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Revista de Ciencia y Tecnología N°10 / 1971 / $ 3.50 ($ 350 m/n.) DIALOGO ENTRE HOMBRES Y MAQUINAS IPM • | 0 Fisiología del record deportivo COSMOLOGIA Biología marina

Ciencianueva10

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Revista de Ciencia y Tecnología N°10 / 1971 / $ 3.50 ($ 350 m/n.)

DIALOGO ENTRE HOMBRES Y MAQUINAS IPM • • | 0

Fisiología del record deportivo

COSMOLOGIA

Biología marina

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Lo h a c o B G H

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indo,

Los resultados del trabajo científico están condicionados por factores ideológicos, Gregorio Klimovsky explica y discute ese condicionamiento en las páginas 12 a 21.

Enrique Boschi Gregorio Klimovsky

Roger Bannister D. W. Sciama

G. E. C. S. Julio Moreno

Luis F. Rocha

Manuel Risueño

3 4 5 6

12

2 7 3 3 33 3 4 3 7 3 8 4 7

5 4 5 8 5 9 60 61 62 6 3

Revista de ciencia y tecnología

Planes que no son tales Congresos a granel La Universidad olvidada Biología marina y recursos pesqueros Ciencia e ideología Fisiología del record deportivo El resurgimiento de la cosmología observacional Respuesta a Metegol N9 5 Metegol N 9 6 Ciencia dependiente en la Argentina Humor nuevo Comunicación oral entre hombres y máquinas Novedades de Ciencia y Tecnología 1. Otra "interminable" 2. Gusto eléctrico 3. E l primer elemento superpesado 4. Manzanas sin manzanos 5. Calcitonina: Una hormona recientemente descubierta 6. Proteínas primitivas: catálisis por arcillas 7. El diagnóstico de la leucemia Cuadrillas El filtro de las noticias Cursos y reuniones científicas Libros nuevos Comentarios de libros Correo del lector Indice analítico 1 9 7 0 - 1 9 7 1

De las opiniones expresadas en los artículos firmados son responsables exclusivos sus autores.

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¡Ilili Año II / N" 1 0 / M a y o 1 9 7 1 / B u e n o s Aires

Av. Roqne Sncnz Peña 825, 4* piso, Of. 43 - Buenos Aires Tel.! 45-8935

Ricardo A. Ferraro

Héctor Abrales Daniel Goldstein

Ricardo Schwarcz Hernán Bonadeo

Horacio Speratti

Lucía Bonadeo Katia Fischer Ana Tedeschi

Isabel Carballo Fernando Díaz

Julio Moreno

Hebe Mitlag

María Susana Abrales

Caracas: Pascual Llórente Frankfur t : Jan Kovarik

Haifa: Eduardo Fischbein Londres: Eduardo Ortiz

Nueva York: Roberto Lugo París: Jorge Schvarzer

Praga: Jan Rehacek San Pablo: Ricardo Albizuri

Santiago de Chile: J. Pablo Schifini

New Scientist; Sciences; Science et Avenir; Science-Progrés-Découverte; Science et Vie;

Science Journal; Scientific World; Sapere; Cooperaron fechnique; Science Service; Associated Press-

A P N ; TASS; CTK; A D N ; Agencia D A N ; ICA press'.

Es una publicación de Editorial Ciencia Nueva S.R.L., Av. R. Sdenz Peña 825, 4? P., of. 43, Buenos Aires, República Ar-gentina, Tel.: 45-8935. Distribuidores: en la República Argentina Ryela S.A.I.C.I.F. y A., Paraguay 340, Capital Federal, Tel.: 32-6010 al 29; en Capital Federal, Vaccaro Hnos,, S.R.L., Solís 585, Capital Federal. Impreso en Talleres Gráficos D I D O T SC A., Luca 2223, Buenos Aires. Precio del ejemplar: ley 18.188 $ 3,50 (m$n 350). Suscripciones: Argentina, ley 18.188 $40 (m$n 4.000) por año; exterior, por vía ordinaria, u$s. 15 anual. Registro de la propiedad intelectual n° 1.049.414. Hecho el depósito de ley. Derechos reservados en castellano y cualquier otro idioma para los trabajos originales, y en castellano para colaboraciones traducidas.

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Planes que no son tales

La Secretaría del Consejo Nacional de Ciencia y Téc-nica ha elevado a la Presidencia de la Nación un ambi-cioso Plan Nacional de actividades científicas y tecnoló-gicas que comienza por una evaluación de la situación actual en esas áreas. El documento de la SECONACYT, cuyo estudio en profundidad podría estar sólo al alcance de los sectores más específicamente afectados, muestra sin embargo algunas carencias y simplicidades a nivel elemental. ,

Es evidente y claro que ningún plan puede elabo-rarse que no tenga como punto de partida una ^evalua-ción objetiva de la situación actual y esto es válido en cualquier campo o actividad. Así lo reconoce la orga-nización del citado documento y por ello las críticas que se sitúen sobre la calidad de realización de esta etapa previa, adquieren magnitud fundamental , porque los errores cuestionan la validez de todo el plan que se estructure a partir de este supuesto.

El documento de la SECONACYT parece negar im-portancia a esta evaluación previa ya que, en general, no explícita las fuentes y menos aún los mecanismos utilizados para deducir cifras e informaciones sobre la situación actual de la ciencia y la tecnología en el país.

Por ejemplo, no surge del informe la distribución entre las distintas disciplinas científicas y técnicas de los equipos y de los recursos humanos que están a disposición y en uso actualmente, información! que parece básica, elemental e indispensable para lanzar toda planificación. En algún momento sostiene —sin fundamentación analítica— que el sistema universita-rio nacional " . . . f a c i l i t a la corrección de deficiencias y amplía las posibilidades de crecimiento de todo el sistema". N i siquiera en ciertos sectores universitarios bien identificados e identificados con la actual conduc-ción universitaria nacional, se podría originar una afir-mación tan temeraria acerca de un sector que es esen-cial al desarrollo científico y que vive en estado de perpetua crisis, agravada por las consecuencias — e n el plano profesional y en el ideológico— de la interven-ción violenta de 1966.

En resumen y en cuanto a la valoración del sistema ac-tual de ciencia y técnica, el documento no pasa de ser una suma de datos —cuando los hay— que no llega a intentar un verdadero análisis. C r r n M i m

En otra parte, el documento de la bhCUJNAL, i i señala dos objetivos para la política científica nacional. Antepone la creación de una adecuada estructura cien-

tífica; pone en segundo lugar la orientación de los esfuerzos hacia la aceleración del desarrollo.

La planificación a largo plazo de la infraestructura científica no es exactamente un objetivo o , mejor aún, requiere el preestablecimiento de objetivos a cuyo servi-cio estará esa infraestructura y toda la evolución pos-ter ior que su existencia y funcionamiento condiciona. Hecha esta inversión conceptual que coloca las cosas en su justo lugar, los verdaderos objetivos que deter-minarán el planteo de arranque y el a juste de esa in-f raes t ructura , no se mencionan en el refer ido plan.

El segundo objetivo, planificado a mediano y corto plazo — l a aceleración del desarrollo— es n o sólo previo a la planificación de una infraestructura, sino que ade-más es válido especialmente a largo plazo, si se preten-de que los resultados coincidan con las necesidades del país al que pretenden ser aplicadas c ™ M A r v T

La par te programática del plan de la b t C U N A C l x destaca la importancia de alcanzar las metas fijadas en materia de recursos humanos. Pero las estimaciones q u e aporta en esta materia no pueden siquiera conside-rarse opt imistas , son irrealizables.

La S E C O N A C Y T estima el potencial científico ac-tual del país en 33.315 personas — 1 2 . 5 9 6 calificados como "persona l científico"— y pre tende alcanzar la cifra de 44 .300 investigadores en 1980. Ni las canti-dades ni los plazos parciales están conectados con la realidad cuando se las compara con la producción ac-tual de profesionales universitarios, el necesariamente pequeño porcentaje de ellos que se vuelca a la investi-gación científica y el tiempo inevitablemente necesario ; para la ' formación de estos investigadores.

Si la demostración de lo enunciado precedentemente requiere el manejo de cifras que excedería las posibili-dades de este análisis crítico, resulta evidente en cam-bio que el plan no especifica en qué áreas y en que especialidades serán distribuidos estos recursos huma-nos y ni siquiera — y esto resulta especialmente signi-f icat ivo— q u é papel le corresponderá a la universidad en la formación de los postgraduados. Todo esto no :

hace sino reafirmar la falta de objetivos concretos de

" Tan impor tante le parece a la S E C O N A C Y T la for-mación de recursos humanos que olvida que sin ins-t rumental y sin edificios ese potencial humano resulta inútil. Todos los organismos científicos argentinos, casi sin excepción, están limitados en su desarrollo por xa

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carencia de equipos adecuados y de lugar físico donde desenvolverse. En 1980 —siempre según el plan— ha-brá casi cuatro veces más personal trabajando con esos equipos y en esos laboratorios. ¿Con qué instrumental trabajarán? ¿En qué lugares serán ubicados? ¿En qué plazos se comprarán esos equipos y se construirán o adecuarán esas instalaciones? Son todas preguntas que no tienen respuesta dentro del plan, son interrogantes que sus realizadores no se propusieron.

Cómo no pensaron, asimismo, en la formación y ni siquiera en la necesidad de personal técnico auxiliar para los laboratorios, cuya carencia es ya mismo un grave problema en la actividad científica nacional.

Ot ro aspecto del plan que analizamos, se refiere a la transferencia inmediata del producido científico a los sectores económicos correspondientes. Este objeti-vo de índole social que marca la trascendencia esencial del trabajo científico, tampoco ha sido suficientemente elaborado en el plan que aquí analizamos. Es difícil entender, por ejemplo, cómo puede estar dirigido al desarrollo nacional sin prever el concurso y la partici-pación de la industria manufacturera.

El plan de la SECONACYT legisla en forma omní-moda sobre el futuro de la investigación científica na-cional y requerirá para ello un enorme esfuerzo econó-mico. Sin embargo fue realizado exclusivamente por la Secretaría del CONACYT sin consulta cqn los orga-nismos de investigación, centros, comisiones, universi-

dades y demás entidades directamente afectadas. Claro que siempre la SECONACYT ha procedido así y es ahora una excepción que las conclusiones hayan sido elevadas —una vez finalizado el trabajo— a conoci-miento de los directamente interesados. Es la primera vez que esto sucede. Pero no por ello deja de parecer increible el hecho de que no se haya llamado a la comunidad científica a participar en la elaboración del plan, desde sus formulaciones más elementales.

Nuestro propósito no es, por supuesto, realizar un análisis exhaustivo del plan de la SECONACYT, sino marcar algunas de las carencias y contradicciones más evidentes que hacen resaltar la escasa profundidad en el análisis y en el proyecto de la política de desarrollo de un sector de la actividad nacional, cuyo trabajo es fundamental para la proyección futura del país.

Tampoco es nuestra tarea proponer respuesta a estos interrogantes a través de un análisis como el que la SECONACYT ha omitido. Pero no dudamos que la comunidad científica argentina tiene esas respuestas y que se brindaría con entusiasmo a su discusión.

Sólo es necesario que se reconozca que son prefe-rentemente los científicos a quienes corresponde parti-cipar en el análisis de la problemática y la proyección de su propia actividad. Y es a partir de y juntamen-te con ese análisis que debe integrarse el proyecto en el contexto social, político y económico que otros orga-nismos deben programar para el futuro argentino. O

Congresos a granel

¿Para qué sirven los congresos científicos? La eviden-te respuesta no resulta tan evidente si nos guiamos por el cuestionario —y sus respuestas— que la revista norteamericana Industrial Research' presentó a sus lec-tores.

La segunda pregunta, por ejemplo, planteada con sangre fría anglosajona, va directamente al grano: ¿Qué es lo que lo impulsa a frecuentar este tipo de reunio-nes? Quizá algunos juzguen insolente la lista de res-puestas posibles que sugiere que se puede ir a un con-greso para hablar u oir hablar de su tema de trabajo, pero también para conseguir un nuevo e m p l e o . . . o para "otra cosa".

La "otra cosa", no lo dudemos, es el turismo. Es inútil negar las evidencias; hace mucho tiempo que los científicos se han dado cuenta que hay una multiplica-ción de congresos en lugares de interés turístico y en las épocas más agradables. La revista francesa La Re-

cherche comentaba hace poco la monstruosidad de cier-tas reuniones, por ejemplo el» Octavo Congreso Inter-nacional de Bioquímica que necesitó tres ciudades para su sede.

Por supuesto que es necesario favorecer la comuni-cación entre científicos y no creemos conveniente cri-ticar el principio de este tipo de reuniones. Pero hay que evitar aberraciones, aún en el interés de esa misma comunicación y del trabajo de investigación. Por eso mismo Industrial Research pregunta acerca de la limi-tación de participantes y del número de congresos por año.

El turismo científico es bueno —eso es evidente, al menos para los científicos—. Para la ciencia es menos evidente.

Los congresos, como los dinosaurios, sufren de gi-gantismo. Recordemos lo que les pasó a los dino-saurios. <C>

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La Universidad olvidada i n

• j X 1 X

El 19 de abril último, el doctor Andrés Santas, de-signado por el Poder Ejecutivo para actuar como rector de la Universidad de Buenos Aires, declaró que "la universidad argentina necesita —y con urgencia— mo-dificaciones substanciales. Si ellas no se producen, será superada por los acontecimientos y desaparecerán las posibilidades de un acelerado desarrollo nacional pol-la ausencia de quien tiene la obligación de promoverlo y dirigirlo". Placiendo caso omiso de la afirmación aristocratizante que implica que el desarrollo nacional debe ser promovido y dirigido por la Universidad, lo cual merecería discusión especial, interesa aquí señalar la "urgencia" repentina de "modificaciones substan-ciales".

No se trata tanto de averiguar si la Universidad funciona más o menos bien ahora que antes de julio de 1966. Esto conduce, irremediablemente, a una dis-cusión bizantina y, en definitiva, permite a los actuales responsables de la conducción universitaria admitir, sin mayor dificultad, que es verdad que ahora hay proble-mas pero que antes también los hubo.

La cuestión es enteramente otra. Independientemen-te del juicio de valor que permitiría apreciar si era buena o no la Universidad anterior al 66 y de la validez universal de la autonomía universitaria —que aquí y ahora juzgamos imprescindible— lo que ahora interesa es otra cosa. Hasta 1966 había una Universidad gober-nada por representantes de tres claustros. Después de cinco años de tropiezos e ineptitud y andando contra la corriente mundial que ha impuesto en todos los paí-ses la necesidad de incorporar la representación estu-diantil en el gobierno universitario, las actuales autori-dades universitarias tienen como objetivo poner difi-cultosamente en funcionamiento una Ley Universitaria que autoriza al Poder Ejecutivo a nombrar rectores y decanos por otros cinco años, independientemente del consenso de los claustros.

Lo peor son los magros frutos de tantos retrocesos. Es verdad que, si se considera "excepciones" —según la definición del ex ministro Cantini, quinto de los hasta ahora seis— a los numerosos grupos de investi-gación que se desintegraron en 1966, hay otros grupos que siguen investigando, pero la sumisión de unos, el sofocado rencor de otros y la apatía de los más, no parece haber creado el clima universitario más propicio.

Hay un personaje singular dentro del actual elenco de autoridades universitarias, que permite dar una idea de ese clima. Se trata del geólogo Raúl Alberto Zardini que oficia de decano de la Facultad de Ciencias Exactas. Hace pocas semanas, a raíz de declaraciones formuladas por el ex Rector de la Universidad de Buenos Aires, doctor Julio IT. G. Olivera, el señor Zardini aclaró públicamente que la Universidad no fue intervenida en 1966 y se espantó ante la posibilidad que pudiera du-darse de la legitimidad de los concursos realizados con posterioridad a esa fecha. Pero no se limitan a eso sus extrañas concepciones. Poco después consiguió asom-brar a la opinión pública con sus fantásticos juicios sobre el segundo pabellón de la Ciudad Universitaria de Núñez y el terror que le inspiran los estudiantes. Dijo:

"Lo que pasa es que fue hecho (se refiere al edificio que fue proyectado por especializados arquitectos ar-gentinos de renombre internacional) con intenciones po-líticas, por los comunistas, durante el gobierno tripar-tito. Tiene sólo dos entradas para 4 ó 5.000 alumnos y de los 70.000 metros cuadrados que ocupa, más de la mitad se reparten en pasillos y un inmenso patio central que —a mi juicio— tiene un sólo objeto: bien puede servir a concentraciones. Nadie se puede engañar sobre la situación universitaria mundial. No existe control, no es posible en tamaño edificio; es una fantástica concentración de alumnos (como es la Ciudad Univer-sitaria) que se convierte en un lugar ideal para guerri-lleros urbanos. Fíjese que las calderas (el corazón del edificio) están separadas del corredor, al que da una serie de aulas, por sólo un vidrio".

No es necesario juzgar al señor Zardini; basta con dejarlo opinar. Y en eso estamos. A 150 años de la creación de la Universidad de Buenos Aires, la opinión pública no logra entender qué se proponen las autori-dades nacionales err el campo de la enseñanza superior.

Los funcionarios que ejercen cargos al frente de las universidades salen de su mutismo y expresan sus pre-ocupaciones como si no tuvieran responsabilidad algu-na en lo que ha ocurrido y ocurre. El decano Zardini habla como un alucinado de los propósitos siniestros que inspiraron la construcción de la Ciudad Universi-taria, mientras la comunidad universitaria sigue sin par-ticipar en la elaboración de una salida para esta crítica situación. O

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Biología Marina y recursos pesqueros

Entrevista a Enrique Boschi

CIENCIA NUEVA: Doctor Boschi, ¿cuál es la finalidad del Instituto de Biología Marina?

Enrique E. Boschi: El Instituto tiene por finalidad la investigación en las ciencias del mar, tanto en el aspec-to puro como el aplicado; aplicado en el sentido de la evaluación de los recursos pesqueros y la explotación racional del mar y puro en la que respecta a los proble-mas básicos de la biología marina en sí, sin relación con una utilización inmediata. El Instituto desarrolla asimismo una labor docente, al mayor nivel que es posible ofrecer, es decir, enseñanza de pos-grado o para alumnos que estén por terminar la carrera. En cuanto a investigación, se ha desarrollado una labor que con-sideramos bastante importante y en estos diez años se han publicado más de 170 trabajos relacionados con diversos aspectos de las ciencias del mar.

C. IV.; ¿Con qué fondos cuenta el Instituto y cómo está organizado?

E. B.: Los cuatro organismos de los cuales depende contribuyen económicamente, tanto para instalaciones y equipos, como para sueldos y gastos administrativos. La contribución no es igual; en este momento el mayor aporte viene de la Universidad de Buenos Aires. La Comisión de Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires también nos alienta mucho, tanto desde el punto de vista económico como moral. Nuestro presupuesto en 1969 fue de 40 millones de pesos moneda nacional y el de 1970 de 60 millones. En cuanto a la organiza-ción, en el cuadro figuran los diversos laboratorios y la función de cada uno de ellos; como verán todos con-vergen a una actividad general. En líneas generales po-

Enrique Boschi es doctor en Ciencias Biológicas, egresado de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, en cuyo Departamento de Biología es profesor titular. Está especializado en biología marina y biología pesquera, estudió Ciencias del Mar en el Institute of Marine Sciences de la University of Miami. Actualmente está a cargo de las investigaciones camaroneras del Proyecto de la FAO en la Argentina y desde 1966 se desempeña como director del Instituto de Biología Marina al que pertenece desde su fundación.

demos decir que estamos estudiando los moluscos, los peces, los crustáceos, su importancia comerdal, su com-posición química, se están haciendo también estudios microbiológicos, especialmente relacionados con las bac-terias que se desarrollan durante el deterioro del pes-cado, así como estudios de los lípidos de ciertos orga-nismos marinos que se alimentan de fitoplancton, estu-dios de la productividad del mar, e inclusive cultivo en laboratorio de algunos organismos del fitoplancton. En especial, se están haciendo estudios del plancton marino en relación con algunos organismos típicos como los copépodos (pequeños crustáceos) y los eufausidos (crustáceos muy importantes en la alimentación de al-gunos peces y otros animales marinos, como las balle-nas). Además se están llevando a cabo estudios sobre el desarrollo gonadal de las especies de interés comer-cial, es decir, se está interpretando su ciclo de repro-ducción. También se lleva a cabo en forma permanen-te el estudio de los desembarques en el puerto de Mar del Plata para lograr información sobre la captura: ta-maños, distribución, sexo, edad, etcétera, de la pobla-ción en explotación.

C. N.: ¿Qué relación hay con el Proyecto de Desarrollo Pesquero de la FAO?

E. B.: El trabajo que hemos realizado en colaboración con el Proyecto de Desarrollo Pesquero de la FAO ha reforzado mucho nuestra actividad en los últimos años. Este proyecto se inició en 1966 y tiene por finalidad la evaluación de la riqueza pesquera de la Argentina, Nosotros hemos colaborado con la FAO en los aspec-tos biológicos y al hacerlo, tuvimos la ventaja de poder utilizar embarcaciones de pesca y de investigación pes-quera para recorrer el mar en distintas latitudes. No-sotros esperamos disponer dentro de pocos meses de nuestra pequeña embarcación propia.

C. N,: La organización del Instituto en diversos laborato-rios, ¿está decidida en base a una planificación con miras a determinados objetivos, o parte del interés de uno o un grupo de investigadores?

E. B.: El Instituto comenzó a funcionar —como la ma-yor parte de las instituciones del país— por iniciativa

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de un grupo de interesados en la ciencia del mar. Ese primer grupo de personas organizó los primeros labo-ratorios, de acuerdo con las posibilidades humanas dis-ponibles en ese momento. Pero ahora la investigación se va orientando según una planificación bastante co-ordinada y está dirigida en gran medida hacia lo que es la evaluación de recursos. Si alguien desea estudiar, por ejemplo, la estructura de un pequeño animal ma-rino, podemos pensar que su intención es buena, pero para los fines del Instituto quizás resulta difícil ubicarlo en nuestra actual organización. En este momento el Ins-tituto tiene estos diez laboratorios y tenemos pensado ampliarnos y enfocar otros aspectos, pero siempre den-tro de estos lincamientos generales.

C. N.: ¿Quiere decir entonces que el común denomina-dor de todas las actividades es la evaluación de nuestros recursos pescfueros?

E. B.: Exactamente, pero sólo en líneas generales, por-que hay otros aspectos que aparentemente no tienen importancia directa pero en realidad la tienen, como el estudio de los organismos que sirven de alimento a los peces o a los crustáceos y tenemos gente estudiando eso. O la composición química de un organismo, o la identificación de otro. Nosotros tenemos bastante am-plitud y permitimos que los investigadores puedan mo-verse dentro de esas líneas un poco de acuerdo con sus propias inquietudes y más de uno —incluyendo los de mi grupo que trabaja en crustáceos superiores— ha-cemos cosas que no tienen importancia directa, como estudiar el desarrollo larval de un crustáceo que no re-viste interés comercial. Pero, naturalmente, se da pre-ferencias al estudio de especies de interés comercial, con el objetivo de conocer sus reales potencialidades.

C, IV/: ¿Trabajan por zonas?

E. B.: Naturalmente, como el Instituto depende en gran parte de la Provincia de Buenos Aires, tiene como re-comendación particular estudiar en primer lugar el li-toral de esta provincia. Y eso es lo que hemos hecho, porque por otra parte la mayor producción pesquera se lleva a cabo en esta región. Lo cual no significa que no vayamos más lejos: en el caso de los camarones y lan-gostinos, por ejemplo, Rawson ha sido y es un impor-tante centro de producción y allí vamos muchas veces. Con el buque de investigaciones "Cruz del Sur" hici-mos algunas campañas bastante amplias, a latitudes ma-yores. Naturalmente, el grueso de nuestro trabajo se desarrolla en el litoral de la Provincia de Buenos Ai-res, porque nuestra misión es ésta y además porque es la región de mayor captura comercial en la actuali-dad, pero ciertos peces, como la anchoita, a veces mi-gran hacia el norte, a veces hacia el sur, y hay que seguirlos en sus migraciones, aún si sobrepasan los lí-mites marinos de dicha provincia.

C. N.: ¿Significa esto que la plataforma submarina de la Provincia de Buenos Aires es la más rica o que es la más explotada?

E. B.: Es la más rica en peces, especialmente en el sec-tor entre 200 y 400 m, donde se encqentra el mayor

El Instituto de Biología Marina

Por acuerdo entre la Universidad de Buenos Ai-res, la Universidad Nacional de La Plata, la Uni-versidad Nacional del Sur y la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires, firmado el 17 de no-viembre de 1960, se creó el Instituto de Biología Marina, con la finalidad de estudiar los problemas del mar en el más alto nivel científico, así como los aspectos tecnológicos y culturales conexos. La Provincia de Buenos Aires, como principal aporte, cedió el edificio que es actual sede del Instituto, ubicado en Playa Grande, Mar del Plata. El pri-mer director del Instituto fue el doctor Santiago R. Olivier.

El Instituto de Biología Marina depende de la Universidad de Buenos Aires por intermedio de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, de la Universidad de La Plata por intermedio de la Fa-cultad de Ciencias Naturales y Museo, de la Uni-versidad del Sur por intermedio de su rectorado, y de la Provincia de Buenos Aires por intermedio de la Comisión de Investigaciones Científicas. Su autoridad máxima es el Consejo Directivo, inte-grado por un miembro titular y uno suplente de cada una de las instituciones nombradas, el cual elige al Director del Instituto. Un Estatuto rige las actividades docentes, científicas y administra-tivas. Actualmente trabajan en el Instituto 24 in-vestigadores universitarios con dedicación exclusi-va, muchos de los cuales se han especializado en el extranjero, así como 28 técnicos y ayudantes de laboratorio, y una pequeña organización adminis-trativa.

La actividad docente comprende un curso anual de Oceanografía Biológica, además de numerosos seminarios, cursos especiales y traToajos de tesis.

La relación con la FAO, con sede en Roma, es muy estrecha: el convenio con el Proyecto de De-sarrollo Pesquero data de 1966. En setiembre de 1970 un investigador del Instituto fue invitado a dictar un curso sobre Evaluación de Recursos Ca-maroneros en México. También hay actividades conjuntas con la UNESCO, como el Curso Latino-americano de Planctología realizado en 1965 y los cursos anuales de ictiología. El Instituto posee una biblioteca especializada que recibe más de 400 re-vistas de todo el mundo, edita como órgano oficial un Boletín, del cual ya se han publicado 20 núme-ros, y un Boletín Informativo. Las contribuciones a revistas especializadas, principalmente del extran-jero, suman más de 170.

El director del Instituto de Biología Marina es el doctor Enrique E. Boschi. O ,

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INSTITUTO DE BIOLOGIA MARINA

U n i v e r s i d a d e s n a c i o n a l e s d e B u e n o s A i r es , Ln P l a t a y d e l S d t G o b i e r n o de ta Pe la . do Bs. As .

l a b .

Z O O P I A N C T O H

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E C O L O G I A

E E N T O M C A

Lab .

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B I O L O G I A D E

P E C E S

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B I O L O G I A

P E S Q U E R A

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Q U I M I C A D E L

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B I O Q U I M I C A

1

L a b .

B I O Q U I M I C A

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H I S T O L O G I A

L a b .

B I O E S T A O I S T I C A

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p o d o s .

T a x o n o m í a .

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Zonacion ¡doral. C o m u n i d a d e s ma-

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I n c r u s t a c i o n e s .

p e d o s - B i o l o g í a

p e s q u e r a .

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B i o l o g í a .

E v a l u a c i ó n .

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h u e v o s y l a r v a s

d o peef ¡8 c o r n e r -

c i n l o s .

e v a l u a c i ó n .

B i o l o g í a d e o ; ;po-

ciG3 c o m o r c i a l e s .

M e r l u z a .

C o b a l ia.

A n c h o i t a .

E v a l u a c i ó n .

C o m p o s i c i ó n q u í -

m i c a d e l a g u a

d o m a r .

N u t r i e n t e s .

G a s e s d i s u e l t o s .

P r o d u c t i v i d a d .

C o m p o s i c i ó n q u í -

m i c a d o h a r i n a s

d o p e s c a d o .

L í p i d o a .

F r e s c u r a d e p a s -

c a d o .

B i o m a s a z o o -

p l a n c t ó n i c a .

P r o d u c t i v i d a d .

D e s a r r o l l o g o n a -

d a l d s e s p e c i e s

d o p e c e s c o m e r -

c i a l e s .

C á i c u l o e s t a d í s -

t i c o a p l i c a d o a

la b i o l o g í a p e s -

q u e r a v e c o l o g í a

C u r s o s u n i v e r s i t a r i o s y s e m i n a r i o s -

C a m p a n o s o c e a n o g r á f i c a s -

C o l a b o r a c i ó n c o n i n s t i t u c i o n e s n a c i o n a l e s

e i n t e r n a c i o n a l e s { b e c a s , c u r s o s , e t c . ) -

A s e s o r a m i e n t o a e m p r e s a s p e s q u e r a s -

C o n v e n i o c o n e l P r o y e c t o d e D e s a r r o l l o

P e s q u e r o (FAO) en la A r g e n t i n a •

D i v u l g a c i ó n c i e n t i l i c a - e x t e n s i ó n c u l t u r a l -

rendimiento en peces demersales, que son los que vi-ven cerca del fondo, como la merluza, la castañeta, el abadejo, el róbalo, etcétera. Además hay en esta región una gran riqueza en peces pelágicos, como la anchoíta, la caballa, el bonito y otros, que son muy abundantes desde el norte de la Patagonia hasta la boca del Río de la Plata. Por eso nuestro mayor esfuerzo se lleva a cabo en esta región, especialmente en aguas marinas.

C. N.: Para estos estudios, ¿aporta la FAO al Instituto recursos económicos directos?

E. B.; En el proyecto en colaboración con la FAO hay un aporte total de unos 3 millones de dólares; nuestro gobierno pone 1.600.000 dólares y el Fondo Especial de la FAO un millón y medio de dólares, aproximadamente. El gobierno nacional ha puesto ade-más las instituciones permanentes, como el Servicio de Hidrografía Naval, el Instituto de Biología Marina y otras. La FAO ha puesto los barcos de investigación y pesca, los expertos y algunos equipos que tenemos aquí en consignación. Los expertos de la FAO tienen su sede aquí en el Instituto. Cada experto tiene su contraparte, según lo establecido en el proyecto; esta contraparte es en cada caso un egresado de nuestras facultades y este sistema ha dado muy buenos resulta-dos. En ciertos casos, como la investigación en crus-táceos comerciales, no hubo necesidad de ningún ex-perto porque había ya expertos en el país.

C. ZV.: La información que surge de estos trabajos, ¿es utilizable por la industria pesquera? En otras palabras, los pescadores y las empresas pesqueras, ¿se benefician con estas investigaciones?

E. B.: El problema de la industria pesquera es muy complejo. Nosotros ni siquiera tenemos mucha autori-dad para opinar sobre las razones del porqué se consu-me poco pescado. Lo cierto es que la producción pes-quera ha disminuido. ¿Por qué se pesca menos? No necesariamente porque haya menos pescado; se pesca menos porque hay menos demanda. Y hay menos de-manda por muchas razones, sobre todo de tipo econó-mico, de distribución, de buena administración, de competencia con las carnes rojas, de una propaganda correcta, en fin, de una serie de factores. Lo que yo puedo decir es que el Instituto, junto con otras or-ganizaciones, está haciendo un valioso aporte a los co-nocimientos de los recursos pesqueros y ha brindado gran información a nuestra industria pesquera, especial-mente en lo que respecta a localización de cardúmenes, mejores épocas de captura, composición química .del pescado y de la harina con él elaborada, migraciones de diversas especies, etcétera. Ahora ya sabemos con bas-tante certeza cuáles son las características migratorias de la anchoíta, por ejemplo, que es una de las mayores riquezas marinas que tiene el país. Sabemos el compor-tamiento de los camarones y los langostinos, estamos haciendo estudios sobre la reproducción de los peces, se ha estudiado a fondo la almeja amarilla y se comien-

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44'

<8°

S2°

Sede del Instituto de Biología Marina en Playa Grande (Mar del Plata), donde están ubicados la administración y los laboratorios.

za a estudiar la vieira del golfo de San Matías. Claro que para que toda esta información sea útil a la indus-tria pesquera se requiere en muchos casos un proceso lento y complejo, pero esta información es la base de. todo estudio serio sobre la pesca comercial. Esta acu-mulación de datos, ordenados y sistematizados, es lo que quedará y surge de un proceso que podríamos llamar de maduración, que se ve desarrollando día tras día. Porque para poder llevar a cabo la captura racional de un pez, hay que conocer su ritmo de crecimiento, hay que saber cómo migra. Y para estudiar las migraciones hay que marcar los peces (con colorantes, marcas plás-ticas u otros sistemas) y seguirlos adonde vayan. Aho-ra bien, el problema de factibilidad, es decir, si una anchoíta, por ejemplo pescada a los tres o a los seis días de navegación es económicamente útil o no, es un problema que no nos corresponde analizar.

C. N.: ¿Existe alguna evaluación de la potencialidad de nuestra plataforma submarina en lo que a pesca comer-cial se refiere?

