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Ficciorama n48

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Cuadragésima octava edición del fanzine de producción quirográfica, reproducción mecánica y distribución repentina mensual. Este mes traemos la primera parte de tres sobre el escritor William Gibson.

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WILLIAM GI-BSON 1RA PARTE

EL PADRE DEL CYBERPUNK

LOS FANZINES SON MEDIOS PARA CUESTIONAR TENDENCIAS Y CREAR DEMANDAS MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

NUESTRO PRESENTE ES ALTAMENTE INESTABLE

SI NO LO ENTIENDE NO SE AFANE ES PARA NO LEER

FICCIORAMA PRESENTA UN ESPECIAL

COLABORAN

CINEMATANZA

MILAGROS CALDERON

(FROM MEDAYORK)

CONDE CERO UNO

C.P.U (CAYSE POLLARD

UNITS)

LUSCUS

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EL PADRE DEL CYBERPUNK o hay mucho tiempo, los muros de fuego no se desvanecen del todo, el hielo y la sombra no tardaran en detectar mi señal, antes de

abandonar la matriz debo extraer la información necesaria de la I.A. William Gibson. En un registro de David Pringle1 al citar a William Gibson y su novela Neuromante (1984), sobre todo el primer enun-ciado: “El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de tele-visor sintonizado en un canal muerto”, señala que el tono creado es el de una historia hipermoderna sobre una sociedad que se mueve en el oscilante paisaje electrónico creado por los circuitos, el silicio, los microchips y el dominante esquema cultural oriental que se in-filtro a occidente en la década de los 80. Neuromante (1984), no es mas que la extensión de conceptos y personajes propuestos en el cuento Quemando Cromo (1981), cuyos términos se incorporaron en el argot de la cultura popular, entre ellos “el ciberespacio”. Gib-son no sigue las convenciones de la ciencia ficción tradicional, es mas, se podría decir que toma distancia de los tópicos convenciona-les para acercarse de manera poética al presente. Gibson usa la fic-ción para plasmar el impacto tecnológico en las relaciones sociales, económicas y culturales de una época cada vez mas alienada por las tecnologías mediáticas, proyectado una simulación de un futuro distopicamente bello.

Gibson no es un novelista común, es más, no es algo que le fluya tan fácilmente, para Gibson escribir representa un lenta destilación de vivencias y lecturas que se yuxtaponen en una temporalidad que no dista mucho de la nuestra. Su presencia en varios eventos y con-ferencias sobre virtualidad y ciberespacio, lo han llevado a distin-guirse como un agudo observador de los riesgos de esa realidad que creemos construir en las redes sociales y simuladores la cual asumimos como principio de realidad que podemos manipular – re-flexión con la que inician la mayoría de sus historias – produciendo una contemplación contextualizada del cibermundo en el que se mueven sus personajes. Nacido en 1948, William Ford Gibson vivió

1 David Pringle (01 de marzo 1950), se desempeñó como director de Fundación, una revista académica, desde 1980 hasta 1986, tiempo durante el cual se convirtió en uno de los prin-cipales impulsores del colectivo que fundó Interzona (1982). Para 1988, él era el único editor y el redactor de interzona, una posición que mantuvo hasta que vendió la revista a Andy Cox en 2004. Por dos años y medio, en 1991-1993, también editó y publicó una revista titulada Million: la revista Sobre Ficcion Popular.

