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ESCATOLOGÍA La escatología es una expresión de fe, su lenguaje es el de la promesa y la esperanza. La Resurrección de Jesús anticipa lo que vivirán todos los creyentes. Dios nos ha creado para la vida, que es un concepto pluridimensional. La dimensión más básica es la vida biológica, pero no es la única. La resurrección de los hombres es el desarrollo máximo de la unión del hombre con Cristo, en esto la Escatología se muestra como Cristología consumada y es soteriología (salvación) en su sentido más amplio, lo último de la salvación es lo perfecto, aparece así el carácter paradójico de la escatología cristiana como algo futuro, pero ya comenzado; algo que es ya una realidad, pero todavía no ha llegado a la consumación. El Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica ofrecen desde ángulos propios, una enseñanza sobre las realidades últimas que se presentan como guía segura en nuestra tarea eclesial de pensar la fe, conforme recitamos en los artículos del Credo, símbolo de nuestra fe. La Iglesia, como Israel en otro tiempo, peregrina por el desierto de la vida hacia una nueva tierra prometida, así el nuevo Israel, la Iglesia de Cristo camina en el mundo presente hacia la ciudad futura. Significado del término "Escatología La palabra escatología significa etimológicamente "tratado de los éskahtos", éskahtos significa en griego cosas últimas, es

Sintesis de Escatologia

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Resumen de los contenidos de la fe católica en las realidades últimas

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ESCATOLOGÍA

La escatología es una expresión de fe, su lenguaje es el de la promesa y la esperanza. La Resurrección de Jesús anticipa lo que vivirán todos los creyentes. Dios nos ha creado para la vida, que es un concepto pluridimensional. La dimensión más básica es la vida biológica, pero no es la única.

La resurrección de los hombres es el desarrollo máximo de la unión del hombre con Cristo, en esto la Escatología se muestra como Cristología consumada y es soteriología (salvación) en su sentido más amplio, lo último de la salvación es lo perfecto, aparece así el carácter paradójico de la escatología cristiana como algo futuro, pero ya comenzado; algo que es ya una realidad, pero todavía no ha llegado a la consumación.

El Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica ofrecen desde ángulos propios, una enseñanza sobre las realidades últimas que se presentan como guía segura en nuestra tarea eclesial de pensar la fe, conforme recitamos en los artículos del Credo, símbolo de nuestra fe.

La Iglesia, como Israel en otro tiempo, peregrina por el desierto de la vida hacia una nueva tierra prometida, así el nuevo Israel, la Iglesia de Cristo camina en el mundo presente hacia la ciudad futura.

Significado del término "Escatología

La palabra escatología significa etimológicamente "tratado de los éskahtos", éskahtos significa en griego cosas últimas, es decir, la escatología es el estudio de las cosas que sucederían, tanto con cada persona individual como con la humanidad, al final de su historia y de su vida. .

La palabra Escatología es de uso relativamente reciente, apareció por primera vez en la obra titulada "Sistema Locorum Theologicorum", de Abraham Calov (+1686). El volumen XII de esa obra tiene por nombre "Eschatología Sacra" y trata de la muerte, de la resurrección, del juicio final y de la consumación del mundo, temas todos ellos netamente escatológicos.

Pasa al mundo católico en 1807 por obra de F. Oberthür. Se extiende su uso en contexto alemán; de modo más tardío en ámbito francés.

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El primer tratado de Escatología, aunque no llevara este título, proviene de san Julián de Toledo (“Prognosticon futuri saeculi”): origen de la muerte humana, la situación de las almas antes de la resurrección final y sobre la resurrección de los muertos.

Naturaleza de la Escatología

a) Sobre su contenido

Objeto de estudio en perspectiva cristológica: el Dios revelado por Cristo como consumador (lo “definitivo”).

• En el Símbolo de la Fe, artículo cristológico: “y de nuevo vendrá para juzgar a vivos y muertos”; y artículo pneumatológico: “y espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”.

• Punto de partida, la resurrección del Señor (1 Co 15, 14). • Aspectos: colectivo e individual; final e intermedio. • Temas: muerte, resurrección de los muertos; parusía; juicio personal

y universal; vida eterna; cielo e infierno (retribución); purgatorio; esperanza cristiana.

Hay que tomar en cuenta que las realidades escatológicas no se dividen en individuales y universales como si unas sólo ocurrieran para cada persona y otras para todas las personas. Unas y otras se relacionan e intervienen entre sí: el juicio ocurre con la humanidad pero también cada quien tiene su propio juicio, el cielo significa el sentido absoluto de la vida de cada quien pero al mismo tiempo es el sentido de toda la humanidad y su historia.

