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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año LII, número 48 (2.694) Ciudad del Vaticano 27 de noviembre de 2020 FRATERNIDAD , RESPETO Y HUMANISMO PARA CAMBIAR LA ECONOMÍA

Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 OL’ S S E ......el Buen Pastor. También Él mismo dice de sí: «Yo soy el buen pastor» (Jn 10, 11.14). En la página evangélica

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  • Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

    L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

    Unicuique suum

    EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

    Año LII, número 48 (2.694) Ciudad del Vaticano 27 de noviembre de 2020

    FR AT E R N I D A D ,RESPETO

    YHUMANISMO

    PA R ACAMBIAR

    LAECONOMÍA

  • L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

    Unicuique suumEN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

    Ciudad del Vaticanoredazione.spagnola.or@sp c.va

    w w w. o s s e r v a t o re ro m a n o .v a

    ANDREA MONDAd i re c t o r

    Giuseppe Fiorentinosub director

    Silvina Pérezjefe de la edición

    Redacciónvia del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano

    teléfono 39 06 698 99410

    TIPO GRAFIA VAT I C A N A EDITRICEL’OS S E R VAT O R E ROMANO

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    página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de noviembre de 2020, número 48

    En el Ángelus Francisco exhorta a la solidaridad y recuerda el terremoto del sur de Italia de 1980 Ángelus

    Junto a las familiasque pasan dificultades

    Queridos hermanos y hermanas, ¡buenosdías!

    Hoy celebramos la Solemnidad deNuestro Señor Jesucristo, Reydel universo, que cierra el año li-túrgico, la gran parábola en laque se despliega el misterio de Cristo: todoel año litúrgico. Él es el Alfa y el Omega, elcomienzo y el cumplimiento de la historia; yla liturgia de hoy se centra en el “omega”,es decir, en el destino final. El sentido de lahistoria se comprende teniendo ante nues-tros ojos su culminación: el final es tambiénel fin. Y esto es precisamente lo que haceMateo, en el Evangelio de este domingo(25, 31-46), colocando el discurso de Jesússobre el juicio universal en el epílogo de suvida terrenal: Él, a quien los hombres estána punto de condenar, es en realidad el juezsupremo. En su muerte y resurrección, Jesússe mostrará como el Señor de la historia, elRey del universo, el Juez de todo. Pero laparadoja cristiana es que el Juez no revisteuna realeza temible, sino que es un pastorlleno de mansedumbre y misericordia.

    En efecto, Jesús, en esta parábola del jui-cio final, utiliza la imagen del pastor. Tomalas imágenes del profeta Ezequiel, que ha-blaba de la intervención de Dios en favordel pueblo, contra los malos pastores deIsrael (cf. 34, 1-10). Aquellos habían sidocrueles, explotadores, prefiriendo alimentar-se ellos mismos en lugar del rebaño; por lotanto, Dios mismo promete cuidar personal-mente de su rebaño, defendiéndolo de lasinjusticias y los abusos. Esta promesa deDios para su pueblo se cumplió plenamenteen Jesucristo, el Pastor, precisamente Él esel Buen Pastor. También Él mismo dice desí: «Yo soy el buen pastor» (Jn 10, 11.14).

    En la página evangélica de hoy, Jesús seidentifica no sólo con el rey pastor, sinotambién con las ovejas perdidas. Podríamoshablar de una “doble identidad”: el rey-pas-tor, Jesús, se identifica también con las ove-jas, es decir, con los hermanos más peque-ños y necesitados. Y así indica el criterio deljuicio: se efectuará sobre la base del amorconcreto dado o negado a estas personas,porque él mismo, el juez, está presente encada una de ellas. Él es juez, Él es Dios-hombre, pero Él es también el pobre, Él es-tá escondido, está presente en la persona delos pobres que Él menciona precisamenteallí. Jesús dice: «En verdad os digo quecuanto hicisteis (o no hicisteis) a uno de es-tos hermanos míos más pequeños, a mí lohicisteis (o no lo hicisteis)» (vv. 40.45). Se-remos juzgados por el amor. El juicio será

    por el amor. No por el sentimiento, no: porlas obras, por la compasión que se hace cer-canía y ayuda solícita.

    ¿Yo me acerco a Jesús presente en la per-sona de los enfermos, de los pobres, de losque sufren, de los presos, de los que tienenhambre y sed de justicia? ¿Me acerco a Je-sús presente allí? Esta es la pregunta de hoy.El Señor, pues, en el fin del mundo, pasarárevista a su rebaño, y lo hará no sólo del la-do del pastor, sino también del lado de lasovejas, con las que se ha identificado. Y nospreguntará: “¿Has sido un poco pastor, co-mo yo?”. “¿Has sido pastor mío, de mí, queestaba presente en esa gente necesitada, ohas sido indiferente?”. Hermanos y herma-nas, guardémonos de la lógica de la indife-rencia, de lo que viene inmediatamente a lamente: mirar a otra parte cuando vemos unproblema. Recordemos la parábola del BuenSamaritano. Aquel pobre hombre, heridopor los bandidos, tirado en el suelo, entre lavida y la muerte, estaba allí solo. Pasó unsacerdote, lo vio, y se fue, miró hacia otrolado. Pasó un levita, lo vio y miró hacia otrolado. ¿Soy yo, ante mis hermanos y herma-nas necesitados, tan indiferente como estesacerdote, como este levita, y miro a otraparte? Seré juzgado por esto: por cómo meacerqué, por cómo miré a Jesús presente enla necesidad. Esta es la lógica, y no lo digoyo, lo dice Jesús: “Lo que hicisteis a éste, aéste, a éste, me lo habéis hecho a mí. Y loque no hicisteis a éste, a éste, a éste, a éste,a mí no lo hicisteis, porque yo estaba allí”.Qué Jesús nos enseñe esta lógica, esta lógicade cercanía, de acercarnos a Él, con amor,en la persona de los que más sufren.

    Pidamos a la Virgen María que nos ense-ñe a reinar en el servir. Nuestra Señora,asunta al Cielo, recibió la corona real de suHijo, porque lo siguió fielmente —es la pri-mera discípula— en el camino del Amor.Aprendamos de ella a entrar desde ahora enel Reino de Dios, por la puerta del serviciohumilde y generoso. Y volvamos a casa so-lamente con esta frase: “Yo estaba presenteallí. ¡Gracias!” o si no “Te has olvidado demí”.

    Después del Ángelus, el Papa recordó elterremoto que golpeó el sur de Italia en 1980 ydirigió unas palabras a las familias endificultad en este tiempo de pandemia.

    ¡Queridos hermanos y hermanas!Deseo enviar un pensamiento especial a lapoblación de Campania y de Basilicata, cua-

    renta años después del desastroso terremoto,que tuvo su epicentro en Irpinia y sembrómuerte y destrucción. ¡Hace ya cuarentaaños! Ese dramático acontecimiento, cuyasheridas, incluso las materiales, aún no hancicatrizado del todo, puso de relieve la ge-nerosidad y la solidaridad de los italianos.Lo atestiguan tantos hermanamientos entrelos países afectados por el terremoto y losdel norte y el centro, cuyos vínculos todavíaexisten. Estas iniciativas han favorecido ellaborioso camino de la reconstrucción y, so-bre todo, la fraternidad entre las diferentescomunidades de la Península.

    Saludo a todos vosotros, romanos y pere-grinos, que a pesar de las dificultades actua-les, y siempre respetando las reglas, habéisvenido a la Plaza de San Pedro. Un saludoespecial a las familias, que en este momentolo pasan peor. Pensad en esto, en tantas fa-milias que pasan dificultades en este mo-mento, porque no tienen trabajo, han perdi-do el empleo, tienen uno o dos hijos; y aveces, algo avergonzadas, no dejan que sesepa. Pero sed vosotros los que vayan a mi-rar donde hay necesidad. Donde está Jesús,donde Jesús está necesitado. ¡Hacedlo!

    Os deseo a todos un buen domingo—también a los de la Inmaculada, que se ha-cen escuchar —. Y por favor no os olvidéisde rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hastap ro n t o !

    Un pensamiento a las «tantas familias que pasan dificultades en este momento» fue dirigido por elPapa al finalizar el Ángelus del domingo 22 de noviembre. Después de haber celebrado la misa en labasílica, a medio día el Papa se asomó a la ventana del Estudio privado del Palacio apostólicovaticano para la oración mariana con los fieles presentes en la plaza de San Pedro y los que estabanconectados a través de la radio, la televisión y los nuevos medios de comunicación, introduciéndolacon una meditación sobre el pasaje evangélico del juicio universal (Mateo 25, 31-46) propuesto en elúltimo domingo del año litúrgico.

  • número 48, viernes 27 de noviembre de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

    La invitación del Papa en la homilía de la misa

    No renunciar a los grandes sueñosEl Papa Francisco presidió a las 10del domingo 22 de noviembre, en elaltar de la Cátedra de la basílicaVaticana, la misa en la solemnidad deNuestro Señor Jesucristo Rey delUniverso. Al finalizar la celebracióneucarística, los jóvenes de Panamáentregaron la cruz y el icono de laSalus populis romani —símbolos de laJornada Mundial de la Juventud— asus coetáneos de Portugal. Se celebraráen Lisboa, en el verano de 2023, elpróximo encuentro mundial.

    Lo que acabamos de escuchares la última página delEvangelio de Mateo previaa la Pasión: Jesús, antes deentregarnos su amor en la cruz, nosdeja su última voluntad. Nos diceque el bien que hagamos a uno desus hermanos más pequeños —ham-brientos, sedientos, extranjeros, po-bres, enfermos, encarcelados— se loharemos a Él (cf. Mt 25, 37-40). Asínos entrega el Señor la lista de losdones que desea para las bodas eter-nas con nosotros en el Cielo. Son lasobras de misericordia, que transfor-man nuestra vida en eternidad. Cadauno de nosotros puede preguntarse:¿Las pongo en práctica? ¿Hago algopor quien lo necesita? ¿O hago elbien sólo a los seres queridos y a losamigos? ¿Ayudo al que no me pue-de devolver? ¿Soy amigo de un po-bre? Y así, tantas preguntas que po-demos hacernos. “Yo estoy ahí”, tedice Jesús, “te espero ahí, donde noimaginas y donde quizás ni siquieraquieres mirar, ahí en los pobres”. Yoestoy ahí, donde el pensamiento do-minante —según el cual la vida vabien si me va bien a mí— no muestrainterés. Yo estoy ahí, dice Jesús tam-bién a ti, joven que buscas realizarlos sueños de la vida.

