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9 93.O 1 LOS PRECURSORES DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE POR Miguel Luis Amunátegui MIE REO DE LA FACULTAD DE FILOSOríA I HUMANIDADES. Memoria Histórica presentada a la Universidad de Chile en cumplimiento del artículo 28 de la lei de 19 de noviembre de 1842. ~oi6553 002 002 2 IMPRE E¿CUUT L.1; ", TOMO SEGUNDO. INSTITUTO HISTOMIA BIBLIOTECA SANTIAGO. NTA DE LA «REPUB Jacinto Nuiez.

Precursores de La Independencia v.2

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9 93.O 1

LOS PRECURSORES

DE LA

INDEPENDENCIA DE CHILEPOR

Miguel Luis Amunátegui

MIE REO DE LA FACULTAD DE FILOSOríA I HUMANIDADES.

Memoria Histórica presentada a la Universidad de Chileen cumplimiento del artículo 28 de la lei de 19 de noviembre de 1842.

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IMPRE

E¿CUUT L.1; ",

TOMO SEGUNDO.

INSTITUTO HISTOMIA

BIBLIOTECASANTIAGO.

NTA DE LA «REPUB A»

Jacinto Nuiez.

V. 5

SEGUNDA PARTE,

CAPITULO I.

LA RAZA INDIJENA EN LOS DOMINIOS HISPANO-AMERICANOS.

nc w 4 9 conon a de Sc o n ouidfsa.Doc ra e la i ona " S e ios.-epetias ór denes de lusreyes de Espana para que los naturales de América fuesen considera-dos iguales a sus otros vasallos, i para que fuesen bien tratados.-Privilejios que decretaron en su favor.-Oposicion entre las ideas delos reyes de Espaia i de los conquistadores de América acerca del mo-do de tratar a los indios.-Motivos que obligaron a los reyes de Es-paña a tomar un término medio.-Determinacion legal de la condi-cion de los indíjenas.-Escepciones establecidas por la lei i por lapráctica contra el sistema adoptado.- cia de la raza in- %

I.

He manifestado con documentos auténticos icon hechos innegables en el primer tomo de estaobra que la sociedad hispano-americana de la épo-ca colonial tenia por principal i sólido fundamen-to, el dogma de la majestad real.

6 LOS PRECURSORES

Aquella singular organizacion política era sos-tenida, no tanto por el temor de los ejércitos i dclas escuadras, como por el imperio de una especiede creencia relijiosa.

He espuesto a la lýiera, aunque con la posibleexactitud, muchas de las providencias que a me-dida que los años trascurrian, fueron tomando losmonarcas españoles para consolidar el sistema degobierno que habian establecido en sus vastos do-minios del nuevo mundo, i para evitar que sus,súbditos ultramarinos se alzaran contra la esplo-tacion i la opcesion de que eran víctimas.

Es, a la verdad, dificil imajinar precaucionesmas esquisitas i minuciosas, que las enumeradasen el primer tomo.

Sin embargo, aquel sistema elaborado i reforza-do con tanta prolijidad i perseverancia presentabapuntos bastante débiles, por los cuales en circuns-tancias dadas podia comenzar la ruina de una fá-brica social defendida tan cuidadosamente de lospeligros, así interiores, como esteriores.

A fin de completar la obra que me he propues-to llevar a término, ha llegado el caso de exami-nar las causas que podian favorecer la empresa detrasformar una organizacion tan artificial i labo-riosamente arreglada.

1He deserito lo mejor que he podido el plan deaquel inmenso i estravagante edificio, levantado so-bre tan profundos cimientos, i reparado año a añocon una constancia i un desvelo realmente admi-rables. Toca ahora entrar a estudiar cuáles de losmateriales de que estaba formado tenian poca so-lidez, o no tenian ninguna.

Este nuevo aspecto del asunto contribuirá aacabar de hacer conocer lo que era la América co.lonial.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 7

Fijemos ántes de todo la atencion en la maneracomo fué formándose la sociedad hispano-ameri-cana, i en las distintas clases de que llegó a com-ponerse.

Esta investigacion nos revelará la existencia deotros poderosos apoyos de la dominacion metropo-litana, aun no mencionados, pero al propio tiem-po la de elementos declaradamente hostiles, o quepodian llegar a serlo.

Los conquistadores espafioles encontraron en elnuevo mundo una gran diversidad de pueblos, queocupaban todos los grados de la civilizacion, desdelos pueblos que cultivaban los campos, habitabanciudades i practicaban la vida civil hasta los quevagaban por las florestas o los llanos, alimentán-dose de la caza o de la pesca.

En el espacio de pocos años, gracias a una ven-taja incomparable de armas i recursos, sometieroncon mucha facilidad a las mas numerosas e im-portantes de las poblaciones indíjenas.

Sin embargo, varias de ellas, o amparadas poruna situacion especial, o dando pruebas de unaentereza heroica, rechazaron inquebrantables elyugo estranjero, i prolongaron la lucha por siglos,permaneciendo algunas indómitas hasta el pre-sente.

Los espafoles trataron a los indios subyugadoscon el rigor, con la aspereza, con la crueldad e in-humanidad (me valgo de los términos propios) quelos conquistadores de todos los países i de todos lostiempos han acostumbrado emplear para con losconquistados. El vw vicis estuvo mui léjos de serdesmentido por ellos. Al contrario, la conductaque observaron escandalizó al mundo, que nuncase ha mostrado inui severo sobre este particular.La conocida obra del obispo de Chiapa, por mui

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exajerada que se la suponga, queda siempre unaacusacion terrible i abrumadora.

Ansiosos de adquirir riquezas, los españoles im-pusieron a los indefensos i desvalidos indíjenaslas mas penosas i mortíferas tareas.

Les dieron un tratamiento peor del que sueledarse a las bestias.

El hombre guarda consideraciones a su caballoi a su buei; atiende a que no sucumban bajo el pe-so del excesivo trabajo; cuida de que estén biencomidos i bien alojados; porque tiene necesidad deellos, i porquI su reemplazo le exije dinero.

Al conquistador no le importaba la muerte delindio.

¡llabia tantos!Si unos morian, se tomaba a otros, i eso sin que

costara el mas pequeño desembolso.

JI.

Para tranquilizar sus conciencias, para acallarlos remordimientos, que quizá esperimentaban decuando en cuando, los conquistadores inventaronla teoría de que los indios no eran hombres comolos otros hombres; eran simplemente animales su-periores al mono; eran siervos a natura, segun laespresion técnica, escolástica, que se creó para for-mular la idea.

Estos indios, decian los conquistadores, son tanbrutales, que no merecen el nombre de racio-nales.

"A titulo del barbarismo, silvestre i fiero natu-ral de las mas naciones de estos indios, espone eljurisconsulto Solórzano, fueron muchos de parecerque se les podia hacer guerra justa, i aun cazarlos,

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

cautivarlos i domarlos como a salvajes, movidospor la doctrina de Aristóteles i otros" (1).

Se ve por esta cita que aquella llegó a ser unaopinion, no vulgar, sino científica, por decirlo así,

apoyada en las mas excelsas i acatadas autori-dades.

I efectivamente, fué defendida con el mayor ca-lor de palabra i por escrito; i en ciertas ocasionessolemnes, delante del emperador Cárlos Y, queasistió desde su trono, i rodeado de sus altos dig-natarios, a controversias sobre esta materia (2).

La doctrina de la condicion inferior i servil delos indíjenas americanos llegó a jeneralizarse tan-to, i a ser tan aceptada, que el papa Paulo III secreyó obligado a condenarla, como lo hizo por dosbreves espedidos en Roma a 10 de junio de 1537,en los cuales decidió "que es malicioso i procedi-do de codicia infernal i diabólica el pretesto quese ha querido tomar para molestar i despojar losindios, i hacerlos esclavos, diciendo que son comoanimales brutos e incapaces de reducirse al gremioi fe de la iglesia católica; i que él, por autoridadapostólica, despues de haber sido bien informado,dice i declara lo contrario, i manda que así losdescubiertos como los que adelante se descubrie-ren sean tenidos por verdaderos hombres, capacesde la fe i relijion cristiana, i que por buenos iblandos medios sean atraídos a ella, sin que se leshagan molestias, agravios, ni vejaciones, ni seanpuestos en servidumbre, ni privados del libre i lí-cito uso de sus bienes i haciendas, con pena de es-comunion lat(e sententie ipso facto incurrenda, i re-

(1) Solórzano Pereira, Polítice Indiana, libro 2, capítulo 1., núme-ro 1.0

(2) Herrera, Mistoria Jeneral de las Indias, década 2, libro 4, capítu-los 4 i 5, i década 3, libro 8, capítulo 10.

LOS PRECURSORES

servada la absolucion a la Santa Sede Apostólicaa los que lo contrario hicieren, i que esa aun nose les pueda dar si no en el artículo de la muerte,i precediendo bastante satisfaccion".

II L

Pero fuesen cuales fuesen las ideas i procedi-mientos de los conquistadores por lo que respectaa los indijenas, justo es reconocer que, hablandoen j eneral, las primeras fueron rechazadas, i lossegundos, re obados por los monarcas desde elprincipio hasta el fin de su dominacion en el nue-vo mundo.

Precisamente va en la primera de las instruccio-nes que los reyes católicos dieron en 29 de mayode 1493 al almirante don Cristóbal Colon, al salirpara su segundo viaje, se leen estas notables pala-bras: "De pues que en buena hora sea llegada allála armada, procure i haga el almirante que todoslos que en ella van, e los que mas fueren de aquiadelante, traten mui bien e amorosamente a los in-dios, sin que les hagan enojo alguno, procurandoque tengan los unos con los otros conversacion i fa-mliliaridad, haciéndoles las mejores obras que serpuedan. I ansiInismo el dicho almirante les dé al-gunas dádivas graciosamente de las cosas de mer-caduria de Sus Altezas que lleva para el resgate,i los honre mucho. 1 si caso fuere que alguna oalgunas persons trataren mal a los indios en cual-

u,:era manera que sea, el dicho ahnirante, comoviso-rei i gobernador de Sus Altezas, lo castiguemucho por virtud de los poderes de Sus Altezasque para ello lleva" (1).

(1) NawS'rete, Cl,eeci;. de los ii es i de.scubrinienis dc los eRIa7o-les, to mo 2, nÚmer 4 ,

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Mui en particular, la reina Isabel I, que mani-festó tener entrañas de mujer i de madre para losindíjenas americanos, encargó, entre otras cosas,por una de las cláusulas de su testamento a su ma-rido i a sus hijos que "no consintiesen, ni diesenlugar a que los indios vecinos i moradores de lasislas i tierra firme ganados e por ganar recibie-sen agravio alguno en sus personas i bienes; masmandasen que fuesen bien i justamente tratados; isi algun agravio hubiesen recibido, lo remediaseni proveyesen de manera que no se excediese cosaalguna lo que por las letras apostólicas de la con-cesion del papa Alejandro VI habia sido inyunji-do i mandado a los reyes católicos".

El noble espíritu de esta recomendacion mater-nal, que en signo de veneracion fué incluida en laJ?ecojilacion de Indias (1), inspiró las numerosasinstrucciones que sobre el particular dieron sucesi-vamente los reyes espafioles a los descubridores,conquistadores, virreyes, audiencias i demas fun-cionarios de sus dominios americanos, i las muchasleyes que dictaron relativas al mismo asunto.

"Teniendo, como tenemos, a los naturales de lasIndias por nuestros vasallos libres, como lo sonlos de estos nuestros reinos, escribia el emperadorCárlos Y en una cédula de 1542; así nos tenemospor obligados que sean bien tratados en sus perso-nas i bienes".Su hijo el rei Felipe II, no solo igualó en dere-chos a los indijenas americanos con los espafoles,sino que hasta cierto punto los hizo superiores."Ordenamos i mandamos, dijo en 19 de diciembrede 1593, que sean castigados con mayor rigor losespañoles que injuriaren, u ofendieren, o maltrata-

(1) Recopilacion de hdias, libro 6, título 10, leí 1 ý

LOS PRECURSORES

ren a indios, que si los mismos delitos se cometie-sen contra españoles, i los declaramos por delitospúblicos".

El mismo monarca habia esplicado algunos añosántes el fundamento de una política tan jenerosa ihumana. "Uno de los mayores cuidados que siem-pre hemos tenido, dijo en 1563, es procurar por to-dos medios que los indios sean bien tratados, i re-conozcan los beneficios de Dios Nuestro Señor ensacarlos del miserable estado de su jentilidad, tra-yéndolos a -uestra santa fe católica i vasallajenuestro. I porque el rigor de la sujecion 1 servi-dumbre era lo que mas podia divertir este princi-pal i mas deseado intento, elejimos por medio con-veniente la libertad de los naturales, disponiendoque universalmente la gozasen".

Felipe III, proclamando desde su trono a loscuatro vientos, por decirlo así, la absoluta necesi-dad que habia de los indios, los recomendó a laproteccion de todos, en nombre del interes jene-ral." Pues los indios son útiles a todos i para to-dos, dijo en una cédula de 1601, todos deben mi-rar por ellos i por su conservacion, pues todo cesa-ria si ellos faltasen".

Los indios son, agregó en una carta que dirijióal virrei del Perú el 24 de abril de 1618, "en suestado los mas útiles a mi corona".

Fiel a esta conviccion, i ajustándose al sistemaestablecido por su padre i abuelos, prohibió proli-jamente, i enumerándolos uno por uno, los abusosque se habian introducido contra la libertad de losindios.

Hé aquí lo que ordenó en 26 de mayo de 1609."No se puedan prestar los indios, ni pasar de

unos españoles a otros, ni enajenarlos por via deventa, donacion, testamento, paga, trueco, ni en

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 1

otra forma de contrato, con obrajes, ganados, cha-cras, minas, o sin ellas; i lo mismo se entienda entodas las haciendas de esta calidad, o de otros jé-neros que se beneficiaren con indios que libre i vo-luntariamente acudieren a su labor i beneficio; nise haga mencion de los dichos indios.ni de su ser-vicio en las escrituras que otorgaren los dueños deheredades i haciendas referidas, ni en otra formaalguna, porque son de su naturaleza libres, comolos mismos españoles; i así no se han de vender,mandar, donar, ni enajenar con los solares dondeestuvieren trabajando, sin distincion de los que sonde mita, o acuden voluntariamente a trabajar enellos".

Todos los contratos en que se contravenia a lasprecedentes disposiciones eran declarados nulos.

Los infractores de baja condicion incurrian enla pena de vergüenza pública i destierro perpetuode las Indias; i los que eran de calidad i estado queno permitiesen la aplicacion de un castigo seme-jante, en la del perdimiento de los indios, e inca-pacidad de recibir repartimientos, i una multa demas de dos mil ducados.

En 1628, se pusieron en noticia de Felipe IV losmalos tratamientos a que los naturales estaban es-puestos en los dominios americanos.

A propuesta del consejo de Indias, se redactóuna cédula en que para remediar aquellos males,se recomendaba la mas estricta observancia de lasmuchas leyes vijentes en la materia.

Habiéndose llevado al monarca esta cédula, ihabiéndola leído, agregó al fin con su real mano iletra lo que sigue: "Quiero que me deis satisfacciona mí i al mundo del modo de tratar esos mis va-sallos, i de no hacerlo con que en respuesta de es-ta carta vea yo ejecutados ejemplares castigos en

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los que hubieren excedido en esta parte, me darépor deservido; i aseguraos que aunque no lo reme-dieis, lo tengo de remediar, i mandaros hacer grancargo de las mas leves omisiones en esto por sercontra Dios i contra mi, i en total ruina i destrui-cion de esos reinos, cuyos naturales estimo i quie-ro que sean tratados como lo merecen vasallos quetanto sirven a la monarquía, i tanto la han engran-decido e ilustrado".

Cárlos II hizo insertar este mandato de su pa-dre en la lei 23, título 10, libro 6 de la .Recopi-lacion de ]idia, declarando que "su voluntad eraque los indios fuesen tratados con toda suavidad,blandura i caricia, i de ninguna persona ecleciás-tica o secular ofendidos; i mandando a los virre-yes, presidentes, audiencias i justicias que visto iconsiderado lo que el reí don Felipe IV había si-do servido de mandar, i todo cuanto se contenia enlas leyes dadas en favor de los indios, lo guarda-sen i cumpliesen con tan especial cuidado, que nodiesen motivo a su indignacion, i para todos fuesecargo de residencia".

Las disposiciones mencionadas deben conside-rarse como ejemplos de las muchas de igual clasedictadas, tanto por los monarcas referidos, comopor sus sucesores.

IV.

Aquellos soberanos no se limitaron a reconoceruna i mil veces, i de la manera mas solemne, quelos indíjenas americanos eran iguales a,sus vasa-llos españoles, i tan libres como ellos, i por lo tan-to dueños de sus personas i de sus bienes.

Hicieron mas todavía.Decretaron en su favor todos los privilejíos que

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

el derecho ha inventado para amparar contra losabusos del fraude i de la violencia a las personasignorantes o desvalidas.

Entre otros, son mui notables los que siguen:Los virreyes, audiencias i demas majistrados de

las Indias debian poner particular cuidado en quelos indios comprasen sus bastimentos por preciosequitativos, "tasándolos con justicia i moderacion";i "en que los hallasen mas baratos que la otra jen-te, en atencion a su pobreza i trabajo", debiendo"castigar los excesos con demostracion" (1).

Eran declaradas nulas las compras qne se hicie-ran a los indijenas, a ménos que se ejectaran en al-moneda pública, debiendo pregonarse por el tér-mino de treinta dias si se trataba de bienes ralces,i por el de nueve si se trataba de muebles que va-liesen mas de treinta pesos de oro comun. Los ob-jetos de ménos valor no podian ser enajenados sinpermiso e intervencion de la justicia (2).

Las tropelías i vej aciones perpetradas contra losinfelices naturales causaban tanto disgusto, tantarepugnancia, talvez tanto sonrojo en la corte, quelos reyes ordenaron que en las capitulaciones paranuevos descubrimientos "se escusara la palabraconquista, i en su lugar se usara de las de íacífi-cacion i poblacion, pues habiéndose de hacer contoda paz i caridad, era su voluntad que aun estenombre interpretado contra la real intencion noocasionase ni diese color a lo capitulado para quese pudiese hacer fuerza ni agravio a los indios" (3).

Por desgracia, la supresion del nombre no im-portaba la supresion de la cosa.

(1) Recopitacion de Indias, libro 6, títalo 1.0 lci 26.(2) Recopilacion de India8, libro 6, títilo 1.0 le¡ 27.(8) Becopilacion de ihdias, libro 4, título 1.0 loi 6.

LOS PRECURSORES

Y.

De los hechos que acabo de mencionar muí enresúmen, aparece que habia acerca de la condicioni tratamiento de los indijenas americanos dos doc-trinas diametralmente opuestas, sostenida la unapor los reyes, i practicada la otra por los conquis-tadores.

La opinion real era defendida en América co-munmentr por los eclesiásticos i los lejistas.

Segun los conquistadores, los indios eran sier-vos a natura, incapaces de comprender i malos porinstinto; especie de bestias que no podian tenerotro fin que el de ejecutar oficios de tales. Al ob-servar la manera como se trata a los indios, escrí-bia el re¡ a la audiencia de Quito en 19 de octubrede 1591, "parecen haber nacido solo para el servi-cio de los espafioles"; i en efecto esto era lo quecreían los conquistadores.

Segun los reyes, los indios eran hombres comotodos los otros, aunque mas desgraciados i misera-bles, a quienes los monarcas de Espafia, por dis-posicion de Dios i del papa, debian instruir en laverdadera fe para que en la tierra sirviesen a lasdos Majestades, i pudieran de este modo ser bien-aventurados en el cielo.

El destino del desdichado indio era para losconquistadores el provecho personal de su amo; ipara los reyes, su conversion al catolicismo.

Cualquiera habría imajinado que la doctrinasostenida con tanto empeño i constancia, de abue-los a hijos, por los omnipotentes reyes de Espafñahubiera sido la que habia de prevalecef.

En abstracto, prescindiendo de las circunstan-cias especiales, esto habria sido lo lójico, lo natu-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 17

ral; pero la fuerza de la situacion pudo mas quela voluntad soberana de una larga serie de monar-cas absolutos i venerados.

En vano dijeron: esto es lo que queremos i loque ordenamos; i en vano se llevaron repitiéndolode año en año por espacio de tres siglos.

Su jeneroso i ardiente anhelo de hacer a los in-díjenas dichosos en este mundo i en el otro tuvoque quebrantarse delante de una situacion que nopudieron dominar completamente, que no pudie-ron amoldar a sus benéficos planes.

VI.

El jenio de Colon había dado a los reyes de Es-pañia el magnifico floron de un vasto mundo, igno-rado hasta entónces en medio de las aguas delocéano.

Pero una vez descubierto el nuevo continente,habia que tomar posesion de él; había que con-quistarlo, como se dice en la lengua vulgar; habíaque pacificarlo i que poblarlo, como dice la leí deIjdias.

La empresa era por demas ardua i dificultosa.Para ello, había que imponer la lei a una pobla-

cion desprovista de medios de ataque i de defensacomparables a los de los europeos, pero en compen-sacion sumamente numerosa; i sobre todo, habíaque vencer una naturaleza poderosa e imponente:los níos, las selvas, las ciénagas, las cordilleras; ihabía que soportar todo linaje de privaciones i depenalidades, desde el hambre hasta la fiebre.

Habria sido bello, admirable, sublime el espec.táculo de una nacion que se hubiera encargado deconvertir a la civilizacion aquellas poblaciones bár-baras o semi-bárbaras, con todo desinteres, sin

3

18 LOS PREURSORES

otro estímulo que el de servir a un principio san-to, que el de cumplir un gran deber, que el derealizar una obra que se presumia ser sumamentegrata a Dios.

Las cruzadas de esta especie a la América en elsiglo XVI para libertar a los indíjenas de los vi-cios de la barbarie habrian sido harto superioresa las que en el siglo XI se dirijieron al Asia paralibertar de la dominacion musulmana el santo se-pulcro.

No pretendo negar que entre las turbas de aven-tureros que vinieron al nuevo mundo al tiempodel descubrimiento, o en las épocas posteriores,hubiera algunos varones insignes i preclaros aquienes animaban los afectos mas jenerosos, el an-helo de la gloria, el deseo del engrandecimientode la patria, el propósito de ser útiles a sus seme-jantes i a su relijion.

Pero por desgracia esas fueron escepciones.La gran mayoría de los conquistadores i coloni-

zadores españoles miraban mas por la granjeríade sus haciendas, que por la salvacion de las al-mas infieles.

Aquello que buscaban con empeflo desmedidoera, no tanto méritos para la bienaventuranzacelestial, como recursos para la prosperidad terre-nal.

Inmediatamente que llegaban a una comarca,preguntaban a los indios por el oro i la plata queen ella habia, hasta el estremo de que algunos delos interrogados se persuadieron que estos metaleseran el dios que aquellos estranjeros adoraban.

Ahora bien, no podian obtener el codiciado ate-soramiento de riquezas sin la cooperacion forzadado los indijenas.

Los conquistadores espafioles eran relativamen-

DE LA INDEPENDENCIA DE CIULE. 19

te mui pocos: algunos millares de individuos es-parcidos en un vastísimo continente.

Aun cuando hubieran tenido voluntad de traba-jar, i tiempo de hacerlo, no habrian bastado porsí solos, particularmente en medio de tantas i tanvariadas atenciones, para enriquecerse, i sobre to-do para enriquecerse pronto i mui pronto, como lopretendian.

La metrópoli, a lo que se ocurre, no podia dis-poner mas que de dos arbitrios para tomar pose-sion del nuevo mundo: o formar cuerpos pagadosde conquistadores, o dejar la empresa ala activi-dad indivual de sus súbditos.

Lo primero era materialmente imposible. Lamonarquía espafiola de erario siempre escueto notenia que gastar. Para equipar las tres miserablescarabelas de la espedicion de Colon, la reina Isa-bel tuvo que empeiar sus joyas. ¿Cómo habriapodido la metrópoli levantar ejércitos asalariadospara enviarlos a América, i en segida proveerlosi manteherlos en ella?

No quedaba mas que el segundo arbitrio, quefO, el que se adoptó.

Pero habria sido insensato imajinarse que tan-tos aventureros desalmados hubieran venido aarrostrar todo linaje de fatigas i penalidades sinel atractivo de una ganancia pronta i mui cuan--tiosa.

I ésta, dadas las circunstancias, no podia conse-tuirse sin la esplotacion de los pobres indijenas.

El gobierno metropolitano habría querido since-ramente libertar a los indios de toda carga, i ga-xantirlos de toda vejacion; pero entonces habriatenido que renunciar a la conquista por la impo-tencia de llevarla a cabo.

En esta dura alternativa, recurrió a un sistema

20 Los PRECUISORES

de término medio que en su concepto conciliabalos intereses de los conquistadores i de los con-quistados, i que sobre todo daba nuevas segurida-des a la soberanía de la corona.

VII.

Voi a hacer un breve resúmen de este ínjeniosoplan.

Debia procurarse que "los indios fuesen reduci-dos a pueblos, i no viviesen divididos i separadospor las sierras i montes, privándose de todo bene-fiieo espiritual i temporal, sin socorro de los mi-nistros reales, i del que obligan las necesidadeshumanas, que deben dar unos hombres a otros."

Esta reduccion i poblacion habia de llevarse aefecto "con tanta suavidad i blandura, que sin cau-sar inconvenientes, diese motivo a los que no sepudiesen poblar luego, que viendo el buen trata-miento i amparo de los ya reducidos, acudiesen aofrecerse de su voluntad" (1).

Para formar estos pueblos, debian elejirse si-tios "que tuviesen comodidad de aguas, tierras imontes, entradas i salidas, i labranzas, i un ejidode una legua de largo, donde los indios pudiesentener sus ganados, sin que se revolviesen con otrosde espafloles" (2).

A fin de alejar cualquier pretesto de litijio oatropellamiento, los espaioles i todos los que nofuesen indios no podian vivir en estos pueblos, nipermanecer en ellos mas de dos dias sin justa cau-sa cuando iban de viaje, ni criar ganado mayor ii menor hasta cierta i :seialada distancia (3).

(1) R~ecopla ion de Indias, libro 6, título 3, le¡ 1.<(2) )3eco?Taiot de Indias, libro 6, título 8, le 8.(8) Rec<pilacion de india, libro 6, título 8, leyes 20, 21, 22 i 28.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

Los indios reducidos conservaban las tierras quetenian ántes de venir a estas poblaciones (1).

El gobierno local estaba encargado a alcaldesindios, que podian castigar con un dia de prision,i con seis u ocho azotes al indio que no fuera a lamisa en dia de fiesta, o se embriagara, o cometie-ra otra falta semej ante (2).

Todo esto sin perjuicio de la jurisdiccion que lasantiguas costumbres daban a los caciques, los cua-les eran conservados en sus puestos.

En toda reduccion, debia haber iglesia donde sepudiese decir misa con decencia, i que tuviese puer-ta con llave; i estar servida por un eclesiásticodoctrinero, i por un sacristan i dos o tres cantores.El ecleciástico debia saber la lengua de los indios,tanto para enseñarles la doctrina cristiana i el cas-tellano, como para administrarles los sacramen-tos (3).

Lobsindios debian andar vestidos decente i ho-nestamente, i no podian usar armas ni caballos (4).

Los indios eran considerados vasallos libres; ipor principio jeneral, estaban esentos de todo ser-vicio personal (5).

Pero si no eran deudores de servicios persona-les, lo eran de tributos.

"Porque es cosa justa i razonable, dijeron losreyes espanoles, que los indios que se pacificaren iredujeren a nuestra obediencia i vasallaje, nos sir-van i den tributo en reconocimiento del señorio iservicio que como nuestros súbditos i vasallos de-

(1) Rlecopilacion de -Indias, libro 6, título 3, lei 9.(2) .Rec plarion de Indias, libro 6, título 8, leyes 15 i 16.(8) Recopaacion de Indias, libro 1.0, título 18, leyes 4 i 5; libro 6, tí-.

tulo 8, leyes 4 i 6.(4) Recopilacion de Indias, libro 6, título 1., leyes 21, 81 i 33.(5) Recoi¿acion de Indias, libro 6, título 2.

LOS PREMRSORES

ben, pues ellos tambien entre si tenian costumbrede tributar a sus tecles i principales, mandamosque se les persuada a que por esta razon nos acu-dan con algun tributo en moderada cantidad delos frutos de la tierra".

Los reyes reservaron para la corona muchas deestas reducciones, que señalaban cuando llegaba elcaso, i en particular las de las cabeceras i puertosde mar; i concedian, o encomendaban, segun se de-cia, las restantes a los individuos que tenian a,bien (1).

Los efcomenderos no podian exíjir ningun ser-vicio personal de los encomendados; pero perci-bian para sí los tributos.

Esta fué la gran reforma que los reyes de Es-paña realizaron para aliviar la triste condicion aque los- indíjenas habian sido primitivamente so-metidos.

"Las objeciones i declamaciones que el ýobispo,de Chiapa escribió contra estas encomiendas i da-.ñlos de ellas, con que tanto nos dan en rostro los.éInulos de las glorias i aumentos de nuestra na-cion, dice complacientemente el afamado juriscon-.sulto Solórzano, pudieron proceder cuando se usóla forma de las primeras que se introdujeron sinsaberlo ni quererlo nuestros reyes; i luego que tu-vieron noticia de ellas, las repugnaron, i en efectoxas mandaron quitar, i quitaron como se ha Visto;pera en las segundas, como hoi se practican, cesa,todo lo que él lamenta i opone, pues los indiosnquedan por esclavos, ni aun por vasallos de los en-comenderos, i solo reconocen al rei por señor coma,los demas españoles, i de los tributos que a él co-mo. a tal le deben pagar, por su voluntad i manda-

(1) Recopilacion de Indias, libro 6, título 5, le L'

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

do, i una como subrogacion o delegacion, se danaquellas partes de renta a los encomenderos, sinque tengan que entrar ni salir con los indios, niles puedan pedir otra cosa, i ántes con cargo deque procuren su amparo i defensa, i paguen a loscuras que los doctrinan i administran en lo espiri-tual, i a las justicias que los gobiernan en lo tem-poral. Lo cual juran cumplir puntualmente; i ha-ciéndolo así como están obligados, ya se ve que nose puede hallar ni se halla dureza ni injusticia al-guna en estas encomiendas; pues es llano que pue-de el príncipe, como otro cualquier privado, man-dar que se den a otros (i mas siendo tan benemé-ritos) en todo o en parte los tributos de que él eradueño i le pertenecian conforme a derecho" (1).

,En retribucion de la gracia real, los encomende-ros quedaban sujetos a las siguientes obligaciones:1. Defender las personas i haciendas de los in-

dios que tuvieran a su cargo, procurando que norecibiesen ningun agravio (2).2. Edificar en las reducciones iglesias, prove-

yéndolas de los ornamentos necesarios, i sostenerministros eclesiásticos que ensefiasen a los indiosla doctrina cristiana, i les administrasen los sacra-mentos (3).3.3 Estar apercibidos de armas i caballos para

defender la tierra en caso de guerra, i hacer en lostiempos convenientes los debidos alardes para en-contrarse bien ejercitados, debiendo salir a campa-ña a su propia costa, cuando se les mandare (4).

(1) Solórzano Pereira, Política Indiana, libro 3, capítulo 1.0, números14 i 15.

(2) Recopilacion de Indias, libro 6, título 9, le P.(3) Recopilacion de Indias, libro 6, título 8, lei i.a, i titulo 9, leyes

2 í 3.(4) Rec pilacion de Aias, libro 6, título 9, lei 4.

z4 LOS PRECURsORES

4 a Tener casa poblada en las ciudades cabezasde sus encomiendas (1).

5.1 No poder ausentarse de la provincia, salvosi se les ofrecia negocio preciso, pues entónces elgobernador podia otorgarles una licencia impro-rrogable de cuatro meses obligándolos a dejar es-cudero que hiciera sus veces, o si tenian que ir atraer de España sus mujeres, para lo cual se lesdaban dos aflos (2).

. Pagar a los interesados las pensiones que seimponian sobre las encomiendas.

Debiw,zalcularse, segun estaba mandado, que elencomendero no sacase de la encomienda una ren-ta mayor de dos mil pesos.

El residuo del tributo se distribuia en pensio-nes, cada una de las cuales no podía tampoco exce-der de dos mil pesos, las que se concedian a otrosespaioles a quienes se quera premiar o favorecer.Estos se denominaban pensionistas (3).

La real merced de las encomiendas, por puntojeneral, se hacia solo por dos vidas, la del agracia-do i la de su sucesor.

Concluidas estas dos vidas, la encomienda vol-vía a la corona, que la retenia para sí, o disponíade ella en favor de quien tenia a bien.

llubo, sin embargo, algunos ejemplos de conce-siones hasta por cuatro vidas (4).

Los enconenderos hicieron fortísimos empelos,en los primeros tiempos de la conquista, para quelas encomiendas les fuesen dadas a perpetuidad.

Al efecto, mandaron ajentes especiales a la cortepara que, representando la magnitud de sus ser-

(1) Recopil(ion de Indias, libro 6, título 9, leyes 9 i 10.(2) Becop iln de Indias, libro 6, titulo 9, leyes 25, 26, 27 i 28.(3) recopüacion de Indils, libro 6, título 8, leyes 28, 29, 30 i 31.(4) )ezopilacion de Indias, libro 6, título 11.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 25

vicios, i la utilidad de la medida, impetraran delsoberano semejante gracia.

Hicieron escribir largos í razonados memoria-les.

Ofrecieron aun gruesas sumas de dinero.Cárlos Y i Felipe II vacilaron mucho sobre la

resolucion que deberian tomar; pero al fin queda-,ron sin aceptar una idea cuya adopcion habria si-do funesta para el poder real.

Las encomiendas continuaron siendo tempo-rales.

Podian ademas quitarse cuando el encomen-dero faltaba a sus obligaciones; i como esto su-cedia siempre, a lo ménos en lo que concernia ala doctrina cristiana i buen tratamiento de los in-dios, los poseedores tenian por este motivo queguardar las mayores consideraciones a la autori-dad para no verse privados de una fuente tan fe-cunda de riqueza.

Las encomiendas i las pensiones podian ser con-cedidas por los virreyes, presidentes i gobernadoresde las Indias, pero las provisiones de ellas tenianque ser sometidas a la confirmacion real dentro deun término señ"alado. Así podia decirse, como loadvierte un comentador, "que Su Majestad era elque verdaderamente las otorgaba" (1).

Las consecuencias políticas i sociales del sistemaque acabo de bosquejar se deducen por sí solas.

Era aquello el feudalismo, pero esencialmentecorrejido i enmendado en ventaja del soberano.

La introduccion de las encomiendas i pensionespermitía al rei conceder favores pecuniarios, tem-porales, i, puede decirse, revocables a un gran nu-mero de personas, que así le estaban directamente

(1) 1ecopilacion de India. libro 6, título 19.

26 LOS PRECURSORES

sujetas por los vinculos del interés i del agradeci-miento.

Esas personas, segun la letra i el espíritu de lale¡, recibian, en compensacion de los cuidados quedebian dar a los indios reducidos, i de la guerraque debian hacer a los rebelados, plata, pero noautoridad de ninguna especie.

Como lo observaba mui acertadamente el juris-consulto Solórzano, no tenian vasallos.

Los encomenderos no ejercian ninguna jurisdic-cion sobre los indios encomendados. Bajo este as-pecto, eÑn ménos que los caciques, i que los alcal-des indijenas.

No podian tener en los pueblos de sus encomien-das una casa de cualquiera especie, aunque fuera,no para vivienda, sino para bodega, i aunque pro-metieran darla a los indios despues de sus dias, iaun desde luego.

No podian dormir en esos pueblos mas de unanoche (1).

Ni ellos ni sus parientes podian residir en esospueblos, "aunque fuese con pretesto de utilidad delos indios, o curarlos, o curarse por gozar de la di-ferencia de temple" (2).

Segun la mente del lejislador, los encomenderoseran sefñores de pesos de oro, mas no de siervosde carne i hueso, a semejanza de los barones feu-dales de la edad media, que tanto habian molesta-do i vejado a los monarcas europeos, en vez deayudarlos.

VIII.

Bajo el punto de vista de los intereses de la co-

(1) Recopilacon de 154ias, libro 6, titulo 9, le¡ 11.(2) Rec,placion de ndiou, libro 6, título 9, le¡ 14.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

rona, el plan habia sido bien concebido. El rei sehabia proporcionado guardianes de los indios con-quistados, i soldados contra los indómitos; i los te-nia bien pagados sin que nada le costasen, i reco-nocidos por la real dádiva de una posicion apete-cible, de que habia podido hacerles merced sin im-ponerse el mas mínimo sacrificio. Aquello era con-quistar i conservar la América con los recursos sa-cados de ella misma.

Indudablemente, el sistema de las encomiendasaprovechaba al reí i a sus súbditos españoles. Alprimero, le aseguraba partidarios celosos que sen-tian consolidarse su fe en el dogma de la majestadreal por los estímulos tan poderosos de la codicia;i a los segundos les proporcionaba las riquezas itodos los bienes que se derivan de ellas. Pero ¿quéconsecuencias tenía para los indíjenas?

Sin disputa, el tributo en dinero, o en especiesera para éstos mui preferible al inhumano i mortí-fero servicio personal.

Sin embargo, es preciso saber que este segundosistema, el primitivo, el inventado por los conquis-tadores, estuvo mui distante de ser completamenteabolido.

La lei, una serie de leyes, prohibia el serviciopersonal; es mi cierto; pero hai que tomar en con-sideracion, desde luego las escepciones autorizadastambien por la lei, i en seguida los innumerablesabusos de la práctica.

El rei habia ordenado que los indios vivieranen reducciones o poblaciones, rejidos por majistra-dos propios, i sin que los encomenderos pudieranentrometerse con ellos; pero despues tuvo que con-sentir en que muchos quedaran trabajando en laschacras i estancias.

Estos eran llamados naborios en Méjico, ya-

LOS PRECURSORES

naconas en el Perú, inquilinos en Chile (1).No podian ser detenidos, contra su voluntad; i

debian ser pagados de su trabajo.No podian tampoco ser encomendados (2).Pero fuese como fuese, estaban sometidos direc-

tamente a un amo que ejercia sobre ellos un po-der despótico i arbitrario derivado de la costum-bre, ya que no de la lei.

El rei habia limitado todo el gravámen de losindios al pago de un tributo; pero despues tuvoque consentir en que mediante un jornal fuesen atrabajaipersonalmente en las labores de la agri-cultura, en la crianza de ganados, en la esplota-cion de las minas.

El trabajo fué minuciosamente reglamentadopara aliviar la condicion de los indios.

Los -caciques sorteaban a sus subordinados afin de formar las cuadrillas .o repartimientos quepor turno i por tiempo determinado estaban obli-gados a ir a cultivar los campos o los planteles, apastorear el ganado, a esplotar las minas.

Esto era lo que se llamaba la mita (3).¿A qué quedaba entónces reducida la tan de-

cantada abolicion del servicio personal?A estas dos escepciones de tanta magnitud que

destruian la regla jeneral, introducidas por la le¡misma, deben todavía afiadirse los numerosos abu-sos de la práctica que agravaban el mal.

La existencia en la .Recopilacio de Indias deciertas disposiciones, frecuentemente reiteradas endiversas ocasiones, basta para revelarnos la natu-raleza i estension de esos abusos.

(1) 1?eopil«cion de Indias, libro 6, titulo 3, Tei 12; titulo 5, leyes 5,9 i10.

(2) Recpiltcion de India, libro 6, título 8, leí 37.(3> 1ec, pilacon de Indias, libro 6, títulos 12, 12, 14 i 15.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

Voi a mencionar algunos ejemplos.Los espafoles se lo creian todo permitido con-

tra los bienes i las personas de los indijenas. Lastropelías llegaron hasta el punto de que Cárlos Ven 1523, Felipe II en 1582 i Felipe III en 1620estimaron necesario ordenarles que "no hiciesenmal ni daflo a los indios en sus personas ni bienes,ni les tomasen contra su voluntad ninguna cosa,escepto los tributos conforme a sus tasas, pena deque cualquier persona que matare o hiriere, o pu-siere las manos injuriosamente en cualquier indio,o le quitare su mujer, o hija, o criada, o hiciereotra fuerza o agravio, fuese castigado conforme alas leyes" (1).

Los indios eran considerados como bestias. Lalei tuvo que venir en su amparo mandando que nopudieran ser cargados como los animales (2).

lHabiéndose representado que habia comarcasdonde por falta de caminos o de bestias de carga,no había otros medios de trasporte que las espal-das de los indios, se permitió que en tales casos sepudieran cargar pesos que no pasaran de dos arro-bas sobre indios que tuvieran diez i ocho afoscumplidos (3).

Hubo que prohibir que los españoles se hicieranllevar por los indios en hamaca o andas, a me-nos que alguno estuviera impedido de notoria en-fermedad (4).

Se hizo preciso dictar leyes para que no se hi-ciera trabajar por la fuerza a las mujeres i a losnilos; para que no se obligase a ir a servir en ca-sas de espaiíoles a las indias casadas o solteras;

(1) Reco.pa de Iias, libro 6, título 10, le 4.(2) Recopildeion de Indias, libro 6, título 12, Me 6 i siguientes.(3) Recopilacion de Indias, libro 6, título 12, leyes 10, 14 i 15.(4) Recopilacion de Indias, libro 6, título 10, le 17.

LOS PRECURSORES

para que se permitiera a los trabajadores ir a dor-mir a sus casas, o se les dieran alojamientos techa-dos i defendidos de la aspereza de los temporales;para que se les suministrase de comer i de cenar;para que se les curase en sus enfermedades, i se lesenterrase si morian (1).

¿No es cierto que la necesidad que hubo de darsemejantes leyes está haciendo conocer cuál era eltratamiento que los dominadores inflijian a la ra-za vencida?

Ix.

Los infelices indios, por abatidos, por desarma-dos, por embrutecidos que estuviesen, se rebela-ron en mas de una ocasion contra la tiranía de susopresores.

Algunos de esos alzamientos tuvieron un carác-ter serio, aun en la última época de la dominacionespañola, cuando la subyugacion habia llegado aser mas completa, i habia sido consagrada por eltrascurso del tiempo.

Recuérdese la que el segundo Tupac Amaru en-cabezó en el Perú el año de 1780.

El principio de la revolucion de la independen-cia de Méjico, la insurreccion promovida por elcura de Dolóres Hidalgo, fué una verdadera suble-vacion de indios.

Sin embargo, es digno de notarse que el respetoprofundo a la majestad real había echado raíceshasta en los ánimos de los mismos indios.

Ese Hidalgo, a quien acabo de recordar, condu-cia consigo, cuando capitaneaba las turbas de in-dios insurrectos una carroza, dentro de la cual lle-

(1) leco~pila'on de mias, libro 6, título 18, leyes 9, 14, 20, 21 i 22.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 31

vaba un personaje misterioso. Era una jóven dis-frazada- de hombre; a lo que se refiere, sil ahijadao su hija.

A los indios se les habia ocurrido creer queaquel personaje era Fernando VII, que habia ve-nido a ponerse bajo el amparo del cura-caudillo.

A causa de este error, la carroza era objeto, nosolo de una gran curiosidad, sino tambien de lamayor veneracion (1).

De este modo, la sombra del rei Fernando guia-ba, puede decirse, a los rebeldes que marchabanen Méjico al asalto de la dominacion española.

No obstante, a pesar de esta veneracion idolá-trica al monarca, cuya proteccion, aunque ineficaz,parecian agradecer, es razonable presumir que losindios tan vejados, tan oprimidos, no debian sermui favorables a un réjimen político bajo el cualtenian que soportar tantas amarguras i tantas mo-lestias.

De todas maneras, el espectáculo de tales sufri-mientos alentaba a los indios no domados paracontinuar rechazando con la mayor eneijía el so-metimiento a los espafloles.

(1) Alaman, Historia de Mjico, libro 2, capítulo 5.

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ll!!!lllUIAt Cl'R1 l, fi 8 CIIlLEINSTITUTO HISTORIA

CAPITULO IBtBLI TECA

LOS INDIJENAS I LOS CONQUISTADORES DE CHILE.

Ee artimientos de los indíjenas de Chile que hizo Pedro de Valdivia.-m 1'~ _l-~r -" ~ .~n - -Etadn dis-

minucion de la poblacion indíjena. rmrazmet oeanos.-Distribucion de nuevas encoinaprccdaorlara2 -P~videncias de don García Hurtado de M endoza relativas a en-comiendas.-Proceso formado a los araucanos por el licenciado Hle-rrera.

1.

Ile procu-ado ofrecer un cuadro jeneral de lacondicion de la raza indijena" " en la epoca" coloiiial.Conforme al pian que he estado siguiendo, pasahora a confirmar i aclarar la materia, investigan-do en particular lo que sucedió en Chile.

Cualquiera que, entre otros documentos primiti-vos de la historia de América, haya leído las car-tas o relaciones que Pedro de Valdivia dirijió alemperador Cárlos Y, conocerá al punto (porqueaquel capitan los espresa con todas sus letras) cuá-les fueron los móviles que impulsaron a los con-quistadores españioles del nuevo mundo: el servi-cio de Dios, el servicio del rei, el servicio de simismos. Venian a procurar la conversion de los

5

TOS PRECURSORES

indíjena al catolicismo, a asegurar su sometimien-to al soberano de España, i a buscar qué comer.

-Los dos primeros objetos son mui fáciles de com-prender.

Pero ¿qué llamaban buscar qué comer?Poseer indios para hacerlos trabajar, especial-

mente en la esplotacion de minas.Ea este el principal aliciente que atraia a los

españoles; era este el principal recurso de que sevallan los caudillos para alistar bajo sus banderascapitkues i soldados.

Apénas entrados en Chile, Valdivia i sus com-pañeros se informaron sobre el número de los ha-bitantes para calcular de cuántos podria disponercada uno segun su rango.

Los indios a quienes interrogaban les contesta-ron, sin saber bien lo que decian, ser mucha lapoblacion de la comarca que se estendia hasta elMaule.

Los españoles lo creyeron, tanto porque aque-llo les halagaba el deseo, como porque fué muilarga la lista de los nombres de los caciques, que,segun los indios, rejian el país.

Valdivia, ansioso de complacer a los suyos, pro-cedió, sin entrar en mas indagaciones, "porqueasi convino para aplacar el ánimo de los conquis-tadores", a lo que confiesa él mismo, a hacer unadistribucion aproximativa de indios imajinariosentre sesenta i tantos vecinos de la recien funda-da ciudad de Santiago.

De igual modo se portó con los de la Serena, aquienes, segun las palabras de Valdivia, repartióindios "que nunca habian nacido" por no decla-rarles desde luego que sin la debida recompensaiban a nuevos trabajos despues de tantos como ha-bian soportado.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 35

Pero los conquistadores de Chile no eran hom-bres de contentarse con encomiendas imajinarias,o siquiera poco numerosas.

Pedro de Valdivia deseaba ardientemente queel soberano prolongara el territorio de su gober-nacion hacia el sur cuanto tuviera a bien, hasta elmismo estrecho de Magallánes, si era posible.

Para conseguirlo, exajera indudablemente ensus relaciones a Cárlos Y la escasez de la pobla-cion que habitaba la parte septentrional de Chile,así como los cronistas i contemporáneos,de'la"pr-mera epoca habian de ponderar mas tarde el exce-so de la misma poblacion.

La esperiencia, segun Valdivia, no tardó en ma-nifestar que desde Copiapó hasta el valle de Acon-cagua solo habia asi como unos tres mil indios,de modo que a cada uno de los diez vecinos pri-mitivos de la Serena solo tocaron ciento o doscien-tos indios.

Esto hacia temer al gobernador Valdivia quehabria que abandonar aquella poblacion, por útilque fuera, si detras de la cordillera de la nieve, no"se descubrian indios para aumentar aquellos re-partimientos.

La misma esperiencia, siempre segun Valdiviaen sus relaciones al emperador, trajo luego unanueva i amarga decepcion.

Aquellos caciques, cuya larga lista enumeradapor los indíjenas del Mapocho habia alucinado alos compaieros de Valdivia tenian bajo su,depen-dencia solo unos veinte o treinta individuos., ¡EranUnos pobres miserables!

Valdivia aseguraba al monarca que desde San-tiago hasta el Maule no habia indios mas que pa-ra veinte i cinco vecinos a lo sumo.

Agregaba que esta conviccion le habia causado

LOS PRECURSORES

una penosisima impresion, porque no habia dadade comer, esto es, no habia todavía distribuido in-dios, aunque fuera en el papel, a doscientos delos hombres que habian seguido su bandera deconquista; pero que esa conviccion habia sido tam-bien uno de los poderosos estímulos que le arras-traron a esplorar la rejion austral hasta mas alládel Biobio.

Tenia que encontrar indios a toda costa, i esole impulsaba a marchar adelante sin reparar ennada,z

El resultado de sus correrías lo llenó bajo esteaspecto de satisfaccion.

La tierra de Arauco se le presentó mui pobla-da, "mas poblada que la Nueva España", a lo qu-afirmaba.

"Tengo esperanza en Nuestro Señor, escribíacon la mayor complacencia a Cárlos V, de dar ennombre de Vuestra Majestad de comer en ella amas conquistadores que se dió en Nueva Españae Perú; digo que haré mas repartimientos que haien ambas partes, e que cada uno tenga mi largoe conforme a sus servicios i calidad de personas".

Alentado con aquella tan buena i tan pobladatierra que había descubierto, se apresuró a reducira la mitad las encomiendas que había creado en-tre el Mapocho i el Maule, reservándose dar decomer, i mui bien, con los indios de Arauco, a losvecinos que quedaban desposeídos por esta provi-dencia.

El gobernador empleó su acostumbrado proce-dimiento de distribucion en globo para repartirlos araucanos entre ciento veinte i cinco conquis-tadores.

1 todavía sobró un gran número para acomo-d a a otros, pues, segtm las palabras de Valdi-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 37

via, aquella rejion estaba tan poblada, que parecíaun pueblo; estaba tan cultivada, que parecia unasementera; i era tan rica, que parecia una mina deoro.

"Si las casas no se ponen unas sobre otras, de-cia, no puede caber en ella mas de las que tiene".

En su concepto, habia descubierto un paraísodonde poder dar de comer a todos los hambrien-tos de España (1).

1 en verdad que para quedar un crecido sobran-te de indíjenas por repartir, debia ser la comarcaen estremo poblada, si hemos de aceptar comoaproximativamente exactos los censos de algunasde las encomiendas concedidas por Valdivia quecontienen las crónicas primitivas.

A lo que refieren sus autores, que fueron testigospresenciales, la de Antonio de Ulloa constaba dedos mil indios; la de Andres Hernández de Cór-doba, de seis mil; la de Pedro Olmos de Aguilera,de ocho mil; la de Jerónimo de Alderete, de docemil; la de Pedro de Villagra, de quince mil; la deDiego Nieto de Gaete, de mas de quince mil; la de-Francisco de Villagra, de mas de treinta mil, adiez leguas de la Imperial, encomienda que le pro-porcionaba una renta de cien mil pesos por año.

Sin embargo, tengo para mi que los guarismosprecedentes deben tomarse, no como exactos, sinosolo como una manera de espresar lo numerososque eran aquellos repartimientos.

Dejó el gobernador Valdivia para si, i para losque pudiesen venir de España casi todos los indiosde la jurisdiccion de la ciudad que fundó con sunombre, los cuales, segun el lenguaje indudable-mente harto hiperbólico de los cronistas, llegaban

(1) Valdivia, Cartas a Carlos V

át5 LOS PRECURSORES

a quinientos mil en el espacio de diez leguas (1).

II.

Valdivia encarece mucho en sus cartas a Cár-los V el esmero que habia desplegado para el buentratamiento i conversion de los naturales. Llegóaun a decirle en la que le escribió el 26 de octubrede 1552, que la tierra de Chile llevaba en esto laventaja "a todas cuantas habian sido descubiertas,conquístadas i pobladas hasta entónces en Indias."Ya átes, en la que le dirijió el 4 de setiembre de1545, le aseguraba que él i sus compañeros mira-ban a los yanaconas empleados en las minas comoa hermanos "por haberlos hallado en sus necesi-dades por tales"; i que a fin de no fatigarlos mién-tras estaban trabajando, ellos mismos les acarrea-ban a caballo la comida.

Bien pudo ser así; pero si hemos de atenernos altestimonio de otros contemporáneos, el tratamientofraternal de que se alababa Valdivia no tenia na,da de envidiable.

Valdivia i sus soldados comenzaron por tomar,indios para obligarlos a que les construyesen habi-taciones, i a que cultivasen en su provecho los cam-pos, o les proporcionasen bastimentos.

Los forzaron ademas a que les sirviesen de do-mésticos.

Se pudo ver entónces a los hijos de los caciquesprincipales ocupados en el cuidado de los caballos1 en el aseo de las caballerizas.

(1) Valdivia, Carta a Cárlos V, fecha 4 (le setiembre de 1545.-Gón-g,ra Marmolejo, ]isteria de Chile, capitulo 13.-Mariño de Lovera,Crónica del reino de Chile, libro 1.0, capítulos 38 i 89, i libro 2, capí-tulo 24.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 3

I todo se les exijia con el mayor rigor i a fuerzade golpes.

Las tareas mencionadas no eran las peores.Lo terrible fué la esplotacion de los lavaderos

de oro.Se sabe que el suelo de Chile es casi todo aurí-

fero; mas la cantidad del precioso metal que con-tiene es tan reducida, que no da para pagar losgastos i los jornales.

Sin embargo, los conquistadores sacaron inj en-tes sumas.

¿Cómo?De un modo mui sencillo.No pagaban un centavo a los indios a quienes

hacian trabajar hasta morir."Cada peso, decia Pedro de Valdivia, hablando

de las fatigas i penalidades de la conquista de Chi-le, nos cuesta cien gotas de sangre i doscientas desudor." Pero el ilustre conquistador se olvidó decalcular cuántas gotas de sangre i cuántas de su-dor costaba a los indijenas. Lo que hai de cierto esque los indios dejaban en el trabajoý, no solo el su-dor i la sangre, sino tambien la vida.

Uno de los cronistas primitivos, el capitan donPedro Mariño de Lovera, hace decir, entre otrascosas, a Valdivia al recibir la sumision del caciqueMichimalonco:

t-"No penseis que hemos venido acá por vues-tro oro; nuestro emperador, un mui gran seflor, tie-ne tan cuantioso tesoro, que no cabe en esta plaza(la de Santiago). Hemos venido para instruiros enel conocimiento del Dios verdadero, i libertarosdel demonio, a quien adorais. Pero por lo mismo,nos habeis de servir i dar de comer, i lo que masos pidiéremos de lo que hai en vuestras tierras, sindetrimento de vuestra salud i sustento, ni dismi-

*u LOS PREOURSORES

nucion algun, i nos habeis de dar jente bastanteque saque oro de vuestras minas, como lo sacába-des para tributar al rei del Perú".

1 en efecto, echaron a la esplotacion de los la-vaderos cuadrillas, no solo de hombres, sino tam-bien de mujeres, sin atender a que la edad fuesemucha o poca; i los hacian trabajar a todos sin com-pasion, "a puros azotes".

Yo testifico, dice un autor contemporáneo, ha-ber visto a estas infelices de quince a veinte añoslavar el oro revueltas con los hombres, i metidasen el água todo el dia, i durante el invierno helán-dose de frio, i llorando, i aun muchas con doloresi enfermedades que tenian, i aun cuando no en-traban con ellas, las sacaban ordinariamente deallí.

El gobernador Valdivia no quiso al principiopermitir el trabajo de las mujeres en los lavade-ros; pero luego lo toleró, i dicho trabajo llegó a ha-cerse jeneral.

Rodfrigo de Quiroga, por ejemplo, tenia emplea-dos en la minas de Malgamalga seiscientos indiosde su repartimiento, hombres i mujeres, todos mo-zos de quince a veinte i cinco años, los cuales seocupaban en lavar oro ocho meses del año, esca-pándose de hacerlo tambien en los cuatro riestan-tes, por no haber agua en el verano.

Quiroga llegó a ser de este modo tan rico, que'se aseguró una renta anual de treinta mil pesos,que en los Últimos años de sl vida invertia en li-mosnas.

Entre otras obras pias suyas, se cuenta la dis-tribucion que hacia a los pobres de ocho a docemil hanegas de pan.

1 obró bien buscando en la práctica de la cari-dad un descargo a su conciencia, pues su enco-

DE LA INDEPENDENCIA DE CILE.

mienda, como todas las demas, habia sido una sen-tina de vicios i un cementerio de indíjenas.

El réjimen establecido en la encomienda deQuiroga, como en todas las otras, dice un cronis-ta, redundaba "en notabilísimo detrimento de loscuerpos i almas de los desventurados naturales,porque hombres i mujeres de tal edad, que todaes fuego, todos revueltos en el agua hasta la rodi-lla, bien se puede presumir que ni toda era agualimpia, ni el fuego dejaba de encenderse en ella, niel lavar oro era el lavar las almas, ni finalmenteera oro todo lo que relucia".

El mismo autor añade que era mui poco el cui.dado que los conquistadores tenian para instruira los indios en la lei de Jesucristo i en las buenascostumbres, a pesar de ser aquel el título que ha-cian valer para la conquista; i que Antes por elcontrario, en lugar de esto, sobresalian en darlesmalos ejemplos, "i en enseñarles maneras de pecarque ellos no sabian, como era jurar, i hacer injus-ticias, i negaciones, i sacar las mujeres del poderde sus maridos, i ser ministros de maldades, sir-..viéndose los españoles de los yanaconas para susmanejos deshonestos, ultra de otras muchas cosas,que se verán i juzgarán el día del juicio univer-sal".

Lo estraño es, concluye diciendo el cronista ci-tando, "que no,llueva fuego del cielo sobre noso-tros."

I no vaya a pensarse que el caudal de Rodrigode Quiroga fuese una escepcion.

Nó; habia varios a quienes sus encomiendas lesproducian mas o ménos lo mismo.

Estas riquezas estupendas estraídas de las po-brísimas tierras auríferas de Chile son la pruebamas convincente que pudiera aducirse del rigor

*75 LOS PRECUTRSORES

inhumano i feroz con que se obligaba a los infeli-ces indios a que, a costa de un trabajo excesivo, acosta de la vida, sacaran hasta la mas pequeña pe-pa de oro que se ocultaba entre los granos depolvo.

Segun un cronista, a Rodrigo de Quiroga leprodujo la encomienda de su mujer, doña Ines deSuárez, mas de cuatrocientos mil pesos en treintai dos años de matrimonio.I para que se comprenda mejor la espantosa

significacion del hecho, adviértase que los natura-les tribajaban con instrumentos, no de hierro, sinode cobre.

III.

Estos crudelísimos tratamientos disminuyeronsobre manera en pocos años la poblacion indijena.

Todos los testimonios primitivos están confor-mes acerca de este punto.

Voi a citar algunos, declarando que en mi con-cepto sus guarismos deben tomarse, no de ningu-na manera como exactos, sino como figuras de es-presion.

Segun Mariño de Lovera, los valles de Copiapó,Guasco i Limarí tenian una poblacion de mas deveinte mil indíjenas, que en medio siglo habiansido reducidos a ménos de dos mil.

En 1594 no quedaban en la Serena mas quecuatrocientos naturales, siendo necesario traer pa-ra el servicio indios de las otras provincias, "for-zados casi en servidumbre de esclavos."

"Hallaron los primeros conquistadores esta tie-rra, agrega, hablando de la Serena don Miguel deOleverría, a quien pertenece el dato precedente,mi poblada de indios; i con el largo tiempo, i mu-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

cho trabajo que les han dado los españoles, se hanconsumido i acabado, i venido en esta disminu-cion."

En la misma fecha, Santiago, segun Oleverria,no contaba mas que cuatro mil indios de sesentamil que tenia cuando se fundó. "Han venido entanta disminucion, dice, por ser los indios mas tra-bajados que hai en aquel reino, i los que mas hanacudido con sus personas i haciendas al sustentode la guerra i cargas della."

El hecho en lo sustancial se encuentra confir-mado por Mariño de Lovera, quien asegura que sehabian "disminuido tanto los indios de Santiago,que apénas llegaban los de ese valle a siete mil enel alio en que estaba de 1595 con haber hallado enél los españoles el año cuarenta i uno pasados decincuenta mil."

Las apuradas tareas impuestas por los amos iel látigo a que recurrian para hacerlas desempe-ñar habian causado idénticos estragos en los natu-rales de todo el país.

"Los indios que ahora sirven en la ciudad dela Serena, Santiago, Concepcion i las demas, aña-de todavía el contemporáneo Oleverria, han v&-do en tanta disminucion, que no se saca casi oroen todo el reino, i apénas son bastantes a susten-tar i cultivar las haciendas i ganados de sus enco-menderos."

Mariño de Lovera corrobora todavIa esta obser-vacion de Oleverría, mencionando ejemplos prác-ticos. "Cuando Alderete murió, dice, dejó dos en-comiendas de indios en este reino, la una en laciudad de Santiago, i la otra en la ciudad Impe-rial, las cuales heredó doña Esperanza de Rueda,su mujer; i le vallan ambas veinte mil pesos derenta cada afio; pero han venido en tanta dismi-

44 LOS PRECURSORES

nucion, que no valen al presente los tributos masde tres mil pesos al año; i a este paso va todo lodemas, de suerte que ha venido el negocio a tantamiseria, que lo lastan agora los hijos de los queganaron la tierra con tanto estremo, que hai mu-chas huérfanas hijas de conquistadores i descubri-dores del reino que andan a buscar de comer porcasas ajenas, i sirviendo a los que en España esta-ban por nacer cuando los pobres hombres anda-ban descubriendo i conquistando estos reinos pormuchos años i con muchos trabajos, derramandosu sangre. Vas todo esto no es sin disposicion di-vina, pues allá en la divina escritura a cada pasoamenaza con semejantes calamidades a los queatesoran por medios tan desordenados."

IV.

Los conquistadores no tardaron en esperimen-tar las funestas consecuencias de su inhumanidad.

Los indios del norte de Chile eran mucho mé-nos numerosos, ménos altivos, ménos protejidospor los accidentes del terreno, que los del sur, losde ultra-Biobio, los renombrados araucanos.

No obstante, los españoles, sin hacer distincio-nes, trataron a los unos con igual dureza que a losotros.

No pensaban mas que en hacer por toda espe-cie de medios que los indios les entregasen oro imas oro.

En solo las minas de Concepcion, pusieron atrabajar veinte mil indíjenas.

Esto, advierte un cronista contemporáneo, im-portaba tanto como hacerlos trabajar a todos;"pues así como para sacar veinte mil hombres depelea, es necesario que haya mas de trescientas

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

mil personas de donde entresacarlos, asi el sacarveinte mil mineros es ocupar medio reino, pueslos que restan son sus hijas i mujeres (que ni aunesas dejaban en la ocasion presente); ultra de quees inescusable el remudarse por sus tandas porser el trabajo excesivo, i haber ellos de ir a sem-brar lo que habian de comer so pena de morir dehambre, de suerte que acudiendo siempre veintemil, venian a ser mas de cien mil al cabo del afio,que es lo mesmo que decir todo el reino, pues loshombres que quedaban servian a los españoles decaballerizos, pajes i hortelanos, de beneficiar sussementeras, i guardar sus ganados, si suyos pue-den llamarse, que no sé con cuán justo título loposeen."

Los indios del norte, despues de alguna resisten-cia, se habian sometido a este réjimen arbitrario ítiránico; pero los del sur fueron mucho ménos pa-cientes.

Con otro sistema, ¿los conquistadores habrianevitado la insurreccion de Arauco? ¿habrian con-seguido que fuera ménos sangrienta, ménos por-fiada?

No es mi ánimo lanzarme en el -vasto e ilimita-do campo de las presunciones; quiero concretar-me a los suoesos realizados i a sus consecuencias.

Pedro de Valdivia, allá por el año de 1553, te-nia ocupados ochocientos. indios en sacarle oro dunos lavaderos mui ricos que se habian descubier-to cerca de Concepcion.

Cierto dia le trajeron una batea grande i hondallena del precioso i codiciado metal, que habia-sidoestraído en mui pocos dias.

-- 'Desde ahora, eselamó Valdivia al verlo, co-mienzo a ser señor."

Nunca habia estado mas próximo a su ruina.

LOS PRECURSORES

Precisamente por aquellos dias comenzaba elformidable alzanuento de Arauco.

Desde luego se esparció por los fuertes i enco-miendas una noticia vaga i trasmitida por lo bajode la insurreccion que se estaba tramando entrelos indijenas.

Los medios que algunos españoles emplearonpara descubrir la verdad pueden dar a conocer lamanera brutal con que estaban acostumbrados atratar a los naturales.

El gobernador del fuerte de Puren, Sancho deCoronas, hito acostar desnudos a ocho caciques so-bre brasas derramadas por el suelo, intimándolesprimero que morirían en aquel lecho de dolor si norevelaban lo que sabían.

Pero los indios de esta tierra, dice un cronista,"son tan hombres en sus cosas," que aquellos ca-ciques lo soportaron todo antes que declarar unasola palabra.

El encomendero don Francisco Ponce de Leon,para conseguir igual objeto, ató de piés i manos aun indio de su repartimiento, i le hizo asperjar conun hisopo empapado en manteca hirviendo; perotimpoco logró su intento, porque el indio prefiriómorir en aquel espantoso tormento, ántes que res-ponder a lo que se le preguntaba.

Es de todos conocido cuál fué el resultado deesta insurreccion, famosa en nuestros anales.

El gobernador Valdivia fué vencido i muertocon todos los españoles que le acompañaban.

Segun una de las versiones que corrieron, losaraucanos triunfantes presentaron a su ilustre pri-sionero una olla de oro fundido, i se lo echaron porfuerza en la boca, diciéndole: "Htrtaite de estemetal, de que te has mostrado tan sediento".

Sea verdadera o falsa esta version, de todos mo-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 47

dos suministra un símbolo poético i espresivo dela codicia que impulsaba a los españoles, i del cas-tigo que por ella recibió su caudillo en Chile (1).

Así comenzó la larga i tenaz guerra entre losespañoles i los araucanos, que constituye el acon-tecimiento culminante de la historia colonial deChile, i que aun no ha concluido.

El teson inquebrantable de aquel pueblo idóla-tra de su libertad para rechazar al invasor estran-jero mantuvo por muchos años, por siglos aun, ladominacion española en nuestro pais bajo la ame-naza de un peligro permanente i mui serio.

Aquella porcion de bárbaros, poco considerablei desprovista de recursos, ofreció durante toda laépoca colonial un bello ejemplo de lo que puedehacerse en favor de la independencia nacional.

Su conducta, Aplaudida por el mundo, sirvió demodelo al principio de este siglo, a los chilenosdescendientes de los españoles, para alentarse enla lucha contra la metrópoli.

V.

Las encomiendas i el servicio personal eran loque habia producido el alzamiento de Arauco ila muerte desastrosa de Valdivia.

A pesar de todo, los españoles, en vez de escar-mentar, perseveraron por el contrario en el mismosistema respecto de los indíjenas.

Precisamente, Francisco de Villagra, quien su-cedió como gobernador interino a Valdivia des-pues de varias turbulencias i disensiones intesti-nas, repartió, a fin de ganar prosélitos i de reunir

(1) Marilo de Lovera, Crónica del Reino de Chile, libro 1.0, capítu-los 11, 13, 19, 21, 23, 34, 36, 41 i 42, i libro 2, capítulo 27.

qts LOS PRECURSORES

jente contra los rebelados araucanos, cuantas enco-miendas había dejado vacantes su antecesor en larejion austral, ya fuera que las hubiese reservadopara sí, ya fuera que hubiera querido hacerlas ser-vir de aliciente para que viniesen del Perú o deEspaña personas que le ausiliasen.

De esta manera, Villagra distribuyó mas deseiscientes mil indios, "en que había paño, segunun contemporáneo, para satisfacer a doscientos ve-cinos (1).

¿Dinde estaban aquellos seiscientos mil indios?En ArauLo.

Estaban alzados, i ademas victoriosos.Pero eso importaba poco para los españoles que

consideraban aquella insurreccion como cosa depoco momento; i que si los recibian, era para ir asujetarlos,:i a castigarlos, i a hacerlos trabajar, es-pecialinente en los lavaderos.

El levantamiento de Arauco tenia por causa co-nocida el sistema de las encomiendas; perorsin em-bargo, para,sosegarlo, se creaban otras nuevas.

¡Tan profundo era el desprecio que los indijenasinspiraban a los conquistadores!

Pero miéntras tanto, los araucanos tenian cerca-das las ciudades de Valdivia, Villarrica i la Impe-rial; habian arrasado las de Angol i Coneepcion; ihabian osado marchar contra Santiago, llegandohasta las riberas del Mataquito, a las órdenes delintrépido Lautaro, a quien Francisco de Villagratuvo la buena fortuna de arrebatar la victoria i lavida, salvando así de un ataque terrible la prime-ra ciudad del reino.

(1) Gongora Marmolejo, ~litoria de Chle, &apítulos 18 i 19.-Mari-flo de Lovera, 0)6nic d reno de GWile, libro 1 , capitulo 50.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

VI.

En este estado se hallaban los negocios de Chi,le, cuando el año de 1557, Villagra fué reemplaza -do por don García Hurtado de Mendoza, quien,aunque mui jóven, poseia toda la prudencia de unhombre esperimentado.

Uno de los primeros cuidados del nuevo gober-nador fué procurar poner remedio a los abusos delos encomenderos, dictando, apénas llegado a laSerena, ordenanzas por las cuales mandaba "queel encomendero se valiese tan solo de la sesta par-te de los indios'de su encomienda para labrar lasminas, i que ésta fuese de varones desde diez i-ocho a cincuenta años; que del oro que le sacase sediese al indio la sesta parte como en retribucionde su mismo tributo, i que esto se repartiese el sá-bado; que se pusiesen en las minas hombres debuena intencion por alcaldes, que no permitiesenlas molestias i malos tratamientos de los indios;que los bastimentos para los obreros no se lleva-sen como hasta allí en hombros dei mujeres, sinoen bestias a costa del vecino; que se diese a cual-quier indio cada dia comida bastante i carne lostres días de la semana; tambien alguna ropa acuenta de lo que le habia de tocar; que los enco-menderos se abstuviesen de pedir a los indios otracualquier cosa, sabiendo que no tienen por caudalsino su trabajo; que en los pleitos de los s41bditosse interpusiese el amo como juez sin usurparles lacosa sobre que tuviesen diferencia; que cuidasenparticularmente en domesticar i enseñar los in-dios con caricias, no con rigor; que por ningun ca-so les hiciesen trabajar domingos i fiestas, ántes

7

5o LOS PRECURSORES

procurasen que no perdiesen la misa i otros ejer-ciclos cristianos los que fuesen" (1).

Pero si don Garcia Hurtado de Mendoza, fiel enesto al espíritu del gobierno espafiol, se esforzó porsuavizar la servidumbre de los desventurados in-díjenas, estuvo mui léjos de pensar en suprimirlas encomiendas, que era el medio imajinado pararealizar i consolidar la conquista.

Por el contrario, continuó el plan seguido porsus antecesores en el reino de Chile, i por todoslos con uistadores de América, de premiar con re-partimientos de indios los servicios de los que leayudaron a vencer la insurreccion i a pacificar elpaís.

Al efecto, nombró una comision compuesta decuatro individuos de esperiencia Í antigüedad enel reino i de buena fama i conciencia para que leinformasen acerca de los mas acreedores a sus fa-vores, i le ayudasen en la distribucion.

Ordenó con el mismo objeto que todos los quese considerasen con méritos para ser remunera-dos le elevasen memoriales en que los hicieranvaler.

En las nuevas mercedes que hizo, no respetó lasque habían hecho sus antecesores, particularmen-te Francisco de Villagra, el cual, a lo que Hurta-do de Mendoza creía, no habia estado autorizadopara dar encomiendas.

En sus concesiones, don García dió la preferen-cia a los que habian venido acompafiándole delPerú sobre los que ya estaban en Chile, a pesar deque algunos de los últimos habian servido tantocomo lo primeros, o mas que ellos.

(1) Suárez de Figueroa, Hechos de don García Hurtado de Mndoza,libro 1.0

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 51

Esta parcialidad orijinó naturalmente hablillas,murmuraciones i manifestaciones de enojo.

Don García, que no sobresalia por la virtud dela paciencia, hizo venir a su aposento a muchos delos descontentos para declararles cara a cara "queestaba resuelto a dar de comer con lo mejor pa-rado que hubiese a los que habia traído del. Pe-rú, porque él no sabía engaflar a nadie; i que si aellos los habian engafiado Valdivia o Villagra, nodándoles lo que les hubiesen prometido o merecie-sen, engailados se quedaran".

Pero no fué esto lo peor.Don García, arrebatado por la vehemencia que

le era característica, no tuvo reparo en asentar, pa-ra ponderar los títulos de los que habian venidocon él del Perú, i rebajar los de los venidos ántes,"que no habia cuatro de éstos a quienes se lesconociera padre, i que eran hijos de putas".

Se comprenderá fácilmente que esta injuria gro-sera ofendió en lo mas vivo a aquellos contra quie-nes fué lanzada.

Hurtado de Mendoza, queriendo manifestar deun modo bien serio a los encomenderos que no po-dian gozar de las encomiendas, sino con la precisai forzosa condicion de defender la tierra, hizo pre-gonar a son de trompeta que todas las de la arrui-nada ciudad de Concepcion estaban vacantes, por-que los dueios de ellas no habian rechazado a pun-ta de lanza, como estababan obligados a hacerlo, alos indios que la habian asaltado i destruido.

I junto con esto, adjudicó las dichas encomien-das a los nuevos pobladores de la ciudad, quemandó reedificar.

Aquello fué considerado, no solo como un des-pojo, sino tambien, i mui principalmente, comouna marca de infamia.

LOS PRECURSORES

Los encomenderos desposeídos i afrentados ale-gaban en su defensa que si habian abandonado laciudad, había sido por determinacion de Villagra,a quien debian obediencia.

Esta alegacion encontraba el mas favorableasentimiento entre los conquistadores, los cualesveían con sumo disgusto que se estableciera el an-tecedente de que la menor neglijencia bastaba paraprivarlos de lo que habían ganado al precio de susangre, segun afirmaban.

Pero el severísimo don García no atendió a con-sideracrn de ninguna especie.

Lo que él quería era que los encomenderos tu-viesen entendido que perderian irremediablemen-te sus encomiendas si no contenian a los indijenasalzados, costárales lo que les costara.

Hurtado de Mendoza, como lo habia practicadodesde su entrada en Chile, continuó atendiendo consolicitud a que los indios de encomienda no fuerandemasiado oprimidos i vejados por sus amos.

Con este objeto, hizo que el oidor de Lima li-cenciado Hernando de Santillana, el cual le acom-pafiaba como su teniente jeneral en cosas de jus-ticia, visitase el país, i dictara las ordenanzas queel caso requería.

Estas disposiciones, que probablemente fueronanálogas a las que don García promulgó tan luó-go como llegó a la Serena, recibieron la denomina-cion de Tas« de S(zýtillana, i estuvieron por muchotiempo vijentes de derecho, aunque sin ser obser-vadas en la práctica (1).

(1) Góngora Marmolejo, Hitoria de hile, capítulos 27 i 32.-Mari-flo de Lovera, Crónica del rein de Chie, líbro 2, capítulos 9 i 10.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

VIL

Acababa, puede decirse, de sosegar la tierra deArauco don Garcia Hurtado de Mendoza, cau-dillo tan diestro como afortunado, cuando le llególa noticia de que el soberano habia nombrado aFrancisco de Villagra para que rijiese el reino deChile.

El nuevo gobernador comenzó luego a desha-cer en materia de encomiendas lo que habia he-cho su antecesor, quitándolas a unos para darlas aotros (1).

Mas el curso de los sucesos no tardó en mani-festarle que el negocio a que dedicaba preferenteatencion admitia mucha espera, pues los indijenasde Arauco, a quienes se creia sometidos, volvierona levantarse con tanta furia, como si poco antes nohubieran sido vencidos.

Tenia a su lado el gobernador a un fraile domi-nico llamado frai Jil González de San Nicolas, na-tural de Avila, discípulo de fra Bartolomé de lasCasas por las opiniones i los sentimientos, el cualse habia propuesto tomar bajo su patrocinio la cau-sa de los indios, i que escribió, segun se dice, unbreve tratado sobre el asunto en 1559, siendo priorde su comunidad en Santiago (2).

Miéntras los jefes estimulaban a los soldados aque hicieran esperimentar a los rebeldes toda lafuerza de su poder, el buen fraile les predicabacon la mayor uncion que "se iban al infierno simataban indios, i que estaban obligados a pagar

(1) Mariflo de Lovera, Crónica del reino de Chile, libro 2, capítulo 16.(2) Lozano, istoria de la Compañía de Jesu3 de la provincia de Pa-

raguai, libro 5, capitulo 5.

54 LOS PRECURSORES

todo el daio que hiciesen i todo lo que comiesen,porque los indios defendian causa justa, que era sulibertad, casas i hacienda, porque Valdivia no ha-bia entrado a la conquista como lo manda la igle-sia, amonestando i requiriendo con palabras iobras a los naturales" (1).

Los discursos de aquel sacerdote causaban enlos unos escándalo; i en los otros, turbacion.

Pero no era esto solo.Frai Jil, i, a lo que parece, algunos otros sacer-

dotes que participaban de su doctrina sobre el par-ticular,24egaban la absolucion en el confesonario alos que maltrataban a los araucanos.

Ocurrió entónces un incidente que consta de do-cumento auténtico, i que no puedo pasar en silen-cio, porque es mui característico de la época.

Desempeñaba a la sazon el cargo de juez i te-niente jeneral el licenciado Juan de Herrera, queprofesando en la materia una doctrina diametral-mente opuesta a la de frai Jil González de San Ni-colas, pensaba que aquella guerra no habia de con-cluir hasta que se estinguiesen todos los araucanos,i proponia que se les tomase "por hambre i a ma-nos, o con mucha pujanza, i hacer a los indios vie-jos mitimas (indios de servicio) ,i pasarlos al Pe-rú.'

Para poder sostener, i sobre todo practicar estadoctrina, sin escrúpulo í sin peligro de negativade absolution, recourrió al especliente mas peregri-no que se puede imajinar.

¿Quereis saber cuál fué?Levant6 un proceso en forma a todos los indios

rebelados de Arauco; i nombró un fiscal para quelos acusase por gran número de crímenes, entre

(1) Góngora Mu'molcljo, IWsto a de Mile,. capítulo 34.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

otros, por los de oponerse a la predicacion del evan-jelio, de retener cautivos a muchos indios cristia-nos, de haber muerto a mas de setecientos es-pañoles, de haberles robado sus haciendas, dehaberlos salteado en los caminos, de comerse unosa otros, de haber comido españoles, i de otros mu-chos delitos nefandos por el estilo que habian per-petrado,i seguian perpetrando.

Lo mas curioso es que este singular proceso de-bia seguirse ante el mismo licenciado Juan de He-rrera, juez i teniente jeneral por el gobernadorFrancisco de Villagra, i debia fallarse por 61 apesar de haber prejuzgado tan pública i calorosa-mente en la cuestion.

Aquel digno majistrado emplazó por edictos atodos los araucanos para que compareciesen a res-ponder.

Escusado es decir que no se presentaron; i ellicenciado Herrera no tenia tampoco mucho inte-res en que vinieran; lo que él deseaba era poder ira buscarlos sin el menor gravámen de la con-ciencia.

Como los rebeldes i antropófagos araucanos noobedecieran a los edictos, el celoso juez hizo "citari llamar a las personas que eran sus protectores, ique en público volvian por ellos, hasta venir a ci-tar a frai Jil de San Nicolas, que era i fué el masprincipal relijioso que por ellos volvia, i el quemas escrúpulos ponia, i predicaba que se iban loscapitanes e soldados i jueces al infierno."

Frai Jil compareció para declinar de j urisdic-cion, pretendiendo que ni Su Majestad, ni el licen-ciado Ierrera, en su nombre, estaban facultadospara fallar el negocio.

El juez puso la contestacion por dilijencia, i pro-siguió su tarea.

LOS PRECURSORES

Sustanció el proceso trámite por trámite hastaponerlo en estado de sentencia, sin olvidarse derecojer pruebas i testimonios.

Cuando todo estuvo bien aparejado, condenó alos araucanos a muerte i perdimiento de bienes.

Hizo notificar esta sentencia a los estrados i alos que pretendian defender a los indios, i mui enparticular a frai Jil González de San Nicolas.

Por temor de que álguien pudiera concebir du-das de si lo que estoi refiriendo es verdad o inven-cion, voi a dejar que el mismo licenciado Herrerasiga relatando esta curiosa historia.

'Tasado el término en que podían apelar, dice,pronuncié otro auto en que en efecto dije que porcuanto convenía ejecutar la dicha sentencia, e ir aprender los culpados, i que andaban salteando imatando por los caminos, i por andar con manoarmada, e yo no los poder prender ni castigar sino llevaba copia de jente, i que fuese armada, ique para el dicho efecto convenia yo ir en persona,i llevar hasta doscientos hombres que fuesen aper-cibidos con un capitan que nombré, con esta ór-den fui a la guerra, i di aviamiento i municiones isocorros a lajente que iba, i fué a ejecutar lo suso-dicho."

Lo que haria el licenciado Juan de Herrera pa-ra ejecutar su sentencia a la cabeza de doscientoshombres bien apercibidos i pertrechados, ya po-drá colejirse fácilmente.

1 es mui importante que se sepa que los dos es-critos o informes del licenciado Juan de Herreraque he tenido a la -vista para referir el suceso deque estoi ocupándome fueron presentados al virreidel Perú conde de Nieva i a cuatro comisarios re-jios que vinieron con él a Lima para instruirsepersonalmente del estado de las encomiendas i de

DE LA ]NDEPENDENCIA DE CHILE. 7

otros asuntos tocantes a América, i dictaminar so-bre ellos.

Habiendo los mencionados comisarios pedidonoticias a los cabildos de las ciudades de Chile so-bre los sucesos de este reino, i en especial deArauco, estas corporaciones "juzgaron que ningu-na relacion seria tan copiosa como la que el tenien-te de gobernador en Santiago, licenciado Juan deHerrera, daria en viva voz, siendo enviado perso-nalmente a este efecto."

No he descubierto nada que manifieste habercausado estraieza al virrei i comisarios realesaquel proceso levantado contra todo un pueblo, ila singular sentencia que le puso término.

Por el contrario, conozco cierta circunstanciarelativa a este asunto que nos hace saber que si laconducta del licenciado Herrera no fué aprobadapor el virrei i los comisarios, lo fué a lo ménos porpersonajes de mui alta categoría.

Habiendo ido a Lima el licenciado Herrera, co-mo he dicho, para informar verbalmente en nom-bre de los cabildos de Chile al conde de Nieva isus colegas respecto a los negocios de este país,sintió la necesidad de aliviar su conciencia en eltribunalde la penitencia; pero como hubiera sidoforzado a hablar sobre el alistamiento de los dos-cientos hombres para ir a ejecutar su sentencia, ide la guerra de Arauco, el confesor no se atrevióa darle desde luego la absolucion.

¿Qué seria lo que declaró?Ya puede presumirse.El caso pareció tan espinoso, que se celebró pa-

ra resolverlo junta de letrados teólogos, "los masprincipales de la ciudad", a lo que advierte el mis-mo Herrera.

El resultado de la conferencia debió ser favora-8

58 LOS PRECURSORES

ble al penitente, pues se sabe que fué absuelto.De aquí se deduce que aquellos insignes docto-

ses aprobaron el procedimiento del juez tenientejeneral del gobernador Francisco de Villagra.

Sea de esto lo que se quiera, la sentencia de He-rrera, ejecutoriada conforme a todos los preceptoslegales, condenaba a los araucanos en masa; i porlo tanto, una sola incursion como la que el mismojuez habia practicado al frente de un cuerpo dedoscientos hombres no podia haberle dado com-pleta ejecucion.

PerCella debia ser cumplida en todas sus par-tes, como debe serlo todo fallo judicial. -

Sobraron despues quienes se encargaran de apli-car el castigo a los que habian sido condenados.

El proceso formado por el licenciado Juan deHerrera contra todos los araucanos en conjunto noes único en la historia colonial de Chile.

Tengo a la visa un acuerdo de la audiencia deSantiago, celebrado en 22 de noviembre de 1651,del cual consta que en los levantamientos de losaraucanosque tuvieron lugar bajo los gobiernosde don Alonso de Rivera i don Alonso García Ra-mon, se acostumbraba formar proceso a toda latribu o parcialidad rebelada, se sefialaba a ésta elcorrespondiente defensor, i se sustanciaba la causapor todos sus trámites hasta que en la sentencigdefinitiva se imponia como pena la esclavitud atodos los individuos de la poblacion insurrecta.

CAPITULO III.

LA GUERRA DE ARAUCO.

Plan defectuoso puesto en práctica por Valdivia i sus sucesores para laocupacion de Arauco.-Táctica de los araucanos.--Guerra de devas-tacion practicada contra ellos por los espaoles-O-rueldades ejerci-das contra los araucanos.-La esclavitud impuesta alos araucanos.-Esta medida obtiene la sancion real.-Modo como se ejecutó.-Atrasoi pobreza que la necesidad de sostener la guerra de Arauco produjoen las poblaciones del norte de Chile.-Oposicion de los habitantesde Santiago para someterse a las levas i derramas que se les impo-nian con motivo de dicha guerra.-La heroica resistencia de los arai-canos hace correr a los españoles el riesgo de verse forzados a aban-donar todo el país.-Clasé de manutencion que se daba al ejércitoveterano en Chile.-Estado de su disciplina.-Conducta de los indivi-duos de este ejército.-Temores que inspiraba.- otines en que to-mó parte.

1.

La guerra de Arauco es una de las mas san-grientas, i sobre todo, una de las mas largas querecuerda la historia.

Hai pocos pueblos que hayan defendido su in-dependencia con tanta constancia i heroicidad co-mo los indios de esa comarca.

Los espaioles tenian las incomparables venta-jas de la superioridad en las armas i en la disci-plina; disponian, puede decirse, gracias a los caño-

LOS PRECURSORES

nes i arcabuces, del rayo que rQpartia por todos la-dos una muerte terrible, i que la llevaba a lo léjos;montaban fogosos i rápidos caballos, que les comu-nicaban la fuerza de centauros, i que convertian acada guerrero en ciento; conducian en pos de sí pe-rros feroces i cebados en la carne de indio, que da-ban la caza a los indíjenas como a fieras; habiandominado a los naturales del norte del país hastael estremo de conducirlos en número mui conside-rable contra sus compatriotas del sur; "servian losindios a los españoles, dice uno de los cronistas pri-mitivos, no solamente en sacar oro i en otros tra-bajos, sino tambien de coadjutores en la guerracontra los indios que estaban adelante, cosa no po-co notable, mayormente siéndolo con tanta fideli-dad, sin hallar jamas traicion en alguno dellos".

La última de las observaciones del cronista ci-tado no era del todo exacta, pues debe recordarse,entre otros, a Lautaro; pero en fin, hablando enjeneral, aseveraba un hecho verdadero.Las ventajas mencionadas eran inmensas, lasmismas que permitieron a los españoles realizarcon tanta facilidad la conquista de otras rejionesde América; pero en compensacion, los araucanoseran mucho mas numerosos que los invasores, isobro todo, tenian la resolucion inquebrantable deno renunciar a la independencia, de soportarlo to-do ántes que perderla.

Si la lucha hubiera debido ser decidida por me-dio de batallas regulares, los araucanos habrianpodido ganar algunas victorias, como efectivamen-te las obtuvieron; no obstante, al cabo de un tiem-po mas o ménos largo, habrian sucumbido.

Pero no se trataba de derrotar ejércitos, sino dedominar un pueblo valeroso i soberbio, que lo pre-feria todo al vasallaje.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 61

El único plan que podia adoptarse para conse-guirlo a la larga, era fundar en situaciones conve-nientes fortalezas i ciudades que sirviesen de di-ques a aquel mar de barbarie i de intrepidez, siem-pre bravío, preflado de tempestades aun en suscalmas, i que creasen centros industriales en cuyocontorno se acumulasen elementos de civilizacioni de dominacion, que poco a poco se fueran espar-ciendo por toda la comarca.

Fué esto lo que comprendió perfectamente lavista penetrante de Pedro de Valdivia; pero con-fió demasiado en sus fuerzas, i cometió la gravefalta de no conocer que carecia de los recursos in-dispensables para llevar a cabo esta idea, a lo mé-nos en toda su estension.

Valdivia multiplicó las fortalezas i las ciudadesen la rejion austral de Chile; pero aquello era solola mitad de la obra que debia realizarse, ménosquizá de la mitad.

¿I la otra mitad, la mas importante?¿Cómo guarnecer esas fortalezas; cómo poblar

esas ciudades?No bastaba delinear calles, levantar una capilla

i una cárcel, una casa de ayuntamiento i un recin-to fortificado, i rodear todo aquello con una pared,una estacada o un foso. Era necesario encontrarjente que se avecindara dentro de aquel lugar; iesto era lo dificultoso, o mas bien lo imposible. So-braban la tierra i la madera para construir edifi-cios; pero faltaban los habitantes para ocuparlos.

En caso de ataque, las nuevas poblaciones nocontenian los recursos suficientes para defender-se por sí solas; i como se hallaban situadas a lar-gas distancias unas de otras, no alcanzaban a pro-tejerse mutuamente.

La historia, por boca del cronista de Indias An-

LOS PRECURSORES

tonio de Herrera, pronunció hace afios su fallo ra-zonado sobre aquel erróneo sistema. "Pedro deValdivia, con menor consejo del que debiera capi-tan de tanta esperiencia i buen juicio, abrazó mas,e hizo mas poblaciones de las que conviniera segunlos pocos soldados que tenia en provincias que her-vian de jente la mas guerrera i bien armada decuantas naciones se han descubierto en el Perú,sin vivir con sujecion de señores, como los de Mé-jico i el Perú, sino por parcialidades, reconociendoa los parientes mayores i mas valientes" (1).

Lo ikas asombroso es que muchos gobernadoresque sucedieron a Pedro de Valdivia, estraviadospor falsas ideas estratéjicas, o halagados por lanecia vanidad de llamarse fundadores, continua-ron, a pesar de las representaciones de los cabil-dos, levantando fuertes i mas fuertes, donde dise-minaban sus tropas, que se aburrían de fastidiomiéntras se las dejaba en paz, i que no podían sos-tenerse cuando se las atacaba.

En el dia de la prueba, se vió por una triste es-periencia, que tantos establecimientos aislados idispersos, desprovistos de guarnicion i poblacionsuficientes, no contenian a los indíjenas i ponianen peligro la vida de sus moradores.

Los indios sublevados podían rodearlos con fa-cilidad por todas partes, interrumpir las comuni-ciones, sitiarlos en debida forma.

Como se hallaban mui distantes entre sí, los es-pañoles no alcanzaban a ausiliarlos oportunamen-te; i como los soldados que los guarnecian eranpoco numerosos, hacian mucho resistiendo.

Si las murallas eran un escudo contra las lanzasdel salvaje, no lo eran contra el hambre i la sed,

(1> Herrera, Historiajencral de Indias, década 8, libro 7, capítulo 4.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 63

que nunca tardaban en hacerse sentir en una tie-rra, sobre inculta, desolada por la guerra, dondeel conquistador no poseia mas suelo que el que pi-saba. Cuando las provisiones se agotaban, los si-tiados recurrian para alimentarse a los caballos, alos perros, a los gatos, a las sabandijas mas in-mundas, cuya carne saboreaban, porque al matartan asquerosos animales, ~reservaban todavía elcuero para devorarlo en seguida. Con mucha fre-cuencia tenían que hacer salidas para proporcio-narse yerbas i raíces, que no lograban arrancarcon la punta de la espada, si no despues de reñí-dos combates, en que muchos dejaban la vida.

Cuando no llegaban refuerzos, la funcion solíaterminar, o con la toma de la plaza, en cuyos des-venturados habitantes se cebaba la rabia del ven-cedor; o con el abandono de ella por la guarnicion,que procuraba abrirse un sangriento paso al tra-ves de sus fieros i encarnizados enemigos.

En ambos casos, los indios demolian hasta loscimientos aquellos muros, que cuando estaban enpié, eran signo de su opresion; i que derribados,eran testimonio de su pujanza.

La multiplicacion i aislamiento de las poblacio-nes, sin tener jente suficiente para habilitarlas, fuéuno de los mayores desaciertos que los españolescometieron en la conquista de Arauco.

La razon i la esperiencia les indicaron desdetemprano que no debian intentarse nuevos esta-blecimientos sin haber asegurado bien el territorioque ya habian realmente ocupado, i sin poseer to-dos los recursos necesarios para sostenerlos.

II.

Los españloles habrian deseado, cada vez que

Uí4 LOS PRECURSORES

estallaba un levantamiento parcial o total de losaraucanos, que éstos les presentaran o les admi-tieran batalla; pues, aunque en mas de una oca-sion la suerte de las armas les fué adversa, sin em-bargo las probabilidades del triunfo estaban porellos.

Pero los axaucanos, que habian aprendido quetal táctica no era la que les convenia, recurrían aella mui pocas veces; i entónces cuidaban de si-tuarse en cuestas, ciénagas, desfiladeros u otros lu-gares donde pudiesen tomar alguna posicion ven-tajosa,z

Por lo jeneral, junto con sublevarse, o haberejercido alguna represalia terrible, se retiraban alos montes o a los bosques, o se dividían en peque-ñas partidas para no presentar un cuerpo de ata-que..

Puede decirse que combatian ocultándose.Pero si sorprendian a algunos españoles estra-

viados o aislados, a algunos soldados desbandados,a algun destacamento poco considerable o a algu-na guarnicion descuidada, ¡pobres de los sorpren-didos! podia llamarse feliz el que escapaba sano isalvo, i aun el que perdia la vida sin horriblesmartirios.

El tratamiento que los conquistadores daban alos araucanos era inhumano, pero la venganza so-lia ser feroz.

III.

Convencidos los españoles de que el plomo i elacero eran impotentes contra enemigos inencontra-bles, invisibles, recurrian al ausilio del hambrepara hacerlos salir de sus guaridas i traerlos ala obediencia. Todos los años hacian incursiones

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

por el territorio de Arauco, con el objeto de des.

truir las mieses que lozaneaban en los campos, eincendiar las cosechas que estaban guardadas elos ranchos, método eficasisimo, segun un escritorespañol, para someter a los sublevados, porqüealcanzaba a donde no llegaban las armas, hirién-dolos a todos sin distincion, hombres i mujeres,viejos, jóvenes i niños.

Este jénero de hostilidades intimidó a veces aalgunas tribus, que doblaron la cerviz ántes quemorir de inanicion. Por ejemplo, la mayor partede la provincia de Tucapel se sometió despues d¿haberse visto en una miseria tan espantosa, quelos padres se comían a los hijos, segun consta deuna carta dýrijida al reí en 1608 por el goberna-dor Alonso García Ramon.

Los españoles habian aprendido a hacer estaguerra del hambre en la Península, donde la ha-bian empleado en su lucha con los moros; i preci-so es confesar que sabían hacerla como hombresprácticos.

'Los buenos efectos de la campeada temprana,decia el 19 de febrero de 1611 en forma de adver-téncia o consejo el gobernador saliente don LuisMerlo de la Fuente a su sucesor don Juan de JaraQuenad, son sin comparacion mui mayores, por-que desde principio de noviembre hasta fin de año,se hlalla el campo mui poblado de yerba, i en cual,quiera quebrada hai agua, i las comidas del ene-migo se hallan verdes, i se hace mas daño en ellasen -un día, que estando secas en seis; demas de quecertándoselas verdes, no les queda recurso ni es-peranza alguna de sustento; i cortándoselas secas,que es en el tiempo í sazon que los demas gober-nadores se las han talado, no se corta la sesta par-te que cortadas en berza, i el daño no es tan cons-

66 LOS PREcURSORES

derable, porque estando granadas i secas, no lascomen tan bien los caballos, i se queda todo lo quepor la dicha dificultad no pueden comer, i mas loque queda cortado en las chacras, porque de ordi-nario se corta mas que lo que trae la escolta, i esolo cojen los indios i gozan de ello, espigando lo queles habia de costar trabajo de segar".

Ejecutándose este plan, el oidor-gobernadowMerlo de la Fuente tenia por cosa infalible que elhambre habia de obligar a los indios rebeldes, o acomerse unos a otros, o a dejar la patria, o aimplorar la paz, determinaciones que, a lo que pa-rece, eran para él idénticas.

Esta devastacion implacable no atemorizó a losaraucanos tanto como era de presumirse, porquesu injenio fecundo en recursos supo encontrar re-medio contra el mal.

Son curiosos los ardides de que se valieron parasalvar sus comidas.

A veces hacian grandes sementeras en parajesostensibles para persuadir a los invasores queaquello era todo lo que habia que asolar; i mién-tras tanto, hacian otras mas pequeias en rincona-das ocultas, o en valles de difícil acceso, que pasa-ban desapercibidas.

En otras ocasiones, sembraban en alguna provin-cia que aparentaba aceptar la paz con el esclusivoobjeto de evitar la irrupcion, i que mediante estearbitrio servia de campo i granero comun a lasdemas que no habian depuesto las armas.

Por lo jeneral, no pudiendo, sembrar en los llanos,comenzaron a hacer sus sementeras en las cimasde los cerros, o en las profundidades de las que-bradas, donde se producian con mucha abundan-cia por la fertilidad de la tierra, i donde no erafácil destruirlas por la aspereza de los lugares.

DE LA INDEPENDENCIA DE C ILE. 67

Los españoles cargados con sus armas i bagajesno podían subir i bajar por entre rocas, matorra-les i despeñaderos con la ajilidad de sus enemigos,que, conociendo palmo a palmo el terreno, i habi-tuados a tales ejercicios, podían atacarlos con sumaventaja en tan peligrosas incursiones. Para evitaren cuanto se pudiera estos inconvenientes, conclu-yeron por confiar lo mas duro de tales operacionesa los indios ausiliares, aunque sin eximirse por es-to de la molestia i fatiga que les causaba la inspec-cion personal e inmediata con que velaban por laacertada ejecueion de ellas.

Si se quiere tener una idea de la manera comose practicaba esta obra de devastacion i estermi-nio, véanse los términos en que la describia al reiel año de 1621 don Cristóbal de la Cerda: "Descu-briéndose por delante, o por uno i otro lado, cual-quiera sementera, hacía que hiciese alto el ejérci-to, i enviaba tantos indios amigos i yanaconas,cuantos parecian necesarios para la tala, i con ellosuna compañía de arcabuceros en su resguardo; iel ejército a la mira en cuanto se hacían todas lasdichas talas; í así en tres meses veinte i dos diasde parte del verano a que alcanzó mi gobiernohasta que llegó el sucesor que me envió el mar-ques (de Montes Claros, virrei del Perú), hice ta-lar todas las comidas i legumbres, sin desgraciaalguna, de casi todos los términos de los indios deguerra; i taladas a todos, no tenían que partir conotros sino lágrimas por los daños que todos habíanrecibido; i así de cuantas provincias habia, todoseran mensajes de paces que me ofrecian".Sin embargo, el gobernador Cerda se engañaba,como sus antecesores, si creía que la guerra estabapróxima a su fin; los indios mentian como siempresi era que todos ellos ofrecian la paz, i no habia

68 LOS PRCUR JOU

en tal aseveracion una exajeracion de Cerda paradesacreditar a su,sucesor, a quien acusaba pocosreglones mas abajo de haber perdido por neglijen-te i remiso el fruto de sus victorias contra las mie-ses i legumbres.

Lo que habia de cierto era que la rebelion unmomento comprimida se levantaba despues igual-mente formidable.La estremada sobriedad de los araucanos, que

los dejaba satisfechos con un escaso alimento, i su

astucia, que les sujería los medios de proporcio-nárselo, hacian insuficientes las terribles medidasde sus adversarios, que con la hoz en la mano i el

arcabuz ,a las espaldas arrasaban periódicamentesus campinas.

En 18 de octubre de 1656, escribia don Diegode Vibanco al rei: "La guerra ha de hacerse a fue-go i a sangte, como se ha hecho hasta aquí, entran-do dos veces al afo con todo el ejército a campearsus tierras en tiempo que estén las sementeras enberza, i en espiga se les vayan talando, i abrasandolas comidas i rancherías con que viven; con queconocidamente se irán retirando hasta que no ten-gan tierras en que sembrar, i viéndose faltos de

bastimentos, sin poderse unos a otros favorecerse,les ha de obligar la necesidad a sujetarse, porqueel hambre es el mayor enemigo, como se conociacuando dieron las paces".

A la verdad, aquella clase de hostilidades erauna de las mas rudas i eficaces que podian inven-tarse; pero el orgullo de los araucanos, su amor ala independencia, eran tan profundos, que jeneral-mente lo soportaban todo, inclusas las mas espan-tosas estremidades de la escasez i miseria, i aundel hambre, -ántes que rendirse.

La excesiva sobriedad a que estaban habitua-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

dos les facilitaba el sufrimiento de esta especie depenalidades.

Segun Vibanco, entraban en campaña sin traerconsigo mas bastimentos, que una mochila de hari-na tostada.

"Llevan matalotaje para quince días, dice donAlonso de Solórzano i Velasco, hijo de aquel oidorde quien he hablado en el primer volúmen, conuna taleguilla de harina colgada a el lado de seisa siete libras, i un calabacillo en que deshacen dosveces a el dia una poca i la beben: bastante mante-nimiento para conservar su robustez. Válense dealgunas frutillas i yerbas, que no son de alimentopara los nuestros, como son murtilla, marisco, pi-quepique, avellanas, piñones, i apénas hai yerbaýque haga tallos, o raíz gruesa que no coman'.

Pero prescindiendo de esta estraordinaria so-briedad, eran miui capaces de sobrellevar gustososcualquiera privacion, ántes que doblegarse a losestranjeros que pretendian imponerles la le¡, lamui dura lei de la servidumbre.

El amor entrañable a su independencia salvajepo,dia en su corazon mas que el grito imperiosodel hambre.

La privacion no los abatia, sino cuando llegabaal,punto en que el sufrimiento es ya insoportable,en que faltan las fuerzas, en que se veían obliga-dos como Ugolino a comerse sus hijos.

