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INTRODUCCION Desde el comienzo de la economía política los conceptos sobre trabajo productivo han sido variados y generadores de polémica Desde el nacimiento de la economía política, el concepto de trabajo productivo se ha constituido en materia polémica. Tras la formulación inicial de la teoría del valor-trabajo, que tuvo sus seguidores en Boisguillebert y Adam Smith y echó por tierra la tesis de los fisiócratas, según la cual sólo la tierra y quienes la trabajan crean valor (lo que haría de la industria y del comercio actividades improductivas) Fue entonces que cupo a Marx darle su forma definitiva. Esta ha inducido sin embargo a muchas equivocaciones, que se reducen en última instancia a identificar trabajo productivo y creación material de valor y, por ende, de plusvalía. La clase obrera se ha convertido así en sinónimo de proletariado industrial (lo que, en sentido amplio, no excluye evidentemente los asalariados del campo). El trabajo productivo, por el énfasis que Marx hacía en el sector industrial, se asocia generalmente al trabajo ubicado en esta rama, debido a que en ella se producen bienes tangibles, en los que el trabajador obra sobre una materia prima, conformando un objeto de mayor valor.

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INTRODUCCION

Desde el comienzo de la economía política los conceptos sobre trabajo productivo han sido variados y generadores de polémica Desde el nacimiento de la economía política, el concepto de trabajo productivo se ha constituido en materia polémica. Tras la formulación inicial de la teoría del valor-trabajo, que tuvo sus seguidores en Boisguillebert y Adam Smith y echó por tierra la tesis de los fisiócratas, según la cual sólo la tierra y quienes la trabajan crean valor (lo que haría de la industria y del comercio actividades improductivas)

Fue entonces que cupo a Marx darle su forma definitiva. Esta ha inducido sin embargo a muchas equivocaciones, que se reducen en última instancia a identificar trabajo productivo y creación material de valor y, por ende, de plusvalía. La clase obrera se ha convertido así en sinónimo de proletariado industrial (lo que, en sentido amplio, no excluye evidentemente los asalariados del campo).

El trabajo productivo, por el énfasis que Marx hacía en el sector industrial, se asocia generalmente al trabajo ubicado en esta rama, debido a que en ella se producen bienes tangibles, en los que el trabajador obra sobre una materia prima, conformando un objeto de mayor valor.

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CAPITULO I

TRABAJO PRODUCTIVO

1.1 ¿Qué es el trabajo productivo?

El trabajo productivo indica aquellas actividades humanas que producen bienes o servicios y que tienen un valor de cambio, por lo tanto que generan ingresos tanto bajo la forma de salario o bien mediante actividades agrícolas, comerciales y de servicios desarrolladas por cuenta propia. Bajo esta acepción de trabajo productivo, se estaría indicando que aquellas actividades realizadas por una mujer o un hombre que no generan ningún tipo de ingresos monetarios son “improductivos”.

Trabajo productivo, en el sentido de la producción capitalista, es el trabajo asalariado, que, al ser intercambiado por la parte variable del capital (la parte del capital invertida en salarios) no sólo reproduce esta parte del capital (o el valor de su propia capacidad de trabajo), sino que produce, además un plus valor para el capitalista.

1.2 Trabajo productivo e improductivo

La distinción entre lo productivo y lo improductivo fue planteada en el último tercio del siglo XVIII por los economistas franceses de la escuela fisiocrática que postularon la productividad exclusiva de la agricultura. Sólo la agricultura, afirmaban los fisiócratas, era inherentemente capaz de generar un excedente por encima de los costes necesarios, es decir, un producto neto. Las manufacturas y el comercio no eran productivos en este sentido. Los economistas clásicos rechazaron este criterio.

Sin embargo, algunos de ellos (Smith, Malthus y John Stuart Mill) intentaron aclarar la cuestión ya que pensaban que era importante para determinar los factores de los que dependía el crecimiento económico.Adam Smith aplicó la distinción entre lo productivo e improductivo al trabajo. J. S. Mill, por su parte, extendió la distinción al consumo y diferenció entre consumo productivo e improductivo. En ambos casos, la importancia de la distinción estaba en su relación con la visión que tenían estos autores del progreso económico.

El capitalista anticipa una parte del capital monetario a los obreros bajo la forma de salarios, con el fin de que constituyan un "fondo de víveres" en la espera de la producción futura. Este "fondo de salarios" forma parte del capital y se refieren a los trabajadores productivos. Pero ellos no constituyen la totalidad del empleo. Existen igualmente trabajadores improductivos. Esta distinción es crucial para Smith. Desafortunadamente, una confusión enmascara la idea general: intentemos separarla en dos.

La idea general es que debemos considerar productivo el trabajo que se integra en el conjunto del capital. En este caso, el empresario que anticipa el salario, lo recupera vendiendo el producto y percibe (al menos normalmente) un beneficio. El trabajo productivo tiene por lo tanto la propiedad de asegurar a perennidad los fondos que lo remuneran, y de otra de dar lugar en principio a un beneficio que remunera el anticipo de fondos y el riesgo. El trabajo improductivo tiene la característica de un gasto en consumo para aquel que paga el salario: no solamente no hay beneficio sino que el fondo no se recupera. En suma, el salario del trabajador improductivo es un gasto de ingreso.

Smith ilustra inmediatamente esta idea con el ejemplo del obrero y el sirviente "aunque el primero recibe el salario que le anticipa su maestro, él no le cuesta de hecho gasto alguno, el valor de los

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salarios se recuperará con beneficio en el aumento del valor del sujeto al que se aplica el trabajo". Pero la subsistencia consumida por el sirviente no se recupera en parte alguna. Un particular se enriquece contratando una multitud de obreros fabricantes y se empobrece contratando una multitud de sirvientes."

Una vez planteada esta idea general nace una confusión. El obrero es productivo porque el resultado de su trabajo se vende en el mercado, lo que permite a su empleador recuperar sus fondos y hacer un beneficio. Pero, dice Smith, para que haya venta hace falta que el trabajo se fije en un producto, de ahí la idea de asociar trabajo productivo a la fabricación de objetos materiales. Al contrario, el trabajo del sirviente no se puede vender "porque se desvanece en el momento mismo en que se produce", de ahí la idea de asociar trabajo improductivo a producción de servicios.

Este criterio de materialidad no parece pertinente. El empresario de espectáculos avanza salarios a su mano de obra, los recupera y hace un beneficio vendiendo los tickets de entrada. Aquí hay trabajo productivo y producción de servicios. A la inversa, el jardinero que hace salir las flores en el parque de su amo produce bienes materiales pero su salario no se recuperará. La dicotomía bienes servicios no se corresponde en nada con la de trabajo productivo e improductivo.

Debemos situar esta distinción, ahora abandonada por la teoría económica, en la lógica de la teoría del crecimiento. Que el trabajo improductivo sea honorable y útil es algo que para Smith está fuera de duda, pero su criterio no es un criterio de "bienestar" sino de crecimiento. De ahí resulta que la utilidad del trabajo no es un criterio de su productividad. Desde este punto de vista podemos decir que las críticas posteriores de Say, Lauderdale y McCulloch están particularmente mal fundamentadas. Como el crecimiento descansa sobre el capital (directa e indirectamente por la división del trabajo), nuestro autor se conduce lógicamente a considerar como productivo el trabajo que permite mantener y extender el capital nacional, de ahí la oposición, según él entre los obreros y el consumo de servicios personales e igualmente entre los obreros y los agentes de la administración.