    Yo estoy ahí, le dijo Jesús a un jo-ven soldado hace algunos siglos. Te-nía dieciocho años y todavía no es-taba bautizado. Un día vio a un po-bre que pedía ayuda a la gente, perono la recibía porque «todos pasabande largo». Y aquel joven, «compren-dió que, si los demás no tenían com-pasión, era porque el pobre le estabareservado a él», para él. Pero no te-nía nada consigo, sólo su capa mili-tar. Entonces la rasgó por la mitad ydio una mitad al pobre, sufriendolas burlas de algunos a su alrededor.La noche siguiente tuvo un sueño:vio a Jesús, vestido con el trozo dela capa con que había cubierto alpobre. Y lo escuchó decir: «Martínme ha cubierto con este vestido» (cf.Sulpicio Severo, Vida de san Martínde Tours, III). San Martín era un jo-ven que tuvo aquel sueño porque lohabía vivido, aun sin saberlo, comolos justos del Evangelio de hoy.

    Queridos jóvenes, queridos her-manos y hermanas: No renunciemosa los sueños grandes. No nos con-tentemos con lo que es debido. ElSeñor no quiere que recortemos loshorizontes, no nos quiere aparcadosal margen de la vida, sino en movi-miento hacia metas altas, con alegríay audacia. No estamos hechos parasoñar con las vacaciones o el fin desemana, sino para realizar los sueños

    de Dios en este mundo. Él nos hahecho capaces de soñar para abrazarla belleza de la vida. Y las obras demisericordia son las obras más bellasde la vida. Las obras de misericordiavan precisamente al centro de nues-tros sueños grandes. Si tienes sueñosde gloria verdadera, no de la gloriadel mundo que va y viene, sino de lagloria de Dios, este es el camino.Lee el pasaje del Evangelio de hoy, ypiensa en ello. Porque las obras demisericordia dan gloria a Dios másque cualquier otra cosa. Escuchadbien esto: las obras de misericordiadan gloria a Dios más que cualquierotra cosa. Al final seremos juzgadossobre las obras de misericordia.

    Pero, ¿desde dónde se parte pararealizar sueños grandes? De lasgrandes decisiones. El Evangelio dehoy también nos habla de esto. Dehecho, en el momento del juicio fi-nal el Señor se basa en las decisio-nes que tomamos. Casi parece queno juzga: separa las ovejas de las ca-bras, pero ser buenos o malos de-pende de nosotros. Él sólo deducelas consecuencias de nuestras deci-siones, las pone de manifiesto y lasrespeta. Entonces, la vida es el tiem-po de las decisiones firmes, funda-mentales, eternas. Elecciones banalesconducen a una vida banal, eleccio-nes grandes hacen grande la vida.En efecto, nosotros nos convertimosen lo que elegimos, para bien y paramal. Si elegimos robar nos volvemosladrones, si elegimos pensar en no-sotros mismos nos volvemos egoís-tas, si elegimos odiar nos volvemosfuribundos, si elegimos pasar horasdelante del móvil nos volvemos de-pendientes. Pero si optamos porDios nos volvemos cada día másamados y si elegimos amar nos vol-vemos felices. Es así, porque la be-lleza de las decisiones depende delamor: no olvidar esto. Jesús sabeque si vivimos cerrados e indiferen-tes nos quedamos paralizados, perosi nos gastamos por los demás noshacemos libres. El Señor de la vida

    nos quiere llenos de vida y nos da elsecreto de la vida: esta se posee sola-mente entregándola. Y esta es unaregla de vida: la vida se posee, ahoray eternamente, sólo dándola.

    Es verdad que hay obstáculos quevuelven arduas las elecciones: a me-nudo el miedo, la inseguridad, losporqués sin respuesta, tantos por-qués. Sin embargo, el amor nos pideque vayamos más allá, que no nosquedemos sujetos a los porqués dela vida, esperando que llegue unarespuesta del Cielo. La respuesta hallegado, es la mirada del Padre quenos ama y nos ha enviado el Hijo.No, el amor nos impulsa a pasar delos porqués al para quién, del porqué vivo al para quién vivo, del porqué me pasa esto al para quién pue-do hacer el bien. ¿Para quién? Nosólo para mí mismo: la vida ya estállena de decisiones que tomamos mi-rando nuestro beneficio, para tenerun título de estudios, amigos, unacasa, para satisfacer los propios inte-reses, los propios pasatiempos. Perocorremos el riesgo de que pasen losaños pensando en nosotros mismossin comenzar a amar. Manzoni nosda un hermoso consejo: «Se deberíapensar más en hacer el bien que enestar bien; y así se acabaría estandomejor» (Los novios, cap. XXXVIII).

    Pero no sólo las dudas y los por-qués son los que debilitan las gran-des elecciones generosas, hay mu-chos más obstáculos, todos los días.Está la fiebre del consumo, que nar-cotiza el corazón con cosas super-fluas. Se encuentra la obsesión porla diversión, que parece el único mo-do para evadir los problemas, y encambio sólo pospone los problemas.Hay una fijación en la reclamaciónde los propios derechos, olvidandoel deber de ayudar. Y también estála gran ilusión sobre el amor, queparece algo que hay que vivir a fuer-za de emociones, cuando amar es so-bre todo: don, elección y sacrificio.Elegir, especialmente hoy, es no de-

    jarse domesticar por la homogenei-zación, es no dejarse anestesiar porlos mecanismos de consumo que de-sactivan la originalidad, es saber re-nunciar al aparentar y al mostrarse.Elegir la vida es luchar contra lamentalidad del usar y tirar y del to-do y rápido, para conducir la exis-tencia hacia la meta del Cielo, hacialos sueños de Dios. Elegir la vida esvivir, y nosotros hemos nacido paravivir, no para ir tirando. Esto ha di-cho un joven como vosotros [el bea-to Pier Giorgio Frassati]: “Yo quierovivir, no ir tirando”.

    Muchas elecciones surgen cadadía en el corazón. Quisiera darles unúltimo consejo para que se entrenena elegir bien. Si nos miramos dentro,vemos que a menudo nacen en no-sotros dos preguntas distintas. Unaes: ¿Qué me apetece hacer? Es unapregunta que con frecuencia engaña,porque insinúa que lo importante espensar en uno mismo y seguir todoslos deseos e impulsos que uno tiene.Sin embargo la pregunta que el Es-píritu Santo sugiere al corazón esotra: no ¿qué me apetece hacer?, si-no ¿qué te hace bien? Aquí está laelección de cada día: ¿Qué quierohacer o qué me hace bien? De estabúsqueda interior pueden nacer elec-ciones banales o elecciones de vida,depende de nosotros. Miremos a Je-sús, pidámosle la valentía de elegirlo que nos hace bien, para seguir sushuellas en el camino del amor, y en-contrar la alegría. Para vivir, no parair tirando.

    Palabras del Papa Francisco al finalde la MisaAl final de esta celebración eucarísti-ca, saludo cordialmente a todos lospresentes y a todos los que nos si-guen a través de los medios de co-municación. Dirijo un saludo espe-cial a vosotros los jóvenes, los jóve-nes de Panamá y Portugal, represen-tados por las dos delegaciones queen breve harán el significativo gestodel paso de la Cruz y del icono dela Virgen María, Salus Populi Roma-ni, símbolos de las Jornadas Mun-diales de la Juventud. Es un pasoimportante en la peregrinación quenos llevará a Lisboa en el año 2023.

    Y mientras nos preparamos parala próxima jornada intercontinentalde la J M J, también me gustaría relan-zar su celebración en las Iglesias lo-cales. Treinta y cinco años más tardede la creación de la J M J, después dehaber escuchado diferentes opinio-nes y al Dicasterio para los Laicos,la Familia y la Vida, competente enla pastoral juvenil, he decidido tras-ladar la celebración diocesana de laJMJ del Domingo de Ramos al Do-mingo de Cristo Rey, a partir delpróximo año. En el centro permane-ce el Misterio de Jesucristo Redentordel hombre, como siempre evidenciósan Juan Pablo II, iniciador y patro-no de la J M J.

    Queridos jóvenes: ¡Griten con susvidas que Cristo vive, que Cristo rei-na, que Cristo es el Señor! ¡Si uste-des callan, os aseguro que las pie-dras gritarán! (cf. Lc 19, 40).

  • página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de noviembre de 2020, número 48

    En el discurso al Colegio Pío Latinoamericano el Papa exhorta a curar el gran mal que aflige el mundo

    El mestizaje cultural antídoto a los nacionalismosa u t o r re f e re n c i a l e s

    Queridos hermanos y hermanas:

    Mi saludo a toda la comunidad del Co-legio. Agradezco al Padre Freire, S.J.,las palabras que me ha dirigido ennombre de los presentes. En ellas, mepresenta dificultades, problemas, desafíos de lostiempos presentes. Sobre todo, ustedes en este ca-mino de mantenerse fieles a la vocación y buscarlas maneras de servir mejor.

    Por más que la historia separó nuestros pue-blos, no ha podido destruir en ellos la raíz quelos une. Sobre esta base, el Colegio Pío Latinoa-mericano nació como un compromiso que unieratodas nuestras Iglesias particulares y a la vez lasabriera a la Iglesia universal en Roma y desdeRoma.

    Esta experiencia de comunión y apertura es unllamado, pues el ejemplo del mestizaje que ha he-cho grande América, que se vivencia en la comu-nidad plural que ustedes conforman, tambiénpuede ayudar a sanar el mundo. El Evangelio ysu mensaje llegó a nuestra tierra por medios hu-manos, no exentos de pecado, lo sabemos todos,pero la gracia se sobrepuso a nuestra debilidad ysu Palabra se extendió por todos los rincones delcontinente. Los pueblos y las culturas lo acogie-ron en una rica diversidad de formas que hoy po-demos contemplar y que nos enseña a no tenermiedo a la diversidad, más aún, a entender queno se puede ser Iglesia sin diversidad de pueblos.Este milagro se produjo porque tanto quienes lle-gaban como quienes los recibían fueron capacesde abrir el corazón y no se cerraron a lo que elotro podía aportarle, ya fuese en lo humano, enlo cultural o en lo religioso. Esta raíz mestiza —leshablé de mestizaje la otra vez—, esta raíz mestizanace de un corazón capaz de amar al otro con unamor que es fecundo, es decir, dispuesto a crearalgo nuevo que lo supera y lo trasciende. Y estosupone rechazar la propia autorrefencialidad. Hoydía no sólo en América sino en el mundo lo queimpide un encuentro fraternal entre los pueblosson los nacionalismos autorreferenciales, cerrados

    en sí mismos y mirándose a sí mismos. A nosotrosse nos pide rechazar la propia autorreferenciali-dad y desde nuestra propia identidad poder di-fundir el don recibido. Y esta semilla del reino,no lo duden, crecerá y dará un ciento por uno, node granos todos iguales sino de una insospechadavariedad y riqueza.

