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San Jerónimo, El Greco Las literaturas nacionales europeas a través de la traducción itcintuio «¡tieronynius [ J y ^

La literatura austríaca traducida

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San Jerónimo, El Greco

Las literaturas nacionaleseuropeas a travésde la traducción

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LA LITERATURA AUSTRÍACA TRADUCIDAWOLFGANG PÖCKL

Universidad de Maguncia (Germersheim)

Confieso que no me resulta fácil abor-dar un tema que, por su inherente tenden-cia centrífuga, excede a las facultades ycompetencias de un simple filólogo y cuyotítulo encierra dos variables que son: litera-tura y austríaco.

Por lo que respecta a la primera, haydiscrepancias innegables entre los concep-tos románico y germánico de lo que es "li-teratura". Al juicio de los franceses, for-man parte de la literatura francesa, porejemplo, el historiador Jules Michelet, elfilósofo Hippolyte Taine, el etnólogoClaude Lévi-Strauss. En España, nadieexcluiría de la literatura al Padre BenitoFeijoo o a José Ortega y Gasset. Y cuandoen la Complutense se habla de "traducciónliteraria", el adjetivo abarca, según las pa-labras de Valentín García Yebra (al queme permito citar), "desde lo puramenteensayístico, pasando por lo filosófico y, engeneral, las llamadas ciencias del espíritu,hasta la auténtica literatura".1

La crítica literaria de habla alemana(tanto universitaria como periodística)suele —o, al menos, solía hasta hace pocotiempo— expulsar de su comarca todos lostextos que contengan matices didácticos ocientíficos, es decir, autobiografías, diarios(destinados a la publicación), tratados, en-sayos, etc.

Si no adoptaré esta postura un tantopurista es porque me parece lógico consi-derar como dos expresiones distintas de unmismo mensaje artístico-ideológico, porejemplo:

1 Valentín García Yebra: Teoría y práctica de latraducción, Madrid, Gredos, 1982, p. 19.

— los aforismos de Karl Kraus y sudrama Los últimos días de la humanidad,

— los ensayos histórico-culturales deHermann Broch y La muerte de Virgilio,

— la novela Auto de fe y el tratado Masay poder del premio Nobel Elias Canetti.

La actitud que llamo "románica" meparece tanto más legítima cuanto que esevidente la inclinación de la narrativa mo-derna hacia lo ensayístico, lo periodístico,lo documental —a costa de la pura ficcióny de lo meramente estético. Además, qui-siera abogar por la incorporación de otrotipo de literatura al concepto tradicional.Es cada vez más inadmisible descuidar porcompleto, como es la costumbre, la litera-tura juvenil moderna con sus procedimien-tos técnicos innovadores y temas inéditos.Se trata, pues, de una categoría de literatu-ra que merece atención no sólo desde unpunto de vista sociológico o pedagógico,sino también por el incontestable valor es-tético y creativo de ciertas publicaciones.Voy a volver sobre este tema en el momen-to adecuado.

La segunda variable es el gentilicio. Va-riable, porque Österreich/Austria designavarias y muy diferentes unidades políticasen el transcurso de la historia. No hace fal-ta repetir aquí in extenso las informacionesque nuestros historiadores han divulgadoen los meses pasados para frenar la euforiapatriótica a propósito de la fiesta onomás-tica:

— que Ostarrichi no es una denomina-ción nada original sino un nombre que uncentro político daba a la periferia oriental,

— que la palabra Ostarrichi está atesti-guada por primera vez en la obra de unmonje alsaciano del siglo noveno (donde el

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nombre se refiere a la Franconia orientalde Luis "el Alemán", nieto de Carlomag-no),

— que la forma latina, Austria, apareceya en fuentes longobardas antes de aplicar-se, en el siglo XII, al ducado de los Baben-berg, etc.2

El aspecto histórico que debe interesar-nos principalmente en este contexto es elproblema de saber a partir de qué momen-to en la historia Austria se convierte en unaautodenominación, es decir en un nombreque les confiera a los habitantes un senti-miento de identidad; de identidad cultural,en primer lugar. Los historiadores hanproporcionado indicios que evidencian laformación de una conciencia política aus-tríaca a partir del siglo XIII. No se formó,sin embargo, una correspondiente con-ciencia cultural o literaria: ni la poesía tro-vadoresca de la región —a pesar de losrasgos específicos de lo que se llama"donauländischer Minnesang"— ni el Cantarde los Nibelungos consiguieron asociar unatradición literaria a una unidad geo-política.