EDITOTIALsus primeros años en Carolina del sur, Estados Unidos y luego su familia se radicó años mas tarde en Canadá. Desde temprana edad encontró su deleite en libros como La conquista del espacio (1949), un libro especulativo de Willy Ley, ilustrado por Chesley Bonestell y La Isla Mágica (1929) de William Seabrook; quizá el mayor impacto se produjo al conocer la obra del profeta yonqui William Burroughs (edición número 46), del cual tomo su técnica narrativa del cut-up y el fold-in, términos que se aproximan al cortar y pegar pero que en realidad son una deriva que busca, como lo decía el mismo Bur-roughs, cortar las líneas del enemigo: el lenguaje. A pesar de su in-trincada estructura, la escritura de Gibson esta plagada de referencias al neoliberalismo, la sociedad de información, el shock tecnológico, los limites de la humanidad y la virtualidad, las inteligencias artifi-ciales, entre otros; son los temas que se ven a lo largo de su obra. En esta edición exploraremos las primeras influencias, su temprano interés en la cultura beat, sus reportajes y las primeras aproxima-ciones a sus radicales conceptos que cambiaron la forma de ver el entorno digital. Aunque jamás se dio un encuentro real entre Gibson y Dick, Gibson amplifico las nociones que Dick había anticipado sobre la posibilidad de crear ambientes virtuales y la sustitución de la reali-dad, potenciándolos en las Inteligencias Artificiales, construcciones artificiales que pueden igualar la inteligencia de un ser sensible; sin embargo el único encuentro dado con Dick le produjo a Gibson un conflicto que por poco lo frustra, en una nota de la edición de Rolling Stone argentina Gibson comenta al respecto: “Llevaba escrita poco más de la mitad (de Neuromante) cuando fui a ver Blade Runner”, recuerda; “¡fue horrible! Era como si alguien se hubiera puesto a filmar el interior de mi cabeza. Salí disparado del cine a releer mi texto...”. la nota cierra diciendo que meses después terminaría la novela, Neuromante, que pasaron los años y el libro es un clásico contemporáneo (único ganador, en la historia de la ciencia-ficción, de los premios Hugo, Nebula y Philip K. Dick), pero Gibson aún no se anima a terminar de ver Blade Runner.”( Rollingstone.com.ar, 1999).

Quedan pocos segundos, el muro de fuego ya detecto mi señal, debo salir rápidamente de lo contrario se podría sobrecargar la Ono-Send-ai VIII, el tiempo apremia y la falsa ID no tardara en ser detectada por el servidor. Una última advertencia: Los sueños crecen como hielo lento.

Att FICCIORAMA desde la buhardil la del bar de Chiba City cerca al valle de simestrim / Febrero de 2040

01,02,2015

>N

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Otra reseña difícil. Un título aclamado y reconocido como exponente de su género. Y una lectura complicada. Mis ganas de leer este libro y conocer tan ilustre título se han visto lastradas por, como decía, una lectura complicada. En algunos puntos tediosa. Y no sé si ha sido cosa de la traducción o de que mis expectativas eran súperlativas, el caso es que el libro me ha decepcionado. Y claro, más de uno estará ya afilando el hacha porque le estoy “dando cera” al libro. Tranquilos, que no me parece un mal libro, simplemente, espera algo más. Y eso es culpa mía, no del libro.

Pero una vez que uno empieza (y sigue y termina) a leer un libro en ese estado es difícil remontar el vuelo. En cualquier caso, ya he dicho la parte mala y frustrante que he encontrado en este “La Máquina Diferencial”. Ahora voy a hablaros de sus bondades.

Para empezar, el escenario que crean Gib-son y Sterling es sensacional. Un universo sólidamente construido, lleno de detalles que los hacen real para el lector. La verdad es que dan ganas de conocer más histo-rias de ese mundo lleno de dirigibles, tar-jetas perforadas… Explorar esos Estados unidos, perderse por las calles de ese Londres, conocer ese París “steampunk”… Un gran trabajo de los autores descri-biendo con naturalidad y casi con rigor histórico, un mundo tan parecido, y a la vez tan extraño, al nuestro.Los personajes son de los más variopintos. Sybil es una gran protagonista. Tal vez gran parte del trajo de personificación ya existiera en la novela Sybil de Disraeli (que os digo ya que no he leído), pero no importa. En esta obra destaca por méritos propios. Inteligentemente articulado, uno empati-za enseguida con ella y se deja llevar de su mano. El resto personajes destacan bastante menos, tal vez por culpa de la superpoblación de estos. Algunos tan importantes como “Dandy Mick” se desdibujan en ocasiones, dando la impre-

sión de funcionar más como resortes narrativos que como entidades de pleno derecho.

El punto fuerte del libro es la trama: espionaje, conspiracio-nes, idas y venidas tras un juego de tarjetas perforadas de gran valor para el funcionamiento de “La Máquina Diferen-cial” del título. El ritmo es trepidante: comienza lentamente, y según comienza a desvelarse elementos de la trama, la narra-ción acelera la sucesión de momentos y personajes.