    Actualmente, hay latinoamericanos esparcidospor todo el mundo, y de esta realidad se han be-neficiado tantas comunidades cristianas. Iglesiasdel norte y de centro Europa, incluso de oriente,que han encontrado en ellos una nueva vitalidad.Muchas ciudades, desde Madrid hasta Kobe, ce-lebran con fervor al Cristo de los Milagros y lomismo se puede decir de Nuestra Señora de Gua-dalupe. El rico mestizaje cultural que hizo posiblela evangelización se reproduce hoy de nuevo. Lospueblos latinos se encuentran entre ellos y conotros pueblos gracias a la movilidad social y a lasfacilidades de la comunicación, y de este encuen-tro también ellos salen enriquecidos.

    En este tiempo, en este campo ustedes estánllamados a sembrar la Palabra, de forma generosa,sin prejuicios, como siembra Dios, que no mira ladureza de la tierra, ni la presencia de las piedras ode los cardos, que no arranca la cizaña, para nollevarse con ella la buena semilla del reino. Y eneso debe incidir vuestra formación y ministerio,para abrir la puerta de su corazón y de los cora-zones de quienes los escuchen, para arrimar elhombro, convocar a los demás a hacerlo con uste-des por el bien de todos, para curar este mundodel gran mal que lo aqueja y que la pandemia pu-so tan crudamente en evidencia. Como ven sontres puntos concretos de acción que tienen dosmomentos: personal y comunitario, y que se com-pletan ineludiblemente.

    Abrir la puerta del corazón y de los corazones.Abrir el corazón ciertamente al Señor que no dejade llamar a nuestra puerta, para hacer morada ennosotros. Pero también abrirlo al hermano, puesno olviden que nuestra relación con Dios puedeser fácilmente testada en cómo nos proyectamos

    sobre el prójimo. Cuando abren el corazón a to-dos sin distinción por amor de Dios, crean un es-pacio donde Dios y el prójimo pueden encontrar-se. No dejen nunca de manifestar esta disponibili-dad, esta apertura: no cierren nunca la puerta aquien en el profundo de su corazón desea poderentrar y sentirse acogido. Piensen en que es el Se-ñor quien los llama bajo el atuendo de ese pobre,para sentarse todos juntos en su banquete. Y lesdejo una pregunta: ¿Dónde está el pobre en mivida? ¿Me olvide de dónde vengo?

    Segunda línea es arrimar el hombro y convocara los demás a hacerlo. El Señor nos llama a la vo-cación sacerdotal, los ha enviado a esta ciudad deRoma para completar la formación, porque Élsiempre presenta este proyecto de amor y de ser-vicio para cada uno de ustedes. Pastores según elcorazón de Dios, pastores que se consagren alcuidado de los fieles, que apacienten, pastoresque no le tengan miedo al rebaño, que guíen, quecuren, que busquen siempre hacer progresar a supueblo, pastores que se animen a estar delante, enmedio y detrás del rebaño. Delante para guiar ensu momento, en medio para sentir el olor del re-baño y detrás para cuidar a los rezagados y tam-bién para dejar que en algún momento vaya soloel rebaño, porque el rebaño tiene olfato para en-contrar pastos buenos, guiar desde atrás también.Seguramente, en la memoria de cada uno de uste-des hay infinidad de iniciativas y no dudo quetrabajando con denuedo puedan hacer muchobien y van a ayudar a muchas personas, peronuestra misión no sería perfecta si nos quedára-mos en eso. Nuestro esfuerzo debe ser además unreclamo, necesita convocar al rebaño, hacerle sen-tirse pueblo, llamado también él a ponerse en ca-mino y a esforzarse por adelantar el reino, ya aquíen esta tierra. Y esto implica que se sientan útiles,responsables, necesarios, que hay un espacio don-de ellos también pueden arrimar su hombro. Lu-chen contra la cultura del descarte, y por favor nola provoquen con un clericalismo que hace tantodaño y que es una enfermedad, luchen contra lasegregación social, luchen contra la desconfianzay el perjuicio en razón de la raza, de la cultura ode la fe, para que el sentimiento de fraternidad seimponga sobre toda diferencia.

    Y la tercera línea, cuidar al mundo del granmal que lo aqueja. La pandemia nos ha puestodelante del gran mal que aflige a nuestra socie-dad, la desnudó, la podemos palpar bien. La glo-balización superó las fronteras, pero no las men-tes y los corazones. El virus se difunde sin freno,pero no somos capaces de dar una respuesta con-junta. El mundo sigue cerrando las puertas, re-chazando el diálogo y rechazando la colabora-ción, se niega a abrirse con sinceridad al compro-miso común por un bien que alcance a todos in-distintamente, este es el espíritu del mundo, así semueve, así trabaja. La cura de ese mal debe llegardesde abajo, desde los corazones y las almas queun día les serán encomendadas a ustedes y debellegar con propuestas entalidades y abrir espacios,para sanar este mal y dar a Dios un pueblo uni-do. Repito esta figura, globalización sí, pero noesfera, la esfera es uniformidad. Globalización sí,pero poliedro, donde cada pueblo, cada uno con-serve la propia particularidad.

    Y le pido a la Virgen Madre, la Guadalupana,Patrona de América Latina, que sostenga su espe-ranza en este curso que ahora se abre en mediode incertidumbres humanas, para que ustedespuedan secundar la llamada de Dios allá donde elSeñor los llame, los envíe y que puedan ser testi-gos de la fraternidad humana que nace de la úni-ca fuente, ser hijos de Dios. Que el Señor losbendiga y la Virgen los cuide. Y, por favor, no seolviden de rezar por mí. Gracias.

    El mestizaje cultural como antídoto a los «nacionalismos autorreferenciales, cerrados en sí mismos» queimpiden «el encuentro fraternal entre los pueblos»: lo indicó el Papa Francisco a la comunidad del Pontificiocolegio Pío latinoamericano, recibida en audiencia en la Sala Clementina del Palacio apostólico el viernes porla mañana, 20 de noviembre. En el discurso el obispo de Roma indicó tres puntos de acción: «abrir lapuerta del corazón y de los corazones, para arrimar el hombro» y «curar este mundo del gran mal que loaqueja y que la pandemia puso tan crudamente en evidencia».

  • número 48, viernes 27 de noviembre de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

    Contra la devastación provocada por la pandemia el Papa invoca un nuevo modelo de organización social

    Solidaridad y justicia para América Latina

    Saludo a los participantes eneste Seminario virtual titula-do: «América Latina: Iglesia,Papa Francisco y los escena-rios de la pandemia», cuyo objetivoes reflexionar y analizar la situaciónde pandemia del Covid-19 en Améri-ca Latina, sus consecuencias y, sobretodo, las posibles líneas de acción yayuda solidaria a desarrollar por to-dos los que forman parte y entrete-jen la belleza y la esperanza del con-tinente. Agradezco a los organizado-res por esta iniciativa y auguro quepueda inspirar caminos, despertarprocesos, crear alianzas e impulsar

    Por favor, ¡no nos dejemos robar laesperanza! El camino de la solidaridadcomo justicia es la mejor expresión deamor y de cercanía

    todos los mecanismosnecesarios para garanti-zar una vida digna anuestros pueblos, espe-cialmente a los más ex-cluidos, a través de lavivencia de la fraterni-dad y la construcciónde la amistad social.Cuando digo los másexcluidos, no digo, nolo digo como diciendo dar la limos-na a los más excluidos, o como ungesto de beneficencia, no, sino comoclave hermenéutica. De allá tenemosque empezar, de toda periferia hu-mana, de toda, si no empezamos deallá nos vamos a equivocar. Y estaquizás es la primera depuración delpensamiento que tenemos que hacer.

    La pandemia del Covid amplificóy puso en mayor evidencia los pro-blemas y las injusticias socio-econó-micos que ya afectaban gravementea Latinoamérica toda y con mayordureza a los más pobres.

    Ante las desigualdades y la discri-minación, que aumentan la brechasocial, se suman las difíciles condi-ciones en las que se encuentran losenfermos, y muchas familias queatraviesan tiempos de incertidumbre,y sufren situaciones de injusticia so-cial. Y esto se evidencia al constatarque no todos cuentan con los recur-sos necesarios para llevar adelantelas mínimas medidas de proteccióncontra el Covid-19: techo segurodonde poder cumplir el distancia-miento social, agua, recursos sanita-rios para higienizarse y desinfectarlos ambientes, trabajo estable quegarantice el acceso a los beneficios,por nombrar los más imprescindi-bles. Creo que esto tenemos quegrabarlo mucho. Es ser concreto. Nosólo como medida de protección—como mencioné recién—, sino comohechos que nos tienen que alarmar.¿Todos tienen techo seguro? ¿Todostienen acceso al agua? ¿Tienen re-cursos para higienizarse y desinfectarlos ambientes? ¿Tienen trabajo esta-ble? La pandemia hizo aún más visi-ble nuestras vulnerabilidades pree-xistentes.

    Estoy pensando también en estemomento, en los hermanos y herma-nas que además de sufrir el embate

    de la pandemia, ven con tristeza queel ecosistema de su entorno está enserio peligro por los incendios fores-tales que destruyen extensas zonascomo el pantanal, la amazonia, queson el pulmón de América Latina ydel mundo.

    Somos conscientes de que losefectos devastadores de la pandemialos seguiremos viviendo por muchotiempo, sobre todo en nuestras eco-nomías, que requieren atención soli-daria y propuestas creativas para ali-vianar el peso de la crisis. En el Rei-no de Dios, que inicia ya en estemundo, el pan llega a todos y sobra,

    la organización social se basa en elcontribuir, compartir y distribuir, noen el poseer, excluir y acumular. Es-tas dos ternas, creo que tienen quemarcar un poco el ritmo de nuestropensamiento. En el Reino de Dios elpan llega a todos y sobra; y la orga-nización social se basa en el contri-buir, compartir y distribuir, no en elposeer, excluir y acumular. Por ello,todos estamos llamados, individual ycolectivamente, a realizar nuestrotrabajo o misión con responsabili-dad, con transparencia y con hones-tidad.

