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Clase 2 Dr. Gerardo Laube Dra. Mariana Czapski Desarrollo evolutivo del niño

Clase 2 - Desarrollo Evolutivo Del Niño

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Desarrollo evolutivo del niño

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Clase 2

Dr. Gerardo Laube

Dra. Mariana Czapski

Desarrollo evolutivo del niño

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Ejes temáticos

Necesidades básicas del recién nacido

Teoría del Apego

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Clase 2

El niño tiene, desde su nacimiento, la capacidad fundamental de

relacionarse socialmente. Pero podrá desarrollarla, siempre y cuando haya alguien, el cuidador primario, disponible para establecer esta relación social. Por eso, se puede pensar que para el bebé no es posible desarrollarse en soledad.

El bebé nace en un estado de indefensión tal que para sobrevivir, constituirse en ser humano y desarrollar su potencialidad genética necesita de otras personas que le provean todo aquello que es necesario, ya que no puede hacerlo por sí mismo. Los niños pequeños, al presentar una estructura psíquica inmadura en formación, se encuentran en un estado de gran fragilidad.

Las experiencias afectivas con sus cuidadores primarios en los primeros años de vida tienen una enorme influencia a favor del desarrollo cognitivo, social y emocional, íntimamente relacionados.

El sostén emocional El sostén emocional es la respuesta adecuada al sentimiento universal de desamparo con el que todo bebé llega al mundo. Este sostén permite que se construya entre el bebé y las personas encargadas de su crianza un vínculo lo suficientemente fuerte como para que se den las condiciones propicias para la satisfacción de todas sus necesidades.

El sostén emocional se da en el marco de un vínculo estable, un vínculo de apego, con los cuidadores primarios. Este vínculo se establece desde el

momento del nacimiento y permite construir un lazo emocional íntimo con

ellos. Por estable entendemos un vínculo cotidiano y previsible, y en los

primeros tiempos, con la presencia central de una o más personas que se ocupen de la crianza del bebé. La estabilidad y la previsibilidad en el vínculo con sus cuidadores le permiten al niño construir una relación de apego seguro.

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¿Qué es el apego? Es la necesidad del bebé de estar próximo a su madre, de ser acunado en brazos, protegido y cuidado.

El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus cuidadores o figuras de apego y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la

accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto

(persona con que se establece el vínculo). El apego proporciona la seguridad emocional del niño: ser aceptado y protegido incondicionalmente. Este planteamiento también puede observarse en distintas especies animales y que tiene las mismas consecuencias: la proximidad deseada de la madre como base para la protección y la continuidad de la especie. El trabajo de Bowlby estuvo influenciado por Konrad Lorenz (1903-1989) quien en sus estudios con gansos y patos en los años 50, reveló que las aves podían desarrollar un fuerte vínculo con la madre (teoría instintiva) sin que el alimento estuviera por medio. Pero fue Harry Harlow (1905-1981) con sus experimentos con monos, y su descubrimiento de la necesidad universal de contacto quien le encaminó de manera decisiva en la construcción de la Teoría del Apego. (Ver video: Experimentos de Harlow con macacos) El bebé –según esta teoría- nace con un repertorio de conductas las cuales tienen como finalidad producir respuestas en los padres: la succión, las sonrisas reflejas, el balbuceo, la necesidad de ser acunado y el llanto, no son

La experiencia de su

trabajo en instituciones

con niños privados de

la figura materna

condujo al psiquiatra

infantil ingles –John

Bowlby- a formular la

teoría del apego

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más que estrategias por decirlo de alguna manera del bebé para vincularse con sus papás. Con este repertorio los bebés buscan mantener la proximidad con la figura de apego, resistirse a la separación, protestar si se lleva a cabo (ansiedad de separación), y utilizar la figura de apego como base de seguridad desde la que explora el mundo. (Ver video de Rene Spitz) La teoría del apego tiene una relevancia universal, la importancia del contacto continuo con el bebé, sus cuidados y la sensibilidad a sus demandas están presentes en todos los modelos de crianza, con variaciones según el medio cultural, pero manteniéndose la universalidad de la importancia del apego.

