59
DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDAD PEDRO SALAZAR UGARTE

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

  • Upload
    dinhque

  • View
    225

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDAD

PEDRO SALAZAR UGARTE

Page 2: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad
Page 3: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA

Y (CULTURA DE LA)

LEGALIDAD

Pedro Salazar Ugarte

Page 4: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

Primera edición, noviembre de 2006

© 2006, Instituto Federal Electoral

Viaducto Tlalpan 100, esquina Periférico Sur

Col. Arenal Tepepan, 14610, México, D.F.

ISBN: 970-695-120-2

Impreso en México/Printed in Mexico

Distribución gratuita. Prohibida su venta

Page 5: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

Contenido

Presentación ................................................................................................................. 7

Introducción ................................................................................................................. 9

Primera parte .............................................................................................................. 11

I. Algo sobre la cultura y sobre la ‘‘cultura de la legalidad’’ ........................... 11

II. Cultura de la legalidad y Estado de derecho .................................................. 17

III. Cultura de la legalidad y democracia ............................................................... 29

Segunda parte ............................................................................................................. 35

I. La cultura de la legalidad en México ............................................................... 35

Bibliografía .................................................................................................................. 53

Sobre el autor ............................................................................................................. 57

Page 6: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad
Page 7: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

Presentación

La consolidación de la democracia como sistema de gobierno y como forma de vida sólopuede ser posible con un efectivo estado de derecho que le dé sustento y con la existen-cia de una cultura de la legalidad, del permanente respeto y obediencia a las leyes que lasociedad misma se impone por consenso para su convivencia pacífica y armónica.

La legalidad es un valor fundamental de la democracia porque garantiza a los ciudadanosel ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones. Y si bien en un régi-men democrático la sociedad debe apegarse al ordenamiento jurídico vigente, la legalidadtambién implica que tal ordenamiento pueda ser modificado a través de procedimientoslegales previamente establecidos para adecuarlo a las transformaciones de la propiasociedad.

El respeto a la legalidad no es espontáneo, tiene su origen en la cultura de las sociedades.De ahí la importancia de la cultura de la legalidad, de construir y arraigar en la sociedadel apego a las leyes para que los individuos que la conforman las acepten y tomen comosuyas, como criterios de orientación para su actuar cotidiano, en un marco de respeto a ladignidad, la libertad y la igualdad.

En el presente cuaderno, Pedro Salazar Ugarte realiza un análisis conceptual sobrecultura de la legalidad y su vinculación con la democracia y el estado de derecho, yreflexiona sobre diversas particularidades de la relación de los mexicanos con la legali-dad, destacando la urgencia de un cambio cultural sustentado en la preeminencia de laigualdad en derechos que lleve a la conformación de un contexto en el que la legalidadsea percibida y asumida por toda la sociedad como la representación del interés general.

La cultura de la legalidad es un tema que ha cobrado gran importancia en los añosrecientes. El Instituto Federal Electoral publica este cuaderno para contribuir al enrique-cimiento del debate, como un aporte al conocimiento y difusión de los temas relativos a lacultura política democrática.

INSTITUTO FEDERAL ELECTORAL

Page 8: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad
Page 9: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

9

PARA EMPEZAR:UN CORTO IMAGINARIO SOBRE CUL-TURA, LATINOAMÉRICA Y REGLASDEL JUEGO

Imaginemos el escenario: los veintidósjugadores están en el campo, el estadio sedesborda de personas y pasiones, el árbi-tro no ha soltado su cronómetro desde queinició el último partido de la temporada máscompetida en la historia del fútbol latino-americano. Un grupo de turistas suecosobserva desde las gradas el inespera-do desenlace de un juego que parecíapredestinado al empate: el centro delan-tero del equipo ‘‘A’’ toma el balón conambas manos, aprovecha el codazo en lanariz que su compañero le propinó al por-tero del equipo ‘‘B’’ y, después de dejarbotar un par de veces el esférico en elcésped, envía el balón al fondo de lasredes. La mitad del estadio celebra enlo-quecida, la otra reclama airadamente. Elárbitro señala el gol, corre al mediocampo,observa a sus abanderados y sentenciacon dos sonoros silbatazos el final de unpartido inolvidable al que, según calcula-ban los boquiabiertos suecos, todavía lequedaba un cuarto de hora de juego. Hastaaquí todo resultaba extrañamente pintores-

Introducción

co, evidentemente falso: una extravagantebroma colectiva destinada a sorprenderlos.Pero no. La verdadera anormalidad llegócuando la normalidad se impuso: el equipo‘‘A’’ recibió el trofeo, el público (una vezfestejado el triunfo o lamentada la derrota)regresó a sus casas, del árbitro nadie suponada. Al día siguiente, un periódico que lesregalaron a los turistas en el avión quelos llevaría de regreso a Suecia, encabezó:¡JUEGAZO!

NUESTRO RECORRIDO:¿QUÉ ENCONTRAREMOS EN EL TEXTO?

El cuaderno que el lector tiene en susmanos pretende ser una guía de pregun-tas y no un recorrido de respuestas. Estose debe a la complejidad propia del temaque ocupa nuestra atención y a la convic-ción de que la invitación a la reflexión esmejor que las reflexiones concluyentes. Loque se busca con este texto es evidenciarla magnitud del embrollo conceptual querodea al tema de la ‘‘cultura de la legali-dad’’ y, posteriormente, sugerir algunasreflexiones sobre la situación de tal temaen México. Para lograr esto último es ne-cesario identificar qué entendemos por

Page 10: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

10

cultura de la legalidad y cómo ésta sevincula con el estado de derecho y con lademocracia. Para ello es indispensableentender el significado de estos concep-tos y las relaciones que existen entre ellos.Por lo mismo, la exposición tendrá quehacer cuentas con algunos nudos concep-tuales que no son fáciles de desamarrar yque, en algunas ocasiones, el lector debe-rá enfrentar sin que el texto le ofrezca unasolución para deshilar la madeja.

Nuestro recorrido se divide en dospartes bien diferenciadas. La primerase compone de tres apartados: en el pri-mero se propone un panorama del con-texto académico en el que surgen lasrecientes reflexiones sobre la cultura dela legalidad, se analiza el concepto de cul-tura y, particularmente, se observa suvinculación con la política así como larelación de esta última con la legali-dad; posteriormente, en el segundo apar-tado, se analiza el concepto de legalidady se recurre a algunas distinciones paraevidenciar (y explicar) que no todo ‘‘Es-

PEDRO SALAZAR UGARTE

tado jurídico’’ (entendido como un estadode leyes) es un ‘‘Estado de derecho’’ (en-tendido como un estado de derechos).Asimismo, retomando lo expuesto hastaese momento, se propone una reconstruc-ción de la idea de cultura de la legalidad,subrayando las diversas acepciones queésta encierra; finalmente, en el tercerapartado se busca identificar algunasde las características que corresponden ala acepción de la cultura de la legalidadque es compatible con la forma de gobiernodemocrática. La segunda parte del ensa-yo, en cambio, se articula de un modo mássencillo a partir de cinco lugares comunesque orientan nuestro análisis: ‘‘México noes un país de leyes’’, ‘‘México no es unEstado de derecho’’, ‘‘Los mexicanos nocumplen con la ley’’, ‘‘Los mexica-nos son corruptos por naturaleza’’ y ‘‘Losmexicanos no son iguales ante la ley’’.

Este texto fue elaborado por el autoren 2004 y su publicación como Cuadernode Divulgación de la Cultura Democráti-ca fue aprobada a finales del año 2005.

Page 11: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

11

¿ES LA CULTURA UNA VARIABLEQUE SIRVE PARA EXPLICAR EL(SUB)DESARROLLO?

Desde las décadas de 1940 y 1950 losestudios culturales y el énfasis en la cul-tura de las ciencias sociales fueron co-brando fuerza.1 En concreto, surgierondiversos estudios que, desde distintasdisciplinas (destacadamente la sociologíay la antropología), indagaban el impactoque las diversas culturas podían llegara tener en el desarrollo político y, sobretodo, económico de los diferentes paísesy regiones del planeta. Muchos de estostrabajos (y de los que seguirían en el tiem-po) evocaban una tesis desarrollada porMax Weber, en los albores del siglo XX,en su conocido ensayo La ética protes-tante y el espíritu del capitalismo:detrás del capitalismo industrial descan-saban los valores y virtudes promovidospor el protestantismo (concretamente, cal-vinista). Por el contrario, el conformismoy verticalismo católicos habrían entorpe-cido el desarrollo del capitalismo en laszonas de su influencia. Más allá de las bon-

dades o deficiencias de la tesis weberiana,lo que conviene subrayar es que su publi-cación motivó muchas otras reflexionesen torno a una cuestión, hasta ese enton-ces, inexplorada: ¿es la cultura un factordeterminante para el (tipo de) desarrolloeconómico de un país o de una sociedaddeterminada?

Tiempo después, en 1963, apareció unaobra que tendría un impacto innovador enlos estudios culturales: The Civic Culture,de Almond y Verba.2 La originalidad delestudio de estos autores radicó en que sepreguntaba cuál era el tipo de ‘‘cultura’’política que correspondía a la democraciacomo forma de gobierno. Su conclusióngeneró más de un debate entre los estu-dios: para Almond y Verba la democraciarequería de un tipo de cultura política par-ticular, que ellos llamaron precisamente‘‘cultura cívica’’, como condición para su

1 Cfr. Samuel Huntington y L. Harrison, La culturaes lo que importa, Planeta, Argentina, 2000, p. 26.

2 Cfr. Gabriel Almond y Sidney Verba, La culturacívica. Estudio sobre la participación política de-mocrática en cinco naciones, Fundación Fomen-to de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada,Madrid, 1970. De los mismos autores, cfr. tam-bién, The Civic Culture Revisited, Little Brownand Company, Boston, 1980.

I. Algo sobre la cultura y sobre la

‘‘cultura de la legalidad’’

PRIMERA PARTE

Page 12: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

12

estabilidad y desarrollo. No sobra adver-tir que tampoco esa cultura se encontra-ba en todas partes. Asimismo, convieneseñalar que, a diferencia de la tesis deWeber, las reflexiones de Almond y Verbaindagaban la relación del ‘‘factor cultu-ral’’ con el (tipo de) desarrollo político delos diferentes países y no con su desarro-llo económico.3 La noción de ‘‘culturapolítica’’ comenzaría a contar con cartade identidad a partir de entonces.

Sin embargo, a pesar del impacto ini-cial que tuvieron los estudios culturales,en las décadas siguientes perdió fuerza elinterés por los mismos. En su lugar, losestudiosos comenzaron a buscar otrasexplicaciones, como la dependencia o elcolonialismo, para entender la brechaentre los países desarrollados y los sub-desarrollados. Sólo hasta la década de losaños ochenta, la cultura como una varia-ble explicativa reapareció en el escenariode las ciencias sociales. En este contexto

de renovado interés por el factor cultural,el Centro de Asuntos Internacionales dela Universidad de Harvard publicó en 1985un libro de Lawrence Harrison, ex fun-cionario de la Agencia Estadounidensepara el Desarrollo Internacional, especí-ficamente orientado a Latinoamérica: Elsubdesarrollo está en la mente: el casolatinoamericano.4 La conclusión queHarrison desprendió de sus estudios decaso confirmó su hipótesis: la cultura pa-recía ser un obstáculo fundamental parael desarrollo de los países latinoamerica-nos. Para Harrison, por ejemplo, ‘‘[…] elcontraste cultural entre Europa Occiden-tal y América Latina es [...] la principalexplicación del éxito del Plan Marshally el fracaso de la Alianza para el Progre-so’’.5 Por ello, desde su perspectiva, losgobiernos y agencias de asistencia delos países latinoamericanos (aunque noexclusivamente de ellos) deberían reco-nocer la importancia que tiene la promo-ción del cambio cultural como condiciónpara el desarrollo político y económico.

3 Un autor que combina los tres elementos es Ronald

Inglehart, para quien el desarrollo económico no

lleva por sí solo a la democracia, sino que es nece-

saria una cultura política determinada. Cfr. Ronald

Inglehart, The Silent Revolution: Changing Values

and Political Styles among Western Publics, Prin-

ceton University Press, Princeton, N. J., 1990.

También del mismo autor, ‘‘The Renaissance of

Political Culture’’, en American Political Science

Review, vol. 4, diciembre de 1998, pp. 1203-1230.

4 Lawrence Harrison, Underdevelopment is aState of Mind: The Latin American Case,Cambridge, Center for International A ffairs,Harvard University, Lanham, Md., UniversityPress of America, 1985.

5 Cfr. Samuel Huntington y L. Harrison, op. cit.,p. 38.

Page 13: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

13

Las reacciones al libro de Harrison fue-ron muchas y muy variadas: algunosestudiosos, principalmente economistas eintelectuales de la región latinoamerica-na, acusaron la fragilidad de su tesis ydenunciaron, no sin razón, una cierta ins-piración ‘‘racista’’ en la línea argumen-tativa, pero otros, no pocos intelectualesdel mundo anglosajón, retomaron la invi-tación implícita en la obra de referenciapara recobrar el factor cultural como claveexplicativa del (sub)desarrollo económico.Para algunos, como Ronald Ingleharto Samuel Huntington,6 se trató de unainvitación para retomar una línea de in-vestigación que ya habían explorado en elpasado; para otros, como Robert Putnamo Francis Fukuyama, constituyó una fuentede inspiración para la realización de pro-yectos académicos que condujeron ala elaboración de nuevos conceptos (comoel de ‘‘capital social’’) orientados a inda-gar los vínculos que conectan a la culturacon el tipo de organización política y elgrado de desarrollo económico de losdiferentes países.

¿QUÉ ES LA CULTURA POLÍTICA?

El interés por la cultura de la legalidad seinserta en este contexto académico/inte-lectual. Pero no dejemos espacio para lasconfusiones: ‘‘cultura de la legalidad’’ esuna noción distinta que ‘‘cultura política’’y evoca un universo conceptual que se re-fiere a un conjunto de fenómenos másespecífico y acotado que el que inspiró lasreflexiones weberianas. Por ello, paraentender sus alcances y limitaciones, esconveniente abundar, aunque sea ‘‘a vue-lo de pájaro’’, en el significado general delconcepto de cultura y en el más especí-fico de cultura política.