    La pandemia ha dejado ver lo me-jor y lo peor de nuestros pueblos y

    lo mejor y lo peor de cada persona.Ahora, más que nunca, es necesarioretomar la conciencia de nuestrapertenencia común. El virus nos re-cuerda que la mejor forma de cui-darnos es aprendiendo a cuidar yproteger a los que tenemos al lado:conciencia de barrio, conciencia depueblo, conciencia de región, con-ciencia de casa común. Sabemos quejunto con la pandemia del Covid-19,existen otros malestares sociales —lafalta de techo, la falta de tierra y lafalta de trabajo, las famosas tres“T”— que marcan como el nivel y es-tos requieren una respuesta generosay una atención inmediata. Ante estesombrío panorama, los pueblos lati-noamericanos nos enseñan que sonpueblos con alma que supieron en-frentar con valentía las crisis y supie-ron engendrar voces que gritando enel desierto allanaron los caminos delSeñor (cf. Mc 1, 3). Por favor, ¡nonos dejemos robar la esperanza! Elcamino de la solidaridad como justi-cia es la mejor expresión de amor yde cercanía. De esta crisis, podemossalir mejores, y así lo han testimo-niado tantas hermanas y hermanosnuestros en la entrega cotidiana desu vida y en las iniciativas que elPueblo de Dios fue generando.

    Hemos visto «la fuerza operantedel Espíritu derramada y plasmadaen valientes y generosas entregas»(Momento extraordinario de oración entiempos de epidemia, 27 marzo 2020).En este punto me dirijo también aquienes ejercen responsabilidadespolíticas y me permito, una vez más,convocar para rehabilitar la política,que «es una altísima vocación, quees una de las formas más preciosasde la caridad, porque busca el biencomún». Como dije en la recienteEncíclica Fratelli tutti: «Reconocer acada ser humano como un hermanoo una hermana y buscar una amistadsocial que integre a todos no sonmeras utopías. Exigen la decisión yla capacidad para encontrar los ca-minos eficaces que las hagan real-mente posibles. Cualquier empeñoen esta línea se convierte en un ejer-

    cicio supremo de la caridad. Porqueun individuo puede ayudar a unapersona necesitada, pero cuando seune a otros para generar procesossociales de fraternidad, procesos so-ciales de justicia para todos, entra en“el campo de la más amplia caridad,la caridad política”. Se trata deavanzar hacia un orden social y polí-tico cuya alma sea la caridad social»(Fratelli tutti, 180).

    Y esto nos pide a todos aquellosque tenemos una función de lideraz-go aprender el arte del encuentro yno propiciar ni avalar o utilizar me-canismos que hagan de la grave cri-sis una herramienta de carácter elec-toral o social. La profundidad de lacrisis reclama proporcionalmente laaltura de la clase política dirigentecapaz de levantar la mirada y dirigiry orientar las legítimas diferencias enla búsqueda de soluciones viablespara nuestros pueblos. El despresti-gio del otro lo único que logra es di-namitar la posibilidad de encontraracuerdos que ayuden a aliviar ennuestras comunidades, pero princi-palmente a los más excluidos, losefectos de la pandemia. Y nosotrostenemos en América Latina, no sé entodo, pero en gran parte de AméricaLatina, tenemos una habilidad muygrande para progresar en el despres-tigio del otro. ¿Quién paga ese pro-ceso de desprestigio? Lo paga elpueblo, progresamos en el despresti-gio del otro a costa de los más po-bres, a costa del pueblo. Es tiempoque la nota distintiva de aquellosque fueron ungidos por sus pueblospara gobernarlos sea el servicio albien común y no que el bien comúnsea puesto al servicio de sus intere-ses. Todos conocemos las dinámicasde la corrupción que va por este la-do. Y esto vale también para loshombres y mujeres de Iglesia; por-que las internas eclesiásticas son unaverdadera lepra que enferma y matael Evangelio. Los invito a que, im-pulsados por la luz del Evangelio,continúen saliendo junto a todas laspersonas de buena voluntad en bus-ca de los que claman por ayuda, a lamanera del buen samaritano, abra-zando a los más débiles y constru-yendo —está muy desgastada la ex-presión, pero la voy a decir igual—construyendo una nueva civilización,pues, «el bien, como también elamor, la justicia y la solidaridad, nose alcanzan de una vez para siempre;han de ser conquistados cada día»(Fratelli tutti, 11).

    Frente a estos grandes desafíos,pidámosle a la Guadalupana quenuestra tierra latinoamericana no sedesmadre, es decir: que no pierda lamemoria de su madre. Que la crisislejos de separarnos nos ayude a re-cuperar y valorar la conciencia deese mestizaje común que nos herma-na y nos vuelve hijos de un mismoPadre. Una vez más nos hará bienrecordar que la unidad es superior alconflicto.

    Que su manto, su manto de Ma-dre y de Mujer, nos cobije en un so-lo pueblo que, luchando por la justi-cia, pueda decir: «Socorrió a Israel,su servidor, acordándose de su mise-ricordia, como lo había prometido anuestros padres» (Lc 1, 54-55). Mu-chas gracias.

    En América Latina —donde la pandemia «amplificó y puso en mayor evidencialos problemas y las injusticias socio-económicos» — es necesario reorganizar lasociedad en la base de tres verbos: «contribuir, compartir y distribuir». Loafirma el Pontífice en un videomensaje enviado a los participantes del seminariovirtual sobre el tema «América Latina: Iglesia, Papa Francisco y los escenariosde la pandemia». Organizado por la Pontificia Comisión para América Latina,la Pontificia Comisión de las ciencias sociales y del Consejo episcopallatinoamericano (Celam), el encuentro se abrió el jueves 19 de noviembre yconcluyó el viernes 20. Publicamos el texto del videomensaje.

  • número 48, viernes 27 de noviembre de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO páginas 6/7

    «Es tiempo, queridos jóvenes economistas, emprendedores, trabajadores y e m p re s a r i o s ,de arriesgarse a propiciar y estimular modelos de desarrollo, progreso y sustentabilidaddonde las personas, pero especialmente los excluidos —en los que incluyo la hermanat i e r ra — dejen de ser, en el mejor de los casos, una presencia meramente nominal». Loindicó el Pontífice interviniendo el sábado por la tarde, 21 de noviembre, con unvideomensaje, en la conclusión del Encuentro internacional «The Economy ofFrancesco - Papa Francisco y los jóvenes de todo el mundo por la economía demañana», que tuvo lugar en Asís —en directo en streaming — desde el jueves 19. Enel encuentro, que se tenía que haber celebrado en marzo pero que fue pospuesto por lapandemia, intervinieron además dos mil “menores de 35” y participaron cientos demiles de coetáneos conectados desde 115 países del mundo.

    Queridos jóvenes, buenas tardes.

    Gracias por estar allí, por todo lo que trabajaron y se comprometieronestos meses a pesar de los cambios en el programa; lejos de desani-marse supe del nivel de reflexión, calidad, seriedad y responsabilidadcon que trabajaron: no dejaron afuera nada de lo que les alegra, preo-cupa, indigna y moviliza a cambiar.

    La idea original era encontrarnos en Asís para inspirarnos en las huellas desan Francisco. Desde el Crucifijo de San Damián y desde otros rostros —como eldel leproso— el Señor le salió al encuentro, lo convocó y lo envió con una mi-sión; lo despojó de los ídolos que lo aislaban, de las perplejidades que lo parali-zaban y encerraban en la habitual flojera del “siempre se hizo así” —esta es unadebilidad— o de la tristeza dulzona e insatisfecha de los que viven sólo para sí,para regalarle la capacidad de entonar un canto de alabanza, signo de alegría, li-bertad y entrega. Por eso para mí este encuentro virtual en Asís no es un puntode llegada sino el puntapié inicial de un proceso que estamos invitados a vivircomo vocación, como cultura y como pacto. Como vocación, cultura y pacto.

    La vocación de Asís«Ve, Francisco, repara mi casa que, como ves está en ruinas». Estas fueron las

    palabras que movilizaron al joven Francisco y que se vuelven un llamado espe-cial para cada uno de nosotros. Cuando se sienten convocados, involucrados yprotagonistas de la “normalidad” a construir, ustedes saben decir “sí”, y eso daesperanza. Sé que aceptaron esta convocatoria de forma inmediata porque soncapaces de ver, analizar y experimentar que, así como vamos, no podemos se-guir, lo mostró claramente el nivel de adhesión, inscripción y participación a estepacto, que ha ido más allá de las capacidades. Ustedes manifiestan una sensibili-dad e inquietud especial para identificar los aspectos cruciales que nos reclaman.Lo hicieron desde una perspectiva particular: la economía, que es su ámbito deinvestigación, estudio y trabajo. Saben que apremia otra narración económica, senecesita asumir responsablemente que «el actual sistema mundial es insostenibledesde diversos puntos de vista»[1] y golpea principalmente a nuestra hermana tie-rra, tan gravemente maltratada y expoliada, y a los más pobres y excluidos. Vanunidos: tú espolias la tierra y habrá muchos pobres excluidos. Ellos son los pri-meros afectados… e incluso, los primeros olvidados.

    Pero cuidado con dejarse convencer de que esto sea sólo un recurrente lugarcomún. Ustedes son mucho más que un “ru m o r ” superficial y pasajero que seadormece y narcotiza con el tiempo. Si no queremos que esto pase, están llama-dos a incidir concretamente en vuestras ciudades y universidades, trabajos y sin-dicatos, emprendimientos y movimientos, cargos públicos y privados con inteli-gencia, empeño y convicción para llegar al núcleo y al corazón donde se gestany deciden los relatos y paradigmas[2]. Esto me movilizó a invitarlos a realizar estepacto. La gravedad de la situación actual, que la pandemia de Covid puso aúnmás en evidencia, exige una responsable toma de conciencia de todos los actore ssociales, de todos nosotros, entre los que ustedes tienen un papel primordial: lasconsecuencias de nuestras acciones y decisiones los afectarán en primera persona,por tanto, no pueden quedarse afuera de la gestación no ya de vuestro futuro si-no de vuestro presente. No pueden permanecer fuera de donde se gesta el pre-sente y el futuro. O están involucrados o la historia los aventajará.