I todavía entónces se rendian solo momentánea-mente, i miéntras se les presentaba ocasion de al-zarse otra vez.

IV.

si so destruian por sistema, i con tanto Tigor,

LOS PRECURSORES

los sembrados hasta no dejar en pié ni una mas-horca de maíz, a fin de que los horrores del ham-bre hicieran que aquellos indómitos indijenas sesometieran, se comprenderá sin dificultad, que losconquistadores españoles, los cuales no sobresalianpor la humanidad, desplegaran contra las perso-nas de los indios alzados que caian en sus manos,una crudelísima severidad.

La guerra que se hizo a los araucanos fué es-pantosa, terrible, una de las mas sangrientas querejistr la historia en sus tristes anales; "es unaguerrá mas caribe que la de Flándes, dice donDiego de Vibanco, como lo han declarado algunosque han militado en una i otra parte; i tratándosede esta materia, se lo oí decir a un gran soldadode Flándes don Francisco Lazo de la Vega, quepor lus grandes servicios i victorias que en él dióa Vuestra Majestad es mui digno de traerlo aquia la memoriaW. ¡La guerra de Arauco fué mastremenda, que la de los Paises Bajos! Esto lo di-ce todo.

No quiero hablar de los indios muertos, o masbien asesinados, en las correrías i batallas; no quie-ro hablar de los indios a quienes se cortaban lasmanos i las narices para que sirviesen de escar-miento a sus compatriotas; no quiero hablar delos centenares de indios ahorcados que se dejabanpendientes de la soga en los árboles de los cami-nos hasta que caian al suelo putrefactos; no quierohablar de los indios quemados o torturados conrigor inaudito. Me limitaré a citar un solo. ejem-plo suministrado por un testigo ocular, actor enesta desapiadada guerra, cuyo testimonio no pue-de ser tachado de parcialidad en favor de los in-dijenas. Véanse las providencias que tomaba unseior Serrano, gobernador de Chillan, para des-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

cubrir los autores i cómplices de una supuestaconspiracion.

...... Sin razon ni fundamentoPrendió algunos caciques principalesCon otros muchos bárbaros leales.

En ásperas prisiones los metia,IDe donde uno a uno los sacaba;Con grandes amenazas les hacíaDecir lo que jamas se imajinaba;I a quien confesar cosa no queriaCon horrenda crueldad tormentos daba,De las partes secretas i virilesColgándolos con látigos sutiles.

Al uno de los indios principalesEn aquestos tormentos tan crueles,Las binzas i los miembros jenitalesLe arrancó retorciendo los cordeles;Sin merecer, señor, aquestos males,Que, como tengo dicho, eran fieles.A los demas domésticos services,Les cortaba los piés i las narices.

Aquestas i otras hórridas crueldades,Cual las que voi tratando aquí al presente,Hizo mudar las firmes,amistadesEn aborrecimiento i odio ardiente.Han sido tan infandas las maldadesDe la espalola cruel i airada jente,Que como el cielo de ellas es testigo,Justamente al exceso envió el castigo (1).

¿No es cierto que esto horroriza?Por vituperables que fuesen estos atentados, 'al

cabo las víctimas eran hombres, que sabian 0 po-dian dar la muerte en caso oportuno, i que cuan-do a ellos les tocaba, la sufrian con serenidad; pe-ro lo que habia abominable era que no se perdo-nase sexo ni edad, que se matase a las mujeres,que se matase a los nifos.

(1) Alvárez de Toledo, Puren Indómito, canto 14.

72 LOS PREOUnSORIS

"Aseguro a Vuestra Seioría, dec. en 16 -demarzo de 1601 don Francisco del Campo al gober-nador don Alonso de Rivera, que despues que en-tré en este pueblo (Osorno) son mas de mil dos-cientos indios los que se han muerto; i al principiose mataban mujeres i niños por parecerne quecon este rigor darian la paz".

"Fui a Arauco, decia al rei en 12 de abril de1607 Alonso García Ramon, de donde hice unacorreduría a la mas fragosa sierra de este reino; iaunque se tomó poca jente, la cual se pasó a cu-chillo -in reservar mujer ni niño, fué de muchaconsideracion respecto de que por la fragosidad ja-mas espafioles hablan etrado en ella".

El mismo gobernador escribia al rei: "Pronun-cié auto mandando a todos los ministros de guerrapasasen a cuchillo todo cuanto en ella se tomasesin reservar mujer ni criatura, lo cual se puso enejecucion j eneralm ente, i se pasaron a cuchillo masde cuatrocintas almas-Los obispos,i jeneralmen-te"todas las órdenes, han dicho i predicado sobreesto, i dado su parecer por escrito, grandes cosas;i dicen no ser justo hacer la guerra tan cruelmen-te.-Por lo que he sobreseído esta causa, llevandoadelante mi intento solo en los hombres, que deesos ninguno escapa que no sea pasado a cuchillo,hasta le informara a Vuestra Maj estad, 'a quiensuplico se sirva mandar consultar esta causa; iconsideradas las mtadades i traiciones, ofensasgrandesque llan. hecho a Nuestro Seior estos bár-barosi i,nadar lo que cereca desto se hubiera deseg pa que en todo acertemos a servir a aiu-

bas MJstaes"'.No sigo con mas citas, porque no es mi ánimo

componer unas tablas de sangre, sino tan solo pin-tar el carácter de la guerra.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. ¡S

Los cristianos se portaban tan bárbaros comolosmismos salvajes contra quienes combatiaÉ, siendopor lo tanto doblemente criminales.

Lo mas triste para los perpetradores de tantascrueldades es que ellas fueron inútiles; o mas bienprodujeron un resultado diametralmente opues-to del que se esperaba. El terror solo sirvió paraseparar mas i mas a los indios, para infundirlestanto odio contra los españoles, que, segun la es-presion de un conquistador, nacian aborrecién-dolos.

La intimidacion no cabia en el pecho de hom-bres semejantes a los que describe un testigo pre-sencial: "Digo que he visto justiciar una infinidaddellos, i cuando los llevan a ahorcar, piden, sefla-lando con la mano, los ahorquen de la rama iasalta del árbol que mas les cuadra; i cuando se lesmanda cortar las manos, apénas se les derriba launa, cuando de su voluntad, sin decirselo, ponenla otra. En tiempo de don Alonso de Sotomayor,se prendió un indio del Estado en la provincia deCatirai, el cual era sobrino de un cacique, i por no-tar don Alonso que era el indio homb,re de enten-dimiento i soldado, se informó dél le muchas par-ticularidades, i entre otras deseoso de saber cuál erael castigo que mas sentian los indios de guerra, lepidió se lo dijese, refiriendo don Alonso todos losque en aquel tiempo se les hacian, que eran miuchosi bien crueles. Le respondió el prisiónero quno cual-quiera de aquellos castigos sentian los indios deguérra; pero el que mas sentian i les lastimab elcorazon era el servir a los españoles. 1 mandandoun dia el gobernador Martin García de Loyolacastigar unos indios que se prendieron en la 'ciu-dad de Santa Cruz por ser famosos ladrones dehurtar caballos del cuartel i alojamiento del camro

1o

74 LOS PRECURSORES

po, donde entraban de noche al efecto, llevándolosa ajusticiar, dijo uno de ellos a un soldado nacidoen aquella tierra: di al gobernador que yo muerocontento, porque no será el postrer gobernador quematará indios de guerra, ni yo seré el postreroque moriré puxr sustentarla" (1).

Esta entereza estraordinaria de los altivos arau-canos los hizo formidables.

De cuando en cuando eran vencidos i forzadosa someterse al yugo; pero solo por temporadas,aprovechando cualquiera oportunidad para volvera levantarse.

Y.

Al cabo de medio siglo de tanto afanarse, detanto batallar, de tanto gastar, de tanto matar, losconquistadores habian tenido que pasar por la hu-míllacion de ver arrasadas por los indios todas lasciudades que habian fundado ultra Biobio, i deser obli gados a tener este rio por limite de su do-minacion en Chile.

I miéntras tanto, ¿aquella larga, costosa i san-grienta lucha producía alguna ventaja a los con-quistadores?

Sí; les proporcionaba una, que en su conceptoera de alta importancia: la adquisicion de indiospara llenar las bajas cada día mas numerosas quehacía en sus encomiendas el mal tratamiento quedaban sin misericordia a los infelices indijenas.

Los españoles siempre fueron mui codiciosos deindios; pero naturalmente lo fueron siendo mas amedida que estos iban escaseando.

Lo cuerdo habría sido procurar conservarlos

(1) Olaverría, Informe sobre el reino de Chile, sus indios i sus gue-rras.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 75

apartando la causa principal de su espantosa mor-tandad, esto es, desplegando ménos dureza parahacerlos trabajar; no obstante, los encomenderos noentendian de este modo su interes.

He manifestado ántes en el precedente capítulocon documentos contemporáneos cuán rápida i te-rrible fué en Chile, como en otras partes de Amé-rica, la destruccion de la raza indijena; pero yaque he tenido que volver a tocar la materia, voi aagregar un nuevo testimonio, que contiene datoscuriosos sobre el particular.

"En lo que toca a los indios, decia al rei en car-ta de 6 de enero de 1610 el oidor don Gabriel deZelada, han quedado mui pocos lugares de ellos,porque casi todos están despoblados, i los indiosdivididos en diversas estancias i otras partes, fue-ra de sus naturales i tierras; i habiendo sido estereino uno de los mas poblados de todas las Indias,no hai de presente encomienda que pase de cienindios, i casi todas son de a cuarenta, cincuenta, se-senta indios; i se han apurado i consumido de mo-do que no han quedado en todo. el distrito de estaciudad (Santiago) dos mil i ochocientos indios tri-butarios, i de éstos mas de los mil son aucáes(araucanos) cojidos en la guerra; i las demas ciu-dades que están de esta parte de la cordillera notienen todas otros tantos indios."

Una de las causas que apuntaba el oidor Zela-da para tan espantosa despoblacion era "el servi-cio personal de los indios, de que se habia usadoen el reino de Chile con tanta tiranía, que se ha-bian servido de todos sin distincion, así de loshombres como de las mujeres, grandes i pequeños,sacándolos de sus naturales, privándolos, no solode sus tierras i bienes de que no solo no gozan, pe-ro,tampoco de sus hijos."

76 LOS PRECURSORES

En semejante estado de cosás, se concibe fácil-mente que los encomenderos de la rejion pacifica-da de Chile tuvieran mucho interes en renovar conindios traídos de Arauco, sus diezmadas enco-miendas.

La esclavitud de los indíjenas en la acepcionestricta de la palabra, esto es, la venta de los indí-jenas por dinero sube en Chile a los primerostiem-pos de la conquista.

Cuando Pedro de Valdivia determinó enviar aEspaña a Jerónimo de Alderete para que le obtu-viese dk rei la gobernacion i otras mercedes, ven-di, a fin de proporcionarse fondos para costearaquella comision, los indios que habia reservadopara si en la ciudad de Santiago desde que la po-bló.

Jeránimo de Alderete hizo otro tanto con lossuyos.

De este modo juntaron entre los dos mas detreinta mil pesos.

Para salvar la disposicion legal que prohbiaestas ventas de indios, Valdivia pretendió que co-mo él i Alderete habian cedido sus indios a con-quistadores, aunque fuera por dinero, aquello de-bia reputarse, no venta, "sino ayuda que les hacíanpara sustentar el reino" (1).

Si desde el principio hubo la idea de que po-dian celebrarse estos contratos de carne humana,se tuvo con mayor fundamento la de que era líci-to i conveniente trasladar por la fuerza a los indí-jenas a largas distancias de su residencia paraapartarlos del lugar en que eran peligrosos, i apro-veclhar su trabajo.

"Mándame Vuestra Majestad, decia al rei Ro-

(1) Góngora Marmoléjo, fftor¿a de (Uhle, capítulo 14,

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 77

drigo de Quiroga en carta de 2 de febrero de 1576,destierre algunos indios de los bulliciosos para lasprovincias del Perú, en entrando que entre porlos estados de Maregüeno, de Puren, Arauco i Tu-capel, que son los que hacen la mas guerra.Y

Rodrigo de Quiroga no ejecutó este mandato alpié de la letra, sino que se permitió modificarloen beneficio suyo i de sus amigos. Prefirió tomartodos los indios que pudo para trasportarlos, no alPerli, sino a la j urisdiccion de Santiago o la Sere-na, donde se empleaban en sacar oro para él osus parciales; i como naturalmente le gustaba ha-cr estas traslaciones con el menor riesgo e inco-modidad de su parte, buscó su botin de hombres,tanto en las tribus que estaban de guerra, comoen las de paz.

Esta conducta fué imitada por muchos de sussucesores.

La tierra de Arauco, ya estuviera rebelada, oya pacífica, llegó a ser desde entónces una especiode oficina gentium, de la cual se sacaban indios pa-ra proveer de ellos a las despobladas encomien-das del norte,

"En este reino, agregaba Quiroga en la cartaIates citada, procuraré haber a las manos, así porvia de paz como de guerra, los mas de los indiosbelicosos con el ménos daio que yo pudiese, delos cuales convendrA desterrar alguna buena par-te de ellos de su naturaleza, i trasplantarlos en losvalles i tierras fértiles, así de esta ciadad de San-tiago, como (de la Serena, lo cual pondré en ejcu-cion i castigo de sus delitos, con los cuales se sa-car.á oro, con que se podra dar entrenimiento aalgunos soldados i personas que han servido i sir-ven a Vuestra Majestad en esta tierra, i se sus-tentará la jente de guarnicion que necesariamente

78 LOS PRECURSORES

algunos aflos ha de haber en la frontera de estereino, con lo cual vuestros reales quintos seránaumentados i reservados de muchos gastos quehasta aquí de ellos se han fecho en la guerra, aun-que los vecinos en quien están encomendados lostales indios de guerra pretenden eontradecirlo, di-ciendo que pues los tales indios son de sus reparti-mientos i encomiendas se los han de dar a ellos."

Se advierte desde luego que lo que Rodrigo deQuiroga proponia al rei era precisamente todo locontrario de lo que estaba ordenado por las realescédula! El monarca habia mandado repetidas ve-ces, i con la mayor formalidad, que no se exijieraa los indios mas que un tributo pecuniario. Mién-tras tanto, Rodrigo de Quiroga, a pesar de dispo-siciones tan reiteradas, pedia que se impusiera alos indios el servicio personal, i no uno cualquiera,sino el mas rigoroso.

En otra carta de 2 de enero de 1577, dirijidatambien al rei, Rodrigo de Quiroga espresa toda-vía de una manera mas categórica el motivo deuna contradicion tan decidida a los mandatossiempre acatados del soberano. "Sobre la tasa delos tributos de los indios de este reino, por otroescrito digo a Vuestra Majestad que la guerra ipacificacion que tengo entre manos es gran estor-bo para ello, porque estos indios es jente desuni-da i tan bestiales, que no viven en pueblos juntosni conforme a la lei natural, i entre ellos no haininguna órden de justicia ni vida política, ni tie-nen haciendas, ni crian ganados en cantidad quebaste para mantenerse i dar sus tributos; i asíconvendria que la tasa fuese de tributo personal, ique se reformen al ser de hombres para que ven-gan de tener capacidad i reciban lumbre de cris-tianos."

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 79

Talvez Rodrigo de Quiroga no habria partici-pado al rei que se oponia a que se aboliese el ser-vicio personal, si no hubiera temido las revelacio-nes del obispo de la Imperial, con quien había te-nido una acalorada controversia precisamente por-que el obispo exijia que se cobrase el tributo endinero conforme a lo que estaba mandado, en lu-gar de que se obligase a pagarlo en servicios, paralo cual no se retrocedia ante imponer a los indiosviolentas traslaciones.

Los conquistadores de Chile, arrastrados por lased del oro, entendian, o pretendian entender quelas cédulas en que el monarca autorizaba para cas-tigar con la muerte a los indios rebeldes faculta-ban para someterlos a la esclavitud. Si era permi-tido quitarles la vida, ¿por qué no lo habria sidoprivarlos de la libertad?

Sentado este principio por la ignorancia o lamala fe, la codicia se encargó de estenderlo en susaplicaciones.

Los comerciantes de carne humana juzgaron queera mas cómodo proporcionarse su mercancía en-tre los indios sumisos, que entre los alzados; i na-turalmente buscaron a los primeros con preferen-cia a los segundos para su excecrable especulacion.Las tribus de Arauco que solian estar de paz teníanbajo este aspecto que sufrir mas que las de gue-rra.

El 6 de enero de 1610, el doctor Gabriel deZelada, oidor de la real audiencia de Chile, infor-maba al rei "que se habian hurtado i llevado ven-didos a Lima muchos mas de las tierras de paz,que cojidos en la guerra, siendo todo tan injusto icontra la voluntad i espresas leyes i ordenanzasde Su Majestad".

Pero la aprension de los araucanos, aun cuando

s0 LOS PREURSORES

estuvieran quietos, i sobre todo cuando estaban re-belados, no era siempre empresa fácil. Era aque-lla una caza de leones que necesitaba de diestros iosados cazadores. Así los españoles, que no gusta-ban mucho de entregarse a ella, la hacian ejecutarpor medio de los indios amigos o de servicio, aquienes lanzaban a la persecucion de los hombresde Su propia raza.

iLos indios amigos, refiere el gobernador donAlonso García Ramon como si fuera cosa mui ino-cente, en carta dirijida al virrei del Perú en 31de mrzo de 1608, "eran los que hacian la presarespecto de ser la tierra tan áspera como era, i serjente desembarazada i acostumbrada a andar porbrefas, i así a arrojarse a las quebradas, i hacerl presa con resguardo de los españoles, que de

ninguna manera se atreverian, ni lo hicieran".Según el mismo García Ramon, esta caza hu-

mana era pagada conforme a una tarifa estableci-da. "Un capotillo o capa de paño a que los indiosson inui inclinados, dice, i con que se hallan bas-tantemente pagados, es el precio de cada pieza demujer o niño que toman".

Todavía se daba mas por la captura de un ca-ballo: doce ovejas.

Pero ¿cuál era el precio de un hombre, de unguerrero airaucano?

García Ramon no lo dice.lHai constancia de que esta tarifa tan sumamen-

te módica esperimentó, al cabo de cuarenta i tan-tos años, 'algun pequeño aumento; pero no obstan-te, el negoc ¡io continuó siendo uno de los mas lu-crativos.

"'Estw4 piezas que llaman de lei (los indios es-clavos), dice la audiencia de Santiago en acuerdode,22 (e noviembre dc 165d, se comercian de los

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

indios en diez o doce pagas, que no montan en ver-dadero valor veinte pesos, i las venden a doscien-tos cincuenta, i trescientos; i las de servidumbre(se esplicará mas adelante cuáles eran éstas) aciento cincuenta, i ciento sesenta, i doscientos pe-sos, con que se tiene granjería de mucha estima-cion".

Véase ahora lo que sobre el mismo punto infor-maba al reí, entre otras cosas, el capitan don Die-go de Vibanco en 18 de octubre de 1656."I desde luego conviene mucho quitar los abu-

sos que tiene establecidos aquella guerra (la deArauco) en la esclavitud de los indios, en que ma-yormente ha consistido su duracion por el grandeinteres que se les ha seguido i sigue a las cabezasque gobiernan, que son las del gobernador, maes-tre de campo jeneral i sarjento mayor; porque delas corredurías i malocas que se hacen al enemigo,es mucha la cudicia de las piezas que se cojen enellas; i las que ménos valor tienen, que son los in-dios, se venden por mas de cien pesos, i cada mu-jer i muchacho a mas de doscientos; i los que nollegan a diez años, que llaman de servidumbre,tainbien a mas de ciento, i mayormente acontecesiempre cojerlos nuestros indios amigos, porquevan por guias i llevan la vanguardia, i así hacenmas presto la presa que los españoles, i se les pa-ga a veinte pesos cada una, sin poderlas vender aotras personas que las referidas; i del número deestas piezas le toca al maestre de campo i sarjentomayor a veinte dellas por ciento i las demas res-tantes al gobernador, con que clara i advertida-mente se verifica que estando este grande interesde por medio, no se ha de tener otro fin, mas queel pretender que dure la guerra".

LOS PRECURSORES.

VI.

A diferencia de lo que sucedia respecto de otrosmalos tratamientos contra los indijenas, en este deque estoi hablando, pesa sobre el rei i sus conseje-ros la misma responsabilidad, que sobre sus go-bernadores i subalternos de Chile.

Hemos visto ántes que Rodrigo de Quiroga hi-zo esfuerzos para que se legalizara la esclavitudde los araucanos, para que el rei de Espalla renun-ciase en Chile al título de protector de los indíje-nas que había sostenido en toda la América.I a la verdad, aquella resolucion era tan grata

a todos los conquistadores de este país, i les pare-cia tan justa e indispensable, que Rodrigo de Qui-roga no-fué el único en tales jestiones,

tno de sus sucesores, don Alonso García Ra-mon, decia al monarca en 9 de marzo de 1608 loque sigue: "Algunas veces he escrito que sería degrandísima importancia para la conclusion de es-ta guerra, que Vuestra Majestad fuese servido darestos indios por esclavos, atento a las grandes trai-ciones i no imajinadas maldades que han cometi-do.-Vuestra Majestad se sirva mandarlo ver ideterminar con toda brevedad; porque así para loreferido, como porque esta jente tenga algun mo-mento i aprovechamiento, importa".

Antes de que el rei Felipe III hubiera recibidola precedente solicitud, ya habia decretado lo quecon tanta eficacia se le suplicaba, o mejor dicho, loque en contra de todas las leyes se estaba practi-cando en Chile desde mucho tiempo a la fecha.

1 había tomado esta importante determinacion,no por sí solo, sino por indicacion de un consejode guerra encargado de estudiar los asuntos de

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

Chile, del que, entre otros magnates, formaba par-te el ex-gobernador de este país don Alonso deSotomayor.

Estos señores propusieron al rei, junto con otrasprovidencias, el 23 de febrero de 1608, que tantolos soldados españoles, como los indios amigos,hicieran sus esclavos a todos los araucanos que cau-tivasen en la guerra, bajo la condicion de que niunos ni otros pudieran conservar en Chile "los es-clavos que tuviesen doce años arriba, sino que losvendiesen para fuera del reino, dándoles el térmi-no que pareciese competente para ello".

Felipe III se apresuró a aprobar este dictámenpor real cédula de 26 de mayo, que copio a conti-nuacion, porque merece ser conocida a la letra, inunca ha sido publicada ántes de ahora."El Rei. Don Alonso García Ramon, mi gober-nador del reino de Chile. Por cuanto habiendo losindios que están alterados i de guerra en las pro-vincias de Chile reducídose a los principios deaquel descubrimiento al gremio de la iglesia i obe-diencia de mi real corona, se alzaron i rebelaronsin tener causa lejítima para ello, a lo ménos sinque de parte de los señores reyes mis projeniteresse les diese ninguna, porque su intencion i la miasiempre ha sido i es que ellos fuesen doctrinados ienseñados en las cosas de nuestra santa fe católi-ca, i bien tratados como vasallos mios, i que no seles hiciesen molestias ni vejaciones, para lo cual seles diesen ministros de doctrina i justicia que losmantuviesen en justicia, i amparasen, ordenándo-lo así por diferentes cédulas i provisiones; i aun-que se ha procurado i deseado siempre atraerlospor bien de paz, i ellos la han dado i convidadocon ella, i se les ha admitido muchas i diversasveces, ofreciéndoles su buen tratamiento i alivio,

LOS PRECURSORES

siempre han dado esta paz finjida i no han perse-verado en ella mas de cuanto les ha estado bien,quebrantándola cuando les ha parecido; i negandola obediencia a.la iglesia, se han rebelado i toma-do las armas contra los españoles i los indios ami-gos, asolando los fuertes, pueblos i ciudades, de-rribando i profanando los templos, matando a mu-chos relijiosos i al gobernador Martin Garcia deLoyola, i muchos vasallos mios, i cautivando lajente que han podido haber, permaneciendo demuchos años a esta parte en su obstinacion i per-tinacia; por lo cual han merecido cualquier casti-go i rigor que con ellos se use, hasta ser dadosporesclavos, como a personas de letras i mI doctasles ha parecido que deben ser dados por tales co-mo jente perseguidora de la iglesia i relijion cris-tiana, i que le han negado la obediencia. I habién-dose visto por los de mi consejo de las Indias lospapeles ,cartas, relaciones i tratados que sobre es-ta materia se han enviado de las dichas provinciasde Chile i el Perú, i conmigo consultado i conside-rado lo mucho que conviene para el bien i quietudde aquellas provincias, i pacificacion de las que es-tán de guerra, he acordado de declarar, como porla presente declaro i mando, que todos los indios,así hombres como mujeres, do las provincias rebe-ladas del dicho reino de Chile, siendo los hombresmayores de diez años i medio, i las mujeres denueve i medio, que fuesen otomados i cautivados enla guerra por los capitanes i jente de guerra, indiosamigos nuestros i otras cualesquier personas queentendiesen en aquella pacificacion dos meses des-pues de la publicacion de esta mi provision en ade-lante, sean habidos i tenidos por esclavos suyos, icomo de tales se puedan servir de ellos, i vender-los, darlos i disponer de ellos a su voluntad, con

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 85

que los menores de las dichas edades abajo no pue-dan ser esclavos, empero que puedan ser sacados delas provincias rebeldes, i llevados a las otras queestán de paz, i dados i entregados a personas aquien sirvan hasta tener edad de veinte años paraque puedan ser doctrinados e instruidos en lascosas de nuestra santa fe católica, como se hi-zo con los moriscos del reino de Granada, i con lasdemas condiciones que ellos. Mas es mi voluntad,i mando que si los dichos indios de guerra delreino de Chile volviesen a obedecer la iglesia i seredujesen a ella, cese el ser esclavos, ni podersetomar, ni tener por tales, lo cual se ha de enten-der con los que no hubiesen sido tomados en laguerra, porque los que hubiesen sido tomados enella los dichos dos meses despues de la publica-cion de esta mi provision, i no hubiesen queridoreducirse al gremio de la iglesia ántes de venir amanos de las personas que los tomaron, han dequedar por sus esclavos, como está dicho, i man-do que así se haga i cumpla, sin embargo de loque en contrario de ello está proveído i ordenadop9r cédulas i provisiones reales que para en cuan-to a esto toca, las deshago, caso i anulo, i do¡ porningunas i de ningun valor i efecto. 1 quiero imando que esta mi provision valga i tenga efectode lei, i que sea publicada en las partes dondeconviniere en la dicha provincia de Chile, de ma-nera que lo que por ella se ordena venga a noticiadetodos los indios, así amigos como enemigos, ique se- cumpla a sus tiempos. 1 otrosí mando alpresidente i los del mi consejo de las Indias, i alos mis virreyes, presidentes i oidores (le mis au-diencias reales de las dichas Indias Occidentales,i al mi gobernador i capitan j eneral de las dichasprovincias de Chile, i a otros cualesquier mis jue-

86 Los PRECURSORES

ces i justicias que hagan guardar, cumplir i ejecu-tar lo en ella contenido, i contra el tenor i formade ella no vayan, ni pasen, ni consientan pasaren manera alguna. Dada en Ventosilla a 26 demayo de 1608.-Yo el Re¡.- Yo Gabriel de Saa,secretario del Re¡ Nuestro Señor, la hice escribirpor su mandado i librada de los señores del Con-sejo."

Se ve que el soberano, imponiendo en masa atodos los araucanos la pena de esclavitud, imitabasin saberlo el procedimiento del licenciado Juande Herrera cuando los procesó i condenó en cuer-po a todos ellos.

Felipe III, junto con espedir la cédula que aca-ba de leerse, facultó a su virrei del Perú marquesde Montes Claros, i a su gobernador de ChileAlonso García Ramon para que ejecutasen estadisposicion en el tiempo i forma que estimasenconvenientes.

La real cédula dirijida al segundo era como si-gue:"El Rei. Alonso García Ramon, mi gobernadori capitan jeneral de las provincias de Chile. Ha-biendo visto los memoriales i pareceres de teólo-gos i otros papeles, relaciones i cartas que de esereino se me han enviado sobre dar por esclavoslos indios de guerra de las provincias rebeldes deese reino, i lo que esto importaria para que se aca-base esa pacificacion, he mandado despachar sobreello la provision que con ésta va para que sean da-dos por esclavos los dichos indios de guerra quese tomasen en ella, siendo los hombres mayoresde diez años i medio arriba i las mujeres de nue-ve i medio, en la forma i con las declaraciones quese contienen en la dicha provísion; i os mando queusei de ésta, í la ejecuteis luego, o en las ocasio-

DE LA INDEPENDENCIA DE CILE. 87

nes i tiempo que os parecieren mas convenientespara acabar esa guerra, i que se ponga de paz esereino, que yo lo remito a vuestra prudencia i con-sideracion; i de lo que en esto -e hiciere, me avi-sareis. De Ventosilla a .26 de mayo de 1608.-Yoel Rei.-Por mandado del Rei Nuestro Señor, Ga-briel de Saa."

Aquellos dos personajes de la colonia, el mar-ques de Montes Claros i el gobernador García Ra-mon, a cuyo arbitrio habia dejado el soberano laaplicacion de su tremenda cédula, trabaron porescrito una discusion sobre el particular.

En 1609, don Alonso García Ramon, que ya sa-bemos como opinaba de antemano en el asunto,contestó al virrei "que una de las cosas de masconsideracion que se podia ofrecer para concluiraquella guerra era haber Su Majestad mandadoque aquellos indios fuesen esclavos; pero que noconvenia en ninguna manera que los indios ami-gos gozasen de la merced que habian de gozar losespañoles; mas que sería mui acertado procurardar a entender a los rebeldes que están de guerra,que si viniesen de paz, se les admitiria i tratariacomo hijos, i donde nó, que se habian de vender icomprar como caballos, aunque no habia para queimajinar que ellos habian de admitir buenas ra-zones".

A virtud de estas consideraciones e informes,don Luis Merlo de la Fuente, que a la muerte deGarcía Ramon, tomó el mando interino de Chile,publicó solemnemente en 1610 la real disposicionpor la cual se permitia hacer esclavos a los arau-canos rebelados, a condicion de venderlos fueradel país si pasaban de doce años, con arreglo auna nueva provision real de 1609.

TIOS PRECURSORES

vII.

Valiéndome, segun el método que me he pro-puesto seguir, de las palabras de un documentooficial, voi a hacer conocer los efectos que produ-cia en la guerra de Arauco la práctica legalizadapor Felipe III de hacer esclavos a los prisioneros;i la manera como se cumplió la órden de vender-los fuera del país, cuando tuvieran mas de doceaños, la cual evidentemente habia sido dada pa-ra tratar de estinguir en Chile aquella indómitaraza.

"Esta guerra es mui diferente de la de los otrosreinos, escribía al rei en 1611 don Juan de JaraQuemada, sucesor de Merlo de la Fuente, porquela insaciable cudicia de los superiores no tratabamas que de sus intereses particulares; i para aca-barlo todo, se pregonó la real cédula que daba poresclavos todos los indios aucáes que se cojiesen,hombres, mujeres, hijcs, etc; i resultaba que lasmayores malocas eran mas perniciosas a Su Ma-jestad; porque sucedia que las piezas recojidas serepartian en tres partes: cabo, capitan i soldados;los unos como mas poderosos escojian lo mejor, ia,los soldados daban el deshecho, i a todos los he-rraron en el rostro. Los soldados algunos vinierona vender en la Concepcion los que les cupieron; i elque tuvo buena venta, con el dinero procuró huir-se por la cordillera, como lo hicieron algunos; (estoes lo que sucedió con la maloca de Tirua, que hizoestos dias pasados el maestre de campo Alvaro Nú-flez de Vineda); i muchas veces estos indios sehuianal cabo de algunos meses, e iban a dar razonde nuestra posicion".

Jara Quemada continúa esponiendo que los

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 89

maestres de campo i cabos del ejército mandabansus esclavos a sus casas i haciendas con ocho o diezsoldados para que los custodiasen; que cobrabanpaga i vestuarios para estos soldados como si :estu-viesen en campaña, i no en su servicio personal;i que empleaban a los esclavos i sus guardianesen hacer sementeras, cuidar el ganado, beneficiarlas viñas, etc., i trasportar despues los frutos pa-ra venderlos en el ejército por precios exhorbi-tantes.

Agrega por último: "Para remediar a esto, hehecho publicar que de todas las piezas que se cojie-sen se haga un monton de ellas, i se reparta porigual en todo el ejército o jente que fueren a la ma-loca; i de este modo no sucederá ya que por lacudicia de un esclavo, el soldado deja de natarcuatro i cinco, i tambien a veces se atrevia a co-rrer peligros mui en el caso de hacerse matar".

La consideracion aducida por el gobernador deque el soldado por hacer un esclavo dejaba de ma-tar cuatro o cinco indios es un rasgo característi-co que pinta la barbarie de la conquista con ma-yor viveza de lo que podria hacerlo una diserta-cion ae varias pájinas.

Los vecinos de Chile habian recibido con elaplauso que debe suponerse la legalizacion por Fe-lipe III de la práctica de hacer esclavos a los in-dios; pero no así la órden de que los vendiesenfuera del país, si pasaban de doce años, a fin deimpedir que volvieran a incorporarse con los su-yos, i de estirpar tan molesta raza.

Se opusieron, pues, a la salida de los araucanosprisioneros, alegando que en la rápida despobla-cion del pais los habian menester para engrosarsus encomiendas, i para cultivar los campos, i pa-ra esplotar las minas, i para ejecutar toda especie

12

UU LOS PRECURSORES

de servicios, sin los cuales no podrían sostenerseen el reino.

Sus murmuraciones i clamores fueron tantos, ia decir verdad, tan fundados, que lograron ponerde su parte a la audiencia i estorbar la remisionde los esclavos al Perú.

"No es menor daño, informaba al re¡ con enojodon Juan de Jara Quemada en 28 de enero de1617, el que el fiscal de -la audiencia, ayudado dealgunos oidores, causa en impedir que los indioscojidos en la guerra no se saquen fuera del reino;i aunque sobre este particular les he enviado copiade un capítulo de carta de Vuestra Majestad fechadel año de 1609 en que manda al gobernador queestos indios, como sean de doce años para arriba,se procuren echar de la tierra, i dádoles a enten-der cuán justo i bien acordado había sido, no hanquerido abrir las puertas a esto, dando para elloalgunas causas de poco fundamento; i si al fiscal ioidores se les mandase viniesen por sus turnos ca-da año a hallarse en esta guerra, i la audiencia es-tuviera en la Concepcion, como tengo dicho a Vues-tra Majestad, i es lo que conviene, cierto estoi queno tan solamente condescenderian con este articu-lo, sino fueran de parecer, como yo lo soi, que hastalos indios recien nacidos se desterrasen, i se echa-se tan mala i perniciosa semilla de la tierra, quepor haber conocido esto de ella, no se ha cojido enmi tiempo ningun indio con las armas en las ma-nos a quien no se haya quitado la vida; i si esto,señor, se hubiera hecho de seis años a esta parte,i la cudicia de algunos no lo hubiese sido para re-servarlos deste rigor por tenerlos en sus chácarasi granjerías, a buen seguro que la guerra estuvie-ra en diferente estado, como lo confiesan ellos mis-mos, pues habiendo preguntado a un indio que se

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE, 91

cojió habrá quince días: qué le parecia de las jus-ticias que yo mandaba hacer en ellos, dijo que de-cia Enavilo que ya los españoles habíamos caídoen su pensamiento cerca de hacer la guerra comoellos, i que esto les había causado mucho temor; ies lo que importa, porque pensar que por bien seha de sacar fruto es proceder en infinito. VuestraMajestad se sirva dispensar remedio en esto re-prendiéndolo a la audiencia".

Así don Juan de Jara Quemada mataba sin pie-dad a los araucanos, porque la audiencia se opo-nia a que se sacaran del país. No había para élmedio entre el destierro o la muerte. No admitíasiquiera, como Rodrigo de Quiroga, que se lesconfinase en los términos de Santiago o de la Se-rena. Aquellos malditos indios amaban tanto a supatria, que siempre lograban fugarse, i encontrarcamino para volver a ella, desde cualquier provin-cia de Chile en que se les colocase, i por vijiladosque estuviesen.

El odio que existia contra los araucanos era tanviolento, que hai presidente que se queja de la fa-cilidad con que se reproducian i multiplicaban, apesar de la peste que solía diezmarlos de cuandoen cuando, i de la guerra, mas terrible por ciertoque la peste, que los diezmaba permanentemente.Los gobernadores querían que los araucanos sa4liesen de la vida, o que saliesen por lo ménos deChile, para libertarse de su odiosa presencia.

Mas los encomenderos i vecinos del norte noquerian ni lo uno ni lo otro, sino que fuesen susesclavos.

El grande i apetecido provecho que la guerra deArauco les proporcionaba eran los prisioneros queles servian para llenar las numerosas bajas de susencomiendas.

LOS PRECURSORES

VIII.

1 ahora ha llegado el caso de examinar si aque-lla ganancia inhumana compensaba las desastro-sas consecuencias que la guerra mencionada habiatraído para las provincias sometidas, para las delnorte de Chile.

La lucha sangrienta i heroica que los arauca-nos sostuvieron contra los invasores, no solo ase-guró por siglos su independencia, sino que cau-sO tan funeltos resultados enla rejion de Chile do-minada por los europeos, que casi ocasionó la com-pleta ruina de éstos, poniéndolos en riesgo de verseforzados a abandonar el país, o por lo ménos en elduro trance de mantenerse en él con harta dificul-tad i a costa de los mayores sacrificios.

Es esta una consecuencia de la guerra de Araucoque hasta aquí no ha sido bien notada por los his-toriadores, i que yo me propongo manifestar conhechos i documentos incontestables.

Debe recordarse la obligacion impuesta por lalei a los enconmenderos de defender la tierra.

En cumplimiento de este precepto, todos los delnorte de Chile, i en particular los de Santiago,eran frecuentemente compelidos, o a ir en personai a su costa a combatir contra los araucanos, o asuministrar en pago de la esencion de tan penososervicio, víveres i pertrechos de toda clase para elejército que hacía la campaña.

Ademas, se imponian directamente a los indiospacíficos i encomendados fuertes contribuciones defrutos, lo que redundaba en perjuicio de los enco-menderos.

Por último, se obligaba a gran número de los

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 93

mismos indios a ir en compaflía de los soldadospara que los sirviesen i ayudasen.

Los conquistadores estimaban sobre manera loscaballos, i se concibe el motivo.

Eran ellos los que constituian su fuerza, los queconvertian a cada español en ciento.

Así estos jenerosos brutos eran tan apreciadoscomo valiosos.

Cuando el gobernador Valdivia pidió a Cárlos Vque designara al presbítero Rodrigo González deMarmolejo para obispo de Chile, enumeró entrelos títulos que le hacian acreedor a tal distincion,el de haber introducido una crianza de yeguas,"que Dios habia multiplicado en recompensa desus buenas obras, i de que los conquistadores ha-bian sacado gran provecho" (1).

Pues bien, a fin de atender a las necesidades dela guerra, los vecinos í encomenderos eran forza-dos con frecuencia a privarse de unos animales tanpreciosos i tan útiles.

De unos apuntes o anotaciones que el ex-gober-nador don Alonso de Sotomayor envió en 1608 alvirrei del Perú marques de Monte Rei para quese tuviesen presentes en la administracion de Chi-le, aparece que se favorecia el hurto de caballoscon el interes de que se llevaran a la guerra deArauco mayor número de los que por bien o pormal se arrancaban a los propietarios. Sotomayorproponia que, en vez de fomentarse, se reprimieraeste abuso, porque el temor de los hurtos hacía quese criaran pocos caballos; i que al efecto se ahorcaseo castigase con severidad.a los indios a quienes seempleaba en semejante oficio.

Esto puede dar idea de las estorciones a que los

(1) Valdivia, Garta a Carlos V, fecha 15 de octubre de 1551.

94 LOS PRECURSORES

vecinos i encomenderos del norte estaban espues-tos con motivo de la larga i costosa guerra deArauco.

A veces se tomaban los caballos, las vacas, losgranos, las mercancias de todo jénero, librando elgobernador o sus ajentes la paga contra la cajareal "para cuando tuviese de qué pagar", dice uncronista, lo que importaba tanto como arrebatarlotodo grátis, "porque ha placido a Dios, agregabael mismo cronista, que hasta ahora no tenga ungrano de sobra" (1).

Se concibe que repetidas i fuertes contribucio-nes de está especie bastasen para impedir la pros-peridad de una sociedad naciente, i aun paraarruinarla.

Efectivamente fué lo que sucedió.El presidente Bravo de Saravia manifestaba al

re¡ en 8 de mayo de 1569: "Ya tengo escrito a Vues-tra Majestad como la mayor necesidad que esta tie-rra tiene es de jente por los muchos indios que haien ella i pocos españoles, i éstos tan pobres i cansa-dos, i los indios tan animosos, i ellos tan temero-sos, que si Vuestra Majestad con brevedad no losmanda socorrer, tengo por cierto que no solo no sepodrán sustentar, pero que se perderá; i esto man-dando que de Espaia, o del Perú, o Tierra Fir-me vengan cuatrocientos hombres, o por lo ménostrescientos pagados en el Perú, porque acá no haiqué darles, ni Vuestra Majestad tiene renta dequé pagarlos."

Don M iguel de Olaverría escribia en 1594: "Je-neralmente estantes i habitantes, todos padecensuma pobreza por no hallar en qué ganar, ni endónde valerse, con tanta inquietud que no tienen

(1) Maffio de Lovera, rónica del reino de Chüe, libro 3, capítulo 27.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 95

sosiego ni seguridad en sus casas por sacarlosdellas cada hora para la guerra; i si nó, contribu-yendo para ella de sus pocas haciendas, dejandodesamparadas sus casas, llenas de mil necesidadesi de mujer i hijos con suma pobreza, que quedantan aventurados a los daños i ofensas que de la so-ledad, necesidad i ausencia, nacen, cuanto se dejaver. Los vecinos encomenderos están sus casas he-chas hospitales con los continuos gastos de la gue-rra, i tan empeñados i pobres, que no tienen de quésustentarse por la disminucion de sus rentas, quees cosa de lástima ver las casas llenas de hijas deun gran número de conquistadores, hombres demuchos merecimientos i valor, sin que tengan jé-nero de remedio para tomar estado, ni aun parasustentarse."

"Las haciendas de los indios de la Serena, San-tiago, Concepcion i las demas, que solian ser ricos,agrega todavía el mismo escritor, están tan disi-padas, gastadas i destruidas con la continua dis-tribucion que han hecho dellas para el sustento dela guerra, que ni aun con qué curarlos en sus en-fermedades no tienen los miserables indios."

"Finalmente está el pobre reino tan consumidosin sustancia i en lo último, dice, que es bien me-nester cuidar aquel cuerpo enfermo, i que está enlos fines, administrándole algun remedio que leaproveche."

Ix.

Las exijencias de los gobernadores en medio deesta jeneral pobreza exacerbaron en mas de unaocasion a los vecinos de Santiago, que ya no po-dian soportar tantas exacciones, dando oríjen aviolentos disturbios.

96 LOS PRFCURSORES

El año de 1581, gobernaba interinamente a Chi-le don Martín Ruiz de Gamboa.

Desde Arauco, donde se encontraba, envió aSantiago al capitan Pedro Olmos de Aguilera encomision para echar una derrama, como entóncesse llamaba, de veinte mil pesos entre todos losmercaderes, que debian pagarla en ropa destinadaal ejército de la frontera.

Aquella órden produjo un verdadero alborotoen la ciudad.

1I ciertamente que no era para ménos: ¡veinte milpesos de cDntribucion estraordinaria!

No se apreciaria bien el fundado disgusto delvecindario si no se tuviera presente que la deman-da de tan cuantiosa suma no era el primer casode su especie que ocurria, sino por el contrario, elúltimo de una larga serie de otros iguales.

Hasta las mismas autoridades dieron la razona los mercaderes.

El cabildo envió procuradores al virrei del Pe-rú don Francisco de Toledo "para que remediasela vejacion de los ordinarios tributos de esta tie-rra."

Lo mas notable del asunto fué que prestó suaprobacion a ello el representante mismo de Ruizde Gamboa en Santiago, su teniente-gobernador,el doctor Azócar.

Apénas tuvo noticia de lo que acontecia, donMartín Ruiz de Gamboa se dirijió apresurada-mente a la capital del reino, a la cabeza de uncuerpo de cuarenta hombres.

Inmediatamente que supieron los de Santiagola llegada del gobernador, salieron a recibirle a uncuarto de legua, con toda solemnidad, probable-mente con la esperanza de hacerse perdonar laresistencia a la contribucion.

DE LA INDEPENDENCIA DÉ CHILIE. 97

El doctor Azócar iba como de uso i de derechopresidiendo a las autoridades i al vecindario.

Habiendo pedido la mano al gobernador, éstle dijo:-sed preso en nombre de Su Majestad.

-- Su Majestad no ha podido mandarlo, replicóal punto el doctor Azócar, sacando una real cédu-la que llevaba a prevencion, por la cual el mo-narca le nombraba justicia mayor del reino.

Esto que oyeron i vieron varios de los soldadosque venian con Ruiz de Gamboa, cargaron contrael doctor, dieron con él de la mula abajo, i le con-dujeron medio arrastrando a Santiago, de dondea los tres dias fué traslado a Valparaíso, i de allía Lima.

Tan severo castigo hizo callar a todos los de-mas.

Don Martin Ruiz de Gamboa arrancó a losmercaderes i a otras personas de la ciudad losveinte mil pesos para la ropa del ejército.

Ademas ordenó que los indios promaucáes su-ministrasen luego al punto tres mil quintales debizcocho, cuatro mil de tocino, gran número decargas de cecina, muchos carneros i cosas de re-fresc'o, que debieron trasportar a hombros hastaArauco.

El gobernador prometió, segun la fórmula acos-tumbrada, que todo sería pagado de la real cajacuando tuviera cómo; i se volvió a Arauco a pro-seguir la guerra.Cerca de dos aios despues, vino a reemplazar aRuiz de Gamboa el gobernador propietario donáAlonso de Sotomayor.

Los vecinos agraviados quisieron aprovecharsede la residencia de Ruiz de Gamboa para acumu-lar contra él tantas i tan tremendas acusaciones,que segun un cronista, "habria parecido piadoso

13

98 LOS PRECURSORES

castigo cortarle diez cabezas, si diez tuviera."Sin embargo, Sotomayor descubrió pronto que,.

entre otros, el motivo de, tanta zafia era "porqueRuiz de Gamboa echaba derramas para sacar ro-pa i mantenimientos para los soldados, ordenandoque los vecinos los sustentasen, o acudiesen porsus personas a la guerra, lo cual esperiment6, donAlonso ser mui escusable so pena de dejar a losenemigos a su albedrío, pues no pueden los solda-dos pasarse sin comer, ni tienen otra parte dedónde les venga. I así habiéndolo considerado to-do, juzgó ., mariscal Ruiz de Gamboa, por hom-bre cabalsimo en su oficio, como lo era" (1),

Esto quiere decir en otros términos que ,el nue-vo gobernador continuó procurándose recursos pa-ra la costosa guerra en la misma forma, que donMartin Ruiz de Gamboa i que sus antecesores.

Existe una informacion o espediente del cualconsta que en 1597, gobernando el reino el su-cesor de Sotomayor, don Martin García Ofiez deLoyola, volvió a haber en Santiago disturbiospromovidos por igual motivo.

Por entónces llegó un cuerpo de ciento cuarentasoldados que enviaba el virrei del Perú don Luisde Velasco.

El gobernador, que se hallaba en la frontera,hizo por medio del capitan Nicolas de Quiroga,uno de los que intervinieron en la aprension deldoctor Azócar, apercibimiento jeneral a los veci-nos encomenderos de Santiago, de cualquiera edadque fuesen, como pudiesen andar a caballo, paraque a toda prisa se dirijiesen con armas i caballosa donde él se encontrase; i a los que fuesen de tan-

(1) Mariiño de Lovera, Cónica Me reino & 7Te, libro 3, capítuIos27 i 28.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 99

ta edad que no pudiesen andar a caballo, o estu-viesen ausentes del reino, para que socorriesen ala tropa recien venida con los caballos, sillas i per-trechos necesarios, en proporcion a los indios quecada uno tuviera, i a los gastos que habria hechosi hubiera ido personalmente a la guerra.

Juntamente ordenó que se reunieran cuantoscaballos se pudieran; i que se exijiera a los pro-maucáes la acostumbrada provision de cecina,manteca, tocino, queso i aparejos de recua.

Todo esto debia ser pagado por la real hacien-da, ...... pero cuando tuviera con qué.

Los encomenderos, en contestacioni hicieron queun escribano fuera a notificar a Oñez de Loyola alparaje de Arauco donde estuviese una provisionque habian obtenido de la audiencia de Lima, porla cual se les eximia a ellos i a sus criados de acu-dir a la guerra contra los indios.

Oiez de Loyola respondió que aquella decisionhabia sido revocada por otra posterior.

Sin embargo, "los vecinos encomenderos, segunvarios testigos oculares, no acudieron ni ayudaron,publicando que no querían venir a la guerra, niteiian obligacion a ello, i que harto habian ayuda-do en cinco años; i esto era lenguaje jeneral entrotodos, haciendo juntas i corrillos en la plaza i ca-lles de la ciudad de Santiago, donde públicamentelo decian i trataban".

Los descontentos, al mismo tiempo, que se la-mentaban "de lo mucho que ellos i sus padres ha-bian gastado para sustentar la tierra", hacian co-rrer la especie de que Oñez de Loyola estaba des-avenido con el virrei, i que ya se le habia nombra-do sucesor.

El resultado de toda aquella ajitacion fué quesolo salieron para Arauco dos encomenderos, i cin-

100 LOS PRECURSORES

co o seis moradores; i que los caballos que propor-cionaron fueron pocos i malos.

"Los pocos caballos que dieron los vecinos deSantiago, dice uno de los testigos, fueron mui tar-de i tan ruines, que no fueron de servicio para laguerra, porque de los primeros que se escojieronfueron los que se dieron a los soldados de la com-

pafía de mi tercio, i ansi fueron los mejores, i conserlo fueron tales, que a las nueve leguas de la di-cha ciudad no pudieron pasar adelante, i para lohacer, compraron rocines con sus vestidos i ropasque traiaN desnudándose para ello; i los, que nolo tenian les buscó este testigo yeguas de indiosen que poder pasar adelante; i segun éstos, que se-rian los mejores, se deja entender cuál serian losdemas".

No se manifestó Con aquello solo el disgusto delos santiaguinos.

El jefe de los ciento cuarenta soldados venidosdel Perú publicó un bando en que por una partemandaba que ninguno de los suyos llevase a lafuerza consigo ningun indio ni india; pero en quepor la otra prohibia que los vecinos saliesen al ca-mino a quitarles los que voluntariamente quisie-ran ir con ellos en su servicio.

Esta determinación aumentó la irritacion de losánimos.

El cabildo hizo requirimientos i protestas.Los vecinos pusieron el grito en los cielos con-

tra un bando que con hipócritas apariencias ame-nazaba privarlos del gran número de araucanosprisioneros que estaban incorporados en sus enco-miendas, los cuales naturalmente habian de que-rer aprovechar la ocasion para acercarse a sus ho-gares.

1 efectivamente, se apod~ron a mano armada

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

de muchos de los indios que los soldados habianllevado consigo para que les sirviesen en el viaje.

Pero esta resistencia, como las que hubo ántes,o las que hubo despues, sea de palabra, sea porvias de hecho, no evitaban el que los gobernadoresrecurriesen al principal arbitrio que había paraproveer de hombres, caballos i víveres al ejércitode la frontera, esto es, al de imponer contribucio-nes a los habitantes del norte, i especialmente deSantiago.

1 debe tenerse entendido que la porfiada oposi-cion a estas repetidas i gravosas exijencias de per-sonas, de dinero i de mercancías nacia, no solo dela mala voluntad propia de todo contribuyente aquien se esplota en exceso, sino tambien, i miii par-ticularmente, de la estremada pobreza i falta de re-cursos en que el país se encontraba, aun un siglodespues de haber sido ocupado por los espafioles,segun aparece de la siguiente esposicion que copiode un informe sobre el estado de Chile, pasado porla audiencia al rei en 1639, apoyándose en las de-claraciones de diez personas de las mas espertas,celosas i calificadas de la ciudad de Santiago:

JíParece a esta audiencia (aunque con puntuali-dad no lo tiene ajustado) que el número de espa-ñoles que hai en todo este reino, incluyendo lasprovincias de Cuyo, que cae de la otra parte de lacordillera, i de Chiloé, que es ultramarina, será dehasta setecientos u ochocientos hombres repartidosentre ocho ciudades, que alguna dellas no tienediez espafioles; i el de los indios encomendados,cuatro mil i quinientos poco mas o ménos; i el delos negros esclavos, mas de dos mil.

"1 que el ramo de peste i contajio de sarampion¡ viruelas que ha corrido, i se va continuando enestas partes, ha hecho, i hace en ellas tanto estra-

LOS PRECURSORES

g en los naturales i esclavos, que se va sintien-o su grande disminucion i menoscabo, particular-

mente en el servicio de las casas, desavío i desam-paro de las haciendas del campo, con que se tienepor cierto va en declinacion, i descaecerá cada diamas la labranza i crianza, miembros principalesde los caudales deste reino; i por hallarse empeña-dos los vecinos i moradores desta ciudad de San-tiago, cabeza de todo él, en sumas tan excesivas deprincipal i corridos de censos i deudas sueltas,que pasan, segun se muestra por papeles, de masde dos millones de pesos de a ocho reales, i por lacontinua vejacion que tanto les aflije con bajar to-dos los afios de las fronteras de la guerra, i diver-tirse por las ciudades i partidos, gran cantidad desoldados, como ellos dicen, a pertrecharse, lleván-doles parte del servicio i de los caballos; por estascausas, se tiene jeneralmente por trabajoso i mise-rable el estado presente en la paz de las cosas des-te reino.

"1 que por estar tan poco habitado de espaio-les, i tan disipado de naturales, si de él se hubiesede proveer el real ejército de jente, sería dejar lascasas sin habitadores, los campos sin labranza, ilas mujeres, niios, viejos, ecleciásticos e impedi-dos en poder i al albedrío de indios i de negros,jente poco segura i mal contenta; pero que en ca-so inescusable, como Vuestra Majestad lo tiene re-suelto, es mui justo que todos asistan al comun pe-ligro, i que en las necesidades ordinarias, se haganlevas de jente voluntaria, i se lleve por fuerza poralgun tiempo la que se halla resuelta, mal entrete-nida i ocupada, atendiendo siempre a la necesidaddel tiempo i del estado, en conformidad de cédu-las reales".

La resistencia de los españoles del norte para

DE LA INDEPENDENCIA DE CRILE.

contribuir con sus personas i bienes al sosteni-miento de la guerra de Arauco fué tanta, i tan fun-dada, i sus reclamaciones a la corte tan enérjicas ireiteradas, que precisamente hacia la época en queGarcía Oñez de Loyola estaba empeñado por estemotivo en su lucha con los vecinos de Santiago,el rei espedia una cédula para que se les obligasea salir en persona a campaña solo en casos muiapurados.

"El Rei. Don Martín García de Oñez i Loyola,caballero del órden de Calatrava, mi gobernadori capitan jeneral de las provincias de Chile, o lapersona en cuyo cargo fuere el gobierno de ellas.He sido informado que los vecinos i moradores deesas provincias están necesitadísimos por tener so-bre si cuarenta i cuatro años de guerra, i que esmucho lo que pierden en uno que falten de tus ca-sas i haciendas, i que convendría aliviarlos de estetrabajo proveyendo que no fuesen llevados a él,sino que se hiciese la guerra con la jente de ella, ila que se enviare; i que ellos ayudasen con losbastimentos que buenamente pudiesen ú, modera-dos precios o de gracia. I habiéndose platicado so-bre-ello en mi consejo de las Indias, deseando quelos vecinos i moradores de esas provincias seanrelevados de lo susodicho, he tenido por bien, i osmando que procureis escusarlos i relevarlos de laguerra cuanto fuere posible, i no los compelais air a ella sino en casos forzosos, i que no se puedanescusar, i que acomodeis las cosas de manera queno falten bastimentos para la espedicion de la gue-rra. Fecha en San Lorenzo a 15 de octubre de1597.-Yo el Principe.,Por mandado del ReíNuestro Señor (Su Alteza en su nombre), Juan deIbarra Garct«."

IOS PRECURSORES

X.

Resulta de lo que precede que los indómitosaraucanos, con su heroica decision, no solo habianlogrado defender el territorio que habitaban, sinotambien hacer correr a los españoles el riesgo deverse obligados a abandonar todo lo que habianocupado en el norte de Chile."I por remate desta historia, die el capitan Ma-

riño de Lovera al concluir su crónica, advierto quees mucho de ponderar el teson i ánimo de los in-dios, pues niunca se ha visto que ninguno de ellosse rinda a español, dejándose de rendir, aunquemuera en la demanda; i así los que cojen son a pu-ra fuerza, i no pudiendo ellos defenderse. Aconte-ce tenerse un indio con dos o tres españoles arma-dos, i no rendírseles hasta morir. Porque lo quemas sienten entre todos sus trabajos es servir ajente estranjera; i por evitar esto sustentan la gue-rra de casi cincuenta años a esta parte; i han ve-nido en tanta disminucion, que donde habia mil in-dios, apénas se hallan ahora cincuenta; i por estacausa está la tierra muí adelgazada, pobre i mise-rable, i finalmente sin otro remedio si no la espe-ranza del cielo" (1).Un cronista posterior a Mariño de Lovera, Luis

Tribáldos de Toledo, asienta que si los arauca-nos, miéntras el gobernador don Juan de JaraQuemada procuraba aplacar con todas las tropasdel reino el alzamiento de Arauco, !se hubieranido, como pudieron con mucha facilidad, a las tie-rras i poblaciones españolas, no hubieran tenido

(1) Mariño de Lovera, OW'ónica del reino de Ohile, libro 3, caItu-lo 42.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

dificultad en arruinarlas todas hasta Santiago, sinque ninguna cosa se lo impidiese".I luego añade que "con estos milagros se estaba

viviendo hacia muchos años en aquel reino" (1).Es mui digno de consideracion que esto mismo

afirmaba el citado gobernador don Juan de JaraQuemada en carta al rei fecha 28 de enero de 1617."Si una junta tan grande como la de ahora, o lamitad ménos, dice, nos diera lado, i se viniera, co-mo pudiera con mucha facilidad, a nuestras tie-rras, fuera bastante a arruinarlas todas hasta San-tiago, sin que hubiese cosa que se lo estorbase; conestos milagros se ha vivido de muchos años a estaparte, i no ha sido pequeño el presente por haberconcurrido mayores causas para ello".

"Por lo que he visto en la ocasion presente, agre-ga Jara Quemada aludiendo a este inminente pe-ligro, puedo afirmar por infalible que Dios nila-grosamente se ha servido de guardar este reinocon su poderosa mano, cegando a estos enemigoslos sentidos".

XI.

La larga i encarnizada guerra de Arauco habiaenjendrado otra amenaza seria contra la domina-cioñ española en Chile, la cual merece mencio-narse.

Esa amenaza provenia de la creacion del ejérci.to permanente, que en tiempo de don Alonso Gar-cia Ramon, por ejemplo, ascendia mas o ménos amil quinientos hombres, i que por indicacion delmismo gobernador, el rei mandó aumentar, hasta

(1) Tribáldos de Toledo, Vista jeneral ds las continuadas guerras: di-fí,01 conquista del gran reino Ifo¿incias de Ohile.

106 LOS PRECURSORES

dos mil, para lo cual ordenó que cada afio se envia-ra a Chile de las cajas reales del Perú un situadode doscientos doce mil ducados de plata, o seandoscientos cuarenta i dos mil pesos fuertes.

Es difícil imajinarse una tropa peor pagada,peor mantenida, peor disciplinada, de peor con-ducta.

Era el azote de las provincias rebeladas, i laplaga de las sometidas.

En este caso, como en otros, no quiero describirlas cosas con palabras mias, sino con las de testi-gos presenciales i mui caracterizados.

La audiencia de Santiago, en un informe quedirijió al rei en 1611, manifiesta el modo que ha-bia de pagar i mantener el ejército de la fron-tera.

"Está r los soldados, dice, mui abatidos i peortratados que los indios, padeciendo mui gran des-nudez i hambre por no poder gozar con libertadde sus sueldos; pues el situado (así se llamaba laremesa de dinero que se enviaba de las cajas rea-les del Perú para satisfacerles sus sueldos) queVuestra Majestad les hace merced se trae casi to,do en ropa del Perú, la cual se les carga a treintai a veinte i cinco por ciento, i el año que ménos aveinte. Ademas de esto, se les da la comida a muiexcesivos precios, porque siendo este reino de ga-nados i frutos de los mas fértiles del mundo, seles da i cuenta la fanega de trigo a treinta i dosreales vellon, siendo sus ordinarios precios a mu-cho ménos de la mitad, i teniendo, como tieneVuestra Majestad, junto a los presidios i fuertesde la jente de guerra dos estancias, una de semen-teras de trigo i cebada, i otra de vacas, que pobla-ron en tiempo del gobierno de Alonso de Rivera,que puso i dejó en la de vacas como cuatro mil i

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 107

quinientas de vientre, i el costo de ellas fué a do-ce i diez i seis reales vellon cada una, i otras aménos; i con haberse muerto ordinariamente parael sustento de la jente del ejército cada año desdeque se pobló mil i quinientas cabezas, con los mul-tiplicos ha ido siempre creciendo el aumento, desuerte que hai mas de ocho mil cabezas, sin teneraquella estancia casi costa alguna, porque la guar-dan soldados pagados por el rei con algunos in-dios, se les cuenta cada cabeza que se mata paralos soldados a cuarenta reales; i teniendo ordenadoVuestra Majestad que se les dé la comida i sus-tento a moderados precios, no se entiende qué ra-zon hai para que se les dé i cuente a mas del dobledel costo principal que tuvieron.

"La otra estancia de trigo i cebada tambien esde poca costa; porque las tierras son de VuestraMajestad, i los bueyes con que se labran salen dela estancia de las vacas, i los que la benefician sonsoldados del ejército que tiran sueldos con algunosindios a quienes no se les da mas de la comida,respecto de lo cual, i de la fertilidad con que acu-den en aquel reino, el trigo i la cebada tienen muipoca costa toda a Vuestra Majestad, i es ménos lade cada fanega, i siendo esto así, se les cuenta alos soldados a treinta i dos reales vellon cada fa-nega'de trigo, i a diez i seis la cebada.

"Da lástima, ultra de lo dicho, de que en estaguerra se haya introducido una cosa tan reproba-da cuanto digna de remedio, i es que los mas quegobiernan en ella, capitanes i soldados, se hanvuelto tratantes i pulperos; que el cuidado que ha-bian de tener en mirar por los soldados i sus ar-mas lo ponen en investigar modos i trazas paradespojarlos de sus sueldos, revendiéndoles los bas-timentos a precios excesivos, porque de sus propias

108 LOS PRECURSORES

estancias i sementeras, que muchos de ellos lastienen, llevan a los fuertes los carneros, ovejas idemas bastimentos; i los capitanes que no tienenestancias los envian a comprar a las riberas delMaule; costándoles los carneros a cuatro reales ilas ovejas a tres i ménos, las venden a los solda-dos a diez i seis reales los carneros i a doce lasovejas, i a este respecto los demas bastimentos icomidas; i de esta manera, la mayor parte del si-tuado, o por mejor decir, todo se viene a consu-mir entre estos recatones i tratantes; pues cuan-do llega £de Lima, ya el miserable soldado de-be mas (e lo que tiene ganado de sueldo, i le esforzoso el ser esclavo perpetuo, porque para po-derlo sustentar sin que perezca, es necesario irledando ordinariamente adelantado, con que siem-pre queda empeñado, por haber podido tanto lacodicia, que inventaron para pagar a muchos porlibranzas adelantadas, i con la necesidad que sepasa no pagCndoselas le obligan a que las vendanpor la mitad o al tercio, comprándoselas por ter-ceros, los que mas obligacion tienen de mirar porellos; de esta forma, ni los soldados visten, ni cal-zan, ni comen, pasando miserableiente sin zapa-tos ni medias, i sobre si solamente por vestido unamanta o pellejo con que andan la mitad descu-biertos; i asi no faltaron algunos que apretados dela necesidad, se han pasado al enemigo, vivien-do tan desesperados, que se puede temer mas queal enemigo, algun motin de ellos, como lo intenta-ron el ano de 1607, si Dios no hubiera permitidoque se descubriera i atajara con haber ahorcado alos que en él fueron cabezas principales".

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

XII.

El gobernador don Juan de Jara Quemada vaa trazarnos un cuadro comparativo del estado dela disciplina entre los españoles i los araucanos.

"Con la continua asistencia de la guerra, dice encarta dirijida al rei en 1 de mayo de 1611, estánlos indios tan maestros, que no hai lance que nocomprendan; i así con esto, como con los despojosde las victorias, se han ido pertrechando i arman-do, de manera que no hai ninguno que no tenga supeto i espaldar de cuero crudo, i muchos de elloscotas i petos de acero, i una lanza de treinta i trespalmos, i sus caballos, esmerándose mucho enellos, i para cualquiera cosa que les manden en laguerra sus superiores grandísima obediencia; i elmatalotaje de ocho dias es una chupa con dos li-bras de harina de maíz i cebada con que en unvaso o calabazo echan un poco de agua, i hacenun ulpo, que es una bebida; i sin otra cosa chicani grande, atraviesan de sus tierras a las de paz; ipara ir nosotros a las suyas, es menester que elsoldado de a caballo lleve tres criados, uno paraque le traiga yerba, i otro que le lleve la comida icama, i quien le haga de comer, i esto es lo deménos, porque hai muchos que meten a quince oveinte caballos i seis yanaconas, i el infante su pie-dra de moler, que todos los mas las llevan; con quetodas las veces que se aloja i levanta el campo,parece que se, funda o se muda una ciudad, i enesto se gasta lo mas del tiempo, miéntras que losindios son mui lijeros; i ademas es tanta la floje-dad i tibieza, que he visto arcabuces que parecenmas bien pistoletes".

LOS PRECURSORES

XIII.

El capitan-ýcronista don Pedro Marifio de Lo-vera va a hacernos conocer cuál era la conductaque esta soldadesca observaba con los indijenas.

"Se debia tener por lastimosa calamidad, dice,las vejaciones hechas a los desventurados indios,por cuyas casas i haciendas se entraban los solda-dos, tomándoles sus ganados i sementeras, i aunlas mesmas personas para servirse de ellas, i, loque peorzes, las mujeres para otras cosas peores,de suerte que solo en el lugar en que estaban los sol-dados recien venidos de España juntos con los de-mas que tenia el maestre de campo, hubo semanaque parieron sesenta indias de las que estaban ensu servicio, aunque no en el de Dios, segun constadel hecho; i asi estaban los indios tan justamenteirritados, que no es de espantar de que hubiesetantos rebelados, sino de que se hallasen tantos depaz en medio de tantas injurias i malas obras querecibían de los españoles" (1).

No es de estrafiar que aquellos soldados indis-ciplinados hicieran esperimentar tan malos trata-mientos a los indijenas, cuando no los escaseabana sus propios compatriotas.

La audiencia referia al rei lo que sigue en suinforme de 1611: "En daño notable de esta ciudadde Santiago i reino de Chile, han usado los gober-nadores i usan dar licencia todos los inviernos pa-ra que mucho número de soldados se bajen a in-vernar a las ciudades de paz; i ordinariamentehan bajado a Santiago todos los años mas decien soldados, que ademas de ganar sueldo los

(1) Mariño de Lovera, Crónica d¿ r6ino * Chl¿e, libro 8, capItulo 22.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 111

cuatro i cinco meses del invierno que se están enesta ciudad, no asisten al servicio de Vuestra Ma-jestad. De esta bajada se siguen grandes escán-dalos i ofensas de Dios en mucho daflo del reino,porque ademas de inquietar la república con des-honestidades i pendencias, hacen muchos hurtos iotros diversos excesos, i sobre todo cuando suben ivuelven a la guerra ninguno deja de llevar hurta-dos cuatro o seis indios varones, i hembras conquienes van amancebados, con color de llevarlospara su servicio; de manera que todos los años sellevan trescientos o cuatrocientos indios, descasan-do a muchos, 1 a otros llevándoles sus hijos e hi-jas, con que se apuran i consumen los indios depaz.ly

XIV.

Un ejército de esta especie no podia ménos deinspirar serios temores, i los inspiraba en efecto.

El monarca escribia al gobernador Alonso Gar-cía Ramon, con fecha 5 de diciembre de 1606, en-tre otras cosas, lo que sigue:

"Si en la jente de guerra, hubiere algunos sol-dados sediciosos e inquietos i revoltosos, convieneque a los que diesen causa para ser castigados loscastigueis con tanta demostracion, que sea escar-miento i ejemplo para todo el ejército; i a los otrospor cualquier traicion o sospecha que de ello setenga en razon de esto, los echareis de ese reinocon disimulacion i recato, enviándolos con cartasi despachos al Perú o a estos reinos, i usando delos otros medios i trazas que conviene, previnien-do que tampoco queden allí ni en otra parte de lasIndias, siendo posible, por los inconvenientes i da-nos que podrian causar semejantes hombres en

112 LOS PRECURSORES

esas partes; i siempre estareis en esto con la Viji-lancia, cuidado i recato que fio de vos i conviene,habiendo tanta jente como hai al presente en esereino, que en todo ello me servireis."

El gobernador don Alonso de Rivera recomen-daba al re¡ en 1613 que aumentase el sueldo delas tropas de Chile, a fin de tener en ellas hom-bres de honra, "porque son éstos los que estorbanlos motines i otros deservicios de Vuestra Majes-tad; i si aquí sucediese algun desman de alteracionde soldados, como lo han intentado en tiempo dedon Alonso de Sotomayor i del presidente AlonsoGarcía Ramon, perderáse este reino, porque losamotinados dejarían los puestos i se-retirarian aSantiago, que es lo mas bien parado, i todo lo de.mas se perdería, i aquella ciudad no estaría se-gura."

XV.

El proyecto de motin en el gobierno de Sotoma-yor a que se hace referencia tuvo lugar el año de1587.

Tenia por entónces el mando interino de la for-taleza de Puren Tiburcio de Heredia, que cayóenfermo a consecuencia de las fatigas de la gue-rra.

Había entre los soldados de la guarnicion algu-nos que estaban exasperados al verse pobres, ham-brientos, cansados, i, lo que peor era, desespe-ranzados de que sus trabajos fuesen debidamenteremunerados.

Estos determinaron aprovecharse de la oportu-nidad que les ofrecia la enfermedad de su jefe pa-ra levantar bandera de rebelion.

DE LA INDEPENDENIA D CLE. 11

Segnn wn cronista, "el concierto ent ll fuéde esta,manera, que tomando las mejore sarrñas icaballos habian de ir a la ciudad de lo, InfIne ia la de Chillan i a los dos fiertes dl Biob Ajle.var de camino algunos amigos suyos tan desespe-rados como ellos, i con toda esta fuerza habían dedar sobre la ciudad de Santiago, saqueándola conmano armada para irse con todas sus riquezas alreino de Tucuman, i a posesionarse de él como se-nores absolutos".

Heredia, que en la cama donde le retenian susdolores, supo lo que se estaba tramando, trató deevitarlo por la astucia, ya que no lo podía por lafuerza.

Para ello, incluyó a varios de los conjurados enun destacamento que, so pretesto de ir a buscarvíveres, hizo salir para la Imperial, donde se en-contraba el gobernador.

Heredia escribió con ellos a Sotomayor una car-ta en flamenco, en la cual le comunicaba todo loque sucedia.

El gobernador se dirijió entónces a Puren, a lacabeza de un escuadron, con las apariencias de ve-nir a visitar al enfermo i de custodiar los basti-mentos.

En seguida' condujo consigo a los principalesconjurados a Angol, donde les mandó dar garrotea todos, "con lo cual, dice el cronista, se obvió elnotable daño que pudiera causarse en estos reinossi Dios Nuestro Señor no lo remediara" (1).

Por lo que toca al otro motin acaecido en 1607bajo el gobierno de García Ramon, no he encon-trado mas noticias que las mencionadas en un in-forme de la audiencia que ántes he copiado.

(1) Mariño de Lovera, Crónica del reino de Chile, libro 3, capítulo 36.15

114 LOS PRECURSOIES

Pero estos dos ejemplos bastan por ahora paramanifestar que pudo ser serio el peligro que aquelejército mal pagado i peor disciplinado hacia co-rrer a la dominacion española en Chile.

CAPITULO IV.

LOS ENCOMENDEROS I LOS JESUITAS EN CHILE.

Encontradas opiniones que habla en Chile acerca de! servicio personal.-Disposiciones tomadas por el virrei del Perú marques de MonteReí para preparar la abolicion del servicio personal en Chile.-Pri-meras e infructuosas tentativas del padre Luis de Valdivia para con-seguir igual objeto.-Dilijencias que don Juan de Zalazar hace en lacorte para el mismo fln.-Medidas contrarias al servicio personal to-madas en Chile por el provincial de los jesuitas Diego de Tórres.-Disensiones entre los encomenderos i los jesuitas.-Resolucion de laaudiencia de Santiago.W le, 1 p1ae laupxgp es elpde Valdi rr;,, ,defen siv,,si, X contra los araucanos idaU-oh-lr-eT servicio PC.()il Po Lo c1, ............. , b _, hilíq,

nilo a lea-m u proturaa reclamar contra aquella r-souk.Li eVlivia, da priiosn iicia l alizaclon esu plai.-Visita la diócesis de la, Imperal-Fuga de la mu-jer¿s de Aneanamon, i martirio de tres misioneros jesuitas.Pa

propuesto por Alonso de Rivera para tratar a JO rUIo_n et e el~nl xito del proyect delpadre Val.diyia para convertir a los araucanos produjo, tanto contra él mismo,como contra los jesuitas en jeneral.-Luis de Valdivia, decididamen-te apoyado por el gobierno metropolitano, continúa empeñándose_por

M,ý>jealizar su plan de juerra ,e~~S vulaaE1~sl_ ( I l as misiones de infieles fundadas i dirijidas por los jesuitasen Arauco.

1.

Los hechos i documentos hasta alut menciona-dos permitirán fácilmente comprender la ardientelucha que a principios del siglo XVII fué provoca-

116 LOS PRECURSORES

da en Chile por la cuestion del servicio personalde los indios.

oi a detenerme algun tanto en la narracion deeste acontecimiento, no solo por lo interesante quees, sino tambien porque puedo hacerla con porme-nores curiosos, que, o no fueron conocidos por losque ántes de ahora se han ocupado del asunto, ofueron desatendidos por ellos, aunque en mi con-cepto pueden contribuir sobre manera a reprodu-cir ante nuestros ojos aquella época ya lejana dela vla colonial.

El servi:io personal de los indíjenas era empe-¡losa i enérjicamente apoyado por todos los que seaprovechaban de él; por los encomenderos i por losmilitares, i los allegados de unos i otros.

Pero estaba mui lejos de serjeneralmente acep-tado ni en la América, ni tampoco en Chile.

Desde luego, lo reprobaban todos los que pres-taban la debida obediencia a las categóricas 1 rei-teradas reales cédulas en que el monarca lo pro-hibia.En seguida, lo censuraban gran número de ecle-

siásticos i de jente piadosa para quienes era la cau-sa, tanto de la rápida destruccion de las encomien-das, i de su ignorancia en materias de fe, como dela tenaz resistencia que los indios infieles oponianpara convertirse a la relijion católica i para some-terse a la autoridad real.

Estas razones de aplicacionjeneral eran reforza-das por las consideraciones que se deducian delascircunstancias especiales de Chile.

La larga i calamitosa guerra de Arauco, los in-jentes gastos que imponia el ejército, el peligro conque su indisciplina amenazaba la tranquilidad pú-blica, la poca prosperidad de las ciudades funda-das en la parte septentrional del país, todos estos

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILF 117

eran motivos que hacian a muchos mirar con de-sagrado la conservacion del servicio personal.

La trájica muerte del gobernador don GarcíaOñez de Loyola acaecida en noviembre de 1598, ilos desastrosos sucesos que fueron su consecuenciavinieron a robustecer esta opinion.

Muchos sostuvieron que si se queria evitar unaruina completa e irremediable, era menester apre-surarse a abolir el servicio personal, orijen prin-cipal en su concepto de tantas i funestas desgra-cias.

Era preciso variar de sistema. Ya no habiafuerzas para tantos sufrimientos; ya no habia nidinero que gastar, ni sangre que derramar.

II.

Estos discursos fueron a resonar en la corte deLima, cuyo virrei tenia la direccion superior de losnegocios de Chile.

< En 1604, don Luis de Velasco,- marques de Sa-línas, entregó aquel alto cargo a don Gaspar deZúñiga i Acevedo, conde de Monte Rei,

Al dar cuenta el virrei saliente a su sucesor delestado de los asuntos de Chile, le llamó mui par-ticularmentela atencion sobre la guerra de Arau-co i el servicio personal.

El marques de Salinas espuso por lo largo alconde de Monte Rei cuántos eran los agravios quelos encomenderos chilenos inferian a los indijenas,i cuánto influia aquello para alentar a los arauca-nos en su obstinada resistencia.

Le agregó que lo sabia por un testigo presenciali inui fidedigno, el jesuita Luis de Valdivia, el cualhabia ido en 1593 con el padre Baltazar Piñas iotros a fundar una casa de su órden en Santiago

118 L.OS PRECURSORIOS

de Chile, había residido diez anios en aquel país,i a la sazon era lector de teolojía en el colejio deLima.

Aquella relacion causó profunda impresion en elánimo del nuevo virrei.

Precisamente la guerra de Arauco era el nego-cio mas grave que por entónccs tenia a su cargo,i uno de los que mas molestaban a la corte de Es-paMa.

Así no desperdició oportunidad de recojer in-formes sobre el particular.

Entre 4tros habló con don Luis de la Torre,protector de los indios de Chile, que había hechoviaje ex-profeso a Lima para reclamar contra elservicio personal, impuesto en contravencion de losreales mandatos, a los indijenas, a quienes se haciasoportar. toda especie de malos tratamientos, i seles impulsaba de este modo a perseverar en laguerra con gran perjuicio del real erario, i de laprosperidad pública.

Conferenció tambien, como era natural, con elpadre Valdivia, que le pintó con los mas vivoscolores i toda especie de pormenores ',la míseracondicion a que estaban reducidos los indios deChile.

Por órden del virrei, el padre Valdivia redactópor escrito su relacion, llegando como teólogo a laconclusion de ser caso gravísimo de conciencia laconservacion del servicio personal.

El virrei consultó sobre la exactitud de los he-chos consignados en aquella relacion a don Alon-so García Ramon, jefe mui esperto en los asuntosde Chile, donde habia militado con distincion mu-chos años, i cuyo gobierno interino babia desem-peiado por algunos meses, el cual se encontrabaentónces en Lima, no sé por qué motivo.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 119

García Ramon contestó que todo lo espuesto porel padre Valdivia era verdadero.

El virrei, prescindiendo de estos informes, teniaa su vista, en Lima misma, una prueba viva, unaprueba en carne i hueso, del tratamiento que sedaba en Chile a los indíjenas: trescientos que sedecian tomados en la guerra, a los cuales se habiamarcado i llevado allá para venderlos como es-clavos.

Establecidos los hechos, el virrei pidió su dictá-men sobre el punto de derecho a los teólogos masinsignes i a los jesuitas mas afamados del Perú.

Todos ellos estuvieron de acuerdo en -que "aten-to que el servicio personal manifiestamente era in-justo contra la libertad natural, los indios de gue-rra se eximian de él justamente, i se defendiancon título justo, pues viéndolo en los de paz, dis-cretamente entendian que sucederia lo mismo enellos; i que habiendo cédulas de Su Majestad ,enque lo habia mandado quitar donde quiera quehabia quedado en Indias, reduciéndose a tributoi mitas, al modo del Perú, habia obligacion preci-sa a quitarle en Chile, no solo por la injusticia queen si tenia, sino porque los indios de guerra sedesengaiasen de pensar que Su Majestad les ha-cía guerra con el fin de oprimirlos al dicho servi-cio personal".

El conde de Monte Rei se encontraba tanto me-jor dispuesto a aceptar este dictámen, cuanto pocotiempo ántes de su llegada, se habia recibido unareal cédula, fecha en Valladolid a 24 de noviem-bre de 1601, en la que el monarca ordenaba, quizápor la décima vez, que no se convirtieran en ser-vicios personales los tributos que debian pagar lasencomiendas.

Precisamente, hacia este tiempo, el gobernador

ESUl LOS PREOURSORES

de, hile don Alonso de Rivera, que se habia ca-sado sin licencia real con una dama chilena, fuéeú casti - de su fálta trasladado al gobierno deTueuman; i todavía habría sido peor tratado, si nohubieran sido los eminentes servicios que habíaprestado.

El1 virrei del Perú se aprovechó de la ocasionpara confiar el mando superior de Chile a donAlonso García Ramon, que, acomodándose alviento que soplabaý ostentaba su reprobacion delsistema que se seguia en este país con los índi-jenas.

Antes de que el nuevo gobernador partiera parasu deptino, el conde pasó en consulta el gravea:unto dle. tratamiento de los indios de Chile i dela uerra de Arauco a una. junta de altos perso-najes seculares i eclesiásticos, entre los cuales seencontraban el mismo García Ramon i el padreValdivia.

Todos ellos decidieron que desde luego debíadeclararse abolido el servicio persoRal; pero quecomo no sería prudente dejar repentinamente alos vecinos de Chile sin brazos para las industriasa que se dedicaban, o para las operaciones domés-ficas, se les concediesen dos años a fin de que seprocurasen trabajadores voluntarios.

Miéntras tanto, podría hacerse una visita jene,ral del país para tasar equitativamente los tribu-tos qu&e debian pa ar los indios.

El virrei ordeno que se cumpliesen todos estosacuerdos.

El gobernador García Ramon los recibió con

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

aplauso, diciendo que eran tan convenientes, comopr acticables.Con esta disposicion de ánimo, se dirijió a su go-bierno, en compaffia del padre Valdivia.

El jesuita iba encargado de hacer llegar al co-ñocimiento de los araucanos una carta en que elvirrei los perdonaba a nombre del soberano, ase-gurándoles "que ya no se les tomarian sus mujerespara,el servicio de las casas de españoles, i quepagarían sus tributos de lo que cojiesen en sus tie-rras sin la ocupacion de sacar oro, i que a los queviniesen de mita, se les pagarian sus jornales".Pero aquellos dos personajes, que habian salidotan acordes de Lima, no tardaron en encontrarsede opiniones opuestas sobre el punto que tanto ha-blan estudiado i debatido juntos.

García Ramon, cambiando de ideas por agradará los militares i encomenderos, se manifestó alta-mente favorable al servicio personal i al sistemade rigor contra los indios.

El padre Luis de Valdivia, miéntras tanto, re.eorria solo el territorio de Arauco anunciando alos. indíjenas que el rei los perdonaba, i que enadelante, sus trabajos, cuando fuesen necesarios,serian debidamente recompensados.

Mas los hechos desmentian sus palabras.Muchos araucanos consintieron en ir a la mita

con la esperanza de recibir sus jornales; pero fue-ron indignamente defraudados.

-Padre, decian con este motivo los indios aValdivia, si los espafíoles dan de comer a los pe-rros que ladran en sus casas en premio de su viji-lancia, ¿por qué no hacen igual cosa con los indije-nas que salen a la mita?

El jesuita no hallaba qué responderles.Perdiendo la esperanza de hacer algo de prove-

16

1= rlos PRE OURSOES

cho, escribió al virrei que le exonerara de su co-mision, pues no conseguía otro resultado que per-der el crédito con los araucanos; pero el conde deMonte Rei le ordenó que perseverase todavía poralgun tiempo.

En cumplimiento de este mandato, el jesuitaacompañó todavía al gobernador en una espedi-cion que hizo a Arauco a fines de 1605.

Cierto dia, tuvieron una conferencia con un jefeindijena llamado don Miguel de la Imperial, aquien se dió al efecto un salvoconducto.

1-Os conviene someteros, le dijo entre otras co-sas el gobernador, porque cuando estais de paz, po-deis gozar de vestra ropa, de vuestro ganado, devuestra hacienda.

-La libertad es superior a todo eso, replicó elindio.

El pádre Valdivia le leyó entónces la carta enque el virrei hacia tantas promesas a nombre delsoberano.

-El rei, contestó el indio, despues de haber es-cuchado con mucha atencion, es miui bueno, i damui buenas órdenes; pero los gobernadores i capi-tanes no las cumplen, i no hacen justicia.

El padre Valdivia, convencido mas i mas de quenada podia hacerse, se apresuró a obedecer el lla-mamiento que en aquel tiempo le hizo el conde deMonte Reí para que fuese al Perú a informarle delestado de Chile.

Cuando llegó a Lima, el conde habia muerto.El jesuita Valdivia, a quien este desgraciado ac-

cidente quitaba la esperanza de poder realizar porentónces algo en favor de los indíjenas de Chile, sededicó, aguardando una mejor oportunidad, a ha-cer imprimir varias obras que mas tarde podíanservir para su conversion: un arte de la lengua

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 123

araucana, dos catecismos, un confesonario i unvocabulario (1).

IV.

Por este tiempo, estaba trabajando en la cortede Madrid con laudable celo en defensa de losoprimidos indios don Juan de Salazar, portuguesde nacion i avecindado en el Tucuman, que paraconseguir el alivio de ellos habia resuelto soportar-lo todo i gastar cuanto poseia.

Desgraciadamente, sus pasos i memoriales fue-ron desde luego infructuosos.

Hacia meses que estaba jestionando inútilmen-te, cuando acertó a entrar en relaciones con el je-suita Diego de Tórres, que habia ido de procura-dor jeneral de los relijiosos de su órden en el Perúa España i a Roma.

El padre Tórres, que conocia personalmente loshechos por haber vivido algunos años en América,apreció en sumo grado la santidad de la obra delhidalgo portugues, i le alentó para procurar lle-varla a cabo sin desmayar.

4Me sentí avergonzado, decia mas tarde el pa-dre Tórres aludiendo a esta entrevista, de que unhombre seglar se me hubiese adelantado en trataresta materia importantísima al divino servicio, ino haberla emprendido por mí mismo con calor".

Sin embargo, no pudo prestar a Salazar su coo-peracion personal, porque tenia precision de pasara Roma; pero, ya que esto no le fué posible, le pro-procionó recomendaciones i apoyos que le ayuda-ron mucho en la corte.

1) Tribáldos de Toledo, Vista jeneral de las continuadas guerras;dikil conquista del gran reino provincias de Chile.

Z4 LOS PRECURSORES

DoS afios mas tarde, en 1604, se encontraron losdos en Panamá, volviendo el uno, de Espafia i elotro, de Roma.

-¡Gracias a Dios! dijo Salazar al padre Tórres,he gastado toda mi hacienda; pero Su Majestad seha servido nombrarun oidor visitador para quevaya a desagraviar a los indios del Tucuman; i hatenido,a bien restablecer en Chile la audiencia pa-ra que vele por el cumplimiento de las leyes queerdenan el buen tratamiento de los indíjenas, i laabolicion del servicio personal.

Sin embargo, por distintos motivos, las dos pro-videncia- tardaron todavía en realizarse.

La audiencia de Chile no vino a instalarse hastael 8 de setiembre de 1609.

Pero ántes de que este tribunal principiara afuw ihár, ya el padre Tórres habia trabajado, imucho,'en favor de la causa cuya defensa se habiaavergozado de no haber tomado empeñosamentecon prioridad a Salazar.

Habiendo sido nombrado Tórres primer provin-cial de los jesuitas en Chile, el jeneral de la órdenClaudio Aquaviva le encargó que consultase conlos padres mas doctos i espertos de Lima, sí seríaliito conervar para el servicio de colejio de San-tiago rvarios indios que con este objeto habían da-do algunos deYotos.

SEl rovincial Tórres, no solo lo hizo así, sinoque cuando emprendió el viaje para Chile al tra-ves de las provincias del Perú i Tucuman, vinopidiendo su dictámen sobre la materia a los ecle-siásticos graves i a los teólogos que encontró alpaso.

Todos ellos opinaron que el servicio personal delos indíjenas era contrario a las leyes humanas idivinas.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 125

Apénas llegado a Santiago, el padre Trxres cpüvocó una congregacion de los relijiosos que veniaa dirijir, a los cuales, entre otras, les sometió lacuestion mencionada, poniendo en su noticia losdictámenes, que habia recojido.

.. os miembros de aquella corporacion se dhí-rieron a la misma conclusion, declarando que erainui gravoso para la conciencia el servirse de losindios contra su voluntad i sin pagarles el justoprecio de su trabajo, con desobediencia de lo man-dado por el reí.

En vista de estos antecedentes, el províncial Tó-res resolvió en abril de 1608 que se recompensa-sen debidamente sus servicios a los indios del co-lejio de jesuitas de Santiago; i que solo se lesretuviese en contra de su gusto hasta que se pu-blicasen las reales cédulas que.se estaban esperan-doý agerca de esto.

"1 para que se conociese cuán agradable habíasido a Nuestro Señior la disposicion del padre pro,vincial, dice un historiador de la órden, el mismodia que dispuso la.libertad de los indios, -le envioDios caudal con que el colejio pudiese pagarlessus -salarios, porque movió a un mercader llamadoJuan de Sigordia, natural del reino de Navarra, aque le enviase de limosna mil i doscientos pataco-les; i dentro de dos meses entregó tambien su peý-sona a la Compañía en el humilde estado de her-mano coadjutor; i otro caballero vecino de Santia-go, que otorgó aquel propio dia su testamento enpeligro de mnuerte, dejó al mismo colejio un legadod sdeis mi1 pesos, ensefiando a todos su DivinaMajestad con estas providencias cuán a ýu cargocorria la recompensa de lo que por cumplir con lapropia obligacion, perdia el colejio en la suelta dels indios, i en resarcirles lo que por el pasado tra-

Log PRECURSORES

bajo de los años antecedentes pareció justa" (1).

V.

A pesar de todo, la leccion no aprovechó a lajeneralidad de los encomenderos, que censuraronamargamente el procedimiento de los jesuitas, ta-chándolo de demasiado meticuloso i de perjudicialpara la tranquilidad pública.

Léjos de esto, cuando supieron que ya habianllegado a Lima los oidores de la nueva audiencia,i que trian el encargo de hacer respetar las rea-les cédulas que prohibian el servicio personal, ob-tuvieron del cabildo secular, que les era favorable,la reunion de una junta o asamblea a que fueronconvocados los prelados de las comunidades i losprincipales vecinos.

En ella se resolvió enviar a España un comi-sionado especial para conseguir que se dejaran lascosas como estaban.

Miéntras tanto, don Juan de Salazar, a lo queparece, pagó con la vida el crimen de haber abo-gado con tanta decision por la causa de los indi-jenas.

Aquel hidalgo, perseguido de provincia en pro-vincia por el odio de los encomenderos, vino abuscar seguridad bajo el amparo de la audienciarecien establecida en Santiago.

Conociendo el tribunal las aptitudes i el celo deeste sujeto, i agradecido quizá por los pasos quehabia dado para su creacion, le nombró: juez co-misario para la abolicion del servicio personal enla provincia de Cuyo.

(1) Lozano, iFtoria de la tom7p7Ta de Je. ua de lvncia ¿de .Pa-raguai, libro 5, capítulo 5.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 127

Habiendo partido Salazar a ejecutar su encar-go, llegó a la ciudad de San Juan, donde cayó re-pentinamente muerto al probar el primer bocadodel almuerzo.

Muchos sospecharon, i talvez con fundamento,que aquello habia sido el efecto del veneno.

El hecho mencionado, o por lo menos la presun-cion mui verosímil a que dió orijen, manifiestahasta qué grado había llegado la indignacion delos encomenderos, i puede hacernos presumir co-mo tratarian al padre Tórres i a los jesuitas quese habian declarado defensores tan ardientes delos indios.

El provincial, para combatirlos, hizo circular portodo el país un manifiesto en el cual habían sidorecopiladas varias reales cédulas i las opiniones delos teólogos contrarias al sistema establecido.

Sin duda, aquel fué el primer impreso relativoa una cuestion interna que se conoció en Chile.

El padre Tórres recurrió tambien al arma de lapredicacion.

Entre otros pronunció delante del obispo deSantiago don frai Juan Pérez de Espinosa, del oi-dor don Juan Cajal i de las personas mas notablesde la ciudad un sermon, cuyo tema fué la injusti-cia del servicio personal, los daños espirituales icorporales que de él resultaban i la obligacion quetenían los encomenderos de asegurar su causa de-lante de Dios con remedios oportunos, si queriande veras salvarse, abjurando el error con que pre-tendían defenderse de que el rei les concedia aquelservicio, pues por el contrario lo reprobaba, i nohabria podido concedérselo por no ser dueño de lalibertad de sus vasallos, sino acreedor de alguntributo, que era lo que había trasferido en ellospor el derecho de la encomienda.

128 LOS PREOURSORMi$

EL obispo i el oidor aplaudieron sobre manerael razonamiento del jesuita.El prelado celebró aun una junta de personasgraves i doctas, en la cual se decidió "que no ha-bia título por donde escusar de injusto i tiránicoel servicio personal de los indios, contrario a todaslas leyes".

Estas opiniones de personas de carácter hartorespetable produjeron tan profunda impresion eh-muchos de los encomenderos, que para alivio desu conciencia aceptaron la idea que les propuso elprovincial Tórres de dirijir al gobernador GáreaRamon, a la sazon en la frontera araucana, unacarta "en que le pedirian con epefo pusise enejecucion las órdenes i cédulas que tenía de SuMajestad parazestinguir en el reino el servicio per-sonal, pues este era el fin principal de haberse ins-tituidó en Santiago la real audiencia, i ellos iesta-ban prontos a concurrir por su parte, i acomodarsea lo que pareciese puesto en razon i conforme a lajusticia, dando a los indios la satisfaccion cue de-biesen por los agravios pasados, i poniéndolos eníu libertad".

García Ramon, que era un hombre mui distin-to de aquel que en Lima habia adherido a todaslas ideas de Luis de Valdivia, i que se habia de-jado dominar por los encomenderos hasta el pumtode haber aceptado como propia la causa de ellos,desaprobó el pensaniento tan luego como llegó asu. noteia, ántes de que se realizara, i lo espresóasi públicamente.

Esto f ié sulci(ente para que muchos de los com-,Prometidos rehusaran firmar la carta, que el pro-vincial de los jesuitas redactó en los términos con-venidos.

Sin embargo, hubo algunos encomenderos que

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 129

la suscribieron; pero el gobernador, queriendo nocargar con la responsabilidad de resolver él soloen cuestion tan acalorada, se negó a proveer cosaalguna hasta que llegasen los oidores de la nuevaaudiencia, cuya venida se esperaba pronto, i conquienes deseaba consultarse para proceder conacierto en aquel grave negocio.

Miéntras tanto, los encomenderos i sus allega-dos pregonaban que los jesuitas i demas adversa-rios del servicio personal eran unos enemigos delreino, unos alborotadores de los indios, unos per-turbadores del órden público.

Los padres i sus secuaces les respondian ame.nazándolos con el enojo de la Majestad Real i lacólera de la Majestad Divina.

Al mismo tiempo, procuraban hacer admitir quetodos los sucesos algo estraordinarios que ocurriansignificaban que Dios reprobaba patentemente elsistema de trabajos forzados impuesto a los indi-jenas.

"En defensa de los aflijídos jesuitas i de los mi-serables indios, dice un cronista de la órden, semiró como espantoso castigo del cielo la formidalblé inundacion que en las circunstancias de estarmas vivos los empeños de la persecucion, padecióel afo de 1609 la ciudad de Santiago, porque sa-liendo su rio de madre, rompió con grande riesgopor la ciudad, i se entró por todas las calles i ca-sas, causando tanto daño, que se estimó la pérdidaen'mas, de cien mil ducados, golpe mui considera-ble para poblacion entónces no mui sobrada, perojwtó castigo de los que con inicuo cautiverio que-rian crecer en caudales i lucimiento" (1).

(1) Lozano, isloria de la (Gmpañía de Jesm?' de la provincia dd Pa-raguai, libro 5, capítulo 6.

LOS PRECURSORES

VI.

Al fin se instal6 en Santiago la nueva real au-diencia.

Uno de los primeros asuntos que el presidenteGarcía Ramon sometió a su deliberacion fué el dela abolicion del servicio personal promovido porel padre Diego de Tórres i los otros firmantes dela carta ántes mencionada.

:El interesante acuerdo que sigue manifestarácuál fué la tramitacion que se dió a un negocioen que! había tan grandes intereses encontrados, icuál la resolucion que se tomó en él."En la ciudad de Santiago del reino de Chile, en28 días del mes de setiembre de 1609 años, estan-do en acuerdo de justicia los señores presidente ioidores de la real audiencia que por mandado delReí Nuestro Señor reside en la dicha ciudad, es asaber, la señoría del señor presidente Alonso Gar-cía Ramon, doctór Luis Merlo de la Fuente, licen-ciados Fernando Talaverano Gallégos i Juan Cajal,doctor Gabriel de Zelada, oidores. El ilustre señorpresidente propuso a los dichos señores que, comoles era notorio, luego como llegó a esta ciudad delas de la guerra donde asistia, adonde vino pormandado de Su Majestad al recibimiento del realsello i hallarse en los pricipios de la fundacion dela dicha real audiencia, propuso a los dichos seño-res oidores cómo el padre Diego de Tórres, provin-cial de la Compañía del nombre de Jesus i otraspersonas, con celo de servir a Nuestro Señor i ha-cer bien a los indios, habian hecho instancia a SuSeñoría en razon de que se quitase el servicio per-sonal que a los españoles naturalizados en este rei-no hacen los indios naturales dél, pidiendo a los

DE LA INDEPENDENCIA DE CEULE. 131

dichos señores que, atento a que habia dejado deproveer ese negocio por tomar sobre él mas acer-tado parecer con los dichos señores oidores, cuyavenida i junta de todos se esperaba de próximo,viesen i considerasen la gravedad de la causa, ientre todos, resolviesen lo que pareciese mas con-veniente; i que como en causa tan ardua, i que atantos tocaba, los dichos señores oidores habian si-do de parecer que se diese noticia de ello a los ca-bildos eclesiástico i de la ciudad, prelados i perso-nas graves de las relijiones, protector de los indiosi otros vecinos i personas de lo mas granado e in.teresado de la dicha ciudad para que en razon dequitar el dicho servicio personal o de no quitarlodiesen por escrito los motivos i causas que a cadauno se ofreciesen, para que visto todo, se tomase elmas sano acuerdo i parecer; i que en razon de ello,los dichos cabildos, prelados i otras personas ha-bian dado los motivos i pareceres que se les habianofrecido, los cuales los dichos señores oidores ha-bian oído i entendido; i que por parecer tan con-veniente que se tome resolucion acerca de ello, fue-sen servidos de resolverse proveyemdo lo que acer-ca del susodicho servicio personal se debiese guar-dar; i habiéndose conferido en el caso por todos losdichos señores presidente i oidores, considerandoque para mejor proveer en ello será mui conve-niente ver todas las ordenanzas que por los gober-nadores de este reino se han hecho en los tiemposde sus gobiernos, 1 que, aunque para juntarlas hanhecho la dilijencia posible, no han hallado las quehizo el licenciado Santillana en tiempo del gobier-no del señor marques de Cañete, i tienen relacionde que están en la ciudad de la Serena, de adondese procurarán traer, i que vistas todas se proveye-ra lo que pareciere mejor, teniendo consideracion

LOS PRECURSOLES

a lo mucho que importa amparar i favorecer a losindios, i tambien mirar por la conservacion de estaprovincia i españoles que con tantos trabajos lahan sustentado i sustentan, que por una i otra par-te están tan llenos de dificultades, como se colije delos dichos pareceres; i porque en todo cuanto lesfuere posible, desean que los indios naturales deeste reino entiendan el favor i merced que el ReiNuestro Señor con gusto les desea hacer, conside-rando la variedad de estados de indios que hai eneste reino, i que para con todos no conviene pro-veer unxmesma cosa, porque unos son naturalesde los términos i ciudades de Santiago i de otrasde paz, i otros son guarpes de la provincia de Cu-yo, i hai otros que se han desmembrado de sus re-partimientos, i otros tomados en la guerra en tiem-po del señor gobernador Rodrigo de Quiroga, alos cuales Su Majestad por una su real cédulamandó que como indios mitimáes sirviesen pordiez años, i otros que en tiempo del señor goberna-dor Alonso de Rivera se tomaron en la guerra alos que los dió por esclavos por pregon público;hai otros tomados en la guerra en tiempo del señorgobernador presente, a los cuales por una real cédu-la de Su Majestad se dan por esclavos; hai asimis-mo indios beliches en grande cantidad que se hanbajado de las ciudades asoladas de arriba; hai asi-mismo otros indios que se han bajado de la ciudadde Chiloé a esta de Santiago que goza de mayor paz;en razon de todo esto, los señores presidente i oido-res, juntas las dichas ordenanzas 1 vistas i conside-radas con los pareceres dichos i lo que mas parecie.re conveniente, en el caso se podrá mejor tomar laresolucion que el dicho señor presidente propone idesea. 1 para que los dichos indios desde luego co-miencen a tener algun consuelo, entendiendo que

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 133

con la fundacion de esta dicha real audiencia seles ha de guardar i hacer entero cumplimiento dejusticia, siendo certificados que lo que mas sientenlos dichos indios es el ver servir a sus mujeres ehijos, estando ellos apartados los unos de otros con-tra su voluntad, dijeron que mandaban i manda-ron que en todas las provincias de este reino i go-bernacion se quite el servicio personal de mujeres,así casadas como solteras, i de los varones menoresde diez i ocho años, que es la edad en que estánobligados a tributar conforme a las ordenanzas de$u Majestad, i que los dichos indios gocen con lalibertad de sus mujeres i los hijos menores de ladicha edad, sin que puedan ser apremiados a ser-vir a nadie contra su voluntad, i con ella en casoque sus maridos i madres la tuvieren de que sir-van sea haciendo asiento por un año con interven-cion del protector o de la justicia, pagando a cadauno de ellos lo que se concertare por el tal 1año, icurándolos en sus enfermedades, i que si las dichasindias i muchachos que en la forma dicha se asen-taren a servir tuviesen voluntad de mudar amo,cumplido su asiento, o a prorrogarlo por mas tiem-po, lo puedan hacer por otro año i por todos los de-mas que quisieren, haciéndose la dicha prorroga-cion de añío en afio solamente, porque tengan liber-tad de poder mudar amo en caso que les esté bien.I mandaron que este dicho acuerdo i proveimien-to se pregone públicamente en la plaza i partespúblicas de esta ciudad para que venga a noticiade todos, i que asimismo se libren provisiones, in-serto este dicho acuerdo, las cuales se envíen a loscorrejidores i protectores de las ciudades de estereino para que las hagan publicar, guardar i cum-plir con toda puntualidad, poniendo en las dichasprovisiones penas i apercibimientos al que no las

134 LOS PRECURSORES

cumpliere, i lo firmaron.-Alonso García Ramon.-Luis Merlo de la Fuente.-El licenciado HernandoTalaverano.-El licenciado Juan Cajal.-Doc~oGabriel de Zelada".