Conductas relacionadas con el apego…

1) Llanto 2) Sonrisa 3) Seguimiento 4) Aferramiento 5) Succión 6) Llamada

El llanto, la sonrisa y el balbuceo y posteriormente la llamada y determinados gestos, pueden clasificarse todos como señales sociales y su resultado previsible es aumentar la proximidad entre madre e hijo. Acercar a la madre hacia el bebé y a mantenerla próxima a éste. El llanto es diferente cuando es por hambre de cuando es por dolor. Los estímulos externos que provocan llanto incluyen ruidos súbitos y repentinos, cambios de iluminación o de posición, desnudarlo (frío), hambre y también soledad.

«Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas les da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alimenta a valorar y continuar la relación» (John Bowlby).

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Cuando el bebé no siente hambre, frío, ni dolor, los medios más eficaces para poner fin a su llanto son, por orden de importancia:

Acunarlo, porque en esa posición el ritmo de los latidos del bebé, se aproxima al que es corriente en posición de descanso.

La succión sin fines alimenticios.

El sonido de la voz humana. La sonrisa y el balbuceo tiene lugar en circunstancias muy diferentes y sus efectos son también por completo diferentes. Cuando su bebé sonríe y balbucea, la madre también le sonríe, le habla, le acaricia y le da palmaditas cariñosas y quizá lo toma en brazos. En tales circunstancias, tanto la madre como el bebé parecen expresar su regocijo ante la presencia del otro y el efecto seguro es prolongar su interacción social. El efecto sobrecogedor que ejerce sobre la madre ver la primera sonrisa social de su bebé, aumenta su capacidad de reacción. Si se siente cansada e irritada con el hijo, la sonrisa de éste la desarma, si lo está alimentando o cuidando, esa sonrisa la recompensa y la anima en su actividad. En términos científicos, la sonrisa del bebé afecta a la madre de tal manera que aumenta las posibilidades de que en el futuro reaccione ante las señales de éste con más avidez y de manera más adecuada para asegurar su supervivencia. El balbuceo de satisfacción del bebé probablemente ejerza los mismos efectos a largo plazo. Es un intercambio social bastante parecido a la sonrisa. Ambas conductas se producen con el bebé despierto y satisfecho Cuando una sonrisa no tiene reacción, ésta no se prolonga de manera indefinida, sino que, por lo general, es sustituida por el llanto. De manera análoga, cuando un niño algo mayor grita llamando a la madre, puede ponerse a llorar si ésta no viene. (Ver video Experimento de la cara inexpresiva) Otro tipo de conductas que tienen como efecto la aproximación del niño a la madre y el mantenerlo próximo a ella, incluyen búsqueda y seguimiento (con la utilización de cualquier medio de locomoción disponible) y en segundo lugar la conducta de aferramiento. En cuanto el niño adquiere cierta movilidad, se suelen poner de manifiesto las conductas de acercamiento a la madre y de seguimiento de esta. Durante el último trimestre del primer año, si la madre cambia de posición, los movimientos del niño cambiarán de dirección teniendo en cuenta ese cambio. Además, una vez que el aparato cognitivo del niño ha madurado hasta el punto de que empieza ya a concebir los objetos ausentes y a buscarlos, lo corriente

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es que el niño no sólo se aproxime y/o siga a la madre, a quien puede ver u oír, sino que también la busque en sitios familiares, cuando esté ausente. La succión tiene además de la función relativa a la nutrición, otra relativa al apego. Al succionar el chupete cuando está alarmado, el pequeño se siente muy pronto relajado y satisfecho. Asir, aferrarse y alcanzar Sólo después de los dos mese de vida, el bebé logra integrar los movimientos del brazo y de la mano con lo que ve. Durante el segundo y tercer mes, el bebé trata de alcanzar ciertos objetos en movimiento, extiende el puño en dirección a ellos, pero no hace ningún intento de agarrarlo. Sin embargo, a los cuatro meses abre la mano, mira alternativamente el objeto. Aunque al principio actúa con torpeza, a las pocas semanas todos estos movimientos se integran de manera tal que el bebé logra alcanzar el objeto y agarrarlo con un rápido movimiento directo. En este momento el bebé tiene cinco meses. No solo es capaz de reconocer a la madre, sino que posiblemente puede ya dirigir la mayor parte de su conducta social hacia ella. Por lo tanto suele alcanzar y agarrar diversas partes de su cuerpo, en particular su pelo. Sin embargo uno o dos meses después comienza realmente a aferrarse a ella en situaciones de alarma o al sentirse enfermo. La llamada es importante porque en cualquier momento, después de los cuatro meses, el bebé puede llamar a la madre emitiendo grititos agudos, posteriormente, la llama por su nombre. En determinado momento durante el segundo año de vida, el niño suele empezar a llamar a su madre de manera diferente, aumentando su intensidad si el niño cree que está lejos o preparada para marcharse, y disminuyendo si juzga que está cerca o viene hacia él. Movimientos de cabeza y succión Al principio, los movimientos anticipatorios del bebé son inducidos por ver el pecho o el biberón, sino por los estímulos táctiles y/o propioceptivos que llegan a él al ser colocado en posición de amamantamiento. Sólo a partir del tercer mes, los movimientos anticipatorios se guían por lo que ve. Como el acto dirigido de rotar la cabeza, se provoca con suma facilidad cuando el bebé está hambriento y como además suele hacer que éste acerque la boca al pezón, es evidente que se trata de una parte esencial de la alimentación. Por otra parte, el acto dirigido de volver la cabeza hace que el bebé se oriente hacia la madre incluso cuando ésta no lo está alimentando.

