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HEREJÍAS MEDIEVALES Y DOMINICOS

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HEREJÍAS MEDIEVALES Y

DOMINICOS

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¿Qué herejías azotaron a la Iglesia en este siglo?

• Primero, los Valdenses. En Francia surgió la herejía de Pedro Valdés, nacido en Lyon, que un buen día abandonó sus negocios y partió a predicar el evangelio, dando ejemplo de pobreza, austeridad y desprendimiento y arrastrando compañeros de Suiza y Alemania. Atacó las costumbres de los clérigos relajados e invitaba a volver al cristianismo primitivo, pero no estuvo inmune de errores dogmáticos en sus predicaciones. Los “perfectos” entre los valdenses hacían los tres votos de pobreza, castidad y obediencia; y los simples seglares se arrogaban el derecho de celebrar la eucaristía. Sólo admitían el bautismo, la penitencia y la eucaristía. El papa Lucio III los excomulgó.

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• Continuaron los albigenses o cátaros. Eran más peligrosos por su mayor difusión y por su más franco alejamiento de la fe católica. Se llamaban albigenses por la ciudad de Albi; y cátaros o puros. No reconocían una iglesia visible, rechazaban toda autoridad espiritual y temporal y no admitían ni la guerra ni la pena de muerte. Sólo tenían un sacramento, el bautismo del espíritu, el consolamentum, que por lo demás sólo recibían los “perfectos”; los cuales quedaban obligados después de su recepción a llevar una vida rigurosamente ascética. Los restantes sólo recibían el consolamentum en la hora de la muerte. El Papa Inocencio III invitó al rey de Francia a una cruzada contra ellos, que desembocó en una horrible crueldad por ambos bandos.

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Las Órdenes Mendicantes

Ante la relajación de algunos eclesiásticos, Dios no se olvidó de su Iglesia. Al contrario, hizo surgir las órdenes mendicantes. Sus fundadores quisieron responder a la llamada del evangelio y a las necesidades de su tiempo. Fueron sensibles en particular al desarrollo de la herejía, al movimiento urbano y a la fermentación intelectual. Las órdenes mendicantes se llamaban así, porque en un tiempo en que los pastores de la iglesia se enriquecen siempre más, los monasterios abundan en tierras y en bienes, y la nueva burguesía de las ciudades se desvive por aumentar sus ganancias, ellos hacen voto de perfecta pobreza. En un tiempo en que se ahonda cada vez más la diferencia entre los grandes señores y el pueblo llano, ellos predican la fraternidad cristiana. Su vida ya no depende de tierras de labranza ni de rentas. Viven de la limosna. Ya no se llaman monjes, sino hermanos. Las principales órdenes mendicantes fueron la de los franciscanos y la de los dominicos.

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ORDENES RELIGIOSAS

Posteriormente surgieron nuevas órdenes, llamadas mendicantes, como los franciscanos y los dominicos, que a diferencia de otros religiosos no debían establecer su residencia en un lugar fijo, actuando como predicadores, misioneros, inquisidores, canonistas, teólogos o intelectuales.

Ambas datan de comienzos del siglo XIII. La primera se debe a la obra de San Francisco de Asís, basada en las virtudes de la fe y la caridad. La segunda, a Santo Domingo de Guzmán, quienes renunciaron a los bienes terrenales, combatieron la herejía y privilegiaron el conocimiento como medio de lograr sus aspiraciones religiosas.

San Francisco de Asís

Santo Domingo de Guzmán

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Santo Domingo de Guzmán

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IniciosSu padre, Félix de Guzmán, era noble acompañante

del Rey. Su madre era la Beata Juana de Aza de quien Domingo recibió su educación primera.

Cuando tenía seis años fue entregado a un tío suyo, arcipreste, para su educación literaria. A los catorces años fue enviado al Estudio General de Palencia, el primero y más famoso de toda esa parte de España, y en el que estudiaban artes liberales, es decir, todas las ciencias humanas y sagrada teología. El joven Domingo se entregó de lleno al estudio de la teología

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Como SacerdoteA los 24 años de edad, Domingo fue llamado por el obispo de

Osma para ser canónigo de la catedral. A los 25 años fue ordenado sacerdote.