Debe recordarse que don Alonso García Ra-mon había sido uno de los que delante del mar-ques de Monte Rei adoptaron con mayor entusias-mo las ideas del padre Luis de Valdivia.

Uno de los principales motivos que habia teni-do el soberano para restablecer la audiencia habíasido el de que viniese a velar por el fiel i exactocumplimiento de las leyes que prohibían el servi-cio personal de los indíjenas.

Sin embargo, como acaba de verse, ni el presi-dente, ni los oidores se atrevieron a obrar en esesentido, limitándose a adoptar un término mediopor el cual eximian del trabajo forzado únicamen-te a los varones menores de diez i ocho afios i alas mujeres.

La causa de semejante contemporizacion eraindudablemente la tenaz i porfiada resistencia delos encomenderos a que se les privase de lo queellos consideraban como el premio debido a susgrandes i costosos sacrificios para la sustentacionde la tierra de Chile. Ni el presidente, ni los oído-res osaron provocar la indignacion i el profundodescontento de los principales vecinos i propieta-rios.

VIl.

Conociendo el resultado obtenido, los firmantesde la solicitud a que la audiencia había atendidosolo a medias, dirijieron entónces, por consejo delprovincial Tórres, su solicitud al virrei del Perúdon Juan de Mendoza i Luna, marques de Mon-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 135

tes Claros, que habia sucedido al conde de MonteRei, i aun la elevaron tambien al monarca mismo.I a la verdad, la indicacion fué oportuna, pues

miéntras los unos i los otros sostenian en Chile-contanto acaloramiento sus encontradas opiniones, lacuestion se debatia bajo distinta forma en el Perúi en España.

El marques de Montes Claros habia adoptadolas ideas de su antecesor el conde de Monte Reisobre las causas i el remedio de los males que afli-jían a Chile.

Habian influido no poco en esto las reflexionesde Luis de Valdivia, con quien naturalménte habiaquerido conferenciar acerca de la materia por elconocimiento práctico i personal que el padre te-nia de aquellos asuntos.

De acuerdo con el jesuita, i por sus indicaciones,el virrei pensaba que la guerra de Arauco debiaconvertirse en meramente defensiva, fijándose unalínea o frontera, la del Biobio, de la cual no ha-bian de pasar las tropas; i que era menester abo-lir el servicio personal de los indios sumisos, pro-curándose su mejor tratamiento, para que elespec-táculo de su opresion no retrajese a los irndíjenasindependientes de consentir en la conversin i enla obediencia.

El monarca propuso el asunto a la deliberacionde una junta o consejo.

Siguióse entónces una discusion por escrito en-tre el virrei del Perú que defendia su plan, i elgobernador García Ramon que lo rechazaba.

Despues de muchas notas cambiadas, el presi-dente, a principios de 1609, comisionó al capitanLorenzo del Salto para que fuese a sostener antela corte de Madrid la conveniencia de continuarla guerra ofensiva contra los araucanos, i de man-

136 LOS PRECURSORES

tener la servidumbre personal de los indijenas so-metidos; i el virrei, al padre Luis de Valdivia pa-ra que fuese a manifestar que debia seguirse unaconducta enteramente opuesta.

El último, talvez por tener poca esperanza delbuen éxito, debió oponer alguna resistencia paratomar a su cargo el negocio, pues el virrei se vi6forzado a pedir al provincial de los jesuitas de Li-ma que se lo mandase bajo precepto de santa obe-diencia.

Pero si así fué, Valdivia hizo mal en atribuirdemasiada importancia a temores quiméricos.

La cite acojíó con benevolencia el proyecto, ino podia ser de otra manera.

Su primera parte, la de reducir a defensiva laguerra de Arauco, no podia ménos de halagar algobierno peninsular. Aquella lucha duraba ya me-dio siglo sin ventaja alguna para los españoles.L jos de eso, impedia que el reino de Chile contri-buyese al sostenimiento de la monarquía, i por elcontrario obligaba a un desembolso anual de masde doscientos mil ducados, sin que se divisara tér-mino' para un gasto tan exhorbitante. Parecia ne-cesario i urjente ensayar un nuevo plan.

Su segunda parte, la de la abolicion del serviciopersonal de los indíjenas sometidos, habia sido laaceptada por el monarca desde un principio. Lapráctica contraria importaba una verdadera des-obediencia a la voluntad real.

Así el padre Valdivia fué perfectamente recibidoNo sblo se arrobaron sus indicaciones, sino que

se le colmó de distinciones.Felipe 11, que reinaba a la sazon, quiso que

era el jesuita quien tomara la direccion de la pa-cifioccin de Chile.

A fin de révestirle de la dignidad necesaria pa-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 137

ra el buen desempeño de tan elevado encargo,propuso a Luis de Valdivia presentarle a la SantaSede para el obispado de la Imperial, que se ha-llaba vacante.

El padre Valdivia rehusó con toda sinceridadi decision semejante honor.

Pero se vió obligado a aceptar los empleos devisitador jeneral de Chile i de gobernador delobispado de la Imperial.

Junto con estos títulos, el monarca le concediólas mas amplias facultades para manejar los nego-cios de Arauco, sin ninguna subordinacion ni alpresidente, ni a la audiencia de Chile.

Solo debia sujetarse al virrei del Perú, a quienel soberano dirijió muchas i espresivas recomen-daciones en favor del padre.

El reí hizo todavía mas. Habiendo manifestadoLuis de Valdivia que don Alonso García Ramon,tanto por lo avanzada de su edad i lo quebrantadade su salud, como por su decidida inclinacion a laguerra, no era idóneo para el destino que estabaejerciendo, Felipe III le consultó sobre el rempla.zante que convenia darle. El jesuita designó aAlonso de Rivera, i éste fué nombrado.

Para que Valdivia tuviera ausiliares en su em-presa, el rei ordenó que se costeara la traslacion aChile de ocho sacerdotes i dos hermanos coadjuto-res de la Compañía de Jesus.

El 8 de diciembre de 1611, Felipe III escribióali marques de Montes Claros una cédula en lacual declaraba su voluntad de que por tres o cua-tro años se probase el medio de la guerra defensi-va propuesto por Luis de Valdivia.

Sin embargo, dejaba al arbitrio del virrei el pro-seguir o cortar las hostilidades contra los indije-nas, segun le pareciese convenir.

LOS PRECURSORES

"Porque una de las principales causas de estaguerra, i el perseverar los indios rebeldes en suobstinacion i dureza, continuaba diciendo Feli-pe III en dicha cédula al virrei del Perú, se ha en-tendido que ha sido el ver los malos tratamientosque padecen los de paz, i el no haberse ejecutadopor los ministros a quien se ha cometido su buentratamiento, i en particular el no habérseles qui-tado el servicio personal, que por tantas cédulasdel emperador mi seior se ha mandado quitar, iotras vejaciones i molestias que se les han hecho,os encargo i mando que pongais particular cuida-do en efluen tratamiento de los dichos indios depaz, introduciendo i haciendo guardar en Chile loque tengo mandado por cédula de los servicios per-sonales que últimamente se os envió para ejecutaren esas provincias en todo aquello que permitiereel estado presente de aquel reino, i diese lugar laconservacion de él, i la causa, crianzas i labranza,i provisiones de la guerra, porque por la turbacionen que se hallan las cosas de aquellas provincias,podria importar que alguna parte de lo que contie-ne la dicha cédula se suspendiese, pero esto ha deser en caso tan apretado, que la conservacion deChile se aventurase, i no de otra manera, sin em-bargo de que lo pida la mayor comodidad de losespafioles".

Tan luego como el marques de Montes Clarosrecibió los despachos de la corte, i llegó a Lima elpadre Valdivia, convocó el primero una junta deveinte personas de categoría para volver a discu-tir, ya que Su Majestad las dejaba hasta ciertopunto a la resolucion final del virrei, las dos cues-tiones de la guerra defensiva i de la abolicion delservicio personal.

Las veinte personas congregadas, oídas las espli-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 139

caciones de Valdivia, estuvieron por la afirmativa..

VIII.Todas estas novedades habian alarmado sobre

manera, como debe suponerse, a los encomenderosde Chile.

A esa fecha, habia ya fallecido el gobernadorGarcía Ramon, muerto en Concepcion el 19 de ju-lio de 1610, cuando la fortuna se le estaba Mos-trando poco propicia en la guerra de Arauco.

Los jesuitas presentaron estos sucesos como sig-nos manifiestos de lo que Dios desaprobaba la con-ducta de los gobernantes chilenos.

"Parece que ofendido Nuestro Sefior de la remi-sion del gobernador García Ramon, dice el cronis-ta de la órden a quien ya he citado varias veces,quiso significar en el castigo que le dió su desa-grado para el escarmiento de otros; porque habien-do sido este caballero mui dichoso i afortunado enlos sucesos de la guerra con los araucanos en eltiempo que sirvió de maestre de campo jeneral delreino, tuvo ninguna suerte en este su segundo go-bierno, ántes muí malos i adversos sucesos, pagan-do en la misma moneda en que delinquia, porquesi por la guerra repugnaba quitar el servicio, lesalió mui infeliz, i Dios tambien le cortó el hilo dela vida en el mayor fervor de sus pretensiones ipremeditados ascensos, ántes de concluir su gobier-no, pasando en lugar de la residencia de él a darcuenta en el tribunal divino de su remision en es-te punto sustancialísimo i de los respetos porquesobreseyó en la ejecucion de la real voluntad, queestaba mui declarada" (1).

(1) Lozano, M:istoria de la Compañía de Jceus de la proincia d4 Pa-raguai, libro 5, capítulo 6.

LOS PRECURSORES

Sin embargo, los encomenderos no querian dar-se por advertidos, i persistian en defender sus in-tereses.

Habiendo tenido noticia de que el soberano ha-bia confiado, podia decirse, la resolucion final delasunto al virrei marques de Montes Claros, influ-yeron con todos los cabildos del reino para queZlijiesen un procurador que fuera a manifestar-le las razones que había para no poner en ejecu-cion el plan apoyado por el padre Valdivia.

El nombramiento recayó en frai Jerónimo Hí-nojosa ,de la orden de Santo Domingo.

Estesujeto llegó a Lima cuando la junta de losveinte magnates convocada por el virrei había de-cidido por unanimidad que se diera cumplimientoen todas sus partes a la real cédula de 8 de di-ciembre de 1610.

En vista de ello, el padre Hinojosa manifestóal marques que desistia de toda jestion.

No obstante, el virrei quiso que desempefiara suOnision ante la junta, i al efecto volvió a reu-

Abiertá de nuevo la discusion, frai JerónimoHinojosa espuso sus razones i oyó las contrarias; in1o hallando qué responder, se declaró convencido.

-Si todos los de Chile se hallaran aquí, escla-mó en conclusion, todos tendrian que obrar co-

o110 yo.

Ix.

A princilpios d 1612, llegaron a Chile, primerodon Alon,so de Rivera por tierra desde el Tucu-man; i en seguida, Luis de Valdivia por mar des-de Lima.

'Despues de haberse detenido el presidente en

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

Santiago el ménos tiempo que le fué posible parahacer los aprestos militares que el caso requería;i de haber el padre visitador hecho algunas corre-tías por el territorio araucano para apreciar por simismo el estado de las cosas, se juntaron los dosen Concepcion.

La entrevista fué estremadamente cordial i amis-tosa.

El jesuita comenzó por mostrarse mui satisfechopor el resultado de la reciente visita a los araucanos.

El señor presidente, refiere Luis de Valdivia,"reconoció mucho el servicio que le hice en la cor.te en testificar sus méritos, i la merced que por micausa le hizo Su Majestad de este gobierno i pre-sidencia, i ]o primero que me dijo fue que un pun,to no saldria de lo que Su Majestad mandaba, queera ayudarme, i que el efecto mostraba cuán acer-tado era este camino; i que habia dicho a todos queen respetar ¡ estimar este medio i mi persona, to-dos se habian de esmerar, i en castigar al que re,sollase en contra; i no ha admitido plática en con-tra; i que el señor virrei tiene en él un fiel servidorpara ejecutar cuanto le mandare, i yo una manoreal para cuanto intentare en servicio de NuestroSeñor i de Su Majestad" (1).Sin embargo, el presidente Rivera, en carta di.rijida al rei algunos meses mas tarde de esta en-trevista, el 25 de diciembre de 1612, califica laguerra defensiva propuesta por el padre Valdiviade "guerra nunca vista, de la cual habian de re-sultar muchos daños".

El oidor don Cristóbal de la Cerda asevera tam-bien en un informe pasado al soberano en 1621,

(1) Luis de Valdivia, Carta al provincial Diego de Trm, fecha enioncep<ion a 2 de junio de 1612.

1*45 LOS PRECURSORES

que don Alonso de Rivera 'juzgaba por no conve-niente la guerra defensiva"; pero que reconocidoal padre Valdivia, a quien era deudor de su vuel-ta a la presidencia de Chile, se convirtió en ajentede cuanto aquel determinaba, "perdiendo en mu-cho de su autoridad".

"Pero sea de esto lo que se quiera, el hecho es queen junio de 1612 había la mejor armonía entre elpresidente i el padre visitador; i así convenia quefuese, porque la situacion era bien crítica.

Casi todo Arauco estaba levantado, o próximo alevantazse.

No era eso todo.Los araucanos estaban en intelijencias para una

tremenda insurreccion por lo ménos con los natu-rales sometidos que habitaban'entre el Biobio i elMáulq,1 quién sabía sí tambien con los que vivianentre el Maule i el Mapocho.~ Esta mala voluntad, disimulada, pero mui reali efectiva, de los indios de paz importaba un peli-gro serio para la dominacion española en Chile,que; a causa de la heroica resistencia de los arau-canos, estaba mui léjos a principios del siglo XVIIde hallarse bien consolidada.

Tales eran la! apuradas circunstancias en queel padre Valdivia emprendia aquietar con solobuenas palabras a los indómitos araucanos.

Los encomenderos habian asegurado que el je-suita no entraria a la tierra de Arauco.

Luis de Valdivia entró a ella ántes de su entre-vista con el presidente, i en seguida volvió a en-trar.

3Los,encomenderos aseguraron entónces que nosaldria con vida.

A pesar del funesto pronóstico, Valdivia se pa-seácasi siempre solo por todo el territorio, siendo

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 143

perfectamente recibido de los indios, que se empe-fiaban por obsequiarle como mejor podian.

Solo una vez corrió su vida algun peligro.Las campanas de todas las iglesias de Santiago,

echadas a vuelo por órden del obispo don frai JuanPérez de Espinosa, anunciaron a los encomenderosque sus tristes vaticinios estaban desmentidos porlos acontecimientos.

El viaje de Valdivia a Arauco habia sido unpaseo triunfal.

Los encomenderos no se dieron, sin embargo,por desengafiados.

-Esperemos, dijeron, que los indios cosechensus sementeras, i entónces verémos.

X.

Miéntras tanto, el padre Valdivia determinó em-plear el invierno de 1612 en practicar la visitade las poblaciones cristianas de la diócesis de laImperial.

Estremada fué la severidad que desplegó paracorrejir a los encomenderos que inflijian malos tra-tamientos a los indíjenas, i esos eran todos.

El padre se mostró implacable, sin haber j éne-ro de consideraciones que le contuviese.

Semejante manera de proceder causó asombro,porque, como dice un cronista, hasta entónces "losque ejercian la justicia, como eran por lo comunvecinos, no trataban de enmendar en otros lo queellos mismo cometian sin escrúpulo".

Cierta noche, se presentó en la ciudad de Con-cepcion al padre visitador una india medio desnu-da i jadeante; de sus espaldas chorreaba la sangreen abundancia.

La mujer del alcalde ordinario la habia manda-

J44 LOS PRECURSORES

do azotar en su propia presencia hasta ponerla entan lastimoso estado, no porque hubiera certidum-bre de que hubiese cometido algun delito, sinoporque habiéndose desaparecido una servilleta, sesospechaba que ella la hubiese tomado.

La pobre india habria perecido talvez bajo losgolpes del látigo, si no hubiera logrado escaparsepara ir a solicitar la proteccion del visitador.<El padre Valdivia le concedió intejérrimo cuan-

ta habia menester.El alcalde, que era hombre de importancia i de

influerWia, cobró por ello una grave ofensa.: Los encomenderos, que no podian convencersede que fuese lícito prestar oídos a las reclamacio-nes de los perros indios, censuraron ferozmente laconducta del jesuita, el cual, segun ellos, no haciamas que alzaprimarlos.-Le negaron sus facultades.

Le atacaron de todos modos, en las conversacio-nes, en los púlpitos, en las deliberaciones del ca-bildo.

¡Dios sabe hasta donde habría ido a parar lagrita si el presidente Rivera i la audiencia, encumplimiento de las órdenes del soberano i delvirrei, no la hubiesen contenido por medio debandos i toda especie de conminaciones!

Pero no por esto, sus adversarios dejaron decntinuar dirijiendo al padre toda especie de car-gos i de acusaciones.

eSe nifestýtjn aun asombrados de que osaracelebrar de ordinar io la santa misa, sin que se loesbrbaran las irregularidades en que había incu-rido.

Entre otros motivos de este asombro, se citabael que sigue:

9Ha pasado a tanto el poder de su voluntad,

DE LA INDEPENDEN IA DE CHILE. 145

que se ha atrevido a bautizar a millares de indios,como aparecerá de los testimonios que habrá en-viado i llevará, que en cuanto a la cantidad destosbautizados se podrán creer como ciertos; i lo quees mas, haber sido su exceso tanto mayor en:haber-los bautizado sin estar catequizados, ni saber ora-clones, ni tener disposicion conveniente ninguna, aunos con amenazas, a otros con inducimientos, i alos mas con botijas de vino ýi otros regalos con que:los acariciaba, dejándolos con ellos de jentiles, queeran, hechos apóstatas o herejes, digno todo decompasion"... . .

Tal era lo que escribia al reí en 1621 el oidordon Cristóbal de la Cerda.

Es de presumir que hubiera mucho de fundadoen aquel cargo de administrar el bautism por"tarea, pues la carta anua núfimero diez i nueve delos jesuitas de Chile, refiriendo el método de bau-tizar empleadb .por el padre Valdivia, se espresade esta manera:

"Hizo una ¡visita jener,l de todos los indios,habrá ao i medio, en que fué baptizando a losImis precediendo primero el tecisio pero bre-ve, conforme daba lugar la priesa con que iba -visitando, i los negocios que tenia que hacer. Diashubo en que éL i sus compaieros baptizaban tan-tos indios, trabajando en esto desde la mañana ala no che, que quedaban tan cansados, que cuandoacababan, ya no podian alzar los brazos".

Segun estos datos, es difícil concebir que unamultitud tan crecida de bárbaros pudiera ser de-ibdamente instruida en las doctrinas de la relijion

al cabo de pocos dias; i por lo tanto es de creer.se que hubiera mucho de cierto en ilo,íue don Cri-tóbal de la Cerda informaba al rei sobre el parti-cular.

LOS PRECURSORES

Xi.

En medio del ardimiento de la tremenda luchaen que se hallaba empeñado, i de los numerososasuntos a que tenia que atender, Luis de Valdiviaestaba impaciente por fundar en el territorio arau-cano misiones de jesuitas, que comenzaran a traba-jar de un modo estable i regular en la conversionde aquellos infieles.

Al eecto designó a los padres Horacio Vechi iMartin de Aranda para que acompañados del her-mano novicio coadjutor Diego de Montalban fue-sen a Puren i la Imperial a predicar a los indije-nas la paz i la fe.

Este proyecto estuvo mui léjos de merecer laaprobacion jeneral.

A pesar de las apariencias, muchos temian ladoblez de los indios.,

Citaban aun en apoyo de su opinion diversosindicios.

Un indio habia dicho que sus compatriotas es-taban preparándose para la guerra.

Otro había manifestado que solo aguardabanpara principiar las hostilidades el cosechar conquietud sus mieses.

¿Aquello era verdad, exajeracion o conjeturá?Cada. uno lo calificaba conforme al concepto que

habia formado acerca de la manera de tratar a losindios.

Los partidarios del servicio personal i del siste-ma de rigor pretendian que lo que se corria sobrelas malas intenciones de los araucanos era cierto iniui cierto.

Los de la opinion contraria aseguraban que to-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 147

do aquello era una invencion sin ningun funda-mento.

Se refirió entónces un hecho que a haber real-mente sucedido, manifestaria que la fe del padreValdivia en la bondad de su plan era inquebran-table.

Un indio amigo que venía llegando de Araucole aseguró delante de varias personas que losaraucanos tenan resuelto matar a los misionerostan luego como entrasen en su territorio.

-¡Eso es falso! le habia contestado Valdivia, se-gun se contaba; i voia hacerte castigar por em-bustero.

El indio se rió.,-Padre, aquí me tiene, le dijo," póngame en

prision; i si cuando los padres entren a tierra deenemigos, no los matan, córteme la cabeza.

Luis de Valdivia despreció el aviso, persistien-do en que los misioneros debian ir a Arauco (1).

Miéntras tanto, ocurria en el interior de Arau-co un drama doméstico, que debia producir la smas fatales consecuencias.

E ste suceso, que tiene su importancia en la his-toria de Chile, ha sido naturalmente referido porlos cronistas. nacionales; pero ninguno de els seha fijado en una relacion hecha por el autor prin-cipal, que ha sido conservada con toda fidelidad.

Voi por mi parte a correjir esta omisioÍ1.El 15 de mnayo de 1629, cayó cautivo cíe los

araucanos en la famosa batalla de las Cangrejérasel capitan chileno don Francisco Núñáez de iPinedaji Bascuñan.

Los indios prodigaron al prisionero toda especiede atenciones por afecto a su padre don Alvaro,

(1> Alonso de Rivera, Carta a Feipe 111, fecha 17 de abril de 1618.

148 LOS PRECURSORES

inilitar envejecido enel ejercicio de las armas, )1cual era tan respetado de los indíjenas por un se-ñalado valor, como querido por la humanidad deque les habia dado frecuentes pruebas.

Cierta noche, tocó al cautivo alojar en el rnchodel cacique Ancanamon.

Estaba el indio sentado gravemente junto a lafogata, donde se preparaba la comida.

Sus muj eres i otros araucanos formaban alrode-dor diversos grupos, guardando un silencio rlespe-tuoso.

-¿engo entre los españoles opinion de soldadoi de valiente? preguntó Ancanamon a Bascuñan.

-No hai entre nosotros araucano mas afamadoýque tú; hasta las mujeres i los niños conocen tunombre, contestó el chileno.

Esta lisonjera respuesta llenó de satisfaccion' alc¢acique.

-Siempre he sido afecto a los españoles'¡ a tu-traje, dijo; i si los he combatido, ha sido solo pordefender mis tierras, i por vengar el mayor de losagravios.--He oído hablar de eso, replicó Bascufial, acri-

iminándote los unos, i disculpándote los otros. De-8earia saber de tu boca la verdad.

-Si esto te complace, te contaré esa historia,dijoAncanamon.

Entónces el cacique habló como sigue:-- Habras de saber que el patero o padre Luis

de Valdivia, que se titulaba gobernador, nos envióa decir que venia comisionado por el re i para raerel sosiego a la tierra, si nos comprometíamos a nohacer mal a los espaioles, así como éstos tampocolo harían a nosotros.

Consentimos entónces en que viniera a mi dis-trito un español lenguaraz para disetir el asunto.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 149

Efectivamente, vino un alférez llamado PearoMelández con otro compañero miui conocedor denuestra lengua.

Los recibí en mi casa, i los regalé cuanto pude.lJabiendo hablado sobre la proposicion, conve-

nimos entre varios caciques amigos que yo fuese amanifestar a las parcialidades de la costa hasta laImperial la conveniencia de aceptar las paces quese nos ofrecian.

+l tiempo de mi partida, se me acercó una demis m.ujeres para denunciarme que una espafiola,

en quien yo tenia una hija, había entrado en rela-ciones amorosas con Meléndez.

La noticia me inspiró algun cuidado i pesadum-bre, pero disimulé.

-Lo que cuentas es falso, dije a la india. Nodebe .aravillarto que la española mire con bue,nos ojos a los de su tierra; otro tanto harias tu sieatuvieras entre españoles, i encontraras ocasíonde comunicarte con los tuyos.

Por un momento, se me pasó el pensa»nie4tm deMatar al alférez;, pero me contuve para que no seme tildara de traidor, i no se supusiera qu% porrechazar las paces, había dado la muere al men-sajero.

Por lo demas, mp lisonjeé con que la cosa noseguiria adelante.

,Miéntras yo andaba sirviendo a los espaioles,i trabajaba para que los indios aceptasen el trato,Melénaez, no solo sedujo a su compatriota, sinoque tambien me inquietó a dos muchachas, a qui-nes yo amaba con estremo.

Tres o cuatro dias ántes de que yo estuviera evuelta en mi casa, el alférez previno sus caballos, ipor la noche se huyó con la española i las dos in-días al fuerte de !Paicaví.

IDO LOS PRECURSORES

Cuando llegué, habiendo sabido el atentado queaquel mal hombre habia cometido en mi familia,lloré como una criatura la pérdida de mis mujeres.

A ese tiempo se me presentaron mis suegros,los padres de las muchachas; i me trataron contanto furor, que solo les faltó matarme, diciendoque era traza mia el haber enviado mis mujerespor delante para irme yo tras ellas a vivir con losespañoles.Me vi en tan terrible aprieto, i tan lastimado,que hube menester de toda mi prudencia i valorpara no cometer una locura.

Rogué a nmis suegros que me asistiesen i acom-pa~fasen hasta el fuerte de Paicaví para ir a recla-mar mis mujeres, asegurándoles que por mis ra-zones i conducta se convencerian de mi inocencia,i de.cuán injustas habían sido sus acrimina-ciones.

Ellos, por el deseo que tenian de ver i recobrara sus hijas, aceptaron al punto la invitacion.

Yo pelnsaba, que los españoles, luego que llegá-semos a l'aicaví, habian de restituirme mis muüje-res, i de castigar al que habia cometido conmigosemejante maldad.

Al otro dia por la mañana, salimos hasta veinteindios amigos i los caciques mzfis suegros, i no pa-ramos hasta el fuerte de Paicavi.

Reclamé con toda eficacia mis mujeres indias, iel castigo del malvado que las habia robado.

En cuanto a la española, manifesté que podíaquedarse, puesto que estaba entre los suyos.

Los del fuerte me respondieron con desabri-miento qúe las indias no querian volver a mi po-der, porque ya eran cristianas.

No podia contenerme de furor.-¿Para qué las hicisteis cristianas con tanta

DE LA IN~DEPENDENCIA DE CHILE. 151

brevedad, les repliqué, sabiendo el modo como esemal hom,re las habia traído, sin aguardar el finde miviaje, pues es claro que sabiais andaba yofuera, de mi 'casa en cumplimiento de vuestro -en-cargo? ¡Maldita sea la hora en que lo acepté! Ne-gándome ahora mis mujeres, nos dais a entenderque todos sois unos, i que solo pensais en destruir-nos. .I luego decis que nosotros somos los traido-res, i los que usamos ,de doblez!

Nos volvimos desconsolados i tristes, mis sue-gros sin sus hijas, i yo sin mis mujeres, i ademasrabioso de haber adimitido a aquel español en micasa, i deseoso de hallar ocasion de vengarme delpadre-gobernador, que envió a engañarnos i ahacer burla de nosotros.

Hasta aquí la relacion que el cacique Ancana-mon hizo a don Francisco Núñez de Pineda i Bas-cuña.n.

Yo me he limitado a estractarla del CautiverioFeliz, i a acortarla i limarla algun tanto.

Ahora oigamos lo que todavía va a revelarnosel imparcial Bascuian sobre este mismo suceso.

"Atónito i suspenso me quedé por cierto, dice;habiendo escuchado la relacion de este cacique,que nunca juzgué fuese tan verdadera, hasta quedespues de conseguida mi libertad, me informé <decaso de algunas personas antiguas i de crédito, ihallé ser a la letra de lo sucedido i de lo que el ca-cique me habia contado; i aun mas me añadieron,cuál fué el modo como engañó a las dos. chinillas,que luego que Ancanamon salió de su casa, tratóel ¿Lelendez de llevarse a PaicaNÍ la española; 1aficionado, de las dos chinas, le dijo a la.mujer queimportaria mucho llevar aquellas dos chinas paraque la sirviesen. Cuadróle a la mujer el pensa-miento, porque son cudiciosas i amigas de tener en

sus casas a quien echar la carga i quien las sir-va, i preguntó el estilo que pudieran tener paraejecutarlo. Díj ole su pasion el cauteloso hom bre,mezclada en la cudicia de la mujer liviana.--Loque habeis de hacer, le dice, es el reducirlas a migusto con dádivas, razones i agasajos, que aquí te.neis chaquiras, peines i listones.-llízolo así lamujer con gran cuidado; i como eran sus conoci-das, i desde nifias las habia criado, no fué dificul-tosa la conquista; redújolas a lo que Meléndez de-seaba; i despues de tenerlas ya debajo, trataron desu viaje con efeto. Llegó nueva dos o tres diasántes que se retiraba Ancanamon, i dijeron a laschinas que infaliblemente las habla de matar lue-go que llegase, porque ya traia malicia de su pe-cado i de la ofensa que le habian hecho, i que. nohabía mas remedio que ausentarse ¡ seguir a la es,paiola, que se habia de ir la siguiente noche conél, porque todos corrian riesgo, les dijo el cautelo-so mensajero. Con esto, las chinuelas temerosas,acusadas del pecado que contra su marido hablancometido, "vineron fácilmente en el concierto; i lanoche siguiente, ántes de llegar Ancanamon dosnoches, salió el embajador con la mujer i las chi-nas, i se puso otro dia en el fuerte de Paicaví. Es-te es el suceso a la letra, conforme a relaciones deespañoles i capitanes antiguos, que por parecermeque la del cacique Ancanamon no estaba tan ajus,-tada a la verdad, solicité con cuidado otros infor'mes. (1).

A pesar de la repulsa que habla esperimentadoen el fuerte de Paicaví, Ancanamon, queriendo pro-bablemente agotar hasta el último recurso, envió

(1) Nfiñez de Pineda i Bascuñan. Cautiverio Miz, cdiscurso 2, capítulos l i 12. -a, -

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 153

un mensajero al presidente Alonso de Rivera pa-ra anunciarle lo que sucedia i pedirle la debidareparacion.

Este mensajero encontró al presidente dirijién-dose a Paicaví en compañía del padre Valdivia.

Rivera contestó a Ancanamon "que viniese atratar de la paz, i darla como tenia prometido, ique toda la comodidad que se pudiese, se le ha-ría

Ancanamon, agrega don Alonso de Rivera, "novino, ni envió ningun recado"; lo que se concibemui bien, porque la respuesta evasiva del presi-dente no era propia para tranquilizarle.1-¿Qué piensan los indios de los padres jesuitas?

preguntó Rivera al mensajero de Ancanamon.<-Tienen mui buena idea de ellos, respondió; so-

lo les encuentran una cosa mala: que averiguaucuántos indios hai, i dónde están, i lo ponen porescrito.

Rivera dice al rei, aludiendo a esta conversa-cion: "no me acuerdo de si dijo que los tenian porespías, i que andaban procurando saber lo que ha-bia en la tierra para que mejor se la pudiésemosganar; i si él no dijo esto, hánlo dicho otros".

Cuando Rivera i Valdivia llegaron a Paicavi,las mujeres fujitivas de Ancanamon pusieron ensu conotimiento que losindios estaban preparadospara matar a los misioneros, los cuales no debianpor nada emprender el viaje proyectado.

Todos estos antecedentes hicieron que fuesenmuchos los que auguraban un mal resultado de lamision en que se pensaba.

Luis de Valdivia permaneció, sin embargo, fir-me en su opinion.

"Una de las cosas que mas animó al padre Luisde Valdivia a enviar los padres, i a persuadirse

20

la* , LOS PRECURSORES

que no los matarían, dice al re¡ el presidente Ri,vera, fué el estar acá las mujeres i hijas de Anca-namon, que por esta razon le pareció que el ma-yor,daño,sería tener ellos en empeño hasta resca-tarlas"' (1).

Despreciando todas las previsiones funestas, lospadres Vechi, Aranda i Montalban entraron va-lerosamente en el territorio araucano para princi-piar la predicacion.

iNo trascurrió mucho tiempo sin que esperimen-tasen el furor del implacable Ancananon, que losestaba a~uardando para satisfacer en ellos su sedde venganza.

El 14 de diciembre de 1612, los tres misionerosfueron martirizados con crudelísima muerte en ellugar de Elicura por una horda de bárbaros aquienes acaudillaba el iracundo i agraviado caci-que.

Luis de Valdivia i otros escritores jesuitas hanaseverado que la determinacion de hacer penetrareu Arauco, a loz padres Vechi, Aranda i Montal-ban fué tomada (e acuerdo con el presidente i to-dos los jefes militares, i mereciendo su completaaprobacion.

Don Alonso de Rivera lo ha desmentido formal-mente.

Hé aquí lo que escribió al rei sobre el parti-cula~r.

"Señor. Entendido he por cosa cierta de algu-nas personas fidedignas que han venido de la ciu-dad de Santiago a ésta, i otras que lo han escrito,que en la con regacion que se hace de la Compa-nía de s de aquella ciudad, se leyó un inifor-me de mi viaje en la Araucania con el padre Val-

<1) Aieat de Rivera, Carl, W¡p, ITI, rch, 17 de abril de 1618.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 155

divia, i que dijeron que iba firmado de mi mano:.Yo no lo creo; pero en esta duda, porque algunaspersonas lo afirman, i por si acaso hubiere ido aese real consejo, como por cierto me dicen lo hanenviado, me ha parecido informar de lo que pasó,que es como sigue:

"El padre Luis de Valdivia hizo el dicho papel,i no lo quise firmar por causas que a ello me mo-vieron de algunos encarecimientos que lleva, i auncircunstancias demasiadas, que no habia para quéescribirlas, ni convenia al servicio de Vuestra Ma-jestad; i como pasó todo en mi presencia, vi el pocofundamento que habia para hacerlo, i por esto na-die lo firmó, ni dió parecer, ni se pidió para que lospadres fuesen, si no es a mi; i como ya yo estaba en-terado de la determinacion del padre, i convencidode sus muchas razones i de sus cartas, que son lasque Vuestra Majestad puede ver por las copias queenvio con ésta, no le dije mas de que me pareciaque no matarian los padres, pero que temia por cier-to que los prenderian i que los desbalejarian. A es-to me respondió el padre Luis de Valdivia que aeso habian venido acá, i que presos harían muchofruto dando a entender a los indios la voluntad deVuestra Majestad, i confesando a los cautivos, i ha-ciendo otros frutos espirituales entre aquellos bár-baros. 1 despues que supo que eran muertos, aun-duvo su secretario pidiendo firmas en el campo aalgunas personas; i segun fué público, i a mí m-e di-jeron algunos de los que firmaron, les decia que yomandaba que lo firmasen, i que lo tenia firmado, ino lo dejaba leer a nadie. De esto, no supe cosaninguna hasta despues de hecho; i con esta cautela

rmaron diez o doce; i despues que supieron queyo no lo habia firmado, ni mandado firmanr, se que-jaron del engaio que les habian hecho, i pidieron

que queran, ver lo que, habian firmado; i asíl, se los!leyó el papel en público, i aunque algunos quisieron que se quitasen sus firmas, no se hizo, porque,ya estaba en poder del padre. Despues se dijo queeste papel se habia leído, como digo, en la congre-gacion para dar a entender que el haber enviadolos padres a tierra de guerra no fue por parecersolo del padre Luis de Valdivia, sino que yo i to-,dos los que lo habian firmado fuimos del propio; ,ctifico a Vuestra Majestad que todos a una vozdecian, al tiempo que los padres fueron, lo que su-cedió, i yo lo que arriba digo, i esta es la verdadpuntual. le querido avisar a Vuestra Majestadde ello por si acaso hubiera ido otra relaeion con-traria de esta. Nuestro Señor la real persona doVuestra, Majestad guarde con el aumento de ma-yores reinos i señoríos, como la cristiandad lo hamenester. Concepeion de Chil% Octubre 25 de

XII.

Segun el informe que el oidor don Cristóbal dela Cerda pasó al rei en 1621, el primer movimien-to de Luis de Valdivia al recibir la infausta nuevadel asesinato de los tres jesuitas fuó el do la masfuriosa indignacion contra los feroces indijenasque: habian cometido tan sangriento e injustifica-ble atentado.

lé aquí sus palabras:"1abiendo llegado la nueva al ejército de Vues-

tra Majestad de la muerto que en Elicura habiandado a los tres padres de la C ompañíia el dia si-guiente al en que los entregó i publieó haber asen-

DE LA INDEPENDENCIA DE CRILE. i

tado sus no ciertas paces, pidió con encarecimientoal gobernador que pues se hallaba con todas lasfaerzas i ejército j unto, revolviese sobre la reguade Elicura, i la talase, i les hiciese todo el castigoposible, i edificase una casa fuerte en el lugar delmartirio de los tres padres muertos, que así lla-maba i llama él a los que rogaron con muchas ivivas lágrimas que no los matasen, representandoa los indios la poca gloria que ganaban en darmuerte a tres hombres rendidos i desarmados, i?que por bien de ellos habian ido a ponerse en susmanos. Por ventura debe ser esta gloria particu-lar de los mártires de la Compañía. Habiendo elýgobernador oido el pedimento del padre Valdivia,i íla instancia que hacia sobre ello, mandó llamara consejo de guerra, i propuso el intento, alen-tándolo el padre Valdivia con el calor de su có-lera............... ..................1i ventilada la causa en la junta de guerra, pare-ció al gobernador i demas ministros que conformea las nuevas órdenes de Vuestra Majestad, no sepodia hacer nada de todo lo que,el padre Valdi-vía pedía i queria en venganza de la muerte desUs padres".

ýHe cópiíado el precedente documento, tanto pa-ra que el lector pueda formar juicio por íi mismo-sobre aquellos sucesos con pleno conocimi@nto de,causa, como para que se vea hasta dónde llegó laexaltacion de muchos contra Luis de Valdivia ilos demas individuos de la Compaffia.

Mas por respetable que sea el testimonio de unpersonaje tan caracterizado como don Cristóbalde la Cerda, forzoso es reconocer que se halla des-mentido por los -hechos i documentos de que tene-mos noticia.

El padre ValdiWia persistió siempre en ell ste-

ýlt5 LOS PRECURBORES

ma de procurar la pacificacion de los araucanospor lós medios persuasivos i la predicacion.

En cuanto a Alonso de Rivera, ha espresadoclaramente en un documento auténtico que no dejalugar a duda, una opinion distinta a la que el oi-dor Cerda le supone: tal es, el informe que dirijióal rei en 17 de abril de 1613.

En 61 se manifiesta dispuesto a sostener la gue-rra defensiva como le estaba mandado; pero en-tiende que ella no le prohibe hacer correrías en elterritorio de Arauco para desbaratar las juntas deindios,5 evitar que hicieran preparativos hostiles.4Conviene que la guerra se les meta en su casade estos enemigos, dice, para que se alarguen denuestra tierra; i que cuando sepamos que se Jun-tan en alguna parte de las suyas, podamos entrara deshacerlos i a quitarles las comodidades quetienelí para. hacernos la guerra, que todo esto cabeen guerra defensiva; i si esto no se hace, no serátoda la jente que tiene Vuestra Majestad en estereino, parte para impedir las entradas que estoshacen a la tierra de paz, i aunque fuera imuchamas' .

Segun Alonso de Rivera, los indios "no habiande dar jamas la paz si no era sujetándolos confuerza de armas".

Es menester, agregaba, que vean "por una par-te el bien que se les sigue de recibir la paz, i porotra e mal que les viene de no aceptarla'" paraque se desengaien "de una opinion mui comun en-tre ellos, ansí en los de paz, como en los de gue-rra, que dicen que la paz que se les ofrece es portemor i falta de fuerzas".

Pero si estimaba utópico i aun perjudicial elplan del padre Valdivia para aquietar a los arau-canos solo por la predicacion i los buenos ejem-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

plos, tampoco aceptaba el sistema de los conquis-tadores que pretendian imponerles la servidumbrepor las armas, a sangre i fuego.

Nó, no era esa su opinion.Alonso de Rivera pensaba que era preciso em-plear la fuerza para escarmentar a los: araucanos,siempre que se levantaran, o cometieran algunaviolencia; pero que miéntras permaneciesen tran-quilos, debia dejárseles sin molestarlos, sin tratar-se de reducirlos a encomiendas.

En una palabra, proponia el término medio queal fin i al cabo se adoptó durante la época colo-nial, i que jeneralmente se ha seguido despues dela independencia.

Alonso de Rivera pensaba que los araucanoshabian estado engañando a Luis de Valdivia consus demostraciones pacíficas, i que estaban dispo-niendo el alzamiento aun antes de la fuga de lasmujeres de Ancanamon; i comunicaba al rei losmuchos i significativos antecedentes que habia pa-ra conjeturarlo así.

Consecuente con estas ideas, i de un modo coú-trario a lo que asienta don Cristóbal de la Cerda,hizo una espedicion para castigar la muerte de losmisioneros Yechi, Aranda i Montalban.

Es él mismo quien lo refiere al rei con las si-guientes palabras: "A 23 de febrero (de 1613) pa-sé el rio de Biobio con el campo de Vuestra Ma-jestad para entrar en Puren i sus provincias, don-de hice los mayores daños que pude al enemigo, ifueran mayores, mediante Dios, si salieran a pel arcomo lo han hecho los años pasados quitóselesmucha comida i matáronse algunos indios, aunquepocos, i se prendieron cincuenta niños i mujeres, ise les tornaron algunos caballos; quemáronse mu-chos ranchos".

LOS PRECURSORES

XIII.

Miéntras tanto, la catástrofe de Elicura habíahecho caer el mas completo descredito sobre Luis,de Valdivia, i sobre su sistema, i sobre sus ami-tgos, i sobre el instituto relijioso a que pertenecía.

El gobernador Alonso de Rivera, que hasta en-,tÓnces le habia sido mui adicto, entrando en desa-cuerdo con él, prestó oídos a los implacables ad-versarios del jesuita, i comenzó a dispensarles laproteccion que anteriormente daba al padre.

Igual conducta observó el obispo de Santiagodon frai Juan Pérez de Espinosa, que hasta en-tónces se habia manifestado decidido amigo delpadre Valdivia i de sus ideas.

Fué aquella una verdadera tempestad de repro-bacion, de antipatía, de cargos de todo jénero.

Era difícil concebir una impopularidad mayor.Hasta los predicadores tronaron desde los púl-

pitos contra Valdivia i sus correlijionarios, losperturbadores del orden púitíco, los alborotadoresde los indios.

La mala voluntad a Luis de Valdivia se hizoestensiva a los jesuitas que le ayudaban, i de ellos,a la Compaiia entera.

E1l fundador mismo no fué respetado, pues hubopredicador que reprobó desde el púlpito el que sehubiese colocado en el altar mayor de la iglesia dolos jesuitas la imnájen de su patriarca Ignacio deoyola, que a la fecha gozaba ya los honores de"'0tóo coín escándalo la piedad, dice un escritor

jesuita; pero nadie reprimió su arrojo, porque nosolo el gobernador, Sino tamien el prelado ecle-siástico estaba adverso a nuestras cosas, i el desa-

DE LA INDEPENDENCIA DE CRUE. 161

fecto echaba un velo a sus ojos para que no viesela grandeza de este desacato, i se desentendiese desu castigo" (1).

Ocurrió por entónces en Santiago un suceso pue-de decirse privado, que en cualesquiera otras cir-cunstancias talvez no habria tenido eco; pero queen medio de la jeneral efervescencia, adquirió lasproporciones de un acontecimiento social.

La relacion de ese hecho puede ofrecer un cua-dro vivo del estado en que se encontraban los áni-mos, i hacer que nos trasportemos por la imajina-cion a esa época ya lejana, i tan distinta de lanuestra.

Para narrarlo, dejo la palabra al historiador je-suita Pedro Lozano, que habia tomado de los pa-peles de la órden los datos necesarios.

"Para que en esta gravísima persecucion delreino de Chile, dice, no le faltase a la Compaflaejercicio en este jénero, permitió el cielo que con-tra madre tan buena se levantase tambien un malhijo, que, aunándose con los perseguidores, ayu-dase a labrar los esmaltes de su corona, i le causa-se aquel dolor con que los golpes de mano seme-jante suelen lastimar la paciencia.

"Este aborto, ántes que hijo, fué Manuel de Fon-seca, portugues de nacion, natural de la ciudad fa-mosa de Lisboa. Alistado en la Compafía en nues-tra provincia del Perú, procedió con satisfaccion;i hallándose en el colejio de Santiago de Chile,cuando de aquella se dividió nuestra provincia,fué agregado a ella; i como hubiese dado lucidoespécimen de su buen injenio, fué, despues de ocu-parse en otros ministerios, empleado en el lustro

(1) Lozano, Historia de la Compañía de Jesus de la provincia d Pa-raguai, libro 7, capítulo 14.

162 LOS PRECURSORES

de leer teolojía escolástica en el mismo coleji, don-de poco a poco se fué engolfando en negocios aje-nos de nuestra profesion, e introduciendo con losseglares mas que fuera justo. Por este camino seresfrió en la primitiva observancia, cuyo defectoavisó a les superiores de su obligacion a correjirle;i como las amonestaciones paternales i secretas noconsiguiesen el efecto deseado, se le dieron algu-nas penitencias, i se le conminó que de no recono-cerse la debida enmienda, se verian forzados a re-moverle de la cátedra, i aun a tomar resolucionmas seyera, porque todavía no habia hecho la pro-fesion.-Este golpe, que debiera hacerle volver ensí, le halló ya tan mal dispuesto, que solo sirvióde empeorarle, i hacerle caer en un despecho fatal,con que se resolvió a abandonar la Compañía, ivolverse a las ollas de Ejipto, donde ya estaba, sino con el cuerpo, con el afecto.

"Disuadiósele este consejo temerario, pero sinfruto, porque ya su corazon se habia dejado pre-dominar del amor a las cosas del siglo, { se juzgóconveniente cortar el miembro podrido para queno inficionase el resto del cuerpo. Mas como porotra parte se considerasen no pequeños inconve-nientes en despedirle dentro de Chile, porque sujeno bullicioso causaría allí muchas inquietudes alos nuestros, principalmente en tiempo tan revuel-to, i en que él, ocultando la verdadera causa de sustrabajos, divulgaba entre los seglares que nacia deenvidia i emulacion de sus prendas, se resolvierondespacharle a Lima, donde recibiese la dimisoria,i fuese despedido. Sintiólo vivamente Fonseca, ino dejó piedra por mover para frustrar esta idea,cuyo acierto calificaron los sucesos posteriores; pe-ro como los tenia previstos en el jenio i orgullo delhombre el padre provincial, i las razones que pa-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 163

ra lo contrario alegaba abultaban mas en la apa-riencia que en la realidad, siendo frívolas o finji-das, se llevó adelante la primera resolucion.

"Intimósele una sentencia secreta en que se de-claró que si no queria esperar sobre su espulsionla resolucion de nuestro padre jeneral, se remitiriasu dimisoria al padre Cristóbal de Ovando, electoprocurador a Roma por nuestra provincia del Pe-rú, quien despues de ejecutar algunas dilijencias,le soltaria los votos, le despediria i entregaria ladimisoria en Lima, dejando hecho voto i j uramen-to por escrito i firmado de su nombre de que nun-ca volveria al reino de Chile, so pena de que si losquebrantase i volviese, pudiese la Compañía reco-jerle i castigarle como a apóstata, porque, aunquela dimisoria iría absoluta, solo se le concedia de-bajo de las condiciones de las dilijencias previasdel padre Ovando, de su ida a Lima i de que novolviese a Chile. Hizo el juramento i firmóle sinmostrar dificultad, ni parecia la pudiese tener ra-cional, pues siendo uno de los títulos o pretestosque alegaba para su esp-alsion la necesidad de suspadres, es cierto que mejor podría adquirir parasu socorro en la opulencia de Lima, que no en lapobreza de Chile, que entónces era bien grande,fuera de que el temperamento de Chile se recono-cia poco saludable a su complexion. Sin embargo,el hombre, doblado seis dias ántes de ligarse conel voto i juramento, había hecho ante escribano idos testigos una esclamacion secreta en que con-tradecia la salida suya de Chile i la obligacion deno volver, sin dar de este fraude el menor indi-cio, como conoció le era necesario para deslum-brar la sinceridad de nuestros superiores.

"Estos, para mejor resguardo del sujeto, dispu-sieron que Fonseca fuese embarcado a Lima en

164 LOS PRECURSORES

compañía del padre Antonio de Ureia, que ibapor superior; i en un pliego cerrado con cartas deimportancia, llevaba dentro la comision para elpadre Ovando i la patente que debia entregar alespulso. Era éste bien astuto; i llegando al puertode Valparaíso, tuvo mafia para hurtar el pliego alpadre Ureia, abrirle i sacar la patente o dimiso-ria, i dejando embarcar al compaiero, trazó modocomo a él le pusiesen embarazo, i volviéndose porsendas estraviadas a Santiago, se refujió al conven-to de San Francisco, desde donde hizo presenta-cion >e su dimisoria ante el sefior obispo don fraiJuan Pérez de Espinosa, suplicándole que le am-parase en el uso de ella, de que estaba bien cierto,porque el notorio desafecto de aquel prelado hacialos jesuitas fundaba segura confianza que no le ne-garía su patrocinio. No se engañó, porque luegose declaró empefiado a su favor con aplauso de lamayor parte de la ciudad, que como ardía en irascontra nosotros por las cosas del padre Valdivia,celebraba los excesos de su sinrazon por aciertosde su prudencia, i se alegraba de que se nos die-sen nuevos motivos de sentimiento.

"1allóse forzado el padre provincial a sacar lacara a favor de nuestros privilejios; i nombrandoen virtud de ellos por notario apostólico al padreBaltazar de Pliego, presentó las bulas pontificiasa su ilustrísima i el instrumento por donde cons-taba que Manuel de Fonseca era apóstata de laCompañía, i que como tal estaba ligado con lascensuras, i no podía celebrar el sant» sacrificio dela misa, ni predicar la palabra divina, sino debiaser entregado a la Compafila para su correccion,ni podia dársele favor so pena de incurrir en des-comunion reservada a la Silla Apostólica. Nadaintimidó el ánimo del obispo, a quien daba alientos

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 165

la malevolencia comun, i el apoyo de algunos mi-nistros de la real audiencia que con el presidenteestaban declarados contra la Compañía; por locual, pospuesto el temor de las censuras, i despre-ciados nuestros privilejios, el apóstata fué ampa-rado en el ugo de su dimisoria, i honrado con lu-cidas funciones en la Catedral, encumendándoleaquellos primeros dias el sermon del domingo deramos í el de la pasion el viérnes santo del año de1613, siendo así que cuando Fonseca vivia den-tro de la Compañía, le profesaba su ilustriísimaparticular aversion, i disgustaba por estremo desus sermones."

"Pretendió nuestro provincial nombrar juezconservador, pero nunca pudo conseguir la apro-bacion de la real audiencia, que ántes bien se pu-so de parte de Fonseca, e infundió nuevos alientosal obispo para hacerse juez ordinario de esta cau-sa, por mas que le recusó, i declinó jurisdiccion. Iaun fuera tolerable este atentado, si no estuviesetan declarado a favor de la injusticia, que se nega-ba cun a recibir los alegatos de nuestro derecho, ioír nuestras peticiones, i hacia otras vejacionesque manifestaban cuánto puede la pasion armadadel poder. Era aquel prelado ardiente en sus em-peños, i de ménos consideracion en sus resolucio-nes, de que se puede formar alguna idea por talcual que refiere el maestro Jil González Dávila,cronista mayor de las Indias, en su Teatro Ecle-siástico de la primitiva iglesia de las Idias Occide¿-tales (tomo 2, folio 82), donde escribe de él que-se volvió a España (son palabras formales deaquel autor) sin licencia de Su Santidad, ni rei, idió la razon que tuvo para ello, que no fué tenidapor suficiente, quedando quejosa aquella iglesia(de Santiago de Chile) i sus pobres, porque trajo

166 LOS PRECURSO ES

sesenta mil pesos de oro sin rejistro; i llegando aEspaña fundó en Toledo, en Alcalá de Henáres,en Sevilla, memorias que no tuvieron efecto, por-que eran de hacienda ajena, i no suya. Mandáron-le volver a su obispado, i murió en Sevilla en elconvento de su órden, año de 1622 La riquezaque trajo, por sentencia pública i jurídica, se de-claró pertenecer a la santa iglesia de Chile comoverdadera i lejítima heredera de sus bienes.-Hasta aquí aquel autor. Véase tambien por indi-cio de su jenio poco sosegado lo que refiere su su-cesor mediato el ilustrísimo señor don frai Gasparde Villarroel en su Gobierno Eciesiástico Pacífico(2a parte, cuestion 17, artículo 2, número 7).

"Un prelado, pues, de tan poco miramiento con-sidérese qué molestias no causaria a los que nun-ca fué propicio, i contra quienes ahora estaba em-peñado, i los miraba indefensos i aborrecidos. Co-mo conspiraba con el presidente en un mismo de-signio, aunque por rumbo diverso, le fué fácil al-canzar guardia de soldados que acompañase alapóstata, porque no pudiese la Compañía apode-rarse de su persona, i le contraponia en las funcio-nes mas graves de los jesuitas. Estos, como viesenque en fiesta principal, a que concurrian con lasdemas relijiones en el convento de Santo Domin-go, queria asistir tambien Fonseca, se vieron for-zados a salirse de la iglesia, por no comunicar insacris con el descomulgado, hasta que los reveren-dos padres predicadores le obligaron a desampa-rarla i salirse, porque no faltase a su funcion so-lemne nuestra comunidad, obrando consiguientesal empeño en que entraron desde el principio deesta causa, movidos de la razon, porque defendie-ron constantes que Fonseca era verdadero apósta-ta, i debia ser tratado como tal, i había incurrido

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 167

en las censuras, como tambien todos sus fautores."El mismo parecer siguieron los reverendos pa-

dres mercenarios, que favorecieron tambien gran-demente a la Compañía. El licenciado GabrielSánchez de Ojeda, abogado de mucho nombre, pu-blicó un doctísimo parecer contra Fonseca, i le sus-cribió el licenciado Antonio Rosillo, abogado céle-bre; el fiscal de la real audiencia de Chile i el doc-tor Juan Cajal, uno de sus oidores, estuvieron tanfirmes en el propio dictámen, que jamas quisieronacudir a sermon o funcion sagrada del apóstata, ose salian de la iglesia, si él concurria. I lo que mases, la universidad de Lima, emporio celebérrimode la sabiduría, se declaró a favor de nuestra jus-ticia; i movido de su dietámen, el excelentísimo se-ñor marques de Montes Claros, virrei del Perú,escribió una carta a favor de la Compañía al obis-po, i otra al presidente, para que sobreseyesen desus empeños, i dejasen a nuestros superiores casti-gar aquel mal hijo. Ni aun tan soberana insinua-cion fué poderosa a hacerles retroceder; ántes bienel obispo continuó las vejaciones, i nos solicitó oca-siones de desaires pesados. Tal fué el que intentóa principios del año de 1614, porque habiendo si-do estilo desde que en aquella capital se fundónuestro colejio que el dia de la Circunseision fueseel cabildo eclesiástico en procesion, acompañadode los nuevos alcaldes, desde la catedral a nuestraiglesia, pretendió que se omitiese esta funcion,aunque se frustraron estas dilijencias por la cons-tancia de los prebendados que reprobaron este de-signio, fundándose en lo aparente en otras razonespolíticas, pero en realidad movida poderosamentesu relijiosa discrecion de la indignidad de que seechase mano de lo sagrado para despique de cie-gas pasiones.

168 LOS PRECURSORES

"El presidente, no solo movido de su inclina-cion, sino arrastrado tambien de las intercecionesde nuestros émulos, proveyó a Fonseca en un ofi-cio igualmente honroso que útil, gozando el mise-rable apóstata del aplauso popular, de que abusa-ba para malquistar a los jesuitas en público i ensecreto, culpándolos tanto con su ingrata lengua,cuanto a si se santificaba. Pero con el tiempo vol-vió él mismo por nuestro crédito con sus procede-res; i descubriendo la hilaza, verificó el comun ada-jio, que no es oro todo lo que reluce, porque elque pretendiente i necesitado procedió compuesto,moderado i quieto, despues que se vió en alto, sedejó cegar de su presuncion loca. Empezó a des-preciar a sus fautores, i a muchos de ellos dió nopoco que hacer, disponiendo altamente próvida laDivina Justicia que aquel por cuyo amor pecaronfuese.el cuchillo de sus honras i haciendas, i el masidóneo instrumento de su merecido castigo. Movió-les pleitos en que lastaron con la pérdida del cré-dito i bienes temporales, las aflicciones que contrarazon i justicia causaron al provincial jesuita i sussúbditos, dándoles la vejacion entendimiento paraconocer cuán mala causa patrocinaron, i cuán acer-tada andaba la Compafia en descartarse de estemal hijo, i en desterrarle del reino de Chile. Asídispone sabiamente el cielo que la misma materiade la culpa se convierta en azote que la deje biencastigada, i haga abrir los ojos al escarmiento alos que se dejaron cegar de sus pasiones para co-meterla, i a otros sirva de luz que los haga adver-tidos para huir de las temeridades. En fin parótodo en que viendo destituida nuestra justicia, re-solvió la Compaia espeler totalmente de si a estemal hijo, i darle de órden de nuestro padre jeneralla dimisoria absoluta.

DE LA INDEPENDENCIA D1 CHILE.

"Esto no sucedió hasta tres años despues; i entodo el tiempo de este ruidoso litijio, no es ponde-rable cuánto crecieron las molestias i vejacionescontra la Compañía, hecha blanco de las lenguasmaldicientes i del odio comun, que tenia tan po-derosos promotores, que por todos caminos i ma-neras le fomentaban, ideando cada dia trazas paradesfogar sus injustos sentimientos. A eso los incitópoderosamente con diabólicas sujestiones el após-tata, complicando su causa con la comun del rei-no, porque les hacía creer que su espulsion de laCompañía i mal tratamiento no tenian otro orijenque el de haberse sentido mal afecto a los arbitriosdel padre Valdivia. Con esto se encendian mas losémulos, como si estas razones echaráan nueva leffaal fuego de sus iras contra nosotros, i dieron tantoque padecer a los jesuitas, que se tiene por cosaaveriguada, no fué inferior, o ménos fecunda detrabajos i tribulaciones esta persecucion del reinode Chile, que las primitivas de Zaragoza i del car-denal Siliceo, permitiéndolo altamente la DivinaProvidencia para que campease mas la virtud in-victa de los perseguidos" (1).

XIV.

A pesar de tan furiosa oposicion, el padre Val-divía permanecia incontrastable en sus propósitosde traer los indios a la paz solo por medio de lapersuasion.

Para ello, quiso enviar nuevos misioneros jesui"tas al territorio araucano; pero el gobernador, te-meroso de que fueran a correr la misma suerte que

(1) Lozano, Historia de la Go~paffí de Jesus de la provincia ¿d pa-raguai, libro 7, capítulo 15.

170 LOS PREOURSORES

Vechi, Aranda i Montalban, se lo prohibió espre-samente; i por el contrario determinó que se hi-cieran maloca o entradas a la tierra para hacerbotin i cautivar indios.

El jesuita representó enérjicamente al goberna-dor que de aquel modo iba contra la voluntad es-presa del monarca.

Como los dos no pudieran entenderse sobre elparticular, enviaron a Espaia a defender ante elsoberano sus respectivas opiniones, Luis de Valdi-vía al jesuita Gaspar Sobrino, í Alonso de Riveraal franciscano frai Pedro de Sosa i al coronel Pe-dro Cortes.

Felipe III resolvió la cuestion en favor de Val-divia por real cédula espedida en Madrid a 3 deenero de 1616.

Se dice que esta decision aceleró la muerte deAlonso de Rivera, que falleció en 9 de marzo de1617.

Lo cierto fué que el virrei del Perú, marques deMontes Claros, el cual se mostró siempre muiadicto al padre Valdivia i a sus planes, se aprove-chó de esta real cédula para impartir al sucesor deRivera las órdenes mas severas en favor de laguerra defensiva, i en contra de los que la censu-raban.

"He llegado a entender, decia, que algunos ha-blan mal de las disposiciones del soberano; i meadmira que Vuestra Señoria lo tolere, i no castigueseveramente a quien no respeta i venera los man-datos de su rei. Que si no hai enmienda, tomaréen mí todo el gobierno, i proveeré i despacharétodos los empleos de guerra en sujetos que asien.ten i apoyen lo que Su Majestad ordena con tantaprudencia, i despues de un maduro exámen. El reivuelve a dar al padre Valdivia plena potestad pa-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

ra tratar las paces i apoyar i llevar adelante laguerra defensiva i cuanto en este punto tenia de-terminado. De órden del rei, nombro por visitadorjeneral al licenciado Fernando de Machado, fiscalde la real audiencia, para que sostenga las dispo-siciones del padre Valdivia. No se canse VuestraSefioría en escribir ni en enviar informaciones encontra de la paz i de la guerra defensiva, ni mé-nos en representar en contra de lo que el padreLuis ordena en razon a esto. Los procuradores fraiPedro de Sosa i el coronel Pedro Cortes, enviadospor Alonso de Rivera, antecesor de Vuestra Sefio-ría, regresan sin contestacion sobre las proposicio-nes que hicieron; i las del padre Luis vienen de-terminadas i aprobadas a consulta del real i su-premo consejo de Indias".

Entre las indicaciones de Valdivia que habianmerecido el beneplácito de la corte, se comprendiala de que en el tiempo i modo que le parecierenconvenir, pudiese enviar misioneros jesuitas a latierra araucana, derogándose la prohibicion decre-tada por Rivera.

En vista de estas órdenes superiores, ya se com-prenderá cuánta seria la influencia del padre Val-divia sobre los dos gobernadores interinos donHernando Talaverano i don Lope de Ulloa i Lé-mos, que por entónces rijieron el reino de Chile.

Puede decirse que todo el gobierno estuvo con-centrado en sus manos.

El rei se mostró en aquel tiempo mas dispuestoque nunca a poner término a la esclavitud de losindijenas, comolo hacen ver las dos reales cédu-las que voi a copiar, espedidas en el mismo dia, enlas cuales se espresa la firme voluntad que teniael monarca de correjir un abuso tan inhumano.

"El Rei. Don Lope de Ulloa i Lémos, mi go-

LOS PRECURSORES

bernador i capitan jeneral de las provincias deChile, i presidente de mi audiencia real que enellas reside. He sido informado que habiendo lle-vado órden de mi virrei de las provincias del Pe-rú, en virtud de la que tuvo mia, cuando me fuis-tes a servir en esos cargos, para quitar el serviciopersonal a los indios i entablar la tasa, no lo ha-beis puesto hasta agora en ejecucion; i porque estaes la cosa mas sustancial de vuestro gobierno, ique tanto importa para la pacificacion de esasprovincias, i que los indios de ellas estén sujetos,os mando ejecuteis lo que os está ordenado precisai puiltualmente, pues siendo este el fundamentosobre que carga la esperanza de los buenos efectos,si no se comienza por ello, será imposible que seconsiga. Fecha en Madrid a 25 de julio de 1620años.-Yo el Rei.-Por mandado del Rei NuestroSeñor, Pedro de Ledesma".

"El Re. Don Lope de Ulloa i Lémos, mi gober-nador í capitan jeneral de las provincias de Chile,presidente de mi audiencia real que en ellas resi-de. He sido informado que sin embargo de estarprohibido i ordenado que no se den encomiendasde indios por dejaciones, ha llegado esto a tantodesórden de algunos años a esta parte, que, comoquien compra i vende, va el que quiere los indiosal que los tiene, i se concierta con él por cuanto hade hacer dejacion de ellos, o de alguna parte, i quede ordinario es dar por treinta indios dos mil rea-les de a ocho, i en estando concertado, el compra-dor procura favor con el que gobierna por nego-ciacion de criados o allegados suyos, a quienes daalgunas cantidades, i otras veces por amistad, i sa-ca títulos de encomiendas de los indios que ha con-certado, i se sirve de ellos como de esclavos, con queno se premian los que me sirven en esa guerra; i

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 173

porque todas estas provisiones de encomiendas conlas dichas cautelas i trazas son indignas de vues-tra persona i gobierno, i averiguadas sereis casti-gado severísimamente, os mando no proveais nin-guna encomienda si no fuese por vacante real i na-tural, guardando las cédulas sobre esto dadas, po-niendo la clausula ordinaria de que lleven confir-macion mia dentro de cuatro años, por escusar elmal ejemplo i daño de las partes, que resulta delo contrario, i porque los poseidos tengan la depen-dencia que es justo de mi persona, i se sepa cómoi en quiénes personas son proveidas las encomien-das, i si con ellas se remuneran los servicios de losbeneméritos, o se proveen en los que no son dignos,o por sola nuestra voluntad; i pues la principalcausa de vuestro gobierno consiste en estorbar elservicio personal i otras molestias a los indios, vi-vireis con particular desvelo de informaros de lopredicho i por todas las vias posibles sí los indiosson cargados o molestados con los dichos serviciospersonales, i procedereis en la causa con tanto ri-gor i demostracion, que sirva de castigo a los cul-pados i ejemplo i satisfaccion a los mismos indios;Í para mayor justificacion i satisfaccion de mi realconciencia, me enviareis una relacion con acuerdode esa audiencia i su fiscal de cómo habeis ejecu-tado todo lo sobredicho, de manera que se tengaentendido en mi gobierno de las Indias el verda-dero estado de cada cosa. Fecha en Madrid a 25de julio de 1620 años.- Yo el Rei.-Por mandadodel Rei Nuestro Señor, Pedro de Ledesma".

A pesar de todo, las murmuraciones de los mi-litares i encomenderos continuaban.

Para reprimirlas, el padre Valdivia tocó entón-ces, segun don Cristóbal de la Cerda en un infor-me que ya he citado, el arbitrio de hacer que la

174 LOS PRECURsORES

audiencia i la inquisicion promulgaran penas "pa-ra que ninguno hablase contra la guerra defen-sva".

Sin embargo, no lo logró, i esto por una razonmui sencilla. Todos sus esfuerzos eran impotentespara conseguir que los araucanos se estuvieranquietos sin atacar.

El mal resultado de su sistema era el grandeargumento que alentaba a sus adversarios.

XV.

Corrieron así diez aflos desde que el padre Val-divia había tomado a su cargo la pacificacion deArauco; i como los buenos efectos no se veian, lacorte comenzó a desconfiar del éxito.

Para conjurar la tempestad que se estaba pre-parando, Luis de Valdivia formó la resolucion deir a dar cuenta en persona al soberano de lo quehabía sucedido.

Con este objeto se embarcó para España el añode 1621.

El implacable don Cristóbal de la Cerda, en elfuribundo informe que por aquel tiempo escribiócontra el padre Valdivia, asegura que llevaba, nosolo el intento mencionado, sino tambien otro masegoísta. "Como deja aquello en el último trance,decía, no quiere correr el comun trabajo en quedeja a todos, sino sacar gloria de cualquier desas-tre, i que se diga que si él estuviera presente, nosucediera."

El padre fué mui bien recibido en la corte; pe-ro sus indicaciones no fueron oídas con el mismofavor que ántes.

Se le ofreció un puesto en el consejo de Indias,i tambien un obispado, honores que el jesuita re-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

husó; el rei le obsequió una buena suma de dine-ro para que adquiriese una biblioteca; pero ya nose le habló de sostener a todo trance su plan dela guerra defensiva.

Luis de Valdivia comprendió la variacion quehabia sobrevenido en las ideas i en las resolucio-nes, i se retiró al conventoque su órden poseia enValladolid.

Allí le visitó el padre Alonso de Ovalle pocoántes de su muerte, acaecida el 5 de noviembre de1642.

"Aunque se veía tan dolorido i impedido, queno podia dar un paso, refiere este historiador, leabrasaba el celo de las almas de aquellos indiosde Chile, de manera que había hecho voto de vol-ver allá; i pidiéndome que le llevase conmigo, mefacilitaba las dificultades del camino, de tal suerteque le parecía probable el emprenderlo, i ya sejuzgaba en una de aquellas iglesias catequizando,como solia, aquellos jentiles".

"Se recreaba grandemente de7hablar de los pro-gresos de aquellas misiones, agrega, i que le die-sen nuevas de lo que los nuestros trabajaban; itenia tan entera la memoria, que me admiraba deoírle cuán presentes tenia las cosas, los nombres,sitios, lugares i personas que concurrieron en tiem-po que fundó aquellas misiones, que es señal delamor que siempre les tuvo por el que tenia aNuestro Señor i celo de las almas" (1).

XVI.

Por cierto es altamente laudable el entusiasmoque el padre Luis de Valdivia moribundo mostra-

(1) 0 valle, Histfrica Rdacion d rein de Chile, libro 8, capítulo 24.

176 LOS RECURSORES

ba por las misiones que habia fundado en Arauco;pero doloroso es confesar que, a lo que parece, susresultados estuvieron mui léjos de corresponder alcelo i a las esperanzas del ilustre misionero.

Hemos visto que las fuerzas de las armas í elempleo de la violencia no impusieron a los arau-canos la sumision al rei de España.

Creo que esta es la ocasion de manifestar que elestablecimiento de las misiones no produjo tampo-co ningun efecto de mediana importancia.

Se habla aguardado que ellas dieran abundan-tes i sazonados frutos; pero por desgracia no suce-dió así.

Por lo que puede colejirse, uno de los motivosque influyeron para ello fue la mala organizacioni calidad de la sagrada milicia, que, segun apare-ce, era tan indisciplinada como el ejército.

1 esto lo dicen los contemporáneos mas caracte-rizados desde el monarca abajo.

Léamos sus testimonios."El Rei. Don Antonio de Isasi, caballero de la

órden de Santiago, mi gobernador i capitan jene-ral de las provincias de Chile, i presidente de miaudiencia de ellas (1). Don Juan Henriquez, vues-tro antecesor en esos cargos, en capitulo de cartade 10 de febrero del año pasado de 1673, repre-sent6 la falta grande que habia en ese reino deoperarios evanjélicos para la enseñanza i doctrinade los indios, pues los mas que habian dado la obe-diencia desde que él entró a gobernarle, que pasa-rian de treinta i ocho mil quinientos i veinte i cua-tro, repartidos en setenta provincias, estaban sinbautismo, ni quien los instruyese en los-misterios de

(1) Este fué un gobernador nombrado para Chile, a quien la muerteimpidió llegar a su destino.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 177

nuestra santa fe; i propuso que para ocurrir a estanecesidad, se enviase una mision numerosa de frai-les i relijiosos de la Compañía de Jesus. I ahora,don Juan de la Peña Salazar, oidor de la audienciade esas provincias, en carta de 19 de noviembre delaño pasado de 1677, con posdata del 19 de marzo de1678, refiere, entre otras cosas, que es tan sobradoel número de relijiosos i clérigos que hai en ese rei-no, que le parece que aunque se redujesen todos losnaturales dél, sobrarian ministros operarios evan-jóficos respecto de los muchos conventos que hai,i ser tan copioso el número de relijiosos de ellos,que necesitan para mantenerse de andar en cháca-ras,i estancias; i que si fuesen menester algunospara-el efecto referido, sería de grande ahorro iconveniencia que se llevasen de las provincias delPerú por haber en ellas muchos relijiosos, que po-drian ir sin hacer falta a sus conventos. I habién-dose visto en mi consejo de las Indias, con lo quepidió mi fiscal en él, i considerando cuán opuestosestán estos dos informes, i lo mucho que convieneasistir con todo cuidado a la doctrina i enseñanzade esos naturales, ha parecido remitir esta mate-ria al obispo de la iglesia catedral de esa ciudadde Santiago para que como quien la tiene presen-te, vea sí hai necesidad de enviar misioneros a esasprovincias, o sí es cierto que los hai en ellas tansobrados, como dice don Juan de la Peña, i quehabiendo número suficiente, disponga con vuestracomunikacion que, así los clérigos seculares, comolos regulares, acudan con mui particular cuidadoa la enseñanza i doctrina de los indios, ejercitán-dose en la predicacion, i administrando los santossacramentos, i que en caso que falten misioneros,los pida al virrei del Perú, de que se os da noticiapara que por vuestra parte pongais todo vuestro

23

178 LOS PRECURSORES

desvelo i aplicacion en que se ejecute lo referido,cuidando mucho de la educacion í enseñanza delos naturales de esas provincias, i que sean ins-truidos en las cosas de nuestra sagrada relijion pa-ra que vivan con el verdadero conocimiento deella, sobre que os encargo la conciencia, descargan-do la mía; i si para ello fuese necesario suplir al-gunos gastos de mis cajas reales, os doi todas lasfacultades necesarias para que os valgais de ellasen lo que fuere preciso para conseguir el fin quese desea del bien de las almas de esos naturaes,que por cédula de la fecha de ésta, ordeno al vi-rrei del Perú que si el dicho obispo le pidiese al-gunos misioneros, los haga remitir con toda breve-dad, concediéndole tambien facultad para que pue-da suplir de mis cajas reales el gasto que en estose causare; i de lo que en virtud de este despachose ejecutare, me dareis cuenta. Fecha en Madrida 12 de julio (le 1687.-Yo el Rei..-Por mandadodel Rei Nuestro Señor, Francisco B. de Madrigal',.

Resulta del informe del oidor don Juan de laPeña mencionado en la precedente real cédula, quehabia en Chile gran número de eclesiásticos, peroque andaban mas por las estancias i chacras, delo que se ocupaban en la conversion de los arau-canos infieles.

Siendo así, no era de estrafiar que las misionesfueran tan poco numerosas, como estériles.

Don Pablo Vásquez de Velasco, fiscal de la au-diencia de Chile, elevó al rei con carta de 28 desetiembre de 1690 un informe del maestre de cam-po Jerónimo de Quiroga, en el cual, hablando delos araucanos, aseveraba éste: "que los que se de-cian cristianos de muchos años de bautizados sehallaban en la misma barbaridad, que si no lo esa-tuviesen".

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 179

Antes de presentar otros documentos que con-firman los testimonios de Peña i de Quiroga, voia hacer conocer, para no alterar el órden de lasfechas, una real cédula, de la cual aparece que elprovincial de los jesuitas en Chile, no solo testifi-caba el poco adelantamiento de las misiones de laCompañía en Arauco, sino que tambien declarabaque ellas solo podian prosperar bajo la protecciondel ejército.

¡Cuán lejano estaba ya el tiempo en que el pa-dre Valdivia, lleno de fe en la eficacia de la predi-cacion, rechazaba con indignacion todo lo que seasemejaba al empleo de la fuerza para atraer a losindíjenas!

"_El Rei. Mi gobernador i capitan jeneral delreino de Chile i presidente, de esa real audiencia.En carta de 22 de agosto de 1719, representais elpoco fruto que se consigue por medio de las mi-siones en órden a introducir en esos indios la fecatólica, pareciéndoos inútiles todos los que a esteefecto se ponen, si no se reducen a vida sociable ipracticable esos naturales, como lo están jeneral-mente en las Indias, en pueblos formales con igle-sia i justicia, como se podria conseguir plantifica-do con formalidad ese ejército, i asistido con lossituados anuales íntegros, i con la asistencia delreverendo obispo de la Concepcion i de sus mis-mos misioneros; con cuyo motivo se ha tenido pre-sente lo que sobre el mismo asunto me han repre-sentado el mismo obispo i el provincial de la Com-pañía de ese reino, i se reduce a manifestar el po-co adelantamiento de las misiones de la Compa-fia por la falta de situados, de que resulta noestar puesto en forma ese ejército, por cuyo moti-vo se podia atajar el orgullo de los indios bárba-ros, i hacerse las entradas con las escoltas conce

189 LOS PRECURSORES

didas, reduciéndolos a poblaciones, respecto de locual he tomado (sobre consulta de mi consejo delas Indias) la resolucion, i dado la providencia queentendereis por el despacho aparte, i conduce aque con puntualidad se remitan íntegros los situa-dos a ese reino, con que se podrá poner en defensade las invasiones de enemigos, i asistir a estas mi-siones con las escoltas que necesitaren para hacersus entradas; i asi lo tendreis entendido para dartoda la providencia que convenga para el logro detan importante fin; pero advirtiendo que así éstascomo las reducciones a pueblos para que no andendispersos, ha de ser atrayéndolos con la suavidadi medios prevenidos por leyes, sin violentarlos, nihacerles guerra, atendiendo a la puntual observan-cia de lo que en cuanto a estos puntos está preve.nido en las leyes 8, 9, 10, i demas del libro 3, ti-tulo 2 de la Becopilacion de Ind as, que tratan deeste asunto, dándome cuenta de lo que resultare.De Lerma a 18 de diciembre de 1721.-Yo elRei.-Por mandado del Reí Nuestro Señor, DonJuan de Arana".

Un informe dirijido al soberano por uno de losoidores de la audiencia de Santiago nos ha hechosaber que el número de los relijiosos seculares iregulares que habia en Chile a fines del siglo XVIera mui considerable; pero que la vida mundanaque llevaban los apartaba de la predicacion, i queesta era una de las causas del poco provecho delas misiones de Arauco en que tantas esperanzashabia cifrado el padre Luis de Valdivia.

Pues bien, en la mitad del siglo XVII, aquelestado de cosas era el mismo, o peor.

Es el soberano quien va a decirnoslo con su au-torizada palabra:

"El Rei. Don Domingo Ortiz de Rózas, tenien-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 181

te jeneral de mis reales ejércitos, gobernador i ca-pitan jeneral del reino de Chile, i presidente de mireal audiencia que reside en la ciudad de Santia-go. Con motivo del encargo que por mi real cédu-la de 19 de junio de 1747, hice a los virreyes, au-diencias, gobernadores, arzobispos, obispos i de-mas personas que en ella se espresan para que co-mo se previene en la lei 11, título 14, libro l? dela I?ecopilacion de esos reinos, diesen cuenta de losrelijiosos que habia en ellos, i de los que se ejer-citaban para la reduccion i conversion de los in-dios jentiles, se ha puesto en mi noticia ser muidifícil averiguar a punto fijo el número de relijio-sos existentes en el distrito de esa audiencia porla oftiision que se ha tenido en la práctica de laleí 2 del referido titulo i libro; i que intentándosehoi su observancia, habia de producir la novedadde algunos inesperados efectos, por atribuirse losregulares mas independencia d@ la que por dere-cho deben gozar, i haber tanta copia de ellos, quedespues de llenar los conventos de su habitacion,sobran para las campañas, haciendas i otros luga-res, i particularmente para los asientos de minas,en donde se encuentran con frecuencia, i no peque-ño perjuicio de la quietud i causa pública, por noobservarse la lei 4, titulo 12 del citado libro, porlo que no podia llegar el caso de ser necesariosrelijiosos para esos reinos; i el santo fin de predi-car, enseñar i propagar el evanjelio entre los infie-les, que es mi principal anhelo, es el mas olvida-do en esos dilatados dominios, ,donde absolutamen-te se reconoce adelantamiento alguno en la materia,haciéndoseme presente con este motivo que en elaño de 1736, arribaron a esa ciudad dos relijiososdel órden de San Francisco del Colejio Apostólicode misioneros, los cuales cojieron copiosísimos fru-

LOS PREOURSORES

tos mediante su sabia, fervorosa e incansable pre-dicacion i el ejemplo de sus vidas inculpadas icostumbres venerables, pero que habiéndose tra-tado de fundar en ese reino un colejio de, dondesaliesen anualmente a predicar, encontraron taloposicion, que en poco tiempo se desvaneció tansanto i loable proyecto, i sé añade que de seme-jante clase de sujetos es de la que se necesita enese país, para todo jénero de ministerios, reformade los fieles i conversion de los infieles, i que deeste parecer serian mis virreyes, presidentes, au-diencias i demas ministros si los relijiosos, cum-pliendo con el tenor de la le 83 del mencionadotítulo en la parte que les toca, les pidiesen dictá-men al tiempo de hacer sus remesas, pero que loregular es ni aun solicitar licencias, si no ir i vol-ver furtivamente con ocasion de sus capítulos i delas continuas inquietudes con que tienen ajitadosa todos desde que principiaron las sediciones quehá muchos años fomentan con dispendio de la dis-ciplina regular i escándalo de los seculares; i quepor lo respectivo a la relacion puntual del estadoi adelantamiento de todas las reducciones, conver-siones i misiones, espresion del número de misio-teros existentes, designacion de los parajes i sitiosde cada mision, de los pueblos formados en ellas idel número i naturaleza de sus habitadores, quees otro de los puntos de la cédula, no existen otrasdespues de la jeneral ruina padecida en el últimolevantamiento de los indios el año de 1723, quelas que se mantienen a la sombra de los fuertesal márjen del famoso rio Biobio, que es la barreraque deslinda a los españoles, i son las siguientes:

"La Mocha, a tres leguas de la Concepcion, ifrente del fuerte de San Pedro;

"Las de Talcamávida i Santa Juana, al abrigo

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

de los fuertes de dichos nombres, que están coloca-dos :en las dos partes contrapuestas del rio, sujetasa unos: mismos doctrineros;

"La de Santa Fe, a legua de distancia del fuer-te llamado el Nacimiento;

"La de San Cristóbal, al abrigo del de Yumbel;"La de Arauco, que está dentro de la fortaleza

de este nombre, i se enumera entre las misiones,como tambien la de Valdivia erijida en la mismaplaza.

"Las cuales debian llamarse reducciones por con-sistir en la agregacion de un mui corto número deindios, que no pasan de cuarenta o cincuenta, re-ducidos desde sus projenitores i antepasados, co-mo lo es la de la Mocha desde el tiempo del presi-dente don:José Garro, que se han mantenido de-jándose doctrinar de los relijiosos jesuitas, aunquesiempre propensos a la fuga, por lo cual han ido ivan cada dia a ménos, ya incorporándose con losde la tierra adentro, i ya esparciéndose por otrosparajes de españoles; fuera de las cuales, las quepueden intitularse misiones son las situadas en elantiguo Tucapel, veinte leguas avanzadas de Arau-co hacia las tierras de los indios, donde reside 1superior de ellas, i la que existe en Tolten, aorillas de un rio de este nombre, cuarenta leguasdistante de Valdivia; i que en ninguna se logramas fruto que el bautismo de unos pocos párvulos,pues de los adultos no hai tradicion de que hastaahora se halla reduoido alguno, ni esperanza deque por este medio se conviertan a hacer vida,ci-vil i cristiana, porque ni los indios por si han dedejar la libertad que poseen, ni ménos hai quien sefatigue en persuadírselo, i que desde el año de1723, no ha penetrado a lo interior i mas recóndi-to de las tierras de los indios por el camino que

184 LOS PREURSORES

llaman los llanos, sujeto alguno con el destino depredicar, enseñar ni bautizar, hallándose aquellosmiserables en punto a relij ion en peor estado queen la primitiva suya, respecto de que de infielesque ántes eran, habiendo recibido el bautismo, mu-chos de ellos son herejes, otros cismáticos, otrosidólatras, i otros viven en una especie de relijionmezclada con muchos ritos supersticiosos, conclu-yendo con que, por lo que mira a qué pueblos sehallan en estado de reduccion a doctrinas o cura-tos seculares, a escepcion de las dos misiones inti-tuladas de Tolten i Tucapel, todas las demas tie-nen estado competente para el efecto, i que en elsupuesto de que los doctrineros no agregan a ellasmas número de indios, sino que únicamente con-servan el primitivo, i ese mui diminuto i atenuado,i que se mantienen, no de las obvenciones, sino delsínodo que por mí les está asignado, en que se gas-tan cerca de diez mil pesos todos los años, no haimotivo para que no puedan ser administradas porecleciásticos seculares, ni dejen los regulares de re-ducirse a sus claustros.

"l habiéndose visto en mi consejo de las Indias,con lo espuesto por mi fiscal, han causado la ma-yor admiracion i estrafleza las espresadas noticias;i aunque reflexionada la estrecha obligacion de misvicepatrones, i prelados ecíecisticos i sus respecti-vas facultades para celar sobre tan graves desór-denes, i procurar impedirlos por todos los mediospssibles, se duda justamente de su certeza, he re-suelto, sin embargo, ordenaros estrechamente queen caso de verificarse en todo o en parte, apli-queis cuantas providencias considereis convenien-tes a su remedio, dándome aviso de lo que ejecu-tareis, i que en el ínterin, i con la brevedad que lamateria requiere, me informeis con individualidad

DE LA INDEPENDENOCA DE CHILE. 185

i distincion sobre cada uno de los asuntos enuncia-dos. De San Lorenzo a 19 de octubre de 1752.-Yo el Rei.-Por mandado del Re¡ Nuestro Señor,-Don Joaquíi Vásquez i Xoráles".

Tanto el presidente Ortiz de Rózas, como la au-diencia, pidieron inmediatamente dictámen al fis-cal acerca de esta alarmante cédula de Su Ma-jestad.

A la sazon desempeñaba la fiscalía el doctordon José Perfecto de Sálas, quien evacuó a 27 defebrero de 1755 una interesantísima vista, de queme veo obligado a estractar solo algunos pasajes,por ser mui larga.

Hé aquí como principia."El fiscal, vista la real cédula dada en San Lo-

renzo a 19 de octubre de 1752, en que Su Majes-tad, dudando de la certeza que tienen las noticiasque se le han dado en punto de relijiosos, misio-nes i reducciones de este reino, manda que se apli-quen las providencias convenientes a su remedio, ique se le informe individualmente i con toda breve-dad lo que sobre cada uno de estos puntos se ofrece,dice que a Vuestra Alteza le consta, no solo la cer-tidumbre de todo cuanto se enuncia en el citadoreal rescripto, sino tambien la notoriedad de cadauna de las proposiciones, en unos asuntos en quecuando se presentan, dan tanto en que entender aeste tribunal para espedirse con acierto en susquejas, ausilios i otros recursos".

El fiscal sigue especificando i comprobando ca-da uno de los hechos mencionados en la cédula.

Con este motivo, se espresa así:"El santo fin de predicar i propagar el santo

evanjelio entre los infieles, que es el principal an-helo de nuestro soberano, es el mas olvidado enestos dilatados dominios, donde absolutamente no

24

186 tos PRECURSORES

se reconoce adelantamiento alguno en la materia.1 bien sea, o por un errado concepto de su imposi-bilidad, o por la persuasion de que solo toca esteministerio a los que se intitulan misioneros, lo cier-to es que esta materia vive sepultada en el silen-cio con admiracion de algunos hombres reflexivos.I el fiscal con todo el conato que puso en el prolijoviaje desde esta capital hasta Valdivia, no pudoencontrar un infiel completamente convertido; i entreinta afios de esperiencia de este reino, solo haoído de unos indios que redujo frai Solano Velas-quez a un paraje nombrado Corocorto, i lo que serefiere de las misiones de Chiloé, sobre que espusocuanto oyó decir en el informe que le pidió estareal audiencia, i le dió en 24 de noviembre por elalio pasado de 1749.

"Con este motivo, se le hizo presente a Su Ma-jestad que en el afio de 1736, arribaron a esta ciu-dad dos relijiosos del órden de San Francisco delColeJio Apostólico de misioneros, quienes cojieroncopiosísimo fruto mediante su sabia, fervorosa eincansable predicacion, i el ejemplo de sus vidasinculpadas i costumbres venerables, cuyas noti-cias fueron tan ciertas, como son constantes losmonumentos de devocion que hasta hoi se conser--van en las iglesias, en las calles i en las campa-ñas, que sirven de memoria a la piedad con quesiempre serán venerados estos siervos de Dios, Co-mo lo fueron por los reverendos obispos, que parasu consuelo los sacaban en su compañía en las vi-sitas para que hiciesen misiones en sus diócesis.

"Pero tambien es igualmente cierto que habién-dose tratado de fundar en este reino un colejio dedonde saliesen anualmente a predicar, como conefecto llegaron a tener por suyo el convento deCurimon en el valle de Aconcagua con aceptacion

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 187

comun de las jentes, encontraron tal oposicion, queen poco tiempo se desvaneció tan santo i laudableproyecto, llegándose a obtener cédula de Su Ma-jestad para que fuesen enviados a seguir su desti-no a las misiones del Cerro de la Sal, cuyo res-cripto se halla en el tomo 7 de los archivados enesta real audiencia.

"1 lo que es mas cierto es lo que se sigue i afia-de que de semejante clase de sujetos es de la quese necesita en este país para todo jénero de minis-terios, lo que el fiscal entiende en caso de concep-tuarse necesaria la remision de algunos; porque avista de los medros espirituales que se esperimen-taron en tan poco tiempo en vista de la aplicacioncelosa de solos dos hombres, ¿qué se deberia espe-rar de mas de mil que componen las comunidades,revestidos de igual fervor?

"En estas jeneralidades, no se comprenden lospadres de la Compañía de Jesus, cuyo ejemplarrecojimiento, junto con la modestia i compostura,los hace respetables hasta del mas ínfimo vulgo,reconociendo en ellos la comun enseñanza, i parti-cular instruccion en los ejercicios espirituales".

El fiscal asevera que no habia mas misiones enArauco, que las enumeradas con toda exactitud enla real cédula de 19 de octubre de 1752, i que elestado de ellas era el que se describia en aquel do-cumento.

Aglomera para confirmarlo gran número depruebas.

En seguida agrega: "Cónstale a los señores donManuel Recavárren, don Juan de Balmaceda idon José de Traslaviña, oidores i alcaldes de cortede esta real audiencia, quienes con motivo de ha-ber estado en la frontera de la Concepcion, se haninstruido en esta materia por propia esperiencia;

ER5 LOS PREOURSORES

i sobre todo, cónstale a los mismos reverendos pa-dres jesuitas, quienes no lo niegan, ni pudierannegarlo, como ni tampoco que no se coje mas frutoseguro de todas ellas, que el bautismo de los pár-vulos, como lo confiesan espontáneamente los mascélebres misioneros, lo asegura vuestro reverendoobispo, es notorio a cuantos han caminado poraquellas inmediaciones, lo tienen comprobado di-chos señores ministros de esta real audiencia, i so-bre todo se comprueba de los autos que por parti-cular comision de este superior gobierno, formó elfiscal en este asunto por el afo pasado de 1749,que son los que demuestra orijinales para queVuestra Alteza se acabe de satisfacer que el fiscalno hizo mas que compendiar lo mismo que los mi-sioneros le sujirieron i demostraron estimuladosellos del celo del servicio de Dios; i el fiscal movi-do del celo de Dios i del rei lo puso en noticia deVuestra Alteza para que se lo comunicase a SuMajestad; porque verdaderamente lastima ver queno muriendo aquellos que se bautizan párvulos,si no muí pocos a causa del buen temperamentode aquellas tierras, por el mismo caso que se quie-re hacer crecer el número de los bautizados, espreciso suponer que de infieles son innumerableslos que quedan herejes o cismáticos, o lo que esmas cierto, unos verdaderos ateos".

Despues de haber continuado sus disertacionessobre los diversos puntos de la cédula, el fiscalSálas concluye de esta manera: "Pasemos a mani-festar la causa natural porque son infructuosas lasmisiones i conversiones de indios, sin que en ellasse adelante un paso, sino que ántes se atenúan ivan minorando las reducciones que habia, asen-tando para ello que no es por falta de deseo de losreverendos padres jesuitas, quienes con la espe-

DE LA INDEPENDENCIA DE CILE. 189

ranza de la posibilidad se mantienen a merced delos mismos indios sin atreverse a internar, en laforma que espuso el fiscal en su citado informe de24 de noviembre; i todos convienen en que mién-tras no se reduzcan a pueblos con alguna fuerza,será imposible que ellos quieran oír la palabra deDios, o que haya quien se aplique a predicársela.Esto es lo que a una voz respondieron los padresmisioneros, segun consta de los autos que van de-mostrados; i esto propio es lo que se espuso en dosproyectos impresos que en nombre del reino deChile se presentaron a Su Majestad, quien los re-mitió para su exámen en cédula de 5 de abril de1744; i esto es lo que el fiscal tiene promovido ipedido en junta jeneral de poblaciones.................;porque discurrir que miéntras los indios vivieran,como viven, derramados por familias en las cam-pañias, son capaces de recibir la relijion, ni auncomedirse a escucharla, aunque es cierto que no laresisten, es aspirar a un imposible, aunque losmisioneros tengan el celo de los apóstoles, que sonlas voces de que usa vuestro reverendo obispo donSalvador Bermúdez en su informe de 18 de ene-ro de 1743".

Como se ve, todas las noticias que preceden,referentes a épocas diversas, i consignadas en do-cumentos mui auténticos, testifican que el resul-tado de las misiones de Arauco era nulo, o casinulo.

Los jesuitas mismos, los mas empeñosos parafundarlas, i los mas diestros para dirijirlas, corro-boraban la opinion jeneral, o mas bien unánime,que habia sobre el particular.

Aun mas; declaraban quimérica la idea sosteni-da con tanto fervor por el padre Valdivia de quelas misiones podian prosperar, i civilizar a los

LOS PRECURSORES

araucanos, sin el ausilio del ejército i del gobiernotemporal.

Ya no se oponian como su ilustre antecesor aque la tropa pasara la raya del Biobio.

Ya no decian como él: los misioneros solos pue-den pasearse con el crucifijo en la mano por entretodas las tribus infieles, i reducir con la predica-cion la tierra de Arauco.

Por el contrario, acabamos de ver que pedianescoltas para defender sus personas; i que clama-ban porque el gobierno reuniera en poblaciones alos indios para poder ellos catequizarlos con pro-vecho.

La esperiencia de un siglo de tentativas infruc-tuosas les habia manifestado que el plan primiti-vo concebido por Luis de Valdivia habia sido unautopia.

En 3 de setiembre de 1755, el gobernador de laplaza de Valdivia don Ambrosio Sáez de Busta-mante informaba al rei, entro otras cosas, lo quesiguei que está enteramente acorde con los testi-monios ya citados.

" Los padres misioneros (a quienes Vuestra Ma-jstad da el sínodo de trescientos pesos a cada uno

Megu el nuevo reglamento) son en esta jurisdie.cion (la de Valdivia) cuatro; dos en esta plaza, idos a cuatro leguas de ella, en un paraje que lla-man la Mariquina sobre el camino que viene deChile, a donde habrá cinco o seis años que consí-guieron pasarse, retirándose de Tolten, donde án-tes residian, por no sé qué razones que alegaron.Desde que entré en este gobierno, he visto que sa-len una vez al alo dos padres, el uno de esta pla-Ya, que corre hacia donde fué ántes la ciudad de laVillarrica, i tarda un mes en volver; i el otro quedesde la Mariquina sale a dar vuelta a la parte

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 191

que le corresponde segun el repartimientO que en-tre sí observan; pero todo lo que consiguen es elbaptizar los párvulos a costa de algun aflil i cuen-tas de vidrio, agujas i otras bagatelas, que les dana sus padres para obligarlos; pues de otro modocreo que no les fuera posible, aun cuando mediala eficacia de algunos de los misioneros que sabenel idioma; de todo lo que solo creo resulte el frutode los que se mueren en edad inocente, pues losdemas no sé si empeoran de estado, porque comono los mueve a los padres mas que el corto inte-res dicho, siempre que éste se les proporcione porcualquier español que transite por sus tierras, ha-cen rebaptizar a sus hijos sin la menor mira derelijion, i sin que en esto haya la menor esperanzaen lo natural, como me lo han dicho varias veceslos mismos padres misioneros, asegurándome queno hallan otro medio para sujetarlos a la razonque la fuerza, pues entre poco mas de dos mil in,dios a que hoi está en esta j urisdiccion reducido elgran número que habia ántes (que dicen pasabade sesenta mil), apénas se hallarán dos o tres ra-zonablemente cristianos".

Para completar esta resefia de los resultadosque dieron las misiones en Arauco, voi a invocarel testimonio de un último documento, no ménosnotable i fehaciente que los anteriores.

Es una voluminosa memoria que lleva por títu-lo: Informe Cronolójico de las misiones del reino deChile hasta 1789, i que fué presentado al presiden-te en 31 de octubre de dicho año por el superiorde los misioneros franciscanos de Chillan.

Entre otras noticias mui curiosas que puedenleerse en este documento, se encuentran las que si-guen:

"Si bien se mira, los jesuitas, o no ceflian sus mi-

M LOS PRECURSORES

siones a limitados distritos, o se los señalaban masdilatados de lo que convenia a su buen réjimen írecta administracion ................................ Segun esto,¿cómo seria posible que los indios concurriesen a lamision, o que el misionero los asistiese todo el tiem-po necesario para su instruccion i aprovechamientoen el cristianismo? Por esta causa, la única tareade su apostólica labor se reducia a salir una vezcada año el relijioso que hacia de misionero con-versor (porque el superior poco o nada se ocupabaen este ministerio), i visitar las parcialidades desu mision, bautizando a cuantos párvulos le ofre-cian, i casando por la iglesia a los que se le pre-sentaban, desembarazándose en ménos de una ho-ra de la instruccion, informacion, proclamas i ca-samientos. Cuando mas lograba una parcialidadera¡ oír al aflo una misa i una breve plática, con-cluida con el rezo, sin poder conseguir otro alimen-to espiritual el indio mas bien inclinado i llamadoa la relijion cristiana. Todo esto se practicaba tana la lijera, que en poco mas de un mes se daba fina.la mision circular, llamada de ellos con toda pro-piedad la correría.

"Por eso, aunque se colije de los libros de re-jistro en que se anotaban los frutos de sus espiri-tuales espediciones, fuesen tantos a los que admi-nistraron el santisimo sacramento del bautismo,que apénas se hallará en los distritos de sus mi-siones indio o india de aquel tiempo que no estébautizado, i no pocos los que se casaron por la igle-sia; pero quedaron tan destituidos de luz, de ins-truccion i de noticia aun de las verdades funda-ment les del cristianismo, i tan de asiento en lastinieblas de sus errores, supersticiones i bárbarascostumbres, como las demas naciones de jentilesque jamas conocieron misionero, con sola esta di-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 193

ferencia: que suelen usar en sus eltunes o enterra-mientos, a que dan nombre de iglesia, cuatro o seiscruces medianas, i una grande en el coyagh o lu-gar destinado para las juntas solemnes, a la cualdeshonran con las borracheras i excesos que enellas cometen a presencia del sagrado instrumentode nuestra redencion; que tienen alguna noticia deque hai un Dios criador de todo i remunerador,pero tan confusa que puede fundarse bastante du.da de sí tienen o nó verdadera fe; i que parececreen la necesidad del bautismo, pues suelen pe-dir con instancia a los pasajeros que les bauticensus hijos, pero igualmente confusa i apreciada quelas demas verdades católicas. De manera que masbiensque el nombre de cristianos, cuadra a todosellos el de bárbaros bautizados, que da a los talesla sagrada congregacion del Santo Oficio en un de-creto de 3 de mayo de 1703, citado a este mismointento por la Santidad del santo Benedicto XIVen su bula que empieza: Postremo mente, espedidaa 27 de febrero de 1747, siendo tan jeneral estaignorancia i barbarie, que aun en la mision de laplaza de Valdivia, la mas floreciente de todas, nose halló un solo indio que supiese lo necesario, ne-cesitate pre,epti, i no llegaron a ocho personas lasque estaban medianamente instruidas en lo nece-saro, necesitate medii, para salvarse".

Los jesuitas i sus amigos atribuyeron el maléxito de las misiones que Luis de Valdivia habiafundado en Arauco, i que la Compallía administrópor mas de un siglo, al cruel tratamiento que losespañoles daban a los indios, a las encomiendas,a las mitas, al servicio personal, a los tributos.

Véase como se espresaba en 22 de diciembrede 1752 don Joaquin de Villarreal en un largo in-forme pasado al rei, esponiéndole su dictámen so-

25

194 LOS PUCURsOREs

bre varios proyectos que se habian presentado pa-ra "contener i reducir a la debida obediencia losindios del reino de Chile"; debiendo advertirseque Villarreal se apoyaba en numerosos i abulta-dos espedientes de las autoridades civiles i ecle,siásticas de este país, que había examinado conprolijidad.

IDe aquí nace (de los motivos que acabo deenumerar), decia, el horror que los araucanos tie-nen a la sujecion i reduccion a pueblos. Miran conespanto la desolacion de los pueblos de la, Mocha,Talcamávida, Santa Juana, Santa Fe i San Cristó-bal, que se componian de indios amigos siemprefieles a los espafioles. No ignoran el estado deplo-rable de los indios encomendados, i de los otrosque vivian en nuestras tierras; (al presente es muirara o ninguna la encomienda que llegue a tenerla cuarta parte de indios que tenia ahora cienafios); i por eso repugnan todos la sujecion i re-duccion a pueblos. 1 viviendo ellos tan dispersos,uno en una quebrada, otro en un cerro, a dos otres leguas de distancia, no es posible que los mi-sioneros les den el cultivo espiritual con la fre-cuencia que se requiere, siendo los distritos de lasmisiones tan dilatados, que corren mas de cin-cuenta i sesenta leguas, como dice el obispo de laConcepcion" (1).-Indudablemente las rapiias ejecutadas en los

bienes i las crueldades perpetradas en las perso-nas de los indios eran obstáculos mui serios parallegar a amansarlos i reducirlos, aunque fuera amedias.

Pero obviados esos inconvenientes, todavía lasmisiones no habrian prosperado.

