12
! , I , I -1' , P. Cel1t. piro Biol. exp. Yol. 7, fase. 1: 149 a 171. JACA, 1976 CLIMA Y PAISAJE* POR PEDRO MONTSERRAT** 1. PARTE GENERAL INTRODUCCIÓN Actualmente se observa una tendencia al estudio global-integra- do de los problemas científicos y de las ciencias aplicadas. Interesa generalizar correctamente para facilitar el empleo de conocimien- tos científicos, tanto en las ciencias afines como en la solución de problemas prácticos. La Ecología intentó generalizar siguiendo dos caminos: a) el concreto descriptivo de estructuras y b) el funcional, abstrayendo de dichas estructuras unas funciones comunes. El segundo permi- te generalizar más pero no está exento de peligros, precisamente por moverse en un terreno de abstracciones que pueden ser consi- deradas como desligadas de la realidad circundante. Los estudios climáticos basados en conocimientos ecológicos de las dos tendencias, creo que pueden contribuir a ordenar una Serie de dátos funcionales (abstr·actos) en secuencias lógicas, predictivas (es decir científicas), creando como una especie de «fisiología del paisaje». Las interacciones de sistemas biológícos con su ambiente, sus intercambios de materiales y energía, están reguladas por me- . teotos que pueden estudiarse, describirse estructural y funcional- mente. El ámbito es muy complejo por abarcar todo el campo de las Ciencias Naturales, con pretensiones de explicar todo lo que ocu- rre, por qué ocurre y cómo podrían encauzarse económicamente to- dos los procesos fundamentales que inciden sobre las posibilida- des de pervivencia humana. Se comprende que l}0 es mi intención dejarlo todo resuelto ni aun planteado en sus justos términos. Me limitaré a señalar una se- rie de posibilidades con enfoqué global de problemas, utilizando principios de la Ecología, en un intento de enlazar métodos de inves- '* Recibido para publicar en octubre de 1974. ** Centro pirenaico de Biologfa experimental.

P. Cel1t. piro JACA,...~ P. Cel1t. piro Biol. exp. Yol. 7, fase. 1: 149 a 171. ~ JACA, 1976 ~ CLIMA Y PAISAJE* POR PEDRO MONTSERRAT** 1. PARTE GENERAL INTRODUCCIÓN Actualmente …

  • Upload
    others

  • View
    3

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

  • !,I,

    I-1',

  • 150 '. PEDRO 1IONTSERRAT CLI1lA y PAISAJE 171

    tigación tan diversos como los de meteorólogos, edafólogos, ecólo-gas, biólogos de distintas tendencias, etc.

    Es lógico que emplee.,idea.sa1:>st~aGtas,.ensu mayor parte funcio-nales, porque permiten la comparación de distintos sistemas y faci-litan el trabajo de enlazar conocinúentos en áreas del saber tan di-versas. Existe sin embargo el peligro de un angelismo, de trabajarsobre entelequias divbtciáaas de la realidad; para ello quiero seña-lar desde ahora la necesidad de «restituin>, de concretar siempre ensistemas reales lo elaborado teóricamente, para poder interpretarcorrectamente el alcance de cada principio elaborado.

    El tema general ya indica un intento de enlazar el clima con dis-tintas modalidades de paisaje. Lo iniciamos con una introducciónabstracta seguida de otra muy concreta, materializada en los amobientes de la Cuenca del Ebro.

    CUJ\{¡\ y COMUNIDADES 'BIÓTICAS .

    El' clim~ con

  • RESUMEN

    l\ 10 H I\IOtlcíASfiliE =!JEllCI.k~ BIBLIOGRÁFICAS

    1. BOLÓS, O. DE, 1963. - Botánica y Geografía. Mem. R. Acad. C. y Artes deBarcelona. 34 (14): 443491. Barcelona.

    2. MONTSERRATJ P., 1960. - Pastos para el secano aragonés. P. Inst. Biol.Apl. 32: 97-115. Barcelona.

    3. -.-, 1961. - Las bases de la praticultura moderna, III. Ecología de lasplantas pratenses. Bol. Agropecuario, dic.: 99·124. Barcelona.

    4. --, 1964. - Fitotopografía. AIl. Edaf. Agrobiol. 23: 285-292. Madrid.

    Urge estudiar a fondo, ordenada y sintéticamente, todos los pro-blemas mencionados. Ya no se trata de un problema de políticaagraria, ni ganadera, ni forestal, industrial o turistica, sino un pro-blema de política global que afecta la pervivencia de una Españapróspera y con oportunidades para nuestros hijos.

    El consumo indiscriminado y destructor es suicida. En ello es-ta~os y ~as medidas adecuadas deben llegar pronto; son ya urgen-tísImas SI las queremos eficaces. Los investigadores damos la voz?e ?lerta y debemos cultivar esos aspectos de interpretación paisa-JístIca; espero haber contribuido a concretar los aspectos funda-mentales de una investigación integrada. Ahora falta el político quese atreva a concretarlas en acciones eficaces.

    151. 'CLli\fA -y PAISAJE

    Veamos rápidamente unos principios ecológicos básicos paravislumbrar: la complicación de estlUcturas. y. funciones. propias delas_ comunidades .situadas. en su ambiente... .' .. '. .' ,.. :

    Los-indiviq-uos. no existen aislados, forman grupos. familiaresmás o menos e¡~ema.La unión es trófica,. con asimiladores de energía y mineniles (porfotosínte.sis) que producen materia' vegetal apropiada para 10sfitó-fagos o consUmidores.primarios; los cbnsú¡iziddres se minerales de la Biosfera

    Jcon estructuras muy

    complejas, geológicas y biológicas.~omo introducción planteamos la problemática investigadora tan com~

    pleJa, destacando los conocimientos ecológicos apropiados para investiga~dores. en .geofísica (meteorología y biofísica incluidas), edafología, cienciasagr:'rIasJ etc: Parece muy apto el método de la ind1,lcción funcional, con sín~te~lS ~ontrastada en los ecosistemas concretos, los que fonnan la trama pai-saJ:fstlca que podemos estudiar con distintos métodos científicos. Se intentaplantear el problema de la fisiologí~ paisajística enlazándolo con el métododescriptivo-estructural fitotopográfico de O. DE BoLÓs (1963).

    Estud~am?s las in:eracciones del clima y comunidad biótica, el trabajode ,?rgamz~cló.n r~laclOnado COn gasto energético y ,las limitaciones propiasde una complIcacIón estructural progresiva. Se analiza la explotación natu.ral y BU importancia en el metabolismo del paisaje.