    Una nueva culturaNecesitamos un cambio, queremos un cambio, buscamos un cambio[3]. El pro-

    blema surge cuando nos damos cuenta de que para muchas de las dificultadesque nos acucian no contamos con respuestas suficientes e inclusivas; es más, pa-decemos de una fragmentación en los diagnósticos y análisis que terminan porparalizar toda posible solución. Básicamente nos falta la cultura necesaria queposibilite y estimule la puesta en marcha de miradas distintas plasmadas en untipo de pensamiento, de política, de programas educativos e, incluso, de una es-piritualidad que no se deje encerrar por una única lógica dominante[4]. Si bienurge encontrar respuestas, es imperioso fomentar y alentar liderazgos capaces degestar cultura, iniciar procesos —no se olviden de esta palabra: iniciar procesos—,marcar caminos, ampliar horizontes, crear pertenencias… toda búsqueda de ad-ministrar, cuidar y mejorar nuestra casa común —si quiere ser significativa— re c l a -

    ma cambios en «los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo,en las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad»[5]. Sin reali-zar esto, no harán nada.

    Necesitamos liderazgos comunitarios e institucionales que puedan asumir losproblemas sin quedar prisioneros de estos y de las propias insatisfacciones y asídesafiar el sometimiento —tantas veces inconsciente— a ciertas lógicas (ideológi-cas) que terminan por justificar y paralizar toda acción ante las injusticias. Re-cordemos, por ejemplo, como bien señaló Benedicto XVI, que el hambre «no de-pende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia de recursos so cia-les, el más importante de los cuales es de tipo institucional»[6]. Si son capacescapaz de resolver esto, tendrán el camino abierto para el futuro. Repito el pensa-miento del papa Benedicto: el hambre no depende tanto de la escasez material,cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, el más importante de los cuales esde tipo institucional.

    La crisis social y económica que muchos padecen en carne propia y que estáhipotecando el presente y el futuro en el abandono y la exclusión de tantos ni-ños, adolescentes y familias enteras no tolera que privilegiemos los intereses sec-toriales por encima del bien común. Debemos volver en cierta media a la místicadel bien común. En ese sentido, permítanme resaltar un ejercicio que experimen-taron como metodología para una sana y revolucionaria resolución de conflictos.Durante estos meses compartieron diversas reflexiones y marcos teóricos valio-sos. Tuvieron la capacidad de encontrarse en doce ejes —las “aldeas”, así los lla-man ustedes—: doce temáticas para debatir, discutir y encontrar caminos posi-bles. Vivieron la tan necesaria cultura del encuentro, que es lo opuesto a la cul-tura del descarte, que está de moda. Y esta cultura de encuentro propicia quemuchas voces puedan sentarse en una misma mesa para dialogar, pensar, discutiry crear desde una perspectiva poliédrica, las diversas dimensiones y respuestas alos problemas globales que afectan a nuestros pueblos y democracias[7]. ¡Qué di-fícil es avanzar hacia soluciones reales cuando se desprestigió, calumnió y des-contextualizó al interlocutor que no piensa como nosotros! Este descreditar, ca-lumniar o descontextualizar al interlocutor que no piensa como nosotros es unaforma de defenderse cobardemente de las decisiones que tendría que tomar pararesolver tantos problemas. Nunca nos olvidemos de que «el todo es superior a la

    parte, y también es más que la mera suma de ellas»[8], y de que «la mera sumade los intereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para todala humanidad»[9].

    Este ejercicio de encontrarse más allá de todas las legítimas diferencias es elpaso fundamental para cualquier transformación que ayude a la gestación de unanueva mentalidad cultural y, por tanto, económica, política y social; porque noserá posible comprometerse con grandes cosas sólo desde una perspectiva teóricao individual sin una mística que los anime, sin unos móviles interiores que densentido, sin una pertenencia y un arraigo que dé aliento a la acción personal ycomunitaria[10].

    Así el futuro será un tiempo especial donde nos sintamos convocados a reco-nocer la urgencia y la hermosura del desafío que se presenta. Un tiempo que nosrecuerda que no estamos condenados a modelos económicos que centren su inte-rés inmediato en las ganancias como patrón de medida y en la búsqueda de po-líticas públicas afines que ignoran el costo humano, social y ambiental de lasmismas[11]. Como si contáramos con una disponibilidad absoluta, infinita o neu-tra de los recursos. No, no estamos forzados a seguir admitiendo y tolerando si-lenciosamente con nuestras prácticas «que unos se sientan más humanos queotros, como si hubieran nacido con mayores derechos»[12] o privilegios para elgoce garantido de determinados recursos y servicios fundamentales[13]. Tamp o coalcanza concentrarse y buscar paliativos en el tercer sector o en modelos filantró-picos. Si bien su labor es crucial, no siempre son capaces de asumir estructural-mente los actuales desajustes que afectan a los más excluidos y perpetúan, sinquerer, las injusticias que pretenden revertir. Porque no se trata solo o exclusiva-mente de socorrer las necesidades más básicas de nuestros hermanos. Es necesa-rio asumir estructuralmente que los pobres tienen la dignidad suficiente parasentarse en nuestros encuentros, participar de nuestras discusiones y llevar el pana sus mesas. Y esto es mucho más que asistencialismo. Estamos hablando de unaconversión y transformación de nuestras prioridades y del lugar del otro ennuestras políticas y en el orden social.

    En pleno siglo XXI «ya no se trata simplemente del fenómeno de la explota-ción y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su

    misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está enella abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está fuera»[14]. Pongan cuidadoa esto: con la exclusión queda dañada, en su misma raíz, la pertenencia a la so-ciedad en la que se vive, desde el momento en que ya no se está en los subur-bios, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera de ella. Es la cultura deldescarte, que no sólo descarta, sino que obliga a vivir en el propio descarte, quedeja invisibles tras el muro de la indiferencia y del confort.

    Recuerdo la primera vez que vi un barrio cerrado. No sabía que existían. Fueen 1970. Tuve que ir a visitar algunos noviciados de la Compañía, y llegué a unpaís y, luego, pasando por la ciudad, me dijeron: “No, por ahí no se puede ir,porque es un barrio cerrado”. En el interior había muros, y dentro estaban lascasas, las calles, pero cerrado: es decir, un barrio que vivía en la indiferencia. Meimpresionó mucho ver esto. Pero después esto ha aumentado, aumentado..., y es-taba en todas partes. Pero te pregunto: ¿Tu corazón es como un barrio cerrado?

    El pacto de AsísNo podemos permitirnos seguir postergando algunas cuestiones. Esta enorme

    e inaplazable tarea exige un compromiso generoso en el ámbito cultural, en laformación académica y en la investigación científica, sin perdernos en modas in-telectuales o poses ideológicas —que son islas—, que nos aíslen de la vida y delsufrimiento concreto de la gente[15]. Es tiempo, queridos jóvenes economistas,emprendedores, trabajadores y empresarios, de arriesgarse a propiciar y estimularmodelos de desarrollo, progreso y sustentabilidad donde las personas, pero espe-cialmente los excluidos —en los que incluyo la hermana tierra— dejen de ser, enel mejor de los casos, una presencia meramente nominal, técnica o funcional pa-ra transformarse en protagonistas de sus vidas como del entero entramado so-cial.

    Esto no es algo nominal: están los pobres, los excluidos... No, no: que esapresencia no sea nominal, ni técnica, ni funcional, no. Es hora de que se convier-tan en protagonistas de su vida y de todo el tejido social. No pensemos porellos, pensemos con ellos. Recuerden el legado de la Ilustración, de las elites ilu-minadas. Todo por el pueblo, nada con el pueblo. Y eso no es bueno. No pen-samos por ellos, pensamos con ellos. Y desde ellos aprendamos a dar el paso amodelos económicos que nos beneficiarán a todos porque el eje estructurante ydecisional será determinado por el desarrollo humano integral, tan bien des a r ro -llado por la doctrina social de la Iglesia. La política y la economía no deben«someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. H o y,pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y laeconomía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida huma-na»[16]. Sin esta centralidad y direccionalidad quedaremos presos de una circula-ridad alienante que lo único que perpetuará será dinámicas de degrado, exclu-sión, violencia y polarización: «La producción, al fin y al cabo, no tiene otra ra-zón de ser que el servicio a la persona. Si existe, es para reducir las desigualda-des, combatir las discriminaciones, librar de la esclavitud. […] No basta aumen-tar la riqueza común para que sea repartida equitativamente —no, no es suficien-te esto—, no basta promover la técnica para que la tierra sea más habitable»[17].Tampoco esto es suficiente.

    La perspectiva del desarrollo humano integral es una buena noticia a profeti-zar y efectivizar —y estos no son sueños: este es el camino— una buena noticia deprofetizar y de efectivizar, porque nos propone reencontrarnos como humanidaden lo mejor de nosotros mismos: el sueño de Dios de aprender a hacernos cargodel hermano y del hermano más vulnerable (cf. Gn 4,9). «La grandeza de la hu-manidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento ycon el que sufre —la medida de la humanidad—. Esto es válido tanto para el in-dividuo como para la sociedad»[18]; grandeza que debe encarnarse también ennuestras decisiones y modelos económicos.

    Cuánto bien hace dejar resonar las palabras de san Pablo VI, cuando buscandoque el mensaje evangélico permeara y guiara todas las realidades humanas escri-bía: «El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser au-téntico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo elhombre —a todos los hombres y a todo el hombre—. […] Nosotros no aceptamosla separación de la economía de lo humano, el desarrollo de las civilizaciones enque está inscrito. Lo que cuenta para nosotros es el hombre, cada hombre, cadaagrupación de hombres, hasta la humanidad entera»[19].

    En este sentido, muchos de ustedes tendrán la posibilidad de actuar e incidiren decisiones macroeconómicas donde se juega el destino de muchas naciones.Estos escenarios también necesitan de personas preparadas, «mansas como palo-mas y astutas como serpientes» (Mt 10,16), capaces de «velar por el desarrollosustentable de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediti-cios que, lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismosde mayor pobreza, exclusión y dependencia»[20]. Los sistemas de crédito son porsí solos un camino hacia la pobreza y la dependencia. Este legítimo clamor re-quiere suscitar y acompañar un modelo de solidaridad internacional que reco-

    Los pobres tienen la dignidad suficiente para sentarse en nuestros encuentros, participar en nuestras discusiones y llevar el pan a sus casas

    Es tiempo de arriesgarse con un nuevo modelo de desarrollo

    SIGUE EN LA PÁGINA 8

    Esta cultura de encuentro propicia que muchas voces puedan sentarse en una mismamesa para dialogar, pensar, discutir y crear desde una perspectiva poliédrica, lasdiversas dimensiones y respuestas a los problemas globales que afectan a nue s t ro spueblos y democracias. ¡Qué difícil es avanzar hacia soluciones reales cuando se

    desprestigió, calumnió y descontextualizó al interlocutor que no piensa como nosotros!“ ”

  • página 8 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de noviembre de 2020, número 48

    Es tiempo de arriesgarse con un nuevo modelo de desarrolloVIENE DE LA PÁGINA 6

    nozca y respete la interdependencia en-tre las naciones y favorezca los mecanis-mos de control capaces de evitar todo ti-po de sometimiento, así como velar porla promoción especialmente de los paí-ses sumergidos y emergentes; cada pue-blo está llamado a volverse artífice de sudestino y del mundo entero[21].