E. B.: Sí, inclusive hay evaluaciones por especies. La anchoíta, como ya he dicho, es una de las especies más importantes; se usa para preparar conservas, salados, consumo en frasco y para fabricar harina para alimento de animales. Se están pescando de 40 a 50.000 tone-ladas anuales de anchoíta y se supone que hay uan ri-queza de unos 8 millones de toneladas, solamente fren-te a las costas de la Provincia de Buenos Aires. Las estimaciones realizadas hasta el momento se basan en una serie de datos —cuya obtención sería muy largo detallar aquí— que son analizados y sistematizados por medio de una computadora con que cuenta el Instituto. Para los recursos demersales se estima, para esta región del Atlántico Sur, una extracción anual entre las 400.000 y^las 500.000 toneladas. En cuanto a los recursos pe-lágicos (que incluyen la anchoíta, la caballa, el bonito, la sardina, el pejerrey, etc.), es razonable estimar una captura de 600.000 a 800.000 toneladas anuales como mínimo y es posible que estas cifras puedan ampliarse, de acuerdo con los nuevos hallazgos. Hay inclusive mu-chas especies interesantes que no se explotan, como la sardina fueguina, por ejemplo. Debemos incluir tam-bién en estas cifras la captura de mariscos, como me-jillón, calamar, langostino, camarón, centolla, vieira, cholga, etcétera, cuya producción actual es de unas doce mil toneladas anuales, pero que podrían llegar fácil-mente a ser 30 o 40 mil. En conclusión, la producción pesquera marítima podrá elevarse aproximadamente a 1.300.000 toneladas anuales, aproximadamente, cifra que se considera razonable para el período de los próxi-mos cinco años.

C.N.: ¿Esta es la cifra que se extrae realmente?

E. B.: No. La producción pesquera marítima argentina no llega en la actualidad a las 200.000 toneladas anua-les, pero la extracción por parte de las flotas interna-cionales en 1966 y 1967 alcanzó cerca de 1.000.000 de toneladas por año, siendo estas capturas casi exclusi-vamente de peces demersales, lo cual debe considerarse excesivo. El mar argentino es rico en peces, pero no es extraordinariamente rico, como se dice tan a menudo.

Regiones del Atlántico Sur donde se lleva a cabo la pesca comercial en la actualidad y zonas de recursos latentes. La línea de trazos y puntos representa el límite de la plataforma continental.

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Toma de muestras en alta mar.

Naturalmente que en vez de las doscientas mil tonela-das que se sacan se podrían extraer 6 u 8 veces más, sin problemas. Pero es necesario proteger adecuada-mente estos recursos pesqueros. Fundamentalmente de-bemos utilizarlos extrayendo un mayor volumen de pro-teínas del mar cada año. Ahora, si la Argentina no se decide a pescar, entonces tiene que legislar la forma correcta de explotar estas riquezas. Se debe tener en cuenta que los recursos pesqueros vivos renovables no se acumulan indefinidamente y que cada año se pierde una parte, que al no ser aprovechada se resta como ali-mento de la humanidad. De todas maneras —yo creo que es oportuno decirlo— el Instituto de Biología Ma-rina es una de las pocas instituciones del país que está haciendo investigación pesquera marina, y lo está ha-ciendo con métodos modernos y a nivel internacional.

C. ¡V.: ¿Hay institutos similares en otros países latinoa-mericanos?

E. B.: En Perú hay uno, muy importante En Brasil hay un Instituto Oceanógrafico, muy bueno, y en Venezue-la y Chile también. No puedo decir si son superiores o inferiores; una institución se juzga por dos factores clásicos: la escuela que forma y el nivel de los trabajos que publica. En este sentido creo que por nuestras relaciones y contactos internacionales podemos estar satisfechos; mucha gente que trabaja aquí fue invitada a congresos y a dictar cursos en el extranjero, inclusive tenemos también varios latinoamericanos que están tra-bajando aquí.

C. N.: ¿Con qué personal docente cuenta el Instituto?

E. B.: En estos momentos hay unos 26 investigadores, cada uno de los cuales está adscripto a una categoría

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docente (profesor, jefe, ayudante) y todos hacen do-cencia; algunos pertenecen, a la Universidad, otros al CNICT y otros a la Comisión de Investigaciones Cien-tíficas de la Provincia. Algunos son becarios. Después tenemos un grupo de técnicos que en su mayoría son jóvenes marplatenses que hacen cursos ele capacitación dictados por nosotros.

C. N.: ¿Hay una organización de tipo vertical, hay un director que decide o tienen un claustro?

E. B.: Una de las condiciones que ha permitido la con-tinuidad de 10 años de trabajo es justamente el no te-ner una organización de tipo vertical. El director es la mayor autoridad, naturalmente, pero todo se decide de común acuerdo y si bien no hay reuniones formales hay un permanente intercambio de ideas; en general todos saben qué pasa y opinan sobre lo que hay que hacer. Además quiero insistir en ese factor fundamen-tal: en diez años hemos mantenido al Instituto en ac-tividad constante y, a pesar de todos los cambios polí-ticos y universitarios, hemos recibido siempre el apoyo de todas las autoridades universitarias, lo cual ha per-mitido que sigamos funcionando y desarrollando nues-tros programas.

C. N.: Con la intervención de la Universidad en 1966, ¿se fue gente del Instituto?

E. B.: Sí, se fueron dos personas en 1966, pero ahora tenemos tres veces más gente que en esa fecha. Los que se fueron eran investigadores de valor y lo lamen-tamos, pero por suerte el aporte permanente de jóvenes interesados ha podido reemplazarlos .

Volviendo a la organización, el Instituto tiene un Consejo Directivo, integrado por representantes de las entidades que lo forman. Este consejo elige al director, quien debe pertenecer al Instituto, ser full-time y dure tres años. Yo ocupo en este momento la dirección en forma interina. En este momento se está elaborando el Estatuto definitivo.

C. N.: ¿Cómo es el mecanismo de ingreso al Instituto?

E. B.: Los alumnos que tienen interés en trabajar aquí lo piden a través de los departamentos de las respecti-vas facultades. En cuanto a los investigadores, son designados por cada una de las universidades, es decir, si alguien tiene interés en venir aquí se lo invita o se pide un cargo, pero en todos los casos se hacen con-cursos.

C. IV.: Dr. Boschi, una última pregunta, volviendo a los planes de investigación del Instituto: ¿trabajan ustedes comportamiento animal?

E. B.: Por ahora no tenemos a nadie que haga compor-tamiento. Pero tenemos la idea y el interés de formar un grupo de fisiología animal y comportamiento, para estudiar algunos aspectos importantes, como el com-portamiento de animales aislados y de cardúmenes, la reacción del pez ante la red de captura, la detección mediante ecosondas, las reacciones ante la luz y muchos otros. En fin, esto es algo que todavía debemos desa-rrollar. O

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Calculadora electrónica con impresión

CIFRA 311: Lógica de 3? generación, memoria de 4? generación. CIFRA 311: Mayor potencialidad, diseño expeditivo, costo menor. CIFRA 311: Creada en el país, es la solución más actualizada a las vertiginosas exigencias de precisión y caudal de cálculo de las empresas modernas. Un producto FATE S.A.I.C.I. División Electrónica

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Ciencia e ideología

Reportaje a Gregorio Klimovsky

Gregorio Klimovsky comenzó su carrera docente como profesor titular de Análisis Matemático en la Facultad de Ingeniería de San Juan (Universidad de Cuyo), cargo que desempeñó desde 1954 hasta 1956. Fue investigador titular con dedicación exclusiva en el Departamento de Matemática de la Universidad de Cuyo (Mendoza) desde 1955 a 1956, profesor titular de Lógica en la Facultad de Filosofía de Rosario (Universidad del Litoral) desde 1957 a 1959, profesor de Lógica en la Facultad de Humanidades de La Plata en el período 1960-1961, profesor titular del Departamento de Matemática, de Lógica Matemática y Teoría de Conjuntos de 1957 a 1966. Además fue profesor titular invitado de Lógica y Filosofía de la Ciencia, en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía de la U.N.B.A. desde 1958 a 1966, director del Instituto de Filosofía de la Facultad de Filosofía de 1964 a 1966, y vicepresidente de la Agrupación Rioplatense de Lógica y Filosofía Científica desde 1959 a 1964. Fue asimismo miembro del Consejo Superior de la U.N.B.A. de 1962 a 1966.

CIENCIA NUEVA: En muchos centros de trabajo e in-vestigación se discute el problema que plantean las re-laciones entre ciencia e ideología. Quisiéramos que nos dé su opinión al respecto; sabemos que hace muy poco habló sobre este tema en el Centro de Estudios de Ciencias.

Gregorio Klimovsky: Esa conferencia estuvo fundamen-talmente destinada a discutir, no tanto el problema de si hay factores ideológicos que intervienen en la tarea científica (cosa que creo obvia y evidente), sino más es-pecialmente una tesis que se está poniendo rápidamente de moda en algunos círculos político-intelectuales, según la cual no existiría nada que merezca el nombre de "cien-cia objetiva", sino que la ciencia, por su esencia, posee componentes ideológicos enraizados de tal manera que, según cual sea la posición ideológica en que uno esté, ella difiere en cuanto a sus apreciaciones, sus resultados y sus métodos. Y esto es prácticamente negar la tradi-ción clásica según la cual la ciencia provee de alguna manera un tipo de conocimiento eterno y firme, un co-nocimiento que puede corregirse, afinarse, hacerse más nítido y preciso, que no depende de la mera opinión o prejuicio personal o grupal y que posee pautas objetivas para fundamentarse tanto como para criticarse, llegando a constituir por ello un patrimonio cultural que no debe destruirse por culpa de escepticismos o relativismos.

Desde ya aclaro que, en mi opinión, tanto esa tesis como la contraria, según la cual la ciencia es objetiva, tienen su mérito; conviene por lo tanto ver qué es lo que pasa según qué aspecto de la actividad científica se está considerando. En aquella conferencia intenté indicar en primer lugar qué puede querer decir "ideología"; en segundo lugar cuáles son los contextos científicos a los que se puede referir la pregunta y, finalmente, incursio-nar en temas de carácter metodológico, tomando uno por uno los aspectos de la actividad científica, para poder localizar el factor ideológico y su incidencia. De esa manera se comprueba que a veces su papel es harto importante, pero en otras es superficial y ha sido exagerado.

Antes de entrar de lleno en la cuestión quiero decir que me parece tan peligrosa la posición que defiende la idea de una ciencia objetiva que esté, por así decir, des-arrollándose encima de las nubes y para la cual lo que está sucediendo en la Tierra y la forma de pensar de la gente no la afecta ni la debe contaminar, como peligrosa es también la posición según la cual la militancia política y la ideología se deben infiltrar de tal manera en la cien-

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cía que aún los resultados de la misma sólo se deben aceptar o rechazar según factores ideológicos. Temo que a través de la buena fe de muchísima gente se llegue fácilmente al fascismo pasando por ese tipo de nociones; aunque aquí el lobo esté a veces disfrazado de cordero ultraprogresista . . .

Pienso que hay que separar estas dos concepciones como extremos un tanto peligrosos y que la solución no está tampoco en el justo medio sino en poner claramente los límites de la cuestión.

C. N.i A su juicio, ¿dónde colocaría esos límites?

G. K.: En primer lugar, procuremos ver qué quiere de-cir "ideología", porque como vamos a encontrarnos con diversos significados, ello puede llevar a comprender que, efectivamente, cierto tipo de fenómeno que merece el nombre de "ideología" interviene de manera inevita-ble en la ciencia, sin que eso, desde mi punto de vista, afecte su objetividad, porque no se trata de la misma entidad que otros denominan con esa palabras. Siguien-do las discusiones sociológicas acerca del concepto de "ideología", podríamos decir que en una primera revi-sión ya es posible encontrar un número muy grande de definiciones. Examinemos algunas de las más impor-tantes.

Un primer concepto de "ideología" es el de "conjunto de conceptos y presuposiciones al que un científico tiene que recurrir para poder expresar y desarrollar sus teo-rías". Por ejemplo, si no existiera geometría euclideana ni tampoco la matemática que de alguna manera ya es-taba desarrollada en la época de Newton, sería impo-sible formular una física como la newtoniana. Porque no habría noción de punto, ni de espacio, recta o longitud, que pueda Nevar al espacio absoluto que concibe New-ton, ni existiría un manejo del concepto de número como para introducir teorías que involucran medición, magnitud o extensión. Y, si además de las presuposicio-nes conceptuales no hubiera también presuposiciones teóricas de carácter geométrico, no habría posibilidad de demostrar teoremas físicos, porque para ello es ne-cesario trazar paralelas, examinar trayectorias y ver qué es lo que ocurre con los ángulos y sus relaciones, todo lo cual involucra que ya se conozca la verdad o falsedad de proposiciones geométricas. Es decir, para construir una teoría como la newtoniana, es necesario apoyarse en la existencia previa de conceptos de orden geométrico y también en la admisión de ciertas hipó-tesis y teoremas que constituyen el cuerpo teórico de la geometría.

Sin ese tipo de presuposiciones, a veces no es posible pensar en el desarrollo de una investigación, ni siquie-ra en su formulación. Esto es lo que vamos a llamar "ideología" en el sentido de "marco conceptual o teó-rico"; es el tipo de concepción general previa que un científico adopta para poder discutir una disciplina o una teoría. Ella se puede dividir en dos partes; una es la de las categorías y conceptos que se están utilizando, otra es la de las teorías que se están presuponiendo. Una cosa es decir que empleamos la idea de punto, rec-ta y plano de la antigüedad, y otra cosa es decir que además de esos conceptos adoptamos las hipótesis eu-clídeas. Porque podríamos rechazar los axiomas clási-cos acerca del punto, la recta y el plano de la recta

euclídea y seguir manteniendo en uso el concepto de punto, recta y plano pero con postulados no euclidea-nos, como ocurre en gran parte de la física actual. Eso muestra que hay un primer paso en que son conceptos lo que la ciencia necesita presuponer, pues de lo con-trario no podríamos pensar ni proponer hipótesis. Pero luego hay otro paso, que está dado por las hipótesis o postulados que pensamos que esos conceptos cumplen. Y obtenemos así la base dentro de la cual se puede construir ya una teoría específica; me parece induda-ble que siempre nos vamos a encontrar con una situa-ción así.

C. N.: Este es entonces un tipo de "ideología" inevitable.

G. K.: Por ejemplo, si no hay una teoría previa de la reproducción que hable de gametas y cigotas, no se puede_ siquiera formular gran parte de la teoría de Men-del; si no existe un concepto de célula y de partes de la célula, no se puede efectivamente hacer una genética citológica. Si no existiera una geometría no existiría una física; si no hay una lógica matemática no se puede hacer una axiomática formalizada; siempre ocurre así. Es totalmente cierta la imposibilidad de hacer ciencia sin presuponer una ideología de ese tipo. Es indudable que según cómo hayamos aprendido nuestros conceptos a través de nuestros maestros, nuestras tradiciones o nuestros estudios, así estaremos condicionados como científicos de muy diferentes maneras. Basta considerar un matemático de la escuela de Cantor y compararlo con otro de la escuela de Bromver para comprender que sus marcos conceptuales son distintos y que de ahí de-riva la notable diferencia entre los tipos de matemática que cultivan, es decir, parten de una ideología concep-tual o teórica diferente.

Ahora bien, este tipo de ideología no tiene mucho contenido político en general, pero está ahí indudable-mente y es totalmente cierto que un científico que des-arrolla una investigación, debe partir de numerosas pre-suposiciones. Uno de los "slogans" que por ahí corren, según el cual es imposible que se haga ciencia sin qué exista ideología, ya que ella está en los conceptos y presuposiciones que el científico está adoptando, es to-talmente cierto; es algo que ni siquiera se puede dis-cutir, es la verdad incuestionable. Lo que ocurre es que todo ello no implica algo que conspire contra la objetividad de la ciencia; después vamos a discutir este punto.

C, N.i Usted afirmó antes que existen diferentes signifi-cados de "ideología". ¿Podría señalar otro?

G. K.: El segundo tipo de ideología es el que hoy se conoce con el nombre de "ideología según la sociología del conocimiento". Ella consiste en el hecho de que toda persona, por estar ubicada en un momento histó-rico, en un contexto social, en determinado grupo o clase, tiene una determinada perspectiva para recoger información o para ver las cosas. Este es el factor por el cual, aún con el mismo tipo de aprendizaje, en igual momento y lugar, un científico puede estar mucho más preocupado, por ejemplo, por investigaciones de geo-metría aplicada que tengan que ver con urbanismo, con

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Actitudes científicas distorsionadas

opiniones, creencias o aún actitudes científicas, muy distorsionadas. Un caso típico, por ejemplo,^ es el de una investigación que se hizo acerca de periodistas egre-sados en un mismo año de una escuela de periodismo de los Estados Unidos; se vio que cierto porcentaje de ellos se empleaban en periódicos de sindicatos y otros en los de entidades patronales. Personas muy parecidas en su formación y extracción social, reaccionaron de manera muy diferente según los diarios en que estaban empleadas, respecto del problema de provocar infla-ción. Según los periodistas "patronales" la inflación sería totalmente corrosiva, provocaría desempleo, etc. Según los otros, originaría un gran consumo y, por con-siguiente, una reactivación de las fábricas. No importa quien tendría razón, pero lo que resulta interesante es que todos venían de la misma escuela y prácticamente de los mismos grupos sociales. La discrepancia no podía explicarse por el mero factor de sociología del cono-cimiento; los periodistas tenían que defender su em-pleo. En sus opiniones intervenía un factor ideológico en el sentido espúreo.

diseño industrial o con problemas de geodesia, que por problemas abstractos como los que tanto preocu-pan a muchos matemáticos puros. La razón es que, según donde se está socialmente situado, el mismo pro-blema puede parecer urgente o no. Indudablemente, una persona muy rica que esté un tanto apartada de los problemas nacionales puede desinteresarse por com-pleto de lo que va a pasar con el desarrollo urbanístico y humano de la periferia de la ciudad.

C. IV.: Y a esa persona quizá le interese más el álgebra abstracta . . .

G. K.: Claro. Y la razón está en que, desde su punto de vista, el tipo de información que recibe acerca de qué es la matemática y su función (como la de todas las verdades científicas en general), puede estar un poco distorsionada por la forma en que esa persona está^ ubi-cada en la sociedad actual. El que está ubicado más en el llano puede comprender que el país necesita solu-ciones perentorias: lo puede ver desde el lugar, clase social o grupo de poder donde está situado, con mu-chísima más claridad y por ello es que se vería incli-nado a estudiar otros problemas, recurrir a otras teo-rías, o buscar aplicaciones de los conocimientos abs-tractos.

Es muy cierto, creo, que la sociología del conocimien-to es un factor importantísimo, muy digno de tenerse en cuenta. Lo que no está muy claro es si realmente es algo más que un mero factor (es decir, si es un obs-táculo insalvable) o, por el contrario, es superable en el sentido de que con suficiente adiestramiento y crí-tica la gente pueda darse cuenta de las limitaciones de su propia información.

El tercer tipo de ideología es el que encierra un cier-to sentido despectivo; es el que a veces utiliza Marx y también Manheim, el sociólogo que quizá sea el res-ponsable de llamar la atención acerca del ya discutido segundo tipo de ideología. Este tercer tipo se evidencia en que muchas personas, en virtud de sus intereses es-púreos, por razones personales egoístas, manifiestan

C. N.: ¿Esta que acaba de describir sería la ideología que involucra la autocensura?

G. K.: Sí, pero antes aún que la autocensura, involucra el interés personal. Conozco muchos profesores que no tendrían ningún inconveniente, para abrirse camino en la carrera docente y aprobar un concurso de oposición, en sostener tesis completamente contrarias a las que real-mente creen, si dada la composición del jurado esa es la única manera en que pueden lograrlo. Pero esto no es todo. Me parece oportuno indicar que los móviles espúreos que pueden llevar a algunas personas a sus-tentar ciertas creencias y opiniones no tienen por qué aparecer explícitamente en la mente de los interesados, sino que pueden ser algo más escondido, inconsciente o automático. De todos modos hay que reconocer que la ideología en el sentido de la sociología del conoci-miento, aunque puede ser causa de error, es algo que tiene cierta caracterización de buena fe, que ésta que estamos analizando ahora, la ideología de tipo "es-púreo", no posee.

C. N.; Y tendríamos así todos los tipos de ideología que, en primera instancia, vale la pena distinguir.

G. K.: No, pues en un cuarto sentido de la palabra, no muy distinto quizá del segundo pero que tiene sufi-ciente importancia, sobre todo en nuestro medio, ten-dríamos lo que Lucien Goldman y otros han llamado "ideología por escasez o imposibilidad de información". Es lo que ocurre cuando, por el peculiar desarrollo his-tórico de un lugar determinado, no se ha recibido la información que en otro lugar ha llegado. A pesar de que los intereses de una dada clase social sean los mis-mos en ambos lugares, el hecho de no recibir o no poseer información hace que a veces no se pueda com-prender en uno lo que se comprende en el otro. Por ejemplo, es indudable que nuestra burguesía industrial posee mucha menos información económica que la bur-guesía industrial norteamericana. En general, ha reali-zado menos investigación y está mucho menos actua-

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lizada con respecto a lo que pasa en nuestro medio (y, en general, en cuanto a economía y política) que aque-lla en el suyo. Esto lleva a sus miembros a sostener con frecuencia tesis tales como la de la libre competen-cia, la libre empresa, la libertad de mercado o la liber-tad del régimen aduanero y a sustentar la opinión de que ellas son lo que define la libertad, la democracia y la de que el proteccionismo o el estatismo es pernicioso, totalitario, etc. Esto ocurre evidentemente por falta de información y no por la forma en que se manejan los conceptos o por la perspectiva en que ellos están, ni tampoco debido a intereses espúreos (pues se están perjudicando a sí mismos al decir eso). Porque efecti-vamente, falta de proteccionismo, libre empresa, au-sencia de barreras aduaneras significa, en un país en situación neocolonial como es el nuestro, el fin liso y llano de la burguesía industrial. Lo que ellos tendrían que propugnar es precisamente todo lo contrario. Por lo cual es evidente que no han recogido información al respecto o la han recibido de fuentes interesadas. Este es un tipo de ideología que tiene para nosotros especial importancia; por ejemplo, mucho de lo que se ha dis-cutido con respecto a si hay que encarar o no una in-tensa enseñanza de las ciencias básicas en Argentina, está tocando esa dificultad.

C. IV.; ¿En qué sentido puede afirmarse que discutir acerca de la enseñanza de las ciencias básicas esconde, aspectos ideológicos?

G, K.: Efectivamente, a pesar de que muchos círculos estudiantiles consideran como "cientificismo reacciona-rio" toda teoría de que la educación universitaria tiene que comenzar por centrarse en el desarrollo ele las cien-cias básicas, desde el punto de vista del desarrollo po-lítico de nuestro país la realidad muestra todo lo con-trario; el progreso de los conocimientos y de la tecnifi-cación por parte del pueblo argentino llena de alarma a los sectores neocolonialistas, que prefieren que la in-vestigación científica la hagan las metrópolis imperia-listas y sólo llegue aquí a través de los concesionarios y representantes comerciales, o al estrato latifundista de la población, que teme perder posiciones frente a secto-res más pujantes en ascenso. Por ello es que la actitud de ciertos sectores culturales y políticos evidencia un factor ideológico de falta de información, pues comba-ten lo que ya es un hecho conocido en casi todo el mun-do y que en todas partes es considerado una variable importante (aunque no única) de liberación y progre-so. Para la parte retrógrada del país, el "cientificismo" vendría a ser "insurgente" y "terrorista" en virtud de una concepción ideológica del segundo o tercer tipo. Para la parte progresista, o para algunos de sus repre-sentantes solamente (para ser más exactos), en virtud de un factor ideológico basado en falta de información, ese mismo "cientificismo" se hace reaccionario. Pero no hay que asombrarse, pues la falta de información es, por desgracia, un fenómeno bastante típico de nuestro desarrollo cultural. Esto no es una exageración: Argen-tina, aunque pueda tener en Buenos Aires y en algunas ciudades una élite que está bien informada, no es to-davía un país que pueda considerarse informado. Basta observar los órganos de la prensa para darse cuenta que el tipo de información que puede recibir el argentino

ipedio (sobre todo acerca de nuestros problemas) es bastante limitada y en general distorsionada.

Defino estos cuatro sentidos de "ideología", sin pre-tender que la lista esté cerrada, para pasar a otro aspecto del problema. Dejemos "ideología" por un mo-mento y preguntémonos por "ciencia". Podemos en-contrar aquí lo que podríamos llamar tres contextos diferentes: el contexto de descubrimiento, el de justi-ficación y el de aplicación.

C. IV.: ¿Cómo definiría esos tres contextos de la ciencia?

G. K.: Un científico puede imponerse ciertas investi-gaciones para tratar de llegar a ciertos resultados y de-bido a ello tal vez llegue a formularse ciertas hipótesis o a considerar ciertas ideas. Se supone que la forma en que se le han ocurrido esas ideas e hipótesis, como re-sultado de sus experiencias o de sus predilecciones estéticas o de encadenamiento de razonamientos, perte-nece a algo que podríamos llamar sociología, psicología y hasta política del descubrimiento científico. Pie aquí el "contexto de descubrimiento". Pero, una vez que se presentan las ideas podríamos preguntarnos: ¿esas ideas son correctas?; esas hipótesis, ¿se pueden probar o refutar? Este sería el "contexto de justificación". Re-sumiendo, el contexto de descubrimiento inquiere cómo llega a crearse la hipótesis científica, cómo llega a pre-sentarse. El contexto de justificación investiga por qué las tenemos que aceptar: por demostración o por al-guno de los métodos que ofrece la metodología. E l tercero, una vez que las hipótesis han sido aceptadas, sería el contexto de la tecnología, de la aplicación. Aquí ya no se cuestionan los procedimientos para obtener las hipótesis ni las hipótesis mismas, sino más bien cómo se pueden aplicar a cuestiones prácticas, cómo nos pue-den auxiliar a resolver problemas técnicos o sociales.

C. IV.; Tecnología e ideología implican una conjunción sospechosa . . .

G, K.: Sí, ese es efectivamente el punto central. Pero yo quiero separar estos tres aspectos parar mostrar que el problema es muy distinto en cada uno de ellos.

Tomemos primero el de justificación. Que este con-texto sea diferente del de descubrimiento es algo que a muchos llama la atención; creen que el procedimien-to por el cual a uno se le ocurre una hipótesis ya tiene de alguna manera que probarla o justificarla. Esta in-clinación proviene de haber aprendido que el método científico es un método inductivo y que a las leyes se llega por atesoramiento de un número suficientemente grande de observaciones. Es decir, las leyes científicas —de acuerdo con esta manera de pensar,—, son gene-ralizaciones de lo observado en los casos singulares y se basan en la obtención de un número suficientemente grande de éstos. Por ello, descubrir tales generalizacio-nes a partir de la observación y atesoramiento, de hechos particulares parecería coincidir con el procedi-miento para justificarlas. Todo lo cual es falso, ya que el método científico es el método hipotético deducti-vo, el método que esencialmente consiste en formular hipótesis y testearlas. Las formas por las que pueden

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El error metodológico de "autoalimeiitación"

obtenerse las hipótesis son diversas; pueden surgir por inducción, es cierto, pero también pueden surgir por analogía, o sugeridas por el fracaso de anteriores, o creando modelos; hay una cantidad enorme de méto-dos como éstos. Ciertamente, alguno de ellos no garan-tizan de ninguna manera la obtención de una buena hipótesis; por ejemplo el método preconizado por mu-chas filosofías y que en sociología y psicología todavía adoptan muchos, es el método intuitivo. Según este método, tendríamos la facultad de poder aprehender por intuición una hipótesis así como la verdad de la misma. Lo cual no es cierto; basta examinar la historia de la ciencia. Podríamos decir, parafraseando un re-frán, que el camino del infierno científico está sem-brado de buenas intuiciones. La cantidad de veces que la gente se ha equivocado en sus intuiciones científicas es grande. Admito que puede pasar —y eso desde el punto de vista de la definición de "ideología" es inte-resante— que la forma en que se origina una hipótesis ya informe un poco acerca de su verdad o no (por ejemplo, en mi opinión, si el diario La Prensa hace una hipótesis económica sobre el país, puedo inferir automáticamente que está equivocada). Pero, aún en esos casos, para estar seguros que sucede así, tenemos que detectar cuál es, por un lado, la forma en que aparece la hipótesis y por otro, establecer si hay o no verdad. Sólo entonces estaríamos autorizados a afirmar la correlación entre la forma en que la hipótesis surge y su valor informativo. (En nuestro ejemplo, debemos diferenciar el hecho de que tal o cual afirmación se origina en La Prensa •—cosa que concierne al contexto de descubrimiento— del hecho que esa afirmación no concuerda con la realidad —lo cual depende de los criterios del contexto de justificación— de manera que son dos problemas separados que sólo después pue-den juntarse para poder sustentar la afirmación de que ese diario siempre se equivoca.)

C. N.: ¿Cómo vincula los tres contextos con los factores ideológicos de los que antes habló?

G. K.: Desde el punto de vista del contexto de justifi-cación podríamos preguntarnos dónde aparece la ideo-logía. Una teoría científica consiste en las hipótesis que nuestra experiencia y razón nos sugiere, en los hechos

que se pueden deducir de ellas y en las consecuencias observacionales con las cuales la teoría es controlada y donde ella encuentra sus aplicaciones prácticas. Se pue-de ver que los factores ideológicos que aparecen son pocos y escasamente molestos.

C. N.¡ Es decir, no existirían aspectos ideológicos e« el contexto de justificación . . .

G. K.: Yo diría lo siguiente: respecto de las hipótesis, para el contexto de justificación no existe el problema de cómo se generan; las hipótesis ya están ahí y sólo resta probarlas. Un factor ideológico posible —en el primer sentido de la palabra "ideología"— es el de cómo se va a poder comunicar esa hipótesis; forjar una hipótesis en un medio donde la gente no tiene con-ceptos adecuados es inútil porque no sería posible dis-cutirlas. Pero desde el punto de vista científico ese no es un problema para el contexto de justificación. La hipótesis es aquí algo dado, de manera que lo que se necesita es, o bien la ayuda de la lógica para extraer las consecuencias observacionales, o bien lo que se lla-ma una base empírica, que es el conjunto de datos con los cuales se puede observar o controlar qué es lo que realmente pasa.

Ahora bien, los datos los dan los órganos de los sen-tidos, la práctica directa o la observación lisa y llana, como puede ocurrir con un botánico mirando la forma de las hojas, o con un químico observando el color del papel de tornasol, o utilizando instrumentos, que pue-den ser de observación, como el microscopio, o de me-dición, en cuyo caso se dice que el dato está interpre-tado a la luz de la teoría del instrumento. La base empírica, o sea el conjunto de los datos que se pueden observar directamente, puede tomarse epistemológica-mente, es decir en forma desnuda y en su pleno valor, o a la luz de alguna teoría presupuesta que constituye la razón de nuestra creencia en las mediciones o en lo instrumentalmente visto. Por ejemplo, si observamos en el microscopio, epistemológicamente lo único que podemos decir es que estamos viendo una mancha de color en el ocular; pero un biólogo diría que, presupo-niendo la óptica del microscopio, lo que vemos es una célula. Siempre se introduce en forma un tanto disi-mulada o patente alguna teoría de este tipo, que es la teoría del dato de observación.

En sociología, por ejemplo, éste es el papel de la teoría de la encuesta, que nos dice cómo se ha obtenido el dato y si realmente refleja lo que la gente cree o no cree. Es sabido que la teoría de la encuesta es muy di-fícil y controvertida. Por ejemplo, no es buen método dirigirse mediante una encuesta a las damas de Buenos Aires para hacer una investigación de mercado con el fin de averiguar qué crema para el cutis usan. Porque en general van a tener cierto tipo de reparos en de-cirlo; seguramente no van a decir la verdad. Es mucho mejor utilizar métodos disimulados, como por ejemplo que la compañía ofrezca en obsequio una crema que se dice se está promocionando, con la condición de devol-ver el pote vacío de la que están usando, para hacer luego la contabilidad sobre la cantidad de frascos ob-tenidos. Todo esto muestra que los datos a veces no pueden ser tomados por la ciencia así como están y que hay que emplear alguna presuposición sobre los factores que de alguna manera están involucrados en lo

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que se ha elegido como base empírica. Aquí es donde pueden penetrar factores ideológicos, pero son factores del primer tipo, que conciernen a la clase de teoría que se ha aceptado previamente. Y si se sabe cuáles son esas teorías y si ellas se han ya testeado a su vez, no hay ningún inconveniente en cuanto al valor objetivo del conocimiento obtenido.

C. IV.: Pero los sociólogos afirman que éste es un impor-tante factor de distorsión.

G. K.; Aunque los sociólogos digan que este factor de distorsión es bastante grande, no lo es tanto. En biología, en física, en las ciencias naturales, se reduce a problemas para los cuales no hay mucha duda, como el de ver qué color tiene una zona del espectro, el de si una aguja coincide con una señal de un dial, el de si una conexión está hecha o no, o el de si hay figuras en una pantalla de tal o cual forma, todo lo cual no presenta problemas. De manera que si bien es cierto que puede haber distorsiones ideológicas en este sen-tido particular, el primer sentido, no llegan a ser tales como para que un científico no pueda efectivamente separar la buena de la mala información. La refutación de hipótesis o el mantenimiento de buenas hipótesis, sin duda puede hacerse de este modo, no hay ningún inconveniente. Por lo cual creo que, en este aspecto, el problema de la prueba, la justificación o el rechazo en ciencia no está demasiado "contaminado".