(1) Viltarnal, hafor.me a Fernando VI, números 228 i 229.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 195

Antes de lograrlo, había que demostrar a losindios que no eran temibles, habia que imponerlespor la fuerza para persuadirlos de que a ellos tam-poco les era lícito entregarse al pillaje i al asesi-nato, al salteo de los individuos i al saqueo de lasciudades.

I en seguida, había que crear centros de pobla-cion para que fuesen agrupándose en torno deellos, i estuviesen de este modo preparados pararecibir los beneficios del cristianismo i de la civi-lizacion.

Los fuertes i las guarniciones militares eran in-dispensables para que la relijion, la industria i elcomercio ejerciesen sus saludables influencias.

Solo a la sombra del recinto fortificado i artilla-do; podian levantarse la iglesia, la escuela, el gra-nero, el molino, el taller.

La poblacion indijena no podia ser dominadapacíficamente, sino por una numerosa poblacioncristiana, capaz de defenderse por si misma.

Unos cuántos misioneros no eran suficientes porsí solos para trasformar a Arauco.

El plan de Luis de Valdivia había sido unaquimera.

Los mismos jesuitas, aleccionados por la espe-riencia, habían tenido que reconocerlo.

CAPITULO Y.

LA OCUPACION DE VALDIVIA POR LOS HOLANDESES.

Orden iza de Felipe IV para abolir en Chile el servicio personal.-Ma-los tratamientos aplicados a los araucano <-Restablecimiento legal dela esclavitud impuesta a los araucanos dTemor de un alzamiepto (1los indios acíicos l S.antiaoico r nt

~eyeíeYeLazo deIaVega par u lsiY rý,-ilstd,qfi,,i con sus armias i caballo rra de Lp»c t-Dite-

savenencias que por este intv tu au C( ncia.,L 1lea cédu-las relativas a este asunto.-Nuevas e infru ,tuosas tentativas paramejorar la condicion de los indio, pacíficos.w,' narques de Báideshace la paz con los araucanos.-Primeras espeT clon' es e os -

aes mar -Temor de que pensasen en ocupar a Valdivia, iórdei del monarca para que se fortificara este punto de Chile.-Du-das que se suscitaron sobre la posibilidad del proyecto atribuido a losholandajses, e inconvenientes que se pusieron para la fortificacion <leValdivia.-Publicaciones hechlias en Hoa]nd& para estimnlar a los ho-landeses-a la conquista de Valdivia.-El monarca espKtiol suspendela órden de repoblar i fortýificar a Valdivia-Espedicio de Brouwer.-Medidas tomadas por el vi ' del Perú i el presidente de Chile pa-ra espulsar a los hlbade . eoblaciolli fortificacion de Valdivia

ole -HaagCbi)-eseranízais queü Lizo concbír la reali-zacion de aquella obra,-Verdaderos resultados que produjo.

I.

Hemos visto que al ausentarse de Chile el pa-dre Luis de Valdivia en 1621, dejaba el proble-ma de la guerra de Arauco poco mas o ménos en

LOS PRECURSORES

el mismo estado que lo habia encontrado a su lle-gada al país en 1612.

El resultado de todos sus trabajos se habia re-ducido a la fundacion de unas cuántas misiones,cuyos escasos i estériles frutos acabamos de co-nocer por documentos oficiales de distintos orí-jenes.

Parece ahora oportuno examinar lo que el padreValdivia i sus amigos obtuvieron por lo que res-pecta a la abolicion del servicio personal, i al me-jor tratamiento de los indios sometidos que habia,tanto al norte del Biobio, o sea al norte de la fron-tera o raya divisoria, como en la provincia deChiloé.

La continuada reclamacion contra tantos e irri-tantes abusos, i el escándalo de la desobediencia alas numerosas reales cédulas relativas a la mate-ria, obligaron a Felipe IV a dictar en 17 de juliode 1622 una disposicion especial para Chile, pro-hibiendo el servicio personal, i reglamentando lasrelaciones entre los encomenderos i los indios.Era aquella una larga i minuciosa ordenanzaque primitivamente habia sido redactada por elvirrei del Pert, príncipe de Esquilache, i que ha-.bia sido correjida por el monarca.

Voi a dar una idea de los principales preceptosque contenia.

Felipe IV reemplazaba el servicio personal porun tributo de ocho pesos i medio que debian pa-Iar los indijenas de Coquimbo, Santiago, Chillan iUoncepcion desde la edad de diez i ocho hasta lade cincuenta aios, en esta forma: seis pesos al en-comendero, doce reales al eclesiástico doctrinero,cuatro reales al correjidor, e igual suma al protec-tor; i por un tributo de siete pesos dos reales quedebian erogar los de Chiloé, siendo cinco pesos i

DE LA INDEPENDENCIA DIL CHILE. 99

medio para el encomendero, uno para el doctrine-ro, medio para el correjidor i dos reales para elprotector.

Los indios no podian ser dedicados al laboreode las minas; pero sí a la agricultura i a la crianzade ganado, que eran las principales fuentes de ri-queza para Chile.

Como debian pagar el tributo en dinero, i no enservicio personal, se ordenaba que sus patrones,siempre que los ocupasen, les diesen un jornal, quedebia ser de real i medio para los indios de Co-quimbo, Santiago, Chillan i Concepcion con mas lacomida; i de real i cuartillo para los de Chiloé sincomida, en atencion a la mayor pobreza i escasezde esta provincia.

Respecto de los indijenas que vivian fuera delos predios de sus encomenderos en poblaciones oreducciones propias, se establecia el turno de lamita.

Solo la tercera parte de los indios que compo-nian una encomienda debia salir en un afño a lostrabajos rurales; i los dos tercios restantes debiandescansar todo aquel tiempo, sin que nadie pudie-se obligarlos a alquilarse contra su voluntad.

Durante el afio de turno, los indios a quienestocaba la mita debian trabajar en las matanzas,siembras, cosechas, vendimias, etc. nueve mesescompletos, o mas bien, doscientos siete dias, puescada mes se computaba únicamente por veinte i

,tres dias, deduciéndose los de fiesta. Los otros tresmeses se les dejaban libres, sea para volver a suresidencia, sea simplemente para el descanso, seapara ocuparse en trabajos propios.

La ejecucion de estas disposiciones ofrecia difi-cultades que se trató de salvar.

Como el indio no tenia absolutamente nada pa-

2O0 LOS PRECURSORES

ra pagar el tributo que se le imponia, el reí orde-nó que se compensase dicho tributo con la partecorrespondiente del jornal; i como la recaudacionhabria sido mi dificultosa para el encomendero,mandó que el tercio de mita pagase, no solo porsí, sino tambien por los otros dos tercios que per-manecian en sus residencias.

De lo espuesto, resultaba que en las cuatro ciu-dades en cuyas jurisdicciones los indios tributa-ban ocho pesos i medio, pagaba cada uno por sí ior otros dos veinticinco pesos i medio, o lo que es

mismo, doscientos cuatro reales, que pagabaen ciento treinta i seis dias con el jornal de reali medio; i en Chiloé,. donde contribuian siete pesosdos reales, pagaba cada indio de mita por sí i porotros dos, veinte i un pesos seis reales, o lo que eslo mismo, ciento sesenta i cuatro reales, que paga-ba con un jornal de real i cuartillo en ciento trein-ta i nueve dias, quedando un saldo de tres cuarti-llos a favor de cada indio.

Esto no era todo todavía.De los pocos dias de paga efectiva que resta-

ban, hecha la deduccion del tributo, se desconta-ban otros quince dias en que cada indio estabaobligado a servir sin paga para indemnizar al amode la obligacion que se le iiponia de curarle ensus enfermedades.

Del cálculo precedente aparece que los mitayosde Coquimbo, Santiago, Chillan i Concepcion ser-vian sin paga ciento cincuenta i un dias, i los deChiloé ciento cincuenta i cuatro; i que los encomen-deros en realidad solo tenian que gratificar su tra-bajo a los primeros en cincuenta i seis dias, i a lossegundos en cincuenta i tres.

Los inquilinos, o indios residentes en las mismasestancias de sus patrones, estaban obligados a ser-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. ZOI

vir ciento sesenta días cada año en las diversas la-bores del fundo.

En recompensa el dueflo les suministraba unpedazo de tierra para que el inquilino levantasesu rancho, i pudiese sembrar un almud de maiz,dos de cebada, dos de trigo i otras legumbres; i aprestarle los bueyes e instrumentos necesarios pa-ra el cultivo.

De estos ciento sesenta días, solo veinte i nueveeran retribuidos a real el dia, debiendo servir gTa-tuitamente en los restantes para compensar el tri-buto.

Sin dificultad se percibe que aquella era una re-forma de nombre, i no de hecho. Se reglamentaba,se suavizaba hasta cierto punto el servicio perso-nal, pero se estaba mui léjos de abolirlo. Las cosasquedaban mas o ménos en el mismo estado queúntes.

En repetidas ocasiones, los reyes de España ha-bian declarado que los indíjenas de América eranhombres libres iguales a sus otros vasallos. Peromiéntras tanto, la aplaudida ordenanza de 17 dejulio de 1622 no retrocedia ante dividir a la na-cion chilena en dos clases, de las cuales la una de-bia pagar a la otra un oneroso tributo de dinero ide sudor.

¿Qué se pretendia alcanzar legalizando semejan-te desigualdad social?

La fundacion de una especie de feudalismo co-rrejido i enmendado en provecho de la dominaciondel monarca sobre las rejiones ultramarinas.

La obligacion impuesta a los indijenas de pagarun tributo a los encomenderos, i la compensacionque se hacía a renglon seguido de ese tributo conel jornal, dejaban subsistente el servicio personal,salvo una diferencia insignificante. Sustancialmen-

26

ZUZ LOS PRECURXSORES

te entre lo uno i lo otro, no habia mas que una mo-dificacion de poca monta, que no justificaba el rui-do que se hacia con la reforma.

Esta, por otra parte, se quedó en el papel sinpasar a los hechos.

Los hacendados, señores de encomienda, eranomnipotentes en sus grandes predios, donde man-daban con igual imperio sobre hombres i anima-les. Disponian del azote, del encierro i del cepopara hacerse respetar i obedecer. Miraban comoseres inferiores a sus inquilinos i peones, i sabianhacerlos trabajar, i sabían encontrar razon para nopagarles la pequeña cuota fijada por la lei. Dema-siado hacian dándoles un plato de frejoles o un pe-dazo de charqui por toda comida, i algunos centa-vos por todo jornal.

Contaban para obrar asi con la impunidad.¿Quién habría reclamado? ¿Quién los habría cas-tigado? Nadie habia de hacer un viaje de unoscuántos dias i de unas cuántas leguas para cobrarunos pocos reales. Eran sumamente raros los go-bernantes que no tenian reparo en malquistarsecon un encumbrado potentado por favorecer a unmiserable indio, bueno solo para,obedecer i servir.

II.

Si tal era el tratamiento que el bondadoso mo-narca en su sabiduría i misericordia mandabaaplicar a los indijenas pacíficos que vivían al nortedel Biobio, ya se colejirá sin dificultad cuál seríael que se daria a los indios revoltosos de Arauco.

Hemos dejado a estos últimos cuando el sistemade la guerra defensiva i de la sumision por el úni-co medio de la persuasion habia perdido el presti-jio; cuando el principal promotor de aquel siste-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 203

ma, el padre Luis de Valdivia, habia regresado ala corte.Las hostilidades por una i otra parte se rompie-ron con el mismo encarnizamiento, con la mismafuria de los peores tiempos de la guerra.

El espectáculo del cruel tratamiento que los es-pañoles daban a los indios del norte estimulaba alos araucanos para defender su independencia, iacrecentaba su irritacion contra los conquistado-res.

Lo que ellos mismos tenian que soportar mién-tras no estaban alzados los animaba a no omitirsacrificios de ningun jénero para sostener su he-roica resistencia.

El -15 de mayo de 1629, los araucanos ganarona los españoles la batalla de las Cangrejéras.

Entre los prisioneros que hicieron los vencedores,se contó a don Francisco Núflez de Pineda i Bas-cufñan, el cual cayó en manos de un cacique llama-mado Maulican.

Baseuian, que fué tratado perfectamente, comoamigo mas bien que como cautivo, tuvo la buenasuerte de ser, a los pocos meses, devuelto a la li-bertad mediante un rescate.

En los últimos años de su vida, redactó con eltitulo de Cautiverio Feliz una larga relacion de to-do lo que habia visto i oído durante su permanen-cia entre los araucanos.

Estracto de esa obra el siguiente diálogo entreel prisionero Bascuian, i el anciano cacique Qui-lalebo, que puede proporcionar una idea de losefectos producidos por el cruel tratamiento dadopor los espafloles a los indijenas sometidos.

".Bascuan.-El otro dia nos disteis a entenderque desde que vuestra tierra quedó sin españoles ialterada, no habiais comunicado a ningun español

Zu4 LOS PRECURSORES

captivo, ni aun podido levantar los ojos a mirarlehalagüeño; con que he juzgado que siendo vos ca-cique de tan buen discurso, llegado a la razon envuestro natural uso de vivir, es forzoso que ten-gais mui grandes fundamentos para haber conser,vado tantos años vuestro rencor i enojo contra losespañoles.

"Qi¿ilalebo.-Ahora pues, capitan amigo, puesme sacais a barrera, os contaré la causa de nues-tros alborotos, i de haber quedado yo con tan ma-la querencia a vuestros antepasados.

"Basc?iíiñan.-M,Nucho gusto tendr¿ en escucharvuestras razones, porque verdaderamente hai va-rias opiniones que se encaminan, unas a culpar alos españoles; otras, a la inconstancia de vuestrosnaturales.

"Quilalebo.-Pues escuchadme un rato por vues-tra vida, i juzgareis despues lo que os pareciere.

"Me basta enumeraros la codicia grande de losespañoles; el inhumano trato para con nosotros,que parece que solo cuidaban de menoscabar i con-sumir nuestra nacion, no dándonos de comer, te-niéndonos en un ordinario trabajo de las minas,dejándonos morir en ellas, sin asistencia de nues-tras mujeres, sin el consuelo de nuestros hijos i sinel regalo de nuestras casas; los continuos i lamen-tables robos de nuestras reducciones, llevándonoslos hijos i las hijas con violencia, vendiéndolas poresclavas de secreto; la crueldad tan feroz de lasmujeres, que a sus criadas las quemaban vivas, identro de sus aposentos las enterraban, despuesde haber hecho en ellas mil anatomías; la libertadcon que se servían de nuestras hijas i mujeres, has-ta forzarlas los hombres a vista de sus padres i desus madres, i aun de sus maridos; i otras cosasmas graves que pudiera referiros.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 205

"Bascuian.-Mui atento me teneis, amigo Quí-lalebo; i estimaré nQ os canseis de proseguir convuestra principiada narracion.

"Quilaebo.-Si nos causaban estas atrasadas ac-ciones tanto horror i espanto, mucho mas las mal-dades e insolencias de los pateros (que quiere de-cir sacerdotes).

"Baseuñan. -Proseguid vuestro discurso, queme teneis absorto con lo que me habeis dicho.

"Q?uilalebo.-Estos pateros, en quienes teníamospuestas nuestras esperanzas de que hallaríamosen ellos segura proteccion i amparo cierto, eranpeores que los propios seglares nuestros amos, quecomo nuestras poblaciones i rancherias estaban,deordinario sin la asistencia de los indios tributariospor estar trabajando en sus tareas, los contenidospadres doctrineros, con pretesto de enseñar a re-zar a los muchachos i chinas, se entraban en lascasas con descoco, i hacían de las mujeres lo quequerian por engaños i dádivas; i cuando se resis-tian constantes, las mandaban ir a la iglesia paraque aprendiesen a confesarse, i en las sacristías, adonde los pateros se revestian para decir misa, lasentraban atemorizadas, i les decían que en aquellugar en que estaban, si no consentian con lo queel patero o el sacerdote las decía, que el PillanAlgue (que quiere decir el demonio) las había decastigar severamente, i que si hablaban palabra, orevelaban lo que al oído les decian, i lo que ha-cian, las habian de quemar vivas, porque lo queen aquel acto,se trataba era caso de inquisicion sise divulgaba; i de esta suerte, dentro de las igle-sias violentaban muchas doncellas, forzaban casa-das i reducian a su gusto las solteras; i esto lo,te-nian por costumbre i como por lei establecida.

"Algunas mujeres casadas con todo secreto co-

206 1 LOS PECURSORES

municaron a sus maridos el caso i lo que les pasa-ba con el padre doctrinero, encargándoles encare.cidamente el silencio i que no lo publicasen, por-que el patero les habia dicho que la que se atre-viese a hablar palabra de lo que en la confesionhacían la habian de quemar luego.

"Resolvióse uno de los lastimados a llegar a so.las asu amo (que le mostraba voluntad) a decirleque por vida de sus hijos i mujer, se sirviese deescucharle dos razones, con cargo de que habíande ser solo para entre los dos; que le jurase elguardarle el secreto, que le importaba mucho.

"El amo le aseguró todo silencio, deseoso desaber alguna novedad, juzgando fuese el aviso dealgun alboroto o rebelion entre ellos.

"Dijole el indio: habeis de saber, capitan i se-ñor, que vengo a deciros una cosa que despues quela supe, me ha tenido el corazon entre dos pie.dras, i tan dolorido i lastimado, que me ha sidoforzoso significaros mi pesar; i refiriéndole lo quearriba queda dicho, le preguntó sí lo que hacíanaquellos padres con sus mujeres era antigua cos-tumbre entre los españoles, i si con sus mujereshacian lo propio.

"El amo le respondió suspenso i admirado, ha-ciéndose cruces en el rostro, con demostracionesgrandes de sentimiento, i le dijo: no puedo creerque eso sea así de ninguna suerte, i mirad que escaso grave el que me habeis dicho, que si se ave-ri.guase por algun camino que algun sacerdote hu-biese cometido delito semejante, lo quemarian vi-vo; i por lo consiguiente si alguna persona levan-tase testimonio al sacerdote, o revelase lo que noera por hacer daflo, tendría el mesmo castigo; i asícallad la boca, i averi,"arémos el caso de secreto;i si tuviere fundamento lo que me habeis dicho,

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 207

con todo secreto i silencio, sin que lo sienta la tie-rra, vereis cómo es castigado con toda severidad irigor. Por vuestra vida que no publiqueis lo co-municado, que a todos importa. Traed esta nochea vuestra mujer a mi casa, que quiero examinarlacon cuidado.

"Hízolo así el indio; i el amo se informó de ella,i citó, a otras que en aquella ocasion las habian lle-vado al intento, con cuyas declaraciones quedó ma-nifiesta la del indio; con que encargó a todos el si-lencio, dándoles a entender que con todo recato 'disimulo, se habia'de castigar a aquel sacerdote, illevarlo a parte a donde purgase su pecado, i nopareciese mas entre las jentes.

"I el castigo que le dieron fué enviarlo a Santia-go, adonde supimos que se .estaba paseando, i estafu la pena que tuvo maldad tan grande.

"¿Cómo decis los españoles que las iglesias noson mas que para rezar i decir misa en ellas? 1sois unos embusteros (aunque perdoneis, capitan),porque no servian los templos de otra cosa, que deser capa de semejantes maldades. Con achaq'ue dellevar las mujeres a enseñarles a rezar, a oír misai a confesarlas, hacian lo que os he dicho, i mu-ello mas. 1 sí como decis vosotros, Dios asisteen las iglesias, i no permite tales maldades i pe.cados tan desocubiertos, ¿cómo no castigaba a'es-tos malos sacerdotes, que tan desenfrenadamen-te vivían, i eni medio de sus templos atropellabansus leyes?

"Esta fuó la ensefianza que tuvimos, la primerleche que mamamos i la doctrina que aprendimosde vuestros antepasados" (1).

(1) Núez de Pineda i Bascuúan, Cautiverio Feliz, discurso 4, cA-pítulo 1.

LOS PRECURSORES

III.

El mal tratamiento que se daba a los araucanosera, no solo de hecho, como el que se hacía sopor-tar a los indios sometidos de encomienda, sino tam-bien de derecho.

Desde que se renovó la guerra ofensiva, se si-guió aplicando con sumo rigor la disposicion de lareal cédula de 26 de mayo de 1608 por la cual sedeclaraban esclavos los indios rebeldes, mayores denueve años i medio, si eran hombres; i de ocho imedio, si mujeres; i se mandaba mantener a losmenores de esas edades en servidumbre hasta losveinte aios.

Esta práctica no tardó en legalizarse por cédulaque Felipe IV espidió en Aranjuez a 13 de abrilde 1625.

A los de la primera de las categorías menciona-das, se acostumbraba marcarlos con un hierro ar-diente, como si fueran caballos, para reconocerlos sise huian.

Hubo una seria i larga discusion entre los fun-cionarios superiores del Perú i de Chile sobre síconvendría que aquella marca se hiciese en el ros-tro o en la mano.

El rei, por cédula de 5 de mayo de *1635, dejóla decision del asunto al virrei conde de Chinchon,recomendándole que obrara con tino, pues eran detemerse las represalias que los araucanos tomariancon los cristianos a quienes cautivasen.

Los espafloles habian acostumbrado desde laprimera época de la conquista hacer esclavos, nosolo a los indios de guerra, sino tambien a los quearrebataban de las tribus pacificas, o compraban alos mismos indijenas.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 209

Una práctica tan odiosa, como aquella, en vezde correjirse, fué con el tiempo, haciéndose mascomun.

"Los espafioles, refiere Núfñez de Pineda i Bas-cuafin, enviaban a las reducciones de los indiosamigos compradores de piezas a trueque de va-cas, vino, ropa i otros jéneros; i con este pretestoferiaban muchas chinas i muchachos a la usanzaa sus parientes, o a los que no lo eran; que conla codicia que en nosotros veian, tambien se in-clinaban a imitarnos, i hurtaban entre los suyosalgunos huérfanos, sin padres ni madres, i los ven-dian"

"Lo peor i mas exhorbitante que los españolesobraban sin lei, razon, ni cristiandad, agrega Nú-fiez de Pineda i Bascufian, era en medio de estoscambios hacer robar de los domésticos pueblos iparcialidades sujetas a nuestra obediencia, muchospobres huérfanos humildes e inocentes; 1 con m-formaciones falsas de haberlos cojido en la, guerra,los vendian por esclavos sin sabiduría de sus pa-dres, deudos ni parientes".

Un jefe del ejército, segun el mismo autor, hizomatar a palos a un soldado que rehusó perjurardiciendo que una india habia sido tomada en laguerra, cuando al soldado le constaba que habíasido arrebatada de una reduccion amiga.

-lMe han robado varias personas de mi ran-chería para llevarlas secretamente al Perú i ven-derlas allí por esclavas, fué a decir a uno de lospresidentes de Chile un cacique principal de unapoblacion indijena, inmediata a Concepcion, lacual estaba de paz, i siempre se había manifestadofiel a los espafioles.

-¡Borracho, embustero, alborotador! veo quequieres alzarte; házlo luego para castigarte como

27

210 LOS PRECURSORES

mereces, fué toda la respuesta que obtuvo del pre-sidente.

El cacique, sin embargo, continuó quieto i su-miso.

Este es tambien un hecho atestiguado por Nú-ñez de Pineda i Bascuian (1).

En vista de esto, preciso,es confesar que el caci-que Quilalebo tenia sobradísima razon para repro-char a los espafioles su perfidia, segun lo refiere elmismo autor.

"Han dado la paz i sujetádose algunas par-cialidades, observaba aquel indio a Núñez de Pi-neda i Bascuñan; i debajo de estos tratos los espa-fioles han entrado a maloquearlas, degollando icautivando a los pobres engañados, que salian alcamino a recibirlos con canelos, que son insigniasde paz, i con camaricos i repuestos de chicha, car-ne, yerba para los caballos i otras cosas, i sin re-sistencia ni reyugnancia alguna se llevaban lasmujeres, hijos i hijas para herrarlas i venderlascomo negros. ¿Esta es la palabra del roM que decisvosotros que no puede faltar? ¿Esta la cristiandadi justificacion de vuestro Dios? ¿Cómo, es posibleque con estas esperiencias, que cada dia tocamoscon las manos, demos crédito a lo que decis, i ten-gamos por firme lo que nos prometeis?".

Núñez de Pineda i Bascuñan no sabía como re-plicar a acriminaciones tan fundadas (2).

Una conducta semejante, en vez de amilanar alos araucanos, los exacerbó, ilos estimuló a sopor-tarlo todo, ántes que doblegarse.

La lucha continuó siendo tan encarnizada, como

(1) Núez de Pineda i Bascuñan, Cauti&eri FMi, diocurso 4r capí-tulo 14.

(2) Núñez de Pineda i Bascuñan, Cautficio Fdiz, disourso 4, capftu-lo 11.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 211

dispendiosa i llena de peligros para todas las ciu-dades fundadas por los españoles.

IV.

Entre esos peligros, debe contarse como el prin-cipal i mas temible la probabilidad de un alza-miento de los yanaconas e indios de encomienda,que ciertamente nunca llegó a tener lugar, peroque casi durante toda la época colonial mantuvoen frecuente i azarosa alarma a los vecinos de San-tiago i de las otras poblaciones.

El fantasma de una rebelion jeneral solia ame-nudo ,quitarles la tranquilidad.

1 por cierto que no les faltaba alguna razon.La resistencia heroica i prolongada de los arau-

canos mantenia inquietos a todos los indios de pazi de servicio, a quienes de cuando en cuando soliapasárseles por las cabezas que ellos tambien po-drian como sus compatriotas de ultra Biobio liber-tarse de los sufrimientos harto duros de la servi-dumbre, apelando a las armas.

Es este un hecho miui curioso sobre el cual has-ta ahora no se ha llamado bien la atencion.

"Todos los indios son unos, escribia al rei en 17de abril de 1613 el presidente don Alonso de Ri-vera, i nos tienen una propia voluntad, como cadadia se ve, pues en todas las ocasiones que falta al-gun español, suelen pasar las cabezas i fechas has-ta Santiago por la tierra de paz que las recibe".

Hemos visto que otros habian dicho lo mismoántes que Rivera, i verémos que otros lo dirán to-davia despues que él.

Hé aqui como se espresaba sobre el particularel maestre de campo don Santiago de Tesillo.

212 1 LOS PRECURSORES

"Con el principio de este aflo de 1630, le diÓdon Francisco Lazo de la Vega a su gobierno. Ha-lló al enemigo victorioso i ufano de tantas empre-sas, i con entera resolucion de morir para eternizarsu nombre, i renovar las proezas del amor a su pa-tria i a la libertad, que a semejanza de purisimooro había sido apurada, pero no estinguida en lasllamas del valor español. Juzgábase este rebeldedueño de la campaña i de toda la tierra, con ani-mo de bajar a la ciudad de Santiago, corte deaquel reino de Chile, donde asiste el sagrado doselde la real audiencia. Caso es grande que llegasela altivez i arrogancia de este bárbaro a repartirentre los suyos la jente i las haciendas de nuestrasciudades, como si ya las tuvieran por despojo desus victorias.

"Los indios de paz, que llamamos amigos, quesirven de soldados en la guerra, estaban poco fir-mes en la lealtad, dudosos en el intento. Pensiones grande de aquella guerra, que siendo estos ami-gos el nervio principal de ella, tengan la estabili-dad en el aire; son hijos del mismo tiempo, unosabortos de la novedad: ¡así fueran firmes como sonvalerosos!" (1)

Puedo suministrar pormenores completamenteinéditos acerca de las inquietudes que padecieronlas autoridades i vecinos de Santiago en aquel lan-ce descrito solo de una manera mui jeneral por elcronista Tesillo.

Estamos en marzo de 1630.Dos correos despacliados sucesivamente por el

presidente Lazo de la Vega, que se hallaba en lafrontra, vienen a advertir a la audiencia que hai

(1) Tesillo, Guerras de Ch)ile; causa? de su duracon; adverMeneaspara su fin, niode 1680.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 213

datos para temer un ataque de los indios contraSantiago.

Inmediatamente, el teniente gobernador sale asituarse en la ribera del Cachapoal con toda la tro-pa que puede reunir.

Santiago queda sin ninguna guarnicion.En estas circunstancias, avisos recibidos, unos

en pos de otros, de la Ligua, de Quillota, de Coli-na, comunican que hai datos para recelar por to-das partes una sublevacion jeneral de los indíje-nas sometidos.

Un indio habia pronunciado unas palabras inuisospechosas.

Un.negro habia proferido otras semejantes.¿lbria alguna confabulacion entre los indios i

los negros para acometer a los españoles, i par4 M-tentar apoderarse del país?

1 miéntras tanto, la capital del reino se hallabaenteramente indefensa.

La audiencia se componia entónces de los oido-res doctor don Cristóbal de la Cerda, licenciadodon Pedro Machado de Cháves, doctor don Gas-par de Narváez i Baldelomar, licenciado don Ro-drigo Carvajal i Mendoza, i fiscal doctor don Ja-cobo de Adaro i San Martin.

El 13 de marzo de 1630, habiéndose reunido enacuerdo para deliberar acerca de tan grave mate.ría, convinieron en tomar diversas medidas deprecaucion.

El único de los oidores que no se 'manifestóalarmado fué don Pedro Machado de Cháves; pe-ro debe saberse que, segun parece, éste acostum-braba llevar el contra a sus colegas.

-¡Son temores vanos! dijo.Al siguiente dia 14 de marzo, la audiencia vol-

vió a reunirse.

214 LOS PRECURSORES

El doctor Baldelomar puso sobre la mesa cua-tro memoriales.

-¿Qué significan estos papeles? preguntó el li-cenciado Machado.

-Son las listas de los relijiosos de armas tomaren caso necesario que hai en los conventos, dijo eldoctor Baldelomar, que en secreto he pedido a losrespectivos prelados conforme a lo que ayer tuvoa bien encargarme la audiencia.

-Todos estos son puros temores jue solo sirvenpara amedrentar la tierra i dar ánimos a los ne-gros i los indios que tengan mala voluntad, res-pondió el licenciado Machado. No debemos atri-buir importancia a hablillas vulgares, ni alterar-nos porque un indio dijo esto, i un negro repitióaquello.-Me parece mal, agregó, la dilijencia queel doctor Baldelomar ha practicado en los conven-tos. Yo no entendí que ayer se hubiera determi-nado tal cosa; i si lo hubiera entendido, lo habriacontradicho, como lo contradigo ahora. Ya se veráel escándalo que esto va a producir. Lo que se estáhaciendo solo sirve para desautorizar al gobierno.

-Yo recuerdo perfectamente, replicó el oidorCarvajal, que se cometió al doctor Baldelomar ladilijencia que ha practicado; i entónces como aho-ra, me parece inui oportuno saber cuántos relijio-sos hai de armas tomar para que, si es preciso, de-fiendan la ciudad.

El doctor Baldelomar se espresó entánces entono grave i sentencioso, como sigue:-En tiempode alteraciones, los que tienen mano para ello de-ben por oblijacion prevenir los remedios. Esto estener, no miedo, sino prudencia i buena disposi-cioiy de gobierno, pues el que tiene miedo no seacuerda de tales precauciones, sino que huye i seesconde.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 2RI

-La ciudad se halla sin la correspondiente cus-todia, continuó Baldelomar; i miéntras tanto, esindispensable defender las mujeres, las casas, i to-do 'O demas. Así creo que el arreglo que se haajustado con los relijiosos a fin de que estén aper-cibidos para el combate, es de la mayor impor-tancia. Tal ha sido tambien el dictámen del ilus-trísimo señor obispo i de los reverendos preladosde las comunidades.

Don Cristóbal de la Cerda se adhirió a los votosde los señores Carvajal i Baldelomar.

El contradictor don Pedro Machado de Chávesquedó, pues, el único de su opinion.

Inmediatamente se mandaron distribuir arca-buces i municiones a los frailes de los conventos.

Junto con esto, se hizo volver la mayor parte dela tropa, que estaba en Rancagua, inmediata alCachapoal, para que viniese a guarnecer la ciudadde Santiago, dejándose solo en la ribera del riotreinta hombres encargados de guardar el paso ide vijilar al enemigo (1).Sea que los indíjenas perdieran ánimos al verdescubierto su plan con anticipacion, sea que lesimpusieran el armamento de los relijiosos i lasotras medidas del supremo tribunal, ello fué quese mantuvieron quietos.Sin embargo, los vecinos de Santiago no se re-cobraron con facilidad del susto que habian espe-rimentado; e inventaron arbitrios para ponerse acubierto de cualquiera tentativa de alzamiento.El 30 de abril de 1630, el alcalde de la her-mandad, Francisco Alvárez Berrio, pidió a la au-diencia que prohibiera a los indios andar a caballo

(1) Libro de votos de la Audie~cia de Santiago de Ohile, acuerdos de1i í 14 de marzo de 1630.

Z10b LOS PRFCUMSORES

sin licencia de sus amos por los delitos que de otromodo cometian.

Los oidores hicieron notar que esta solicitud es-taba ajustada a las leyes vijentes, que no permi.tian a los naturales el uso del caballo.

Apénas lo oyó el licenciado don Pedro Macha-do de Cháves, lo contradijo con su vehemenciaacostumbrada.

-Su Majestad el Rei Nuestro Sefior, i su con-sejo, esclamó, espiden Fan número de cédulas queno proveerian si conocieran bien lo que sucede enestas apartadas rejiones; pero cuando despues sondebidamente informados, agradecen a aquellos desus ministros que no ejecutan dichas cédulas pordafiosas i desaforadas, i los honran por ello. Lascédulas que se citan son mui antiguas; fueron dic-tadas cuando se estaba conquistando la tierra;nunca se guardaron, ni pueden guardarse. Todoslos dias ordena Su Majestad que los indios seanbien tratados, sin diferencia ninguna, como sus va-sallos de Castilla i de Leen, i para esto ha estable-cido las reales audiencias. Miéntras tanto, pareceque todo se hace de un modo contrario a lo man-dado, destruyendo a los indios, i no dejándolos vi-vir ni gozar de lo que Dios ha criado para todos

-los hombres, i haciéndolos esclavos de la mas ma-la esclavitud que se ha leído, oído o visto, comoes aquella de que al presente se trata, pues te-niendo los indios caballos, i viviendo a tan lar.gas distancias, que deben recorrer cuatro, cincoi seis leguas para asistir a cualquiera de sus ocu-

aciones, sus amos se los quieren quitar i robar an deque los pobres indijenas sean mas que es-

clavos para acabar con esto de atraer la ira deDios sobre nosotros.-Yo propongo, dijo en con-clusion el oidor Machado, que se consulte todo es-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 217

to con Su Majestad para que se vea cuál es su cle-mencia, i cómo abomina semejantes crueldades.

Los demas oidores fueron de parecer que, sinperjuicio de elevarlo al conocimiento del rei, semandase por pregon público cumplir la prohibi-cion de que los indios tuviesen caballos i anduvie-sen en ellos (1).

Y.

Sabedor el presidente don Francisco Lazo de laVega de la alarma que habla habido en Santiagopor el recelo de un grande alzamiento de indíje-nas, ordenó al cabildo secular que distribuyese ar-cabuces entre todos los vecinos, pero no gratuita-mente, pues debia pedirles el correspondienteprecio para comprar trigo, de que el ejército de lafrontera estaba mui necesitado (2).

El presidente no limitó a esto solo sus exijen-cias.

Estableciendo el antecedente, a la verdad muifundado, de que las ventajas que había obtenidosobre los rebeldes de Arauco eran realmente lasque habian impedido la sublevacion de los indiosde paz i de encomienda, i las que habian salvadoa Santiago de una completa ruina, pidió a los ve-cinos de esta ciudad que le ayudasen con jente irecursos para continuar una guerra tan costosa.

Los vecinos, como debe comprenderse, oyeronla proposicion con desagTado.

A fin de prevenir dificultades, Lazo de la Vegarecabó la cooperacion del supremo tribunal.

(1) ÁUbro de votos dela Audiencia de Santiago de Chile, acuerdo de 8Qde abril de 1630.

(2) Libro de rotos de la Audiencia de Santiago de Chile, acuerdo de 15de mayo de 160

218 LOS PRECURSORES

Hé aquí como se halla consignado este hechoen el Libro de votos de la Audiencia.

"El viérnes 7 de agosto de 1630, propuso el se-ñor presidente don Francisco Lazo de la Vega(que habia venido de Arauco a Santiago) a losseiores doctor don Cristóbal de la Cerda, i doctorBaldelomar, i licenciado don Rodrigo de Car-vajal i Mendoza, i doctor don Jacobo de Adaro iSan Martin, el gran peligro en que estaba estereino de perderse por falta de jente, i la soberbiai avilantez de los indios enemigos por los sucesosbuenos que han tenido, hallando como halló SuSeñoría los dos tercios del real ejército i los demaspresidios sin armas ni caballos, i sin municionesni bastimentos, i sin disciplina militar, a cuyacausa, siendo como es Su Señoría su gobernador icapitan jeneral, ha hecho todos los oficios de lauerra desde el menor al mayor; i que a no traeru Sefioria la jente i armas que trajo tan a tiem-

po, fuera el daño irreparable; i que acudiendo conconocido riesgo de su vida i salud, ha procuradocastigar al enemigo, como últimamente lo hizojunto a la cordillera en el sitio de los Membrilla-res; i que a no hallarse Su Señoría presente, dego-llara el enemigo a todo el tercio; como todo estoes público i notorio en este reino i consta a todosSus Mercedes; i que atendiendo a la dicha necesi-dad, suplica a todos los dichos señores de su partele ayuden a que la jente que Su Señoría tieneapercibida con sus grandes cortesías i promesasde honrarlos en nombre de Su Majestad, no dejede ir en esta ocasion sin dar lugar a apelacionesni otros recursos, que pueden ser en gran deservi-cio de Su Majestad, i daño i perjuicio de este rei-no; i que si Sus Mercedes se lo impidiesen en algo,no sea por su cuenta ni riesgo, si no es de los que

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. Zl

se lo impidieren, i que ademas de ello dará cuen-ta a Su Majestad. 1 los dichos señores, unánimesi conformes, dijeron i fueron de parecer que el se-fior presidente, como tal, es cabeza, i mirará porsu autoridad de ella, i como gobernador de las co-sas de la paz i de la corporacion, i como capitanjeneral es cabeza de la guerra, i que como quientodo preside en lo referido ordene i disponga SuSeioria con su gran prudencia i gobierno lo quemas conviniere al servicio de Su Majestad i biende este reino, a que Sus Mercedes en particular ien jeneral acudirán con todo cuidado a servir ia ayudar a Su Seioría en cuanto se ofreciere" (1).

Conforme al precedente acuerdo, dos miembrosdel cabildo secular nombraron los cincuenta veci-nos que con ménos incomodidad podian seguiraquel verano la guerra.

Esta designacion causó en Santiago el mayor~al-boroto.

Para aplacar los ánimos, hubo que reducir elnúmero de los cincuenta vecinos elejidos a solotreinta (2).

A pesar de una concesion de tanta importancia,el descontento continuó.

VI.

No fué esto lo peor.La audiencia que, como acaba de verse, habia

juzgado el 7 de agosto mui justo que el presidenterequiriese a los encomenderos para que le acompa-ñasen a la frontera con sus armas i caballos, el 20

(I) Libro de votos de la Audiencia de Santiago de Chile, acuerdo de 7de agosto de 1630.

(2) Tesillo, Guerra de Chile; -cusas de su duracion; adverteneías pa-ra sufin, año de 1630.

=U LOS PRECUR8.UEs

de noviembre inmediato ya habia mudado de pa-recer.

Hacia ese tiempo, Lazo de la Vega, próximo avolver a partir para el sur, declaró que tenia elpropósito de entrar a la tierra de Arluco "yendohasta la Imperial, que era el riñon de la guerra";i en consecuencia requirió al cabildo para que leproporcionase jente; i como éste le resp(ondie ra que3o la tenia, el presidente lo hizo responsable de losresultados.

Se concibe culinto aumentaria todo esto la in-quietud del vecindario.

La audiencia, separándose de Lazo de la Vega,se puso de parte de los vecinos.

Es notable el juíeio que sobre la situacion dejóestampado en el acuerdo de 20 de noviembre de1630.

"Esta audiencia ha advertido al seflor presiden-te muchas veces que no tenia jente que darle, nila tenia esta ciudad para su defensa de stis mu-chos enemigos domésticos, indios i negros, de cu-yos malos intentos se podia recelar algun alza-miento, si se sacaba alguna jente de la citdad, co-mo la esperiencia lo habia ense iado, como constade los autos hechos por el seior oidor don Ro-digo de Carvajal i Mendoza i por la justicia or-dinaria; i que en esta consideracion, para la defen-sa de esta ciudad, ántes se debia traer jente defuera para defenderla de dichos indios i negros, ide los enemigos de Europa que se esperan confor-me a los avisos de Su Majestd; i esta real audien-cia, í los seores presidente i oidores de ella, asíen particular, como en jeneral, han ofrecido acudiral servicio de Su Majestad con sus personas i ha-ciendas, i en esta conformidad han hecho las dili-Jencias que han podido, así por escrito, como de

DE LA INDEPENDENCIA DE CEILE.

palabra, con el cabildo, justicia i correjimiento dela ciudad, como con otras particulares personas,para que en caso que hubiese jente para la defen-sa de la ciudad, i lo que pide el señor presidenteen su requirimiento se hiciese, ofrecia esta audien-cia awradecimíento, i escribir al señor virrei i a SuMajestad que a los que acudiesen a hacer este ser-vicio de su voluntad les hiciese merced; i porquela falta de jente que hai es tan grande, como espúblico i notorio, i que dando a entender el señorpresidente no tiene jente, i que no teniéndola, ha-ra entrada a tierras del enemigo, sería continjen-te por falta de j ente i de otras causas hubiese al-gun mal suceso, i que dando lado al enemigo vi-niese.a lo de paz i lo destruyese por no hallar quiense 1 o defendiese, i que para defender nuestras tie-rras hai bastante jente, i que la esperiencia ha en-señado que habiendo cuidado i órden, con muchamónos jente de la que al presente hai, estando elseñor presidente en la frontera, no solo ha defen-dido lo de paz, sino que ha sido el enemigo quienha sido castigado, teniendo el señor presidente di-chosisimas victorias, resolvió hacérselo presente".

En efecto, el tribunal se dirijió en cuerpo a des-pedirse de Lazo de la Vega, que estaba de viajepara Concepcion.

--Mui ilustre señor presidente, le dijo el oidorCarvajal, traigo encargo de los oidores de esta au-diencia, aquí presentes, para manifestar a Vues-tra Señoría que creemos perjudicial la espedi-cion que Vuestra Señoría proyecta al interior deArauco.

Don Rodrigo de Carvajal i Mendoza espusoen seguida las razones que ya se conocen, i ade-mas "que el enemigo no tenia cuerpo en que le hi-ciesen daño, ni lugar donde le hallasen junto, si

LOS PRECURSOIXES

él se quena dividir, i que de seguro se dividiria,una vez que reconociera ventaja en los españoles.

-Tengo determinado hacer una correría hastala Imperial, respondió Lazo de la Vega.

-Vuestra Señoría debe mirar lo que hace, re-plicó el oidor. La audiencia ha cumplido con lasreales cédulas advirtiéndole lo que ella consideramejor para el servicio de Su Majestad. Todo loque suceda será de cuenta de Vuestra Señoría.

Los oídores se volvieron a su sala de acuerdo,desde donde, para que quedase constancia, repitie-ron por escrito al presidente lo que ya le habíanespuesto de viva voz (1).

Esta mala intelijencia, como suele suceder encasos análogos, fué agriándose de dia en dia.

La audiencia prestó proteccion a los vecinos quepor diversos pretestos se negaban a servir en lamilicia.

Pero el inflexible Lazo de la Vela, que no erahombre para dejarse atropellar, vino a Santiagoexprofeso para castigar a los desobedientes, a al-gunos de los cuales puso en prision.

Los vecinos invocaban en su apoyo la real cédu-la de 15 de octubre de 1597, segun la cual no po-dian ser compelidos a salir a la guerra de Arauco"si no en casos forzosos, i que no se pudiesen escu-sar".

La audiencia pretendia que a ella le correspon-dia la calificacion de esta necesidad; i Lazo de laVega, que solo al presidente.

El conde de Chinchon, virrei del Perú, dió larazon al segundo por provísion de 8 de marzo de1632.

(1) L o&volo dela atatZdeiica de Sandiao!e GWik, acuerdo de20 de ne e 1680.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 223

El rei comfirmó esta declaracion por real cédu-la de 30 de marzo de 1635.

VII.

Santiago de Tesillo, el maestre de campo i cro-nista de don Francisco Lazo de la Vega, asientaen su obra en el estilo culto con que se espresabaque: "predominan siempre las armas de Filipo,aun en los climas mas remotos; que son formida-bles, i siguen causas justas; i que pelean por la fei por la relijion profanada de la perfidia, i miraDios por ellas como por su causa" (1).

Todo aquello podia ser mui cierto; pero el hechoera que el bravo i esperto caudillo Lazo de la Ve-ga no lograba, a pesar de sus repetidas victorias,poner término a la guerra de Arauco.

En 1636, despues de siete años de continnas ba-tallas, vino a Santiago a recomendar a la audien-cia que destinase al ejército de la frontera al grannúmero de mozos vagabundos que había en la ciu-dad i sus contornos; i a manifestar a los indivi-duos de la nobleza por conducto del cabildo secu-lar la esperanza que abrigaba de que espontánea-mente habian de acompañarle, "movidos, decia,de su mismo valor i obligaciones, i de conseguir loque se merece por conquistadores i pobladores,que es el blason que hoi refieren de sus mayores, ipor hallar entrada en la grandeza de nuestro re¡,pues no hai méritos, aunque estén léjos, que no lesalcance lo liberal de sus mercedes".

A pesar de todo esto, "juntáronse solo, refiere

(1) Tesillo, GWera de CÁile; causas de su duracion; advt,ncicwpa-ra sufin, año de 1634.

ZZ4 LOS PRECURSORES

Tesillo, cincuenta soldados de paga i algunos mon-tados i ofrecidos".

-La buena voluntad sobra, contestó el cabildo alpresidente; pero los recursos son mui escasos, i lasobligaciones a que debe atenderse en la ciudad sonmuchas; i los vecinos tan poco numerosos, que nopasan de cuatrocientos.

Esta carga del servicio militar era tan pesada,que el cabildo de 8antiago repitió al monarca sussúplicas para que tuviese a bien minorarlí

A consecuencia de esta representacion, Feli-pe IV, en 2 de noviembre de 1638, volvió a tras-cribir al márques de Báides, sucesor de Lazo de laVega en el gobierno de Chile, la real cédula de 15de octubre de 1597, que ya he insertado en otrolugar; i agregó ademas lo que sigue:

(Por parte de la ciudad de Santiago de esasprovincias, me ha sido hecha relacion que sin em-bargo de la dicha códula, i en su contravencion,los dichos vecinos son de ordinario molestados pa-ra ir a la guerra, sacándolos de sus casas con me-diana ocasion. Haciendo mui gran falta al gobier-no i conservacion de sus haciendas, suplicome,atento a ello, mandase no se obligase a los dichosvecinos a ir a la guerra, si no fuese precediendo lascausas contenidas en la dicha cédula; i que respec-to de la disminucion a que la dicha ciudad va ca-da dia por ser tan corto el número de sus vecinos,i los muchos que entran en rolijion, i haber masde cuatro mil esclavos, que cultivan la tierra porla falta que hai de indios de servicio, con que estáespuesta a un alzamiento, convenia no se hicieseleva en la dicha ciudad, ni su territorio, si no fue-se de diez a diez auos; i que si algun vecino asen-tare plaza de soldado de su voluntad, no se le pue-da obligar a asistir en la guerra mas de cuatro

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 225

anos; i a los que fuesen condenados por la justiciaal servicio de ella por algun tiempo, en cumplién-dole, les dejen volver libremente a la dicha ciudad.

1 visto por los de mi junta de guerra de Indias,porque mi voluntad es que lo contenido en la di-cha cédula se ejecute, os mando la veais, guardeisi cumplais segun i como en ella se contiene i de-clara, sin ir ni venir contra su tenor i forma, queyo lo tengo así por bien".

Por nueva súplica de los vecinos de Santiago, aquienes, por llevarlos a la perdurable guerra deArauco, no se les dejaba, ni permanecer en sus ca-sas con sus familias, ni atender a sus negocios, elsoberano tuvo que renovar, en 10 de diciembre de1642,-la órden de que no se les molestase, salvoen caso mui urjente e indispensable.La reiteracion del mismo mandato demuestraque una necesidad imperiosa forzaba a los gober-nantes de Chile a no respetar la tranquilidad dela primera poblacion del país.

VIII.

Por no interrumpir la cuestion de las levas irecursos para la guerra de Arauco, que se suscitóentre el presidente don Francisco Lazo de la Ve-ga i los vecinos de Santiago, he diferido para estelugar, aunque sucedió en 1634, un incidente rela-tivo a la condicion social de los indíjenas, que nopuedo pasar en silencio.

Por real cédula fecha en Madrid a 14 de abrilde 1633, mandó el rei "que se quitase el serviciopersonal de los indios de Chile, i que se tasasensus tributos en dinero, especies i frutos de la tie-rra; i que se diese a entender a los encomenderos

29

226 LOS PRECURSORES

que solo habían de poder exijir de los indios el tri-buto en la forma mencionada" (1).

Sin trabajo se notará la diferencia que habia en-tre la disposicion de 17 de julio de 1622 i la de14 de abril de 1633.

La primera imponia a una cierta parte de losindios la obligacion de servir personalmente parapagar con el jornal que se fijaba el tributo de ellos,mismos i de los que eran esceptuados de las ta-reas.

La segunda tasaba. el tributo que debian satis-facer los indijenas, no en servicio personal, sinoen dinero, especies i frutos de la tierra.

Como se ve, la diferencia era sustancial; perosegun lo advertía perfectamente don Santiago deTesillo, cronista ¡ maestre de campo de Lazo dela Vega, era muí dificil conciliar la órden real i"la conveniencia pública" (o mejor dicho, el inte-res de los encomenderos), "dos cosas que conve-nian mal entre si" (2).

En efecto, el presidente, convencido de que elasunto era "de la mayor importancia que se pu-diese ofrecer en este reino", dice el libro de votosde la audiencia, despues de haber oído los parece-res de muchas personas, consultó a los oidores so-bre si daria o nó cumplimiento a la real cédula de14 de abril de 1633.

Paso a consignar los dictámenes de los tres se-flores que entónces componían el tribunal supe-rior, don Pedro Machado de Cháves, don Jacobode Adaro i don Cristóbal de la Cerda, porque con-tienen revelaciones importantes acerca de la con-

(1) Libro de votos d la Audiencia d Santago de Olle, acuerdo de7 de marzo de 1684.(2) Tesilio, Guerra ck VZ e; causas de su duracleo: advcrkmsiopa-

ra sufin, añó de 1684.

DE LA INDEPENDENCIA DE cIME. 227

dicion social de los indíjenas, i acerca de las opi-niones que habia sobre la materia.

Don Pedro Machado de Cháves fué de parecerUque atento a los grandes agravios que reciben losindios, i que la real tasa de 1622 no se observa, sino es en las cosas perjudiciales a los indios, i ellatiene tantas contrariedades, que ha sido imposiblesu ejecucion, porque los indios son mas molesta-dos que ántes que se quitase el servicio personal,que se cumpla i ejecute la real cédula de 14 deabril de 1633, i paguen los indios el tributo en jé-neros de la tierra, como Su Majestad manda; ique para que los tercios salgan a hacer sus mitascon mas comodidad, la mitad de los indios de lospueblos se reduzcan a ellos, i la otra mitad que-den rejimentados en las estancias de sus encomen-deros; i que de los indios que así se reduzcan a lospueblos, se hagan tres tercios, i cada uno sirvacuatro meses solo para las facciones públicas, i sisobraren algunos indios, los reparta el gobernadora personas pobres, como no salgan diez leguas alrededor del pueblo, i que los otros dos tercios seocupen en hacer sus sementeras; i ni esta real au-diencia ni el gobernador puedan dar decretos pa-ra sacar ningun indio de dichos tercios, ýaunque sealegue causa lejítima; i que de los indios que que-dan en las estancias, se hagan otros tres tercios,i cada uno sirva a su encomendero cuatro meses ídescanse ocho; i los otros dos tercios remuden alotro; i de los indios cojidos en la guerra, que lla-man yanaconas, se hagan tres tercios, i quedándo-se en las estancias de sus encomenderos, sirvanpor tercios cada uno cuatro meses, i se muden losotros, descansando ocho; que a los indios se les déde jornal dos reales el verano cada dia, i uno i me-dio el invierno; i a los maestros de oficio, seis el

LOS PIREURSORES

verano, i cuatro el invierno; i a los oficiales, tres idos; que los indios reservados, aunque hayan esta-do rejimentados mas de veinte aflos, sirvan i es-tén donde quisieren; que los indios sirvan a quienquisieren, i ningun encomendero pueda tomar ensu casa mas que tres indios con su voluntad; quequien azotase indio o india, o le quitare el cabello,aunque sea por mui justa causa, sea condenado enquinientos pesos; que los correjidores no traten nicontraten, ni tengan vifas ni estancias ni grandescasas en sus correjimientos, pena de privacion deoficio, i de quinientos pesos, i perdimiento de lo queasí tratasen, i de las haciendas que tuviesen; quelos administradores no los nombre el gobernador,sino los mismos encomenderos a su riesgo, i dénfianzas; que no se saque oro con indios, ni se labrenminas de cobre, ni se beneficien con ellos, ni se na-veguen barcos en Coquimbo con ellos; que atentoa que se les quitan a los habitadores de este reinotantas comodidades para vivir, se manden ejecu-tar las ordenanzas que el cabildo de esta ciudadhizo el afio de 1630 sobre la reformacion de los ta-les por ser conforme a cédulas i leyes reales; quelos indios paguen mas tributo a sus encomenderos,conviene a saber: once patacones, los veinte rea-les para el cura, un patacon para el correjidor iprotector, i los siete i medio para el encomendero;los oficiales tributen los veinte reales para el curai el uno para el correjidor i protector; los maestros,quince patacones en la mismna forma de todos loscuales; i de los demas advertimientos que convie-nen al bien de este reino, i conservacion i buen tra-tamiento de los naturales de él, dará a Su Señoríaun discrso con su voto consultivo en rejistro enque da las razones i fundamentos de su voto".

Don Jacobo de Adaro fué de parecer que se ob-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 229

servase la real cédula en todo, ménos en lo sustan-cial, esto es, "en cuanto a la absoluta reduccion quese manda hacer de los indios a los pueblos i a lapaga de los tributos que en dinero, frutos i espe-cies se manda hacer, hasta que Su Majestad, envista de los pareceres que se han dado, i de lo queSu Señoría, como quien tiene la cosa presente lepropusiere i representare, otra cosa ordene i man-de, por los grandes i notables inconvenientes quede su absoluta ejecucion se pueden seguir, asi enla guerra, como en la paz, los cuales Su Majestad,previniéndolos, manda que en caso que los haya,se sobresea en su ejecucion i cumplimiento, i se ledé cuenta de ellos para proveer lo que mas con.venga en ello".

Don Cristóbal de la Cerda fué de parecer "quese quite el servicio personal; i que, atento que lacédula real i las demas despachadas en favor delos indios, el fin principal de ellas es ampararlosen su libertad, i que gocen de ella; i que de hacer-se las reducciones contra su voluntad, sería impe-dir su libertad, i asimismo en necesitarlos a quepaguen el tributo en frutos de la tierra, queriendopagar en jornales, es de parecer que los indios quequisieren quedarse en las estancias, chácaras o ca-sas de españoles, se queden en ellas, sin necesitar-los a que se reduzcan a sus pueblos; i que el tribu-to lo puedan pagar en jornales, no queriéndolo pa-gar en frutos de la tierra, porque de lo contrariose seguírian, demas de frustrarse el fin de la di-cha cédula real i quitárseles su libertad, los gran-des inconvenientes que la esperiencia ha mostra-do" (1). .

(1) Libro devotos de la Audiencia de Santiago de Chile, acuerdo de7 de marzo de 1634.

záu LOS PRECURSORES

El cronista Tesillo, jeneralmente mui exacto ibien informado, nos hace saber cuál fué el resul-tado a que por entónces se llegó en aquel gravísi-mo negocio, que afectaba a tan vitales i opuestosintereses.

"Tenía órden don Francisco Lazo de comunicarestas cédulas (la de 4 de abril de 1633) con lareal audiencia, cabildos i personas desinteresadas,dice; i entre todos se movió monstruosidad de pa-receres, i parecia se iba imposibilitando la ejecu-cion, o embarazándose la materia. Confirióse mu-chos dias con suma fatiga, i al cabo se resolvió lalibertad de los indios, suspendiéndose el serviciopersonal con ciertos gravámenes que se verán ena nueva tasa que se hizo; allende que todo ello

fué de poco efecto, porque las cosas se quedaronen el mismo estado que ántes, por haber criadoaquel daño raíces tan hondas, que nunca se le ha-llará el remedio" (1).

Ix.

En rigor, puede decirse que la guerra de Arau-co devoraba a Santiago.

Asi no era de estrailarse que el deseo de la pazfuese jeneral, i mui vehemente.

La corte de España no estaba ménos impacien-te por obtenerla.

El reino de Chile, en vez de producirle, comolos otros de América, le hacia gastar cada año lasuma de doscientos doce mil ducados, o sean dos-cientos cuarenta i dos mil pesos fuertes, en el pa-

(1) Tcsillo, G -era de Chile; causas de su dur acion; advertenciaspa-ra sufin, año de 1684.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

go del ejército de dos mil veteranos, que se veiaobligada a mantener.

"Porque, como sabeis, consiste la reduccion deaquellos indios (los araucanos) a nuestra santa fecatólica en su pacificacion, cosa que tanto deseopor el bien de sus almas, decia el rei al presiden-te marques de Báides en cédula de 17 de diciem-bre de 1638, os encargo que teniendo presentesvuestras obligaciones, apliqueis para ello todovuestro celo, desvelo, i cuidado, i dilijencia, sinperdonar ningun trabajo, ni medios que se os ofre-ciesen para conseguir cosa que tanto importa, asía los habitantes de aquella tierra, como al be-neficio espiritual de los indios, i es necesaria pa-ra ev¡itar los excesivos gastos que se hacen de mireal hacienda con la continuacion de aquella gue-rra".

Conforme a las instrucciones del monarca, i alos deseos de todos, i aprovechándose del cansan-cio que un tan largo batallar habia producido enlos araucanos, el presidente don Francisco Lópezde Zñiga, marques de Báides, les hizo aceptarel año de 1641 en el parlamento o conferencia deQuillin la paz, entre cuyas principales condicionesse comprendian la de que aquellos esforzados in-dijenas no serian reducidos al réjimen de las en-comiendas, la de que ausiliarian para rechazarcualquiera invasion estranjera i la de que los es-pañoles podrian reedificar sus antiguas poblacio-nes.

Esto era lo que se habló i lo que se escribió; pe-ro lo que se pactó de hecho fué la independenciamas o ménos completa de los araucanos.

Esta paz fué jeneralmente bien recibida; perohubo muchos que la consideraron ignominiosa,pues los españoles, sobre haber tratado de poten-

Z=W LOS PRECURSORES

cia a potencia con los indios, habian tenido quegarantirles su tan amada libertad (1).

X.

Apénas los chilenos comenzaban a gustar lasdulzuras de la paz despues de tan dura i costosaguerra, cuando vino a perturbarlos un nuevo i se-rio sobresalto.

Chile, i en jeneral, todos los establecimientos es-pañoles en la América, habian sido molestados, nosolo por la resistencia de los indíjenas, sino tam-bien por las sorpresas i saqueos de los corsariosingleses i holandeses.

Al principio, unos i otros pensaron solo en con-quistar el mas rico i abundante botin que pudie-sen.

Pero pasado algun tiempo, los holandeses con-cibieron el proyecto de quitar a los españoles,aborrecidos enemigos de su fe i de su patria, al-gunas de las posesiones americanas, de donde és-tos sacaban recursos para hostilizarlos tan crueli encarnizadamente.ý Los holandeses emprendieron en 1598 su pri-mera espedicion contra las provincias o reinos delmar Pacifico a las órdenes de Jacobo Mahu i Si-mon de Cordes.

Aquella armada, compuesta de cinco naves, noarribó al mar del Sur hasta fines del año siguien--te, i esperimentó los mayores desastres.

Sus dos almirantes Jacobo de Mahu i Simon deCordes perecieron.

Un cronista nacional, Santiago de Tesillo, ha

<1> Villarread, nforme a Fcirando V, número 44.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

conservado el recuerdo de las desgracias que cadauna de esas cinco naves sufrió en las costas deChile.

Apénas pasaron el estrecho de Magallánes, fue-ron separadas por la fuerza del viento.

Una de ellas, dice Tesillo, "fué a tomar puertoen la isla de la Mocha, que es de indios neutrales,pensando hallar refresco en ella, como el que nosdan a nosotros, siempre que allí asondan nuestrosnavíos. Hallaron estos estranjeros mui jentiles lan-zadas; porque aquellos isleños, reconociendo ser-noros güincas (así los llaman) se pusieron en ar-ma; i de cincuenta holandeses que saltaron en tie-rra, en dos lanchas con dos piezas de bronce, nodejazon ninguno vivo; i quedándose con las lan-chas i artillería, le entregaron uno i otro al capi-tan Francisco Hernández Ortiz, que el año siguien-te tomó puerto en aquella isla.

"El segundo navío de estos cinco tomó puertoen Lavapié, arriba de Arauco; i de los que salta-ron en tierra a tomar agua, se escaparon los quese quedaron en las barcas.

"El tercero dió fondo en la isla Quiriqueña, queestá en frente de la Concepcion de Chile. De estaisla se llevaron tres españoles, que despues losechó en la costa del Perú.

"El cuarto llegó al puerto de Valparaíso, de laciudad de Santiago; i saliendo la jente de ella consu capitan i correjidor Jerónimo de Molina, a de-fender la tierra, mataron i prendieron todos los delnavío; i apoderándose de él nuestros españoles, seremitió al virrei que a la sazon goberna4a.

"El quinto i último tomó puerto en la isla gran-de de Chiloé, donde está fundada una ciudad deespañoles llamada Castro, i se apoderó de ella elenemigo, i de todas las mujeres, matando los hom-

30

234 LOS PRECURSORES

bres. AllI estuvo fortificado hasta que por tierra(que estaba toda de paz) llegó el coronel Francis.co del Campo, soldado de grande opinion, que conciento i cincuenta hombres desalojó al enemigo,que estaba fortificado, con pérdida de treinta ho-landeses, i muerte de once españoles" (1).

Tesillo ha dejado de consignar un hecho muicurioso que tuvo grande influencia en los proyec-tos futuros de los holandeses; pero otro escritor delmismo tiempo, el padre agustino frai Miguel deAguirre lo ha conservado en el libro titulado: Po-blacion de Valdivia.

Los indijenas de Castro en la isla grande del ar-chipiélago de Chiloé prometieron al jefe de los ho-landeses que allí desembarcaron "darle titulo i va-sallaje de rei para cuando volviese a apoderarsede aquella tierra" (2).

Veremos luego que los holandeses olvidaron quelos indios de Chile por lo jeneral los habian reci-bido en las puntas de las lanzas, i no se acordaronmas que de la buena acojida de los de Castro.

La segunda espedicion holandesa, dirijida porOliverio de Noort, quemó en 1600 las pocas em-barcaciones que hallé en el puerto de Valparaíso.

La tercera, capitaneada por Jorje Spilbergen, vi-no en 1614, i bombardeó el mencionado puerto.

Aun ántes de que esta espedicion volviese a Ho-landa, los holandeses, "habiendo esperimentadocuán peligroso era el dilatado i tortuoso estrecho deMagallánes, que combatido con la violencia de vien-tos contrarios, ofrecia, mas que pasaje seguro, fu-nesto sepulcro a sus navíos, dice el contemporáneo

(1) Tesillo, Guerra de Chile; causas de tu duracion; advertencia3pa-fa ,Ufin, año de 1685.

(2) Aguirre, 1oVacion de Taldivia, párrafo 1, número 7.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 2¿5

frai Miguel de Aguirre, i solo con las conjeturas quedieron escritas José de Acosta i Juan Botero de queal lado siniestro del estrecho de Magallánes habiaen mayor altura otro estrecho ménos estrecho, imas seguro pasaje para el mar del Sur", enviaronel año de 1615 a reconocerlo i demarcarlo dos na-víos i un patache bien artillados, de que fueron ca-bo i almirante Cornelio Scontum i piloto mayorJacobo de Maire, peritísimo en el arte náutica, imuí práctico en las costas orientales i occidenta-les.

Efectivamente, aquellos marinos descubrieronun pasaje mas breve i seguro, a que se dió el nom-bre de Maire por su descubridor, de donde seapartaron despues de haber puesto a un monteen que remataba una cordillera eminente, situadohacia la parte de oriente: Cabo i rejion de los esta-dos de Holanda, i a la ribera contraria: Costas deMauricio de ¡Yassau.

En aquel tiempo se consideró que semejante pro-cedimiento de dar a las tierras i mares denomina-ciones jeográficas revelaba proyectos de conquis-ta (1).

En 1623, tuvo lugar a las órdenes de JacoboL'Heremite la cuarta espedicion holandesa al Pa-cifico, la cual estuvo a punto de enseñorearse delCallao i de Lima.

XI.

Miéntras tanto, allá en el Atlántico, los holan-deses lograron sentar pié en el Brasil, que a la sa-zon pertenecía a España como dependencia delPortugal, conquistado por Felipe II.

(1) Aguirre, Poblacion de Valdivia, párrafo 1, número 15.

Z110 LOS PRECURSORES

Divulgóse por entánces el rumor de que los ho-landeses intentaban hacer otro tanto en la rejiondonde se levantó la ciudad de Valdivia, arruinadaen 1599 por los araucanos.

Esta noticia produjo mucha alarma, tanto en Es-pafia, como en América.

Léase lo que el soberano escribió en cédula de18 de mayo de 1635 a don Luis Jerónimo Fernán-dez de Cabrera, conde de Chinchon, su virrei delPerú.

"De mucho tiempo a esta parte, se ha recono-nocido cuán importante es fortificar el puerto deValdivia, de las provincias de Chile; i habiéndoseahora tratado de ello con ocasion de la poblacionque los holandeses pretenden hacer en las costasdel Brasil, i juzgándose sería posible que a vueltade ello, intentasen apoderarse del dicho puerto connotable daflo i perjuicio de todas esas provincias,mandé se viese todo lo que en la materia se me haescrito, así por los virreyes vuestros antecesores,como por los obernadores de aquel reino. I sien-do asi que uniformemente todos convienen en quese fortifique el dicho puerto, i que hoi insta la ne-cesidad mas que nunca por la ocasion referida, ha-biéndoseme consultado por los de mi junta de gue-rra de Indias, he resuelto que se haga la dichafortíficacion; i así os encargo que con particularcuidado i desvelo, atendais a lo que a esto toca,mirando por la defensa del dicho puerto, i comen-zando luego a disponer la dicha fortificacion".

El monarca daba en seguida al conde de Chin-chon instrucciones sobre la manera i forma comodebia realizarse aquella obra.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

XII.

Con motivo de esta real determinacion, se dis-cutieron entónces mucho, tanto en el Perú, comoen Chile, las probabilidades de la ocupacion deValdivia por los holandeses.

Unos consideraban el proyecto mui posible deejecutarse; otros completamente impracticable.

El presidente de Chile don Francisco Lazo dela Vega estaba entre los primeros; el virrei delPerú, conde de Chinchon, entre los segundos.

Veamos como espone esta discusion el maestrede campo don Santiago de Tesillo.

"Este año de 1635, andaban mui vivas las plá-ticas de la poblacion de Valdivia, sobre que ha-bian venido órdenes del rei al conde de Chinchoni don Francisco Lazo, para que el primero las eje-cutase con comunicacion del segundo; i este nego-cio era en aquellos dias el batallon sobre que setraían grandes conferencias, que se ajustaban malcon la division de estas dos cabezas, habiéndolatambien en sus dictámenes. Era el del conde queno convenia la fortificacion, teniendo por infruc-tuoso el gasto; i don Francisco Lazo, por el contra-rio, tenia hecho empeños en el consejo con apreta-dos informes. Advertian las órdenes reales se bus-casen medios i arbitrios donde se sacase el gastode esta fortificacion, o personas particulares que seencargasen de ella por mercedes justas; pero nose hallaba entrada a ninguna cosa de éstas, i sen-tia el conde haberse de sacar el gasto de la hacien-da real, que era lo que últimamente se le manda-ba, caso que en lo primero no hubiese lugar" (1).

(1) Tesillo, Guerra de Ckile; causas d su duracion; advrdenciasoa-ra su ftn, año de 1635.

Z35 LOS PRECURSORES

El conde de Chinchon contestó al rei por cartade 14 de abril de 1636 que la fortificacion de Val-divia era "de poca utilidad".

Mas el monarca, que pensaba de mui distin-to modo, se limitó a decirle secamente por cédulade 2 de abril de 1637 "que cuando acá en Espa-ña se vió lo que en razon de la defensa de Valdi-via, os envio a mandar, se miró con toda aten-cien; i así espuesto esto, i que conviene aseguraraquel puerto, no se ofrece que deciros mas de quecumplais lo ordenado con la brevedad que la ma-teria pide".

El presidente don Francisco Lazo de la Vega,que habia formado una opinion mui diferente a ladel conde'de Chinchon, denunciaba al soberano lalentitud de éste, i su oposicion a la medida, contanto enfado, i espresiones tan fuertes, que seatraía una severa reprension. Véanse las palabrasque el rei le escribia sobre el particular en cartade 3 de abril de 1637. "En cuanto a lo que decisde lo mucho que conviene se fortifique el puertode Valdivia, no se ofrece que deciros mas de que,como sabeis, lo tengo resuelto así; i ahora envío amandar a mi virrei del Perú cumpla con efecto loque en razon de ello le tengo mandado. I por quepara dar a entender vuestro sentimiento en estoi otras cosas, usais de razones con demasiadas pon-deraciones, sin considerar que la intelijencia de siconviene o nó una cosa estará en el sentimientode quien tiene diferentes pareceres, me ha pareci-do advertiros de ello para que os modereis i escri-bais solo vuestro sentir con la templanza que de-be tener un ministro de vuestro puesto".

Tesillo, quien sin embargo por error o inadver-tencia refiere solo al año de 1635 todo lo que pre-cede, va a seguir esponiendo de qué manera el

DE LA INDEPENDENCIA Dh CHILE. 239

conde de Chinchon ejecutó lo que de nuevo se lemandaba.

"Esto de la fortificacion de Valdivia, dice, sefué difiriendo algun tiempo hasta que con segundaórden (la espedida en 2 de abril de 1637) se apre-taron las pláticas i las dificultades en el Perú, re-solviéndose el conde despachar a Valdivia un ba-jel, i a don Francisco de Quiros, cosmógrafo ma-yor i capitan de fortificaciones, con órden de quesondease i demarcase aquel puerto, i las partesmas uecesarias i convenientes para hacer las de-fensas con plapta ajustada, i que, habiéndolo eje-cutado, bajase al puerto de la Concepcion paraconferir la materia con el gobernador. Ejecutólo ipasó-al Perú; informó al conde; i de este informe,resultó hacer acuerdo jeneral, i en él se de-claró: que respecto de haberse hecho en el reinodel Perú todas las dilijencias que se mandabanhacer en órden a esta fortificacion, i no habersehallado personas que se encargasen de ella, niarbitrios de donde sacar el costo, se cometia laejecucion al gobernador del reino de Chile paraque la hiciese por los medios que las cédulas rea-les espresaban. Confieso injenuamente que al pri-mer lance penetré el ánimo del conde, conociendoque solo su prudencia podia encaminar el negociopor aquel camino para diferirle i dar tiempo paraque con él se tomase nueva resolucion en Españacon mejor conocimiento de la materia".

Despues de esto, Tesillo espresa el juicio perso-nal que habia formado en el asunto.

"No digo yo que el enemigo de Europa no en-trará en Valdivia, porque eso fuera error, supues-to que lo puede hacer, siempre que entrare en estemar del Sur. Empero si, digo que no lo tengo yoa él por tan ruin soldado, que resuelva fortificarse

240 LOS PRECURSORES

en Valdivia, habiendo tantas razones que contra-digan su conservacion i permanencia, porque nosolo no es apropósito aquel puerto para el designiodel enemigo, sino inútil. Yo he deseado averiguarqué fundamento pueda haber tenido esto del ene-migo i de Valdivia; pero no le he hallado mas orí-jen que haberlo dicho el vulgo, autor clásico, gran-de soldado. I la mas colorada razon del vulgo esque el enemigo rebelde de tierra se aunará con elde Europa, i que de esta union resultarán todos losinconvenientes que se previenen. Asentemos, pues,esto por imposible; 1 que lo posible i lo seguro se-rá que si .hubiere esta union, durará lo que tarda-re la ocasion de pasar a cuchillo el rebelde de Chi-le al de Europa; i que si este último es soldado,ha de andar siempre la barba sobre el hombro ilas armas en la mano, aun cuando mas seguri-dad le parezca hai en su union, porque es cosa ri-dícula pensar otra cosa, ni que el enemigo de Chi-le se podrá conformar con otro, no teniendo cabe-za ni constancia, palabra ni reputacion; ántes tan-tos reveses i tan insaciable codicia, que buscariamil ocasiones de cebarla; i no sé yo que sean demejor calidad los estranjeros, que los espaioles,para que el enemigo de Chile se conforme conellos, si en el discurso de tantos afios no lo hemospodido conseguir, habiéndonos valido de tantosmedios suaves i cristianos (que no hai que negar-lo); i yo creo que en su estimacion de este rebelde,tenemos mucho mejor lugar los españoles, que losestranjeros" (1).

A continuacion, Tesillo invoca en apoyo de suopinion la conducta que los indios habian observa-

(1) Tesillo, Guerra de (Y?ie; causaa de su duradon; advrtencias Pa-ra Mufin, aio dv 1688.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 241

do con los holandeses en la primera espedicion queéstos emprendieron a las costas del Pacífico; i queyo he referido mas arriba, empleando las propiaspalabras del escritor mencionado.

Pero Tesillo ignoraba, a lo que parece, que notodos los indios habian recibido a los holandesesen las puntas, de las lanzas; i que los de Castro,verbigracia, habian ofrecido al caudillo de los es-tranjeros reconocerle por Tei.

Sin duda, hablando en jeneral, los indíjenas notenian por qué hacer mucha diferencia entre losespaioles i los holandeses; i de seguro, habrian re-chazado la dominacion de los segundos con la mis-ma enerjía i constancia con que habían rechazadola de-los primeros.

Pero si el sometimiento de los araucanos a losholandeses, o una union duradera entre los re-beldes de Chile i los de Europa, como los llamabaTesillo, era bien difícil, no sucedia lo mismo conuna alianza temporal, mas o ménos larga, que eramui fácil de hacerse, i que si se hubiera realizado,habria puesto a los espafioles en inminente riesgode perder todo Chile, í en poco tiempo.

La posibilidad de que aquellos indómitos índi-jenas, que ya por sí solos ponian en conflicto a losconquistadores, formasen liga con los enemigos es-teñires de Espafla era uno de los gravísimos in-convenientes que ofrecia para la metrópoli la pro-longacion de la guerra de Arauco.

El principal embarazo que podia apartar a losholandeses para concebir i ejecutar el proyecto dela ocupacion de Valdivia era la inmensa distanciaa que los encargados de llevarlo a cabo habrianquedado del centro de sus recursos.

Sin embargo, esta dificultad se habia allanadomucho con su establecimientQ en el Brasil.

LOS PRECURSORES

Ademas, conviene tener presente que los recur-sos marítimos de las colonias hispano-americanassolian ser mui escasos.

En 1617, don Francisco de Borja i Aragon,príncipe de Esquilache, i virrei del Perú, acordóen junta jeneral de guerra que "no teniendo defen-sa aquel reino en mar, ni en tierra, como se cono-cia, se escribiese i pidiese en España que desdeallá se enviase armada con los socorros necesariospara este mar del Sur i sus costas".

Felipe III contestó por cédula de 28 de marzode 1620: "que se enviaria, eque se hiciese unajunta de personas prácticas para conferir la formaen que se fabricarian las naos necesarias para en-viar por el estrecho".

En 1624, cuando la espedicion del holandesL'Heremite, don Diego Fernández de Córdoba,marques de Guadálcazar, i virrei del Perú, soli-citó del monarca "armada, artillería i pertrechosde guerra para la defensa de aquel reino", a locual contestó Felipe IV por cédula de 26 de ene-ro de 1626 "que se enviase relacion de los pertre-chos de guerra que faltaban para proveer lo con-veniente'.

Los hechos apuntados nos enseñan mucho sobrela probabilidad de acierto que podia tener unaempresa como la de la ocupacion de Valdiviaque se atribuia a los holandeses.

XII.-

Tesillo afirmaba que el oríjen de aquel alarman-te rumor era el simple dicho del vulgo; pero esta-ba sumamente equivocado.

A la fecha, los holandeses discutian en sus con-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

sejos aquel pensamiento, i aun escribían 'en sus li-bros sobre la importancia de llevarlo a cabo.

Un escritor americano contemporáneo, el agus-tino frai Miguel de Aguirre, menciona dos jem-plos de obras holandesas en que se estimulaba ala dicha conquista. A la verdad, en el primero delos casos invocados, la intencion, si la Labia, esta-ba mui velada, i solo podia ser descubierta poruna excesiva suspicacia; pero en el segundo, eraespresada con la mayor franqueza i entusiasmo.1 Leamos las noticias de frai Miguel de Aguirre,que son curiosas.

IINo son estas conjeturas leves i remotas, dicealudiendo al proyecto que suponia a los holande-ses de apoderarse de Valdivia; evidencias son, queellos mismos han confesado sin poder ocultar enel pecho el ardor de esta pérfida ambicion, a pesarde la disimulacion tan necesaria. En la Razon deEstado i Arle -Militar, en el tercer tomo que dió ala estampa Juan Teodoro Bry holandes, en queincorpora traducidas en idioma latino las descrip-ciones de América que Antonio de Herrera, Cebá-llos i otros historiadores nuestros escribieron ennuestro vulgar espaííol, convida a los suyos a lasinvasiones i conquistas del Perú i Chile, ¿elebran-do estas provincias por un fértil i afectado empeflode la naturaleza, diciendo:-que a ninguna rejiondel orbe, reconocen úentaja, ántes ai muchas exce-den; i que produce su suelo con abundancia todoaquello a que da estima, o la necesidad de la vida,o la ambicion, pompa i vanidad del injenio huma-no; i que sus montes, laderas i ros son los criade-ros mas fecundos, i que mas copia de oro i platahan producido, i pueden producir inexhaustamenteen toda la redondez de la tierra".

Despues de copiar la precedente descripcion de

24 LOS PRECURSORES

Teodoro de Bry, el buen fraile Aguirre agrega,por via de comentario algo sutil i demasiado ma-licioso, lo que sigue:

"Que cuando las provincias son epulentas i ricas(advirtió Aristóteles en su Política), i tienen faltade presidios, armas i jente de guerra, despiertan laaudacia i la ambicidn de los estranjeros mas arma.dos i ménos ricos. I el mas comun ejemplo de lashistorias i dictámen de la política mundana acre,dita: que no hai cosa que llame las guerras estra-ñas, como poseer mucho oro i plata con pocas ar-mas".

Como se ve, los indicios mencionados hasta aquípor el padre Aguirre no son mui claros; pero losque van a leerse son harto evidentes.

"1 mas espresa se verá la porfiada i pérfida am-bicion de Holanda en el tercer tomo grande delas Tablas Jeográficas de Gerardo Mercator, quedió a la estampa con adiciones copiosas EnriqueHondio en Amsterdam, año de 1638, continúa di.ciendo frai Miguel de Aguirre. Aquí se pone muidesp.acio a describir el reino de Chile, i en especia,el sitio i ciudad de Valdivia, la benignidad apaci-ble del clima, la fertilidad copiosa de sus camposi valles, la abundancia varia de frutos, la ameni-dad de su rio, la salubridad de sus aguas, las ar-boledas hermosas de sus montes i bosques, la co-modidad de su puerto, la facilidad de sus surjide-ros, la preciosidad inestimable de sus riquezas enminas, metales, piedras, aguas i arenas, dondeapénas hai rio, apénas monte, que no lave i que nocubra granos i pepitas de oro, calificando a estarejion por la mas rica de las Indias, con el argu-mento de que cuando la poseian los espaloles, la-vaba cada indio de servicio en un dia veinte i cin-co i treinta pesos de oro del mas subido quilate. 1

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 245

refiriendo la pérdida lastimosa de aquella ciudaden aquella sangrienta i alevosa invasion en quelos indios el año de 1599 quemaron i mataron to-da edad, todo sexo, todo estado, profanando lostemplos, lacerando las imájenes, violando todo lu-gar, ornamento i sujeto sagrado, remata esta in-fausta narracion con este convite o incentivo a lossuyos:-De aquí consta cuán caro les ha costado alos españoles Chile i Valdivia, i cuán importantesería que se les acabase ya de quitar tan opulentaesperanza i posesion.

"No lo dice este autor holandes solo una vez,que lo que mucho se desea persuadir, mucho serepite.

"En el fin de la obra (como que éste fuese elúltimo fin de haberla escrito), pasando de jeógrafoa orador, concluye el último período en esta exhor-tacion:-Por tanto debe excitarse i conmoverse elvalor e industria de las repúblicas cristianas (asíllama a los príncipes i estados herejes) a empren-der estas gloriosisimas conquistas de la parte aus-tral, de cuyas empresas sacarán siempre colmadosfrutos i renombre de fama i gloria inmortal; i nohai para que las acobarde dificultad alguna, porgrande que sea, pues las ventajas conocidas de suganancia relevarán las arduidades i afanes delempleo. Mayores emolumentos sacarán de estaparte austral despues del estrecho, que las quehan buscado en el septentrion: infelices climas,ménos frujiferos terrenos son aquellos, i se solici-tan con afan; mas fértiles, ricos i mas fácilmenteadquiribles son éstos. ¡Quiera Dios que goce ya detantos bienes nuestra república i relijion!" (1)

(1 Agifirre, Poblacion de Valditia, párrafo 1, números 17 i 18.

Z4t> LOS PRECURSORES

XIN.

Teniéndose noticia del pensamiento de los ho,landeses, como se tenia por los antecedentts men-Cionados i por otros, el Soberano, por cédula de 16de octubre de 168, reiteró a don Pedro de Tole-do i Leiv-a, marques de Mlancera, sUCesOr del con-de de Chiichon en el virreinato del Perú, el en-cargo (l fortificar a Valdivia, que en vano labiadado al último en dos ocasiones.

Sin ewbargo, el marques de Mancera imitó so-bre cl particilar la conducta del conde (e Chin-chon por el motivo que va a hacernos conocer lasiguiente real cédula:

"El Rei. Marques d9 13áides, pariente, ni go-bernador i capitan jeneral de las proi,incias deChile, i presidente de mi audiencia real de ellas.En cata de 18. de mayo de 1641, me dais cuentade haber remitido al virrei del Perú relacion delos indios, peones, inateriales i otros jéneros queliabia en esas provilias para ayudar a la pobla-cion i fortificacion del puerto (e aldivia, i decislo imcho que conviene se ponga en ejecucion; concuya ocasion se junt lo que eseribió en la mismarazon el goberador don Francisco Lazo de la Ye-ga, vuestro anecesor, i los informes que sobre ellolile han hecho los vrrC.es, i demas papeles tocan-tes a la materia. 1 habiéndose visto todo por losde mi junta de gierra de Indias con la detenionque el caso pide, i considerado el estado en queteneis l pacifiacion de esos indios, i consuatádo-me lo que acorca ¢ (le la dicha fortificacion pobla-.on se le ofreció, he tenido por bien de resolv-er se

escuse ~por ahora, supuesto que no se puede quitarcon ella que el enemigo tom otros puertos, para

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 247

SUS intentos; i de encargaros (como lo hago) esteiscon todo cuidado para resistir como mejor puriéde-des las invasiones que intentara hacer, si por losestrechos de Magallánes o Maire pasasen a esemar i costas, de que dareis (si llegase el caso) avi-so al virrei del Perú con tanta presteza, como esmenester, para que no le hallen desapercibido, iprevenga con tiempo lo necesario para su resisten-cia i castigo en las partes donde pudiese llegar consus bajeles, enviándole relacion de los con que hu-biere entrado, su porte, número de j ente i arti-llería que llevasen, i de sus intentos i designios,usando para conseguir i adquirir estas noticias delos medios e intelijencias que convengan. De Ma-drid a 3 de junio de 1643.- Yo el Re.-P'or man-dado del Rei Nuestro Señor, Don Gabrl de Oca-fia i Alarcon".

xv.

Cuando Felipe IV firmaba la precedente cédu-la, ya en sus dominios del Pacifico se habia reali-zado el acontecimiento que muchos hasta entónceshabian reputado de posibilidad dudosa.

El 4 de mayo de 1643, habian aparecido en lasislas de Chiloé cinco naves holandesas, dirijidaspor Enrique Brouwer.

El propósito'de aquellos návegantes no era sim-plemente el de hacer botin i presas com el de suspredecesores, sino el de fundar, si era posible, es-tablecimientes permanentes en aquellas costas.

El gobierno de Holanda no habia olvidado lapromesa de vasallaje que los indijenas de Castrohabian hecho cerca de medio siglo ántes a uno delos jefes de su primera espedicion al mar del Sur.

Por otra parte, la porfiada resistencia de los

IR5 LOS PRECURSORES

araucanos era un hecho que había resonado en elmundo entero.

Así los holandeses se lisonjeaban de encontraren ellos aliados formidables contra los españoles,el enemigo comun.

Teniendo el apoyo de aquellos esforzados indi-jenas, creian muí posible la fundacion en las cos-tas del Pacifico de un establecimiento firme i du-radero.

Valdivia era el punto que les habia parecidomas adecuado a este fin.

Para dar a conocer este acontecimiento impor-tante de nuestra historia nacional, vo¡ a valermede un libro, ya mui raro, que fué publicado en Li-ma el año de 1647,'i que puede considerarse ofi-cial.

Ese libro es el que dirijió a Felipe IV el fraileagustino Miguel de APuirre con el título de Po-blacion de Valdivia. 3otivos i medios para aquellafPndacion. Defensas del reino del Perú para resistirlas invasiones enemigas en mar i tierra. Paces pedi-das por los indios rebeldes de Chile, acetadas i capi-tuladas por el gobernador, i estado que tienen hasta9 de abril del año de 1647.

El padre Aguirre tuvo a la vista para compo-ner su obra los documentos oficiales, lo que da asu escrito una grande autenticidad.

liemos dejado la escuadrilla holandesa a la vis-ta de Castro, pequeña i miserable poblacion, queera la capital del archipié]go.

El gobernador Juan Mufoz herrera intentóhacer resistencia con cincuenta hombres que teniaa sus rdenes; pero en la pelea perecieron él i va-ios (e los suyos. Los restantes se retiraron a la

montaña.Los holandeses quemaron entónces una nave

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 249

que estaba surta en el puerto; i saquearon la po-blacion de Castro.

Brouwer leyó a los indijenas una carta del prín-cipe de Orange que traia rotulada: A los caciquesrebelados de Chile.

Gracias a la tal comunicacion, o mejor dicho, alas promesas i agasajos que les hizo, logró entraren relaciones con ellos; i en seguida, los estimulóa que diesen caza a los españoles refujiados en lamontaña, i los mataran a todos.

Los chilotes se lo prometieron.-Enviadme, les agregó, la noticia de haberlo

practicado así a Valdivia, para donde nos vamos.Miéntras tanto, los holandeses hablan obtenido

una inueva ventaja: la ocupacion del fuerte de Ca-relmapu, de que se apoderaron despues de un com-bate.

Hasta entónces la empresa había marchadoviento en popa; pero Brouwer se hallaba ya a lavispera de las grandes dificultades.

Su tropa i marineria, compuestas de diferentesnaciones, hablan estado en la persuasion de "quevenían por tiempo limitado, bien que a buena tie-rra, segun decian".

Pero, habiendo Brouwer tenido que declararles,conforme a sus instrucciones, que el objeto de laespedicion era la ocupacion permanente de Valdi-vía, la noticia produjo un jeneral descontento.

A este primer motivo de disgusto, se agregó ladesaparicion, o mejor dicho, la pérdida de la naveque traía la provision de víveres para dos años.

Brouwer, abrumado por esta doble calamidad,falleció de pesadumbre, ántes de dejar a Chiloé.

Pidió por última manifestacion de afecto que lesirviera de sepulcro Valdivia, donde no había po-dido gobernar.

Zf>V LOS PRECURSORES

Para sucederle, fué designado su sobrino ElíasHarcksmans, "mozo inesperto, (dice el autor queme esta sirviendo de gua) i electo en el oficio maspor el favor del tio, que por su talento i méritospropios".

El nuevo jefe procuró1 dirijirse pronto a Valdi-via, sacando consigo de Carelmapu trescientos in-díjenas con sus familias i algunos mestizos.

En los primeros dias de setiembre, estuvo a lavista del lugar que su gobierno habia sefialado co-mo término de la espedicion.

No le fué difícil entrar en relaciones amistosascon los indíjenas.

Para consolidarlas, celebró una solemne confe-rencia con Manquipillan i otros caciques principa-les, a quienes presentó la carta ya mencionada delpríncipe de Orange.

Ademas, les ofreció volver el aio próximo conmayores fuerzas i pertrechos; i dejarles entón-ces, no solo dos mil soldados para repoblar a Val-divia i levantar otras ciudades, i echar del paísa los espaítoles; sino tambien mil negros para de.sempefiar los trabajos que pesaban sobre los in-dios, i abolir de este modo el servicio personal.

Los indijenas escucharon todos aquellos planescon la mayor complacencia.

Así no tuvieron ningun inconveniente para pac-tar con los holandeses una alianza ofensiva i de-fensiva.

Todo marchaba, como se ve, a las mil ,maravi-llas; pero los víveres escaseaban, hasta el estremode esperineutarse una verdadera necesidad.

A consecuencia de esto, hubo que reducir la ra-cion de cada semana a solo dos libras i media debizcocho.

Por su parte, los indios aliados, o no querian, o

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 251

talvez no podían suministrar los bastimentos quetanto se habian menester.

Harcksmans, en esta crítica situacion, hizo saliruna de las naves para Holanda en busca de so-corros.

Pero esa nave no podia ir i volver sino en mu-chos meses.

¿Qué hacer miéntras tanto?El descontento aumentaba entre los holandeses.El mismo jefe no tenia ningun deseo de perma-

necer en una posicion tan angustiosa; i por estemotivo, levan-taba con empeño inforiliaciones paradejar bien comprobada la necesidad en que se veiade abandonar la empresa, i para escudarse así detoda responsabilidad que su gobierno quisiera ha-cer pesar sobre él.

En estas circunst,ncias, cincuenta soldados cató-licos de diferentes naciones tramaron una maqui-nacion para irse a la Imperial con sus armas i ca-rabinas de rueda a fin de pasarse a los espaíoles.

Hlabiendo sido descubierto el complot por unode los mestizos que se habian traído de Carelna-pu, Iiarcksmans hizo arcabucear a siete de losprincipales conjurados, i mutilar a cinco; pero elejemplar no suPtió todo el efecto que habia busca-do; pues casi inmediatamente se desertaron cuatro

En vista de lo que estaba sucediendo, llarcks-mans determino dar la vuelta a su país con lastres naves que le (quedaban.

Los indios se manifestaron quejosos de esta de-terminacion, pues dijeron que los holandeses losdejaban entregados a la venganza de los españo-les; pero Iiarcksmans i los YSprocuraron ins-pirarles confianza, asegurándoles que se iban pararegresar pronto con mvores recursos.

ZOZ LOS PlaCURsOREs

Los holandeses se alejaron de Chile a fines de1643.

Todo lo que en realidad hablan conseguido consu espedicion habia sido dejar sepultado en la tie-rra de Valdivia el cadáver de Brouwer en cumpli-miento de la voluntad que éste habia manifestadoal tiempo de morir.

XVI.

Sin embargo, la empresa holandesa que acabode referir causó las mas vivas inquietudes al pre-sidente de Chile, al virrei del Perú i aun al mo-narca mismo.

Eran tan escasos i pobres los medios de comu-nicacion de que entónces disponian el presidentede Chile i el virrei del Perú, que el segundo nosupo la invasion de los holandeses hasta el 19 desetiembre por aviso que le remitió el primero.

El marques de Báides, segun frai Miguel deAguirre, tuvo noticia del acontecimiento "por re-laciones ciertas habidas por personas confidentes dela tierra de guerra".

El presidente de Chile, junto con anunciar alvirrei del Perú lo que estaba sucediendo, le escri-bia que "necesitaba de mas jente para podersedefender de las invasiones que en aquel reino in-tentase el holandes; i que se enviase el situado conbrevedad, i con él trescientos hombres armados ipagados para que agregados al ejército defendie-sen aquellos puertos i guarneciesen las fronteras"

El marques de Mancera desplegó una actividadestraordinaria.

Miéntras alistaba una escuadra que poder hacersalir contra los holandeses, envió socorros al pre-sidente de Chile en dos naves mandadas por don

DE LA INDEPENDENCIA DE CH . 253

Francisco de Villagómez; i otra a las órdenes dedon Alonso de Mujica Buitron para que viese síhabia medio de socorrer a los españoles de Chiloé.

Mujica llegó miui oportunamente para estorbarla sublevacion de los indíjenas que los holandeseshabian dejado preparada, i para hacer prisionerosa dos de los estranjeros, que se habian quedadorezagados.

Estos, conducidos a Lima, fueron los primerosque dieron noticias bien exactas i auténticas de laespedicion holandesa.

ýPaso ahora a insertar el parte oficial en que elmarques de Báides comunicaba al monarca la eva-cuacion de Valdivia.

"Para salir de confusiones, le decia en carta de28 de mayo de 1644, me resolví a enviar desdeesta ciudad de la Concepcion en un barco con in-fantería al capitan Juan de Acevedo a reconocerel puerto de Valdivia para tomar nuevas ciertasdel estado en que se hallaba el enemigo holandes,que se habia apoderado dé!; i habiendo salido endemanda de su viaje a 30 de abril del mismo añoii ejecutádole en conformidad de la instruccion quele di, fué Dios servido que a los 23 de mayo si-guiente, estuviese de vuelta en esta ciudad con tanbuenas nuevas como se podian desear. Habiendoreconocido el sitio donde era la ciudad de Valdi-via, i sondeado la entrada i rios, i visto las islas imorros, sin impedimento, por no haber hallado ene-migos en ellas, i habiendo estado allí tres dias pa-ra tomar lengua, se demostraron algunos indiosen la montaña, con quien habló con los intérpre-tes que llevaba, haciéndoles algunas preguntas irepreguntas en órden a saber el tiempo que alliestuviesen, i cuándo se fueron, i sus designios; isegun parecia, habian estado en aquel puerto cua-

z" LOS PRECURSORES

tro meses, i habia cinco que se fueron sin haberhecho fortifl-acion alguna, ni echado artillería entierra, i sin obrar mas que algunos ranchos en laciudad para repararse las aguas cuanido saliana tierra, Pero0 111ian dejado dicho volverían conotros doce navíos para fortificarse allí; i segun eltiempo en que quedaron de hacerlo, tardan ya, co-mo consta todo del testimonio que remito a Vues-tra Majestad de las dilijencias hechas por el capi-tan Juan de Acevedo".

El soberano contestó al marques de Biides, en-tre otras cosas, por cédula de 12 de mayo de 1645,lo que sigue: "Ha parecido daros las gracias (comolo hago) por el cuidado i dilijencia nque pusisteisen saber si el enemigo que ocupaba a Valdivia,le habia desamparado; i por el gusto que se ha re-cibido con la buena nueva que me dais".

La noticia que el capitan Acevedo había traídoal presidente (le Chile no tardó en ser confirmadaor otra que llevó al virrei del Perú don Alonso dolujica Buitron en un viaje de descubierta que hi-zo a Valdivia, donde tomó prisioneros a los cuatro

desertores holandeses, de que ántes he hablado,cuyas declaraciones acabaron de revelar todo loque habia pasado.

XVII.

Voi ahora a dar a conocer una real cédula, quenos manifestará los temores que siempre continuóabrigando la metrópoli, i los arbitrios que medita-ba para defender contra cualquiera ataque.

"El Rei Marquesde Mancera, pariente, de miconsejo de guerra, jentilhombre de mi cámara, mivirrei, gobernador i capitan jeneral de las provin-cias del Perú. Hálse recibido vuestra carta de 16

DE LA INDEPENDENCIA DE CHlLE. 255

de junior del año pasado de 1644, en que me daiscuenta de las noticias que tuvisteis de haber to-iado el enemigo holandes a Valdivia; i que segun

lo que se había entendido de sus designios, era conpropósito de poblar i fortificar aquel puerto; i jun-tamente referis lo que os pasó con el marques deBáides, gobernador i capitan jeneral de las pro-vincias de Chile, sobre la forma.en que se habia deejecutar la espugnacion de estos enemigos; i decisque estando haciendo las prevenciones necesariaspara ello, llegó al Callao el capitan Juan de Ace-vedo, que por órden del de Báides fué a reconocerel dicho puerto de Valdivia con ocasion de las no-ticias que corrian de que aquellos enemigos habíansalido dél, i halló ser ciertas; i remitis la planta deldicho puerto, fecha por don Constantino de Vas-concélos, con relacion que le hizo aquel capitan,que decia que lo que pudo averiguar por las noti-cias que tuvo de los indios de guerra fué que des-pues de cuatro meses que allí estuvieron, los ho-landeses se habian ido; i que no halló rastro deque hubiesen intentado fortificarse en parte nin-guna; solo habian dejado las señales que contienela dicha planta; i que lo que supo de los indios fuÓverdad en la parte de decir que habian salido deall los holandeses, porque esto no lo pudieron ne-gar porque en cuanto a que volverían luego i otrascosas que dijeron, parecia engaño i amenaza, que,aunque eran,bárbaros, sabian usar bien de estastrazas, como se verificaba en no haber vuelto, iser ya pasado el tiempo en que habían quedadode hacerlo; sobre que haceis diferentes discursosacerca de los designios que podian tener estos ene-ýmigos, tiempo en que, odian volver a Valdivia,fortificaciones i ptevenciones que eran necesariaspara la defensa,de aquel puerto por los recelos con

4uu LOS PRECURSORES

que se podía estar de que volviesen con mayoresfuerzas a fortificarse en él; i que caso que se hu-biese de ir de esa provincia con armada, como es.tá prevenido, a desalojarle dél, pendia el buen su-ceso de esta faccion, que el gobernador de Chile,por tierra, asistiese con el ejército de aquellas pro-vincias a ella; i que cuando se fortificase aquelpuerto, sería necesario que con el mismo ejércitoen las ocasiones de enemigos les socorra i asistapor tierra, porque de otra manera no podrán con-servarse; pero que respecto que estas materias segobernaban por noticias, discursos i conjeturas,era inui difícil acertar a resolver sobre ello lo con-veniente; porque por una parte parecia lo mas se.guro persuadirse a que habian de volver los ho-landeses a su intento por ser tan grande, sin em-bargo de que habia hartos fundamentos para pen.sar lo contrario por lo que queda dicho, i por ha-ber dado tiempo para acudir al remedio i preven-cien de sus designios; i por otra, se reconocía quefundar i fortificar a Valdivia, sin comunicarse elejército de Chile con aquel puerto i para recono-cerle, seria lo mismo que entregarle con las han-deras, artillería i jente que allí estuviese a la pri-mera escuadra de enemigos que intentase tomarle;í que para la disposicion de esto, habiades hechodiferentes instancias con el gobernador de Chilepara que con el ejército penetrase veinte i tres oveinte i cuatro leguas que hai de montaflas i in-dios rebeldes desde la Imperial a Valdivia, por-que echar de allí al enemigo í fundar nosotros nose podria conseguir ni conservar de otra manera;i que le remitisteis para este efecto los socorrosque había pedido, i ofrecídole otros para su en-trada; i que sin embargo que él siempre estabafirme en que no se poda ejecutar, le habiais escri-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 257

to últimamente sobre ello en carta de 16 de ma-yo del año pasado, de que quedabais aguardan-do respuesta, para conforme a ella resolver lo quese tuviese por mas conveniente, si bien juzgabaisde las obligaciones del marques de Báides i de susangre vendria en ello, mayormente hoi que esta-ba¡ mas fácil la faccion por haberse de alli ido losholandeses, i que si no se lograse esta ocasion, nosolo quedarían perdidos tan grandes gastos comose habian hecho en prevenciones de levas i com-posiciones de armada, sino que los indios de aque-lla guerra, i aun los amigos, harían cuenta quetotalmente faltaban las fuerzas para castigarlospor la union de los holandeses i amenazas quehicieron mediante ella; i que aunque era demasconsideracion que habiendo llegado ocasion de po-der con la armada i demas prevenciones que te-nia, i con las fuerzas de Chile, comunicar porChile i Valdivia mis armas, como lo estaban elaño de 1600, i mejorar de tal suerte aquella gue-rra, que cuando no se sujetasen todos los indios, alo ménos se pudiera conservar sin tanta costa co-mo hoi se tiene, i sin recelos de ellos, i riesgo deaquel reino, no se ejecutase, i se perdiesen i malo-grasen los gastos i prevenciones hechas, i se deja,se de conseguir cosa tan importante.

