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    estudios de historia moderna y contempornea de mxico 45, enero-junio 2013, 97-144

    Crisis mstica, educacin y juventudLa formacin del perl moral del periodismo en la revistaPoltica, 1960-1967

    Juan Carlos Snchez Sierra

    Ha engordado. Su cuello, sus muecas, sus dedos son el asien -

    to de lujosas joyas. Usa perfumes caros y pieles de alto precio.Come en lujosos restaurantes, baila en el Country Club, viajapor Europa, educa a sus hijos en el extranjero y es a cionadaa las comidas pantagrulicas y a pagar por una copa lo que nogana un campesino en una semana de trabajo []. Pero ladesenfrenada e iconoclasta muchacha que bail en los cam-pamentos, que trag el polvo de las duras jornadas, que curlas heridas y mitig la sed de los guerreros en das de victorias y derrotas, hace rato que se cort las trenzas desa antes, quese puli las uas y se maquill el rostro para bailar, en danzainterminable, con don Por rio. 1

    Introduccin

    Extraviada del rumbo que se le asign en 1917, desde nales de la dcadade 1950 la Revolucin mexicana fue vista por la prensa de izquierda comoun despojo irreconocible, distante del esplendor de sus das de gloria. 2

    1 Jos Santos Valdez, Bailando con don Porrio,Poltica, Mxico, D. F., 15 de marzo de 1962,p. 28. 2 El periodista Santos Valdez no estaba lejos de la idea que se hacan otros de sus compaeros

    en la revistaPoltica, fundada y dirigida por Manuel Marcu Pardias desde 1960 y que circu-l hasta 1967. Pero esta no sera la nica asociacin de la revolucin con una imagen de mujer,pues adems de pintoreteada, tambin se la dibuj cargada de otras vejaciones y se la tildde prostituta. Fue una poca de contrastes, pues mientras se exponan las lacras de la revolu-cin de 1910-1917, se exaltaba la Revolucin cubana como una epopeya seera que desper-t el valor redentor de hroes revolucionarios innovadores, viriles,hombres nuevos pro-motores de un campo de la lucha social, que ms bien pareca la alegora de un territoriopropicio para la interaccin homosocial vedado para las mujeres. El problema estaba en que

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    Inmune a cu alquier riesgo de ser condenado como aptrida, Jos Santos Valdez public en 1962 una columna titulada Bailando con don Por rio enla que describi de forma gr ca y descarnada la imagen que tena de laRevolucin mexicana. Aunque no fue el nico ni el primero, su juicio fuelanzado contra el gobierno y el periodismo. El primero, a su juicio, estabacargado de hombres que aunque llevaban en sus hombros el peso hist-rico y la autoridad moral de la revolucin la dilapidaban, hombres delgobierno entre los que pocos, muy pocos hombres se salvan de los queahora tienen el poder. Pocos muy pocos de los que forman el monopoliorevolucionario merecen nuestro respeto. El segundo, segn Santos Valdez,era una profesin en decadencia, practicada por personas que con toda justicia hacen desde el periodismo nacional una idea falsi cada de la Re - volucin mexicana. Los periodistas de la llamada Gran Prensa, as comola revolucin a la que apelaban, eran objeto del repudio de la izquierdamexicana, pues cobijados en la colusin con el rgimen, impulsaban laeducacin y la cultura popular que mantena a la sociedad enajenada enlos delirios del American way of life.

    La dcada de 1960 tuvo como caracterstica la creciente exaltacin delo cio periodstico de izquierdas como un arquetipo moral, un aspecto quefoment la visin heroica de periodistas e intelectuales involucrados en elactivismo de oposicin. Poltica (1960-1967) se erigi como la sntesis deesos valores morales, y reuni algunos de los principales exponentes delo cio. En este artculo se examina el per l moral del periodismo, a la luzde temas tratados en la revista relacionados con la crisis poltica de Mxi-co, y la esperanza depositada en la juventud y la educacin como su solu -cin. Aqu se explora la crisis de la mstica nacionalista como un procesoque transform las imgenes de lo revolucionario en el Mxico de ladcada de 1960. Aunque no se analizan las representaciones de gnero en

    el imaginario poltico de la izquierda mexicana, el objetivo es allanar elcamino para ir vislumbrando en el largo plazo los per les de masculinidadrevolucionaria. 3 En su lugar, se busca identi car la manera como se con -

    la idea de la revolucin, femenina, violada, prostituida, se quedara en la mentalidad de laizquierda mexicana, mientras la exaltacin de sus hacedores se mantendra como un terrenomasculino hasta ms all de la represin al movimiento estudiantil de 1968.

    3 Es notable que la imagen de la revolucin, prostituida y humillada, era una conceptualizacinfeminizada anloga a la tambin vilipendiada nacin y la patria. Este es un aspecto que

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    gur un per l moral de la izquierda en la dcada de 1960, a travs de unexamen del contexto periodstico e intelectual en el que la crisis de la Re- volucin mexicana fue examinada por periodistas e intelectuales.

    Este problema de investigacin ya ha sido abordado por dos investi-gadoras norteamericanas, que de algn modo inspiraron esta investigacincon su anlisis de los per les heroicos masculinos formados durante ydespus del movimiento popular y estudiantil de 1968. 4 Sin embargo, lasubjetividad revolucionaria que emergi de la mano del periodismo prac-ticado en Poltica fue importante porque marc el preludio contestatariode una generacin de la izquierda que creci durante una dcada marcadapor episodios de represin, para luego ser atropellada en la masacre deTlatelolco. Los estudios de los per les heroicos de la izquierda mexicanacontempornea han recibido menor atencin en comparacin con aquellosde la poca de la independencia, el siglo XIX y la Revolucin. Autores queestudian la educacin, la cultura popular y los rituales cargados de simbo-lismo en la vida poltica mexicana han subrayado la necesidad de trabajosque amplen esta frontera de conocimiento. 5

    arroja luz sobre la correlacin en los discursos morales del periodismo ocialista y deoposicin entre la decadencia y las marcas de violencia que exhiba Mxico en su crisis delas dcadas de 1960 y 1970. Esta investigacin forma parte del proyecto Liderazgo, culturapoltica y prcticas de moralidad: la izquierda en Mxico, 1960-1980, en el que los hallazgoshan sealado la problemtica de gnero como una de las variables centrales de anlisis.Aunque aqu no se aborda este aspecto, en general se busca establecer la dinmica delperiodismo poltico y cultural de izquierdas como insumo para una investigacin sobre laparticular forma en que se asimilaron los discursos y prcticas asociadas con el ideal revo-lucionario del hombre nuevo. Es importante aclarar, quePoltica no fue la nica publicacinque tuvo esta tendencia en su lnea editorial y las prcticas periodsticas internas. En otroscasos estudiados en esta investigacin como el deMxico en la Cultura, Por Qu? , Sucesos,Siempre! , La Cultura en Mxico yEstrategia, entre muchas otras, ha permitido detectar que

    tanto el periodismo heroico de izquierdas como la subjetividad revolucionaria de la pocaeran campos homosociales de disputa donde predominaron relaciones disociadas del dis-curso editorial que sostena la necesidad de incluir a la mujer en la tarea de construir uncambio en la estructura poltica y social de Mxico.

    4 Deborah Cohen, Lessie Jo Frazier, Mxico 68: hacia una denicin del espacio del movimien-to. La masculinidad heroica en la crcel y las mujeres en las calles,Estudios Sociolgicos,v. 22, n. 3, 2004, p. 591-623; Deborah Cohen, Lessie Jo Frazier, No slo cocinabamos:historia indita de la otra mitad del 68, en Iln Semo,La transicin interrumpida: Mxico1968-1988, Mxico, Universidad Iberoamericana/Nueva Imagen, 1993.

    5 Cfr. William H. Beezleyet al., Rituals of rule, rituals of resistance: public celebrations and popular culture in Mexico, Wilmington, SR Books, 1994; Mary Vaughan , La poltica cultural

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    En este artculo exploro la revista Poltica (1960-1967), en busca delos temas centrales con los que se debatieron problemticas relacionadascon la autoridad moral del periodismo opositor al rgimen poltico. Estostemas dieron contorno a la gura del periodista heroico, a la vez que legi -timaron la lucha de la izquierda en Mxico. En la investigacin se encontrque la decadencia de los anclajes simblicos del rgimen poltico sirvi alperiodismo de la izquierda para que hiciera pblica y mani esta la saciedadde amplios sectores sociales con las prcticas polticas que perpetuaban alPRI en el poder. La erosin de esos smbolos, la educacin juvenil y la cul-tura popular constituyeron temas centrales en el periodismo de la izquier -da aglomerado alrededor de Poltica .

    En la primera parte del artculo, se aborda la crisis de la mstica na-cionalista mexicana y el papel que jugaba Poltica como vanguardia delperiodismo de la oposicin al rgimen. Buena parte del esfuerzo analticode la realidad mexicana en la revista se orient a desacralizar el sistemapoltico, un proceso llevado a cabo por medio de la denuncia de las prcti -cas inmorales que impedan el despertar democrtico en el pas. En la re - vista se fue acondicionando el debate sobre la autoridad moral del rgi-men, y el papel que desempeaban los actores sociales en la restauracinde la Revolucin mexicana hacia su camino inicial. Estos temas in uyeronen el delineamiento de un per l heroico revolucionario que coincida conlas actividades de los columnistas de la publicacin.

    En la segunda parte del artculo, se observa cmo el carcter morali -zante del discurso de la izquierda congregada en Poltica tena como obje-to concientizar a la sociedad, y fue all donde el papel del periodista seerigi como un arquetipo del compromiso poltico, subrayado por el peligro y sacri cios que implicaba el desempeo de su profesin. Desde 1962 eseper l se bosquej a travs de columnas y editoriales que trataron el temade la educacin pblica, la juventud y la cultura popular mexicana. En estaparte se examina la forma como el debate de la educacin y los libros detexto ocurrido ente 1961 y 1963 revel problemas en la calidad educa-tiva y los fundamentos pedaggicos que orientaban el sistema escolar

    en la Revolucin: maestros, campesinos y escuelas en Mxico, 1930-1940, Mxico, Fondo deCultura Econmica, 2001; Joseph Gilbertet al., Fragments of a golden age: the politics ofculture in Mexico since 1940, Durham, Duke University Press, 2001.

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    mexicano. La brecha educativa, en trminos de calidad, impeda un examencrtico de los anclajes msticos del civismo nacionalista, lo que le abra pasoa elementos de la cultura popular como el periodismo de izquierdaspara activar un discurso moral alternativo. Las columnas publicadas en Poltica fueron el mejor ejemplo hasta 1967. El anlisis del per l moraldel periodismo permite comprender la con guracin del imaginario po -ltico de la izquierda mexicana en la dcada de 1960, en el contextodel despertar de nuevos actores involucrados en debates pblicos pesea que desempeaban un papel marginalizado por discursos editorialespaternalistas y condescendientes.