Sin embargo para su mayor comprensión la contemplaremos desde dos perspectivas:

Escatología general o anteposhistórica (que quiere decir, antes del fin de la historia): se ocupa del destino final de la humanidad y del destino final del universo.

Escatología particular o posmortuoria: se ocupa del estado del ser humano después de su muerte.

Se debe recordar que todas las realidades escatológicas tienen las dimensiones actual (ya están sucediendo), como futura (pero todavía no son plenas, sino que lo serán al final por medio de Dios), por lo tanto, como en el Antiguo Testamento y sus promesas, el llamado no estaría hecho para quedarse esperando (por mucha fe que se tuviera), sino en el poner manos a la obra para conseguirlo.

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Lugar en la dogmática actual

En general, se mantiene la costumbre de ubicar el tratado como conclusión de la Dogmática. Se insiste en ver lo escatológico como una dimensión que recorre toda la Teología. Se considera, así, la dimensión escatológica de la historia de la salvación y la ordenación escatológica de la creación, la tensión escatológica de la Iglesia, la realización escatológica en María.

Bajo la influencia del existencialismo se da una cierta tendencia a recuperar

la esperanza como condición natural del cristiano en camino y a rescatar la dimensión presente de la escatología como aparece sobre todo en el Evangelio de Juan. Los temas propios de la Escatología se quieren ver conectados con la existencia cristiana (antropología) y con el lugar central de Cristo en toda la Teología (cristología).

Tras el Vaticano II, la teología emprendió una tarea de descodificación de la Escatología en el sentido de presentar el cielo o el infierno no como lugares físicos, sino como encuentro personal y amistoso con Dios o el rechazo definitivo del mismo.

La situación actual de la Escatología es compleja y difícil de resumir. En primer lugar por la atmósfera de secularismo en la que vive sumergido el mundo actual. Una segunda causa es la penumbra teológica (falta de predicación actual del más allá).Por último el fideísmo en el que incurre gran parte de la teología actual al abordar el tema escatológico.

Modelos escatológicos

Al hablar aquí de modelos, indicamos sobre todo «tendencias» de autores, que no encontramos siempre claramente delimitadas.

a) Futurismo desencarnado

• Enfoque: Coloca la esperanza cristiana en el futuro, relativizando el dolor y los cuestionamientos presentes en miras al «más allá» prometido. • Representantes: manuales neoescolásticos. • Valores: claridad doctrinal; reconoce carácter sobrenatural de vida futura. • Límites: tiende a descuidar el compromiso histórico del cristiano; individualista; en ocasiones pretende una descripción demasiado plástica del conocimiento de las realidades escatológicas. • Contra él: verticalismo que descuida la incidencia real de la esperanza escatológica en las acciones y actitudes presentes del cristiano; a nivel epistemológico, límite y necesidad de hermenéutica de las afirmaciones escatológicas.

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b) Presentismo existencialista

• Enfoque: Parte del principio epistemológico de la filosofía existencialista de que sólo conocemos lo que forma parte de nuestra experiencia directa, y de las reflexiones en torno al hombre como ser para la muerte de Heidegger. Tiende a relativizar el conocimiento de las realidades escatológicas, pero disponiendo al individuo a una actitud cristiana fundamental de esperanza a partir del hecho ineludible de la caducidad y la muerte. • Representantes: Bultmann, Bonhoeffer, teologías de la secularización y de la «muerte de Dios». • Valores: rescata la dimensión presente de la escatología. • Límites: cierto escepticismo e individualismo. • Contra él: insistencia en el presente que ignora o destruye de hecho todo contenido de la escatología y la dimensión real del futuro absoluto; a nivel epistemológico, es necesario afirmar el valor por analogía de las afirmaciones escatológicas.

c) Utopismo pragmático

• Enfoque: Ante la acusación a la religión de ser enajenante especialmente por su doctrina sobre el «más allá», se propone la construcción de un futuro mejor mediante la lucha contra la pobreza, la opresión y la injusticia, a través de lo cual se pretende adelantar de alguna manera la realización presente del Reino.

• Representantes: Moltmann; teología política y teología de la liberación.

• Valores: acentúa el compromiso cristiano en la historia y su esfuerzo por construir un mundo mejor, movido por una esperanza real y concreta; destaca el valor comunitario de la esperanza cristiana.

• Límites: horizontalismo que descuida la dimensión trascendente de la esperanza cristiana; en ocasiones, sacrifica al individuo a favor de la comunidad futura; tiende a ser sistemáticamente contestatario.

• Contra él: es necesario afirmar el valor sobrenatural de la esperanza cristiana y la dimensión de gratuidad de la obra salvífica; a nivel epistemológico, es necesario evitar el tomar como punto de partida una lectura ideológica de la realidad, respetando el principio-revelación.