En su sentido amplio la cultura puedesignificar, al menos, dos cosas relaciona-das entre sí: a) los modos de vivir y depensar compartidos, y b) todo el conjuntode conocimientos, creencias, artes, leyes,usos y costumbres que las personas ad-quirimos y compartimos como miembrosde una sociedad determinada. El signifi-cado que a nosotros nos interesa es, prin-cipalmente, este último. Algunos autoreshablan de los ‘‘legados sociales’’ o del‘‘conjunto de una tradición social’’7 quepasan de una generación a otra. Así en-tendida, la cultura otorga identidad a los

6 Un buen ejemplo de la importancia que Huntingtonle otorga al factor cultural y de las desafortunadasconsecuencias teóricas que pueden acarrear losprejuicios en la materia, cfr. Samuel Huntington,‘‘The Hispanic Challenge’’, en Foreing Policy,marzo/abril de 2004.

7 Del libro de Peter Häberle, Teoría de la constitu-ción como ciencia de la cultura, Tecnos, Madrid,2000.

Page 14: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

14

8 En este sentido, cfr. Jacqueline Peschard, La cul-tura política democrática, Cuadernos de Divulga-ción de la Cultura Democrática, núm. 2, InstitutoFederal Electoral, México, 1996.

miembros de una comunidad en la medi-da en que orienta y otorga significadoa su vida en sociedad. La cultura cohe-siona a la sociedad porque condensaimágenes y experiencias colectivas com-partidas que le dan a la población un sen-tido de pertenencia.8 ‘‘Somos con losotros’’, en gran medida, porque tenemosuna cultura común.

Pero al interior de una cultura determi-nada es posible identificar múltiplessubculturas. Por ello, para hablar deuna cultura que permita referirnos a un‘‘nosotros’’ relativamente amplio, es me-nester identificar el ‘‘núcleo cultural’’ quereúne las tradiciones o costumbres com-partidas por las diferentes subculturasdentro de un grupo social. Ese núcleocultural compartido nos permite identifi-car los referentes sociales que cohesionana un grupo social determinado y, conse-cuentemente, que lo diferencian de otrosgrupos sociales. Asimismo, debemosobservar el fenómeno cultural desde laperspectiva de los sujetos que integran algrupo social de referencia: desde estaóptica la cultura adquiere una dimensiónparticular y se expresa como la disponibi-

lidad individual hacia ese conjunto de re-ferentes sociales, más o menos, compar-tidos.9 Decimos que alguien pertenece auna cultura cuando comparte con otrossujetos el apego hacia ese núcleo culturalbásico, aunque simultáneamente abraceelementos de otras culturas.

Cuando hablamos de la cultura políticade una sociedad determinada nos refe-rimos al conjunto de conocimientos,creencias, usos y costumbres, etc., de losmiembros de esa comunidad en relacióncon ciertos aspectos específicos de la vidacolectiva como son, precisamente, los po-líticos. Al preguntarnos sobre la culturapolítica de la sociedad ‘‘x’’ o ‘‘y’’, inda-gamos cuál es el grado de aceptación delconjunto de objetos sociales específica-mente políticos de dicha comunidad porparte de sus miembros: es decir, cómopercibe su población el universo de rela-ciones que tienen que ver con el ejercicioy la distribución del poder y cómo las asu-me. Lo que ocupa nuestra atención no espropiamente el comportamiento político delos miembros de una colectividad, sino suadhesión o apego hacia el conjunto de ins-tituciones y acciones concretas que orien-tan dicho comportamiento. Por ejemplo,

9 Ibíd., p. 10.

Page 15: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

15

cuando investigamos sobre la cultura po-lítica de una sociedad determinada no ob-servamos los niveles de participación o deabstención en una jornada electoral, sinolas razones que los explican.

De hecho, una de las vetas de análisismás exploradas por los investigadoressociales es el tipo de relación que existeentre ambos aspectos de la vida política ysocial: ¿la acción política se encuentradeterminada por la cultura política o vice-versa? Algo parecido vale para las insti-tuciones: ¿cómo explicamos que lasmismas instituciones políticas arrojen re-

sultados (considerablemente) diferentesen las distintas sociedades?, ¿son suficien-tes las instituciones para moldear la acciónpolítica de los miembros de una comuni-dad determinada? o ¿las instituciones (queencauzan la acción política) dependen deun conjunto de valores o patrones cultu-rales compartidos que las respalden? Lasrespuestas a estas y otras preguntas nopueden ser definitivas, pero no por ello lasinterrogantes dejan de ser pertinentes,al menos no para aquellos que están inte-resados en entender y, eventualmente,transformar positivamente a (la culturae instituciones de) sus sociedades.

Page 16: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad
Page 17: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

17

¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE LACULTURA POLÍTICA Y LA CULTURA DELA LEGALIDAD?

Esquemáticamente: la cultura política esapenas una parte de la cultura y la culturade la legalidad es solamente un aspectointerconectado con la primera. La culturade la legalidad es un aspecto importante yestrechamente relacionado con la culturapolítica, pero que no se agota en la mis-ma: la cultura de la legalidad puede estu-diarse en sí misma como una variableindependiente. Ambas nociones compar-ten el primer concepto, cultura, y en esesentido son parte del mismo conjunto;pero la noción de cultura de la legalidadsólo se encuentra parcialmente englobadadentro de la noción de cultura política. Estopuede explicarse con la siguiente idea:entre la política y la legalidad existe unarelación directa, pero no son universosidénticos, entre otras razones, porque elprimero es más amplio que el segundo.

No obstante, la relación entre la políti-ca y el derecho es de interdependenciarecíproca. Como lo dice Norberto Bobbio,‘‘[…] el concepto principal que los estu-

dios jurídicos y los políticos tienen en co-mún es, en primer lugar, el concepto depoder’’.10 En la modernidad, el derechoes producto del poder político y sin ésteno puede aplicarse; la legitimación delpoder es, en última instancia, una justifi-cación jurídica.11 Mientras el derecho nopuede existir (o carece de toda eficacia)sin un poder capaz de crearlo y de apli-carlo, un poder sólo es legítimo, no un meropoder de hecho, cuando encuentra fun-damento en una norma o en un conjuntode normas jurídicas. Max Weber propusouna fórmula, la del poder legal racional,que sintetiza ambos principios a la perfec-ción: el único poder legítimo y, en cuantotal, generalmente obedecido, es aquél quese ejerce en conformidad con las leyes.El poder político es el ‘‘monopolio de lafuerza legítima’’ y, en su forma predomi-nante en la modernidad, la legitimidad es

10 Norberto Bobbio, Teoria Generale della Politica,Einaudi, Torino, 2000, p. 183.

11 Obviamente me refiero al derecho positivo. Lateoría kelseniana del ordenamiento jurídico es unbuen ejemplo: dada la naturaleza dinámica del or-denamiento, la producción normativa no puedeprescindir de la noción de poder. Cfr. Hans Kelsen,General Theory of Law and State, Cambridge,Harvard University Press, 1945, y ¿Qué es el po-sitivismo jurídico?, Fontamara, México, 1997.

II. Cultura de la legalidad

y Estado de derecho

Page 18: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

18

fundamentalmente jurídica.12 Así las co-sas, la política y el derecho (o, en térmi-nos laxos ‘‘la legalidad’’) están fatalmen-te relacionados por lo que las reflexionessobre la cultura del primer tipo están rela-cionadas con la del segundo y viceversa.Pero al interior de una misma cultura po-lítica podemos encontrar muchas culturasde la legalidad, distintas y coexistentes. Yesto se explica porque, como ya vimos, apesar de su estrecha vinculación, la políti-ca es una esfera más amplia que la lega-lidad. De hecho, la cultura de la legalidades solamente una parte de la cultura polí-tica. Y, aunque parezca contradictorio,existen aspectos de la cultura de la legali-dad que sólo indirectamente tienen que vercon la política: por ejemplo, el que unindividuo respete o no las reglas paraestacionarse en un centro comercial nospuede decir algo de su cultura de la lega-lidad, pero no tiene mayor relevancia si loque indagamos es su cultura política.

Antes de continuar nuestro recorridoconviene subrayar otra distinción reciénenunciada, pero poco explicada: la legiti-midad y la legalidad son dos cosas distin-tas (aunque íntimamente vinculadas). Elconcepto de legitimidad sirve para distin-guir el poder de derecho del poder dehecho, mientras que el concepto de lega-lidad distingue entre el poder legal y el

poder arbitrario. En palabras de Bobbio:‘‘[un] príncipe puede ejercer el poder le-galmente aunque carezca de legitimidad,mientras que otro puede ser legítimo y ejer-citar el poder ilegalmente’’.13 Podemosdecir que la legitimidad es un conceptoeminentemente político que se refiere a lacuestión de quién gobierna, pero que, enprincipio, no nos dice nada sobre la actua-ción legal o ilegal del gobernante. Y, ¿quétiene que ver esta distinción con la culturade la legalidad? Lo que sucede es que tam-bién es posible cuestionar la legitimidad(política o moral) de una determinada nor-ma jurídica. Es decir, podemos cuestionarla legitimidad de una legalidad determina-da, ya sea porque cuestionamos o desco-nocemos la legitimidad de la autoridad quela dicta o porque nos parece que dichanorma no se encuentra (moral o política-mente) justificada. Siempre cabe pregun-tar: ¿por qué debo obedecer y ajustar miconducta a lo que ordena la norma? Enesta dimensión, al menos desde la pers-pectiva subjetiva, la cultura política y lacultura de la legalidad pueden entrar enconflicto: desde una cultura política demo-crática, ¿son legítimas las leyes que, porejemplo, violan los derechos de las mino-rías?; ¿debe observarse la legalidad queproviene de un poder de facto? Mi cultu-ra de la legalidad puede indicarme quedebo obedecer las normas que rigen la

12 Cfr. Max Weber, Economía y sociedad, Fondo deCultura Económica, México, 1998. 13 Cfr. Norberto Bobbio, op. cit., pp. 89-97.

Page 19: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

19

vida de mi colectividad, pero mi culturapolítica puede sugerirme que ciertasprácticas adolecen de legitimidad. Yasí sucesivamente.

LA LEGALIDAD: CONCEPTO, VISIONES YDISTINCIONES

Como podemos observar, nuestro temaes un rompecabezas con muchas posiblessoluciones: las piezas pueden acomodar-se de diferentes maneras y se obtendránfiguras desiguales. Los dos conceptos quelo integran, la cultura y la legalidad, sonllaves que abren muchas puertas. Además,son objeto de múltiples interpretaciones:sociológicas, antropológicas, históricas, fi-losóficas, jurídicas. Por eso, una vez quesabemos, al menos en sus rasgos genera-les, lo que es la cultura y cuál es la vincu-lación que existe entre la (cultura) políticay la legalidad, es oportuno detenernos enlos alcances e importancia de este últimoconcepto.

Desde el pensamiento griego clásico lalegalidad en el ejercicio del poder ha cons-tituido un criterio para distinguir el ‘‘buengobierno’’ del ‘‘mal gobierno’’. En lasobras de Platón y de Aristóteles son recu-rrentes las disertaciones sobre las bonda-des y defectos del binomio ‘‘gobierno delos hombres’’ vs ‘‘gobierno de las leyes’’.La disyuntiva entre la discrecionalidad

arbitraria del gobernante y la impersonali-dad genérica y predecible de las leyes haacompañado el desarrollo del pensamien-to político occidental. De hecho, en la EdadModerna, el pensamiento liberal constru-ye sus premisas sobre las bases del idealdel gobierno sometido a las leyes: la limi-tación jurídica del poder es clave de lastesis liberales desde el siglo XVII en ade-lante. Una doble fórmula es la clave jurí-dica del proyecto liberal: a) el gobierno queactúa sometido y bajo mandato expresode la ley previamente establecida (elgobierno sub lege), y b) el gobierno queactúa mediante leyes (el gobierno perleges). El sometimiento jurídico del poderes una tesis liberal que está en la base delconstitucionalismo moderno y tiene comofinalidad limitar al poder político desde unpunto de vista formal, pero sobre tododesde una perspectiva sustantiva (suponeque los poderosos no pueden decidir cier-tas cosas); sin embargo, el gobierno sóloper leges, la sola actuación jurídica delpoder, no supone necesariamente limita-ciones materiales al poder: un gobiernopuede actuar legalmente, mediante leyes,sin respetar límites sustantivos de ningúntipo. ¿Qué diríamos, por ejemplo, de undecreto presidencial que ordena fusilar alos disidentes? Indiscutiblemente, al ser undecreto presidencial, sería legal; pero, porsu finalidad, sabríamos que no respeta lí-mites sustantivos como son los derechosfundamentales de las personas.

Page 20: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

20

Tenemos tres tesis que conviene dis-tinguir y rescatar: a) la legalidad, tradicio-nalmente, ha sido observada desde laperspectiva del gobernante (si éste ajustao no su actuación a un conjunto de nor-mas jurídicas); b) en un principio el go-bierno que actúa conforme al derecho esvalorado en positivo porque se supone unpoder limitado y predecible; sin embargo,c) la mera legalidad no es una garantíadel buen gobierno, porque un poder puedeactuar legalmente sin encontrarse jurídi-camente limitado por normas que prote-gen bienes valiosos como los derechos fun-damentales individuales (el poderosopuede crear y aplicar normas jurídicas sinrespetar ningún tipo de limitación mate-rial). Esta última tesis (sin duda la másimportante de las tres) puede entendersede la siguiente manera: todo poder polí-tico estatal o institucionalizado es, nece-sariamente, un ‘‘Estado jurídico’’, perono cualquier ‘‘Estado jurídico’’ es un ‘‘Es-tado de derecho’’.14 Veamos qué signi-fica esto.