    De la crisis de la Revolucin al periodismo heroico

    Desde el momento de su lanzamiento, Poltica denunci el desmedro de lamstica nacional, y el profundo problema que representaba el uso y abusode la nocin de revolucin. Fue seis meses despus de su aparicin, cuando ya contaba con una amplia fanaticada entre la izquierda urbana y las zonasrurales donde llegaba la revista, cuando la oportunidad de poner el dedo enla llaga lleg. Para el cuerpo editorial de la revista, la mstica nacionalista ysus anclajes en el folclore popular que eran celebrados con furor y puntua-lidad cada ao entre septiembre y noviembre, haban perdido asidero moralen la poblacin. Este sealamiento servira para que la izquierda sentara suposicin en el pas, pues desde la aparicin del primer nmero en mayo de1960, era claro que la orientacin principal de la publicacin era promoveruna reanimacin de los valores y preceptos de la Revolucin mexicana a laluz de la experiencia cubana, que resultaba ser un parteaguas poltico parauna generacin sumida en el desencanto de un proceso social desviado desus metas proyectadas. 6 Alonso Aguilar, periodista cercano al director Ma-nuel Marcu Pardias desde la dcada de 1950 durante las aventuras edi -toriales en la revista Problemas Agrcolas e Industriales de Mxico ( PAIM ),7 sealaba la forma como el uso de los medios masivos de comunicacin

    6 Juan Rafael Reynaga Meja,La Revolucin cubana a travs de la revistaPoltica en Mxico:construccin imaginaria de un discurso para Amrica Latina, tesis de licenciatura en EstudiosLatinoamericanos, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 2005.

    7 Cfr . Jos Rivera Castro, Balance histrico de la revistaProblemas Agrcolas e Industrialesde Mxico , Tiempo y Escritura, Universidad Autnoma Metropolitana, 1 (2004) [documento

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    serva para prop agar la celebracin de la Revolucin en sus 50 aos, se -alando el nivel al que haba llegado la manipulacin del lenguaje, en tantola burguesa que controlaba los medios de prensa, radio y televisin hacaun uso consciente de la conveniencia y aun de la necesidad de hablar enrevolucionario. 8 En efecto lo revolucionario se haba desvanecido hastallegar a ser un discurso vaco pero legitimador, y la Revolucin cubanarepresentaba una tabla de fe para cambiar tal situacin. A estas asevera-ciones de Alonso Aguilar se sumaron las de Jos Arenas, en las que sealque la demagogia mancillaba los ideales de la revolucin, pues aunque sesupona que convocaba energa humana, talento y vnculos de con anzade unos en otros por una empresa comn , los valores que para 1960 fo-mentaba haban sido trastornados y la devocin por la justicia social estaba ya rota. Este columnista tambin apunt algunos de los limitantes para el

    orecimiento de esos valores colectivos como la corrupcin, el amiguismo y el exceso de poder presidencial, adems de una erosin de los anclajessimblicos: el balance de la revolucin arroja un saldo en rojo de penuriamoral, debatida entre sus contradicciones y sus falsos horizontes de papelescrito, y su creacin continua de una realidad cticia, sus mitos, sus iconos,su magia. 9 La crisis moral a la que arrastr la desviacin de la Revolucinmexicana iba en detrimento de valores colectivos y afectaba entonces a loshombres que la impulsaban desde el gobierno.

    Se trataba de un reclamo que la izquierda hizo sentir cada ao prome -diando agosto, y hasta pasado el mes de diciembre. El tono de esta reverbe-racin editorial se agudizaba cuando haba elecciones, o en el mes de noviem - bre cuando se exaltaba la mexicanidad en el da de muertos y el aniversariode la Revolucin. Cuando Benjamn Carrin denunci que los arsenalesmsticos, que eran comunes a los nacionalismos de Amrica Latina, servande lustre para la demagogia del cambio social, Enrique Gonzlez Pedrerocatedrtico de la Escuela de Ciencias Polticas de la UNAM y promotor depublicaciones sobr e economa en el Fondo de Cultura Econmica, donde

    en lnea en formato html: http://www.azc.uam.mx/publicaciones/tye/tye16/art_hist_01.html, consultado el 31 de agosto de 2012.

    8 Alonso Aguilar, Urge tomar otro camino, Poltica, Mxico, D. F., 15 de noviembre de 1960,p. 38.

    9 Jos Arenas, La revolucin y sus abstracciones,Poltica, Mxico, D. F., 15 de noviembre de1960, p. 71.

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    estrech relaciones con Manuel Marcu Pardias y su revista PAIM yahaba titulado una de sus columnas quincenales Una sinfona revoluciona-ria inconclusa .10 All repudi al senador Manuel Moreno Snchez, cuandoste aleg en plenas ceremonias de la liturgia del rgimen que o se realizala Revolucin o se hace una nueva, ante su incapacidad para devolver laRevolucin a su cauce originario. 11 Se trataba de uno de los senadores mspoderosos y representativos del carro completo legislativo y su comenta-rio cay mal en un contexto de incapacidad de los periodistas para hacermella en la actitud testaruda del gobierno por promover una reforma pol-tica de fondo, en lugar de perpetuarse gracias a la reanimacin de un ima-ginario de legitimidad ampliamente cuestionado por la izquierda.

    En los aos 1960, la crisis de la izquierda se deba en parte a la consi -deracin guiada por los principales partidos que aglutinaban a sus mili-tantes segn la cual la desviacin de la Revolucin mexicana ocurridadesde los aos 1940 haba pervertido la burguesa nacional, mientras fa - voreca liderazgos contraproducentes para el sistema poltico. De all quelos militantes de la izquierda consideraran que, para regresar la Revolucina su camino inicial, sera necesario el cambio de esos lderes y de las prc -ticas que lograron establecer como normal en la mentalidad pblica elhecho de tener en el aparato estatal una maquinaria corrupta. Si algo lo-graron las primeras dcadas de gobiernos posrevolucionarios fue implan-tar una percepcin de lo poltico como algo ajeno, distanciado de la es-fera social por la potencia mstica de su legado; igualmente el legadopoltico de la revolucin haba sido expropiado por los mismos sectoresque dominaban los mecanismos del ritual revolucionario. 12

    Parte de la responsabilidad en el establecimiento del poder polticocomo un feudo vedado para el pueblo recaa en el ejercicio del periodis-mo como profesin. Uno de los temas predominantes en los debates edi-

    10 Benjamn Carrin, Una sinfona revolucionaria inconclusa,Poltica, Mxico, D. F., 15 deenero de 1962, p. 4.

    11 Enrique Gonzlez Pedrero, Una sinfona revolucionaria inconclusa,Poltica, Mxico, D. F.,1 de diciembre de 1961, p. 32.

    12Cfr.Daniel Coso Villegas,La crisis de Mxico, Mxico, Clo, 1997; Daniel Coso Villegas , Elsistema poltico mexicano: las posibilidades de cambio, Mxico, Joaqun Mortiz, 1976; BarryCarr, La izquierda mexicana a travs del siglo XX , Mxico, Era, 1996; Roderic Camp,Lderes polticos de Mxico, su educacin y reclutamiento, Mxico, Fondo de Cultura Econmica,1983.

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    toriales de nales de la dcada de 1950 y comienzos de 1960 era el de lalibertad de prensa. A este tpico se sumaban graves cuestionamientos so- bre el proceder de periodistas profesionales adictos al poder, quienes cons-tituyeron uno de los principales aditivos en el debate intelectual mexicanoque se ltraba a la sociedad por la va de la prensa. Poltica naci y se en-frent al degradado valor del periodismo, con la intencin de restablecerlos parmetros legales de la Revolucin mexicana, impulsados en buenamedida por el aire fresco proveniente de Cuba como ejemplo moral y po -ltico de un autntico proceso revolucionario. Esto explica en parte la im-portancia que el periodismo tena en la a rmacin poltica del pas, pues ala vez que difunda la informacin que mantendra atenta del devenir po -ltico a la ciudadana, Poltica tambin asumi la responsabilidad de pro-mover un umbral crtico para que la sociedad supervisara al rgimen, y aslograr que ste modi cara el rumbo que aos atrs haba equivocado. 13

    A pesar de esta tarea de promover prcticas democrticas a travs dela elevacin del nivel de conciencia social de la poblacin, el periodismode oposicin subrayaba la forma como el sistema poltico se haba infes-tado de vicios que en un marco moral se alejaban de su compromiso tico y social. Regresando al anlisis del artculo antes citado, Enrique GonzlezPedrero protestaba contra la hipocresa de los funcionarios ataviados dedignidad histrica y autoridad moral durante los das de guardar, pues

    13 Pese a las inconsistencias ideolgicas que marcaron su lnea editorial,Poltica fue vistacomo el principal medio escrito de oposicin en los aos 1960, por lo que fue constante-mente hostigada por el rgimen a travs de mecanismos como la discontinuidad en el sumi-nistro de papel quePIPSA le asignaba, la instigacin a sus empleados para entrar en paro,los cobros delIMSS y acreedores privados en momentos de pobreza franciscana, o la mez-quindad en los subsidios con los que poda subsistir.Cfr . Jacinto Rodrguez Mungua,La otra

    guerra secreta: los archivos prohibidos de la prensa y el poder , Mxico, Random HouseMondadori, 2007. Esta es una de las obras ms signicativas donde se menciona la revista,y que permite conocer la forma como en algunas oportunidadesPoltica se sostuvo econ-micamente con la ayuda de personalidades del rgimen como Alfonso Corona del Rosal, o dela crisis que trajo para la revista las fricciones entre Manuel Marcu y David Alfaro Siqueirosen sus ltimos aos, as como una sucinta explicacin de los factores que llevaron a sucierre en diciembre de 1967. Se trata de un trabajo en el que se contrastan las percepcionesque la izquierda tena de las publicaciones mexicanas, con la documentacin de los organis-mos de seguridad del estado merced a la disponibilidad de dichos documentos que hoyreposan en el Archivo General de la Nacin. Agradezco a uno de los dictaminadores de esteartculo, quien me inform de la existencia de este importante trabajo.