No quiero abandonar el tema sin tocar otras dos cues-tiones. En primer lugar, hay otros factores ideológicos a considerar, en los otros sentidos de "ideología"; exis-te el peligro de que uno no vea más que cierto material observacional, sin tomar en cuenta otro, olvidando de este modo considerar aspectos importantes de carácter empírico. Por ejemplo, supongamos que queremos hacer una investigación en psiquiatría para ver cómo puede acentuarse o disminuir la neurosis de la gente en momentos de inestabilidad social. Indudablemente, si el que establece esa investigación la va a efectuar tomando mil personas del barrio de Belgrano, muchas de las hipótesis que pudo haberse planteado de ante-mano antes de hacer la investigación pueden dar un resultado que aparentemente concuerde con lo que se está observando. Pero no se le ha ocurrido ir a las villas de emergencia. Tal vez, si lo hubiera hecho, el tipo de aspectos de carácter psicológico pertinentes para su in-vestigación que allí observaría, no sería el mismo que para la clase media de Belgrano. En ese sentido, él tomó sus datos observacionales dentro de una banda estrecha del espectro; por consiguiente, lo que él pueda confir-mar o refutar a través de observaciones está distorsio-nado. Aquí es el punto donde efectivamente puede haber un error, una distorsión de carácter ideológico. Pero no es insalvable, precisamente una buena crítica metodológica demostraría que existió una delimitación equivocada de la base empírica. La objetividad y el valor de la investigación científica no se relativizan, eso es lo que vale la pena señalar.

C. N.: Dijo Ud. que se referiría a dos cuestiones, pero discutió sólo una. ¿Hay alguna otra dificultad?

G. K.: Sí, y concierne a un pecado que se comete mu-chas veces en ciencia y que, usando lenguaje ciber-

nético, podría denominarse "autoaolimentación" de una teoría. Es muy curioso que algunas personas consideren este defecto como constituyendo una característica me-ritoria. Porque si la ciencia o la teoría científica se con-trolan mediante la base empírica es totalmente inadmi-sible que los datos de ésta se tomen interpretados a la luz de la propia teoría que se está queriendo testear o controlar, pues se llega al círculo vicioso de hacer sus-tentar el valor de las hipótesis en los hechos empíricos, pero éstos a su vez se valoran con el auxilio de las mismas hipótesis de las que estamos dudando.

El dato observacional, el que nos ofrece la experien-cia, la experimentación o la investigación controlada y sistemática, es lo que permite corroborar o descartar teorías; si ese dato a su vez es recogido mediante ins-trumentos de observación o presuposiciones teóricas, es importante darse cuenta que la teoría con la cual se está interpretando la observación no debe ser la misma que la que se está testeando. Por ejemplo, si quiero testear una teoría psicoanalítica, para ver si es verdad que ocurren ciertos tipos de estados internos en algu-nos procesos psíquicos o durante el desarrollo de una enfermedad y resulta que para ver si es así observo la conducta de los enfermos, pero no la describo a ojo desnudo sino que interpreto lo que estoy viendo en los pacientes con el lenguaje de esa misma teoría analítica y con las mismas presuposiciones de las que ella parte, entonces no pruebo realmente nada. No ignoro que en Francia son muchos los que creen —especialmente los seguidores de Bachelard y Althuser— que éste es pre-cisamente el rasgo definitorio que permite caracterizar el método científico (creación de su propia base em-pírica, delimitada por la interpretación que hacen sus propias hipótesis); si tuvieran razón no cabría la menor duda de que los factores ideológicos corrompen la obje-tividad de la ciencia. Pero esto resulta de una total incomprensión del método científico y creo no equivo-carme al juzgar que estamos frente a una verdadera calamidad histórica, de índole cultural, que va a causar mucho daño y que descansa en un error metodológico casi infantil.

C. 2V.: ¿Podría darnos un ejemplo de ese error metodo-lógico?

G.K.: Es el error con el que tropecé una vez leyendo un texto de física, en el que se afirmaba que la ley de Boyle y Mariotte es una ley empírica que puede sus-tentarse en observaciones de carácter experimental (lo cual es correcto), pero luego indicaba que las pre-siones se leían utilizando un manómetro en " U " que, como se sabe, presupone la ley de Boyle y Mariot te . Este es un error que se comete muy frecuentemente en sociología y en política. Sin duda, puede haber razones ideológicas que lleven a caer en ese error. Pero no es un error inevitable ni mucho menos un rasgo distintivo del método científico. Es perfectamente superable.

C. IV.: ¿Le da Ud. igual importancia a estas dos difi-cultades?

G. K.: Creo que de los dos problemas que acabamos ele discutir, el de delimitación parcial de la base empírica y el del círculo vicioso intrínseco en la lectura de la base empírica, el verdaderamente importante como fac-

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Los científicos y el cambio social

tor ideológico que compromete la objetividad de las teorías científicas es el primero (mientras que el se-gundo es un tipo de chapucería que con un poco de prudencia metodológica nadie cometería). Por ejemplo, creo que muchas de las limitaciones de la psiquiatría norteamericana contemporánea se originan en tomar como indicadores de salud mental factores insuficientes y discutibles como la capacidad de ascender en cate-goría y status social. Hipótesis testeadas con datos em-píricos tan parciales no inspiran mucha confianza.

C. N.: Entonces ¿cuál es la importancia que Ud. final-mente da a la ideología en el contexto de justificación?

G. K.: Resumiendo, no encuentro aspectos ideológicos que afecten la objetividad del conocimiento, desde el punto de vista del contexto de justificación. La crítica epistemológica puede eliminar errores metodológicos como los que acabamos de examinar. Los que piensan que de todas maneras hay un componente ideológico de naturaleza lógica que relativiza el conocimiento humano (y, en particular, el científico) caen en un círculo vicio-so, ya que la tesis misma no poseería verdad absoluta si-no relativa, y entonces ya no es interesante (salvo si, al f in y al cabo, la tesis fuera absolutamente cierta, en cuyo caso eso indicaría que hay conocimiento absoluto y que el relativismo es falso y autocontradictorio). Es como la tesis del escéptico absoluto: si el conocimiento es imposible, eso vale en particular para el de la ver-dad de las afirmaciones que él hace, y para su propia posición escéptica. Pero, como dice graciosamente An-tonio Machado por la boca de una de sus personajes, la gracia del escéptico absoluto es que ningún razona-miento le convence.

Aquí podríamos dejar el problema del contexto de justificación y con esto dar por fundamentado por qué pienso que no es justa la posición que considera que, debido a factores ideológicos, la ciencia no es objetiva. Creo que la ciencia es objetiva, que nos da conocimien-to y que la expansión de ese conocimiento es incluso importante arma política porque permite mostrar obje-tivamente la diferencia que hay entre buenas y malas políticas y entre justicias e injusticias, de modo que tomando los mismos argumentos que emplean algunos

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sectores "ideológicos", diría que hay un cierto carácter reaccionario en las posiciones contrarias a la concep-ción "objetivista" de la ciencia.

C. N.: ¿Qué ocurre con los otros dos contextos que antes definió?

G. K.: Vayamos ahora al contexto de descubrimiento. Ahora sí que hay que reconocer la existencia de facto-res de carácter ideológico de todo tipo que pueden estorbar el desarrollo de la ciencia en un país, por ejemplo, el nuestro. Y esto por muchas razones. Pues, si uno se pregunta de dónde puede originarse una hi-pótesis, se ve que puede venir sugerida por investiga-ciones análogas que se han hecho en otro lugar, por modas, por apreciaciones acerca del alcance y valor de un tipo de estudio (como en el caso de varios mate-máticos argentinos —confieso que en su momento fui uno de ellos— que piensan que la verdadera matemá-tica es la pura y que no debe contaminarse con las aplicaciones prácticas o técnicas porque eso distorsiona su verdadera esencia), o por un tipo de experiencia que no es típica de nuestro medio. Aquí surge toda una serie de posibilidades que sería largo detallar, pero en todas ellas la formación de hipótesis parece involucrar ingredientes ideológicos de toda clase. En el caso de las modas, v. g., lo que está presente es la ideología del primer tipo, o sea la manera en que uno recibe sus conceptos y sus presuposiciones a través de los maes-tros, colegas, etc. Puede haber factores ideológicos del segundo o cuarto tipo, que atañen a lo que es posible o no concebir por estar ubicados en un determinado momento histórico; evidentemente, en el siglo de la cibernética podemos pensar de una manera que en el siglo xix hubiera sido imposible, en lo que atañe a ciertos problemas políticos o sociológicos. Por otra par-te, en cuanto a la ideología en el tercer sentido, es claro que puede suceder que haya razones espúreas en admitir o no ciertas hipótesis. Si con determinadas hi-pótesis un terapeuta va a ganar más dinero que con otras, quizá prefiera aquéllas, porque le puede garan-tizar una profesión mucho más remunerativa.

Desgraciadamente, este es uno de los cargos que se han hecho a muchas terapias de carácter psiquiátrico.

C. N.í ¿Nos puede dar otros ejemplos?

G. K.: A fines del siglo pasado, en Italia, Alemania, Inglaterra se pensaba que un matemático tenía funda-mentalmente que investigar geometría proyectiva. La geometría proyectiva, una forma muy elaborada de la geometría tradicional, presenta problemas dificul-tosos y muchos de los mejores cerebros de entonces, Cayley por ejemplo, se pasaron años enteros estudian-do propiedades de las curvas cuárticas. Después, eso no sirvió absolutamente para nada, era la moda, como en otro momento lo fue en Estados Unidos la mate-mática pura de tipo axiomático y ahora lo será la teoría de las categorías.

Volvamos ahora al factor sociología del conocimien-to. Desde el punto de vista de un país en el cual hay intereses en puja, como lo es el nuestro, es mucho menos peligroso dedicarse al álgebra abstracta que con-sagrarse al estudio del cálculo numérico, por ejemplo.

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Pues el cálculo numérico toca intereses que atañen a compañías que importan máquinas, mientras que el álgebra abstracta apenas si afecta a editoriales que pu-blican textos matemáticos.

Algunas empresas no han hecho absolutamente nada para tratar de apropiarse de la carrera de matemática pura en la Facultad de Ciencias Exactas de Buenos Aires, pero sí en cambio se posesionaron de la carrera de computador científico, cambiándola de una carrera primitivamente destinada a formar matemáticos apli-cados de muy alto nivel, no sólo en computación sino en todos los campos del cálculo numérico, en otra que sólo intenta formar un tipo de individuo que pueda conocer al dedillo algunas técnicas de programación y algunos catálogos de máquinas, ya que esto es lo único que les interesa a estas compañías. Indudablemente, ellas no van a fomentar la enseñanza de cierto tipo de cosas que reservan para su central metropolitana ex-tranjera y no para la colonia que consideran que somos. Esto se repite constantemente; recordemos cuando Phi-lips cerró sus labotarios en Argentina el mismo día que terminó la Segunda Guerra Mundial, al tiempo que se reabrían los de La Haya: así se acabaron las inves-tigaciones de Philips en nuestro país. Es indudable que cuando hay intereses extranjeros de por medio, el científico puede aquí ser considerado meramente como un individuo que sólo debe llevar a cabo algunas apre-ciaciones tecnológicas.

C. IV.: Esto significa, efectivamente, la presencia de al-gunos tipos de ideología perturbando el proceso de ob-tención de hipótesis. ¿Y los otros tipos?

G. K.: Otro punto, el de la ideología en sentido es-púreo, queda bastante ilustrado recordando la visita que alguna vez nos hizo un experto de la FAO que vino a hacer investigaciones sobre nuestros problemas pesqueros. El individuo, un simpático especialista de nacionalidad japonesa, terminó informando que no había ninguna necesidad de preocupamos por cues-tiones que atañen a la explotación de nuestras riquezas ictiológicas, pues somos uno de los países más ricos del mundo en proteínas de ganado. Pero después resultó ser que ese individuo era funcionario de una empresa pesquera japonesa que posee gran cantidad de barcos operando en mares territoriales diversos, entre ellos el nuestro. Finalmente, está el problema de la falta de información o el de la falta de adecuación de ciertas técnicas del extranjero a las necesidades locales, aunque esto corresponde más bien al contexto de aplicación de la ciencia.

En cuanto a esto, que toca a la enseñanza de las ciencias, a la formación de investigadores en el país, a los tipos de estrategia que los científicos tienen que adoptar para poder hacer aquí algo útil, el problema ideológico es muy importante. Argentina, como toda Sudamérica, es un país en cambio que por muchos ca-minos imprevistos, rápidos o lentos, va a cambiar sus estructuras y muy probablemente las va a mejorar, in-fluyendo en ellas con mayor autonomía. Pienso enton-ces en el tercer contexto, el que atañe a aquellas per-sonas que deben aplicar la ciencia a algo o encontrar la solución de problemas prácticos, técnicos o social-mente^ urgentes. Tengo que decir que no estoy en una posición tan extrema o escéptica como la de mi amigo

Oscar Varsavsky respecto de hasta dónde se puede hacer algo útil en este sentido en países neo-coloniales como el nuestro. Aclaro que no soy un "desarrollista" ingenuo que cae en los extremos de afirmar que el pro- „ greso autónomo de la ciencia garantiza de por sí líber- : tad, bienestar y prosperidad. Cualquiera que conozca ! ' § un poco de sociología sabe que esto no es cierto. Hasta i ó aquí estoy de acuerdo con Varsavsky; pero pienso que • £ de todos modos la actividad de los científicos puede ; ser muy significativa desde este punto de vista. i . «

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C. N.: ¿Y qué es lo que puede hacerse? i *c

G.K.; El cambio social en Argentina va a requerir téc-nicos y científicos para organizar y llevar a cabo los , nuevos programas. Pero, aún antes, ahora mismo, ne-cesitamos que señalen los errores que se están come-tiendo en nuestro país y a sus autores.

La tarea de recopilar información, para denunciar las ^ mistificaciones y las calamidades a las que conducen, sólo la pueden hacer los científicos; por desgracia no la cumplen suficientemente. Los errores e injusticias que se cometen en el campo de la edafología, en la uti- q lización del riego, en la conservación de los bosques, en el planeamiento del transporte, en lo relativo a la con-taminación, en la pérdida de especies por usos inade-cuados de insecticidas, etc., o algunos aciertos, como pueden ser, por ejemplo, algunos descubrimientos rea-lizados por personal del INTA, son cosas que deben trascender y esta es una primera tarea que aquí sólo pueden hacer los científicos.

C. IV.: ¿Ve usted otras tareas para nuestros científicos?

G. K.: Otra tarea puede ser, efectivamente, la de con-tribuir al cambio social. Aquí el científico deberá dar las indicaciones "tecnológicas" acerca de cómo se puede contribuir a ese cambio.

Pero además está el problema —al que aludimos antes— de cómo llevar a cabo los programas económi-cos, tecnológicos, sociales y educacionales involucrados por un cambio social. En este momento habrá que dejarse de declamar "slogans" políticos y se tendrá que alcanzar soluciones. Los problemas de una sociedad contemporánea son muy complicados y solamente ver-daderos especialistas pueden resolverlos. Aquí, otra vez, nos encontramos, con un papel que toca desempe-ñar a los científicos. Tengo la impresión de que muchos dirigentes políticos no ven claro al respecto, y confían en una especie de Divina Providencia para solucionar los problemas que se presentan en una coyuntura. Al-gunas de las formas de esa Divina Providencia no me satisfacen de modo alguno. Por ejemplo, creo que im-portar técnicos y científicos de otros países no es buena táctica. El motivo es que ellos, o bien provienen de países de concepciones sociales y políticas diferentes, en cuyo caso los factores ideológicos del segundo o tercer tipo harían intrusión, o bien se intentaría trasplantar soluciones ajenas a nuestro medio y a nuestras condi-ciones de contorno (lo cual es una forma de cometer el error metodológico de tomar como bien testeadas hipó-tesis que sólo han sido investigadas en una base em-pírica diferente o parcial). Lo 'mejor es poseer para ese momento nuestros propios científicos e investiga-dores. Y éstos deberán ser personas que configuren una

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A c t i v i r f » a científica y a c t i v i d ^ * 1 política

alta e f i c a c i a en cuanto a conocimientos, con una visión clara y n a d a egoísta de su misión en un orden social jus to . P o r ello pienso que cierto tipo de "anticientifi-c i s m o ' ' e s reaccionario también en este sentido. Los m o v i m i e n t o s políticos deben ser conscientes del papel de la c i e n c i a y deben preocuparse por la calidad de sus e q u i p o s d e investigadores y estudiosos.

C . N . : ¿ C u á l es entonces la verdadera dificultad "ideoló-g i c a " e n c i e n c i a ?

G.K.; C r e o , para resumir, en tres tipos de actividad para c i e n t í f i c o s e investigadores que atañen a su res-p o n s a b i l i d a d social y en los que los factores ideológicos i n t e r v i e n e n de manera esencial. La primera es su papel de v i g i l a n t e s científicos para descubrir las fallas socia-les y t e c n o l ó g i c a s actuales y también su papel de denun-c i a n t e s n o temerosos. La segunda consiste en estudiar las c a r a c t e r í s t i c a s , condiciones y factibilidad de un cam-bio s o c i a l así como los procedimientos técnicos para l o g r a r l o . La tercera se relaciona con los problemas a r e s o l v e r luego del cambio y acabamos de discutirla en d e t a l l e . P e r o , para que toda esta actividad pueda tener é x i t o , e s preciso que se cumpla una condición y es la n e c e s i d a d de poseer buenos conocimientos y estudiar e i n v e s t i g a r con calidad. Por ello, el deterioro de nues-tra e d u c a c i ó n superior y de nuestros consejos de inves-t i g a c i o n e s no constituyen meros accidentes políticos; son v e r d a d e r a s puñaladas políticas atestadas contra el p o r v e n i r de nuestro país. Por ello es que insisto, y per-d o n e n c j u e lo mencione una vez más, en el carácter r e a c c i o n a r i o de cierto "anticientificismo".

L a s preocupaciones por la introducción de factores i d e o l ó g i c o s en ciencia no deben dirigirse a socavar la " o b j e t i v i d a d " de ésta, sino más bien a señalar el mal e m p l e o q u e de ella hacen gobierno y grupos de poder, 0 t a m t s l é n a indicar las deficiencias de los movimientos p o l í t i c o s en lo que hace a los tres tipos de actividad ya a l u d i d a s .

De paso sea dicho, creo que se ha comprendido mal el papel de las ciencias básicas en las carreras cientí-ficas y profesionales de países subdesarrollados o en desarrollo. Actualmente, además de equipos interdisci-plinarios, se necesitan científicos con una visión muy amplia de la estructura de la ciencia básica contempp-ránea. Por ello, con relación a las tres actividades ya discutidas —especialmente la tercera— se necesita una preparación especial e intensa que anteceda a tareas especiales o profesionales. En la Segunda Guerra Mun-dial, graves problemas inesperados no fueron resueltos por simples especialistas sino por personalidades amplias como las de Wiener o de von Neumann, por ejemplo. Si. el ejército y la marina de Estados Unidos subvencionan investigaciones sobre axiomática del álgebra abstracta, no es "por el honor del espíritu humano" (como creía Jaco-bi que se debía justificar el estudio de la matemática) sino porque saben que problemas muy concretos serán finalmente resueltos por investigadores con una visión muy amplia y general adquirida en el campo de las cien-cias básicas.

Completemos lo anterior con una reflexión pesimista que concierne a una clase de personas que desarrollan su actividad científica con la misma despreocupación con que podrían vender soda o cocaína, si ello garan-tiza un empleo. Estos serían los burócratas científicos, contra los cuales dirigen con razón sus dardos los "an-ticientificistas".

Tengo la convicción de que los cambios sociales en Rusia, en la India, en Japón, en Latinoamérica pueden ser de gran brusquedad, pero que a los burócratas no los toca, quedan siempre en el mismo lugar. Eso ha pasado reiteradamente y con toda evidencia en nuestro país: pueden acaecer cambios sociales y políticos, "re-voluciones" y cuartelazos, y vamos a encontrar casi siempre a los mismos individuos en las mismas ofici-nas. Ahora bien, yo no creo que haya que boicotear a los burócratas porque sean burócratas del gobierno de hoy, porque estos mismos señores van a ser casi segu-ramente los burócratas del cambio social. Quizá lo más inteligente sea planear las cosas para lograr que esos señores estén suficientemente informados como para que no entorpezcan el nuevo estado de cosas por in-competencia

C. N.: Entonces, ¿cómo debe organizar su actividad un científico argentino consciente de su papel social?

G. K.: Si se me pregunta acerca de la responsabilidad social del científico, y si el caso del burócrata es exclui-do, pienso que el ideal podría quedar representado ac-tualmente y en nuestro medio por algo así como una persona que dedica el cincuenta por ciento de su tiem-po para las ciencias básicas y para su investigación como científico, pero que consagra el otro cincuenta por cien-to a obtener información de otro tipo, como es saber qué problemas nacionales existen, cómo se han resuelto y cómo se podría hacer para que sean enfocados de otra manera en este momento o en un estado de cosas diferente. Es decir, qué hacer con el problema antes, después y durante el cambio. En este sentido creo que hay una labor muy grande que cumplir, lo cual no im-plica de ninguna manera el abandono de la labor di-dáctica ni el de la actividad científica; por el contrario pienso que un científico encuentra un lugar apropiado

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para su papel social precisamente en sus tareas, no en una torre de marfil o apartado del medio cultural, po-lítico y técnico.

C. N.: ¿Qué relación ve usted entre actividad científica y actividad política?

G. K.: En aquella conferencia me hicieron una pregun-ta similar y además me preguntaron si la labor militan-te de carácter político debe estar consustanciada con la actividad científica misma. Yo no he penetrado en este tipo de problemas pero, en primera instancia, ten-go la impresión de que esto no ofrece beneficios cien-tíficos ni políticos.

Creo que los cambios políticos que la historia nos ofrece no han sido realizados por científicos en cuanto científicos ni por intelectuales ,en función de tales. Y esto es quizá más válido en nuestros tiempos, en los que una protesta o una estrategia puede ser delineada mucho más claramente por un obrero que por un in-telectual.

De modo tal que no veo el papel político como un rol especial a desempeñar por intelectuales por el he-cho de ser intelectuales. Pienso que una cosa es la ac-ción política y otra la acción científica. Son concep-tos y tareas que no deben confundirse. Pienso que la acción política es algo que un científico, en cuanto persona y ciudadano, debe realizar, bien y mucho. Pien-so también que para los científicos hay una acción de carácter ideológico que sí puede estar plenamente jus-tificada en un país como el nuestro. Es la que puede resumirse así: un científico debe saber qué es lo que pasa en su país, los errores que se cometieron, debe estudiar las condiciones del cambio social y discutirlas científicamente ya que, por desgracia, mucho de lo que se llama "la aspiración al cambio social" en nuestro medio suena más bien a música romántica que a algo que se sepa cómo y cuándo hacer. Yo he visto en mul-titud de ocasiones improvisaciones para hacer algo en lo político que desde el punto de vista sociológico se sabía bien que era ineficaz, esporádico, sin efecto posi-tivo duradero alguno.

C. A/.: ¿Quiere agregar algo respecto del problema del papel de la ideología en ciencia?

G. K.: Volviendo a "ideología", creo que no es un obstáculo para la objetividad, exactitud y justificación del conocimiento científico. Sí lo es en cuanto a su di-fusión, enseñanza o en el contexto de aplicación, en relación con sus aplicaciones tecnológicas. Para decirlo brutalmente, no hay factores ideológicos que distorsio-nen nuestro conocimiento de las propiedades del na-palm, ni-el de las razones que motivan que esta sus-tancia se arroje sobre poblaciones civiles. Pero sí hay razones ideológicas para que la enseñanza de la socio-logía oculte estos hechos, o no proporcione armas para comprenderlos e impedirlos.

C. N.í ¿Puede existir una "ciencia nacional"?

G, K.: Respecto de la llamada "ciencia nacional" —de-nominación que comienza a ponerse de moda con las mismas ambigüedades que "ideología" y "cientificis--m o " — me parece conveniente hacer una distinción. Sí por tal ciencia se entiende métodos especiales para di-señar investigaciones, "testear teorías" o deducir con-clusiones a partir de premisas, métodos que correpon-dan a nuestra idiosincracia y a nuestro "ser nacional", entonces la idea me parece absurda —como sería decir que el ajedrez es más criollo que el ludo porque em-plea la palabra "mate" . Y no sólo absurda sino peligro-sa, como los delirios de Hitler definiendo una "ciencia" alemana. Pero si "ciencia nacional" quiere decir una toma de conciencia acerca de nuestros problemas ar-gentinos, el estudio de técnicas para resolverlos, el detectar hipótesis y teorías que puedan auxiliarnos, el ordenamiento racional de nuestra enseñanza, etc., entonces la idea que esa denominación expresa coin-cide con la caracterización del triple tipo de tareas que creo debe realizar un científico en nuestro medio, si no es un indiferente o no ha vendido su alma al diablo (que suele venir disfrazado de empresa foránea o de ideología transplantada). O

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Fisiología del record deportivo Roger Bannister Publicado por cortesía de Science Journal.

La provisión de oxígeno a los músculos es de vital impor-tancia para la performance atlética. Los métodos moder-nos de entrenamiento pue-den aumentarla en un cente-nar de veces y si los atletas comenzaran su entrenamien-to en la adolescencia, se po-drían superar muchos re-cords mundiales.

Roger Bannister, el primer hombre que corrió una milla en menos de cuatro minutos, es Neurólogo Consultor en tres hospitales de Londres y Jefe del Comité de Investigación del Consejo de Deportes del Gobierno. Es especialista en enfermedades cerebrovasculares y en fisiología del deporte.

El interés humano en batir records es universal y no parece demasiado relevante que esos records sean es-tablecidos por aviones, automóviles u hombres. Cuando intervienen las máquinas, los records sólo pueden alcanzarse con superación tecnológi-ca pero en el caso del hombre los factores que limitan los records con-ciernen principalmente a la mente y a los músculos humanos. Eloy me encuentro lo suficientemente aleja-do de la actividad deportiva para haber olvidado algo de lo que signi-fica intentar batir records en pista, pero quizá no lo suficiente como para dejar de observar con creciente interés sus aspectos científicos.

Ha habido una gran dosis de es-peculación en lo que respecta a la importancia del físico en la perfor-mance atlética. Hipócrates fue uno de los primeros en estudiar el físico humano, clasificándolo en Habitas phthisicus y Habitas apoplecticus —una tendencia a la tuberculosis y una tendencia a enfermedades vascu-lares. En 1940 W. Sheldon introdu-jo en Estados Unidos una manera de medir los extremos del físico de acuerdo a tres tipos básicos. El indi-viduo endomorfo tiene un físico con el máximo grado de obesidad, el me-somorfo el máximo grado de desa-rrollo muscular y el ectomorfo el máximo grado de delgadez. La fi-gura 1 muestra una representación triangular de estas variantes del fí-sico, con el endomorfo —la perso-na representada numéricamente por 711— con el máximo de 7 compo-nentes de endomorfismo, el mínimo de 1 componente de mesomorfismo y 1 componente de ectomorfismo, en el extremo inferior izquierdo. El extremo mesomorfo está representa-do por 171 y el ectomorfo por 117.

La figura 2 ilustra la distribución

del físico entre una población nor-mal. El punto central es el número 444 y la mayoría de los individuos se concentran alrededor de este pun-to. En el segundo diagrama se mues-tran los resultados de una parte del estudio realizado por el Dr. J. M. Tanner, del Instituto de Salud del Niño, en Londres, sobre un gran nú-mero de atletas olímpicos. Todos los tipos de físico de ajletas están ubi-cados en la parte superior derecha de este triángulo; ellos tienen un alto componente de mesomorfismo y de ectomorfismo. En realidad, los sprinters son más bien mesomórfi-cos, mientras que los corredores pe-destres de largo aliento son algo más delgados, tienen que transportar menos peso en relación a su poten-cia y están más apartados hacia el polo ectomórfico. Sólo los nadadores pueden realmente conservar un alto grado de endomorfismo porque el agua soporta el exceso de peso.

¿Qué importancia tiene el físico? Por supuesto, un atleta no puede ignorar su tipo somático y tiene que elegir la especialidad apropiada, pero hay especialidades atléticas adecua-das a la mayoría de los tipos físicos.

Si bien el efecto del físico es im-portante, puedo afirmar que atletas con grandes diferencias físicas son igualmente aptos para alcanzar des-tacables grados de éxito en una com-petencia individual. Antes de la gue-rra, el poseedor del record mundial para la milla fue Sydney Wooderson. Medía sólo 1,70 metros de estatura y sin embargo era capaz de correr tan rápido como Arthur Wint, un corredor de 1,93 metros. Es eviden-te que otros factores pueden ser más importantes que el físico.

Esos factores son aquellos rela-cionados con la fisiología. El mejor camino para empezar a analizarlos es

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El c o n s u m o de ox ígeno

D u r a n t e la carrera , el t i empo para que el oxígeno sea t r anspor tado a través de los pu lmones , desde el aire exter ior hasta los músculos, es insuficiente. La sangre emplea 15 segundos en circular y como en los 100 met ros llanos la competencia finaliza den t ro de los 10 segundos, es evidente q u e el oxígeno aspirado du-ran te la carre ta no llegará a los músculos . E l spr int es, por lo tanto , una demost rac ión exhuhe ran t e y ex-travagante d e consumo de energía,

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con un re in tegro poster ior del dé-ficit en el cual el ox ígeno es absor-bido d u r a n t e un cons iderable perío-do de t i empo después del esfuerzo. Así, el fac tor l imi ta t ivo en este t ipo de carrera es una cual idad intrínseca del músculo: la velocidad innata con que el atleta puede mover sus pier-nas. Existe también la cuest ión del t i empo ref lejo, es decir la velocidad a la cual un atleta puede reaccionar a la o rden de largada. T o d o estos factores pueden ser mejorados pero sólo de manera relat iva, ya q u e son pr inc ipa lmente innatos . Es te es el mot ivo por el cual ios sprinters esen-cialmente " n a c e n " y no se " h a c e n " . F recuen temente , cor rerán t an to me-jor cuando más t emprano comiencen, por e jemplo a los 16. 17 o 18 años; el margen d e per fecc ionamiento con la edad y con la experiencia no es de m a s i a d o grande.

En los es tudios realizados en el De-pa r t amento de Fisiología, en O x f o r d , el atleta corre sobre una cinta sinfín cuya pend ien te y velocidad pueden modif icarse para produc i r el grado de exigencia requer ido en su traba-jo. E l aire aspirado puede regularse

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Existen varios factores involucra-dos en el transporte del oxígeno del aire a los músculos. Primero el oxí-geno debe ser introducido en los pulmones y se puede mejorar la efi-ciencia de este mecanismo. Luego el oxígeno debe atravesar una delgada membrana, de sólo una célula de es-pe oí cntu 1< ti e' ili s \ lo-, ¡pi l i e i - pv.i mentó h 1 i en < 11 b i v a n i m i l Dr | f t iti h n most i l lo cj e p ti i tlt i n \ J e l 1

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I m o de los mas des t acados expo-nentes de este t ipo d e e n t r e n a m i e n t o f u e el br i l lante c o r r e d o r Ern.il Z a t o -pek quien, solía co r r e r a l r ededor d e 40 cuartos de milla, con u n c o r t o descanso cada vez, Z a t o p e k c o n t ó a otros atletas q u e en u n a ocas ión ha-bía corr ido aún más y que l o h a b í a hecho calzando bo t a s mil i tares . D u -rante un t i empo , b u e n a pa r t e de los atletas padecieron d e llagas y am-pollas por t r a t a r de imi ta r a Z a t o p e k .

G r a d u a l m e n t e , el pe r íodo d e t iem-po en el cual los a t le tas p o d í a n en-trenarse por es te m é t o d o f u e incre-mentado. J im R y u n , quien t en ía 2 0 años cuando es tab lec ió el ac tua l re-cord mundial para la milla, e s t u v o corr iendo los cua t ros ú l t imos años casi tres horas por d ía , en d o s y a veces has ta t res sesiones d ia r ias . Uno se p regun ta c ó m o alguien pue-de dedicar todo este t i empo a ent re-narse v- a hacer t amb ién a lguna o t r a cosa. El g rado de especialzación ne-cesaria para alcanzar un record m u n -dial plantea un p rob lema e x t r e m a d a -mente difícil.

¿Cuáles son los l ímites en las carre-ras a media d i s t anc ia? T e n i e n d o en enema los factores f is iológicos q u e he menc ionado , p o d r í a dec i r con certeza y desde el p u n t o d e v i s ta f i-siológico que la india podrá correr -se en t res minu tos y medio aproxi -madamente , a u n q u e Heve t r e i n t a o cuarenta años alcanzarlo. F.I t i e m p o de e n t r e n a m i e n t o t endrá q u e aumen-tar v p robab l emen te los a t l e t as ten-drán que comenzar lo en la adoles-

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Figura 1. El físico puede clasificarse en tres tipos básicos (arriba). Endomorfismó es el máximo grado de obesidad, mesomorfismo el máximo grado de desarrollo muscular y ectomorfismo el máximo grado de delgadez. El físico de un individuo puede representarse numéricamente por el número de componentes de cada tipo básico. El extremo endotnorfo, por ejemplo, está representado por 711; el punto central por 444 y en una población normal la mayoría de los individuos se concentran alrededor de este punto. Figura 2 (derecha). Los atletas poseen altos componentes de mesomorfismo y ectomorfismo.

cencía, antes que su físico esté for-mado; en otras palabras se deberá explotar la influencia de la falta in-termitente de oxígeno antes que los pulmones y el corazón terminen de crecer. Siempre se ha pensado que los escolares no deben incurrir en entrenamientos severos, pero yo opi-no que este concepto puede no ser verdadero.