    '. Como. ejemplos concretos se aportan los gtadientes climáticos más apa-rentes en el Valle del Ebro y montes circundantes hasta la orla cantábricacon diversificación climática que determina un predominio de funcione;anabólicas -(clima marítimo) o catabólicas (continental) en cada ambientey a lo .largo de las estaciones anuales.

    :Finalment.e se comenta la utilidad de los mapas fitoclimáticos y la im-portanCia de ]a ordenación teóricaJ tanto del paisaje natural como el inter-venido por el hombre.

  • 'te energética) y agrupando sus individuos según pautas que puedenestudiarse estadísticamente (Fitosociología). La comunidad vege-tal evoluciona, con fases edificadoras de complicación progresiva ytendiendo siempre hacia una etapa final, estable, en la que cada co-munidad produce exactamente lo que destruye (asimilación = respi-ración); es la tendencia hacia la clímax, con etapas seriales cada vezmás complejas. Podemos clasificar las fitocenosis según sus seriesevolutivas; con etapas a veces contiguas y no es difícil predecir elsentido de su evolución. Otras veces la situación topográfica indicaunas relaciones de comunidades ligadas por el relieve en complejosque se repiten indefinidamente. La coexistencia o contigüidad deciertas comunidades no se debe al azar; podemos predecirla y expre-sar de algún modo sus relaciones mutuas.

    E! Prof. BOLbs, de cuyo trabajo (1963) hice una recensión amplia(MONTSERRAT, 1964), intentó ordenar estos conocimientos ensanchan-do el campo de las investigaciones fitosocioIógicas; la Fitopografíateoriza sobre principios ampliamente utilizados en cartografía ve-getal; su método es fundamentalmente descriptivo-estructural yconviene dotarle de una perspectiva funcional amplia.

    Con VILLAR (MONTSERRAT y VILLAR, 1972), intentamos definir unconcepto funcional de explotación natural, relacionado íntimamen-te con el de comunidad permaneute de O. DE BOLbs. En la naturale-za el reciclado de materiales no es perfecto, existen exportaciones-importaciones que pueden ser previstas; las más intuitivas son deíndole topográfica, con escorrentías y movimientos coluviales pola-rizados por la fuerza de gravedad; son menos aparentes las que ac-túan en ecotonos de la misma serie evolutiva.

    En un paisaje las comunidades no permanecen por lo tanto conindependencia completa, ni el reciclado mineral es idéntico en cadaparte de una comunidad madura; no podemos materializar la clímax(monoclímax de CLEMENTS) de manera absoluta, porque siempreexisten mosaicos de distinta organización con movimientos exporta-dores o importadores laterales.

    Además la energía incidente no se aprovecha por igual en las co-munidades terrestres, con la misma intensidad y del mismo modo;,en ciertas comunidades se fija biológicamente hasta el 2 % de laenergía luminosa, mientras en otras la fotosíntesis es casi nula. Laenergía no utilizada fotosintéticamente evapora agua (evaporacióny clorovaporización o caldea el ambiente, afectando al dinamismotanto atmosférico como edáfico.

    Los meteoros, atmosféricos y edáficos, distribuyen materialesy energía; el agua con su calor latente, es agente de regulación tér-mica y al mismo tiempo meteoro esencial para los seres vivos. La

    IMPORTANCIA DE LA ORDENACIÓN TEÓRICA DEL PAISAJE

    Nuestra época se caracteriza por una acelerac.i~Il; de.la presiónhumana sobre el paisaje. Por otra parte nuestra clvlhzacIó~ha per-dido el sentido biológico de la pervivencia y destruye rápIdamentelas fuentes de producción de alimentos, con unas acciones, que porlo general son ya irreversibles.

    El mapa de vegetación (MONTSERRAT, 1966 Y 1971 b) esquemati-za unos tipos climáticos generales, los más difundidos en la 1'

  • 168 PEDRO AlONTSBRRAT CLIMA Y PAISAJE .153

    IlI. CONCLUSI6N

    Los FITOCLIMAS y su IMPORTANCIA EN ESTUDIOS CLIMÁTICOS

    Hemos pasado revista a unos ambientes caracterizados por l~vegetación dominante; no son otra cosa los fitoclimas que se utili-zan en la elaboración de mapas agrobiológicos, basados en el de ve-getación interpretada por Un experto en comunidades climácicas (dela etapa madura) y las permanentes de una región determinada. Al-gunos los llaman c1imácicos y climáticos, pero ya hemos dicho quela comunidad madura se estabiliza en un clima determinado y porlo tanto siempre es climática. .

    En cadenas montañosas el estudio climático siempre será in-completo y e! de la vegetación puede darnos una idea aproximadade 'los gradientes climáticos; el mapa fitoclimático puede detectarciertos valles que conviene estudiar con aparatos meteorológicosadecuados. Los conocimientos anteriores nos han ayudado a elegirlas localidades más adecuadas para instalar 12 estaciones comple-tas en el Valle del Ebro, de suerte que permitan conocer gradientesclimáticos muy contrastados e ilustrativos.

    .Cuando las comunidades estables o climácicas, las maduras d';-ducidas por e! estudio de vegetación, entran en contacto topográfi-co con otras comunidades permanentes. indican variaciones loca-les del clima debidas al relieve, con influencia del aire encauzado(efecto Venturi), escorrentfas y falta de suelo que aumentan loscontrastes térmicos o continentalidad. La erosión en solanas tam-bién aumenta los contrastes pero por degradación ambiental quese detecta fácilmente en el paisaje. No son iguales las erosiones encada tipo fundamental de clima. . '.

    En' ambiente atlántico, con bosque destruido por un incendio,la vegetación se recupera muy pronto, pero desaparece el bombeo'de bases del subsuelo (falta de árboles adultos) y predomina la ero-siónquímica, el lavado edáfico. 'En ambiente muy continental pre-domina la erosion física en todas sus' formas. desde ·la superficialhasta la de fondo (coluvial) estimulada por hielo-deshielo primave-ral, con movimientos periglaciares que sitúan pedruscos en super-ficie. El pedregal se caldea durante el día y enfría pronto 'de noche;el agua freática corre por el suelo fértil enterrado y no puede regu-lar bien las fuertes oscilaciones térmicas. El ambiente mediterrá-neo participa del primero en invierno y del segundo en verano, perosus modalidades continentalizadas dan una preponderancia enormea la erosión física, en especial después del laboreo del suelo.

    circulación de agua y la distribución del calor son factores que re-gu~~1l; el funci0r;amiento de los distint?s .componentes bióticos yabIO~IcoS, es deCIr, los elementos del paiSaje; podríamos comparar,en Cierto aspecto, su distribución (atmosférica y edáfica) al sistemacirculatorio de los organismos. El agua en su movimiento arrastrasolutos y se relaciona con e! dinamismo de las masas de aire que ali-mentan o explotan a los elementos paisajísticos ahora considerados.. En c!~rto modo,Podemos hablar de un metabolismo del paisaje,mtegracIOn del realIzado por todos sus componentes, bióticos y abió-ticos. No existen elementos independientes, forman un gran sistemay como tal debemos estudiarlo.