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Hacia un modelo cristológico-antropológico

La Resurrección de Jesucristo de entre los muertos es el único acontecimiento definitivo de toda la historia de la Salvación. Nos dice san Pablo que una vez que Jesús ha resucitado ya no puede morir más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. De esta manera Cristo es el evento escatológico en sí mismo; su persona es el Eskaton, el máximo de salvación que Dios puede ofrecer al hombre; Cristo es el máximo de comunión que pueda existir entre Dios y el hombre, de ahí que Cristo sea Eskaton para el hombre, para el mundo y para la historia.

Hablar de estas realidades últimas sin fundamentarlas en Cristo es solamente dejar volar la imaginación, pues la única posibilidad que tiene el hombre de hablar con propiedad de las realidades del más allá es que estén de alguna manera presentes en esta vida.

El acontecimiento de Cristo, desde su encarnación hasta su resurrección, es pues la única base que tenemos para hablar de las realidades últimas; por eso es impensable que exista una Escatología desligada de la Cristología.

La Escatología no es más que la consideración de cómo el ser humano va participando ya desde esta vida, después de su muerte y al final de los tiempos, de la Resurrección y de la Salvación de Cristo.

Fundamentación bíblica

Antiguo testamento

La muerte y la vida son temas íntimamente relacionados que preocupan a los israelitas como a todo hombre de cualquier época y cultura. Cada individuo seguirá la suerte del pueblo y participará de la desgracia y prosperidad de los suyos.

La muerte en el Antiguo testamento es tratada como un hecho natural que posee una consideración más espacial que cronológica puesto que importa más dónde que cuándo muere. Además que se insiste en que no se muere en el instante en que uno deja de existir sino poco a poco a medida que uno va debilitándose por la edad o por la enfermedad. La muerte cabrá definirla como la debilidad total.

El Antiguo Testamento revela que el pueblo hebreo pensaba que se mantendría la existencia del individuo dormido en el Sheol, que era este el nombre que le daban al lugar donde moraban los muertos.

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Ciertamente en los orígenes de la Escritura no se encuentra una escatología trascendente, ya que como tal apareció tardíamente en la historia, sin embargo desde el principio de la Sagrada Escritura se puede encontrar una visión escatológica en los términos de una promesa.

Forma inicial de la esperanza en el futuro.La promesa a Abraham se concreta y complementa cuando Dios le ofrece una tierra que mana leche y miel (Ex3,8); una Ley: la del Sinaí; un Templo y un Rey. Todo esto implica un dinamismo hacia su realización futura, pues Dios promete cumplir sus ofrecimientos si el pueblo le obedece.

La nueva forma de la promesa.Israel no supo ser fiel a la alianza con Yahweh, desobedeció su Ley y cayó en el pecado de la idolatría; pero a pesar de la infidelidad del pueblo —narrada por Jue 2,16-19— Dios continuó protegiéndolo y le ofreció el auxilio de un futuro Rey mesiánico, según lo describe el pasaje de 2 Sam 7,13ss.

La esperanza de salvación durante el exilio.Fue durante el exilio en Babilonia, que se inició el año 587 a.C., cuando surgió una verdadera promesa escatológica en la predicación del profeta Jeremías, y el profeta Ezequiel escribió sobre una nueva Alianza (36,24-28).El segundo profeta Isaías, hacia el año 550 a.C., hablaba ya de una nueva creación utilizando 16 veces el verbo hebreo bara (crear). Este es el mismo verbo empleado por el Génesis para referirse a la creación del mundo, pero aquí se utilizó para anunciar una nueva creación que habría de realizarse en el futuro. Esa nueva creación la conseguiría el Siervo de Yahweh no haciendo gala de su poder, sino mediante su humillación.De esta manera se dio un giro notable en la expectativa futura de Israel: ya no se perseguía un objetivo político, sino que debía esperarse una realización religiosa (Is 41,20; 44,24; 48,6ss).

Escatología trascendente.Los profetas posteriores al exilio en Babilonia, Ageo y Malaquías, esperaban que la salvación prometida llegara en un futuro inmediato (Ag 2,15-19), (Ml 3,6-12). Confiaban que con la reconstrucción del Templo de Jerusalén se harían realidad las antiguas promesas; pero fue el Deuteroisaías quien realizó un proceso de transformación de la esperanza escatológica, la cual fue sacada del universo terreno y transportada fuera de la historia. A partir de ese momento ya no habría que esperar que la consumación consistiera en el retorno al Paraíso en el que reinaban la alegría y el deleite, ni se trataba ya de una superación del pueblo de Israel y de la tierra prometida, sino de la transformación de todo el universo, del sentido y de la finalidad de la historia.