¿Cuándo, entonces, se constituye unaliteratura inconfundiblemente austríaca?Es decir, una literatura que se fundamentaen las realidades de Austria, que está liga-da a coordenadas espacio-temporales "aus-tríacas", que puede interpretarse como laexpresión del sentimiento vital que carac-teriza una determinada fase de la historiaaustríaca?

Los especialistas nos dicen que existenbajo los Habsburgo un tipo especial de tea-tro barroco en el siglo XVII y una formaparticular de la Ilustración literaria en elsiglo XVIII, pero el austríaco de formación

2 Cf. Erich Zöllner: "Der Österreichbegriff.Aspekte seiner historischen Formen und Wandlun-gen", en Richard G. Plaschka y otros (eds.): Washeißt Österreich? Inhalt und Umfang des Österreichbegriffsvom 10. Jahrhundert bis heute, Viena, Verlag der Öster-reichischen Akademie der Wissenschaften, 1995, pp.17-33.

general localizará el origen de una auténti-ca literatura austríaca en la época del lla-mado Biedermeier, el tiempo de Grillparzer,Lenau, Nestroy o Stifter. Concuerda estaopinión con la del autor de la primera His-toria de la literatura austríaca que englobasolamente los siglos XIX y XX.3

Pero Austria, lejos de haberse converti-do en denominación unívoca en el sigloXIX, podía todavía referirse a tres unida-des políticas diferentes:

a) a los archiducados Alta Austria yBaja Austria,

b) a todas las partes del Imperio, es de-cir, a lo que, en general, se llama "la Mo-narquía",

c) a "la Monarquía" menos Hungríaque casi se independizó en 1867; a partirde esta fecha, ya no se otorga la ciudada-nía austríaca a los habitantes de los llama-dos "países húngaros".4

Es la tercera acepción que se generalizaen el uso cotidiano no oficial.

A pesar de la separación de Hungría,Austria no deja de ser un Estado pluriétni-co y multilingue. Por lo tanto, tenemosque preguntarnos por qué el sintagma lite-ratura austríaca suele aludir exclusivamentea textos escritos en alemán; cuestión queno queda resuelta en la actualidad, comoveremos a continuación.

El austríaco de hoy, educado en la Se-gunda República, considera, conforme a loque se le enseñó, como patrimonio culturalla literatura escrita en alemán y producidapor autores que vivieron o nacieron en elespacio de la Monarquía. Pero este modode ver las cosas no lo comparten siempre

3 Adalbert Schmidt: Dichtung und Dichter Öster-reichs im 19. und20. Jahrhundert, 2 vols., Salzburgo,Otto Müller, 1964.

4 Ernst Bruckmüller: "Österreichbegriff undÖsterreichbewußtsein in der franzisko-josephi-nischen Epoche", en Richard G. Plaschka y otros(eds.), o.cit., pp. 255-288.

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personalidades competentes u obras deconsulta extranjeras.

El traductor Miguel Sáenz, por ejem-plo, declaró no sin ironía a la hora de sergalardonado con el Premio Nacional deTraducción de Austria: "La literatura aus-tríaca es muy difícil de definir porque in-cluso los austríacos no se ponen de acuer-do sobre el tema. Para ellos, desde Kafka aCanetti, pasando por cualquier autor quehaya vivido un año en Austria, son todosescritores austríacos".5

El Diccionario Enciclopédico Santillana,sin embargo, nos informa que Kafka es"escritor checo en lengua alemana"; Rilke:"escritor checo en lengua alemana"; EliasCanetti: "escritor búlgaro nacionalizadobritánico. De origen hebreo, su lengua lite-raria es el alemán": ninguna alusión aAustria. La Enciclopedia evita causarlesdesencantos análogos a los austríacos apropósito de Ödön von Horvath o de PaulCelan porque hace caso omiso de ambos.