Los riesgos de la maratón

Para el caso de competencias a dis-tancias aún mayores influyen otros factores. Durante la maratón, una carrera de 42 kilómetros (42,15 ki-lómetros es la distancia de Maratón a Atenas) la provisión de oxígeno a los músculos se agota. La fuente de energía es la glucosa y se ha obser-vado que al finalizar la maratón los corredores entran a veces en estado de colapso y su nivel de azúcar en la sangre baja considerablemente. Pero interviene un segundo factor, puesto en evidencia mediante expe-rimentos realizados nuevamente en colaboración con el Dr. Cotes. Nos-otros los emprendimos en 1961, jus-tamente antes de los Juegos Impe-riales de Cardiff, cuando se sugirió que la maratón podría correrse al calor del día y tratamos de señalar que esto podía ser poco sensato.

Los atletas hicieron ejercicio en una cinta sinfin a dos niveles dife-rentes de temperatura ambiente. Aunque la mayor no era excesiva, después de 15 minutos de ejercicio

la temperatura del cuerpo de los atle-tas comenzó a superar la alcanzada en el ambiente más fresco. Era ob-vio que el control que la temperatu-ra del cuerpo se vio afectado por el medio ambiente caluroso y el atleta debió detener el ejercicio 5 minutos antes que en el ambiente más fresco, en el punto en el que la temperatura del cuerpo correspondía más o me-nos a 40°C. Esto estaba muy cerca del límite en el que se manifiesta la hiperpirexia (40,6°C). En este pun-to se entra en un círculo vicioso, por ser mayor la producción endógena de calor dentro de los músculos que la velocidad de disipasión del calor por conducción, radiación y evapo-ración del sudor. Hay casos de atle-tas en que han alcanzado este grado de hiperpirexia en maratón y sería muy imprudente que cualquier com-petencia atlética de esa duración, se realice en un medio ambiente muy caldeado.

Algunos pueden recordar las foto-grafías y películas del final de la ma-ratón en los Juegos- Imperiales de Vancouver, en 1954, cuando Jim Pe-ters —un gran corredor de mara-tón— alcanzó el tramo final casi en completo estado de colapso. Se tam-baleó por la pista, sin real concien-cia de lo que estaba haciendo, hasta que las autoridades organizadoras comprendieron la situación y en su propio beneficio —yo pienso que en beneficio de todo el deporte— resol-vieron retirarlo de la pista. Aunque más tarde se recuperó en un hospi-tal, temo que una situación como esta sea potencialmente peligrosa.

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Los estimulantes

El uso de drogas debería mencionar-se como otro de los factores que pue-den intervenir en el rendimiento de un atleta. No hay evidencias sufi-cientes sobre el uso de estimulantes, por supuesto, en relación a compe-tencias atléticas corrientes y los po-cos experimentos controlados cientí-ficamente usando drogas tales como anfetamina, aniital y placebos, han sido en general poco concluyen tes. Hubo una serie de experimentos rea-lizados por el profesor Beecher en Harvard, en los cuales los atletas fueron sometidos a pruebas cuyos tiempos fueron medidos, normaliza-dos y estadísticamente analizados. .Parece que cuando un atleta supone que una tableta contiene un estimu-lante rinde mucho mejor, aunque la tableta sea un placebo. Pero esta falta de efecto verdadero no puede aplicarse a competencias extremada-mente prolongadas y hace unos años ha habido casos, en competencias internacionales —particularmente ci-clísticas— en las que se ha probado el uso de drogas. Actualmente se rea-lizan tests para prevenir esta infrac ción a las ieyes atléticas y morales.

Yo pienso que la mayoría de los atletas concuerdan en que además de estar contra la moral es una ver-dadera locura creer que de esa ma-nera el rendimiento puede ser sus-tancialmente mejorado. Los atletas deben competir en muchas ocasio-nes y tienen que ser capaces de ha-cerlo con sus propios recursos físi-cos y mentales. En un sentido edu-cativo, el aumento de un autocono-cimiento de este tipo es una de las funciones más útiles en el deporte.

Yo creo que la diferencia de per-formance entre atletas no sólo se debe a diferencias en el físico, en la capacidad cardíaca o en la de trans-ferir oxígeno. Se debe mas a la fa-cultad para el ejercicio mental, que es sobre todo innata y que trae apa-rejada la capacidad de sobreponerse e ignorar la molestia y el dolor en el cerebro y en los músculos causados por la falta de oxígeno. Aunque los límites fisiológicos y circulatorios del ejercicio muscular pueden ser importantes, hay factores psicológi-cos que exceden el alcance de la fi-siología y que establecen ese filo de una navaja que separa la derrota de la victoria y determina cuan cerca puede llegar un atleta de los límites absolutos de su rendimiento.

Esta relación mente-cuerpo es muy difícil de entender y posiblemente pueda ilustrarla con una anécdota que se cuenta sobre Zatopek. En los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1948, Zatopek corría su primera ma-ratón habiendo ya ganado las carre-ras^de 5.000 y 10.000 metros. Des-pués de haber corrido unos 16 ki-lómetros estaba detrás del especia-lista inglés Peters y en su muy buen inglés Zatopek le dijo: "Disculpe Peters, yo no he corrido una mara-tón antes pero ¿no deberíamos estar corriendo un poco más ligero?" Pe-ters continúo corriendo otros 200 ó 300 metros a su velocidad normal y luego fue vencido por un tremendo cansancio. Zatopek aumentó su ve-locidad, aunque no por mucho tiem-po y fue capaz de continuar y ganar la competencia cómodamente.

Altura: ¿una barrera insalvable?

La decisión de realizar los últimos Juegos Olímpicos en Ciudad de Mé-xico a 2.250 metros sobre el nivel del mar, fue sorprendente. Pienso que las consecuencias de realizar los juegos a tal altitud, donde la presión atmosférica está reducida en un cuar-to, son bastante obvias por lo pun-tualizado hasta ahora. En todas las competencias que superan los 200 metros, el rendimiento depende de la capacidad del atleta para trans-portar oxígeno a sus músculos y si la cantidad de oxígeno en el aire ex-terior es reducida, es obvio que la performance sufre sus consecuencias.

El efecto de la altura varía con la distancia de la carrera. Por ejemplo, en una competencia de 800 metros, siendo que la reducción en oxígeno estaba más que equilibrada por la resistencia reducida del aire, un atle-ta australiano alcanzó así un nuevo record mundial. En los 1.500 me-tros, en los cuales solamente el 25 por ciento de la energía para la ca-rrera proviene del mecanismo de dé-ficit anaeróbico, el atleta keniano Kipchoge Keino ganó fácilmente al titular mundial Jim Ryun, quien ha-bía derrotado dos veces a Keino al nivel del mar. En los 5.000 metros, Gammoundi, un tunesino que vivió y compitió en alturas elevadas du-rante los cuatro años anteriores a los Juegos Olímpicos de México, ganó y fue seguido por Keino y Temu, am-bos de Kenya. Los atletas habitúa-

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dos a correr al nivel del mar se en-contraron con el inconveniente de no poder superar el déficit del oxí-geno acumulado al comenzar la ca-rrera y muchos de ellos lograron completarla sólo para desmayarse in-concientes sobre la línea de llegada, vencidos por una forma de síncope. Presenciamos finales igualmente des-afortunados en los 10.000 metros, llanos, los 3.000 metros con obs-táculos y 3.000 metros a campo traviesa en el Pentathlon. En algu-nos casos los atletas describieron di-ficultades en la visión binocular an-tes de desmayarse. Pero la ocurren-cia de estos efectos fue pasada por alto por las autoridades médicas me-xicanas y probablemente este aspec-to de los juegos no figurará en los registros olímpicos oficiales. Sería totalmente desafortunado si la me-moria del público fuera tan corta co-mo para permitir que las competen-cias internacionales vuelvan a reali-zarse en lugares altos.

Pero en muchos aspectos los Jue-gos de México fueron exitosos. Hubo un sorprendente total de 15 records mundiales batidos en carrera y en

saltos y esto es verdaderamente asombroso aún teniendo en cuenta la menor densidad del aire que ofre-ce una ventaja en estas especialida-des. La final de los 100 metros fue una cuestión entre atletas negros, resultando un nuevo record olím-pico de 9,9 segundos. También se lograron nuevas marcas en los 200 metros, 400 metros, posta 4 X 100, posta 4 X 4 y 400 metros con va-llas. Pero estos records crearon un problema a los organizadores. Pa-sará un largo tiempo antes que mu-chos de ellos sean igualados al nivel del mar y ya se considera la posi-bilidad de mencionarlos en un libro de records completamente separado, caratulado "Ciudad de México".

¿Puede un atleta habituado al ni-vel del mar aclimatarse algnua vez a la altitud? Para aclimatarse por completo, debe elegir cuidadosamen-te sus padres y nacer a muchos me-tros de altura. La regla de "un mes de entrenamiento en altitud", intro-ducida por el Comité Internacional Olímpico, es ridicula porque no pudo ser impuesta y se trató mera-mente del reconocimiento de la exis-

tencia del problema. Los corredores con hasta dos años de entrenamien-to en altitud se desmayaron en la pista, mientras los kenianos y etío-pes continuaron corriendo hasta la rampa que conduce fuera del esta-dio, con desafiante facilidad. Toda-vía no han sido establecidas las ven-tajas fisiológicas exactas de los co-rredores acostumbrados a alturas elevadas, pero parece que ellos son capaces de extraer más oxígeno de la sangre que los atletas nacidos al nivel del mar, aun cuando estos úl-timos estén mucho tiempo aclima-tándose a la altura. Es así que hoy nos enfrentamos con que la altitud ha abierto una especie de Caja de Pandora de problemas. Si tiene que encontrar la manera de vivir la ma-yor parte del año a muchos metros de altura, el verdadero amateur que se gana la vida trabajando todo el día, está destinado a ocupar un lu-gar menos importante en las futuras Olimpíadas internacionales. O qui-zás los atletas necesitan una tarjeta que los identifique como corredores a cierto nivel. Las complicaciones futuras se presentan ilimitadas. O

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El resurgimiento de la cosmología observacional

D. W . Sciama La Itecherolie

La cosmología observacional se ha enriquecido, en los últimos años, con el descubri-miento de un apreciable número de objetos y fenómenos importantes. Se trata especial-mente de las radio'galaxias, radio-fuentes de aspecto estelar (los cuasares), que se alejan de nosotros a velocidades próximas a la de la luz e irradian cantidades fantásticas de energía. Los descubrimientos observacionales debidos en gran parte a la radioastrono-mía despertaron el interés por fenómenos hasta ahora desconocidos y es posible que permitan revelar el movimiento absoluto de la Tierra en relación con el universo y la exis-tencia de supercúmulos de galaxias.

La cosmología moderna está deter-minada por dos descubrimientos im-portantes realizados independiente-mente en el año 1965. El primero es el de objetos cuyos espectros ópti-cos presentan grandes desplazamien-tos hacia el rojo; el segundo descu-brimiento es el de la radiación térmi-ca cosmológica. Es oportuno señalar que todavía no estamos en condicio-nes de apreciar plenamente todo el alcance de estos descubrimientos, pero no hay duda que desde ahora vivimos un importante resurgimien-to de la cosmología observacional. El presente artículo está también con-sagrado a los recientes desarrollos en el tratamiento de estas cuestiones y comienza con una exposición sobre la importancia, en el plano cosmoló-gico, de los famosos recuentos de radio-fuentes.

Los recuentos de radio-fuentes

El estudio de la distribución de las radio-fuentes condujo al abandono de la teoría del estado estacionario Al n o estar la ex-pansión del universo compensa-da por una creación de materia, su densidad disminuye con el tiempo.

La primera tentativa para extraer conclusiones cosmológicas de las ra-

dio-fuentes se debe a Ryle y Scheuer, a partir de 1955. Ellos pensaron con razón que la mayoría de las radio-fuentes inscritas en el segundo ca-tálogo de Cambridge, llamado catá-logo 20, eran extragalácticas, de tal manera que su distribución podía re-lacionarse con la estructura de con-junto del universo. Ryle y Scheuer llegaron así a la conclusión de que esos recuentos eran incompatibles con la teoría del estado estacionario, conclusión que provocaría, en ese momento, una larga y con frecuencia violenta controversia cuyas repercu-siones no han sido aún superadas.

Dichos recuentos consisten en con-tar el número N (S) de fuentes por unidad de ángulo sólido cuya densi-dad de flujo, recibida por un radio-telescopio en una frecuencia deter-minada, es superior al valor S. Esta medida está hecha para valores de-crecientes de S, obteniéndose así una serie de puntos sobre un dia-grama. En la hipótesis de un univer-so estático, las radio-fuentes tienen una distribución uniforme y sus pro-piedades son invariables en el tiem-po. Su número será entonces como el cubo de la distancia observada, mientras que la densidad de flujo re-cibida de cada una de ellas disminu-ye como la inversa del cuadrado de la distancia. De allí se deduce la re-lación de proporcionalidad

N a S-3- '2

que está representada por una recta de pendiente — 1,5 en un diagrama que lleva los valores de log N en las abscisas y los de log S en las orde-nadas (fig. 5 ) .

Los efectos del desplazamiento hacia el rojo sobre esta relación tan simple son tres y su importancia au-menta a medida que S decrece. Al desplazarse hacia el rojo se observa, en realidad, en una banda de fre-cuencia estrecha, la radiación emiti-da en otra banda de frecuencia; es así como la intensidad intrínseca efectiva de las fuentes depende del desplazamiento hacia el rojo. Con todo, este efecto es débil y prácticamente se lo puede ignorar. Pero el desplazamiento hacia el rojo reduce también la magnitud aparen-te de las fuentes, además de la ley de la inversa del cuadrado, es decir que dicho corrimiento reduce la dis-tancia de una radio-fuente que tiene un S determinado, o más aún se pue-de decir que reduce N. Por último, si se admite que el desplazamiento hacia el rojo describe un universo en evolución y sin creación de materia, la expansión implica que la concen-tración de las fuentes, es decir su número por unidad de volumen, fue en un tiempo mayor, ya que las dis-tancias enormes que nos separan de estas fuentes hace que nosotros las observemos en la posición en que ellas se encontraron en un pasado muy lejano. Los dos últimos efectos

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Figura 1. La radio-galaxia M 87, que dista aproximadamente 40 millones de años luz, e irradia 1031

ku> en el espectro radio. De su centro parece partir un chorro luminoso. (Fotografía obtenida con el telescopio de 120 pulgadas del observatorio de Lick, Estados Unidos).

Figura 2. El cuasar 3C273. Este cuasar presenta un corrimiento hacia el rojo de Q, 16, que lo sitúa a aproximadamente 640 megaparsecs; el chorro que se observa abajo y a la derecha puede sugerir una explosión. Irradia 1,5 X 1057

kw en el conjunto del espectro electromagnético y su potencia varía rápidamente. Eu destello variable de un cuasar informa sobre sus dimensiones: éstas no pueden ser mayores que la distancia que puede recorrer la luz durante la duración de dichas variaciones. Estas dimensiones parecen st>r del mismo orden para todos los cuasar es. 3C273 tiene un radio inferior a 500 parsecs y es la masa contenida en el interior de esta esfera la que debe ser responsable de la enorme energía irradiada. (Foto de los observatorio? del monte Palomar y del monte Wilson).

son muy importantes y los cálculos demuestran que en todos los mode-los cosmológicos posibles, el último es el menor; esto por supuesto, no es válido para el modelo del estado estacionario. Es así como en todos los modelos posibles, el efecto del desplazamiento hacia el rojo sería ob-tener una curva log N en función de log S más inclinada sobre el eje de las abscisas (fig. 5) .

Las observaciones están en flagran-te contradicción con estas conclusio-nes; ellas han conducido, en efecto, a una curva más pronunciada cuya pen-diente es de — 1,8 pero que se apla-na hasta la pendiente — 1 para los valores más bajos de la densidad de flujo (fig. 5) . Ryle y Scheuer pu-sieron en evidencia esta contradic-ción explotando el hecho de que en un universo en expansión, en reali-dad se observan los objetos que pre-sentan un gran desplazamiento hacia el rojo en una etapa de su evolución mucho más primitiva que la que se observa en aquellos cuyo corrimiento hacia el rojo es más pequeño. En la actualidad se carece de un conoci-miento detallado del origen y la evo-lución de estas fuentes, pero pode-mos, a esta altura de las investiga-ciones, admitir que han evoluciona-do precisamente de una manera que explica la relación log N en función de log S que ahora observamos. Par-ticularmente nos resulta posible ob-tener una curva más pronunciada que la que expresa la relación

N a S~3/2

planteando la hipótesis de que, en el pasado, la intensidad intrínseca o la concentración de las fuentes ha sido, en términos medios, suficiente-mente más grande como para com-pensar y superar los efectos cinemá-ticos de la expansión. Resulta evi-dente la imposibilidad de recurrir a una explicación de este tipo en el contexto de la teoría del estado esta : cionario que supone que las propie-dades intrínsecas de las fuentes han sido siempre las mismas en todo tiempo y lugar del universo.

Dentro de esta perspectiva, Da-vidson y Davies intentaron poner de acuerdo la teoría con las observacio-nes. La dificultad reside en que la mayoría de las radio-fuentes conta-das no han sido aún identificadas ópticamente. En particular, se sabe que dos tipos de objetos entran en los recuentos: por una parte las ra-dio-galaxias, por la otra las radio-fuentes cuasi-estelares, o cuasares.

Quisiéramos conocer claramente la importancia relativa de las contribu-ciones de estas dos poblaciones a la pendiente anormalmente abrupta de la curva que describe log N en fun-ción de log S.

L o s c u a s a r e s

Hitis radio-fuentes cuasi-estelares, o cuasares, son objetos extraga-lácticos cuyo suministro de ener-gía es considerable y cuya ve-locidad de alejamiento puede aproximarse a la de la luz.

Los cuasares son objetos que pre-sentan grandes corrimientos hacia el rojo, y que, en consecuencia, parecen estar muy alejados de nosotros. De la radiación que nos llega, relativa-mente considerable en relación a la de los objetos normales que estarían situados a esas distancias, se deduce que deben ser la fuente de cantida-des enormes de energía concentradas en un volumen muy pequeño, ya que sus dimensiones lineales parecen ser, mil veces más pequeñas que las de las galaxias normales. En cuanto a la naturaleza de estos objetos, por el momento sigue siendo misteriosa.

Se ha comprobado que la gran dispersión de las propiedades intrín-secas de los cuasares no permite hacer de ellos los "patrones de lumi-nosidad" que serían necesarios en los tests cosmológicos. Si ademsá se admite que dichas propiedades in-trínsecas pueden variar con el tiem-po, es muy difícil separar los distin-tos modelos cosmológicos a partir de las observaciones. Sin embargo, hay un test posible para el modelo del estado estacionario que no debe con-tener ningún efecto que dependa del tiempo. Este test ha sido realizado considerando los cuarenta cuasares que figuran en el catálogo 3 C y que constituyen una muestra homogénea cuyos desplazamientos hacia el rojo son conocidos. Es así como se com-probó que existe un número enorme de cuasares con grandes desplaza-mientos hacia el rojo, cuyo efecto es hacer más pronunciada la curva de log N en función de log S para los cuasares, lo cual condujo a abando-nar el modelo del estado estaciona-rio. Esta conclusión presupone, evi-dentemente, que el desplazamiento hacia el rojo es cosmológico, es de-cir, debido al efecto Doppler.

Para salvar la teoría del efecto es-

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tacionario, Terrel, Hoyle y Burbiclge sugirieron que los cuasares podrían ser locales y que los desplazamientos hacia el rojo observados se debían, o bien a un efecto Doppler sin rela-ción con la expansión del universo, o bien a un efecto gravitacional. La teoría de la relatividad' generalizada previo, en efecto, un desplazamien-to hacia el rojo de otro tipo, el gravi-tacional o de Einstein. De esa mane-ra, cuando un fotón abandona una estrella de masa muy grande, utiliza una parte de su energía para superar el desnivel de potencial creado por dicha masa, si bien su longitud de onda está corrida hacia el rojo. Estos dos argumentos parecen muy poco verosímiles. Por una parte no se ob-serva el corrimiento hacia el azul, por lo cual es lícito esperar que esto afecte proporcionalmente el mismo número de objetos que el desplaza-miento hacia el rojo, en el caso en que los movimientos de los cuasares se realicen en todo sentido, sin mo-vimiento general de expansión. Di-cho argumento, unido a las restric-ciones impuestas por la conocida emisión de ondas de radio extraga-láctica de fondo del cielo, nos obli-garía a pensar que cúmulos de cua-sares más cercanos a aquél al que perteneceríamos, estaría extremada-mente alejado de nosotros.

En efecto, no existe ningún mo-tivo que permita asegurar que nues-tra galaxia es única en su género. Por lo tanto, si ella tiene cuasares, lo mismo sería para las galaxias cerca-nas. Ahora se comprueba que la radiación del conjunto de las gala-xias es muy inferior a la que se daría en esa eventualidad. Resulta enton-ces sumamente improbable que nos-otros estemos en un cúmulo de cua-sares, o cerca del cento de uno de ellos, como lo exigiría la isotropía de la distribución de los cuasares. Ve-mos que los argumentos para salvar la teoría del estado estacionario son escasos. Más adelante veremos cómo el examen de la radiación térmica cosmológica aporta otro argumento poderoso contra esa teoría.

El medio intergaláctico La teoría puede conducir a atri-buir al gas intergaláctico la ma-yor parte de la masa del univer-so. Su temperatura cinética sería 5 X 10 5° K.

A menos que el proceso de forma-ción de las galaxias no sea 100 %

eficaz, el espacio intergaláctico debe contener gas residual. Este gas no ha sido aún detectado pero potencial-mente tiene una gran importancia cosmológica puesto que puede con-tribuir considerablemente a la densi-dad media de materia en el universo. En efecto, muchos modelos cosmo-lógicos relativistas conducen a una densidad media que supera en mu-cho la debida a las galaxias conoci-das. De estos modelos, el más se-ductor bajo muchos aspectos es el llamado de Einstein-de Sitter. Según este modelo, la densidad actual de materia en el universo tendría que ser 20 veces más grarnde que la den-sidad efectivamente observada. Por lo tanto, si esto es correcto, aún aproximadamente, la mayor parte de la materia contenida en el universo sería, en consecuencia, ignorada.

Esta materia podría presentarse bajo la forma de galaxias muy poco luminosas, de estrellas intergalácti-cas, o también de neutrinos. Pero la posibilidad que ofrece la perspectiva más interesante es que ella se pre-sente bajo la forma de un gas, sobre cuya composición volveremos ense-guida. En este caso, dicha materia estaría en el límite de lo detectable.

Los astrónomos han buscado sin éxito hidrógeno atómico e hidrógeno molecular intergalácticos. Los méto-dos utilizados pueden llevar a la con-clusión de que la densidad del hi-drógeno, bajo cualquiera de estas formas, no puede superar valores ex-tremadamente bajos, que no podrían explicar las diferencias entre la den-sidad teórica y la observada. La ex-plicación más plausible es que el hi-drógeno está casi completamente io-nizado. Esta ionización podría ser el resultado de colisiones entre las par-tículas del gas, siempre que la tem-peratura de éste supere 3 X 10s° K. Semejante temperatura podría alcan-zarse mediante procesos de calenta-miento debidos a las galaxias, a las radio-galaxias y a los cuasares. Por otra parte, esta temperatura no po-dría exceder los 10°° K, sin que el gas intergaláctico, si tuviera la den-sidad conveniente, irradiara en la ga-ma de los rayos X ya explorados a una velocidad superior a la observa-da. Aun cuando las conclusiones a las que llegaron distintos grupos sobre este punto difieren entre sí y esperan ser confirmadas, parece posible atribuir al gas intergalácti-co una temperatura del orden de 5 X ÍO50 K.

distancia r (Mpc) 10 100 1.000

100.000

E >

o 10.000 •o •o (0 •a o o

1.000'

a 10 12 14 16 18 magnitud fotográfica(m)

Figura 3. Si el corrimiento hacia el rojo o red shift, del espectro de las galaxias, se interpreta como el resultado de un efecto Doppler proporcional a la velocidad de alejamiento, la ley de Hubble describe la expansión del universo. Esta ley puede representarse con la fórmtda: V = Hr, donde V y r designan respectivamente la velocidad de alejamiento de una galaxia en relación a la nuestra y su distancia de nosotros. H es la constante de Hubble, calculada actualmente en alrededor de 75 ktn/s por megaparsec. La ley de Hubble es lineal; ella fue establecida a partir del examen de los espectros y del cálculo de las distancias de galaxias cada vez más débiles pero cuya velocidad de alejamiento es todavía pequeña comparada con la de la luz. En las abscisas de la figura se han llevado, por una parte, las magnitudes fotográficas y por otra, las distancias expresadas en megaparsecs. La escala de las distancias es logarítmica; la de las magnitudes, que varían como el logaritmo de la distancia, es lineal. En las ordenadas se ha llevado la velocidad de alejamiento V, con una escala logarítmica. Si se plantea Z — A^Á, siendo ¿\k el corrimiento de la línea de longitud de onda X, V está ligado al desplazamiento hacia el rojo por la relación z = V/c, donde c es la velocidad de la-luz en el vacío.

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Virgen (50 mil lones de años- luz )

Corona boreal (900 mil lones de años-luz)

Hidra (2.600 mil lones de años- luz)

Figura 4: Tres galaxias que pertenecen a cúmulos más o menos alejados. A la izquierda, las fitografías de estas galaxias, a la derecha, los espectros correspondientes. Por encima y debajo de cada espectro se observan las líneas de comparación del espectro del hierro. Cerca del extremo izquierdo del primer espectro se destacan dos rayas oscuras: son las líneas K y H del calcio. Si este espectro no presentase corrimiento hacia el rojo, las dos líneas K y H deberían encontrarse frente a la línea punteada de referencia, perpendicular a los tres espectros. El corrimiento hacia el rojo, que se traduce por un desplazamiento hacia la derecha, está representado en cada uno de los espectros por la longitud de la flecha cuya extremidad izquierda está situada sobre la línea de referencia de las rayas K y H. La punta de la flecha indica, en cada fotografía, la posición de las líneas K y H en el espectro de la galaxia correspondiente.

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Log N 5

Figura 5. Estas curvas representan el logaritmo del número de rediofuentes por unidad de ángulo solio, cuya densidad de flujo en la frecuencia 408 MHz es superior al valor S!l()g, en función del logaritmo de S,.os, que está expresado en unidades de 10~2!¡ Wm~l Hz La curva B corresponde a la relación Ncc S~3/s; la curva A corresponde al modelo del estado estacionario y la curva C representa las observaciones.

\ c

\

An

\ \ V \

- 2 - 1 1 2 Log S408

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gt radiación térmica í sinológica

L universo está co lmado de una icliación isótropa cuyo espectro (i-responde al de un cuerpo ne-"O a la temperatura de 3 o K.

a 1946, Gamow sugirió que en las ímeras etapas del universo la tem-ratura pudo ser lo suficientemente svada como para permitir reaccio-s nucleares considerables. Esta hi-i tesis, de la cual veremos enseguida La consecuencia esencial, permite emás explicar la formación del l i o , cuya abundancia en el univer-es igual'al 10 % de la abundancia

1 hidrógeno y al que se le puede ribuir sólo la décima parte de las acciones nucleares que tienen lu-r en las estrellas. Es tas primeras etapas habrían du-i o demasiado tiempo como para emitir el establecimiento de un uilibrio térmico entre la materia a radiación. En estas condiciones materia irradia como un cuerpo

gro , según la ley de Planck, es de-, que la distribución de la densi-=1 en función de la longitud de d a no depende más que de la nperatura. Por otra parte, la ley

Stefan nos dice que la densidad radiación correspondiente es pro-

rcional a la cuarta potencia dé la nperatura absoluta. L a expansión del universo está •mpañada por un enfriamiento en curso del cual la temperatura de radiación térmica permanece in-•samente proporcional a un factor escala que es una función de la

s cuadrada del tiempo. Las con-iones de temperatura que expli-i la formación del helio en las meras etapas de la evolución, con-t e n a la previsión de un campo de iación térmica residual a 10° K. : o en 1946 no se podía concebir ; en un cierto campo de longitud

onda convenientemente elegido, b o campo fuera no solamente tisurable sino también mucho más snso que cualquier otra fuente de iación extraterrestre en el uni-s o .

- a predicción de Gamow cayó en olvido cuando en 1965 y por pri-Ta vez dos investigadores norte-aricanos, Penzias y Wilson, des-•rieron casi por casualidad que el d o del cielo emite una radiación i corresponde a una temperatura 3 o K, sobre la longitud de onda

t iempo i ( segundos )

1 0 " 1 0 " 1 0 " ^ 1 0 " ' 1 r ad i o de i u n i v e r s o ( u n i d a d e s a r b i t r a r i a s )

radio de 7 centímetros, con una in-tensidad 100 veces más elevada que la que se puede esperar basándose en todas las radio-fuentes conocidas. Más tarde, se efectuaron otras me-diciones, en muchos intervalos de longitud de onda, dentro de una banda que va de 0,3 a 60 centíme-tros. Estas mediciones demostraron que el campo de radiación de fondo del cielo es exactamente el de un cuerpo negro cuya temperatura es, aproximadamente, 2,7 ± 0,3° K.

Todas estas mediciones son abso-lutas y en consecuencia difíciles de efectuar con precisión. Las observa-ciones exigen una crítica tanto más severa puesto que deben hacerse co-rreciones importantes para eliminar los efectos extraños al fenómeno es-tudiado. Sin embargo, parece que los resultados obtenidos hasta el presen-te son correctos. En todo caso, es así como nosotros lo suponemos en la continuación de este artículo, es-perando que puedan efectuarse me-diciones mediante satélites sobre la longitud de onda de 0,1 centíme-tro, es decir, allí donde la intensi-dad irradiada por un cuerpo negro a 3 ° K presenta su máximo.

Figura 6. La figura muestra la historia térmica posible del universo suponiendo un modelo homogéneo e isótropo que obedezca a las ecuaciones de la relatividad generalizada y cuya densidad de materia

temperatura de radiación térmica son actualmente de 2.10~20

g. cm-s y 3,5°K, respectivamente. En la parte superior, la escala de tiempo del universo. Abajo, el radio; se ha tomado como unidad el radio actual. La recta "temperatura" describe la variación, en el tiempo, de la temperatura de la radiación térmica cosmológica. Pr es la densidad de radiación, expresada en unidades de masa por unidad de volumen y Pm la densidad de materia. (De Dicke, Peebles Roll y Wilkinson).

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Figura 7. El efecto sincrotrón se propuso para explicar las emisiones radio que detectan los radiotelescopios. Cuando un electrón está acelerado en un campo magnético, irradia energía en un cono ctiyo^ eje está orientado en la dirección del movimiento. En determinadas condiciones de energía y de campo magnético, esta radiación cae en el campo de las ondas radio.

e

hv

Figura 8. La difusión Compton explica de qué modo los electrones responsables de la radiación radio de la Galaxia pueden transferir energía a los fotones de la radiación térmica a 3° K y llevarlas a la gama de los rayos X. El fotón de frecuencia v se difunde con una frecuencia v' > v, es decir, que su longitud de onda disminuye en el momento de la colisión con el electrón.

Los cien primeros segundos

El helio pudo formarse durante los primeros minutos de la vida del universo, en las proporcio-nes observadas actualmente.

Por la forma en que el universo se enfría durante su expansión y pol-la ley de Steían, se deduce que la densidad de energía del campo de radiación térmica es inversamente proporcional a la cuarta potencia del factor de escala que describe las di-mensiones del universo. La densidad de materia, en la hipótesis en que se la observa, es inversamente pro-porcional al cabo de dicho factor. En la hipótesis evolutiva (big bang), se considera que las dimensiones del universo han sido sumamente redu-cidas en una época. Por lo tanto, el factor de escala ha sido arbitraria-mente pequeño en el pasado. Si se admite que en esa época primitiva había radiación, su densidad de ener-gía superó la de la materia.

Ahora bien, un universo en el cual la radiación es preponderante, resulta fácil de manejar con la teoría de la relatividad generalizada. El factor de escala y la temperatura de radiación son allí, respectivamente, proporcional e inversamente propor-cional a la raíz cuadrada del tiempo. Además, cuando la temperatura ha descendido, la materia y la radiación no están tan relacionadas y la densi-dad de radiación cesa de dominar. Si entonces se supone que la materia se comporta como un gas perfecto, su temperatura evoluciona, permane-ciendo inversamente proporcional al cuadrado del factor de escala; por lo tanto, se enfría más rápido que la radiación (fig. 6) . De esta manera, su temperatura debería ser, actual-mente, muy inferior a 3° K, lo que se contradice con las conclusiones es-tablecidas más arriba, según las cua-les serían del orden de 5 X 103° K. Si se admite este último valor, es ne-cesario suponer que el gas interga-láctico ha sido calentado por proce-sos de los cuales serían responsables las galaxias, las radio galaxias o los cuasares, durante su formación.

En cualquier caso, la teoría evo-lutiva a partir de un núcleo caliente, en su forma actual, no determina el origen de la radiación térmica. Qui-zá sea un problema de condiciones iniciales, pero también puede tratar-se de procesos ulteriores, sobre los que está permitido especular. El pro-

blema queda momentáneamente en suspenso, pero mencionaremos una de las explicaciones que se lograron, cuando tratemos la isotropía del uni-verso.