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Figura de apego central Es evidente que la persona que el bebé elige como figura de apego central y el número de figuras diferentes con las que establece un vínculo dependen, en gran medida, de la identidad de quien le brida sus cuidados y de la composición del hogar en que vive. El niño busca a la figura de apego cuando está cansado, hambriento, enfermo o se siente alarmado y también cuando no sabe a ciencia cierta cuál es el paradero de dicha figura.

Figuras de apego subsidiarias

Otras personas que forman parte del entorno del niño y hacia las cuales también dirige su apego.

El papel de los objetos inanimados (Objeto transicional) No mucho antes de cumplido el primer año, el niño puede manifestar apego por un trozo de tela o una manta o por un juguete suave, que insiste en llevarse con él a la cama y cuya compañía exige en otras horas del día, en particular si se siente inquieto o fatigado. Si lo tiene a su disposición, acepta irse a la cama y dejar a la madre. Sin embargo, cuando lo pierde, se muestra inconsolable hasta que lo recupera.

Quien ocupa el lugar de la figura de apego central, tiene las siguientes características:

- Activa interacción social con el bebé

- Rápida reacción a sus señales - Esfuerzos por acercarse

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La primera unión posnatal restablece una primitiva unidad en calma, perdida en el nacimiento e inaugura dos estados básicos: pérdida e incompletud, reunión y completud, dentro de los cuales viviremos alternativamente a partir de entonces.

Entre uno y otro de esos estados, un puente imaginario deberá ser creado

por el bebé para que se mantenga en él una básica vivencia subjetiva de unidad y continuidad y la necesaria ilusión o esperanza de reencuentro o reunión.

Para ello el bebé necesita aprender a esperar sin desesperar. ¿Cómo lo logra? La madre con su voz y sus manipuleos, brinda datos sensoriales

estables con los cuales él articulará – en su ausencia – una presencia ilusoria, sólo objetivable y real para sus sentidos y que lo insta esperar el reencuentro. Esta creación de la presencia ilusoria de la madre centra y sostiene el desarrollo del primitivo fantaseo, y llena el corte de la ausencia, tiene la calidad

Objeto transicional Es una expresión creada por Winnicott en 1951

para designar al objeto material (juguete, animal de felpa o trozo de tela como el cubrecama o una toalla) que tiene para el lactante y el infante un

valor preferencial y le permite efectuar la transición necesaria entre la primera relación oral

con la madre y una verdadera relación objetal.

Se trata de una zona intermedia de experiencia que permite

diferenciar la realidad interior y la vida exterior.

El objeto transicional no es un objeto interno, es decir un concepto mental, sino que es una posesión, pero que no llega

tampoco a ser un objeto completamente exterior.

Es la primera posesión no-yo. También está destinado a proteger al niño de la angustia de separación en el proceso de

diferenciación entre el yo y el no-yo.

Un objeto es transicional porque marca el pasaje del niño desde un estado de indiferenciación, a otro estado en el que puede reconocerla como diferente de él y separarse de ella.