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Nuevo Testamento

Desde sus comienzos la fe cristiana consideró a la resurrección de Cristo no solamente con relación al pasado como cumplimiento de las profecías divinas, sino principalmente en relación al futuro, como anticipación y garantía de la salvación venidera al final de los tiempos.

El sentido escatológico del misterio total de Cristo, desde su entrada en el mundo hasta su resurrección, adquiere así una perspectiva nueva: la Teología de la Carta a los Hebreos, la de san Lucas en sus dos libros y la del cuarto evangelio, nos dan su propia visión sobre Cristo como presencia personal de Dios en la historia.

Según san Pablo, el Hijo de Dios se encarna en la plenitud del tiempo (Gal 4,4), y en el himno de la Carta a los Filipenses (2,6-11) presenta todo el misterio de Cristo como un mismo acontecimiento que se inicia en la Encarnación como apropiación de nuestra existencia temporal y mortal, que culmina en la cruz y que llega a su plenitud con la glorificación de Cristo, el Señor. San Pablo subraya también el acto de la potencia divina en su resurrección, en que tiene lugar la plena divinización de la humanidad de Cristo (Col 1,9; 2,9).

La Cristología contenida en la Carta a los Hebreos representa un avance hacia la com-prensión más profunda de la unidad de lo divino y lo humano en Cristo, así como del sentido escatológico de la Encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios. El sentido definitivo, irrevocable e irrepetible del acontecimiento total de Cristo se pone de relieve mediante el uso de los adverbios apaks (una sola vez) y ephapaks (una sola vez y para siempre):Una sola vez aparecido Cristo en el mundo al final de los tiempos (Heb 9,26); una sola vez y para siempre se ofreció a sí mismo al morir en la cruz; una sola vez y para siempre entró a través de la muerte en la morada eterna de Dios (Heb 9,12).

Los términos característicos empleados por san Lucas, "ahora" y "hoy" (nun y semeron), señalan que la era de la salvación esperada está ya presente en la persona y en la acción de Jesús.

El evangelio según san Juan presenta la resurrección de Cristo como obra de Dios (12,27-28; 17,1-5) y del mismo Cristo (2,19-22; 10,17-18); esta paradoja pertenece al núcleo mismo de la Cristología de Juan: como el Padre tiene la vida en sí mismo, así ha dado a su Hijo el tener también la vida en sí mismo (Jn 5,26). Ya en su existencia en el mundo Cristo revela la gloria propia de su filiación divina, pero la plenitud de su glorificación tuvo lugar luego de su resurrección (Jn 12,23.28.31-33).

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ESCATOLOGÍA PARTICULAR

LA MUERTE

La muerte, como destrucción orgánica, es un fenómeno psicosomático, que transforma el cuerpo animado en cadáver, al estar desprovisto de animación.

La muerte fue contraria a los designios de Dios. Dios nos había destinado a no morir. Sin embargo, la muerte entró en el mundo como consecuencia del pecado del hombre. Sin embargo la muerte fue transformada por Cristo. Jesús quiso morir por amor a nosotros en la cruz. Cumplió libremente con la voluntad del Padre. Su obediencia transformó la muerte en una bendición. 

En la muerte, Dios llama al hombre hacia sí. El hombre puede transformar su propia muerte en el momento anhelado de unión y amor hacia el Padre. La muerte no es el fin de la vida, sino el comienzo de la Verdadera Vida.

Es en la Liturgia de Difuntos de la Iglesia donde tal vez encontramos mejor y más claramente expresada la visión realista de la muerte. Así reza el Sacerdote Celebrante en el Prefacio de la Misa de Difuntos: La vida de los que en Tí creemos, Señor, no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el Cielo.

Por eso la muerte no tiene que ser vista como algo desagradable sino como el momento en que por fin se encontrarían con Dios: "Muero porque no muero" (Sta. Teresa de Jesús).

"Qué dulce es morir si nuestra vida ha sido buena" (San Agustín).  San Agustín

El problema no es la muerte en sí misma, sino la forma como vivamos esta vida. Por eso no importa el tipo de muerte o el momento de la muerte, sino el estado del alma en el momento de la muerte.

Juicio Particular

Nuestro destino para toda la eternidad queda definido en el instante mismo de nuestra muerte. En ese momento nuestra alma, que es inmortal, se separa de nuestro cuerpo e inmediatamente es juzgada por Dios. Este momento se llama en Teología el Juicio Particular.