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    aunque se mostraban victimizados por su limitado poder, mantenan unsilencio cmplice cuando de voluntad de cambio se trataba. El periodismoo cialista prosperaba en colusin con ese estilo poltico de los miembrosde las instituciones de gobierno. Adems, en su artculo sealaba las am -plias posibilidades que tena un senador para realizar cambios de fondo alsistema poltico. El periodista aadi que un senador leal al rgimen se veamuy mal gimoteando por su poco rango de accin en pocas de comparsasnacionalistas conmemorativas del rgimen de la Revolucin, en compara-cin con el limitado papel que desde la prensa de oposicin tenan los re-dactores de Poltica , pues en esta ltima el periodista no tiene medios pararealizar lo que plantea y la solucin que ofrece , so pena de ser aislado yaque se le dice rojillo extico y no se le hace caso. 14

    Esta toma de posicin de un acadmico activo en el periodismo y la vidapblica se aunaba a mltiples voces que reclaman el retorno de la Revolu-cin a su senda social, para as dar signi cado a un renovado y autnticoper l revolucionario, en contraposicin con aquel que consideraba am -pliamente manipulado por el poder. Dicho per l involucraba como susactores principales al periodista heroico, un ideal de intelectual integral ycomprometido que a pesar de las inmensas di cultades impuestas a laprensa desleal al PRI , se expresaba a travs de los rganos informativos dela oposicin. Unos aos ms adelante, Enrique Gonzlez Pedrero, junto conotros cuatro colaboradores, se distanci de la revista Poltica , atrado porlos cantos de sirena en la alta burocracia. Este fue un acto que sirvi parademostrar la vulnerabilidad de los principios morales del periodismo, y quecontribuy a la formalizacin de un per l heroico para la profesin cuandose la realizaba desde la plataforma crtica de la izquierda promediando ladcada de 1960. 15

    14 Enrique Gonzlez Pedrero, Una sinfona revolucionaria. 15 Gonzlez Pedrero se retir dePoltica junto a Carlos Fuentes, Fernando Bentez, Vctor Flores

    Olea y Francisco Lpez Cmara entre julio y agosto de 1964. Para una buena sntesis de losmotivos y sus efectos para la izquierda y la revista,cfr . Patricia Cabrera Lpez,Una inquietudde amanecer: literatura y poltica en Mxico, 1962-1987, Mxico, Universidad Nacional Aut-noma de Mxico/Plaza y Valds, 2006. Aunque el retiro de estos cinco reconocidos intelec-tuales fue impactante para lectores y colaboradores, en la investigacin se veric que sucolaboracin aPolticahaba declinado, y en el caso de Fuentes y Bentez, su participacincomo periodistas ya era menos que marginal desde comienzos de 1963. Este fue ms un golpepblico y meditico a la revista, pues en el fondo favoreci adhesiones ms sinceras con el

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    Poltica, y el periodismo como desacralizacin

    El sopor que causaban los discursos o ciales en los que se repetan los

    nombres de los hroes del pasado para conjurar las dudas sobre el legtimoderecho a gobernar en el presente era apenas equiparable a los no menosextenuantes rituales de reactivacin simblica revolucionaria propagadosen episodios picos de adoctrinamiento escolar. Las exaltaciones, exone-raciones y acusaciones que animaban la vida poltica mexicana servan deinsumo para actualizar la vigencia de las verdades emitidas por los textosescolares y cartillas cvicas usadas para adiestrar a la poblacin en las artesrevolucionarias. Como elementos de la cultura popular, los debates polti -

    cos y la pedagoga del rgimen estaban a la orden del da.16

    Manuales yactos cvicos reanimaban ciclos rituales vitales para mantener el mpetudel sistema poltico mexicano. El elemento comn era el uso de smbolos y creencias en las que lo revolucionario era la esencia que legitimaba la

    proyecto de Manuel Marcu Pardias y los compromisos polticos que implicaba. De similarimportancia pero mucho menos publicitada en los trabajos consultados fue la retirada prime-ro de Salvador Novo, en mayo de 1963, y luego de Fernando Carmona a comienzos de no-viembre de 1965. En el caso de Salvador Novo, de su parte hubo ms bien un apoyo simblicoantes que periodstico, que resultaba del estilo personal del afamado escritor que decidaacercarse y/o retirarse de proyectos de sectores de la izquierda anes al rgimen segn laintensidad ideolgica y el papel estratgico que poda jugar su nombre en el mbito culturaldada la conveniencia de su cercana con cada tendencia poltica. En el caso de Fernando Car-mona, ste se haba constituido desde 1960 en una gura importante para dictar la lnea edi-torial de la publicacin en temas de economa. Si bien la salida de Novo y Carmona estuvieronasociadas con el declinar de la guracin pblica del Movimiento de Liberacin Nacional ( MLN),en general las desbandadas constituyen una importante evidencia de la red de asociacionesy guios que hicieron posible la revistaPoltica, y su instrumentalizacin como plataformapoltica y acadmica de reconocidos intelectuales mexicanos en la dcada de 1960. Estas

    desbandadas en el periodismo poltico y cultural de izquierdas en Mxico, dejaron profundascicatrices en el ejercicio del periodismo durante las dcadas de 1960 y 1970; sin embargo, hanpasado sin mayor anlisis en los estudios de la izquierda contempornea en Mxico, y aunmenos se la ha estudiado en trabajos sobre el periodismo de oposicin en la segunda mitaddel sigloXX, para el quePoltica aun es considerada un icono. Para una rpida ojeada a susignicacin,cfr . Jos Agustn,Tragicomedia mexicana, 2 v., Mxico, Planeta, 1992.

    16Cfr . Illene OMalley,Hero cults and the institutionalization of the Mexican State, 1920-1940,Nueva York, Greenwood Press, 1986; Charles A. Weeks,The Jurez myth in Mexico, Tusca-loosa, University of Alabama Press, 1987; Mary Vaughan,La poltica cultural en la Revolu-cin: maestros, campesinos y escuelas en Mxico, 1930-1940, Mxico, Fondo de CulturaEconmica, 2001.

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    accin poltica como ritual. Poltica se sumaba a las escasas voces crticasal rgimen, que intentaban perturbar el rumor compacto de las muche-dumbres prosternadas ante el poder de las guras msticas del pasadorevolucionario.

    Desde la revista se demandaba otro grito de independencia para ascontraponer el mitote y el relajo a que se presta la ceremonia del grito 17 y que slo serva para reanimar al pueblo ante la creciente apata por lossmbolos patrios. Este artculo constitua la voz quincenal de la lnea edi -torial de la revista cuando ya era identi cada como la principal tribuna deoposicin de la izquierda. Titulado El grito y las libertades polticas, eleditorial de la pgina cuatro complementaba esa voz editorial que en tonocannico buscaba responder interrogantes sobre el origen de las fuerzascautivas que impulsaban la devocin popular, ese secreto impulso quepone en marcha la espontaneidad del pueblo cuando se trata de con rmarsu adhesin a la causa de la independencia del pas. Se trataba de un fe-nmeno de masas que combinaba intimidacin y apoyo, y una buena dosisde entrenamiento escolar, militar o incluso eclesistico, pero que eran tam - bin el o cio de prcticas polticas que los periodistas de izquierda visua -lizaban como serias barreras para la efectiva operacin de libertades de -mocrticas como la expresin, el disentimiento y el ejercicio periodsticosin cortapisas. La devocin popular contena una ambigedad pues com- binaba una comunin de todo un pueblo con la sustancia original del amora la libertad y la independencia, pero expresada a travs de una apropia-cin de los anclajes de la memoria social realizada por el estado. La eviden -cia de esto era un pueblo cautivo y devoto, arrastrado ms por el miedo quepor la conviccin, y prisionero del temor a la represin a los disidentes, quesi ocupaba las plazas en una homila ante el poder del rgimen era en bue -na medida por la frialdad mecnica de los acarreos para recibir presiden -tes de la repblica. 18

    Para entonces la revista ya haba empezado a cosechar los dividendosms negativos de su audacia, pues su director y jefe de redaccin recibieron

    17 Mxico exige otro grito de independencia,Poltica, Mxico, D. F., 15 de septiembre de 1962,p. 2 de forros.

    18 El grito y las libertades polticas,Poltica, Mxico, D. F., 15 de septiembre de 1962, editorial,p. 4.

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    a comienzos de 1961 unos cuantos macanazos y fueron conducidos ante lasautoridades policiales para pernoctar en un calabozo, todo por manifestarsu descontento por la visita del presidente peruano Manuel Prado, a cuyopaso frente al Hemiciclo a Jurez le gritaron Viva Cuba!, en alusin a laestrecha relacin que estableca Per con la OEA en contra de la soberanacubana. As, entre el grito en el Zcalo, y el grito de sabotaje a la honorable visita suramericana, Poltica se gan un lugar especial en la repisa de losms valorados odios del rgimen y sus organismos de fuerza. 19 Las cartasde apoyo de lectores aadan aun ms cali cativos elogiosos a la encomia - ble labor de Manuel Marcu Pardias y su equipo de colaboradores en laredaccin de la revista, elevando su status al de verdaderos adalides dela oposicin de izquierdas en un momento en el que las divisiones entrepartidos, sindicatos y movimientos sociales eran insuperables. 20 La res-puesta de los lectores era el contrapeso a las primeras manifestaciones dela represin contra Poltica . Mientras la revista mantuvo un pulso rmeen la defensa de la Revolucin cubana, y rechi aba las vacilaciones diplo -mticas frente a la soberana de la isla y asuntos polticos internos, loslectores de la revista ayudaron a consolidar los primeros rasgos del perio-dismo de izquierdas como un acto valeroso, heroico, manifestacin de lams alta responsabilidad revolucionaria, y que a menudo era equiparado

    19 Manuel Marcu y Jorge Carrin, Rgimen policiaco?,Poltica, Mxico, D. F., 1 de febrero de1961, p. 2 de forros.

    20 Sobre la inuencia de lo simblico en la mstica del rgimen, y la visin que de ella tena elperiodismo de izquierda,cfr. Barry Carr,La izquierdaEl reconocimiento que se le daba aperiodistas como Manuel Marcu Pardias fue fundamental en la cimentacin del ideal delperiodista heroico como actor protagnico en la dialctica poltica de la dcada de 1960. Eldirector dePoltica ejecutaba cada acto con una milimtrica precisin estratgica. En lasmemorias que consign para la posteridad uno de sus sobrinos luego de la muerte del pe-riodista ya cuando era diputado delPRD , se nota la importancia que Marcu Pardiasasignaba a la accin poltica como una escena de misticacin personal, en la que la msalta manifestacin de compromiso y sacricio se sintetizaba en la compulsin que tuvo pormorir en el palco pblico o durante una manifestacin.Cfr . Carlos Perzabal Marcu,De lasmemorias de Manuel Marcu Pardias, Mxico, Rino, 1997. Este trabajo tambin deja ver, enla entrevista transcrita a Raquel Tibol, las dicultades de las mujeres para destacar en elequipo de redaccin de la revista, pues casi se podra hablar de un coctel de abusos labora-les, acoso sexual y relentes xenofbicos, lo que deja en claro que el periodismo como mbi-to revolucionario era un espacio homosocial donde se refrendaban las caractersticas distin-ciones de gnero en lo profesional y lo poltico.