Es fácil actualmente replantear el debate. El trabajo del abogado y el del juez mejoran la seguridad de los contratos y ¿no son entonces productivos según el propio punto de vista de Smith?. A este tipo de objeción, Smith responde que "la producción, la tranquilidad, la defensa de la cosa pública, que son el trabajo de un año, no pueden servir para comprar la protección, la tranquilidad, y la defensa que hará falta el año siguiente" (p.158), ¿Seguro? si admitimos que este tipo de trabajo hace aumentar el producto, el crecimiento que le es imputable puede entonces considerarse como reconstitutivo (en parte, en su totalidad o en más) de los fondos destinados a emplear al policía y al militar del año siguiente.

Como vemos: aunque uno acepte entrar en su lógica, la distinción de Smith no está desprovista de ambigüedades. Otros clásicos eminentes (como Malthus y J.S.Mill), la conservaron y ensayaron corregirla pero sin verdadero éxito. Hay que quedarse, sin embargo, con la lección esencial: la nación se enriquece y crece con la abstinencia y la acumulación, y se empobrece por la prodigalidad y el consumo. A pesar de las dificultades ulteriores, es sobre estas bases en que se plantea la cuestión del trabajo productivo e improductivo.

Marx fue el último economista importante de la época clásica que mantuvo la distinción entre lo productivo y lo improductivo. Para él, el trabajo (el de los obreros) era el único factor productivo, la única fuente de todo el valor generado en la economía. Después de Marx, el debate sobre lo productivo e improductivo prácticamente desapareció de la ciencia económica.

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CAPITULO II

LA ECONOMIA POLITICA CLASICA

2.1 Los fisiócratas

Los verdaderos fundadores de la economía política moderna fueron los fisiócratas. Ellos fueron los primeros en trasladar la investigación sobre el origen de la plusvalía de la esfera de la circulación a la esfera de la producción y esta fue una de sus valiosas contribuciones a la ciencia. Los fisiócratas sin embargo, no analizaron la plusvalía desde la perspectiva del trabajo general social, que en cambio es la única fuente de valor, la plusvalía se analizó en la forma concreta en la que aparecía por primera vez en la agricultura como el exceso de valores de uso producidos sobre los consumidos. Dado que, por otra parte la agricultura era la única actividad en la que se podía ver la creación de un superávit en una forma material y tangible y separada del proceso de circulación, los fisiócratas llegaron a la conclusión de que el trabajo agrícola era el único productivo.

Todo el peso del bienestar económico del país descansaba sobre los hombros de los agricultores, ya que ningún otro trabajo aislado era capaz de generar excedentes de los cuales pudiera tener lugar la acumulación y de la que las otras clases pudieran obtener su subsistencia.Pero lo que aparece en los fisiócratas como la glorificación del trabajo agrícola es, de hecho, sólo la celebración de la naturaleza.

El superávit dejado al final del proceso de producción es un regalo de la naturaleza y no el resultado del plustrabajo, trabajo no remunerado. El trabajo agrícola sirve sólo como el medio por el cual se puede realizar la potencialidad de la naturaleza en su totalidad. En el sistema de los fisiócratas entonces, la plusvalía se explica en "una forma feudal, como se deriva de la naturaleza y no de la sociedad, a partir de la relación del hombre con la tierra, no de sus relaciones sociales. El valor en sí se resuelve en un mero valor de uso, y por lo tanto en la sustancia material".Tomando como punto de partida el valor de uso en lugar del valor, los fisiócratas erigieron un edificio económico, sin haber puesto la primera piedra. Por lo tanto, el avance desde las condiciones puramente técnicas de la producción al núcleo del problema no tuvo lugar.

Para los fisiócratas era simplemente una cuestión de si la economía podría ser o no más eficiente y menos onerosa mediante la aplicación de la política del gobierno ilustrado, y esto al asegurar que se disponía de suficiente superávit para mejorar la capacidad de creación de riqueza de la naturaleza. El gasto público excesivo, junto con las políticas económicas equivocadas, sólo servía para disipar los excedentes necesarios para la acumulación, por lo tanto conduciendo a la ruina económica.Los hábitos de consumo también jugaban un papel importante en el sistema de los fisiócratas. Para permitir una saludable tasa de acumulación era necesario que se mantuviera una actitud frugal. Esto significaba que "ningún aliento se debe dar al lujo en forma de ornamentación, en detrimento de los gastos ocasionados por las operaciones y la mejora de la agricultura...”

La gran industria en el momento de los fisiócratas estaba sólo comenzando. Las barreras encontradas por el modo capitalista de producción en su surgimiento inicial, sobre todo en la forma en que apareció por primera vez en la agricultura, se presentaban con una visión técnica más que social. Por otro lado, a pesar de su aparente sesgo feudal, los fisiócratas, dejaron muy en claro que la burguesía no resolvería sus problemas económicos hasta que primero hubiera resuelto sus tareas políticas.

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Quedó para Adam Smith discutir el caso fisiocrático de una manera más decisiva y sistemática, dando a su exposición su forma explícita capitalista.

2.2 Adam Smith

Muy en la línea de los fisiócratas, Adam Smith estaba preocupado de que una parte demasiado grande del producto anual se desperdiciara en el consumo improductivo. Las grandes naciones, señaló, se empobrecen muy a menudo por la "prodigalidad pública y la mala conducta. Todo o casi todo el ingreso público, se emplea en la mayoría de los países en el mantenimiento de manos improductivas... Cuando se multiplican, por lo tanto, hasta un número innecesario, pueden consumir en un año determinado tan gran parte de esta producción, como para no dejar lo suficiente para mantener a los trabajadores productivos, que deben reproducirla el año siguiente".

Pero, frente a los fisiócratas, Smith trató el valor del producto, y no su sustancia material, como la "base esencial de la riqueza burguesa". Ya no se trata de un tipo particular de trabajo concreto destacándose como productivo, sino de todo el trabajo que está directamente subsumido en el capital.

"El trabajo productivo se define aquí desde el punto de vista de la producción capitalista, y Adam Smith llega aquí al corazón de la materia, dando en el clavo. Este es uno de sus mayores méritos científicos... que define el trabajo productivo como trabajo que se intercambia directamente con capital... Esto también establece absolutamente lo que es trabajo improductivo. Es un trabajo que no se intercambia con capital, sino directamente con ingresos..."

La principal diferencia, entonces, entre trabajo productivo e improductivo señalada por Adam Smith, es que el primero se intercambia directamente por capital y el segundo por ingresos.

Pero esta definición -aunque representa un avance inmenso sobre los fisiócratas- no estaba libre de ambigüedades.Incapaz de distinguir entre el capital empleado en el proceso directo de producción y el capital empleado en el proceso de circulación, Smith confunde la creación de la plusvalía con su realización. Por un lado, define como el trabajo productivo "el que se suma al valor de la materia sobre la cual se desarrolla" y, sin embargo, por el otro, también define como productivo el trabajo empleado en el comercio minorista.

Esta última forma de trabajo, sin embargo, no crea valor sino que simplemente permite al vendedor reclamar una parte del plusvalor social que ya se ha producido. Esta confusión se complica aún más por el tratamiento ecléctico de Smith de la producción capitalista en su conjunto.