Antes de pasar a los efectos astro-físicos de la radiación térmica del universo, volvamos un instante al problema del helio. En el contexto de la teoría evolutiva, éste se habría formado aproximadamente 100 se-gundos después de la iniciación de la expansión. Es a partir de ese mo-mento que se logran las condiciones que permiten las reacciones nuclea-res responsables de la formación del helio. La temperatura es entonces de 10a° Iv. Así se logra explicar la abun-dancia observada de helio en rela-ción al hidrógeno en el universo.

La radiación X de fondo del cielo

La acción de la radiación térmi-ca sobre los electrones de la ra-diación cósmica puede explicar la radiación X de fondo del cielo.

La radiación térmica del universo tiene efectos astrofísicos importan-tes sobre los electrones y los proto-nes de la radiación cósmica. Consi-deremos, por ejemplo, los electrones responsables de la emisión sincrotó-nica de ondas de radio de la galaxia (fig. 7) . Ellos transfieren energía a los fotones por difusión Compton, llevándola en la gama de longitudes de onda X (fig. 8) . De este modo, la galaxia sería una vasta fuente de radiación X. Sus propiedades radio implican que la intensidad de esa ra-diación X debe ser aproximadamen-te el 1 % de la radiación X del fon-do del cielo, efectivamente observa-da. Este porcentaje es más bajo de lo que podría parecer. En efecto, pol-la ley de Stefan y teniendo en cuen-ta el gran número de electrones de baja energía que entran en la com-posición de la radiación cósmica, se desprende que si la radiación térmi-ca cosmológica fuera, por ejemplo, de 10° K, el flujo de rayos X emi-tidos por la galaxia sería mucho más grande y la energía de los electrones disminuiría a una velocidad realmen-te demasiado elevada.

Asimismo, no hay que ignorar los rayos X que fueron emitidos a gran-des distancias, en una época lejana en la cual la temperatura de la radia-

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ción térmica era más elevada que en el momento actual. Hoy, la ex-plicación más seductora de la radia-ción X de fondo del cielo es, en efec-to, que ella se debe principalmente a la difusión Compton de la radiación térmica en las radio-fuentes lejanas, y no solamente porque la densidad de la radiación era mayor en el pasa-do, sino porque, como ya lo hemos visto al tratar las clasificaciones de estos objetos, la concentración de las radio-fuentes intensas era en otros tiempos mucho más elevada. Tam-bién se puede atribuir la radiación X de fondo del cielo a la difusión Compton de la radiación térmica en el espacio intergaláctico. Sea como fuere, comprobamos de qué manera la radiación X ele fondo del cielo puede tener importancia desde un punto de vista cosmológico.

El movimiento de la Tierra en el universo

La isotropía de la radiación tér-mica puede permitir la revela-ción de un movimiento propio de la Tierra con relación al uni-verso.

Las mediciones efectuadas sobre el campo de radiación térmica a 3o K, demostraron que éste es isótropo hasta algunas milésimas. En conse-cuencia, dicho campo define un sis-tema de reposo en relación al cual se puede poner en evidencia un mo-vimiento gracias al efecto Doppler. Así resulta posible, particularmente, medir la velocidad de la Tierra con respecto al universo en su conjunto. Como no se ha observado ninguna anisotropía de la radiación a 3 o K, esto limita esa velocidad a aproxima-damente 300 kilómetros por segun-do. Las futuras mediciones deberán precisar este límite o bien permitir la real detección de la velocidad par-ticular de la Tierra. Esta, en efecto, se desplaza a una velocidad de 30 km/s alrededor del Sol, quien a su vez está animado de una velocidad circular de 250 km/s alrededor del centro galáctico, mientras que la Ga-laxia, en su totalidad, probablemen-te se desplaza, en relación al grupo local, a una velocidad del orden de los 100 km/s . También es probable que el grupo local esté en movimien-to, en relación al supergrupo local de galaxias, a una velocidad de algunos

centenares de kilómetros por segun-do . . . En estas condiciones, es evi-dente que una medición de la velo-cidad de la Tierra en relación al sis-tema de reposo vinculado al campo de radiación a 3 o K, sería sumamen-te importante para la comprensión de la jerarquía de las irregularidades en el universo.

La isotropía de la radiación tér-mica a 3° K implica que el universo mismo es isótropo a un alto grado y limita al mismo tiempo sus inhomo-geneidades. Las fluctuaciones en gran escala de la densidad podrían afectar la distribución de la radia-ción térmica por intermedio del des-plazamiento hacia el rojo gravitacio-nal. Pero las desviaciones de la iso-tropía realmente observadas son tan pequeñas que las posibles fluctua-ciones de la densidad a una escala superior a 1.000 megaparsecs son muy limitadas.

gularidad, sin que se tratara nece-, sanamente de una singularidad pun-tual. Simplificando, podríamos decir que la acción gravitacional de su ra-diación térmica nos asegura que el universo ha comenzado su expansión a partir de un estado de densidad in-finita. ¿Podemos definir un estado ele densidad infinita? No lo sabe-mos: hemos llegado al límite de la teoría actual,O

1 Un megaparsec (Mpc) vale un mi-llón de parsecs. El parsec vale 3,2 años luz, aproximadamente.

El autor de este artículo, D. W. Sciatua, estudió en la Universidad de Cambridge y se especializó en cosmología, astrofísica y relatividad•. Es actualmente docente en los departamentos de Matemática aplicada y de Física teórica de la universidad citada.

La singularidad original

Remontando hacia atrás el pro-ceso de la expansión, se com-prueba que el univero ha debido pasar por una singularidad de densidad infinita.

Hay, para terminar, una última con-secuencia inesperada de la radiación térmica a 3 o K. Esta permite demos-trar que en el contexto de la relati-vidad generalizada, el universo debió tener una densidad infinita en uno o varios momentos de su pasado. En efecto, los modelos de universo ho-mogéneo e isótropo de Friedman y de Robertson-Walker, presentan en el pasado una singularidad puntual, o sea que pasan por un estado pun-tual con una densidad infinita. Se ha sugerido repetidamente que esta sin-gularidad es una consecuencia de las hipótesis de isotropía y de homoge-neidad perfectas adoptadas en dichos modelos, hipótesis que no son real-mente satisfechas en el universo, ya que la masa está concentrada en es-trellas, galaxias y cúmulos de gala-xias . . . No obstante, Plawking, Pen-rose y Ellis han demostrado, recien-temente, cierto número de teoremas importantes que establecen, tpedian-te algunas hipótesis que en su ma-yoría son perfectamente razonables y sin suponer esas condiciones ideales de simetría, que en el pasado debe haber habido por lo menos una sin-

Solucióu a Metegol N9 5

A título de ejemplo senci-llo, digamos que r = 5: Blancas: R en 6AD y D en 6CD; Negras: R en 7T£>. Si las blancas mueven Mi = D4C resulta que las negras sólo pueden realizar una mo-vida: RBT. Si las blancas mueven M2 = D7C resulta que las negras sólo pueden realizar dos movidas: R6T o R8T, etc. M s = D6T, M4 = D5A, Mr, = D7A.

Metegol N9 6

Conocida es la fama de los escoceses. Sin entrar a estu-diar si es merecida o no y aceptándola al sólo efecto del problema, ¿cómo hace un es-cocés para partir una manza-na? Se supone que desea sa-carle las pepas y la pequeña cápsula dura que las rodea, pero que quiere perder el mínimo posible de la parte comestible.

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Ciencia dependiente en la Argentina Grupo de Estudio sobre Ciencia y Subdesarrollo

El Grupo de Estudio sobre Ciencia y Subdesarrollo fue constituido a mediados de 1970 por un grupo de físicos y tecnólogos jóvenes con el objeto de abrir una discusión fundamentada sobre la problemática de la ciencia y la tecnología en América latina.

Un número creciente de investiga-dores científicos de nuestro país su-fre un profundo sentimiento de diso-ciación entre el objeto y el producto de su trabajo. En la práctica el signi-ficado de cada uno de estos térmi-nos se ha ido deformando, hasta que ahora, el objeto del trabajo científi-co es la obtención de un artículo (paper) que responda a las exigen-cias de las reglas establecidas y acep-tadas por la jerarquía científica para obtener aceptación, reconocimiento, poder y privilegios. El producto del trabajo científico es, en la mayoría de los casos, irrelevante, carece de repercusión en los medios científicos locales y en el mejor de los casos puede llegar a ser de interés para al-gún grupo que trabaje en un tema vinculado en otro lugar del mundo, que es en general el laboratorio don-de este científico se formó o al .que está relacionado. La disociación entre el objeto y el producto del trabajo son los síntomas característicos de la alienación.

Algunas de las causas que origi-nan esta situación está vinculadas al estado actual de la ciencia en el ám-bito mundial y no son privativas de los científicos argentinos. Otras, sin embargo, que a nuestro entender son las más importantes, se relacionan con el modelo que adoptó la inves-tigación científica en nuestro país desde sus comienzos y que fue acen-tuándose a medida que ésta se des-arrolló.

Para explicar cómo, a nuestro en-tender, la alienación a que se hace mención más arriba, deriva de las ca-racterísticas que tiene el trabajo cien-tífico en nuestro país, hemos elegi-do hacer un análisis de la rápida su-cesión de cambios y situaciones an-teriormente inéditas en el ámbito científico, que se desencadenaron en la década del 60.

La influencia del crecimiento cua-litativo y cuantitativo de la investi-

gación en el mundo impactó a la Ar-gentina a partir del comienzo de la década del 60. Si bien los fenóme-nos que se dieron fueron comunes a todas las disciplinas científicas, su manifestación más notable ocurrió en el campo de las ciencias exactas y por ese motivo nos ocuparemos ex-plícitamente de los acontecimientos en ese terreno, lo que no creemos que invalide las conclusiones centra-les que surjan.

El período en cuestión puede di-vidirse de manera natural en dos partes. La primera alcanzó hasta 1966 y en ella se formó una impor-tante fracción de los investigadores que tiene el país. Sus eventos más importantes fueron: el ingreso ma-sivo de estudiantes a las carreras de ciencias exactas (algunas de las cua-jes no existían antes de 1956 como especialidades diferenciadas) y la in-corporación de muchos científicos jó-venes a puestos de dirección en la estructura universitaria. Sus carac-terísticas más relevantes: la gesta-ción de un clima de intensa compe-titividad y la aplicación de escalas de valores académicos basadas en la producción y evaluación de los tra-bajos de acuerdo a los criterios y métodos elaborados en las grandes metrópolis mundiales de la ciencia.

Dentro de la década se produjo un acontecimiento de profunda trascen-dencia: la intervención de la univer-sidad por el gobierno de facto sur-gido en 1966. Esto marca el comien-zo de la segunda etapa. Su efecto inmediato más importante fue la emi-gración de centenares de científicos, en su mayoría de reciente capacita-ción en escala masiva a nivel inter-nacional, que en un período muy breve (escasos meses) se traslada-ron al extranjero, a veces en grupos completos, manteniendo la estructu-ra que habían tenido en la universi-dad. Su efecto a más largo plazo fue el virtual estancamiento de varias

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ramas de la investigación científica y un cambio en la situación de los científicos argentinos, con la emer-gencia de nuevos grupos y el despla-zamiento de otros.

Es importante recordar que el cambio producido en 1966 conmo-vió al mundo científico de nuestro país y tuvo repercusión mundial. La nueva situación creada por la inter-vención universitaria fue debatida con apasionamiento y el compromi-so individual de los científicos ar-gentinos llevó a muchos a tomar de-cisiones que cambiaron sus vidas. En contraste, rara vez estas cuestiones trascendentales para los científicos repercutieron en el resto del país que, en general, permaneció a espal-das de un proceso en que se desman-telaba una parte importante de un esfuerzo coherente, inigualado hasta ese momento, para la formación de un plantel de científicos en las ra-mas de mayor desarrollo metodoló-gico de la ciencia contemporánea.

La dependencia cultural

A lo largo de ambas etapas, tan no-tablemente diferentes, hay un ele-mento permanente que sólo cambia en cuanto a la forma en que se ma-nifiesta: la dependencia cultural. Es ese elemento el que intentamos po-ner en evidencia, porque entende-mos que es la clave para poder mo-dificar significativamente la situa-ción de la investigación científica en la Argentina.

En el marco temporal elegido, in-tentaremos ahora caracterizar la ac-tividad de los científicos. La explo-sión científica ocurrida más o menos a comienzos de la década del 60, pro-vocó, a partir de las características que señalamos antes (competitivi-dad, masividad, nueva escala de va-lores importada) la creación de un verdadero microclima cultural en al-gunas instituciones universitarias y científicas (en gran parte ajeno al contexto social) concebido de tal ma-nera que uno podría imaginar al sis-tema transportado en su conjunto, sin mayores cambios, a cualquiera de los centros científicos importan-tes del hemisferio norte. En la cús-pide de la pirámide de la autoridad científica está, por razones de pres-tigio, el jurado de la revista extran-jera, para la cual se hacen y a la que se envían los trabajos científicos.

Los integrantes de una comunidad de este tipo se proponen, aún si se lo plantean de otra manera, cons-truir un ambiente artificial, incorpo-rando todos los valores y criterios adoptados para la actividad cientí-fica en el hemisferio norte. Este mi-croclima se mantiene, entonces, alie-nado del mundo que lo rodea. Este tipo de modelo de dependencia cul-tural sigue predominando hoy en muchos centros de investigación de nuestro país y es el primer modelo a que se echa mano en cualquier país de Latinoamérica en el que se quiere desarrollar la investigación.

La nueva situación creada a partir de la intervención de las universida-des dio lugar al afianzamiento de otros grupos de científicos y a pro-fundos cambios en la situación an-terior. Por un lado algunos que ha-bían pertenecido al ambiente cien-tífico en auge hasta entonces, en lo que se dio por llamar la etapa de predominio "cientificista", se encon-traron ajenos a la nueva estructura universitaria de carácter autoritario. Vinculados por su trabajo a los grandes centros mundiales, su per-manencia en el país se debió, en principio, a razones emocionales y familiares. Este grupo ha ido cre-ciendo, ya que muchos de los que se fueron del país inmediatamente después y como consecuencia de la intervención militar, o independien-temente de ella, han regresado y esta tendencia probablemente se acen-tuará en los próximos años, entre otras razones por la crisis económica que afecta a la investigación en EE.UU. y Europa. Sería acertado considerarlos como alternando entre la situación de emigrados y de ais-lados dentro de su propio país. Su característica es la contradicción en-tre su vida emocional que los liga a su país y su vida científica. Es po-sible que lo ideal para este grupo sea, por ejemplo, trabajar en Berke-ley durante el día y pasear por la calle Corrientes por la noche. Su tra-bajo tiende a desvincularlo del país y su permanencia en la Argentina sólo puede mantenerse a costa de ciertos sacrificos en su carrera cien-tífica, estructurada según el modelo dependiente. Su fuente principal de estímulo reside a miles de kilóme-tros de su país y lo que hacen no tiene repercusión social alguna en su medio.

En las condiciones descritas, es claro que los motivos para seguir

trabajando en ciencia en la Argenti-na se vuelven oscuros. La produc-ción científica se vuelve un trabajo alienado.

Esta situación la viven igualmente muchos estudiantes que egresan aho-' ra de las carreras científicas o que han ido a realizar estudios al extran-jero y se plantean ahora volver al país.

Los científicos de la intervención

Por otro lado, el vacío creado des-pués de 1966 lo ocupó un grupo que hasta entonces había sido parcial-mente desplazado. Estos son algu-nos científicos que se han detenido en su desarrollo por diversos moti-vos, y que en general, no están en condiciones de competir en la inves-tigación del nivel que se había esta-blecido antes de 1966. Gracias a la nueva situación política han podido, no sólo sobrevivir, sino también tre-par en la jerarquía universitaria, va-liéndose de la falsificación de valo-res académicos y del dominio de los resortes del poder. Si bien mantie-nen posiciones conservadoras o de-magógicas porque temen constante-mente ser desenmascarados, y mere-cen, en consecuencia, el calificativo de "fósiles" que les ha atribuido el ambiente universitario, han asimila-do el mismo modelo cultural que los cientificistas, aunque deben falsifi-car su real situación dentro del mun-do científico, porque no están en condiciones de asumirlo plenamente.

Con todo, debemos señalar que en esta segunda etapa subsisten im-portantes núcleos de cientificistas que por razones políticas o de otra clase no han visto su situación mo-dificada por los cambios originados en 1966. Vemos entonces que po-dríamos esquematizar el universo existencial de los científicos en las ramas exactas agrupándolos en cua-tro sectores:

1) los cientificistas; 2) los emigrados, que han busca-

do latitudes más boreales para asi-milarse definitivamente a las pautas de las metrópolis;

3) los que han permanecido en el país en condiciones de aislamien-to, sin integrarse a la nueva situa-ción universitaria, pero trabajando en el medio universitario o ligados al mismo por razones de necesidad;

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4) los fósiles y los burócratas, que sobrevivieron a la época cienti-ficista porque siempre han tenido un fuerte apoyo en los organismos de planeamiento y financiación de la ciencia oficial y que ahora detentan una parte del poder en las estructu-ras universitarias.

Cada uno de estos grupos tiene sus características propias, pero en todos los casos su interés por la cien-cia está básicamente distorsionado porque parte de la aceptación de valores culturales y la incorporación de un modelo de actividad científi-ca importado, sin una discriminación crítica.

La adopción de estos criterios de prioridad y de evaluación produce una deformación cultural de la que son víctimas el investigador y su pro-ducción, Cualquiera de las vías que se le presentan al investigador ac-tualmente llevan, tal como acabamos de esbozarlas, a la alienación; la rup-tura del círculo está íntimamente li-gada a la búsqueda de una proble-mática propia. La manifestación más clara del subdesarrollo científico de nuestro país no reside en la falta de equipos para investigación o de cien-tíficos capaces, sino en la imposibi-lidad política y social, de formular una temática y metas propias que generen estímulos genuinos.

Quizá una de las componentes ideológicas más importantes que con-tribuveron a internalizar esta situa-ción de colonialismo científico-cultu-ral, sea el principio filosófico que es uno de los pilares de la ciencia mo-derna, a saber, que la ciencia es úni-ca y universal y su propósito la bús-queda y la obtención de la Verdad por sí misma. Esta posición, que aparentemente es incontestable, no conduce necesariamente a las conclu-siones que se pretende —a veces— extraer. La universalidad de la cien-cia es innegable en relación con el método de análisis y la estructura lógica de la misma que llevan a la universalidad de los modelos con-ceptuales elaborados con ese méto-do v iustificables en el marco de aquella estructura de pensamiento. Pero nada puede afirmarse en cuan-to a la elección de los problemas, la orientación de la investigación o los métodos de organización de, la acti-vidad científica que tenga validez universal, sobre todo si se considera que esta actividad es, hoy en día, una tarea estrechamente ligada a la producción social.

La alienación y sus consecuencias

La búsqueda de los orígenes de la alienación en el trabajo científico nos condujo al encuentro de la de-pendencia cultural como constante. Nos preocupa señalar ahora algunas consecuencias de la alienación.

Desde el punto de vista indivi-dual, el trabajo alienado lleva a la frustración y al desaliento. Estos son los sentimientos que se han genera-lizado entre los investigadores que regresan al país o que se inician en la actividad científica. Creemos que la identificación de las causas que conducen a este estado de cosas es el primer paso para eventualmente modificar la situación.

Pero la dependencia cultural tiene también consecuencias profesionales importantes. La investigación cien-tífica requiere la combinación de dos elementos esenciales: por un lado, el manejo de esquemas ideales (mo-delos) que se caracterizan por ser relativamente sencillos y de perfec-ta comprensión; por otro, el cono-cimiento intuitivo y fenomenológico de los hechos de la naturaleza. El científico tiende el puente entre am-bos universos de representaciones. Tiene la capacidad de extraer del complejo de fenómenos de la natu-raleza los elementos claves y esta-blecer con ellos un modelo ideal del cual obtendrá conclusiones significa-tivas y válidas.

A la inversa, conoce las correccio-nes que hay que hacer necesariamen-te a los modelos ideales con que tra-baja para comprender el significado de sus consecuencias de manera que le resulten útiles para resolver pro-blemas concretos.

La formación de científicos bajo el signo de la dependencia cultural no se ha propuesto tender ese puen-te entre los dos aspectos comple-mentarios que integran la investiga-ción científica. Es claramente com-prensible que como resultado de la desvinculación entre el objeto del trabajo científico (publicar un "pa-per") y su producto, y la carencia de significado social de este último, suceda que los científicos en nuestro país havan centrado su trabajo alre-dedor de uno de los aspectos de la investigación científica: los esque-mas o modelos (teóricos o experi-mentales), precisamente porque su

tarea no está vinculada a la resolu-ción de problemas reales que requie-ran el auxilio de la investigación científica sino a atacar problemas ideales.

Uno de los requisitos para salir de la alienación es que el trabajo cien-tífico adquiera también un valor so-cial, otorgado por la resolución de problemas reales.

Este punto de vista tiene como consecuencia inmediata crear un en-foque diferente de la actividad cien-tífica del que es usual en nuestro medio, ubicando la obtención de la Verdad científica, más bien en la ca-tegoría de los medios que en la de los fines últimos de esta actividad. No implica esto, por cierto, que la ciencia deje de proponerse la obten-ción de verdades de validez univer-sal, pero sí implica la eliminación de la distinción usual entre ciencia "pura" y "aplicada" y un cambio drástico del papel social de la cien-cia en da Argentina.

Esto plantea una urgente tarea que debe ser encarada ya: la forma-ción y capacitación de los investiga-dores científicos de manera de esti-mularlos a formular y resolver una problemática propia.

El análisis que hemos desarrolla-do tiene algunos puntos de contacto con otros trabajos anteriores, en par-ticular los de O. Varsavsky 1 y más recientemente el de D. Ama t i 2 , para mencionar aquellos que han tenido bastante difusión. En nuestro caso el objeto es intentar dar forma y es-tructura a lo que de alguna manera está en el "aire" en los ambientes científicos y quizá en muchos casos es reconocido y aceptado como una situación sin alternativas.

Posiblemente, llegados a este pun-to pudiera esperarse que enunciára-mos una serie de recetas para un fu-turo mejor. Intencionalmente hemos dejado esto de lado. Nuestro propó-sito es promover el estudio y la dis-cusión, por los científicos de su pro-pia ubicación social, comienzo de la búsqueda de una temática y una personalidad propias de las ciencias exactas en América latina. O

1 O. Varsavsky, "Ciencia, política y cien-tificismo", Centro Editor de América La-tina, Buenos Aires, 1969. 2 D. Amati, reportaje en la revista CIENCIA NUEVA 6, 1970.

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Humor Julio Moreno

J

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Comunicación oral hombres y máquinas

Luis F. Rocha

Pocas cosas hay que consi-deremos más intrínsecamen-te humanas que el habla, y el oir a una máquina decir "buenos días" o cantar "Cíe-mentine" es una experiencia casi aterradora. La máquina no sólo hace cálculos y razo-namientos lógicos. Ahora nos habla y pronto podrá escu-charnos. ¿Tendremos algo que decirle?

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Luis F. Rocha es ingeniero en telecomunicaciones, egresado en 1956 de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. Ha trabajado en este tema desde 1964 y en la actualidad es profesor titular interino y se desempeña como director del Instituto de Ingeniería Biomédica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad local.

Muchas han sido las curiosidades de laboratorio que luego se transforma-ron en desarrollos de fundamental importancia tecnológica. El caso de las "máquinas parlantes" es uno de ellos.

Es posible que haya otros pre-cursores, pero el ejemplo de Wol-fang von Kempelen sale fuera de lo común. Este investigador, de origen húngaro, a quien también le cabe el título de gran embaucador, trabajó más de veinte años en desarrollar una máquina que generara sonidos similares a los de la voz y en 1791, es decir casi doscientos años atrás, pudo presentar en una feria un apa-rato que podía generar todas las vo-cales y la mayor parte de las conso-nantes del alemán y latín y aun pro-nunciar frases cortas en esas lenguas (figura 1 ) .

Si bien el modelo parecía funcio-nar bien, mucha gente pensó en una superchería pues poco antes se había descubierto que otro de sus "inven-tos", el ahora famoso "jugador de ajedrez" cedido, luego de exponerlo en las principales ciudades de Euro-pa, a M. Maelzel y cuyo funciona-miento fuera cuidadosamente anali-zado y criticado por Edgard A. Poe en su obra: "El jugador de ajedrez de Maelzel", estaba basado simple-mente en un enano experto en aje-drez disimulado entre su engranajes. Entretanto, la máquina parlante no pasó de ser una curiosidad circense, pero la publicación de los trabajos del Barón de Kempelen atrajo la atención de Sir Charles Wheatstone quien construyó una versión perfec-cionada del modelo original .

En la figura 2 se muestra un es-quema que permite estudiar su fun-cionamiento: un pistón reemplaza las funciones que normalmente cum-plirían los pulmones, es decir, sirve

de reserva de aire y de fuente de energía al ser oprimido. El aire es impulsado así a través de una len-güeta vibratoria similar a la de las cornetas de juguete. La lengüeta ge-nera una serie de impulsos de fre-cuencia constante de unos 150 hertz, muy ricos en armónicos, similares a los producidos por las cuerdas vo-cales. La energía sonora así produ-cida, se extiende a todo lo largo del espectro sonoro entre 150 y más de 6.000 hertz, en bandas muy angos-tas, múltiplos de 150 hertz.

Una vez generado este espectro básico, que es el mismo para todas las vocales y varías consonantes tales como M, N, L, B, etc., que usan la energía generada en la glotis, hay que modificarlo modulándolo, es de-cir, cambiando algunas de sus carac-terísticas, usando para ello en el caso humano, el efecto causado por la transmisión de ese espectro a través de las distintas cámaras resonantes formadas por labios, boca, laringe y cavidades nasales. Estos elementos resonantes cambian el "espectro" acústico acentuándolo en una serie de bandas de energía llamadas "for-mantes".

En el caso de la máquina de Kem-pelen los resonadores acústicos eran cámaras elásticas, deformables bajo la presión de los dedos, que al modi-ficar las bandas de " formantes" per-mitían generar casi todos los elemen-tos fonéticos de origen glótico.

Otros sonidos, tales como S. F, SH, etc., que no están basados en impulsos gloríeos, sino en el ruido al azar que se produce por turbu-lencia del aire al pasar a través de una abertura pequeña, se creaban trabando la lengüeta vibrante y de-jando pasar el aire a través de agu-jeros pequeños, donde se iniciaba la turbulencia del aire.

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Indudablemente, este artefacto re-quería una gran habilidad manual para su manejo y creemos que sólo las manos del hombre pueden reem-plazar —y eso sólo en parte— la extraordinaria ductilidad que tiene la lengua para modular la energía glótica o fricativa (turbulenta).

Pero muchas otras mentes inquie-tas fueron atraídas por este fascinan-te mundo del habla artificial y tam-bién Alexander Graham Bell intentó una vez sintetizar voz. Pero por con-sejo de su padre se concentró más bien en la reproducción fiel de las dimensiones de las partes que com-ponen el órgano fonatorio, es decir construyendo laringe, boca, labios ar-tificiales que se articulaban movien-do palancas y teclas. Pudo así ge-nerar palabras y frases cortas del inglés.

Pero su trabajo no termina aquí, pues con una paciencia asombrosa enseñó a su perro a ladrar continua-mente mientras él deformaba ma-nualmente la boca y lengua del ani-mal hasta poder hacerle decir "how are you grand-mamma" (¿cómo es-tá Ud. abuela?). De allí debe haber nacido la leyenda de que había en-señado a hablar a un perro, lo cual, como vemos, no dista mucho de la verdad.

Estos entretenimientos no eran despreciados por gente que trabaja-ba con gran inteligencia y tesón en temas supuestamente más importan-tes y ya en época más reciente en-contramos a Sir Richard Paget quien gustaba mostrar sus habilidades en la producción "manual" de voz hu-mana haciendo vibrar sus ^ labios como si fuera a tocar la trompeta y formando con las manos los resona-dores con los que modulaba esos im-pulsos para crear fonemas, sílabas y aun palabras.

Aprovechando las computadoras

Muchos otros experimentadores crea-ron aparatos que podían generar so-nidos similares a los naturales. En general, hasta el presente siglo se usaron métodos mecánicos, pero en la década del 50 hubo un gran auge de los sintetizadores eléctricos y elec-trónicos. Casi todos usaban genera-dores de relajación para simular la glotis y filtros eléctricos para ob-tener el equivalente de los resona-dores acústicos naturales.

La "moda" actual, como es de suponer, emplea en grado creciente esa herramienta de investigación fle-xible y rápida que es la computadora digital, con distintos elementos ter-minales que la hacen especialmente útil en investigación fonética. Ya no se trata de hacer voz "parecida" a la humana, sino investigar sutiles ele-mentos que como el tono, el acen-to, ciertas modulaciones relacionadas con alteraciones funcionales, infle-xiones anímicas y regionales, etc., contribuyen a hacer de la lengua hablada uno de los elementos más evolucionados, complejos y cambian-tes que ha podido crear el hombre como medio de comunicación.

Pero como la ambición humana es insaciable, ahora pide no sólo ge-nerar voz artificial, sino también construir una máquina que reconoz-ca la suya.

Este problema es mucho más com-plejo que el primero pues la voz sintética, aunque se la note imper-fecta, mecánica o poco natural, pue-de ser reconocida por el sistema de discriminación humano ya que éste se adapta muy rápidamente a distin-tas condiciones. Se trata justamente de lo que en teoría de control se lla-ma un sistema "adaptable", muy di-fícil de reproducir por métodos elec-trónicos, especialmente porque para reproducirlo debiéramos conocerlo y su funcionamiento está todavía en el gran cajón de lo ignorado.

.Que el sistema.de discriminación auditiva es un sistema adaptable, lo podemos notar al tratar de reconocer frases de nuestro idioma pronuncia-das por un extranjero que hable mal nuestra lengua. Al principio, reconoceremos con gran dificultad sus palabras, pero poco a poco nues-tro oído se adapta a los nuevos so-nidos y los relaciona con los que hemos tomado como patrón de refe-rencia, hasta poder entender todo lo que se nos dice. Es común decir en-tonces que el extranjero ha mejora-do su dicción, pero aunque en efecto ello suceda, la forma en que evolu-ciona la locución es mucho más len-ta nuestro oído y lo más probable es que lo que ha mejorado sea nuestra capacidad para entenderlo.

En unas breves experiencias que hemos llevado a cabo con voz sinté-tica se confirma lo anterior. Se hizo un sintetizador de vocales y para estudiar el grado de "naturalidad" de esos sonidos los escuchábamos

variando algunos de sus parámetros (especialmente frecuencia y energía de sus formantes, frecuencia glótica, etc.). El resultado es que en unos pocos minutos ya no éramos capaces de decir si el sonido que escuchá-bamos parecía natural o no y debía-mos recurrir a otro oyente "virgen" para que nos ayudara en la clasifi-cación. Sucedía que nuestro oído se adaptaba casi inmediatamente al nue-vo sonido, lo tomaba co.mo "nor-mal" y el oyente quedaba incapaci-tado para determinar si el sonido escuchado era más o menos "natu-ral" que otro parecido. Esta inca-pacidad es, como puede suponerse, efímera, pues al cabo de un proceso de pocos minutos se recupera el po-der de discriminación.

Volviendo entonces al tema de construir una máquina que "reconoz-ca" nuestra voz, notamos que se trata de un problema de mucho ma-yor complejidad que el de hacer sintetizadores. Las primeras máqui-nas construidas para estudiar los so-nidos del habla humana fueron desarrolladas por investigadores de otros campos y aplicadas a fonética. Sin pretender hacer un análisis ex-haustivo de los trabajos, menciona-remos el "kimógrafo" de K. Lud-wig, en 1847, perfeccionado por A. Russelot y por Armando de Lacerda hasta llegar a ser un excelente regis-trador de tinta sobre papel.

Con este instrumento se regis-tran las presiones sonoras instantá-neas del sonido, tal como lo hace un osciloscopio, con la ventaja de un registro extenso y permanente. La idea inicial para estudiar los sonidos con este instrumento suponía que si a cada sonido de una vocal o conso-nante (fonemas), le correspondiera una forma de onda diferente, se po-drían reconocer visualmente los dis-tintos fonemas de una lengua. Efec-tivamente, a distintos fonemas co-rresponden distintas formas de onda, pero no sólo eso: iguales fonemas de distintos locutores o del mismo locutor en distintas situaciones tam-bién dan formas de onda distintas. En otras palabras, que la forma de onda no guarda una relación unívoca con el fonema emitido y no sirve por lo tanto para caracterizarlo.

Sin embargo, "algo" debe haber en esas formas de onda tan distintas que sea igual, para que nuestro oído y cerebro las interpreten como per-tenecientes a la misma clase de fo-nemas. Una respuesta parcial fue da-

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t — volumen pulmonar

2—cuerdas vocales

3 — t u b o laríngeo

-4— cav idad fa r íngea

5 _ ovula ( ve lum )

6 _ c a v i d a d bucal

7 — lengua

8— c a v i d a d l a b i a l

9—fosas nasales

10—^cavidad nasal

11 — traquea-bronquios

12— fuerza muscular

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DIAGRAMA ESQUEMATICO DEL

ORGANO FON ATORIO

Figura 2. Dos son las fuentes principales de energía sonora modulada por las cavidades bucales: una fuente de impulsos regulares generados por las cuerdas vocales y una fuente de forma de onda irregular generada por turbulencia del aire al pasar por una abertura pequeña.