En este juicio nos encontraremos ante Jesucristo y ante nuestra vida: todos nuestros actos, palabras, pensamientos y omisiones quedarán al descubierto. Ese

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día no se nos juzgará sólo por el mal que no hayamos hecho, sino también por el bien que hayamos dejado de hacer.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos habla de la “retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe” (n. 1021). El destino del alma será diferente para cada uno de nosotros, de acuerdo a cómo hayamos utilizado nuestro tiempo de vida en la Tierra.

Infierno

La existencia del infierno y de que es eterno, fue definido dogma de fe en el IV Concilio de Letrán (1215) declaró: Aquellos (los réprobos) recibirán con el diablo suplicio eterrno. Dz 429,cf. Dz 40,835,840

Benedicto XII 1334-1342 Const. Benedictus Deus 29-I-1336. 

"Según la común ordenación de Dios, las almas de los que mueren en pecado mortal, inmediatamente después de la muerte, bajan al infierno, donde son atormentados con suplicios infernales." Dz. 531. 

Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".

Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf.Mt 5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehusan creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28).

Propiedades del infierno

Eternidad: las penas duran toda la vidaDesigualdad: Los concilios de Lyón y Florencia declararon que las almas de los condenados son afligidas con penas desiguales, (Dz 464, 693). Probablemente esto no se refiere únicamente a la diferencia específica entre el castigo del solo pecado original y el castigo por pecados personales, sino que también quiere darnos a entender la diferencia gradual que hay entre los castigos que se dan por los distintos pecados personales

Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar

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de su libertad en relación con su destino eterno. Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final.

El Cielo

Benedicto XII 1334-1342 Constitución Benedictus Deus (29 Enero 1336)

"Por esta constitución que ha de valer para siempre y por autoridad apostólica definimos...que según la común ordenación de Dios, las almas completamente purificadas entran en el cielo y contemplan inmediatamente la esencia Divina, viéndola cara a cara, pues dicha Divina esencia se les manifiesta inmediata y abiertamente, de manera clara y sin velos; y las almas, en virtud de esa visión y ese gozo, son verdaderamente dichosas y tienen vida eterna y eterno descanso." Dz. 530. 

Símbolo apostólico del siglo V (Dz. 6 y 9):"Creo en la vida eterna".

Es un estado y un lugar de felicidad completa y eterna donde van las almas que han obrado conforme a la Voluntad de Dios en la tierra y que mueren en estado de gracia y amistad con Dios y perfectamente purificadas.

El Cielo es una de las opciones que el ser humano tiene para la otra vida. En realidad es la opción para la cual fuimos creados, pues Dios desea comunicarnos Su completa y perfecta felicidad, que además es eterna - es decir, para siempre- llevándonos al Cielo, la patria hacia la cual caminamos, nuestro verdadero hogar, el sitio de la felicidad perfecta y total.

Lograr una descripción adecuada de lo que es el Cielo, con nuestras limitadas categorías humanas de tiempo y espacio, con la limitación de ideas y de lenguaje, es imposible. San Pablo, quien según sus escritos pudo vislumbrar el Cielo, sólo puede referir que "oyó palabras que no se pueden decir: cosas que el hombre no sabría expresar... ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón humano puede imaginar lo que tiene Dios preparado para aquéllos que le aman" (2a. Cor.12, 2-4 y 1a. Cor. 2,9).

El Papa Juan Pablo II tomaba para sus Catequesis sobre las "realidades últimas" la descripción del Cielo que trae el Catecismo de la Iglesia Católica: "Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida de amor con ella, con la Virgen y todos los bienaventurados se llama 'el Cielo'. El Cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de felicidad (#1024)."

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  Purgatorio

Declarado Dogma por el Papa Gregorio X 1271-1276. II Concilio de Lyon, 1274. 

"Las almas que partieron de este mundo en caridad con Dios, con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho con verdaderos frutos de penitencia por sus pecados de obra y omisión, son purificados después de la muerte con las penas del purgatorio." (Dz. 46)

La existencia del purgatorio se prueba especulativamente por la santidad y justicia de Dios. Esta exige que sólo las almas completamente purificadas sean exhibidas en el cielo; su justicia reclama que se paguen los erratos de pena todavía pendientes, y por otra parte, y por otra parte, prohíbe que las almas unidas en caridad con Dios sean arrojadas al infierno. Por eso se admite un estado intermedio que purifique y de duración limitada.

El purgatorio es el sufrimiento de las almas que no se condenan por no haber muerto en pecado mortal, pero tienen que purificarse, de algún rastro de pecado, antes de entrar en el cielo .