Desde el punto de vista del capital individual todo trabajo es productivo si permite a los capitalistas obtener un beneficio. Pero desde el punto de vista del capital social total, el trabajo solo es productivo si su producto se destina a la sustitución de un capital".

Por un lado, el productor de artículos de lujo es productivo, ya que aumenta el valor del producto, por el otro, es improductivo ya que los lujos no pueden volver a entrar en el ciclo de producción.Este carácter dual de la producción de lujo ocupa un lugar especial en el análisis de Smith, porque él lo ve como un medio eficaz para regular el proceso de acumulación. A través de la producción de lujo el capital encuentra la liberación de ese terror de la Economía Política, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.

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Un aumento en la producción de lujo ralentizará el ritmo de acumulación, ya que parte del producto anual no se gastará de nuevo en trabajo productivo. Pero igualmente, si se incrementa la parte del producto anual que se destina a mantener el trabajo productivo, la tasa de reproducción disminuirá porque a los dueños del capital "les resulta difícil conseguir mano de obra a emplear. Su competencia eleva los salarios del trabajo y hunde los beneficios del capital". [19] La acumulación de capital, por lo tanto, conduce a su propio estancamiento. La Economía política al final percibe, aunque superficialmente, que la contradicción del capital se encuentra en el proceso de acumulación en sí mismo. Pero la "sabiduría" al final prevalece -una política prudente con la cantidad justa de producción de lujo se asegurará de que la acumulación continúa a un ritmo estable y sano. Smith estaba escribiendo en un momento en que la gran industria capitalista todavía no había aprendido a permanecer de pie. La forma más evidente en que aparecía la contradicción del capital era una lucha competitiva entre las clases sobre la distribución del producto social. Los capitalistas, a los ojos de Smith, se enfrentaban a un gravoso Estado que consumía una proporción muy alta del producto del país, o a los propios trabajadores cuyos salarios excesivos impedían la reconversión de una parte del plusproducto en capital. Eran tiempos difíciles para los capitalistas.

2.3 La distinción de Adam Smith

La distinción entre trabajo productivo y trabajo improductivo de Smith está estrechamente relacionada con su visión del crecimiento económico. Smith identifica al número relativo de trabajadores productivos como el segundo factor determinante, después de la división del trabajo, del progreso económico de un país.

Para Smith el trabajo productivo es el que añade valor al objeto al que se incorpora y resulta en una mercancía, fundamentalmente tangible y almacenable, con algún valor de mercado. En sus propios términos, el trabajo productivo “añade valor al objeto en que se emplea, se incorpora y realiza en algún objeto concreto o mercancía vendible, que dura algún tiempo tras la finalización del trabajo. En cierta forma es como una cantidad de trabajo almacenada y conservada para su empleo cuando se necesite para alguna ocasión. Posteriormente, este objeto, o lo que es lo mismo, el precio de tal objeto, puede poner en funcionamiento una cantidad de trabajo igual a la que originariamente lo produjo.”

Smith toma como ejemplo de esta clase de trabajo el que realizan los obreros de las manufacturas y lo contrasta con el trabajo de los sirvientes domésticos. El trabajo del sirviente doméstico, afirma Smith, “no añade valor a nada, no se incorpora ni realiza en ninguna mercancía vendible u objeto específico. Sus servicios perecen, por lo general, en el mismo instante de su ejecución, y raramente dejan tras ellos huella o valor alguno por los que se pueda conseguir, posteriormente, una misma cantidad de servicios.”Es decir, el trabajo improductivo es el que genera servicios intangibles, que no añaden valor directamente y que, difícilmente, se pueden almacenar.

De acuerdo con lo anterior podría esperarse que para Smith todo trabajo dedicado a los servicios fuese improductivo, pero no es así. Smith excluye de esta categoría a los comerciantes e intermediarios, aunque mantiene en ella a los burócratas y también a los médicos, abogados, hombres de letras y a los artistas en general. Las actividades comerciales, según Smith, añaden valor a los inputs recibidos mientras que, por ejemplo, “… todos los funcionarios, tanto de justicia como de guerra que sirven (al soberano), y todo el ejército y la marina, son trabajadores improductivos, sus servicios no producen nada por lo que se pueda conseguir una misma cantidad de servicios.”

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Smith se encarga de dejar claro sin embargo que los trabajadores improductivos, tienen un cierto valor y merecen también una recompensa. Los salarios de los trabajadores improductivos no provienen, según Smith, del valor generado por ellos mismos sino de los ingresos de las personas que los emplean. Estos ingresos a su vez pueden ser el resultado de una contribución productiva a la economía, o bien, pueden ser una participación en el excedente generado por otros factores que sí son productivos.La distinción smithiana entre las dos clases de trabajo resulta hoy bastante arbitraria. No se puede seguir a Smith en limitar el calificativo de productivo de la forma en que lo hizo. Sin embargo, para él, tenía un significado claro y no carecía de sentido. Al definir el trabajo productivo, Smith trataba de delimitar las actividades que estimulan la acumulación de capital y el progreso económico. En realidad, lo que trataba de establecer era que cuanto mayor fuese la proporción de la fuerza de trabajo que se empleaba en dichas actividades, mayor sería la capacidad de crecimiento de la economía. El trabajo improductivo era el que se empleaba en actividades que no contribuían directamente al crecimiento. Para Smith, estas actividades eran, fundamentalmente, los servicios.

Es admisible afirmar que no todas las actividades estimulan igualmente el crecimiento económico. No obstante, es difícil delimitar con claridad cuáles son las actividades productivas en este sentido, debido a la falta de información, por lo que sería aventurado hacer afirmaciones generales sobre esta cuestión. Esta es, probablemente, la razón por la que el debate sobre el significado de lo productivo y lo improductivo ha desaparecido de la ciencia económica.

Adam Smith sin embargo, estableció una jerarquía de sectores según la importancia de la contribución de cada uno al crecimiento económico. En el capítulo 5 del libro segundo titulado “Sobre los diferentes empleos de los capitales” Smith señala que los capitales pueden ser empleados en la agricultura, las manufacturas, el comercio mayorista y el comercio minorista, y establece, más adelante, un ranking de estos sectores según su contribución al crecimiento. Al parecer el criterio sobre el que basa la ordenación es el número de trabajadores productivos que pone en movimiento cada unidad de capital empleada en cada sector; esto es, el inverso de la relación capital-trabajo de cada sector. Un sector es tanto más productivo (y contribuiría en mayor medida al crecimiento económico) cuanto menor sea su relación capital-trabajo.

Smith sitúa a la agricultura en la cabeza de la lista. Para él, “el capital del agricultor pone en funcionamiento mucho más trabajo productivo que cualquier otro capital del mismo tamaño. De todas las formas en que un capital se puede emplear la agricultura es sin duda la más ventajosa para la sociedad.” Después viene la industria manufacturera, y a continuación el comercio al por mayor.

La actividad menos productiva de todas era el comercio al por menor. Fuera de esta escala se encontraban todas las actividades que emplean trabajo improductivo. En definitiva, parece ser que, para Smith por lo menos, la distinción entre trabajo productivo e improductivo era una cuestión de grado. Y si se está dispuesto a distinguir entre actividades más y menos productivas, parece también plausible afirmar que algunas actividades no son productivas en absoluto.

Quedó para Ricardo llevar adelante el análisis, esta vez desde el punto de vista de la producción capitalista avanzada.