    LIMITACIONES DEL FLUJO ENERGÉTfco

    De la luz se asimilan sólo determinadas longitudes de onda. Al-gunos pigmentos, por resonancia, aprovechan las poco apropiadaspara la clorofila a, la fotosintética. Por otra parte e! aprovechamien-to físico de la luz es mucho mayor (clorovaporización, caldeamien-to, pero todo el proceso tiene unos límites definidos.

    ~as estructuras vivas que contienen clorofila activa son muy cOm-plejaS (graJ.1a, cloroplastos, parénquimas, hojas, ramas, troncos, raí-ces) y funCIOnan consumiendo energía de la fotosintesis. Aún en loscasos óptimos de un S % asimilado, la planta respira una gran partey.con frecuencia apenas obtenemos eficiencias temporales netas del1 %, con períodos en los que la respiración supera la fotosíntesisy la plaJ.1ta pierde energía. Existen por .10 tanto limitaciones biológi-cas, derivadas de las estructuras orgamzadas que sostienen a la Clo-rofila.. .

    Los consumidores ya toman energía elaborada por las plantasy ·la transforman en una biomasa más concentrada (la biomasa ani-mal es más rica que la vegetal), pero con eficiencias muy bajas enlos herbívoros (1-6 % como máximo) y mayores en los carnívoros(5-30 %). La aprehensión y digestión de! alimento consume muchaenergía y l~, renovación de individuos, aún por el proceso de copia(reproducclon), es onerosa en energía.

    La retenida.en excrementos y restos vegetales o animales se apro-vecha en los procesos de humificación-mineralización, liberándosefinalmente toda la energía, mientras los elementos minerales reci-clan, organificándose y simplificándose indefinidamente en los nue-vos ciclos tróficos.

    La utilización como alimento de los productos animales es fácilpor ser a.limento enriquecido, concentrado; la de alimentos vegeta-les permIte acercamos a la fuente energética y reducir pérdidas,

  • 154 PEDRO :MONTSERRATCLL\fA y PAISAJE 167

    siendo característica de los países superpoblados y con problemasalimentários.

    Es obvio que si estamos obligados a utilizar las fuentes alimen-tarias naturales no podemos salir de unos' sistemas que consumenmucha energía, pero es solar o gratuita; su eficiencia productiva sepuede aumentar, en puntos muy concretos de la biosfera, con aplica-ción de energía exterior al ecosistema (energía subsidiaria), como lacontenida en~l petróleo, electricidad, fertilizantes, combustibles,etcétera.

    LIMITACIONES CLÍMÁTfcAS IMPUESTAS AL ECOSISTEMA

    Como es obvio, resulta fundamental la llegada de energía radian-te y un nivel térmico adecuaclo. En las zonas polares el ritmo de ilu-minación es anual, con largos períodos ,de oscuridad que sólo per-miten transformaciones de lo asimilado previamente (nutrición he-terotrofa). ' ' ', , En los desiertos la 'energía incidente resulta extraordinaria, perofalta el agua esencial ,qne impide o minimiza la fotosíntesis. Entreambos extremos existe toda nna gama de posibilidades, Inz snficien-te.. péro con un conjunto de factores ambientales que dificnltan ofavorecen la realización de las funciones vitales.

    El agua, con todas las posibilidades de precipitación (llnvia, nie-ve, niebla mojante, precipitación oculta' en el snelo, etc.) y, de dis-tribnción (escorrentía-alndes, freática o colnvial, etc.) qne condicio-nan grandemente la reg~lacióri. térmica, resnlta ser el meteoro pri-mordial en el fnncionamiento de los ecosistemas y el cansante de laslimitaciones más importantes en desiertos y estepas. .

    La temperatura, tan ligada a la distribnción del agua en todassus formas, (calor latente, diatermia atmosférica, etc;), influye tan-to 'en la asimilación de energía como en sn pérdida por respiración.Esfn!cnente qne tempáatnras altas anmenten la fotosíntesis, perot~mbién'exacerban la 'respiración, con lo cine el vegetal no alcanzae.lllaJÍ1ado punto de compensación y se Consllrrle. Cada especie y co-mnriidad vegetal tienen sn'temperatnra óptima, con mínimo y má-ximo, más nnas temperatnras letales por exceso y por defecto. '

    Los' gradientes térmicos determinan corrientes atmosféricas, ab-sorción y'liberaciónde cálor latente, formación de nnbes con precipi-taciones; es decir, difnsión de agua y calor pero de manera :discri-minada, 'con excesOs en nrias regiones y' defectos notorios en otras.Las discriminaciones nnnca son arbitrarias y responden al relieve,lejanía de los océanos, etc. En los snelos aún caben más pecnliari-dades. diferenciales, en especial si atendemos a las pendientes, dis-gregación' de rocas, téxtnra y estructura edáfica, cantidad de hu-

    balpino. En los Pirineos atlánticos y Pirineo occidental (MONTSE-RRAT~ 1971) sn.ele localizarse en oroclimas muy especiales, sobrecantIles ~e c.a]¡z~,mny dura, con escorrentía fuerte (alndes qne re-dncen,la. mmvac.IOn) y nn conjunto de plantas oromediterráneas ca-ractenstlco: Amelarra, Ezcanrri, Alanos-Forca, Tortiellas-Río SetaCollarada-Telera, Tendeñera, etc. Equivale al piso subalpino (1.60~2.300 m.) pero es autóctono, con escasa influencia de la flora orófilasndeuropea.

    . La nieve de aludes se acumula en las hondonadas, con grosor demeve e~tre 3.-6 metros y algunas veces aún más; no hay matorralque resIsta dIcha presión invernal, ni su abrasión de fondo. Los pas-tos de.Nardu~ s:n.cta, con enclaves aún más húmedos, indican dichamodahd~d chmauca de alta montaña atlántica (mejor íberoatlánti-ca) can mnivación hasta junio-julio. Las lluvias primaverales fre-cnentes en la. montaña atlántica, funden la escasa capa nival de 'cres-tones y cant~les o laderas ~ny pendientes, pero no pneden con elgrosor menCIOnado. Ademas el calor estival es reducido, con ,airefresco del Oeste casi constante.