Hace dos decenios, los diccionariosfranceses presentaban informaciones idén-ticas pero en los últimos años se ha produ-cido un cambio estupendo. Pasan ahorapor austríacos en el Petit Robert 21 Diction-naire universel des noms propres todos los es-critores mencionados excepto Kafka,quien fue introducido en Francia como elrepresentante de una tierra de nadie y, almismo tiempo, de la literatura universal.

Si los austríacos conseguimos victoriasen el extranjero —como lo demuestra elejemplo del Robert— tenemos menos éxitoen defender nuestra identidad literaria con-tra los alemanes, quienes en general noadmiten la existencia de una literatura aus-tríaca distinta de la alemana. Para muchoscríticos originarios de la República Federalde Alemania, el concepto de "literaturaaustríaca" se reduce a los autores regiona-listas (tal Peter Rosegger o Karl Heinrich

5 El País, 23.04.1997.

Waggerl) mientras que anexionan en elnombre de la literatura alemana a los escri-tores mundialmente conocidos, desde Ka-fka y Musil hasta Peter Handke o ThomasBernhard.

Pero son estos asuntos de familia queno tocan directamente el tema de la difu-sión y traducción de la literatura austríaca.

En cuanto a la difusión en el extranjerotenemos que darnos cuenta de que la repu-tación de muchos autores y su presencia enel mercado internacional está en evidentedesacuerdo con el dictamen de los críticosy catedráticos "indígenas". Cuando, haceunos veinte años, recogí por primera vezdatos relativos a la popularidad de escrito-res austríacos en el mundo no germanófo-no, me causó un choque la revelación deque era Stefan Zweig el que encabezaba elpalmares; choque porque mis profesores defilología germánica me habían inculcado eldesprecio ante la obra de un polígrafo neo-rromántico un poco amanerado. No sé sisiguen aferrándose a su desdén después dehaber visitado la encomiada exposiciónrealizada en honor del gran literato pacifis-ta. Sea como fuere, en estos tiempos mehubiera gustado constatar un entusiasmogeneral, por parte de los lectores extranje-ros, por los poetas líricos que se habíandedicado a los más extravagantes experi-mentos acústicos, por los dramáticos-accionistas y por las largas novelas com-plejas que van jalonando la historia de laliteratura austríaca de nuestro siglo. Fuesólo entonces que me percaté de la existen-cia de muy varios gustos nacionales y deprejuicios que intervienen en la recepciónde textos.

El lector anglo-americano (prototípico,se entiende) parece convencido de que laliteratura producida en lengua alemana es,por regla general, aburrida y difícil, quecarece de suspense y de cualidades de pa-satiempo. Por eso, mis entonces autorespreferidos no tenían la más remota posibi-

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lidad de conquistar la simpatía del públicoanglófono. En cambio, los críticos británi-cos y estadounidenses no manifiestan re-servas frente a los best-sellers: un gran nú-mero de ejemplares vendidos no es paraellos un motivo para poner en duda, desdeun principio, el valor literario de una obra.Un crítico americano no comprende porqué su homólogo austríaco se muestra tanpoco dispuesto a hacer mucho alarde de lanacionalidad de Johannes Mario Simmel,escritor ultra-productivo que publica cadaotoño una nueva novela en la que sueletratar un tema de actualidad cuya proble-mática casi siempre ha escrupulosamentepesquisado. Los lectores aprecian el estilo"novela policíaca" y el escenario más omenos realista, mientras que los críticoscompatriotas de Simmel no se hartan defulminar invectivas contra esa "mezcla deaction, sex and crime".