2.4 David Ricardo

Ricardo estaba plenamente de acuerdo con la distinción hecha por Smith entre los trabajadores pagados del capital y los que se pagan de los ingresos. Pero poco le importaba a Ricardo si el

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tamaño de la fuerza laboral de un país era grande o pequeña, lo que importaba era el monto de la plusvalía (ingreso neto) producido. El tamaño relativamente pequeño de la población productiva, era incluso de agradecer ya que era "sólo otra manera de expresar el grado relativo de la productividad del trabajo".

"Adam Smith constantemente magnifica las ventajas que un país saca de un gran ingreso bruto, en lugar de neto... Siempre que su ingreso real neto, su renta y sus beneficios, sean los mismos, no tiene importancia si la nación se compone de diez o de doce millones de habitantes. La potencia de sus flotas y ejércitos de apoyo, y todas las especies de trabajo improductivo, deben estar en proporción a su neto y no en proporción a sus ingresos brutos".

El crecimiento del consumo improductivo no retrasa necesariamente el proceso de formación de capital. Con todas las mejoras en la ciencia de la tecnología, y con cada avance en la ciencia de la agricultura, baja el valor de los medios de subsistencia de los trabajadores, los beneficios de los capitalistas se elevan y con ello la capacidad del país para mantener "todas las especies de trabajo improductivo". Tampoco se preocupaba Ricardo de que un crecimiento demasiado rápido de la acumulación fortalecería el poder de negociación de los trabajadores a expensas de los capitalistas. Si surgiera una escasez de mano de obra los capitalistas introducirían maquinaria que ahorrara mano de obra, creando así una "disminución en el aumento de la demanda de mano de obra".

Aquí Ricardo tocó en el centro neurálgico de la producción capitalista y, al hacerlo, introdujo una nota discordante en la economía política. Tanto es así que un apologista, Carey, inmediatamente lo denunció como el "padre del comunismo, un demagogo cuyos perniciosos escritos sólo sirvieron para promover la 'hostilidad entre clases'".

Pero al final el sistema de Ricardo, al igual que el de Smith, se hace dócil. Ya que los trabajadores, de acuerdo con Ricardo, tienen un interés en asegurar que la oferta de trabajo no sea muy superior a la demanda "deben desear naturalmente que la mayor cantidad de ingresos posible sea... gastada en sostener sirvientes domésticos".

Siempre que los trabajadores que resulten redundantes tengan un nuevo empleo en las ramas improductivas del trabajo, los obreros productivos mantendrán su posición en la lucha competitiva contra los capitalistas. Del mismo modo mantendrán una buena posición negociadora en tiempos de guerra cuando el Estado mantiene "grandes flotas y ejércitos".

La posición de Ricardo es ahora la de un apologeta, su receta esencialmente reformista. De su "reformismo" Marx dijo lo siguiente:"¡Que conveniente es un acuerdo que hace a una niña de fábrica sudar doce horas en una fábrica, por lo que el titular de la fábrica, con una parte de su trabajo no remunerado, puede tener en su servicio personal a su hermana como criada, a su hermano como mozo y a su primo como soldado o policía!... Este es de hecho un claro resultado de la maquinaria, que una parte considerable de la clase trabajadora femenina y masculina se convierte en siervos".

En última instancia, el sistema ricardiano se rompe, no a causa de la hostilidad que genera, sino por los límites que encuentra en la naturaleza. La ley de rendimientos decrecientes, a pesar de los avances de la ciencia, finalmente se impone. Cuanto más capital se acumula más difícil se hace arrancar del suelo los alimentos suficientes para sostener a los trabajadores. La subsistencia del trabajador desciende y se ve obligado a la lucha por salarios más altos "y todo aquello que incremente los salarios, necesariamente reduce los beneficios".

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"La contradicción que encontramos en el sistema de Ricardo es la contradicción abstracta entre el hombre y la naturaleza, una contradicción que se presenta en la forma social de una lucha entre clases por un plusproducto social cada vez más reducido. Las bestias de Darwin se transforman en capitalistas y trabajadores.Ricardo ahora adopta una postura de Smith, viendo el dilema del capital en una insuficiencia de plusvalía, no porque los salarios reales hayan subido demasiado alto como Smith sostuvo, sino porque la naturaleza se ha vuelto demasiada parca en sus "regalos".

"Adam Smith... uniformemente atribuye la caída de los beneficios a la acumulación de capital, y la competencia como consecuencia de ella, sin advertir la creciente dificultad de producir alimentos para el número adicional de obreros que el capital adicional emplea". [30]Después de haber vuelto a izar el espectro de una disminución del plusproducto, Ricardo aparta su atención de Adam Smith con el fin de combatir a Malthus, el archi-defensor de las "cortes espléndidas" y el despilfarro.

2.5 Ricardo frente a Malthus

Al contrario que Ricardo, Malthus restableció la concepción vulgarizada de la ganancia. Las mercancías se venden con beneficio, no porque se vendan a su valor, sino porque se venden por encima de su valor. Es decir, los capitalistas obtienen sus ganancias mediante la venta de sus productos de vuelta a los trabajadores a un precio más alto que el que se paga a los trabajadores por su producción.

Aunque en el sistema de Malthus se produce explotación, lo hace sólo en el mercado después de que las mercancías han sido producidas. Los trabajadores no son explotados en el proceso de producción -son simplemente engañados. La contradicción del capital se traslada ahora de la esfera de la naturaleza a la esfera de la competencia.

Pero, según Malthus, si todos los capitalistas venden sus productos con sobreprecio a los trabajadores es inconcebible cómo ningún beneficio en absoluto se puede hacer. Si el trabajador no está en condiciones de volver a comprar la totalidad de su producto con su salario, su demanda no se corresponde con la oferta.

Después de haber planteado un falso dilema Malthus procedió a proporcionar a los capitalistas una solución igualmente falsa. La demanda en la sociedad capitalista, según él, sólo puede hacerse efectiva si viene de los que están al margen de la producción, de los que consumen pero no producen. El consumo necesario por lo tanto, debe llevarse a cabo entre los trabajadores improductivos de Adam Smith.

Malthus no oculta el hecho de que el trabajador realiza parte de su trabajo sin un retorno equivalente. El no estaba interesado en ocultar las contradicciones de la producción burguesa, sino por el contrario, en enfatizarlas, por un lado con el fin de demostrar que la pobreza de las clases trabajadoras es necesaria... y, por otra parte para demostrar al capitalista la necesidad de una Iglesia y una jerarquía del Estado bien alimentadas con el fin de crear una demanda adecuada para las mercancías que producen. Lo que Malthus quería era producción capitalista, pero sólo en la medida en que crea "una base material más amplia y más cómoda para la 'vieja' sociedad".

Ricardo no tendría nada de esto. Como custodio teórico del "decreciente" excedente de la sociedad se dispuso a defender a la burguesía industrial contra el abuso adicional del consumo improductivo."Un cuerpo de trabajadores improductivos son tan necesarios y útiles, con miras a la producción futura, como un incendio, que consume en los almacenes de los fabricantes las mercancías que de

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otra manera consumirían los trabajadores improductivos... ¿Qué podría ser más prudente si la doctrina del señor Malthus fuera cierta que aumentar el ejército y doblar los salarios de todos los funcionarios del gobierno...?"