II habiendo visto en mi junta de guerra de In-dias la carta referida mui por menor con la aten-

ieon que pide la materia tan importante, junta.mente con lo que sobre ello me escribió el dichoinarques de Báides en otra de 28 de mayo delmismo afo (si bien en lo que hubiere sucedidohai poco que discurrir desde acá, pues si el enemi-go hubiese vuelto a Valdivia, se habrán reconoci-do fijamente sus intenciones, i vos habreis ejecu-tado lo que teneis para remedio del dañío que se

33

LOS PRECURSOUES

podria recibir si las lograse, como quien tiene elcaso presente), todavía me ha, parecido remitiroslo que a esto toca para que tomando mas enterase individuales noticias de aquel puerto, costas ísuyjideros dél, fortificaciones i jente que sea nece-sario para su defensa, como persona de tanta es-perienci, en las cosas de la guerra, i particular.mente de las de esas provincias, para lo de ade-lante dispongais i prevengais lo necesario para sumayor seguridad i defensa en confoimidad de lasórdenes que teneis mias sobre ello respecto de quehoi obligaesto a mayor cuidado por haber entra.do el enemigo en el intento de probarle i fortifi-caríe; i flo de vuestro celo i atencion, obrareis enesto como mas convenga a mi servicio i mejor de.fensa, de aquel reino i sus costas, pues como cosade que depende la seguridad de esas provincias,,no perdonareis dilijencia ni trabajo alguno paraque so disponga lo que a esto toca como conviene;que para que el igobernador de Chile con el ejérci-to pueda socorrer aquel puerto por tierra, i darsela inano con la jente que en él estuviese de guar-nicion, se le escribe encargAndole procure ajustar-lo de suerte que se consiga, i que so correspondacon vos mui particularmente sobre este punto; de-mas de que en la armada de este afio, va a aque-llas provincias el maestre de campo don Martinde Mujica a quien he proveído por gobernador icapitiII.jeneral de ellas, con que al pasar por esaciudad podeis tratar i conferir con él lo que tuvieredes por mas conveniente sobre todo lo referido,mirándolo como cosa que tanto importa a mi ser-vicio i a la qluietud i defensa de esas provincias, iponiendo particular desvelo en escusar gastos a.i¡ real hacienda para que no se minoren los en-víos de plata que vienen de esas provincias por lo

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

que necesito de ellos para acudir a tantas i tan ur,jentes ocasiones como hoi hai en estos reinos. DeZaragoza a 12 de mayo de 1645.- Yo el Rei.-Por mandado del Rei Nuestro Señor, -Don Gabrielde Ocaña i Alarcon."

Cuando el marques de Mancera recibió la realcédula que precede, ya habia repoblado a Valdi-via i comenzado a fortificarla.

El 31 de diciembre de 1644 habia salido delCallao, i el 6 de febrero de 1645 habia llegado aValdivia una armada de doce galeones con milochocientos hombres'de mar i tierra i ciento ochen-ta i ocho piezas de artillería, al mando del jeneraldon Antonio Sebastian de Toledo, hijo del virrei.

En cincuenta i tres dias, hizo éste las obras masurjentes, i dejó principiadas otras, para lo cualhabia traído todos los obreros i materiales preci-sos; i en los primeros dias de abril, regresó al Pe-rú, dejando en Valdivia una guarnicion de nove-cientos soldados escojidos, bien armados i abaste-cidos para dos años.

"Quedó todo a cargo del maese de campo Alon-so de Villanueva Soberal, a quien el virrei por sersoldado veterano i pláctico de Chile, recomendadoi acreditado por el gobernador marques de Bái-des, habia nombrado por gobernador de aquelejército, dice frai Miguel de Aguirre, con órdenese instrucciones para continuar las fortificacionescomenzadas, con que pudiese aguardar i resistir ala armada del holandes, que, conforme a lo que te-nia pactado con los indios, i discurrido por los po-líticos, se esperaba para la primavera del año de1646; i a no haber sucedido la espugnacion de losholandeses del Brasil, hubiera venido, porque haiaquí cartas de personas de allá que en la presa denaos holandesas que hizo en Pernambuco el por-

LOS PRECURSORES

tugues, se hallaron, entre otros, diez i seis navíosque estaban dispuestos para pasar a este mar delSur" (1).

Don Martin de Mujica, a ejemplo de su antece-sor el marques de Báides, renovó las paces con losaraucanos en un segundo parlamento, cuyo teatrofué Quillin, como el del primero, i cuya fecha fuéel 24 de febrero de 1647.

Entre las estipulaciones que entónces se ajusta-ron, hai dos relativas a la defensa de Valdivia i ala resistencia a los estranjeros.

Hélas aquí:"Los indijenas han de ser obligados a abrir pa-

so capaz de marchar con el ejército para llegar aTolten por el bosque, talando la parte que fueremenester para hacer camino, o allanando pasos sise puede ir por otra parte, aunque sea con algunrodeo".

"Han de ser amigos de buen corazon de todoslos que fueren nuestros amigos, i enemigos de losque fueren nuestros enemigos, moloqueándolos ihaciéndoles la guerra con los mayores daños queles fuere posible" (2).

XVIII.

El gobierno de la metrópoli quedó mui satisfe-cho de los resultados obtenidos, segun aparece delsiguiente documento:

"El Rei. Conde de Salvatierra, pariente, mi vi-rrei, gobernador i capitan jeneral de las provin-cias del Perú. El marques de Mancera, vuestro an-tecesor en esos cargos, en cartas de 8 de julio i 6

(1) Aguirre, .Poblcion de Valdivia, párrafo 10, número 141.(2) Auirre, .Poblacion de Valdivia, párrafo 13, número 197.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 26I

de noviembre del afio pasado de 1647, da cuentade haberse acabado en toda perfeccion los fuertesi defensas del puerto de Valdivia, i poblado la ciu-dad, i de los buenos efectos que de ello habian re-sultado i van resultando por haberse allanado elpaso de Chile a Valdivia, comunicándose frecuen-temente la jente de guerra de la una parte con losde la otra, i sujetándose por este medio los indiosde guerra a la paz, admitiendo los capítulos queles propusieron, así en órden a la propagacion ireduccion a la fe, como para la perseverancia enla amistad i confederacion que han de tener; i quese habia ido estableciendo i continuando la comu-nicacion de las armas de Valdivia con el ejércitode Chile; i que el gobernador de aquellas provin-ýcias le habia escrito el feliz estado en que estabala reduccion de los indios de guerra, i que iba apenetrar con su jente desde Chile a Valdivia,i a reconocer desde Chile a Valdivia las tie-rras, i a acabar de asegurar los pasos por don-de habia de comunicarse con la jente de aquellaplaza; i pondera los buenos efectos i convenien-cias que iban resultando de la poblacion de aque-lla ciudad i fortificacion de su puerto. I habiendo-se visto en mi junta de guerra de Indias, i dádo-seme cuenta de ello, ha parecido que supuesto quetodos convienen en que es mui importante conser-var la plaza de Valdivia, su comunicacion i lasfortificaciones que están ya hechas, i que no se ne-cesita de mas fortificaciones ni de nuevos gastos,os encargo cuideis mucho de ello por lo que impor-ta a la seguridad de esas provincias i las de Chile,manteniéndole en la paz i quietud en que vuestroantecesor dice quedaba, estando con particular cui-dado para evitar cualquier alzamiento o rebelionque los indios quieran intentar por el recelo con

250 tl; LOS PRECURSORES

que se debe estar de su mal natural i poca firmé-za en lo que ofrecen, dándoos la mano para estocon el gobernador de Chile, i procurando en todola mayor seguridad que fuere posible; que al di-cho gobernador le ordeno que por su parte osasista en lo que le comunicáredes, estando con lasmismas advertencias. I porque quiero saber quéjénero de fortificaciones se han puesto en el dichopuerto de Valdivia, de qué calidad i capacidad,,con qué guarnicion i artillería, i qué costo tendrácada año el mantenerlo, os mando que en la pri-mera ocásion me envieis una relacion de todo conla mayor particularidad, claridad i distincion quefuese posible para que en la dicha mi junta deguerra haya la noticia que conviene. De Madrid a2 de diciembre de 1648 años.-Yo el ?ei.--Pormandado del Re¡ Nuestro Señor, -Don Gabriel deOcaña i Alarcon".

XIX.

Desmintiendo tan lisonjeras esperanzas, la es-periencia trajo grandes desengaños.

Entre otros motivos, la desmoralizacion admi-nistrativa que viciaba en la sustancia el sistemacolonial impidió que la repoblacion i fortificacionde Valdivia produjese todos los buenos resultadosque se habian aguardado.

Por carta de 28 de febrero de 1733, el presiden-te don José de Manso representaba al soberano losinconvenientes de que aquella plaza estuviera su-jeta en lo militar al gobierno del Perú, i no al deChile.

El primero que mencionaba era el de no poderdisponer de su guarnicion para atacar a los arau-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 263

canos cuando éstos se encaminaban a asaltar lasfronteras Je la provincia de Cóncepcion.

"El segundo, i de mas importancia, aegaba,se termina a la conservacion de aquella plaza co-mo antemural de estos dominios, cuya pérdidaocasionaria los mas irreparables dafios i la totalruina del Perú, para lo que fué fundada, i paralo que en el estado presente poco sirve, por des-prevenida, a causa de que los gobernadores de ellano la tienen en defensa por no atender a esto, i po.ner toda su aplicacion a sus particulares intereses,i que por el modo con que éstos se adquieren, nose aumentará jamas aquella poblacion. El mediomas comun de que crezcan las ciudades i los rei-nos es el comercio, i éste ningun particular lo pue-de hacer allí por ser peculiar del gobernador todoel de maderas i tablas en que abunda, i de quecarga el gobernador los navíos que arriban con elsituado, i en que ningun vecino puede entenderpor estar prohibidos jeneralmente hasta del embar.que de una caja. Los mantenimientos,,vino, aguar-diente i pesca, ninguno puede vender, ni hacer sinsu condescendencia, la que solo se estiende a sefa-lados. Los soldados que regularmente sirven enaquel presidio son los que por delitos se remitena él, que sirven mas al gobernador, que a VuestraMajestad, de cuya cuenta es la paga con el sueldo.Hacen los cortes de maderas i tablas con tasa delas que cada uno debe dar al dia, de lo que resul-,ta que los ratos de descanso que el órden militarda a los soldados no gozan. Los que tienen oficiolo ejercen en servicio del gobernador sin jornalfijo, i cuando mas se les gratifica con tan poco, quenunca puede tener ni remota equivalencia. Unbarco que Vuestra Majestad mantiene en aquelpuerto para su arraez i jente en número de la de

LOS PIRECURSORES

la plaza se ocupa en ir i venir a la provincia deChiloé a la conduccion de tablas (que por comer.cio adquiere en ella el gobernador), de que asi-mismo resulta la desesperacion en que puede con-templarse aquella guarnicion, i cuán espuesta estáaquella fortaleza a una entrega, si sucediese queen su puerto anclasen dos o mas navíos enemigos,i prometiesen la libertad de todos tan apetecida, imas de j ente hostigada, i que por su naturalezabaja i viciosa se inclina a la maldad. Se estiendea los indios el comercio, o como el vocablo naturallleva, conchavo de ponchos; i no me admira de quese haga, pero es arduo se ejercite con jéneros queel desvelo de los gobernadores de este reino tienetan prohibidos, como es fierro, espuelas, frenos iotras cosas que me aseguran corren sin reparo,donde podia hacerse el mayor, supuesto que conestas especies facilitan el manejo de los caballos,único asilo de su defensa i medio de la hostilidadque siempre dificultará su conquista, i les seráocasion a su insolencia. En el parlamento los viproveidos, i oí jeneralmente lo que espreso; i aunque me hice cargo de que en aquella frontera nofaltan trasgresores, no serán muchos, porque tie-nen para sus conchavos el jénero en gran maneraapetecido de los indios, que es el vino, ídolo quecelebran en sus embriagueces, i dejará iníltiles losefectos de cualquier proyecto que mire a estable-cer estas jentes en cristiandad i policia. Allí es ár-bitro de las vidas aquel jefe, pues sus sentenciasde muerte se ejecutan sin apelacion ni súplica, con-tra la regla que Vuestra -Majestad tiene dada enlas Indias para la determinacion de las causas delos soldados; a que se alade otro no despreciablemal que va a este reino, i es que los malcontentosdel presidio, i quizas los peores, si logran la fuga

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 265

(en que a todas horas piensan) se acojen a los in-dios, i son los que les ministran los mas nocivosconsejos i malquistan el gobierno de los españoles.He entendido por voz pública todo lo espresado;i si no todo contestase con la verdad, lo mas seconformará con ella, por el argumento que tengopor irrefutable, deducido de la gran comodidadcon que se retiran los gobernadores en cinco añoscon solo tres mil pesos de sueldo, de que satisfa-cen los empeños tan costosos causados en su tras-porte, se mantienen, i les restan cincuenta, sesen-ta, setenta o ochenta mil pesos por fama pública,utilidad que ninguna suerte de comercio licitopuede dar en tan corto tiempo, haciéndose con elempejío de los soldados, con los jéneros espresa-dos; i al tiempo de la paga i distribucion del si-tuado, le recojen, i es la mayor parte suya, cuyasropas remite a este reino a su apoderado".

A consecuencia de la esposicion precedente, elmonarca, por cédula de 17 de setiembre de 1740,ordenó que el gobernador de la plaza de Valdiviaquedase subordinado en lo jurisdiccional al presi-dente de Chile, quien "podria socorrerla con bre-vedad i facilidad en cualquiera acontecimiento deinvasion de enemigos, u otro accidente de los quesuelen ofrecerse".

La plaza continuaba sujeta a la superintenden-cia del virrei del Perú "en lo que miraba. a lasasistencias del situado i demas jéneros de que ne-cesitase aquel presidio para su socorro".

El soberano mandó ademas que se formasen re-glamentos destinados a evitar los fraudes i abusosque se habian denunciado.

¿Se consiguió?

CAPITULO VI.

LA DEPOSICION DE UN PRESIDENTE DE CHILE ENLA EPOCA COLONIAL.

Pobre dce Chile en la segunda mitad del siglo XYIL-El terremoto de18 dc mayo de 1647. -Mal gobierno del presidelite do Antonio deAcula i Cabrera.-A tentado de los indios cunsco contra unos lláu-fragos i su 4on del maestre de campo don Juan deSalazar contra los cuneos'lamicnto jeneral de losindios.-Nom-bramiento que el cabildo de en o(lneo de Lis-perguer para que fuese de procurador jeneral nl Perú en solicitud desocorros.-Se enarbola en Santiago el real estandarte.-Deposiciondel presidente Acuiña i Chbrcra por el cabildo i pueblo de Concelcion.-(liberaion de la andieicia, del cabildo de Santiago ide lmia ta

de,i'iiitl lýetuerr sý9j)re aquelgý,viiio e iiniiita(1 oontecei-flt~2~P~síc ~ ed la auidienicia para,i que, el prs Ane~cia

1 r.lrera saliese de Concc in, 1 para que se restableciese en aque-lía ciudad el ¿rden (ega o de s indios pacíficos de San-tiagd3esp ~bbciop de Chillan.-Dscuson del cabido de Sai nii-go s e l rle iri nto r¿ p dente Acuia i Cabrera.-E irreidel Perú llama al presidente de Chile, i éste rehusa obedecer _-le éua'Srlti-s b1. lcái acorda-da por el cabildo de Santiago para implorar el amparo divino.-Pro-cedimientos de la audiencia referentes al castigo de los culpables enla despoblacon de Chillan, i particularmente en la sedicion de Con-cepcion.-Fallos que se dieron sobre los principales acusados de ha-ber contribuido a aquellos desgraciados sucesos.

i.

Trasladémonos a la mitad del siglo XVII.

Z00 LOS PRECURSORES

Hacia unos cien años que los españoles se ha-bian establecido en Chile, i que habian fundado laciudad de Santiago, capital del reino.

A pesar de tan largo trascurso de tiempo, lanueva colonia no había prosperado, como habríapodido hacerlo.

En vez de floreciente, se hallaba mui atrasada,casi arruinada.

La costosa guerra de Arauco había impedido,no solo que los conquistadores hubieran asentadouna dominacion sólida en la comarca de ultra Bio-bio, sino tambieé que las poblaciones de la rejionpacífica alcanzaran los progresos que se habriandeseado.

El segundo es un hecho social mui importan-te sobre el cual llamo con insistencia la atencion,porque ántes de ahora no ha sido notado por loshistoriadores nacionales.

En esta ocasion, como siempre que lo he podi-do, serán el soberano i sus grandes funcionarioslos que hablarán por mí.

"t1 Rei. Conde de Salvatierra, pariente, mi vi-rrei, gobernador i capitan jeneral de las provin-cias del Perú; o a la persona o personas a cuyocargo fuere el gobierno de ellas. El maestre decampo don Martin de Mujica, mi gobernador i ca-pitan jeneral de las provincias de Chile, en cartade 26 de mayo del año pasado de 1647, refiere quetoda la poblacion de aquellas provincias no te-nia seiscientos vecinos de familia i casa; que to-dos estaban sumamente pobres; i que el mas des-cansado libraba sus alimentos i comodidades enunas tierras, un poco de ganado i algunos indiosde encomienda con que las beneficiaba, de que secomponia una estancia; i que eran mas en númerolos pobres, i especialmente mujeres, que desnudas

DE LA INDEPENDENCIA D1 CHILE.

i descalzas asistian en el campo por no tener co-modidad, ni qué vestirse en el lugar, siendo hijasde mui honrados soldados, i a quien la guerra ha-bia reformado por su mucha edad, i les pareciódescanso salir a acabar su vida a tierra de paz; ique a los principios del descubrimiento i poblacionde aquellas provincias, habian gozado los habita-dores de ellas del oro rico de Valdivia i de otrascomodidades mui considerables, que los habianenriquecido, con que sufrieron las cargas i contri-buciones, i hicieron préstamos mui considerablespara la guerra, con que se hacia sin llegar a nues-tra real hacienda, hasta que despues, por la aso-lacion de las ciudades i consumo de los indios, se-ñalé situado para el ejército que defiende aquellasprovincias; i para que se animasen los vecinos deellas a la crianza de ganados para remitir a esasel sebo, cordobanes i suela necesaria, les habia he-cho franca la venta de este trajin por mar i tierra,i libre de alcabala; i refiere la baja que han tenidodesde el año de 1639 los dichos jéneros, ocasiona-da de la necesidad de la j ente de las dichas pro-vincias, i de un asiento que hicieron en esas delPerú unos asentistas sobre la provision del sebonecesario para el abasto de ellas, siendo tan cortoel valor que no fructifica para vestuario a los in-dios, ni para el gasto del beneficio de las haciendasque tienen, con que de golpe se hallaban adeuda-dos, cargados de censos i en tanto grado affijidos,que ni aun caballo podia sustentar el que se llamarico; i que siendo esto así, en la distribucion i re-partimiento que hizo el conde de Chinchon, siendomi virrei de las provincias del Perú, del serviciode la Union de las armas, repartió a aquellas pro-vincias veinte i cinco mil pesos cada año sobre elsebo, cordobanes i demas jéneros que se sacaban

XV u tos: PRECURSORr8, I

para el Perú, estando entónces sin haber descaeéi.do de su valor; i ellos como leales vasallos lo ha-bian admitido, pensando alcanzaba su deseo alcumplimiento de esta partida; i que sobrevino labaja de los iéneros en tan gran parte, i la altera-cion del reino de Portu,al, con que se cerró elpuerto de Buenos Aires, i les faltó la comodidadque tenian de comprar la ropa a mui moderadoprecio, i los esclavos, que eran la cosa mas sensi-ble i la total destruccion de las labranzas i crian-zas, pues no se hallaban, i valian los que ántes cos-taban doscientos pesos, seiscientos i setecientos,eon que totalmente se habian imposibilitado depoder pagar el dicho servicio, sobre el del papelsellado, que se introdujo despues, i las continuasderramas que se reparten para diferentes cosas; ique todo lo referido se lo habian representado losvecinos i moradores de aquellas provincias; i quepor ser materia de la calidad que es, i constarle dela necesidad i miseria de aquella tierra, i de la im-posibilidad con. que los vecinos de ellas se hallan,t que no habian de poder pagar el dicho servicio,me daba cuenta de ello para que mandase lo quetuviese por mas conveniente. 1 habiéndose vistoen m¡ consejo real de las Indias, se ha acordadoremitiros, como se hace, lo que a esto toca, paraque trateis en mi audiencia real de esa ciudad, ien junta de hacienda, todo lo que se puede haceren el alivio de los vasallos de las dichas provinciasde Chile, i encargaros lo procureis disponer consi-derando el estado en que se hallan, i que las im-posiciones que piden se descuenten, son jeneralesen todas esas provincias i necesarias para los soco-rros de estos reinos; i de lo que resolviéredes i eje-éutáredes, nm dareis cuenta en el dicho mi conse-jo. Fecha en Madrid a 28 de agosto de 1648.-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 271

Yo el -Rei.-Por mandado del Rei Nuestro Señor,-Don Gabriel de Ocaña i Alarcon".

Al poco tiempo de haber sido espedida la pre-cedente cédula, llegó a las reales manos una re-presentacion del cabildo de Santiago, en la cual"como cabeza de las provincias de Chile" recorda-ba al soberano que "por ser tan notoria la necesi-dad de los vecinos de Chile, i estar siempre conlas armas en las manos, i asistiendo a la guerra asu costa i mision, el señor emperador Cárlos V,que estaba en el cielo, les habia concedido algunosprivilejios, relevándoles de diferentes cargas, 1 enparticular de los derechos de alcabalas i almojari-fazgos"; i "le suplicaba que en consideracion a loreferido, proveyese lo que fuese servido, pues lasórdenes jenerales (como la del servicio de la Unionde las armas) no se debian entender con las pro--vincias de Chile por haber en ellas guerra viva, iser tan preciso que los vecinos de ellas fuesen ayu-dados i aliviados para poderla sustentar".

A virtud de esta solicitud, el monarca ordenó asu virrei del Perú por cédula de 5 de octubre de1G48 que tomando noticias e informes del estadode Chle, resolviera sobre el particular lo que lepareciere mas conveniente.

II.

Pero cuando fué tomada la anterior real deter-minacion, ya habia sobrevenido en la noche del 13de mayo de 1647 el gran terremoto que arruinó aSantiago, i vino con sus destrozos a agravar sobremanera la alictiva situacion del reino.

El acontecimiento recordado fué ciertamente unode los mas terribles que han ocurrido en nuestropaís.

Míz LOS PREcURsonsS

Causó tan profunda impresion en el ánimo delos habitantes, que la audiencia hizo estampar enla primera hoja del libro cuarto, principiado el 3de junio de 1648, donde se escribian i asentabanlas cosas i negocios tocantes al secreto del realacuerdo", la siguiente anotacion:

"Sucedió el terremoto magno que padeció estaciudad i todo su territorio en cien leguas desdeMaule a Choapa, donde se arruinó todo, sin que.dar templo ni casa habítable, lúnes 13 de mayo alas diez imedia de la noche, año de 1647. Duróespacio de tres credos, i murieron en él al cómputomas fiel mil i mas personas. Corrió su estruendohasta Buenos Aires, i por la parte de la costa has-ta Yaldivia; i no hizo daño en esas partes; solo elruido fué atroz; i casi un año entero se continua-ron otros temblores pequeños; i aquella noche hu-bo trece temblores".

Las pérdidas fueron enormes, particularmentesi se atiende al triste estado en que se hallaba elreino.

El oidor don Nicolas Polanco de Santillana, encarta dirijida al rei con fecha 7 de junio de 1647,hacia subir el valor de ellas a dos millones depesos.

La jeneral consternacion fué acrecentada con elfantasma de una insurreccion de los indios i de losnegros.

Se recordará que aun en los tiempos ordinarios,ela éste un teior constante de los españoles ave-cindados en Chile.

-Era, pues, mui natural que muchos recelaranque aquellas dos razas tan maltratadas i oprimi-das fueran a aprovecharse de la desolacion de lacatástrofe para rebelarse contra sus tiranos, i to-mar sangrienta venganza de sus agravios.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 213

"1Corri6 voz con algunos fundamentbs, aunqueleves, do que los indios domésticos en alianza delos negros querian conspirar, escribia al rei la au-diencia en 12 de julio de 1648, poniendo en su no-ticia las consecuencias del terremoto del 13 de ma-yo; i este rumor se hizo tan válido entre la plebei las mujeres, que se hacia conversacion impru-dente i por instantes diversas noticias que el mie-do o la malicia de cada uno advertia; i como no esbueno en estas ocasiones el tumulto en los deses-perados ociosos i malcontentos, i esta jente esbelicosa de su natural, i tienen tan vecinas lasarmas en los indios rebeldes, i ellos resienten elodio de la servidumbre, las casas estaban sin de-fensa, tendidas todas las paredes, puso en cuida-do,no el que fuese entónces, sino el que era posi-ble despertar en estos bárbaros algun aliento lamesma sospecha del temor popular; i así despre-ciando la nueva en público, i persuadiendo aun alos mismos que denunciaban su temor vano, se hi-cieron cuantas dilijencias secretas pudieron alcan-zarse para prevenir el daflo; i se ahorcó un negroque con liviandades se divertia a hablar arrogan-cias de un natural furioso, tomando por pretestohaber muerto una negra casualmente, de que te-nía fulminado proceso, ántes, i probádosele haberacometido a su amo con una lanza, i llamarse hijodel re de Guinea, que con esto, i divertir esta jen-te en tareas dobladas, i apartarlos de noche, i pre-venir las rondas i las armas desenterradas concuerpos de guardia i en toda prevencion política,fué Dios servido que se sosegó el rumor de la no-vedad introducida, i se quietase el pavor contra!-do, desengañándose del todo unos i otros".

Las calamidades del terremoto del 13 de mayono vinieron solas.

274 LOS PULOU ORES

Desde el 23 del mismo mes, comenzaron a des-cargarse lluvias mui continuas 1 copiosasi

Esta estraordinaria abundancia de aguas hizorodrirse los muebles i utensilios domésticos que

bian quedado enterrados bajo las ruinas, i lo quetalvez fué todavía peor, corrompió los alimentosque estaban cubiertos por los escombros de losgraneros i bodegas.

Ademas, produjo en los rios, i otras corrientesmas pequeñías, inundaciones jamas vistas. En elpartido de Colchagua, por ejemplo, hubo una tanenorme, que llegó a la altura de los árboles maselevados, 1 que arrastró consigo mas de sesentamil cabezas de ganado.

La fuente de las desgracias no se habia aunagotado para los infortunados chilenos.

El excesivo trabajo, lla afficcion del ánimo, el de-sabrigo, la escasez i mala calidad del alimentotrajeron una mortífera epidemia de la fiebre quelos espafloles llamaban tabardillo, i los indíjenaso4avalongo o sea fuego en la cabeza. Esta enferme-dad era tan violenta, que volvia locos furiosos alos atacados, i los entregaba a la muerte por cen-tenares."Esta ha sido otra herida mortal para esta pro-vincia, decia la audiencia al soberano; tiénese porcierto que se ha llevado otras dos mil personas dela jente servil trabajada i la mas necesaria parael sustento de la república, crianzas i labranzas; icomo ya no entran negros por Buenos Aires conla rebelion de Portugal, ademas de lo sensible dela pérdida, se hace írrestaurable en lo de ade-lante" (1).

(1) Informe dela .Audiencia de Mt!e a Fdipc IV, fecha 12 do juliode 1648.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 275

En vista de tantos desastres, el rei libertó a susvasallos de Santiago, no solo del impuesto deno-minado la Union de armas, sino tambien de variosotros.

"El Rei. Presidente i oidores de mi audienciareal de la ciudad de Santiago de las provincias deChile. Por diferentes cartas e informes vuestros ide otros ministros i Personas de esa ciudad, tuvenoticia del terremoto que a los trece de mayo de¡afio pasado de 1647, fué Nuestro Seior servido deenviar a esa ciudad, la ruina i asolacion que causóen ella, la miseria i trabajo en que con este acci-dente quedaron sus vecinos i moradores, habién-dose perdido sus casas i haciendas; i porque es jus-to acudir por todos los medios posibles al socorrode esos vasallos para que puedan conservarse ivolver a reedificar sus casas i poblar la ciudad;habiéndoseme consultado sobre ello por los de miconsejo de las Indias, tuve por bien de resolverque por algun tiempo fuesen libres los vecinos imoradores de esa ciudad de pagar los tributos,derechos i contribuciones que me pertenecen, de-jando la deliberacion del tiempo a eleceion del di-cho mi consejo; i ahora con ocasion de habermesuplicado Alonso de Ovalle de la Compañía deJesus en nombre de la dicha ciudad la hiciese di-ferentes mercedes para que sus vecinos tuviesenalgun alivio, me ha parecido hacérselas (como porla presente se las hago) a los vecinos i moradoresde esa ciudad de Santiago de que por tiempo deseis afios sean libres de la paga i contribucion delos derechos de alcabala, union de armas i todos losdemas tributos e imposiciones que ántes pagaban,i me pertenecian por cualquiera causa; i que porel mismo tiempo sean libres de los derechos desalida i entrada todos los frutos i mercaderías de

z7,6 ,LOS PRECURSORES

esta tierra que se hubiesen de consumir en la di-cha ciudad, o se sacasen por los puertos de su ju-risdiccion para el Perú i otras partes. I porquemi voluntad es que esto tenga efecto, os mando lohagais i publiqueis en toda esa tierra para que loshabitadores de ella se alienten a continuar sus tra-tos i vuelvan a reedificar sus casas, i dareis la ór-den necesaria para que por tiempo de los dichosseis afios no se cobren en esa ciudad las contribu.ciones, tributos, imposiciones i derechos arriba es-presados, cesando en lo que a esto toca hasta quesean cumplidos, i mando que lo sobredicho seguarde i cumpla por cuanto he declarado que losinteresados en estas gracias sean libres de pagarla media anata que debian por la gracia i mer-ced referida; i de la presente tomarán razon miscontadores de cuentas, que residen en el dicho miconsejo; i tambien la asienten en sus libros misoficiales de real hacienda que residen en esa ciu-dad. Fecha en Madrid a 19 de junio de 1649.-Yo el Re¡.-Por mandado del Rei Nuestro Sefior,Juan Bautísta &'enz Nlavarrete."

Para acabar de manifestar la miserable situa-cion de Chile hacia el tiempo de que estoi hablan-do, voi a dar a conocer lo que la ciudad de SanBartolomé de Chillan representaba al rei en 5 deenero de 1650, debiendo advertirse que a la sazonno había en toda la estension de este país sinoseis poblaciones, a saber, la Serena, Santiago, lamencionada de Chillan, la Concepcion, Valdivia íSan Antonio de Castro; i que Chillan era una delas principales.

"Esta ciudad, decia, se halla en la imposibili-dad de poder servir a vuestra Majestad con al-gun socorro para los gastos de las guerras queVuestra Majestad mantiene en defena de ous rel-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 277

nos, como lo ha enviado a mandar, por la corte-dad en que el enemigo la ha dejado respecto dehaberla quemado i destruido tres veces, llevándo-se las familias i los naturales que la habitabanhasta que no quedó ninguno; i así les es precisoestar siempre con las armas en la mano con lapoca fuerza que al presente tiene, pues solo hanquedado veinte vecinos, que son descendientes delos primeros conquistadores que pasaron a estasprovincias, i por viejos se retiraron a esta ciu-dad, habiendo servido a Vuestra Majestad treintai cuarenta años; i esto obliga a la dicha ciudad deSan Bartolomé de Chillan a no poder hacer aVuestra Majestad ningun servicio, sino a suplicar-le la haga merced de relevarla de trescientos pe,sos que paga de alcabala i del papel sellado, conque se aliviaria alguna parte de sus trabajos, i lotendrian por privilejio por :estar sustentando es-ta frontera, pues mediante ella gozan la ciudadde Santiago i la de la Concepcion de la quietudque hoi tienen; i aunque es mui importante eneste presidio para su defensa las cien plazas queestá mandado haya en él, no se han ajustado pordecir el señor gobernador no hai jente".

III.

Tal era el estado bien poco lisonjero de Chile,cuando a fines de 1650 vino don Antonio de Acu-fla i Cabrera a gobernarlo interinamente por nom-bramiento del virrei del Perú, miéntras el sobe-rano proveia lo que tuviese por conveniente.

Arauco estaba por entónces tranquilo, a lo mé-nos en las apariencias.

El 7 de noviembre de aquel año, el nuevo pre-sidente celebró en la plaza de Nacimiento, para ra-

278 LOS PRECURSORES

tificar la paz con los indijenas, el parlamento queiba haciéndose de estilo a la entrada de cada go-bernante.

Acufña i Cabrera, aunque era ya anciano, em-prendió entónces solo, sin escolta ni comitiva, unviaje desde Boroa hasta Valdivia por entre lastribus mas belicosas, i volvió de la misma mane-ra, sin que ni a la ida ni a la vuelta hubiera en-contrado el menor obstáculo, ni corrido el menorriesgo.

Debe advertirse, sin embargo, que fué disfraza-do de paisano.

¿Qué objeto habia tenido una correrla semejan-te, que bien habia podido ser peligrosa, pero quede todos modos habia sido inútil?

Vamos a verlo pronto.Acufña i Cabrera dirijió a la corte un memorial,

redactado por un fraile, en que hacia una pinturaalegre de la tranquilidad del país, i mencionabacon mucho aparato su viaje de Boroa a Valdivia,callando por supuesto lo del disfraz.

El presidente interino de Chile habia sido ca-pitan en la guerra do Flándes; pertenecía a la pri-mera nobleza de España; tenia parientes de: mu-cha influencia en los consejos del soberano.

Todo esto, unido a las agradables noticias quecomunicaba, i a la hazaña del viaje por entre losindios, le valió el título de gobernador propietariode Chile por ocho años, sin contar el tiempo quehabia desempeñado el cargo como interino.

Indudablemente el reí quiso nombrar un gober-nador; pero en realidad lo que nombró fué unagobernadora.

1 no me costará mucho el esplicarlo."Era este caballero viejo i sin hijos i su mujer

moza," dice hablando de Acuña i Cabrera el

DE LA INDEPENDEN A DI CUISE. 27Y

cronista contemporáneo don Jerónimo de Quiro-ga (1).

Doña Juana de Salazar (así se llamaba aquellaseñora) ej ercia sobre su marido, hombre de carácterdébil i cuitado, un predominio absoluto, hasta elpunto de que Acuña i Cabrera no veia sino porlos ojos de su mujer, no escuchaba sino por sus

oídos, no daba sino por sus manos, no se moviasino por sus inspiraciones.

La dama imperaba en el corazon de su marido,lo que era lejítimo; pero se aprovechaba de ello

para mandar en la casa, lo que todavía era conce-bible; i para dominar en el estado, lo que era into-lerable, porque ella carecia del talento necesariopara hacerlo.

IEra voz pública i corriente la de que Chile es-

taba rejido por una gobernadora.I en efecto, doña Juana de Salazar otorgaba las

gracias, repartia los empleos, dirijia los negociosdel reino.

Don Antonio era viejo i apasionado; dolía Jua-na, jóven i hermosa. Este antecedente esplica elestado de las relaciones de ambos cónyujes.

La historia se ve obligada a recojer un dato deesta especie; porque los secretos de una alcoba sona veces la causa de la desgracia de un pueblo.

A doña Juana de Salazar, por lo mismo que siumarido era viejo, i no tenian hijos, "le conveniajuntar dinero a toda dilijencia", dice el cronistaántes citado.

Pero lo peor del caso era que, no solo necesita-ba enriquecerse mucho i pronto doña Juana, sinotambien dos hermanos casados i pobres, don Juan

(1) Quiroga, ompendio Histórico de los mas principales sucesos de la

conqdsta i guerra del reino de Chile hasta el ario de 1656.

4ou LOS PREOURSOUES

i don José de Salazar, que habian venido con ellaen busca de fortuna.¡Bueno estaba el reino de Chile para hacer ne-gocios lucrativos!Pedro de Valdivia, sus compañeros i sucesores,regando el wuelo de Chile con sudor i sangre deindios, habian logrado estraer las pepitas de oroque están mezcladas con los granos de tierra. ¿Porqué los Salazares, por arbitrios análogos,y e3nalog , ha-

bian de proporcionarse pingues ganancias en me-dio de la miseria jeneral?Los Salazares manifestaron ser hombres esper,tos en la materia.Principiaron por hacerse dar los dos cargos mi-litares nmas importantes que habia en el país; donJuan fué nombrado maestre.de campo, i don José,sarento mayor.Pero los sueldos que les estaban asignados eranmezquinos, i no podian contentarse con ellos.Los dos hermanos se reservaron la provisionpor mayor i por menor del ejército. Ahuyentarona los proveedores i vivanderos, adj udicándose elmonopolio de los vestidos i alimentos. Aquella es-peculacion era tan ventajosa para los dos jefes, co-mo perjudicial para los subalternos. La manuten.cien era pésima i escasísima, pero se Yndia pre-ciO de oro.

Mas esta, fuente de entradas, por productiva quefuese, no enriquecia a los Salazares, ni tanto comoellos codiciaban, ni con la prontitud que ellos que-rian.

Para logTarlo, emprendieron entónces en grande el comercio de indios de todos sexos i eda-des.Se ha visto que por diversas causas se habiandisminuido sobre manera los indios de encomien-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 281

da i los negros esclavos, con quienes se hacía elservicio doméstico i el cultivo de los campos.

Ahora bien, era sumamente difícil reemplazar-los, tanto porque la raza indijena se iba estinguien-do rápidamente, como porque la insurreccion delPortugal suscitaba embarazos al tráfico de africa-ROS.

Otro tanto sucedia en el Perú.Los Salazares determinaron aprovechar tan be.,

lla oportunidad de vender araucanos de todas con-diciones, que en uno i otro país les eran pagadosa precios excesivos, por centenares de pesos.

El maestre de campo i el sarjento mayor noposeian ni estancia que cultivar, ni mina que es-plotar; pero tenian a su disposicion la tierra deAraico, donde se criaban indios.

¿Para qué querían mas?Como se sabe, los españoles siempre habian sa,

cado de aquella rejion, con un pretesto o con otroindíjenas que vendian, o a quienes forzaban a tra-bajar; pero jamas se ejerció el comercio de carnehumana en mas estension, i con mayor escándalojque entónces.

Los Salazares adquirian indios por la fuerza,por el engaño, por cambios, por compra, por todoslos medios imajinables.

Sacaban de Arauco hombres i mujeres, grandesi pequeñios, para vender, como otros sacaban desus estancias ganado de animales mayores i me-nores.

La agravacion de este abuso, a la verdad anti-guo, introdujo, como debe presumirse, la mayordesmoralizacion en el ejército de la frontera.

Los subalternos naturalmente practicaban enpequeio lo que los Salazares en grande.

Las cosas llegaron así al último grado del de.36

282 LOS PRECURSORES

sórden i de la vergüenza, como va a verse por unareal cédula de fecha posterior a los sucesos de queestoi tratando, pero que fué espedida con motivode ellos.

"El Reí. Don Antonio de Acuia i Cabrera, ca-ballero de la órden de Santiago, mi gobernador icapitan jeueral de las provincias de Chile, i presi-dente de mi audiencia de ellas. En carta que esaaudiencia me escribió en 22 de mayo del año pa-sado de 1651, me dió cuenta de la noticia que ha.bia tenido de que los indios nuevamente reducidosvendian sus hijos, mujeres i parientes a los espa.floles por pagas que por ellos reciben, de que loscabos del ejército dan certificaciones para que loscompradores se sirvan de ellos sin que ningunapersona se los pueda quitar, los cuales los vuelvena vender i tratan de la misma manera que a es-clavos, de que la audiencia habia hecho el escrú-pulo debido, i dispuesto lo conveniente para resol-ver lo conveniente i lo que hallare por derecho; i quevos ordenasteis con graves penas no se sacase fuerade esas provincias a ninguno de los indios vendidosen la forma referida. I habiéndose visto en mi con-sejo de las Indias, con diferentes cartas i papeles to-cantes a la materia, i lo que en otra de 30 de juniodel ano pasado de 1652 escribió el doctor don Anto.nio Ramírez de Laguna, que fué fiscal protector delos naturales de esas provincias, en que da cuentade lo que estaba dispuesto i se practicaba acerca dela esclavitud i libertad de los indios, i que a simi-litud de lo que estilaban entre sí, habiendo pade-cido algun hambre los indios, los persuadieron,lajente de guerra e indios de paz que asistian conellos a que vendiesen sus hijos, hermanos i parien-tes en empeño a su usanza, en que habian venidopor ser a trueque de armas, caballos, vestidos, i

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE- Z83

otras cosas, quedando esclavos los que yo tenia de-clarados por libres en repetidas cédulas, con cuyaocasion alegó el dicho protector lo que se le ofreciaen favor de los indios, i proveyó auto esa audien-cia declarándolos por libres, como constaba de losque remitia; i visto tambien lo que sobre todo dijoi pidió mi fiscal en el dicho mi consejo, como quie-ra que por cédula de la fecha desta envío a man-dar a la dicha mi audiencia continúe en el reme-dio de exceso tan injusto i contrario a lo que estámandado sobre el buen tratamiento de los indios,poniendo desde luego en plena libertad a los quehubieren padecido servidumbre por venta de lospadres o otras personas, sin permitir que en lo deadelante se tolere este abuso, todavía ha parecidodeciros que se ha estrañado gravemente que no lohayais remediado por lo que,os toca, mayormentesabiendo que el precio son las armas de los solda-dos que tanto importa las conserven sin enajenar-las, principalmente a los indios, por el riesgo quede esto se podría seguir; i así os mando pongaistodo el desvelo i atencion que conviene en atajardaño tan perjudicial, estando advertido que porotra cédula de este dia, envio a mandar a mi vi-rrei del Perú que con especial cuidado haga quese remedie; i de lo que hiciéredes, me dareis cuen-ta en el dicho mi consejo. Fecha en Madrid a 18de abril de 1656.-Yo el Re¡.-Por mandado delRei Nuestro Señor, Juan Bautista Saenz Nava-rrete".

Para que pueda apreciarse bien la situacion, de-be tenerse presente que la verdad habia sido re-velada al rei solo a medias.

LOS PRECURSORES

IV.

.Viéntras tanto, habia acontecido una catástrofeque sirvió de pretesto a los Salazares para tratarde justificar sus procedimientos, i para procurarproveerse de indios por mayor.

El 26 de marzo de 1651, naufragó en la costa deArauco, vecina al país de la tribu o parcialidadllamada los cuncos, el barco que conducia a Valdi-via el real situado i muchos pasajeros.

Todos ellos lograron salir a tierra sin peligro;pero a poco fueron robados i muertos alevosamen-te por los cuncos.

Apenas lo supo, el presidente Acuña i Cabreradeterminó hacer caer sobre la tribu culpable unainvasion armada o maloca para castigarla i escar-mentarla.

1 ciertamente no habia nada que observar con-tra semejante medida, que era justa i conveniente.Así la audiencia, a quien el presidente consultósobre el particular, no tuvo reparo en aprobar laresolucion, jpero con la precisa reserva de que laspiezas o indios que se cojerian en la maloca pro-yectada, serian declarados libres o esclavos, segun¡as averiguaciones que se practicarían para sabersi eran inocentes o culpables del atentado contra

los náufragos.Acuña i Cabrera se conformó con este dictámen,í encomendó el castigo de los cuncos al goberna-

dor de Chiloé don Ignacio de la Carrera Itur-goyen.

Cas represalias que los españoles tomaron enaquella ocasion, como en otras, fueron sangrientasi terribles.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

El delito habia sido atroz, pero el castigo fuécorrespondiente.

La espedicion, como siempre sucedia, trajo porresultado la prision de muchos indíjenas, hom-bres, mujeres i nifios, algunos de los cuales fuerontrasportados a Santiago para ser vendidos comoesclavos.

La audiencia salió entónces a su defensa, soste-niendo que con arreglo al auto proveído era me-nester indagar primero sí aquellos infelices habiansido o no culpables.

Con este motivo, el oidor don Nicolas Polancode Santillana reprobó severamente la práctica es-tablecida de que los cabos de los fuertes certifica-sen que la pieza o indio habia sido cojido en bue-na maloca sin otra dilijencia previa que la de exa-minar al prisionero por medio de un intérprete; ique una certificacion tan informal fuera suficientepara que el gobierno estendiese carta de esclavi-tud conforme a la real cédula de 26 de mayo de1608.

Manifestó que a fin de evitar los mayores abu-sos, "habia escrito a Su. Majestad carta en su realconsejo de las Indias, suplicándole se sirviese de-terminar por cédula en qué forma se habian dejustificar las esclavitudes de los indios cojidos enmaloca para que fuesen verdaderamente esclavosen esta guerra; porque en Méjico, Santo Domingoi Malaca, i en las demas partes donde había razonpara dar los rebeldes por esclavos, se tenia pres-crita forma i dado tribunal aparte de donde salianjustificadas las calidades que hacian verdaderaesclavitud".

Espuso por último "que totalmente era contrala mente de la cédula el dar títulos de los indiosque no eran de lei (esto es, de los hombres menw-

ZZ50 LOS PRECURSORES

res de diez años i medio, ide las mujeres meno-res de nueve i medio), porque el ponerlos en per-sonas honestas, como a los moriscos, no induciaservidumbre, nijénero de esclavitud; pero que re-conocía que sería revolver todo el reino no disi-mular esta costumbre" (1).

Pero a pesar de la proteccion que la audienciatrató de prestar a los desvalidos indijenas, todossus acuerdos sobre el particular fueron infructuo-sos, pues continuaron las malocas, i siguieron per-petrárndose los robos i adquisiciones, especialmentede mujeres i muchachos, sin atender a sí la tribude donde se estraian estaba de paz o de guerra.

El castgo de los cuncos no llegaba jamas a tér-mino.

Ya su territorio habia sido varias veces arrasa-do; ya los indijenas que lo habitaban habian sidovarias veces obligados a buscar la salvacion en laespesura de los bosques, o en la aspereza de losmontes; ya muchos de ellos habían sido pasadosal filo de la espada; ya muchas de sus mujeres imuchos de sus hijos habian sido reducidos a laesclavitud.

Sin embargo, todo aquello no se consideraba to-áavía bastante para satisfacer la vindicta pública.

La razon es mnui fácil de comprender. toquese hacía era, no una guerra, sino una caza de hom-bres, cuya venta proporcionaba una pingüe en-trada.

V.

Como se recordará, el atentado de los cuncos

(1) LiÍro de votos de la Audi¢cpia de Santiago Je aiie, acuerdo de 22de lovicmbre de 1651.

DE LA INDEPENDENCIA. DE CHILE. Z5

habia tenido lugar el 26 de marzo de 1651. Puesbien, en diciembre de 1653, el maestre de campodon Juan de Salazar se puso en marcha a la ca-beza de novecientos espaloles i de mil quinientosindios ausiliares para seguir inflijiendo mas engrande a los cuncos el castigo perdurable. °

Los militares veteranos informaron con todafranqueza al presidente Acuia i Cabrera que aque-lla mal aconsejada espedicion podia producir lasmas funestas consecuencias; pero todas sus obser-vaciones fueron desdeñadas.

El maestre de campo estaba halagado con laidea de que aquella correría le habia de permitiraprehender un número muÍ considerable de in-dios; i como esta mercancía humana estaba a la

sazon a mui buen precio en los mercados, tanto

de Chile, como del Perú, se prometia obtener unaganancia estraordinaria.

Las advertencias de los veteranos se atribuye-ron a murmuraciones de la envidia.

Lo mas de la tierra estaba sosegada, dice Nú-fiez de Pineda i Bascuian hablando de esta espe-dicion, hasta la de los cuncos, que confina con Valdivia, i que dista setenta leguas. La codicia de laspiezas i el deseo de hacer esclavos a los de estanacion (que es lo que en primer lugar turba lapaz, dilata la guerra, i es i ha sido oríjen de to-dos los desastrados sucesos que han sucedido i

se continúan en este reino) fué lo que hizo ponerel ejército en campafia, i obligarle a recorrer aque-llas setenta leguas (1).

"El motivo mas poderoso de esta espedicion, di-

ce otro cronista, tambien contemporáneo como Nú-

(1) Núñez de Pineda i Bascuan, Catdiverio Fiz, discurso 4, capítu-lo18.

4o LOS PRECURSORES

ñez de Pineda i Bascuian, fu el hacer prisione-ros para venderlos fuera i dentro del reino, quesiendo es'lavos, se hizo de ellos un comercio opu.lento, i mucha jente voluntaria venia a servir porel interes de este lucro" (1).Don Juan de Salazar iba persuadido de queaquella entrada a la tierra sería, no solo un exce-lente negocio, sino tambien un simple paseo.1 tan cierto fué que lo pensaba así, que llevóconsigo vestida de hombre a su mujer (2).Salazar i su tropa llegaron sin novedad el 11de enero de 1654 a la márjen del Rio Bueno, quesegun un cronista, dista unas ciento treinta leguas

de la ciudad de Concepcion.En la ribera opuesta, se percibían medio ocultosentre los árboles i la maleza todos los cuncos, unosa caballo, otros a pié, teniendo entre ellos a susmujeres i a sus hijos, que habían llevado consigoara que no fuesen reducidos a dura servidumbre,

lo que indefectiblemente habría sucedido, si loshubieran dejado en sus indefensos hogares.. Aquel espectáculo colmó de regocijo a Salazari a los otros negociantes de carne humana que loacompañaban.

La presa que se les presentaba era soberbia, ca-paz de despertar la codicia del mas desinteresado.Miéntras tanto, el caudaloso rio que dividia alos unos de los otros no tenía vado.Salazar no podia contener la impaciencia; ya leparecia que aquella multitud de piezas se le iba a

escapar de las manos.Se le hacía tarde el asegurarlas bajo una buena

custodia.

(< 06rdoba 1 FIgueroa, Mt Cohae, libro 4, capítulo lo.(2> Quiroga, %»M~no ~fuóro.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

Aquella muchedumbre de indijenas valia uncaudal.

Apresuradamente, mandó echar sobre el rio unpuente de sogas, sobre las cuales pusieron bejucosi totora para formar una especie de balsas.

La tal construccion no podía ser mas endeble.Sin embargo, el maestre de campo dió la órden

de que la tropa se apresurase a pasar, para co-menzar cuánto ántes la caza de indios.

Algunos oficiales le representaron los serios pe-ligros que ofrecia el movimiento.

Sin querer oírlos, Salazar se mantuvo firme enque se cumpliese lo que habia mandado.

Como los soldados conocian mui bien el peligrocietQ a que iban a esponerse, los mas de ellos, án-tes de emprender la dificultosa operacion, se con-fesaron i se prepararon a morir cuál correspondiaa buenos cristianos.

Principiaron a pasar con mucho tiento i mafia.Los primeros salieron bien; pero en la ribera,

los cuncos los recibieron en las puntas de las lan-zas, i abrumándolos con el número, los fueron, oforzándolos a arrojarse al rio, o hiriéndolos, o ma-tándolos, sin que los asaltantes pudieran ser soco-rridos por los suyos.

De este modo perecieron unos cien españioles imas de treinta indios amigos.

Miéntras tanto, segun se habia previsto, el malconstruido puente se rompió de repente con el pe-so de los transeuntes, precipitando al agua a todosaquellos que en aquel momento iban atravesandopor él.

Esta catástrofe acabó de introducir la confusionentre los espafioles.

El maestre de campo, que había presenciado,sin poder evitarla, la pérdida de muchos de sus

37

Z90U LOS PRECURSORMS

soldados, tuvo que emprender la retirada para sal-var los restos de su ejercito; i pudo llegar a Con-cepcion sin haber sido hostilizado por los indi-jenas del tránsito, que seguian manifestándose pa-cíficos.

VI.

La indignacion pública por semejante desastrefu6 tan profunda, que Acuia i Cabrera se vió for-zado a mandar enjuiciar a su cuñado, sobre quiense hacia pesar toda la responsabilidad del desca-labro; pero el proceso fué una pura fórmula.

Don Juan de Salazar salió, no solo absuelto, si-no glorificado.

Se hizo mas todavia.Habiéndose determinado llevar a cabo una nue-

va espedicion contra los cuncos, se encargó la di-reccion de ella al derrotado de Rio Bueno.

Parece escusado advertir que este nombramien-to causó el mayor desagrado.

El 6 de febrero de 1655, partió don Juan de Sa-lazar a la cabeza de cuatrocientos españoles i degran número de indios ausiliares para ir a casti-gar a los cuncos, o mejor dicho, para ir a vengarsede la pasada derrota.

Por el camino, con arreglo a instrucciones quehabia recibido, se le incorporó el gobernador dela plaza de Boroa, don Francisco Nfúñez de Pine-da i Bascuñan, el autor del Cautiverio Feliz, conuna parte de la guarnicion.

Desde ántes de abrirse la campaña, habia prin-cipiado a correr el rumor de que los araucanospreparaban un alzamiento jeneral; pero tan pron-to como Salazar hubo comenzado su marcha, estasvoces cobraron mas fuerza.

DE LA INDEPENDENCIA D1 CHILE.

Los indicios de que los araucanos disponian ungran golpe se multiplicaron, i fueron mui vehe-mentes.

Sin embargo, el presidente don Antonio de Acu-la i Cabrera, que a la sazon residia en Concepcion,se negaba tenazmente a admitir la posibilidad deque aquello pudiera suceder.

Pero fueron tantos i tan autorizados los avisosque recibió, i tanto lo que se le representó sobre elparticular, que tomó la resolucion de ir con algu-na tropa de infantería a situarse en la plaza deBuena Esperanza, como posicion favorable paraevitar o reprimir cualquiera intentona de rebe-lion.

Llegó a aquel lugar en la noche del 12 de febre-ro ae 1655; i no mas tarde que el 14 del mismomes, estalló el terrible alzamiento que se estabaanunciando, i que el presidente no habia creídoposible.

La sublevacion fué jeneral e instantánea; i seefectuó, no solo en la tierra de Arauco, sino tam-bien en el territorio comprendido entre el Biobio iel Maule.

Los indios se precipitaron al mismo tiempo so-bre la mayor parte de las estancias situadas entrelos dos ros mencionados (trecientas noventa i seis,segun unos; i cuatrocientas sesenta i dos, segunotros); i las saquearon completamente.

Las pérdidas se avaluaron en ocho millones depesos.

Todavía fueron "mayores las de las vidas, hon-ra i libertad, agrega el maestre de campo don Pe-dro de Córdoba i Figueroa, pues aprisionaron mu-chas personas de "Uno i otro sexo, i algunas deilustre nacimiento, que pudiéramos mencionar;mas no es razon el violar con el recuerdo el pudor

ZUZ LOS mRECURSOREs

de su sexo: baste el que ha de ser de esta desgra-cia la bastarda projenie que hoi subsistey (1).

Todos los fuertes que los españoles habian le-vantado en territorio araucano fueron asaltados si-multáneamente; i casi todos ellos, despues de unaresistencia mayor o menor, tuvieron que ser aban-donados.

Merece una especial mencion lo que sucedió enel de Nacimiento.

Mandaba allí el sarjento mayor don José deSalazar.

El fuerte o plaza de Nacimiento se levantabaen la confluencia de los rios Vergara i Biobio.

Los indios lo atacaron en varias ocasiones, perofueron rechazados.

Sin embargo, viendo el sarjento mayor que elenemigo no se desalentaba, i que él se iba encon-trando mui escaso de víveres i municiones, deter-minó retirarse a Concepcion por el rio en unas ma-las embarcaciones.

Muchos le reprobaron este plan, representándo-le que a causa de la estacion, habia poca agua, ipor lo mismo la navegacion era mui dificultosa;pero Salazar no quiso ceder.

Los soldados,e la guarnicion, con las mujeresí los niños, se acomodaron como pudieron en unaslanchas i confiaron su salvacion a la corriente delrio.

Los indios, que notaron el movimiento, se pu-sieron a seguirlos por ambas riberas, en númerode mas de cuatro mil.

Miéntras tanto, las embarcaciones iban encallan-do a cada paso.

Don José de Salazar no tafdó, en adquirir el

<1) 06rdoba i Figueroa, H~eoia de Ohile, libro 5, capitulo 18,

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 2931

acongojador convencimiento de que era indispen-sable alijarlas para que pudiesen continuar.

Tomó entónces la cruel resolucion de echar a laribera a las mujeres i los niños, entregándolos alfuror de los indios.

Cualquiera puede imajinarse la terrible escenaque entónces tuvo lugar.

Los soldados de Salazar recibieron el castigo dever desde sus embarcaciones a los bárbaros apo-derarse de todos aquellos desdichados, i de escu-char sus llantos i clamores.

"Oímos este caso a uno de estos infelices ventu.roso, a quien espulsaron con su madre", dice elcronista Córdoba i Figueroa.

Lo peor fui que aquel inhumano sacrificio resul-t4 inútil.

De tropiezo en tropiezo, siguieron, las embarca-ciones hasta Santa Juana, donde encallaron defi-nitivamente.

Viéndolas inmóviles, los indios las abordarona caballo por la derecha i por la izquierda.

Trabóse entónces una lucha desesperada cuerpoa cuerpo; pero, se aumentó la confusion con unabotija de pólvora que se pegó fuego; i encontrán,d&se los espaioles abrumados por el número, pe-recieron todos, sin escapar uno solo de los doscien-tos cuarenta que iban.

Don José de Salazar, mal herido, buscando lasalvacion, se arrojó con el capellan al rio, dondelos dos se ahogaron.

I para que se conozcan todas las acusacionesque se le hicieron, hai todavía que leer las siguien-tes palabras que a manera de necrolojia le dedicael cronista poco ántes citado:

-"Dijose que don José de Salazar distribuyóporcion de dinero entre varios soldados para que

LOS PRECURSORES

lo trajesen, i que esto estorbá la ofensa i defensapor estar gravados de su peso" (1).

El maestre de campo don Juan de Salazar fuemas feliz que su hermano en cuanto salvó la vida;pero como él, perdió la honra.

Habiendo sabido en su marcha contra los cun-cos el alzamiento jeneral, en vez de apercibirse pa-ra combatir, solo pensó en huir.

Don Francisco Núfiez de Pineda i Bascuñan iotros oficiales eran de opinion que el ejército debiavolverse a Concepcion por tierra para ir socorrien-do los fuertes, i particularmente el de Boroa.

No se conformaban con no intentar siquiera me-dirse con los soberbios araucanos.

Pero el maestre de campo no quiso oír reflexio-nes, i se dirijió apresuradamente a Valdivia pararegresar desde allí por mar a Concepcion.

Semejante resolucion era indudablemente la massegura, pero no la mas honrosa.

Para llevarla a cabo, Salazar tuvo, no que acu-chillar indios, sino solo que hacer degollar seis milhermosos caballos, que llevaba para el servicio desu ejército, i que temió cayesen en manos del ene-

=Lao suerte del presidente Acuña i Cabrera fué

igualmente desastrosa.Habiénídose visto cercado i acosado en la plaza

de Buena Esperanza por los sublevados, lo aban-doné todo para ir a buscar refujio en Concep-cion.

Se retiraron con él los soldados que habian sal-vado la vida i los moradores del fuerte.

Lo que tenian en el cuerpo era todo lo que ha-bian podido sacar consigo.

(1) C6rdoba i Figueroa, flooria e Okik, libro 5, capitulo 19.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. ZUD

Los jesuitas llevaban el santisimo sacramentoen una custodia.

El viaje fué de los mas fatigosos i llenos de zo-zobras que pueden imajinarse.

Todos los vecinos de Concepcion salieron enprocesion a recibir el santísimo sacramento quetraian los jesuitas.

Acufia i Cabrera había entrado ántes que suscompaieros de infortunio, porque el miedo no lehabia dejado ir con ellos, habiéndose adelantadotan luego como pudo, impaciente por poner supersona en seguridad.

"En la Concepcion deseaban que llegara el go-bernador con bastante jente, refiere el cronistaQuipoga; pero su vista no les dió gusto por reco-nocerle caudillo de una tropa de tristes miserables,que esforzándolos los sacerdotes, venían a pié idescalzos, huyendo de cada ruido, que creian serel enemigo que les pisaba la retaguardia" (1).I mieéntras tanto, la necesidad de un ausilio

bien eficaz era sumamente imperiosa.Los indios llevaban la osadía hasta penetrar

por las calles de las acongojadas ciudades de Con-cepcion i de Chillan; i lo que todavía era hartomas grave, lo hacían así impunemente.

En la ciudad de Concepcion, sacaron prisione-ros de sus propias casas a mas de una persona; ien la de Chillan, clavaron flechas en una imájende la Vírjen, a quien en aquellas calamitosas cir-cunstancias se había levantado un altar en la pla-za para que concediese amparo a los aflijidos ha-bitantes.

Jamas el reino entero se habia visto espuesto auna ruina mas completa.

(1) Quiroga, Compendio istórico.

LOS PRECURSORES

Vii.Las tristes noticias de los funestIsimos aconte-

cimientos que iban realizándose en el Sur comen.zaron a llegar a Santiago aunque todavía algo va-gas, desde el 20 de febrero de 1655 (1),

Ya se concebirá la fundada inquietud que aque.lo rodujo.na de las primeras providencias a que atendióel cabildo de la capital fué nombrar un procura.dor jeneral que con la posible premura saliese aesponer al virrei del Perú la apurada situacion delreino, Í a pedirle los mas prontos socorros.

En sesion de 23 del mismo mes i año, designópara el desempelo de tan importante encargo adon Juan Rodulfo de Lisperguer i Solórzano, unode los vecinos mas condecorados, hijo de aqueldon Pedro de Lisperguer i de aquella doña Flo-rencia de Solórzano i Velazco, de quienes he habla-do en el primer volúmen.

En atencion a la escasez de fondos, le señalaronpara ayuda de costas solo cuatro mil pesos de aocho reales.Los capitulares presentes a la sesion acordaronpagar de su caudal propio la suma menecionada.

"Por la pobreza de la ciudad i por la brevedaddel tiempo, dice el Libro del Cabildo, no quisieronechar este gravámen sobre los comerciantes i ve-cinos de la ciudad, habiendo de ser tan graves ipreCisos los gastos en los socorros necesarios i de-fensa de la repiblica; i por esta atencion, ofrecie-

(1) Libro de acias dW Cabildo de Santiago, sesion de 20 de febrero de165.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 297

ron prorratear la dicha cantidad en las personas ibienes de los capitulares presentes en la forma quesigue:

"Don Francisco Arévalo Briceflo, alcalde deprimer voto, milp esos;"Don Jerónimo Hurtado, quinientos;"Don Francisco de Erazo, doscientos, i lo mas

que lb quisieren prorratear i cupiere en su cau-dal;

"Don Gaspar de Ahumada, mil pes6s;"El jeneral don Martin Ruiz de Gamboa, mil

pesos".Don Juan Rodulfo de Lisperguer no se mani-

festó ménos patriota i j eneroso que los capitula-res..

Llamado inmediatamente al cabildo, dijo: "queaceptaba el hacer el viaje, i el nombramiento deprocurador para caso tan inescusable de la defen-s% de todo este reino, a que está dispuesto con lasveras que lo ha estado siempre, i lo han estadotodos sus antepasados; i que en atencion a los tra-bajos i necesidades en que se halla esta repúblicai reino, i que han de acudir a los socorros que pi-den las fronteras, seguro de que a ello se han deadelantar los alcaldes i rejidores de esta ciudad,escusa i remite el ofrecimiento i prorrata de loscuatro mil patacones; porque, aunque no se hallasobrado por las mayores obligaciones de su fami-lia, espondrá, como espone, su persona, vida i ha-cienda para el servicio de Su Majestad i de estarepública reino, como uno de los hijos principa-les de ella".

Dicho esto, i poniéndose en medio de la sala,juró a Dios i a la cruz cumplir debida i lealmenteel encargo que se le confiaba.

Los capitulares le dieron las gracias, tanto por38

Zub LOS PRECURSORES

su patriotismo, como por su desprendimiento (1).

VIII.

Las nuevas infaustas seguian, entre tanto, lle.gando unas en pos de otras.La situacion se empeoraba cada dia.En vista de ello, la audiencia declaró el reino enpeligro, mandando enarbolar el estandarte realpara que todos acudiesen a su defensa.El siguiente documento va a hacernos saber dequé manera se ejecutaba aquel solemne acto."Yo Manuel de Toro Mazote, escribano públicoi del número i cabildo de la noble i mui leal ciu-dad de Santiago de Chile i su jurisdiccíon por elRe Nuestro Sefior, certifico i hago fe cuanto halugar en derecho í puedo que hoi 19 de marzo delaño de 1655 por haber sabido los señores presi-dente i oidores de la real audiencia de este dichoreino por cartas que han tenido del señor doctordon Juan de Huerta, oidor de la dicha real au-diencia i visitador de las reales cajas, que asisteen la ciudad de la Concepcion, i del maestre decampo Juan Fernández, veedor jeneral, cabil-do i oficiales reales de la dicha ciudad, del alza-nmento jeneral de los indios naturales de este rei-no; i que tenian tres mil de ellos cercado en la es-tancia,de Buena Esperanza al señor gobernadordon Antonio de Acufa i Cabrera; i se sabía el finque habia tenido el real ejército que habia entra-do a tierras del enemigo con tres mil indios queestaban por amigos; i asimismo que habian lle-vado los fuertes de Colcura, San Pedro i otros; i

(1) LiOro de actas ddk Oabido de Sanb;ago, sesion de 28 de febrero de165.

DE LA INDEPENDENCIA DE CILE.

estaba recojida la jente de la ciudad de Concep-cion a fuerte i debajo de una palizada; que ha-bian asolado las estancias de la Concepcion, 1pasado a cuchillo, a fuego i a sangre, todos losque hablan cautivado i preso; quemado las deMaule; llevádose los ganados; i en los incen-dios, comprendido las comidas i bastimentos; queestaban conspirados con todos los naturales delreino; i se temia la total ruina dél, sin podersecomunicar de unas partes a otras sin notableriesgo; por lo cual, dichos señores presidente eoidores mandaron enarbolar el real estandarte ihacer otras muchas prevenciones, que se han he-cho i van haciendo, i socorros de jente i municio-nes. 1 en su cumplimiento, el dicho dia, entre lascinco i seis de la tarde, con acompañamiento delos vecinos, compañías de a caballo e infantería delbatallon de esta ciudad, en una esquina de la pla-za de ella, se enarboló el dicho real estandarte contoda veneracion; i quedaron en su guarda los se-ñores alcaldes maestre de campo don FranciscoArévalo Briceño i don Jerónimo Hurtado de Men-doza, que lo son ordinarios de esta ciudad, i otraspersonas del dicho cabildo, habiéndose dado órdense continuase la dicha guarda, miéntras estuvieseel dicho real estandarte enarbolado por los del di-cho cabildo con la demas que conviniese de lascompañías que entran i salen de la guardia del di-cho batallon., I queda enarbolado en nombre deSu Majestad; i para que conste, de pedimento deljeneral don Juan Rodulfo Lisperguer, procuradorjeneral del reino que está nombrado para ir a pe-dir socorro para la defensa dél al excelentísimoseñor virrei del Perú, di el presente en el dichodia, mes i afio.-Manuel de Toro Mazote".

LOS PRECURSORES

Ix.Al día siguiente, 2 de marzo, se presentó en casadel oidor mas antiguo doctor don Nicolas Polan.co de Santillana un soldado que llegaba a todo es.cape de la ciudad de Concepcion.El soldado entregó al oidor una carta rotuladaa la audiencia, i otra dirijida al mismo señor Po-

lanco de Santillana.El señor Polanco de Santillana abrió el pliegoque se le enviaba; i al leer su contenido, se quedó

atónito, estupefacto.JI en efecto, había motivo para ello, porque loque se le anunciaba era mas estraordinario que elterremoto del 13 de mayo.En Chile, i sobre todo en la América, se habíanvisto otros cataclismos de la naturaleza, mas o mé.nos semejantes al mencionado; pero nunca en estepaís se habia presenciado algo parecido a lo queanunciaba la carta que el oidor tenia en sus ma-

nos.Aquel era un suceso a que costaba trabajo pres.tar crédito.En confirmacion de lo que referia la carta, elsoldado mensajero presentó al seflor Polanco deSantillana un pasaporte o salvoconducto que lehabía sido espedido por .Don Francisco de la Fuen-¡e Villalóbos, gobernaJor i capitan jeneral del reinode Ckile por dejacion que de este cargo ha kecho elseñor don Ant¿nÍo de Acuña i Cabrera.El oidor leia i relcia, i no podia salir del asom-bro.

Al fin recomendó al soldado, bajo la amenaza delas mas severas penas, que guardase el mayor si-ilo sobre todo lo que habia ocurrido; i que hasta

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 301I

,nueva órden, no entregase varias cartas que traíapara diferentes personas.

Tomada esta precaucion, mandó que la audien-cia se reuniera apresuradamente.

A las tres i media de la tarde, habian acudidoa la sala ordinaria de sesiones el doctor don Nico-las Polanco de Santillana i el licenciado don Pe-dre de Hazaia Solis i Palácios, oidores; i don An-tonio Ramírez de Laguna, protector fiscal de losindios i fiscal interino de la audiencia.

Eran estos tres los individuos del tribunal resi-dentes a la sazon en Santiago, porque el otro donJuan de Huerta Gutiérrez andaba desempeñan-do en la ciudad de Concepcion el cargo de juez devisit# de veedor, oficios reales i otras personas.

Procedióse a leer las cartas dirijidas a la au-diencia i al señor Polanco de Santillana, cuyo au-tor era nada ménos que el presidente don Antoniode Acufña i Cabrera.

Lo que segun ellas habia sucedido en Concep.cion era realmente inaudito.

¡El presidente don Antonio de Acuña i Cabrerahabia sido depuesto por el cabildo i el pueblo deConcepcion, los cuales habian colocado en su lugaral veedor jeneral don Francisco de la Fuente Vi-llalóbos!

"Estando en mi palacio, referia a la audienciael presidente Acufia i Cabrera, se entró el puebloi cabildo de la ciudad con voces i estruendo di-ciendo: ¡ Viva el rei, i muera el mal gobierno!; i en-trando de por medio los relijiosos i el provisor, es-comuniones i protestas, sosegó el tumulto, pero medepusieron del gobierno".

"Tambien el señor doctor Huerta, agregaba elpresidente, corrió borrasca, pues entraron en sucasa gritando: ¡Muera este Wadron!, escapóse, i sa-

5Uz LOS PRECURSOM

queáronle lo que tenia, i los papeles de la visita, irompieron algunos; i habiendo acudido el tesore-ro, les pidió que importaba que no se rompiesen,i a su ruego los dejaron".

El presidente encontró en el colejio de los jesui-tas un asilo contra el furor popular; i el ministrovisitador, a quien suponian consejero del presi-dente, i contra quien estaban irritados por las in-vestigaciones que hacía, se refujió en el conventode San Juan de Dios.

Los dos obraron mui cuerdamente en ocultarse,porque si los toman, los matan.

Los amotinados anduvieron discordes sobre aquién elejirian de gobernador en reemplazo deAcufia i Cab]wra; los unos proponian al maestrede campo don Juan Fernández de Rebolledo, ofi-cial de mérito; i los otros al veedor jeneral donFrancisco de la Fuente Villalóbos, que estaba yadecrepito por la avanzada edad, teniendo noventaafios, segun afirma un cronista (1).

Los mas se decidieron por el segundo.¿Sabeis por qué?Porque era querido de los indios, a quienes siem-

pre habia defendido,Los vecinos de Concepcion despacharon inme-

diatamente dos correos a la tierra de Arauco paraanunciar a los indijenas sublevados el nombra-miento de Villalóbos, esperando que se aquietasencon esta medida.

Podian quizá disculpar la vergüenza de un pa-so tan humillante las angustias del hambre queeran muchas.

El nuevo gobernador, tomando a lo serio su elec-cion, nombró de maestre de campo a don Antonio

(1) Quizoga, o~~lbdio ~tór,o.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

de Urra i de sarjento mayor a don Jerónimo deMolina, personas influentes, que hablan contribui-do a su elevacion.

Para proveer el cargo de maestre de campo, tu-vo que desairar a don Juan Fernández de Rebo-lledo, que lo estaba desempeñando, a quien convir-tió en implacable enemigo.

El presidente Acuña i Cabrera concluia la dolo-rosa relacion de lo ocurrido en Concepcion, supli-cando a la audiencia en jeneral, í a don NicolasPolanco de Santillana en particular, que le envia-sen cuánto ántes alguna embarcacion en que poderescapar de la aflictiva situacion en que se encon-traba, "porque cada hora tenia sustos, cuantos en-tran a verle de que le han de matar".

X.

Las precedentes noticias, de que se impusieronlos oidores reunidos estraordinariamente en la tar-de del 2 de marzo de 1655, no podian ser mas alar-mantes, ni mas inusitadas.

¡Un presidente nombrado por Su Majestad ha-bia sido depuesto en medio de un tumulto por elcabildo i pueblo de Concepcion, que, como si lo di-cho no fuera ya mas que suficiente escándalo, nohablan retrocedido ante darle un sucesor!

Una de las primeras cuestiones que se ofreció ala audiencia fué la de resolver sí comunicaria loque acontecia al cabildo de Santiago, i a una juntade guerra que se habia organizado despues del al-zamiento jeneral de los araucanos, o sí lo manten-dria en la mas estricta reserva.

Previa madura deliberacion, decidió poner el su-ceso en conocimiento de las dos corporaciones men-

MII LOS PRECURSORES

cionadas, para oir sus dictámenes; pero no de unmodo llano i sencillo.

Las condiciones que se acordaron para esto pue-den leerse en el siguiente voto del oidor don Nico.las Polanco de Santillana.

-"Me conformo con el señor licenciado Pedro deHazaña, dijo, en que se dé cuenta a la ciudad detodo, i a la junta de guerra, encargándoles el secre-to de la materia; i con toda cautela se les pondereel delito en que han incurrido los del cabildo de laConcepcion; i se les exaj ere gravemente el sentí-miento que hará Su Majestad i la demostracionque so espera de Su Excelencia (el virrei del Pe-ru); porque es de malas consecuencias el ejemplaren tierras tan remotas; i que en esta parte todoeste acuerdo sea de un labio i un parecer; i se digaa la ciudad escriba en esta razon a la de Pencocuán mal medio tomaron, i que amigablemente setome su parecer de todos, i con él se proceda a de-terminar los demas puntos, pues conforme al sem-blante que hicieren, i medios que propusieren, i lademostracion que hicieren, podrá esta audienciagobernarse mejor en caso donde mas que las leyeses menester la cordura i prudencia".Sin pérdida de tiempo, se hizo llamar a la saladel tribunal a los individuos del cabildo i a los de

la junta de guerra.Luego que todos estuvieron presentes, i se leshubo informado de lo que ocurria, el oidor Polan-co, segun el libro de votos de la audiencia, "enca-reció el sentimiento del desacierto del cabildo dela Concepcion, el lunar que habia puesto en la leal-tad, fidelidad i calidad de vasallos tan principalescomo tiene Su Majestad en este reino; i ponderóesta materia por todos los visos que tiene de injus-ta i temeraria; i dijo diesen su parecer i votos co-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

mo juzgasen convenir en el punto de qué se haríaacerca de haber depuesto al señor gobernador, to-mando él gobierno el veedor jeneral, i haber he-cho las elecciones que referia el señor presidente; ique este era uno de los negocios mas graves quepodían acontecer, ni hubiesen acontecido en reinotan fiel".

Los individuos del cabildo, como hombres pru-dentes, suplicaron a los oidores, que ántes de darsu opinion, les permitiesen oir lo que pensaban losmilitares que componian la junta de guerra.

lHabiéndose accedido a esta peticion, comenza-ron los oficiales a dar sus dictámenes en el órdeni la forma que a continuacion se espresa:

El jeneral don Diego Gonzlez Montero, "queacababa de gobernar a Valdivia, i que gobernabalas armas de Santiago"-"Deben despacharse pro-visiones reales en que se pondere a los de Concep-cion el error que han hecho para que sin inconve-nientes se reduzcan a lo que esta audiencia juzga.re conveniente. Hallo inconvenientes en que quedeel señor gobernador en la Concepcion por lo pocoafectos, i el jeneral sentimiento que tengo entendi-do que toda la tierra tiene de su gobierno. Debequedar la persona que el señor presidente nombra-re en el gobierno de las armas".

El maestre de campo don Francisco de Varras-co.-"Me conformo con lo que diga el cabildo".El comisario jeneral de la caballería capitani re.formado de Arauco, don Juan Polanco de Guzman.-"Debe despacharse provision en que se restitu-ya al señor don Antonio de Acuña i Cabrera, go-bernador de este reino; i si no se obedeciere, seprocederá a todos los apremios de su ejecucionhasta ponerlo en posesion, ejecutando las realescédulas i titulo que le dió Su Majestad".

¿Suti LOS PRECURSORES

El maestre de campo don Juan «Roduyo de L¡3.per9uer.-"Me adhiero a lo que acaba de decirse, iademas propongo que se pueda escribir al señorgobernador en secreto que dejando persona acep-ta a las armas, se venga a estas provincias a darcalor a los socorros de aquellas".

El jeneral don -Bernardo de Amasa.-"Vaya elseñor don Nicolas Polanco de Santillana con qui-nientos hombres, dejando esta ciudad en defensa,con pretesto de socorro; i llegando allá, ponga alseñor gobernador en su puesto; i con la voz de SuMajestad i provisiones reales, se dispondrá el po-ner cabezas en la guerra tales, i bajar el señor go-bernador a esta ciudad; i si lleva con qué ejecutarlas reales cédulas, i puesto allá con las cédulas de

Su Majestad i enterado de todo, se determinará loque mas conviniere."

Eljeneral don Ignacio de la Carrera Iturgoyen,"ique acababa de ser gobernador de las armas deCliloé"; i los capitanes don Gaspar Calderon i donPedro de Figueroa, los tres miembros tambien dela junta de guerra, fueron de la misma opinionque el jeneral don Bernardo de Aimasa.

]3iabiendo los militares espresado sus pareceres,los cabildantes solicitaron venia de la audienciapara ir a deliberar a su sala de sesiones, desdedonde remitieron por escrito su voto, que decia así:"Primeramente, este cabildo está 1ui resigna-do, como lo ha estado siempre, al servicio de SuMajestad desde su fundacion, i continuado esterendimiento con las vidas de sus antepasados, i alas órdenes de esta real audiencia, como quien re-presenta la real persona de nuestro rei i señor na-tural, i a todas las órdenes que diere en la mate-ria propuesta con la atencion que pide la gravedaddel caso; i diciendo nuestro parecer a la consulta i

DE LA INDEPENDEMCA DE CHILE. itu7

órden que se nos ha dado, decimos: que se despa-chen todos los recaudos necesarios para que el se-ñor don Antonio de Acuña i Cabrera, gobernador icapitan jeneral de este reino por Su Majestad, searestituido al uso i ejercicio de su oficio, motivandolos recaudos de manera que no se macule a la ciu-dad de la Concepcion i ministros de guerra con nin-guna desconfianza, siendo notorio estar en castigodel enemigo; i que en este supuesto, no se deje deacudir con todo el socorro i bastimentos necesariospara dicha ciudad de la Concepcion; i que en cuan-to a la estada del señor gobernador, se tendrá pormayor inconveniente que el dicho señor gobernadorasista a la dicha ciudad, porque se escusen mayo-res inconvenientes; i este es nuestro parecer, sal-vando en todo el mejor de la real audiencia de es-te reino; i de este parecer fueron todos los que aba-jo firmarán sus nombres, escepto el capitan donDiego de Aguilar, que dijo que su parecer es queatento a que este reino está perdido por omisiondel señor gobernador, i que por el pasaporte cons-ta haber hecho dejacion, se le admita, i que estosseñores de la real audiencia provean el gobierno aquien tocare, i este es su parecer del dicho capitandon Diego de Aguilar i Maqueda. Fecha en San-tiago de Chile en 2 de marzo de 1655 afios.,DonFrancisco Arévalo Briceflo.-Don Gregorio Hurta-do de Mendoza Quiroga.-Don Jerónimo Hurtadode Mendoza.-Don Antonio de Barambio.-DonFrancisco de Erazo.-Don Gaspar de AhumadaMaldonado.-Don Pedro de Salinas i Córdoba.-Don Diego de Aguilar Maqueda.-Don Martin Ruizde Gamboa.-Don José de Guzman.-w-Don Francis-co Cortes de Navarro.-Don Francisco Maldonado.-Ante mi, Manuel de Toro Mazote, escribano pú-blico i de cabildo".

308 LOS PRECUUSORM

El precedente dicítmen se entregó a la audien-cia "ya mui tarde de la noche," i por este motivolos oidores aplazaron el asunto para el dia siguien-te (1).

Debe recordarse que el soldado mensajero ha-bia traído varias cartas que el oidor Polanco deSantillana le había mandado no entregar.

Entre ellas, venían dos dirijidas, la una al pro-vincial de San Francisco, i la otra al provincial deSan Agustin.

El acuerdo o sesion del 3 de marzo, comenzópor la comparecencia de los dos prelados, a quie.nes se habia citado al efecto.

Allí se les entregaron sus cartas; i se les dijoque las leyesen; que borrasen todo lo que pudierahaber en ellas de secretos de relijion o de confian-za; i que comunicasen tl resto "para verificar odescubrir cómo se habia ordenado i sucedido estemodo de mudar gobierno".

Las cartas enviadas a los dos provinciales con-firmaban, con detalles mas o ménos, todo lo quereferian las del presidente Acuña i Cabrera.

En vista de todos los antecedentes menciona-dos, los dos oidores de que se componia a la sazonla audiencia, a saber, don Nicolas Polanco de San-tillana i don Pedro de Hazaña Solis i iPaláciosdictaron el siguiente auto, en el cual se contienen,no solo varios pormenores mui interesantes, sinotambien opiniones i reglas de gobierno bastantecaracterísticas i curiosas:

"Seun lo que escribe el señor gobernador de lairritacion del pueblo, es sedicion i alboroto, en cu-yo caso subroga la audiencia las veces del go-

(1) lAbro de votos i la Au a de $a*ao *e Mlde, acuerdo de,2 de marzo de 1655.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. d0v

bierno de Indias, cuando el negocio no da tiempoa consultarlo; i tienen por cierto, segun lo que es-cribe el señor gobernador de la ira del pueblo iconmocion pública, que en estos vasallos no resideánimo de conspirar, ni de hacer cosa que ellospiensen que es en deservicio de Su Majestad, sinoque viéndose destruidos, cautivos sus hijos, i tala-das sus estancias, de repente pobres, con el dolorque causa en los hombres semejante sentimiento, iel notar el enemigo a la vista, abortaron en aquelladesesperacion de imputar su desdicha a la cabezai a quien parece lo ordenó, achaque que padece to-do gobierno en la opinion del vulgo, cuando suce-de mal; que como el veedor jeneral Francisco dela.Fuente Villalóbos ha sido el tutelar de los in-dios, i el que siempre los ha favorecido con celoindiscreto i arresto tenaz, pues aun cuando esta-ban degollando nuestra j ente, con pretesto de paz,rebelados contra el derecho natural de las jentes,contra su re¡ i señor natural, i matando a los ino-centes, escribió a esta ciudad disculpándolos (co-mo si hubiera razon divina ni humana que justifi-cara guerra del vasallo a su rei por agravios par-ticulares), les pareció turbados i confusos, i malavenidos, como vulgo al fin que rabia i se enfure-ce cuando se salta en la obediencia, que elijiendoal veedor jeneral, con el amor que finjen los indiosteiterle, cesarían en castigarlos, i asi se arrestarona elejir éste por único medio de asegurar su% ví7das, porque el dolor, i el miedo, i el estar ya en elúltimo peligro, nunca elije lo mejor; 1 aunque enesto no dudan se envolveria mucho,de convenien-cia propia (porque ninguno en la ocasion la rehu-sa), porque siendo los dos que pudieran pensarque habian de gobernar las armas Ambrosio deUrra i Juan Fernández Rebolledo, viendo estos

¡>£U LOS PREOCUSORES

dos que el elejido no les hacía competencia a lossoldados, i que en las armas quedaban los prime-ros, el Antonio de Urra, como mas moderno maes-tre de campo del reino, quiso mas por cabeza alveedor, que a Rebolledo, porque nadie consienteigual ni hermano en el mando, i Juan Fernández,viendo que no le habia elejido, se desistió de losoficios en que estaba, i como Jerónimo de Molinaestaba preso i sentenciado por el señor goberna-dor, i todos son emparentados por casamientos conlo mas principal de aquella ciudad (pues los dosgobiernos de Va divia i Chiloé están en dos, el unosobrino del veedor jeneral, i el otro yerno, i Am-brosio de Urra está casado allí con hija de donFernando de Urra, i Jerónimo de Molina con hijadel maestre de campo Pedro Valiente), éstos per-suadieron el mal gobierno, i corriendo la voz, seharia proposicion entre todos, con que pasó a con-mocion pura; pues aquella es sedicion i alborotoque conspira contra las cabezas en forma de pue-o,1 Cue intenta dar la muerte, i reforma las quehai i elije otras, i toma el pretesto de que i Viva elrei, i muera el mal gobierno!, i con aclamacion deconfusas voces no admiten mas que su deseo; i to-do concurrió en este caso, pues con irreverencia aesta audiencia, con desacato grande, atentaron lavida del señor gobernador, le depusieron i le apre-miaron a que hiiciese dejacion, e hicieron cuantoconsta de dichas cartas; i asentando que esta es se-dicion i alboroto de aquella jente ya desesperadapor los conceptos que han hecho justos o injustos,í reconociendo que en el gobierno, en mar alta,mas es menester la prudencia que la leí, mas elmedio que el castigo, mas el disimulo que el go-bierno, i que es política de todos los estadistas cris-tianos que han esperimentado estos peligros que

DE LA ~NEENDEN01A DE OMILE. 511

en los principios se ha de procurar apagar la se-

dicion, i en los fines escarmentar con castigo de

demostracion a los movedores de ella, para aplacar

los riesgos cuando comienzan i las centellas cuan-

do pequeñas, porque dejándolo arder no crezca la

llama i lo abrase todo, i que esta razon está esten-

dida a capitulo de carta de Su Majestad, impreso

en el primer tomo de las cédulas impresas a fojas

314, capitulo 24, 1 por otro capitulo de carta dice

Su Majestad que a los que se rebelasen en sedi-

cion, si por suaves medios no se les pudiere redu-

cir, si no bastasen los remedios ordinarios para su

castigo, se llegue hasta hacerles guerra, i que en

la facultad que da a los sefiores virreyes para per-

dopar delitos, la limita con esta cláusula-cerca de

lo cual se os advierte que si en los perdones que

hiciéredes, os pareciere que converná esceptar al-

gunas personas las mas culpadas i de ménos eali-

dad i autoridad, que no sean parte para impedir

la paz i sosiego comun con saber que están escep-

tadas, lo hagais, teniendo entendido que no habeis

de perdonar delitos que fueren de rebelion, o de-

pendientes de ellos, i que de este poder no habeis

de usar, sino fuere en caso de guerras i alteracio-

nes, que están en el tomo 19 pájina 312;-i habien-

do pensado bien este negocio, i oídos los de la ciu-

dad i brazo militar, que todos no individuan me-

dios, sino muestran no asentir al suceso, les parece

que si se elije el que vaya el sefior don Nicolas

Polanco con quinientos hombres es medio imposi-

ble de ejecutar, porque, ni los hai en esta ciudad,

aunque se despueble, ni pueden marchar por tie-

rra en seis meses, ni hai embarcaciones en que

quepan, Í se deja perdido este territorio, í sin res-

tituir aquel; ademas que el ir con fuerza de armas

cuando no se han intentado los medios suaves, Í

014 LOS PRECURsORPS

conservar al señor gobernador en el odio de aque.lla jente irritada es poner en conocido riesgo su vi.da, i ejecutarán el golpe en él, como lo intentaroncon soberbia i cara a cara, i dejarles en su temor,puesto el cuchillo a la garganta en el castigo de losque lo depusieron, i hacerles juez en causa propia;pero que a otra luz, por la malicia del vulgo, dejar-os con ejemplar de que a su albedrío muden go-bernador cuando quieran a vista de una audienciai a la cercanía de un virrei, no es dable ni permi-sible sin dejar junto a la alteracion un ejemplarcastigo; que dejar al veedor jeneral en el puestocon la temneridad de su introduccion es consentirel alboroto i subordinar con mengua el poder i laautoridad de esta audiencia i del virrei, i comen-zar a dar avilantez mayor al vulgo de que pienseque puede elejir, i es ejenplar vivo de una perni-ciosa consecuencia consentirlo, i abrir la puerta aque los puestos se sujeten al deseo del vulgo, quesiempre es de juicio ciego, i aplaudir el motivo quetuvieron de por amigo (le los indios elejir al vee-dor jeneral, porque es el mayor yerro que han co-metido para su restauracion mostrar al enemigotanta cobarda cuando esgrime la lanza i los de-güella, i ha sido encenderle mas en su soberbia ialtivez buscar al mayor amigo do ellos para quesiguiendo la credulidad i haciendo confianza deellos, tengan mas ocasion de apoderarse de.lo queresta, siendo así que con la jente que hai, i se pue-de juntar, se les puede ofender i castigar; i en se-mejantes casos, se ha de huir el lamento de lasmujeres i voto del vulgo cobarde i sin honra queliecon miedo vano siempre lo peor, i ántes ha-biai de haber elejido un soldado amigo de los es-pañoles, de valor, que con mano de hierro los cas-tigase a fuego i sangre, i corriese el cuchillo sin

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 31:

misericordia por la garganta a jente tan pérfida,tan ingrata, tan sin cabeza, i que ni guardan fe,ni pueden capitular por todos, ni cuando queden adar la paz, será mas que el que la diese, i los de-mas seguirán su traicion i su acostumbrada ini-quidad i embriaguez, que ha querido el veedor je-neral conservar, con los escarmientos que se hanvisto levantándose siempre que han hallado ocá-sion;-que en medio de esta complicacion de in-

convenientes, consideran este reino como un cuer-po herido de muerte, atravesado el puñal, que si

se saca, muere, i si nó, tambien; con que viene arecaer en que en tales casos, es el mejor medioentretener el dafio, lisonjear la salud para que eltiempo dé lugar al castigo, i abra luz a la razon,i conozcan los motores que erraron, i que no con-seguirán remedio sino ruina; i aventurar las eje-cuciones cuando no hai poder de ejecutarlas mases ensellar a que no se cumplan, i dejarlos masinsolentes; i así han pensado siguiendo los dictá-menes referidos" (1).

xI.

Trascurrió un mes sin que se consignara en los

rejistros públicos ningun hecho relativo al ruidosoi estraordinario acontecimiento de Concepcion.

Miéntras tanto, logró venirse por mar el oidordon Juan de Huerta Gutiérrez.

El 1O de abril de 1655, se leyeron en la audien-cia varias cartas: unas del gobernador 'revolucio-nario, como se dira en el lenguaje moderno, o delgobernador intruso, como se decia en el del tiemi-

(1) Libro de votos de la Audiencia de Santiago de owtw, acuerdo de3 de marzo de 1655.

01,* LOS I?EOURSorES

don Francisco de la Fuente Villalóbos; i otrasdO gobernador. lejItimo don Antonio de Acuña iCabrera.El primero sostenia en ellas la legalidad de sueleccion, i comunicaba las disposiciones que habia

tomado.El segundo se quejaba dd las violencias que sehabian cometido contra él, censuraba acrementelos procedimientos del veedor Villalóbos, i anun-ciaba que labia nombrado maestre de campo alafamado don Juan Fernández de Rebolledo.Aquel nombramiento era mui acertado, porqueel jefe mencionado gozaba de reputacion i presti-j~i; mui oportuno, porque habiía llegado por en-tónces de Valdivia a Concepcion el cuerpo de donJuan de Salazar, que ascendia a trescientos seten-ta veteranos, i que no se había comprometido enla rebelion.

Sin embargo, el presidente estaba tan desauto.rizado, que invocaba la cooperacion de la audien.cia, no solo para que el nombramiento de donJuan Fernández de Rebolledo fuese obedecido, si-no tambien para que a él nsmo no se le estorbasela salida de Concepcion.

En conformidad a todo esto, los oidores desa.ciaron aquel mismo dia dos provisiones reales.Por la primera, mandaban bajo gravisimas pe-nas que "ninguna persona impidiese al señor go-bernador su venida, i que se embarcase, o viniesepor tierra con toda su casa i familia".Por la segunda, ordenaban que se reconocierapor maestre de campo a don Juan Fernández deRebolledo, o a la persona que el señor gobernador

tuviese a bien designar.Estas provisiones dirijidas al cabildo de Con-depcion, a los oficiales reales, maestre de campo,

DE LA INDEPENDENCIA DE CHIEi. 315

capitanes i demas ministros, mílites i vasallosde Su Majestad debian ser enviadas "al seflor go-bernador, i en su ausencia a dichos oficiales realespara que si fuera menester, i llegase el caso, se usede ellas; i si lo que no se presume, se impidiere lavenida del señor gobernador, gobierne dicho donJuan Fernández de Rebolledo, o la persona quehubiere sido nombrada. Por los muchos daños quese irrogan de que don Francisco de la Fuente Vi-llalóbos continúe su intrusion, que es la ruina cau-sada del reino, don Juan Fernández de Rebolle-do, invocando el ausilio i brazo de la ciudad i mí-lites en virtud del nombramiento inserto en estaprovision con dichos títulos, tome el gobierno delas armas como teniente de capitan jeneral i maes-tre de campo jeneral del reino, i le obedezcan to-dos, pena de traidores a Su Majestad, i se les de-clarará por tales, i se les confiscarán sus hacien-das".

Los oidores agregaban todavía la siguiente pre-vencion:

"I luego que dicho teniente gobernador entre agobernar las armas, para lo cual se le encargamucho en carta aparte los resguardos, arte i ma-iana, de que debe usar, ántes de llegar al últimoestremo de proceder con rigor último a la ejeeu-cion, despache a esta ciudad por mar o por tierraa don Francisco de la Fuente Villalóbos para quecomparezca en esta audiencia; i si le pareciese, loenvíe con guardias".

La audiencia se manifestaba mui indignada con-tra el veedor, no solo porque habia osado presen-tarle como lejitimo el título de gobernador que ha-bia recibido de un pueblo tumultuado, sino tam-bien por la conducta que observaba.

Hé aquí como describia en plena audiencia esa

010 LOS PRECURSORES

conducta don Nicolas Polanco de Santillana."El veedor jeneral va destruyendo la tierra conla confianza que hace i va haciendo de los indios,pues en la Concepcion comen con él, i los trae conbandas, i les ha dejado las presas, i les dice quehan hecho bien en alzarse, con que es necesarioocurrir cuánto ántes a este cáncer que puede aca-bar de perder lo que resta de la Concepcion, i mascuando se trata i confiere de que se puede entre.gar la cabeza del señor gobernador al indio, por.que se aquiete" (1).

XII.

La imnpaciencia de los oidores por ver restable-cido en Concepcion el rden legal era mui grande;i por cierto, mui fundada.

La situacion del reino habia llegado a ser hartocrítica i apurada.

En el lifbro de votos de la audiencia, se encuen-tra una anotacion mui significativa, que dice así:"En la ciudad de Santiago en 1. de abril de1655, habiendo visto los autos sobre la conjura-cion i alzantiento de los indios, i la culpa que re-sulta contra don Sebastian, indio, cacique del par-tido de Melipilla, Gonzalo de Fárias i Melchor,que ambos sirven de carreteros al capitan donuan de IJreta, los señores doctor don Nicolas Po-lanco de Santillana, licenciado don Pedro de lla-zafña Solis i Palácios, i don Juan de Huerta Gu-tiérrez condenaron a muerte de horca en la plazapública de esta ciudad a don Sebastian cacique ía Gonzalo, i confiscacion de bienes, si los tuvieren;

(1) Libro de votol <ela Audiencia de Santiago de 0Ale, acuerdos de1,. i & de abril de 1655.

DE LA =YDE'ENDENCIA DE cR'E. 317

i las cabezas se lleven al partido de Melipilla pa-ra que se pongan en lugar público para ejemplode todos. 1 al dicho Melchor indio le condenarona tormento en la forma ordinaria. I se ejecutenluego las dichas sentencias, sin embargo de supli-cacion i de otro cualquier remedio, en que estánconformes dichos tres señores. I el tormento seapara descubrir cómplices, i en su cabeza. I se des-pache persona que traiga a esta audiencia a loscaciques de Peumo don Juan i don Cristóbal, i alos vaqueros del jeneral don Antonio de Irarráza-val llamados Chepe, Pascual, Agustin i Juan. Iel tormento se ha de dar sin perjuicio del estadode la causa i de la informacion i lo que contra eldicho Melchor resulta" (1).

La sentencia que acaba de leerse manifiesta quelos indios domésticos de Santiago intentaron enaquella ocasion, como en otras, aprovecharse delas ventajas obtenidas por sus compatriotas delsur.

El cacique don Sebastian i sus companeros vi-nieron a aumentar la lista de los mártires olvida-dos que se sacrificaron por la independencia de laraza indíjena.

XIII.

Esta inquietud de los indios sumisos no era elúnico suceso que molestaba a la audiencia.

Nuevas desgracias sucedian con aflictiva rapi-dez a las ya esperimentadas.

La ciudad de Chillan era el amparo de las es-

(1) Libro de votos de la Audiencia de Santiago de Mlile, acuerdo de1.0 de abril de 1655.

JV5 LOS PRECURSORES

tancias vecinas, i uno de los principales estorbospara que los indios avanzasen hasta la capital delreino.

Pues bien, su correjidor don Tomas de los Riosi Villalóbos la habia abandonado, i se venia reti-rando hacia Santiago, con el estandarte real, i alfrente de los cincuenta veteranos de la guarnicion,i seguido del cura i de todos los habitantes.

La importante plaza de Chillan, segun el librode la audiencia, "se habia desamparado sin órden,ni haber llegado el caso de poder desampararla,pues hasta esponer la vida o notorio peligro demuerte se habia de haber esperado".

Un terror pánico era el que habia inducido alos chillanejos a tomar aquella precipitada deter.minacion.

"Esta ciudad, decia en el acuerdo el oidor donNicolas Polanco de Santillana, no la ha despobla-do el enemigo, ni la urjente necesidad, sino volun-tariamente se ha desamparado por el miedo de losvecinos, que recelaron habia de venir una junta deindios sobre ellos, i en la priesa i miedo dejaronsus haciendas i ornamentos i hechuras de santosenterrados; con que si se deja, i no se ocurre lue-go, cuatro indios podrán quemar, talar i desente-rrar cuanto han dejado, i venir a recojer cuanto nohan podido llevar de las estancias i de la mismaciudad".

El teniente de capitan jeneral de Santiago, donCristóbal Fernández Pizarro, que estaba defen.diendo con tropa la línea del rio Maule, negó elpaso a los fujitivos chillanejos hasta recibir ins-trucciones de la audiencia sobre el particular.

1 toró la severa determinacion de obligar atoda aquella poblacion a quedar acampada a lointemperie, no solo porque comprendia cuán pér-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 319

judicial era el abandonar la plaza de Chillan i elceder tanto terreno a los ensoberbecidos .indíje-nas, sino tambien porque aquella jente venía ata-cada de viruelas.

El contajio de esta mortífera epidemia inspira-ba entónces en Chile tanto susto, como una irrup-cion de bárbaros, i con mucho fundamento, por-que sus estragos eran mui terribles.

Tan luego como la audiencia tuvo noticia de es-tas novedades, proveyó el siguiente auto: "Encuanto a lo que ha de hacerse de la jente apesta-da que viene, que se separe de toda la demas, i sealoje en las estancias de la costa, porque partici-pen de los aires de la mar, i escluyan el contajio,i los curen con toda caridad, poniéndoles pena dela vida para que no pasen de dichas estancias, por-que vienen apestados".

"El seior don Nicolas Polanco de Santillana,dice el libro de la audiencia, pasó adelante dicien-do que a los demas que venian en dicha tropa seles haga esperar catorce dias en lugar separadopor sí traen el contajio, i que la ropa se tienda enlas campailas toda a que le dé el aire, i la de losapestados que muriesen se queme, sin dejar queotros se sirvan de ella"; pero este voto fué singu-lar, i no se adoptó.

Con motivo del abandono de Chillan, suscitósela duda de sí convendria volver a ocupar aquellaciudad, o hacer nueva poblacion en Duao, riberadel Maule.

La segunda de estas opiniones tenia sostenedo-res, porque muchos anhelaban asegurar la defensade Santiago i de la parte septentrional de Chile,aunque fuera con la deshonra de ceder terreno alos araucanos victoriosos; pero al fin, prevalecióla idea de repoblar a Chillan.

32o LOS PAB=SORES

Conforme a esto, la audiencia dictó en el asuntoel auto que sigue: "En cuanto a las demas perso-nas (las no apestadas), nIos i mujeres e impedi.dos, el correjidor del Maule don Estevan Oid Mal-donado, con intervencion del teniente de capitanjeneral don Cristóbal Fernández Pizarro, distribu-y aestas personas en las estancias mas cercanas a

ule con prohibicion i pena de la vida que nopasen de las dichas estancias para esta ciudad(Santiago), ni los demas partidos de Colchagua,Rancagua, San Francisco del Monte i la costa, nia Santiago; i que los correjidores i cabos puestosen dichos partidos no lo permitan, ni dejen pasara persona alguna a dichas partes; i que la jenteque quisiere quedarse en la misma ribera del Mau-le, lo pueda hacer, dándoles el correjidor el fomen-to i ayuda que fueren necesarios para su sustento ihabit,cion.En cuanto a los cincuenta soldados re-tirados de la ciudad de Chillan, i los pagados quefueren de ésta, que serán nueve o diez, se agre-guen a uno de los fuertes de la ribera del Maule,el que estuviese mas próximo al sitio de Duao; isi en este sitio conviniese, se haga o mude dichofuerte para que sirva de presidio i guarda al paso,en el cual sitio se recojan por ahora los rejidores ivecinos de dicha ciudad de Chillan i las demas per-sonas que quisieren, dándoles el correjidor todo elfomento necesario para hacer ranchos i sustentar-se, lo cual se entiende miéntras no se recupere ivuelva a poblar la ciudad de Chillan".

Lo que la audiencia se proponia era que los ve-cinos i moradores de Chillan, "con sus rejidores,su cura i sus frailes, sus mujeres i sus niflos" "seconservasen en forma de ciudad sin dirvertirse aotras partes", a fin de que estuvieran apercibidospara volver a sus abandonados hogares tan luego

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 321

como fuese posible, probablemente en la prima-ve-ra próxima.

A fin de impedir que los indios considerasen yacomo propia la rejion de ultra-Maule, ordenó queun cuerpo de tropa la recorriese, i que otro fuese aestablecerse en el sitio de la ciudad de Chillan,fortificándose con, una palizada.

La audiencia pensaba (i no se engañó en su pre-vision) que estas medidas eran suficientes paraconservar bajo la dominacion española aquella es-tensa e importante porcion de territorio (1).

XIV.

A principios del mes de mayo de 1655, el pre.sidente don Antonio de Acuña i Cabrera llegó pormar, sano i salvo a Valparaíso.

Sin duda la autoridad moral de la audiencia ila llegada de las tropas traídas desde Valdivia pordon Juan de Salazar habian restablecido el órdenlegal en Concepcion, donde debió quedar con elmando de las armas el nuevo maestre de campodon Juan Fernández de Rebolledo.