Figura 1. Antiguo dibujo que representa esquemáticamente la disposición del sintetizador de von Kempelen.

da en 1863 por el genial y proteico H . von Helmholtz. Estudiando la fisiología del oído encontró que po-demos discriminar las componentes armónicas de una onda periódica, pe-ro no su fase. Distintas formas de onda que tengan iguales componen-tes armónicas en fases cualesquiera son percibidas iguales. Dedujo de ello y logró demostrar para las vo-cales, que lo importante de los fo-nemas, al menos para aquellos que tienen componentes periódicos, es el valor de esos componentes y no su fase. Resultado: al menos para las vocales y otros sonidos que se mantienen por un tiempo largo, lo que interesa es su espectro de Fou-rier y constituye en primera aproxi-mación un elemento invariante que caracteriza este tipo de fonema.

El lector notará que en fonética, como en casi todas las cuestiones relacionadas con seres u organizacio-nes altamente evolucionados, es de-cir, en todas las ciencias biológicas, sociales, económicas o políticas no pueden hacerse afirmaciones rotun-das ni definitivas. Así, por ejemplo, la afirmación de Helmholtz de que el oído es insensible a la fase 110 es totalmente cierta. La teoría de la lo-calización (place theory) de G. von Békésy que la confirmaba parece

contradecirse con las experiencias más recientes de Ritsma y Cardozo que indican que, al menos en fre-cuencias muy bajas, la fase resulta importante.

No obstante, hay evidencias que permiten decir que en un sonido lo que interesa no es tanto su forma de onda como sus componentes espec-trales. Nace así la llamada teoría de los formantes, o sea de las bandas de mayor energía en el espectro co-mo elementos característicos de los distintos fonemas. La teoría no pue-de explicarlo todo pero al menos para los fonemas vocálicos, los na-sales, los laterales y en parte para los fricativos (producidos por tur-bulencia del aire) parece estar con-firmado que los tres formantes de frecuencia más baja, llamados los tres primeros formantes, tienen fre-cuencias, anchos de banda e intensi-dad relativa aproximadamente cons-tantes e independiente de los locu-tores (fig. 3 ) . Ello no es totalmente cierto pues se ha demostrado que en-tre la frecuencia fundamental produ-cida por la glotis y las frecuencias de los tres formantes, hay una rela-ción lineal estadísticamente cierta.

Pero dejando de lado esas varia-ciones pequeñas, la frecuencia y de-más características de los formantes

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fueron los parámetros cuasi-inva-riantes sobre los que se basaron los primeros intentos de reconocimiento automático de la voz.

El fonetógrafo

Quizá sea el de J. Dreyfus-Graf en-tre 1944 y 1950 el primer intento serio de transformar la voz en sím-bolos gráficos. Llamó a sus prime-ras máquinas "steno-sonographes" y se basaban en las inscripciones reali-zadas por una pluma entintada so-bre una hoja de papel que se des-plazaba, cuando la pluma era accio-nada por seis bobinas equiespacia-das en el cuadrante. La energía de las seis bobinas provenía de seis filtros de bandas pasantes tales que cubrían el espectro sonoro (figura 4) . Como podemos notar en la fi-gura 5, los "estenogramas" obteni-dos exigen un gran entrenamiento para ser reconocidos visualmente y desde, 1950, este investigador suizo que aún sigue trabajando en el tema, pensó en usar letras comunes para la representación de los fonemas. Los resultados obtenidos con el cuarto prototipo de "fonetógrafo" son realmente espectaculares.

Por otro lado en los EE.UU. tres investigadores, R. K. Potter, G. A. Kopp y H . C. Green, desarrollaron una máquina que permitía mostrar las características del espectro so-noro en una forma tan cómoda para su estudio que este instrumento, cu-yo nombre comercial es Sonagraph, se ha convertido en una herramienta fundamental en todo laboratorio de fonética.

Sin embargo sus autores fallaron en conseguir su objetivo inicial: hacer una máquina que permitiera a los sordos "leer" los sonidos del lenguaje. Sucede que las variaciones personales se hacen demasiado evi-dentes usando este método y encu-bren los caracteres esenciales de los fonemas. La "lectura" de un sono-grama resulta entonces tarea tan ardua como la lectura de los esteno-gramas de Dreyfus-Graf ilustrados en la figura 3.

Pero mientras estos trabajos per-mitían avanzar considerablemente en los problemas fonéticos, otras ramas de la lingüística relacionados con ellos, es decir la fonología y la semántica, fuertemente influencia-dos por F. de Saussure y su escuela se inclinaron hacia el estructuralis-

mo que aún hoy es una corriente importante dentro del pensamiento moderno. Un continuador de las teo-rías de De Saussure —N. S. Tru-betzkoy— creó las bases de la fo-nología, definió el fonema y sus ele-mentos relevantes, pertinentes o dis-tintivos, agrupados por Jakobsón en elementos opuestos (tales como gra-ve-agudo compacto-difuso, claro-os-curo, etc.).

Las teorías de R. Jakobson sobre las que implícita o explícitamente se basan la mayor parte de los ana-lizadores actuales, dicotomizan al fonema en pares opuestos de carac-teres distintivos. Tarea de los tecnó-logos es hallar qué elementos acús-ticos tienen como correlatos' a esos caracteres distintivos. G. Fant y M. Halle publicaron junto con R. Ja-kobson un libro (un librito más bien) de extraordinario valor, rela-cionando los caracteres pertinentes o distintivos con la realización acús-tica.

Debemos hacer notar que el fo-nema no es un elemento invariante del lenguaje, pues depende no sólo de la lengua particular de que se

Figura 3. Distintos locutores generan sonidos cuyo espectro muestra grandes variaciones de energía en frecuencias elevadas, pero cuyas componentes en baja frecuencia son similares. A estas bandas de energía se las denomina "formantes" (Cortesía de Kay Electric Co.).

trate, sino que además se modifica en el tiempo y en la geografía. Así mientras que en el español hay sólo cinco vocales que definen sus cinco fonemas vocálicos, en inglés se con-sidera que hay 11 y en americano 10 (falta una a) en italiano son sie-te y en francés también 10.

Pero aún dentro del mismo idio-ma los fonemas evolucionan. To-mando un ejemplo del libro "An introduction to the pronunciation of English" de A. C. Gimson, vemos que en la expresión "t ime" el fonema

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" i " se pronunciaba como una i lar-ga hasta aproximadamente el año 1450, luego cambió a una ei hasta el año 1600 y recién allí tomó su forma actual ai. No hace falta en-tonces mencionar las enormes varia-ciones que se producen con un cam-bio geográfico, tanto que a un ar-gentino le cuesta entender a un portorriqueño y seguramente un es-pañol se escandalizaría de nuestro lenguaje.

Fue por esa causa que en el de-sarrollo de una máquina que trans-forme la voz en palabra impresa, luego de hacer el acopio bibliográfi-co imprescindible y de algunas ex-periencias para ir adquiriendo prác-tica en la investigación fonética, de-cidimos hacer nuestras propias me-diciones de los parámetros más im-portantes de las vocales del español hablado en Argentina. Se midieron las frecuencias de los dos primeros formantes de las cinco vocoides del español en 25 hablantes, 13 hom-bres y 12 mujeres oriundos en su mayoría de Tucumán, pero también de otras provincias: Córdoba, Bue-nos Aires, Santiago del Estero y Salta. Si para cada medición halla-mos el punto de intersección en dos ejes coordenados de las frecuencias de los formantes primero y segun-do, la dispersión estadística resultan-

te de esas mediciones determina que para cada fonema habrá una super-ficie dentro de la cual nuestro oído reconoce al fonema como correcto. Podemos entonces dibujar un "ma-pa" de formantes que hemos super-puesto al de Peterson y Barney ha-llado para los fonemas del General American como elemento de com-paración (figura 6) .

Con los valores hallados se tuvo la información inicial para poder plantear el problema del reconoci-miento de los fonemas vocálicos. Faltaba ver el criterio para efectuar la discriminación.

Técnica del oído lmmano

Como lo que se pretende es que una máquina realice las mismas fun-ciones que el oído humano, convie-ne estudiar lo que nos pueden decir los fisiólogos al respecto. La idea no es copiar a la naturaleza, puesto que en muchos casos se ha visto que es más simple usar otras técnicas pa-ra obtener el mismo resultado (re-cordemos el ejemplo del pie y la rueda, de las alas de pájaros y alas y hélices de aviones, de los múscu-los y los motores, de la transmisión sináptica y el telégrafo y de innu-

merables ejemplos que demuestran que la naturaleza emplea métodos más complicados, seguros, con ma-yor número de materiales y con la propiedad de crecer y adaptarse. En general el hombre no ha podido co-piar estos sistemas altamente evo-lucionados en sus realizaciones arti-ficiales ).

Es imposible describir todos los detalles que —aún sin que sus se-cretos estén totalmente revelados— hacen del oído una maravillosa com-binación de elementos mecánicos, hidráulicos y neuronales, pero al menos debemos mencionar que la presión sonora se transforma en me-cánica al llegar al tímpano y que los huesesillos actúan como un transfor-mador acústico adaptando la baja impedancia acústica del tímpano a la mayor de la ventana oval, punto de entrada del oído interno. Este está lleno de un líquido, la perilin-fa, que hace mover una membrana elástica, curvándola en una oscila-ción que reproduce fielmente la for-ma de la presión sonora. Es este mo-vimiento de la membrana basilar y especialmente su desplazamiento res-pecto a otra membrana, la membra-na tectorial, el que va a excitar a las terminaciones neuronales del oc-tavo par. Todo este conjunto es de una delicadeza mecánica que nos de-

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¡i >! ii i jtu* n i' i i literalmente microscópicos.

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<r > v I i ik t i i k m ii vti i te. ! í ' I III UU ti I t t ti,

nicas. Para frecuencias menores , recien-

tes exper imentos de sicoacústica in-dican que además de la frecuencia, también la f o r m a de onda de la excitación es detectada por el oído. La discriminación de frecuencia es muy f ina, ya q u e puede detectar cambios de unos pocos her tz en 1000 her tz pero esa discriminación no parece posible a nivel de varia-ciones mecánicas en la membrana basilar sino a nivel de las pr imeras neuronas q u e se suponen "conecta-das" para p roduc i r el efecto de inhi-bición lateral .

Algunas experiencias con modelos electrónicos de neuronas conectadas en esa f o r m a indican q u e podría realizarse una discriminación muy aguda en t re dis t intas frecuencias, aun cuando el e l emen to mecánico que realiza la separación grosera del espectro no sea muy selectivo.

Al proyectar el p r imer modelo de fonetógrafo ( f igura 7 ) incorporamos al mismo un sistema elemental de inhibición lateral ( a u n q u e luego lo modificarnos para q u e inhibiera no sólo e lementos cercanos en frecuen-cia sino algunos muy separados) y los resul tados son decididamente mucho mejores que sin esta inhibi-ción que e lec t rónicamente la obte-nemos con u n ampl i f icador diferen-cial que comienza a actuar a part i r de un u m b r a l mín imo .

En def in i t iva , el sistema original simula, a u n q u e en fo rma muy ele-mental , los e lementos básicos del oído incluyendo las supuestas cone-xiones neuroñales del oído. Las di-ferencias no obs t an te pueden ser enormes con el sistema real pues to que hay casi 3 0 . 0 0 0 terminales ner-viosas en el o ído y sólo 16 "neuro-tnimas" en este apara to , a lo que hay que sumar le el efecto de la au-dición binaural q u e parece ser bas-tante más complicado que la simple suma de los efectos de cada oído.

N o obs tan te , y a pesar de la "bre -cha tecnológica" (para usar un tér-mino de m o d a ) que existe ent re el

oíd i nu ii \ el ii n t<> it • e n L t ,) t t l 1 »¡ )i j ll ' I ll ll

I l e I ) ) i I lt ^ lt n > t < i s n i i h tt i r uti (S) i i i 11 | m n i t! i \ í ) 1 e | t l s 11 s • )[•> ti

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i inip' ' ud i « i, \< ni r ítte. Ui u ito 1 m a i (o nm i! (i

n i le un n I h 1 t mi >. ' t 1 v ¡o p t id > ton i 11' t pt l it i i m 'i i' ix t iodo n Ii tr

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II ib i 1 i ( n 11 n il ili u i i lt i! m 1 > t i 11 n* u 1 t >!t n e

e lililí o i i' 11 * el 1 i li e j 11 elu nt ti un i i k¡i in i d o í i lu t Iti ti t i t i mi ' i m (i ii i it i i i

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i t m ¡ e, t i l e s a ¿e t i d o e< " n t l d 1, 1 1 n ' " i p i e t í i m i v l i-, l e -f ' i t t i i i ¡nt ¡ e m i l n m e d i r e l

i ' IV d t 1 i i n

I u il eii 1 i •> • e. hum me i la n ei a i | u ii m u ie t t q u t u ta-

d i i e i i e n i í n i •> p r o t u t n -ti i-. el I o iuhr . t t p i t t u m d o oti i i >el n 11 'e. i k tr nu t b >s

i > ' ti Ritüeiun 11 m íe¡n tu no e t t ' u n t ip < n i ' i p u i to r re -ar ¡o i i v i i t il i d o s tt it i'1t1o

tk o 11 n L ( ¡ ti ibt u ) q ¡ • le i * II udi «n i i i ' iL ntn» de 1 n ' l ' n i d i ¡ ¡ li i 11 d ul i

1 de» t , n i e non t-, | ie tr*n t i i > e „ ii > » i is< t J i los

4 u ' i t i . i ¡ d t l ¡n m r , t 11 t > i <1 r e' ni i ti iii^ntal I ' l i l i l i h l I ( t k 1 f ! I n > " i -

,n i t o d 11 \ 1 I l t t 1 (leí 1 d e

q i ' t i i u i ' n [ n n ! i v f ) t i c -

43

Page 46: Ciencianueva10

Figura. 7. El fonetógrafo de filtros simula:, aunque en una escala muy grosera, los principales elementos del oído humano: el oído medio (no indicado), un banco de filtros qtte representa al oído interno, y urz conjunto de comparadores que en forma muy simplificada simulan los terminales nerviosos. Una lógica de reconocimiento y los actuadores electromecánicos permiten escribir

t?¿ ismo tiempo que se habla.

t o a r e s puramente fonéticos podría s o l u c i o n a r los problemas de discri-m i n a c i ó n de los elementos del Ien-S u a j e , ahora nos parece demasiado ° F > t i m i s t a , a pesar de los grandes

v a r í e es logrados, y cuanto más nos i n t e r n a m o s en los vericuetos de la C o m u n i c a c i ó n oral, mayores son las • d i f i c u l t a d e s que se advierten.

, L a mayor parte de los investiga-c l o 1 : e s j g r e c o n o c i m i e n t o automático

h a b l a sigue trabajando en los t a J l e s que permitan extender los

' i r r i t e s logrados ele reconocimiento. / Í ' - ' J c l i o s operan ahora con modelos

en computadoras para ^ i t a r el enorme trabajo de andar

cambiando componentes de circuitos electrónicos y aunque esta simula-ción no permite por el momento hacer un análisis simultáneo con la locución, las ventajas de no trabajar con el soldador y el osciloscopio son tan grandes que casi todas las publi-caciones importantes generalmente describen modelos simulados.

Tomemos por ejemplo el trabajo de D. R. Reddy. Este investigador, simulando un sistema de reconoci-miento en un computador digital ha sido capaz de reconocer todos los fonemas del inglés americano, aun-que con certeza variable: 100 % de fonemas reconocidos para algu-nas vocales, pero tan sólo 43 % para otros. Y eso que la máquina se ajustaba para optimizar los resulta-dos para unos pocos locutores. En opinión de quien esto escribe, esta-mos llegando al límite que permite el reconocimiento fonético estereo-tipado, es decir aquel que no puede adaptarse en poco tiempo a nuevas condiciones de locución o a nuevo locutor. Los sistemas no adaptables no pueden "aprender" en el sentido de aprendizaje que empleamos los técnicos y aunque podamos con ellos conseguir reconocer sin errores la

voz de un locutor, ellos aparecerán tan pronto como haya alguna varia-ción de esa voz. Pero en nuestro conocimiento todavía no hay ningu-na máquina, real o simulada que pueda adaptarse a una nueva voz. Este camino está todavía inexplora-do y ofrece un espléndido desafío al investigador.

La estadística contribuye

No obstante, hay otra vía, la del reconocimiento estadístico, que fue-ra planteada hace unos años por D. B. Fry y P. B. Denes. Es sabido que un mensaje típico en una lengua tiende, cuanto más largo es, a se-guir mejor las pautas estadísticas de los mensajes ergódicos. Por la mis-ma existencia de palabras y de una sintaxis, las letras tienden a conca-tenarse en cadenas markovianas.

Un ejemplo sencillo aclarará estos conceptos: en español hay letras que aparecen muy frecuentemente en los mensajes típicos (E, A. S, etc.) mientras que otras tienen poca pro-babilidad de aparecer (X, W, Q, etc.). Pero además la probabilidad

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T

de que a una letra le siga otra de-pende en grado variable de las an-teriores: hay certeza de que a una Q debe seguir una U, y hay una pro-babilidad muy grande que a una con-sonante siga una vocal, mientras que la probabilidad de que haya una pa-labra de cinco consonantes seguidas es prácticamente nula. A estas pro-babilidades que relacionan estas se-cuencias de letras se las llama pro-babilidades de cadenas mar kovi anas y su estudio constituye una rama fundamental de la estadística.

Pues bien, sin que normalmente sea muy consciente, normalmente hacemos uso de estas correlaciones para "adivinar" sílabas, palabras y aun frases enteras antes de haberlas recibido (detección "a priori") des-pués de haber hecho el primer reco-nocimiento (detección "a posterio-ri") .

Fry y Denes pensaron que estas cadenas markovianas podían aprove-charse para mejorar el grado de re-conocimiento de un fonetógrafo si lograban dar un "peso" a la proba-bilidad de que en una cadena aparez-ca tal o cual fonema.

Cuando la máquina dudaba al ele-gir entre dos fonemas, el "peso" de los fonemas anteriores terminaba por "decidir" una elección. Las ex-periencias realizadas en el Universi-ty College de Londres probaron que efectivamente en la mayoría de los casos el grado de reconocimiento mejoraba (ellos usaban la cadena más elemental, de sólo dos letras) pero empeoraba si en algún momen-to se producía un error, pues un fonema mal reconocido cambiaba el "peso" de los siguientes y podía des-mejorar la situación.

Como vemos, existe un campo sumamente atractivo para el trabajo interdisciplinario, pues el reconoci-miento de la voz humana, requiere conocimientos que abarcan desde la electrónica hasta la fisiología, pasan-do por la lingüística, las teorías de transformación de señales y la teoría de la detección (en el sentido gene-ral de separación de componentes).

Un breve pasaje por lo que se está haciendo en otros lugares nos per-mitirá ver este extenso panorama: en el campo electrónico se está tra-bajando en nuevos circuitos de fil-tros activos para analizadores y sin-tetizadores de voz, en correladores de señales, en "neuromimas" con memoria que puedan "aprender" por el método de castigo y recompensa

(electrónicos claro está) , en trans-formaciones ortogonales de la señal, usando las funciones de Laguerre y de Walsh y en sistemas que permi-tan obtener la "función analítica" de una señal. Nuevos sistemas de vocoders permitirán enviar varios canales de voz donde hoy sólo se en-vía uno. Vocoders ópticos y táctiles serán de gran ayuda en la enseñanza del lenguaje a niños sordos. En el campo de la fisiología del lenguaje se está trabajando activamente en encontrar otros correlatos entre la voz y los movimientos musculares de los órganos de la fonación: los elec-tromiogramas promediados muestran invariancias sumamente interesan-tes. Muchas mediciones de la pre-sión glótica han llevado a un mejor conocimiento de su generación y distribución a lo largo del tracto so-noro. En fisiología del oído los avances son espectaculares, especial-mente en el conocimiento de los sis-temas de transducción del movi-miento de las membranas basilar" y tectoria a los terminales (cilias) en sus diversos tipos de movimiento. Experimentos con distintos produc-tos químicos (brucina, tetrodotoxi-na) permitirán a no dudarlo, cono-cer el mecanismo íntimo de la trans-misión nerviosa y muchas experien-cias de sicoacustica tratan de dilu-cidar el todavía no completamente conocido sistema de transformación de la presión sonora.

E n fonética el uso creciente d e sintetizadores permite hallar elemen-tos característicos que previamente eran inseparables y no se los podía variar independientemente. Las va-riaciones de la frecuencia glótica permiten detectar trastornos presen-tes o futuros de la laringe, en par-ticular neoformaciones. La teoría de la detección ha avanzado mucho en el campo teórico con distintos tipos de clasificadores y nuevas técnicas de análisis de señales (transforma-da rápida de Fourier o FFT) el uso de matrices de Hadamard para co-rrelacionar las salidas de filtros en los analizadores y el empleo casi ru-tinario de filtros digitales abre cam-pos insospechados en el estudio de las complejas señales de la voz.

Todo esto nos lleva a poder creer que dentro de poco tiempo pasará del campo experimental al de la práctica comercial la interesante po-sibilidad de emplear la voz para dar órdenes a computadoras y máquinas clasificadoras de correos, así como hace poco hemos visto que ciertas terminales de cómputos son capaces de dar respuestas sonoras, con voz sintéticamente generada a las pre-guntas que por escrito hacemos a la máquina.

Estas máquinas están dando res-puesta al creciente interés de poder comunicarnos con la computadora con la misma facilidad con que hoy lo hacemos con otros hombres. O

45-

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NUEVAS TECNICAS PARA TIEMPOS NUEVOS

CIENCIA NUEVA y BCEOM de París, una de las más importantes firmas consultoras del mundo, especializada en estudios y proyectos de grandes obras públicas, han convenido publicar en la Argentina la edición castellana de la colección técnica francesa BCEOM. Las obras que aparecerán están dirigidas a ingenieros, economistas, funcionarios y estudiosos preocupados por las múltiples cuestiones que plantea el equipamiento material de los países en crecimiento.

d« ta» murtón cM — -•gua tit mar y d» .3b** lai agua* uKtbraa

En ellas se recoge la experiencia vivida por expertos de prestigio internacional que, tanto desde sus cargos de altos funcionarios, como en el sitio mismo , de las obras, han debido afrontar los complejos y novedosos problemas del desarrollo económico y social del Tercer Mundo.

Esa experiencia y la versación de los autores destacan la importancia de la nueva colección, llamada a prestar valiosos servicios a técnicos" y profesionales de nuestro país

CAMINOS DE TIERRA - Estructura y mantenimiento por Gérard Mellier ADMINISTRACION Y EXPLOTACION PORTUARIAS por Jean Georges Baudelaire

PROBLEMAS DE DESALINEACION DEL AGUA DE MAR Y DE LAS AGUAS SALOBRES por J. R. Vaillant

y más títulos sobre temas viales, portuarios, de economía, de transportes, etc.

Bureau Central d'Etudes pour les Equipements d'Outre-Mer

Editorial e i E i l O f l flIUEWffi S.R.L. BUENOS AIRES

PARIS

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Novedades de Ciencia y tecnología

i 2 • Otra "interminable"

Un británico, Leroy Prouty, pa-tentó una nueva hoja de afeitar que, de llegarse a fabricar, podría transformarlo en multimillonario. Su "hoja" es una cinta de metal, flexi-ble y muy delgada, plegada en forma de cinta de Moebius, con su único borde convenientemente afilado.

Prouty piensa fabricar una afeita-dora utilizando esta cinta, la cual tendría una longitud equivalente a siete hojitas de afeitar comunes de dos filos, es decir, que una revolu-ción completa de la cinta correspon-dería a la longitud de 14 filos. Ade-más del hecho de que la duración de la cinta sería por lo menos igual a siete veces la de una hojita de afei-tar común, la parte del filo expuesta en cada momento sería la estricta-mente necesaria para asegurar una buena afeitada. O

El primer elemento superpesado

Después del elemento 105 (ver CIENCIA NUEVA N? 4 ) , el 112. El salto fue realizado por un grupo de investigadores ingleses, dirigidos por A. Marinov, quienes trabajaron con el acelerador de 28 GeV del CERN, en Ginebra.

La idea fue bombardear tungsteno puro con un haz de protones de alta energía. Si un protón choca con un átomo de tungsteno, en algunos ca-sos (en especial para ángulos de dispersión grandes), el átomo ad-quiere una energía mayor de 1 GeV y puede reaccionar a su vez con otro átomo de tungsteno.

Los cálculos teóricos predican, en efecto, que la ruta más fácil hacia la "isla de estabilidad" es la de las in-teracciones entre iones pesados, para poder reunir así la cantidad de neu-trones requerida para "construir" un átomo de un elemento super-pe-sado. Pero los iones pesados tam-bién contienen muchos protones, lo que hace que deban poseer una gran energía para superar la "barre-ra de Coulomb" creada por las fuer-zas de repulsión. En el caso del tungsteno, la energía necesaria para que un átomo choque con otro del mismo elemento es de 1 GeV y esto no puede lograrse en ninguno de los

aceleradores de partículas actualmen-te en funcionamiento.

Una forma de lograrlo, sin em-bargo, es provocando reacciones se-cundarias y esto es lo que hizo el grupo dirigido por Marinov. Como la probabilidad de que ocurran tales reacciones secundarias, a choques dobles, es muy pequeña, los blancos deben ser irradiados durante un lar-go tiempo, por lo menos un año, lo cual corresponde a dosis superiores a los 1018 protones.

Teóricamente, las propiedades químicas del elemento 112 deberían ser similares a las del mercurio. En efecto, luego de disolver el tungste-no y agregar mercurio como "ca-rriel-", se pudo identificar una ra-diación alfa que no era debida a ninguna fuente conocida. La energía de estas partículas alfa, las caracte-rísticas de la fisión espontánea ob-servada y la vida media estimada (500 años), coincidieron con lo que debía esperarse para el elemen-to 112.

Naturalmente, faltan aún las ex-periencias concluyen tes: el espectro de masas, por ejemplo. Es por esta razón por la que Marinov y sus co-legas se muestran tan cautelosos y remisos a hacer comentarios sobre sus resultados. Pero los datos reco-gidos hasta el momento son fuerte-mente indicativos de que el elemen-to 112 podría estar presente en las muestras examinadas. Y si la sínte-sis del "skamercurio" (según la ter-minología mendelesviana) se llega a confirmar, habrá que busc'ar un nom-bre para bautizarlo. O

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Gusto eléctrico

Para estudiar la formación del sen-tido del gusto en el sistema nervio-so central, fueron estimuladas eléc-tricamente con impulsos rectangula-res las lenguas de nueve personas y analizados los electroencefalogramas correspondientes. Mediante compu-doras pudieron descubrirse "poten-ciales evócales" cuyas relaciones con el gusto fueron discutidas. ( Z. Biol. 116, 1969, páginas 161-211). La dependencia de la sensación subje-tiva de intensidades de estímulo se corresponde con los resultados de Békésys, Cuando se varía como pa-rámetro de estímulo tanto la fre-cuencia como la duración de los im-pulsos rectangulares aplicados, el su-jeto experimental siente diferencias cualitativas del gusto. El diagrama muestra los diferentes resultados ob-tenidos en 20 personas: la sensa-ción de gusto "dulce" fue experi-mentada solamente erf frecuencias bajas, mientras el "amargo" aparece preferentemente en los impulsos de duración corta hasta mediana y con frecuencias más altas. "Salado" y "ácido" se encuentran en los valo-res medios. <>

0.1 O 0 S 0,0 1

.10 so 100 150 200 300 (imp/s)

"Duración de cada impulso: dulce, amargo, ácido, salado, amargo. Distintos tipos de gusto en la estimulación eléctrica de la lengua humana (20 sujetos examinados. Electrodo de lámina de plata de 70 mm1).

4a

4 Manzanas sin manzanos

El Congreso Internacional de horti-cultura, que tiene lugar cada cuatro años, permite la presentación de nuevas invenciones y destaca los adelantos de la ciencia hortícola. El término ciencia no debe parecer exa-gerado ya que la fisiología vegetal, la bioquímica, la genética, la climato-logía y los estudios de mercado es-tán transformando completamente la producción de legumbres, frutas y flores. El caso de Israel, donde se llevó a cabo el XVII I Congreso de Horticultura en marzo de 1970, es particularmente significativo. En es-te país, los métodos de utilización del agua comprenden desde el siste-ma de charcos sucesivos, ya emplea-do por los nabateos en el Neguev, hace más de tres mil años, hasta la desalihización del agua de mar (ac-tualmente funcionan dos plantas en Eilat, sobre el Mar Rojo).

Las numerosas sesiones del con-greso mostraron en qué medida han progresado las investigaciones sobre las sustancias que regulan el creci-miento de las plantas, particu-larmente en lo que respecta a sus aplicaciones. De esta manera, hoy es posible la producción de flores en manzanos y perales mediante la pul-verización de diversas sustancias, ta-les como el ácicló N-dimetilamino-succinámico. Este fenómeno podría

Futura producción de células alimenticias en frascos: cultivos de células vegetales en el laboratorio de fisiología pluricelular del CNRS, en Gif-sur-Yvette, Francia.

ocasionar una verdadera revolución en la producción de dichos frutos, tratados en lo sucesivo en cultivos bianuales. Por ejemplo, una vez flo-recidos los pimpollos, se recogerían las manzanas con la cosechadora, cortando los tallos al ras del suelo. Al año siguiente, se induciría la floración de los retoños que reposan en las capas del suelo, para obtener una nueva fructificación un año des-pués. Estas posibilidades se están tomando en cuenta seriamente, tan-to más que en Israel la mano del hombre no toca el tomate, por ejem-plo, desde la siembra en el campo hasta la cosecha con la máquina.*

Se han presentado algunas ideas aún más revolucionarias, como la supresión total del manzano para no cultivar más que el fruto, en condi-ciones asépticas. Estas investigacio-nes, efectuadas en el Laboratorio de Fisiología Pluricelular del CNRS, son precursoras de la agricultura in-dustrial, en la que la calidad de los productos será estrictamente contro-lada y desaparecerá el peligro de los distintos pesticidas.

Estas novedades "futuristas" son fruto de las técnicas de cultivos de células y de tejidos separados de la planta, técnicas que ya se utilizan para liberar a las especies hortícolas de sus virus y que acaban de permi-tir la producción de plantas haploi-des a partir únicamente del polen.

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Cada una de las células de estas plantas contienen sólo la mitad del bagaje cromosómico habitual, de mo-do que ellas acusan inmediatamente las mutaciones que se les pueda pro-vocar. Después puede efectuarse la duplicación de los cromosomas, ya sea mediante un tratamiento con colquicina, o bien mediante una nue-va técnica que aprovecha la endomi-tosis. Este último fenómeno dupli-ca el número de los cromosomas dentro del núcleo celular sin que la célula se divida en dos. Esto se re-vela con particular intensidad cuan-do se cultivan fragmentos de tallos en algunos medios nutritivos.

Es asi como la horticultura, que ya utiliza ampliamente los plásticos transparentes, recibe los últimos pro-gresos de la ciencia a tal punto que se está preparando para desarrollar un día una nueva disciplina que po-dría llamarse "horticultura del es-pacio". O

J. P. Nitsch La Rechercbe

5 Calcitonina: una hormona recientemente descubierta

La calcitonina era totalmente desco-nocida hace 10 años. Sabemos que se trata de una hormona, que junto con su contraria, la hormona para-tiroidea, regula el equilibrio del ni-vel de calcio en el organismo (home-ostasis del calcio). La parathormo-na, que se produce en la paratiroi-des, equilibra con la liberación de calcio del hueso una falta de calcio en el líquido extracelular, mientras que la calcitonina, recientemente des-cubierta, actúa a través de la inhibi-ción del metabolismo óseo en la nor-malización del nivel de calcio au-mentado. Aún son poco frecuentes los casos de cuadros patológicos hu-manos; el uso terapéutico cíe la hor-mona se encuentra en estado expe-rimental.

Hasta principios de la década del 60 se consideraba a la parathormona (PTB), secreción interna de la pa-ratiroides, como única hormona es-pecífica para la regulación del nivel

de calcio en la sangre: la PTH se esparce cuando se produce un des-censo en el nivel del calcio y desen-cadena un proceso de liberación en el hueso (osteolisis), por el cual se libera calcio hasta equilibrar la falta inicial en el espacio extracelular. En 1962-63 fue descubierta una contra-ria de la PTH, el factor llamado Ti-reocalcitonina (CT) es segregado cuando aumenta el calcio por enci-ma de_ su nivel para las células C de la ^tiroides. Este mecanismo de secre-ción se comprobó también en el cuerpo últimobranquial del pollo, que representa un órgano puro de célula-C..

_ La calcitonina produce una inhi-bición del catabolismo óseo; la dis-minución del flujo de calcio del hue-so lleva a la reducción del nivel sanguíneo anteriormente aumentado. De esta manera la homeostasis del calcio pertenece a aquellos procesos metabólicos del organismos doble-mente controlados (figura). Cada trastorno del equilibrio, un exceso o una insuficiencia de calcio (hipo o hipercalcemia) se equilibra en un circuito regulador por una hormona directamente controlada.