Otro ejemplo ilustrativo de esta discre-pancia de actitudes frente al éxito es la for-tuna que tuvo la novela La canción de Ber-nadette, fruto de un voto y escrita porFranz Werfel en el exilio norteamericano.Por mucho que Thomas Mann, autoridadindiscutida entre los autores alemanes exi-liados, criticara y hasta ridiculizara la his-toria de la joven visionaria francesa, loslectores americanos se apasionaban por lanovela hasta el punto de integrarla en elcanon de las obras maestras. Por eso no esde extrañar que La canción de Bernadette, adiferencia de los otros textos de Werfeltraducidos al castellano, fuera traducidadel inglés (por Gabriela Moner) y no de lalengua original.

Verdad es que los triunfos y fracasos noresultan siempre predecibles. Cito dosejemplos. El primero es un poco paradóji-co y concierne a la lírica moderna en gene-ral. Es harto sabido que ésta privilegia fac-tores de la creación artística (como la auto-rreflexión o la asociación) que conducen ala desaparición más o menos completa de

una "trama", de una "historia"; es decirque la poesía moderna no tiene argumen-to, no tiene contenido en un sentido tradi-cional. De ahí se ha deducido, y con mu-cha razón, que una característica impor-tante de la lírica moderna es su inherenteintraducibilidad. Ahora bien, es justamen-te esta categoría de poesía que se imponeinternacionalmente. He encontrado unastraducciones aisladas de poesías románti-cas de Nikolaus Lenau; confieso que igno-ro si se ha traducido poemas de Grillpar-zer, pero sabemos que casi todas las len-guas europeas cuentan con ediciones depoesías de Hugo von Hofmannsthal y Rai-ner Maria Rilke, cuya popularidad en elextranjero se remonta por lo menos a losaños veinte. El interés por su contemporá-neo Georg Trakl va desarrollándose conconsiderable atraso, también en Austria;en los años sesenta y setenta, sin embargo,será el poeta lírico austríaco más discutidoy más traducido, sobre todo en Francia,donde su recepción muestra hasta quépunto el momento y el contexto de la re-cepción pueden determinar la interpreta-ción de una obra literaria. No puedo entraren detalles, pero me parece interesantemencionar que la primera generación detraductores franceses considera los textosde Trakl como la transformación y expli-cación poética de la filosofía de MartinHeidegger, que fue introducida al mismotiempo y provocó gran entusiasmo en unoscírculos de intelectuales.

El segundo ejemplo es un monstruo deprosa ensayística. ¿Quién se hubiera atre-vido pronosticar el éxito que tuvo El hom-bre sin atributos de Robert Musil en Italia oen Francia?

En Francia, donde, según la máxima deVoltaire, "tous les genres sont permis, sauf legenre ennuyeux", y donde la literatura de losvecinos orientales tiene la reputación depedante, poco estructurada, propensa alirracionalismo y opuesta a toda compla-

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cencia —para limitarnos a unas pocas pro-piedades incompatibles con el carácter na-cional francés, supuesto lógico, racional,sociable. No se puede negar que la novelade Musil reúna —a primera vista, por lomenos— una serie de atributos que debe-rían disgustar a un lector francés. En nues-tro caso la acogida favorable en París sedebe indudablemente en primer lugar a latraducción "congenial" hecha por un poetasuizo de renombre, Philippe Jaccottet(*1925), y en segundo lugar a las iniciati-vas tomadas por la casa editorial Editionsdu Seuil que obviamente tenía confianzaen el proyecto.

La fórmula "poeta traduce a otro poe-ta" resulta, por lo general, prometedora nosólo en lo referente a la calidad de la tra-ducción sino también desde el ángulo delas perspectivas de venta. Creo que nadie,entre los escritores austríacos, ha com-prendido mejor las ventajas de tal conste-lación que Peter Handke. Durante un cier-to período, él y su amigo germano-francésGeorges-Arthur Goldschmidt tradujeronrecíprocamente sus obras nuevas, peroobligaciones, compromisos y animosida-des personales pusieron término a esta co-operación.