La vuelta del presidente motivó en el cabildode Santiago una discusion sobre su recibimiento,de la cual me parece oportuno hablar.

Había sido práctica mIui antigua el hacer gran-des festejos a los nuevos presidentes, cuando en-traban por primera vez en la capital.

Sin embargo, pocos años ántes, el re lo habiaprohibido, precisamente por incidentes ocurridosen el recibimiento de Acuña i Cabrera.

"El Rei. Consejo, justicia i rejimiento de la ciu-

(1) Libro de voto & la Audiemi Je &nútiago dOAk¿ie, acuerdo de 5de abril de 1655.

41

RSO Los PIIIWORES

dad de Santiago en las provincias de Chile. El li-cenciado don José Antonio Hurtado de Mendoza,fiscal en ni consejo de las Indias, me ha repre-sentado que en los recibimientos de mis goberna.dores i capitanes jenerales de esas provincias, ípresidentes de mi audiencia de ellas, se ha acos-tumbrado, entre otros gastos que esa ciudad hace,dar unas comidas i cenas mui costosas, i tenerlesun caballo i silla, que ordinariamente cuesta masde mil ducados; cuyo gasto, aunque esa ciudad noha tenido propios de que hacerlo, no se ha atrevi.do a dejar de continuarlo por el odio que se le se-giria con el gobernador con quien se dejase de

acer, de que ha resultado haber residenciado alos de ese cabildo el doctor don Nicolas Polanco,oidor de la dicha mi audiencia, por haberse que-rido valer de al unos medios para semejantes gas.tos, conden-indolos en mas de dos mil ducados;por cuya causa, en la entrada que hizo don An-tonio de Accuifa i Cabrera, mi gobernador de esasprovincias i presidente de mi audiencia de ellas,cuando fué a gobernarlas por nombramiento demi virrei del Perú, ocurrió ese cabildo a la di,cha audiencia escusándose de hacer el dicho gas-tol la cual proveyó se hiciese lo mismo, con queno excediese de seiscientos pesos, i para lo deadelant se me diese cuenta de ello, como cons-taba por el testimonio que presentaba; i que pa-ra hacer el dicho gasto, se hubieron de repartirseiscientos pesos mas entre los capitulares de esecabildo con jeneral sentimiento por el misera-ble estado en que les ha dejado la ruina i pesteque se ha padecido en esas provincias. Suplicómeel dicho mi¡fiscal que con atencion a lo referido,fuese servido prohibir estos gastos i otros seme-jantes. I habiéndose visto en el dicho mi consejo,

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 323

con lo que la dicha mi audiencia, i el doctor donJuan de Huerta Gutiérrez, oidor de ella, que ha-cia oficio de fiscal, me escribió en cartas de 18i 20(e mayo de 1651, ha parecido que semejante gas-tol i a cuenta de los propios i rentas de esa ciudad,es contra derecho, i no se puede salvar por cos-tumbre, siendo, como es, abuso, i mas cuando noha habido noticia de ello; i que caso que se hayadisimulado en otros tiempos, no se debe tolerar enlos presentes; i así os mando que de aquí tdelan,te, no hagais semejantes gastos, estando adverti-dos que si los continuásedes, se os hará por ello enla residencia cargo grande, que al presidente i au-diencia de esas provincias envío a mandar porcdulas mias de la fecha de esta no lo permitan deninguna manera. Fecha en Madrid a 12 de agos-to de 1653.--Yo el Rei.-Por mandado del ReíNuestro Sefior, Juan Bautista Saenz NYavarrele".

La prohibicion no podia ser mas clara i categó-rica.

N>o obstante, el teniente de gobernador don Cris-tóbal Fernández Pizarro, despues de haber hechopresente en sesion de 9 de mayo de 1655 a los in-dividuos del cabildo que el presidente Acala "Cabrera habia llegado a Valparaíso, segun eranotorio, los invitoó a tratar acerca del modo comohabia de recibirsele en Santiago.

Probablemente, el teniente de gobernador con-sideraba necesaria alguna solemne demostracion,de la ciudad de Santiago despues del gravisino,agravio que en la de Concepcion se habia inferidoa la persona del presidente.

Pero los capitulares se escusaron de hacer cual-quiera manifestacion de aparato, fundándose: pri-mero en la disposicion tan terminante de la realcedula ántes inserta; i segundo, en que ya habian

UZ LOS PREVUUUORES

"cumplido con su obligacion", cuando don Antoniode Acuña i Cabrera habia llegado a Chile.

Se limitaron a comisionar al alcalde don Fran-cisco Arévalo Briceño, i al rejidor, jeneral donAntonio de Irarrázaval para que en nombre delcabildo de Santiago fuesen a saludar al presidenteal tiempo de llegar, i ántes de que se desmontasede la carroza (1).

Advertiré de paso que, andando el tiempo, laprohibicion de la real cédula de 12 de agosto de1653 no fué respetada, volviéndose a la costumbreprimitiva en lo que tocaba al recibimiento de lospresidentes.

XV.

Por el mes de junio de 1655, ancló en el puertode Valparaiso un navío cargado de bastimentos imuniciones, enviado por el virrei del Perú en ausi-lio de Chile.

Ese navío traia ademas una provision espedidapor aquel alto funcionario a nombre de Su Majes-tad Felipe IV, i de acuerdo con la audiencia i de-mas tribunales de Lima, en la cual determinabaque la audiencia de Santiago "dispusiese cómo seembarcase el señor gobernador i presidente deella don Antonio de Acuia i Cabrera con su casai familia para el Perú en la primera embarcacionconforme al llamamiento que el señor virrei hacíaa dicho señor presidente".

Escusado es advertir que el público tuvo noticiade la llegada de los bastimentos i de las municio-nes, pero no de la de esta provision, que quedópor entónces mui secreta.

(1) .bro de actas del WUdo de Santiago, sesion do 9 do mayo do165.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHIE. 3Z

La audiencia, a la cual venia cometida la dili-jencia, notificó por escrito a Acufia i Cabrera la ór-den del virrei.

El presidente contestó de la misma manera queno la obedecia por diversos fundamentos, quealegaba.

Con arreglo a la tramitacion establecida paracasos tan graves, la audiencia pidió a Acuña i Ca-brera que tuviera a bien comparecer a la sala dedespacho a fin de hacerle de viva voz el requiri-rimiento.

El 17 de junio de 1655, se hallaban sentadosbajo el dosel el presidente don Antonio de Acuñai Cabrera; los oidores don Nicolas Polanco de San-tillana, licenciado don Pedro de Hazaña Solis iPalácios i doctor don Juan de Huerta Gutiérrez;i el fiscal doctor don Alonso de Solórzano Ve-lazco.

Polanco de Santillana, como oidor mas antiguo,dirijió la palabra a Acuña i Cabrera en estaforma:

-Mui ilustre señor presidente: ha venido delPerú una provision por don Felipe en que el se-flor virrei conde de Alba envía a llamar a Vues-tra Señoría cometiendo Su Excelencia a este acuer-do el hacer a Vuestra Señoría la notificacion, idisponer su embarcacion. En cumplimiento de cé-dulas reales, este acuerdo pide a Vuestra Señoríaque se embarque en ejecucion de la real provision;pues si el selor virrei le llama, debe ser para elservicio de Su Majestad.

Don Antonio de Acuña i Cabrera contestó comosigue:

-Ya he manifestado por escrito a este acuerdolas causas que tengo para no embarcarme, por sermayores las que me instan a quedarme i guardar

L OS PURSORES

4ste reino, que Sut Majestad me ha encargado; i así,W,gun i como lo he ponderado mas largamente porescrito, vuelvo a resolver lo mismo; i pido a estaaudiencia cese en la ejecucion de la real provisionhasta que el señor virrei, mejor informado, res-ponda lo que convenga.

"El señor oidor don Nicolas tolanco, dice el li-bro de la audiencia, tornó a hacer instancia segun-da i tercera vez a Su Señoría el señor presidente igobernador en presencia de los demas selñoresoidores, diciéndole todo lo que ocurria de motivospara que lo ejecutase; i Su Señoría respondió lomismo, i ordenó como presidente no se lo liablasemas en ello, que pues era él el que so habia deembarcar, i a quien venja dirijida la provision pa,ra que lo hiciera, que Su Señoría daría cuenta deesto i de lo que resolvia al señor virrei i a Su Ma,jestad, porque esto era ahora lo que convenia a suautoridad i al bien del reino; i con esto se acaba-ron los requirimientos hechos a Su Señoria en eldicho acuerdo" (1).

XVI.

El monarca reprobé mui severamente, no solola conducta jeneral que don Antonio de Acufa iCabrera habia observado durante todo su gobier-n1, sino tambien con mucha especialidad su nega-tiva de ir a Lima cuando le llamó el virrei.

Todo esto aparece de las dos cédulas que paso acopiar.

"El Rei. Conde de Alba de Aliste, primo, jentil-hombre de mi cámara, mi. virrei, gobernador i

(1) Libro dj oio de la Audienria dSa de Chile, acaerdos de

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 414

capitan jeneral de las provincias del Perú. Encarta de 12 de setiembre de 1655, remitis los in-formes que habíades tenido de mi audiencia de laciudad de Santiago de Chile, de don Antonio deAcuña i Cabrera, gobernador i capitan jeneral deaquellas provincias i presidente de la dicha au-diencia, i de otros ministros i personas, i asimis-mo los autos que se hablan hecho en la de esa ciu-dad de los Reyes, que todo se reduce a dar cuentadel levantamiento jeneral que habia sucedido enaquel reino, así de los indios de paz, como de losde guerra; las pérdidas i daños que de ello han re-sultado, habiéndose motivado esto del mal gobiernodel dicho don Antonio de Acuia i de los excesos quecometieron dos cuñados suyos, hermanos de su mu-jer, llamados el uno don Juan de Salazar, a quiennombró por maestre de campo jeneral de aquelejército, i el otro don José de Salazar por sarjentomayor dél, a quienes tenian mala voluntad los es-pañoles e indios por la dureza i poca piedad conque trataban les súbditos, i por falta de esperien-cia en lo militar, i otras causas que los hizo abo-rrecidos jeneralmente, de que se siguieron los ma-les sucesivos que mis armas tuvieron, obligandotodo esto, i el desconsuelo grande que causó a losvecinos de la ciudad de la Concepcion verse en tanlastimoso estado, a que depusiesen al dicho donAntonio de Acufia del ejercicio de sus cargos, el¡-jiendo en su lugar al veedor jeneral Francisco dela Fuente Villalóbos, retirándose el gobernador auna iglesia, porque el pueblo no le matase, comointentó hacerlo, para cuyo reparo proveyó la au-diencia de Chile lo que tuvo por conveniente paraque fuese restituido a su puesto, como con efectose hizo, i tambien para socorrer la necesidad quepadecia la jente que se habia retirado a la ciudad

U> LOS PRECURSORES

de la Concepcion; i decis que luego que tuvisteisnoticia de lo referido, habíades despachado un na-vio de bastimentos i municiones con prevencionpara que don Antonio de Acuíla con su casa i fa-milia pareciese en esa ciudad, i que, aunque laaudiencia de Chile se la hizo intimar, no la obe-deció, escusándose de hacerlo con diferentes pre-testos i causas que os escribió; i respecto del esta-do en que quedaban las cosas de aquel reino, re-presentais cuánto conviene quitar del gobierno aldicho don Antonio de Acuña para evitar la últimaperdicion, i que en teniendo las cartas que esperá-bades, se resolveria lo que se estimase por conve-niente; i que demas del navío que fué con el soco-rro de bastimentos i municiones, que habia llegadoa mui buen tiempo, quedábades previniendo otro.

"l habiéndose visto por los de mi consejo de lasIndias las cartas i autos que remitisteis, juntamen-te con lo que tambien escribieron la audiencia, go-bernador i otros ministros de las dichas provin-cias de Chile, i los autos que la audiencia remitió,i consultádome sobre ello lo que se tuvo por con-veniente, ha parecido deciros que de vuestro celo iatencion de todo lo que está a vuestro cargo demi servicio, creo habreis procurado prevenir losdanos que con este accidente han sobrevenido enaquel reino con la mayor brevedad que haya sidoposible, enviando los socorros mas numerosos deiente, dinero i los demas jéneros necesarios queiayais podido disponer; pero si todava cuando

llegase este despacho, tuviéredes algo mas queprevenir, os encargo i mando lo hagais con tododesvelo i cuidado, por lo que tengo presente la ca-lamidad i trabjo que se ha padecido, i se juzgase estaba padeciendo en aquella tierra, i el estadoen que la ha puesto el levantamiento tan univer-

DE LA INDEPENDENOIA DE CHILE.

sal que sucedió en esa; en que me prometo obra-reis todo lo que la materia pidiere con la buenadireccion i celeridad que debo fiar de vos; i por siacaso don Antonio de Acuña i Cabrera hubiereperseverado en el dictámen de no querer entregarel gobierno a la persona que hubiéredes nombra-do, se os remiten con este despacho los títulos degobernador i capitan jeneral de las provincias deChile i presidente de la audiencia de ellas, firma-dos de mi mano, dejando en blanco el nombre dela persona, los cuales, como vereis en ellos, son enínterin i por el tiempo que al gobernador le faltade cumplir de los ocho años porque fue proveido,para que en caso que todavía subsista en el inten-to de conservarse en su oficio, podais llenar los di-chos títulos, elijiendo la persona que tuviéredespor de mayor satisfaccion, así en el gobierno mili-tar, como en el político, para servir aquellos car-gos, pues aunque se reconoce que os toca el nom-brar para los ínterins segun la facultad que estáconcedida a los virreyes de esas provincias por cé-dulas del rei mi señor i padre (que santa gloriahaya) de 25 de enero del año de 1609, mandadaguardar por otras dos mias de 7 de mayo de 1635i 6 de mayo de 1651, todavia por ser este casonuevo i por evitar todo ¡énero de duda, i algunaotra cualquiera turbacion en la intelijencia dela mas o ménos potestad, i los continjentes quepuedan resultar, se ha tenido por convenienteenviaros los dichos títulos en blanco, pero és-tos los habeis de tener en secreto, porque solo vanpara en caso que, como queda dicho, el gober-nador haya perseverado en conservarse en su ofi-cio, como se puede presumir de la carta que osescribió en razon de ello; pero tambien estareiscon advertencia que si cuando los recibais, hubie-

42

330 LoS PRECURsoREs

re obedecido vuestras órdenes, o la pacificaciontuviere otro estado por mano del dicho don An-tonio de Acufa, en este caso escusareis usar delos dichos títulos en blanco, como os lo ordeno;pero si los hubiéredes de llenar, i juzgáredes porconveniente, o para la autoridad, o para el au-mento de fuerza i el séquito, nombrar a don Juanllenríquez, vuestro hijo, como lo habeis dado aentender, no os escluyo que lo podais hacer, puesde vuestras obligaciones i las suyas espero que

ejecutareis el uno i el otro lo que se tuviere por elmayor servicio mio i bien público de aquel reino;i reconociendo que el dicho gobernador faltó a loque debia en dejar de cumplir la provision quedespachasteis para que con su casa i cuñados pare-ciese en esa ciudad, escusándose de ir a vuestrollamamiento, agravando tanto mas esta inobedien-cia, cuanto lo hizo con palabras de tan poca tem-planza i respeto, como las que referis, en la cartaque os escribió, siendo así que por cédulas de losseñores reyes don Felipe ii i III, mi padre iabuelo, despachadas en 11 do enero del aúo de1589, 15 de octubre de 1597, i 25 de enero de 1600,está mandado que el gobernador que es o fuere deChile esté subordinado al virrei de esas provin-cias, i que guarde, cumpla i e jecute las órdenesque le diere, i le avise de todo lo que allI se ofre.ciere de consideracion, he resuelto que al dicho go-bernador don Antonio de Acuia se reprenda elexceso que cometió en la contravencion de estasórdenes, estrafiándole mucho que no haya obede-cido la que vos le disteis por la provision referida,i le mando espresamente que en todo i por todocumpla las que le diéredes; de que me ha parecidoavisaros para que lo tengais entendido, i sirva deregla para adelante en todo lo que de este jénero

DE LA INDPBNUINCIA DE CHILE. 331

ze pudiere ofrecer. A la audiencia de Chile, se leavisa del recibo de su carta, i se encarga el cuida-do que debe poner en todo lo que es de su obliga-üion, sin apartarse de las órdenes que tengo dadaspara la buena administracion de justicia i gobier-no de aquel reino. I aunque la calidad de este le-vantamiento i los dafios tan grandes que de él han.resultado pedía que se hiciese averiguacion de losprocedimientos de los particulares que concurrie-ron i fueron causa de esto, todavía ha parecido queno es tiempo oportuno para,tratar de ello, omitien-do esto para deliberar en razon de ello cuando lascosas estén en mejor estado, i mis armas en aque-llas provincias con la autoridad que conviene para¡ejecutar lo que sea de mi mayor servicio, segun loque se fuere ofreciendo adelante. I para que losdespachos referidos tengan el buen cobro que con-viene, los recibireis con ésta. Vos pondreis cuidado,en remitírselos, pues es bien vayan por vuestrasmanos a las suyas; i de lo que en virtud de estedespacho hiciéredes, i hubiere sucedido despuesque escribisteis la carta referida, i del estado quefueren tomando las cosas de aquel reino, me dareiscuenta en la primera ocasion con toda distincioni claridad para que lo tenga entendido por el cui-dado que causa tan jeneral turbacion. De Madrida 12 de noviembre de 1656.-Yo el Rei.-Pormandado del Rei Nuestro Señor, Juan BautistaSaenz zav(zrrete".

Como lo anunciaba, el soberano envió a don An.-tonio de Acuña i Cabrera una fuerte reprensionpor su comportamiento.

"El Rei. Don Antonio de Acuña i Cabrera, ca-ballero de la órden de Santiago, mi gobernador i,capitan jeneral de las provincias de Chile, presi-dente de mi audiencia de ellas. Por vuestra carta

332 LOS PREGISORES

de 23 de junio del afío pasado de 1655, i las quetambien se han recibido del conde de Alba deAliste, mi virrei de las provincias del Perú, de laaudiencia i otros mínistros de esas provincias, ipor los autos que remitieron, he entendido la for-ma en que habia sucedido el levantamientojeneralque hicieron los indios do paz i guerra de ellas,las causas que lo habian motivado, los grandesdaflos i pérdidas que de ello se habian seguido, ila mucha jente que en este accidente habia pere-cido, que todo ocasionó tanta lástima i dolor a losvecinos de la ciudad de la Concepcion, a donde osretirasteis despues del suceso, que el tumulto delpueblo os depuso, del gobierno, encargándolo alveedor jeneral Francisco de la Fuente Villalóbos,corriendo tanto riesgo vuestra vida, que fué nece-sario retiraros al sagrado de la iglesia para libra-ros del ímpetu de la jente, si bien, con lo que laaudiencia dispuso luego que tuvo noticia de estecaso, fuisteis restituido a vuestro puesto, i bajas-teis a la ciudad de Santiago, donde quedábades,i que con ocasion de lo que escribieron diferentesministros i personas particulares, dando cuenta alvirrei de este alzamiento, i de que vos i vuestroscuñados habiades sido causa de tantos daílos, i vis-tojuntamente lo que el procurador jeneral de esereino habia representado en razon de esto i lo pe-dido por el fiscal de mi audiencia de Lima sobreello, habia despachado el virrei provision para quecon vuestra casa i cuñados parecieseis en aquellaciudad, la cual no obedecisteis, escusándoos de ha-cerlo, con diferentes pretestos i causas, i con pala-bras ménos decentes de lo que debiades, comoparece por la carta que escribisteis al virrei; i ha-biéndose visto todo por los de mi consejo de lasIndias con la atencion i cuidado que pide la ir-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 333

portancia i la gravedad de la materia, i consulta-doseme sobre ello lo conveniente, como quiera quedel virrei entendereis la resolucion que he tomadoen lo principal de ella, todavía reconociendo quefaltasteis al cumplimiento de vuestra obligacionen haber dejado de obedecer lo que se os man-dó por la provision que envió el virrei para quecon vuestra casa i cuñados pareciéredes en Lima,escusándoos de ir a su llamamiento, agravandotanto mas esta inobediencia, cuanto lo hicisteis conpalabras de tan poca templanza i respeto, comolas que se refieren en la carta que le escribisteis,siendo así que por cédulas de los excelentísimosreyes mi padre i abuelo (que santa gloria hayan)de 11 de enero del afño de 1589, 15 de octubre de1597 i 25 de enero de 1600, está mandado que elgobernador que es o fuere de esas provincias estésubordinado al virrei del Perú, i que guarde, cum-pla i ejecute las órdenes que le diere, i le avise detodo lo que se ofreciere de consideracion, me haparecido advertiros que en no cumplir la órden demi virrei yendo luego sin réplica a su llamamien-to, faltasteis a vuestra obligacion, de que es justoÍ conveniente seais reprendido por el exceso queen ello cometisteis, i se ha estrañiado mucho quehayais incurrido en semejante contravencion delas cédulas referidas, i en el no haber obedecidoen su conformidad la órden que el virrei os diópor la provision que envió. I aunque por solo estofuera justo hacer con vos tal demostracion que sir-viera de ejemplo i escarmiento para lo de adelan-te, por ahora he suspendido tomar otra resolucion,esperando que, no obstante lo que habíades res-pondido al virrei, habiéndolo considerado con masacuerdo i atencion, ejecutaríades sus órdenes comoos mando lo hagais, cumpliendo las que os diere

334 LOS PUMURSORES

en todo i por todo precisa i puntualmente, porquede lo contrario me daré por deservido. De Madrida 12 de noviembre de 1656.- Yo el Re¡.-Pormandado del Rei Nuestro Seflor, Juan Ba?tista,&AálZ Yavarrete'.

XVII.

El llamamiento que el virrei hizo al presidento,i la desobediencia de éste, quedaron por lo prontoignorados de todos, -nénos de los que los habiansabido por razon de sus oficios. A haber sido cono-cidos de la jeneralidad, habrian fomentado sobremanera la inquietud del reino, que ya era grande .

Miéntras tanto, el cabildo de la capital deter-minó invocar la intervencion divina para que sodignara libertar de tantas calamidades al affijidopueblo de Chile.

"En la ciudad de Santiago en 31 dias del mesde agosto de 1655, la justicia i rojimiento de estaciudad (que abajo firmarán sus nombres) se jun-taron en su lugar acostumbrado, donde el seflorjeneral don Martin Ruiz de Gamboa, procuradori rejidor de este cabildo i ciudad, propuso cómodiferentes veces se ha tratado que para aplacar laDivina Misericordia porque se minoren, i procurealgun remedio a los trabajos de este reino (quepor nuestros grandes pecados han venido al rei-no)se ofreciese un novenario de misas en la ca-tedlde (lesta ciudad, confesando i comulgandolas personas de este cabildo i ciudad; i que ha to-inado acuerdo el señor gobernador de este obispa-do, i que se dé principioa él mañana 19 de setiem-bre, i publica un nuevo i grande jubileo de cua-renta horas; i que Su Señoria provea i vea lo quese deba de hacer. 1 habiéndose acordado (digo,

DE LA INDEPENDENOIA DE CRILE.

tratado), dijeron que a costa de los propios de estaciudad, se haga i celebre la festividad del dichonovenario, atento a ser por el bien i utilidad pú-blica; i el segundo dia, el seflor don JerónimoHurtado de Mendoza i Quiroga, alcalde ordina-rio, que se lo apropia por su devocion; i el terce-ro, el señor capitan Antonio de Barambio, algua-cil mayor de esta ciudad; el cuarto, el maestre decampo don Gaspar de Ahumada; i el quinto, eljeneral don Antonio de Irarrázaval i Andía; i elsesto, el señor don Martin Ruiz de Gamboa; i elséptimo, el seflor don José de Guzman Coronadocon el señor don Francisco Cortes, rejidores; i losdemas dias, los señores alcaldes nombrarán de laciudad quien lo haga; i el último dia se ha de ha-cer procesion jeneral por la plaza, como el dia deCórns, i para ello, el señor fiel ejecutor mandarácolgar la plaza i hacer los altares; i que se convi-den las relijiones para que se acuda con venera-cion a tan santa obra, batiendo Martin caja; conlo cual se acabó este cabildo; i los señores de 61firmaron; i luego se acordó que atento a que el se-flor gobernador de este obispado quiere pedir desu parte el primer dia, el último se haga por laciudad.-LDo rancisco de Arévalo Briceío.--DonJerónimo Hurtado de Mendoza Quiroga.-Agtoniode Barambio.-Domingo de Aguilar Mliedc.-Don Antonio de Irarrézaval i Andia.-Don Mar-tin Ruiz de Camboa.-Don José de Guzman Man-8o.-_Don Francisco Cortes de Monroi.-D>on Ber-wardino Liñan de Vera".

XVIII.

Miéntras el cabildo de Santiago se ocupaba deimplorar el amparo divino en favor del atribula-

336 LO$ PRECURSORE

do reino de Chile, la audiencia pensaba en cas.tigar como merecian a los culpables de la sedicionde Concepcion i del abandono de Chillan; peroprocediendo en todo con suma cautela para noaumentar la inquietud de los ánimos, i no atizarla discordia civil, que aun no estaba apagada.

Con tal propósito, fué haciendo venir poco a po-co, i de uno en uno a Santiago, a los principalesfautores i cómplices de uno i otro suceso; pero conexcesiva prudencia, i obrando en todo de modoque se consiguiese el intento de traerlos "sin rui-do ni alteracion de parte de los reos i de sus deu-dos" (1).

El único de los oidores que estuvo por que seprocediese con todo apresuramiento i rigor fué donAntonio Polanco de Santillana.

Véase el furibundo discurso que pronunció conmotivo de una de las incidencias de los varios pro-cesos que comenzaron a formarse.

"El señor Polanco dijo que habiéndose usadotodos los medios suaves que Su Majestad ordenapara aquietar los ánimos, no se ha reconocido en-mienda, sino mas licencia para sacudir la obedien-cia, que es lo que sustenta el gobierno; que en susentir conviene, como remedio único inescusable,usar del rigor, porque no se acabe de arruinar elrespeto, pues con no haber visto castigo parece alos revoltosos que no delinquen en las insolenciasque hablan, dicen, intentan i anienazan; que la se-dicion conviene apagarla, porque de pequeñas cen-tellas se hacen irreparables incendios; que si serespetan las sendas judiciales, cuando se llegue aconocer el reo, ya estará perdida la causa pública;

(1) Libro de votos de la Au~ a d &,ntiaqo de M?íle, acuerdo de27 de setiembre de 1655.

DE LA INDEPENIYENCIA, DE CHILE.

que este es de los casos en que se ha de procedera fuego i sangre, breve i sumariamente, ad mod?ínbelli, Í poner terror con el escarmiento en las cabe-zas i mayores movedores, i que a los demas se lesremita; que no parece que puede ir el señor gober-nador a la Concepcion sin que primero se allanen iquiten los que allí encienden esta sedicion, i con suvista i persona temerán el mayor castigo; i si se lepersuadiese a que se quedase en Santiago, era obe-decer al vulgo, í complicar las materias en si; i porestos motivos i por otros que deja por haberlos di-cho in voce, es su parecer que se haga justicia conrigor, i se proceda con celeridad a cortar las cabe-zas de los que parecieren mas culpados, pues lasuavidad i disimulo les han hecho mas insolentes,i se debe sujetar con valor a los sediciosos, i ponerseñal de demostracion al escarmiento; que habien-do dos testigos mayores de escepcion, como el se-fior gobernador i el señor don Juan de Huerta, jun-to con los que hai presentados, en delitos de tandifícil probanza, hai bastante i plena prueba paraproceder a la pena, i insta el peligro, i el remedioes necesarísimo; i así se puede despachar exhortocometido al gobernador de las armas don JuañFernández de Rebolledo para que haciéndoles car-gos de dos horas, i sustanciando la causa conformea la instruccion que se le remitiere, dividiéndolos enpartes distintas, a un tiempo haga justicia i les dégarrote, nombrando los cuatro que contiene dichainformacion, ya que convienen en la culpa el señorgobernador i el señor doctor don Juan de Huertayi envíe testimonio de ello a esta audiencia; i coneso tiene por cierto que se aquietarán i temerán.1 habiendo sido de este voto, se confirma en él porla carta que trajo a este acuerdo el señor presi-dente del gobernador de las armas don Juan Fer

43

338 LOS PRECSORES

nández de Reboledo de este mes de agosto a 17de 1655, en que dice:-cuanto conviene castigar,i que él lo hiciese, si tuviera comision, i la pide, einsta en ello con ponderacion de palabras;-conque tiene por cierto que conviene castigar luegoluego, sin remsion alguna, ni esperaciones" (1).

Sin embargo, la audiencia no aceptó la opiniondel inflexible Polanco de Santillana, i perseveróen el sistema de circunspecta contemporizacionque, atendidas las difíciles circunstancias del país,labia adoptado en las informaciones que se levan-taban contra los complicados en el asunto de ladespoblacion de Chillan, i mui especialmente con-tra los culpables,en la deposicion del presidente.

XIX.

A fines del aio de 1655, don Antonio de Acuiai OCabrera volvió a irse a Concepcion; pero hacíapoco que habia llegado, cuando desembarcó enTalcahuano en 19 de enero de 1656 el almirantedon Pedro Porter Casanate, a quien el virrei habiaencomendado interinamente el gobierno de Chile,i el encargo de enviar al Perú a su antecesor.

Acuñla i Cabrera obedeció esta vez sin réplicalas órdenes del virrei, entregando el mando, i sa-liendo para Lima.

El virrei envió ademas al inquisidor apostólicodon Alvaro de Ibarra, con titulo de visitador je-neral, para que viniese a indagar quiénes habiansido los verdaderos culpables en las desgracias deChile.

El visitador, para cumplir su consion, preten-

<1) rizro d< voto & a Au i da &niago d Chile, acuerdo de1. de setiembre de 1655.

DE LA INDEPENDENMLA DE CHILE. 339

dió "que la audiencia le dejara ver su libro deacuerdos secretos.

El tribunal, guardian de sus fueros i privilejios,se negó a ello enérjicamente, alegando que solo elsoberano podia mandar una cosa semejante.

Gracias a las prerrogativas de la historia, el lec-tor ha sido bajo este aspecto mas afortunado quedon Alvaro de Ibarra.

El comisario del virrei exijió en seguida que sepusieran a su disposicion todos los acusados dehaber tomado parte en el alboroto.

La audiencia lo resistió, representando que yahabia prevenido en el conocimiento de la causa;pero al fin debió tener que ceder, pues don Fran-üisco de la Fuente Villalóbos i demas comprome-tidos en el negocio tuvieron que comparecer enLima a dar cuenta de su conducta.

Todos los reos, sin embargo, salieron justifica-dos i absueltos.

La siguiente cédula va a hacernos saber el fallofinal que recayó sobre don Antonio de Acufla iCabrera.

"El Reí. Conde de Alba de Aliste, primo, jentil-hombre de mi cámara, mi virrei, gobernadori ca-pitan jeneral de las provincias del Perú; o a lapersona o personas a cuyo cargo fuere su gobierno.Por parte de don Antonio de Acula i Cabrera,que ha servido los cargos de mi gobernador i ca-pitan jeneral de las provincias de Chile, se ha re-presentado en mi consejo de las Indias, que conocasion de las primeras noticias que tuvisteis dellevantamiento jeneral que el afio pasado de 1655hicieron los indios en aquel reino, despachasteisprovision ordenándole bajase a la ciudad de losReyes, i que respecto de ser esto tan en su descré-dito por hallarse gobernando aquellas provincias,

940 Lbs PRb OEES

i estar ya las cosas de aquel levantamiento en di-ferente estado, habia suplicado de la dicha órden,representando las razones que tenia para tío obe-decerla, i sin embargo, se la mandasteis cumplir,i enviasteis a don Pedro Porter i Casanate paraque sirviese aquellos cargos; i pondera lo que obróanticipadaiente para reparar aquel dao, i el des-crédito que se le ha seguido en haber sido despo-jado de aquel gobierno sin ser permitido por leyes,cédulas ni instrucciones, suplicándome fuese ser-vido que sin dar lugar a litiio, ni a que ponga en

justicia su queja, sea restituido al ejercicio de supuesto para que lo prosiga otro tanto tiempo co-mo el que le faltaba cuando fué despojado de él.1 habiéndose visto por los de mi consejo de lasIndias con todos los papeles i testimonios ocantesal dicho levantamiento, i lo que sobre todo dijo ipidió mi fiscal en él, i consultádoseme, cuanto quie-ra que atendiendo a que el tiempo por que el dichodon Antonio de Acafia fué proveído para el dichogobierno es ya cumplido, 1 otras consideracionesque se ofrecen, ha parecido que no conviene vol-verle a él, i he restelto darle sucesor, quedandohLbil para que sea consultado en lo que pareciesepropótcionado a la recompensa de los daños quehia padecido, todavía se ha tenido por convenien-te adlvertiros, como lo hago, a vos i a los que ossucedieren en esos cargos, que no teneis facultadpara quitar ni romover del gobierno de las pro-vincias de Chile a quien con titulo mio lo estuvie-re sirviendo, sin darme primero cuenta de las cau-sas i miotivos que hubiere para ello; i así os man-do que en lo de adelante, os abstengais precisa-mente de quitar ni remover a ninguna personaque con título inio lo estuviere ejerciendo, si nofúere en algun caso de todo punto inescusable, i

DE LA INDEPENDENCIA DE 01IIZ 341

que la calidad i gravedad de las causas sean detanto peso, que obliguen a usar de este medio; ientónces ha de ser precediendo el comunicarlo contodo el acuerdo de mi audiencia de esa ciudad delos Reyes para que con esto se escusen los incon-venientes que pueden resultar de lo contrario. Fe-cha en Madrid a 28 (le junio de 1660.-Yo el Rei.-Por mandado del Rei Nuestro Sefior, Juan Bau-tista Saenz Yavarrete".

Acufia i Cabrera habia obtenido esta especie derehabilitacion gracias a las poderosas influenciasde que disponia en la corte, i que obraron eficaz-mente en su favor; pero en rigor de verdad, larehabilitacion fué póstuma, porque cuando la realpédula llegó a Lima, ya el ex-presidente de Chilehabia sucumbido a los pesares de su nada envi-diable situacion.

CAPITULO VII.

LA ESPULSION DE LOS ARAUCANOS DECRETADA POR

CARLOS II.

Ventajas obtenidas por los indíjenas bajo el gobierno de Porter Casana-te.-Socorros suministrados por el cabildo i vecindario de Santiago.-Deliberacion que tuvo dicho cabildo para defender la frontera o li-nea del Maule amenazada por lo indíjenas rebelados.-Despoblacioncausada por las levas forzosas'&W1ios -omés-ticos o smssCot f i raaiet nc se_ íesdab

a o i iento que se les daa'Aboico lel ecavtdteloan ueer e monar 1

indulto concedido a raiwanoossoráp ocuaa pacaci de .- Admínistracion dedóñ I'il de Peredo~ld. de d cn rnisco de Menéses.-Su duracomportacion con los ijenseChile a los araucan Plan pe do propuesto por el presidente Ga-ipartasegurarla reduccion de estos indíjenas.-Facultad concedi-da a los indíjenas de pagar el tributo en dinero o en frutos.-Cédulapor la cual Cárlos II dclaró a los indijenas de América iguales a tusdemas vasallos para obtener empleos i distinciones.-Auto significa-tivo de la audiencia.

I.

Despues de haber sido don Antonio de Acufiai Cabrera separado del reino de Chile, la situacionde los españoles continuó siendo sumamente aza-rosa i aflictiva.

Segun un memorial que el nuevo presidente donPedro P?orter Casanate dirijió al rei, los indios re-

a" LOS PREOTRSORES

beldes, desde 14 de marzo de 1656 hasta 11 deenero de 1657, mataron doscientos cuarenta i nue-ve espaioles, i ciento treinta i nueve indios ausi-liares; i arrebataron doscientas ochenta i seis cabe-zas de ganado mayor, i mil doscientos veinte i sie-te caballos.

En vista de tan alarmantes noticias, el rei, porcédula espedida en Madrid a 5 de julio de 1658,encargaba mui encarecidamente a su virrei delPerú que cuidase de que en Chile "se administra-se justicia con igualdad, atendiendo mucho al cas-tigo de pecados pasados, i buen tratamiento deaquellos vasallos i de los indios que se fuesen re-duciendo; pues por haberse faltado a esto, sucedióel levantamiento jeneral de los indios; i así se de-bia procurar por todos medios no reincidir en elIMisDo inconveniente, sino que la justicia i la pie-dad obrasen uniformemente para mover la Divi-na Misericordia que favorezca mis armas dándo-nos los buenos sucesos que me prometo, si se obraen aquel gobierno con el celo i justificacion que sedeben,.

La corte de España tenia sobradisima razon pa-ra inquietarse por la situacion de Chile.

Hacia mas do un siglo que los conquistadoreshabian penetrado en el país; i miéntras tanto, envez de adelantar, perdian terreno.

Es cierto que todavía se alzaban en la parteaustral las poblaciones de Valdivia i de Concep-cien, pero situadas a larguisimas distancias, i com-pletamente aisladas, i cada dia amagadas.Cualqier desastre, qae era mui de temerse, po-

dia reducirlas a ruinas, como habia sucedido a lasde Osorno, la Imperial, Villarrica, Cañete, Angol,Chillan i varias otras.

En 1657, podia decirse con mucha verdad que

DE LA I 45ENT 4 h CHILE.

los intrépidos araueanos, en vez de limitarse a con-servar la frontera del Biobio, se habian avanzadoya hasta la del Maule.

A la verdad, tenian seriamente amagada la mis,ma antíago.

II.

Veamos el notable acuerdo que sobre este asuu.t, se encuentra consignado en el libro del cabildotde la capital con fecha 21 de agosto de 1657.

El jeneral don Martin Ruiz de Gamboa, corre-jidor i justicia mayor de la ciudad, i teniente decapitan jeneral en ella, comunicó a los capitularesque el presidente don Pedro Porter Casanate ha.bia proveído "auto de apercibimiento para que losvecinos de Santiago por su mayor comodidad en-viasen escuderos para que con la demas jente quese habia de conducir, asistiesen en la ribera delMaule a hacer frente al enemigo".

El correjidor Ruiz de Gamboa agregó que elpresidente habia consultado a<l audienci 1aecdel caso inescusable" en que se fundaba el apercibimiento; i que queriendo aquella corporacion co-nocer la opinion del cabildo en el asuntO, quedabaaguardando la respuesta en la sala de despacho.

Con este motivo, los capitulares, despues de ladebida deliberacion, redactaron el voto que va aleerse.

'-Desde el alzamiento jeneral de los indios deeste reino, i pérdida de los tercios, presidios i fuer-tes de la frontera de guerra, se ha tenido por casoinescusable el apercibimiento de los vecinos enco-menderos de esta ciudad, i que asistan con sus ar-mas i caballos conforme a su obligacion; i que solose ha conferido sobre la parte a donde debian asis-

44

346 LOS PIECURSORES

tir, i para donde debia ser el apercibimiento, isiempre se tuvo por conveniente que fuese, o enesta ciudad, o en las fronteras del Maule, que sonde su jurisdiccion, i que no salían de ellas por serla defensa de esta ciudad i resto del reino, a quienamenazaba el mismo riesgo que habían esperi-mentado las ciudades de la Concepcion, San Bar-tolomé de Gamboa i sus fuertes i fronteras, i lohubieran esperimentado si sus mismos vecinos imoradores no se hubieran puesto en armada mili-cia luego que sucedió el alzamiento, i si no se hu-biera descubierto el que trataban de hacer los in-dios de su jurisdiccion, castigando algunos; sinembargo, la primavera del año de 1655, que fuéla del año del alzamiento jeneral, el presidente donAntonio de Acufia i Cabrera apercibió los dichosvecinos encomenderos de esta ciudad, i los llevó ala de la Concepcion, a donde asistieron con la pun-tualidad, gasto i valor que es notorio; i que el añopasado de 1656, el señor presidente don PedroPorter Casanate, aunque necesitaba de jente, escu-só el dicho apercibimiento para libertar a los di-chos encomenderos, i sin em)argo, teniéndose no-ticia en esta ciudad de la entrada que el enemigohizo a los quince de enero de este año por la cor-dillera a las dichas fronteras del Maule, parto quejamas se imajinó fuese atacable, sus vecinos i mo-radores, por instar la necesidad, graciosamenteofrecieron un donativo para llevar cien hombres alas dichas fronteras; de que al parecer resulta elser preciso este verano el apercibimiento que con-sulta el señor presidente para que los vecinos en-comenderos envíen escuderos a la defensa de di-chas fronteras de Maule, i entrada de la cordilleranuevamente descubierta por los indios rebeldes,porque, por la esperiencia que se tiene de ellos,

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 341

por el buen suceso que tuvieron en la dicha entra-da, es infalible la han de repetir este verano; i sino hallan defensa, la lograrán, como el pasado, i larepetirán todos los veranos; i si este verano hallanresistencia i castigo, no volverán jamas a hacer en-trada por aquella parte; con que los demas vera-nos no serán necesarios nuevos apercibimientos, ilos indios de esta jurisdiccion no intentarán lasnovedades que se temen; i así son de parecer que-de un tanto en el libro del cabildo" (1).

Si se trae a la memoria la porfiada oposicion queel cabildo de Santiago hizo en tiempo de Lazo dela Vega i de otros presidentes a los apercibimien-tos de esta clase, i se nota el contraste que ellaofrecia con la buena voluntad que a la sazon ma-nifestaba para aprobarlos, se caerá fácilmente encuenta de que el peligro que amenazaba a la capi-tal i su territorio era mui serio i evidente.

III.

En efecto, los temores relativos a un ataque pro-bable de los indios contra la frontera del Maule,consignados en el voto o acuerdo de 27 de agosto,no tardaron en realizarse.

El 28 de noviembre de 1657, el oidor mas anti-guo don Nicolas Polanco de Santillana hizo llamarcon toda prisa a los alcaldes don Antonio de JaraQuemada i don Pedro de Moráles.

El asunto debia ser mui urjente, porque aquellaera precisamente la hora de la siesta, hora sagra-da entónces para el vecindario acomodado de San-tiago.

(1) Libro d actas dd Cabdo d $aidiago, sesion de 21 de agosto,de1657.

_44b LOS PREcrnSOiES

a a la verdad que no podia ser mas apremiante.El oidor Polanco comunicó a los dos alcaldes

que por carta del capitan que tenia a su cargo latropa o destacamento del partido del Maule, aca-baba de saberse que los indios enemigos habianmaloqueado veinte i siete estancias situadas en laribera meridional de dicho rio, i que habian muer-to o cautivado a mas de trescientas personas.

Lo que se había previsto habia sucedido.Los indios querian establecer la costumbre de

venir todos los veranos a saquear los fundos de lafrontera del Maule.

llor poco que se les permitiera hacerlo impune,mente, como ya lo habian practicado en dos oca-siones, era de temerse que no tardasen mucho endirijir sus correrías hasta mas cerca de Santiago.

-Es indispensable, dijo el oidor a los alcaldes,que Vuestras Mercedes junten inmediatamente elcabildo para que delibere acerca de tan gravísimaocurrencia, i disponga con la brevedad que el casorequiere socorros para la defensa de la fronteradel Maule.

En cumplimiento de esta orden, Jara Quemadai Moráles congregaron sin tardanza a todos los ca-pitulares que se hallaban en la ciudad, ménos ados a quienes no se encontró en sus casas, i ménosal jeneral don Martin Ruiz de Gamboa, que acaba.ba de ser correjidor i teniente de capitan jeneral, ique habia vuelto a ser nombrado para el mismohonroso cargo, pero que no podia asistir,en el ea-r,acter de tal, porque aun estaba pendiente la resi-dencia que se le estaba tomando por el primer pe-ríodo.

La sesion comenzó por la lectura de la carta delcapitan del partido del Maule.

Todos convinieron en que el asunto era mui des-

DE LA IND DEN(IA DS CHILE. 34V

agradable, no solo por la inminencia del peligro,sino tambien porque la aplicacion del remedio ibaa imponer nuevos i costosos sacrificios a los veci-nos de Santiago, ya tan gravados i molestados.

En medio de aquella discusion tan seria, sobre-vino entónces un incidente característico, In ver-dadeto sainete que pinta a lo vivo la puerilidadleguleya i ceremoniosa de los personajes mas en-cumbrados de la época colonial.

Uno de los rejidores hizo indicacion para que,vista la importancia de la materia que estaba tra-tandose, se hiciera llamar a los individuos del ca-bildo que no habian venido.

No hubo acerca de esto ninguna dificultad.- El rejidor pidió, ademas, que se llamara tam-

bien al jeneral don Martin Ruiz de Gamboa, elcual no podia asistir como correjidor por estarpendiente su residencia, pero sí como rejidor pro-pietario, que también era.

El alcalde Moráles se opuso, diciendo que Ruizde Gambo no podia asistir ni como correjidor,por la razon mencionada; ni como rejidor propio-tarijo, porque era correjidor recibido.

El otro alcalde don Antonio de Jara Quemadasostuvó que Ruiz de Gamboa podia concurrir co-mo rejidor a aquellai demas sesiones que hubiera,miéntras no entrase en el ejercicio del cargo de co-rrejidor.

Esta cuestion absorvió completamente la aten-cion de los capitulares, i se pusieron a debatirla,como si tuviera la mayor importancia, olvidándo-se de que los indios andaban maloqueando en laribera del Maule, i de que talvez estaban en cami-no de Santiago, i de que el cabildo tenia que to-mar una pronta resolucion, i de que la audienciaaguardaba reunida su contestacion.

JOu LOS PRECURSORES

-Si se acuerda llamar al señor jeneral donMartin Ruiz de Gamboa, dijo el alcalde Moráles,apelo para ante los señores oidores, i pido que sedé la voz al senor fiscal.

-Lo que debe hacerse, replicó el alcalde JaraQuemada, que presidia la sesion, i que debia ha-ber calculado que la mayoría estaba en su favor,es procederse a tomar la votacion del cabildo.

Jara Quemada no se habia equivocado en elcomputo de los votos. Todos los capitulares se ad-hirieron a su parecer, menos el alcalde Moráles, iaquel capitan don Diego de Aguilar Maqueda, quetan severo se habia mostrado contra el presidentedon Antonio de Acuña i Cabrera.

-Conforme al resultado de la votacion, dijo elalcalde que presidia, debe llamarse al señor jene-ral Ruiz de Gamboa.

-Lo contradigo de nuevo, i apelo otra vez pa-ra ante los señores de la real audiencia, contestódon Pedro de Moráles.

-Pido, dijo entónces el rejidor don Diego Gar-cía de Neira, que se vaya pronto a solicitar de losseñores oidores, que están reunidos, una decisionsobre la dificultad que se ha suscitado.

-A pesar de todas las contradicciones i apela-ciones, esclamó con tono imperioso el alcalde quepresidia don Antonio de Jara Quemada, debe en-trar al cabildo como rejidor propietario con arre-glo a la votacion el señor jeneral don Martin Ruizde Gamboa.

A una órden del alcalde presidente, salió a lla-marile el portero de cabildo.

Don Martin Ruiz de Gamboa no tardó en pre-sentarse.

Venía vestido de color, como que la citacion lohabía tomado de improviso.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 351

Apénas le hubo visto, el testarudo alcalde, Mo-ráles esclamó:-"E1 señor jeneral no puede entraral cabildo, si no decentemente i de negro"; i comono viene en traje conveniente, contradigo su entra-da por esta nueva razon, i apelo.

-A pesar de todo, respondió el alcalde JaraQuemada, el sefior Ruiz de Gamboa debe entrar,i entrará.

"El señor jeneral don Martin Ruiz de Gamboa,dice el libro de cabildo, se sentó en su asiento derejidor propietario, que le toca".

El rejidor Neira, que al mismo tiempo era pro-curador jeneral de la ciudad, manifestó la urjen-cia de que se tomase alguna resolucion en el gra-dsimo asunto propuesto por los alcaldes, "sin em-

barazarse en contradicciones i apelaciones, que des-pues se podrian proseguir".

El alcalde Moráles i el rejidor Aguilar Ma-queda respondieron que bien podia continuarse ladiscusion de la defensa del Maule, miéntras se ibaa recabar de la real audiencia una resolucion so-bre la presencia del sefior Ruiz de Gamboa en lasesion.

"En este estado, dice el libro de cabildo, el se-ior jeneral don Martin Ruiz de Gamboa pidiólicencia, por apretarle su enfermedad i achaquecon que se halla, para retirarse a su casa".

"Esta licencia se le dió, agrega; i Su Merced sefuá".

¿Estaba el jeneral Ruiz de Gamboa realmenteenfermo, o buscó un pretesto para poner término atan pueril discusion, habiéndose propuesto daruna prueba de la cordura que faltaba a sus colé-gas?

Miéntras tanto, uno de los dos rejidores presen-tes en la ciudad que no habian asistido se habia

44 SLOS FlEUoRSOES

incorporado a la sala; pero en el momento que seretiraba Ruiz de Gamboa, se presentó el porteroanunciando que el otro rejidor don Francisco Mal-donado no se encontraba, "porque decian en su ca-sa habia salido a caballo".

Aplacados algun tanto los ánimos de los capi-tulares, "todos unániíms i conformes acordaron,dice el libro del cabildo, que se confiriese sobre loprolmesto por el alcalde maaestre de campo donAntonio de -Jara Quemada (el socorro para la de-fensa del Maule) con los que se hallaban presentespor la brevedad que se requeria en su resolucion,sin perjuicio de las apelaciones i contradiccionesarriba referidas, i de lo resuelto por la mayor par-te, i ejecutado",

Despues de cuatro horas de la mas obstinadaporfía sobre una cuestion preliminar e insignifi,-cante, los ilustres capitulares se encontraban sinhaber pronunciado todavía una sola palabra acer-ea del asunto que motivaba aquella reunion es-traordinaria, acerca del asunto que, como ellosmismos lo declaraban, exijia prontísima resolu-cion.

Iban al fin a entrar en materia, cuando se hizoanunciar el escribano de cámara de la audienciadon Bartolomé Maldonado.

Durante todo aquel tiempo, los oidores habianestado aguardando en su sala de despacho la con-testacion de los capitulares, i probablemente fati-gados de tanta tardanza, i sabedores de que el ca-bildo no comenzaba siquiera a discutir el negocio,habian determinado exijir respuesta en un plazoperenitorio.

-Los señores oidores de este reino, dijo el es-cribano laldonado, mandan quo este cabildo, ma-iana a las tres de la tarde, vaya a la real audien-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 3.3

cia, i lleve conferido i resuelto por sus votos lafuerza de que puede disponer para resguardar elMaule i defender esta ciudad.

Los capitulares encargaron al escribano que dijerade parte de ellos a los señores de la real audienciaque precisamente se estaban ocupando del asunto.

Despues de referir este incidente, el acta con-cluye como sigue:

".tabiendo estado en la conferencia mas tiempode cuatro horas, se resolvió en que para mañana,a las dos de la tarde, puedan tener tiempo los di-chos señores para pensarlo mas bien, se vuelvana juntar a cabildo los señores dél, i traigan suspareceres en la dicha razon para que de todos seforme uno, i se lleve a los señores oidores en con-formidad de lo acordado" (1).

No he encontrado ni en los libros del cabildo, nien los de la audiencia, cuál fué la resolucion que seadoptó para enviar socorros a la frontera del Maule;pero lo que puedo asegurar es que por mucho tiem-po no se suspendieron los apercibimientos de losvecinos de Santiago para que saliesen a la guerra.

Consta por el contrario que ya materialmenteno iba quedando jente de que disponer.

Iv.

En 3 de diciembre de 1658, se presentó a la au-diencia "un escrito de doña Juana de Saavedra,mujer lejitima de Lúcas Diaz, en que decia que sumarido tenia cincuenta años; que él mismo por supropia mano trabajaba; que tenia cuatro hijos, elmayor de ocho años; que no tenia otra persona

(1) Libro de actas del Wabildo de Santiago, sesion de 28 de noviem-bre de 1657.

354 Los PRECURSORES

que sirviese en la labor de unas tierrecillas con quese sustentaban hijos i padres; que tenia solo unyerno, llamado Pedro Bastídas, el cual iba a la ri-bera del Maule por tenerle el correjidor apercibi-do para ir; i que a pesar de todo esto, el correjidorde Melipilla habia apercibido a su marido paraque fuese a la dicha frontera".

El ejemplo precedente basta para hacernos com-prender cuán duro habia llegado a ser el gravá-men personal que el servicio en la milicia recluta-da para contener los asaltos de los indíjenas im-ponia a los espaioles que vivian en la jurisdiccionde la capital del reino.

No es m5nos significativa la providencia que elsupremo tribunal dictó con motivo del escrito dela señora Saavedra.

Iréla aquí:"Ilabiéndose conferido este punto, i lo que se

ha representado al señor gobernador presidentedon Pedro Porter Caanate en cartas que están enel archivo de los muchos i graves inconvenientesque tiene el sacar jente de los partidos por dejar-los desarmados, libertar a los ociosos que dejan elreino, i solo poderse compeler a los que por susTujeres, hijos i pobreza no pueden desampararsus casas, i ser necesarios éstos i todos para guar-dar sus partidos, donde los indios domésticos in-tentan levantarse, fueron de parecer unánimes iconformes los señores don Nicolas Polanco de San-tillana, don Pedro de Hazafia i don Juan de IHuer-ta Gutiérrez de que el correjidor i teniente de ca-pitan jeneral don Martin RUiz de Gamboa infor-me a esta audiencia en vista de esta peticion quéórden tiene del señor gobernador presidente parasacar jente de los partidos, qué número, i de quécalidad, i si es verdad lo contenido en dicho escri-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHIE. 355

to para que sobre todo se provea en lo que tocarea esta audiencia lo que convenga, i que se le hagasaber luego esta dilijencia para que con la mismabrevedad informe" (1).

V.

I en efecto, como lo indicaban los oidores en laprovidencia anterior, los españoles de Santiago te-nian que defenderse, no solo contra los araucanosi demas indijenas del sur, que llegaban en sus co-rrerías hasta el Maule mismo, sino contra los quevivian entre ellos, contra sus propios sirvientes.

Abundan los documentos inéditos en que se ma-nifiesta esta alarma continua, esta inquietud detodos los dias.

Voi por via de ejemplo a tomar del libro de laaudiencia uno que es bastante curioso por mas deun aspecto.

"En 12 de diciembre de 1659, se vieron en lasala, en el secreto de ella, los autos remitidos porel correjidor de Melipilla en la apelacion inter-puesta por el defensor de Rodrigo, indio del almi-rante don Juan Rodulfo, del auto de tormento quepronunció el correjidor contra él; i habiéndose da-do vista al señor fiscal, pidió se ejecutase el autode tormento, i se le devolviesen los autos. 1 vistos,se remitió en discordia de votos al licenciado donAlonso Hurtado de Mendoza, abogado de esta au-diencia; porque los señores don Nicolas Polancode Santillana i don Alonso de Solórzano fueron deparecer que el auto de tomento se confirme, i enque sea solo de una manera que no llegue a tres

(1) Libro de votos de la Audiecia wi«de Soiiago de Chile, acuerdo dea de diciembre d 1658.

356 LOS PRE~R50RES

vueltas, dándoselas al indio Rodrigo sobre si dijoal indio Diego las palabras que niega en el carea-miento; i si confesase, sustancie la causa i hagajusticia; i si negase, ponga tambien en el potro aldicho Diego para que se afirme en su dicho, i si lonegase, sustancie la causa, sin que pase de tresvueltas; i vaya en persona a las estancias de laCompafla i Santo Domingo i las demas de sujurisdiccion, i haga la, averiguacion de sí tienefundamento o cuerpo esta alteracion, i sí hai pre-vencion de caballos, armas i otros pertrechos, o síse descubre alguna mas prueba, averiguando si es-te indio que denuncia es de creer, i dónde ha es-tado; i el Rodrigo, qué opinion se tenga de él; iejecute el auto acordado i publicado para que nosalgan de las estancias sin papel dónde van, nitengan armas, ni caballos, ni anden en ellos, i losvisiten de noche sus encomenderos, i se eviten losjuegos de la chueca; i no se consientan indios fo-rasteros, sino que se manifiesten, para que se sepalos que vienen de la guerra i andan por esta tie-rna de paz; i de todo dé cuenta a esta audienciacomo fuere resultando, i para ella se le devuelvanlos autos.-Los señores don Pedro de Hlazafla idon Juan de Huerta fueron de parecer se suspen-da por ahora el auto de tormento, i que el correji-dor haga informacion de la opinion de estos indiosRodrigo i Diego, i se informe de todo, haciendotodas las dilijeneias que los dos votos dicen, i décuenta de ellas a esta audiencia para proveer so-bre todo, lo que conveng.- habiendo entrado eldicho don Antonio Hurtado de Mendoza, se con-formó con los votos del señor don Pedro i donJuan, que hicieron sentencia" (1).

(1) libro de vrolo de la Aiudenia dd Santiago dk MldZe, acuerdo de12 de diciembre de 1659.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 35

Forzoso es confesar que los proyectos de cons-piracion atribuidos a los indijenas se apoyaban aveces en fundamentos bien peco sólidos, lo que esmui fácil de concebir, conocido el estado de conti-nua zozobra en que vivian les colonos.

Con frecuencia, veian fantasmas que el temorconvertia en realidades.

La suspicacia, como era natural, se llevaba enocasiones hasta el estremo.

Del libro de la audiencia consta que se procesópor aquel tiempo a una desventurada negra soloporque se le sorprendieron guardadas en una bol-sa unas cuántas puas de flechas (1).

Mas otras veces, los planes de alzamiento tra-mados por los indios domésticos eran demasiadoefectivos.

VI.

I a la verdad que cuando se piensa en el inhu-mano i cruel tratamiento que se les hacía sopor-tar, es de asombrarse que no prefirieran morir conlas armas en la mano, atropellando por todo, án-tes que seguir con la vida de privaciones, vejáme-nes i sufrimientos fisicos i morales que se les im-ponia.

Se sabe que en América i en Chile, durante laépoca colonial, los funcionarios públicos, i en jene-ral los habitantes de raza espafiola, no se distin-guian por la benevolencia i la compasion hacia losindijenas.

Sin embargo, el tratamiento que algunos enco-menderos inflijian a estos desventurados era tan

(1) Libro de votos de la Audencia de Sntijgo d Yhúc?, acuerdo e27 de noviembre de 1858.

3R ECS PREOSORU,

brutal, que llegaba a provocar las censuras de lasociedad, i a llamar la átencion de la majistra-tura.

Véase un caso de esta especie ocurrido hacia eltiempo de que voi hablando.

"En 17 del mes de enero de 1660, los señorespresidente i oidores de esta real audiencia, que sonel señor don Nicolas 1Po1anco de Santillana, señordon Pedro (le Hazaña, señor don Juan de Huer-ta Guti4rrez i señor don Alonso de Solórzano,oidores, i presente el señor don Manuel Muñoz,fiscal, se trató i confiri6 la noticia que cada uno deSus Mercedes tenia de que se habia hecho difama-cien pública de los malos tratamientos, prisiones,excesos i castigos inmoderados que se hacian en laestancia de doña Catalina de los Rios i de un ma-yordomo suyo Asencio Erazo, que anda recojien-do los indios de su encomienda en virtud de unaprovision real, i de su autoridad los prende, apri-siona i lleva a dicha estancia de la Ligua, dejandopor las veredas donde pasa mucho escándalo igran lástima de los que los ven; i que há muchosdias que estas noticias se han ido repitiendo a es-tos señores; i aunque se han procurado reducir atestigos e informaicion, no se atreven a declarar losque las dicen por diferentes atenciones que infor-man i otros respetos, i todos se reducen a que lamisma vista de ojos será concluyente informacion,pues los presos i lastimados i castigados, en la for-ma que estáll, sern los mejores testigos, i otrascosas que han advertido a cada uno de estos seño-res, en que conviene poner algun remedio eficazpara que si hubiere que remediar, castigarlo; si n4que cese la difamacion que corre; i mas contra in-dios miserables cuyas causas encarga Su Majes-tad tanto a la conciencia de estos señores, i por

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

otras que por eseusar digresion no se espresan.Habiendo conferido en la forma, i cómo se podrianaveriguar estas noticias, si son o nó ciertas, parahacer la informacion que se pudiere hacer, i setrujere de la visita de la dicha estancia, se acordóque se despachase comision en provision públicapara que Francisco Millan, receptor de esta au-diencia, de quien se tiene toda satisfaccion, vaya ala Ligua i estancia de la dicha doña Catalina delos Rios, i averigüe con los indios i demas perso-nas que allí hubiere, i de todas las que pudierensaber o declarar sobre estos excesos hechos porAsencio Erazo; i en la dicha provision se pongacláusula espresa para que haga las dilijencias quese contendrán en la instruccion secreta que se ledé firmada de estos señores, i que esta instruccionno la ha de mostrar a nadie, i cumpla con solomostrar la provision pública que lleve; i si halla-re culpado al dicho Erazo u otros sobre la reduc-cion de los indios con prisiones, los prenda i trai-ga consigo. I la instruccion que acordaron que lle-vase se redujo a los puntos siguientes. Lo prime-ro que lleve carta del oidor don Juan de HuertaGutiérrez en que le diga que esta audiencia ha re-suelto que salga de los términos de su estancia ellai su sobrino don Jerónimo Altamirano a dbndeelijiere, como estén fuera de ella cuatro leguas encontorno, en el ínterin que el receptor FranciscoMillan hace las dilijencias a que va en virtud dela provision de esta audiencia. I por caso de suinstruccion, se le dé al receptor que si esta sefioraestuviese lejitimamente impedida que no puedasalir de su estancia, ni alejarse, saque los indiosesclavos o libres de sospecha a la parte o lugardonde con seguridad libres de miedo puedan de-clarar la verdad fuera de la estancia, sin permitir

360 LOS PRECURSORES

que persona ninguna los atemorice ni amenace, sino que libremente digan la verdad. El segundocapítulo de la instruccion es que llegando a la es-tancia, sin darse por entendido de a lo que va,procure ver si pudiere por vista de ojos los cepos,grillos, cárceles i otras prisiones en que estuvierenlibres o esclavos, heridas, azotes i otros castigos itareas que se puedan ver, para que en secreto loponga por difijencía, i deje dicha la manera que lovió, i procure averiguar secretamente qué trata-ientos se hacen a la jente de encomienda i servi-

cio que allí hubiere, i qué castigos les han hecho, isi han sido llevados con prisiones, o contra su vo-luntad, o están oprimidos, procurando con todasagacidad i prudencia averiguar la verdad pura-mente en bien o en mal, trayendo a esta audien-cia la probanza que pudiere hacer de la verdadpara que si hubiere que remediar, se haga, en quese le Qncarga la conciencia. 1 sepa i averigúe cuán-to tiempo há que no se dice misa en aquella estan-cia, ni la oyen los que allí están; i si se dijo, traigaaveriguado cuándo i por quién; i qué enseñanzatienen en la doctrina cristiana, todo en secreto; iinformacion de lo bueno i lo malo. 1 el señor donAlonso de Solórzano i Velazco dijo no tenia noti-cia de los excesos de que dijeron dichos seflores latenian, i en consideracion de que no hallaba dela.tor, denunciador, ni informacion sumaria para des-pachar provision, cuando se hubiese de despachar,habia de ser a las justicias ordinarias, cual es el c-rrejidor de Quillota, que al presente se halla endicho partido; así fué de parecer que se cometiesea dicho correjidor como a quien incumbe el visitarsus pueblos, para que con todo secreto se informedel rumor que corre, i dé cuenta a esta real au-diencia para que en vista de ello se provea lo que

DE LA MNEPENDENCIA DE OMIE. áb

convenga al alivio de los indios i castigo de losculpados" (1).

Lo que sucedia en la estancia de doña Catalinade los Rios no era un caso especialísimo, sino bas-tante comun en todo el reino.

En acuerdo de 22 de abril de 1660, los oidoresdeterminaron a peticion del fiscal que se practicarauna visita de los partidos septentrionales, princi-piando por el de Santiago, entre otros motivos,"para inquirir si los movimientos que habian so-brevenido se orijinaban de malos tratamientos he-chos a los indios" (2).Se encomendó esta comision al oidor don Juande Huerta Gutiérrez "que ya el arto de 1658 ha-.bia ido al valle de Quillota a la averiguacion i cas-tigo de los indios domésticos que habian conspira-do," segun lo espresa él mismo en una relacion deservicios fecha 11 de mayo de 1662.

La audiencia no habria necesitado entrar enmui prolijas investigaciones para convencerse deque el mal tratamiento que se daba a; los indiosdomésticos o de encomienda, unido al aliento queles infundian las ventajas de los araucanos, era loque dia a dia estimulaba en muchos de ellos el an-helo de levantarse contra la opresion de que eranvictimas.

VII.

De lo espuesto aparece que al comenzar la se-gunda mitad del siglo XVII, el aspecto del reino deChile era mui poco lisonjero para los españoles.

(1) Libro de votos de la Audiencia de Santiago de (hile, acuerdo de 17de enero de 1660.

(2) Libro de votos de la Audiencia de Santiago de hile, acuerdo de22 de abril de 1660.

os MLos PRECSR5ORES

El soberano i sus consejeros recibieron noticiasde aquellos infaustos acontecimientos por cartas delvirreí del Perú conde de Alba de Aliste, del presi-dente interino de Chile don Pedro Porter Casanatei del obispo de Concepcion don frai Dionisio Cim-bron.

Estas comunicaciones, como era natural, les cau-saron grande alarma.

El rei mismo asevera en las diversas cédulasque espidió con este motivo que su consejo de In-dias "abia cargado mucho la consideracion sobreel mal estado en que se hallaba la guerra de Chi-le, i lo que convenia proveer de remedio eficaz ipronto para su reparo".

Veamos las diferentes medidas que se dictaronpara ello por diversas cédulas espedidas en la mis-ma fecha, 9 de abril de 1662.

Principiemos por las disposiciones militares."He resuelto, decia el monarca en una de ellasal conde de Santistevan, virrei del Perú, que pormi consejo de guerra se disponga luego con ejecu.cien levantar un tercio de mil hombres para soco-rrer el reino de Chile, haciéndose las levas paraque vayan por Buenos Aires en dos bajeles de per-mísion que para esto solo se prevengan, proveyen-do de mi real hacienda los medios necesarios paraello; i por si acaso respecto del estado de las cosaspresentes i guerra de Portugal, no pudiese dispo-nerse que vaya toda esta jento en un viaje, se pro-curará enviar luego la mitad, o la tercia parte, i lorestante en los dos afíos siguientes, haciéndose to-dos los esfuerzos posibles para que esto tenga efec-tivo cumpliniento, de que ha parecido avisarospara que lotngais entendido; i porque, por lo queha escrito v-uestro antecesor, se ha reconocido quelas compañías de mestizos i mulatos que se levan-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 363

tan en esa ciudad para enviar a Chile no son deningun provecho, porque de esta jente llega muipoca a las dichas provincias, i si algunos entranen ellas, no perseveran en mi servicio, os mandoescuseis las levas de los dichos mestizos i mulatoscuanto fuere posible para que se escuse el gastoinfructuoso que en esto se hace, i que de aquí ade-lante las hagais de los españoles que asisten enesas provincias, i han pasado a ellas sin licenciamia, o se les ha acabado el tiempo por que se laconcedí, i de otros que no tienen ocupacion i solosirven de gravar los indios sin aplicarse a ningunministerio, inquietando las ciudades i pueblos deesas provincias, gobernándoos en esto con mucha.dilijencia i con la buena maña que flo de vuestrocelo i atencion. I por lo que conviene que el ejér-cito de aquellas provincias se reclute i socorra dejente, que es lo que mas ha menester, os encargoasimismo procureis levantar algunas compañíasde la misma jente española, encargándolas a lanobleza i jente de autoridad i caudal, dándolescondutas de capitanes, i ofreciéndoles algunas mer-cedes a los que las levantaren i fueren a servir conellas a Chile, con que por este medio espero se hade conseguir que en aquel ejército haya la jentenecesaria; i porque en semejantes ocasiones, es ne-cesario usar de cuantos medios pudieren ser de al-gun alivio, os mando asimismo que os valgais dela ciudad de los Reyes i de las demas de esas pro-vincias, i de los prelados i comunidades de ellas,ponderándoles el estado del reino de Chile, i lomucho que conviene asistirle para que no llegue apadecer su total ruina; esto con tales razones, queles persuada a que hagan algun servicio de solda-dos españoles pagados para que se pueda juntarnúmero considerable de ellos para este efecto, pues

364 LOS PRMBROtOES

todas esas provincias se hallan tan interesadas enla conservacion de las de Chile, que parece no loreservarán, mayormente interviniendo su mismaconveniencia i la fuerza que vuestra autoridad i

ersuasiva les harán para que no se escusen deacer este servicio; i últimamente, atendiendo a la

suma importancia de la materia, os valdreis decuantos medios fueren posibles para recuperar loperdido en Chile, pues veis que de esto dependela seguridad i quietud de esas provincias, i queha sido siempre el mayor cuidado que vuestros an-tecesores han tenido, no solo en la conservacion,sino en procurar el fin de aquella guerra; i en eltiempo de vuestro gobierno, espero los buenos su-cesos que me prometo de vuestro celo i obligacio-nes; i de lo que hiciéredes i ejecutáredes en razonde todo lo referido, me dareis cuenta en la prime-ra ocasion".

Ademas, por cédula de 27 de setiembre de 1662,el rei comunicó a su gobernador de Chile que le en-viaba por el puerto de Buenos Aires "quinientas bo-cas de fuego, mitad mosquetes i mitad arcabuces".

VIII.

Pero el gobierno de la metrópoli no se limitó aprocurar que se reforzase el ejército destinado con-tra los araucanos, pues adopt tambien providen-cias para aquietar a los indios haciéndoles justicia,i empeñándose por establecer respecto de ellos unsistema de suavidad i misericordia.

Casi todas las cédulas que, como he dicho, seespidieron el 9 de abril de 1662 se refieren a estamateria.

El rei prohibió que se hicieran malocas, o que elejército hiciera una cam¡pead«, esto es, que entrara

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. Í~S

a la tierra de guerra, sin que previamente lo acor-dara asi una junta compuesta del presidente delreino, de los obispos de Santiago i Concepcion, deloidor mas antiguo, del maestre jeneral de campo,del veedor jeneral, del sarjento mayor i del comi-sario de la caballería.

Igualmente significativa fué la resolucion que elrei tomó por lo que tocaba a la esclavitud de losindíjenas.

"Habiendo reconocido los de mi consejo i juntade guerra de Indias, dice, por las cartas que escri-be el obispo de la Concepcion los graves inconve-nientes que resultan de la esclavitud de los indiosi del modo con que la practican los del ejército,vendiendo fuera de ese reino todos los que apre-henden en las wmlocas i campeadas, ora sean de losrebeldes, ora de amigos, i consultádome sobre ello,he resuelto, entre otras cosas, que para evitar losgraves dafios que se siguen de vender por escla-vos los indios i sus hijos i mujeres que se hacenprisioneros en las maloca i entradas, se forme unajunta, como os mando lo hagais, en que concurrancon vos mi gobernador, el dicho obispo de la Con-cepcion, i el de la ciudad de Santiago, i los supe-riores principales de las relijiones de San Francis-co, Santo Domingo i la Compailía de Jesus paraque vean i traten este punto, atendiendo a las cir-cunstancias particulares i estado que tiene ese rei-no; i confiriendo en ella esta materia, me informenmui particularmente lo que se les ofreciere, dandosu parecer para que con vista de ello se pueda to-mar la resolucion que convenga en la forma queadelante se hubiere de tener en declararlos o n&por esclavos; i en el entre tanto, ejecuten lo que pa-reciere a la dicha junta o a la mayor parte deellos; pero es mi voluntad que los indiqs, indias i

LOS PRECURSORES

niños prisioneros no se puedan vender por escla-vos, ni llevarse fuera de ese reino, pues por haber-se vendido i sacado de él los que se han hecho pri.sioneros hasta ahora, se ha entendido que está im-pedida i aun imposibilitada la paz i quietud deesas provincias, i la poblacion de la tierra, que hoise halla en tan mal estado; i para que esto se con-siga, os mando asimismo que todos los indios, asívarones como hembras, que con pretesto de la es-clavitud se hubieren vendido, así en esa provinciacomo en otras partes, sean reducidos a sus tie-rras con efecto, reservando, como reservo, a losposeedores actuales de ellos su derecho a salvocontra los vendedores que los engafiaron, tenien-do entendido que este ni otro cualquier derecho noha de embarazar ni retardar la reduccion de losdichos indios, porque se ha de ejecutar inviolable-mente sin ninuna dilacion, que lo mismo envio amandar por cédulas de la fecha de ésta a mi au-diencia real de esas provincias i al virrei del Pe-rú por lo que toca a aquel reino, cuidando vos deque los indios que se fueren reduciendo se vayanentregando a sus encomenderos, pues con esto ha-brá quien cultive las estancias i heredades, i vuel-van esas provincias a la fertilidad i abundancia defrutos i demas jéneros que ántes tenian; i de todolo (ue hiciéredes i ejecutáredes, me dareis cuentaen la primera ocasion".

ReaIlmente, el soberano, como lo espresaba en lacédula anterior, habia ordenado a su virrei delPerú "dispusiera que todos los indios chilenos, va-rones o hembras, que con pretesto de la esclavitudse hubieran vendido i sacado fuera de las provin-cias de Chile a la ciudad de los Reyes o a otrascualesquiera del Perú se recojiesen i fuesen redu-cidos a sus tierras".

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

Ix.

Pero el soberbio monarca de Espafa e Indiashizo todavía mas, pues ya que encontraba seriasdificultades para someter por la fuerza a los rebel-des araucanos, tuvo a bien perdonarlos.

"Usando de la piedad i clemencia que acostum-bro, decia al presidente de Chile en cédula de lamisma fecha que las mencionadas, i deseando laquietud i sosiego de mis vasallos de esas provin-cias, he resuelto dar la presente por la cual es mivoluntad remitir i perdonar, como por la presenteremito i perdono, a todos i cualesquier indios quehubiesen tomado armas contra mi ejército, así alos que al tiempo de los levantamientos i tumultosse conspiraron con los rebeldes, como a los mismosrebeldes. I mando que reduciéndose a mi servicioi obediencia todos jeneralmente, o aquellos que lohicieren de aquí adelante, sean dados por libresdel delito en que por ello hubieren incurrido con-tra mi real corona, que yo usando de mi potestadreal los perdono i doi por libres; i quiero que des-de el dia que fueren reducidos a mi obediencia,sean admitidos, amparados i patrocinados comovasallos mios. 1 mando a mi gobernador d capitanjeneral de las dichas provincias de Chile, i a miaudiencia de ellas, i a otros cualesquier mis juecesi justicias de las dichas provincias i de las del Pe-rú, i de otras cualesquier partes de las Indias, is-las i tierra firme del mar océano, que no procedancontra ellos con ningun pretesto, porque mi volun-tad es que no puedan ser cautivos, presos, moles-tados, ni acusados por el dicho delito, ni sus bie-nes, ni tierras tomadas ni embargadas, ni se pue-dan hacer, ni hagan procesos, ni dar sentencias al-

dots LOS PREeUSORES

gunas contra ellos, i si algunos autos estuvierenhechos o comenzados a fulminar contra cuales-quier de los dichos indios o sus caciques que ántesestaban de paz por cabezas de bandos o conspira-dores, los doi por ningunos i de ningun valor niefecto, como si no se hubieran hecho, ni ellos in-currido en los dichos delitos; i es mi voluntad quetodos los que se redujeren sean declarados porvasallos mios, i se les conserve en la franquiciai libertad que conforme a derecho i leyes de estosi esos reinos les está concedida a los que lo son;i para que esto sea notorio en todas partes, man-do se publique este indulto i perdon en las ciuda-des de Santiago ¡ la Concepcion de las dichas pro-vincias de Chile, i en las demas partes que con-venga, que así procede de mi voluntad".

X.

El gobierno de Madrid comenzaba a dar la ma-yor importancia a la guerra de Arauco, como secomprueba por una significativa declaracion quehizo poco despues.

"Teniendo presente que la guerra de Chile siem-pre se ha tenido por mui ardiente i ofensiva, re-putándola con igual estimacion a la que se profesaen los demas mis ejércitos, decia el rei por cédulade 20 de.febrero de 1663, he resuelto de declarar-la por guerra viva para que los militares que mesirviesen en Chile gocen de todos los honores iprivilejios que están concedidos a los ejércitos doEspaña, Italia i Flándes".

Probablemente el rei recibió malos informes delas aptitudes de don Pedro Porter Casanate paragobernar a Chile en tiempos tan calamitosos.

Lo cierto fué que el 9 de abril de 1662 le norm-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 369

bró un sucesor para que rijiese el pais interina-mente, miéntras se encontraba un militar idóneoa quien confiar en propiedad tan delicado i difícilcargo.

Cualquiera se imajinará que ya que se quitabaa Porter Casanate, talvez porque se creia que sutáctica i esperiencía de marino no eran las que senecesitaban en las circunstancias, se le reemplaza-se por algun veterano esperimentado en la especia-lísima guerra de Chile.

Pero estuvo mui léjos de ser así.El designado fué nada ménos que el obispo de

Concepcion don frai Dionisio Cimbron.¿Cómo podia elejirse, aunque fuera en calidad

de.suplente, a un prelado para dirijir campaias 1reconquistas?

La esplicacion de hecho tan sorprendente estápara mí en que el señor Cimbron había escritomucho en favor de los indijenas; i en que el go-bierno de España deseaba en aquel tiempo obte.ner la obediencia de los araucanos, no por la fuer-za, sino por la benignidad.

Sin duda temió que un militar prefiriera em-plear los medios violentos, i acabara de perderlotodo.

Los araucanos habían logrado hacerse respetaren la corte -de Madrid.

XI.

El nombramiento del obispo de Concepcion pa-ra presidente interino no produjo efecto, porque,aun ántes de que se espidiera la real cédula, yahabían fallecido en Chile el ilustrísimo don fraiDionisio Cimbron i el almirante don Pedro Por,ter Casanate.

LOS PRECURSORES

Esto dió oríjen a que el virrei del Perú nom-brara de presidente-gobernador, miéntras el sobe.rano proveia, a don Anjel de Peredo, quien conti.nuó con acierto la obra de pacificacion comenzadapor Porter Casanate, el cual habia sido equivo-cada e injustamente apreciado por el gobierno deMadrid.

En un resúmen de los autos do residencia devarios de los gobernadores de Chile, dirijido al reien 16 de agosto de 1668, por los oidores don Gas-par de Cuba i Arce i don Juan de la Pena Salazar,se encuentran, entre otras, las siguientes anotacio.nes.

"Pruébase que don Pedro Porter Casanate,cuando vino a gobernar despues del alzamientojeneral del alio pasado de 1655, se conservó lo me-jor que pudo, e hizo algunas poblaciones por en-tónces convenientes; i que don Anjel de Peredo, susucesor, en ménos de dos anos que gobernó, poblóla ciudad de San Bartolomó de Gamboa, asoladacon el dicho alzamiento, reedificando los templos,i la iglesia parroquial, un fuerte real, plaza de ar-mas 1 otras cosas menesterosas para que permane-ciese por ser la parte mas conveniente i el pasodel enemigo por donde peligraba esta ciudad deSantiago i sus partidos hastá la ribera de Maule".

"Don Anjel de Peredo conservó las muchasparcialidades que redujo en su tiempo, porque nopermitió que se cojiesen piezas".

XII.

El presidente-gobernador propietario que al finenvió el reí a Chile fué todo un jeneral de artiII-ria, don Francisco de Menéses, que había milita.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 371

do treinta aios en Flándes, Milan, Napóles i Ca.taluña.

El nuevo presidente podia ser un excelente mi-litar, pero era un pésimo gobernante, que no seasemejaba en nada a sus dos antecesores, parti-cularmente al último, que llevaba perfectamente sunombre de Anjel.

Menéses, por el contrario, era un hombre apa-sionado, arbitrario, despótico, que no guardabaconsideraciones a nadie, que no seguia otra lei quela de su capricho i de su conveniencia.

Así le pintan las crónicas nacionales; así apare-ce del resúmen de los autos de su residencia, que4ntes he citado.

El presidente Menéses no entregaba a los sol-dados los ausilios que el soberano les enviaba; pe-ro en compensacion les dejaba cometer todo lina-je de robos i de violencias para tenerlos gratos.

"Pruébase dicen los oidores que formaron elresúmen ántes mencionado, que los soldados en loscuatro años que gobernó don Francisco de Mené-ses han estado, i están, desnudos, descalzos de piói pierna, mal socorridos, descontentos, con pocosvestimentos i los mas de mala calidad, sin espa-das, i no bien armados; i que trescientos de ellos,pocos mas o ménos, los mejores, estuvieron en es-ta ciudad de Santiago i sus partidos, fuera de susbanderas, a la vista de dicho don Francisco deMenéses, casi los cuatro años que gobernó, permi-tiéndoles cometer delitos enormes de robos, sal-teamientos, matando, hiriendo, estuprando i otrosexcesos de malísimas consecuencias, sin que fue-sen castigados, ni sirviesen a vuestra real per-sona".

"Pruébase bastantemente que la forma en quese han distribuido los reales situados en los cuatro

LOS PREUBOI8RES

afios arriba referidos ha sido saber dicho donFrancisco de Menéses cuáles son los fardos de me-jores jéneros; i que se aparten para sí sin crecesningunas, haciéndolos traer a esta ciudad con lasmismas marcas reales que vienen de Lima, i ven-der la ropa por su cuenta en la tienda de merca-durías que manejaba en la plaza por FranciscoMartínez de Argomedo, cjue comunmente llama-han Del Gobernadr, ocasion de que los soldadosfuesen mal socorridos i anduviesen desnudos, des-calzos i muchos cubiertos con camisetas de indios;i como a la ropa que quedaba en la Concepcion pa-ra repartirles, se le echaban creces considerables,ellos estaban desesperados; i se ocasionaba a larepública que pensase i murmurase que la causade consentir que estuviesen fuera de sus banderascometiendo los dichos delitos con color de que sopertrechaban, era no ser socorridos ni pertrecha-dos enteramente".

"Los vecinos i moradores no estaban seguros ensus casas por los agravios i robos de los dichossoldados, que consentia i tenia junto a sí, hastaentrarse de dia en ellas i en las tiendas de los mer-caderes a pedir con libertad i descaro lo que ha-bian menester; i si algunos agraviados se quejabanal capitan, volvian bien arrepentidos i maltrata-dos de palabra".

Consta del mismo resúmen que el presidentelenéses se entroetia en todo, en los acuerdos de

los jueces, en las deliberaciones del cabildo, en loscapítulos de los frailes, i todo lo resolvia a su an-tojo.

"Las cosas de justicia, dice, no tuvieron masadministracion ni ejecucion, que lo que quería donFrancisco de Menéses".

Cuando algun juez resolvia algo que disgustaba

DE LA INDEPENDENCIA DE OME. -373

al presidente, éste se avocaba el asunto; i "usabaluego, dice el resúmen, de desterrar al dicho juez,de improviso, sin que mudase el traje, por manode los prebostes i soldados, con lástima i escánda-lo de la república".

"Andaba acompañado en la paz con ministrosde guerra, con armas de fuego i cuerdas encendi-das, amedrentando el pueblo, discurriendo de estasuerte las calles, unos corriendo a caballo i otrosa pié, quitando mulas i cabalgaduras ensilladas ienfrenadas,tsin dar razon para qué se quitaba loajenol.

Los eclesiásticos no fueron mejor tratados porel presidente Menéses, que los seculares.

£,El obispo de esta ciudad don frai Diego deHumanzoro, dice el resúmen, fué ajado con pala-bras públicas, injuriosas i de vilipendio, indignasde su dignidad i estado, i de ser referidas; i la cle-recía pasó el mismo trabajo".

",Los predicadores, agrega, predicaban con te-mor la palabra de Dios Nuestro Señor, porque in-terpretándoles los sermones, trataba con aprietoque fuesen desterrados, i que tambien saliese elreverendo obispo".

Estas rencillas con el obispo i los predicadoresdimanaron de las pueriles etiquetas que solianpromoverse entre la autoridad civil i la eclesiás-tica.

Voi a presentar un ejemplo que basta para daridea de lo que sucedia.

"En 30 de junio de 1667, estando en acuerdoreal de justicia, es a saber: el señor presidentedon Francisco de Menéses, i los señores doctoresdon Gaspar de Cuba i Arce i don Juan de la Pe-ña Salazar, oidores, i don Manuel de Leon, fiscal,i conferídose largamente los inconvenientes que se

Z574 LOS PRECOURSORES

seguan cada dia de haberse omitido por los pre-dicadores en algunas ocasiones por las dilijenciase instancias del señor obispo don frai Diego deHumanzoro el captar la venía a la real audienciacon el título de Mui Poderoso SeAor, como ha sidocostumbre desde la fundacion de dicha real au-diencia en ejecucion de las cédulas que en esta ra-zon lo determinan, despachadas para las realesaudiencias de los Reyes i de Chárcas, pretendien-do dicho señor obispo no se captase en su presen-cia, como lo ha hecho llamando a su casa a losprelados de las relijiones, a quienes se lo ha orde-nado, i reprendido gravemente a los predicadoresque llevados de la costumbre i de la leí, han he-chlo a la real audiencia tan debida venia por lainmediata i vista representacion que tiene de SuMajestad; i considerando que el señor obispo, nosolo ha opuesto los inconvenientes referidos en po-cá veneracion de esta audiencia, sino que en unode los sermones de la octava del Córpus, que dichoseñor obispo predicó, sin hacer jénero alguno decortesía, pasó en la salutacion a decir palabrasmii indecentes, quejándose de que no le habianconvidado, sobre lo cual dijo:-que los oidores sehabian ýentrado riendo en la iglesia;-i añadió el de-cir:-¡ yo me rio de ellos, a que habia precedidoque al entrar en la iglesia, i héchole la reverenciaque acostumbran con grandes sumisiones i corte-sías, dió grandes voces, que escandalizaron mucho,llamándolos:-¡ GIrandes socarrones! i otras pala-bras correspondientes a éstas, que ejecutorian lapoca atencion i buena urbanidad que ha tenidocon esta real audiencia, habiéndosele dado por es-ta real audiencia un lleno de atenciones i corte-sías. I porque no se falte en manera alguna a lasque se deben a tribunal tan superior, unánimes i

DE LA INDEPENDENMA DE CHILE.

conformes fueron de parecer que el señor doctordon Juan de la Peña Salazar llame a los preladosde las relijiones de órden de este real acuerdo, iles advierta manden a sus súbditos que en las fes-tividades que predicaren, presente la real audien-cia, guarden la costumbre, captando en primer lu-gar la venía con el titulo de Mui Poderoso Sego,i despues la puedan pedir al señor obispo si qui-sieren" (1)

El gobierno del presidente Menéses, a causa desus procedimientos arbitrarios i despóticos, fuéuna serie continuada de rencillas con todos i sobretodo.

XIII.

Habría sido mui raro que un gobernante deaquella especie hubiera tratado con humanidad alos desventurados indijenas.

1 en efecto, apretó con mano de hierro, no soloa los rebeldes, sino tambien a los sumisos.

Aprovechándose de las ventajas obtenidas porsus dos antecesores, i prosiguiéndolas por su par-te, impuso la paz a los araucanos.

En cuanto a los pobres indios de encomienda,toleró la continuacion de los inventerados abusos,i los agravó todavia.

Veamos lo que sobre esto contiene el resúmende los autos de su residencia, que ya he citadoántes.

"Los indios naturales no fueron amparados ensu libertad, ántes don Francisco de Menéseg losentregaba a sus encomenderos para congratular-

(1) Libro de votot & la Audiena de Santiago de Chile, acuerdo de30 de jtmio de 1667.

aJy LOS PRECURsORES

los, quitándolos de donde estaban i querian servir,facultad que les da la real tasa de Vuestra Majes-tad; i algunos de éstos, como otros oficiales quetrabajaban para sustentarse, los sacaban maltra-tados, heridos i aporreados los ministros de gue-rra para que todo el año trajesen nieve de la cor-dillera para el regalo del gobernador; i el que que-daba pagaba al ministro o soldado aquello con quese habia de sustentar".

"No pidió noi solicitó que a los dichos indios seles administrase la doctrina cristiana, como lo hi-Cieron sus antecesores".

Este exceso de opresion habia anonadado a losindíjenas; pero la dureza con que se les tratabaera tan cruel, que evidentemente no se conforma-ban de buen grado con su suerte, i aguardabananhelosos cualquiera oportunidad de recuperar lalibertad i de castigar a sus tiranos.

Tal fué una de las principales consideracionesde que,se valió la audiencia, en uno de los lancesapurados en que se halló el presidente en¿ses,.para salvarle de las censuras eclesiásticas que seiabían fulminado contra él.

El presidente Menéses habia inferido un agra-vio feroz al veedor jeneral don Manuel de Men-doza, sin otro motivo que el de haber éste preten-dido contenerle en la manera fraudulenta de dis-tribuir el situado.

Mlendoza, que era arrebatado, buscó ocasion devenoarse.

Cierto dia, que el presidente pasaba cerca de laiglesia de San Juan de Dios con un ayudante, elimplacable veedor, que le acechaba emboscado conotras personas, le tiró varios pistoletazos, que hi-riron a ienéses gravemente, pero sin causarlela muerte.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 377

Por el contrario, el presidente se defendió convalor, i obligó a su adversario a buscar un asilo enla inmediata iglesia.

Sin respeto al lugar sagrado, don Francisco deMenéses no tardó en arrebatar de allí, por mediode una tropa de soldados, a Mendoza, a quien, se-gun un cronista, "hizo pasear por las calles vestidode coles, rapadas cej as, cabellos i barba, o comootros dicen, a media rasura, tratándolo como a lo-co" (1).

El veedor fué en seguida ajusticiado, pagandocon la muerte su criminal intento.

La autoridad eclesiástica, que tenia serios mo-tivos de queja contra el presidente, no desperdicióla ocasion de hacerle esperimentar su poder.

El comisario del Santo Oficio fulminó escomu-nion contra don Francisco de Menéses, por haberviolado el asilo del templo, i contra los ministrosde justicia i los soldados que habian estraído aldesgraciado Mendoza, i ejecutado en él la pena demuerte, esponiendo al público sus nombres en unatablilla.

La medida no podia ser mas grave.Concurramos ahora a la sesion de la audiencia

en que se trató de este asunto."En la ciudad de Santiago de Chile en 22 de

octubre de 1667, los señores doctores don Juan dela Peña Salazar, oidor de esta real audiencia, idon Manuel de Leon Escobar, fiscal de ella, estan-do en el real acuerdo de justicia, a donde se jun-taron para el efecto de llamar al comisario delSanto Oficio doctor don Francisco Ramírez de

(1) Córdoba i igueroa, IistoÍia de Chile, libro 6, capítulo 5. Esteautor llama al veedor don Manuel Pacheco, agregando que fué miiiamigo de su abuelo Fernando'de Mier; pero la audiencia le nombra donManuel de Mendoza. Talvez el veedor usaba los dos apellidos.

48

-Ut5 LOS PREICURSORES

Leon, en conformidad de lo resuelto en junta par-ticular que el señor presidente don Francisco deMenéses, gobernador i capitan jeneral de este reino,hizo en las casas de su morada, en que asistierondichos señores i los licenciados don Juan del Po-zo i Silva, don Juan de la Cerda i Contréras i donJosé González Manrique, abogados de la real au-diencia; i habiendo venido el dicho comisario delSanto Oficio, los dichos señores le advirtieron ab-solviese al señor presidente de las descomunionesen que le tenia declarado por incurso, i fijado enla tablilla con todos los soldados pagados, justi-cías í demas personas í cabos del real ejército queacompañaron a Su Señoría en la ejecucion de lapena de muerte que por su mandado se dió ayer21 del corriente al veedor jeneral don Manuel deMendoza por el desacato calificado de alevosía isacrilejio de haber querido matar al sefor presi-dente con armas ofensivas i defensivas, embistien-do por detras i en sagrado, con palabras desacata-das, con acompañamiento de otras personas quetenía prevenidas, disparándole pistoletazos, i he-rido con efecto en diversas partes del cuerpo; ique asimismo se había pasado a poner entredichoal tiempo. de dicha muerte i castigo que se hizo enel dicho veedor jeneral, con tales demostracionesque parecia haber grande exceso por no ser en co-sas tocantes a la fe, i no hallarse dicho comisariocon título alguno, mas que el de comisario cance-lario; lo cual, junto con los inconvenientes i escán-dalos graves que ocasionaban las censuras i entre-dichos, debian advertírselo con la eficacia que elcaso requiriere por ser todo en ofensa de la pazpública, especialmente en reino de guerra, a don-de los enemigos de las fronteras i los domésticosestán previniendo siempre traiciones i levanta-

DE LA INDEPENDENCUA DE CHLE 379

mientos; i asimismo los soldados se hallaban sinlos espedientes i órdenes necesarias por los impe-dimentos de censuras que se les ponian para la co-municacion con el señor presidente, pasando estosdisturbios i desasosiegos en tiempo de levas, icuando está Su Señoria con el pié en el estribo pa-ra irse a las fronteras del enemigo, para lo cualson necesarias muchas prevenciones, que todas seimpiden, i en cualquiera de ellas que se retarde,puede haber algun mal suceso por las ordinariascontinjencias de la guerra, en que no podrá servirde disculpa al señor presidente el entredicho pre-sente por la razon superior i natural de cuidar delas armas de este reino, que el Rei Nuestro Señor(que Dios guarde) le tiene encargadas. I habien-do dicho todo lo referido con la advertencia de es-tos inconvenientes, i hecho al señor comisario va-rias instancias acerca de los inconvenientes detener fijado al señor presidente por descomulgado,i a las demas personas, particularmente excedien-do en no haber admitido las defensas legales alseñor presidente, no queriendo admitir sus escri-tos, i cesando ya, como cesa, el fin de las descomu-niones por no tener remedio alguno, i quedando,como queda, en su voluntad la cuenta que puededar al tribunal de la Santa Inquisicion sobre lasmultas pecuniarias. A todo lo cual respondió di-cho comisario varias veces que daria la respuestaal señor doctor don Juan de la Peña Salazar paralas dos o tres de la tarde, porque habia menesterpensar lo que podria hacer" (1).

Indudablemente, el comisario de la Inquisicionlevantó la escomunion, pues de otro modo, el al-

(1) Libro de votos de la Audiencia de Santiago de Chile, acuerdo de22 de octubre de 1667.

00Y LOS PRECURSORES

boroto i el escándalo habrian sido tan grandes,que los cronistas nacionales no habrian callado elhecho; i miéntras tanto, Córdoba i Figueroa, elúnico que parece hacer alguna alusion a este inci-dente, se limita a decir: "Al veedor de la iglesiale sacaron, i pusieron en arresto con suficiente cus-todia, no sin estrépito con tezcioso" (1).

He mencionado este suceso especialmente parapatentizar que el temor de un alzamiento aun delos indios pacíficos era tanto, que en una circuns-tancia dificil i solemne, la audiencia no trepidabaen invocarlo para hacer renacer la concordia en-tre las autoridades civiles i eclesiásticas.I a la verdad, como la guerra de Arauco, mas o

ménos jeneral, no cesaba mas que por tempora-das, el espectáculo de tan heroica i eficaz resisten-cia mantenia siempre inquietos a los indios do-mésticos del norte, que no podian conformarsecon su dura suerte.

XIV.

He ido recordando diferentes cédulas por lascuales el monarca ordenó que se devolviera la li-bertad a los indi.jenas de Chile, i que ésta fuerarespetada como la de sus otros vasallos.

Sin embargo, se ve por la lei 16, título 2, libro6 de la Ieoopilacion de Indias, que en 12 de juniode 1679, todavía eran tenidos en este país comoesclavos: por el derecho de guerra, los indios apre-sados en los alzamientos; por el derecho de servi.dumbre, los de tierna edad que eran eojidos en losmismos alzamientos, los cuales debian servir has-ta los veinte aios i en seguida quedar libres; i por

(1) Crdoba i Figueroa, IRistoria de Chile, libro 6, capítulo 5.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. M I

el derecho de usanza, los que eran vendidos porsus padres i parientes.

Cárlos II anuló todos esos derechos, i por lacentésima vez declaró a los indíjenas de Chilehombres libres, como cualesquiera otros de susvasallos.

Pero si aquel monarca restituia la libertad a losaraucanos, no era por cierto de un modo llano isencillo.

Cárlos II, acojiendo una idea que ya muchosaños ántes habia sido acariciada por varos con-quistadores, quiso desterrar en masa a los arauca-nos, como los reyes sus antepasados lo habian eje-cutado con los judios i los moriscos.

« «Para obviar el inconveniente de que los indiosde las provincias de Chile abusen de esta libertad ivuelvan a la idolatria, i a incorporarse con los ene-migos, decia en 12 de junio de 1679, mandamos a losgobernadores que los hagan trasportar a todos a laciudad de los Reyes en cada ocasion que se hubie-re de ir por el situado que está señalado en lascajas reales de ella, para el sustento del ejércitode aquel reino, sin embargo de estar ordenado quetodos los indios, varones i hembras, vendidos enaquel reino i otras partes, fuesen reducidos a sustierras, por, cuanto nuestra voluntad es que, comova, espresado, se trasporten a Lima, pues lleván-dolos a mejor temple de tierra, irán sin riesgo desu salud i vida. I mandamos a los virreyes de lasprovincias, del Perú que como se fueren remitien-do los dichos indios, los repartan en las encomien-das; o si el número fuere grande, los encomiendende nuevo.»

Como se ve, Cárlos II decretaba la libertad delos indios para tener ocasion de espatriarlos.

Esta disposicion fué recibida con el mayor rego-

572 LOS PECURBsOREs

cijo en el Perú, donde el trabajo habia devoradouna gran parte de la poblacion indijena. Los pe-ruanos necesitaban esclavos a toda costa, i el reiles proporcionaba una abundante provision. Esta-ban habituados a comprar a un precio mui subidolas partidas de indios que se les remitian desdeChile: la munificencia del monaaca se los dabaahora grátis. El regalo era espléndido, verdadera-mente rejio.

En la relacion o informe pasado en 1681 por elvirreí del Perú don Melchor de Liñan al duquede la Palata, su sucesor en el mando, se lee lo quesigue: «Al seior presidente de Chile, se le ha escri-to sobre este particular (la libertad de los indios isu remision al Perú), quien se halla con los mis-mos despachos que se remitieron al gobierno; i nodudo que el presidente habrá cumplido con estaórden, porque al gobierno no han llegado quejas,i será mui importante se esté a la mira para quesi fuese necesario, se aplique cuanto conduzca alcumplimiento de esta resolucion tan santa". (1)La resolucion que se calificaba de santa en elPerú fué considerada en Chile como el colmo dela injusticia. Los indios constituian la principal ri-queza de los colonos, i nadie queria desprendersede ellos. Dar de comer a alguno, o adjudicarle in-dios, eran, como ya lo he dicho, espresiones sinóni-mas. Así el anuncio de la espulsion que se proyec-taba causó una alarma jeneral.

El presidente don Juan Henriquez representóen el acto a la corte, en 6 de diciembre de 1680,que la traslacion de los indijenas equivalia a sutotal destruccion por el opuesto temperamento delpunto de su destino i del de su partida, lo que lle-

(1) AMe,norias de loa vireyes d« Porú, tomo l*., pjina 815.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 383

gaba hasta el estremo de que las frutas que allá seproducian no habían podido introducirse acá afuerza de industria; que estaba seguro que si seproponia a los indios la libertad con la trasporta-cion, o la esclavitud sin ella, preferirian induda-blemente la segunda; que los indios poseídos comoesclavos estaban casados con indias naturales deSantiago i demas ciudades del reino, i que comotenían familias, sería menester espatriarlas conellos para no atentar contra la santidad del matri-monio i romper los vínculos de la patria potestad;que Chile necesitaba especial asistencia para suconservacion por mantener una guerra interior ca-si continua, i por hallarse tan espuesto a las inva-siones de los enemigos europeos, deseosos de esta-blecer colonias en su territorio; que si se ejecutabala medida decretada, la tierra quedaria sin pobla-cion, i los campos sin cultivo; i que el trasporte detantos indios ocasionaria gastos inmensos al erario,porque viniendo fletados solo hasta Chile los bu-ques que traían el situado, sería necesario, desdeque se les despachase con carga, pagarles la vuelta,para lo cual no había absolutamente fondos.

Las razones alegadas influyeron en el ánimo delmonarca, quien por cédula espedida en Madrid a19 de mayo de 1683, revocó la traslacion ordenadapor él mismo; dispuso que los indios esclavos aquienes había dado la libertad i estuviesen reduci-dos no pagasen tributo por el término de diez añoscontados desde 1679; concedió a los que se some-tiesen voluntariamente, igual esencion por otrosdiez años contados desde su reduccion i conver-sion, en la intelijencia de que, pasados estos térmi-nos, todos ellos debian pagar el correspondientetributo a la corona, a la cual los declaraba incor-porados.

00 LOS PREMUSORES

Esta real cédula dejó las cosas en el estado queántes tenian.

Cualquiera comprenderá, sin que sea necesariodecirlo, que solo fué cumplida en la parte que re-vocaba la traslacion de los indíjenas; i que los in-dios esclavos declarados libres, i los que en ade-lante se cojieron en la gierra, fueron incorporadosen las antilguas encomiendas, donde prestaban losmismos servicios, i ejecutaban los mismos trabajos,que los otros naturales.

XV.

A pesar de las reiteradas i terminantes declara-ciones del monarca, la idea de que miéntras no sedisolviera la poblacion araucana, no so obtendriajamas una paz duradera, i no se evitaria el peligromui efectivo que amenazaba a todo el país, tuvosiempre los mas fervorosos defensores.

yoi a presentar un ejemplo mui notable de se-meqante opinion.En 1684 era presidente-gobernador de Chiledon José de Garro, que mereció de sus contempo-

ráneos el renombre de Santo por sus esclarecidasvirtudes i la bondad de su carácter.