En cualquier caso, mientras el debate entre los economistas se enconaba, se formaba la clase que comenzó a percibir que sus intereses no estaban en absoluto ligados a aquellos a los que los economistas trataban de defender. Esta clase, además, comenzó a tomar un gran interés en el hecho de que algunas personas estaban siendo mantenidas por la labor de los demás. En resumen, la economía política estaba a punto de aprender que no valía la pena luchar contra los representantes de un "viejo" orden cuando el presente contiene en sí el germen del nuevo.

2.6 Las opiniones de Say y McCulloch

Algunos autores clásicos posteriores a Smith criticaron la distinción smithiana entre trabajo productivo y trabajo improductivo.Para J. B. Say, por ejemplo, todo trabajo capaz de generar alguna utilidad debía ser considerado productivo. Él sostenía que “la producción no era creación de materia sino creación de utilidad (entendida ésta) como la facultad que tienen las cosas de poder satisfacer las diferentes necesidades de los seres humanos. Cuando un hombre vende a otro un producto cualquiera le vende la utilidad que hay en dicho producto; el comprador no lo compra más que debido a su utilidad”.

Más adelante, agregaba que “cualquiera que sea la operación a la que el trabajo se aplica, éste resulta productivo pues concurre a la creación de un producto. Así pues, el trabajo del sabio que hace experiencias y las consigna en libros es productivo, el trabajo del empresario, aunque no ponga inmediatamente manos a la obra, es productivo; en fin, el trabajo del peón, desde el jornalero que labra la tierra hasta el marinero que maneja un barco, es también productivo. Es raro que alguien se dedique a realizar un trabajo que no sea productivo, es decir, que no participe en los productos de una u otra industria.”

Esta idea, llevada hasta sus últimas consecuencias, hubiera acabado lógicamente en un rechazo total de la distinción smithiana. No obstante, la distinción fue aceptada, en términos generales, como una forma de distinguir las actividades que afectaban positivamente al crecimiento económico y puede decirse que se mantuvo durante toda la época clásica.

J. R. McCulloch criticó también la distinción smithiana sobre la base de la utilidad. El sostenía, refiriéndose a Smith, que el resultado del trabajo, tanto de un sirviente doméstico como de un empleado de la industria manufacturera, consistía en productos o servicios y que éstos “no eran otra cosa sino solamente utilidad.”

Pero McCulloch puso más interés en mostrar que Smith había estrechado injustificadamente los límites del trabajo productivo que en desechar totalmente la distinción entre trabajo productivo e improductivo. Él toma como ejemplo el trabajo que realizan los músicos, los cantantes de ópera y, en general, todo tipo de artistas y afirma que “la afición por los entretenimientos que todos ellos proporcionan tiene la misma influencia sobre la riqueza nacional que la afición por el tabaco, el champán y otros mercancías de lujo.Nosotros deseamos acudir a sus exhibiciones y, consecuentemente, tenemos que pagar el precio requerido. De aquí se sigue que los entretenimientos en cuestión crean nuevas necesidades y al hacerlo, incentivan nuestra industria para procurar la recompensa por tales servicios. Con un punto de vista como éste, McCulloch tenía que haber rechazado plenamente la distinción entre

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trabajo productivo e improductivo, como lo había hecho Say. Pero la verdad es que McCulloch no fue tajante en este aspecto.

2.7 Las aclaraciones de John Stuart Mill

Mill defendió la distinción de Smith e insistió en la idea de que el trabajo productivo es el que crea riqueza (valor añadido) y contribuye a la acumulación de capital.

No obstante, Mill dejó claro que la distinción de Smith era simplemente una cuestión de lenguaje y clasificación. En la tercera de sus cuestiones no resueltas, Mill sostiene que “la utilidad de la clasificación es fijar la atención sobre las distinciones que existen entre las cosas, y la mejor clasificación es la que se funda en las distinciones más significativas. Al asignar un significado a las palabras productivo e improductivo debemos procurar que reflejen las distinciones más importantes que puedan expresar, sin una violación notoria de los usos habituales.”

En este mismo sentido se manifiesta en el capítulo 3 del libro primero de sus Principios. Aquí Mill se pregunta, después de presentar los argumentos de Say: “¿por qué no considerar productivo todo trabajo que produce utilidad? ¿por qué negar ese título al cirujano que arregla un miembro, al juez o al legislador que confiere seguridad, y darlo al lapidario que talla y pule un diamante?”

Más adelante Mill agrega: “Es absolutamente cierto que todas esas clases de trabajo producen una utilidad; y el problema que nos ocupa no hubiera sido nunca tal problema, si la producción de utilidad bastara para satisfacer la idea común que la humanidad se ha formado del trabajo productivo. Producción y productivo son, bien entendidas, expresiones elípticas, que entrañan la idea de algo producido, pero ese algo, en sentido ordinario, lo concibo yo no como utilidad sino como riqueza. Trabajo productivo quiere decir trabajo que produce riqueza.”

Y la riqueza, para Mill, la constituyen los productos materiales. No obstante, incluye el trabajo empleado en adquirir habilidad industrial como trabajo productivo (en virtud, según él, de los productos materiales que produce dicha habilidad). Mill concluye el análisis de la cuestión señalando que de acuerdo con el uso habitual del lenguaje de la economía política hay muchos servicios que no constituyen riqueza. En definitiva, para Mill la distinción entre trabajo productivo e improductivo no es más que una convención lingüística.

Mill también distinguió entre consumo productivo e improductivo. Para él, esta distinción era más importante que la que existía entre trabajo productivo e improductivo. El consumo productivo “es aquel que se emplea en mantener y aumentar las fuerzas productivas de la comunidad, ya sean las que residen en el suelo, en sus materiales, en el número y eficiencia de sus instrumentos de producción, o en sus habitantes.”

Es decir, es el consumo de bienes y servicios necesarios para mantener o para ampliar el stock de capital físico (lo que en términos actuales conocemos por inversión bruta en capital fijo) y también el consumo de capital humano. El consumo improductivo es el consumo de lujo e incluye todo el consumo restante, “pues ni la producción es su objeto ni resulta por ello mejorada.”

2.8 Las categorías de la economía política y la lucha de clases

Antes de la aparición del modo de producción capitalista, la extracción del trabajo excedente en general servía como un medio para unas "cortes espléndidas" y una vida suntuosa de los ricos ociosos. Las clases dominantes de las sociedades pre capitalistas no se hubieran opuesto a la

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acusación de que la suya era una vida improductiva -el mero título de trabajador habría sido suficiente para despertar su indignación.Por el contrario, la obtención de plus-trabajo bajo el régimen estricto del capital llegó para servir no como un medio para el consumo, sino hacia un fin más noble, el de la acumulación por sí misma. Gracias a la aparición de este nuevo sistema, las fuerzas productivas del trabajo social se han desarrollado enormemente y de una manera que eclipsa todos los modos antiguos. Así fue que el trabajo productivo fue ensalzado y condenado el trabajo improductivo, y por primera vez en la historia las categorías económicas fueron utilizadas directamente en la confrontación ideológica de una clase contra otra.