Ahora viene el “pero”. Pero en ocasiones me he encontrado leyendo páginas llenas de reflexiones que poco aportaban a la historia, o pasajes muy anecdóticos, que imagino, funcionan a la hora de dar profundidad a los personajes y al universo

creado pro los autores, pero que a la hora de la verdad suponen unos paréntesis excesivos entre acciones. Además, el cambio de una si-tuación a otro es a veces demasiado brusco: en un momento Sibyl se encuentra inmersa en un emocionante diálogo y en el siguiente la encontramos meditando en su cuarto.

Para terminar, quiero destacar algo que du-rante la lectura me pasó desapercibida, pero que con el tiempo se me ha ido haciendo patente. El elemento fantástico (o de ciencia-ficción, o “steampunk”) se introduce de un amanera gradual en la introducción. Al princi-pio nada parece indicar que no encontramos en una realidad histórica divergente a la nues-tra. Primero se introduce un elemento ahí, luego otro allá… Y cuando el lector se quiere

dar cuenta en panorama político internacional no es el que conocemos nosotros. Este detalle me ha llamado mucho más la atención que otros más puramente “steampunk” como los primitivos ordenadores o los transportes.

“La Máquina Diferencial” es un libro sólido, profundo y am-plio. Con una trama emocionante y que seguramente hace honor a su fama. Me he prometido a mí mismo una relectura del libro pasado un tiempo, a ver si en esta ocasión esquivo de los baches que se me ha atravesado en esta lectura.

Tomada de: http://guardiandelcapitulo.blogspot.com/2011/05/la-maquina-diferencial-de-william.html

TARJETAS PERFORADAS, MÁQUINAS

DE CALCULO Y UN UCRONICO CAM-

BIO DE PARADIGMA TECNOLÓGICO

>>LA MÁQUINA DIFERENCIAL DE GIBSON

Y STERLING<<

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© F. de Felipe 1994

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Encontramos el avión por casualidad, pues el policarbono mimético lo camuflaba por completo en el humedal. De no ser por el chulo que se espantó al vernos y tras echar a volar se estrelló contra el camuflaje, habríamos pasado de largo sin notar al gigante escondido. Encontrar la puerta fue otra proeza, como recorrer la piel del elefante de la fábula en una habitación oscura. No había nadie adentro, ni vivo ni muerto. Sólo estaba el aleph, único tesoro de un vehículo sin carga o pasajeros. Y estaba a la vista, como esperando a ser encon-trado. En el tablero del avión todavía titilaban, pálidas y a pun-to de extinguirse, las coordenadas de navegación automática, rezago de alguna vieja programación: Bogotá, Colombia. Ae-ropuerto de Guaymaral. El avión venía de California.El aleph contenía un universo denominado Neuromancer. Se decidió que fuera yo quien se conectara, pues era el único que todavía tenía un puerto a la vieja usanza, instalado detrás de mi oreja. Siempre me han acusado de ser clásico. Los biochips no funcionaban con un aleph de esta generación.Neuromancer era un universo estático, sin interacción ni va-riaciones narrativas. Sólo se podía entrar en él y contemplar las acciones y sucesos a la manera de los viejos pasivos del siglo XX. Para mí, que soy un clásico, entrar en él fue una experiencia gratificante. En la primera plataforma pude estar en el pellejo de Case, un vaquero de consola (¡que arcaico suena todo esto!), tal vez el primero en ser contactado por una I.A. en busca de independencia. Conocí a Molly, al finlandés y