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    con el ms viril de los esfuerzos por devolverle la dignidad a la protestasocial, despus de que Adolfo Lpez Mateos desencaden la represincontra el movimiento ferrocarrilero y de maestros a nales de la dcadade 1950. 21

    La fachada mitolgica de la revolucin se desboronaba, y con ella arras-traba el mito presidencial, arquetipo del poder poltico en Mxico. Porejemplo, Poltica alegaba en su tercer aniversario que destruy el mito ydemostr que si algo enaltece y da vigor al ejercicio del supremo poderejecutivo de la nacin es someterlo a la inspeccin nacional, al anlisis pon -derado, pero rme y resuelto. 22 El periodismo as se enalteca de una fun-cin para reparar la moral social. Pero la denuncia de la mascarada misti -

    cadora no se limitaba a los meses de mayor excitacin nacionalistapromovida por el partido de Estado. Cuando iba de salida de su cargo comopresidente Adolfo Lpez Mateos (1964), Manuel Marcu Pardias rm lapgina editorial donde denunciaba cmo se ha llegado al extremo de for - jar una ccin de carcter ritual que ninguna persona sensata puede tomaren serio, y que nos convierte en el hazmerrer de cuantos extranjeros co -nocen nuestro pas. El ritual era nada ms y nada menos que la exonera -cin del presidente saliente, y la atribucin de todas las fallas a sus colabo-radores. Para los periodistas de oposicin esto desestimulaba la evaluacincrtica de cada gobierno desde la dcada de 1930, pero sobre todo desani-maba cualquier tentativa de buscar responsables reales de la debacle nacio-nal. Dado que si el presidente es intocable, en general se haca responsa- ble al ministro del ramo en el que se produca el desacierto, dejando en laimpunidad la inmoralidad o la traicin a los intereses colectivos.

    21 Un buen ejemplo de la recepcin del pblico juvenil de izquierdas respecto a la revista, y

    frente a la represin policial contra el periodismo de oposicin, fue esta carta de la Federacinde Estudiantes Tcnicos a la redaccin, enviada a n de difundir por medio de su prestigia-da y viril revista, la carta suscrita por los delegados juveniles a la Conferencia Latinoameri-cana por la Soberana [] denunciamos el mundo que nos ahoga, el sistema de corrupciny desquiciamiento moral donde el hombre es enemigo del hombre. Los jvenes de AmricaLatina queremos que el hombre vuelva a ser el hermano del hombre. As, la presente gene-racin carga sobre sus espaldas la tremenda pero honrosa responsabilidad de retomar lasbanderas de San Martn, de Bolvar, de Artigas, de Mart, de Sandino, de Villa y de Zapatapara liberar esta sufriente Amrica india. Correo, La carta de la juventud,Poltica, Mxico,D. F., 15 de abril de 1961, p. 3.

    22 En el tercer aniversario dePoltica, Poltica, Mxico, D. F., 1 de mayo de 1963, p. 34.

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    En tanto promova una vuelta al cauce de la Revolucin de 1910-1917, Poltica deba ser iconoclasta y atreverse a quebrar a uno de los mitos msprofundamente arraigados del rgimen poltico mexicano que, a decir deldirector de Poltica , fue roto por la revista desde el primer da en unritual de desacralizacin sealando como primer responsable de la marchadel pas al presidente de la republica. 23 Lo importante de esta autoprocla-macin era que se promova al periodismo no subordinado a las veleidadesdel poder del PRI como punta de lanza en la transformacin poltica delpas, y art ce del rediseo del material humano del panten nacional.

    De cara a la juventud: la crisis de las prcticas polticasy la mstica nacionalista

    De las prcticas polticas que emanaban directamente de la presidencia dela repblica, tres merecieron particular atencin en artculos relacionadoscon la crisis mstica de las ceremonias propias del patriotismo mexicano.De antemano, vale la pena mencionar que todas tenan en comn, adems,el que hacan evidente una crisis de las narrativas que exaltaban la gloriaeterna de la Revolucin mexicana. En primer lugar, el tapadismo, un actode interpretacin del papel de los hroes mexicanos como una actividadsobrenatural, colocada por encima de las masas que, como ejercicio de lasucesin, indicaba la ndole autoritaria y personalista del rgimen, as comola dudosa pausa de transmisin del poder a lo largo de medio siglo y unadocena de generaciones. A esta prctica la anteceda un ritual interno delpoder por el que se exasperaban las fuerzas polticas en las institucionesdel Estado; se trataba del futurismo, un acto sigiloso por el cual el presi-dente manejaba sus in uencias personales para dotar al futuro candidatodel PRI de las claves ocultas y el aura honrosa de la sucesin presidencial.Como en un acto de prestidigitacin, el futurismo era el preludio a lasmaniobras de designacin presidencial a espaldas del pueblo por el cualel ritual de la transmisin del mando adquira un carcter mstico heroicoque consagra al tapadismo como algo lcito, inherente a la condicin deherederos de Hidalgo, Morelos, Jurez, y Madero. En tanto la decisin

    23 Poltica rinde homenaje al Lic. Adolfo Lpez Mateos,Poltica, Mxico, D. F., 1 de diciembrede 1964, p. 2 de forros.

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    emanaba del ejecutivo, la tradicin en la sucesin ininterrumpida servacomo una ptina legitimadora refrendada en la legalidad del sufragio po -pular. Pero el cambio de piel del rgimen era posible por un dilogo quepresidente y mrtires de la patria alcanzaban para sublimar la naturalezasobrenatural del sistema poltico posrevolucionario. La demagogia alcan-zaba all tonos sobrenaturales, pues as se consagraba al candidato del PRI como el ungido, en un proceso de seleccin personal refrendado en comi-cios marcados por el fraude, que mostraba a los hroes como cmplicesabstrados de la realidad, hechizos y estticos Tapados. 24

    En segundo lugar estaba la declinante e cacia del paternalismo pre -sidencial hecho ritual y doctrina a travs del ideal de la familia revolucio-naria. El sistema poltico, atiborrado de caudillos y sumergido en el buro-cratismo, mantena aceitada una maquinaria que rehusaba transformarse,pero que renovaba sus bros cada seis aos en las elecciones. La falla delsistema posrevolucionario estaba en que al corroer la punta del lema Su-fragio Efectivo, No Releccin, destruye tambin su cabo: la no releccin es

    cticia, no va ms all de una simulacin bajo la cual el continuismo de loshombres, mtodos y poltica aparece con el nombre de la Familia revolu-cionaria, con el carcter de nepotismo o cial. 25 Ficticio o no, las crticas

    24 La transicin poltica que signicaba la eleccin presidencial, que ya en la dcada de 1960constitua casi un ritual con los rigores de las conmemoraciones ociales patriticas y queofrecen un ancho cauce a los torrentes de la oratoria ocial, fue en 1963 y 1964 un motivopara altisonantes editoriales dePoltica, entre los que destaca uno titulado Fiestas patrias,hroes acartonados y tapadismo ,Poltica, Mxico, D. F., 15 de septiembre de 1963, p. 2de forros. Cabe anotar que las rplicas de los tremores del sistema simblico del poder enMxico afectaba aPoltica, pues fueron usados como excusa para el retiro de Carlos Fuentes,Fernando Bentez, Enrique Gonzlez Pedrero, Vctor Flores Olea y Francisco Lpez Cmara.En esa ocasin, el apoyo del general Lzaro Crdenas a la candidatura de Gustavo Daz Ordaz

    desencaden furiosas crticas contra su gura, tildada de anacrnica y traicionera al proyec-to poltico delMLN. Estas exhortaciones sirvieron a esos cinco intelectuales como excusapara retirarse del equipo editorial de la revista. Patricia Cabrera analiza con acierto la formacomo el motivo real de su separacin de la revista fue la efectividad de los mecanismos decooptacin en la nmina del nuevo gobierno. Tambin debe aadirse la profunda lealtadde Carlos Fuentes hacia Lzaro Crdenas, desarrollada a lo largo de las primeras travesaspor el pas tras la creacin delMLN en 1960 y 1961; y una ponderacin de las implicacionesde mantener un compromiso con la revista, cuya lnea crtica frente al rgimen no cederahasta el cese de su publicacin.Cfr. Patricia Cabrera Lpez,Una inquietud,p. 45-67.

    25 Jorge Carrin, La no releccin, disfraz de caudillos burocrticos,Poltica, Mxico, D. F.,1 de octubre de 1963, p. 7.

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    que canaliz Poltica contra el sistema electoral y los rituales que perpe-tuaban prcticas polticas que impedan el funcionamiento de la democra -cia apuntaban al sistema en general y los efectos que tena sobre la par-ticipacin poltica juvenil. Las atribuciones del poder poltico, coronadopor el presidencialismo y refrendado en el tapadismo, la corrupcin y lareverencia acrtica hacia el jefe de Estado, tenan en el sistema educativoun espacio central para inspirar asombro, respeto y temor a las nuevasgeneraciones con los rasgos sobrenaturales de la continuidad revoluciona-ria, a travs de la idea de pertenencia a una unidad integradora de lasinstituciones pblicas. Al rgimen, por ejemplo, se le cuestionaba la cele- bracin casi supersticiosa de los hitos histricos y la renovacin democr -tica presidencial en el mes de noviembre, cuya paradjica naturaleza hacadifcil discernir al cuerpo editorial de Poltica si sta era una esta o unasexequias, puesto que constituan un formalismo para mantener los inte-reses de la familia revolucionaria sobre el monopolio de un partido queslo es agencia burocrtica electoral. 26

    Estas prcticas impedan la renovacin del PRI y de las personas queconformaban sus organismos estatales, donde se auguraba una importan-te responsabilidad para los jvenes, que tendrn un papel decisivo en lasuperacin de la crisis de Mxico si saben interpretar los signos del tiempo y si saben, valga la expresin, ser jvenes. 27 El artculo de Enrique Gon -zlez Pedrero se preguntaba por el lugar donde estaba la novedad, la rebe -lin y la juventud en el PRI , de cara a las iniciativas frustradas de sus clu-las juveniles por incorporase a posiciones de liderazgo. Aunque basado enel prejuicio que penda sobre la juventud como agente de rebelda y cam- bio, el comentario del periodista aluda a las mnimas transformacionesdel partido de gobierno que al elegir nuevos cuadros integrados por jve-nes militantes del PRI han sido barridos literalmente por las viejas carca-chas, solamente pospona la fecha para que el rgimen cambiara desdeadentro, legando as una mayor responsabilidad moral a los jvenes. 28