    Entre Somport y Portalet de Anea (Sallent), aparece ya nn pi~osnbalpino bien diferenciado, con ·azalea de montaña (Rhododen-~ron ferrugineum) el pino negro y una serie de plantas caracterís-tIcas. S,: re.duce la.capa nival (1-2 m.) qne funde hacia mayo-prime-ros de Juma, precIsamente cuando ya escasean las heladas persis-te.ntes ~ puede fl

  • 166 PEDRO ~fONTSERRAT CLIMA Y PAISAJE 155

    pirenaicos hasta el Pirineo oriental y Montseny. Los hayedos pu-roS (sin abeto) indican los climas del Pirineo atlántico, el sometidodirectamente a la influencia de los vientos húmedos cantábricos,con corrientes ascendentes casi continuas, lo que provoca la forma-ción de nieblas persistentes y «chiri-miri». Se relaciona con el am-biente montano vasco y apenas alcanza los valles de Ansó-Hechoen Zuriza y Oza. En el Valle de Aspe (Francia) hasta las cercanias

    ,de' Estanés-Somport, el hayedo remonta las umbrías hasta casi lo,1.800 m. alto

    En fondos de valle, con suelo profundo y clima más extremado,e! abeto forma una especie de pináculos que sobresalen regularmen-te de! manto continuo de hayas; es el bosque templado clásico queseñala el límite superior ,del piso montano y la base del subalpino.Clima frío en invierno, con mucha nieve (1-2 m.) persistente hastaabril-mayo, lluvias y nieblas frecuentes, pero sometido a período,soleados, algunas veces prolongados hasta 10-20 días seguidos. Endichas condiciones e! haya prefiere una sombra ligera producidapor las puntas del abeto y rehuye los suelos muy anegados en losque reina el abeto con otros árboles resistentes a la mala aireaciónedáfica. El aporte de agua edáfica permite al abeto persistir aúnen climas poco favorables, por lo que su papel indicador climáticono es absoluto., Laderas sombrias, con heladas hasta junio, perjudican a los ca·

    ducifolios que brotan en mayo y favorecen a los pinos. El veranoseco con lluvias intermitentes seguidas de sol radiante, favorecenal pino silvestre que domina en todo el piso montano desde cercaPamplona hasta Ripoll, entre 1.000 y 1.600 m. alt.; en climas loca-les secos y soleados puede remontar los 2.000 m. como ocurre enAndorra, Bohí, Tor1a, etc. Es el piso montano continentalizado, muyparecido a los extensos pinares deCovaleda-Vinuesa (solana de Ur-bión), y de Cuenca-Terne!,, Los hayedos del Sobrarbe-Ribagorza son muy especiales y ca.rresponden a cejas nubosas que se forman con frecuencia por lahumedad de los grandes valles próximos: Canciás-Gabardiella, Bo-nansa, Faiada de Pont de Suert, etc. El aire ascendente provoca laformación de niebla y sus gotas mojan las hojas del haya; a sota-vento encontramos oroclimas extraordinariamente secos, lo que de-muestra la eficacia de dichos filtros naturales de! hayedo protec-tor. El escaso contenido de humedad absoluta impide la extensiónde dichos hayedos muy localizados en dichas cejas de montaña. Suexistencia afecta la humedad de! suelo en toda la umbría, por loque deberían respetarse al planear los aprovechamientos forestales.

    El pino negro (Pilws uncinata) caracteriza la alta montaña me-diterránea (Pirineo occidental y Prepirineo), así como e! piso su-

    mus, acciones periglaciares, etc., p~ro sie?,p:e c:';' p;incipios ge-nerales que permiten interpretar dIcha dlstnbucIOn I,r:egul~r d~lagua y los 'solutos que arrastra, con los' gases atmosfencos mclUl-dos (aguas aireadas yaguas reductoras)" . . . ,

    No es descabellado el intento de ordenar toda la mformacIOndisponible, concretando las relaciones trófica~ de tipo climáticomencionadas. Cada movimiento, cada tendencIa, representa ~napolarización: con a¿tividadesconcate,;adas en d~t.e~minado sentIdoy nunca arbitrarias. El esquema funclOn~l 1?ermItlr~ destacar el .P~pel de cada comunidad natural en el parsaJe ~studlado, sus posIbI-lidades productivas, estados de madurez relacIOnados con la poten-cia edificadora; sustitución de comunidades naturales por otras ar-tificiales y comparación de las ventajas que presentan, etc. . ._ Con esquemas funcionales ya es posib~e ~islumbrar las. hmIt,a-ciones climáticas de cada elemento del parsaJe, las del conJu,;to Ylas que destacan por su autonomía con re~pecto,~ ~as fluctuaCIOnesdel clima tanto las cíclicas como las más ImpreVISIbles. Tendremo.sun criterio de valor pero calibrado en condici.ones natt:rales de ch-ma y topografía, con ideas sobre transfor~acIOn~sp?~Ibles y otrasinviables..,Ciertamente es un programa de mvestlgaclon seductor yrealizable-sic,olaboran especialistas en ,distintas disciplinas, en es-pecial los biofísicos." , . ,,' ",

    Todo lo mencionado bastana como mtroduccIOn a la parte másconcreta de nuestra comunicación, pero parece conVeniente insis-tir en determinados aspectos ecológicos que perfilen con nitidez sUalcance y posibilidades en la investigación ambiental del fuHIro.

    ÜMIT"S ALA COMPLICACIÓN ESTRUCTURAL

    éQr'r la perspectiva amplia de los complej~spaiSajísticos,co,:s'fred estr\lctural'y conjuntos funcionales, anahcem~s ahora las lU':I-taciones inherentes a cada uno de losecosistema~ql\e, podemos dIS-tinguir, por sus peculiaridades funcionales, en las estructuras indi-vidualizables de cada paisaje. " " ' - .

    Un 'ecosistema situado en su paisaje natural, recibe determma-dá cantida'd de e~ergía radiante diversificada y está sumergido enun «ambiente» caldeado por la energía que los ingenuos creen quese pierde. La energía no utilizada en reaccio,:es qúímic~s (fotosin-téficas): se utiliza 'en mantener el flujo de savIa. de la rarz. hasta las'hojas (evapotranspiración) y en caldear el ambIente. Al fmal la ra-diación al espacio iguala la recibida, pero degradada en forma decalor. .

    Destaca por lo tanto un gasto energético enorme destmado acaldear el «ambiente» apropiado para la fotosíntesis; en el cero ab-

  • soluto no existe la fotosíntesis ni reacción alguna. Por todo ello laatmósfera es «el invernadero» mundial que consume cantidades in-gentes de energía, pero gracias al flujo solar aún mayor y gratuito.

    Requiere mucha energía el bombeo de agua y sales mineralesdel suelo (clorovaporización, evaporación libre, etc.) que por lashojas, a través del mantillo, vuelven a la superficie edáfica; en di-chos menesteres suele utilizarse energía radiante poco apropiadapara la fotosíntesis. Sin este dispendio energético la vida sería im-posible.