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de una evocación perceptual cercana a la categoría de la alucinación, poseedora de una propiedad característica de “casi realidad”, porque el bebé evoca una presencia real externa en la cual el bebé cree, mientras su estado de frustración interna no pase de cierto límite crítico. Estos objetos entonces son una creación destinada a cumplir específicamente una función de puente entre el sujeto infantil (con su precaria subjetividad) y el mundo de los objetos naturales. La creencia del bebé en su habilidad para lograr la posesión estable de la madre es de suma importancia, es una fantasía indispensable en la evolución de su subjetividad, que debe desplegarse sin fracturas, ni desfallecimientos. La madre debe quedar inicialmente al servicio incondicional de todas las necesidades del infante, que sólo así puede afirmar su existencia deseante y su deseo. Una madre de este tipo es dócil e indestructible, constante y tolerante, además del abastecimiento concreto que brinda y del sentimiento de unidad somática que restablece con su sostén corporal, en los momentos de ruptura o frustración reasegura con su presencia la unidad de su bebé. La frustración acompañada de abandono externo, genera un malestar creciente, tanto emocional como somático, todo parece destruirse alrededor del bebé como correlato del sentimiento de destrucción interna. La experiencia directa con lactantes que se encuentran en esta situación permite observar una secuencia característica, descrita por Winnicott, - Estado de necesidad y espera tranquila, - Si la frustración continúa, aparece una conducta de malestar y enojo

creciente. - Si se prolonga la frustración externa, parece dificultarse cada vez más la

posibilidad de recurrir a la tranquilidad que le aporta la evocación por ilusión de la madre bondadosa, el bebé comienza a estar inconsolable.

- Si la situación se prolonga mucho más aun, surgen indicios de alejamiento en el bebé, un desgano que se expresa en su lentitud para reconectarse con la madre cuando ésta se presenta.

- De persistir una reacción de enojo, el alejamiento se acentúa, en los casos extremos, parece faltar la capacidad de responder a los estímulos exteriores tendientes a retomar el vínculo con el bebé.

Cualidades del objeto transicional 1) Los padres se dan cuenta del valor que tiene para el bebé y por eso lo

llevan consigo cuando viajan.

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2) Nunca debe cambiar a menos que lo cambie el propio bebé. Aunque se ensucie debe conservarse tal cual está porque si se lo lava puede provocarse una ruptura en la continuidad de la experiencia del bebé, que puede destruir la significación y el valor del objeto para el bebé.

3) Es un objeto que puede ser tanto amado como mutilado con excitación. Es necesario que pueda sobrevivir a ambos (al amor y al odio).

4) El objeto tendrá características propias (como su textura y consistencia) que le hacen creer al bebé que ese objeto posee una vitalidad propia.

5) En un estado de salud, está destinado a perder su significación, ya que los fenómenos transicionales se van volviendo difusos a lo largo de los años a medida que se desarrollan los intereses culturales.

Tipos de apego

APEGO SEGURO: El apego seguro se da cuando la persona que cuida demuestra cariño, protección, disponibilidad y atención a las señales del bebé, lo que le permite desarrollar un concepto de sí mismo positivo y un sentimiento de confianza. En el dominio interpersonal, las personas seguras tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo.

APEGO ANSIOSO: El apego ansioso se da cuando el cuidador está física y emocionalmente disponible sólo en ciertas ocasiones, lo que hace al individuo más propenso a la ansiedad de separación y al temor de explorar el mundo. No tienen expectativas de confianza respecto al

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acceso y respuesta de sus cuidadores, debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales. Es evidente un fuerte deseo de intimidad, pero a la vez una sensación de inseguridad respecto a los demás. Puede ser de dos tipos:

a) Apego ambivalente:

Responden a la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego con expresiones de protesta, enojo y resistencia. Debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales de sus cuidadores, estos niños no tienen expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de sus cuidadores.

b) Apego evitativo: El apego evitativo se da cuando el cuidador deja de atender constantemente las señales de necesidad de protección del niño, lo que no le permite el desarrollo del sentimiento de confianza que necesita. Se sienten inseguros hacia los demás y esperan ser desplazados sobre la base de las experiencias pasadas de abandono.

APEGO DESORGANIZADO DESORIENTADO: El cuidador ante las señales del niño tiene respuestas desproporcionadas y/o inadecuadas, incluso en su desesperación, al no poder calmar al niño, el cuidador entra en procesos de disociación. Esta conducta del adulto desorienta al niño y no le da seguridad y le genera ansiedad adicional.