terpsícore me convoca para que les cante hermosos relatos a las muchachas de Tanagra de blancos peplos, y grande es el gozo que siente la ciudad con los sonidos melodiosos de mis charlas.

Poesía popular Fr. 876 PMG El “ juego de la tortitortuga”. Es un juego de muchachas […]. Una, en efecto, se queda y se llama “tortuga”; otras corren a su alrededor y preguntan: “tortitortuga, ¿qué estás haciendo en el medio?” y ella responde: “estoy devanando hilos y un copo de lana de Mileto” luego ellas vuelven a gritar: “y tu hijo ¿qué hizo para morir?” y ella dice: “saltó al mar desde sus yeguas blancas”.

Fr. 848 PMG Ha llegado, ha llegado la golondrina que trae buen tiempo y buenos años, en su vientre blanca y en su lomo negra. ¿Un carro de pasteles de frutas no nos sacas de tu casa rica, y una copa de vino y una cesta de quesos? Tampoco bizcocho y pan de yema de huevo rechaza la golondrina. ¿Qué? ¿Lo recibimos o nos vamos? ¡A ver si vas a dar algo! Y si no, no lo vamos a consentir. ¿Nos llevamos la puerta o el dintel, o a la mujer que está sentada dentro? […] Abre, abre la puerta a la golondrina, que no somos viejos, sino chiquillos.

Escolios Fr. 890 PMG Tener salud es lo mejor para el hombre mortal, lo segundo ser de buen natural, lo tercero ser rico sin fraude, y lo cuarto gozar de la juventud en compañía de los amigos.

Fr. 893 PMG En una rama de mirto llevaré la espada, como Harmodio y Aristogitón cuando mataron los dos al tirano y trajeron la democracia a Atenas.

Fotografías de Rosa Mariño (con licencia Creative Commons-Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0)

Traducción: Fernando García Romero, De hombres y dioses. Antología de poesía lírica antigua (siglos VII-V a.C.), Madrid, Escolar y Mayo, 2015. Los lugares que aparecen en las imágenes corresponden a Samos (3), Éfeso (4 y 6), Termo (5), Esparta (7 y 17 ), Colofón ( 8 y 11), Atenas (9, 23, 26, 27), Ática (10), Lesbos (Éreso, 12; Mitilene, 13; Mesa, 14), Chipre (Petra tu Romíu 15), Sición (16), Troya (18), Termópilas y Esparta (19), Mar Egeo (19), Sicilia (Agrigento, 20).