    Centrándonos en la fotosíntesis, con todos los condicionantesmencionados y otros menos aparentes, las posibilidades son limi-tadas y dependen de varios factores: latitud, altitud, exposición to-pográfica, calidad del suelo, distancia al océano, etc. Además, la lu-cha por la luz condicionó la complicación estructural en cada amobiente geofísico concreto.

    Imaginemos un ambiente geofísico idóneo para el bosque den-so y un suelo desnudo por reciente incendio. Nacen hierbas, matas.arbustos y finalmente los árboles que pronto llevan la delantera yseleccionan activamente a los demás componentes del vuelo. Se for-man estratos, con el superior a plena luz, otro algo sombreado algu-nas horas al día, un estrato sin luz directa y varios inferiores enuna penumbra progresiva; cambia el espectro luminoso y en la su-perficie del suelo viven plantas sin clorofila (setas, parásitas, sapro-fitas) 9 bien .briofitas que se contentan con una luz muy débil y pro-fundamente alterada.

    La energia luminosa se aprovecha al máximo, se filtra con efi-ciencia extrema, pero con un gasto energético enorme materializa-do en una biomasa forestal que respira activamente. En condicio-nes ecuatoriales, las temperaturas constantemente elevadas favore-cen dicha respiración activa, pero disponen de un enorme flujo deluz fotosintética bien aprovechada; en los climas templados, la res-piración nocturna es muy pequeña y los períodos asimiladores sonlargos, permitiendo la persistencia de árboles muy altos (40-60 m.de talla) en bosques con muy escasa diversidad.

    La comunidad forestal madura mantiene infinidad de insectosy animales fitófagos que consumen parte de lo producido por lasplantas; en el suelo el bioedafon destruye rápidamente todo el man-tillo y proporciona a las raíces material biógeno fresco, con mayorrapidez en climas cálidos. En troncos, raíces y ramas de los árbo-les se mantiene rete)1ida (muchas veces por siglos) gran cantida.dde energía organificada, es decir formada por elementos mineralessustraídos temporalmente al suelo.

    o Lo dicho basta para comprender que cada comunidad tiene unlímite de complicación estructural, impuesto tanto por los materia-

    Los CLIMAS PIRENAICOS

    Sobre dicha base climática, la altitud sólo acentúa sus rasgoshacia una continentalidad creeiente, pero al mismo tiempo conaumento de la pluviosidad y descenso de la temperatura media anual.

    El clima montano occidental es de hayedos, pero aparece el abe-to en Navarra oriental (Irati-Salazar) y sigue por todos los valles

    d,'a P angustifolia BonJ'eania hirsuta, Odontites gr. jauber-rea me , ., 1 1 áb .t · . etc muy semejOantes a los descritos para a 01' a cant ncatana, . . fl")seca Se trata de bosques residuales (rehcto geomor o OgICO man-tenidos en climas locales más húmedos; se originaron ~o~deando elmar terciario de Aragón (clima marítimo) y han persIsÍ1~O eml?,0-brecidos con el suelo relicto. Son notables los de S~n Fel.Ices-Ague-ro, Apiés, Las Almunias (SE de Guara), etc. Su pe:sIstencIa. pla~teael problema de admitir la persistencia de modahdades chmáticassemejantes; en Agüero aparece una esp~cie de ?era;1Ío (Ert?diumgaussenianum) casi idéntico a otra ·e~pe~Ie de Or~n, sm localIdadesintermedias en la Península, lo que mdIca un cl}n:a local. m~y pe-culiar y persistente a lo largo del acaecer geologIco terCiana-cua-ternario. .

    El madroñal, aún cuando se ha mo?ifi~ado hge;amente ,c?moen el Somontano oscense mencionado, mdIca un chma mantimo,con lluvias otoñales muy notables y las primaverales i~portantes;las tormentas de julio-agosto facilitan el aprovechamIento de laslluvias septembrinas que nunca faltan; digo eso para ~ntentar co-nocer mejor unos climas tan localizados. En otro trabajo (MONTSE-RRAT, 1971 b: 81) hablo con mayor extensión de~,madroña~ y doy sudistribución aproximada en el mapa de vegetaclOn potencial.

    El quejigal seco alterna con ca:rascal~s, señalando sie.mpre lo.ssuelos margosos profundos que meJOJ; retienen el ~gua a fm de pn-mavera-verano. Existen varias modahdades. La onental que alcan-za Seo de Urgel Espot Pont· de Suert, Seira, Bielsa y Fiscal-Ber-gua, con abunda;"cia .d~' Viola wil/k?l1:mii, aún recibe la influenciamediterránea algo mItIgada. Una rephca se encuentr~ en La. Jace-tania occidental, de Tafalla hasta Jaca, con penet;acIón ~acIa Sa-lazar-Irati, Ansó, Hecho y Villanúa; en e~la es la mfl~encIa c,an!á-bric;a la mitigadora climática. Otoño y pnmavera llUVIOSOS; fno 1;::'-vernal no excesivo, verano medianament

  • LAS ESTRIBACIONES PIRENAICAS

    Por el lado septentrional de la cubeta penetra algo más la in-fluencia mediterránea, como demostramos en 1960 (pp. 101-102), enespecial de los levantes y IIuvias primaverales, alcanzando con cla-ridad las cercanías de Barbastro y acaso las estribaciones orienta-les de la Sierra de Guara. Ya en pleno Pirineo las Sierras del Cadí,dorsal catalana -Montsec, etc., dificultan la penetración medite-rránea.

    Destaca como acabamos de esbozar, la continentalidad del So-brarbe, con réplica oriental en el Ribagorza-PaIlars y otra actual-mente muy acusada de la Cerdaña-UrgeIlet-Andorra, provocada porla pantaIla del Cadí y situación de los vaIles entre montes muy ele-vados.

    La Sierra de Guara-Canciás, con Basarán-Otal y Panticosa, seña-lan el límite oriental de la penetración cantábrica actual y pretéri-ta; se trata de una frontera paleoclimática que puede reconocerseanalizando el área de varias plantas paleoendémicas pirenaicas(MONNSERRAT, 1974 b). Han sido vaIles muy continentales, aún du-rante el Plioceno y Cuaternario.

    Hacia el Levante aumenta la influencia mediterránea, pero aúnobservamos climas muy continentales hasta La Cerdaña; el estu-dio de plantas endémicas de ecología esteparia hace suponer quese trata de continentalidades más recientes y que acaso han sufridodiscontinuidades durante el Plioceno o Cuaternario antiguo. En laCerdaña se aprecia claramente una penetración reciente de elemel;l-tos orientales afines a los de los AIpes occidentales y del ValaIssuizo. Los elementos florísticos residuales en los montes del So-brarbe parecen más antiguos y en su mayoría autóctonos. .