Quisiera ahora abrir un pequeño parén-tesis para llamar la atención sobre dos es-critores contemporáneos en cuya produc-ción la traducción ocupa una posición im-portantísima. Se trata, me parece, de doscaracteres diametralmente opuestos en loque concierne a la actitud hacia el acto detraducir.

El primero, Hans Carl Artmann, desta-ca por su originalidad que se fundamentaen un temperamento lúdico y un instintopoético, talentos que ha invertido sobretodo en traducciones de poesías tanto me-dievales como modernas y en adaptacionesde comedias españolas, francesas, italianasy danesas.

Para el otro autor, Peter Handke, tra-ducir es mitad ejercicio (que puede ayudara superar una eventual crisis creativa), mi-tad misión cultural. Desde los años seten-ta, la traducción, el acto de traducir, seconvierte en un tema cada vez más insis-tente de sus propios textos narrativos y en-sayísticos. Subraya él mismo que se intere-sa muchísimo por las traducciones de susobras, que cultiva relaciones con los tra-ductores y que dedica mucho tiempo paraenseñarles, por ejemplo, los lugares que lehabían inspirado determinadas expresio-nes, imágenes, metáforas. Cabe recordarque tiene el mérito de haber introducido eincluso popularizado a varios autores ex-tranjeros dignos de atención. Se beneficia-ron de la recomendación que constituye latraducción por parte de un autor tan pres-tigioso: las poesías de los líricos francesesRené Char y Francis Ponge, o las novelasdel precursor del nouveau roman EmmanuelBove que nunca jamás hubieran encontra-do editor en Alemania sin el apoyo deHandke. Me abstengo aquí de mencionarotras traducciones suyas de autores grie-gos, ingleses, americanos y franceses. Nopasaré por alto, sin embargo, sus versionesde textos literarios eslovenos contemporá-neos porque forman parte de nuestro tema.La cosa es que la literatura austríaca mo-derna, a diferencia de lo que es costumbresuponer, no se expresa exclusivamente enalemán. Acaba de publicarse una antologíacon el título Österreichische Lyrik - und keinWort deutsch [Lírica austríaca, y ni una solapalabra en alemán; Innsbruck, Haymon,1990) que reúne textos en lenguas de mi-norías étnicas como el croata, el esloveno,el húngaro y el romaní. Handke, educadoen el ambiente social bilingüe (germanófo-no y esloveno) de Carintia, se encargó deinterceder en favor de la literatura margi-nalizada de su patria por medio de traduc-ciones de textos líricos y narrativos eslove-nos. De esta manera, el poeta Gustav Ja-

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nus llegó a notoriedad en Austria y enAlemania, pero el novelista Florjan Lipuspudo celebrar un triunfo europeo gracias ala versión alemana de su novela autobio-gráfica El estudiante Tjaz; son los derechosde la versión alemana (y no del original) losque se vendieron a editores extranjeros re-putados, entre otros a Gallimard. Esteejemplo demuestra que la traducción desegunda mano no es un género en vía deextinguirse.

Creo que son pocos los que se interesansistemáticamente por la historia de traduc-ciones y por la recepción de obras traduci-das porque ésta parece constituirse por unaserie ininterrumpida de sucesos imprevisi-bles, de coincidencias, felices o trágicas, dechiripas y contratiempos. La existencia o,mejor dicho, la iniciativa de una personaaislada puede decidir de la fortuna de unaobra, de un autor, de una literatura nacio-nal entera.

En un país relativamente pequeño co-mo Portugal, que, a diferencia de España,tiene pocas relaciones históricas con Aus-tria, no se percibía la literatura austríacacomo subconjunto dentro de la alemanahasta que un catedrático de la Universidadde Coimbra, de origen austríaco, se consa-grara a la traducción y divulgación de tex-tos literarios austríacos y a la publicaciónde antologías correspondientes. En cuantocatedrático contaba con una infraestructu-ra que le permitía realizar proyectos ambi-ciosos; disponía de colaboradores que tra-ducían determinados textos claves, dispo-nía de contactos con editores. De esta ma-nera, la literatura austríaca consiguió fijar-se como tal en el mercado portugués y enla conciencia de los portugueses en el pla-zo de un decenio. Gracias a esta iniciativaindividual, el lector portugués fue de losprimeros en el mundo en tener acceso atextos importantes de la literatura austrí-aca de posguerra.