El Rey Alfonso VIII había encargado al Obispo de Osma, en 1203, la misión de dirigirse a Dinamarca a pedir la mano de una dama de la nobleza para su hijo Fernando. El Obispo acepta y como compañero de viaje lleva a Domingo. Al pasar por Francia, Flandes, Renania e Inglaterra, Domingo quedó preocupado al constatar la extensión de las grandes herejías, los cátaros, valdenses y otras herejías procedentes del maniqueísmo oriental. Estos negaban muchos dogmas de la fe católica, incluso la Redención por la Cruz de Cristo y los Sacramentos.

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Vida apostólicaEn 1207 Domingo, con algunos compañeros, entre ellos el Obispo de Osma, se

entrega de lleno a la vida apostólica, viviendo de limosnas, que diariamente mendigaba, renunciando a toda comodidad, caminando a pie y descalzo, sin casa ni habitación propia en la que retirarse a descansar, sin más ropa que la puesta.

Comprendiendo la necesidad de instruir a aquellas gentes que caían en las herejías, determinó fundar la Orden de predicadores, dispuestos a recorrer pueblos y ciudades para llevar a todas partes la luz del Evangelio. Funda centros de apostolado en todo el sur de Francia. Pero, reconociendo que para combatir las herejías era necesario una buena formación teológica, busca un doctor en teología que instruyera a la comunidad. Más tarde, uno de sus discípulos en la orden sería la lumbrera más grande que haya tenido la iglesia universal: Santo Tomás de Aquino.

Santo Domingo fue un gran amigo de San Francisco de Asís, a quien visito y abrazó efusivamente.

Santo Domingo poco después fundó la rama femenina de su Orden.

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MisiónLa misión de los dominicos, predicar para llevar almas a Cristo, encontró

grandes dificultades pero la Virgen vino a su auxilio. Estando en Fangeaux una noche, en oración, tiene una revelación donde, según la tradición, la Virgen le revela el Rosario como arma poderosa para ganar almas. Esta tradición está respaldada por numerosos documentos pontificios.

El 21 de enero de 1217, el Papa Honorio III aprobó definitivamente la obra de Domingo, la Orden de los predicadores o Dominicos.

En 1220 la herejía de los cataros y albigenses se había extendido por Italia. El Papa Honorio pone a Domingo a cargo de una gran misión.

Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221Fue canonizado por Gregorio IX en 1234. El Papa dijo: "De la santidad de

este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo".

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• La organización de la orden es democrática. Los cargos son electivos y temporales. Tan sólo el maestro general es elegido para toda la vida. No disponen de las rentas de las grandes abadías, sino que obtienen de las limosnas los medios de subsistencia. Se dirigen especialmente a las gentes de la ciudad, a los miembros de las corporaciones y enseñan en las universidades. En 1216 el papa aprueba esta orden, y adoptan la regla de san Agustín. El papa Gregorio IX 90 les encarga la responsabilidad de la inquisición eclesial, de la que hablaremos más tarde.

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Los dominicos: es la llamada Orden de los Predicadores

• Apoyada por el gran papa Inocencio III y aprobada más tarde por Honorio III en 1216. Fue fundada por santo Domingo de Guzmán, nacido en España hacia el año 1170.

• Sale al encuentro de los herejes cátaros o valdenses, imitando la pobreza de Cristo pobre y aceptando las controversias dogmáticas con ellos. El obispo de Toulouse (Francia) aprueba en el año 1215 al pequeño grupo de predicadores: “Constituimos como predicadores en nuestra diócesis al hermano Domingo y a sus compañeros, a fin de extirpar la corrupción de la herejía, arrojar los vicios, enseñar la regla de la fe e inculcar sanas costumbres a los hombres”.

• Su programa regular es portarse como religiosos, es decir, hacer los tres votos de pobreza, castidad y obediencia; ir a pie, predicar la palabra evangélica, vivir la pobreza de Jesús, alimentándose con lo que les dan. Fin y objeto de la nueva orden era crear un grupo de sacerdotes aptos y altamente preparados para predicar al pueblo la sana doctrina. Dedicaron, pues, los dominicos especial atención al estudio. Tanto descollaron en las ciencias que, en vida del fundador, enseñaban ya en la universidad de París. En esa universidad brillaron de manera especial san Alberto Magno y santo Tomás de Aquino.