NO TODO ESTADO JURÍDICO ES UNESTADO DE DERECHO

Todos los Estados son ‘‘Estados jurídicos’’porque fundan su actuación en un conjun-to de mandatos (más o menos) generalesy abstractos que, en sentido amplio, cons-tituye un ordenamiento jurídico; pero sóloalgunos Estados incorporan una serie denormas e instituciones específicas que nospermiten considerarlos como ‘‘Estados dederecho’’. Los Estados de derecho cuen-tan con una constitución (normalmenteescrita) que limita al poder político me-diante un conjunto de instituciones espe-cíficas (como la división o separación delos poderes) con la finalidad de protegerun conjunto de derechos individuales fun-damentales. Esta idea de constitución, dematriz netamente ilustrada, ya se encon-traba plasmada en el artículo 16 de laDeclaración Francesa de los Derechos delHombre y del Ciudadano de 1789: ‘‘[…]la sociedad en la que la garantía de losderechos no se encuentra asegurada, nila división de poderes determinada, no tie-ne constitución’’. Pero podemos afirmarque fue hasta la segunda mitad del sigloXX cuando la distinción entre los Estados(meramente) jurídicos y los Estados dederecho, también llamados Estados cons-titucionales, quedó claramente zanjada.

Después de la Segunda Guerra Mun-dial proliferaron en Europa (primero en

14 Cfr. Elías Díaz, Estado de derecho y sociedaddemocrática, Taurus, Madrid, 1998.

Page 21: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

21

Italia, Alemania y Francia, y algunos añosdespués en España y Portugal) una seriede constituciones democráticas que vinie-ron a sumarse a los ordenamientos ame-ricano y británico y que, al tener a losderechos fundamentales como eje sustan-tivo primordial y basarse en un diseño depoderes divididos, marcaron un antes y undespués en relación con los Estados jurí-dicos precedentes. Obviamente el contras-te mayor (y más inmediato) se presentócon los ordenamientos jurídicos de losEstados totalitarios y/o dictatoriales quehabían regido la vida colectiva de algunosde esos países y que no respetaban nin-guna de las características de los moder-nos Estados de derecho. Pero el cambiode paradigma jurídico rebasaba la coyun-tura: la diferencia de contenidos entre losordenamientos jurídicos constitucionales ylos ordenamientos precedentes estabaacompañada por una nueva concepciónde la relación entre el Estado (y sus pode-res) y los individuos (y sus derechos).

En la concepción tradicional, el Estado,entendido como el monopolio de la fuerzalegítima, se consideraba el punto de parti-da para entender las relaciones de poder.Primero venía la fuerza estatal y despuéslos individuos que eran, ante todo, sujetosde obligaciones y, sólo por una concesiónestatal, titulares de derechos. En cambio,en la concepción constitucionalista quecorresponde al Estado de derecho o Es-

tado constitucional (llamado en inglés Ruleof Law y en alemán Rechtssaat), las re-laciones de poder se han invertido. Pri-mero están los individuos que, por ser su-jetos autónomos e igualmente dignos, sontitulares de derechos fundamentales, y sólodespués, para proteger estos derechos, seubican las potestades estatales. Concre-tamente, en un Estado de derecho la legi-timidad del poder y de las normas jurídi-cas depende del respeto y garantía de losderechos fundamentales individuales.15

Esto es lo que Norberto Bobbio llamó la‘‘gran revolución copernicana de la mo-dernidad’’. Valga la reiteración: un Esta-do totalitario, por ejemplo, es un Estadojurídico en el que existen algunas leyes einstituciones que responden a la voluntadarbitraria del gobernante (pensemos, porejemplo, en la Alemania nazi, en la Italiafascista o en la Unión Soviética estalinis-ta), pero no es un Estado de derecho queproviene de la tradición liberal y que deri-

15 Cabe señalar que, desde mi perspectiva, los dere-chos fundamentales que corresponden a la tradi-ción liberal, social y democrática son únicamente‘‘derechos individuales’’. Sin embargo, en las últi-mas décadas han aumentado las voces que sostie-nen que algunos ‘‘derechos colectivos’’ pueden sercompatibles con el ‘‘estado de derecho’’ y, por lotanto, con el constitucionalismo democráticomoderno. El debate suele identificarse como unadiscusión entre pensadores ‘‘liberales’’ y teóricos‘‘comunitaristas’’ o ‘‘multiculturalistas’’. No medetengo en esta prolija discusión, pero me pareciócorrecto señalarla.

Page 22: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

22

vó en el constitucionalismo moderno. Des-de la perspectiva de este último, de he-cho, las normas y autoridades de losEstados jurídicos totalitarios carecen delegitimidad por lo que los ciudadanostienen derecho a resistirlas. Para decirlocon una frase: en la cultura de la legalidaddel Estado de derecho no hay espacio paralos poderes y las normas autoritarias.

Sólo los Estados de derecho fundan sulegitimidad en el reconocimiento de la igualdignidad de todos los individuos y diseñansus instituciones con la finalidad específi-ca de garantizarla. De hecho, los Estadosde derecho se rigen esencialmente por dosprincipios fundamentales: el principio delegalidad que consiste en la ‘‘distinción ysubordinación de las funciones ejecutivay judicial a la función legislativa’’16 y elprincipio de imparcialidad que se refiere a‘‘la separación e independencia del órga-no judicial respecto a los órganos legisla-tivo y ejecutivo’’.17 Ambos principios, unoreferido a las funciones del poder políticoy otro a los órganos que las desempeñan,son fuente de la certeza y la seguridadjurídicas indispensables para proteger

y garantizar los derechos (de libertad,políticos y sociales) de los individuos.Sólo así el poder político se encuentraefectivamente limitado y, por ende, políti-camente legitimado.

¿PARA QUÉ SIRVEN LAS NORMAS?

Siguiendo las coordenadas de la revolu-ción copernicana, es un hecho que el fenó-meno de la legalidad no debe observarseúnicamente desde la perspectiva de lospoderes públicos, sino también desde laóptica de los destinatarios de las normas(que en una democracia son, al menos in-directamente, también sus creadores). Lalegalidad abarca el comportamiento de losindividuos, al menos, en dos direcciones:a) en su relación con estos poderes públi-cos (como productores y destinatarios delderecho), y b) en sus relaciones interper-sonales con los demás miembros de sucolectividad. Las normas jurídicas –eneste caso, independientemente de que setrate de un Estado jurídico o de un Estadode derecho–, tienen como finalidad regu-lar, orientar, limitar y encauzar las accio-nes de los miembros de una colectividaddeterminada. Son las reglas del juego dela convivencia colectiva. Un ‘‘Estado’’ sinningún tipo de leyes sería un estado anár-quico en el que no existen autoridades ylos individuos actúan discrecionalmente sin

16 Michelangelo Bovero, Contro il Governo deiPeggiori. Una Grammatica della Democrazia,Laterza, Roma-Bari, 2001, p. 145. Existe una tra-ducción al español realizada por Lorenzo Córdovay publicada por la editorial Trotta.

17 Ibíd.

Page 23: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

23

tener que respetar otras normas que lasque su (im)prudencia les dicta.18

No es difícil imaginar que en esas con-diciones, en una situación sin leyes, laconvivencia es sumamente difícil porquela ley que termina imponiéndose es la ‘‘leydel más fuerte’’: la anarquía es la cueva dela discrecionalidad y ésta es la cuna de losabusos. En cambio, el derecho, la lega-lidad, tiene como función última la de di-rimir institucionalmente (lo que implica demanera pacífica) los conflictos interper-sonales. Esto, conviene advertirlo, valepara cualquier tipo de legalidad: aquellaque corresponde a los Estados (de dere-cho) constitucionales modernos o aquellaque es propia de un Estado autoritario.Después de todo, la función última de lasnormas es garantizar el orden y la estabi-lidad en una comunidad cualquiera y, paraque esto sea posible, la mayoría de losindividuos deben manifestar una tenden-cia a obedecerlas y debe existir una auto-ridad capaz de hacerlas valer. Podemosafirmar que el orden estatal sólo es posi-ble cuando los miembros de la colectividadse comprometen a respetar tres pactossucesivos: a) la renuncia al uso de la fuer-za por parte de los individuos y grupos; b)la instauración de reglas para resolver

pacíficamente los eventuales conflictos fu-turos, y c) la creación de un poder superpartes facultado para garantizar que lospactos se respeten, incluso utilizando lacoacción. Cuando estos pactos se violanse camina hacia la anarquía que caracte-riza a un salvaje y peligroso estado denaturaleza. No obstante, sólo en los ver-daderos Estados de derecho la legalidadvigente garantiza algo más que el orden yla estabilidad estatales y apunta hacia laprotección de la dignidad de las personasa través de la garantía de sus derechos.

ENTONCES, ¿QUÉ ES LA CULTURA DELA LEGALIDAD?

Intentemos ahora juntar nuestros dos con-ceptos clave: cultura y legalidad. Lo pri-mero que conviene recordar es que lacultura es un concepto más amplio que elde legalidad: la primera es el contexto enel que la segunda se desarrolla. Basta conrecordar la relación, que va de lo generalhacia lo particular, entre los conceptos decultura, política y legalidad. Pues bien, si-guiendo la misma lógica que utilizamospara construir la noción de cultura políti-ca, tenemos que la cultura de la legalidadde una sociedad determinada es el con-junto de conocimientos, creencias, usos ycostumbres, símbolos, etc., de los miem-bros de esa comunidad en relación conlos aspectos de la vida colectiva que tie-

18 Los primeros pensadores modernos, como Hobbes,Locke, Rousseau y Kant, no dudaban en llamarlo‘‘estado de naturaleza’’. Desde esa perspectiva, enrealidad, el Estado anárquico es un no-Estado.

Page 24: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

24

20 Uno de los autores mexicanos que ha enfrentado elargumento desde una perspectiva (principalmen-te) jurídica, Gerardo Laveaga, insiste en el papelque desempeña la ‘‘clase dominante’’ para la cons-trucción de una cultura de la legalidad. El propioLaveaga sostiene que, en el caso mexicano, el gre-mio de los abogados ha resultado ser un gremiocerrado y conservador. Cfr. Gerardo Laveaga, Lacultura de la legalidad, IIJ-UNAM, México, 1999,pp. 32 y 95.

nen que ver con las normas jurídicas y suaplicación. Se refiere al posicionamientode los integrantes del colectivo ante elconjunto de objetos sociales específica-mente jurídicos en esa comunidad: ¿cómopercibe su población el universo de rela-ciones relativo a la creación y aplicaciónde las normas jurídicas que rigen la vidacolectiva y cómo las asume?

Un destacado filósofo y jurista italianocontemporáneo, Luigi Ferrajoli, ha soste-nido que por cultura jurídica podemosentender un conjunto muy amplio deconocimientos y actitudes: a) ‘‘el conjun-to de teorías, filosofías y doctrinas jurídi-cas elaboradas en una determinada fasehistórica por los juristas y filósofos del de-recho’’; b) ‘‘el conjunto de las ideologías,modelos de justicia y formas de pensaracerca del derecho que caracteriza a losoperadores jurídicos de profesión (trátesede jueces, legisladores o administrado-res)’’, y c) ‘‘el sentido común respectodel derecho y las instituciones jurídicas enlo singular que se difunde y opera en unadeterminada sociedad’’.19 Las dos prime-ras acepciones se refieren a conjuntos (deideas o de personas) especializados queinciden en la conformación de la culturade la legalidad (o ‘‘cultura jurídica’’ en laterminología de Ferrajoli) de una comuni-dad determinada, pero que por su natura-

leza excluyente no pueden abarcarla ensu totalidad.20 No obstante, ambas acep-ciones son útiles para adelantar una dis-tinción: una cosa es la cultura jurídicapredominante en una colectividad y otracosa es la cultura de la legalidad de losmiembros de dicha colectividad. Podemosafirmar, por ejemplo, que la mayoría delos países latinoamericanos comparten lacultura jurídica europea de origenromanista, mientras que algunos paísesafricanos comparten la cultura jurídica decorte anglosajón. Y, sin embargo, esto nosupone que los latinoamericanos o los afri-canos presenten la misma cultura de lalegalidad que los europeos o los británicos(o americanos), según sea el caso. Lacultura jurídica, como bien lo indican lasdos primeras acepciones propuestas porFerrajoli, se refiere sobre todo al conjuntode teorías, filosofías, etc., compartidas porlos estudiosos y aplicadores del derecho yno a la relación que existe entre la gene-ralidad de los destinatarios de las normasy el ordenamiento jurídico vigente ensu colectividad.

19 Cfr. Luigi Ferrajoli, La Cultura Giuridica nell’Italiadel Novecento, Laterza, Roma-Bari, 1999.

Page 25: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

25

En cambio, la tercera acepción –‘‘elsentido común respecto del derecho y lasinstituciones jurídicas en lo singular quese difunde y opera en una determinadasociedad’’– sí corresponde a nuestrareconstrucción conceptual de la nocióncultura de la legalidad: así como, cuandoqueremos desentrañar las característicasde la cultura política de una sociedad, nolimitamos nuestro análisis a las creenciasy comportamientos de los estudiosos dela política y de los políticos de profesión,sino que volteamos nuestra mirada hacialos ‘‘ciudadanos de a pie’’, cuando quere-mos describir la cultura de la legalidadpredominante debemos observar a los es-tudiosos del derecho y a los operadores(creadores y aplicadores) jurídicos, perosobre todo debemos preguntarnos cuál esla relación que existe entre los hombres ymujeres que integran esa colectividad conlos paradigmas e instituciones jurídicos vi-gentes. Es en este nivel en el que resaltanlas diferencias entre el comportamientoante las normas de individuos que vivenen sociedades que comparten la mismacultura jurídica (por ejemplo, España yMéxico), pero que no tienen la misma cul-tura de la legalidad.

¿ES LO MISMO LA CULTURA JURÍDICAQUE LA CULTURA DE LA LEGALIDAD?

Afinemos la distinción: dado que no exis-te un solo tipo de tradiciones jurídicas,tampoco existe un solo tipo de culturajurídica. Para decirlo de otra forma, entreel contenido del derecho positivo vigen-te y la cultura jurídica que predomina enuna sociedad existe una interacción recí-proca. El derecho positivo vigente –lasnormas que rigen la vida social– es elreflejo de una cultura jurídica determina-da y ésta se transforma en el tiempo apartir del ejercicio cotidiano del derecho.Desde esta perspectiva, observando lascaracterísticas de los diferentes orde-namientos, instituciones y prácticas ju-rídicas en el mundo podemos identificardiferentes culturas jurídicas, entendidascomo distintas tradiciones o familiasjurídicas. Pero la cultura de la legalidadque predomina entre los individuos queintegran las diferentes colectividades (in-cluso entre aquellas que comparten unamisma tradición o cultura jurídica) puedey suele ser muy diferente. Y a nosotroslo que nos interesa es esta segunda acep-ción. Después de todo, el derecho sólotiene sentido cuando regula efectivamen-te las relaciones de convivencia ciuda-danos/autoridades, ciudadanos/ciudada-nos, autoridades/autoridades, etc., y ellosupone un (cierto) acompañamien-to cultural. Es decir, más allá del conteni-

Page 26: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

26

do de las normas jurídicas, de la tradiciónjurídica a la que pertenecen, existe un ele-mento cultural que fortalece o debilita laobservancia de las normas por parte desus destinatarios. Esto es a lo que llamo,propiamente, cultura de la legalidad.