    26 Fiestas o exequias? (editorial),Poltica, Mxico, D. F., 15 de noviembre de 1960, p. 4. 27 Enrique Gonzlez Pedrero, La crisis llega alPRI, Poltica, Mxico, D. F., 15 de abril de 1961,

    p. 21. 28 Las consideraciones paternalistas que nutrieron la mstica poltica mexicana tenan en la

    idea de la familia revolucionaria un tapn que impeda la inclusin de mujeres y jvenesen la vida pblica del pas. Si bien era un problema comn en las democracias y regmenes

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    Aos ms tarde, ante la inminente eleccin de Gustavo Daz Ordazcomo presidente en 1964, el temor a que se repitieran las maniobras eva -sivas contra la renovacin generacional en los altos cargos se re ej en laspginas editoriales de Poltica , donde se elev la siguiente splica:

    Con todo lo que la juventud tiene de respetable y lo ms honroso queposee es su sentimiento revolucionario, hoy harto adormecido en la

    juventud afn a la burguesa, lo que importara sera que el nuevogabinete estuviera integrado con gente nueva joven madura o viejaen el sentido de nuevas concepciones e ideas que permitan romper uncerco que ha impedido plani car las actividades intersecretarialescomo lo necesita hoy el pas. 29

    El clamor por un cambio era contundente, justi cado en la decaden -cia del discurso de la familia revolucionaria; sin embargo, no era claropara la izquierda cul deba ser el papel juvenil, ni los mecanismos insti -tucionales por los que debera operarse, ni la naturaleza de una inminen -te renovacin, ni mucho menos la forma de su vinculacin al sistemapoltico. Esto es una muestra de la forma como Poltica reproduca laestigmatizacin que el rgimen y la sociedad hacan de los jvenes pesea tener como plataformas ideolgicas perspectivas incluyentes de estenuevo actor poltico. Poltica an no desplegaba en sus pginas editoria -les algn indicio sobre la forma cmo la juventud podra integrarse a laparticipacin en manifestaciones opositoras, y ms bien mantena unaposicin ambigua sobre este sector social emergente en la escena polti-ca nacional. En su lugar, algunos de sus colaboradores mantenan posi-ciones fundadas en prejuicios y estereotipos sobre el nivel cultural, lascondiciones socioeconmicas o las inclinaciones ideolgicas con los que

    autoritarios de Occidente, en el caso mexicano signic una fuente inagotable de imgenesde subordinacin y condescendencia que se fractur con la masacre de Tlatelolco. RevistascomoBrecha: por la superacin de Mxico y Caridad y Patriotismo: rgano de la Cruz Rojade Cuautla fueron parte de la muestra hemerogrca consultada. Ambas publicaciones,entre muchas otras, ofrecen una ventana privilegiada para reconocer las pautas educativasy cvicas por las que se institucionaliz el tono condescendiente que el Estado tena haciamujeres y jvenes del pas.

    29 Editorial,Poltica, Mxico, D. F., 1 de octubre de 1964, p. 3 de forros.

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    los jvenes podran contribuir en la lucha contra el monopolio poltico delPRI y el Estado.

    Finalmente, en las pginas de Poltica se condenaba el informe anualdel gobierno como un acto de exculpacin presidencial, una ceremoniaconvertida por repeticin y cansancio del pblico en meros ritos compul-sivos, como los que aquejan a Pilatos en con icto con una conciencia cuyasuciedad no se queda en el aguamanil simblico . En efecto se lo vea comoun ritual presidencial orientado a lavar sus manos liberando su investidu-ra de toda falta, y por el cual se transmitan las culpas a funcionarioscercanos que animaban en adelante debates que servan de cortina dehumo hacia la sucesin. Poltica vea este proceso como oneroso para lasalud democrtica del pas, en un sistema poltico cada vez ms cargadode pecados y sin mecanismos para expiarlos. Esto permita que la legiti-macin del poder y el trnsito del presidente al panten de los hroes serealizaran sin que hubiera profanaciones sobre su inmaculada imagen. Elagente legitimador era una vez ms un elenco popular de cadetes, obrerosacarreados, burcratas que rman listas de asistencia, vocinglera de laradio y la televisin. Esta evidencia del traspaso acrtico del poder, sureforzamiento en un proceso de sucesin altamente simblico, y el vacia -miento de cualquier sentido democrtico que padeca, marchitaban la vitalidad mstica del sistema poltico mexicano, que tena en el blsamodel sufragio popular, la cooptacin o la coercin sus fuentes de rejuvene-cimiento. 30

    Dos aos despus, Jorge Carrin reiterara estas denuncias sea -lando que no hay uno de estos [gobernantes] que no pregone, como loacaba de hacer Gustavo Daz Ordaz, moralidad pblica un formalismoque el gang corrompido que peridicamente efecta ostentosos actosde contricin o cada sexenio repite con la admonicin a la moralidadpblica . 31

    El comn denominador de estos aspectos crticos que rodeaban lasprcticas polticas en Mxico en los aos 1960 era la fuerza cohesiva de

    30 Jorge Carrin, El informe, aguamanil de Pilatos,Poltica, Mxico, D. F., 1 de septiembrede 1962, p. 10.

    31 Jorge Carrin, La corrupcin, smbolo del gang en el poder,Poltica, Mxico, D. F., 15 deseptiembre de 1964, p. 11. Subrayado en el original.

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    la gura presidencial como representante del rgimen. A los ojos de laizquierda convocada en la redaccin de Poltica, la gura presidencial es -taba afectada por una profunda crisis de legitimidad y reconocimientopopular. Los formalismos simblicos y msticos han sido estudiados en lasciencias sociales mexicanas. 32 Sin embargo, parece necesario mencionarque uno de los mecanismos que haca funcionar la aceptacin popular delos lderes polticos era la prctica paternalista de la condescendencia. Suimportancia, como veremos en la siguiente seccin de este trabajo, est enla relacin que el periodismo de oposicin le atribuy a la educacin p- blica, y el despegue juvenil en su intervencin en asuntos polticos prome-diando la dcada de 1960. La actitud paternalista estuvo presente a todo lolargo de la doctrina pedaggica, poltica y cultural que constitua la granmadurez cvica y poltica del pueblo mexicano. Segn Jorge Carrin, talmadurez no era otra cosa que una estrategia para fortalecer el conformismosocial y sostener un esquema autoritario en crisis. Se trataba pues de unaestpida moraleja de las clases dirigentes a las que denomin minorasprivilegiadas, ahtas e insolentes que penetraban en la poblacin por la va de la escuela, libros de texto y discursos de corte panten heroico [que]se proponen mantener al pueblo alejado de la participacin verdadera enlos bienes de la civilizacin. Esa moraleja era dirigida a los jvenes en laenseanza pblica o privada, promoviendo una historia o cial inscrita entextos gratuitos atiborrados de anecdotismo rampln. 33 Si el futuro po-ltico de Mxico estaba en la e caz accin de la izquierda para integrar a la juventud en el debate de los problemas que erosionaban los principios dela Revolucin mexicana, el periodismo opositor de Poltica debera escla-recer los puntos de falla en esa promocin de la renovacin mstica queelevara la autoridad moral de los actores sociales encargados de devol- verle la lozana a la demacrada gesta de comienzos del siglo XX .

    En conclusin, buena parte de los anclajes msticos que sustentabanel poder poltico mexicano se articulaban a travs de narrativas de lo he-roico, el sacri cio y la abnegacin conformista, de las cuales la misma iz -quierda habra de hacer uso para aprovechar la crisis moral del rgimen y

    32 Cfr . William Beezley,op. cit., p. IX-XVII. 33 Jorge Carrin, La famosa madurez poltica del pueblo ,Poltica, Mxico, D. F., 15 de mayo

    de 1964, p. 13.

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    la deca dencia de su fachada simblica. Como veremos, tales narrativaso ciales operaban a travs de la educacin pblica y empezaron a orien -tarse en el discurso moral de la izquierda hacia el reconocimiento de la

    valiosa contribucin que hacan maestros, periodistas y lderes sociales atravs de su accionar heroico.

    La educacin juvenil: moral, pedagoga y la crisis del oropelnacionalista

    La lnea editorial de Poltica se serva de la realidad cotidiana mexicana, yocasionalmente de los clsicos, para denunciar las desviaciones del rgi -

    men. Tal es el caso de un interesante examen de los mitos en Mxico,donde recordaban la advertencia de Flaubert sobre el peligro que repre-sentaba tocar a los dolos de oro, ya que en general algo se queda entrelos dedos. 34 En su intento por interpretar la Revolucin, Poltica apelabaa otros ejemplos revolucionarios fallidos o referentes de la mstica nacio-nalista para explicar su desviacin de los ideales originales. Sin embargo,los procesos sociales que ms interesaban a los periodistas de Poltica , eranaquellos que demostraban las contradicciones internas de la sociedad, de

    donde a oraban concepciones divergentes del mundo apoyadas en marcosmorales con los que se juzgaba una situacin como buena o mala. Aunquemuchos de los debates polticos relacionados con la Revolucin demostra- ban los antagonismos sociales que antecedieron su estallido en 1910, Er-milo Abreu, escritor, catedrtico y quiz el periodista ms prol co deaquellos que pasaron por la redaccin de la revista, seal que dichas dia -tribas eran ms bien

    so smas que son capaces de burlar la razn misma, para presentarsecomo arma poltica y hasta como arma social en la lucha de dos fuerzas:la que arrastra al pueblo mexicano hacia la incapacidad de la libertadespiritual y la que lo pone en camino de emplear su propia y libre raznpara buscar la verdad, la verdad humana, no la que se guarda, estril

    34 Jorge Carrin, Desmiticar al pueblo mexicano,Poltica, Mxico, D. F., 1 de junio de 1963,p. 17.

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    o intil, en la nuez de los dogmas, de cualquier dogm a, de cualquierreligin. 35

    El columnista haca referencia a las constantes tensiones que acom-paaron el gobierno de Adolfo Lpez Mateos por el tema de los libros detexto y la intromisin de la Iglesia y particulares en la de nicin de la po -ltica educativa nacional.

