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DIES FORMAS DE CASTIGOS Los grilletes han sido utilizados desde época antigua. Según diversas fuentes, ya los egipcios conocían las cadenas y las utilizaban para engrilletar a los esclavos y a los reos de delitos de cualquier índole. En las mazmorras medievales era muy habitual tener colgados de brazos o muñecas a los presos, por medio de unas cadenas adosadas al muro, finalizadas en argollas. Las víctimas podían permanecer de esta manera durante tiempo indefinido, provocando a corto plazo, inmensos dolores, calambres y luxaciones; y a largo plazo, la invalidez total de las extremidades superiores e inferiores. Collar penal y “la cometa del obispo”: Hay muchos tipos de ataduras que ligan a personas a pesos inhumanos: tobilleras, muñequeras, cinturones, collares…El condenado debía llevar consigo éstas cargas durante largo tiempo: semanas, meses, años o incluso toda la vida. El bloque de la fotografía lleva una cadena con una anilla para el cuello en el extremo. La piedra, de doce kilos, se sujetaba con las manos, en cualquier momento y lugar. La víctima sufría un mortal esfuerzo, y la abrasión del cuello y los hombros, con la consiguiente infección y gangrena, que no solían ser mortales en los primeros meses. La cometa del obispo: No se sabe la etimología de cm denominación, la cual aparece en algunos documentos toscanos de 1600. El instrumento que aquí describimos es un aparato de sujeción, similar a otros que se conocen en todo el mundo. Una especie de bola que generalmente iba sujeta a unas cadenas, las cuales se ceñían a la pierna del prisionero quedándole la otra libre lo que le permitía moverse, sujeto a esta tortura en ocasiones lo dejaban morir. Es probable que este Instrumento lo utilizasen para el castigo de prisioneros condenados a trabajos forzados, o empleados en el mantenimiento de carreteras y edificios militares Toscanos. La utilización de este instrumento se remonta al 1500.

10 formas de castigo

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LOS DIFERENTES CASTIGOS QUE SE DIERON EN LA EPOCAANTIGUS

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DIES FORMAS DE CASTIGOSLos grilletes han sido utilizados desde época antigua. Según diversas fuentes, ya los egipcios conocían las cadenas y las utilizaban para engrilletar a los esclavos y a los reos de delitos de cualquier índole. En las mazmorras medievales era muy habitual tener colgados de brazos o muñecas a los presos, por medio de unas cadenas adosadas al muro, finalizadas en argollas. Las víctimas podían permanecer de esta manera durante tiempo indefinido, provocando a corto plazo, inmensos dolores, calambres y luxaciones; y a largo plazo, la invalidez total de las extremidades superiores e inferiores.

Collar penal y “la cometa del obispo”: Hay muchos tipos de ataduras que ligan a personas a pesos inhumanos: tobilleras, muñequeras, cinturones, collares…El condenado debía llevar consigo éstas cargas durante largo tiempo: semanas, meses, años o incluso toda la vida. El bloque de la fotografía lleva una cadena con una anilla para el cuello en el extremo. La piedra, de doce kilos, se sujetaba con las manos, en cualquier momento y lugar. La víctima sufría un mortal esfuerzo, y la abrasión del cuello y los hombros, con la consiguiente infección y gangrena, que no solían ser mortales en los primeros meses.

La cometa del obispo: No se sabe la etimología de cm denominación, la cual aparece en algunos documentos toscanos de 1600.

El instrumento que aquí describimos es un aparato de sujeción, similar a otros que se conocen en todo el mundo. Una especie de bola que generalmente iba sujeta a unas cadenas, las cuales se ceñían a la pierna del prisionero quedándole la otra libre lo que le permitía moverse, sujeto a esta tortura en ocasiones lo dejaban morir.

Es probable que este Instrumento lo utilizasen para el castigo de prisioneros condenados a trabajos forzados, o empleados en el mantenimiento de carreteras y edificios militares Toscanos. La utilización de este instrumento se remonta al 1500.

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La mordaza o barbero de hierro: Este artilugio sofocaba los gritos de los condenados para que no estorbaran la conversación de los verdugos. La “caja” de hierro del interior del aro es embutida en la boca de la víctima, y el collar asegurado a la nuca. Un agujero permite el paso del aire, pero el verdugo lo puede tapar con la punta del dedo y provocar la asfixia.

A menudo los condenados a la hoguera eran amordazados de ésta manera, sobre todo durante los autos de fe, porque sino los gritos interferirían con la música sacra.

Giordani Bruno, culpable de ser una de las inteligencias más luminosas de su tiempo, fue quemado en la plaza del Campo dei Fiori en Roma en 1600 con la mordaza de hierro provista de dos largas púas, una de las cuales perforaba la lengua y salía por debajo de la barbilla, mientras que la otra perforaba el paladar.