Están de acuerdo los Teólogos en señalar que tal vez la pena más dolorosa de la etapa de purgatorio sea la tardanza en poder disfrutar de la gloria de Dios. En el momento en que el alma se separa del cuerpo y se desprende de los lazos de la tierra se siente irresistiblemente atraída por el Amor Infinito de Dios. Por consiguiente, el retraso en poder gozar de la "Visión Beatífica" causa un dolor incomparable a cualquier dolor de la tierra. Ha llegado la hora de ver a Dios, pero al no estar debidamente purificada el alma no puede verlo.

Esta purificación de que hablamos es indispensable para poder ver a Dios "cara a cara". Y esta purificación puede sucederse, bien después de la muerte, o bien -total o parcialmente- durante nuestra vida en la tierra. Por eso a veces se oye hablar de "pasar el purgatorio en la tierra".

LAS ÚLTIMAS REALIDADES DE LA HUMANIDAD

Parusía

Esta palabra se deriva del griego pareimi que significa estar presente o llegar. Antiguamente el helenismo utilizó esta palabra para referirse a la manifestación en la tierra de las personas divinas, así como para designar la entrada triunfal de los reyes o príncipes a las ciudades de sus dominios; se trata en este segundo caso de una palabra que representa a un despliegue de poder en un ambiente festivo y a la vez solemne. La parusía, es el acontecimiento,

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esperado al final de la historia, de la Segunda Venida de Cristo , cuando se manifieste gloriosamente.

Fundamentación Bíblica

La Iglesia primitiva encontró la promesa de la segunda venida de Jesús en el evangelio según San Juan que dice: "Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo" (14,3); y también: "Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver" (16,16), o un poco más adelante: "También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón" (16,22).

En el Nuevo Testamento se utiliza la palabra Parusía en su acepción técnico-religiosa, designando con ella el advenimiento de Cristo al final de los tiempos; pero la mejor descripción de este término lo da san Pablo en 1 Tes 4,13-18

Del tiempo que haya de transcurrir hasta la segunda venida de Cristo ninguno da información detallada, más bien niegan que pueda alguien dar una fecha, por eso insisten en la necesidad de estar siempre preparados.

Los datos del Magisterio

La fe en la segunda venida de Cristo quedó registrada desde los primeros símbolos de la fe con las palabras "ha de venir a juzgar..."; y fue posteriormente cuando se incluyó el calificativo "con gloria" para quedar finalmente como hoy lo conocemos: "ha de venir con gloria a juzgar...".

San Dámaso 366-384 1er. concilio de Constantinopla, 381: Al fin del mundo, Cristo, rodeado de majestad, vendrá de nuevo para juzgar a los hombres”

"Símbolo Niceno-Constantinopla." "... y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos;..." (Dz. 86). 

El reciente concilio Vaticano II cuando el Magisterio se volviera a ocupar del tema para darle a la Escatología un mejor y más claro tratamiento en la constitución dogmática Lumen Gentium (números 48 y 49).

Los signos de la Parusía en el Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento ofrece varias señales que indicarán la proximidad de la Parusía. Pero antes es necesario recordar que todos los textos bíblicos en que se habla de la Parusía pertenecen al tipo literario llamado apocalíptico; es decir que dicho estilo utiliza los signos con imágenes que evocan lo inaudito, para

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captar la atención del lector o del oyente, y son más que todo una especie de preámbulo en el cual se mencionan hechos dramáticos para que el lector caiga en cuenta de la importancia de lo que luego se va a exponer. Nada tienen que ver, pues, estos signos con una crónica fiel de los hechos por venir.

El enfriamiento de la fe. "Os digo que os hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra?". Resalta las dificultades que encuentran las personas para creer, porque esas mismas dificultades existían ya en el tiempo de Jesús.

La aparición del Anticristo. simbolizar las fuerzas que históricamente se han opuesto al Evangelio y que existen desde el comienzo mismo de la Iglesia.

La conversión de los pueblos paganos y de Israel. La unidad ocurrió ya en la Iglesia primitiva, cuando numerosos paganos y algunos judíos se volvieron cristianos a pesar de la dificultad que representaba para estos últimos convertirse viniendo del judaísmo

Resurrección de los muertos

Símbolo "Quicumque" llamado también: Atanasiano:"...Es, pues, la fe recta que creemos y confesamos que... y a su venida todos los hombres han de resucitar con sus cuerpos..." (Dz. 40). 

El símbolo apostólico confiesa: "Creo en la resurrección de la carne". 

FUNDAMENTACIÓN BIBLICA

En el Libro 2 de los Macabeos vemos como siete hermanos, que estaban siendo torturados y muertos delante de su madre, se sentían consolados y fortalecidos en la seguridad de su futura resurrección. Respondían así al rey que los asesinaba en medio de horribles suplicios:"Más vale morir a manos de los hombres y aguardar las promesas de Dios que nos resucitará... nos dará una vida eterna; tú, en cambio, no tendrás parte en la resurrección para la vida" (2 Macabeos 7, 1-42).