    Este comentario reviste inters, por coincidir con algunos de los fac-tores que resultaban importantes a la hora de promover visiones moralesdel mundo al interior de la revista Poltica . En efecto, Abreu haca referen-cia al lugar que ocupa la verdad en la bsqueda de la libertad espiritual. Ensu percepcin, de la libertad en el ejercicio de los o cios de escritor, perio -dista y profesor todas profesiones en las que l mismo se destacaba sede na la relacin de una sociedad con la verdad y su in uencia sobre laopinin pblica. Abreu mostr preocupacin por diversos temas, pero elde la libertad de los presos polticos a quienes vea como artistas, perio-distas y pensadores antes que como simples simpatizantes de una causapoltica y la educacin predominaron en sus columnas entre 1960 y 1967.De especial inters para este artculo, fue el tratamiento a temas que l yotros colaboradores de Poltica dieron a la problemtica educativa y laforma como nios y jvenes resultaban representados en esos debates. Allera posible, a decir de Ermilo Abreu, entender los valores y comportamien-tos que de nan el per l moral de las diferentes posiciones polticas en elpas. Continuaba as el comentario del periodista:

    La orientacin moral y espiritual de los nios mexicanos no puedeestar a merced ni de la inteligencia ni de la ignorancia de los padres.No puede estar a merced ni de la buena fe ni del sentido arbitrario delos padres. La educacin, la total educacin de la niez y de la juventud,corresponde a los deberes superiores que exige la patria. As comoexisten leyes que obligan a todos los ciudadanos, as tienen que existirnormas educativas que garanticen un coherente deber social, un sen-tido de moral colectiva, una inaplazable obligacin de actuar con

    35 Ermilo Abreu, El sosma criminal de la libertad de enseanza,Poltica, Mxico, D. F., 15 demayo de 1964, p. 40.

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    libertad racional, con libertad de doctrina dentro del derecho superiorde la patria. 36

    El debate sobre la educacin

    En el Mxico contemporneo, y como uno de los legados ms apreciadosde la Revolucin, la educacin se haba constituido en uno de los baluar-tes del cambio social e insignia de la in uencia del Estado sobre los ciu -dadanos. La relacin entre el Estado y la ciudadana estaba en gran me-dida determinada por el afn de salvaguardar el derecho constitucional arecibir una formacin idnea, y esto predominaba sobre los intereses in-dividuales o las creencias religiosas familiares. Aunque esa obsesin delrgimen por seguir la Constitucin de 1917 no se corresponda con otrosproblemas, como el respeto a la disidencia o las opiniones crticas al rgi-men, es un fenmeno que permite reconocer los lmites impuestos por elEstado a la nocin de ciudadana. Hacemos referencia en particular a laforma como se promovi una visin condescendiente hacia la juventud,que favoreca prcticas paternalistas que resultaban re ejadas inclusiveal interior de los grupos antagonistas del partido de gobierno. Poltica sirvi como una plataforma para la discusin de este tema, de donde sur-gieron interesantes puntos de vista sobre la juventud, la moral y el papelde quienes dedicaron su vida a la docencia como parte de un compromisosocial y revolucionario.

    El tema promova manifestaciones, escaramuzas de combates y golpi -zas de la polica, y despert fricciones en los sectores involucrados en lade nicin de la poltica educativa de Mxico. La tensin entre el gobierno,la iniciativa privada y la Iglesia catlica frente al tema de la educacin ylos textos gratuitos no representaba un factor de con icto o inestabilidad

    tan profundo como lo fue la oposicin religiosa a nales de la dcada delos 1920. Sin embargo, en esta seccin se quiere hacer un seguimiento alas facetas de este debate y el papel que tena la juventud dentro de las visiones morales de la izquierda mexicana, pues se trataba de una gene -racin que demandaba acceder a una completa integracin en los pro-cedimientos que formalizaban la naturaleza democrtica del sistema.

    36 Ibid., p. 40.

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    Como ya vimos, esto ocurra justamente en el momento en el que la fachadasimblica del poder poltico pasaba por uno de sus peores momentos.

    En alusin a las prcticas pedaggicas y la frrea oposicin organiza -da por la burguesa y la Iglesia catlica, Jorge Carrin hizo un llamadopara Desmiti car al pueblo mexicano. 37 As titul su Columna dedicadaa criticar los modelos de herosmo de las gestas nacionales propagadosen la educacin. Segn el periodista, los textos gratuitos se convierten enauxiliares de la deplorable tarea de sustituir con mitos la realidad. De eseoropelesco ambiente o cial de mitos y ruidosas, intiles palabras queera la educacin donde se bautizaba a los nios y jvenes en las aguasmarciales de la Revolucin mexicana y se impartan los valores cvicos desu orientacin democrtica, surga nalmente la demagogia que sostenala actual burguesa en el poder, que pona su nombre para ser exaltadosen discursos o ciales ante los indefensos, incapaces de bajar de sus pe -destales , pues mientras el rgimen impona en la memoria social las ha-zaas de Venustiano Carranza, los sectores campesinos [] pre eren darsu veneracin a las de Emiliano Zapata. La poblacin tena su propiopanten heroico, con narrativas divergentes de la versin o cial, y apo - yadas en unas conmemoraciones promovidas como expresiones de disi-dencia. Jorge Carrin, acadmico vinculado a la UNAM , militante del PP , y luego animador destacado del MLN , vea la educacin como parte del juego demaggico animado por los hroes seleccionados del pasado na-cional que mejor convenan para perpetuar el poder del PRI como quin-taesencia de lo revolucionario.

    La lnea editorial de la revista describira al ao siguiente (1964) larobustez del proceso por el que el rgimen adoctrinaba a la ciudadanadesde la niez, que pese a no con gurar una ideologa clara, s promova unpragmatismo voluble y dependiente de las derivas presidenciales. A travsdel editorial La educacin particular: rapia, comercio y anticonstitucio-nalidad, 38 la revista continuaba una crtica del arsenal ideolgico del r-gimen, que no se limitaba a las instituciones del Estado, pues inclua la

    37 Jorge Carrin, Desmiticar al pueblo mexicano,Poltica, Mxico, D. F., 1 de junio de 1963,p. 14.

    38 La educacin particular: rapia, comercio y anticonstitucionalidad,Poltica, Mxico, D. F.,1 de noviembre de 1964, p. 3 de forros.

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    Iglesia catlica y los tentculos econmicos de elites dispuestas a imponeruna educacin favorable a sus intereses:

    Desde hace largas dcadas la educacin o cial carece de doctrina, esslo un cascarn lleno de confetti cvico tricolor, de ancdotas hist-ricas y estampitas de hroes, mientras que la de ndole particular esun huevo podrido, pletrico de veneno contra todo lo que en Mxicoha sido progreso y adelanto, y de insidia contra cualquier intento deabrir ante los ojos de la niez y la juventud mexicanas perspectivasde una vida social mejor. 39

    Para el rgimen poltico mexicano, el sustento en la educacin pblicaestaba en proceso de consolidar una mecnica guiada en los preceptosconstitucionales y la iniciativa de proyectar a nivel nacional el uso de lostextos gratuitos de nidos por la Secretara de Educacin. 40 Las medidas,que venan siendo implementadas desde la dcada de 1930, haban tenidointerrupciones y serias oposiciones, pero el rgimen haba logrado imponerpremisas educativas que se correspondan con la trayectoria de una cultu-ra popular favorable a la versin o cial del pasado, el presente y el futurode la Revolucin mexicana. 41

    En otra columna de mediados de 1963, se denunciaba la estrecha re-lacin que tena la iniciativa privada y la Iglesia catlica en sabotear lainiciativa gubernamental, ejecutada de forma sigilosa a travs de las pas-torales que son una vez ms una declaratoria contra el artculo 3 o., y antelo cual el Estado tena poco rango de maniobrabilidad. En efecto, a la re-trica nacionalista del partido de gobierno y sus entidades burocrticas,las pastorales contraponan un andamiaje similar, que ubicaba a la juven-tud y la niez en el centro de los esfuerzos de la triada Familia-Estado-Iglesia, donde se naturalizaba al nio para su trnsito hacia la madurezpoltica. Explicaba en el artculo, que

    39 Idem. 40 Cfr. Mary Vaughan,La poltica cultural; Valentina Torres Septin , La educacin privada en

    Mxico: 1903-1976,Mxico, El Colegio de Mxico/Universidad Iberoamericana, 1997. 41Cfr. Mary Vaughan,Estado, clases sociales y educacin en Mxico, Mxico, Fondo de Cultura

    Econmica, 1982; Mary Vaughanet al., The eagle and the virgin: nation and cultural revolu-tion in Mexico, 1920-1940, Durham, Duke University Press, 2006.

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    las comunidades en que aparece y se desarr olla el nio []. La familiaes por derecho natural la primera sociedad a la que el nio pertenece[]. El nio pertenece ante todo a su familia, y sta tiene un derecho

    sobre l primario e inalienable []. La Iglesia, por mandato de suDivino fundador, tiene el deber y el derecho de impartir la enseanzareligiosa y de intervenir en la formacin moral de las personas.

    De tal forma, se relegaba a un plano secundario la funcin del Estado y la educacin pblica escolar cuando no fuera confesional. En el fon-do estos comentarios contienen un sesgo paternalista y condescendientefrente a la niez y la juventud, al inscribirlos en un debate sin mayor

    posibilidad de que stos verbalizaran intereses, iniciativas o posibilida -des alternativas, pues entre los rasgos del rgimen y su incidencia en lasociedad estaba la adopcin de la lnea institucional como el derroteroideolgico, o ante la ausencia de un sistema de creencias, la sustanciamoral para un comportamiento idneo y constructivo. No poda esperar -se menos, pues una dcada despus, cuando los jvenes contaban con elderecho al sufragio, sus decisiones estaban acompaadas de discursoscannicos que proliferaban en la prensa y otros elementos de la cultura

    popular mexicana. Si bien Poltica abordaba la temtica infantil y juvenil,no propona posibilidades por fuera de ese trato condescendiente que le-gaba un lugar subordinado para aquellos que an deban transitar las aulaspara alcanzar la madurez poltica que tanto se arrogaban y reprochabanmutuamente la izquierda y el rgimen.

    El poder desestabilizador del debate poltico sobre la educacin, de -penda en buena medida de la efectiva expansin de una cultura populararraigada a la narrativa pica de la nacin, en la que la familia revolucio-

    naria constitua un baluarte de integracin social e identi cacin indivi -dual, adems de ser el horizonte de desempeo profesional y fuente de lamovilidad social. 42 Ahora ser necesario examinar con mayor detalle el temade los libros de texto y la pugna generada en torno a la educacin pblica.