Las armas o instrumentos del carcelero: Las armas para carceleros se distinguen de las armas militares porque no son adecuadas para la guerra, ya que los enemigos van provistos de corazas y armados, pero son muy útiles para controlar la turba de prisioneros semidesnudos, evidentemente desarmados.

En el “agarracuellos” (a la izquierda) se puede observar el aro con la abertura en forma de trampa a un extremo de un asta de dos metros de longitud. Un preso, o cualquier fugitivo que intentara escapar de un alguacil escondiéndose entre la multitud, es fácilmente capturado: una vez que el cuello es aferrado por la trampa, no hay otra posibilidad que seguir al captor.

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Pinzas, tenazas y cizallas se utilizaban al “rojo vivo”, aunque también frías para lacerar o arrancar cualquier miembro del cuerpo humano, y eran otro elemento básico más entre las herramientas de todo verdugo.

-Las tenazas se utilizaban preferentemente ardiendo para las narices, dedos de las manos y pies y pezones.

-Las pinzas alargadas, servían para desgarrar o abrasar el pene. Como queda explicado en la parte de la pera oral, rectal y vaginal, los genitales masculinos siempre han gozado de una especie de inmunidad. Sin embargo, en toda la larga serie de torturas, también se dan raros casos de castración, extirpación del pene e incluso amputación de la tríada completa. Las partes seccionadas a menudo eran quemadas dentro del puño de la víctima.

Éstos castigos no se aplicaban por actos de violencia contra la mujer como se podría pensar, sino más bien por intentos de violencia o conspiraciones contra gobernantes o príncipes. La violación extra-matrimonial raramente era castigada, y la violación matrimonial siempre ha sido sacrosanta.

Látigos: Hay gran variedad de látigos. Entre ellos, los hay de dos, tres y hasta ocho cadenas provistas de abundantes estrellas o/y hojas de acero cortante que se usaban y se usan para flagelar el cuerpo humano. Para desollar se utilizaban látigos de muy diferentes tamaños; gigantes como “el gato de nueve colas”, que podía lisiar un brazo y un hombro de un sólo golpe, o finos y pérfidos, como el “nervio de toro”, que con dos o tres golpes podía cortar la carne de las nalgas hasta llegar a la pelvis. El látigo de desollar se empapaba en una solución de sal y azufre disueltos en agua antes de utilizarlo, lo que unido a sus estrellas lo convertían en una herramienta destructiva y muy útil para el torturado. La carne, al ser golpeada, se convertía en pulpa, dejando a la vista diferentes órganos internos.

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Los látigos se siguen usando en la actualidad. En esta fotografía se incluyen: un látigo de cadenas formadas por eslabones planos y ovales, afilados como cuchillas en forma de hojas; otro de cadena doble con cuatro pesadas estrellas de hierro en la punta; y un fragmento de un látigo del siglo XIV, denominado corona de espinas en honor a Jesucristo.

Torturas para el castigo ejemplarizante y la humillación pública.

Se trataba de objetos que se le colocaban al reo para humillarle ante los ciudadanos; éste era insultado y maltratado por la muchedumbre mientras el verdugo multiplicaba su tormento, de distintas maneras, según cuál fuera el instrumento que se impusiera. Estos instrumentos de condena se imponían por las causas menos graves, como desobediencia, desorden público, a los vagos, borrachos y a quienes no cumplían con sus obligaciones religiosas.

Un ejemplo de este tipo de tortura es la flauta del alborotador: en este instrumento, hecho de hierro, el collar se cerraba fuertemente al cuello de la víctima, sus dedos eran aprisionados con mayor o menor fuerza, a voluntad del verdugo, llegando a aplastar la carne, huesos y articulaciones de los dedos.

Las jaulas colgantes eran armazones metálicos que quedaban suspendidos en el aire por un cable. Formaban parte del mobiliario urbano de los ayuntamientos, palacios y cortes de justicia de las ciudades europeas, hasta que poco a poco a finales del siglo XVIII decayó su uso. Era el lugar de honor de aquellos que hubieran cometido alguna acción, que tuviera que servir de escarmiento y ejemplo para el resto del pueblo; o a veces, cuando el pueblo requería justicia sobre algún hecho que hubiera conmovido a toda la comunidad, la manera de manifestar que la autoridad se encargaba de impartirla. El caso es que la víctima, semidesnuda, que quedaba condenada a morir de inanición, tenía que soportar las

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inclemencias del tiempo. En ocasiones, tenía también que compartir su jaula con gatos salvajes y otros animales que eran azuzados por los torturadores; otras veces, eran las gentes del pueblo los que, entre otras cosas, lo apedreaban.