    En el Somontano oscense ya encontramos el contacto del carras-cal aragonés normal con otros empobrecidos de las solanas murpendientes, caracterizados por la abundancia de enebros y la sabI-na pudia (Juniperus phoenicea), árboles de muy lento desarroIloque compiten ventajosamente con la carrasca en ambien!es I?-uycontinentalizados. Entre Ayerbe-Guara, gran parte del BaJO RIba-gorza-Segriá-Urgel y en las faldas de San Juan de la Peña, con Oro-el-ama, encontramos dichos bosquetes indicildores de un clima secoextendido por el hombre al provocar la erosión del suelo primitivo.Son ambientes difíciles para la agronomía de secano y para la ex-plotación de pastos, pero aptos para explotar el suelo profundo delas vaguadas y muy especialmente el regadío.

    . Sobre suelos de coriglomerado-areniscas, en terra rassa relicta,encontramos unos bosquetes de tipo maquis, con madroño, Philly-

    LA EXPLOTACIÓN NATURAL; COMUNIDADES PERMANENTES

    157CLIi'.lA y PAISAJE

    Las comunidades evolucionan acumulando energía y materiales,tendiendo siempre hacia su etapa estable (clímax), con equilibriodinámico entre anabolismo (asimilador) y catabolismo (mineraliza-dor). Se trata de un equilibrio frágil, sujeto a meteoros ya los ani-males consumidores; por dichas acciones es raro encontrar super-ficies climácicas homogéneas, en un equilibrio total y estable. Lomás frecuente son discontinuidades en mosaico, con superficies enlas que se activa la descomposición (mineralización) que favorecela regeneración de la comunidad madura.

    El contacto (ecotono) entre comunidad madura (climácica O es-table) y otra menos organizada, siempre favorece el intercambio en-tre ambas; es muy general que la más organizada tome para orga-nizarse mejor, mientras la simple libera fertilizantes que facilitanla regeneración, con un crecimiento rápido, potente (productividadpor unidad de biomasa y tiempo) por ser más simple. El bosquemaduro es muy eficiente y gasta todo 10 que posee en estabilizarse,es .decir, produce estabilidad.

    Las comunidades potentes pueden exportar, precisamente porhaber liberado· fertilizantes movilizables por los meteoros atmos-féricos o edáficos; en eIlas la evolución favoreció a la potencia (re-novación rápida de su biomasa) como ocurre en nuestros pastos es-pontáneos entre bosques. La comunidad forestal puede exportar poracci6n del viento que arrastra hojas, insectos, etc., del árbol hacialos rasos con pasto.

    Para interpretar la fisiología del paisaje resulta fundamental

    les biógenos disponibles (movilizables) como por la energía inci-dente en cada estación concreta. Cabe señalar que no consideramosla inmensa cantidad de energía gastada en el pasado por tanteosde la evolución biológica (selección natural); aún así, podemos for-marnos una idea de que la evolución estructural de cada comuni-dad (con sus implicaciones funcionales) tiene un límite y se rela-ciona siempre con la utilización de energía radiante por medio deunas estructuras muy complejas que son caras en energía actual ydel pasado geológico. Es la etapa clímax, la final o madura, conperfecto reciclado de materiales (asimilación = respiración); comoes lógico se trata de una tendencia, pero otras tendencias luchanpara impedir que dicha etapa climácica se alcance en grandes ex-tensiones.

    Son muy frecuentes las etapas seriales que tienden hacia su clí-max, pero no la alcanzan por verse sometidas a una explotación con-tinua y con frecuencia exportadora.

    PEDRO MONTSERRAT164

  • 158 PEDRO:MONTSERRATCLIMA Y PAISAJE ·163

    considerar la exportación por gravedad; es lo que ocurre en lade-ras sujetas ala escorrentía y fuertes' movimientos coluviales deagua· y suelo; muy ilustrativos al respecto resultan los movimien-tos del agua freáticafertilizadora en laderas. de montaña. Por elloconviene siempre plantear los estudios ecológicos (edáficos inclui-d?s) en unos sistemas topográficos concretos. Al respecto y comoejemplo de abuso de abstracción, podemos mencionar la aescrip-ción de horizontes edáficos con roca madre que no es la real tra-tándose de un suelo coluvial procedente de rocas ·situadas. a ~n nI-vel superior en la catena topográfica.

    . Los meteoros atmosfé~icos, en especial temperatura y las varia-CIOnes de humedad tan lIgadas a ella, explotan cualquier ecosiste-ma .en el sentido de impeair que pueda acumular biomasa para or-gamzarse. Se trata de la explotación abiótica que favorece el auto-consumo (respiración), pero además puede disminuir la asimilaciónretrasándola o reduciéndola a pocos períodos cortos e insuficientes:

    Las comunidades permanentes son el resultado de la explota-ció~ .(bió~ica y abiótica), al :"0 pode: alcanzar la etapa madura pordefiCiencias en la acumulación de blOmasa. Insistimos sobre dichoconcepto por tratarse de fenómenos meteóricos que actúan comoexplotadores y modelan al paisaje vegetal.

    PAISAJE HUMANIZADO Y CLIMA

    . Los problemas agrobiológicos relacionados con la explotaciónforestal, ganadera, agraria, turística y todos los que atañen a la con-servación de la naturaleza, deben plantearse con una perspectivaamplia, aplicando conocimientos científicos relacionados con la evo-lución paisajística, tal como hemos intentado plantearlos.

    Nos parece fundamental orientar los gradientes de cualquier ti-po (climáticos, edáficos, fitosociológlcos,de estructura ganade-ra, etc.), concretándolos en planos y perfiles del paisaje.' Desde aho-ra ya destaca la importancia de cada catena topográfica, con tese-las ordenadas del valle y ladera hasta la cresta superior; tambiéntienen gran importancia las zonaciones con fuerte gradiente ecoló-gico, en borde de lagos, vegas de ríos, selvas explotadas diferenclal-mente, etc. . .. El análisis de cualquier paisaje y a la escala que sea, indicasiempre la existencia de fenómenos orientados, dependientes defuerzas que podemos describir y algunas veces cuantificar; las deíndole climática destacan como fundamentales. Variaciones del sue-lo, .del manto vegetal, distribución de animales y actividades huma-nas, responden casi siempre al clima y al relieve. .

    Podríamos proponer una' serie de ejemplos agrobiológicos, pero

    ri

    Conviene destacar las semejanzas entre clima riojano y el delMaestrazgo-Bajo Ebro; en ambos la influencia marítima mitiga di-cha continentalidad y aparecen ambientes de clima suave y con ma-yor pluviosidad otoñal.