Podemos afirmar que existe una cultu-ra de la legalidad difundida entre los miem-bros de la colectividad cuando, más alládel contenido de las normas vigentes, dela tradición o familia jurídica a la que per-tenecen, e incluso de si se respetan o nolos contenidos característicos de un esta-do de derecho, éstos ajustan su compor-tamiento a las mismas porque les recono-cen un grado aceptable de legitimidad(reconocen un cierto valor a las normas einstituciones legales vigentes). Esta obser-vancia de las normas, conviene advertirlo,obedece en parte al elemento coercitivoen manos del Estado, pero no se agota enel mismo porque la sola fuerza nunca esun elemento suficiente para alcanzar lalegitimidad. Sólo un cierto grado de adhe-sión voluntaria a las normas, una ciertacultura de la legalidad, explica la per-manencia en el tiempo de los orde-namientos jurídicos respaldados por lafuerza del Estado.

En síntesis, tenemos que la cultura dela legalidad sirve como criterio para eva-luar el grado de respeto y apego a las nor-mas vigentes por parte de sus aplicadores

y destinatarios. Una cosa es mirar haciael sistema normativo de una sociedad de-terminada (hacia el conjunto de reglasy normas vigentes en esa comunidad jurí-dica) y otra es observar el comportamien-to de las personas hacia ese conjunto dereglas. Desde esta perspectiva, es clarala diferencia entre la noción de culturade la legalidad y la de cultura jurídica: másallá del paradigma vigente, de las carac-terísticas del cuerpo normativo que rige lavida de una colectividad (y, por ende, pres-cindiendo del tipo de cultura jurídicapredominante), decimos que existe una cul-tura de la legalidad cuando las normas sonefectivamente observadas. Es decir, cuan-do las autoridades y los ciudadanos ade-cuan su actuación a las reglas que normanla convivencia colectiva. Esto, entre otrascosas, supone un cierto conocimiento dela legalidad vigente por parte de sus desti-natarios y un nivel aceptable de legitimi-dad de dicho cuerpo normativo. Pero nosólo eso, también supone la aceptación,por parte de la mayoría, de la función quecumplen las normas jurídicas como ins-trumentos reguladores de la convivenciapacífica. Podríamos decir: supone que losmiembros de la colectividad conocen yaceptan su parte en el ‘‘pacto social’’.

Sin embargo, si retomamos nuestra dis-tinción entre Estado jurídico y Estado dederecho, tenemos que la cultura de la le-galidad no es necesariamente un bien en

Page 27: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

27

do ‘‘[…] el sentido común respecto delderecho y las instituciones jurídicas en losingular que se difunde y opera en unadeterminada sociedad’’21 es demasiadodébil. Es decir, cuando los miembros deuna comunidad determinada desconoceno ignoran las normas que ‘‘deberían’’ re-gir la vida colectiva, lo que puede llevara una paulatina y progresiva erosióndel marco normativo vigente. El descono-cimiento de las normas lleva a su incum-plimiento y esto es causa de inestabilidadjurídica (y política). Todo sistema normati-vo contiene normas en desuso, la llamada‘‘letra muerta de la ley’’, pero ningúnsistema sobrevive si la mayoría de sus nor-mas entran en esta categoría. En este ni-vel, la cultura de la legalidad es un ingre-diente fundamental para determinar laestabilidad del sistema porque nos indicael grado de conocimiento que tienen losciudadanos ante las normas que rigen suconvivencia y que es un requisito necesa-rio para su posterior respeto y cumplimien-to. Si, como advertíamos anteriormente,la función última de las normas es garan-tizar el orden y la estabilidad del sistemapolítico en su conjunto, cuando predominala incultura de la legalidad podemos sen-tenciar que se aproxima la muerte de lasinstituciones. Y esto, como ahora sabemos,abre la puerta para que se imponga la ‘‘leydel más fuerte’’.

sí mismo: es sensato suponer que una par-te considerable de los ciudadanos bajo losregímenes totalitarios manifestaron un altogrado de cultura de la legalidad y, por lomismo, aceptaron voluntariamente la apli-cación de un cuerpo normativo que anulócualquier resquicio de derechos fundamen-tales. Siguiendo este razonamiento, es ati-nado sostener que, en ciertos casos, valemás la postura crítica frente a las normasvigentes que su obediencia ciega. Pero locierto es que no siempre es fácil encon-trar la frontera. Muy esquemáticamentese puede afirmar que es legítimo objetarel cumplimiento de las normas en un sis-tema autocrático o absolutista, pero estono tiene cabida en un sistema democráti-co en el que los ciudadanos participan enel proceso de creación normativa y lasnormas (al menos teóricamente) tienencomo criterio orientador a los derechosfundamentales. Podemos decir que la cul-tura de la legalidad democrática suponeuna posición crítica frente a las normasdel autoritarismo, y ante la cultura de lalegalidad podemos decir de obediencia aciegas, que las acompaña.

UN INTENTO (INVERTIDO) DEACLARACIÓN

Invertir las fórmulas puede ser útil paraaclarar las cosas. Podemos decir que exis-te una ‘‘incultura de la legalidad’’ cuan-

21 Cfr. Luigi Ferrajoli, op. cit.

Page 28: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

28

Pero también podemos imaginar otrafórmula invertida: la ‘‘cultura de la ilega-lidad’’. En este supuesto se encuentranaquellos actores individuales (o en un sen-tido amplio difícil de imaginar: aquellassociedades) que conocen la normatividadvigente, asumen una posición frente a lamisma y deliberadamente la violan. MaxWeber sostenía que ese era el caso delladrón o del homicida: los ladrones o loshomicidas están conscientes de las nor-mas que violan y por lo mismo, salvo enpocos y extraños casos, intentan evadir alcastigo. El que quiere escapar cuando harobado, asesinado o cometido un acto decorrupción funda su actuación en la exis-tencia de un marco jurídico que conoce yque ha transgredido. Aquí se ubica la des-afortunada conseja popular ‘‘las leyes na-cieron para ser violadas’’. El que se apro-vecha, el abusivo, no lo hace porque

desconoce las normas, sino porque cono-ce la forma de evitarlas para sacar venta-ja sobre quienes las respetan; ese es elcaso, por ejemplo, del que hace trampaen un juego de cartas; la trampa sólo tie-ne sentido dentro de las reglas del juego.O, con un ejemplo mucho más cercanoy cotidiano, de quien se aprovecha dela violación de las reglas de tránsito paraavanzar antes que sus conciudadanos,dando vuelta en el carril que no está des-tinado para ello. En este caso no sólo seadolece de una cultura de la legalidad, sinoque se profesa una cultura deliberadamen-te ilegal. Pero tampoco en este supuestotodos los casos son fáciles: ¿acaso el ob-jetor de conciencia, el que se niega porsus convicciones morales profundas aobedecer (por ejemplo, a una legislaciónautoritaria), no se encuentra en la mismacircunstancia?

Page 29: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

29

¿CÓMO SERÍA UNA CULTURA DE LALEGALIDAD PARA LA DEMOCRACIA?

Cuando denunciamos que los integrantesde una comunidad (que bien podría ser lanuestra) adolecen de una cultura de la le-galidad, realizamos una descripción quecon frecuencia se acompaña con un jui-cio valorativo. En principio se consideradeseable que las personas conozcan lasnormas vigentes de su colectividad y ajus-ten sus comportamientos a las mismas.Esto es así porque, como sabemos, se su-pone que las normas garantizan el orden,la estabilidad y, en esa medida, un ciertogrado de paz social. El razonamiento seaplica, no sin algunas diferencias, a losfuncionarios públicos y representantespopulares y a la ciudadanía en general.Queremos una cultura de la legalidad por-que deseamos que las reglas tengan unavigencia efectiva, que sean eficaces, y lodeseamos porque suponemos que ellofacilitará la convivencia entre todos sobreuna base de igualdad. Pero tenemos queenfrentar de nueva cuenta el mismo pro-blema circular: ¿es la cultura de la legali-dad el factor que empuja el respeto a lasnormas jurídicas vigentes? o ¿el respetoefectivo, cotidiano y generalizado de las

normas es la condición necesaria para queflorezca una cultura de la legalidad? ¿De-bemos fomentar la cultura de la legalidada secas, sin detenernos a valorar las ca-racterísticas de la cultura jurídica vigente,autoritaria o democrática, en una comuni-dad determinada?

Podemos buscar la salida del laberintoempezando por esta última cuestión: iden-tificando primero el tipo de legalidad vi-gente, las características de las normas,para el que se quiere construir una cultu-ra de respeto y observancia. Si nuestrainclinación es hacia la legalidad autorita-ria la salida está en la imposición irreflexivade la normatividad vigente: la cultura dela legalidad se reduce al simple respetode las leyes sin importar su contenido. Algoasí como enseñarles a los niños que ‘‘to-das las normas deben siempre obedecer-se’’. Los promotores de esta receta abo-garán por la legalidad a secas, por la‘‘tolerancia cero’’, por la fuerza como in-centivo para la construcción de la culturay, creo, al final tendrán que hacer cuentascon la ilegitimidad que suele acompañar alas decisiones que ignoran la importanciade la dignidad y la autonomía de las per-sonas. Esto es así porque considerarán que

III. Cultura de la legalidad

y democracia

Page 30: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

30

la cultura de la legalidad es un bien en símismo que no debe detenerse ante lasrazones que pueden esgrimirse para re-chazar ciertos patrones culturales (en estecaso autoritarios) que pretenden imponer-se. En cambio, si nos colocamos en elversante alternativo y buscamos unalegalidad fundada en el consenso y orien-tada hacia el respeto de los derechos fun-damentales individuales, entonces tendre-mos que apostar por una cultura de lalegalidad democrática en la que la legiti-midad de las normas camina de la manocon su cumplimiento. En este caso bus-camos que los individuos incorporenreflexivamente un cierto conjunto de nor-mas y principios en su acervo cultural:aquellos que se fundan en la dignidad delas personas. Así, la legitimidad de las le-yes comienza por el reconocimiento de losderechos (de libertad, políticos y sociales)propios y ajenos sobre una base de igual-dad que nos sugiere la conveniencia recí-proca de respetar las normas que conjun-tamente elaboramos. En esta concepciónla cultura de la legalidad se inserta comoun elemento medular de la cultura cívicao política democrática que contribuye a laestabilidad de los sistemas democráticos22

y se opone a la imposición de una legali-dad cualquiera (por ejemplo, de una lega-lidad totalitaria).

De hecho, la propia democracia es unacuestión de reglas que se fundan enuna cultura basada en ciertos principios(dignidad personal, pluralismo, tolerancia,laicismo, responsabilidad, etc.) que, a suvez, respaldan a los derechos fundamen-tales. Recordemos los procedimientos que,según Bobbio, caracterizan a la democra-cia moderna: 1) todos los ciudadanos quehayan alcanzado la mayoría de edad, sindistinción de raza, religión, condición eco-nómica, sexo, etc., deben gozar de los de-rechos políticos, o sea, del derecho de ma-nifestar a través del voto su opinión y/ode elegir a quien la exprese por ellos; 2) elsufragio de cada ciudadano debe tenerun peso igual al de los demás (debe con-tar por uno); 3) todos los ciudadanos quegocen de los derechos políticos deben serlibres de votar de acuerdo con su propiaopinión formada libremente, es decir, enel contexto de una competencia libre en-tre grupos políticos organizados; 4)los ciudadanos deben ser libres tambiénen el sentido de que han de ser puestos encondición de seleccionar entre opcionesdiferentes; 5) tanto para las decisiones co-

22 Por ejemplo, para Jacqueline Peschard los compo-nentes de una cultura política democrática son: laciudadanía, la participación, la sociedad abierta,activa y deliberativa, la secularización, la compe-tencia o eficacia cívica, la legalidad (universalidad

en la aplicación de las normas), la pluralidad, lacooperación entre ciudadanos y una autoridad po-líticamente responsable. Cfr. Jacqueline Peschard,op. cit., pp. 24 y ss.

Page 31: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

31

lectivas como para las elecciones de re-presentantes vale la regla de la mayoríanumérica, y 6) ninguna decisión tomadapor mayoría debe limitar los derechos dela minoría (en particular el derecho de con-vertirse, en paridad de circunstancias, enmayoría).23

Pues bien, aunque no todas las teoríasde la democracia promueven la misma re-lación entre (todos) los derechos funda-mentales y esta forma de gobierno, en tér-minos generales ningún teórico de lademocracia objetaría la caracterizaciónbobbiana.24 Y ello es suficiente para sos-tener nuestro argumento: la legalidaddemocrática no solamente se funda en laeficacia de un conjunto de reglas jurídi-cas, sino que descansa sobre algunos prin-cipios como la igual dignidad política delos ciudadanos, la pluralidad y las liberta-des (personal, de expresión, de asociacióny de reunión) sin los cuales perdería natu-raleza y sentido. Por lo mismo, la culturade la legalidad democrática debe hacereco (al menos) de esos principios. La re-lación entre esa cultura y estos principiosno depende (al menos no necesariamen-te) de valoraciones ético-morales, sino de

vínculos lógicos insuperables: si las per-sonas no se respetan unas a otras, si notoleran sus diferencias, si no puedenexpresar sus ideas y participar con liber-tad, etc., la democracia es práctica yconceptualmente imposible.

