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La efervescencia revolucionaria del 68 francés , según J. Ramoneda El 68 fue en diversos lugares del mundo un año de efervescencia revolucionaria. La expresión es de Claude Lefort y me parece que define mucho mejor la realidad de los hechos que la palabra revolución. Ni en Berkeley, ni en Tokio, ni en Roma, ni en Berlín, ni en París, ni en Varsovia, ni en México, por citar los principales escenarios de aquella movida, estuvo en juego el poder político ni su ocupación entraba realmente en las expectativas de quienes llenaban las calles con sus protestas. La única excepción fue Praga, pero no se trataba de un proyecto revolucionario sino de un proceso de cambio desde el poder. Y fue la contrarrevolución la ocupación del país por los tanques del Pacto de Varsovia, dirigida desde el Kremlin la que echó a los que pretendían que el socialismo evolucionara hacia formas democráticas, en sintonía con los ciudadanos. Hoy todavía se está dando cuerpo jurídico a derechos y libertades que tienen su origen en aquel impulso Lo mejor de la herencia del 68 es la actitud de poner siempre en cuestión cualquier enunciado que se nos ponga por delante A lo sumo podría hablarse de revolución cultural, como hizo Fernand Braudel, en la medida en que los tres ámbitos principales de la cultura la familia, los media y la enseñanza sufrieron una sacudida que les cambiaría profundamente. La gran movida fue breve y en la mayoría de los lugares se impuso el retorno al orden, la reacción restauradora. De forma brutal en Polonia y en Checoslovaquia, de forma democrática en Occidente: basta recordar que en junio el general De Gaulle arrasó en las urnas y en noviembre, Nixon gana las elecciones en Estados Unidos. La revuelta por tanto se saldó con un fracaso. Pero se había puesto en marcha un proceso, lento pero imparable, de cambio de costumbres y modos de vida, cuyos efectos políticos y legales se fueron concretando lentamente. Hoy todavía se está dando cuerpo jurídico (en España en la pasada legislatura, por ejemplo) a derechos y libertades que tienen su origen en aquel impulso. El año 1968 fue el inicio de la transición liberal que culminaría en el año 1989 con la caída de los regímenes de tipo soviético. Después vino la revolución conservadora que ha hecho de la supuesta herencia de mayo el enemigo a batir. Con la cristalización de una nueva hegemonía autoritaria se cierra, a los cuarenta años de su inicio, el paradigma que entonces se abrió.

La Efervescencia Revolucionaria Del 68 Francés

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Parte del texto escrito por Ramoneda en 2008 para Babelia

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Page 1: La Efervescencia Revolucionaria Del 68 Francés

La efervescencia revolucionaria del 68 francés , según J. Ramoneda

El 68 fue en diversos lugares del mundo un año de efervescencia

revolucionaria. La expresión es de Claude Lefort y me parece que define

mucho mejor la realidad de los hechos que la palabra revolución. Ni en

Berkeley, ni en Tokio, ni en Roma, ni en Berlín, ni en París, ni en Varsovia, ni

en México, por citar los principales escenarios de aquella movida, estuvo en

juego el poder político ni su ocupación entraba realmente en las expectativas

de quienes llenaban las calles con sus protestas. La única excepción fue Praga,

pero no se trataba de un proyecto revolucionario sino de un proceso de

cambio desde el poder. Y fue la contrarrevolución la ocupación del país por

los tanques del Pacto de Varsovia, dirigida desde el Kremlin la que echó a los

que pretendían que el socialismo evolucionara hacia formas democráticas, en

sintonía con los ciudadanos.

Hoy todavía se está dando cuerpo jurídico a derechos y libertades que tienen su origen en aquel impulso

Lo mejor de la herencia del 68 es la actitud de poner siempre en cuestión cualquier enunciado que se nos ponga por delante

A lo sumo podría hablarse de revolución cultural, como hizo Fernand Braudel,

en la medida en que los tres ámbitos principales de la cultura la familia, los

media y la enseñanza sufrieron una sacudida que les cambiaría

profundamente. La gran movida fue breve y en la mayoría de los lugares se

impuso el retorno al orden, la reacción restauradora. De forma brutal en

Polonia y en Checoslovaquia, de forma democrática en Occidente: basta

recordar que en junio el general De Gaulle arrasó en las urnas y en

noviembre, Nixon gana las elecciones en Estados Unidos. La revuelta por

tanto se saldó con un fracaso. Pero se había puesto en marcha un proceso,

lento pero imparable, de cambio de costumbres y modos de vida, cuyos efectos

políticos y legales se fueron concretando lentamente. Hoy todavía se está

dando cuerpo jurídico (en España en la pasada legislatura, por ejemplo) a

derechos y libertades que tienen su origen en aquel impulso. El año 1968 fue el

inicio de la transición liberal que culminaría en el año 1989 con la caída de

los regímenes de tipo soviético. Después vino la revolución conservadora que

ha hecho de la supuesta herencia de mayo el enemigo a batir. Con la

cristalización de una nueva hegemonía autoritaria se cierra, a los cuarenta años de su inicio, el paradigma que entonces se abrió.