De todos los representantes de la economía política Adam Smith fue el menos comedido en dar rienda suelta a su odio por el trabajo improductivo. La gran industria estaba todavía en pañales y necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir. Disipar el excedente que de otro modo podría ser utilizado para la acumulación impediría su desarrollo. Sin embargo, las numerosas oficinas y prebendas relacionadas con la administración del Gobierno, por no hablar de "los eclesiásticos, abogados, médicos, hombres de letras de todo tipo, los juzgadores, bufones, músicos, cantantes de ópera, bailarines de ópera, etc., hacían exactamente eso. Eran meros sirvientes del público y por lo tanto, "son mantenidos por una parte del producto anual de la labor de la otra gente". Este, dice Marx,"Es el lenguaje de la burguesía todavía revolucionaria, que aún no ha sometido a toda la sociedad, el Estado, etc... El estado, la iglesia, etc, sólo se justifican en la medida en que son comités para supervisar o administrar los comunes intereses de la burguesía productiva, y sus costos -ya que por su naturaleza, estos gastos corresponden a los gastos generales de la producción- deben reducirse al mínimo inevitable".

A pesar de que los escritos de Smith se destacan como una crítica de las condiciones existentes, es importante recordar que "lo que en la superficie es la glorificación del trabajador productivo es, de hecho, solo la glorificación del capitalista industrial, en contraste con los terratenientes y esos capitalistas monetarios que viven sólo de sus ingresos". Pero en ello radica el problema.Como el trabajo es la fuente de todo valor y como, por lo tanto, siempre podemos trazar la génesis directa del capital desde el trabajo, surge la pregunta, ¿cómo o por qué razón aparece el capital productivo? Podemos tener o el poder productivo del trabajo o la fuerza productiva del capital -ya que el mismo poder productivo no se puede contar dos veces- y si tenemos este último no puede haber ley del valor.

La economía política fue atrapada en una contradicción de su propia creación y, como lo describió Marx, "era natural para los pensadores que se unieron al lado del proletariado apoderarse de esta contradicción, para lo cual se encontraron con la base teórica ya preparada. El trabajo es la única fuente del valor de cambio y el único creador activo del valor de uso. Esto es lo que ustedes dicen. Por otro lado, ustedes dicen que el capital lo es todo, y el trabajador no es nada o es un simple costo de producción del capital. Ustedes se han refutado a si mismos. El capital no es más que defraudar al trabajador. El trabajo es todo".

Y cuando finalmente los trabajadores se pongan de pie y declaren que los capitalistas no son productivos, y cuando los capitalistas ya no puedan sostener más una inclinación revolucionario, aunque sólo sea porque su propia inclinación se ha convertido en el centro de la tormenta de una lucha nueva y aún más amenazante, entonces habrá llegado el momento para ellos de gritar que se ha cometido un error monumental y pedir, de forma cobarde, una tregua, un compromiso enfermizo, en el que todas las actividades imaginables, por tenue que sea su relación con la producción capitalista, deben ser honradas con el título de trabajo productivo.

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"Cuando... la burguesía ha ganado la batalla, y en parte se ha hecho cargo del Estado, en parte hizo un compromiso con sus poseedores anteriores, y también ha dado reconocimiento a las profesiones ideológicas como la carne de su carne y en todas partes los transformó en sus funcionarios, de la misma naturaleza que ella misma, cuando ella misma ya no se enfrenta a estos como representantes del trabajo productivo, pero cuando los trabajadores productivos reales se levantan en su contra y, además, dicen que vive de la labor de otras personas... entonces las cosas toman un nuevo giro, y la burguesa trata de justificar "económicamente", desde su propio punto de vista, lo que en una etapa anterior había criticado y combatido".

La ley ricardiana del valor, con todas sus imperfecciones, tenía que irse -por lo menos de las universidades- permitiendo así que los economistas aspiraran a esa noble tarea de proporcionar a la sociedad la ciencia de lo superficial. La inquietante paradoja capital o trabajo, ahora podría encontrar su sustitución en la resolución grosera: capital y trabajo, y tierra y gestión y tecnología y cualquier otro mercenario filibustero de la burguesía que uno quiera nombrar.

Los capitalistas tenían un gran interés en abandonar la distinción entre trabajo productivo e improductivo. La clase obrera, por otro lado, tenía, y siempre tendrá, todo el interés en hacer hincapié en esta distinción. Sin este énfasis es posible convertir la declaración de Ricardo de que el trabajo es el creador de valor en todo lo contrario que el capital es el creador de valor. Dad al capitalista un segundo y reclamará toda la jornada laboral.Marx dio la bienvenida al hecho de que el proletariado había encontrado un número de simpatizantes capaces de aprovechar las contradicciones de la economía política y usarlas contra los capitalistas desde la perspectiva de los trabajadores. Pero como Marx bien sabía, la iniciativa revolucionaria de los obreros no podía mantenerse por mucho tiempo, y mucho menos desarrollarse aún más, simplemente confrontando el argumento de Ricardo en sus propios términos.

En cambio fueron estos mismos términos, los que tuvieron que ser sometidos a la propia crítica revolucionaria de Marx. Después de haber rescatado la esencia revolucionaria de la dialéctica hegeliana Marx estaba equipado para hacer frente a la economía política de un modo similar. De hecho, fue precisamente debido a su crítica de aquella que esta pudo entonces ser superada sobre la base del materialismo histórico.Si bien es cierto que el enfoque general de Marx sobre la historia forma tanto el fondo como el punto de partida para una crítica de la economía política, no es menos cierto que sin esta crítica la perspectiva histórica de Marx, con todas sus brillantes ideas, habría permanecido en el ámbito de la filosofía especulativa. El análisis de Marx del capital hace más que revelar las leyes del movimiento de la sociedad burguesa; también confía en las manos del movimiento del obrero revolucionario la ciencia de la sociedad -el materialismo histórico.

A este fin Marx dedicó el concepto del trabajo productivo, un concepto que "expresa precisamente la forma específica del trabajo en que se basa todo el modo capitalista de producción y el capital mismo".

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CAPITULO III

LOS CONCEPTOS DE TRABAJO PRODUCTIVO E IMPRODUCTIVO EN MARX

3.1 La crítica de Marx al concepto de trabajo improductivo de Adam Smith

Marx compartía la visión de Smith de que el trabajo es improductivo si se intercambia directamente con ingresos. Pero el corolario de que el trabajo es productivo si se intercambia directamente con capital es inadecuado y superficial, y por lo tanto erróneo. De lo que Smith no se dio cuenta fue de que en el "intercambio" entre trabajo y capital dos actos estrechamente relacionados, pero no obstante distintos, tienen lugar.

La primera fase del intercambio entre capital y trabajo implica una transacción formal entre capitalista y trabajador en el mercado. Aquí, el obrero vende su mercancía fuerza de trabajo por una suma determinada de dinero. El capitalista compra esta mercancía sólo por su valor de uso, con el fin de consumirla en el proceso de producción material. Esto lo hace poniendo al trabajador a trabajar en lo que Marx llama "el proceso-trabajo humano"[40], un proceso en el que los seres humanos se apropian, con la ayuda de los instrumentos de trabajo, de los productos de la naturaleza en una forma adaptada a sus propias necesidades. Desde el punto de vista de la concepción general de Marx de la historia todo el trabajo dedicado a la producción de valores de uso puede ser considerada como productiva, ya que los seres humanos se distinguen de los animales a través del proceso de trabajo.

La producción de valores de uso o lo que es lo mismo, el proceso de trabajo, constituye la base material de toda vida humana y en este sentido puede ser concebida independientemente de su forma social. Pero son precisamente "estas formas las únicas que importan cuando se trata del carácter específico de un modo de producción social". Sostener lo contrario es como si el fisiólogo, dijera que las diferentes formas de vida son una cuestión indiferente, que todas ellas son solo formas de materia orgánica".