    Queridos jóvenes:«Hoy estamos ante la gran oportuni-

    dad de manifestar nuestra esencia frater-na, de ser otros buenos samaritanos quecarguen sobre sí el dolor de los fracasos,en vez de acentuar odios y resentimien-tos»[22]. Un futuro imprevisible ya estáen gestación; cada uno de ustedes, des-de su lugar de acción y decisión puedeaportar mucho; no elijan los atajos queseducen y les impiden mezclarse para

    nientes de 115 países, los invito a recono-cer que nos necesitamos para gestar estacultura económica capaz de «hacer quegerminen sueños, suscitar profecías y vi-siones, hacer florecer esperanzas, estimu-lar la confianza, vendar heridas, entrete-jer relaciones, resucitar una aurora de es-peranza, aprender unos de otros, a crearun imaginario positivo que ilumine lasmentes, enardezca los corazones, défuerza a las manos, e inspire a los jóve-nes —a todos los jóvenes, sin excepción—la visión de un futuro lleno de la alegríadel Evangelio»[24]. Gracias.

    [1] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo2015), 61. En adelante L S.

    [2] Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium(24 noviembre 2013), 74. En adelanteEG.

    [3] Cf. Discurso en el Encuentro mundialde los movimientos populares, Santa Cruzde la Sierra (9 julio 2015).

    mismo extremo y selectivo de algunos esun modo de no enfrentar los problemas.Se pretende legitimar así el modelo dis-tributivo actual, donde una minoría secree con el derecho de consumir en unaproporción que sería imposible generali-zar, porque el planeta no podría ni si-quiera contener los residuos de semejan-te consumo» (LS, 50).

    [13] Si bien todos contamos con la mis-ma dignidad, no todos parten del mis-mo lugar y con las mismas posibilidadesa la hora de pensar el orden social. Estonos cuestiona y nos exige pensar en ca-minos para que la libertad y la igualdadno sea un dato meramente nominal pro-penso a promover injusticias (cf. F T, 21-23). Nos hará bien preguntarnos: «¿Quéocurre sin la fraternidad cultivada cons-cientemente, sin una voluntad políticade fraternidad, traducida en una educa-ción para la fraternidad, para el diálogo,

    ser levadura allí donde se encuentran(cf. Lc 13,20-21). Nada de atajos, levadu-ra, ensuciarse las manos. Pasada la crisissanitaria en la que nos encontramos, lapeor reacción sería de caer aún más enuna fiebre consumista y en nuevas for-mas de autopreservación egoísta. No seolviden que de una crisis no se saleigual: salimos mejor o peor. Alimente-mos lo bueno, aprovechemos la oportu-nidad y pongámonos todos al serviciodel bien común. Ojalá que al final ya noestén “los otros”, sino aprendamos a de-sarrollar un estilo de vida capaz de decir“n o s o t ro s ”[23]. Pero un “n o s o t ro s ” gran-de, no un “n o s o t ro s ” pequeño y después“los demás”, no; esto no va.

    La historia nos enseña que no hay sis-temas ni crisis que hayan podido anularpor completo la capacidad, el ingenio yla creatividad que Dios sigue alentandoen los corazones. Con dedicación y fide-lidad a vuestros pueblos, a vuestro pre-sente y a vuestro futuro, ustedes puedenunirse a otros para tejer una nueva ma-nera de forjar la historia. No teman in-volucrarse y tocar el alma de las ciuda-des con la mirada de Jesús; no temanhabitar sin miedo los conflictos y encru-cijadas de la historia para ungirlos conel aroma de las bienaventuranzas. No te-man, porque nadie se salva solo. Nadiese salva solo. A ustedes jóvenes prove-

    [4] Cf. LS, 111.[5] S. Juan Pablo II, Carta enc. Centesi-

    mus annus (1 mayo 1991), 58.[6] Carta enc. Caritas in veritatis (29

    junio 2009), 27.[7] Cf. Discurso al Seminario “Nuevas

    formas de solidaridad” organizado por laPontificia Academia de las Ciencias Socia-les (5 febrero 2020). Recordemos que «laverdadera sabiduría, producto de la re-flexión, del diálogo y del encuentro ge-neroso entre las personas, no se consi-gue con una mera acumulación de datosque termina saturando y obnubilando,en una especie de contaminación men-tal» (LS, 47).

    [8] EG, 235.[9] Carta. enc. Fratelli tutti (3 octubre

    2020), 105. En adelante F T.[10] Cf. LS, 216.[11] Propiciando, si es necesario, la eva-

    sión fiscal, el no cumplimiento de losderechos de los trabajadores, así como«la posibilidad de corrupción por partede algunas de las empresas más grandesdel mundo, no pocas veces en sintoníacon el sector político gobernante» (Dis-curso al Seminario “Nuevas formas de soli-daridad”, cit.).

    [12]LS, 90. Por ejemplo «culpar al au-mento de la población y no al con-su-

    para el descubrimiento de la reciproci-dad y el enriquecimiento mutuo comovalores?» (F T, 103).

    [14] EG, 53. En un mundo de virtuali-dades, cambios y fragmentación, los de-rechos sociales no pueden ser solamenteexhortativos o apelativos nominales, si-no que han de ser faro y brújula para elcamino porque «la salud institucionalde una sociedad tiene consecuencias enel ambiente y en la calidad de vida hu-mana» (LS, 142).

    [15] Cf. Const. ap. Veritatis gaudium (8diciembre 2017), 3.

    [16] LS, 189.[17] S. Pablo VI, Carta enc. Populorum

    p ro g re s s i o (26 marzo 1967), 34. En ade-lante P P.

    [18] Benedicto XVI, Canta enc. Spe Sal-vi (30 noviembre 2007), 38.

    [19] P P, 14.[20] Discurso a la Asamblea General de

    la ONU (25 septiembre 2015).[21] Cf. P P, 65.[22] F T, 77.[23] Cf. ibíd., 35.[24] Discurso al inicio del Sínodo dedica-

    do a los jóvenes (3 octubre 2018).

  • número 48, viernes 27 de noviembre de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 9

    Todos hermanos en la gratitudde la gracia sanadora de Dios

    MARCELO FIGUEROA

    La Encíclica Fratelli tutti d e s a r ro l l aexegéticamente en todo su segundocapítulo la parábola del “buen sa-maritano” (Lc 10, 25-37) bajo el tí-tulo “Un extraño en el camino”. El mismoEvangelio de Lucas, es el único que narraun milagro que tiene condimentos parabóli-cos sobre diez extraños leprosos en el cami-no que son sanados por Jesús. En ese texto,nuevamente la reacción del samaritano ocu-pa un lugar pedagógico central en la ense-ñanza del Maestro de Galilea (Lc 17, 11-19).Si en el primer relato el eje gira alrededorde la misericordia que se hace prójimo conamor fraterno desinteresado; en el segundoéste parece orientarse a la gratitud del quese considera parte de una fraternidad sinprivilegios ante la gracia divina.

    La gratitud ante la gracia de un Dios in-tegrador aparece en los documentos del Pa-pa Francisco reiteradamente. Por contrapo-sición, inferimos que la falta del reconoci-miento de esa gracia bien puede transitarlos caminos del pecado de la ingratitud, osea una verdadera desgracia fraternal y espi-ritual. El documento de Abu Dabi, citadoen la Encíclica Fratelli tutti en forma profu-sa, expresa al final de su párrafo introducto-rio que el mismo está pensado “...en lacomprensión de la inmensa gracia divinaque hace hermanos a todos los seres huma-nos”.1 La Encíclica Laudato si’ contiene alfinal una oración ecuménica profunda quehace un llamado a no dormirnos en la pesa-dilla de la ingratitud: “Despierta nuestraalabanza y nuestra gratitud por cada serque has creado. Danos la gracia de sentir-nos íntimamente unidos con todo lo queexiste”. (LS #246)

    En el relato bíblico de “los diez leprosossanados”, Jesús se encuentra con esa canti-dad de personas que sufren aquella terribleenfermedad. Dolencia tan contagiosa comoextendida en esos tiempos y que ademásprovocaba exclusión social, discriminaciónreligiosa, repulsión humana y obliga a losenfermos a vivir fuera de los límites de laciudad. En esa suerte de hospital a cieloabierto de las periferias, esos leprosos pade-cían su enfermedad en total abandono, sinprivilegios, ni estatus, ni pertenencia algu-na. Obligados por las normas levíticas aabandonar la vida social-religiosa, curiosa-mente aquella vieja pandemia también loshabía igualado y los había hermanado en latragedia. Siguiendo la lectura iluminadoraFratelli tutti, encontraremos un paralelismoactual: “Es verdad que una tragedia globalcomo la pandemia de Covid-19 despertódurante un tiempo la consciencia de ser unacomunidad mundial que navega en unamisma barca, donde el mal de uno perjudi-ca a todos…Por eso dije ” (FT #33)

    Aquellos diez leprosos, desde esa her-mandad vulnerable que los unía ya sin las

    divisiones teológicas, sociales, y descalifica-doras entre judíos y samaritanos; encuen-tran en Jesús una misma fuente de miseri-cordia, gratuidad y compasión. Esta decenade seres igualados fraternalmente en la en-fermedad se unen en un solo grito: “¡Jesús,Maestro, ¡ten compasión de nosotros!” (Lc17, 13). La respuesta del Señor no se deja es-perar y los efectos de ella tampoco: “Va y a na presentarse a los sacerdotes. Y mientrasiban, quedaron limpios de su enfermedad”(Lc 17, 14). Sin embargo, inmediatamente elrelato toma un giro inesperado. Luego de lacertificación ritual por parte de los sacerdo-tes de su curación, la reacción de los ex le-prosos es dramáticamente opuesta. Nuevede ellos decide volver a su status relgioso ysocial, o sea a su anterior “normalidad”. So-lo uno de ellos desanda el camino, y regresaa Jesús para darle gracias. La repuestá deCristo es determinante: “¿Acaso no erandiez los que quedaron limpios de su enfer-medad? ¿Dónde están los otros nue-ve? ¿Únicamente este extranjero ha vueltopara alabar a Dios? Y le dijo al hom-b re : —Levántate y vete; por tu fe has sido sa-nado”. (Lc 17, 17-19).