 Más aún, Jesucristo mismo nos ha dejado la doctrina de nuestra futura resurrección en términos muy claros: "No se asombren de esto: llegará la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán Mi Voz. Los que hicieron bien saldrán y resucitarán para la vida; pero los que obraron mal, resucitarán para la condenación" (Jn. 5, 28-29).

La razón iluminada por la fe prueba la conveniencia de la resurrección: 

1.- por la perfección de la redención obrada por Cristo. 2.- por la semejanza que tienen con Cristo los miembros de su cuerpo místico. 

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3.- el cuerpo humano santificado por la Gracia, especialmente por la Eucaristía. 

Magisterio

La resurrección de los muertos es dogma de fe. Está definido en el Concilio IV de Letrán (1024).

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, la resurrección, sobre , el misterio de nuestra futura inmortalidad:

En la muerte, que es la separación del alma y el cuerpo, el cuerpo humano cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible, uniéndolos a nuestras almas. Esto, en virtud de la Resurrección de Jesús (N.C.#997).

 "Ciertamente el 'cómo'", nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica, "sobrepasa nuestra imaginación y nuestro entendimiento; no es accesible más que en la fe". (#1000)

Cristo resucitó con su propio cuerpo:"Mirad mis manos y mis pies; soy Yo mismo" (Lc.24,39); pero El no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo, en El todos resucitarán con su propio cuerpo, el que tienen ahora, pero este cuerpo será "transfigurado en cuerpo de gloria" (Flp.3,21), "en cuerpo espiritual" (1 Cor.15,44) (N.C.#999).

Cualidades del Cuerpo resucitado

Impasibilidad es decir, la propiedad de que no sea accesible a ellos mal físico de ninguna clase, es decir, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Definiéndola con mayor precisión, es “la imposibilidad de sufrir y morir”. Ap. 21, 4: “Él enjugará las lágrimas de sus ojos, y la muerte no existirá más, ni habrá duelo, ni gritos, ni trabajo, porque todo esto es ya pasado”.Lc 20, 36: “Ya no pueden morir”.

Sutilidad, sutileza o penetrabilidad: Es la propiedad por la cual el cuerpo se hará semejante a los espíritus en cuanto podrá penetrar los cuerpos sin lesionarse ni lesionar, es decir, podrá atravesar otros cuerpos.Jesús resucitado atravesó las sábanas (Jn 20, 5-7)

Agilidad Es la capacidad del cuerpo para obedecer al espíritu en todos sus movimientos con suma facilidad y rapidez, es decir, en forma instantánea.Esta propiedad se contrapone a la gravedad y peso de los cuerpos

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terrestres, de acuerdo a la ley de la gravitación. El modelo de la agilidad lo tenemos en el cuerpo resucitado de Cristo, que se presentó de repente en medio de sus apóstoles y desapareció también repentinamente: Lc 24, 31: “Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero Él había desaparecido de su vista”.

Claridad es el estar libre de todo lo ignominioso y rebosar hermosura y esplendor. Jesús nos dice: “Los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre” (Mt 13, 43) Un modelo de claridad lo tenemos en la glorificación de Jesús en el monte Tabor (Mt 17, 2)Y después de su resurrección (Cf. Hch. 9,3).

El Juicio Final

Símbolo "Quicumque": Es, pues, la fe recta que creemos y confesamos que...desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos..." 

Sagradas Escrituras: Jesús toma a menudo como motivo de su predicación el día del juicio: "por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotros." Mt. 11, 22. 

Según la doctrina católica, inmediatamente después de la resurrección de los muertos tendrá lugar el Juicio Final, Juicio Universal o Juicio General.  El Juicio Final es una verdad de fe expresamente contenida en la Sagrada Escritura y definida por la Iglesia de una manera explícita.

Por ello cada vez que rezamos el Credo recordamos este artículo de fe cristiana: “(Jesucristo) vendrá de nuevo con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin”.

El anuncio de un Juicio Final, el cual será para todos los seres humanos, está presente en muchas citas del Antiguo Testamento. Allí vemos anunciado cómo Dios juzgará al mundo por el fuego (Is. 66, 16). Reunirá a las naciones y se sentará a juzgar realizando la siega y la cosecha (Joel 4, 12-14). El Profeta Daniel describe con imágenes impresionantes este juicio con el que concluye el tiempo y comienza el Reino eterno del Hijo del Hombre (Dn. 7, 9-12 y 26). El Libro de la Sabiduría muestra a buenos y malos juntos para rendir cuentas; sólo los pecadores deberán tener temor, pues los justos serán protegidos por Dios mismo (Sb. 4 y 5). (cfr. X. León-Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica)

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su Gloria rodeado de todos sus Angeles, se sentará en su Trono como Rey glorioso. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y como el pastor separa las ovejas de los machos

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cabríos, así también lo hará El. Separará unos de otros, poniendo las ovejas a su derecha y los machos cabríos a su izquierda” (Mt. 25, 32).