La cigüeña o cepo, era un método más que de muerte, de castigo por delitos de robo, disturbios o pendencias; aunque en un momento dado se podía tener expuesta a la víctima hasta la muerte, si así se decidía por la corte de justicia. También fue utilizado como método de tortura para conseguir una confesión en las mazmorras de castillos, palacios de justicia o cárceles inquisitoriales. El Cepo era un instrumento que servía para sujetar al reo por la garganta y las muñecas; y según el modelo también por los tobillos, consistente en dos maderos ajustables.A los pocos minutos de su utilización sobre la persona, ésta sufría grandes calambres, primero de los músculos abdominales y rectales, luego de los pectorales, cervicales y de las extremidades. Con el paso de las horas, estos calambres conducían a un continuo e insufrible dolor en abdomen y recto. La víctima quedaba expuesta al público en la plaza de la ciudad, encontrándose a merced del populacho que lo vejaba y goleaba, a veces incluso hasta la muerte, con el beneplácito de la autoridad.

Un ejemplar en la Torre de Londres, casi idéntico al aquí presente, se conoce como la “scavenger’s daughter” – la hija del basurero – término cuyo origen se desconoce. La palabra italiana cicogna, “cigüeña”, usada para describir este instrumento, es citada por Muratori, quien la atribuye a archivos judiciales venecianos e inquisitoriales romanos y milaneses del período 1550-1650.

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El cepo chino: Instrumento de tortura de origen chino, consistente en una caja, generalmente de madera, en la cual se colocaba los pies del torturado los que a través de una manivela, utilizando los principios básicos de la prensa y el tornillo, eran apretados por el verdugo. El dolor de la víctima aumentaba gradualmente desde una simple sensación de presión en el pie hasta convertirse en un dolor insoportable acompañado de trituración ósea podal.

Violón: Instrumento parecido al cepo chino. Los agujeros son para colocar la cabeza y los brazos, de modo que el individuo tiene que soportar el peso y las rozaduras.

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Violón de la comadre: Una versión parecida al violón simple que se colocaba al cuello para inmovilizar y causar dolor. Se utilizaba con mujeres acusadas de chismosas y otros delitos parecidos. Se uso, sobre todo, en Suiza y Alemania.

La picota en tonel era una especie de vergüenza pública que se aplicaba sobre todo a los borrachos. Había dos clases de “picotas en tonel”: las que tenían el fondo cerrado, en las que la víctima se colocaba dentro, con orinas y estiércol o simplemente con agua podrida, y las abiertas para que las víctimas caminaran por las calles de la ciudad con ellas a cuestas, lo que les producía un gran dolor debido a su gran peso.

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Collares para jugadores de cartas: se hacía llevar puestos estos collares, muy pesados, que humillaban y a la vez acusaban al individuo del tipo de juego.

Collares para jugadores de dados: igual que los anteriores. Para hacerse una idea, estos dados tienen unas dimensiones de unos 10x10x10 cm.

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Collares para vagos y renitentes a misa (personas que se resistían a ir a misa): pesados collares que cumplían la misma función que los collares de los jugadores, humillar y culpar. Cada una de las cuentas de ese enorme rosario tiene el tamaño de una naranja, para hacerse idea.

El Sambenito: El sambenito fue creado por la orden Benedictina gracias a las “Reglas de San Benito”(Benito de Nursia). El usado por la Inquisición era una especie de gran escapulariocon forma de poncho. Estaba hecho con una tela rectangular con un agujero para pasar la cabeza, que una vez puesta le llegaba al condenado hasta poco más abajo de la cintura por el frente y por la espalda, dejando los hombros al descubierto.El sambenito solía llevar motivos que aludían a la condena: una cruz de San Andrés en el caso de los delitos leves, demonios y llamas en los delitos más graves que se castigaban con la muerte en la hoguera.

Muchas veces llevaban escrito el nombre del condenado, como en el caso de los famosos sambenitos de la iglesia de Santo Domingo de Palma de Mallorca, que originaron el asunto de los chuetas (personas marginadas por ser familiares de los condenados).

Los reos eran paseados por la ciudad descalzos, vistiendo el sambenito y con un gran cirio encendido en la mano. El sambenito a menudo era expuesto públicamente tras la ejecución de la sentencia para que sirviera de memoria y ejemplo.

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Máscaras infamantes: Estos artilugios, que existían con gran profusión de formas fantasiosas y, a veces, francamente artísticas, desde 1500 hasta 1800, se imponían a quienes habían manifestado imprudentemente su descontento hacia el orden, contra las convenciones vigentes, contra la prepotencia del poder o, de cualquier forma, contra el estado de las cosas en general. A través de los siglos, millones de mujeres, consideradas “conflictivas” por su cansancio de la esclavitud doméstica y los continuos embarazos, fueron humilladas y atormentadas; así el poder eclesiástico exponía el escarnio público a los desobedientes y a los inconformistas. La Iglesia castigaba una larga lista de infracciones menores mediante este método.

La inmensa mayoría de las víctimas eran mujeres, y el principio que se aplicaba era siempre el de mullier taceat in ecclesia, “la mujer calla en la iglesia”. Muchas máscaras incorporaban piezas bucales de hierro, algunas de éstas mutilaban permanentemente la lengua con púas afiladas y hojas cortantes.