Las condiciones particulares de la aco-gida de nuestra literatura en Portugal po-drían provocar la pregunta: ¿Qué provechosaca la literatura austríaca de su presenciaen un mercado relativamente insignifican-te? ¿Vale la pena hacer grandes esfuerzosintelectuales para traducir libros de loscuales se tirarán a lo mejor mil ejemplares,subvencionados por supuesto? (Sabemosque la subvención es el motor imprescindi-ble de la industria de la traducción). Enlíneas generales, la política cultural parecíabasarse en reflexiones de este tipo. Se sub-vencionaban con generosidad traduccionesal inglés (americano) de obras de PeterHandke; un traductor (o editor) lituanohubiera tenido más dificultades en levantarfondos comparables para realizar un pro-yecto análogo. Las cosas han cambiado unpoco en favor de las lenguas "menos usa-das". Se tomaba en cuenta naturalmenteque los Estados Unidos constituyen un po-tencial de 200 millones de lectores, mien-tras que Lituania cuenta con solamente 2millones.

Pero ¿qué función puede desempeñaruna novela de Peter Handke en EstadosUnidos? El traductor norteamericano La-wrence Venuti acaba de publicar un librocon el título The Translator's Invisibility6 enel que inculpa las grandes lenguas delmundo de nivelar las particularidades (lin-güísticas) de los textos traducidos, sin dis-tinción de su origen. Los textos traducidosal inglés deben leerse, según las exigenciasde los consumidores americanos, como sifueran textos escritos en inglés. Y estapráctica va obviamente en detrimento de lalengua y cultura de origen, en vez de for-talecerla.

Puede ocurrir exactamente lo contrariocuando un texto procedente de una "pe-queña literatura" se traduce a otra lengua

6 Lawrence Venuti: The Translator's Invisibility. AHistory of Translation, Londres-Nueva York, Routle-dge, 1995.

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pequeña o incluso minoritaria. Los Esta-dos pequeños no tienen las mismas capa-cidades financieras que las potencias mun-diales; su política cultural debe fijarse enproyectos considerados absolutamente ne-cesarios. La misma observación se aplica,a fortiori, a las lenguas minoritarias. Por lotanto, la traducción de un texto literario auna lengua pequeña/minoritaria eviden-cia, por regla general, el valor del textotraducido, visto que el primer objetivo quese propondrá el organismo cultural respon-sable de la promoción de proyectos litera-rios será la instalación de una biblioteca dela literatura universal. Hay también otrosmotivos que intervienen en la selección —por ejemplo la solidaridad mutua entrecomunidades étnico-lingüísticas minorita-rias— pero el criterio principal deberá serel valor literario intrínseco.

Se podría evocar en este contexto lo queocurrió en Cataluña a principios de nues-tro siglo donde se tradujeron al catalán,por iniciativa de la Fundado Metge, losmejores textos de la literatura occidentaltanto clásica como moderna. Hoy día, laliteratura catalana cuenta con traduccionesque ni siquiera existen en castellano, y po-demos constatar que muchos autores aus-tríacos se encuentran traducidos, desdeRilke y Georg Trakl hasta Erich Fried,desde Robert Musil hasta Thomas Ber-nhard y Christoph Ransmayr, desdeSchnitzler hasta Handke, desde Freud yWittgenstein hasta Karl Popper. Abrieronel paso a los literatos contemporáneos tra-ducciones de las obras de los románticosalemanes Hölderlin, Novalis y Goethe y,en una segunda fase, las de Rilke, Kafka yBertolt Brecht.7

En la actualidad, actividades parecidasvan desarrollándose, con menos rigor pro-

7 Gerhard Ackermann: Von Carles Riba zu BertoltBrecht. Die Rezeption der deutschen Literatur in Katalo-nien während der Franco-Zeit, Bonn, Romanistischer,1990.

gramático, en Galicia, en el País Vasco ydentro de otras comunidades lingüísticascuyas variedades no han logrado el estatu-to de "lengua nacional" aunque "seránobjeto de especial respeto y protección"(artículo 3.3. de la Constitución española).