Armitage y Riviera, la tropa que, con diferentes motivaciones, cumplió algún papel en la gesta de Case hasta entrar al cora-zón de la estación especial donde habitaba la familia Tessier Ashpool, esa especie de aristocracia postindustrial, penetrar sus defensas y liberar a Wintermute, en su fusión definitiva con el Neuromante. Pero aún más fascinante fue para mí esa paradoja llamada Dixie flatline, una cuasiconsciencia, o el eco de una existencia registrada, uno de los primeros fantasmas digitales que sólo son recuerdo y bucle inevitable. Con Case conocí el Sprawl, esa especie de metástasis del cáncer urbano en el que se convirtieron las ciudades a co-mienzos del siglo XXI en su versión americana, y luego lo recorrí, en la segunda plataforma, de la mano de Bobby, a quien vi convertirse en otro héroe digital, el Conde Cero, que impidió a Josef Virek alcanzar la singularidad y devenir virtual, como un dios o un demonio. Y conocí también a los dioses y demonios del vudú, los loas, poblando el ciberespacio y poseyendo a sus “caballos”, vehículos de carne para estas presencias intangibles, hasta encontrar a Angelina Mitchel, una de las primeras en conectarse a la matriz sin cables o consolas, a través del biochip de la Maas Neotek desarro-llado por su padre, y que hoy en día todos tenemos, gracias precisamente a su gesta, y la de ese otro héroe noir llamado Turner. Con Marly Krushkhova descubrí las primeras obras de arte creadas por una sensibilidad artificial, y sentí algo de nostalgia de aquella época en que la creación todavía era una prerrogativa humana.

ENCON-TRA-MOS EL AVION POR CA-SUA-LIDAD, PUES EL POLICA-BONATO..

ENCONTRA-MOS EL AVION POR CASUALI-DAD, PUES EL POLI-CABONATO..

EL SPRWAL YA NO ES LO QUE ERA

POR: CONDE-CEROUNO

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Sin embargo, en la plataforma titulada Mona Lisa acelerada, Slick Henry me devolvió a ese lugar en el que las manos del hombre todavía podían dar vida a la forma, con sus escultu-ras-robot, frágiles e intuitivas. Y también vi a Mona Lisa, una muñeca humana, convertida en objeto de las manipulaciones más viles, pura materia a la merced de fuerzas superiores. Y finalmente, en un cierre aún más clásico para una epopeya que parecía tan distante de las viejas historias cósmicas, pre-sencié al Ciberespacio, verdadero protagonista multicéfalo de esta historia, ahora una entidad sintiente y consciente, entrar en contacto con uno de sus semejantes en el sistema estelar de Centauro… Y mis ojos, de regreso en el mundo, o en esta matriz que todavía llamamos realidad, cuya escritura oculta aún no des-ciframos, se posaron inevitablemente en el firmamento, bus-cando algún signo de esas presencias cósmicas que volvían aparecer en este microuniverso de silicio que ahora reposa-ba, como una caja negra, en mis manos agarrotadas. El croar de las ranas y el pulular de insectos en el humedal cumplió su efecto hipnótico, y me sentí, efectivamente, en otro sue-ño, del cual no lograba despertar. Sé de las religiones que crecen y se multiplican en la red, replicando los ecos de esta historia que muchos leyeron pero que solo yo he vivido, a través de este aleph. Todo un ejército de pastores brasileños, carteles mexicanos, nuestros propios carteles y sectas ufo-lógicas pagarían millones por lo que ahora mis colegas y yo nos disponemos a desencriptar y subir a la red para que siga abierto, ahora como experiencia simulada, gratuita y libre. Habrá quien sepa discernir lo que hay en ella de mitología, documento arqueológico, profecía o delirio. Y quizás alguien logre descifrar a la I.A. conocida como Gibson.

Aclaran la muerte de Yuri Gagarin a 45 años de su deceso

© bluzlbee 2014

Han pasado más de 40 años de la muerte de Yuri Gagarin --el primer

humano que llegó al espacio-- ocurrida el 27 de marzo de 1968, la que

todo este tiempo ha estado envuelta en un aura de misterio porque si bien

se sabe que fue debido a que se estrelló en un vuelo rutinario cuando

piloteaba un MiG-15, las condiciones que causaron el accidente han es-

tado sujetas a teorías conspiratorias y especulaciones durante las últimas

décadas.

Las teorías iban desde malas maniobras de Gagarin hasta un posible

desmayo. Sin embargo, finalmente ahora sabemos la verdad gracias al

cosmonauta Aleksey Leonov --el primer hombre en realizar una caminata

espacial en 1965 y testigo del accidente de Gagarin--, el que nunca pudo

aclarar la situación hasta ahora por decisión del gobierno.