Desde esta perspectiva democráticaencontramos que existe una estrecha re-lación entre una concepción de la política(entendida como los mecanismos de ac-ceso y ejercicio del poder sobre la basedel consenso), una acepción de la legali-dad (entendida como el conjunto de re-glas que, fundadas en el consenso, permi-ten la administración del poder y protegena los derechos fundamentales) y una ideade la cultura (entendida como las orien-taciones de los miembros de una colec-tividad hacia un conjunto de reglas yprincipios que hacen a la democraciaposible). La cultura de la legalidad demo-crática, el respeto de un conjunto deter-minado de normas con característicasespecíficas, sólo se construye engarzan-do estos eslabones.

23 Cfr. Norberto Bobbio, op. cit., p. 381.24 Recordemos que la concepción de Bobbio se inser-

ta en la tradición de la ‘‘democracia social’’ queotorga un lugar prioritario a los derechos sociales(al mismo nivel que a los derechos de libertad y alos derechos políticos).

Page 32: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

32

LA CUESTIÓN DE LOS DERECHOSFUNDAMENTALES: EN BÚSQUEDA DE UNHORIZONTE

Los derechos fundamentales que están enla base de la democracia y que constitu-yen el criterio para diferenciar entre un(cualquier) Estado jurídico y un Estado dederecho, contadas veces en la historia fue-ron el resultado de una concesión ‘‘gra-ciosa’’ por parte de los poderosos. La ra-zón es sencilla: los derechos constituyenlimitaciones a los poderes públicos (ydeseablemente también a los poderes pri-vados) que no son bien recibidas por lospoderosos. Son, como ha acuñadoFerrajoli, los derechos ‘‘del más débil’’.Derechos que provienen de luchas histó-ricas contra los hombres del poder: laRevolución Francesa, la lucha de Indepen-dencia estadounidense, la revolución fe-minista del siglo pasado, etc. Desde estaperspectiva los derechos fundamentalestambién son productos culturales: las li-bertades fundamentales son producto delpensamiento (y de la lucha) liberal; losderechos políticos son expresiones de lateoría (y la práctica) democrática y losderechos sociales son manifestaciones delideario (y de los movimientos) socialista.Lo mismo vale para los nuevos grupos dederechos: ecológicos, de las personas concapacidades diferentes, de los niños, etc.En todos los casos existe un conjunto desímbolos, conocimientos, creencias, aspi-raciones, etc., compartidos por los promo-

tores de los derechos. Por ello escucha-mos con frecuencia expresiones como la‘‘cultura de los derechos’’ o la ‘‘culturaconstitucional’’ (entendida en los términosdel constitucionalismo moderno) que ha-cen referencia a un tipo de cultura de lalegalidad en específico, la que correspon-de a la democracia contemporánea.

Es en esta dirección en la que debemosorientarnos. Si existe un parámetro quejustifica una distinción de fondo entreuna (cualquier) cultura de la legalidady una cultura de la legalidad democrá-tica, éste lo constituyen los derechos funda-mentales. Derechos que ya se encuentranconsagrados en la mayoría de las consti-tuciones modernas, pero que desafortuna-damente en muchos casos aún no songarantizados. No aspiramos a una sociedadordenada bajo parámetros autocráticosy absolutistas, sino que apostamos poruna sociedad democrática y de poderesacotados. De lo contrario nuestra apues-ta sería un bumerán amenazante: la lega-lidad que se impone desde lo alto a losgobernados puede ser la puerta para laarbitrariedad de los gobernantes. Una cul-tura de la legalidad democrática se finca enel respeto de las normas que regulan laconvivencia sobre una base de igualdadformal para todos, incluyendo a los pode-rosos. Y, también, en el respeto generali-zado de los seis procedimientos bobbianosque instituyen a la democracia.

Page 33: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

33

Los postulados generales son fáciles deenunciar, pero difíciles de poner en prác-tica: todos tenemos los mismos derechosindividuales (en esa dimensión somos‘‘iguales ante la ley’’), participamos (di-rectamente o a través de nuestros repre-sentantes) en la creación de las normascolectivas que rigen nuestra convivencia,elegimos, a partir de un conjunto de re-glas, autoridades que deben velar por el

respeto de esas normas, cualquiera pue-de ser autoridad, el que viola las normasserá sancionado, etc. Lo que nos dice lateoría es que cuando estas premisas for-man parte de la cultura de (la mayoría de)los miembros de una colectividad, la ciu-dadanía florece y, con ella, una conviven-cia pacífica y ordenada que permite eldesarrollo de nuestra dignidad individual.

Page 34: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad
Page 35: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

35

Y, en México, ¿en dónde estamos en ma-teria de cultura de la legalidad? Para ofre-cer algunas reflexiones sobre este amplioy complejo tema –en torno al cual apenaspodré hilvanar algunas ideas que invitenal lector a la reflexión–, tomo como puntode partida cinco lugares comunes que, confrecuencia, acompañan nuestras discusio-nes sobre el argumento: ‘‘México no esun país de leyes’’, ‘‘México no es un Es-tado de derecho’’, ‘‘Los mexicanos nocumplen con la ley’’, ‘‘Los mexicanosson corruptos por naturaleza’’ y ‘‘Losmexicanos no son iguales ante la ley’’. Enalgunos casos los lugares comunes pare-cen confirmarse, pero en otros aparecencomo cristales irregulares que distorsionannuestra imagen de la realidad y que nosimpiden valorar en su verdadera dimen-sión el estado de cosas. Lo cierto, me pa-rece, es que constituyen un buen punto dearranque para centrar nuestra atención enla dimensión cultural de un tema tan am-plio como lo es la relación que tenemoslos mexicanos con la legalidad.

UN PRIMER LUGAR COMÚN: ‘‘MÉXICONO ES UN PAÍS DE LEYES’’

Falso. La construcción del Estado mexi-cano, el largo camino hacia la monopoli-zación de la fuerza, es la crónica de sulegitimación jurídica, de la construcción deun Estado jurídico. La historia de nuestropaís, al menos desde los albores de su In-dependencia, puede narrarse teniendocomo eje orientador a los diferentes do-cumentos políticos de naturaleza consti-tucional. Desde la Constitución aprobadapor las Cortes reunidas en Cádiz el 18 demarzo de 1812, en donde participaronalgunos representantes de la llamadaAmérica Septentrional Española, hastala Constitución vigente, aprobada enQuerétaro el 5 de febrero de 1917, es posi-ble verificar la constante tendencia haciala institucionalización constitucional denuestro proceso político. No sobra repa-sar el elenco de los principales documen-tos jurídicos que confirman esta tesis.

En plena lucha de Independencia, el 22de octubre de 1814 se redactó la llamadaConstitución de Apatzingán que, aunquesólo tendría un valor histórico, marca el puntode partida de la carrera hacia la consti-

SEGUNDA PARTE

I. La cultura de la legalidad en México

Page 36: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

36

tucionalización del México independiente.Ya consumada la Independencia se fue-ron sucediendo los siguientes documen-tos constituyentes: el ‘‘Acta Constitutiva’’del 31 de enero de 1824; la ‘‘ConstituciónFederal de los Estados Unidos Mexica-nos’’ del 4 de octubre de ese mismo año;las ‘‘Siete Leyes Constitucionales’’ del 29de diciembre de 1836; las ‘‘Bases Orgá-nicas’’ del 12 de junio de 1843; el ‘‘Actade Reformas’’ del 18 de mayo de 1847que modificaba a la Constitución Federalde 1824 recientemente restituida (22 deagosto de 1846); las ‘‘Bases para la Ad-ministración de la República’’ del 22de abril de 1853, la ‘‘Constitución Fede-ral’’ del 5 de febrero de 1857 que, conuna breve y conflictiva pausa (en la queestuvo en vigor el ‘‘Estatuto Orgánico’’del 10 de abril de 1865 del Imperio deMaximiliano), se mantuvo formalmentevigente hasta la entrada en vigor de laConstitución actual.25

Ciertamente, el proceso de constitu-cionalización fue sumamente complejo,inestable y convulso. No olvidemos que,como nos ha enseñado Bobbio, la políticay el derecho son las dos caras de una mis-ma moneda.26 Detrás de cada una de esasconstituciones bullía una intensa lucha

por el poder entre grupos que defendíanproyectos, intereses e ideologías alterna-tivas y encontradas. Observando un pe-riodo particularmente intenso del siglo XIXmexicano, Emilio Rabasa sintetizó la com-plejidad de ese proceso de construcciónconstitucional:

En los veinticinco años que corren de 1822 en

adelante, la nación mexicana tuvo siete congre-

sos constituyentes que produjeron, como obra,

un acta constitutiva, tres constituciones y un

acta de reformas, y como consecuencia, dos gol-

pes de Estado, varios cuartelazos en nombre de

la soberanía popular, muchos planes revolucio-

narios, multitud de asonadas e infinidad de pro-

testas, peticiones, manifiestos, declaraciones y

de cuanto el ingenio descontentadizo ha podido

inventar para mover el desorden y encender los

ánimos.27

Desde el desorden y ante el mismo, enmedio de la lucha por el poder y por elproyecto de nación, con paso constante,se abrió brecha la idea de que los proyec-tos políticos tenían que traducirse en nor-mas jurídicas constitucionales. Y, ante elpeligro de la anarquía, esa idea prevale-ció. Por ello, como premisa de arranque,es menester sentenciar que la historia deMéxico ha sido la historia de la construc-ción de un Estado jurídico. Pero, además,

25 Cfr. A. Martínez Báez, ‘‘El derecho constitucio-nal’’, en México y la cultura, Secretaría de Educa-ción Pública, México, 1961, p. 942.

26 Norberto Bobbio, op. cit.

27 Emilio Rabasa, La Constitución y la dictadura,Porrúa, México, 1912, p. 9.

Page 37: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

37

no hay que dejarlo implícito: por debajo deesos ordenamientos constitucionales yconcretamente de la Constitución actual,existe un entero aparato normativo com-puesto por otros documentos jurídicos(constituciones locales, leyes federales ylocales, decretos, resoluciones jurisdiccio-nales) que componen al ordenamiento ju-rídico mexicano vigente. Ante el lugarcomún vale mejor la afirmación opuesta:México sí es un país de leyes; sí es unEstado jurídico. Una cosa distinta, que in-dagaremos más adelante, es determinarsi esas leyes se cumplen y si se cumplenigual para todos.

UN SEGUNDO LUGAR COMÚN: ‘‘MÉXICONO ES UN ESTADO DE DERECHO’’

Sí y no. Cuando enfrentamos este lugarcomún las cosas comienzan a complicar-se. Cualquier observador que eche un vis-tazo a la Constitución mexicana concluiráque nuestro país no sólo es un Estado jurí-dico, sino que también es un Estado dederecho. El articulado de nuestra cartafundamental, sobre todo en su primeraparte, consagra todos y cada uno de loselementos que caracterizan a esta clasede Estados y que corresponden a lo queen el mundo anglosajón se conoce comoRule of Law: derechos de libertad indivi-duales, separación de poderes y garantíasjurisdiccionales (sobre todo los famosos

artículos 14, 16 y 22 de la Constitución)que contemplan tribunales imparciales,impiden la retroactividad de la ley, esta-blecen derechos procesales, etc. Pero,además, según lo que establece la propiaConstitución, México es un Estado demo-crático de derecho. Esto es así porqueademás de los elementos propios de todoEstado liberal de derecho, la Constitucióncontempla las instituciones que caracteri-zan a la forma de gobierno democrática:derechos políticos (sobre la base delsufragio universal), partidos políticos, elec-ciones periódicas, regla de mayoría, etc.Incluso, podemos ir más lejos: México esun Estado social y democrático de dere-cho. Es bien sabido que la Constituciónmexicana de 1917 fue la primera consti-tución moderna que incluyó, junto a losderechos de libertad y a los derechospolíticos, un catálogo de derechos socia-les fundamentales (educación, trabajo, vi-vienda, etc.). Todas las normas constitu-cionales que consagran ese ampliocatálogo de derechos son normas vigen-tes (no sin algunas modificaciones más omenos relevantes) desde 1917.

Y, sin embargo, aquí comienzan lascomplicaciones: no todas las normas consti-tucionales, ni siquiera las más importantesdesde el punto de vista de los individuos,son normas efectivas. Al menos no siemprelo han sido y no lo son para todos. El exce-lente libro de Samuel Ramos, El perfil del

Page 38: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

38

hombre y la cultura en México,28 reco-ge una frase de André Siegfried que daperfecta cuenta de esta situación, valede-ra para toda Latinoamérica y con estirpehistórica:

Nunca he oído hablar tanto de Constitución como

en esos países en los que la Constitución se viola

todos los días. Eminentes juristas discuten seria y

concienzudamente la significación de los textos

de los cuales los políticos se burlan, y si uno

sonríe, los doctores apuntan con el dedo los ar-

tículos que son la garantía del derecho. La ley no

tiene majestad sino en las palabras.29

En el Laberinto de la soledad, refe-rente obligado para quien reflexionasobre la cultura del mexicano, Octavio Paztambién subrayó esta particularidad lati-noamericana, sellándola con una senten-cia categórica. Paz nos recuerda que lasnaciones latinoamericanas, una vez termi-nadas sus respectivas luchas de indepen-dencia, fueron adoptando constitucionesmás o menos liberales y democráticas.Pero nos advierte que, a diferencia de loque sucedió en Europa y en Estados Uni-dos de América, dichas leyes no corres-pondían a una realidad histórica latinoa-mericana, sino que tenían como finalidad

‘‘[...] vestir a la moderna las superviven-cias del sistema colonial’’.30 Por ello, ennuestros países, la ‘‘[…] ideología liberaly democrática, lejos de expresar nuestrasituación histórica concreta, la ocultaban.La mentira política se instaló en nuestrospueblos casi constitucionalmente’’.31 Ycon ello, sentencia Paz definitivo, ‘‘[…]el daño moral ha sido incalculable y al-canza a zonas muy profundas de nuestroser. Nos movemos en la mentira con na-turalidad’’.32

La denuncia de Siegfried y las refle-xiones de Paz nos ayudan a entenderla génesis de la enorme distancia entreel discurso constitucional y la realidadsocial y política que ha marcado la his-toria moderna de los países latinoame-ricanos. Los teóricos del derecho y loslíderes políticos entendieron desde muytemprano que el constitucionalismo eraun proyecto político orientado hacia lalimitación del poder y, cuando veníaacompañado del ingrediente democrático,hacia la distribución del mismo. Y resca-taron ambos ideales de las tierras que losvieron nacer, pero nunca se preocuparonpor analizar el terreno en el que serían cul-tivados ni mucho menos en estudiar las

28 Samuel Ramos, El perfil del hombre y la culturaen México, UNAM, México, 1934.

29 A. Siegfried, Amerique Latine, citado en ibíd.,p. 61.

30 Octavio Paz, El laberinto de la soledad, Fondo deCultura Económica, México, 1959, p. 96.

31 Ídem.32 Ídem.