Ró aquí lo que este hombre honrado osaba pro.poner al rei en carta de 7 de enero de aquel aío."Hai solo dos medios para la pacificacion deArauco, decía; uno, el de la guerra, que es el masagrio, donde es vario el suceso; i otro, el de la cau-

tela, que lo tengo por mas a propósito i seguro, iéste será facil de conseguir haciendo una convo-cacion jeneral, i apresando en ella a todos los ca-ciques, indios i principales en una plaza o en mu-clas; porque en faltándoles las cabezas, se acobar-dan; i enviando a los españoles a conducir sus fa,

DE LA INDEPENDENCIA DE CUlLE. 385milias, ganados i caballos, reduciéndolos con elloáa donde sean mantenidos en política; pero paraconseguirlo por cualquier modo de paz o de gue-rra, es necesario anticipar la provision de solda-dos í municiones respecto de la flaqueza de esteejército por componerse solo de mil setecientas i no-venta i nueve plazas, divertidas en presidios ines-cusables, como consta de la muestra que pasé en17 de noviembre de 1683, de que remito certificacien del veedor jeneral."

El rei contestó a esta proposicion como siguepor cédula de 19 de noviembre de 1686,

(gHabiéndose visto en mi junta de guerra, deIndias, ha parecido deciros se ha estraiado mu-cho lo que proponeis acerca de apresar los ~a-ciques, porque ningun engalío es medio justo <nirelijioso por faltarse en él a la fe pública, i asi ohareis novedad en la forma de la buena corres-pondencia que se tiene con los indios.

"En lo que mira a la falta de jente de ese ejér-cito, por despacho de la fecha de hoi, ordeno a mivirrei de las provincias del Perú, que, correspon-diéndose con vos, disponga en la mejor forma quepareciere, reclutar las compañías de soldados sen-cillos hastaí cuatrocientos o quinientos hombres,i en las de caballería, ciento, para que se repartaesta jente en puertos i presidios marítimos, i enlas plazas mas vecinas a la cordillera donde vivenlos indios para tener en ella alguna parte de caballería e infantería con un cabo principal parasujetarlos en la obediencia i respeto que deben te-ner, tratándolos bien, i procurando enseñarles lalei evanjélica i las letras, tratando i comunicandocon ellos, fuera de armas o cosas semejantes, doque se pudieren servir contra esa milicia, mis súb-ditos i pueblos; pero en cuanto a que tengan ca-

49

LOS PRECURSORES

ballos, no lo prohibireis, porque podrán servirsede ellos para la agricultura, i tambien se facilita.rá sacar de aquellas montañas caballos de grantrabajo que puedan servir en el llano, i contra losmismos indios, a quien no serán tan útiles parael combate en la aspereza de las montañas, ni sa-brán con su jénero de armas servirse bien deellos, porque sería disgustarlos i agraviarlos elquitárselos, i mas si tienen casta de ellos en susmontañías i habitaciones; i si fuere necesario, elreformar algunas compañías por el corto númerode jente de ellas, lo confirireis asimismo con di-cho mi virrei del Perú, a quien tambien ordenoos remita doscientos i cincuenta quintales de pól-vora, i cuide mucho de que estén bien prevenidosi amunicionados de todo lo necesario los presidiosde ese reino.

"Tambien tengo resuelto se os remitan en laprimera ocasion que se ofrezca, quinientas carabi-nas cun sus frascos i bandolas, quinientos hierrosde picas i doscientos hierros de partesanas, quedecis en la carta citada son necesarios en el ejér-cito por la falta que hai de estos jéneros; i asinis-mo dos mil granadas respecto de que el alo de1681, no se remitieron a ese reino sino mil i qui-nientas, por lo que conviene a mi servicio esté esereino i los presidios de él con las prevenciones íresgu.ardos necesarios; i se queda haciendo la di-lijencia con el capitan jeneral de la artillería deEspafa, para la provision de las armas referidas;i de lo que en razon de todo ejecutáredes, me da-reis cuenta en la primera ocasion que se ofrezca."

Como se ve por la cédula que acaba de leerse,el gobierno español, a pesar de las indicacionescontrarias de muchos de sus ajentes en América,i de la oposicion de los españoles avecindados en

DE LA INDEPENDENCIA DE CTILE. 387

los dominios'del nuevo continente, perseveró enel buen propósito de que se tratara con la posiblehumanidad, no solo a los indíjenas de paz, sinotambien a los de guerra.

XVI..xv"

Ajustándose a este plan, el soberano espidió en21 de junio de 1693, una cédula jeneral para todossus dominios americanos, que fué comunicada aChile i mandada observar en este país, por la cual"concedia a los indios la facultad de pagar a suarbitrio los tributos en reales, o en jéneros i frutosdé los que abundan i cojen en sus provincias, i alos precios correspondientes que tenian en ellas re-gularmente."

Sin embargo, el soberano autorizaba a sus re-presentantes en el nuevo mundo «para que en casode esterilidad, o excesivos precios de los frutos, odemasiada flojedad de los indios», pudieran exijira éstos los tributos precisamente en produccionesde la tierra.

Adviértase que esta disposicion mui terminantequera que en todas las circunstancias pagasen sucontribucion, o en dinero, o en frutos, mas nuncacon jornales, o sea con servicio personal.

Pero en Chile, los encomenderos acataban al reícomo a un semidios, ménos en lo que perjudicabaa su avaricia, i continuaron por lo tanto en cobrara los infelices indijenas un tributo, no de dinero ofrutos, sino de sudor, de vida, por decirlo así.

El rei mismo consigna en el documento que pa-so a copiar datos bastante curiosos i especificadossobre el asunto de que estamos ocupándonos.

"El Reí Presidente i oidores de mi audiencia

MS LOS PariMMBOZO

de la ciudad de Santíago en las provincias de Chi-le. Don frai Diego de Humanzoro, sindo obispode la iglesia catedral de esa ciudad, dió cuenta,entre otras cosas, en diferentes cartas que escribiódesde el aflo de 1662 hasta el de 1670, que el ma-yor cuidado que le fatigaba el tiempo que sirvió suiglesia, fué procurar el remedio del servicio perso-nal de los indios de ese reino por las violencias iagravios que les hacian sus encomenderos, tratán-dolos peor que a sus esclavos, tiranizándoles la li-bertad, i no pagándoles la cuarta parte de lo quemereda el trabajo en que los empleaban de dia ide noche, sin reservar los dias de fiesta, ni darleslugar a que aprendiesen la doctrina cristiana, nia sus curas que se la enseñasen, ni querer tuvie-,en parroquias en donde se depositase el santísimosacramento para podérselo suministrar en hora4que no se pudiese decir misa i consagrarse las for-mas necesarias para ello, motivo por que los masde los indios morian sin este sacramento, i mu,elos sin confesion, con lo distante de las estanciasen que los tienen los encomenderos, i no quereréstos se llame a tiempo al cura por no sacar deltrabajo al mensajero, sin otros mil penjuicios quepor menor espresó se hacian a dichos indios. 1 ha.

iéndose visto en mi consejo de las Indias, con loque esa audiencia me representó en carta de 18 desetiembre de 1668 satisfaciendo al encargo que sele hizo por cédula de 6 de mayo de 1665 sobre elbuen tratamiento de los indios, i con lo que en ór.den a este punto escribieron el cabildo secular deesa ciudad i la relijion de Santo Domingo, i lo queen razon de todo dijo i pidió el fiscal en el dichoconsejo, ha parecido ordenaros i encargaros (comolo hago) pongais especialísimo cuidado en casti-gar los desórdenes, así de los encomenderos, como

DE LA INDEPENDINCIA DE CHILE. 389

de otras cualesquier personas contra los dichos in-dios, imponiendo a los particulares rigurosisimaspenas, i a los encomenderos privacion perpetua desus encomiendas. 1 asimismo hareis se ejecute iobserve lo dispuesto por la le¡ 1., titulo 16, libro6, i cédulas reales espedidas sobre este punto, pro-cediendo en todo con autos, que remitircis al dichomi consejo. I del recibo de esta mi cédula, i de loque en su vista ejecutáredes, me ireis dando cuen-ta en todas las ocasiones que se ofrecieren. Fechaen Madrid a 26 de noviembre de 1696.- Yo eZRei.-Por mandado del Rei Nuestro Sefior, DonAntonío de Uvillas i Medind".

Fácilmente se comprende que los encomenderos,tan obedientes i sumisos en todo lo demas a, lasdisposiciones reales, se opusieran con todas susfuerzas, no digo a la abolicion, sino aun al endul-zamiento del servicio personal en la forma que lohabia determinado la ordenanza de 17 de julio de1622, porque el trabajo de cada indio les dejabauna ganancia mui considerable.

El fiscal de la audiencia de Santiago, don Gon-zalo Ramírez Baquedano, en una representaciondirijida al rei en 25 de abril de 1696, aseguraque "a los encomenderos se les siguen mui creci-das utilidades con el servicio personal de todo elañio, así en las labranzas, crianzas i iatanzas, co-mo en tascar i labrar cáiamo, i curtidurías de cor-dobanes, pues cada indio les estará, por mas dedoscientos pesos".

Era entónces evidente que no les conveniareemplazar esta pingüe entrada, por el tributo deocho pesos i medio fijado por la ordenanza de 17de julio de 162-2.

I esta es la ocasion de dar a conocer un nuevoejemplo del modo injustificable i contrario a, todas

390 Los PREORBUoMB,

las doctrinas i costumbres con que en este asuntose desobedecian las órdenes reales.La ordenanza mencionada fijaba para los indi-jenas de las jurisdicciones de la Serena, Santiago,Chillan i Concepcion en ocho pesos i medio el tri-buto que debian pagar, habiendo de distribuirseesta suma entre el enconliendero, el doctrinero, elcorrejidor i el protector.

Ahora bien, el fiscal Riamiírez Baquedano espo-ne en la representacion citada que tal disposicionno se habia cumplido jamas, que se cobraba a ca-da indíjena un tributo de diez pesos, i que la au-diencia habia mandado que se respetase esta prác-tica.

El re, por cédula espedida en Madrid a 16 dejulio de 1700, torné a ordenar que el tributo fuesesolo do ocho pesos i medio; i aprovechó la oportu-nidad para espresar su desagrado por la conser-vacion del servicio personal a pesar de tantas rea-les decisiones en contra. Si no se cumplen lasleyes relativas al tributo, decia, "me daré por de-servido, i será materia de mi real indignacion, nohabiendo sido de ménos entidad i estraieza haberllegado a entender que los indios se mantienen to-davía en el servicio personal contra tan repetidasórdenes ¡ disposicion de leyes, a cuyo fin por undespacho de la fecha de éste, doi comision paraque haga ejecutar su puntual observancia en ali-vio de los indios a don Alvaro Bernardo de Qui-ros, oidor de esa audiencia, la cual ha faltado enel todo de mi mayor cuidado en la observancia delo que tan justificadamente tengo mandado".

A desp1cho de una resolucion tan terminante ide una reconvencion tan severa como la que acabade leerse, se ve por una real cédula de 26 de abrilde 1703 que todavía se continué cobrando el tri-

DE LA INDEPENDENCIA DE CILE. 391

buto de diez pesos, por lo ménos a los yanaconas,o indios no establecidos en una reduccion.

Probablemente a consecuencia del conocimien-to de este abuso, el rei anuló por otra cédula deigual fecha varias provisiones en las cuales el go-bernador Marin de Poveda, contra lo espresamnen-te determinado por las leyes, habia señalado a losindios como residencias i pueblos las haciendas delos encomenderos.

Lo mencionado me parece que bastará para dara conocer como se trataba de obra a los indíjenas,así en Chile, como en toda la América.

XVII.

Miéntras tanto, el rei no se cansaba de manifes-tar en el tono mas solemne que sus vasallós de unoi otro mundo eran completamente iguales, i quedebian ser atendidos dela misma manera.

Cárlos II espidió en Madrid el 22 de marzo de1697 una real cédula que contiene varias i categóri-cas declaraciones de esta especie.

En ella recuerda "las leyes i cédulas mandadasdespachar por los señores reyes sus projenitores ipor él mismo encargando el buen tratamiento, am-paro, proteccion i defensa de los indios naturalesde la América, i que fuesen atendidos, mantenidos,favorecidos i honrados como todos los demas vasa-llos de su corona."

Despues lamenta que "siendo tan conveniente elpuntual cumplimiento de aquellas cédulas al bien

úblico i utilidad de los indios, i al servicio deDios i suyo, se haya detenido la práctica i uso deellas por el trascurso del tiempo."

A continuacion decide que "a los indios princi-pales, que llaman caciques, i a sus descendientes,

MIg2 Lus PRCURSORES

se los deben todas las preeminencias i honores, asíen lo ecleciástico como en lo secular, que se acos-tumbran conferir a los nobles llijosdalgo de Casti-lla, i pueden participar de cualesquier comunidadesque por estatuto pidan nobleza; pues es constanteque éstos en su jentilismo eran nobles, i a quienessus inferiores reconocian vasallaje i tributaban,había especie de nobleza, todavía se les conserva iconsidera, guardándoles en lo posible sus antiguosfueros o privilejios, como as se reconoce por todoel titulo de los caciques, que es el 7 del libro 6 dela iRecopílacion, donde, por distincion de los indiosinferiores se les dejó el señorío con *nombre de ca-cicazgo, trasmisible de mayor en mayor a sus pos-teridades, inhibiendo en sus causas a las justiciasordinarias, con privativo conocimiento de las au-diencias-"

Asimismo resuelve, como era lójico, que a "losindios ménos principales i descendientes de ellos,i en quienes concurre la puridad de la sangre co-mo descendientes de la jentilidad, sin mezcla deinfeccion u otra secta reprobada, a éstos tambiense les debe contribuir con todas las prerrogativas,dignidades i honras que gozan en España los lim,pios do sangre, que llaman de estado llano."Conforme a estos principios, "atenderé i premia-té siempre, decia el reí, a los descendientes de in-dios jentiles de unos i otros reinos de las Indias,consolándolos con mi real amparo i patrocinio pormedio de los prelados ecleciásticos i demas minis-tros del santo evanjelio, virreyes, audiencias i de-mas gobernadores de todas las ciudades, villas iugares de aquellos reinos para que los aconsejen,gobiernen i encaminen al bien principal del cono-cimieato de nuestra santa fe católica, su observan-cia i vida política, i a que se apliquen a emplearse

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 393

en mi servicio i gozar la recomendacion que en élcorrespondiere al mérito i calidad de cada uno,segun i como los demas vasallos mios en mis dila-tados dominios de la Europa, con quienes han deser iguales en el todo los de una i otra América."

Las declaraciones precedentes puede decirse quefueron puramente doctrinales.

Los resultados positivos que produjeron en lapráctica fueron, o mui insignificantes, o nulos.

¿Cuántos individuos de sangre indijena obtuvie-ron en la época colonial distinciones o empleos demediana importancia?

No hai que hacer prolijas investigaciones paracontestar a esta pregunta... En rigor, las declaraciones de la cédula de 22de marzo de 1697 sirvieron solo para resolver al-gunos de los casos que figuraba la fecunda in-ventiva de los jurisconsultos españoles.

Pérez de Lara habia propuesto, verbi-gracia, ensu obra De Aniversaris, la duda de si los hijos deespañoles antiguos i nobles que casaron con muje-res indias, mestizas o mulatas en los países deAmérica podrian ser admitidos al sacerdocio,, a losbeneficios i dignidades eclesiásticas i a los cargos ioficios públicos (1).-

La cuestion ofrecia sus dificultades, porque se-gun la doctrina de los doctores Simáncas i Calde-ron, se requerian por lo ménos doscientos afños deconversion en los ascendientes de aquel que queriaprobar que era cristiano viejo, i ser tenido por tal.

Efectivamente, Pérez de Lara resolvia la dudaen contra de todos aquellos que tenian el vicio in-jénito de que corriesen por sus venas algunas go-tas de sangre india,

(1) Pérez de Lara, De Aniversariís, hbro 4, nfimero 140.

íjv% LOS PRECURSORES

El afamado doctor don Juan de Solórzano Perei-ra sostenia una opinion opuesta en su Política-In-diana, cuya primera edicion apareció en 1649.

Segun él, la doctrina de Simáncas i Calderon nopodia aplicarse a los indios, porque ella se referiaa los descendientes de judíos i de moros, i no dejentiles.

Mas ardua era todavía la cuestion de saber síalgunos de los naturales de América tenian no solosangre limpia, sino tambien noble.

Solórzano Pereira decide que en jeneral debianconsiderarse villanos, escepto aquellos que veniande emperadores, incas o caciques (1).

Pero todo esto era opinable.Cárlos II resolvió definitivamente todas las difi-

cultades.A esto puede decirse que se redujo la utili-

dad práctica de la real cédula de 22 de marzo de1697.

XVIII.

Mui absoluto i mui venerado era el soberanode la España i de las Indias; pero por mas leyesque diera, no era empresa fácil destruir con sim-ples declaraciones escritas en un papel, aunquefuera firmado por su real mano, la desigualdadarraigada que se liabia establecido entre la razaconquistadora i la conquistada, entre los amos i lossiervos.

A despecho de todas las cédulas del monarca,los infelices naturales del nuevo mundo habian decontinuar siendo para los españoles i sus deseen-

(1> Solórzono Pereira, Polilica Idiana, libro 2, capítulo 29.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

dientes, los perros indios, nacidos para la obedien-cia i el trabajo, apénas dignos de recibir el bau-tismo al nacer i la absolucion de sus pecados almorir.

Precisamente mui pocos años ántes de la realcédula de 22 de marzo de 1697, habia ocurridoen Santiago un suceso que manifiesta el profundodesprecio con que se miraba a los indijenas.

Yoi a dar a conocer ese hecho, notabilísimo pormas de un aspecto, que importa una verdaderarevelacion de lo que era la organizacion social ipolítica de las colonias hispano-americanas, pu-blicando una relacion de él que se encuentra con-signada en uno de los libros de la audiencia.. "En 9 de febrero de este año de 1693, estando

en el real acuerdo de justica el señor presidentedon Tomas Marin de Poveda, i oidores de estareal audiencia, es a saber, los señores licenciadodon Diego de Zúfñiga i Tovar i doctor don JoséBlanco Rejon, presente el señor licenciado donGonzalo Ramírez Baquedano, fiscal de ella, elseñor licenciado don Diego de Zúñiga i Tovarpropuso a dichos señores que habia sido informa-do de personas de todo crédito i satisfaccion, ce-losas del bien comun, i especialmente del lustre ibuena reputacion de cierta familia honrada de estaciudad, para que se pusiese el remedio en la for-ma que mas convenga, de un indio harpista imaestro de música, cunco, llamado don Juan. Conocasion de la entrada que tiene en el lugar paraenseñar las niñas doncellas i principales en algu-nas casas recojidas i honradas, i la continua co-municacion que tiene con ellas mediante la dichaenseñanza, junto con la satisfaccion de sus padresi deudos por no presumir ni imajinar del dichoindio que tenga atrevimiento alguno malicioso por

áuü LOS PRILSOIfis

la humildad i bajeza del sujeto, sucede que enuna casa honrada i de buenas obligaciones, i portal reputada comunmente, ha tenido i tiene actual-mente comunicacion i trato ilícito con una niñaprincipal, hija de padres honrados, i que el padrede la susodicha se halla al presente en esta cu-dad, la cual asimismo se ha puesto en cinta conel trato de dicho indio; i recelándose de que pa-sando adelante la dicha comunicacion, llegue a lanoticia del dicho su padre, i peligre la vida de lahija, siendo tan bajo i desigual el cómplice de aque-lla frajilidad, que no se puede casar con ella; ique atento a lo referido que dicho señor don Die-go de Zúñiga i,Tovar dijo le parecia ser miui cier-to considerando el crédito i buena opinion de laspersonas que le han dado el aviso; i informados eneste particular los dichos señores, confiriesen 1discurriesen en el castigo de semejante delito iatrevimiento, sin dar que sospechar al pueblo enel motivo de él, í obviando aquella ocasion i elinconveniente que amenazaba, i resolviesen pron-tamiente aquello que mas conviniese. Lo cual, con-siderado i meditado con toda atencion i cuidadopor los dichos señores, i advirtiendo la gravedaddel caso, i que lo primero no pedia dilacion porel peligro que habia en la tardanza, i juntamenteque no era negocio éste de formar sumaria ni sus-tanciar proceso, sino que se debia proceder al re-medio sin estrépito ni figura de' juicio por la re-putacion de la dicha familia; i lo segundo, quetampoco se podia esperar el remedio que se desea-ba advirtiendo aparte i en secreto al dicho indiose apartase de la dicha comunicacion debajo degraves penas, así porque se entendia que no ha-ba de tener efecto mediante su ceguedad i el se.guro de que por esta causa no se le habia de cas-

DE LA INDEPENDENCIA DE C=IE. 397

tigar por no manchar dicha familia, como tam,bien por el riesgo de que lo dijese, o que entraseel padre de la dicha señorita en sospecha, siendo,si acaso no prosiguiese i se apartase de aquellacasa, efecto tan repentino; i porque así no se con-se uia el fin del castigo merecido i la satisfaccionde la república, siquiera para el desagravio de laspersonas que son sabidoras de este caso, i que selastiman de la ofensa grave que se le hizo a dichafamilia i al padre i deudos de ella,-fueron deparecer los dichos señores, unánimes i conformes,de que se diese órden para que con todo secretosea preso el dicho indio don Juan, i llevado in-mediatamente al puerto de Valparaíso con cartaescrita por este real acuerdo para el gobernadorde las armas de dicho puerto, mandando que lue-go al punto haga embarcar al dicho indio en elnavío de Nuestra Sefiora del Ppulo, que está pa-ra salir de dicho puerto para el de Valdivia conlos víveres que lleva a dicha plaza, i diciéndoleque iba desterrado por un delito grave por diezaños a dicha plaza; i que juntamente se tenga es-crita otra para el gobernador de Valdivia en quese le ordene lo reciba i tenga en buena guardia icustodia en dicha plaza para donde va desterradopor diez años por delito grave que ha cometido;i sin que al dicho indio, ni a otra persona alguna,se le diga el motivo ni causa de su prision, con locual se quita aquella ocasion, i corta los pasos ala comunicacion mala, i al peligro de la nii isospecha del dicho su padre; i asimismo se casti-ga el exceso i atrevimiento, i se da satisfacciona la ofensa que se hizo a dicha familia i a laspersonas que son sabidoras de ello. I así lo acor-daron i señalaron los dichos señores en presen-cia del señor licenciado don Gonzalo Ramírez

398 LOS PREORSORnEs

Baquedano, fiscal de dicha real audiencia" (1).El auto o providencia que precede es una de-

mostracion práctica del desprecio con que se mi-raba a los individuos de la raza indijena, cual-quiera que fuese su condicion.

Se,un aparece, habia por entónces un indio dis-tinguido, educado, artista, que era bien recibidoen la alta sociedad de Santiago; un indio a quiense concedia el don, distintivo que no se prodigónunca en la época colonial, i mucho ménos en elsiglo XVII; un indio que si atendemos a ese cali-ficativo, debia ser cacique, o hijo de cacique.

Ese indio es acusado de haber perpetrado undelito, sin que se revelen los nombres de los de-nunciantes,, sin que,se suministren pruebas de nin-guna especie.

Se prescinde de toda investigacion.No se piden esplicaciones al presunto reo.No se le hace saber siquiera aquello de que se

le acusa.1 sin embargo, se le condena sin mas auto ni

traslado, en una sola sesion, a diez años de des-tierro al presidio de Valdivia, donde debe ser bienguardado.

El seductor don Juan es enviado a sufrir estapena arbitraria sin que a él ni a nadie se le mani-lieste cuál es el hecho que la liabia motivado.

¿Se habria aplicado a un blanco, a un español,un procedimiento semejante?

Indudablemente nó.La audiencia ejercia una policía inquisitorial so-

bre la moral doméstica, pero cuando se trataba deespañoles, se mostraba harto ménos severa de lo

(1) Libro de voto de j« Ai¿idicc de SanUflgo de Chile, acuerdo de9 de febrero de 169.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 399

que se manifestó con el infeliz indio harpista donJuan.

Vayan como comprobacion dos casos, entre mu-chos otros de la misma especie que podrian ci-tarse.

El primero es bastante anterior a aquel que hadado márjen para estos comentarios.

"En 2 dias del mes de marzo de 1637, estandoen acuerdo ordinario, propusieron los señores doc-tor don Pedro González de Güemes i licenciadodon Pedro Gutiérrez de Lugo cómo en esta ciu-dad viven escandalosamente el maestre de campoJuan de Molina Parraguez i el maestre de cam-po don Pedro Ordóñez Delgadillo, sin hacer vidamaridable con sus mujeres, e inquietando a otrascasadas i solteras, de que resulta mucha nota i es-cándalo, todo en deservicio de ambas Majestades,que pide breve remedio; i cómo cierta mujer casa-da, cuyo nombre espresaron, con ocasion de estarausente su marido, vive con mucho escándalo conmal trato que tiene con un clérigo, en que hanperseverado muchos años, segun se tiene noticia,cosa que pide preciso remedio, para lo cual, i quese mire lo que mas conviene, hicieron la dichaproposicion. r habiendo conferido sobre ello, i tra-tado del medio único para evitar todo lo referido,los señores licenciado don Pedro Gutiérrez de Lu-go i doctor don Pedro González de Güemes dije-ron que respecto de no hallar remedio mas eficaz,que evite los escándalos referidos, son de parecerque los dichos maestres de campo sean enviadospor esta real audiencia a la guerra de este reinopor dos años, que los sirvan en la parte que el se-flor presidente les señalare, con el sueldo ordina-rio de un soldado; i que respecto de estar la dichamujer casada ausente de su marido, el cual está

* Vky LOS PRECUsREs

ocupado cerca de esta ciudad en entretenimentocon que gana i busca la vida, se le mande a la su,sodicha vaya dentro de segundo dia a hacer vidamaridable con el dicho su marido" (1). .

El segundo caso es mui poco posterior al delharpista don Juan.

"En 11 dias del mes de marzo de 1694, losseñores presidente i oidores de esta real audien-cia, es a saber: los señores licenciados don LúcasFrancisco de Bilbao la Vieja, don Diego de ZúRigai Tovar, don Alvaro Bernardo de Quiros i doctordon José Blanco Rejon, habiéndose juntado en elreal acuerdo de justicia, i despachado los negociosi causas que ocurrieron, el señor licenciado donAlvaro Bernardo de Quiros propuso a los dichosseñores del real acuerdo constar a dicho señor queAntonio Machado, un mozo vagamundo, sin quese ocupe en oficio alguno, i libre, inquietaba a unamujer casada de obligaciones, de que se pudieransegir mul graves inconvenientes contra su repu-tacion, i riesgo de su vida, si llegase a noticia desu marido el desvelo i solicitud de dicho AntonioMachado. 1 para obviar semejantes daños, i corre-jir la libertad del dicho mozo, i atento al inconve-niente que puede tener en que se le haga causa alsusodicho, i persuadidos los dichos señores a quees cierta i verdadera la dicha relacion, así por larepresentacion del dicho señor don Alvaro i lasnoticias que propuso, como por la deposicion porescrito firmada de don Juan de Herrera i JuanFlóres, quienes debajo de juramento afirman losusodicho, que manifestó el dicho señor don Alva-ro a los dichos señores, i queda en el archivo de

(1) Tibro de volot de Za Audiencia de &Santago de Chle, acuerdo de 2do warzo de 16,37.

DE LA IND~EDENCIAD E CHILE. 401

este real acuerdo, los dichos señores mandaronque el dicho Antonio Machado sea llevado alpuerto dle Valparaíso luego i sin,dilacion para quesirva a Su Majestad en el castillo de dicho puertoen una plaza de aquella compañía con sueldo en-tero por tiempo de dos años, pena de que los ser-vir doblados con mitad de sueldo, si los quebran-tare; i que en el auto que saliere de este acuerdo,se diga que por justas causas condenan al susodi-cho en dicho destierro. I así lo acordaron i seña-laron todos los dichos señores, estando presente elseñor fiscal de esta real audiencia" (1).

No se ha menester de mucha meditacion paraconvencerse de la estremada parcialidad que reve-lan las tres resoluciones ántes copiadas.

El harpista don Juan habia cometido un delitoque podia repararse por medio de un casamiento.

Los otros tres sujetos eran disolutos reinciden-tes, o vagos, que habian atentado contra la santi-dad del matrimonio.

Sin embargo, el indio don Juan fué enviado pordiez años a un presidio, donde debia mantenérse-le preso; los otros tres fueron destinados por dosanos al servicio militar con sueldo.

Pero el uno era indijena; los otros españoles.Esto esplica la diferencia.I no vaya a creerse que el caso del harpista don

Juan es singular.Yo podria citar muchos ejemplos de la incalifi-

cable desigualdad con que se trataba a los indivi-duos de la raza conquistadora i a los de la con-quistada.He preferido éste, porque servia ademas para

(1) ibro de votos de la Audiencia de antiago de Ohile, acuerdo de11 de marzo de 1694.

402 LOS PRECURSORES

pintar la sociedad colonial; porque era como unode esos viejos cuadros, descoloridos i cubiertos depolvo i telarafñas, que nos dan a conocer los tra-jes i las fisonomías de los hombres de tiempos pa-sados.

Las disposiciones del soberano sobre esta ma-teria, impotentes contra las preocupaciones i lascostumbres, quedaban solo escritas en el papel,siendo desobedecidas en la práctica.

CAPITULO VIII.

LA ABOLICION DE LAS ENCOMIENDAS EN CHILE.

'Des bla* d 4ijil prínciplar lsgo XVII.-Disposírionescot ras del moarca respect de servicio personal de losíndíjenaslI,,-itod- l i s sioneros, uera en~poderde lo enonil c, I4 d eiý Santiago a que losindios fuesen reducidos a pueblos.-Esorsiones de los correjido-res contra los indíjens.-Á Alzamiento de 1723.-PPlanes presenta-dos al re¡ para la fundacion de nuevas poblaciones en Chile.-El pre-sidente don José de Manso lleva a efecto la formacion ¡de varias vi-llas.-Desavenencia ocurrida entre el presidente Ortiz de Rósas i loshacendados de Chile con nptivo de la fundacion de nuevas pobla-cioneI.* dea s ci lado m sa o ediante lafundac e p oblaci a su túrrtorio~Alzariento de 6t

isesion dl los araucanos prpuesta po e presidente Guill i Gon-2,igeloran temnor de un ataque e arcno epe di afa de nitiaes.-Aboicon de las co-(las,

H[acía siglo i medio, mas o ménos, que los es-paioles se habian establecido en Chile.

Sin embargo, la poblacion, en vez de aumentar-se, disminuia rápidamente.

La guerra, la peste, el réjimen de las enco-miendas i del servicio personal habian arrebatadocada allo centenares de habitantes.

404 LOS PRECURSORES

La despoblacion habia llegado a ser verdadera-mente aterradora.

Podria citar para comprobar esta asercion va-rios hechos consignados en documentos oficiales,pero voi a concretarme a solo dos, que serán su-ficientes.

El monarca, por cédula de 8 de agosto de 1686,habia ordenado que se pusieran en vigor las leyesde la Recopiladon de Indias para que se enseñasea los indJenas la lengua castellana, abriéndosepara ello las escuelas que fuesen necesarias,

En contestacion, d4ecia al rei la audiencia deSantiago de Chile en 18 de setiembre de 1690, que"en este reino, adonde los pocos pueblos (de in-dios, se entiende) que hubo, se han despoblado,así por las continuas pestes de que murieron losindiosl como porque los encomenderos los hanestraido de ellos, agregándolos a sus estancias pa-ra el beneficio de sus haciendas, como aparece deltestimonio que se remite, no solo es imposible elpracticarse dichas escuelas por no haber pueblosde indios, sino mui difícil el que sean doctrinadosen nuestra santa fe, i la reciban con el conoci-miento necesario a su salvacion".

La audiencia lamentaba tanto mas aqnella im-posibilidad, cuanto que habiendo promovido elpresidente don José de Garro la instruccion delos indijenas, los habia ejercitado en la latinidad"hasta conseguir se ordenase de sacerdote uno delos hijos del cacique mas principal con no pocaadmiracion del barbarismo".

En vista de esta esposicion, el rei, por cédula de27 de abril de 1692, mandó a su presidente i oido-res de Chile que "aplicasen todos los medios con-venientes a que se volviesen a reducir i congregaren sus antiguos pueblos los indios que espresaban

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 4i

hallarse ausentes de ellos, usando de todos losmedios mas suaves i de respeto que conviniesen alograr aquel fin; i que congregados en sus pueblos,se les asistiese con las escuelas i ensefianza queestaba dispuesto por el despacho de 8 de agostode 1686 i leyes recopiladas, procurando la efecti-va restitucion de los indios encomendados a suspueblos, i castigando severamente a los encomen-deros que los estrajesen, poniendo en su cumpli-miento especial cuidado, i de avisar en todas oca-siones al consejo de Indias lo que en aquella parte,como de todo lo demas que les encargaba, fuesencorrijiendo su celo i obligacion".

Aparece de los documentos que acaban de leer-"se que habia dos causas mui poderosas que con-tribuian a la despoblacion del reino.

Era la primera, la muerte que producia estra-gos espantosos, fomentada por las epidemias i porel durísimo jénero de vida impuesto a los indí-jenas.

Era la segunda, la dispersion de los naturales,a quienes, al tiempo del descubrimiento, se habíaencontrado en grupos o rancherias mas o ménosnumerosas, i que despues habian sido diseminadospor los campos i estancias.

Hemos visto el empeño que los reyes españolesmanifestaron desde el principio de la conquistapara que los indíjenas fuesen reducidos a pueblos;pero en Chile, los encomenderos i estancieros,obrando de un modo contrario a aquel que estabaordenado, no pensaron mas que en llevar los in-dios a sus fundos para someterlos a la condicionde inquilinos.

Los propietarios chilenos de campos, en vez deformar nuevos pueblos, como lo quería el re¡, des-truyeron los que había.

406 LOS PRECURSORES

Este sistema contribuyó, no solo a la disminu-cion, sino tambien a la barbarie de los habitantes.

Aquel aislamiento impedia, tanto la enseñanzarelijiosa, como la práctica de la vida civil.

A causa de esto, los mismos españoles se em-brutecieron junto con los indios, en lugar de civili-zarlos.

"Don Francisco de la Puebla González, obispode la iglesia catedral de Santiago, dió cuenta,entre otras cosas, en carta de 9 de enero del añopasado de 1700, decia el rei en cédula de 26 deabril de 1703 al presidente i audiencia de Chile,que en las cien leguas de lonjitud que visitó des-de esa ciudad al estrecho de Magallánes, no en-contró pueblo alguno, sino ranchos, donde vivianlos espafoles, i en cada rancho un solo vecino; ique en esta desunion i ociosidad que profesan es-pafioles í mestizos, se emplean en mui graves de-lits, (le que no pueden ser castigados por sus co-rrejidores respecto de las largas distancias, ni loscuras doctrinarles, i administrarles los santos sa-cramentos, causando muchos daños a los indios".

"Se recibió en mi consejo de las Indias, repetiael reí al presidente don Gabriel Cano de Aponteen cédula de 5 de mayo de 1710, una carta de donFrancisco de la Puebla González, obispo que fuéde la ciudad de Santiago, su fecha 9 de enero delaño de 1700, en que daba cuenta de que en la vi-sita que acababa de hacer de una parte de suobispado, habia encontrado las tierras ásperas idesiertas sin pueblo alguno, si no es ranchos, don-de solo vivia un vecino, ponderando el miserableestado en que se hallaban los indios de dicho rei-no, i la disminucion que de ellos habia por los ma-los tratamientos que es hacian sus encomenderoscon el servicio personal, trabajándolos de dia i dQ

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

noche sin descansar, i sin darles lugar a que asis-tiesen a sus mujeres i hijos, quifándoles las hijaspara servirse de ellas, dando ocasion a que vivie-sen mal, i que los hijos de las indias perdiesen lanaturaleza, haciéndose ociosos e inútiles, sin formade enseñarles la doctrina cristiana, ni adminis-trarles los sacramentos, por no estar reducidos apueblos".

En vista de estas noticias tan poco lisonjeras so,bre el estado de su reino de Chile, el monarca or-denó que se formasen poblaciones de españoles ide indios.

Pero todo esto fué mas o ménos inútil.Los españoles a que se referia el obispo don

Francisco de la Puebla González continuaron vi-viendo esparcidos por los campos en sus misera-bles ranchos, por mas que el rei los amenazaracon confiscarles sus bienes i desterrarlos del reino,o confinarlos en un presidio, si no obedecian sumandato.

En cuanto a los infelices indios, siguieron dis-tribuidos por las estancias, porque era el mejormedio de aprovechar su servicio personal.

~II.

El rei era mui acatado i reverenciado en todo,ménos en esto del tratamiento que debía darse alos indijenas.Pero no es estrafio que los súbditos interesadosen el abuso desobedecieran la leí, cuando el sobe-rano no tenia reparo en revocarse a si mismo.

Felipe IV había mandado, por uno de los artí-culos de la ordenanza de 17 de julio de 1622, elcual pasó a ser la leí 16, título 16, libro 6 de laRecopilacion de Indias, que los indios de reparti-

LOS PRECURSOREg

miento no sacasen oro, debiendo emplearse solo enla labranza i crianza; pero el rei se olvidaba de taldisposicion siempre que babia minas que esplotar,aun cuando fuese en la cima nevada de la cordi-llera, como puede verse por la siguiente cédula deFelipe V."El Rei. Don Juan Andres de Ustáriz, caba-llero del órden de Santiago, mi gobernador i ca-pitan jeneral de las provincias del reino de Chilei presidente de la audiencia de ellas. Satisfaciendo

don Francisco Ibáfiez, vuestro antecesor en esoscargos, a lo que se le mandó por despacho de 11de enero de 1700 de que avisase el fruto que da-ban las minas nombradas San Lorenzo i ,San Pedro-Yolasco, i de los quintos que contribuian a mi realhacienda, espresa en carta do 2 de mayo de 1702que desde el descubrimiento de ellas hasta entón-ces so habian embarazado los mineros en recono-cer la calidad i lei de los metales por hallarso lasminas en el centro de la cordillera, que no permiiten mas que tres meses de labor en el año, aña-diendo que no obstante que se habían sacadoalgunas pifias, no habian fructificado nada porrazon de quintos por haberse convertido, comoconstaba de una certificacion que remitia dada porlos oficiales de mi hacienda de esa ciudad, en pa.gamento de los crecidos gastos que habian causa-do el beneficio i labor de las minas i demas gastosde herramientas, injenios i jornales, concluyendoser necesario para la continuacion i beneficio deestas minas se permita que por el puerto de Bue-nos Aires se introduzcan en ese reino negros paraque se empleen en este trabajo respecto de no serposible se mantengan en él los indios, como se ha-bia esperimentado de no haber permanecido ochodías ninguno de sesenta que habia repartido a los

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 409

mineros de SAn Lorenzo. I habiéndose visto enmi consejo de las Indias, con lo que dijo i pidiómi fiscal en él, atendiendo a lo mucho que impor-ta se continúe el trabajo i beneficio de los metales,he resuelto ordenaros i mandaros (como lo hago)foimenteis con el mayor desvelo i cuidado la laborde estas minas en caso de tener informes compe-tentes de su calidad i naturaleza, dando a los mi-neros los indios que necesitasen para las labores,cuidando mucho de que no se les haga la menorestorsion i violencia. I flo de vuestro celo a miservicio os aplicareis a este logro con la actividadque conviene, estando en intelijencia que lo mis-mo mando a mi virrei de las provincias del Perti,i de lo que en esta razon ocurriese, me dareis cuen-ta en las ocasiones que se ofrezcan. Fecha en Ma-drid a 11 de diciembre de 1708.- Yo el Re¡.-Pormandado del Rei Nuestro Seflor, pernardo imjero de la Escalera".

Era empresa bien ardua trabajar una mina enel centro de aquella encumbrada cordillera, don.de no verdegueaba ninguna planta, ni se aventu-raba ningun animal, ni se divisaba otro ser vi-viente que el cóndor, que husmeaba los cadáveresde los operarios.

De sesenta indios, no había quedado uno solo enocho dias.

Felipe V lo sabia, i sabía que era imposible queallí se mantuviesen indios, porque Ibáñez se lohabia comunicado.

Sin embargo, como convenia percibir el quintode los productos, el presidente debia, contra lo an.teriormente dispuesto, enviar otros infelices a sa-car oro entre las nieves eternas de los Andes, pa-ra, llenar el exhausto tesoro de la metrópoli.

Si el monarca, movido por la codicia, infrinjia52

41U LOS PREMaSOREs

sus propias leyes, ¿cómo estraiar que los súbditoshicieran otro tanto?

Sucedió un hecho mui curioso que merece cono.cerse.

En medio de las leyes contradictorias que de-jaban en pie el servicio personal junto con pro-hibirlo de palabra, en medio del contraste queofrecia la práctica con las pocas disposiciones bue-nas que contenian esas leyes, el re¡ se confundia,se turbaba, i no acertaba muchas veces a espre-sarse.En una cédula fecha en San Lorenzo a 12 dejulio de 1720, dice: "En las encomiendas que hu-biere de servicio ersonal, no se ha de hacer no-vedad alguna, i quedarái en el estado que hoi sehallan por ser de corta entidad, i por los incon-venientes que de lo contrario podian seguirse alservicio de Dios i mio, guardándose en su provi-sion el estilo de hacerse edictos para que ocurranlos que tuvieren mejor derecho a ellas para quese confieran en el que mas bien le probase".

El hecho afirmado en este documento era exac-to, esceptuando lo de que el servicio de los indiosfuese provechoso en lo menor a Dios i al rei. Exis-tian en toda la América encomiendas de serviciopersonal, sobre todo en Chile, donde desde la con-quista poco o nada se habia innovado sobre esteparticular en la práctica, i donde estas encomiendaseran ya en aquel tiempo de poca entidad, solo por-que una gran parte de los indios que las componianhabia desaparecido. Sin embargo, el monarca sintióhaber escrito aquella frase i otorgó otra cédula enMadrid a 4 de diciembre de 1720 para esplicarla,o mas bien retractaría, en la cual reconocia que sehabia equivocado, i que el servicio personal estabaestinguido, ordenando que se pusiera en libertad a

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 411

los indios que los encomenderos tenian oprimidos,debiendo tasarse en dinero o en otras especies eltributo que habian de pagar.

En esta misma pieza, se habla de otra real cédu-la de 14 de abril de 1633, que habia prohibido ab-solutamente el servicio personal de los indios en elreino de Chile.

La real cédula de 4 de diciembre de 1720 dióorijen en el país a reclamaciones, que podrán cono-cerse por la que paso a copiar.

"El Rei. Gobernador i capitan jeneral del reinode Chile i presidente de mi real audiencia de laciudad de Santiago. Con carta de 11 de diciembrede 1749, remitió esa audiencia testimonio de losaútos formados, así sobre la instancia de los indiosde Chiloé cuanto a que se reformase el abuso deobligarlos a trabajar seis meses cada año, los trespara satisfacer el tributo i los otros tres para apro-vechamiento del encomendero, como sobre otra quepor medio del fiscal protector introdujeron despuespara que se les declarase libres de servir a los re-feridos encomenderos respecto de estar prohibidotodo servicio personal involuntario por la real cé-dula de 4 de diciembre de 1720. 1 visto en mi con-sejo de las Indias, con lo que dijo mi fiscal, he re-suelto me informeis, como os lo mando, los motivospor que no se ha puesto en práctica la citada realcédula, i espongais vuestro dictámen acerca de síconviene o nó se quite en el todo el referido servi-cio personal, tomando para hacerlo con los funda-mentos mas sólidos los informes que tuviereis porconveniente. De Villaviciosa a 31 de marzo de1759.- Yo el Re.-Por mandado del Rei NuestroSeñor, -Don Juan Manuel Crespo".

Aparece de esta real cédula que despues de tan-to discutir, despues de tanto lejislar sobre la ma-

%1 oS PRECURSOR.ES

tera, el servicio personal estaba todavía vijente enChile el año de 1759, i que el reí estaba pidiendoinformes para saber sí convenía o nó que se abo-liese.

III.

Miéntras tanto, aquel mortífero sistema habiacontinuado consumiendo la poblacion indíjena.

Los encomenderos no veían otro recurso paramedio completar sus aniquilados rebaños de sier,vos, que eí de reemplazarlos por los prisionerosaraucanos.

Pero el rei, accediendo a las indicaciones de lajunta nombrada por una de las cédulas de 9 deabril de 1662 para informar sobre el particular,había delarado, no una, sino varias veces, i entreotras mui espresamente por cédula de 12 de juniode 1679, que "de allí adelante no se tuviesen poresclavos los indios con pretesto alguno, i que todoslos que hasta entónces lo estuvieren, quedasen conefecto libres, i sus hijos i descendientes."

Sin embargo, como la codicia es fertilisima enarbitrios, los encomenderos supieron inventarlospara burlar la lei.

Desde luego, hallaron modo de no desprendersede los araucanos que tenian ya asegurados.

El presidente don José de Garro comunicaba alsoberano en carta de 18 de enero de 1684 "que ha-bia hallado ejecutadas las cédulas que estabandespachadas sobre la libertad de los indios apresa-dos en la guerra".

Estaba muí bien; pero inmediatamente afiadia:"que los habia hallado depositados jeneralmenteen las personas que los poseían".

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 413

¿Se comprende lo que habia sucedido?& habia variado la denominacion de esclavos

*por la de depositados.A'esto solo se había limitado todo lo que se ha-

bia ejecutado en favor de la libertad concedida alos prisioneros araucanos.M1 e equivoco; ademas de mudar el nombre de

eásclavos por el de depositados, se les habia asignadoun jornal, que, segun se decia, se les pagaba pun-tualmente.

El santo Garro habia juzgado "conveniente a laconservacion de la paz el mantenerlos en el depó-sito"..¿ por qué no había de pensarlo asi, cuando, se-gan lo decia al rei, se habia convencido de queeran mui felices?

Luego que se entregó del gobierno babia puestoespecial cuidado en inquirir el tratamiento que seles hacía; i aunque habia hallado era bueno, comointeresados los depositarios en su servicio, habíamandado a los correjidores les hiciesen pagar sutrabajo personal; i al que se hallaba mal pagado idisgustado en el depósito (siendo justa su queja),le había removido a otra parte, con cuyo ejemplartodos habian procurado tenerlos bien pagados icontentos.

"En esta consideracion, concluia diciendo al reiel presidente Garro, tengo por conveniencia de losmismos indios el que se aprobase un depósito co-io el de los indios de Ailbcuriche, que tienen estetratamiento i enseñanza, i están sin ninguna vio-lencia, porque de Iejarlos sin reconocimiento dealguna sujecion, repetirian los delitos que se hanesperimentado en varias ocasiones por su naturalinquieto i poco seguro en perjuicio de este reino ide la quietud pública".

414 LOS PREcUSORES

El reí, Por cédula espedida en 19 de noviembrede 1686, aprobó esta indicacion, que importaba elrestablecimiento de la esclavitud.:Las miui frecuentes i casi periódicas sublevacio-nes de los araucanos no tardaron en suministrar alos gobernantes de este pais i a los españoles quelo habitaban pretestos para intentar aplicar el sis-tema del depósito, no solo a los indios que ya habiansido cautivados en la guerra al tiempo de promul-garse las cédulas que les concedian la libertad, sinoademas a los que se fueran haciendo prisionerosen las campañas posteriores.

Allá por el año de 1694, siendo presidente donTomas Marin de Poveda, los naturales de Moque-gua rompieron las paces, empeñándose por hacerque varias otras reducciones tomasen parte en lainsurreccion.

Aquel movimiento presentaba un aspecto bas-tante formidable.

Los indios habian muerto a varios españoles, iparecian determinados a intentar un esfuerzo su-premo. para destrozar el pesado yugo que se lesimponía.

-El presidente Marin de Poveda, que se hallabaa la sazon en la ciudad de Concepcion, pidió con-sejo acerca de las medidas que podrían adoptarsea una junta de teólogos i de militares, esto es, delos prelados de las comunidades i de los jefes delejército.

Todos ellos, segun Marin de Poveda lo infor-maba al rei en carta de 18 de abril de 1695, "fue-ron de sentir se pusiese el ejército en campaña pa-ra ir a castigar los rebeldes, i contener con el te-mor de las armas a los indios amigos mal segurosen la fe prometida, discurriendo que los mediojpara conseguirlo con reputacion de ellas no se po-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 415

drian ajustar sin concurrir los milicianos de lospartidos de la ciudad de Santiago, i los de la Con-cepcion i Chillan".

El presidente Marin de Poveda no considerófácil de ejecutar el arbitrio propuesto.

"Esos milicianos, escribia al rei, están alistadospara la defensa de la propia tierra, i sirven (cuan-do lo pide la ocasion) sin sueldo, i viven de sutrabajo en la cultura de los campos, de que depen-de su sustento i la conservacion de sus familias; ipor lo tanto, es irreparable el daño que de estosllamamientos se les sigue".Una larga i triste esperiencia confirmaba todo

lo que Marin de Poveda esponia respecto de los,enormes perjuicios que los apercibimientos parala guerra de Arauco orijinaban a los vecinos i es-tancieros pacíficos de la rejion septentrional.

1 ya pueden recordarse cuántas oposiciones iconflictos habian producido en los tiempos ante-riores.

Para salvar el inconveniente, Marin de Povedaimajinó un medio que si hubiera podido realizar-se, habria "alentado, como él decia, a muchos es-pafñoles a ir de voluntarios a la campeada".

Hélo aquí."Hizo publicar bando en las cabezas de los par-

tidos de las ciudades de Santiago, Chillan i Con-cepcion ofreciendo a los que saliesen a pelear con-tra los indios rebeldes, que los que apresasen en laguerra se les entregarian por via de depósito paraque los tuviesen con este título en sus casas i ha-ciendas de campo, de que recibirian utilidad iayuda en la labor i beneficio de sus tierras, concalidad de pagarles su jornal conforme a la tasa".

El incentivo no podia ser mas tentador.Los indios domésticos, pésimamente atendidos,

41b LOS PRECURSORES

disminuian de dia en dia, i ya se esperimentabasuma escasez de trabajadores.

Así los estancieros debian sentirse miui inclina-dos a soportar toda especie de fatigas i de gastospara ir a traer prisioneros de Arauco.

El negocio era sin duda mui lucrativo.D1ando una recompensa semejante, Marín de

Poveda habria contado con mucha jente para lle-var a cabo la espedicion mencionada.Pero, por reclamacion de la audiencia, que con-sideró el bando como el restablecimiento de la, es-clavitud de los indios, tantas veces prolibida porel soberano, el presidente se vió obligado a revo-carlo.

Marin de Poveda propuso entónces una cus-tion: ¿qué se hacía con los araucanos prisioneros?

Habiendo consultado al rei sobre el particular,éste le contestó por cédula de 1 de diciem-bre de1696 "que los mantuviese como a prisioneros deguerra, i en libertad, con seguridad de las perso-nas para que no hicieran fuga, i faltasen a la feprometida, i indujesen a otros al mismo delito"

La idea concebida por Marin de Poveda lisoa-jeaba demasiado a los estancieros para que, a pe-sar de la real resolucion precedente, pudiera serabandonda.

El monarca, ese grande i autorizado historia-dor de Indias, el primero de todos, inédito jene-ralmente hasta ahora, a quien he seguido de pre-ferencia en esta obra, va a hacernos conocer dequé manera se ejecutó al fin i al cabo aquel pen-samiento.

lEl Rei. Sarjento jeneral de batalla don Fran-cise Ib)lez, caballero del órden de San Juan, migobernador i capitan jeneral de las provincias deChile, i presidente de la audiencia de ellas. En

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 417

carta de 2 de mayo de 1702, satisfaceis al despa-cho de 25 de setiembre de 1700 en que se os en-cargó ejecutáredes con los indios que se apresasenen ese reino lo dispuesto por otro de 10 de diciem-bre de 1696, el cual decis quedaba obedecido; pe-ro que por lo que podia suceder en lo de adelante9deseariais se os previniese con mayor ampliacion loque se ha de practicar con los indios que se apre-saren, pues lo que se previene en la citada céduladel año de 1696 es que se tengan como prisiono-ros, lo cual no parecia poderse hacer en esa tierra,representando los muchos inconvenientes que tie-ne el observar con los indios que por algun acci-dente se apresasen lo que con los prisioneros deE4uropa3 respecto de que las plazas no están endisposicion en que se mantengan; i no pudiendocon lo que se cobra de los situados sustentar lossoldados dé que necesita esa frontera, les fuera desumo desconsuelo ver que faltándoles a ellos lopreciso, se hubiese de mantener a los indios en lascárceles con lo que a ellos se les quitaba; i que nohabiéndose practicado hasta ahora, les servirla alos soldados de gran desconsuelo ver que a los in.dios se les hacia tan buen tratamiento, cuando losque ellos cojen los despedazan, i se los comen; iaunque está dispuesto se les trate con toda benig-nidad para que ésta los estimule a ser mas racio-nales en la guerra, parece que no se encontrabainconveniente en que a los que se apresasen, se re-tirasen a lo interior de ese reino, i se repartiesen,o por via de depósitoj o se agregasen a algunasencomiendas, de que se seguirian las utilidadesque espresaisi

"JI habiéndose visto en mi junta de guerra deIndias, ha parecido aprobaros el haber satisfechocon tanta puntualidad a los despachos citados, i

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41b LOS PEOURSORES

ordenaros i mandaros (como lo hago) que a los in-dios que se apresaren, se les haga buen tratamien-to, procurando se agreguen (como proponeis) aalgunas encomiendas, por los motivos que referísen vuestra carta, poniendo gran cuidado en queno se les moleste, ántes bien se les particularice,para que se logren las fines que discurris, con ad-vertencia de que entre ellos debe ser el mas prin-cipal el inclinarles a seguir nuestra sagrada reli-jion, i a quitarles el horror que muestran, ponien-do gran cuidado en que se ejecuten las leyes delaR(ecopilacion que hablan en favor de los indios, i ala suavidad con que deben ser encomendados res-pecto de que el ser prisioneros no les ha de au-mentar gravámen, pues es acaso su desgracia, isiendo bárbaros, tienen la fortuna de venir debajodel dominio de un príncipe católico, a quien Diosha llenado de piedad; i este despacho lo manifes-tareis a la audiencia, haciendo se rejistre para quese tenga presente, i con ningun motivo se excedade su contenid4, dándome cuenta con testimoniode haberse ejecutado, i de la forma en que hubié.redes hedií el repartimiento i requerimientos a losencomenderos, que así es mi voluntad. Fecha enMadrid a 24 de marzo de 1707.- Yo el .Re¿.-Pormandado del Rei Nuestro Señor, Bernardo Tina-jero de la Escalera".

IV.

El rei, alarmado por la creciente despoblacionde Chile, habia determinado por cédula de 11 dejunio de 1703 que se redujeran a pueblos en sitioscómodos los indios, tanto de encomienda, como dela corona o libres.

El cabildo de Santiago, que siempre salia a la

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 419

defensa de los encomenderos, porque sus indivi-duos eran, o encomenderos ellos mismos, o parien-tes o amigos de encomenderos, hizo al monarcaobservaciones contra esta disposicion en una res-petuosa carta fecha 12 de octubre de 1708.

' sta representacion puede considerarse como unmanifiesto oficial de los encomenderos, i por lotanto es mui digna de llamar la atenéion.

Los cabildantes, como lo acostúmbraban siem-pre los sostenedores del servicio personal, hacíanun retrato harto poco lisonjero de los indijenas.

Segun ellos, éstos estaban entregados a todos losvicios, a los siete pecados capitales, especialmentea la pereza i a la embriaguez.

Su inclinacion dominante era la vagancia.Los mejores i los mas felices eran los de enco-

mienda que vivian en las haciendas, porque susamos los obligaban a estarse quietos, a trabajar ia llevar vida cristiana.

¡I cuánto todavía les costaba sujetarlos!Los indios de esta clase estaban continuamente

huyéndose; pero los hacendados o encomenderos lo-graban recojer siquieraa algunos, porque obteniandel gobernador o de la audiencia decretos i pros-siones para estraerlos de donde estuviesen, sin quedebieran respetarse los conciertos o contratos quolos fujitivos hubieran celebrado.El cabildo cuidaba de advertir al re¡ que aque-llos naturales se huian de las estancias de susamos, no porque recibiesen algun mal tratamiento,sino por d0pravacion de carácter.

"La causa de vagar, decia, debe atribuirse, no alas molestias del encomendero, sino al natural in-quieto de estos indios, que tienen repugnancia a laresidencia determinada de un lugar".

"El principal cuidado del encomendero, agrega-

420 LOS PRECUtSORES

ba, es asistirlos, doctrinarlos i vestirlos; i cuando losencomendetos cometen algun exceso, i el indio sequeja, se repara luego por la real audiencia, el go-bernador i demas justicias, castigando severamen-te al encomendero culpable; i bien por este terror,o lo que es mas cierto, por necesitar de su serviciopersonal para la cultura i labor de los campos, dedonde depende el sustento de una familia, los m¡-ran i atienden como a propios en la edicacion, enel sustento i vestuario; i solo con beneplácito deellos, el enconendeIo se sirve de sus hijos i hijas;i i alguna vez, que será rara, este servicio es ¡. -

voluntario, se repara luego por los jueces i justi-cias que ponen todo el desvelo en evita cualesquiermolestias i vejaciones que padezcan, viviendo alpresente inui contentos i gustosos con sus enco.mnenderos."I autique el servicio personal lo tiene Vuestra

Majestad prohibido, pero ningun Vecino les vio-lenta a ello, a iénios que voluntariamente se ofrez-can al trabajo por. el concierto de cuarenta i trespesos i dos reales, que es lo ménos que gana el in-dioen cada año, segun lo nuevamente ordenadoPor la real audiencia, fuera de otros conciertos porcincuenítá, sesenta i setenta pesos, reservándoles eltiemnpo suficiente para sus siembras i labores, aque el encomendero contribuye con tierras, bueyes,árados i semillas; i si no se aplicasen al trabajo, seprivarian de estas conveniencias, motivo, Señoil,que. los incita a bfrecer su servicio personal sinviolencia de su enconiendero. 1 aunque esto proce-de en los indios que tienen al~una aplicacion porla iecesidad de vestir a sus mujeres e hijos; peroen los solteros, que del todo se dedican al abuso dela embriaguez, importa mas el cuidado i vestuariodel enconiendero, que el servicio personal de todo

DE LA INDEENDENCJI* DlE CHILE. M

el Año, por causarles este vicio una total desnudez;i los mas dias subsecuentes al de fiesta, es precisoreeojerlos i volverlos a vestir de nuevo, porque susmantas i camisetas, o las dejaron empeñadas, ofueron despojados de ellas; i si el encomendero seprivase del servicio personal, carecerian de estacaridad, i lo demas del año lo pasarian desnudosa la intemperie del tiempo".

Si la maldad injénita de los indíjenas, segun elcabildo, llegaba a tanto, cuando estaban sujetos aun honrado i celoso encomendero, el cual ejerciasobre ellos una constante vijilancia en su propiahacienda, ya se presumirá hasta dónde, seginaquella respetable corporacion, llegaría la vitupe-rable conducta de los indios que no reconocian unseñor inmediato.

Todos eran unos vagamundos, unos haragane$,unos ebrios, unos ladrones, que solo trabaj abanen el año un mes o una semana, i que el resto deltiempo se entregaban a la práctica del vicio i aundel crimen.

La conclusion a que arribaba el cabildo era quetodos los indios sin escepcion debian reducirse aencomiendas, i que debian tener por residencias,no pueblos especiales, como lo habia mandado elrei, sino las estancias mismas de los encomende-ros.

Era este el único arbitrio para que estuvieranbien vijilados, para que no fuesen viciosos i crimi-nales, para que fueran útiles a sí mismos i al es-lado, para que llevasen vida civil, para que reci-biesen los santos sacramentos.

De lo espuesto resulta que, segun el cabildo deSantiago, lo que habia despoblado a Chile, e imp-dido su prosperidad, era no el que hubiera habidoencomiendas i servicio personal, sino el que no

4 Z. LOS PRECURSORES

hubiera habido mas encomiendas i mas serviciopersonal.

He mencionado ya, i seguiré mencionando, he-ehos i documentos que manifiestan todo lo contra-río, de modo que el lector puede con pleno conoci-miento de causa formar juicio acerca de tan en-contradas opiniones.

Y.

El cabildo ponderaba mucho en su representa-cion el poderoso amparo que los majistrados con-cedian a los indíjenas.

Es verdad quo en ocasiones reprimian los exce-sos de los encomenderos, i yo mismo he tenidouportunidad de citar algunos ejemplos d llopero conviene no dar a aquella decantada protec.cion mas importancia de la que merece.

Evidentemente el cabildo la exajeraba.Los funcionarios públicos de la época colonial

no pecaban de paternales con los indiíjenas.Es el rei mismo quien nos lo hace saber en una

cédula dirijida con fecha 10 de febrero de 1720 alfiscal de si audiencia de Santiago de Chile.

"En i noticia se ha puesto, dice, lo mucho quepadecen los indios de todo ese distrito en los re-partimientos violentos que hacen los correjidores,le forma que, aunque a éstos les esta prohibido

tratos i mercancias, no tan solo no lo observan, sino abusan del uso de estos tratos con tanta tira-nía, que es intolerable a los indios, obligándolos arecibir dichos jéneros con violencia, i cobrán dolosc0n apremio, no teniendo estos pobres otra salidade ellos, que buscar quien se los compre por la mi-tad o tercera parte del precio en que los obligan acomprarlos, afiadiéndose a esto, el que los jéneros

DE LA INDEPENDENCIA DE CMLE.

que les reparten no son de los que se pueden apro-vechar para su vestuario, pues al pobre indio, queanda descalzo, i con una manta cubierto, le obli-gan por fuerza a que compre en la forma referi-da medias de seda, sombreros de castor i otros jé-neros de esta calidad, i sobre esto les mortifican iobligan a que deserten de sus pueblos, i se huyana los montes, negándose a la enseñanza, a oír mi-sa, i aun a ser enterrados en iglesias; i por evitarestas estorsiones, se pasan muchos de ellos a losinfieles, abandonando la relijion cristiana; sobreque concurre que estos exceses, i otros muchos quecometen los gobernadores i correjidores, procedende la seguridad de que no han de ser castigadospor ellos, ni dar residencia, como tolerados por losministros a quien toca su remedio, como se ha es-perimentado contra la observancia de las leyes iordenanzas por los espresados gobernadores i co-rrejidores en el uso de sus oficios, i oficiales realesi fiscales en hacerlas cumplir, segun lo tengo man-dado en ellas".

Desgraciadamente, tendré todavia ocasion decitar otros documentos, de los cuales aparece quela proteccion de los majistrados a los indios esta-ba mui distante de ser tan eficaz, como se decia.

vi.

Vejaciones análogas ejercidas con los araucanos,provocaron en 1723, uno de los mas formidablesalzamientos.

Era entónces presidente don Gabriel Cano deAponte.

Tenia éste un sobrino llamado don Manuel deSalamanca, a quien nombró maestre de campo je-

424 WS PRECUMORES

neral del reino, el mismo empleo que tuvo el deinfta. memoria don Juan de Salazar.

Como éste, Salamanca concibió el pensamientode enriquecerse a costa de los araucanos.

Para esto, reuiió a los capitanes de amigos, queestaban bajo sus órdenes, i les mandó que vendie-sen a los indios toda especie de baratijas.

1,os indijenas debian pagar el precio en ponechos, su pri-cipal artículo de produccion, que seles prohibió vender a etaesquiera otras personas,

Es preciso saber lo que eran aquellos capitanesde amigos.

Wfodos ellos son por lo regtular, decia al sobe-rano el virrei Amat en un informe de 28 de agos-to de 1774, ciertos hombres inezclados con los in-dios, sin relijion i con plenitud de vicios, señala-damente el de la embriaguez".

Aquellos individuos, no solo cumplieron al piéde la letra las instrucciones de Saamanca, sinoque las sobrepujaron, Cuando los indios no alcan-zaban a pagarles con ponchos las baratijas con quelos babian sorprendido, les quitaban los hijos paravenderlos como esclavos.

El comercio de carne humana volvió a ser flo-reciente (1).

Aquello era mas de lo que los araucanos nece-sitaban para correr a las armas.

Pero esta vez invitaron a los naturales de todoel reino hasta Copiapó a que les ayudasen a espul-sar del país a sus opresores.

Segun se dijo, este vasto plan no se ejecutó entodas sus partes, i no llegó a estallar simultanea.mente la insurreccion, tanto de los in4ios de gue-

(1> OCanallo, Desorion del reino dt Chile, par-

Dt LA INDPENDIONCIA ]E CIZ 425

rra, como de los de paz hasta Copiapó, solo porque,omo suele suceder en casos semejantes, los arauca-

nos dieron el grito ántes del dia sofialado.Sin embargo, el alzamiento tuvo de todos mo-

dos proporciones mui grandes, í hubo fundadísi-mos temores de que las tuviese todavía mayo-

En setiembre de 1723, comparecieron ante la au-diencia de Santiago, en nombre de l ciudad deConcepcion, i con poder suyo, el alcalde de la mis-ma don Sebastian de Mandiola i el rejidor donAntonio Pinedaí Bascuñan, con un largo memo-rial relativo a los asuntos de lit guerra, el cualprincipiaba así:

"Tarecemos ante Vuestra Alteza, i decimos quela citdad de Concepcion i sus fronteras se hallanen el últino i inas apretado conflicto que ha espe-rimentado este reino desde su descubrimiento ipoblacion por el alzamiento jeneral de toda la tie-rra, no solo del enemigo rebelde que hasta ahoraha sacudido el yugo del santo evanjelio i la obe-,dienia i fidelidad a Su Majestad, sino aun de losmismos indios encomenderos i otros criados i al-mentados en las chacras i estancias de todo el rei-no que llaman yanaconas, que pretendiendo el li-bre uso de sus acciones, sin reconocimiento ni aDios ni a la leí, han hecho fuga, desanparando susranchos i casas de vivienda, i aun su inesma na-turaleza, por incorporarse con los demas indiossublevados, perpetuando una guerra ofensiva con-tra la paz, quietud i sosiego en que se ha mante-nido todo el reino despues del último alzamientoque sobrevino el afio de 1655, internándose mui,cerca de doce mil lanzas de esta parte del rio dela LTaja con gran osadía, desprecio i desacato delas armas de Su Majestad, sin ejemplar alguno

54

42 LOS PREURSOTRIS

desde la conquista de este reino; i hai noticias, se-gun el último correo, que se incorporaron las lan-zas de otras reducciones de la tierra adentro, co-mo son Valdivia, Osorno, los Juncos, i que en eldescaecimiento que se halla el real ejército, podránpenetrar hasta esta ciudad (Santiago), como enotras ocasiones, aun estando mas ventajosas nues-tras armas, lo han intentado, saliendo por la cor-dillera nevada hasta la boca del rio de Cachapoal,que a no haberse puesto pronta i aceleradamenteel remedio necesario con escuadron que salió alopósito, hubiera padecido esta ciudad la ruina iasolaciones que en tiempos pasados esperimentóla ciudad de Concepcion, i hasta ahora llora todoel reino en la pérdida de las ciudades de Angol,la Villarica, do los Infantes, Santa Cruz de Loyo-la, la Imperial, Valdivia i Osorno, sin que entiempo de ciento veinte i tres aítos, haya sido po.sible restaurarlas del enemigo, por mas que losseiores gobernadores, celosos del servicio de SuM,ajestad(, hayan movido las armas contra la obs-tinacion de los naturales de la tierra, porque en-grosando sus masas, han querido hacer ostentacionde su infidelidad pertinaz, teniendo por timbre iblason morir por la libertad de la patria, i pordescrédito i deshonor la obediencia a nuestra san-ta madre iglesia i el reconocimiento a Su Majes-tad".

Despues de mencionar a la lijera todas las gran-des insurrecciones de los araucanos, los procura-dores de Concepcion dicen: "Ultimamente esteao, volviendo a su antigua infidelidad, i al cm-peflo i pertinacia de su libertal intural, i al mor-tal odio que (profesan a la relijion cristiana, al reii a sus vas l1os, conspirando la tierra, segun sepresume, desde el valle de Copiapó hasta los últi-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

mos términos del estrecho, han tomado las armas,poniendo sitio a los fuertes de Puren, Tucapel,Arauco i Nacimiento, sin que se pueda saber elestado presente de estas plazas, así por las lluviascontinuas del invierno, i que en distancia de trein-ta i cuarenta leguas no puede pasar tercio algunodel ejército por los rios, ciénegas i pantanos, comoporque el dicho real ejército se halla tan desman-telado de jente, que ha sido preciso al excelentísi-mo señor presidente, valerse de las milicias paralas regulares guardias i centinelas de la ciudad dela Concepcion, orijinado todo de la falta de soco-rros i situados".

"Es digno de ponerse en consideracion de Vues-tra Alteza, agregaban por último Mandiola i Bas-cufan, la opresion i miseria en que se halla la ciu-dad de Concepcion, sus plazas i fuertes por faltade socorros, i por no haberse reclutado, ni podidoreclutar los dos mil hombres de su situacion; i quese halla espuesto a perderse todo el reino, no soloaquella ciudad, sino esta de Santiago, porque en-soberbecidos los indios en ver el mal estado denuestras armas, i teniendo algunos buenos suce-sos en las fronteras del ejército, podrán pasar sindificultad al estrago de esta ciudad, como lo hanintentado en otras ocasiones por los mismos suce-sos. 1 en el valle de Lora, están todavía patenteslos vestijios del fuerte que levantaron cuando pre-tendian acometer a esta ciudad. 1 en otros tiem-pos bajó w' numeroso ejército a la boca del Ca-chapoal, veinte leguas de esta ciudad, con la mis-ma destinacion, que a no haber sido prontos ianticipados los socorros de esta real audiencia, sehubiera asolado esta ciudad por la invasion delenemigo; i aquellas ejecuciones que en los referi-dos tiempos dieron en qué pensar a todo el reino,

4L Los PRECUROaES

se deben koi reelar, precautelando su anticjpadoremedio en la raíz del ejército".

En una vista que el doctor don Martin Grego-rio de Jáuregui Tollo, fiscal de lit audiencia, eva-cuó sobre el asunto precedente, a 3 de octubre de1723, se encuentra el pasaje que sigue, en el cualpueden leerse algunos nuevos datos relativos a lamateria:

"Es indudable que esta ciudad (Santiago) i sujindividuos, conociendo la estrechez i trabsjos enque se esponia esta tierra, si no se contenian lasinsolencias de los indios, ha hecho una contribu-cien de caballos considerable, socorre con la remi-sion que hace de los mulatos libres, i cada enco-mendero dar su escudero, habiendo ántes esforza-do a todos los correjidores de los partidos estareal audiencia para que con la mayor brevedad secondikjesen a la frontera los estranjeros, los que se

socorrieron como a los dichos mulatos. Pues si coneta puntualidad i desvelo, se socorre el ejército,quedándose esta ciudad sin jente i sin armas, vién-duso aenazada igualment de los indios, pues esconstante que las mas de las encoiniendas están,si no sublevadas i rebeladas, mui poco ménos,¿por qué motivo ha sido, o a qué efecto esta dipu-tacion, i su instancia en el socorro, i cuando ha si-do tan pronto i liberal, que ke han quedado lospatidos circunvecinos todos cuasi indefensos,esta ciudad en la iesma constitucion?"

Como lo manifestaba el fiscal Jáuregui, Santiagohabia quedado desguanecda,.

Cano de Aponte habia hecho formar en la capi-tal del reino una compañiía de cien mulatos, i otrade todos los estranjeros que residian en ella.

Las dos habian marchado a la frontera.Ademas, el presidente habia deterninado que

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

saliesen a la guerra de Arauco las milicias de ca-ballena de los partidos de Quillota, Rancagua,Colchagua i Maule.

Parece que los indios domésticos de Santiagopensaron en aprovechárse de lo indefensa que que-daba la capital.

Del libro de cabildo aparece que en la sesionde 2 de octubre dé 1723, el maestre de campo donJuan de la Cerda, correjidor i justicia mayGr deSantiago, hizo la declaracion que sigue:

"La rebelion i alzamiento es de los indios de to-do el reino, en que han conspirado los iridios enco-ienderos, no solo de los partidos de Melipilla has-ta la frontera, sito tambien los que se hallan enlos valles de Qullota i la Li6ua hasta Copiapó,constando i deéIarádose de los mismos indios com-plica4os que se hallan presos en la cárcel de estaciudad, que la víspera del Seflor San Fiancisco, altiempo de los fuegos, tenian determinado dar deimproviso en la ciudad, matando a los españoles,que sin duda estarian divertidos con el regocijode los fuegos" (1).

Todo esto era conocido de los vecinos de la ciu-dal, i tema de las coiersaciones 1 comentarios.

La inquietud era grande, porque si los promoto-res de la conspiracion estaban bien asegurados enla cárcel, el alzamiento triunfante de los ataucanosera un estimulo constante a la rebelion de los tira-nizados indios de encomienda.

¿Quién podia garantir que muchos de ellos, vis-to lo difícil que la situacion era para los españlesíno estuvieran preparando en el silencio medios delibertad i de venganza?

(1) Libro de aclas del Cabildo d &antiago, sesion de 2 de octubre dé1723.

430 LOS PRECURSORES

El 3 de octubre, víspera de la fiesta de SanFrancisco, se celebraba una procesion mui concu-rrida, en la cual la imájen de este santo era lleva.da hasta la plaza, donde recibia i hacia una corte-sía a la de Santo Domingo; i en seguida, las doseran conducidas juntas hasta la iglesia del primero.

Estaba atestada de jente toda la carrera de laprocesion, cuando se esparció la voz de que habiaincendio en la Cafíadilla.

Efectivamente, por casualidad se* habia pegadofuego a un ranchio en aquel barrio.

Todo fuó anunciarso aquello, i suponerse queeran los indios que daban principio a su proyecta-da sublevacion para saquear i matar.

Fácil es de imajinrse el tumulto que semejanterumor ocasionaria, hallándose, como estaba, el ve-cindario mai alarmado con los sucesos do Arauco,con la venida de la diputacion de Concepcion ensolicitud de socorros, con la indefension de la ciu-dad, con la prision de varios indíjenas que habianconfesado sus planes de sublevacion.

A los pocos momentos, ya no se habló solo delrancho que se estaba incendando, lo que era cier-to, i de los indios que habian comenzado el saqueoen la Cafiadilla, lo que era inventado; sino que secorrió que se sabía de un modo positivo que en laPunta i en .rnea habia cuerpos de indios alzados,prontos a precipitarse sobre la mal defendida San-tiago.

"Hubo entónces en la ciudad, refiere un cronis-ta, la mas horrible eonfusion. N los eclesiásticosse eximieron de tomar las armas; i se pusieron sal-vaguardias en los monasterios de relijiosas paraque no las incomodasen. Se envió una partida dejente armada de los vecinos i mereaderes a reco-rrer los contornos; i todo era confusion".

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

Al fin de muchas esploraciones, i de muchas ca-rreras, se vino a averiguar que todo habia sidosusto infundado (1).. Pero lo que fué conseguir que los araucanos vol-vieran a la obediencia, costó todavía grandes es-fuerzos i muchos sacrificios.

VIL

La representacion del cabildo de Santiago, fe-cha 12 de octubre de 1708, sirvió de antecedentepara que el reí, por cédula de 8 de setiembre de1710, mandase crear en Chile una junta compues-ta del presidente, de los oidores, del protector deindijenas, de los misioneros i prelados de las relí-jiones para que arbitrasen los medios de reducirlos indios a sociedad.

Esta fué la primera de las varias juntas llama-das de poblaciones que se organizaron durante el.curso del siglo XVIII; pues ha de saberse que du-rante todo ese tiempo, el pensamiento dominantedel gobierno central i del particular de esta co-marca fué el agrupamiento de los esparcidos habi-tantes de Chile.

De tantas deliberaciones sobre la materia, re-sultaron diversos planes, de los cuales tengo a lavista dos, que se presentaron al monarca en nom-bre de todo el reino, i que contienen datos mui in-teresantes i desconocidos acerca de la antigua con-dicion social de nuestro país.

Creo que se mne agradecerá el que reproduzcaalgunos de ellos.

(1) Carvallo, Descripcion tiztória'jeográflca dd reino de ühile, parte1.1, libro 5, capitulo 31.-Pérez García, i4oria N"atural, Miitar, CHii rada del reino de OMile, libro 7, capItulo 1.0 Este historiador diceequivocadamente que esta alarma sucedió en agosto.

432 tOS PIMBOURSOREIN

El primero de dichos planes esplica eon muchaexactitud los fundamentos de la gran zozobra quedurante toda la época colonial inquietó a los habi-tanits de Chile, siempre temerosos entónces de unalzamiento jeneral de indijenas, que pudiera ense-florearse de toda la comarca desde un estremohasta el otro.

Leamos esta curiosa esposicion."Sin embargo de tanta prosperidad como depo-

sitó la Providencia en aquel paraíso terrenal (Chi-le), para felicitar a sus habitadores, dice, es muilastimoso el estado miserable de despoblacion imiseria a que está reidueido.

"Del ndmero casi infinito de indios que se en-centraron al tiempo dte la conquista, apénas lleganá trescientos mil los de ambos sexos que residenentre las islas de Chiloé i la frontera del rio Bio-bio; 1 serán como otros tantos los que moran entrelos españoles, no habiéndose padecido epidemiaalguna a que pueda atribuirse despoblacion tanlamentable. Ni corresponde el número de los es-pafioles al que ha pasado de estos reinos (Espa-fía); pues en medio de la sanidad de su tempera-mento, mucho mas benigno que el de España, nopasan de trescientas mil las almas españolas, in-ClUyendo en este número los mestizos i los mula-tos. De suerte que puede formarse el juicio pru-dencial de que no pasan de seiscientas mil entreespañolas, inestizas, indias, ne,ras i mulatas laspersonas que están subordinadas al dominio deVestra Majestad, i que será como de trescientosmil el nimero de los indios que aun no están bienreducidos.

I'obre no corresponder el vecindarío a la ferti-lidad i sanisimo temperamento de reino tan dila-tado, padecen sus habitadores la privacion de la

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 433

sociedad humana, que es el fundamento de toda lafelicidad que puede gozarse en esta vida. Los tres-cientos mil indios que aun no están bien reducidosno viven agregados a pueblos, sino dispersos poraquellos campos, distando una familia de otra tres,cuatro:i seis leguas. Lo mismo sucede a las otrasseiscientas mil almas, entre espafioles, indios imestizos, que profesan la relijion católica, i obede-cen en todo a Vuestra Majeltad, pues no llegan asetenta mil las reducidas a pueblos, porque siendocierto que no tiene el reino mas de seis lugares;que son las ciudades de Santiago, la Concepcion,Chillan i Coquimbo, i la villa de Quillota i puertode Valparaíso, no lo es ménos que no pasan de se-tenta mil las almas que residenen dichos seis lu-gaTes,, siendo la residencia continua de las otrasquinientas treinta mil la soledad de los campos enunas chozas de paja que levantan en sus hacien-das, formando en todo trece o catorce correjimien.tos, que regulado uno con otro, tiene la estensionde mas de veinte leguas de largo, i otro tanto deancho, i veinte,i cuatro curatos poco mas o ménos,a escepcion de los que hai en los seis lugares men-cionaelos.

"Estando tan esparcidas por los campos casi to-das las familias del reino, distando una de otracuatro, seis i ocho leguas, como tambien de la pre-sencia de su curai correjidor, bien podemos decirhallarse aquellos infelices condenados a no partici-par de la menor parte de la felicidad hmnana,iniéntras no se redujeren a poblados, porque sien-do cierto, como lo es, que los correjimientos i cu-ratos tienen la estension mencionada, se viene alos o jos la imposibilidad moral en que se hallande cumplir con las obligaciones de cristianos, nopudiendo desde tan léjos acudir a la parroquia, ní

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434 LOS P=IM00UU

a otra iglesia, a instruirseýen los misterios de la fe,a oír misa los dias de fiesta i frecuentar los sacra-mentos. Es igualmente imposible al correjidor i alcura el saber, i mucho mas el correjir los desérde-nes que se cometen en tan largas distancias i en elretiro de unas casas solitarias, por cuya razon esforzoso queden impunes los delitos, i vivan los mascon solo el nombre de cristianos, i con inminentepeligro de no lograr ni aun en la hora de la muer-te, el ausilio de los santos sacramentos, o por notener persona que vaya a llamar al cura, o por nollegar éste a tiempo, a causa de la grande distan-cia en que reside.

"Es imponderable el peligro que les amenazade ser arruinados de los indios, que son capacesde alzarse con el reino en una sola noche, porquedistando una casa de otra cuatro, seis i ocho le-guas, i habiendo en cada una mas indios de ser-vicio, que españoles, son aquellos mas que sufi.cientes a quitar la vida a todos sus amos, aunqueno concurran los indios medio rebeldes con sus co-rrerías al modo de los húsares, caminando unanoche doce o mas leguas para robar i quemar todocuanto encuentran, sin perdonar la vida a ningunespañol que se les ponga a la vista.

"Para comprension del riesgo que les amena-za, conviene hacer presente la práctica que obser-van en hacernos la guerra. Cuando se resuelven ala invasion, señalan algunos emisarios que corranla flecha por todo el reino, que es lo mismo queparticipar a todos los indios, aun a los que sirvena los españoles, la noticia del dia o de la noche enque han resuelto invadirnos por todas partes. Es-ta noticia la ocultan con tan inviolable secreto, queno ha¡ ejemplar de haberla publicado, ni aun es-tando embriagados; i difundida entre los espafo-

DE LA INDEPENDEN A DE CHE. 435

les, aunque sea vaga i sin fundamento, basta a lle-narlos de horror i espanto, porque no habiendopueblo ni hacienda de campo que no tenga masindios que espafñoles, conocen éstos el manifiestoriesgo de ser muertos. I por esto corriendo con vi-veza esta voz formidable, se retiran a alguno delos seis lugares las mas familias espafiolas, espe-rimentando en los atrasos de las haciendas por lafalta de su presencia, los lamentables estragos deuna guerra verdadera. Si llega a ser cierto el le-vantamiento, es suficiente a llenar de confusion isobresalto el corazon del jeneral mas esperto i va-leroso, pues siendo imposible castigarlos, se con-templa precisado a esperimentar las fatalidadesde la guerra. No ignora la dificultad de juntar milmilicia-nos, i el conseguir la plata necesaria paramantenerlos. Sabe tambien el poco o ningun dafloque pueden hacer nuestras tropas a los indios re-belados, que no teniendo sementeras ni otros bie-nes que el de una choza, que se forma en dos otres dias, con retirarse a los montes, logran el sa-grado para evitar el castigo.

"Por otra parte, comprende el gobernador serinevitables las hostilidades que intentaren los in-dios; porque no usando de marchas regulares, icargando mas víveres ni carruaje, que el de unabolsa de harina que lleva cada uno a la gurupadel caballo, ejecutan todas las empresas dondeménos se piensa, i ántes de ser sentidos; i deján-dose ver un dia sobre una plaza fronteriza, ama-necen el otro sobre las haciendas distantes masde doce leguas de aquella plaza. Mas, sobre todo,oprime el ánimo de los gobernadores el modo deprincipiar la guerra, porque estando todos avisa-dos por medio de la flecha de la noche que handecomenzarla, se ejecuta la irrupcion a un mismo

436 LOS PRURSORES

tiempo en todo el reino, matando los indios de lashaciendas a sus amos, i los de cada pueblo a losespañoles que en él residen. 1 claro está que a vis.ta de este modo de Iguerrear, nada puede prevenirel mas esperto capitan jeneral en un país tan di-latado, teniendo a todos los súbditos dispersos porlas haciendas."Por esto ponen tanto cuidado los mas cuerdos

gobernadores en tratarlos con mucha afabilidad,observándoles relijiosamente las ceremonias acos-tumbradas de abrazarlos i admitir a la mesa loscaciques, condescendiendo en todo lo posible con sugusto; i han padecido hartos cuidados i desvelosaquellos en quienes ,el conocimiento de su valor ipericia militar, enjendró el desprecio de unos po-bres indios descalzos, rudos i armados únicamentede unas lanzas mal formadas, porque irritados delmenosprecio han movido una guerra que siempreha sido fatal para los españoles, i no mul decorosapara los gobernadores, no porque sean capaces dehacer frentea una tropa de mil soldados, sino por-que no hai medios para juntarla, ni bocas de fue-go para hacerla respetable; i porque sin hacerfente a la tropa, pueden arruinarnos con las co-irTílas ejecutadas en la forma espresada, sin quela tropa pueda castigarlos en los bienes que notienen, ni en las personas, que fácilmente se esca-pan de nuestras marchas regulares.

"1E cónocimiento esperimental que asistia alexcélctisimo :señor don Gabriel Cano, tenienteje-neral de los reales ejércitos, i capitan jeneral deaquel Teino, le obligó a infórmar a Vuestra Majes-tad de la necesida cuasi estrema de poner la tro-pa en el pié que tuvo hasta el aflo de 1700, quefué de dos millhombres, por ser imposible la de-fensa con los seiscientos soldados que al presente

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subsisten. 1 aunque sea impracticable esta provi-dencia, que pedía anualmente un situado de tres-cientos mil pesos, cuando apénas pueden concurrirlas cajas del Perú con los cien mil pesos para elsueldo de los seiscientos hombres, sin embargoprueba lo indefenso del reino, i que dejándolo sinla funda.cin de los pueblos, nunca logrará la suje-cion de los indios; ántes si continuará el riesgo deesperimentar su última ruina; que mal puede es-perarse adelantamiento alguno con solo seiscientossoldados, cuando no han bastado dos mil para evi-tar la pérdida de muchas leguas de terreno enestos ciento cincuenta años pasatos".

El segundo de los planes a que he aludido con-firma i esplana lo que ya sabemos acerca del tra-tamieito que se daba a los indijenas.

"Los motivos en que estriba la repugnancia depoblarse los naturales en las cercanías le los es-panoles, dice, son muchos, de que solo apuntarélos dos mas principales que reinan en Chile i entoda la América.

"El primer motivo son los tributos personalesque deben pagar, reduciéndose a pueblos, o vivien-do en las haciendas de los españoles. Los tributosde todos los indios de Chile no llegan a redituar aVuestra Majestad tres mil pesos anuales, i estacorta cantidad es la causa principal de no habersedomesticado, porque no llegando al erario mas dela espresada cantidad, sacan los correjidores muigrandes intereses con ruina de estos infelices, por-que siendo los únicos postores en los remates delos arrendamientos de dichos tributos, sin que seaposible poner remedio a este abuso por razonesevidentes que omito por no dilatarme, sacan a po-co precio el arrendamiento, i apuran a los indiosen a recaudacion para aumento de sus propios in-

LOS PRECURSORES

tereses con la ganancia de cuatrocientos o quinien-tos por ciento, que por lo ménos logran en estosremates (1).

"El segundo motivo se funda en el trabajo per-sonal a que se les obliga para las obras de VuestraMajestad por fuerza, i con salario menor del quesuele pagarse a los voluntarios, pues, aunque sonpocas las faenas que se ofrecen de vuestro real ser-vicio, son muchas las que se esperimentan bajo deeste título especioso, haciéndoles trabajar frecuen-temente en obras de los particulares. Muchas ve-ces se ven en la ciudad de la Concepcion indiasllamadas por superior mandato para que sean

d 1) Sobre este asunto de los tributos que pagaban los indios llamadosde a corona, esto es, los que no estaban encomendados a particulares,espidió el soberano la siguiente cédula, que contiene datos que sirvenpara hacer comprender la condicion de los indíjenas en Chile.

"El Re¡. Don José deManso, mi gobernador i capitan jeneral del reinode Chile, i presidente de mi real audiencia en él. Con carta de 26 -le se-tiembre de 1789, acompañasteis certificaciones de todos los ramos de misreales rentas deese reino, con espresion de las asignaciones impuestas so-bre ellos, i un mapa que contiene todo lo comprendido en ellas, siendo unode sus puntos que el ramo de tributos de los indios libres i no encomenda-bles de ese reino solo importa la cortedad de mil doscientos i ocho pesos, ique masde diez mil son los daños ipecados irremediables que se orijinande su cobranza, no solo en las violencias que ejecutan con esa pobre jente,sino en que poseídos del temor, huyen de hacimentarse entre los españo-les, donde logran doctrina i pasto espiritual, i se retiran a sus tierras aseguir sus bárbaras nativas costumbres, lo que no sucederia, i árites sífueran innumerables los que se eatablecerian en esas campañas i ha-ciendas, si se les minorara el tributo, pensionándolos a que en señal delvasallaje que tienen jurado a Vuestra Majestad, pagase cada indio unamoderada cantidad, proporcionada a su pobreza; i que respecto de sermayor la que jeneralmente se esperimenta en la frontera i obispado dela Concepcion, se estendiese algo mas la gracia i piedad de Vuestra Ma-jestad para aquella diócesi, porque de esta suerte fuera mucho mas cre-cido este ramo, i nunerosisimo el concurso de los indios, que no pensa-rian en salir de ese reino, ni en ocultarse en los montes, con grave dis-pendio de la labor de las minas i la de los campos, cuyo beneficio es tanjeneral, que sin ellos es impracticable que los hacendados i coseclerospuedan cultivarlos. 1 habiéndose visto en mi consejo de las Indias, conlo que dijo su fiscal, i consultádome sobre ello, para poder tomar pro-videncia con pleno conocimiento, he resuelto ordenaros i mandaros (co-

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amas de varias criaturas espafiolas, sin que hayanecesidad de llamarlas por haber en dicha ciudadbastantes amas, indias, españolas i mestizas, quealimentan por su justo salario las criaturas. Pero,como se paga ménos a las indias de los lugares dela Mocha, Santa Juana í San Cristóbal, todos aspi-ran por Wnerlas, ocasionando una total desolacionde los dichos lugares. No son pocas las ocasionesen que se valen los particulares a titulo de servi-cio de Vuestra Majestad de su trabajo para hacersus matanzas de ganado mayor, sementeras i cose-chas i otras diferentes labores. I por estos motivos,i por el desprecio con que son tratados, i por los

mo lo hago) me informeis individualmente: qué número i especie deindios es la que proponeis para que les conceda el alivio; por qué noestán éstos encomendados como los otros; cuánto paga cada uno de tri-buto; i en qué se diferencian los encomendados a los incomendables; isi el beneficio .ue concediese a los unos, podria causar ejemplar para losotros, i perjudicar a los encomenderos; i sí conviene que en todo o enparte se les releve, sin embargo de las reflexiones espresadas. 1 porque elmotivo que dais para que se minore el referido tributo de indios libres ino encomendables, es los daños i perjuicios que se orijinan de su cobran-za, no solo en las violencias que ejecutan con ellos, si no es que poseídlosdel temor, huyen de entre los españoles a seguir sus bárbaras costum-bres, he resuelto asimismo que comuniqueis en la junta de hacienda to-dos estos puntos, i se providencie desde luego lo que conduzca a evitarlos perjuicios que se causan en esa pobre jente por los ministros o per-sonas que entienden en las cobranzas, practicando en esto todas aquellasrigurosas precauciones que pide el asunto; i si con el acuerdo de la jun-ta, en atencion al corto producto de este ramo, i a los sumos daños quecausa su cobranza, pareciere relevar a estos indios libres en todo o enparte los tributos, lo ejecutareis desde luego con la calidad de por aho-ra: i para las sucesivas providencias de adelante, me dareis cuenta entodas las ocasiones que se ofrezcan. De Aranjuez a 21 de mayo de 1741.-Yo d Re.-Por mandado del Rei Nuestro Señor, Don Migud de Vi-

De acuerdo con la junta de hacienda, el presidente de Chile fijó lacantidad que debian pagar por tributo los indios de la corona i los deencomienda, ordenando al propio tiempo "que no se arrendasen los tri-butos de los primeros para evitar por este medio los graves Verjiciosviolencias que se hablan esperimentado por los recaudadores.

Don Miguel de Villanueva comunicó en oficio de 6 de diciembre de1746 que todas aquellas disposiciones, habian merecido la aprobaciondel consejo de Indias.

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continuos dolos que esperimentan en los tratos delos españoles, repug1n nuestra cOmunicacion, 1inucho mas el poblarse en nuestras cercanías, por-que no hai animal que se domestiquo a fuerza depalos.

"El remedio único que indispensablemente debeaplicarse para conseguir su sujecion i reduccion apueblos, consiste en tratarlos en adelante como aracionales, o como si fueran de nuestra propia na-cion, eximiéndolos de los tributos personales (ia loménos en el pié que tienen al presento) i de lostrabajos personales i otras cargas, que a titulo devuestro real servicio se les imponen con muchograváinen suyo i sin adelantamiento de los intere.ses de Vuestra MV,ajestýad; pues una vez que lleguena entender que serán tratados en todo i por todocomo los demas españoles i mestizos del reino, nose esperimentará el menor embarazo en su reduc-cion a pueblos. Así lo practican los franceses, in-gleses i otras naciones, que se casan con las indias,como si fuesen mujeres de su nacion, i admiten alos indios a los empleos correspondientes a su ca-rácter. Hombres son como nosotros, i en nada sedistinguen, ni aun en el color, de los españoles queandan toda la vida al sol i a la agua en el pasto.reo del ganado i en la labor de las tierras. 1 a laverdad, si no so carga en España de mayores pen-siones al estranjero que se avecinda, que a los pro-pios naturales, ¿qué motivo racional puede haberpara cargar a los pobres indios, vasallos de Vues-tra Iajestad, de tributos i trabajos que no se car-gan a los españoles? Los demas vasallos conquis-tados suelen regularmente llevar la misma cargaque los co-tuistadores, como se practica en la Europa. Pues ¿por qué han de ser excepcion do estaequidad universal los indios miserables? Lo eierto

DE LA IND EPENDENCIA DE CHILE. 441

es que causa lástima ver despoblado el nuevomundo por estos tributos i trabajos personales".

El rei Fernando VI encargó el exámen de estosdos planes i de varios otros "sobre contener i re-ducir a la debida obediencia los indios del reinode Chile", que se habian ido presentando al conse-jo de Indias, a don Joaquin de Villarreal, quienen 22 de diciembre de 1752 dirijió al monarca unamemoria u obra de alguna estension, en la oual,no solo discutia los proyectos ajenos, sino que tam-bien sometia uno propio.

No entra en mi propósito el dar a conocer lasdistintas ideas que se indicaban.

Me limitaré solo a reproducir aquí lo que Villa-rreal esponia acerca de la poblacion de Chile, rec-tificando el cómputo que hacía sobre ella uno delos planes que ántes he copiado.

No se sabe por matrículas el número de loshabitantes que residen en el terreno que ocupanlos españoles, sin duda porque viviendo éstos tandispersos por las campañas, se ha considerado im-practicable esta dilijencia, que es una de las masimportantes i necesarias en un sabio gobierno pa-ra conocer los progresos o atrasos que esperimen-tan las provincias o reinos. Mas por lo que diceel espediente, se forma un juicio prudente de queno pasan de veinte i cinco mil los hombres de to-mar armas entre españoles, mulatos i mestizos. Icomo éstos se regulan, segun los políticos, por laquinta parte de toda la poblacion, será ésta en eltodo de ciento veinte i cinco imil almas, mitad hom-bres i mitad mujeres, de todas edades. Gran de-sengaio para los que se persuaden que si en laAmérica va decreciendo el número de los indios,se acrecienta el de,los españoles. Unos i otros seminoran de año en afio, por lo ménos en el reino

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de Chile, pues constando del espediente que deEspaña i del Perú ha recibido en diferentes oca-siones mas de veinte i cinco mil soldados, i nosiendo pocos los europeos que anualmente se ave-cindan atraídos de las delicias del terreno, no pa-san al cabo de dos siglos de veinte i cinco mil losespañoles de tomar armas, inclusos los mestizos imulatos.

"A este número se debe añadir el de los indiosyanaconas i encomendados que residen entre losespañoles. Sábese que al tiempo de la conquistaera su número mui crecido, pero se ignora el delos existentes. Solo encuentro en el espediente gra-ves fundamentos de discurrir que es mili limitado.Mas para que se conozca mejor la desolacion la-mentable de aquel país, quiero igualar su número,entrando en la cuenta los negros, con el númerode los espafioles. En este caso, se reduce toda lapoblacion a doscientas cincuenta mil almas entreespaioles, mestizos i mulatos, indios i negros.Distribuidos éstos en las ocho mil cuatrocientasleguas del terreno, corresponden a cada legua po-co mas de veinte i nueve personas. Cosa lastimosaque hallándose poblada la Espala en unos paisesa razon de mil almas por legua, en otros a razonde mil doscientas, en otros a razon de mil quinien-t,s, i en otros de tres mil almas, sin que sean muirecomendables por su amenidad los terrenos, sehalle reducido el sanísimo i fertilisimo de Chile asolas veinte i nueve personas.

"Es verdad que el autor de los dos proyectospresentados a nombre del reino de Chile conside-ra duplicado este vecindario. No acrecienta, ántesdisminuye el número de los varones, pues sola-mente los regula en cien mil 'entre chicos i gran-des, nifios i viejos. Pero noticioso de que en los

DE LA INDEPENDENCIA De2 CHHE. 44e

cálculos formados en la ciudad de Santiago i de laConcepcion por algunos curiosos, correspondían acada varon mas de, diez mujeres, pensé que en to-do el reino no dejarian de corresponder cinco mu-jeres Por hombre, i por esto reguló todo el vecin-dario en seiscientas mil almas. Mas siendo exce-sivo este número en sentir de los graves ministrosque componen la junta de poblaciones en la capi-tal de Santiago, es de creer tendrian presente elnúmero de las mujeres, i así no debe ser atendidoen este punto el autor de los dichos dos proyec-tos" (1).

Por lo demas, don Joaquin de Villarreal reco-nocia en 1752 que "era empresa propia de los pia-dosos desvelos del reí el contener i sujetar a unosindios nunca tan formidables, como en el siglopresente (el XVIII)"; porque "con justa razon sedeberia temer la triste noticia de la desolacion to-tal de aquel reino, si prontamente no se ocurrieseal inminente riesgo que le amenaza" (2).

¡Por tan formidables habian llegado a ser teni-dos los araucanos aun en la misma Espafia!

VIII.

Algunos af os ántes de que don Joaquin de Vi-llarreal hubiera evacuado el informe de que heestractado los pasajes que se han leído, ya el reí,por cédula espedida en 5 de abril de 1744, habiaautorizado a su presidente de Chile para que pro-cediendo de acuerdo con varias juntas que organi-zaba, tratase de fundar las poblaciones que indi-caban los dos planes, i dictase las otras medidas

(1) Villareal, Informe a Fernando VI, números 14, 15 i 16.(2) Villarreal, Informe a Fernando VI introduccion.

444 LOS PMCURSORES

que estimase conducentes a reunir los españolesi los indios que vivian dispersos i apartados unosde otros.

Para conseguir este objeto, el monarca se mos.traba pródigo de mercedes i de privilejios, con talque no gravaran su real erario.

Entre otras cosas, concedia el título de rejidoresde las nuevas poblaciones a los primeros españolesqe se avecindaran en ellas; i el privilejio de no-bleza, a los que ayudasen con sus bienes, ganadoso trabajo.

Ordenaba que a los indios que consintieran enreducirse a poblaciones, se les eximiera de la mita,del servicio personal, i del pago de tributos, tra-tándolos en todo esto como a los españoles.

Mandaba que a los caciques que formasen unpueblo, se les diesen porciones o lotes de terrenocomo a dos o tres vecinos; i que a los que mas se es.forzasen, se les declarasen distinciones honrosas,como el uso de una medalla de oro o plata, o elprívilejio de nobleza, o algo parecido.

Aun antes de recibir esta cédulay el presidente deChile don José de Manso habia procedido a fun-dar diez poblaciones, a saber: San Francisco de laSelva en el correjimiento de Copiapó; San lartinen el de Quillota; San Felipe el Real en el deAconcagua; San José de Logroño en el de Melipi-lla; Santa Cruz de Triana en el de Rancagua; SanFernando de Tinguiririca en el de Colchagua; SanJosé de Buena Vista (Curicó), San Agustin deTalca i Nuestra Señora de las Mercédes (Cauqué,nes) en el del Maule.

Todas estas poblaciones habian sido erijidas des-de sus cimientos por el presidente Maianso, ménosla de San Martin de Quillota que habia sido fun-dada en 1717 por el presidente don José de San-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

tiago Concha, bien que habia prosperado mui poco.El rei decretó la venta de seis títulos de Castilla,

cuyo producto debia emplearse en los gastos quedemandase la fundácion de las nuevas poblacionesde Chile.

Don José do Manso vendió estos títulos en Li-ma a veinte mil pesos cada uno, lo que le permitióreunir una suma de ciento veinte mil pesos.

El rei habia ordenado que "para incentivo delmayor adelantamiento de las poblaciones" se die-sen al presidente.gobernador por cada una de lasque formase cuatro,mil pesos, sacados de lo queprodujese la venta de los seis títulos de Castilla;pero Manso devolvió al monarca los cuarenta milpesos que eorrespondian al fundador de las diezpoblacIones mencionadas, porque dijo "que al recibo de los reales despachos, se hallaban formalmen-te establecidas diez, i que aquel caudal era aplica-do a lo que habia de trabajarse, i no a lo ya ejecu.tado".

Manso entregó los ochenta mil pesos restantes ala junta de poblaciones para que los invirtiese enla mejora de ellas (1).

El presidente Manso echó todavía en la estanciadel Rei los cimientos de una poblacion denomina-da los Anjeles.

Para recompensarle tan eminentes servicios, fu6mui poco despues promovido al alto cargo de vi-rrei del Perú, habiéndole el soberano manifestadocuánto le habia complacido su celo por la forma-cion de poblaciones en Chile.

(1) Real G5,lula, fecha en Buen Retiro a 29 de julio de 1749.

LOS PRECURSORES

Ix.

Don Domingo Ortiz de Rósas, sucesor de Man-so en la presidencia de este país, alentado por lasmarcadas muestras de aprobacion con que el go-bierno de Madrid fomentaba el pensamiento deerijir nuevas villas, tomó el asunto con estraordi-nario empeño, estimulando la fundacion de cuan-tas podía.

El presidente Manso habia tenido mui buen cui-dado de delinear las que llevó a cabo, en terrenos,o bien vacuos, o que le eran cedidos voluntaria'-mente por sus dueños.

Gracias a este modo de proceder, obtuvo soloaplausos.

Pero Ortiz de Rósas fué acusado de no tenerreparo en espropiar las tierras de los particularespara establecer nuevas villas.