    42 Cfr. Anne Rubenstein,Bad language, naked ladies and other threads to the nation: a politicalhistory of comic books in Mexico, Durham, Duke University Press, 1998; Joseph Gilbertet al.,Fragments of a golden age: the politics of culture in Mexico since 1940, Durham, Duke Uni-versity Press, 2001; Mary Vaughanet al., The eagle and the virgin

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    Libros de texto, fallas de la educacin y la cultura popular

    A lo largo de 1962 parte del debate poltico fue protagonizado, de una

    parte, por los actores sociales que promulgaban la educacin pblica comopremisa para la correccin del rumbo moral de la Revolucin mexicana, yde otro lado, por los defensores del libre albedro de los ciudadanos que alreclamar el derecho a optar por la educacin que mejor representara los valores aprendidos en el hogar hacan uso de sus derechos, consagradosen la Constitucin de 1917. Estos ltimos vean esos derechos obstacu -lizados por la in uencia del Estado en temas educativos. 43 Del lado de laizquierda, se reconoca la insu ciencia de la educacin sobre todo en el

    contexto rural, donde la falta de escuelas y maestros, y las pugnas al inte-rior del SNTE hacan del papel de los maestros mexicanos una heroicalucha que promovan a los adultos del futuro desde el jardn de nioshasta la universidad. 44 En las ciudades no era mejor el panorama, puesal crecimiento de los cinturones de miseria y las di cultades de ncleosfamiliares para promover que los jvenes ascendieran en la escala socialse le sumaban las jornadas de pnico moralista que desde nales de ladcada de los 1950 ocup extensos editoriales de la Gran Prensa con eltema de los rebeldes sin causa. 45 Los jvenes se haban robado la aten-cin pblica y congestionaban la produccin de imgenes estereotipadaspara alimentar la cultura popular, ya fuera por sus excesos de violencia, beodez, desobediencia de las normas hogareas, o actos de irreverenciacon las convenciones sociales. 46

    43 Cfr. Valentina Torres Septin, Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros detexto gratuitos: un caso de autoritarismo gubernamental 1959-1962?,Historia y Grafa,Mexico, D. F., Universidad Iberoamericana, 2011, p. 19-37.

    44 Jos Santos Valds, Tareas polticas del magisterio,Poltica, Mxico, D. F., 1 de enero de1962, p. 36.

    45Cfr . Eric Zolov,Rebeldes con causa: la contracultura mexicana y la crisis del Estado patriarcal,Mxico, Norma, 2002; Larissa Adler de Lomnitz,Cmo sobreviven los marginados, Mxico,Siglo Veintiuno Editores, 1985; Oscar Lewis , Los hijos de Snchez, Mxico, Grijalbo, 1982.

    46 Como parte de esta investigacin, se revisaron los editoriales del peridicoLa Prensa entre1958 y 1962. Uno de los temas centrales en dichas secciones fue la educacin pblica, lainoperancia de los maestros sindicalizados, la prdida de un horizonte moral para la juven-tud, la prdida de valores en la sociedad mexicana y el creciente ensalzamiento de la Iglesiaen la educacin que recibiran los nios y jvenes del pas. La gran paradoja de esta lneaeditorial deLa Prensa era el creciente volumen de pginas dedicadas a promover pelculas

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    Las insu ciencias del sistema pblico tambin tenan relacin conaspectos de discriminacin por factores de clase, lo que determinaba lacalidad de la enseanza y el compromiso de los instructores. Estos aspectostambin se vieron re ejados en los argumentos desarrollados en las pginasde Poltica . El primero se deba a re exiones en torno a la insu ciencia derecursos pblicos invertidos, que promova la idea de uniformizar a la niezmexicana con el rasero de las clases ms necesitadas en lugar de promoverla excelencia segn un modelo ms competitivo que le diera a cada quiensegn sus medios y capacidades. En un artculo contra las marchas reali-zadas en Nuevo Len a comienzos de 1962, Juan Duch apuntaba descon -certado cmo los padres de familia proclamaban patticamente que laeducacin o cial es nociva, promoviendo distinciones por motivos so -cioeconmicos desde la escuela. En las escuelas particulares las buenas,segn ellos jan altas colegiaturas para evitar contaminaciones con laplebe, y no se conocen muchos casos en que con su dinero sostengan es-cuelas gratuitas. Si acaso una o dos en toda la repblica, y con discrimina-cin: aqu los ricos, all los pobres. 47 Adems de los anatemas con los quese describa la instruccin pblica, la imposicin de textos se rechazaba porla aparente incoherencia en su elaboracin, a lo que la revista Poltica diomenos importancia en sus pginas, excepto con referencia a los contenidos

    estadounidenses donde se promova la rebelda juvenil, y ms aun, el robustecimiento desu seccin promocional de productos con modelos femeninas ligeras de ropa, o shows paraun pblico adulto masculino. Pero no haba contradiccin en esa tendencia, pues si leyendoel peridico un ciudadano del comn se senta tentado a ir a un cabaret de la Calle del r-gano y aledaas, fcilmente podra saltar a las pginas nales del peridico, donde se anun-ciaba a diario con gran expectativa la prxima inclusin de alguna egie del santoral catli-co.Poltica tocaba mucho menos esta problemtica en sus primeros aos, y slo lo hara deforma ms sustancial desde 1963, ya fuera a travs de cartas enviadas por lectores ( cfr. Elpandillerismo,Poltica, Mxico, D. F., Correo, 1 de septiembre 1963, p. 3) o a travs deexaltaciones realizadas principalmente en tres temas: 1, asuntos internos en laUNAM, rela-cionados casi siempre con la rectora; 2, el ejemplo de las movilizaciones en Estados Unidoscontra las armas nucleares y en favor de la expansin de los derechos civiles a los afroame-ricanos; 3, participacin juvenil en poltica nacional, en buena medida inuenciado por lasprotestas estudiantiles en Michoacn y Puebla y luego por la represin a marchas contra laguerra en Vietnam desde 1965. Las oportunidades en las que enPoltica se trat el temajuvenil fueron cuando ste estuvo relacionado con maniestos programticos delMLN, oformaba parte de documentos producidos en laURSS o Cuba.

    47 Juan Duch, Derecha: teora de la simulacin,Poltica, Mxico, D. F., 1 de marzo de 1962,p. 32.

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    que exaltaban el nacionalismo o que explotaban aspectos culturales comofolclore.

    En materia de los recursos pblicos usados para la educacin, la pol-mica involucr a uno de los principales columnistas encargados de temaseconmicos. Enrique Gonzlez Pedrero, tambin catedrtico de la Escuelade Economa de la UNAM como Jorge Carrin, y quien haba publicado libroscolectivos sobre el desangre econmico mexicano operado desde la inicia-tiva privada principal actor tras bambalinas del movimiento de padres defamilia en Nuevo Len, tild de ingenua la forma como Jaime Torres Bo -det, secretario de Educacin Pblica de Adolfo Lpez Mateos, promovi undilogo en el que le peda a la iniciativa privada que sacri cara una partede sus ganancias para resolver el problema educativo del pas. El periodis-ta exiga al gobierno, como un acto de justicia y sensatez, la correccin delos instrumentos scales del Estado para que las escuelas contaran con unmayor y ms estable ujo de recursos, en lugar de fomentar la subsistenciadel sistema educativo a travs de la limosna de los ricos. 48 Estas manifes-taciones de incomodidad ante los reclamos de padres de familia, al igualque muchas otras que se reprodujeron en Poltica en 1962, coincidan enapuntar a la Iglesia catlica como art ce de las iniciativas orientadas a de - bilitar la posicin del Estado, usando como soporte moral la doctrina reli-giosa y no un modelo civil que validara las premisas constitucionales.

    En trminos de calidad de la educacin, es necesario destacar que lasintervenciones de la izquierda se orientaron ms a criticar artefactos propiosde la cultura popular, que a atender el problema de fondo de la instrumen-talizacin de los libros de texto escolares para adoctrinar a nios y jvenes.Esto le imprima a su concepcin del problema claros visos moralistas. Porejemplo, un mes despus de escribir el artculo antes mencionado, JuanDuch sostuvo que haba una contradiccin profunda en el reclamo de laselites, pues a pesar de la torturante amenaza que para la integridad moralde sus hijos constituyen los libros de texto gratuitos , y el peligro que estoimplicaba para el porvenir de la patria, la supuesta amenaza que el Esta -do impona al rol paternal en los hogares mexicanos pasaba por alto peoresatentados contra el nio ya que nadie reprocha ni se con esa culpable de

    48 Enrique Gonzlez Pedrero, Poltica a la mexicana?,Poltica, Mxico, D. F., 15 de abril de1962, p. 16.

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    las pantallas panormicas, en televisores, los cmics, las pginas rojas esas,s rojas de la prensa diaria; en los lujos de ltima moda, en los genialesslogans publicitarios que estimulan el gasto super uo, en las inocentes pis -tolas que se exhiben en los escaparates de las jugueteras, en el panchopan-terismo que se inculca en las mentes infantiles. 49 En su opinin, ese deba-te era una excusa para obstaculizar al gobierno en sus propsitos demasi cacin educativa, y para lanzar anatemas contra la izquierda. No setrata de denunciar aqu estos comentarios como falsos, pero es necesarioanotar que el periodista promova una visin que ms bien negaba la in -

    uencia que vena ganado la cultura popular en todo el planeta, y comen -tarios suyos sobre ritmos como el twist estaban cebados de intransigenciacontra las tendencias que ms atrapaban la atencin juvenil.

    En 1964 la lnea editorial de Poltica manifest un parecer similar,sealando la forma como la educacin pblica, que apenas si poda sacardel pozo del analfabetismo a un porcentaje irrisorio de la poblacin, pocopoda hacer frente a las

    deplorables legiones de semianalfabetos nios, adolescentes, adul -tos que slo leen historietas ilustradas con psimo gusto, pornogr -

    cas o torpemente macabras, cuando no traducidas de las que en EUsirven de vehculo de propaganda a la guerra fra y se difunden enMxico como muestra grosera de deformacin de la cultura y de la vidapolica del pas. 50

    Aunque la revista no tena una lnea de opinin respecto a la culturapopular, sus colaboradores s zanjaron el debate aseverando con frecuenciala imposible relacin entre el pensamiento de izquierda, el compromisopoltico y determinados gneros musicales, poticos o artsticos. Esta ac-titud intransigente explica la divergencia de criterios y horizontes de la juventud movilizada en 1968 frente a la izquierda tradicional. En el mon -logo del periodismo de izquierdas, la cultura popular siempre fue una de

    49 Juan Duch, El susto de los padres de familia,Poltica, Mxico, D. F., 15 de mayo de 1962,p. 32.

    50 Editorial Educacin para liberar o para encadenar al semialfabetismo?,Poltica, Mxico,D. F., 1 de septiembre de 1964, p. 4.

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    las peor libradas derivando en la incomprensin entre actores que vean almundo desde distintos sistemas de creencias, reglajes morales y conviccio-nes respecto al signi cado de la poltica como camino a la democracia.Muestra de ello, fue el amplio despliegue que se le dio a la produccin ar-tstica y la acidez crtica en temas como las historietas, la pintura abstrac -ta o el cine comercial.