La función de traducciones en el con-texto de lenguas minoritarias o de varieda-des todavía en busca de su identidad lin-güística y cultural debe considerarse enprimer lugar bajo el ángulo de la planifica-ción lingüística. Se suele decir que las tra-ducciones enriquecen la lengua y culturareceptora; pero en muchas ocasiones no esnada más que un decir. Recordemos laspalabras alarmantes de Lawrence Venuti,amparado en su país de la literatura italia-na, o sea, de una cultura que goza mun-dialmente de gran prestigio.

Pero con respecto a lenguas minorita-rias el decir puede resultar plenamente vá-lido y adecuado visto que los textos origi-nales no constituyen objetos cuya resisten-cia estética y lingüística tenga que ser mi-nimizada por el traductor, sino que repre-sentan modelos dignos de ser imitados yemulados en todos los niveles estilísticos,modelos que provocan la creación de re-cursos lingüísticos propios en vez de sernivelados y reducidos a meros "inmigran-tes asimilados".

Este proceso evoca evidentemente losesfuerzos que emprendieron los escritoresde las grandes lenguas europeas de hoy enla Baja Edad Media para emanciparse delos patrones latinos y, en menor medida,griegos. Saltan a la vista los paralelismos,pero no se pone énfasis en las diferencias.Me limito aquí a un aspecto íntimamenterelacionado con el corpus de textos. Lospromotores de la planificación lingüísticade cualquier lengua minoritaria (europea)saben que tienen que convencer a los jóve-nes, a los alumnos y estudiantes, de la uti-lidad o necesidad de servirse de la variedadautóctona; por lo tanto fomentan la pro-

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ducción y traducción de literatura juvenil.Y así se explica que el autor austríaco mástraducido y publicado en España —me re-fiero a los datos que proporciona el catálo-go Libros españoles en venta 1996— no es Ka-fka o Freud o Zweig o Thomas Bernhardsino... Christine Nöstlinger, porque algu-nos de sus textos se encuentran traducidosno sólo al castellano sino también al cata-lán, al valenciano (¡sic!), al euskera, al ga-llego y al asturiano.

He subrayado en la introducción queno me parecería justificado escamotear es-ta categoría de literatura, y me permitoinsistir en mi opinión a propósito de Chris-tine Nöstlinger, quien ha creado un tipo deliteratura que se dirige tanto a los teenagerscomo a los adultos, que se sirve de técnicasnarrativas poco convencionales y que juntaun raro sentido de humor a un mensajecrítico pero profundamente humano yconciliador (sobre todo en lo que toca a laconciliación entre las generaciones).

Conviene añadir que el éxito deNöstlinger no es un fenómeno restringidoa la Península Ibérica y tampoco es debido

únicamente a la existencia de varias len-guas nacionales; son igualmente numerosí-simas las traducciones de sus textos enFrancia donde las literaturas nacionales notienen el privilegio de ver especificadas suspublicaciones en el catálogo oficial.

Me he limitado a hablar sobre condi-ciones de la difusión y recepción de auto-res austríacos en el extranjero. He descar-tado el tema de "lo genuinamente austrí-aco" en la literatura austríaca y el proble-ma de su traducibilidad o intraducibilidad.Este aspecto intrínseco se puede plantearen lo referente al contenido (pensemos enfórmulas simplistas tal como "La literaturaaustríaca es barroca" o "es víctima del mi-to habsbúrguico") y al nivel lingüístico(¿Cómo traducir las particulidaridades —portadoras de sutilísimas connotaciones so-ciales— de las variedades geográficas ysociolingüísticas austríacas?). Estos pro-blemas son, de vez en cuando, objeto decoloquios y resultan demasiado delicadosy complejos para ser tratados en una brevecharla introductoria.

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