Esta conducta le suscitó mui pronto una fuerteoposicion en el poderoso gremio de los hacenda-dos, quienes en 20 de agosto de 1755 elevaron alsoberano un largo memorial para esponerle susquejas contra el presidente de Chile.! "No podemos, Señor, espresar la turbacion detodo el reino, decian, con el motivo de esta nume-rosa multiplicacion de villas. No solo se pierde lahacienda elejida, sino tambien las inmediatas. Notienen las haciendas otros frutos considerables, quelos ganados, cuyos cebos i pieles se comercian aLima i el Perú. Para conservarlos contra los la-drones, se solicitan sitios defendidos de altos mon-tes o crecidos ros, o de industria se hacen cercasde costosos estacones. Dedicada cualquiera hacien-da de éstas a una villa, se imposibilita la crin isubsistencia de ganados, en medio de una comuni-

DE LA INDEA DI CE. 447

dad que por el fin de congregarse i falta de me-dios, se han de valer de los ganados para vivir.Piérdense igualmente las haciendas vecinas, por-que la misma servidumbre del camino les facilitael hurto, no pudiéndose negar el paso, estando laque se supone villa en el centro.

"Por todas partes, sentimos las consecuencias detan repetidas poblaciones. Carecen todas las ha-ciendas de sirvientes, i así todos nos reducirémosa la misma miseria, porque los que ántes se suje-taban a algun trabajo en las haciendas, se han he-cho pobladores, queriendo vivir mejor en las tie-ras propias, que en las ajenas, i los pocos quesubsisten en el ministerio de las haciendas es siem-pre con el amago de que pueden hacer suyá la ha-ciendt con ofrecerse a poblaría. Anima su pensa-miento ver siempre propensos a él al correjidor ial cura; el primero, porque influye con la pobla-cion al mérito del capitan jeneral, de quien pende;el segundo, porque en cualquiera villa por su esta-do i ministerio, se le asigna el mejor sitio para ca-sa, i el mas fértil i estenso para chacra, i no e¡mucho no se detenga en los Inconvenientes de lavilla, cuando solo su informe le hace dueño de unaposesion'.

Los hacendados esponian mui estensamente losnumerosos inconvenientes que resultaban de la es-propiacion de sus haciendas para villas i caminos.

El rei, por cédula de 18 de octubre de 1660, selimitó a ordenar a don Manuel de Amat i Ju-nient, sucesor de Ortiz de Rósas, que manejara elasunto con prudencia, i procurara remediar losperjuicios que se denunciaban.

Entre tanto, aquellas villas, tan maldecidas porlos hacendados, habian valido a su fundador el ti-tulo de conde de Poblaciones.

448 <1LOS PRECURSORES

Por lo demas, el clamor fué apaciguándose po.CO a poco.

Ninguna de las villas fué abandonada, i ningu-no de los caminos fué cerrado.

Las primeras sirvieron de centros de comercio ide civilizacion. f

Los segundos facilitarn paso, no so a los,la-drones de ganado, como decian los hacendados, si-no a todos los habitantes, i a los mismos hacenda-dos, que, gracias a aquellos caninos, pudieron es-plotar sus fundos como convenia.

x.La eficacia que se 'atribuía a la fundacion de

nuevas poblaciones era tanta, que hubo tiempo enque se tuvo la idea de que semejante arbitrio po-dria ser suficiente para poner término a la costosai prolongada guerra de Arauco.

Aquella memorable lucha había continuado enel siglo XVIII mas o menos como habia sido enel siglo XVII i en el XVI.

La resistencia heroica del pueblo araucano hu-millaba la soberbia del monarca de España.

1 esta no es una presuncion mas o ménos fun-dada, pues el re¡ mismo lo escribia así al presi-dente don Gabriel Cano de Aponte en cédula de28 de octubre de 1718.

"Una% de las cosas de la mayor importancia deesos mis dominios, i en que hasta ahora por negli-jenCia o por difícil no se ha tratado sobre ella, ledecia, es la de disponer el modo o fo:ma de darfin a la guerra de los indios bárbaros, que desde eldescubriniento de ese reino pernianecen en él conpo decoro de nis arias, i con dispendios consi-derables de ni real hacienda7 i gravísimos perjui,.

DE LA INDEPENENIA DE CHILE. 449

cios de esos mis vasallos, sin qiwtenga notica queninguno de los muchos virreyes que ha habido enel . .Perl ni de los capitanes jenerales de ese reinovuestros antecesores, se hayan dedicado a discurrirni practicar medio alguno en materia de tan gra-ves consecuencias, i tan inmediata al honor de lanacion española, tolerando culpablemente unos iotros el que los indios estuviesen sin ser ofendidosni inolestados en. sus, estancias, persuadidos a sercapaces de esponerse a las fuerzas mias, i hacien-do con ellos tratados de tregua i paces tales, comose pudieran ejecutar con ejércitos de tropas arre-gladas que fuesen capaces de competir con mis ar-.mas, i consintiendo tambien otros actos de pocodecoro al crédito de la nacion, en que tambien n--currieron los ministros de los reyes mis predeceso-res, a quienes no hicieron presentes estas cireuna-tancias para obviarlas, i ha durado en esta confor-midad siglos enteros esa guerra, consumiéndosoen ella inútilmente inme~os, caudales de mi ha-cicuda real".

En consecuencia, el soberano encargaba a supresidente-gobernador de Chile que le propusieralos arbitrios mas eficaces i prontos para la termi-nacion de tan vergonzosa guerra, i reduccion delos rebeldes araucanos.

Una real cédula mui interesante, que paso a co-piar, continua haciendo la historia de este gravísi-m, astintoj a que no dió solucion satisfactoria lamonarquía, ni la ha dado todavía la república.

"l-Rli. Don José Manso, gobernador i capi-

tan jeneral del reino de Chile, i presidente de nireal audiencia de él. En carta de 27 de enero de1737, espresa el sarjento mayor del ejército de esereino don Pedro de Córdoba i Figueroa que donGabriel Cano, vuestro antecesor, le manifest una

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450 Los PRE URSORES

cédula en que le mandé viese los medios condu-centes para terminar la guerra de él, i que con es-te motivo hallaba ser de su obligacion represen.tarme en el asunto lo que tenia por conveniente,que se reduce a que desde la conquista de ese rei-no por Pedro de Valdivia, que murió en campalbatalla el año de 1553, han sido mui repetidas lassublevaciones de los indios con notable ruina delos naturales i ciudades de ese reino, citando cadauna en su tiempo, i las reales cédulas dirijidas conlas correspondientes providencias, así a los virre-yes, como a los gobernadores vuestros anteceso-res, i que sin embargo de la vijilancia i celo conque do ciento ochenta i siete años a esta parte, seha procurado atender a que se termine esta gue-rra, no se ha podido conseguir, teniendo, como hatenido, de costa, hasta el año de 1664, treinta itres millones novecientos setenta i tres mil pesosde a ocho reales de plata, i enviádose de estos rei-nos mas de veinte i cinco mil hombres de reclu-tas, habiendo su padre, el maestre de campo donAlonso de Córdoba, establecido una paz con los in-dios (entre las muchas que ántes se habian hecho)despues de diez i nueve años de guerra, que durómas de cuarenta i nueve, hasta el de 1723 que sevolvieron a sublevar. 1 esponiendo por menor losperjuicios qne en. todos tiemipos han ocasionado,affde que los referidos indios poseen hoi el espa-cioso tiro de mas de ciento cuarenta leguas quohai desde el Biobio al canal de Chliloé, i de latituddo mar a cordillera, sin que haya mas españolesque la plaza de Valdivia, Arauco i el fortin de SanP edro i los fragnientos de ocho ciudades, que desus fábricas se ven bastantes señales, i recuerdanlo que fueron, habiendo habido en la Imperial dosobispos, en Valdivia cuño de doblones i oficiales

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. *1

reales, i en Osorno, convento de monjas, i en todasestas ciudades, algunas manufacturas. Que asimis-mo se ven los fragmentos de mas de veinte forta-lezas, minas que fueron trabajadas, i muchas ha-ciendas de campo. 1 pasando a delinear el joniomarcial de los'indios, i modo de dar sus batallas,concluye en que, para que se logre el fin de termi-nar la guerra, sería conveniente se funden algu-nas ciudades a proporcionadas distancias unas deotras para que puedan sostenerse con mutuo soco-rro, i que el arraigo de su vecindad las haga sub-sistir con permanencia, porque, para retener a loshombres, sirve de atractivo la casa que se constru-ye i la heredad que se funda, señalando para laprimera fundacion el sitio de la arruinada ciudadde los Confines, que dista cuatro leguas de Biobio,i se ve en ella la delineacion de calles i casas, so-bre cuyos cimientos se podrán construir otras, te-niendo tambien el beneficio de molinos i vfiías,que con corto dispendio serán fructuosas por lasacequias que hai, i fértil que es la tierra. Que haimucha jente incómoda en el reino, que con la ins-peccion de lograr ventajosos repartimientos de so-lares i campos, se ofrecerán voluntarios; i quesiendo la jente del país poco laboriosa, sería conve-niente tripularla con la de otros para que les sir-viese de estímulo i ejemplo, i se enardeciese su ti-bieza, logrando con los recíprocos casamientos losintereses comunes; i que las personas que se ha-yan de avecindar sean cuando ménos mas de cien-to, i que se les asista con el sueldo i racion el pri-mer aflo, i el segundo i tercero con pro de comunsoldado, enviando cuatrocientos hombres de guar-nicion que cubran el país i fomenten la constru-ccion de casas i de un recinto para que quede enestado de una regular defensa, estando las semen-

LOS PRECRSJORES

teras, caballos i ganados seguros, i pastando a lavista, i casi al cafion de la plaza, por estar la ciu-dad en llano. Que para la ejecucion de este pro-yecto de tanta importancia i utilidades a esereino será conveniente que en este primer esta-blecimiento asista el gobernador i capitan jene-ral, i que para obviar inconvenientes de juris-dicciones, será tambien preciso que el comandan-te de la plaza sea correjidor i cabeza de las justiciasi oficios cousejiles. Que los indios no querrán viviren politica, ni sujetarse al deber de vasallos co-mo en el Perú, por lo que abandonarán sus casi-nas i licredades, i se internarán con sus ga-nados i familias en lo fragoso de la cordillera isus boscajes, desde donde procurarán hacer lashostilidades que la oportunidad les ofrezca, lo queevitará la tropa española, recorriendo sus provin-cias, i cmbarazándoles sus siembras i cosechas, iquitándoles el ganado i caballos de que tienen no-table abundancia, debiéndose esperar a los tresaflos, quo compulsos de la necesidad, se sujetenpor el retiro a aquellas montañas infértiles por sUfrialdad. Que a los tres años, poco mas o miénos,se podrá pasar a fundar otra ciudad, a proporcio-nada distancia de la antecedente, en la que debe-rán quedar cien hombres de guarnicion, que aso-ciados con los vecino, sirvan para su defensa,atendiendo los gobernadores a su fomento, conce-diéndose algunos plivilejios ue sirvan de estímu-

lo para su acrecion, i que asimismo se tenga pre-sente el sitio de la ciudad Imperial para poblarlapor lo fértil i ventajoso de su situacion, que está almárjen de un navegable rio, siete leguas de su in-greso al mar, cuyo flujo i reflujo facilitará su co-mercio i socorro en caso urjente, donde se estable-cerá la isma vecindad i guarnicion, con cuya

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

adecuacion se ha de llegar a Valdivia; i que seráconveniente restablecer la ciudad arruinada, que sepodría ejecutar con corto dispendio, respecto dehaber allí muchas familias avecindadas, a quienesse podrá, distribuir solares i campos en la mismaforma que los hubo ántes de su pérdida. Que tam-bien se funde la ciudad de Villarrica en sus mis-mas riberas, que están a la márjen de una podero-sa laguna, í de su desagüe, que es un caudalosorio, en la inmediacion de la cordillera, que ofrececómodo tránsito en todas las estaciones del aflopara el frecuente comercio de los españoles conBuenos Aires, que se podrá restablecer, i aun conEspañ'a i el Perú por el puerto de Valdivia. Queen la costa se hace preciso el establecimiento deotra ciudad, la que se deberá construir en Arauco,donde, fuera de la guarnicion, hai suficiente jentemiliciana para una formal vecindad, impidiéndosepor este medio la correspondencia de alguna na-cion europea con los indios, i quedaria ese reinoseguro con la poblacion de las cinco o seis ciuda-des. Que los indios se han de reducir a puebloscomo en el Perú, quedando incorporados en la co-rona, sin que los estraigan, ni que ellos se disi-pen, poque en esto se afianza su conservacion, i serpreciso se les quiten los caballos, i que se les exo-nere por algunos anos de tributos, i que éste des-pues en frutos lo paguen por la inopia de dinero,sirviendo éste para parte del abasto de los solda-dos, i para la subsistencia de sus párrocos. Que deesta suerte conquistaron los españoles ese reino,poblando Pedro de Valdivia, desde octubre de1550 hasta diciembre de 1553, las ciudades de laConcepcion, Confines, Imperial, Valdivia, Villarri-ca, Osorno i las casas fuertes de Arauco, Tucapeli Puren; i que en cuarenta i nueve años que sub-

4uOl4 LOS PRIMSORES

sistieron, aun entre turbulencias de guerra, estuvoel reino florido, habiendo pocos españoles, i los in-dios en mas cristiandad, vida política i sujecion,que no han estado los ciento treinta i siete añosrestantes, sin que haya producido ningun fruto elinmenso tesoro i consumo de jente. 1 añade porúltimo que aunque se ofrecc algun dispendio a mireal erario para la ejecucion de este arbitrio, escon la fundada esperanza de que será fructuoso, icon el trascurso, el reino productará para estasimpensas, quedando el residuo a mi real hacienda,,comprobando esto la esperiencia, pues en la ciudadde Santiago, el derecho de alcabala i almojarifazgoexcede a mas de cuarenta mil pesos, fuera de otrosingresos, en que después de satisfechas las consig-naciones, queda cuantioso residuo, i se estraen delas minas mas de quinientos a seiscientos mil pe-sos en oro, anuales, sin la plata, fructificando hoitanto lo que en lo pasado era nada; i que la ciudadde la Concepcion, entre las calamidades de la gue-rra, produce de este derecho mas de ocho mil pe-sos, concluyendo con que en el espacioso país quemedia entre Santiago i la Concepcion, será tam-bien conveniente a la utilidad pública i particularse hagan algunas poblaciones por vivir muchos es.pafioles dispersos i con rústica política, en que nose ofreco dispendio a mi real hacienda, lo que harárenacer el comercio, fortificarse el reino, exactala adinnistracion de justicia, i vida mas arregla-da. 1 habiéndose visto en mi consejo de Indias,con lo que en el asunto espuso su fiscal, he tenidopor bien ordenaros i mandaros (como lo hago) queme informeis lo que se os ofreciere i pareciere so-bre el kontenido de este proyecto; i así lo ejecuta-reis en la primera ocasion que se ofrezca, para queen su vista se pueda tomar la providencia que sea

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 455

mas conveniente. Del Pardo a 26 de enero de1739.- Yo el Rei.-Por mandado del Rei NuestroSeñor, Don Miguel de Villanueva".

XI.

Los presidentes don José de Manso i don Do-mingo Ortiz de Rósas habian, en el espacio de muipocos años, fundado gran número de poblacionesen la rejion de Chile realmente ocupada por losespañoles.Don Antonio Guill i Gonzaga, uno de sus suce-

sores en el gobierno, se esforzó por imitarlos.No encontrando por entónces en los correjimien-tos mas centrales lugares convenientes que po-blar, tonvirtió en villas varios fuertes de la fron-tera.

Sin contentarse con esto, quiso dar cumplimien-to a las cédulas por las cuales el soberano habiaordenado que los araucanos fuesen reducidos apueblos para poner de este modo fin a sus repeti-das sublevaciones.

Efectivamente, Guill i Gonzaga concibió el ji-gantesco pensamiento de establecer treinta i nuevepueblos en el territorio de Arauco.

El virreí del Perú don Manuel de Amat i Ju-nienti de quien tomo este dato, en una memoriadirijida al soberano sobre el particular en 6 de di-ciembre de 1769, culpaba a los jesuitas de haberinspirado esta idea al presidente de Chile.

Segun él, los jesuitas habian dominado en estereino mas que en cualquiera otro, i habian dirijidodespóticamente a todos los gobernadores hasta suespulsion, ménos a él, cuando habia desempeñadoaquel cargo.

Indudablemente, los jesuitas, que fueron los

4.)tI LOS PJUUSE

consejeros íntimos de Guill i Gonzaga, aprobaronsu proyecto de poblaciones en Arauco; pero preci-so es confesar que el plan era por lo jeneral muíbien aceptado, i que, como se ha visto, el rei mis-mo había recomendado diversas veces su adopcion.

La fundacion de pueblos habia llegado a serconsiderada como el remedio de todos los males.

El virrei Amat, que parece tenia a los jesuitasmui mala voluntad, atribuye a un motivo egoístae interesado la presion que, a lo que decía al re,habian ejercido sobre Guill i Gonzaga para hacer-le realizar aquel pensamiento.

Segun pretendia Amat i Junient, los jesuitasno habian llevado otra mira que la de recuperar iasegurar las nun-ierosás estancias que habian for-minado en Arauco, i quo habian perdido en el alza-miento de 1723.

Sin embargo, es sabido, i consta así de docu-mentos, que los jesuitas sostuvieron siempre queel único medio de lograr que los indíjenas se ha-bituasen a vida cristiana era reunirlos en pobla-ciones, en que pudieran ser doctrinados, i en queadoptaran los usos de la civilizacion.

El presidente Guill i Gonzaga, estimulado porlos jesuitas sus consejeros, se propuso con el ma-yor entusiasmo i las mas lisonjeras esp eranzas rea-liar este proyecto; pero lo que consiguió fué, no

hacer que los araucanos formasen poblaciones, si-no provocar uno de los mas terribles alzamientos,que estalló el 25 de diciembre de 1766, i que solopudo aplacarse a fuerza de mucho trabajo, i des-pues de haberse esperimentado perjuicios i pérdi-das de consideracion.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

XII.

El pésimo resultado que habia obtenido excitóen el mas alto grado la indignacion del presidenteGuill i Gonzaga contra los araucanos.

Sintió en lo íntimo del alma que aquellos heroi-cos indijenas le habían humillado, i lo que todavíaera peor, que tenian humillada, hacia siglos ya, ala altiva i poderosa nacion española.

Aquello era profundamente indecoroso, insopor-table; no podía tolerarse por mas largo tiempo.

Era preciso a toda costa hacer un esfuerzo su-premo para poner fin a tamaña afrenta.

Don Antonio Guíll i Gonzaga lo espresó así sinambajes, en una carta qu&. dirijió al re¡ en 1 demayo de 1767.

Lo que conviene a Vuestra Majestad, a su realerario i a la quietud i conveniencia del reino, ledecia, es hacerles guerra hasta sujetarlos a perpe-tua obediencia, o aniquilar a los rebeldes, -acán-dolos a todos de sus tierras i distribuyéndolos porel reino, especialmente por las provineias de Co-quimbo, Copiapó, Guaseo i sus despoblados, i dis-tribuyendo a las mujeres i párvulos por las hacien-das del reino, de modo que no lleguen a unirse icongregarse, ni quede familia de ellos en sus pro-pias tierras, que, siendo las mas fértiles i ricas deminas, se pueblen inmediatamente de españolespara que no les permitan la entrada a los indios.

"Confieso injenuamente que el perseguirlos enel caso presente hasta darles el golpe solo servi-rla de darles a conocer nuestras fuerzas i ponerescarmiento a su osadía; pero no sería remedio enlo futuro para la sujecion de estos bárbaros, i quesiempre se continuarian sus novedades con mucho

58

4Dts LOS RsURBORES

gasto i costo de la real hacienda; i en caso de ata.carlos, había de ser a un tiempo por la Concep-cion o su frontera, por Buenos Aires i por Valdi-via, para lo que sobra jente en estos países, i solose necesitan fusiles, pólvora i balas, i que el virreicontribuya con los caudales i ausilios necesarios;porque de atacarlos i perseguirlos por la fronterasolo resulta que si los indios conocen superioresnuestras fuerzas, se retiran a lo interior de las cor-dilleras, o pasan a Buenos Aires, a donde no pue.den llegar estas milicias, o por razon del tiempode invierno, que a ellos les es favorable, o por fal-ta de caballos i víveres; i si al mismo tiempo fue-sen atacados por Buenos Aires, se verian estre-chados a entregarse cofio súbditos, o a morir co-mo rebeldes.

"Meréceme, Señor, este pensamiento, que tengobien premeditado i reflexionado, el ver que há tan-tos anos se mantiene esta jente indómita, sin obe-diencia i sin freno, Í que cada dia -a tomando au-mento en sus individuos, i mayores fuerzas enarmas i caballos, que adquieren de los nuestrospor medio de sus contratos que llaman conchavos,1 que llegando a tanto estremo la multitud, cuan-do se quiera sujetarlos, será imposible, i ántesquedarán los españoles i este reino bajo del yugo1 servidumbre de los indios, i pondrán la lei quequisieren; i si alguna vez se ha de procurar contenerlos hasta llegar a su esterminio, ahora era laocasion de dar principio a este proyecto.

"Es costumbre establecida que todos los presi-dentes i gobernadores en el primer viaje que ha-cen a la frontera hagan parlanento con los indios,que se reduce a exhortarlos a la paz con los espa-ñoles i obediencia a Vuestra Majestad; i para estose gastan ocho o diez mil pesos en mantener las

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

milicias que se llevan para contener su traicion,mantener los indios el tiempo que dura el parla-mento, i regalar a cada uno baston, sombrero, cor-tes de calzones, tabaco, añil i abalorios; i esto quede parte de Vuestra Majestad se llama agasajos,ellos lo reciben como tributo i gabela; ¿i es posi-ble, Señor, que se ha de permitir no solo el gasto,sino tolerar el vilipendio de que los indios blaso-nen de que se les da tributo i paga por la paz,cuando Vuestra Majestad puede a poco costo su-jetarlos a verdadera obediencia i vasallaje?

1Del ramo del situado se aparta en las cajas deConcepcion cada año cierta cantidad, que se llamaramo de agasajos, para contribuir a los indiossiempre que se les antoja a los caciques bajar a laConcepcion a visitar al capitan jeneral, o dar algu-na queja al maestre de campo. Esta es otra espe-cie de tributo que se les paga, por donde tienenmayor engreimiento, pues por el mas leve perjui-cio que reciben de algun español, inmediatamentepiden pagas, que si no se las dan, hacen méritopara levantarse; i del mismo modo se practica porla parte de Valdivia".

El sistema que proponia el presidente Guill iGonzaga de hacer salir fuera de su territorio a to-dos los araucanos, i diseminarlos por toda la es-tension del reino era mas fácil de esponerse enuna carta, que de ejecutarse, aun cuando fuese a lacabeza de un ejército.

Los araucanos, que se comian a sus hijos por norendirse, o que los vendian para proporcionarsearmas con que pelear, no eran hombres que pu-dieran ser tomados a manos, i arreados fuera desus tierras como ganado.

El presidente Guill i Gonzaga lo debia saberdemasiado por esperiencia propia.

460 LoS PRECURSOES

Los espafioles tuvieron, pues, que seguir pa-gándoles la especie de tributo que tanto costaba asu orgullo, i que seguir corriendo el riesgo de queel ejemplo i las insinuaciones de los indíjenas in-dómitos diesen brios a los de encomienda para in-tentar un alzamiento jeneral, que habria puesto alos conquistadores en serios conflictos.

XIIL

1 mas de una vez, no solo en los primeros tiem-pos, sino tambien en los últimos de la dominacionespafñola, faltó poco para que esto de la insurrec-cion en masa fuese una terrible realidad.

La ocupacion de Chile por los españoles contabaya cerca de dos siglos; i todavía la actitud impo-nente de los araucanos mantenia inquietas todaslas poblaciones indijenas, aun las sometidas, iamenazaba a Santiago misma, la capital del reino,el centro del poder metropolitano.

Ahora parece increíble; pero sin embargo el he-,cho es que muchos años despues de la época mnen-cionada, los vecinos de la gran ciudad fundadapor Pedro de Valdivia temblaban de que los arau-canos penetraran en sus rápidos corceles hasta laplaza principal.

La noticia de que venian los indios producia elespanto, no solo en las indefensas villas de la fron-tera, sino en la misma guarnecida Santiago.

Va a leerse lo que la audiencia comunicaba alrei en 5 de enero de 1779.

"Señor. Vuestra audiencia de Chile, movida delmas ardiente e infatigable celo por el servicio deVuestra Majestad, i estimulada al mismo tiempode la estrecha obligacion que le impone la lei 49,titulo 15, libro 2 de la R?ecopilacion de Indias, se

DlE LA IND>EPEND>ENCIA D)E CHILE. 4t1

acerca reverente al trono para dar parte a VuestraMajestad de un suceso que, aunque desde luego noha tenido resultas del mayor momento, puede enlo sucesivo atraer algunas sensibles consecuencias,de que sería en algun modo responsable la audien-cia, si con un silencio reprensible las ocultase a labenéfica i paternal ateneion de Vuestra Majestad,dedicada incesantemente al amparo i mayoresprosperidades de sus vasallos.

"face mas de dos meses, que empezaron a es-parcirse voces en esta capital relativas a variaspequeñias correrías que hacian los indios, penetran-do por algunos boquetes de la cordillera, e intro-duciéndose a robar ganado vacuno i caballar delas haciendas con gravísima estorsion de sus due-flos i considerable peiuicio del comercio de estereino. Por el discurso de este tiempo, ha continua-do el mismo rumor con mas o menos viveza, perosin intermision», adelantándose algunos a asegurarque los indios se habian pasado la flecha (que esla seial para su reunion), i que meditaban haceruna irrupcion jeneral, a cuyo fin iban abandonan-do la frontera, i corriendo la cordillera para atra,vesarla por parajes desconocidos e indefensos.

"Aunque la audiencia solo puede informar aVuestra Majestad vagas jeneralidades por el mis-terio impenetrable que ha observado el gobiernoen estas materias, contempla, sin embargo, que es-tos recelos de una invasion jeneral pueden ser masbien ilusiones que forma un imprudente miedo,que conjeturas probables fundadas en la actualpolítica constitucion que tiene el reino. Igualmentese persuade que habrán sido exajeradas las rela-ciones del mucho ganado que se dice haber llevadolos indios en estas entradas; pero no obstante, elvivo clamor de las provincias, i principalmente de

libz LOS PRECURSORES

las de Colchagua i Rancagua, i la individualidadcon que se refieren algunos de estos robos, no per-miten dudar que asciende a crecido número el quenos han tomado en repetidas malocas o escur-siones,

"Lo constante es, Señor, que el dia 20 del pasa.do, a las diez de la noche, con motivo de algunosavisos que vinieron a vuestro presidente i a algu-nos particulares de las cercanías del rio Maipo,distante siete leguas de esta ciudad, se divulgó lanoticia de que se habia avistado hacia un parajeque llaman la Guardia del Portillo (que está en lacordillera veinte leguas mas allá del espresado rio)una multitud de indios, añadiendo algunos que decatorce soldados que componian la guardia, partehabían muerto i parte huido.

"No es fácil esplicar el terror que infundió estanovedad i la universal consternacion que se apó-deró del pueblo, la que fué creciendo por gradosal paso que a las once i media de la misma noche,se convocó toda la oficialidad de los rejimientoscon las órdenes mas vivas i urjentes, i se dieronprovidencias para que saliesen patrullas de solda-dos de caballería por la ciudad, i se destacaronotras partidas para hacer sus reconocimientos condiferentes destinos, mandando al mismo tiempomontar los cañones i poner dobles guardias en lascajas reales i casa de la moneda. El pueblo, con es-tos preparativos i disposiciones, llegó a intimidar-se as i mas; i algunos de los arrabales desampa-raron sus casas, refujiándose a otras del centro dela ciudad, donde se consideraron mas defendi-dos.

!Vuestros oidoresi fiscal, apénas supieron laajitacion en que estaba la ciudad, pasaron a versecon su rejente, i le instruyeron en esta novedad,

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

que aun ignoraba, i habiéndoles contestado queno tenia la menor noticia del presidente i capitanjeneral, de comun acuerdo resolvieron irse a pre-venir a sus casas para estar en vela i prontos a laprimera órden que se les comunicase, o para otrocualquiera accidente que ocurriese. Así lo ejecuta-ron, pero no tuvieron aviso alguno, sin duda porque la jente empezó a tranquilizarse a media no-che con las varias providencias que espidió el ca-pitan jeneral, segun lo exijian las circunstancias.

"En la mañana del siguiente dia, acabó de sose-garse el pueblo; pero prosiguiendo el sordo rumorde las correrías que habían hecho los indios i laentrada que maquinaban, concluido el acuerdo dejusticia, le pareció indispensable a la audiencia, aimpulsos de un fiel vasallaje, el ira ofrecerse avuestro presidente para que la emplease en cuantopudiese ocurrir interesante al servicio de VuestraMajestad.

"La audiencia, por falta de noticias positivas,i no haberse participado las que dirijiau al go-bierno las justicias de los partidos i jefes de lasguarniciones i partidas destacadas, se halla en l,amarga situacion de no poder hacer a Vuestra Ma-jestad una exacta, puntual i circunstanciada rela-cion de estos sucesos i sus incidencias respectivas,i le es forzoso remitirse a la que haga mas por me-nor el capitan jeneral de este reino.

"Lo único que puede asegurar a Vuestra Ma-jestad es que esta capital se ve hoí enteramentequieta i libre al parecer del inminente peligro aque se creia amenazada, i contempla que jamas po-drá recelar justamente la invasion de los bárbaros,tanto por la tropa i fuerzas con que se halla, comopor no tener ejemplo esta osadía desde el tiempode la gloriosa conquista de este reino. No se atre-

444 LOS PRECURSORMS

ve la audiencia a avanzar igual proposicion res-peCto a las provincias mas inmediatas a la cordi-llera, bien que está persuadida a que las ideas delos indios, como entregados perpetuamente al ocioi la embriaguez, se terminan solamente al pillajei robo de ganados, sin pensar por ahora en fae-cion militar que indique empresa de mayores con-secuencias.

"Comprende, sin embargo, la audiencia que sila osada avilantez de estos bárbaros lograse impu-nemente sus intentos en esta parte, demas de pri-var al reino de una especie que provee a las nee-sidades de la vida, se desalentarian los ganaderosen la cria i fomento de un ramo que es uno de losmas preciosos i florecientes que tiene el comerciode este reino. A esto se agrega que si continuanen el robo de caballos, al paso que se debilita elprincipal vigor de la defensa de este reino, queconsiste en la caballería, se aumenta el orgullo ifuerza de estos bárbaros, cuyos pelotones son úni-camente temibles por la destreza con que maneojan la lanza, firmeza con que montan, i natural aji,lidad de los caballos, siendo sin el ausilio de éstos¡los enemigos mas flojos i despreciables que se co-nIocen.

"Esto es cuanto puede informar la audieneia aVuestra Majestad en prueba de su invariable leal-tad, deseosa siempre de sacrificarla en cuantas oca-siones tenga el menor interes el servicio de Vues-tra Majestad.

"Ios gua rde la sagrada real persona de Vues-tra ¡Majestad los muchos aflos que la monarquía icristiandad han mener. Santiago de Chile fe-brero 5 de 1779.-Don Tomas Alvárez de Acevedo.-José de Rezbal UtIarte.-Jos4 Gorbea i Badillý.- icolas de Mérdc .

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 465

El susto, como se ve, fué bien grande, pero com-pletamente infundado.

Lo que el 20 (le enero de 1779 aterrorizó a lapoblacion de Santiago fué solo un fantasma imaji,nario; pero aquella febril alarma, que la hizo pasaren congojoso sobresalto una noche entera, puedehacer concebir cuánta era la idea que se tenia dela audacia i de la pujanza desplegadas por los in.quebrantables araucanos.

Segun el informe que sobre aquel suceso dirijióal monarca el presidente don Agustin de Jáure 'ien 2 de febrero del año mencionado, todo aquellose redujo a algunas incursiones para robar ganadoque algunas partidas poco numerosas de pehuen'ches i güilliches hicieron por Longaví, jurisdiccionde Cauquénes, por el boquete de los Maiténes, ju-risdiccion de San Fernando, i por el de Jaurúa,juwisdiccion de Rancagua. Los cuatro luta1aus,o rejiones en que estaban divididos los araucanos,habian permanecido completamente tranquilos.

Sin embargo, la presuncion enjendrada poraquellas correrlas de bandidos, de que pudieranser araucanos que viniesen a atacar a Santiago,habia bastado para quitar el sueño a la principalpoblacion del país, que se hallaba defendida porartilería i por una guarnicion de las tres armas.

¡No puede darse una prueba mas elocuente dela nombradía que aquellos denodados bárbaroshabian sabido conquistarse con su incansable cons-tancia para rechazar la invasion europea!

XIV.

llemos visto que los españoles, por falta de re-cursos, i talvez de buena direccion, habian emplea-do infructuosamente para someter i civilizar a los

59

LOS BREOURORES

araucanos la guerra, las misiones, la fundacion depoblaciones.

Todavia apelaron a otro recurso, que les saliótambien mal, el establecimiento de colejios de na-turales.

Cárlos II, por cédula de 11 de mayo de 1697,ordenó, entre muchas otras cosas, "que se fundaseun colejio seminario para la educacion de los hijosde los indios caciques del estado de Arauco cir-cunvecinos, el cual estuviese a cargo de la relijionde la Compañía de Jesus, para que los enseñasena leer, escribir i contar, i la gramática i moral".

El número de colejiales no debia pasar de vein-te, i el de los relijiosos maestros, de tres; i el gastono debia exceder de cúatro mil pesos anuales.

En cumplimiento de esta real cédula, la juntasuperior de misiones mandó el 23 de setiembre de1700 abrir en la ciudad de San Bartolomé de Chi-llan, un colejio de jóvenes araucanos, que funcio-nó al cargo de tres jesuitas con poco provecho has-ta el alzamiento de 1723.

En el informe pasado al soberano por el virreidon Manuel de Amat i Junient en 6 de diciembrede 1769, se espresa como sigue:

"El único arbitrio de suavidad que verdadera.mente haria asequible este negocio (la pacificacionde Arauco) es el que Vuestra Majestad meditómuchos años hace, si se hubiera puesto en planta,i fuÓ el de ir sacando con mafia i sagacidad a loshijos de los principales régulos i caciques, i con-duciéndolos al colejio de la ciudad de San Barto-lomé de Chillan, que con este destino se les dió alos jesuitas, irlos instruyendo i enseñando lasmáximas políticas i cristianas que fácilmente seimprimen en aquella tierna edad, si una constan-te educacion lo promueve, para que de éstos, apli-

DE LA INDEPENDENCIA DE OILE.

cándose unos al estado eclesiástico, supuesta la li-teratura necesaria, i otros, a distintos empleos po-líticos, pudiesen aquellos con la persuasion, i éstoscon el ejemplo, reducir a sus parientes a una vidaracional, sobre que recae como fundamento de lasociedad el estado cristiano, a que Vuestra Majes-tad aspira; lo que si se .hubiese ejecutado desde losmuchos aflos que há que se pensó, a la hora deésta, mediante la multitud de logrados, habriamui poco que vencer, i los vasallos, a imitacion desus jefes, se hallarian imbuidos de otras costum-bres i mejor crianza sin comparacion.

"Los indios no rehusan entregar sus hijos, bajola espresiva calidad de que no hayan de servirsede ellos; ni son tan rústicos que no entren comolas demas naciones en lo que se les enseña, i en finposeen todas aquellas proporciones que sublime-mente esplica el mui reverendo i venerable obis-po Palafox en el tratado particular que escribió.De la Naturaleza del indio, inserto en sus escoj idasobras, conviniendo todos, a pesar de la distanciade unos a otros lugares, en los jenios, inclinacio-nes i modales; i sin ocurrir a los mejicanos, en elmismo reino de Chile, se ven los indios de Chiloé,mediante una mui poca cultura que se les apli-có, reducidos a pueblos, haciendo una vida políti-ca, que si no se se diferencian, es porque se exce-den a muchos espafioles de aquellas islas.

"El remedio es paulatino, pero radical".Habiendo el soberano aceptado esta indicacion

del virrei del Perú, resolvió por cédula de 6 defebrero de 1774 que para el establecimiento demisiones i maestros en el colejio de Chillan, desti-nados a la enseñanza de los jóvenes indios, "obrade caridad tan insigne", "se aplicase desde luegoa su subsistencia i dotacion la porcion que pare-

468 LOS PRECUORS

ciese suficiente de las cuantiosas rentas que pro-ducian los bienes ocupados en el reino de Chile alos regulares espulsos (los jesuitas), i que a pro-porcion de que se fuesen desembarazando de susobligaciones i cargas, se erijiesen otros colejios enlos parajes, modo i circunstancias que conviniesenal citado objeto, con prevencion de que, no solo sehabian de admitir e instruir en ellos a los hijosde régulos, gobernadores, caciques e indios prin-cipales, sino tambien a los comunes i ordinariosde las ínfimas clases, para que todos lograsen delbeneficio, i se consiguiese la conversion de esas nu-merosas naciones al suave dominio del rei (a misuaNe dominio)".

Aunque la precedenío cédula señalaba la ciudadde Chillan para que de preferencia se fundara enella un colejio de naturales, el presidente donAgustin de Jáuregui consideró preferible abrirloen Santiago en el convento que los jesuitas habiantenido en San Pablo.

Nombró de rector en 5 do mayo de 1775 alpresbítero doctor don Agustin Escandon con seis-cientos pesos anuales de renta; i creó una plaza depasante con trescientos pesos, la cual fué sucesiva-mente desempeñada por don Manuel Hurtado, ipor don Alejo RIodríguez i Arénas.

Los alumnos fueron desde luego veinte i cuatrojóvenes indios, que se trajeron de Arauco.

"iDe éstos, decia don Ag1stin de Jáureguí alministro de Indias don José de Galves en carta de2de julio de 1778, seis están .ya estudiando gramnática, diez escribiendo de varis reglas, i los res-tantes, que há poco que llegaron, manifiestan, nosolo aplicacion, sino pronto adelantamiento; de mo-do que no dudo, segun estos principios, que seanventajosos los progresos, ni ménos que los cae¡-

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 4hY

ques, en vista de la estimacion con que se les tra-ta, i buena asistencia que esp,-rimentan, ofrezcancon mas puntualidad sus hijos, como ya se estáesperimentando".

El maestre de campo i los capitanes de amigosprocuraron en lo sucesivo que los araucanos con-sintieran en enviar a este colejio algunos de susnlnos.

Cada uno de estos alumnos imponia un gastoanual de doscientos seis pesos cinco reales i uncuartillo, segun una carta dirijida al ministro deIndias, marques de Sonora, don José de Galvespor el presidente don Ambrosio de Benavídes en19 de mayo de 1786.

El mismo presidente nos hace saber en la men-cionada carta o informe cuál era el resultado queal cabo de diez afios se habia sacado del colejio denaturales establecido en Santiago.

"No se ha ampliado a estos colejiales licenciapara regresar a sus tierras, tanto por que ningunose ha puesto en estado de ir a hacer proficuo, comoporque ni ellos o sus padres lo han pretendido, areserva de uno que se quedó con motivo de la con-currencia al parlamento jeneral de Lonquilmo, aque dispuse enviarlos, entre otros objetos, con elde que vieran los indios la distincion i adelanta-miento en que se hallaban sus compatriotas, i elaprecio con que se les trataba por los espaíoles;i aunque despues intentaron restituirse tambienotros dos, haciendo fuga de esta capital, tomé lije-ras providencias, i se alcanzaron ya avanzados enla provincia de Chillan, de donde hice traerlos asu destino. Por esto nada ha podido observarsedel buen efecto de su educacion con respecto aellos mismos en su país nativo, ni mas reconoci-miento de sus padres que la inaccion de reclamar-

Ti fi LOS MUtRSORES

los, o una indolencia i desnaturalizacion consi-guiente a la barbarie i vida cuasi brutal de aque-llos infieles; de que nace el seguro concepto de noconvenir que a los jóvenes que tuviesen la suertede desprenderse de ella, se les dé libertad de pre-varicar de la civil i cristiana enseñanza que ad-quieren en el colejio, como sucedería dejándolosvolver en su corta edad sueltos, i a habitar domés-ticamente al lado de los suyos, de quienes el co-mun perpetuo mal ejemplo, i estimulo de los vi-cios i libertinaje propio de su irelijion i entera faltade gobierno político, es suficiente para pervertiraun a los menos espuestos".. Son bastante curiosas las ideas sobre la educa-

cion que debia darse *a los colejiales araucanos,desenvueltas por el presidente benavídes en elmismo informe.

"Resta la duda que propone la real órden de 15de julio de 1785 acerca de reducir la enseñanza delos colejiales, o dejarles libertad de que la estien-dan a todo lo que se inclinen, sobre lo cual el re-jente de esta real audiencia opina que a los hijosde régulos o caciques, se les instruya en latinidadi retórica en su colejio, i que se traigan al RealCarolino de esta ciudad, o al seminario de la Con-cepcion, para que continúen filosofia i teolojía; pe-ro yo entiendo que esta mezcla será tan resistiblede ambos vecindarios, que ántes quedarán desier-tos de toda noble juventud española sus colejios; ino encuentro dificultad en que los indios de la es-presada clase sigan aquellas facultades mayores adireccion de sus mismos primeros maestros degramática, con solo la restriccion de que esto seentienda con los que descubran aptitud para elaprovechamiento i naturales buenas inclinaciones,de modo que arribando al sacerdocio, u a otros

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. i 1

empleos políticos, mediante su persuasion i ejem-plo, sean proficuos para convertir a sus parientes

¡ paisanos, cuyo blanco es al que se dirije este

proyecto i su real cédula fundamental."I aunque, si no en mui remoto tiempo, serán

seguramente raros los que lleguen a este grado,ocurre la dificultad de cómo se les proporciona la

congrua necesaria, para admitirlos a los órdenes

sacros, supuesto que no es justo que sin preferentemérito personal comparativo, dejen postergados a

los patricios españoles en la obtencion de los po-

cos beneficios menores eclesiásticos, a cuyo titulo

suelen ordenarse muchos de éstos, despues que

para conseguirlos sirven a las iglesias desde la

clase de seminaristas; i solo hallo el arbitrio de

que sé reserven para los sacerdotes de esta cali-

dad de indios las cinco capellanías militares, una

del hospital i cuatro de castillos, dotadas de real

hacienda a trescientos pesos anuales cada una, que

hai por reglamento en la plaza i puerto de Valdi-

via, i se ocupan actualmente por regulares."Por lo que toca a los que sigan en el secula-

rismo, cuidándose que a lo ménos aprendan a leer,escribir i contar bien, despues de versados en

nuestro idioma i puntos esenciales de la relijion

católica, pueden buscar por si fácil carrera de plu-

ma en sujetos particulares, i de oficios públicos de

escribanos, admitiéndoseles tambien al remate de

éstos, i de receptores, procuradores i demas infe-

riores de tribunales, asentada su idoneidad i arre-

glada conducta, para todos los cuales ejercicios no

abundan individuos hábiles en este reino."I en cuanto a los descendientes de castas ínfi-

mas o comunes, se les inclinará, por no ser posible

proporcionarles otros acomodos a que sean aptos,ni haberlos para tantos, a destinos mecánicos de

4 ¡ LOS PRUOUBOB

república, segun en esta parte lo advierto el pre.dicho ministro a consecuencia de haber este go.bierno hecho efectiva la misma providencia el añopróximo pasado con al,uno0 colejiales de los queexistian nesta capitaly poniéldOíOS a cargo demaestros artistas de mejor nota, i asistiéndoles porel tiempo regular que pueden tardar en llegar asaber median-amente el respectivo oficio que elijie-ren, i ganar en él su jornal, con dos reales diariospara sU mantencion, del ramo de temporalidadesde jesuitas; pero observando la cautela de estor-barles que se dediquen al de herreros, plateros isemejantes que de cualquier modo conduzcan paraconstruir o lhabilitar armas blancas, de fuego, uotras piezas de uso de iguerra i de manejo de ca-ballerías, a fin de que nunca llegue el caso de quepor su medio se introduzca en la tierra de los in-eles la intelijencia de estas fábricas".Desde el principio, habia habido la idea do queera mas económico i mas conveniente establecer elcolejio de naturales, no en Santiago, sino en Chi-llan, donde primitivamente habia estado, ponién-dolo a cargo de los misioneros franciscanos, queposeian el idioma araucano, i que "por medio delos padres de su mismo convento que residian enlas diversas misiones situadas en los cantones deinfieles, podian atraer para el colejio a los jóvenesde mejores esperanzas, i asegurar el contentamien-

to de sus parientes'.El presidente Benavídes declaraba que él par-

acipaba de esta opinion.En efecto, habiéndose vencido varias dificulta-des que habia para esta traslacion, el presidenteBenavides hizo salir para Chillan los diez únicosjóvenes araucanos que a la sazon se estaban edu-

cando en el colejio de San Pablo.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. T15

"Por aviso del padre guardian de los padresrecoletos misioneros franciscanos de Chillan, in-formaba el presidente Benavídes al soberano encarta de 19 de febrero de 1787, tuve la noti-cia satisfactoria de haber llegado los colejialesaraucanos enviados de esta capital el dia 3 de no.viembre último en que tomaron posesion de sunuevo colejio, i que se mantenian mui contentos ibien hallados por la dulzura i agasajos con quelos recibió toda la comunidad, segun ellos mismosme lo informaron tambien, dándome gracias porel beneficio i mejoras que recibian por su trasla-cion, confesándolo abiertamente, sin duda paradesdecir las repugnancias i embarazos que a in-flujos estrafios e interesables pusieron ántes de supartida, suplicándome ahora dé cuenta al reí, ique pida en nombre de ellos la real aprobacion deestas providencias".

La condicion del colejio de naturales no mejorócon su traslacion a Chillan.

La direccion de este establecimiento solo sirviópara proporcionar asunto de interminables com-petencias al rector i al guardian de los recoletosfranciscanos del convento de propaganda.

"Despues de seis afios de fundacion, decia al in-tendente de Concepcion el presidente don Ambro-sio O'Higlins en nota de 18 de marzo de 1791, elseminario de naturales aun está ofreciendo dudassobre su constitucion i gobierno, i lo que mas es,sobre su local situacion".

Despues de mencionar algunas de las puerilescontroversias sobre el particular en que los recole-tos se habian enredado unos con otros, O'Iigginsagregaba indignado: "En esto verá V. S. talvezpor la primera vez, pero que seguramente no serála última, que en América dan ménos que hacer

60

4'í% LOS PRECURSORES

los naturales de estos dominios, que aquellos mis-mos que son destinados para ayudar en la admi-nistracion i gobierno de estos paises".

"Todas estas disputas, afladia mas adelanto, sonimpertinencias que habrian evitado cualesquieraotros que no fuesen los frailes, que siempre quie-ren que todo haya de gobernarse a su modo i porsus reglas".

A pesar de las medidas que dictó O'Tiggíns, elcolejio de Chillan debió seguir pésimamente dirí-jido.

Lo cierto fué que no produjo frutos, i que se es-tinguió sin que se notara su falta.

XV.

He mencionado cronolójica i minuciosamentelas diversas i multiplicadas providencias que fuédictando la metrópoli para protejer la libertad delos indios, i cómo i cuán escandalosamente fueronsiempre desobedecidas.

La completa ineficacia de tantos esfuerzos ins-piró a los consejeros del rei la idea de que era im-posible remediar el mal, miéntras no se aboliesenlas encomiendas, o en otros términos, segun el len-guaje de la época, iniéntras no se incorporasen ala corona. Tina triste i larga espeñiencia habia ma-nifestado demasiado que la conservacion de lasencomiendas i la abolicion del servicio personaleran cosas incompatibles.

Ya en 12 de julio de 1720, s&habia prevenidopor una real cédula, comunicada tambien a Chile,que todas las encomiendas que vacasen en los dis.tritos del Perú por muerte de los actuales posedo.res se incorporasen a la corona, corriendo la recau.dacion de los tributos por cuenta de los oficiales

DE LA INDEPENDENCIA DE CmLE. 4Yn

reales. En aquella cédula, se reconocia haber sidopoco o ninguno el fruto que habia producido elpremio de las encomiendas concedido a los con-quistadores, pues, sin embargo de haber sido gran-de el beneficio que habian sacado de ellas, no lasatendian como era debido, hasta el estremo de queel gobierno era el que hacia todos los gastos paradar a los indios el pasto espiritual.

Otra cédula, espedida en 31 de agosto de 1721,renovó la disposicion de la de 12 de julio del afioanterior, fundándose en los mismos antecedentes.

Habiéndose publicado por bando en Chile estareal determinacion, la ciudad de Santiago repre-sentó al monarca que eran imponderables los in-convenientes que resultaban de la estincion de lasencomiendas, entre los cuales enumeraba: el de-servicio de ambas Majestades, la destruccion delos indios, el atraso en la recaudacion de tributos.

Remitida a España esta solicitud, Luis 1, hi-jo de Felipe Y, decidió en vista de ella por unacédula datada en el Buen Retiro a 4 de julio de1724, que las encomiendas que vacasen en Chile,debian, no incorporarse a la corona, sino conce-derse a personas beneméritas i descendientes delos primeros conquistadores, de la misma maneraque se efectuaba ántes de espedirse la cédula de12 de julio de 1720.

La autorizada palabra del presidente don Am-brosio O'Hlgins será la que continúe haciendoal lector la historia de las encomiendas.

O'Higgins se dirije al rei."Señor. Cumpliendo con lo que ofrecí a Vues-

tra Majestad en carta de 9 de setiembre del añopasado acerca de la visita de este reino, que teniaya entónces resuelto practicar, salí de su capitalde Santiago el 21 del mes siguiente; i marchando

4 í b LOS PRECOUSORES

por la ceja de la cordillera en reconocimiento deos minerales i asientos de Petorca, Pupío, Illapel

i 0ombarbala, llegué a la ciudad de Coquimbo; itomando allí un barco, que encontré anclado en supuerto, me trasladé con toda mi comitiva al de laCaldera, del partido de Copiapó, término de estajurisdiccion, i que por la parte septentrional sedivide del virreinato del Perú. Empezando aquípropiamente mi visita, reconocí aquel distrito, itomé conocimiento de todas las partes i ramos di-ferentes de que resulta su actual constitucion i go-bierno para aplicar sobre cada una de ellas el re-medio que me pareció oportuno. Lo mismo hepracticado en los del Guasco, Coquimbo, Cuscus iel de Quillota, por cuyos distritos transitando has-ta ponerme en estas inmediaciones de Valparaíso,en donde actualmente me hallo, tengo el honor denoticiarlo a Vuestra Majestad, no para hacer undetalle circunstanciado de mis operaciones en estadilatada carrera, sino para adelantar la idea de unincidente cuya naturaleza le hace digno de ocuparel primer lugar en la atencion de Vuestra Majes-tad.¡.ie etaMjs

"Este es el de las encomiendas de este reinoque abolidas jeneralmente por real cédula de 31de agosto de 1721, i restablecidas por otras poste-riores, hacian h mucho tiempo en mi imajiiacionun motivo de compasion tan digno de remedio,como útil e interesante al servicio de Vuestra Ma-jestad i gloria de su nombre en estos remotos do-minios. Siendo éstas pertenecientes a vecinos dela ciudad de Coquimbo, i estando situadas en sudistrito, segun las noticias que tomé sobre esteparticular ántes de mi salida para esta visita, tuvemucho cuidado de instruirme acerca de este inte-resante asunto, luego que, regresando de Copiapó

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 47

i Guaseo, puse el pié en aquel destino. Con esteobjeto oí por mí mismo las quejas i recursos de losmiserables indios oprimidos, me instrui de los me-moriales que me dirijió su protector partidario, iescuché sobre todo con atencion los informes i re-laciones que me hacia el doctor don Ramon deRézas, mi asesor jeneral i de esta visita, a quienhabia encargado desde luego el reconocimiento deuna u otra de estas encomiendas. I de todo esto elresultado fué siempre que lo que se llamaba enco-miendas en estas partes, no eran unos puebloscuyos tributos habia cedido Vuestra Majestad aaquellos vecinos en recompensa de los servicios desus mayores, sino un número de infelices queaseritos por lo regular a la circunferencia de lascasas í oficinas que forman las haciendas de los en-comenderos, trabajaban todo el año sin intermi-sion en las minas, en los obrajes, en la labranzade los campos i en todo cuanto era de la comodi-dad i ventaja de éstos, que llamaban sus amos paraque nada faltase a la esclavitud a que estaba redu-cida esta grande porcion de vasallos de VuestraMajestad contra el espreso tenor de las leyes queprohibian el servicio personal, i a que sin embargose les obligaba, i, estos infelices prestaban comouna obligacion de que el sustraerse por medio dela fuga costaba prisiones, golpes, azotes i cuantopodia inventar la tiranía i el abuso mas abomi-nable.

"Un agregado de hechos tan terribles, como losque pasaron a mi noticia por aquellos caminos, mehizo vacilar por mucho tiempo sobre sí tomaria elpartido de procesar a estos encomenderos i decla-rarles por perdidas sus encomiendas en conformidad de las leyes, o sí sería mas del servicio deVuestra Majestad que olvidando todo lo pasado, i

4ib LOS PRECURSOPES

evitando quejas, recursos i autos que acerca deesto se formarian, i siempre habrian desfiguradola verdad, no seria mejor i mas acertado limitar-me a consultar los medios de restituir a los indiosa su libertad, i arrancándoles de los obrajes i mi-nas en que indebidamente se les detenia, reponer-los en las tierras de sus primitivas asignaciones irepartimientos. Poco tiempo tuve que permaneceren esta duda, pues uego me resolví a espedir eledicto de que por todo documento incluyo porahora copia a Vuestra Majestad, asegurando queentre todas cuantas providencias ha proporcionadoesta visita para el bien de este reino, ninguna hasido tan justa, ni interesado tanto la felicidad deestos vasallos i el consiguiente servicio de VuestraM-ajestad, porque, como podrá reconocerse en elcitado edicto, a los malos tratamientos que quedanreferidos se agregaba la calidad de hacerse esteperpetuo e involuntario servicio sin otro salario nirecompensa, que la de cuarenta varas de bayetadel Perú, que aquí llaman de la tierra, con que elmiserable indio escasamente llegaba a cubrir en elafio su familia, quedando sujeto en cuanto al ali-mento a la corta porcion de media arroba de char-qui de cabra i un almud de cebada que se minis-traba para medio mes a cada familia, supuesto quela necesidad de servir todo el año sin reserva alencomendero les impedia hacer dilijencia algunaútil para sí mismos en esta línea. Mucho mas,cuando a esto se seguia la absoluta privacion detierras en que éstos se encontraban, o por habér-selas ocupado i usar de ellas los mismos encomen-deros para su provecho, o porque, abandonadasaquellas por la emigracion a las haciendas a queéstos les habian obligado, se hallaban ocupadas deotros terceros, i apénas quedaba en sus dueños una

DE LA INDEPENDENCIA DE CUMLE. 47Y

escasa memoria de su naturaleza i oríjen. El esta-tado de abatimiento e inercia que esto produciaen aquella numerosa porcion de hombres privadosde los beneficios de sus trabajos i de los mas lejíti-mos i autorizados derechos, anunciaba la proxai-dad de su entera destruccion, si no se les hubierasocorrido en estas circunstancias arrancándolos dela esclavitud i de este precario modo de vivir porel arbitrio de trasladar a sus antiguas tierras a losque las conocian, i asignar a los que carecian deesta ventaja en los confines de las haciendas enque se les encontraba toda la porcion de cuadrasque parecian necesarias para su subsistencia, colo-cándolos de manera, i a tanta distancia, que encuanto pudiera ser, quedase precavido suficiente-mente, el peligro de recaer de nuevo en la servi-dumbre.

"Es verdad que ni esto, ni lo demas referido, hasido jeneral en todos los encomenderos de Coquimi-bo; i es preciso confesar en obsequio de la justiciaque entre éstos había uno u otro que conciliabacon la esclavitud su compasion, i hacia aquella to-lerable por su humanidad i buen trato. Principal-mente en estos partidos inmediatos a la capital,he encontrado encomenderos que se habian mane-jado con bastante racionalidad en este punto; pe-ro en todas partes era comun el servicio personale involuntario, la dependencia, la falta de propie-dad en las tierras i una completa servidumbre enlos indios.

"Unos hechos tan manifiestamente opuestos a larazon i a la justicia no pudieron desconocerse portales, aun de aquellos mismos que eran interesa-dos en la continuacion del desórden. Penetradosde la fuerza de la verdad por medio de los conti-nuados discursos que les dirijí sobre este asunto,

41U LOS PREOrRSORs

se han ajustado a mis determinaciones en esta lí.nea de una manera la mas propia a hacerme com-prender que abrazaban con sinceridad los senti-bianies ol idad de que hasta aquí se ha-bian olhMado; í fle logrado por este medio hacerun grande bien sin los ruidos i contestaciones queen otros tiempos produjo el solo designio de estaempresa.

"Quince pueblos o encomiendas restituidos deun golpe a su libertad por la sola autoridad deVuestra Majestad no pueden ménos que hacergrabar en la imajinacion la idea de grandes ven-tajas a la agricultura i al comercio. Tantos milesde brazos empleados de nuevo en adelante en la la-branza de sus propios terrenos i en todos los des-tinos a que puedan ser aplicados por la industria,deben causar una feliz revolucion en estos ramos,i es principalmente de esperar alguna ventajosanovedad en las minas, ya porque se repartirá estaporcion de operarios en beneficio de los mineros,ya porque tengo muchos motivos de creer que es-tos mismos indios, hechos hoi libres e instruidosde los derechos que por gracia de Vuestra Majes-tad les competen, han de trabajar i manifestarmuchas minas que hasta aquí ocultaban por nopasar por el dolor de desenterrar riquezas a costa(l su sudor para sus mismos opresores, los enco-menderos.

"Pero entre todas las ventajas que me lisonjeohaber logrado con esta providencia, hai otra quepara mn es superior a todas las espresadas hastaaquí, i que, hablando con propiedad, fué su consi-deracion el impulso mas eficaz que tuve para de-terninarme a la publicacion del edicto, esta es, laidea que el largo trato con los indios de la fronte-ra de este reino, en cuyo mando i servicio estuve

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 481

empleado por Vuestra Majestad por mas de diezi ocho años, me hizo esperar que, quitado el escán-dalo de las encomiendas con que siempre han cu-bierto su resistencia para reducirse, podria talvezproducir que instruidos de mis providencias paraesterminar la esclavitud en ellas, depusiesen dealguna manera los perjudiciales errores contra lasubordinacion que han subsistido siempre entreellos por esta causa señalada, i sobre que he en-centrado monumentos mul seguros en las leyes deestos reinos, tratando de los indios rebeldes deChile, a quienes se ofreció no hacerles jamas enco-mendables, i mantenerlos para siempre en la co-rona i patrimonio por las justas i urjentes causasque allí se mencionan, i que conservándolas fiel-menta en su memoria, me las han repetido muchasveces en1os parlamentos jenerales que he celebra-do can aquellas naciones.

'Pero, como sin embargo de todo esto, la espe-riencia me haga conocer que el interes i la codiciatrastornan las mejores ideas i las resoluciones masacordadas, i temiendo por esto funddamente deque con el tiempo podrán la sagacidad u otrosprincipios alterar el feliz presente estado a quequedan reducidas las cosas, no obstante mi des.velo por todo lo que puede mantenerlo, i de queen prueba incluyo copia de mi última i recienteprovidencia sobre este asunto, si no se va hasta laraíz del mal, cortando de una vez para siempre elorijen de los daños, he creído que era obligado ano retardar ni un momento el paso de esponerfrancamente a Vuestra Majestad la necesidad dereproducir en todas sus partes la cédula del añode 1721, de que hice mencion al principio, bajodel pié i fijo concepto de que no hai, ni jamas hahabido motivo alguno de verdadera conveniencia

61

484 LOS P2REORo O

suelto procedais desde luego a incorporar a mireal corona todas las encomiendas de ese reino deChile; i que esa mi real audiencia i los oficialesreales, oyendo a los interesados, examinen el líqui-do equivalente que a cada uno se les deba dar re-bajadas todas cargas, i para ello se atienda i espe-re a la cobranza que se hiciese al cabo del año, de-jando a los indios todas las tierras que necesitenpara la agricultura, ejidos i demas conducente conarreglo a las leyes del libro 6 de la Recopilanode estos dominios, i última real cédula en que sepreviene se les den cuántas necesiten, i que, prac-ticado, den cuenta con justificacion. Lo que os par-ticipo para que como os lo mando, dispongais ten-ga el puntual debido cumplimiento esta mi realdeterminacion. Fecha en Aranjuez a 10de juniode 1791.-Yo el Re¡.-Por mandado del ReiNuestro Señor, Silvestre Collar".

El presidente don Ambrosio O'Higgins tuvo lagloria de realizar, no solo lo que el padre Luis deValdivia no fabia logrado conseguir, la aboliciondel servicio personal, sino tambien lo que aquelfamoso jesuita no habia intentado siquiera, la anu-lacion de las encomiendas mismas.

Como se recordará, O'Higgins pensaba que laejecucion do esta gran mejora social habia de pro-ducir las consecuencias mas importantes.

Enumeraba como la principal la pacificacion delos araucanos, a quienes, segun él, estimulaba a lainsurreccion el espectáculo de la cruel opresion enque eran mantenidos sus compatriotas sometidosdel norte.

Era mui efectivo que los araucanos habian men-cionado siempre este hecho entre las causas de sutenaz resistencia a la dominacion españiola.

Sin duda ninguna al principio de la lucha, allá

DE LA INDEPENDENCIA DE CMIL. 8

en los primeros tiempos de la conquista, influyóen la determinacion que tomaron para rechazar acosta de los mayores sacrificios la invasion estran-jera.

Pero lo cierto fué que la supresion de las enco-miendas no los hizo doblegarse; i que despues deella, continuaron como antes.

Esto quiere decir que el mal tratamiento de suscompatriotas del norte pudo ser uno de los moti-vos que los impulsaron a combatir contra los es-pafloles; pero que estuvo mui léjos de ser el único,i aun el principal.

Los araucanos no eran capaces de percibir lasventajas de renunciar a su bárbara independen-cia i a sus costumbres nacionales.

No debian sentirse halagados de pagar al sobe.rano un tributo, por moderado que fuese, para per-der la libertad salvaje que les permitia vivir a suantojo i sin sujecion a leyes estrañas.

Una larga esperiencia les habia manifestdoque los españoles no tenian fuerzas suficientes pa-ra imponerles su dominacion, i por lo tanto eramui natural que no fueran voluntariamente a po-ner el cuello en el yugo.

Otro de los útiles efectos que O'lliggins espera-ba de la abolicion de las encomiendas era la pros-peridad de la industria i del comercio.

Indudablemente, la libertad de sus personas ide su trabajo, devuelta a los indíjenas, debió con-tribuir de un modo notable al aumento de la pro-duccion.

Sobre todo, debió poner remedio a la rápidadisminucion de la poblacion.

Ya en 13 de agosto de 1789, don AmbrosioO'Higgins anunciaba al rei "que los naturales ha-bian comenzado con calor sus operaciones de in-

4 LOS PRECUROREUS

dustria, i que manifestaban deseo de hacer útil iprovechosa su libertad aplicándose a la agricultu-ra i a las minas con el esmero que les inspiraba laidea de trabajar ya para si mismos, i que iban aredundar en utilidad propia sus ajencias".

Todo esto era mui de esperarse, porque era 16-jico; pero como la medida habia sido mui incom-pleta, los resultados tambien lo fueron.

La leí declaraba a los indíjenas libres, iguales a.los demas vasallos, no dependientes mas que delreí; pero los dejaba sumidos en una ignoranciaprofunda, no hacía nada para destruir los maloshábitos creados por mas de dos siglos de una dura

servidumbre.¿Los indios quedaron desde entónces por dere-

cho dueños de sí mismos, pero por el hecho liga-dos a la tierra.

Los yanaconas eran mui parecidos a lo que enalgunas partes son aun hoi dia los inquilinos.

La le abolió el servicio personal, la encomien-da; la costumre conservó hasta cierto punto eluno i la otra.

Aunque el gobierno metropolitano tuvo la bue-na idea de querer destruir una organizacion socialviciosa,. no supo o no p!udo tomar las precaucionesnecesarias para correjir los resultados prácticosque ya estaban producidos, para estirpar el malde raiz.

CAPITULO IX.

LA PARTICIPACION DE LOS INDIJENAS EN LA REVO-

LUCION DE LA INDEPENDENCIA.

Actitud de los i1d1os en la revólucion dl C ýIinfluencia (l a Araud1~ cil par ueailil, &

los cronistas nacionales, iespecamnte e o¶ma. c o quecomprueban la realidad i eficacia de estas influencias.

He procurado hacer un bosquejo compendioso,pero comprensivo, de la condicion social de los ín-dijenas en Chile desde la conquista hasta la revo-cion.

Solo me falta examinar la parte que tuvieronen el grande acontecimiento de la independencia.

Los indios sometidos, los de encomienda, los ya-naconas, los inquilinos (déseles el nombre que sequiera) puede decirse que por si mismos no tu-vieron ninguna. Se limitaron a seguir la banderade sus amos o patrones, sirviendo indiferentemen-te al rei o a la patria, sin darse cuenta de su con-ducta, segun el partido en que sus sefiores se alis-taron.

Todo esto se concibe mui fácilmente.

1*00 LOS PRECURBORES

Pero ¿cuál fué la conducta que observaron entan memorable i significativa lucha los famososaraucanos, los impertérritos defensores de la inde-pendencia de su país?

Preciso es confesar que por lo jeneral se mani-festaron mui adictos a los intereses de los rea-listas.

"Los indios araucanos de Chile, dice con com-placencia don Mariano Torrente, se mantuvieronconstantemente fieles a la causa del rei; i aun des-pues de haber sucumbido todas las autoridadesespañolas en América, sostuvieron los reales de-rechos hasta 1827 bajo la direccion de los ilustresjefes Benavídes, Pico i Senosiain" (1).

Esto tambien se concile sin dificultad.La independencia a que llevó la revolucion de1810 no era la que los araucanos habian defendido

por tantos siglos.El gran movimiento mencionado destruyó ladominacion política i administrativa de la España

sobre sus colnias del nuevo inundo.La lucha de los araucanos contra sus invasores,ra en la realidad la de la barbarie contra la cvi-

lizacion.A la verdad, importaba poco a los descendien-

tes de Caupolican i de Lautaro que se tratara desometerlos en nombre del rei, o de la república.Por eso, no debe estraflarse que en la lucha de lametrópoli i de la colonia, sus simpatías estuvieranpor el soberano que de cuando en cuando les ha-cia regalar casacas vistosas i gorras galoneadas.

(1) Torrente, Iistaria de la Revoliíci ll.wno,-Ame'ica7ia> discurso~prefiminar, parte segunda.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

II.

Pero si los araucanos no combatieron personal-mente en favor de la independencia de Chile, suhistoria, su ejemplo prestó a los patriotas el maseficaz de los ausilios.

Aquella tribu de bárbaros, tan poca numerosa,tan escasa de recursos, lo había osado todo, ántesque soportar el yugo estranjero.

Era aquel un modelo sublime puesto a la vistade los chilenos que se hallaban hasta cierto pun-to en circunstancias análogas. Ellos tambien de-fendian sus tierras, sus familias, sus personas, supatriá, contra la dominacion que les imponian lospeninsulares.

I para que aquel ejemplo conmovedor produje-se mayor efecto en las ima*jinaciones de los insu-rrectos, era presentado a su admiracion en magní-ficos versos, estaba consignado en un monumentoépico.

Los araucanos no eran los únicos indijenas dela América iue habian rechazado a los europeos,i por largo tiempo, i con una constancia tambieninquebrantable; pero eran los únicos que habianencontrado un Ercilla para cantar sus proezas.

Sin embargo, el servicio habia sido reciproco.Si el insigne poeta los ha puesto en la categoríade los héroes de la Iliada i de la Eneida, ellos leproporcionaron un argumento que le ha inmorta-lizado.

El asunto de la Araucana no es una ficcion.Eso es lo que le hace mas atractivo.Eso era lo que le hacía mas arrastrador para

los patriotas de la independencia.

490 LOS ?lP.USORES

Don Alonso de Ercilla se propuso, no inventarcomo poeta, sino narrar como historiador.

Quería referir lo que habia visto.Prefirió para su obra a la humilde prosa, el so-

noro verso, la pomposa octava, porque lo que seestaba ejecutando a su vista le llenaba de entu-siasmo.

No una vez, sino muchas, a cada pájina, mani-fiesta que lo que refiere es la verdad, nada masque la verdad.

I no es él solo quien lo asevera; sus contempo-raneos lo confirman tambien. Góngora, Marmole-jo, Mariño de Lovera, Suárez de Figueroa, Pedrode Ofla, dirijen a Ercilla las observaciones quepueden hacerse a un historiador, no a un poeta. Leacusan de inexactitud, de omisiones, de exajera-ciones; jamas de ficcion.

Uno de los autores citados, testigo ocular de,lossucesos, declara aun que comunmente todo lo queErcilla escribe es la verdad (1).

Ningun critico que yo recuerde, lo ha puesto ja-mas en duda.

Se ha censurado a Ercilla el haber presentado alos araucanos como si fueran españoles; pero nun-ca se ha insinuado que haya inventado los hechosque narra.

Por esto, los cronistas nacionales, que le citanamenudo, apelan a su testimonio, como al de unhistoriador, (le un testigo presencial.

La Arancana fué talvez el libro mas leído enChile, i todos le túnian como la relacion en versode sucesos que efectivamente habian ocurrido.

(1) Gón9ora Marmolejo, M1:4oria de Chile, dedicatoria i capftulo 28.-3ario de Lorera, Crónica del reino de Chile, libro lO capitulo 41, 1libro 2, capítulo l.-Suírez de Figueroa, Hlechos de don Garcia Hur-lado de Menoza, libro 8.- OiAa, Araco Domado, exordio.

DE LA INDEPENDENCIA DE CMlLE. S

La conducta que continuaron observando losaraucanos, durante toda la época colonial, confir-mó la exactitud de lo que el poeta habia referidoacerca de sus antepasados.

En aquel libro se aunaban, pues, los atractivosde la poesía con los de la realidad.

Así no es estraño que estuviera destinado aejercer una poderosa influencia, cuando la apari-cion de diertas causas hubiera impreso a los áni-mos una direccion dada.

Ercilla era un jóven noble i ardoroso, soldado ipoeta, que manejaba la espada tan bien como lalira, ansioso de gloria militar i literaria para sí ipara su nacion, el cual se propuso cantar la gran-deza de su rei i de su patria.

Algunos de los defectos de su obra son el-r4ul-tado de esta jenerosa aspiracion.

El poeta no ha podido resistir a la necesidad deensalzar todas las hazañas que los españoles esta-ban ejecutando a un mismo tiempo en diversaspartes del mundo en honra de Dios i del reí.

¿Qué le importaba infrinjir las reglas de la uni-dad, con tal de lanzar con la trompa épica a loscuatro vientos los loores de España?

Por eso, no satisficiéndose con referir en armo-nioso lenguaje las proezas de los conquistadores deChile, celebra igualmente las batallas de SanQuintin i de Lepanto, i la ocupacion de Portugal.

Cuando no puede narrar tan estensamente lossucesos que excitaban las simpatías i entusiasmode España, alude por lo ménos a ellos.

Si no le es posible destinarles todo un canto, lesdedica siquiera una estrofa, un verso.

De este modo, recuerda a sus lectores el retirode Cárlos V a Yuste, las ajitaciones de la Liga enFrancia, el rechazo del protestantismo, el asalto

493 Los PUECURSORs

del Pefion de la Gomera, la sujecion de los moris.cos de Granada, el casamiento de Felipe II conAna de Austria.

Ercilla no olvida uno solo de los hechos quepueden contribuir a la grandeza de su amada Es-paña, de su respetado soberano, de su veneradarol¡, ion.

Para cada uno de ellos, ha en su poema a loménos alguna palabra, alguna referencia.*

Ercilla tributa una especie de culto al poder i ala gloria de su nacion.

¡Destino por cierto estraño el de la Araucana!Fué escrita para ensalzar el poderío de España,

para sostener las pretensiones de su monarca a ladominacion universal, i viene a servir al fin de al-gunos siglos para estimular la insurreccion de Chi-le contra la metrópoli.

Indudablemente, el poeta-conquistador fué sinpreverlo uno de los precursores de la indepen-dencia.

El poema que compuso para cantar la sobera-nía de Espala sobre dos mundos animó a los pa-trio.ts chilenos para dar a esa soberanía un golperecio.

Un efecto semejante es curioso, pero mui fácilde esplicar.

Contra los propósitos de Ercilla, la impresionjeneral que produce la lectura de la Araucana esmui adversa a los españoles, mui favorable a losindijenas.

Es esta una observacion que todos los críticosespañoles i estranjeros han hecho.

"Por parte de los españoles no aparecen en todoel poema, dice Martínez de la Rosa, sino dos cua-lidades loables, el valor en los combates i la cons-tancia en los trabajos; pero deslustradas ambas

DE LA INDEPENDENCIA DE OlILE. 493

prendas, tan propias del carácter de la nacion, conla avaricia i la crueldad, pintadas por el poet»,con el color mas negro. Por el contrario, todo lonoble, todo lo heroico i estraordinario está de par-te de los araucanos: así es que naturalmente re-sulta un efecto contrario al que debia procurar elautor, i el interes del público acompaña al partidovencido. A fuerza de querer Ercilla ensalzarle pa-ra que se muestre mas difícil el triunfo, ha oscu-recido de tal suerte a los españoles, que solo apa-recen como una sombra empleada para que resal-ten las figuras de sus enemigos: éstos están re-tratados de mano maestra; los vencedores apénasbosquejados" (1).

"Cansa no poder fijar la atencion con agrado -interés en otros personajes que en los araucanos,dice don José Luis Munarriz, el traductor de laobra de Blair, hablando del poema de Ercilla;pues los españoles, si son valientes, no tienen ma-tices que los distingan, ni prendas que los haganrecomendables, i pongan alguna gradacion entroellos; mientras que entre los araucanos nos ocu-pan desde el principio al fin Colocolo, Caupolicap,Lautaro, Tucapel, Rengo i otros, i nos interesansus consejos, sus emulaciones, sus ardides, i aun sucausa. Defienden unos terrenos secos i campos in-cultos i pedregosos; pero defieden con ellos sus vi-das í su libertad: las defienden en campo abierto,contra enemigos superiores en las armas, que conla rapidez de sus conquistas, tenian consternadosa sus vecinos, i las defienden resueltos a morir i aabrasarlo todo ántes que rendirse" (2).

(1) Martínez de la Rosa, Arte PoMica, Apéndice sobre la poesía épica.

(2) Munarriz, Lecciones sobre la retórica i ls bellas letras por YugoBlair, leccion 42.

494 LOS PECURSORES

Se comprende que una obra de esta especie, taninteresante por su asunto para los chilenos, tanleída por ellos, fuese disponiéndolos en favor delos araucanos, i sobre todo de su simpática causa;i se comprende igualmente que cuando los crio-llos, por motivos que esplicaré con la debida opor-tunidad, emprendieron el alzamiento contra lametrópoli, tomaran por modelos a los intrépidos iheroicos indíjenas que tanto habian sufrido por laindependencia i la libertad, i en cuyas bocas elpoeta habia puesto repetidas veces, no en vano, elgrito que muchos años mas tarde debia inmorta-lizar en Waterloo a la gran guardia de Napoleon:primero muertos que rendidos (1).¿Quién habría adivinado jamas que, andandolos'afios, la sombra de Ercilla habia de ser el Tir-teo que habia de alentar a los patriotas contra lasoberanía del señor de las Españas i de las In-dias?

El autor de I'la Araucana principió su carrera*sirviendo de paje al príncipe que despues fué Fe-lipe II, i se distinguió siempre por una profundai sincera veneracion al rei.

Esy respeto llegaba hasta la mas sumisa idola-tría.

Don Alonso de Ercilla había vuelto de Améri-ca a España, famoso por sus hazañas i por suaplaudido poema; i sin embargo, carecía de briospara hablar a Felipe II.

Un antiguo escrito español, citado por don Ma-nuel José (Qu1intana, Avisos para palacio, refiere lasiguiente anécdota, que pinta al hombre.

"Hablando algunas veces a Felipe II donAlonso de Ercilla i Zúfiiga, siendo mui discreto

(1) Ercilla. Arauna, canto 15.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE. MOD

hidalgo, que compuso el poema la Araucana, se

perdió siempre, sin acertar con lo que queria de-cir, hasta que conociendo el rei, por la noticia quetenia de él, que su turbacion nacia del respeto conque ponia los ojos en la majestad, le dijo: Don

Alonso, habladme por escrito. Así lo ejecutó, i elrei le despachó e hizo merced."

Si álguien hubiera dicho a Ercilla que al fin detres siglos sus versos habian de estimular a la re-

belion contra uno de los sucesores de su real amo,habria recibido este pronóstico como la mas feroz

de las injurias; i espada en mano, habria procu-

rado castigar al provocador con tanto arrebato,como el que en la Imperial, al tiempo de la jura

de Felipe II, desplegó contra don Juan de Pineda.1 sin embargo, aquello habia de suceder a s.

III.

Esta influencia de la Araucana fue fortificadapor casi todas las obras nacionales que se escribie-ron en Chile, durante la época de la colonia, casi

todas relativas a sucesos históricos, las cuales pre-

sentan siempre a los araucanos i a sus caudillosbajo un aspecto brillante.

Hubo entre ellas una mui popular, que tuvo elhonor de ser impresa en Madrid el ano de 1795,el Compendio de la, Historia Civil del reino de Chile,escrito en italiano por el jesuita chileno, don Juan

Ignacio Molina, i traducido al castellano por otro

chileno, don Nicolas de la Cruz i Bahamonde.Molina enaltecia a los araucanos como todos los

que desde Ercilla habian escrito sobre historia deChile.

"Este pueblo (el araucano), constantemente adio-

sub b LOS MMURSORES

to a la independencia, decia en una parte, ama congusto ser llamado aucá, esto es, franco o libre.Aquellos espaioles que de las guerras de los Paí.ses Bajos pasaban a militar a Chile dieron a estacomarca por analojía el nombre de lándes Arau-cana, o el de Estad Indómito; i tuvieron consecu-tivamente la jenerosidad de celebrar con cinco oseis poemas, en una de sus colonias, las alabanzasde un pueblo que por conservar la antigua liber-tad, ha esparcido con intrépido valor tanta sangrede sus compatriotas" (1).

"Se ve que la posesíon de este país (Chile),añadia en otra parte, ha costado a los espafiolesmas sangre i mas dinero, que la del resto de laAmérica. El araucano, restrinjido en su pequefiocanten, ha sabido en él con armas débiles, no solocontrabalancear sus fuerzas, reputadas hasta en-tónces invencibles, pero aun ponerlos en peligrode perder las adquisiciones mas sólidamente esta-blecidas. Sus oficiales fueron allí por la mayorparte desde la escuela de la guerra, esto es, desdelos Países Bajos, i sus soldados tenian la reputa-cien bien merecida de ser los mejores de la tierra.Ellos estaban armados de aquellos rayos destruidores con que habian hecho temblar los mas vas-tos imperios de aquel continente.

"Esto parecerá mas maravilloso si se reflexio-na la decidida superioridad que la disciplina euro-pea ha tenido en todas las partos de la tierra. Losespaofiles mismos hicieron asombrar el mundo conla rapidez de sus conquistas ............................................................... Pero, a pesar de la

fuerza i el arte, los araucanos permanecen siem-

(1) Molina, Comj*ndfo de la Historiavil d¿ reno de MAiUe, libro 2,capitulo l."

DlE LA INDIMBNDENCIA, DE CHILE. 4

pr i é", ús terrenos, lIo que hace, conocer el valor, Íconstancia de este pueblo" (1).

~EHñónIio ~r~ucno,agregaba todavía, es in-cúpaz de coder~ a os~ mas fueértes reveses de la forituna. Las p6rdidas tn~Á a~,n léjos de abatir~loo desnayarlo, h~utos parecen inifundirle inas vigor1 juasi valor. Uno solo> que quede, dice 'el espertohistoridor Teisillo, no diudai,á (le opo?¿rse~ (¿o prio-gresos de,nuestrtis ¿zr?ta."stt constancia, o llie-se contumacia, si se qiere, e~s cierta ffente m ixa-villoÉa; 'por no decir heroicC" (2)'.

Brá atual,en vísta de tales atéedóntes, que~¿ýwáúdi 'los. criollos,' impusa~dos por~ agravios qu seha~bIanido~ encynanido dd dih, en dia, i aproyechán..dese ide. cruntancias favórables, principiaroi .n,r~Liñrn 'lás vias ído hiecho para separarso de lafuetc4poli,,se sinticran inélinxados a identificar' su@Misa con la de la tribit itidíjenia que tano adíni-ráI)ah, í que les Orecla ún eJemñpló tan aplaudidodezacrificios iaginimos en defensa dei la índe--pánidencia'

1 ~~uó~reisá»~etelo que sucedió.~Lo S1cioli6s C1lfilen«s~ se :,I,er,gblza~ban de tener,~

po* abuxelos a loespañoles, i aspiraban: a ser ttóni4idos por-omnpatriotas de loar ucanos' ia quienez,Uábian'siñeb~rgo combatidoó ántes de la irevolu-

o¡k í,haia d sb-úir c0inbatielido' despues'; VOewanÚ incapaces de compjrender el objicto de la lu-~ýhh traba-da entre los hijos dle los conquitadores,

(1) Molina. Com~pentlio de la Ilistoria Ci4i del reino de Chiele, VLro 4,Capítiflo 11.

(2) Molina, Com~enio de la Mistoria Civil ddl reino de COkile, libro 4,

4wk%s LOS PRECOURSORES

i que manifestaban aun mas simpatías al rei queala república.

Los autores europeos que leian de preferencia,particularmente el mui famoso Raynal en la Htis-toire Pkilosopkique et Politífue des établissemens etdu commerce des europens dans les deux Indes, laobra predilecta de los americanos ilustrados alprincipio de este siglo, ensalzaban a los araucanoscon toda clase de elojios, i deprimian a los espa-roles con toda clase de censuras.

Era un honor tener en sus venas sangre de losprimeros; i una vergienza tener la de los segundos.

Imitar a los araucanos, llamarse araucanos era lapretension ostentada de todos los políticos a la mo-da, de todos los directores de la opinion pública."¿Quién no admira el ardor i la magnanimidadheroica con que combatieron por su libertad losindios chilenos? decía Camilo Henriquez. La musade la historia tomó a su cRgo inmortalizar sus ha-zafias; la trompeta de Clio las ha pregonado por eluniverso; i muchos escritores apreciables les rin-dieron el tributo del elojio i del honor. Toda laAmérica habia doblado va la cerviz bajo el yugo;ella miraba con triste silencio condenados sus -i-jos al trabajo matador de las minas, despojados desus posesiones, reducidos a la servidumbre; los pa-lacios de sus invasores se elevaban sobre la tunibade sus incas; solo el duro araucano rehusa las ca-denas, i anteponiendo todos los males posibles a lapérdida de su libertad, i sin intimidarse por la in-ferioridad e imperfeccion de sus armas, resiste,combate, triunfa a las veces; i cuando es vencido,ni decae de ánimo, ni pierde la esperanza de ven-cer" (1).

(1) Aurora de Cáile, fecha 16 de julio de 1812, tomo 1.0 número 23.

DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

Teniendo semejante idea de los araucanos, no esestraRÍo que Camilo Henríquez, al enumerar en el

rospecto de la Aurora de Chile, los bienes que yaabia producido el nuevo orden de cosas, se espre-

se así: "Los fuertes habitantes de los cuatro utral-mapus, los indios, nos prometen una cooperacionactiva para repeler los insultos estranjeros, i soste-ner los derechos del desgraciado Fernando. Talvezno dista el bienhadado momento de su conversion,civilizacion i cultura. Talvez será una de las glo-rias del directorio los progresos4 literarios que ha-gan en el Instituto los felices, injenios,de estosnuestros compatriotas i hermanos, en quienes seconservan puros los rasgos de nuestro carácter na-cional i primitivo" (1).

Estas ideas exajeradas acerca del mérito de losbárbaros de ultra Biobio llevaban a Camilo Henrí-quez a suponer fácil i prontamente hacederos losproyectos mas quiméricos.

Al poco tiempo de haber comenzado a aparecerla Aurora, escribió un artículo titulado: Civiliza-cion de los indios.

En él se espresa con toda seriedad como sigue:"Conviene que los araucanos se persuadan que

los reconocemos por iguales a nosotros; que nadahal, en nosotros que nos haga superiores a ellos;que la opinion estará en favor suyo, serán entrenosotros elevados a todas las dignidades, se estre-charán nuestras familias con las suyas con los vín-culos de la sangre, siempre que no haya disonan-cia en la educacion, relijion, modales i costumbres".

Despues de manifestar que en su concepto, losjóvenes podian instruirse con facilidad i llevar asu tierra las luces de la civilizacion, agrega:

(1) Aurora de ~Ail< , prospecto.

«' ¿ 1? qué obstáculo puede presentarse cuan~doarquellos nu rales tengan huznbres instrúidos ?~¿Cuando vean a sus comipatriotas, unos constitui-,dos oliales del ejército, otros niem~bros de los.tribwuales de justicia, otros eni la printe~ra uijisa-tratura, Otros en lit gran cániara i córnvencion enque se tratenlosk negocios del estado? Etón'es se,-rá cuandIo los ca¡npos In.w3 hoemosos del1 mundo,k1ejarán (lo ser desiertos', (1).

Esta admiracion Iliperbólica dlo losfuaé, no peculiar de CJamilo llenríquez, s1no niújenearal, i dirró por lo mémos. un cutarto~ do si,,-lo.

Podlia diversificar i multiplicar los ejepospero no lo hago por considerarlo inúitil, i no ha~.cerm~e domasiado, fastidiosýo,

Un,o~ de los 'ltera~tos mias reputados de la épocarevOlucionaria fuÓé, corno se sabe, don Juánf

ll1abiéndosole ocurrido enu 1819 escribir unaimnitacion 1e lsara Pérsíim~s de Imontesquicu,les dió por título (irtasLuflTs o (ýrrsloý¿dImzci(t dle (los iniIosg, quilarales del .pire mau,~ osi

la ¿rt (lezq~t4 los A4ndes, el 2mio reidente

tultprimera. (lo ellvs, saijw-ilti en un~ todo ellolj re volueio chilena con el dlo la guetTO,

11a ctitd rovoucion. (le Chile, dico, tienee lob,Joto masjusto i necosario: 1 que~ puede, intoresarufl Puelo;~ es el mismoQ por el cual nuestra naconsost~u'vo ins¡l lsientos afíos.de guerra, 511 í

4rt ad o independencia de la tiranía espalíola; í sinosotr(1 -sufrints las atromidades de Rteiiuosó,Menduza, Sotoitx,-yor, Qduiiez, Lazo, ce., elos a

(1) Aurora &de i, fecha 80 do abxUl de 182 tomo 1.0,iícd, ú1xr~2.

DE LA INDUNDENC4IA iYÉ CHILE. 9

, vez han tlertdo las de Mareó, Ossorio, SanBruno, Maroto, ete. (1).

Todos conocen las numerosas alusiones a Arau-coi los araucanos de que está llena la caneon na-

cional, debida a la plania de don Bernardo Vera iPintadoi.

En sus ojos emosos la PatriaNuevas Inces eni4pieza a sentiri1 o servajido sus altos derechos,

1 Se ha fncendiado en ardor varonil.De virtud i justicia rodeada•

A los pliblos del orle anueióLa ran carta de su emancipacion.

Del silencio profundo en que habitanEsas nanes ilustres7 oídQue os reclainan venganza, chilenos;1en ven 'ganza a la <,uerra neuid.

Do Laiutaro ColocolQ i Rengo,Reanimad el iativo valor,1 empeiad el coraje en las fierasQue la Espafla a estinguirnos mandó.

Muchos padres i madres de familia pusieron a

sus hijos en la pila del baustimo los nombres, no

de los santos del calendario cristiano, sino de los

araucanos famosos, llamándolos Caupolicanes,Lautaros, Tucapeles, Galvarinos, Fresias.

Los nombres de:los héroes ¿e la epopeya de

Ercilla sirvieron para designar las divisiones te-

rritoriales, las imprentas, los periódicos, los bu-

ques de la escuadra.Carrera i O'Higgins apostrofaban a los solda-

dos en sus proclamas con el dictado de araucanos.Faltó poco para que los independientes cambia-

sen el nombre de Chile por el de Arauco.

(1) Egaña, Carlas Phueiwhes, carta L 1

auz ws PREMBORtU

El periódico oficial mismo, principiado a publi-blicar el 17 de setiembre de 1830, lleva hasta aho-ra el título de l Araucano.

Todos estos hechos, i muchos otros de igual cla-se que podria citar, manifiestan que si los arauca-nos reales i efectivos no combatieron por la inde-pendencia del pals en torno de la bandera trico.lor, puede decirse que lo hicieron otros araucanosfantásticos, los guerreros épicos colocados por lospoetas i los cronistas nacionales en el Olimpo dela historia.

Los héroes de Ereilla desempeiaron en Chile elmismo papel, que en otras partes ha cabido a loshéroes de Plutarco.

El recuerdo de sus virtudes i de sus hazafiassirvió de modelo a los patriotas chilenos, los ani-mó para la lucha, alentó sus almas en la prosperi-dad. los7confortó en la adversidad.

El influjo de los araucanos en la revolucion dela independencia fué solo moral, pero inmenso.

BJBLCOT 0CA

FIN DEL TOMO SEGUNDO.

ÍNDICE

DEL TOMO SEGUNDO.

SEGUNDA PARTE.

CAPITULO I.

LA RAZA INDÍJENA EN LOS DOMINIOS HISPANO-

AMERICANOS.

PAJ.

Conducta dura de los conquistadores de América conlos indíjenas ..................................................... 5

Doctrina de la irracionalidad de los indios ................ 8Repetidas órdenes de los reyes de Espalla para que los

naturales de América fuesen considerados iguales asus otros vasallos, i para que fuesen bien tratados,.. 10

Privilejios que decretaron en su favor ....................... 14

Oposicion entre las ideas de los reyes de Espala i de-los conquistadores de América acerca del modo detratar a los indios ............................... 16

Motivos que obligaron a los reyes de Españ¡a a tomarun término medio ..................... 17

Determinacion legal de la condicion de los indíjenas... 20

Escepciones establecidas por la lei i por. la prácticacontra el sistema adoptado ................................... 26

INDICE.

Partieilaeion de la raza indíjena en la revolucion dela ondpendoncia ........ .. 30

CAPITULO II.

LOS INDÚJENAS ,1LO OQ UIsDRE DE CHILE.

Repartiíien1, d¡ognoa l lo id ozo P-dro de Valdivia.............. 33Tratamiento qe los dieron los conquistadores ........... 38Estraordinara disminuciíon de la poblacion indijena... 42Primer alzamiento de los araucanos ........................ .44

Distribucion de nuvas enc>iundat3 practicada porVillagra............................ .......... 47Providencias de don García hurtado do Mendoza re-lativas a encomiendas ..... . ...................... 49

Proceso formado a loA araucános por el licenciado He-rrera ................... .......................... 53

CAPITULO III.

LA GUEURR~A DB ARAUCO.

Plan dfeti , so puesto en pá íttica por Vald'ii i sussuNores ara la ocupa0ion de Aratico ... ........ 59Túe ti a de los arancanos ........ ............... 3Guer,a de devastacion praétíeada contra elIos por losespafilo s. 1 ....... ................ ..................

(r e ' jrcHas contra los arancanos ................ 69Lii ¡Iinpud .... esta a lo.s arancanos ............ 7411st4a m~edida obtiene la sancion real .................... 823rode0 onio se ejevató;. ... ........ .. 88Atraso i pobre5,ai que la necesidad (le sostener la gerrat de AVi,a(io produjo en las poblaciones del norte~du-Chileí . .................... ........ .... .. 92

PAJ.

0posicion de los, habitantes de Santia o'par someter.,se a las levas i derramas que se,les imponian conmotivo de .dicha e . ........... . .. ,. ..... 95

La he a esistencia ' de los araucanos hace correr az

o,s añoles. el riesgo. do, verso forzados a abando-nar todo,el país ....... el.. ................. . .. 104

Clase de manutencion quei se dalba al ejéreito veteranoen:,,l tlLlo,....... . ........ >.1... ... .. . . ........ 105

Conducta de los individuos (do este ojército 1..... ...... 110Temor9s quo iínspiraba... . . ......... ............. i 1Mdtines -. que tom parte ....... ............ . 112

CAIPITULO IV.

LOS ENCOMENDEíOS t LOS JIWSITAS EN CHILE.

EncoAtradas opiniones que habi en, Chile aW~rs delservicio personal ...................... ......................... 115

Disposiciones tomadas por el virrei del Perú marquesde Monte ]Re¡ para preparar la abolicion del servicio

1e~oa en] Chile .......................... ......... .. 111Pz¡moras e infrictuosas tentativas del padre Luis d

Y'aldivia para coliseifuir igual objeto ............. 12Dílijencias que doti J1u,11 de Salazar~ hace en la corte

pal.a el Mis11ni n:......................... 123Vdidas onitrarYi,ias al sec personal tonadas en

Clileo poy el proviiicial (le los jesulitas D~iego de Tó-rrc,sÁ-Diseiisioncs entre los, enoe í¿o los je-'sultas .................................................. 126

iíeýsolhciou de la 'auldiencia de Santialgo................ 130r4,elip6,1111 accpta el planl proptiesto por el~ padre Val-

,lliviu dc hucer solo coradfesv ntrat los arau-canos i dc abolir c-l servicio personal ................. 13,4

Los -iienoende(ros de ChIile envian inútilmente a imiaun procuradtor' aarcaa contraauérso-cion . .......................................... ..... 139

JUDjs' de Vldivia da principio sin dificultad a la real¡-

64

506 INDICE.

PAJ.

Visita la dióces*s de la Imperial ................. . 143Fuga de las mujeres de Ancanamon, i martirio de tres

misioneros jesuitas ........................ .. ... 146Plan propuesto por Alonso de Rivera para tra* a

los araucanos .............................................. 156Aumento de descontento que el mal éxito del proyec.

to del padre Valdivia para convertir a los arauca-nos produjo, tanto contra é1 mismo, como contra losjesuitas en jeneral.............. ........... 160

Luis de Valivia, decididamente apoyado por el go-bierno metropolitano, continúa empeflándose porrealizar su plan de guerra defensiva ..................... 169

Su vuelta a España ............................................. 174Resultado de las misiones de infieles fundadas i diriji-

das por los jesuitas en Arauco .............................. 175

CAPITULO V.

LA OCUPACION DE VALDIVIA POR LOS HOLANDESES.

Ordenanza de Felipe IV para abolir en Chile el servi-cio personal ............................. 197

Malos tratamientos aplicados a los araucanos ............ 202Restablecimiento legal de la esclavitud impuesta a los

araucanos ....................................................... 208Temor de un alzamiento de los indios pacíficos de San-

tiago i comarcas inmediatas ................................. 211Exijencias del presidente Lazo de la Vega para que

los vecinos de la ciudad mencionada fuesen con susarmas i caballos a la guerra de Arauco ................... 217

Desavenencias que por este motivo tuvo con la au-diencia ............................................................. 219

Reales cédulas relativas a este asunto ....................... 223Nuevas e infructuosas tentativas para mejorar la con.

dicion de los indios pacíficos ................................ 225El marques de Btides hace la paz con los araucanos... 230Primeras espediciones de los holandeses al mar Pací-fico .... ; ....................................................... 232

INDICE. ol

Pu .

Temor de que pensasen en ocupar a Valdivia, i órdendel monarca para que se fortificara este punto deChile .................................. 235

Dudas que se suscitaron sobre la posiblidad del pro-yecto atribuido a los holandeses, e inconvenientesque se pusieron para la fortificacion de Valdivia..... 237

Publicaciones hechas en Holanda para estimular a losholandeses a la conquista de Valdivia .................... 242

El monarca español suspende la órden de repoblar ifortificar a Valdivia........................................... 246

Espedicion de Brouwer .......................................... 247

Medidas tomadas por el virrei del Perú i el presidentede Chile para espulsar a los holandeses ................. 252

Rlepoblacion i fortificacion de Valdivia por los espallo-les .............................................................. 254

HEalagüeñas esperanzas que hizo concebir la realiza-cion de aquella obra ......................................... 260

Verdaderos resultados que produjo ........................... 262

CAPITULO VI.

LA DEPOSICION DE UN PRESIDENTE DE CHILE EN LA ÉPOCA

COLONIAL.

Pobreza de Chile en la segunda mitad del siglo XVII. 267

El terremoto de 13 de mayo de 1647 ........................ 271Mal gobierno del presidente don Antonio de Acufia i

Cabrera .................. ................... .............. 277Atentado de los indios cuncos contra unos náufragos i

su castigo ...................................................... 284

Espedicion del maestre de campo don Juan de Salazarcontra los cuncos .................... .......................... 286

Alzamiento jeneral os indios...................... 290

lNombramiento que e cabildo de Santiago hace en donJuan RodulfQ de Lisperguer para que fueso de pro-curador jeneral al Perú en solicitud de socorros .... 296

Se enarbola en Santiago el real estandarte ................ 298

DIeposicion del presidente Acuia i¡Cabrera por el ca-bilo i pueblo de Concepcion .................. ...... 300

PAJ.

Deliberacíon de la audiencia, del cabildo de Santíago ide una junta estraordínaria de guerra sobre aquel;gravísimo o inusitado- aetkeimiento.. ... .... 303.n ist (0 I 0lt <-llet... . ......... .-.. .... 303DIsposicones de la audiencia para que el presidenteAcnil i Cabrera saliese deConcepeion, i para que se

mestabl cies6 en aquella ciudad el órdn aá... ... 313Conjtracion de los indios pacíflCos de Santiazgo........ .. 316Déespoblaceion de Ohullan.............. .. ................ 317Discasion del úbldo dle Santia go sobre el recibimien-to del presildente Acufla i Cabrera... ........... 321B4l virrei del Perú llama al presidente de Chile, i ésterehusa obedece~r...... .................... 24R~eales cóédtlas relativas a lo,s sitcesos meneionadog...... 326Rogativa acordada por el cabildo de Santiagparlim- aplovarl impa o divino.................... 334"roeedímient s de la atudienria roferentes al castigo doloseulpables a e l despob(aton de Chillan, i partí-eular,ente en la sediciíonl de Conepcion......... 335Fallos que se dieron sobre los principales acusados dehaber contribuido a aquellos desgraciados sucesos... 338

CAPITULO VII.

LA ESPULSION DE LOS ARAUCANOS DECRETADA POR CÁRLOS II.

Ventajas obtenidas por los indíjenas bajo el gobiernodo PorterCasanate cail ... i .':r 43Socorros por el cabildo i veiio de ,

Santiago ........... .. .............................. 345Deliberacion que tuvo dicho cabildo para defender lafrontera o línea d¡el -Mauíle amenazada por los índlíje-nas rebelados ............... ........... 147

1espoblacion causada por las levas sas......., 353[aquinaciones de los indios domésticosoó o süýiss con-tra los conquistadoi ........ 5...........5...l ptinipal motivo de este imljaeable erael mal tratamiento que se ]es daba .............. 357Atiilios militares enviados a Chile por el dgobie..o oe1 .1 ict r p ol , .. .... ................................. ................ 3 6 1

PAJ.

Abolieii d 1 es lavttud de ls.: iadio que decreta elAbohiondq l , ............ 364

.o r , ......... • .... ..................... "* "" : 6¢a in.dlt .¢a d[d.oa.!.o..rauaas,.......... .1. .... 367

Otras meddasdicttadas por el s0ber4.u0 parU pI DaIl .. . . . .a cf¢a Pn.d hi , ..;....... ..... » ..... .. ... ; 368

AduiLu ¡,tIi( í don A:ijel de, peredo ...........,.,........ 369Id,.~ 370

S u d r p p 0 l ei Q p 1 s d j e a ...... .. ..... .... 3 7 5 i

Qrd.dQáxCs.QS.I paa. .sp.ulsal de Chile a 10s Irán' ,-

canos ............................................................... 380

Plan pérfido propuesto por el presidente Garro para

asegurar la reduc40 de esto, in*ijenas............ 384

Facultad concedida a los indíjenas de pagar el tributo

en dinero o en frutos .............................................. 387Cédula por,t# cul C4rlos II declaró a los indíjenas do

América iguales w sus demas vasallos para obtener

empleos i distinciones ................................................ 391

Auto significativo de la audiencia ................. 394

.CAPITU LO VIII.

LtAl "óLllCTON -V A ENCOM~IENúYAS hN CHILE.

Despoblacion de Chile al principiar el siglo XVIII ..... 403

Disposiciones contradictorias del monarca respecto del

servicio personal de los indíjenas ........................... 407

Depósito de los indios prisioneros de guerra en poderde los encomenderos ........................ 412

Oposicion del cabildo de Santiago a que los indios fue-

sen reducidos a pueblos. ....... .............. 418

Estorsiones de los correjidores contra los indíjenas ...... 422

Alzamiento de 1723 ........................................... .. 423

Planes presentados al rei para la fundacion de nuevas

poblaciones en Chile...................... .431

El presidente don José de M[anso lleva a efecto la for-

macion de varias villas ...................... 443

Desavenencia ocurrida entre el presidente Ortiz de Ró-

sas i los hacendados de Chile con motivo de la fun-

dacion de nuevas poblaciones ............................ 446

510.

PAJ.

Idea de asegurar la obediencia de los araucanos me-diante la fundacion de poblaciones en su territorio. 448

Alzamiento de 1766 ...... ....................... ............. 455Dispersion de los araucanos propuesta por el presiden-

te Guill i Gonzaga ............................................. 457Gran temor de un ataque de araucanos esperimentado

en Santiago en 1779 ...................................... 460Colojios de naturales .............................................. 465Abolicion de las encomiendas ................................. 474

CAPITULO IX.

LA PARTIIPACION DE LOS INDíJENAS EN LA REVOLUCION DELA INDEPENDENCIA.

Actitud de los indios en la revolucion de Chile ........... 487Influencia de la Araucana de Ercilla para impulsar

aduel grande acontecimiento ............................... 489Id. o los cronistas nacionales, i especialmente de Mo-

lina ................................................................. 495Hechos que comprueban la realidad i eficacia de estas

influencias ........................................................ 497