En consecuencia, la definición de trabajo productivo, desde el punto de vista de la producción capitalista, no tiene absolutamente nada que ver con el proceso de trabajo como tal; se deriva no de las características del trabajo material, "sino de la forma social determinada, las relaciones sociales de producción, dentro de las cuales se realiza el trabajo".

El proceso de trabajo en la sociedad capitalista implica algo más que la producción de valores de uso; es al mismo tiempo producción de mercancías y de plusvalor. Lo que realmente interesa al capitalista de la fuerza de trabajo del trabajador no es la forma particular concreta en que se gasta, sino "el valor de uso específico que esta mercancía posee de ser una fuente no sólo de valor, sino de más valor del que ella misma tiene".

Es importante recordar, por tanto, que la fuerza de trabajo tiene no uno sino dos valores de uso. Además de su valor de uso como una forma particular de trabajo concreto, asume un valor de uso general. Este último tipo de valor de uso constituye su característica especial, que emana como lo hace, de la parte específica que desempeña en la producción de mercancías. Lo que el capitalista compra por parte del trabajador, y lo que posteriormente consume, es "un poder de creación de valor, auto-expansivo, es decir, fuerza de trabajo, que no sólo reproduce su valor, pagado por el capitalista, sino que a la vez produce un valor excedente, un valor no existente con anterioridad y no pagado por un equivalente".

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Es precisamente esta capacidad de creación de valor la que constituye "el valor de uso específico del trabajo productivo para el capital". Aquí está el valor de uso que constituye la base para la existencia del capital.

Sin poder llegar a un entendimiento del valor de uso específico del trabajo productivo para el capital, la economía política se demostró incapaz de lidiar con el intercambio entre trabajo y capital en su totalidad. La primera fase del intercambio se lleva a cabo enteramente dentro de los límites del mercado, y de acuerdo con sus leyes específicas propias.

"La segunda fase del intercambio entre capital y trabajo, de hecho, no tiene nada que ver con el primero, y estrictamente hablando, no es un intercambio en absoluto... El dueño del dinero ahora funciona como capitalista. Que consume la mercancía que ha comprado... En este proceso, por lo tanto, el trabajo es... transformado directamente en capital, después de que ha sido incorporado formalmente en el capital a través de la primera transacción.

"En el intercambio entre capital y trabajo, el primer acto es un intercambio... El segundo es un proceso cualitativamente diferente del intercambio, y sólo por un mal uso podría haber sido nombrado como algún tipo de intercambio en absoluto. Se encuentra justo enfrente del intercambio; categoría esencialmente diferente".

La economía política no tuvo éxito en aventurarse mucho más allá del primer intercambio entre capital y trabajo. Lo más que logró fue plantear el siguiente acertijo: ¿Cómo es que el capitalista compra trabajo por su valor, vende el producto del trabajo por su valor y sin embargo, al final del proceso tiene más valor que cuando se inicia? Pero el enigma nunca se resolvió, y de hecho no se puede resolver, siempre y cuando el capital se coloque directamente frente al trabajo en lugar de frente a la fuerza de trabajo".

El trabajador productivo, para Marx, es aquel cuya fuerza de trabajo es primero intercambiada directamente contra el capital-dinero y luego consumida por el capitalista en el proceso directo de producción. "El trabajo productivo es sólo un término breve para toda la relación y la forma y manera en que la fuerza de trabajo figura en el proceso de producción capitalista".

Ahora podemos entender lo que había detrás del confundido tratamiento de Smith de los artículos de lujo. En lugar de considerar primero la base de la relación capitalista -el valor de uso específico del trabajo productivo para el capital- se lanzó de cabeza en la consideración de los tipos particulares de valores de uso en que el trabajo se realiza. Más tarde, Marx analiza la importancia del contenido material de trabajo, pero sólo después de que hubiera sido establecida una sólida base.

El fracaso de Smith de concebir la fuerza de trabajo como una mercancía le impidió desarrollar un concepto de capital y, más importante aún, la comprensión de su composición específica.El valor que el capitalista pone en medios de producción sigue siendo una magnitud constante, tanto antes como después de su incorporación en el proceso de trabajo, y por esta razón se define como capital constante. El capital variable, por el contrario, sigue siendo una magnitud constante, sólo mientras está en manos de los capitalistas en su forma mercancía -o dinero. Cuando se pasa de su forma de dinero a su forma productiva, es decir, en fuerza de trabajo viva, se convierte de una magnitud determinada, constante, en una magnitud variable, en un valor que se expande, y por lo tanto en capital. El capital variable "se convierte en capital variable real sólo después de que... se convierte en fuerza de trabajo en funcionamiento como parte constitutiva del capital productivo en el proceso capitalista".

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Sin embargo, clasificando, al igual que Smith, los medios de subsistencia del trabajador en lugar de su fuerza de trabajo como un elemento del capital productivo, "la comprensión de la diferencia entre capital variable y constante, y por lo tanto la comprensión del proceso de producción capitalista en general, se hace imposible".

Era perfectamente comprensible para Marx por qué la economía política se había aferrado instintivamente al tratamiento confuso de Smith del capital productivo y de circulación. Sin una clara distinción entre los dos "la base para la comprensión del movimiento real de la producción capitalista, y por lo tanto de la explotación capitalista, está enterrado en un solo golpe".

La economía política por tanto ofrecería a los economistas vulgares "una base segura de operaciones para su superficialidad, que por principio sólo adora la apariencia". Como señala Marx:"El primer acto formal de intercambio entre capital y trabajo es sólo potencialmente la apropiación del trabajo vivo de otra persona por parte del trabajo objetivado. El proceso real de apropiación se lleva a cabo sólo en el proceso de producción real, detrás de la cual se encuentra como una etapa pasada la transacción formal primera... Razón por la cual todos los economistas vulgares... no van más allá de la primera transacción formal, precisamente para conseguir, por este truco, deshacerse de la relación capitalista específica.La definición de Marx de la fuerza de trabajo le permite "forzar" su camino a la "morada oculta" del capital y llevarnos con el pensamiento donde el obrero crea plusvalía in actu. Por lo tanto Marx entra en el reino sagrado de la sociedad burguesa cuyo umbral nos mira a la cara: Prohibido el paso excepto para los negocios. El "secreto" de los beneficios es finalmente revelado.

3.2 El trabajo productivo según Carl Marx

Desde un inicio hay que indicar que para Marx la denominación “trabajo productivo” tiene tres sentidos diversos. Uno amplio, en su significación “absoluta” (cuando alcanza “solamente a sostener la vida del obrero, es decir, a reproducir la capacidad de trabajo”). En otro sentido, abstracto y material, el “trabajo verdaderamente productivo” que es el que produce valor de uso para el obrero mismo en el caso de que no existiera capital (el plustrabajo sería para el trabajador), el cual establece una relación con “el auténtico producto”.

En este segundo significado, el trabajo podría ser productivo en una sociedad post-capitalista. Pero en este parágrafo el sentido de la denominación “trabajo productivo”, establece una relación con la “productividad relativa”.

La base de esta productividad es la productividad relativa, en la que el trabajador, además de reponer el valor anterior, crea un valor nuevo, en que objetiva en su producto más tiempo de trabajo del objetivado en el producto que sostiene su vida como trabajador.

En este tipo de “trabajo productivo” se cifra “el origen del plusvalor, la esencia del capital”.