Según Leonov, quien fue parte de la comisión que investigó el accidente,

lo que causó la muerte de Gagarin fue un jet supersónico Su-15 que es-

taba agendado para ser probado ese día a una altura de 10.000 metros,

pero que por una violación del procedimiento, realizó su vuelo a unos

500 metros de altura, y cuya onda de choque afectó el vuelo de Gagarin.

https://www.fayerwayer.com/2013/06/aclaran-la-muerte-de-yuri-gagarin-a-45-anos-de-su-deceso/

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CINEMATANZA

Johnny Mnemonic de 1995 es probablemente una de las pe-lículas más malas de ese año, sus actuaciones son atroces, contiene varias tramas que no llevan a ninguna parte y la

producción tuvo tantos problemas que el hecho de que esta cinta llegara a los cines fue un milagro… y también es una de mis películas favoritas.Para mi esta película es la más pura muestra de Ciberpunk cine-matográfico, no estoy diciendo que sea mejor que Blade Runner, definitivamente como película no lo es, pero todos los elementos que forman esta película la hacen una mejor historia de Ciber-punk, acá hay ciber-implantes, pandillas, ciberespacio… creo que he dicho mucho ciber, pero hey, esta película tiene mucho de eso.Johnny es un Courier de información, el almacena esta informa-ción en un implante en su cerebro, el problema es que para ins-talar este implante tuvo que sacrificar sus memorias de infancia y sus dotes histriónicos, el quiere recuperar esto y para lograrlo debe hacer un último trabajo y como todo sabemos nada malo puede ocurrir cuando alguien tiene que hacer un “ultimo” trabajo, entrega, misión o lo que sea que llene este cliché.Ahora, si usted no ha visto la película, pero ha visto otras películas de Keanu Reeves puede pensar que arruine el final de esta pelícu-la ya que evidentemente no recupera sus dotes histriónicos, pero no es el caso, y aunque lo fuera no es razón para dejar de verla ya que Johnny Mnemonic cuenta con todos los clichés de ciencia ficción y acción posibles y los personajes necesario para que sea una historia de ciberpunk perfecta, empecemos por Ralfi, este personaje interpretado por Udo Kier (quien en mi opinión debería interpretar a todos los malos alemanes en todas las películas de toda la historia) es quien le consigue los trabajos a Johnny y quien

evidentemente no es una persona de confiar, ¿Por qué eviden-te? Porque está interpretado por Udo Kier!!!, luego tenemos al predicador callejero, un masa de carne y metal interpretada por Dolph “soy más alto que Stallone” Lundgren, quien persigue a los héroes mientras predica la palabra de Dios (quien aparentemente le dice constantemente que todo el mundo debe tener cuantos ciber-implantes pueda para poder entrar al cielo…) y por ultimo tenemos a J-Bone interpretado por Ice-T (quien en mi opinión nunca debería interpretar a nada en la historia de ni mierda pues me parece un pésimo actor que solo sabe actuar como Ice-T), el líder de los low techs, quienes pese a su nombre son los encar-gados de hackear las redes del futuro y llevar información impor-tante a la masas.Ustedes pueden preguntarse por qué no hablo de Johnny aun, lo que pasa es que para mí la cereza en la cima de este helado de ciberpunk es la pareja de héroes que la protagonizan, y no puedo hablar de Johnny, sin hablar de Jane, una samurái callejera y el primer papel cinematográfico de Dina Meyer, y no se si fue por esto que en la primera mitad de la película su actuación es exa-gerada y retorcida, pero esto sumado a la neutralidad de Keanu Reeves al actuar hacen que el combo de Cibervaquero - Samurai callejero sea perfecto.Solo puedo terminar diciendo que esta película es como el Whis-key, un gusto adquirido, si usted es de los que disfruta de la cien-cia ficción rayada y cuyo “realismo” hace que estiremos nuestra suspensión de la realidad justo hasta ese punto en el que deci-mos, “me lo alcanzo a creer”, esta cinta es para usted, si no es así, véase Interestelar, mucha ciencia, pero poco corazón.