Page 39: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

39

condiciones que harían posible su puestaen práctica. Más bien lo contrario, busca-ron la forma de mantener el desordendetrás de la fachada.

La Constitución se convirtió en unabandera legitimante, en instrumento retó-rico del discurso oficial y no maduró comoun verdadero proyecto político hacia el fu-turo. Triste paradoja: el Estado social ydemocrático de derecho se quedó en elpapel, legalizando y legitimando a los po-derosos, y condenando a la realidad a unestado que Guillermo O’Donell no hadudado en bautizar como el UnRule ofLaw latinoamericano. Resurge confuerza la mentira denunciada por OctavioPaz. México, como gran parte de lasnaciones latinoamericanas, diseñó susinstituciones para ocultar la realidad, nopara transformarla. Al menos no duranteun largo y oscuro periodo.

Valgan estas reflexiones para subrayarun dato: el estado de derecho, para serreal y efectivo, debe implantarse en insti-tuciones capaces de promover y protegera los derechos fundamentales individua-les que le otorgan identidad y sentido. EnMéxico y en el resto de Latinoamérica lasconstituciones liberales y democráticas(cuando no fueron abiertamente deroga-das) tuvieron una vigencia desconectaday alejada de la realidad que supuestamen-te ‘‘constituyeron’’ y que idealmente

transformarían. La práctica de cambiar lasleyes para dejar intacta a la realidad, unaespecie de ‘‘gatopardismo’’ jurídico, sefue implantando en la cultura política denuestras sociedades y descansa detrásde esa respuesta contradictoria –sí y no–que corresponde a la pregunta: ¿existe unestado de derecho en México?

Esa ambigüedad ha calado en la cultu-ra nacional. Según la encuesta Culturade la Constitución en México elaboradapor el Instituto de Investigaciones Jurídi-cas de la Universidad Nacional Autónomade México, la mayoría de los mexicanosentrevistados asocia la palabra ‘‘constitu-ción’’ simplemente con un conjunto de‘‘normas, reglas y leyes’’. En segundo lu-gar, se piensa que la constitución es, deforma llana, ‘‘lo que rige al país’’. La ter-cera idea asociada nos dice que la consti-tución es un ‘‘órgano máximo’’. Y sólo encuarto lugar los mexicanos asocian la pa-labra constitución con su significado pri-migenio y fundamental: ‘‘derechos’’.33

Podemos afirmar que, más allá de lo quelas normas establezcan, mientras las per-

33 Hugo Concha, et al., Cultura de la Constituciónen México, UNAM, TEPJF, COFEMER, México, 2004,p. 47. No es baladí recordar que desde el artículo16 de la Declaración de los Derechos del Hombrey del Ciudadano de 1789, el significado de la Cons-titución tiene que ver con dos elementos impres-cindibles: los derechos humanos y la separación depoderes (que sirve para proteger a los primeros).

Page 40: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

40

sonas no conozcan sus derechos funda-mentales –no se supere la incultura de lalegalidad– y no rijan su convivencia coti-diana con base en los mismos, no pode-mos hablar de la plena vigencia del estadode derecho en México y de la cultura dela legalidad que debe acompañarlo.

UN TERCER LUGAR COMÚN: ‘‘LOS MEXI-CANOS NO CUMPLEN CON LA LEY’’

Los párrafos anteriores abren las puertaspara el análisis de este lugar común y pa-recen confirmar la siguiente reflexión deHéctor Aguilar Camín, rescatada por losautores del estudio Cultura de la Cons-titución en México al que se ha hechoreferencia:

En materia de cultura de la legalidad, sigue vigen-

te entre nosotros la vieja tradición mexicana de

negociar políticamente la ley, esta larga tra-

dición negociadora del sistema corporativo

y clientelar ha permeado profundamente en la

sociedad mexicana.34

A pesar de lo sugerente de la opiniónde Aguilar Camín y de los datos que mu-chas encuestas recientes ofrecen para

sustentarla,35 sería un error aceptar el lu-gar común en toda su aparente contun-dencia. Si los mexicanos no cumplieran laley en absoluto vivirían en la anarquía, enuna especie de estado de naturaleza comoel que imaginó Hobbes y que sirvió depunto de partida para el pensamientocontractualista. Entre el México actual ypaíses como Haití, Ruanda o Irak existeuna gran diferencia. No es casual que di-versos teóricos contemporáneos de la po-lítica y del derecho, como ya hemos seña-lado, identifiquen a las constituciones comola expresión del pacto social que originaal Estado. No pretendo desviarme explo-rando esta veta teórica, solamente quierosubrayar que la prueba de que existe uncierto grado, suficientemente aceptable, de

34 Héctor Aguilar Camín, ‘‘El México vulnerable. Unrecuento de las zonas vulnerables de México a lahora del cambio’’, en Nexos, México, marzo de1999, pp. 35-39, citado en ibíd., p. 21.

35 En los años recientes se han realizado múltiples ymuy interesantes estudios de opinión que indagansobre la cultura de la legalidad en México y enLatinoamérica. Sería interesante recuperar algunosde los datos que dichos estudios arrojan pero, paraevitar que este trabajo quede atado a la tempora-lidad que inevitablemente acota el alcance de losestudios de opinión, prefiero limitarme a indicaral lector algunas indicaciones bibliográficas: ‘‘Lademocracia y la economía. Latinobarómetro (infor-me-resumen)’’, en: www.latinobarometro.org;Encuesta Nacional sobre Cultura Política y PrácticasCiudadanas, SEGOB, ENCUP 2001, enwww.gobernación.gob.mx; ‘‘La democracia enAmérica Latina. Hacia una democracia de ciudada-nas y ciudadanos’’, elaborado por el Programa delas Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 2004;Julia Flores y Yolanda Meyenberg, coords., Ciuda-danos y cultura de la democracia. Reglas, institu-ciones y valores de la democracia, IIS-UNAM, IFE,México, 2000.

Page 41: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

41

cumplimiento de la ley está en la relativaestabilidad que caracteriza a nuestro país.Reconozco que esta reflexión general debematizarse porque en el pasado inmediatoy aun en el presente hemos vivido acon-tecimientos más o menos relevantes, máso menos generalizados, de riesgos de ines-tabilidad: piénsese, sólo por citar algunosejemplos, en la toma del recinto legislati-vo por parte de personas a caballo, en losdesfiles de personas armadas por las prin-cipales avenidas de la ciudad capital, enel bloqueo de oficinas públicas y víasgenerales de comunicación, en el secues-tro de funcionarios, en los linchamientosde presuntos delincuentes (e, incluso, dealgunos policías) y en la aparición de gru-pos armados a los que casi nos hemosacostumbrado.36

Sin embargo, a pesar de éstos y otrosepisodios alarmantes de la historia reciente,es posible afirmar que en términos ge-

nerales el país vive en condiciones deestabilidad. Lo que significa que, en tér-minos también generales, los mexicanosorientan su actuación observando las le-yes fundamentales del país. También enla actualidad inmediata encontramos ejem-plos en los que la ruta de la legalidad haservido para resolver conflictos sensiblesy delicados. Un caso elocuente es el pro-cesamiento que se ha dado a la llamada‘‘guerra sucia’’ de los años sesenta y se-tenta en el país. Más allá de la opiniónque nos merezca la ruta institucional ele-gida por el gobierno y de los resultadospoco satisfactorios que al final se obtu-vieron, nadie puede negar que se optó porla vía jurídica para enfrentar esa triste his-toria de nuestro pasado. Lo mismo valepara conflictos electorales caracterizadospor un altísimo grado de tensión políticay social. Leyes e instituciones han servi-do de asidero para lidiar con conflictosque, de otra forma, bien pudieron poneren jaque a la estabilidad del país.

Fernando Escalante, autor de otro librofundamental para entender la formacióndel México moderno,37 ha reflexionadosobre las falacias que encierra el lugarcomún que ahora nos ocupa. Escalanteadvierte que los mexicanos sí cumplimos

36 Diego Valadés, en las ‘‘Consideraciones prelimi-nares’’ al estudio sobre la Cultura de la Constitu-ción en México hace una interesante reflexiónsobre estos acontecimientos: ‘‘Si trasladamos (es-tos) episodios a otro contexto, e imaginamos quépasaría si el Capitolio de Washington fuera inva-dido por un grupo de jinetes, o si un grupo dejinetes armados desfilara por los Campos Elíseos,o si personas enmascaradas hablaran en el Parla-mento británico, o si el alcalde de Berlín descono-ciera las sentencias del Tribunal Constitucional,no se dudaría en afirmar que en cualquiera de esospaíses se estaría viviendo una crisis institucional’’.Hugo Concha, et al., op. cit., p. XIV.

37 Cfr. Fernando Escalante, Ciudadanos imagina-rios, El Colegio de México, México, 1993. Enparticular, pp. 189 y siguientes.

Page 42: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

42

con la ley (o mejor dicho, con muchas le-yes) en ejemplos quizás evidentes, perono por ello menos significativos:cotidianamente utilizamos el papel mone-da para realizar toda clase de transaccio-nes, respetamos los horarios de los servi-cios públicos, observamos principiosconstitucionales como la no reelección,etc.38 Tiene razón. La idea de que ‘‘losmexicanos no cumplen la ley’’ debeacotarse para evitar que se convierta enuna profecía que se autorrealiza. Aunqueexista la impresión de que los mexicanostienden a incumplir las normas, la realidadnos indica que hemos logrado implantarun nivel mínimo aceptable de respeto de(una parte de) la normatividad vigente.Esta realidad es el horizonte hacia el quedebemos apostar para consolidar una cul-tura de la legalidad democrática en Méxi-co y no hacia un lugar común que,reforzándose en la apariencia, puede con-vertirse en realidad.

UN CUARTO LUGAR COMÚN: ‘‘LOSMEXICANOS SON CORRUPTOS POR NA-TURALEZA’’

‘‘El que no transa no avanza’’, ‘‘un políti-co pobre es un pobre político’’, ‘‘la polí-tica es para enriquecerse’’, ‘‘no hay peorerror que vivir fuera del presupuesto’’, ‘‘nohay general que resista un cañonazo decincuenta mil pesos’’, ‘‘este es el añode Hidalgo (sexto año de gobierno),que chingue su madre el que deje algo’’,‘‘más vale bolsa saca que bolsa seca’’ yun largo etcétera de refranes, consejasy ocurrencias populares dan cuenta de lasdistorsiones que con el tiempo han venidocontaminando las relaciones de los mexi-canos con sus gobernantes, con las leyesy con la ‘‘cosa pública’’. En su libro sobreel tema, Corrupción y política en el Mé-xico contemporáneo, Stephen D. Morrisnos advierte que la ‘‘[…] omnipresenciade la corrupción en México no es un fe-nómeno reciente’’.39

El propio Morris recuerda que EricWolf documentó la difundida corrupciónque caracterizó al México colonial; LucasAlamán denunció los privilegios de losmilitares durante el siglo XIX y Alan Knighty Paul J. Vanderwood destacaron la di-fundida práctica de convertir a los ladro-

38 Cito de memoria algunas reflexiones expuestas porFernando Escalante en una conferencia impartidaen la Facultad Latinoamericana de Ciencias Socia-les en el marco de la Especialidad en Cultura de laLegalidad organizada por dicha institución, porla Secretaría de Educación Pública y por el Institu-to Federal Electoral durante 2004 y parte de 2005.

39 Stephen Morris, Corrupción y política en el Méxi-co contemporáneo, Siglo XXI Editores, México,1992, p. 14.

Page 43: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

43

nes en policías durante los periodos queantecedieron y siguieron a la RevoluciónMexicana.40 Morris también recuerda losescándalos de corrupción que caracteri-zaron los primeros años de industria-lización del país y, a lo largo de su libro,documenta el crecimiento del cáncer de lacorrupción durante las décadas que siguie-ron a la Revolución. Un cáncer que fuecreando una ‘‘cultura de la corrupción’’que ha sido cuna de desconfianza y cinis-mo hacia los funcionarios públicosy la función pública en general.41 Perola corrupción no es un fenómeno exclusi-vamente mexicano ni se trata de un malcongénito de un régimen político en par-ticular. Es larga la lista de escándalosrecientes que demuestran la amplitud dela mancha gris de los actos corruptos: des-de el escándalo del ex canciller Kohl enAlemania hasta el caso ENRON en los Es-tados Unidos o el escándalo de Parmalaten Italia, pasando por los sobornos que re-partía Montesinos, el brazo fuerte deFujimori, a los senadores en el Perú pocoantes de la caída de ese funesto régimen,los sobornos cobrados por algunos sena-dores argentinos a cambio de su voto enla aprobación de la reforma a la ley labo-ral, los múltiples casos de corrupción quehan caracterizado a la ‘‘transición’’ rusa

o el otro escandaloso caso italiano, cono-cido como mani pulite, que sigue empa-ñando el ambiente político de ese país.42

Tampoco se trata de una práctica cir-cunscrita a ciertos sectores sociales: porejemplo, en México, como bien sabemos,la ‘‘mordida’’ es una práctica difundidaentre los más pobres y entre los más ri-cos.43 Soborno y extorsión son males queinvolucran a funcionarios y ciudadanos detodos los niveles y (al menos casi) en to-das partes.44 Pero hay sistemas políticosque encumbran la corrupción como engra-naje fundamental de su funcionamiento.Ese fue el caso de la maquinaria insti-tucional mexicana durante muchos años.45

La personalización de la política y lasimulación en el lenguaje que caracteri-zaron a muchos gobiernos posrevoluciona-rios constituyen un ejemplo de corrupcióninstitucionalizada difícilmente superable.

40 Cfr. ibídem. En este mismo sentido y para el sigloXIX es digno de mención el libro de F. Escalante, yacitado, Ciudadanos imaginarios, pp. 241-257.