    ¿Cuál es el criterio equivalente en termi-nos porcentuales que utiliza Jesús para ir enbúsqueda del 1% de las ovejas perdidas (Lc15, 4-6) y no sale a buscar este 90% de ove-jas desagradecidas? ¿Estaban estos nueve enmejores condiciones de cercanía a la miseri-cordia de Dios y al sentir de una fraterni-dad de iguales antes de ser sanados queluego de serlo? Cuándo Jesús le expresa alsamaritano que por su regreso agradecidoes declarado sanado: ¿está mencioando unasanidad anterior corporal incompleta encontraposición de una nueva y real sanidadintegral? Mi intención en estas líneas es so-lo abrir estos interrogantes para la reflexióndel lector. Sin embargo, parecería útil enuna primera aproximación pensar que no eslo mismo una oveja herida que una desagra-decida y que el pecado de la ingratitud ode despercio a la gracia sanadora de Dioses una tragedia enorme a sus ojos. Quizá larespuesta a los dos siguientes interrogantes

    puede ser afirmativa. La apertura a la graciasin privilegios ni status religiosos y la saludintegral del ser humano es mucho más pro-funda que la fisica, resultando tan fraternalcomo humilde y tan ecuménica como hu-mana.

    De alguna manera, los judíos desagrade-cidos nos recuerdan algunas actitudes tam-bién expresadas por el Papa Francisco: “Enefecto, nuestras múltiples máscaras, nuestrasetiquetas y nuestros disfraces se caen: es lahora de la verdad” (FT #70). Pero es tanprecisa la expresión de “la hora de la ver-dad” porque luego de pasada la urgencia dela enfermedad, esas etiquetas, disfraces ymáscaras tristemente pueden levantarse delpiso de la igualdad y volver a un rostro quenunca sanó un semblante de soberbia e in-gratitud. También la citada Encíclica nos re-nueva la perspectiva del extranjero agrade-cido: “Un samaritano, para algunos judíosde aquella época, era considerado un serdespreciable, impuro, y por lo tanto no selo incluía dentro de los seres cercanos aquienes se debía ayudar. El judío Jesústransforma completamente este plantea-miento…” (FT #80). O sea, el extranjero le-proso era doblemente impuro, portador deuna enfermedad terrible y víctima de la en-fermedad de la insensibilidad social ajena.Una de las tremendas características de lalepra es perder la sensibilidad o el tacto enlos miembros exteriores. Los judíos del tex-to lucano tenían una doble impureza, la dela lepra como enfermedad corporal y la dela insensibilidad como dolencia del alma.Esta última enfermedad, de la cual no qui-sieron ser curados, los hizo desagradecidos,deshumanizados y podríamos decir desal-mados. Nuevamente un buen samaritano,de la mano del Jesús de los Evangelios, nosdesafía a ser cristianos prójimos a la huma-nidad y próximos al agradecimiento hacia elCreador. ¡La gratitud hacia la gracia sana-dora integral de Dios nos purifica como se-res humanos, como fraternidad y como hu-manidad! Aquí también, vayamos y haga-mos lo mismo. (Lc 10, 37).

    EL OTROBUEN S A M A R I TA N O

  • página 10 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de noviembre de 2020, número 48

    Asamblea Plenaria de la ConferenciaEpiscopal Española

    Los obispos españoles celebraron del16 al 20 de noviembre la AsambleaPlenaria de otoño. El encuentro tu-vo lugar en parte presencial y enparte online para cumplir con las normas es-tablecidas frente a la difusión del Covid-19.El último día del encuentro, el secretario ge-neral de la Conferencia Episcopal Española,monseñor Luis Argüello García, y el vicese-cretario para Asuntos Económicos, Fernan-do Giménez Barriocanal, informaron en rue-da de prensa del trabajo realizado duranteestos días.

    La Asamblea Plenaria ha aprobado la ins-trucción pastoral Un Dios de vivos, sobre lafe en la resurrección, la esperanza cristianaante la muerte y la celebración de las exe-quias. El documento señala “la resurrecciónde Jesucristo como el acontecimiento centralde toda la historia de la salvación de Dioscon la humanidad y, por tanto, el hecho queesclarece su sentido”. El texto, que será pu-blicado próximamente, “recoge los retospastorales y la situación actual en torno a laexperiencia de la muerte y recoge la fe de laIglesia en torno a la muerte, la resurreccióny la vida eterna”. También dedicaron partede los trabajos a analizar la situación creadapor la pandemia. La reflexión inició con laexposición de Antonio Garamendi, presi-dente de la CEOE, quien en las últimas se-manas, en relación con el Gobierno, los sin-dicatos y otros agentes sociales, ha ofrecidolos datos de las consecuencias del Covid-19desde una perspectiva macroeconómica.Además, monseñor Atilano Rodríguez Mar-tínez, presidente de la Comisión Episcopalpara la Pastoral Social y Promoción Huma-na, presentó el informe sobre la situaciónsocial creada por la pandemia. El trabajopresentado es fruto del diálogo realizado en-tre los organismos y departamentos de laComisión “con el fin de tener una informa-ción directa y precisa sobre la situación delas personas más vulnerables de la socie-dad”. Muchas de estas personas -recuerda laCEE - están siendo atendidas por las comu-nidades cristianas y por los organismos ecle-siales de la acción caritativa y social.

    Los obispos también abordaron el temade la misión evangelizadora de la Iglesia enEspaña a la luz del Directorio de Catequesis

    y de la Instrucción “La conversión pastoralde la comunidad parroquial al servicio de lamisión evangelizadora de la Iglesia” que hi-zo pública la Congregación para el Clero elpasado 20 de julio.

    Además, la Plenaria estudió un borradorde documento con las líneas de acción pas-toral de la CEE para el quinquenio 2021-2025, con el título Fieles al envío misionero.Claves del contexto actual, marco eclesial ylíneas de trabajo. “El texto busca proponera los organismos y comisiones de la CEEuna reflexión para el trabajo de los próxi-mos años que debe realizarse en clave de si-nodalidad y discernimiento”.

    Los presidentes de la Comisión Episcopalpara el Clero y Seminarios, monseñor JoanEnric Vives Sicilia, y de la SubcomisiónEpiscopal para los Seminarios, monseñor Je-sús Vidal Chamorro, fueron los encargadode llevar a la Plenaria la puesta en marchadel nuevo “Plan de Formación de los Semi-narios”.

    Por otro lado, monseñor Carlos EscribanoSubías, presidente de la Comisión Episcopalpara los Laicos, la Familia y la Vida, infor-mó sobre los frutos del Congreso de Laicosque se celebró el pasado mes de febrero yde los trabajos que se han realizado tras elCongreso. Además, informó sobre el En-cuentro Europeo de Jóvenes de Santiago deCompostela, previsto para agosto de 2021.

    La Comisión Episcopal para la Educacióny Cultura informó sobre la nueva Ley deEducación, la propuesta presentada al Mi-nisterio en relación a esta ley y los pasos da-dos hasta el momento.

    “Por la gran inquietud que ha generadola formulación y la manera de tramitarse dela nueva ley”, los obispos españoles hanofrecido algunas reflexiones al respecto. La-mentan que “se haya procedido a la tramita-ción de esta ley a pesar de las difíciles cir-cunstancias causadas por la pandemia y conunos ritmos extremadamente acelerados”. Einsisten en que “el verdadero sujeto de laeducación es la sociedad, y, en primer lugar,las familias”. Asimismo ven necesario pedirque la ley “ofrezca una mayor proteccióndel derecho a la educación y la libertad deenseñanza, tal como se explicitan en el artí-culo 27 de la Constitución y en su interpre-

    tación jurisprudencial”. Igualmente lamen-tan los obstáculos y trabas “que se quierenimponer a la acción de las instituciones ca-tólicas concertadas”. No es el momento -precisan- de enfrentar entidades e institucio-nes educativas. Del mismo modo, indicanque en diálogo con el Ministerio, la CEE harecordado que “no puede excluirse del ám-bito escolar la educación de la dimensiónmoral y religiosa de la persona”. Finalmen-te, los obispos indican que “la Iglesia ha de-sarrollado una gran tradición educativa, queha sido y deseamos que siga siendo una ri-queza de nuestra sociedad”.

    Otro de los motivos de diálogo entre losobispos durante los días de la Plenaria hasido la crisis de la inmigración en las IslasCanarias. Los prelados españoles aseguranque “no podemos permanecer ajenos a sudolor ni indiferentes a la hora de valorar laextraordinaria aportación de los que llegana nuestras sociedades envejecidas”. Pero“tampoco podemos obviar la complejidadde situaciones que convergen en este dra-ma”, y así citan la injusticia del comercio in-ternacional, el hambre, las guerras, los regí-menes políticos dictatoriales, las persecucio-nes políticas y religiosas, las mafias organi-zadas, el uso de los flujos migratorios comoforma de presión política. Por esta razón,los obispos afirman en la nota publicadaque “la necesaria regulación de las migracio-nes pasa por abordar sus causas para asegu-rar el primer derecho de un emigrante, per-manecer o regresar a su casa de manera vo-luntaria”. De este modo subrayan que esimprescindible crear en los países de origenposibilidades concretas de vivir con digni-dad y simultáneamente, en los de destino,salvar su vida y hacernos cargo de su exis-tencia a través de un conjunto de accionesque el Papa resume en “acoger, proteger,promover e integrar”. Los obispos aseveranque la Unión Europea y el Estado españolhan de asumir que no se pueden crear gue-tos insulares para evadir el problema migra-torio. A su vez, recuerdan que las comuni-dades cristianas hemos de ofrecer un singu-lar testimonio de fraternidad y ciudadaníaen la acogida, cuidado y promoción de losque llegan y en la acción moral y políticacontra las causas de tanto sufrimiento.