    Ms all de los tpicos argumentos relacionados con la alienacin quela cultura popular impona a los jvenes, exista una reluctancia a incorpo-rar miradas alternativas que representaban los intereses juveniles. Esanegativa signi c la faceta ms marcada de la versin moralista de la iz -quierda que por mucho tiempo mantuvo relegada a la juventud a un papelmarginal y subordinado. 51 Poltica no estuvo exenta de presentar este tipo

    51 Hasta 1963, el lugar asignado en las pginas de la revista a la juventud fue ms bien margi-nal, algo que cambi en buena medida por el movimiento estudiantil en Michoacn y Puebla.Por ejemplo, hasta 1963, la juventud mereci menciones que no estaban del todo mediadaspor la lnea editorial de la revista. Primero, en un artculo de Lzaro Crdenas, donde sea-l que el pensamiento moderno abre perspectivas a las jvenes generaciones incapacesde superar los vicios que imperan en la vida cvica, fortaleciendo su espritu de responsabi-lidad (ElMLN en la situacin presente de Mxico,Poltica, Mxico, D. F., 15 de octubre de1963, p. 23). A este artculo le antecedi el Llamamiento al Segundo Congreso Latinoame-ricano de Juventudes realizado en Chile, donde se exhortaba a la unidad como imperativoque nos plantea la hora presente, necesaria para cumplir con la responsabilidad de parti-cipar en la liberacin de sus respectivos pueblos ( Poltica, Mxico, D. F., mayo 15 de 1963,p. 11). Luego, se los mencion en un discurso de Fidel Castro reproducido en la revista, en elque se ensalzaba a las juventudes soviticas por su vigor revolucionario, y se invocaba lanecesidad de que en Amrica Latina los jvenes con inquietudes por una sociedad sinclases, una sociedad justa deban responder incluyendo en sus lecturas a Marx, Lenin yEngels, los fundadores de la teora, los constructores del primer Estado socialista por lahermosa oportunidad que abrieron a la humanidad (Palabras de Fidel Castro a los estu-diantes de laURSS, Poltica, Mxico, D. F., 1 de junio de 1963. p. 32). Un mes despus, un

    reclamo similar se hizo en el Llamamiento del Congreso Mundial de Mujeres ( Poltica,Mxico, D. F., 1 de julio de 1963, p. 28.), donde la mujer como madre de todos los nios delmundo no poda permitir que hubiese nios privados de alegra, hambrientos, analfabetos,explotados, desamparados, condenados a una muerte prematura. Un ao despus, en otraconvocatoria, se refrendara el llamado a la participacin femenina en el asedio al rgimenpoltico mexicano, considerando todas las inquietudes que se han despertado en la mujer,entre las que destacaba la participacin decidida y consciente, con todos sus deberes yderechos (Congreso Femenil de Unidad. Convocatoria del Comit Unicador Nacional deMujeres,Poltica, Mxico, D. F., 1 de septiembre de 1964, p. 33). Para entonces, el tardollamado a las mujeres para votar contra Gustavo Daz Ordaz y elPRI sirvi como inspiracinpara coordinar esfuerzos con mayor anticipacin, particularmente entre los miembros de los

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    de posiciones que reducan a la juventud a prejuicios y anatemas, igual quela derecha y el rgimen lo hacan con la izquierda. Asimismo, la progresi - va irrupcin de visiones alternativas al marxismo, que desde puntos de

    vista humanistas criticaban falencias en la principal fuente terico- los -ca para la revolucin, tuvo como respuesta de parte de colaboradores dela revista la condena a escritores como Herbert Marcuse y Erich Fromm,como muestra de una degradacin en el pensamiento social crtico. 52 Deesta forma, Poltica empez muy temprano a deslindarse de las corrientesintelectuales que mientras innovaban la principal vertiente en la teorarevolucionaria, establecieron un dilogo con la juventud que propici laexpansin de los mecanismos de contencin contra el establecimiento. Esto

    no niega un apoyo decidido de la publicacin a las movilizaciones estudian -tiles en Puebla, Michoacn y el Distrito Federal, pero s constituy un fac -tor de incomprensin entre los sectores de izquierda que representaban, ylas nuevas perspectivas que condensaran las movilizaciones predominan -temente juveniles del paro del sector de la salud en 1965-1966, y el desper-tar del movimiento estudiantil de 1967-1968.

    grupos de izquierda que, separados delMLN, intentaron mantener la inercia que tuvo elFEP en el preludio a las elecciones de 1964. 52 Mauro Torres, Erich Fromm, maestro del marxismo enajenado,Poltica, Mxico, D. F., 1 de

    julio de 1963. Aunque este texto no representa el pensamiento de la totalidad de la revista,s fue de importancia pues, para la poca, la mujer y la juventud empezaban a entrar en ladiscusin editorial y de colaboradores de la publicacin, mientras mundialmente autorescomo Fromm y Marcuse impulsaban una revisin de la teora marxista. El autor de esta co-lumna, que apenas colaboraba espordicamente, abord los aportes de Erich Fromm desdela psicologa como una desviacin, y sin temor a que se lo tildara como agente del estali-nismo psicoanaltico, elabor un juego de palabras y argumentos en los que sacralizaba al

    pensador alemn, mientras con anatemas sindic de daina mstica y seudomarxismolos planteamientos del libroMarx y su concepto del hombre. Esta sera una signicativacontribucin en el debate, pues representaba la posicin de los sectores ms tradicionalesy recalcitrantes de la izquierda mexicana de la dcada de 1960. De una parte, como sealaCarlos Perzabal,Poltica en sus ltimos aos se acerc al Partido Comunista Mexicano, queclandestino y decadente, era inexistente en el panorama poltico y activista del pas. De otraparte, el desprecio al nuevo humanismo y la Escuela de Frankfurt fue uno de los factores quemarcaron revistas comoPor Qu? (1968-1974), y que alejaron por aos a sectores de la ju-ventud de izquierdas a visualizar el PCM como una fuerza revolucionaria.Cfr . Carlos Perzabal,Memorias...; Barry Carr,La izquierda; Jos Agustn,Tragicomedia, v. I.

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    fortalecimiento de un umbral crtico juvenil que llevara a confrontar ladesviacin revolucionaria. Desde esta perspectiva, en 1964 el cuestiona -miento moral a la educacin y la cultura popular no caa slo en la respon-sabilidad que podan tener los organismos pblicos y privados que contro-laban y promovan lo que se transmita por los medios de comunicacin,sino que involucraba temas de fondo como lo es el diseo de un modelopoltico- los co de enseanza. El antagonismo de fondo entre seguidores y crticos de una educacin privada expansiva empezaba a volcarse haciaun intercambio de opiniones e insultos basado en los valores que en lasaulas de clase eran transmitidos. La capacidad de una visin moral delmundo para constituirse en el sustento de un sistema de creencias depen-de de la aceptacin que los individuos y el colectivo hacen de valores quele sirven de rasgos de identidad, y a travs de los cuales se establecen nor-mas de conducta e interaccin social. 56

    Al respecto, la revista Poltica no estaba separada de la rbita tica ypoltica que guiaba el debate nacional, y ms bien constitua el barmetropara medir la crisis educativa del pas en el contexto de las protestas depadres de familia por el tema de los textos escolares. As lo expres TomsCuervo, reconocido luchador social del SNTE :

    El orden moral no es concebible mientras prevalezca la acumulacinde capitales en manos de una minora privilegiada, ni los capitalistasestn autorizados a reclamar moralidad, en virtud de que son ellos losque deforman a la sociedad estableciendo desigualdades econmicasinhumanas. La moral no se explica como conjunto de reglas abstrac-tas al margen de la realidad sino como el encauzamiento de nuestrasacciones con apego a la justicia a n de que el bienestar individual ycolectivo se cimiente en la distribucin equitativa de la riqueza. 57

    Es interesante cmo la relacin inextricable entre valores sociales ymoral en el debate educativo se asociaba con aspectos jurdicos. La expli-cacin ms evidente reposa en el impulso de la burguesa nacional a la

    56 Cfr . Catherine Bell,Ritual theory, ritual practice, Oxford, Oxford University Press, 2009, p. 11-18. 57 Toms Cuervo, El problema educativo en Nuevo Len,Poltica, Mxico, D. F., 15 de agosto

    de 1962, p. 34.

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    educacin privada y catlica, y las argumentaciones basadas en los derechossalvaguardados en la Constitucin sobre la libertad de cultos.

    El aura jurdica que tea el debate no se limitaba a ese comentario.En un artculo anterior, Toms Cuervo denunci la estrategia de sectoresconservadores en Nuevo Len promoviendo manifestaciones masivas encontra de la educacin pblica y los libros de texto, en las que propagabanun discurso fundamentado en la declaracin de los derechos humanosen la que se asienta que la educacin tiene por objeto el desarrollo de lapersonalidad humana y el fortalecimiento del respeto por los derechos hu-manos y las libertades fundamentales. Para el columnista, el cinismo delas asociaciones de padres de familia estaba en que promovan la supedita-cin de las directrices legales plasmadas en la Constitucin por las creenciaspersonales . Ese asalto a la legalidad constitucional de los libros de textolegaba a una de las estructuras ms importantes para el entramado simb -lico de la Revolucin y el rgimen poltico la familia la obligacin desalvaguardar el derecho de los infantes a adquirir los valores adecuados parasu formacin como ciudadano. Toms Cuervo adems seal cmo los po -lticos locales se apresuraron a dar un guio aprobatorio a las marchas por -que como servidores pblicos comparten el derecho natural de los hombreslibres del mundo para inculcar en nuestras ciudades principios morales,culturales, histricos y religiosos que recibimos a travs de nuestrospadres. 58 El tema de la moral estaba intrincadamente alineado con lospostulados jurdicos del debate sobre la educacin y los libros de texto.

    En trminos de las condiciones sociales de la educacin, los detracto-res de los libros de texto tambin estaban respaldados por la funcin quedesempeaba el ideal de la familia revolucionaria entre los pilares sim - blicos de la unidad nacional. Sera una realidad econmica la efectivapresin de la iniciativa privada contra el gobierno la que facilitara loscambios progresivos al sistema educativo en las dcadas que siguieron aldebate. La pregunta que aqu surge es sobre el papel que desempeaban

    58 Toms Cuervo, La educacin y las fuerzas reaccionarias, Poltica, Mxico, D. F., 1 de marzode 1962, p. 11. En la nota editorial dePoltica del 15 de febrero de 1962 se hizo tambin re-ferencia a las marchas de padres de familia. All se menciona un discurso realizado en plazapblica, donde calicaban que los sistemas que pretenden implantar son francamentecomunizantes , a lo que la revista dirigi su anlisis al esclarecimiento del derecho del go-bierno de dar a la enseanza pblica la orientacin sealada por la Constitucin.

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    los libros de texto en la formulacin de unos parmetros morales y la pro -mocin de valores, y la posicin que Poltica expres como vocal de la iz -quierda mexicana. El examen de esta pregunta debe arrojar luz sobre loshorizontes morales que suscriban el periodismo de la izquierda, los padresde familia y