>>JUANITO NEUMÁTICO Y

LOS FRIJOLES MATRIXCOS>

Page 9: Ficciorama n48

causas y efectos, las acciones y sus consecuencias, muchos de los eventos definitivos ocurren fuera de cámara, siempre alrededor de la protagonista y evitando escrupulosamente to-carla, y Gibson, que por lo general es todo texturas y superficies brillantes y parece obsesivamente más interesado en la ropa de los personajes o la luz y el color en una bodega convertida en búnker y hospital que en los rostros y el mundo más allá de dos escenarios, evita sin embargo las descripciones de los artefactos centrales (¿cómo es, por ejemplo y remontándonos, la consola de Case?) y sus funcionamientos, sólo nos da las consecuencias de la tecnología en las vidas de los personajes: una sociedad que sobrevive gracias a las impresoras tridimen-sionales, pero que también trasgrede la ley con ellas; los vetera-

nos traumatizados de una guerra innombrada, marcados por los rezagos en su piel de una tec-nología apenas sugerida, deshaciendo su ocio en juegos de estrategia con drones; una forma de comunicación entre el pasado y el futuro que es una herramienta del capricho de algu-nos ricos que tienen así un campo de batalla lejano y convenientemente ajeno.

“Todo lo pasado nos parece ingenuo”, dice Ja-vier Marías como si esa enunciación no revelara otra ingenuidad. El mundo de al lado, el que es distinto por la obstinación de sus habitantes en los errores que los separan de nosotros, tam-bién es ingenuo, en el mejor de los casos. En el epílogo de The Peripheral, Gibson habla de la “tercermundización” del pasado y nos recu-erda a propósito el cuento “Mozart con gafas de

espejo”, de Bruce Sterling y Lewis Shiner. En los dos textos el pasado deja de ser tal, es decir, el territorio hecho de tiempo y espacio donde se escribió la realidad que se convertiría en his-toria o donde se dieron las causas de las cuales somos efectos, y por eso se convierte en un país más que se piensa menos país y que por tanto se puede explotar.

¿Y nosotros, que somos pasado y futuro de toda ficción? Somos la periferia de una periferia, la ficción de una ficción, estamos en la misma fila, una sucesión de intangibles.

¿Y nosotros, que somos pasado y futuro de toda ficción? Somos la periferia de una periferia, la ficción de una ficción, estamos en la misma fila, una sucesión de intangibles.

En The Peripheral, la más reciente novela de William Gib-son, la protagonista, Flynne Fisher, viste un cuerpo arti-ficial, un “periférico”, para visitar un mundo virtual que

no lo es, que en realidad es el futuro y que, en el otro sentido, viste la política y la economía del mundo de ella, el pasado, como si se tratara de un juego. El lector, a la vez, viste a través del mecanismo tradicional de la ficción, mucho anterior a la imaginación de la realidad virtual, tanto a Flynne como a todos los demás personajes y los dos mundos que confluyen en la novela.

La estructura es familiar: un personaje sin poder se encuentra súbitamente en peli-gro por tener o saber algo que no le cor-responde tener o saber; otro personaje con apenas un poco más de poder, del otro lado de la ecuación y algo más cerca de la in-cógnita aunque sin saberlo, hace parte de la misma huida que es una persecución; sus caminos se encuentran y se enredan, y finalmente los misterios se resuelven. Pero, de hecho, el misterio, como suele ser en Gibson, mantiene en movimiento la tenue trama mientras el autor nos abruma pacien-te y deliciosamente con texturas e imagen tras imagen de un mundo familiar y extraño.

En este caso, en el mundo de Flynne Fisher irrumpe el de Wilf Netherton, que posiblemente esté tan “adelante” del suyo en el futuro como el suyo lo está del nuestro. Los separan setenta años y una catástrofe que por buena parte del libro sólo se menciona con cierto temor (y cuya explicación es crucial). Los une un artifundio mucho muy complejo que no se explica y apenas se sospecha y que posiblemente, por esa vaguedad, dé lugar a los otros dos volúmenes de la trilogía de la cual The Peripheral tal vez es el primero. Como los ramanes de Clarke, Gibson lo hace todo por triplicado.

La tramposa ventaja del contacto entre los dos tiempos está en que, una vez establecido, se rompe su relación de causa y efecto y dejan de estar en el mismo continuo, luego sus histo-rias divergen. Análogamente, la novela toda y el estilo de Gib-son se componen de desplazamientos. Así como lo hay entre

Por:

Milagros Calderón, Medellín, Colombia

>>Alrededor y siempre más lejos<<

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Page 11: Ficciorama n48

>>libreria:

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