41 Stephen Morris, op. cit., p. 36.

42 Sobre algunos de estos casos se recomienda PedroSalazar, coord., El poder de la transparencia. Seisderrotas a la opacidad, IFAI-IIJ, México, 2005.

43 Sobre la ‘‘institución’’ de la mordida, cfr. KarinaAnsolabehere, ‘‘La mordida’’, caso de estudio parael primer módulo de la Especialidad en Cultura dela Legalidad, IFE, SEP, FLACSO, México, 2004.

44 Sobre los conceptos de corrupción, soborno y ex-torsión y sobre la dimensión mundial y multi-sistémica de los mismos, cfr. Miguel Carbonell yRodolfo Vázquez, Poder, derecho y corrupción,IFE, ITAM, Siglo XXI, México, 2003.

45 Creo que lo mismo podríamos decir del sistemapolítico italiano durante las décadas que siguierona la Segunda Guerra Mundial. De hecho, el ex go-bernante Silvio Berlusconi representa la peor carade los escándalos de corrupción de su país.

Page 44: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

44

Como bien lo advertía Morris:

[…] la corrupción en México emana de un des-

equilibrio estructural de las fuerzas estatales y

sociales, que de hecho confiere al Estado mexi-

cano y a sus representantes un virtual monopo-

lio de las oportunidades de riqueza y movilidad.

Esa asimetría estructural fomenta un peculiar

patrón de conducta corrupta caracterizado por

una extorsión generalizada.46

Al describir el funcionamiento delsistema político mexicano durante lasdécadas pasadas, el mismo Morris subra-ya cómo la rotación, la falta de seguridaden el empleo, el deficiente funcionamien-to del sistema de jubilaciones, la persona-lización de la política y el diseño jerárquicodel sistema durante el régimen de partidohegemónico determinaron que ‘‘[…] laúnica manera de sobrevivir políticamente[consistiera] en acatar las reglas del sis-tema y disfrutar los beneficios del cargopúblico’’.47 Beneficios, no sobra decirlo,ilegítimos e ilegales que además servíancomo cemento para afianzar la lealtad yla dependencia hacia los superiores jerár-quicos, creando un sentimiento de legiti-mación recíproco que ayudaba a evitar

el conflicto entre la élite.48 De esta formala corrupción se afianzó como ingredien-te del sistema que sólo era perseguidocuando algún político caía en desgraciao cuando los dueños de la maquinaria de-cidían castigar a algún desertor o a algúnenemigo político. O al menos eso denun-ciaban los acusados.

Pero no debemos perder de vista undato fundamental: para la existencia defuncionarios corruptos deben existir ciu-dadanos corruptores. Por ello, la corrup-ción, una práctica que no pocas veces seconsideró virtud, abrazó a los medios de co-municación, a las empresas, a los sindicatos,a muchos políticos de oposición, a más deun académico y, ciertamente, a los ciuda-danos de a pie. Además, funcionaba comoun excelente mecanismo de cooptación po-lítica que, entre otras cosas, desincentivabala organización y la movilización ciuda-danas. Así las cosas, una vez institu-cionalizada, la corrupción se convirtió enun motor para el sistema, un salvavidaspara la clase política y un combustible parala cultura nacional. Según Morris, la ‘‘cul-tura mexicana de la corrupción’’ queretroalimenta a la realidad corrupta y

46 Stephen Morris, op. cit., p. 63.47 Ibíd , p. 66. Debo mencionar que Fernando

Escalante da cuenta de esta misma tendencia a lolargo del siglo XIX, en Ciudadanos imaginarios,op. cit., pp. 251-257.

48 Cfr. ibíd. Con las palabras de Morris (quien cita aPurcell y a Knight al respecto): ‘‘El uso de la corrup-ción para integrar una élite y estabilizar el sistema‘comprando’ apoyo resultó decisivo en el desarrollohistórico del estable régimen mexicano’’, StephenMorris, op. cit., p. 89.

Page 45: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

45

termina por justificarla, decretando suarraigo nacional,

[…] se caracteriza por la proliferación de la co-

rrupción en la vida civil, por la glorificación

cultural de la corrupción en ciertos sectores de la

población, por el surgimiento de una morali-

dad distorsionada en la clase media, por la des-

viación de la responsabilidad individual y por la

difusión de la desconfianza y del cinismo hacia el

gobierno y los funcionarios públicos.49

Subrayo dos datos de la cita que nosofrecen coordenadas nuevas para retomarel discurso: a) en México el corrupto nosolamente ha sido tolerado, sino que confrecuencia ha sido glorificado, y b) lacorrupción aniquila el sentimiento de res-ponsabilidad individual. En un contexto enel que (al menos en apariencia) todosroban, el que no lo hace destaca por suimbecilidad y los que sí lo hacen diluyensu acción en el actuar colectivo: ¿por quéno he de aprovecharme si todos los de-más se aprovechan? Además, corre comopólvora la tranquilizante idea de que abs-tenerse del robo individual de nada sirvepara frenar el atraco generalizado. Nadieduda que existan leyes en la materia yque la corrupción sea un acto jurídicamen-te sancionado, pero todos calculan loscostos que pagaría aquel que ‘‘arroje laprimera piedra’’. Es así como se fue

gestando una ‘‘cultura de la corrupción’’,reflejo de una verdadera cultura de lailegalidad, durante largos años: tú robas,yo robo, todos robamos.

Pero no perdamos de vista que el siste-ma político mexicano ha cambiado sus-tantivamente en los últimos años. Nadiepuede negar la transformación democra-tizadora de las últimas décadas: hoy endía todos los partidos políticos compitenen condiciones equitativas para ganarel voto popular en contiendas limpias ytransparentes. A pesar de las múltiplesinterpretaciones que se han dado a nuestratransición hacia la democracia, no es po-sible negar los datos duros que la realidadofrece: alternancia en todos los niveles degobierno, pluralidad política expresada enpartidos políticos competitivos, autorida-des electorales confiables, limitacionesrecíprocas entre los diferentes poderes(Ejecutivo, Legislativo y Judicial), libertadde expresión como ejercicio permanente,etc.50 Sin duda falta mucho por hacer paraconsolidar la vida política democrática delpaís (sobre todo en términos de lo que sesuele llamar ‘‘gobernanza’’), pero los cam-bios están ahí ante los ojos incluso de quie-nes se niegan a reconocerlos.

49 Ibíd., p. 94.

50 Cfr. Ricardo Becerra, et al., La mecánica del cam-bio político en México. Elecciones, partidos y re-formas, Cal y Arena, 3ª. Ed., México, 2005.

Page 46: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

46

De esta forma, poco a poco y despuésde un largo proceso de reformas, la reali-dad nacional se ha venido acercando alproyecto constitucional. Negarlo seríamiope. Si a esto le sumamos una mayorindependencia judicial que, aunque to-davía con enormes rezagos, crece día condía y una sociedad civil mucho más or-ganizada y actuante que en el pasadoreciente (la teoría indica que las organiza-ciones sociales contribuyen a inhibir lacorrupción), tenemos que muchos de losrasgos estructurales que en el análisis deMorris explicaban la corrupción tiendena ser superados. Todavía es muy prontopara hacer un balance del impacto cultu-ral que ha tenido y tendrá esta profundatransformación institucional (que ha im-plicado una enorme mutación política),pero podemos suponer que el nuevo fun-cionamiento del sistema (con los cambiosque ha implicado en su diseño) modificarálos patrones de la corrupción. La sola crea-ción de instituciones ‘‘de transparencia’’,como el Instituto Federal de Acceso a laInformación Pública, apuntan en esa di-rección virtuosa. El propio Morris, al ana-lizar las crisis económicas de los añosochenta y la paulatina apertura del siste-ma político de esos años, advertía unaposible ‘‘crisis de la corrupción’’.51 Unacrisis anunciada por el debilitamiento delEstado como factor de cooptación, terre-

no privilegiado para los acuerdos intraélitey factor de movilidad social, por la com-petencia política y la alternancia en elpoder, por la pluralidad expresada en lasinstituciones de representación, por latransformación del modelo de desarrolloeconómico, etc. Hoy sabemos que todosestos aspectos se han venido materializan-do. Pero, ¿podemos decretar que tambiénnuestra cultura, al menos en esta materia,está cambiando? Dejo abierta la preguntapara el lector.

Recapitulando. Los mexicanos no soncorruptos por naturaleza, pero durantemuchas décadas la corrupción se fue con-virtiendo en un ingrediente institucio-nalizado basilar para el funcionamientodel sistema político mexicano. De estaforma el fenómeno de la corrupción se fueinstalando en la cultura política nacionaldando lugar a una verdadera cultura de lacorrupción en México. Mundialmentefamosa, por si fuera poco. Los cambiosrecientes a nuestro sistema político, quepermiten hablar de una transición hacia lademocracia en el país y de un mayor acer-camiento entre la realidad y el proyectoconstitucional, sientan las bases para po-ner en marcha mecanismos institucionalesque disminuyan los índices de corrupción.Ciertamente la corrupción es un fenóme-no complejo que no saldrá totalmentepor la ventana ahora que ha entrado lademocracia por la puerta grande (los

51 Stephen Morris, op. cit., pp. 153-163.

Page 47: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

47

escándalos en las democracias consoli-dadas son el mejor recordatorio de la per-sistencia de este mal inevitable), peroenfrentamos una coyuntura inédita paraavanzar en el frente de la transformacióncultural. Convencernos a nosotros mis-mos y convencer a los demás de que aho-ra, con las nuevas reglas y por el bien detodos, ‘‘el que transa no debe avanzar’’,es el primer paso para evitar que loscorruptos y la cultura de la corrupción si-gan avanzando.

QUINTO LUGAR COMÚN: ‘‘LOS MEXICA-NOS NO SON IGUALES ANTE LA LEY’’

Este triste lugar común, confirmado porla realidad, es la negación de ilustres idea-les: ‘‘nadie por encima de la ley’’, ‘‘la leyes la misma para todos’’, ‘‘la ley nodistingue entre las personas’’. Frases he-chas que son la negación de este lugarcomún que, en positivo, evocan uno delos ideales liberales y democráticos másvaliosos: todo individuo, por el solo hechode serlo, deberá obtener el mismo tratoque los demás. Al menos formalmente.¿Qué quiere decir esto? Simple: que reci-biremos el mismo trato de las autorida-des, que éstas actuarán de manera im-parcial en los conflictos entre individuos yque podremos prever las consecuenciasjurídicas de nuestros actos en igualdadde condiciones.

Esta igualdad jurídica también pro-mueve una especie de igualdad sustantiva:aquella que nos dice que todos somosiguales en derechos fundamentales yque el Estado debe garantizar que losderechos de todos sean debidamentesatisfechos. En teoría esto vale paralos derechos de libertad (medalla delpensamiento liberal), para los derechospolíticos (conquista del pensamiento de-mocrático) y para los derechos sociales(bandera del pensamiento socialista). Re-gresamos a nuestro punto de partida: elEstado (social y democrático) de derechopromueve la igualdad en derechos detodas las personas. Pero en México,durante años y aunque las cosas hancomenzado a cambiar, ese ideal transfor-mador no ha dejado de ser una proclamaenunciada elocuentemente en la Consti-tución. De ahí el tino del lugar común.Formalmente somos iguales ante la ley,pero en la práctica recibimos un trato di-ferenciado.52 La mentira que denunciaOctavio Paz regresa con angustianteactualidad. Sabemos que nuestra Consti-tución recogió los principios más nobles

52 Nuevamente quizás el único frente en el que estelugar común ha sido considerablemente revertido,es el que se refiere a los derechos políticos: en lamedida en la que se ha logrado la limpieza electo-ral, los votos de los mexicanos han comenzado atener un peso igual: ‘‘cada cabeza un voto y todoslos votos valen lo mismo’’.

Page 48: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

48

que habían quedado plasmados en las cons-tituciones americana de 1787 (sobre todoen algunas de sus enmiendas, particular-mente en el Bill of Rights de 1791), laDeclaración de los Derechos del Hombrey del Ciudadano de 1789, la Constituciónfrancesa de 1793 y la Constitución espa-ñola de 1812. Pero también sabemos quenuestra realidad política y social apenaspuede compararse, en aquel entonces yen el presente, con las realidades de di-chos países. Aquí retoma sentido nuestradistinción entre cultura (y práctica) jurídi-ca y cultura de la legalidad.

La desigualdad en los hechos y ante elderecho entre las personas es una dife-rencia devastadora. Como advirtió SamuelRamos, nuestra vida nacional se desdoblaen dos planos separados, ‘‘uno real y elotro ficticio’’, y cuando la ‘‘[…] vida sedesenvuelve en dos sentidos distintos, poruno la ley y por el otro la realidad, estaúltima siempre será ilegal’’.53 El propioRamos rescata para nosotros esta elo-cuente frase de García Calderón que nospermite cerrar la idea:

El desarrollo de las democracias iberoamericanas

difiere considerablemente del admirable espíritu

de sus cartas políticas. Éstas contienen todos los

principios de gobiernos aplicados por las grandes

naciones europeas, armonía de poderes, derechos

naturales, sufragio universal, asambleas repre-

sentativas; pero la realidad contradice el idealis-

mo de estos estatutos importados de Europa.54

En síntesis, la igualdad ante la ley esuna justa y valiosa proclama constitucio-nalizada que no ha terminado de instalar-se en la realidad mexicana. Ni siquieraahora que podemos presumir un clima delibertades civiles y políticas sin preceden-te en nuestra historia. La realidad indicaque detrás de la igualdad jurídica descan-sa una indignante y apremiante desigual-dad económica que nos recuerda quenuestros rezagos siguen siendo estructu-rales. Desigualdad, esta última, que traeaparejadas divergencias alimenticias, edu-cativas, de salud, de oportunidades, etc.Parecería que, en una triste paradoja,al quedar plasmada en la Constitución,la igualdad abstracta quedó como la únicaigualdad posible. Paz lo había denunciadocon su particular agudeza: ‘‘[…] alfundar a México sobre una noción gene-ral del Hombre y no sobre la situación realde los habitantes de nuestro territorio, se53 Samuel Ramos, El perfil del hombre y la cultura

en México, op. cit., p. 31. El propio Paz denuncia-ba que casi todos los forjadores del México inde-pendiente pensaban, ‘‘con un optimismo hereda-do de la Enciclopedia, que basta con decretar nuevasleyes para que la realidad se transforme’’. OctavioPaz, El laberinto de la soledad, op. cit., p. 97.