Las últimas investigaciones bio-químicas han posibilitado nuevas ideas respecto del mecanismo de efectos en el ámbito celular v sub-celular. (Ver figura). La PTH pa-rece activar en la membrana celular a la adenilciclasa, que cataliza la formación de 3', 5' —adenosimono-fosfato cíclico (cAMP). Un enrique-

Calciemia

_

n Catefuria

Célula o m «

cimiento intracelular de cAMP po-ne en marcha las distintas funciones celulares específicas —en el caso de las células óseas J a liberación de en-zimas lizosomales para la disolución del hueso. Su contraria, la CT, po-dría producir una aceleración del metabolismo del cAMP a través de la fosfodiesterasa e inhibir de esta manera el catabolismo óseo. _ Con el descubrimiento de la cal-

citonina se plantea el problema de si —en analogía con otras hormo-nas— su infra o superproducción puede llevar a síntomas patológicos. Hasta ahora se ha discutido sola-mente la posibilidad de un hipocal-citonismo como causa, por ejemplo,

La importancia de la calcitonina en la patología y terapia. Los hallaz-gos seguros aparecen en bastardilla.

Patología de la calcitonina Función disminuida (Hipocalcitonismo)

Función aumentada (Hipercalcitonismo)

Disminución del calcio

¿Osteoporosis? ¿Atrofias óseas? ¿Osteodistrofia fibr. gen. cist.?

, ¿Trastornos de crecimiento? Carcinoma melular de la tiroides ¿Osteopetrosis? ¿Tetania? ¿ Seudohipoparatiroidismo ?

Terapia con calcitonina en:

Influencia en el esqueleto en:

Hiperparatiroidismo primario Hipercalcemia idiopática y semejantes Enfermedad de Paget ¿Osteoporosis? ¿Atrofia inactiva? ¿Falta de gravedad? ¿Curación de fracturas?

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de un catabolismo óseo aumentado por efecto de una insuficiente inhi-bición en los casos de osteoporosis. en atrofias óseas, etc., pero esto no fue demostrado fehacientemente (ta-bla ). El cuadro de hipercalcitonismo existe con seguridad en el carcinoma de tiroides medular. Este tumor es-tá constituido por células C y segre-ga grandes cantidades de calcitoni-na, pero inexplicablemente estos en-fermos casi nunca tienen un nivel de calcio disminuido. De este modo también es problemático un calcito-nismo como causa de tetanias, lo mismo en la osteopetrosis o seudo-hipopara tiroidismo.

La disminución del efecto de la calcemia de la CT ya se aprovechó terapéuticamente ante niveles pato-lógicamente aumentados de calcio (tabla). El efecto inhibitorio de la osteolisis despertó la esperanza de su aplicación en procesos de descal-ciíicación. En el trastorno congéni-to de la enfermedad de Paget se pudo llegar también a una inhibi-ción del metabolismo óseo enorme-mente acelerado. Por el contrario, los éxitos de tratamiento en la os-teoporosis, atrofias óseas, etc., toda-vía son problemáticos. Quizá ayude aquí el mayor efecto biológico de nuevos tipos de CT, como la calci-tonina del salmón. O

6 Proteínas primitivas: catálisis por arcillas

Al lograr la síntesis de cadenas proteicas en condiciones "pre-biológicas", A. Katchalsky con-f irma algunas hipótesis sobre el origen de la vida.

A pesar de los progresos espectacu-lares realizados estos últimos años en la síntesis abiótica1 de moléculas biológicas, el problema del origen de las proteínas no estaba aún comple-tamente esclarecido. La síntesis de cadenas polipeptídicas es complica-da debido a la cantidad de energía necesaria para formar una unión pep-

tídica (por eliminación de agua) en-tre dos aminoácidos. Por otra parte, el medio acuoso presente probable-mente en las primeras etapas ele la evolución de la Tierra, no facilita una reacción de este tipo.

Para tratar de vencer esta "barre-ra energética" y disminuir el efecto desfavorable del medio acuoso, los químicos intentaron utilizar monó-meros que posean suficiente energía como para permitir que la reacción de policondensación se realice a tem-peratura media, con p l l fisiológico y a partir de soluciones diluidas. Se ensayaron diversos reactivos, tales como la diciandiamida (molécula que puede obtenerse por síntesis abiótica), o los aminofosfo-anhidri-dos. No obstante, las condiciones ne-cesarias para obtener la formación de polipéptidos, aún de pequeño tama-ño (dos, tres o cuatro aminoácidos), están demasiado alejadas de las con-diciones llamadas "prebiológicas" para que puedan extraerse conclusio-nes sobre el origen natural de estas moléculas.

La hipótesis de Bernal

En consecuencia se hizo necesario encontrar monómeros ricos en ener-gía, suficientemente parecidos a los metabolitos naturales a partir de los cuales se forman, en los organismos vivos, las macromoléculas esenciales para ia vida y principalmente los ca-talizadores capaces de bajar la "ba-rrera energética" que imposibilita la reacción de policondensación en me-dio acuoso. El primer paso en este sentido lo dio, hace ya varios años, el cristalógrafo británico J. D. Ber-nal, quien sugirió que los barros de arcilla podrían catalizar la policon-densación de aminoácidos, absor-

N.

hiendo y fijando, en una posición fa-vorable, los monómeros reactivos. Según Bernal, esas partículas de ar-cilla serían también susceptibles de inhibir la reacción inversa de hidró-lisis y de impedir que los polímeros formados se disgreguen en monóme-ros individuales. Basándose en la hi-pótesis de Bernal, varios laborato-rios intentaron preparar polipépti-dos en medio acuoso y en presencia de distintos tipos de arcillas (caoli-natos, apatitas, etc.), pero los rendi-mientos obtenidos fueron siempre muy escasos. La repetición de estos fracasos confirman el valor particu-lar de los recientes resultados obte-nidos por A. Katchalsky y colabora-dores, del Instituto Científico Weíz» man de Rehovot, en Israel.2 En efec-to, el equipo del Instituto Weizman no sólo logró reunir los elementos requeridos para una realización es-pontánea de la síntesis de polipép-tidos, sino que creó las condiciones energéticas (medio termodinámico "abierto") que permiten la continui-dad de la reacción hasta un grado de polimerización elevado.

El mejor catalizador: la arcilla inontinorillonita

El equipo de Katchalsky ha ensa-yado varios tipos de catalizadores (intercambiadores iónicos, silica gel, suspensión coloidal de metales) pe-ro, como lo había predicho Bernal, los mejores resultados se obtuvieron con la arcilla montmorillonita.3

Los monómeros utilizados en las reacciones de policondensación fue-ron aminoacil adenilatos (figura 1), es decir, aminoácidos vinculados me-diante una unión anhídrido al ácido adenílico, formado este último con la conocida asociación: adenina-ribo-

Figura 1.

adenina

ríbosa aminoácido

AMINOACIL ADENILATO

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Figura 2. • aminoácido

uto aminoacil adenilato

acido adenílico Figura 3.

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sa-fosfato, que se encuentra en el ATP o en los nucleótidos de los áci-dos nucleicos.

Katchalsky eligió los aminoacil adenilatos porque ellos constituyen los elementos básicos a partir de los cuales las células vivientes fabrican sus proteínas. También se piensa, so-bre la base de las experiencias reali-zadas por C. Ponnamperuma, C. Sa-gan y R. Mariner4 que los aminoacil adenilatos pudieron formarse espon-táneamente en las condiciones rei-nantes en las primeras etapas de la evolución terrestre, por reacción en-tre los aminoácidos sintetizados en la atmósfera de la Tierra bajo el efecto de los rayos ultravioletas y las moléculas de ATP formadas en condiciones análogas.

La asociación de los aminoacil ade-nilatos y de la arcilla montmo'rillo-nita presenta particularidades suma-mente interesantes:

• el ácido adenílico libre no es ab-sorbido por la arcilla;

• los aminoácidos sólo son absorbi-dos con un p H ácido;

• los aminoácidos adenilatos son fá-cilmente absorbidos por las partícu-las de arcilla en proporciones que lle-gan hasta 1 0 - 3 moles de aminoacil adenilato por gramo de montmori-llonita.

Semejantes propiedades permiten comprender cómo la absorción y la polimerización de moléculas de ade-nilatos en la superficie de la arcilla está condicionada y regulada por la acidez local del medio de policon-densación.

Una serie de factores aún más im-portantes permite la explicación de la totalidad del proceso, ubicando los resultados de las experiencias del

grupo de Katchalsky entre los más completos de los realizados en los últimos años en química prebiótica.

Durante una reacción de policon-densación en catálisis homogénea, los aminoácidos liberados por hidró-lisis reaccionan con los aminoacil adenilatos para dar un péptido y áci-do adenílico libre (figura 2) .

Por el contrario, en una reacción de catálisis heterogénea (como en el caso de las partículas de arcilla), la absorción sobre la montmorillonita protege los polipéptidos formados o los aminoacil adenilatos de la hidró-lisis. En este caso no hay, por lo tanto, aminoácidos liberados. La reacción se lleva a cabo según la fi-gura 3.

Los polipéptidos formados están siempre ligados a un grupo fosfato por una unión anhídrido, hasta la terminación del proceso por forma-ción de una unión fosfo-ester.

Uno de los factores claves de la reacción es la disociación del grupo N H 3

+ en NH 2 y H + . Sin esta diso-ciación, que por otra parte sólo pue-de hacerse en medio alcalino, la reac-ción de policondensación no tendría lugar. Ahora se comprende por qué la reacción de policondensación por catálisis heterogénea es autorregu-lada: el ácido adenílico liberado en cada etapa acidifica el pH del medio de reacción, lo cual inhibe la reac-ción de policondensación. Esta últi-ma se detiene hasta que el ácido ade-nílico libre —que, como ya hemos visto, no es absorbido por la mont-morillonita— pueda difundirse lejos de le superficie catalítica. Hay en-tonces "envenenamiento" de esta su-perficie por los productos de la reac-ción, difusión del inhibidor y conti-nuación de la polimerización. Este proceso ilustra a la perfección el tan

conocido mecanismo de regulación por "feedback" negativo. Se estable-cen entonces una serie de ciclos, de oscilaciones periódicas, que depen-den de las respectivas velocidades de difusión de las moléculas y de poli-merización de los monómeros.

Las cadenas de 50 monómeros

Es así que analizando las condiciones teóricas de esta reacción autorregu-lada, Katchalsky y colaboradores pu-dieron poner a punto las condiciones ideales de su experiencia.5 Ellos lo-graron obtener, con buen rendimien-to y partiendo del alanil adenilato, cadenas de pesos moleculares mayo-res de 4000 que comprenden más de 50 monómeros unidos entre sí. Nunca se habían obtenido tales re-sultados con pH fisiológico y en con-diciones "abióticas" tan suaves. Por otra parte, la montmorillonita pro-tege tan bien a los adenilatos que prácticamente no ha sido detectado ningún aminoácido libre (hidroliza-do) en el medio de polimerización.

La periodicidad de la reacción, ba-sada en la velocidad de polimeriza-ción de los monómeros y en la velo-cidad de difusión de las moléculas del inhibidor, permite explicar una cierta periodicidad en la longitud de las cadenas que han sido preparadas. En efecto, dichas cadenas compren-den 9, 16 (18); 27; 32 (36) ; 42 (45) y 54 (56) aminoácidos. Según Katchalsky, esta periodicidad (en grupos de 9) estaría determinada por el tiempo mínimo necesario para la difusión de las moléculas de áci-do adenílico, lejos de la superficie de ' reacción. La polimerización se produciría por impulsos sucesivos muy rápidos que conducen a una

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concentración local elevada de ácido adenílico, lo cual modifica el pH y detiene la reacción. Una vez difun-dido el inhibidor y cuando el pH se ha vuelto alcalino, hay tiempo para que se realicen aproximadamente 9 uniones peptídicas antes de una nue-va detención de la reacción, y así su-cesivamente.

Las experiencias de Katchalsky y su equipo abren nuevos caminos prometedores, todavía muy poco ex-plorados. Por ejemplo, es posible que, según las condiciones, el pH, la velocidad de difusión de los reacti-vos y de los productos de la reac-ción, la policondensación de los ami-noacil adenilatos se realice como for-mación de ácido poliadentlico con liberación de aminoácidos. Ahora bien, el ácido poliadenílico no es más que un ácido nucleico constituido por la sucesión de un mismo nucleó-tido. Por consiguiente se podría con-cebir, por catálisis heterogénea en un sistema abierto que permita una serie de reacciones oscilantes, la for-mación simultánea de polipéptidos y polinucleótidos, es decir, los mate-riales fundamentales de la vida. O

Joel de Rosnay Le Recherche

1 Abiótica significa "en ausencia de or-ganismos vivos".

2 Nature, 228, 636, 1970. 3 Este tipo de arcilla tiene la propie-

dad de dilatar considerablemente su red cristalina absorbiendo algunas moléculas.

* Nature, 199, 222, 1963, « Ver Alomes, tí> 270, pág. 688, noviem-

bre 1969.

7 El diagnóstico de la leucemia

Ya en 1911 Peyton Rous comprobó que un virus provocaba, en los po-llos, un cáncer transmisible en el tejido conectivo. Hace una década

que se discute ardientemente sobre la teoría viral del cáncer, pero hasta hace pocos meses sólo había sido posible confirmarla en animales, ya que era imposible detectar la pre-sencia viral en el hombre. La leuce-mia es un cáncer que produce la multiplicación anárquica de células correspondientes a los glóbulos blan-cos de la sangre o sus precursores. Ya se conocía el origen viral de la leucemia en ratones pero sólo re-cientemente se tienen indicios que parecen confirmar el origen viral de la leucemia humana.

En CIENCIA NUEVA N? 7 se describió el importante hallazgo de Temin y Baltimore: la enzima ADN polimerasa ARN dependiente en vi-rus a ARN. En un coloquio organi-zado por los laboratorios Lepetit (Milán), en noviembre del año pa-sado en el Instituto Pasteur de Pa-rís, se presentaron varios trabajos importantes relacionados con el te-ma: el doctor Spiegelman (de la Universidad de Columbia, N. Y.) ex-puso los trabajos de su grupo sobre la leucemia humana. En los leuco-citos (o glóbulos blancos) de nueve enfermos de leucemia que fueron estudiados, se pudo detectar la pre-sencia de una ADN polimerasa ARN dependiente. Esta enzima es idénti-ca a la aislada de una capa de leu-cemia de rata cuyo origen' viral es ya reconocido; durante la remisión y los tratamientos con agentes qui-mioterápicos, la polimerasa desapa-rece.

Gallo y sus colaboradores (del Instituto de la Salud de Bethesda, Estados Unidos) también encontra-ron la enzima en individuos leucémi-cos, pero no pudieron detectarla en los linfocitos (componentes de los glóbulos blancos) de 48 sujetos nor-males, tal como lo describen en un trabajo p u b l i c a d o recientemente (Nature, vol. 228, pág. 927) . Los linfocitos normales se estimularon con fitohemoaglutinina para que se dividieran; esto se hizo para que la síntesis de ADN sea máxima, o sea que las actividades polimerásicas sean comparables con la actividad de las células neoplásticas. Estos auto-res demostraron que la actividad de la ADN polimerasa ARN dependien-te, es función de ionas magnesio, de la presencia de los cuatro deoxitri-fosfatos y de la adición de una ma-triz de ARN. Además, un derivado de la rifampicina (ver CIENCIA NUEVA N? 7) que bloquea espe-

cíficamente esta enzima en virus a ARN inhibe también esta actividad en extractos de células leucémicas.

Finalmente, el producto de esta polimerasa aislada de leucocitos de leucémicos es resistente a la hidró-lisis con ribonucleasa y es degradada por la desoxirribonucleasa.

¿Qué conclusión puede extraerse de estos trabajos? En primer lugar, se espera que un método sensible de ensayo de la polimerasa podría dar base a un método para el diag-nóstico de la leucemia y la medición de la efectividad de un tratamiento, ya que sólo se necesitarían pocos milímetros de sangre..

Este descubrimiento no lleva a una posibilidad terapéutica inmedia-ta pero abre perspectivas interesan-tes. Como aún no se sabe si esta inversión de información (de ARN al ADN) genética tiene lugar en la economía normal de células sanas, no es posible usar un inhibidor de esta actividad en el tratamiento de la enfermedad.

Actualmente se busca saber si en tumores sólidos humanos también se puede detectar esta actividad. En el hombre, el linfoma de Burkitt, el cáncer de mama y el cáncer cervi-cal, dan indicios de un origen viral. La imposibilidad de aislar la partí-cula viral no significa que ésta no sea la causa, ya que en el caso de células transformadas experimental-mente por virus a ADN, como el vi-rus simio 40 o polioma virus, no se producen viriones pero existen prue-bas de que el material genético viral existe.

Como última conclusión de estos trabajos (y de más de una decena de otros estudios relacionados con el tema), podemos citar un artículo aparecido en New Scientist (vol. 48, pág. 426) : "La opinión pública exige una cura para el cáncer y la adopción de las decisiones financie-ras necesarias para asegurar que re-cursos suficientes se dediquen a re-solver el problema en pocos años. Se puede predecir que el año próximo la prensa hará anuncios estrepitosos sobre el "secreto" del cáncer, aun-que la cura esté a varios años de distancia. Pero con la actual dupli-cación de investigaciones, el alto porcentaje de fumadores y proble-mas tan angustiantes como los de la salud mental, prácticamente sin atacar, el dinero será bien utili-zado. . . " . O

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Para el caso, ya poco probable, que aún haya algún lector que dude que todo se presta a las matemáticas re-creativas, hablaremos hoy de un pa-satiempo basado en el dominó. Pero antes, una breve explicación para el título, quizás necesaria en estos tiem-pos modernos. La referencia no es a las cuadrillas de trabajadores, ni a las de caballos, sino a una danza que gustaban bailar nuestros abuelos y abuelas, o tal vez nuestros bisabue-los y bisabuelas, según la edad del lector. Era una danza victoriana, de gran moda a fines del siglo pasado, cuyo nombre se derivaba del hecho de que las figuras de la danza se for-maban entre dos parejas, es decir, entre cuatro personas.

De un modo análogo, las cuadri-llas a que nos referiremos hoy están formadas por un juego completo de fichas de dominó, con números igua-les formando cuadrados. El pasa-tiempo y su nombre derivan del matemático Eduardo Lucas (1842-1891), a quien ya conocimos al ha-blar de la serie de Fibonacci y su complemento, la serie de Lucas (N9

6) . Posteriormente ha sido estudia-

do por Delannoy, un amigo de Lu-cas; por Wade E. Philpott, en un artículo de la revista Recreational Mathematics Magazine (1 ) , ya ci-tada anteriormente (en CIENCIA NUEVA N? 5) y, finalmente, por Fred. Schuh en su libro "The Mas-terbook of Mathematical Recrea-tions" (2 ) .

Sabido es que aunque el juego usual de dominó contiene siete nú-meros (del 0 ó blanca, al 6) , existen dominós mayores, que llegan gene-ralmente hasta el doble 9 y aun hasta el doble 12, siendo bastante usuales en Alemania. Por ello, dejemos ori-ginariamente indefinido el número del dominó, designando por "n-n" al mayor doble. Una fórmula muy conocida permite establecer que el número total de piezas, N, estará dado por

N = ( n + 2 ) ( n + 1 )

2

En efecto, cada número aparece-rá en combinación con n otros (la cantidad total de números diferentes es n + 1, ya que tradicionalmen-te van del 0 al n ) , formándose

54

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n ( n + 1) pares; pero cada uno es-tará contado dos veces, de modo que la cantidad total de piezas con dos números desiguales estará dada por n~ + n , , ' — ; si a este numero le agre-

2 gamos los n + 1 dobles, el número total estará dado por

n 2 + 11 i • i 1 — - j - n + 1 = 2 ir + 3n + 2 ___ _ _ _

__ ( n + 2 ) ( n + 1) ~ 2

Para que puedan formarse "cua-drillas", es evidente que cada núme-ro debe aparecer en el conjunto de fichas un número de veces que sea múltiplo de 4. Como cada número aparece n + 2 veces (n veces en combinación con los otros n núme-ros y dos veces en el doble) es ne-cesario que n + 2 sea divisible por

- 1 2 — debe ser un nú-4, o sea, que —

t mero entero, que denominaremos k. Se obtiene así la ecuación

n + 2 k

que, resuelta para n, nos da n = 4k — 2, en que k puede ser cualquier entero positivo. Esta última fórmula nos da todos los posibles juegos de dominó que pueden formar cuadri-llas, que estarán representados por la serie 2, 6, 10, 14 , . . . , Como lo indica Philpott en su ar-

Figura 1.

tículo citado, es fácil encontrar una solución para n = 2 (véase figura 1) y no es tampoco muy difícil de-mostrar que esta solución es única, en el sentido de que todas las solu-ciones se pueden derivar de ella por permutaciones de los números entre sí, formando un total de (n + 1)! (en este caso, 6) soluciones dis-tintas.

Lucas se ocupó principalmente del caso n = 6, es decir, el del do-minó común, obteniendo para la fi-gura doblemente simétrica indicada en la figura 2 cuatro grupos de so-luciones diferentes, caracterizados por la posición de los dobles, que hemos indicado sombreados en dicha figura. Delannoy encontró dos tipos de soluciones para la otra figura do-blemente simétrica indicada en la fi-gura 3, encontrando Philpott dos ti-pos ele soluciones adicionales. En la figura 3 las caracterizamos todas, co-mo siempre, por la posición de los dobles, indicados con sombreado; las soluciones de Delannoy son las pri-meras dos y las de Philpott las dos restantes. Finalmente, Delannoy en-contró también una solución, la de la figura 4, para una figura simple-mente simétrica.

Schuh, en su obra citada, demos-tró que el. tipo de solución dado en la figura 4 es único, por lo que to-das las soluciones posibles se obtie-nen de una de ellas permutando los números entre sí, lo que forma un total de 5.040 soluciones. Este nú-mero se duplica si se consideran di-ferentes las soluciones que se obtie-nen de las anteriores por simetría en el eje medio de la figura. Tam-bién demostró que para la figura 2 sólo se encuentran los cuatro tipos de soluciones indicados en ella, que dan origen, respectivamente, a 8, 14, 4 y 8 soluciones diferentes, o sea, un total de 34 soluciones diferentes, de cada una de las cuales se obtienen 5.040 por permutación, llegándose

así a un total global de 171.360 so-luciones.

Finalmente, para la figura .3, en-contró cinco tipos diferentes de so-luciones (en la figura 5 indicamos la solución adicional), que dan origen, respectivamente, a 14, 8, 2, 2 y 3 soluciones diferentes, o sea, un total de 29 soluciones, que de nuevo co-rresponde multiplicar por 5.040 si se consideran las permutaciones de los números entre sí.

Finalmente, estudió Schuh las fi-guras carentes de simetría, determi-nando las que tenían el menor y ma-yor número de ángulos. Después de demostrar que todas las figuras po-sibles con cuatro, seis y ocho ángu-los (que indicamos en la figura 6 sin tomar en cuenta la correcta propor-ción de los lados, sino únicamente la sucesión de ángulos), no llevan a ninguna solución, encontró que de las ocho figuras posibles con diez ángulos, una sola, la de la figura 7, lleva a una solución de un tipo único, que a su vez tiene 14 soluciones di-ferentes, dos de las cuales tienen la particularidad de tener adyacentes dos cuadrillas del mismo número en la parte marcada en la figura 7 con sombreado en la dirección opuesta.

Para el número mayor de ángulos, encontró Schuh la solución de la fi-gura 8, con 24 ángulos, el máximo teóricamente posible. Esta solución también es de un tipo único y lleva a dos soluciones diferentes.

Schuh no se ocupó del caso si-guiente, n = 10, y es fácil compren-der que, si hubiera deseado estudiar-lo tan exhaustivamente como lo hizo con el caso anterior, el número de combinaciones le hubiera resultado enteramente fuera del alcance de la vida humana.

Philpott sí ha estudiado este caso, encontrando soluciones del tipo úni-co mostrado en la figura 9 (5 dis-tintas, al menos) y varias de los 4 tipos mostrados en la fig. 10. Resul-

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Figura 3.

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ta interesante comparar las solucio-nes para n = 2, 6, 10, . . . , pudien-do apreciarse que el tipo dado en las figs. 1, 4 y 9, lleva siempre a solu-ciones con una ubicación fija de los dobles y orientación fija también para los demás dominós.

Siguiendo esta analogía, cabe su-poner que para la forma dada en la figura 10, debe haber otros tipos de soluciones, como ocurrió con las fi-guras 3 y 5. También cabe suponer la existencia de soluciones para una forma análoga a la de la figura 2 y pueden buscarse las soluciones, no necesariamente simétricas, con el mayor o menor número de ángulos, también siguiendo la analogía de las figuras 7 y 8. Si algún lector con in-tereses menos amplios que los míos desea concentrarse en estos proble-mas y llega a resultados de interés, con mucho gusto me encargaré de hacérselos publicar. O

1 No. 14, enero-febrero de 1964, pp. 6-11. 2 Edición inglesa traducida por F. Gobel y editada por T. H. O'Beirne, publicada por Dover, pp. 38/66.

Los Polióminos III, Juegos Matemáticos (CIENCIA NUEVA N9 8 )

Respuestas y aclaraciones

En la figura 11 damos una solución del problema de formar con los doce pentóminos un rectángulo de 15 X 4 unidades. Según puede apreciarse, puede dividirse en dos mitades con-gruentes. La segunda solución se ob-tiene de la indicada, haciendo girar en 180° la parte sombreada.

No daremos las soluciones para los problemas de la figura 4 hasta el próximo número, por haberse omi-tido erróneamente indicar en ella el número de soluciones. La cruz que tiene una solución indicada, tiene 13 soluciones distintas, incluyendo aquélla; la otra cruz, de brazos igua-les, que se encuentra debajo, tiene 9 soluciones distintas y la cruz que se encuentra encima de la " I i " al otro lado de la figura, 18 soluciones dis-tintas, en tanto que la " H " tiene sólo dos que sólo difieren entre sí

Figura 11.

en la posición de dos piezas. Para las dos graderías de la parte central, el número de sus soluciones se cuenta al menos por centenas.

Señalemos finalmente algunos errores de imprenta que alteran u ocultan el sentido de lo dicho:

En la primera columna de la pá-gina 49, 6? línea desde abajo, se ha omitido un "no", debiendo decirse: "Para ello no es necesario estudiar todas. . . " . Las referencias a las fi-guras 2 y 3 han sido intercambiadas en la mayoría de los casos, como ha-brá resultado obvio para el lector despierto. O

Errata de "La guerra química"

La dirección de la revista La Re-cherche nos informa acerca de al-gunas omisiones y errores que se deslizaron en la nota de Nguyen Dang Tam publicada por la revista francesa. Esas fallas fueron lógica-mente repetidas en la traducción del mismo trabajo publicado en CIENCIA NUEVA N? 9, página 5 y subsiguientes.

En la página 12, columna de la izquierda, al final del primer párra-fo, se omitió el siguiente texto:

"Es necesario destacar que la 2,4,5T puede penetrar en el orga-

nismo por vía cutánea y, de esa manera, la población que camina con los pies desnudos o la que tra-baja con brazos y piernas desnudos en los arrozales, está particularmen-te expuesta a intoxicaciones graves que pueden llegar hasta la parálisis de los miembros inferiores."

En la página 11, en el cuadro de agentes neurotóxicos debe corregir-se lo siguiente:

—El nombre químico correcto del tabún es: dimetilaminoáano-fosfonato de etilo.

—El nombre químico correcto

del sarín es: metil-fluorofosfonato de isopropilo.

—El nombre químico del somán es: metil-jluorofosfonato de pinaco-lil.

—El último subíndice a la dere-cha de la fórmula química del VX, debe ser un 2 y su nombre químico correcto es: metil-S (2-dimetilami-noetil) tiolfosfonato de etilo (brom-hidrato).

Finalmente, en la misma página y en la columna derecha, el D N O C que figura en primer lugar como esterilizante del suelo, debe ir en último lugar entre los defoliantes. O

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El filtro de las noticias

• Prótesis de nervios. En la cáte-dra de anatomía topográfica y ciru-gía operatoria del Instituto Central de Moscú, se han realizado a lo largo de varios años experimentos de sustitución de sectores de nervios con prótesis metálicas de tantalio, platino, oro y wolframio. Mediante centenares de experimentos en ani-males se ha comprobado que hasta los grandes troncos nerviosos, co-mo, por ejemplo, el nervio facial del perro, pueden sustituirse parcial-mente con metal, obteniéndose así una recuperación total de las fun-ciones del nervio. Este trabajo fue realizado por la doctora Z. Skudar-nova, apoyada en experiencias del ingeniero V. Gudov, quien sustituyó por primera vez en un perro un tro-zo de nervio con uno de metal y desarrolló la argumentación teórica de este tipo de intervenciones.

Ya se han practicado las primeras operaciones en enfermos con lesión del nervio facial. Se eligió este ner-vio porque es el que suele sufrir mayor daño en los traumatismos craneanos, en las heridas del tejido facial y en los distintos procesos inflamatorios. Hasta ahora se ha practicado esta intervención en más de treinta enfermos. En casi todos los casos, después de injertada la prótesis se restablecieron totalmen-te las funciones del nervio.

Operativamente, se elimina la parte lesionada del nervio y en su lugar se injerta una prótesis metá-lica. Se la introduce en la parte cen-tral del nervio para que sirva de conductora a los impulsos proce-dentes de las fibras nerviosas con las que se pone en contacto. El nú-mero de electrodos colocados de-pende del diámetro del nervio. Se piensa, incluso, emplear prótesis

múltiples —que ya se fabrican—, y dar paso así a mayor cantidad de estímulos que van del centro a la terminación periférica.

Las prótesis utilizadas actualmen-te son pequeños alambres de tanta-lio de uno a cuatro centímetros de longitud. Su diámetro oscila entre 30 y 150 micrones. La longitud y el diámetro de la prótesis fueron determinados durante los experi-mentos practicados en animales. Se ha resuelto también el problema de la longitud del extremo del elec-trodo, la afilación, el acabado y el modo de introducción del mismo en el tronco nervioso según sea el diámetro de este último.

i* LSD: acción teratógena nula. C. Roux, R. Dupuis y M. Aubry anali-zaron 1.003 fetos de ratas, 521 fetos de ratones y 189 de hámster después de haber suministrado a las hembras preñadas dosis unitarias de tartrato del ácido dietilaminlisérgico com-prendidas entre 5 y 500 p-g por kilo y por día, al principio o durante la gestación. (Science, 169, 588, 1970). Contrariamente a otros tra-bajos, los autores citados no com-probaron ninguna diferencia signifi-cativa con los testigos. Como es na-tural, no se puede extraer ninguna conclusión para el caso del hombre y sólo una observación clínica ex-haustiva podrá proporcionar una in-formación satisfactoria.

• Espuma ele plástico. Un grupo de investigadores agrícolas húngaros está utilizando con éxito algunos materiales para el mejoramiento del terreno. Los llamados productos in-dustriales de carga eléctrica, es de-cir, materiales plásticos que no se

descomponen rápidamente al entrar en contacto con el terreno, demos-traron ser extraordinariamente apro-piados para la conservación de la estructura y el acondicionamiento de los suelos productivos. Princi-palmente se tiende al uso de espu-mas de materiales plásticos. Al ser inyectadas al terreno, éstas mejoran rápidamente la reserva de agua de la tierra debido a que la espuma de plástico acumula la humedad del terreno, incrementando a la vez el contenido de oxígeno del suelo. Es-ta espuma se descompone en un 3 al 5 por ciento anual y el nitrógeno liberado durante la descomposición es bien aprovechado por los vege-tales.

• Metabolismo calcico y vitamina D. E. Kodicek y colaboradores (Na-ture, 228, 763, 1970) establecie-ron que diferentes metabolitos poli-hidroxilados de la vitamina D, y no la vitamina D por sí misma, son, en realidad, responsables de la regula-ción del metabolismo del ión C a + + . Algunas avitaminosis D son conse-cuencia de la imposibilidad enzimá-tica, por parte del enfermo, de oxidar la vitamina D en esos meta-bolitos hidroxilados.

• Interferón. W . A. Cárter (Proc. Nat. Acad. ScL, 67, 620, 1970) comprobaron la existencia de pro-teínas de peso molecular diferente en los interferones humanos y de ratones. Estos resultados demues-tran que los interferones son díme-ros de subunidades idénticas; cada unidad es activa y la formación del dímero no incrementa dicha activi-dad.

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Cursos y reuniones científicas

Iniciación de cursos en el Centro Argentino de Ingenieros

En la primera semana de junio co-menzarán cinco cursos sobre temas diversos en el Centro Argentino de Ingenieros. Los cursos se dictarán en la sede del CAI, Cerrito 1250 y la inscripción es libre, es decir 110 está limitada a los socios del CAI.

Los interesados deben dirigirse a Cerrito 1250, 2° piso, teléfonos 42-9520 y 42-6447, de lunes a viernes, de 13 a 20 horas.

A continuación detallamos las principales características de los re-feridos cursos:

Inglés Técnico, Profesora: María Esther Casares. Programa: 1. Temas de estructura gramatical; 2. Tiem-pos verbales; 3. "El hierro y el ace-ro"; 4. "Tratamiento calórico del acero"; 5. "Lubricación de cojine-tes"; 6, "Soldadura"; 7. "Calderas de vapor"; 8. "Condensación y con-densadores"; 9. "Reguladores cen-trífugos" y "Turbinas de acción"; 10. "El motor de nafta"; 11. "El sistema de carburación" y "El mo-tor de reacción"; 12. "El motor de turbina"; 13. "Planos de sustenta-ción" y "Radiactividad"; 14. "Reac-ción en cadena"; 15. "Sistemas de enfriamiento del reactor" y "Con-ductores y conductividad"; 16. "Mo-tores de inducción"; 17. "Electró-lisis" y "El flujo de los líquidos y su medición"; 18. "Bombas para lí-quidos"; 19. "Petróleo" y "Subrra-santes"; 20. "Pavimentos rígidos"; 21. " P i l o t e s p a r a cimientos" y "Puentes suspendidos".