Para los fisiócratas, ya lo hemos visto, sólo el trabajo agrícola era productivo, ya que materialmente se objetivaba en un “producto neto”, es un más-valor empíricamente tangible: valor de uso. Por su parte; los mercantilistas definían como productivo al trabajo que producía las mercancías destinadas al extranjero y que rendían más dinero del invertido. Por ello, el trabajo en las minas era productivo; y en la medida que descendía el valor del dinero (oro y plata), bajaban igualmente los salarios y se obtenía mayor plusvalor relativo en las manufacturas. Después de estas cortas reflexiones, Marx vuelve a Adam Smith.

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En efecto, Smith tiene una “concepción falsa” del trabajo productivo porque cree que, simplemente, es productivo el trabajo que produce valor; y no advierte que se puede producir valor sin crear plusvalor. Crear plusvalor y producir valor son dos determinaciones diferentes. Producir valor es una actividad material (determinación por su contenido); crear plusvalor es una determinación formal.

Un payaso que trabaja en un circo produce plusvalor para el dueño del circo (sus “payasadas” son trabajo productivo). Un albañil que edifica una casa que un empresario se construye con sus ingresos para su propio uso ejerce un trabajo improductivo.

Estas determinaciones no se derivan, por tanto, de la determinación material del trabajo sino de la forma social determinada, de las relaciones sociales de producción en que se realiza. Se trata de una determinación del trabajo que no depende de su contenido o de su resultado sino de la forma social determinada que reviste:

El trabajo es entonces productivo cuando produce plusvalor, cuando se intercambia con capital, cuando formalmente se encuentra en una “relación social” formalmente capitalista.

La productividad del capital consiste ante todo, incluso fijándonos simplemente en la subsunción formal del trabajo al capital, en la coacción para obtener plustrabajo, para trabajar más de lo directamente necesario, coacción que el modo de producción capitalista lleva a cabo de una manera más favorable a la producción.

Esta relación determinada con respecto al trabajo es lo que convierte al dinero o a la mercancía en capital. Trabajo productivo es una expresión abreviada para expresar toda esta relación y el modo como la capacidad de trabajo figura en el proceso de producción capitalista y la distinción entre ésta y otras clases de trabajo es importantísima, ya: que expresa precisamente la determinabilidad formal del trabajo en que se basa todo el modo capitalista de producción.

Cuando hablamos de trabajo productivo, hablamos de un trabajo socialmente determinado. No hay que olvidar que ser “socialmente” determinado significa no pertenecer a una comunidad de origen, estar desarraigado, aislado, abstractamente individual; dividido igualmente, aislado por la división “social” del trabajo en el taller; y, por último, socializar el propio ser alienado en el mercado gracias a ser poseedor también abstracto de un dinero, que sólo permite consumir mercancías del capital. Ser un trabajo “socialmente determinado” significa que es un trabajo subsumido por el capital aunque no sea subsumido realmente.

En esta “relación social”, el trabajo productivo tiene “una segunda nota: la de ser de todo punto indiferente al contenido del trabajo e independiente de él.Otra manera de describir objetivamente el trabajo productivo es por el hecho de producir mercancías, no sólo por crear plusvalor, aunque en realidad es lo mismo con diferente referencia.

A medida que el capital va adueñándose de toda la producción va estableciéndose también, más y más una diferencia material entre trabajadores productivos e improductivos, en el sentido de que los primeros, con raras excepciones, producen exclusivamente mercancías, mientras los segundos, salvo excepciones muy contadas, ejecutan solamente prestaciones de servicios personales. Por tanto, la primera clase produce la riqueza directa, material, formada por mercancías.

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El capital se emplea en subsumir trabajo para producir mercancías: es entonces trabajo productivo. El ingreso (ganancia, renta o aun salario) puede cambiarse por trabajo, pero en ese caso el trabajo produce prestaciones personales: bienes para el uso personal (trabajo improductivo).

Smith tiene una serie de confusiones porque nuevamente no tiene clara esta diferencia. Marx repite con frecuencia que “ni es la especialidad del trabajo ni la forma de manifestarse su producto lo que hace ser productivos o improductivos” a los trabajos. El mismo trabajo, de un sastre por ejemplo, puede ser productivo si efectúa una mercancía para el capital dando plusvalor, o improductivo si produce un producto para el poseedor de un ingreso, objetivando un valor de uso para el consumo directo.

3.3 La teoría de la plusvalía de Carl Marx

En la teoría de la plusvalía en la parte destinada a estudiar a Adam Smith plantea de trabajo productivo y dice que se trata de dos conceptos y no de uno, lo que origina incoherencias y contradicciones en el pensamiento de Smith.

El primer concepto define el trabajo productivo en cuanto productor de capital y el segundo en cuanto productor de mercancías. Marx como veremos retoma para sí el primero, la definición de trabajo productor de capital y defiende a Adam Smith de las críticas de otros autores mostrando en cada caso el origen de su error.

Al final del capítulo se encuentra un apéndice donde Marx expone su propio concepto de trabajo productivo. Pasemos ahora en mostrar lo dicho anteriormente.

Marx sostiene que el trabajo productivo es aquel asalariado que produce capital: Trabajo productivo, desde el punto de vista de la producción capitalista, es el trabajo asalariado que al cambiarse por la parte variable del capital, además de producir esta parte del capital (o sea el valor de su propia fuerza de trabajo) produce plusvalía para el capitalista.

Marx dice que el trabajo productivo hay que verlo como una expresión de una condición social de producción. Si la finalidad del capitalismo es la acumulación de capital, productivo será aquel trabajo que cree plusvalía para posibitar esa acumulación, esa es la lógica imperante para definir la productividad y el trabajo producto y dirá Marx:

“La productividad del trabajo bajo el capitalismo se basa en la productividad relativa: el obrero, además de reponer el valor anterior, crea un valor nuevo. Su producto encierra mas tiempo de trabajo que aquel que mantiene y le sustenta como tal obrero, Este tipo de trabajo asalariado productivo es aquel que sirve de base a la existencia del capital”

Esta concepción de trabajo productivo la retorna Marx de Adam Smith, de su primera teoría de que Marx califica de exacta y le cita en la “Teorías de la Plusvalía, tomándolo de capítulo 3 del libro II de la “Riqueza de las Naciones” donde Adam Smith dice:

“Existe una especie de trabajo que añade algo al valor d sobre que se ejercita, y otra que no produce aquel afecto. El primero como que da valor a la cosa, puede llamarse con propiedad Trabajo Productivo; el segundo, por la razón contraria, No Productivo. Así, el trabajo de un artesano, en una manufactura, añade algún valor a los materiales en que trabaja, tales como su propio mantenimiento y las ganancias del maestro”.

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Pero esta es la primera concepción de la teoría de Adam Smith sobre el trabajo pero presenta una segunda a la que se opone Marx y crítica. Esta segunda concepción ve al trabajo productivo en cuanto productor de mercancía, el trabajo productivo sería el de aquellos obreros que producen más mercancías de las que consumen.Pero Marx dice que con esta segunda concepción Adam Smith vuelve a la postura de los fisiócratas que consideran como único trabajo productivo el agrícola, como el único que arroja plusvalía o un producto neto, al ver que estos solo consumen una parte del producto agrícola para sus sustento y el resto sería un plusvalor producido con el que pagan la renta al terrateniente.