San Pedro y San Pablo también se ocuparon del tema del Juicio en varias oportunidades. Nos aseguran que Dios juzgará a cada uno según sus obras sin hacer diferenciación de personas, de raza, de origen o de religión. (1 Pe. 1, 17 y Rom. 2, 6). 

San Juan nos narra en el Apocalipsis la visión que tuvo del Juicio Final: “Vi un trono espléndido muy grande y al que se sentaba en él. Su aspecto hizo desaparecer el cielo y la tierra sin dejar huellas. Los muertos, grandes y chicos, estaban al pie del trono. Se abrieron unos libros, y después otro más, el Libro de la Vida. Entonces los muertos fueron juzgados de acuerdo a lo que estaba escrito en los libros, es decir, cada uno según sus obras” (Ap. 20, 11-14).

 Es decir, el Juicio Final dará a conocer la Sabiduría y la Justicia de Dios. Ese día conocerá toda la humanidad cómo Dios dispuso la historia de la salvación de la humanidad y la historia de cada uno de nosotros para nuestro mayor bien, que es la felicidad definitiva, perfecta y eterna en la presencia de Dios en el Cielo. Se conocerá cómo los diferentes males y sufrimientos de las personas y de la humanidad los ha tornado Dios para Su gloria y para nuestro bien eterno. Mucho de lo que ahora en este mundo se considera tonto, negativo, incomprensible, se verá a la luz de la Sabiduría Divina.

Cielos nuevos y tierra nueva

El día del Juicio Final cerrará la existencia como la conocemos, cambiará todo totalmente. Ya no habrá más Purgatorio, pues la etapa de purificación habrá culminado, los purificados pasarán al Cielo, a la Jerusalén Celestial. Entonces habrá solamente Cielo para los salvados e Infierno para los condenados.

  San Agustín dice que después del Juicio la creación tomará una forma nueva y gloriosa, en consonancia con los cuerpos gloriosos de los salvados.

La Sagrada Escritura nos habla de cielos nuevos y tierra nueva como resultado de la transformación que sucederá al final. Aunque algunos, como el Profeta Isaías (cf. Is. 65, 17), usan la palabra “creación”, los Teólogos están de acuerdo de que en realidad no se trata de una verdadera creación, sino que será un cambio tan radical que parecerá una creación nueva. El mundo actual como lo conocemos será profundamente purificado, transformado y renovado. Los cielos nuevos y tierra nueva estarán adaptados, en forma desconocida e inimaginable para nosotros, a nuestro nuevo estado de personas resucitadas en cuerpo y alma gloriosos, quienes viviremos en este nuevo estado para el resto del tiempo. Y el “resto del tiempo” será también transformado, pues ya no habrá tiempo, sino eternidad.

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La realización escatológica en María

"El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (JP II, 2-julio-97).

"Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (JP II , Audiencia General del 9-julio-97).

Es decir, María resucitada y viva en los Cielos en cuerpo y alma gloriosos, es un anticipo, un anuncio de nuestra propia resurrección. María Santísima, asunta al Cielo en cuerpo y alma es una seguridad de lo que nos espera a nosotros, si siguiéndola a Ella, en esta vida buscamos hacer la Voluntad de Dios.

"María Santísima nos muestra el destino final de quienes 'oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (JP II, 15-agosto-97).

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BIBLIOGRAFÍA

Catecismo de la Iglesia Católica

• Retorno de Cristo en la gloria. CCE 668-677; 680-681. • Juicio de vivos y muertos. CCE 678-679; 682. • Comunión de santos: Iglesia celeste y terrestre. CCE 954-958; 962. • Muerte y resurrección de la carne. CCE 988-1014; 1015-1019; • Vida eterna: juicio, cielo, infierno, purgatorio, cielos nuevos y tierra nueva. CCE 1020-1050; 1051-1060.

c) Magisterio reciente

• JUAN PABLO II, Catequesis: 2 de diciembre de 1998, 26 de mayo de 1999, 2 de junio de 1999, 7 de julio de 1999, 21 de julio de 1999, 28 de julio de 1999, 4 de agosto de 1999, 11 de agosto de 1999. • BENEDICTO XVI, Carta encíclica sobre la esperanza Cristiana “Spes Salvi”, 30 de noviembre de 2007.