    Hacia la Cordillera Ibérica (Soria, Guadalajara, Teruel-Cuenca),con altitud progresiva aumenta la continentalidad y las lluvias es-tivales, disminuyendo las invernales; todo ello favorece al pinar dePinus syZ,vestl'is que ya domina a partir de los 1.200-1.500 m. de alt.En climas locales favorables aún aparece el marojal (1.000-1.500 m.)con estepa (Cistus laurifolius), parecido al subcantábrico pero enun ambiente más continentalizado. Sierra de la Virgen y Monte deHerrera, más otros próximos, reciben mitigada la influencia can-tábrica, especialmente durante el otoño y primavera, Con tempera-turas invernales suavizadas por la frecuencia de nieblas. Los jaralescon algún alcornoque y el marojo que salpica robledales o quejiga-les, indican los ambientes menos continentalizados de las estriba-ciones ibéricas.

    Por el contrario, el pino laricio (Pinus nigra ssp. salzmannii) encontacto hacia los 1.200-1.400 m. con pino albar (P. sylvestris) se-ñala, con las sabinas, las modalidades más continentales de los Mon-tes Universales y Gúdar-Monegro, en las cabeceras de los ríos Jilo-ca y Guadalope. A mil metros de altitud aún encontramos un áreaendorreica antigua en Gallocanta.

    Hace años estudiamos la pluviosidad en dichos climas continen-talizados y pudimos señalar hasta más de 1/3 de la lluvia anual caí-da en mayo-junio; la de diciembre-enero resulta insignificante. Aseptiembre se adelantan las lluvias otoñales características del Me-diterráneo occidental, lo que junto con el calor acumuladoen vera-no asegura una buena otoñada de pastos en montes elevados.

    Nuestros estudios señalan un sector continental entre Molina-Albarracín por Belchite-Monegros al Sobrarbe-Ribagorza subpire-naicos, situado a 1/3 del Mediterráneo y a 2/3 del Cantábrico; larelación mencionada expresa tanto la facilidad de penetración can-tábrica como dificultad de la mediterránea. Un buen meteorólogoverá enseguida la influencia del paso de perturbaciones ciclonalescon un curso normal del WNW (cierzo), bajando en dirección SEpor el valle del Ebro que las succiona hacia el Mediterráneo. Mon-tes afectados por dicha penetración y de manera más directa sonlos de Cameros-Rioja, Moncayo, Sierras de La Virgen,. Algairén-Vi-cort y Monte de Herrera, que se adelantan hacia el Valle del Ebro ylo estrangulan algo en su borde meridional. Las Sierras del Maes-trazgo cierran por el SE la penetración mediterránea, provocandola continentalidad notable en valle" de Ternel a muy poca distanciadel mar.

  • 162 PEDRO MONISRRRAT CLIMA Y PAISAJE 159

    pinares plantados aceleran la acidificación de los suelos e impidenla penetración del haya movilizadora de las bases. Los marojalesocupan grandes extensiones, entre hayedo y quejigales.

    EL NÚCLEO CONTINENTALIZADO

    Antes de mencionar los ambientes más típicos zaragozanos, con-viene destacar la modalidad precuaternaria muy especial de la Bu-reba-VilIarcayo (Burgos), con una cubeta sometida a inversión tér-mica, anuncio de la que veremos a continuación. Es una modalidadsubcantábrica continentalizada y poco seca, salvo en pleno verano;la caracteriza el pino negi"al (Pinus pinaster) o resinero, en bosquesextensos y con un brezal de brezo hembra (Erica scoparia). En Te-ruel-Castellón, muy especialmente entre Montalbán-AJcañiz, encon-tramos réplicas del mismo ambiente, pero el agente regulador pró-ximo ya es el Mediterráneo.

    El sector más continental del Valle del Ebro se encuentra enLos Monegros, con lagunas endorreicas muy antiguas (persistendesde el Mioceno) y actualmente reducidas a una zona que señalé enel mapa (MoNTsERRAT, 1966), junto con sabinares en llanuras sometidas a fuerte inversión térmica invernal. El pino carrasco abundanteya señala el clima marítimo mediterráneo del· Bajo Ebro y las ver-tientes menos frías de la Sierra de AJcubierre (300-600 m. alt.), juntocon varias plantas termófiJas que no resisten las heladas de invierno.

    Toda la cubeta árida central está desprovista de encina carras-ca y en ella dominan matorrales (hoy casi destruidos) de coscoja,escambrón y enebro, en una mancha que supera los diez mil kiló-metros cuadrados. Hacia el centro-NE encontramos la parte endo-rreica más continental ahora, y en el pasado.

    Una aureola de casi 20.000 km.' bordea la anterior, con lluviasmás importantes (300-500 mm.) y menor inversión térmica invernal,atmósfera con algunos períodos húmedos importantes, pero con se-quías estivales muy fuertes. Corresponde a zona de viñedos y cul-tivo cerealista, con olivar productivo. Se caracteriza por carrasca-les y el pino carrasco en los lugares más secos. Sus modalidades cli-máticas pasan paulatinamente a las de los montes circundantes, engradientes climáticos que convendría conocer mejor. Es el ambien-te mediterráneo-continental peninsular típico, muy alterado desdela época de los romanos y con erosión que acentúa los aspectos es-teparios propios del ya mencionado para el centro seco de la cube-ta. Al faltar el suelo, por erosión, desaparece su papel regulador yel clima se continentaliza, es decir se hace estépico por influenciadel roquedo sin capacidad para retener el agua freática reguladorade la temperatura superficial edáfic!l.

    ahora 'prefiero interpretar algunos paisajes entre los fundamenta-les .del valle del Ebro, con unos gradientes climáticos muy aparen-tes al interpretar las zonaciones amplias de bosque, matorrales ypastos seriales, cultivos, etc. Para ello nos servimos del mapa fito-climático (MONTSERHAT, 1966) y otros trabajos cartográficos más re-cientes (MoNTSERHAT, 1971 a, 1971 b, 1972, 1974 a), completando algoaspectos dinámicos, como los gradientes de oceanidad y continen-talidad más aparentes.

    n. PARTE ESPECIAL. EL CLIMA Y LAS COMUNIDADESDE LA CUENCA IBÉRICA

    Además de los trabajos cartográficos mencionados, estudiamosel clima subcantábrico (MONTSERRAT, 1971 a) y la continentalizacióndel clima .pirenaico (MONTSERRAT, 1974 b). En ellos se encuentra unesbozo de las tendencias climáticas a tener en cuenta.