  • número 48, viernes 27 de noviembre de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 11

    Nueva Agenda 2021de la Biblioteca vaticana

    Nueva agenda de la Biblioteca vaticana

    Audiencia del Papa a una delegaciónde la fundación NBA

    El Papa Francisco ha recibido este lunes, 23de noviembre, a una delegación de la funda-ción NBA, la famosa entidad estadounidenseque agrupa a los jugadores profesionales debasquet. Entre los participantes estaban 5 ju-gadores del campeonato: Sterling Brown delos Houston Rockets, Kyle Korver de losMilwaukee Bucks, Anthony Tolliver de losMemphis Grizzlies, Jonathan Isaac y el italia-no Marco Belinelli de los San Antonio Spurs.

    Estos le regalaron al pontífice un balón deoro, una camiseta firmada y un libro que re-fleja el compromiso de la NBA de lucharpor la igualdad, la unidad, la justicia.

    “La belleza de los atletas es su grandeza,pero para ser parte de un equipo, siemprepermanecen humildes”, les dijo el Papa a losdeportistas, a los que agradeció que usaran elbaloncesto como un medio para ayudar a re-solver los problemas sociales.

  • página 12 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de noviembre de 2020, número 48

    Prosiguen las catequesis sobre la oración

    Cómo se edifica la Iglesia

    de los apóstoles, primero; segundo, la custodia dela comunión recíproca; tercero, la fracción del pany, cuarto, la oración. Estas nos recuerdan que laexistencia de la Iglesia tiene sentido si permanecefirmemente unida a Cristo, es decir en la comuni-dad, en su Palabra, en la Eucaristía y en la ora-ción. Es el modo de unirnos, nosotros, a Cristo.La predicación y la catequesis testimonian las pa-labras y los gestos del Maestro; la búsqueda cons-tante de la comunión fraterna preserva de egoís-mos y particularismos; la fracción del pan realizael sacramento de la presencia de Jesús en mediode nosotros: Él no estará nunca ausente, en la Eu-caristía es Él. Él vive y camina con nosotros. Y fi-nalmente la oración, que es el espacio del diálogocon el Padre, mediante Cristo en el Espíritu San-to.

    Todo lo que en la Iglesia crece fuera de estas“co ordenadas”, no tiene fundamento. Para discer-nir una situación tenemos que preguntarnos có-mo, en esta situación, están estas cuatro coorde-nadas: la predicación, la búsqueda constante de lacomunión fraterna —la caridad—, la fracción delpan —es decir la vida eucarística— y la oración.Cualquier situación debe ser valorada a la luz deestas cuatro coordenadas. Lo que no entra en es-tas coordenadas está privado de eclesialidad, noes eclesial. Es Dios quien hace la Iglesia, no elclamor de las obras. La Iglesia no es un mercado,la Iglesia no es un grupo de empresarios que vanadelante con esta nueva empresa. La Iglesia esobra del Espíritu Santo, que Jesús nos ha enviadopara reunirnos. La Iglesia es precisamente el tra-bajo del Espíritu en la comunidad cristiana, en lavida comunitaria, en la Eucaristía, en la oración,siempre. Y todo lo que crece fuera de estas coor-denadas no tiene fundamento, es como una casaconstruida sobre arena (cfr. Mt 7, 24-27). Es Diosquien hace la Iglesia, no el clamor de las obras.Es la palabra de Jesús la que llena de sentidonuestros esfuerzos. Es en la humildad que seconstruye el futuro del mundo.

    A veces, siento una gran tristeza cuando veo al-guna comunidad que, con buena voluntad, se

    sia. Hay un bonito club de amigos, bien, conbuenas intenciones, pero no está la Iglesia, nohay sinodalidad.

    Leyendo los Hechos de los Apóstoles descubri-mos entonces cómo el poderoso motor de laevangelización son las reuniones de oración, don-de quien participa experimenta en vivo la presen-cia de Jesús y es tocado por el Espíritu. Losmiembros de la primera comunidad —pero estovale siempre, también para nosotros hoy— p erci-ben que la historia del encuentro con Jesús no sedetuvo en el momento de la Ascensión, sino quecontinúa en su vida. Contando lo que ha dicho yhecho el Señor —la escucha de la Palabra—, rezan-do para entrar en comunión con Él, todo se vuel-ve vivo. La oración infunde luz y calor: el don delEspíritu hace nacer en ellos el fervor.

    Al respecto, el Catecismo tiene una expresiónmuy profunda. Dice así: «El Espíritu Santo, querecuerda así a Cristo ante su Iglesia orante, con-duce a ésta también hacia la Verdad plena, y sus-cita nuevas formulaciones que expresarán el in-sondable Misterio de Cristo que actúa en la vida,los sacramentos y la misión de su Iglesia» (n.2625). Esta es la obra del Espíritu en la Iglesia:recordar a Jesús. Jesús mismo lo ha dicho: Él osenseñará y os recordará. La misión es recordar aJesús, pero no como un ejercicio mnemónico. Loscristianos, caminando por los senderos de la mi-sión, recuerdan a Jesús haciéndolo presente nue-vamente; y de Él, de su Espíritu, reciben el “im-pulso” para ir, para anunciar, para servir. En laoración, el cristiano se sumerge en el misterio deDios que ama a cada hombre, ese Dios que deseaque el Evangelio sea predicado a todos. Dios esDios para todos, y en Jesús todo muro de separa-ción es definitivamente derrumbado: como diceSan Pablo, Él es nuestra paz, es decir «el que delos dos pueblos hizo uno» (Ef 2,14). Jesús ha he-cho la unidad.

    Así la vida de la Iglesia primitiva está marcadapor una sucesión continua de celebraciones, con-vocatorias, tiempos de oración tanto comunitariacomo personal. Y es el Espíritu que concede fuer-

    bras del apóstol Pablo: «La vida que vivo al pre-sente en la carne, la vivo en la fe del Hijo deDios que me amó y se entregó a sí mismo pormí» (Gal 2, 20). La oración te hace consciente deesto. Solo en el silencio de la adoración se experi-menta toda la verdad de estas palabras. Tenemosque retomar el sentido de la adoración. Adorar,adorar a Dios, adorar a Jesús, adorar al Espíritu.El Padre, el Hijo y el Espíritu: adorar. En silen-cio. La oración de la adoración es la oración quenos hace reconocer a Dios como principio y finde toda la historia. Y esta oración es el fuego vivodel Espíritu que da fuerza al testimonio y a la mi-sión. Gracias.

    Al finalizar la audiencia, el Papa saludó a losdistintos grupos que le seguían a través de los mediosde comunicación.

    Saludo cordialmente a los fieles de lengua es-pañola. El próximo domingo iniciará el Ad-viento, tiempo litúrgico que nos ayuda aprepararnos para la Navidad. Los animo, por lotanto, a dedicar momentos a la oración, meditan-do a la luz de la Palabra de Dios, para que el Es-píritu Santo que la habita vaya iluminando el ca-mino a seguir y transformando el corazón, en laespera del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucris-to. Que Dios los bendiga.

    “ La Iglesia no es un mercado, la Iglesia no es un grupode empresarios que van adelante con esta nuevaempresa. La Iglesia es obra del Espíritu Santo

    Predicación, comunión, fracción del pan y oración:son estas las cuatro coordenadas necesarias paravalorar si una comunidad eclesial está edificada sobresólidos fundamentos. El Papa Francisco lo indicó enla audiencia general del miércoles 25 de noviembre,prosiguiendo el ciclo de catequesis sobre la oración.En la Biblioteca privada del Palacio apostólicovaticano —sin presencia de fieles por el Covid-19— elPontífice se detuvo sobre la experiencia vivida por laIglesia de los orígenes, testimoniada en los Hechos delos apóstoles, para ofrecer una reflexión sobre larealidad actual.

    Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

    Los primeros pasos de la Iglesia en elmundo estuvieron marcados por la ora-ción. Los escritos apostólicos y la grannarración de los Hechos de los Apóstolesnos devuelven la imagen de una Iglesia en cami-no, una Iglesia trabajadora, pero que encuentraen las reuniones de oración la base y el impulsopara la acción misionera. La imagen de la comu-nidad primitiva de Jerusalén es punto de referen-cia para cualquier otra experiencia cristiana. Es-cribe Lucas en el Libro de los Hechos: «Acudíanasiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a lacomunión, a la fracción del pan y a las oraciones»(2,42). La comunidad persevera en la oración.

    Encontramos aquí cuatro características esencia-les de la vida eclesial: la escucha de la enseñanza

    equivoca de camino porque piensa que hace Igle-sia en mítines, como si fuera un partido político:la mayoría, la minoría, qué piensa este, ese, elo t ro … “Esto es como un Sínodo, un camino sino-dal que nosotros debemos hacer”. Yo me pregun-to: ¿dónde está el Espíritu Santo, ahí? ¿Dónde es-tá la oración? ¿Dónde el amor comunitario?¿Dónde la Eucaristía? Sin estas cuatro coordena-das, la Iglesia se convierte en una sociedad huma-na, un partido político —mayoría, minoría—, loscambios se hacen como si fuera una empresa, pormayoría o minoría… Pero no está el Espíritu San-to. Y la presencia del Espíritu Santo está precisa-mente garantizada por estas cuatro coordenadas.Para valorar una situación, si es eclesial o no eseclesial, preguntémonos si están estas cuatro coor-denadas: la vida comunitaria, la oración, la Euca-ristía… [la predicación], cómo se desarrolla la vi-da en estas cuatro coordenadas. Si falta esto, faltael Espíritu, y si falta el Espíritu nosotros seremosuna bonita asociación humanitaria, de beneficen-cia, bien, bien, también un partido, digamos así,eclesial, pero no está la Iglesia. Y por esto la Igle-sia no puede crecer por estas cosas: crece no porproselitismo, como cualquier empresa, crece poratracción. ¿Y quién mueve la atracción? El Espíri-tu Santo. No olvidemos nunca esta palabra deBenedicto XVI. “La Iglesia no crece por proselitis-mo, crece por atracción”. Si falta el Espíritu San-to, que es lo que atrae a Jesús, ahí no está la Igle-

    za a los predicadores que se ponen en viaje, y quepor amor de Jesús surcan los mares, enfrentan pe-ligros, se someten a humillaciones.

    Dios dona amor, Dios pide amor. Esta es laraíz mística de toda la vida creyente. Los prime-ros cristianos en oración, pero también nosotrosque venimos varios siglos después, vivimos todosla misma experiencia. El Espíritu anima todo. Ytodo cristiano que no tiene miedo de dedicartiempo a la oración puede hacer propias las pala-