Maestreo del trabajo, Profesor: Ingeniero Américo Ghioldi (h . ) . Te-

mario: Herramientas de la producti-vidad; Estudio del Trabajo y Mues-treo del Trabajo; Conceptos estadís-ticos fundamentales; Métodos y re-cursos para la medida del trabajo; Unidades de tiempo a emplear; Cálculo del número de observacio-nes a realizar; Gráficos de control; Nivel de confianza y precisión desea-da; Tablas de números al azar; Apli-caciones industriales.

Organización de Depósitos, Pro-fesor: Ingeniero Pablo Tanzer. Pro-grama: 1. Políticas de inventarios; 2. Distintos casos en problemas de "stocks"; 3. Concepto de cataloga-ción y codificación de materiales; 4. El dimensionamiento de los depósi-tos; 5. Discusión de casos prácticos.

Introducción al Mundo de la Pin-tura, Profesor: Doctor Adolfo Liker-man. Temario: 1. Ubicación del arte en nuestra vida; 2. Orígenes y evo-lución de la pintura occidental, de Egipto al Rococó; 3. Desde Giotto hasta nuestros días. Relaciones de la filosofía con la pintura. 4. Natura-lismo, Impresionismo, Expresionis-mo; 5. El cuadro frente a la historia, la psicología y la sociología; 6. Pin-tura de la naturaleza, pintura abs-tracta; 7. La pintura mental; 8. Ra-cionales y sensoriales; 8. Orígenes de la pintura moderna; 10. Divisio-nistas y puntillistas, el expresionis-mo; 11. Los "fauves", el instinto, el cubismo; 12. Futurismo, Dadaís-mo, Pintura onírica, Surrealismo; 13. Pintura abstracta; 14. Suprema-tismo-Tachismo, Texturalismo, In-formalismo; 15. Una nueva visión del mundo, Neofiguración, Arte y Humanismo.

Visión de la Historia Universal del Arte Pictórico, Profesor: Doc-

tor Adolfo Likerman. Temario: Las épocas, los estilos, las tendencias; Revista de algunos grandes pinto-res; Pintura no occidental; Algunos conceptos fundamentales en la his-toria del arte pictórico; Relaciones de la pintura con otras áreas de la cultura. O

Primer Simposio Argentino sobre Prevención en Pediatría

El Servicio de Pediatría del policlí-nico Gregorio Araoz Alfaro realiza-rá, del 7 al 12 de junio próximo, en la Facultad de Medicina de la Uni-versidad de Buenos Aires, el Primer Simposio Argentino sobre Preven-ción en Pediatría.

En el referido simposio serán ana-lizados diversos temas relativos a la prevención de las enfermedades en el niño, con vacunas, gamma-globu-linas y antibióticos, como asimismo la prevención de procesos en el re-cién nacido, enfermedades metabóli-cas y genéticas, etc.

Han sido especialmente invitados a participar en las reuniones, los especialistas extranjeros profesores Guido Franconi, de la Universidad de Zurich, Suiza; Alexander Scha-ffer, de Estados Unidos y Roberto Caldeyro-Barcia, de la Organización Mundial de la Salud.

Los interesados en obtener mayor información, deben dirigirse al cita-do Servicio de Pediatría en Río de Janeiro 1910, Lanús, teléfonos 241-4051 al 4059. O

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Libros nuevos

Transformadas de Laplace

Richard H. Lindeman Murray R. Spiegel

Traducción del original inglés: José D. Arias Páez Me Graw-Hill Editores Impreso en Colombia Colombia, 1970, 261 páginas.

Sumario-, I . Transformadas de La-place: Definición. Notación. Trans-formadas de Laplace de algunas funciones elementales. Continuidad seccional o a trazos. Funciones de orden exponencial. Condiciones su-ficientes para la existencia de la transformada de Laplace. Algunas propiedades importantes de la trans-formada de Laplace. Propiedad de la linealidad. Primera propiedad de translación. Segunda propiedad de translación. Propiedad del cambio de escala, la transformada de Lapla-ce de las derivadas. Transformada de Laplace de integrales. Multiplicación por tn. División por t. Funciones pe-riódicas. Comportamiento de / ( í ) cuando s c o . Teorema del valor inicial. Teorema del valor final. Ge-neralización del teorema del valor inicial. Generalización del teorema del valor final. Métodos para calcu-lar transformadas de Laplace. Méto-do directo. Método de las series. Mé-todo de las ecuaciones diferenciales. Derivación con respecto a un pará-metro. Diversos métodos. Mediante el uso de tablas. Evaluación de in-tegrales. Algunas funciones especia-les. La función gama. Funciones de Bessel. Función de error. Función complementaria de error. Integrales de seno y coseno. Función escalona-da unitaria. Función de impulso uni-tario ó* función delta de Dirac. Fun-ciones nulas. Transformadas de La-place de algunas funciones especiales.

II . Transformada inversa de Lapla-ce: Definición. Unicidad. Teorema de Lerch. Algunas transformadas in-versas de Laplace. Algunas propie-dades importantes. Linealidad. Pri-mera y segunda propiedad de trasla-ción. Propiedad del cambio de es-cala. Transformada inversa de La-place de las derivadas e integrales. Multiplicación por s". División por s. Propiedad de la convolución. Mé-todos para hallar la transformada inversa de Laplace. Método de las fracciones parciales. Método de las series. Método de las ecuaciones di-ferenciales. Derivación con respecto a un parámetro. Distintos métodos que utilizan los teoremas anteriores. Uso de tablas. Fórmula de inversión compleja. Desarrollo de Pleaviside. La función beta. Evaluación de inte-grales. I I I . Aplicaciones a las ecua-ciones diferenciales: Ecuaciones di-ferenciales ordinarias con coeficien-tes constantes. Con coeficientes va-riables. Simultáneas. Aplicaciones a la mecánica. Aplicaciones a los cir-cuitos eléctricos. Aplicaciones a las vigas. Ecuaciones diferenciales par-ciales. IV. Aplicaciones a las ecua-ciones integrales y de diferencias: Ecuaciones integrales. Ecuaciones in-tegrales de tipo convolutorio. Ecua-ción integral de Abel. Problema de tautócrona. Ecuaciones integro-dife-renciales. Ecuaciones de diferencias. Ecuaciones diferenciales de diferen-cias. V. Teoría de variable compleja: Sistema de números complejos. For-ma polar. Operaciones en la forma polar. Teorema de De Moivre. Raí-ces de los números complejos. Fun-ciones. Límites y continuidad. Deri-vadas. Ecuaciones de Cauchy-Rie-mann. Integrales de línea. Teorema de Green en el plano. Teorema de Cauchy. Fórmulas integrales de Cau-chy. Series de Taylor. Puntos singu-

lares. Polos. Series de Laurent. Re-siduos. Teorema de los residuos. Evaluación de integrales definidas. VI. Series e integrales de Fourier: Funciones pares e impares. Series de Fourier de seno y coseno de semi-período. Forma compleja de una se-rie de Fourier. Identidad de Parse-val en las series de Fourier. Trans-formadas finitas de Fourier. Integral de Fourier. Forma compleja de las integrales de Fourier. Transforma-das de Fourier. Transformadas seno y coseno de Fourier. Teorema de la convolución. Identidad de Parseval para integrales de Fourier. Relacio-nes entre las transformadas de La-place y de Fourier. VIL Fórmula de inversión compleja. Contorno de Bromwich. Utilización del teorema del residuo para hallar transforma-das inversas de Laplace. Una con-dición suficiente para que tienda a cero la integral alrededor de T. Mo-dificación del contorno de Brom-wich en el caso de puntos de ramifi-cación. Caso de infinitas singularida-des. VI I I . Aplicaciones a los proble-mas de valor frontera. Problemas de valor frontera que involucran ecua-ciones diferenciales parciales. Algu-nas ecuaciones diferenciales parciales importantes. Ecuación de conduc-ción del calor en una dimensión. Ecuación de onda en una dimensión. Vibraciones longitudinales de una viga. Vibraciones transversales de una viga. Conducción del calor en un cilindro. Líneas de transmisión. Pro-blemas en dos y tres dimensiones. Solución de problemas de valor fron-tera mediante transformadas de La-place. Apéndice A: Tabla de propie-dades generales de la transformada de Laplace. Apéndice B: Tabla de transformados de Laplace especiales. Apéndice C: Tabla de funciones es-peciales.

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Los indios de los Estados Unidos de América

Clark Wissler

Traducción del original inglés: An-drés Pirk Editorial Paidós Iiucnos Aires, 1 9 7 0 , 3 9 8 páginas.

Sumario: Prefacio. Introducción. Primera parte: El indio en la Amé-rica prehistórica. 1, El precursor aborigen. 2, Aparición de los stone boilers. 3, Los agricultores y los al-fareros. 4, Los constructores. 5, El origen de la pipa de la paz.

Segunda parte: 6, Las grandes familias indias. 7, La antigua gran familia algonquina. 8, El antiguo noroeste. 9, Los cazadores de búfa-los del oeste. 10, Los algonquinos del norte y del oeste. 11, La fami-lia iroquesa. 12, La familia de los caddo. 13, Las tribus sudorientales. 14, La familia siux. 15, Las familias penutianas. 16, Las familias nade-ne. 17, Las familias azteco-tamoanas. Tercera parte: La vida india en general. 18, El modo de vida in-dio. 19, Cuando el hombre blanco

se hizo indio. 20, Tres extraños pre-sentes del hombre blanco. 21, El misterio de la mente india. 22, La vida en una reserva. 23, ¿Vivió el indio en vano? Bibliografía.

La Ciencia de la Educación Comparada Harold J. Noali y Max A. Eclcstein

Traducción del original inglés: A. Bignami Editorial Paidós Argentina, 1970 , 2 9 0 páginas.

Sumario-, Primera parte. Desarrollo de la educación comparada. I. In-troducción. 2. Los relatos de viaje-ros. 3. Préstamos educaciones. 4.

'Cooperación internacional. 5. Fuer-zas y factores. 6. Explicación por las ciencias sociales. 7. Conclusiones. Segunda Parte. El método científico. 8. Introducción: modos de conocer. 9. El método científico y el estudio de la sociedad. 10. El método cien-tífico y la educación comparada. Tercera Parte. El método científico

en la educación comparada. 11. In-troducción: identificando el proble-ma. 12. Dos modelos de hipótesis. 13. Conceptos e indicadores. 14. Se-lección de casos. 15. Recopilación de datos. 16. Manipulación de da-tos. 17. Implicaciones de los resul-tados. Cuarta Parte. Conclusión. 18. Hacia una ciencia de la educación comparada. Apéndice.

Tratado de medición educacional Richard H. Ltndeman

Traducción del original inglés: Elvira Rissech de Wiñar Editorial Paidós Argentina, 1971, 218 páginas.

Sumario: 1. Naturaleza y alcance de la medición educacional. 2. Estadís-tica básica. 3. Cómo evaluar la cali-dad de un instrumento de medición. 4. Construcción y análisis de tests de rendimiento escolar. 5. Otras me-didas del progreso del alumno. 6. La evaluación del alumno: calificacio-nes e informes. Bibliografía.

Comentarios de libros

Métodos estadísticos aplicados

N. M. Downie y R. W. Iieatli

Traducción del original inglés: J . P . Vilaplana y A. Gutiérrez Vázquez

Ediciones del Castillo, S. A., Madrid, 1 9 7 0 , 3 7 3 páginas.

Es un libro elemental de estadística escrito por N. Downie (Univer-sidad de Pardue) y R. Heath (Universidad de Stanford).

La primera edición de este libro data de 1959. La traducción españo-la fue hecha de la edición actualiza-da de 1970.

Su lectura no requiere ningún co-nocimiento previo de matemáticas. Son suficientes los conocimientos

elementales de aritmética a nivel de bachillerato.

Abarca todos los temas clásicos de la estadística como la estadística descriptiva, distribuciones más usua-les, test de hipótesis, muestreo, es-timación de parámetros, correlación y regresión y algunos temas menos usuales en textos elementales como análisis de la variancia, tests no pa-ramétricos y estudio de la sensibili-dad y Habilidad de los tests.

No se ha pretendido mayormente ni deducir fórmulas ni exponer la teoría estadística, ya que, como di-cen los autores en el prólogo, los conocimientos matemáticos de los lectores a quienes se dirige el libro probablemente no son suficientes para ello.

Casi todos los ejemplos conside-rados son del dominio de la sociolo-gía y de la pedagogía (como resul-tados en la medición del coeficiente intelectual, escalas de medición de actitudes y comportamientos, sensi-bilidad de esas escalas, etc.).

Cada capítulo está complementa-do por una serie de ejercicios pro-, puestos cuyas respuestas figuran al fin del libro.

En definitiva se trata de un texto útil para los estudiantes y profesio-nales de pedagogía, sociología y psi-cología y para aquellos que, sin de-dicarse específicamente a esas ma-terias, puedan tener interés en co-nocer los métodos estadísticos apli-cados a las ciencias sociales.

R. M.

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Correo del lector

Motor Wankel

Sr. Director:

La noticia publicada en CIEN-CIA NUEVA N° 9 acerca del mo-tor Wankel de dos rotores en serie que está desarrollando Rolls-Royce es interesante porque vuelve a uti-lizar el compresor epitrocoidal en la misma forma en que fuera utilizado originalmente por Wankel, es decir, como compresor.

El ingeniero Wankel utilizó por primera vez el sistema que lleva su nombre como compresor en una mo-tocicleta NSU de 50 centímetros cú-bicos de cilindrada con la que obtu-vo varios record mundiales de velo-ciclad. Después desarrolló ese mismo mecanismo como motor.

En el sistema Rolls-Royce el ro-tor de mayor tamaño es utilizado como compresor de admisión, aun-que simultáneamente, en otras de sus caras, recibe gases a presión y actúa como motor.

Aún se me ocurren otras coinci-dencias funcionales con mecanismos ya existentes. Hubo motores de dos tiempos que utilizaron un cilindro compresor y un cilindro motor, no-toriamente, en el campo de los au-tomóviles, hubo un DKW de pre-guerra que tenía seis cilindros en V; el último cilindro de cada bancada era de doble efecto y se utilizaba co-mo compresor para controlar el lle-nado de los otros dos. Finalmente y en cuanto a la utilización de gases motrices en dos etapas, el parentes-co con la máquina de vapor es obvio.

Miguel Trancamuzzi San Fernando

Metegol del Reloj

Sr. Director:

He encontrado una solución al Metegol N? 4 propuesto por el Sr. R. A. Rosendi y aprovecho para hacerles saber la gran satisfacción que me produce la lectura de vues-tra revista, ya que sin profundizar ninguna especialidad científica me intereso por todas y encuentro en sus páginas una muy buena infor-mación de dichos temas.

Lo felicito asimismo por la se-riedad de los artículos y por el dise-ño y compaginación de la revista.

Las respuestas que he encontrado al problema antedicho son las si-guientes: 14h24min; 16h48min; 9h36min; 7hl2min. Además se com-prueba fácilmente que ninguna hora exacta o múltiplo de cinco lleva a una solución.

Arq. Guillermo A. Tigalo Buenos Aires \

Unidades de medida

Señor Director:

He notado que CIENCIA NUE-VA utiliza abreviaturas de unidades de medida que no coinciden exacta-mente con las de uso corriente en diarios y revistas, aun en secciones especializadas.

No sé si existe y cuál es la forma correcta de expresar esas abreviatu-ras, pero estoy seguro que. hay una gran confusión en todo esto ya que ni siquiera los libros técnicos y de texto parecen ponerse de acuerdo acerca de lo que debe usarse.

Felicitaciones por la revista; es un esfuerzo singular que debe ser apoyado.

Enrique Sánchez González Olivos

Existe una normalización interna-cional en materia de abreviaturas de unidades de medida y esa norma es la utilizada por CIENCIA NUEVA,. Las normas básicas fueron estableci-das por la International Standards Organization y tienen su correspon-diente nacional en normas IRAM.

Esas normas no coinciden, en ge-neral, con las que nos enseñaron en el colegio y, como usted lo hace no-tar, tampoco con los libros de texto o publicaciones. Quizá convendría recordar a maestros, profesores, pe-riodistas, traductores, etc. que cono-cer la grafía correcta de las unida-des de medida, abreviadas o no, es parte de sus obligaciones.

Los errores que se detectan más frecuentemente son, entre otros:

a) La "castellanización" y plura-lización de los apellidos y el uso de mayúsculas. Ejemplo: Voltio o vol-tios por volt.; Julio por joule, etc.

b) La utilización de abreviaturas de origen anglosajón en unidades métricas. Ejemplo: k.p.h. por km/ h; r.p.m. por rev/min.

c) El uso descuidado de mayús-culas y minúsculas. Ejemplo: Km por km (kilómetro); w por W (watt) , etc.

d) El uso de punto a continua-ción de la letra o letras de la abre-viatura. Ejemplo: m. por m (me-tro); kg. por kg (kilogramo).

Un resumen de las normas antes citadas fue realizado por el ingenie-ro Lázaro Musih y publicado en el número 37 de la revista "Nosotros Fiat". O

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Indice analítico 1970-1971 Indice de los números 1 a 10. La primera cifra indica número de revista; la segunda cifra indica número de página.

Arqueología y paleontología Pirámide Maya (Arqueólogos norteameri-

canos reconstruyen una), 1-25 Susa: Textos surgidos de la arena, 8-46 Astronomía y cosmología Computadora que se autocontrola en el

Grand Four de los Planetas (Una), 5-18

Cosmología observacional (El resurgimien-to de la), 10-27

Distancia de la Tierra a la Luna (La), 7-59

Galaxia (Cómo nace una), 7-56 Materia lunar (Precipitación de), 5-19 Nube de hidrógeno alrededor de un co-

meta, 4-24 Pulsar con un planeta (Un), 6-40 Universo oscilatorio (Sugestión matemáti-

ca de), 5-22 Biología Acción antiviral de la rifampicina (La),

7-55 Amebas (Desarmando y armando), 4-20 Botánicos patentan plantas, 1-24 Calcitonina, una hormona recientemente

descubierta, 10-49 Código genético (El), 2-9 Cromosomas anormales con computadoras

(Detección de), 2-23 Cromosomas de Adán y Eva (Los), 8-44 DDT convierte un huevo en una "ome-

lette" (De qué manera el), 4-24 Dinosaurios (La superioridad de los), 3-52 "Dogma" cuestionado (Un), 7-58 Embrión (Desarrollo inicial del), 6-26 Enzimas (Simulación de), 7-36 Espermatozoide (El) , 8-53 Factores R (La ecología de), 5-23 Fecundación de la reina (La), 9-45 Gene (La síntesis de un), 6-38 Genética, hoy y mañana, 2-6 Hemoglobina proporciona nuevos datos

sobre el origen del hombre (La), 2-24 Hombre de medida (El), 1-10 Hongos y proteínas, 5-18 Insectos incompatibles (Impulso a los),

2-19 Inmunología de los vertebrados (La),

•8-47 Instituto Salle estudiará la influencia de

las ciencias biológicas en la sociedad (El), 3-19

Leloir: cronología de un Premio Nobel, 7-49

Leloir, Premio Nobel de química (Luis F.), 6-5

Lucha antiviral (Novedades en la), 7-52 Microorganismos que transforman las pie-

dras (Los), 9-49 Neuronas reparten moléculas por sus ter-

minales (Cómo las), 7-54 Partenogénesis en mamíferos, 8-43 Proteínas primitivas, catálisis por arcillas,

10-50 Reconocimiento extranjero (Sólo el), 7-3 Trigo melómano, 4-26 Virus y cáncer, 5-25 Comentarios de libros "Ciencia e Investigación" cumple 25 años,

3-22

El fantasma tecnológico, G. Russo, 1-62 Hacia una política cultural autónoma para

América latina, S. Bagá, W. Buño, R. Laguardia, O. Maggiolo, C. Quijano, A. Rama, D. Ribeyro, 2-60

Historia de la Ciencia, dirigida por R. Ta-ton, 1-61

La escuela y la sociedad en el siglo xx, ]. Zanotti, 7-61

La Investigación Científica, su estrategia y su filosofía, Ni. Bunge, 4-57

Los Sentidos, O. Loivenstein, 7-62 Métodos estadísticos aplicados, N. Dorw-

nie y E. Heath, 10-61 Ecología Contaminación del medio ambiente (La),

5-5 Día de la Tierra (El), 2-5 Dinosaurios (La superioridad de los),

3-52 Ecología de la guerra, 5-20 Guerra química (La), 9-5 Oxígeno? (¿Se acaba el), 3-21 Residuos de fisión vitrificados, 6-39 Ruido: una plaga social (El), 4-23 Educación Año mundial de la educación, 3-3 Educación nacional: problemas reales, so-

luciones teóricas, 7-3 Entretenimientos Algunos problemas relacionados con el

tablero de ajedrez, 5-14 Computadora con lápiz y papel (Cómo

construir una), 1-5 Cuadrillas, 10-54 Go (El juego del), 9-58 Metegol N° 1, 5-61; N? 2, 6-41; N? 3,

7-63; N? 4, 8-64; N? 5, 9-64; N? 6, 10-33

Permutaciones (Las), 3-23 Polióminos I (Los), 1-20 Polióminos II (Los), 4-15 Polióminos I I I (Los), 8-49 Reina de las matemáticas (La), 2-29 Respuesta al Metegol N? 1, 6-41; N? 2,

7-28; N? 3, 8-64; N° 4, 9-64; N? 5, 10-33

Serie de Fibonacci (La), 6-52 Espacio y astronáutica Cohete europeo (Acuerdo para un nue-

vo),, 3-20 Materia lunar (Precipitación de), 5-19 Satélites artificiales nos espían (Los), 6-35 Satélite cantor, 3-5 Física Agua líquida (El), 9-19 Atomos? (¿Podemos ver los), 8-29 Born (Max), 8-4 Curie (María Sldodowska), 4-32 Física del sólido (Panorama de la), 4-40 Física y política, 6-42 Físicos soviéticos (Nuevo equipo para),

4-26 Hipersonidos (La ciencia de los ), 9-51 Inductores del interferón (Los), 9-45 Láser (Teoría general del), 2-33 Matemática con luz; 6-36 Materia y antimateria (Desequilibrio en-

tre), 9-50

Partículas más veloces que la luz, 3-43 Relatividad en un fin de semana (Cómo

comprobar la), 6-34 Residuos de fisión vitrificados, 6-39 Superconductores (Un nuevo grupo de),

1-24 Teoría especial de la relatividad resiste la

prueba del tiempo (La), 1-24 Tokamak: Un paso más hacia la fusión

termonuclear controlada (El), 4-19 Ultramicrobalanza usa un rayo de luz co-

mo contrapeso (Una), 2-21 Geofísica, geología y oceanografía "Anomalía magnética sudatlántica" (In-

formación sobre la), 4-22 Antiguas glaciaciones en el sur argentino,

8-42 Biología marina y recursos pesqueros, 10-6 Microorganismos que transforman las pie-

dras (Los), 9-49 Ondas gravitatoiias (Más pruebas de la

existencia de), 1-25 Historia y filosofía de las ciencias Bacon y la investigación científica de nues-

tros días (Francis), 2-26 Born (Max), 8-4 Ciencia como actividad cultural (D. H.

R. Barton: La), 3-60 Ciencia e ideología, 10-12 Fresco toscano (Restauración del), 9-32 Fresco toscano (Técnica del), 7-16 Responsabilidad ética y social del cien-

tífico, 9-26 Pensamiento pitagórico en América latina

(El), 8-15 Pestes del Renacimiento (Las dos), 1-16 Presión atmosférica (Viva la), 2-52 Pseudociencia, 2-56 Sócrates (Un diálogo con), 6-17 Verne (Los nueve errores de Julio), 1-56 Yerbas y demonios (De), 5-49 Informática y computación Burbujas magnéticas para el tratamiento

de la información, 3-18 Centro de cómputo de la Fundación Ba-

riloche (Inauguración del), 9-11 Computadora con lápiz y papel (Cómo

construir una), 1-5 Computadoras de la cuarta generación

(Las), 6-34 Computadoras en la Argentina? (¿Pueden

construirse), 5-52 Computadora "juega" en un equipo de

fútbol (Una), 2-20 Comunicación oral entre hombres y má-

quinas, 10-38 Información grabada en discos, 5-22 Simulando caracoles, 2-22 Teoría de la información? (¿Qué es la) ,

3-34 Ingeniería ACHEMA 1970, 3-20 Avión que coloca conductos y líneas de

alta tensión (Un), 1-26 Ciencia de los materiales: nuevas tecno-

logías para viejas técnicas (La), 7-6 Cuenca del Plata (Un modelo para la) ,

6-6 1

63

Page 66: Ciencianueva10

Domo geodésico con control solar (Un), 4-24

Nuevos materiales (La generación de), 7-8

Planificación vial (Tiempo de), 6-3 Puente sumergido (El), 9-48 Rieles más largos para ferrocarriles más

baratos, 1-27 Tiempo de derrumbes, 3-6 Matemáticas Aspecto unitario de la matemática (El),

4-12 Congreso de matemáticas: sin comunica-

ciones orales, 1-25 Matemática (Perspectivas de la), 1-51 Ramanujan (Srinivasa), 3-49 M e d i c i n a Aprendizaje visceral: ¿Una facultad huma-

na desaprovechada?, 7-22 Articulaciones humanas (El mecanismo de

las), 4-5 Cirugía a baja temperatura, 7-52 Clínica médica (Investigación en), 3-26 Corazón (Energía para el), 5-22 Embrión (Desarrollo inicial del), 6-26 Espermatozoide (El), 8-53 Estaño hace bien (Un poquito de), 7-52 Factores R (La ecología de). 5-23 Flúor? (¿Pro o contra el), 2-23 Gripe de Hong-Kong (El enigma de la),

1-47 Gusto eléctrico, 10-47 Leucemia (El diagnóstico de la), 10-52 Litio. Un posible alivio para los maníaco-

depresivos (El), 3-19 Microcirugía ocular, 9-47 Perinatología, 8-7 Pildora anti-mosquito (La), 5-19 Poliomielitis. 3-5 Prostaglandina y el aborto (La), 8-48 Pseudociencia, 2-56 Psiquiatría en Lanús: Un ejemplo de apli-

cación social, 7-29 Record deportivo (Fisiología del), 10-22 Retina humana (Soldadura al láser en),

5-21 Virus criollo, 6-4 Virus y cáncer, 5-19

Indice por autores Albizuri, R„ 6-10 Amati D., 6-42 Amoroso E., 6-26 Auvernier J., 9-50

Babini M„ 1-16, 8-5 Badley S. R., 7-12 Bakker R. T., 3-52 Bannister R„ 10-22 Barton D. H. R., 3-60 Basov N., 7-59 Beare A. S., 1-47 Beckwith J., 8-2.0 Bonadeo L„ 7-16, 9-32 Bonfigliolí A., 8-29 Boschi E., 10-6 Bunge, M., 2-56 Burhop E. H. S„ 4-45 Buzzati-Traverso A., 1-10

Caldeyro-Barcia R., 8-7 Chiarotti G., 7-6 Clerici G , 5-49 Closets F. de, 9-51 Commoner B., 5-5 Cotlar M., 9-26 Cottrel A. H., 7-8 Crick F„ 2-9

D'Alessio J. I., 2-33

Política científica y tecnológica ANDI (Declaración de), 8-62 Barranca abajo, 5-4 Castelar (Misterio en), 9-3 Ciencia dependiente en la Argentina, 10-34 Ciencia, sociedad, política y premios, 8-20 CONACYT: Una montaña de papel, 5-3 223 grados centígrados, 8-3 Energía (Futuro de la), 4-47 Física y política, 6-42 Hiroshima (No olvidar), 4-3 Ingeniería civil uruguaya (Crisis de la),

4-52 Martillo de las brujas (El), 8-4 Matemáticos uruguayos frente a la OEA

(Posición de los), 4-60 Plan Nuclear Argentino (Para el prontua-

rio del), 1-32 Política científica oficial (La), 5-42 Política de comunicaciones, 2-41 Productividad científica, 6-40 Responsabilidad ética y social del cientí-

fico, 9-26 Sin comentarios, 6-5 Yo no soy un pacifista, 4-5 Química y química física Agua líquida (El), 9-19 Curie (María (Sklodowska), 4-32 Diamantes para todos, 6-37 ¿Ekatantalio o Hahnio? (Elemento N9

105), 4-21 Guerra química (La), 9-5 Químicos: Mucha investigación, poco tra-

bajo, 7-57 Recuperación de plata en películas usa-

das (Nuevo proceso para), 2-21 Ultramicrobalanza usa un rayo de luz co-

mo contrapeso (Una), 2-21 Vidrio (El futuro del), 3-7 Tecnología e industria Bastones láser para guiar a los ciegos, 3-19 Carbonato de sodio (Producción nacional

de), 2-25 Comunicación oral entre hombres y má-

quinas, 10-38 Conservación de alimentos, 3-18 Estado y petroquímica, 4-4

Dang-Tam N., 9-5 De Gennes P., 4-40

Epstein A. Nuss de, 6-6

Farrington B., 2-26 Fernández Long H., 9-58 Fernández Prini R., 9-19

Galli E., 2-41 Gradowczyk M., 6-13 Grompone J. A., 8-15

Hancock J. L., 8-53 Hartley H., 4-47

Ivanissevich L., 6-7

Jacob F., 2-6

Klimovsky G., 10-12 Kugler \V„ 7-43

Lanari A., 3-26 Levy-Leblond J. M., 8-23 Lichtenthal S., 3-34 Lubchansky I., 7-29

Maggiolo O., 4-52 Mari E. A., 3-7

Generador solar, 9-48 Industria electrónica nacional (Una), 8-25 Investigación agropecuaria (La), 7-43 Manzanas sin manzanos, 10-48 Miniaturizar las pilas, 8-45 Motores eléctricos, nueva tecnología, 7-54 Otra "interminable", 10-47 Plásticos inorgánicos, 7-57 Rayos X que seleccionan papas, 2-20 Reactor de neutrones rápidos (El), 9-46 Reflector para advertir rutas heladas (Un),

4-22 Revolución de los plásticos (La nueva),

7-12 SEGBA: Programa de investigación y

desarrollo, 9-39 Superficie de hormigón (Dando forma a

la), 1-26 Tecnología exportable, 8-48 Uranio enriquecido por ultracentrifuga-

ción (Europa tendrá), 1-27 Vidrio (El futuro del), 3-7 Transporte y aeronáutica Automóvil eléctrico aún no tiene pilas

(El), 9-40 Automóvil recurre a la electrónica (El),

6-58 Contar las vueltas que dio una rueda para

saber dónde está, 1-26 Freno-radar para automóviles, 4-19 Peaje (Una computadora cobra), 2-21 Reducción de peso en estructuras y mo-

tores aéreos, 2-22 Rieles más largos para ferrocarriles más

baratos, 1-27 Tren tubular que se divide por la mitad (Un), 4-20 "Wankel se complica (El motor), 9-49 Varios Balance anticipado (Un), 8-3 Caballeros de pelo largo (Los), 7-5 Censo: Un esfuerzo mal aprovechado, 6-3 Nuevo régimen arancelario aduanero (El),

2-3 Teoría matemática de la caza mayor, 4-28 Tránsito, tiempo de asfixia, 4-3 Viva la presión atmosférica, 2-52 <0>

Martin C. N„ 1-56 Merlo Flores J., 8-25 Montagner L., 5-25 Mosca G., 2-52

Nitsch J. P , 10-49

Olavarría J. M., 7-36

Petard t í . , 4-28 Préteville G , 8-45

Rebeyrol Y., 8-47 Renyi A., 6-17 Rey N„ 7-22 Risueño M., 1-20, 2-29, 3-23, 4-15, 5-14,

6-52, 8-49, 9-60, 10-54 Rocha L. F„ 10-38 Rosnay J. de, 10-52

Sábato J„ 1-32, 9-39 Sadosky M„ 1-5, 3-49 Sadosky C., 4-12 Sciama D. W„ 10-27 Speratti FL, 6-58, 9-40

Taquini A. C., 5-42 Taylor J. G , 3-43

Wheeler J. A., 4-32 Zubieta R., 5-52 O

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Hace más de diez años nos volcamos al diseño y construcción de equipos para ingeniería sanitaria, tratamiento de agua, intercambio iónico, filtración, evaporación y otras operaciones de la ingeniería química. En este lapso hemos consolidado un eficiente , grupo de ingenieros argentinos en torno de una idea de calidad: TECNOLOGIA ARGENTINA

EL INTERNACIONAL

NICOII- Salgado S.A. Lima 187-37-0555/38-4687 Buenos Aires

Page 68: Ciencianueva10

En el próximo número: Mariano N. Castex

S e o s í o a Q N K d e E s t U d i o s G e ° - h e o -íibicos y opina sobre la política científica nacional. Darcy Ribeiro escribe sobre an

a n a S o 0 d e ' - r á analizado desde una nueva perspectiva

AUSUfft Revista de ciencia y tecnología Diagonal Roque S. Peña 825 P. 4"? - Of. 43 • Buenos Aires