    EL VALLE DEL EBRO

    Abarca gran parte del NE ~spañol y une dos modalidades climá.-ticas fundamentales, la mediterránea y la cantábrica u oceánica. Ensu parte central, alejada tanto del Cantábrico como del Mediterrá-neo, con depresión notable y efecto foehn, encontramos una modifi-cación del clima mediterráneo con lluvias de invierno escasas, má-xinio primaveral notable y sequía atmosférica, en gran parte delaño. Entre 'las tres modalidades encontramos todas las gradacionesy además modificadas por el relieve, con cadenas montañosas y pro-fundós valles, efecto del viento encauzado, etc.

    Dicho efecto continentalizador de la cubeta ibérica es muy anli,guo y remonta por lo menos al Mioceno,' cuando se desecó el Medi-terráneo y pudieron formarse los sedimentos de yesos caracterís-ticos de dicha región, desde los Montes de Oca (Belorado) yRioja,hasta Teruel, Tafalla, Somontano y Urgel-Pallars-La Segarra. La ve-getación actual aún conserva restos de la miocénica y señala los lu-gares donde pudo persistir más tiempo un clima muy continental,endorreico hasta nuestros días (Monegros, etc.).

    Los climas topográficos, en especial oroclimas de crestas ven-tosas o espolones sometidos al efecto Verituri, mantienen una vege-tación que recuerda la esteparia y como ella sometida a una explo-tación ambiental activísima que ,la mantiene abierta (poco madu-ra), con fuertes oscilaciones térmicas y de humedad atmosférica.En dichas' situaciones el bosque no pudo formarse nunca y la prue-

  • 160 PEDRO, .MONtSERRAT CLIMA Y PAISAJE 161

    ba se encuentra en unas plantas superespecializadas hacia la plenaluz, de escaso poder concurrente (poca dispersión), área muy frag-mentada e indicadoras epiontológicas excelentes (MONTSERRAT,1974 b) Y (MONTSERRAT y VILLAR, 1972). Su persistencia tan generali-zada prueba la de paleoclimas secos (continentalizados) aún duran-te las glaciaciones cuaternarias.

    El estudio de! endemismo situado topográficamente permite des-cubrir la persistencia en determinados lugares de unos climas muycontinentalizados, en relación con los que dominaron durante elMioceno en gran parte de la cubeta ibérica. En las cercanías de di-chos enclaves, e! clima goza de ciertas peculiaridades y conviene es-tudiar los gradientes clim~ticos

    EL PERFIL CANTÁBRICO

    La vegetación señala un gradiente climático clarísimo y tradu-cido por las comunidades vegetales arbóreas.

    Zona de robledales ácidos, con fresno y avellano, sauces enlos bordes y alisedas de suelo inundado en las vegas. Por degrada-ción tenernos brezal-tojal (Ulex europaeus, U. nanus) con helecho;la siega repetida y estercoladura de los animales conduce a pradossiempre verdes sin irrigación.

    Es notable la existencia con situaciones topográficas excepcio-nales, en especial sobre substrato cárstico, de unos bosquetes me-diterráneos (madroño, Viburnum tinus, Phillyrea media,P. angus-tifolia, alcornoque, encina, Rosa sempervirens, etc.), maquis relic-tual que indica claramente la importancia actual y pretérita delclima topográfico, especialmente en lugares muy ventosos y congran escorrentía. También señala el viento que sopla con intermi-tencias en períodos críticos, provocando efecto foehn y desecandolos suelos sin reservas hídricas.

    . En situación intermedia, marcando la transición 'climática, enu,n: gradiente frecuente en todo e! NW y Centro español, encontra-mos los bosques de marojo o melojo (Quercus pyrenaica) que su-ben por los montes vascos hasta entrar en contacto con los hayedos(éntre 40ü-600 m. alt.).

    Este clima de transición se encuentra aún más extendido en elAlto Ebro y estribaciones riojanas de Cameros, así como en la Cor-dillera Ibérica de Soria-Terue!. Es 'un clima ibérico-subaltlánticomuy interesante.

    Finalmente se encaraman por las vertientes N y NW los haye-dos densos que señalan' nieblas frecuentes, «chiri-miri» casi cons-tante. Estamos en la región que filtra las brumas cantábricas y «rie-

    ga» el país vasco. Se trata de montes protectores que conviene cui-dar por su efecto fertilizador en agua para las partes 'bajas de cadaladera. El lavado intenso de! suelo favorece la decalcificación y elbrezal ocupa los claros con escasa hojarasca (Erica vagans, hele-cho, Ulex gallii, Daboecia cantabrica, etc.). Los prados verdean sal-vo en pleno invierno y no precisan riegos en verano.

    EL PERFIL SUBCANTÁBRICO

    La precipitación horizontal en hayedos montanos, con flujo ca-si constante de viento húmedo del WNW, provoca la disminuciónde humedad absoluta en las masas de aire; a sotavento e! efectofoehn es muy acusado, realzado por efecto solana y por la escasaregulación térmica del aire seco. Pasarnos bruscamente de unas con-diciones oceánicas a otras continentalizadas, en especial duranteciertas épocas del año. Parece que existen ciclos hiperanuales detipo oceánico o subcontinental (MoNTsERRAT, 1971 a), acusándosemás en las situaciones topográficas secas y con suelo escaso.

    Robledales (Quercus petraea), marojales (Q. pyrenaica ya men-cionado) y hayedos ricos en orquídeas (Cephalanthero-Fagion), se-ñalan la transición entre dichos climas cantábrico y subcantábri-ca; es una franja estrecha en contacto con los quejigales de hojamarcescente (robles con hoja seca y pequeña que persiste todo elinvierno) que dominan por doquier (Quercus gr. fagil1ea y sus hí-bridos).

    Tanto el boj corno la encina carrasca, señalan los enclaves topO'gráficos más secos y anuncian la proximidad del clima general quebordea la cubeta del Ebro. Grandes variaciones en los pastos y gra-dientes climáticos muy acusados aún en laderas'de valles peque-ños; en parte las variaciones climáticas, a nivel del suelo, se debena la destrucción del bosque y matorrales, con aumento de la con-tinentalidad en los climas edáficos.

    En esta zona encontramos paleoclimas y suelos relictos con lavegetación antigua que persistió; la explicación plausible parece re-sidir en e! papel mitigador cantábrico, aún próximo, y a la rapidezde penetración de perturbaciones por el portillo vasco, entre Mon-tes cantábricos y Pirineos.

    El gradiente climático más brusco se encuentra en La Población(Navarra) y en general desde los Obarenes-Pancorbo, por Sierra deCantabria-Codés, Lóquiz-Urbasa y Sierra de Andía. En la parte rio-jana, por ascenso de masas de aire con nieblas frecuentes, encon-tramos un gradiente similar al subcantábrico que alcanza unos ha-yedos cameranos de suelo muy acidificado, con brezal-pasto culmi-nícolas muy característicos y' antiinos en la Cordillera Ibéríca. Los