54 F. García Calderón, Les Democraties Latinesdel’Amerique, p. 341. Citado en Samuel Ramos,op. cit.

Page 49: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

49

sacrificaba la realidad a las palabras yse entregaba a los hombres de carne ala voracidad de los más fuertes’’.55 Alos más fuertes que siguen estando ahídisfrutando sus privilegios. Y esto, inevita-blemente, pesa sobre la conformación dela cultura. De unos, de otros y de losde en medio.

Me atrevo a contar una anécdota realque testimonié hace unos diez años enla casa de campo de la familia de unempresario que también ha tenido unadestacada trayectoria política y que, meparece, ilustra cómo se consolida unacultura de la desigualdad entre desigualesde facto. En aquella ocasión compartíanla mesa empresarios y políticos de rele-vancia nacional con sus respectivas fami-lias. A media tarde, cuando los adultosse disponían a beber un digestivo y adisparar al blanco con escopeta, la pru-dencia sugirió alejar a los menores: ungrupo de pequeños y pequeñas que gusto-samente aceptaron ir a dar la vuelta enuna carreta jalada por un caballo que, asu vez, sería tirado por otros pequeñoscuyas familias no pertenecían al selectogrupo. Los hijos de los trabajadores tra-bajaban para los hijos de los patronescomo tiradores de caballo. Niños y niñas,en ambos lados de la carreta, que estaban

aprendiendo que en este país no todos soniguales. Unos van arriba y otros van aba-jo. La discriminación y el recelo hacia los‘‘otros’’, los ‘‘distintos’’ se incuba en esaspostales de domingo. Sobra mencionar queninguno de los adultos pareció extrañar-se. Unos se preparan para gobernar, losotros siguen ensillando sus caballos: todauna cultura de la desigualdad.

Como se ha insistido en la primeraparte de este documento, cuando habla-mos de la (cultura de la) legalidad, que enun Estado de derecho significa hablar delos derechos fundamentales (de libertad,políticos y sociales), iguales para todos,estas anécdotas no son banales. El tratodesigual y discriminatorio forma parte deuna cultura que nada tiene que ver conlos Estados sociales y democráticos dederecho. Constituyen su negación abso-luta. De hecho, estas reflexiones anterio-res me obligan a plantear una preguntapara la que no tengo una respuesta satis-factoria: si no existe una igualdad de factoante la ley, mucho menos una igualdad enderechos (en el acceso a la garantía delos mismos) y en la manera de relacionar-nos entre nosotros: ¿es posible, resultasensato, indagar cuál es la cultura dela legalidad en México? En otras palabras,ante tantas desigualdades, ¿existe algocomo una cultura de la legalidad compar-tida por todos los mexicanos? Ya loadelantaba: no tengo la respuesta. Sin

55 Octavio Paz, op. cit., p. 100.

Page 50: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

50

embargo, estoy convencido de que lasculturas pueden transformarse y/o cons-truirse, aunque lo hagan paulatinamente,y que el principio de igualdad es un buenfaro hacia el que debemos orientar nues-tro replanteamiento cultural. Al menospor lo que hace a la cultura de la legalidaddemocrática.

UNA REFLEXIÓN FINAL, PERO NO CON-CLUYENTE

Nuestra historia política y nuestra reali-dad social brindan ciertas claves para de-linear algunos rasgos de la cultura dela legalidad en México. Atando caboses posible entrever en la ambigüedad unposible hilo conductor: México, desde1917, ha sido un Estado social y demo-crático de derecho en el que el Estadoha pasado desde un autoritarismo quenegó el rasgo democrático, descuidó elcarácter social y muchas veces pisoteólas garantías que supone el apelativo ‘‘dederecho’’, hacia una democracia que noha sido capaz de enfrentar el rezagosocial y que busca dar vigor a su natura-leza ‘‘de derecho’’, pero sin la legitimidadsuficiente para utilizar la fuerza del ‘‘Es-tado’’ (o lo que le queda de ella). Nuestracultura ha quedado atrapada en esa am-bigüedad. En medio de tanta complejidades difícil encontrar el nudo gordiano queatrapa nuestra (in)cultura de la (i)legalidad

y, mientras no lo encontremos, será im-posible cortarlo. Mi hipótesis es que elcombate contra la desigualdad en todossus niveles puede ser la clave para recom-poner nuestras relaciones con las auto-ridades, con los otros y con las leyes.Una cultura de la legalidad democráticaes una cultura de la igualdad en derechosque sólo florece cuando una base de igual-dades materiales, educativas, etc., le dansustento. Transformar la cultura de la des-igualdad, de la corrupción y del miedo enuna cultura de la legalidad democráticaes una tarea titánica que sólo será reali-zable si superamos la ambigüedad queexiste entre lo que dicta el discurso y loque muestran los hechos.

Mientras nuestra sociedad sea el reinode la desigualdad (económica, social, defacto jurídica) seguirá siendo cuna de laviolencia, civil o política, privada o estataly de los discursos que reclaman una ‘‘cul-tura de la legalidad a secas’’. En cambio,la cultura de la legalidad que imagino, laque exige un Estado democrático de de-recho, tiene más que ver con la solidari-dad, la corresponsabilidad, el sentido delo público, la tolerancia y el contacto in-terpersonal que con el uso de la fuerzapública, la fortificación de lo privado, elaislamiento interpersonal, la envidia y ladesconfianza. Ciertamente el Estado tie-ne la obligación de garantizar la pazsocial, los derechos patrimoniales de las

Page 51: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

51

personas y, sobre todo, sus derechos fun-damentales a la integridad física y a lavida. Pero el camino para hacerlo no esrestringiendo libertades y exigiendo uncumplimiento ciego de las normas. Todolo contrario: la única manera de protegerlos derechos de unos cuantos es garanti-zar los derechos de todos y eso se logracuando existe una conciencia compartidade los principios que dan sustento ala democracia constitucional. Empezando

por el mínimo de derechos sociales quepermitan tener una vida digna, como miem-bros activos de su sociedad, a las nuevasgeneraciones de los que nada tienen. Unacultura afianzada en estos principios es laúnica compatible con un Estado social ydemocrático de derecho. Una cultura dela corresponsabilidad social y del respetomutuo entre personas que se reconocencomo iguales.

Page 52: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad
Page 53: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

53

Aguilar Camín, Héctor, ‘‘El México vulnerable. Un recuento de las zonas vulnerables deMéxico a la hora del cambio’’, en Nexos, México, marzo de 1999.

Almond, Gabriel y Sidney Verba, La cultura cívica. Estudio sobre la participaciónpolítica democrática en cinco naciones, Fundación Fomento de Estudios Socialesy de Sociología Aplicada, Madrid, 1970.

––––––, The Civic Culture Revisited, Little Brown and Company, Boston, 1980.

Ansolabehere, Karina, ‘‘La mordida’’, caso de estudio para el primer módulo de la Espe-cialidad en Cultura de la Legalidad, IFE, SEP, FLACSO, México, 2004.

Bargsted, M., ‘‘Situación de la democracia en México y América Latina en 2003’’, en‘‘Conociendo a los Ciudadanos Mexicanos 2003’’, en Este País, núm. 152, México,noviembre de 2003.

Becerra Ricardo, et al., La mecánica del cambio político en México. Elecciones,partidos y reformas, Cal y Arena, México, 2000.

Bobbio, Norberto, Teoria Generale della Politica, Einaudi, Torino, 1999.

Bovero, Michelangelo, Contro il Governo dei Peggiori. Una Grammatica dellaDemocrazia, Laterza, Roma-Bari, 2000.

Carbonell, Miguel y Rodolfo Vázquez, Poder, derecho y corrupción, IFE, ITAM, SigloXXI, México, 2003.

Concha, Hugo, et al., Cultura de la Constitución en México, UNAM, TEPJF, COFEMER,México, 2004.

Bibliografía

Page 54: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

54

Díaz, E., Estado de derecho y sociedad democrática, Taurus, Madrid, 1998.

Durand Ponce, V., Ciudadanía y cultura política. México 1993-2001, Siglo XXI,México, 2004.

Escalante, Fernando, Ciudadanos imaginarios, El Colegio de México, México, 1993.

Ferrajoli, Luigi, La Cultura Giuridica nell’Italia del Novecento, Laterza, Roma-Bari,1999.

González Casanova, Pablo y Enrique Florescano, coords., México, hoy, Siglo XXI,México, 1985.

Guerrero, R., ‘‘Violencia en las Américas, una amenaza a la integración social’’, CEPAL,LC/R. 1795, marzo de 1998.

Häberle, Peter, Teoría de la Constitución como ciencia de la cultura, Tecnos,Madrid, 2000.

Harrison, Lawrence, Underdevelopment is a State of Mind: The Latin American Case,Center for International Affairs, Harvard University and University Press of America(Lanham, Md.,), 1985.

Hopenhayn, Martín, ‘‘El fantasma de la violencia en América Latina’’, en página electró-nica de la Fundación Chile 21, junio de 2004.

Huntington, Samuel, ‘‘The Hispanic Challenge’’, en Foreing Policy, marzo/abril de 2004.

–––––y L. Harrison, La cultura es lo que importa, Planeta, Argentina, 2000.

Inglehart, Ronald, The Silent Revolution: Changing Values and Political Styles among

Western Publics, Princeton University Press, Princeton, N. J., 1990.

–––––, ‘‘The Renaissance of Political Culture’’, en American Political Science Review,vol. 4, diciembre de 1998.

Page 55: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

55

Iturriaga, J., La estructura social y cultural de México, Secretaría de Educación Públi-ca, México, 1987.

Kelsen, Hans, General Theory of Law and State, Harvard University Press, Cambridge,1945.

–––––, ¿Qué es el positivismo jurídico?, Fontamara, México, 1997.

Kenneth, T. J., México bárbaro, B. Costa-AMIC editor, México, 1974.

Knight Alan, The Mexican Revolution, vol. 2, Counter-Revolution and Reconstruction,Cambridge University Press, Nueva York, 1986.

Laveaga, Gerardo, La cultura de la legalidad, IIJ-UNAM, México, 1999.

Martínez Báez, A., ‘‘El derecho constitucional’’, en México y la cultura, Secretaría deEducación Pública, México, 1961.

Morris, Stephen, Corrupción y política en el México contemporáneo, Siglo XXI, Méxi-co, 1992.

Paz, Octavio, El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica, México, 1959.

Peschard, Jacqueline, La cultura política democrática, Cuadernos de Divulgación de laCultura Democrática, núm. 2, Instituto Federal Electoral, México, 1996.

Purcell, S. y J. Purcell, ‘‘The Nature of the Mexican State’’, Wilson Center WorkinPapers, núm. 1, Wilson Center, Washington, 1977.

Rabasa, Emilio, La Constitución y la dictadura, Porrúa, México, 1912.

Ramos, Samuel, El perfil del hombre y la cultura en México, UNAM, México, 1934.

Salazar, Pedro, coord., El poder de la transparencia. Seis derrotas a la opacidad,IFAI-IIJ, México, 2005.

Page 56: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD

56

Warman, Arturo, Los indios mexicanos en el umbral del milenio, Fondo de CulturaEconómica, México, 2003.

Weber, Max, Economía y sociedad, Fondo de Cultura Económica, México, 1998.

Encuestas y documentos

‘‘La democracia y la economía. Latinobarómetro 2003 (informe-resumen)’’, enwww.latinobarometro.org

Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, SEGOB, ENCUP 2001,en www.gobernación.gob.mx

‘‘La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudada-nos’’, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),2004.

Flores, Julia y Yolanda Meyenberg, Ciudadanos y cultura de la democracia. Reglas,instituciones y valores de la democracia, IIS-UNAM, IFE, México, 2000.

Page 57: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

Pedro Salazar Ugarte es licenciado en Derecho por el Instituto Tecnológico Autónomode México (ITAM) y doctor en Filosofía Política por la Universidad de Turín, Italia.Actualmente es investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Univer-sidad Nacional Autónoma de México (IIJ-UNAM) y miembro del Sistema Nacionalde Investigadores.

Profesor de licenciatura en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey(ITESM), en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y en la Facultadde Derecho de la UNAM, ha impartido cursos de maestría en los Poderes Judiciales deGuanajuato y Tabasco, en la Universidad Iberoamericana de León, en el Instituto Tecno-lógico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y en la Facultad Latinoamericanade Ciencias Sociales (FLACSO). También ha sido profesor de doctorado en la EscuelaLibre de Derecho de Puebla.

Es autor de La democracia constitucional. Una radiografía teórica, y coautor, conRicardo Becerra y José Woldenberg, de La mecánica del cambio político en México yLa reforma electoral de 1996. También ha coordinado libros sobre las teorías de NorbertoBobbio y Luigi Ferrajoli editados por Trotta de España y Siglo XXI de México.

Fue secretario académico de la edición 2006 de la obra Los derechos del pueblo mexi-cano. México a través de sus constituciones (25 tomos). Ha publicado en la revistaitaliana Teoria Politic, es colaborador de la revista Nexos y traductor de obras de ErmannoVitale, Paolo di Lucia, Luigi Ferrajoli, Ricardo Guastini y Michelangelo Bovero.

Es miembro del Consejo Editorial del Instituto Federal de Acceso a la InformaciónPública (IFAI) y de la revista Isonomía, del Comité Técnico de la revista ReformaJudicial, del Comité Académico de la Especialidad en Cultura de la Legalidad (FLACSO/IFE/SEP) y del Comité Académico del Instituto de Investigaciones Legislativas del Estadode México.

Sobre el autor

Page 58: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad
Page 59: DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA ) LEGALIDADportalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/Internet/... · DEMOCRACIA Y (CULTURA DE LA) LEGALIDAD 10 cultura de la legalidad

Democracia y (cultura de la) legalidad

se terminó de imprimir

en la Ciudad de México en el mes de noviembre de 2006.

La edición consta de 30,000 ejemplares

y estuvo al cuidado de la

Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica

del

INSTITUTO FEDERAL ELECTORAL