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Fecha de recepción: 12 de mayo de 2013 Fecha de aceptación: 6 de agosto de 2013 Prácticas académicas y producción de saber de los intelectuales de izquierda en la universidad argentina, 1900-1930 OSVALDO GRACIANO CONICET/Universidad Nacional de Quilmes [email protected] Resumen En las primeras décadas del siglo XX fue visible en Argentina la vinculación de estudiantes, profesionales y de algunos profesores universitarios con las izquierdas, como también lo fue la incorporación en las universidades de docentes que integraban las filas del Partido Socialista. El objetivo de este artículo es reconstruir los rasgos que asumió la experiencia de participación académica y de docencia universitaria de los intelectuales socialistas, focali- zando la atención en los casos de Alfredo Palacios, Enrique del Valle Iberlucea y Enrique Mouchet, quienes en esos años habían logrado una importante posición como dirigentes de este partido. Se analizarán así las condiciones de su acceso a la cátedra, su práctica académi- ca, el tipo de trabajo científico llevado adelante por estos profesores y la producción de saber que generaron en su labor universitaria, evaluando los fundamentos de su trabajo científico. Palabras clave: socialismo; universidad; intelectuales; ciencia; práctica académica. Academic Practices and Knowledge Production of Left-wing Intellectuals in Argentinian Universities, 1900-1930 Abstract In the early 20th century, the link between left-wing intellectuals and students, profession- als and some university professors became increasingly visible, as did the incorporation of teachers belonging to the Socialist Party into universities. This article seeks to reconstruct the characteristics of socialist intellectuals’ experience of academic participation and univer- sity teaching, focusing on the cases of Alfredo Palacios, Enrique del Valle Iberlucea and Enrique Mouchet, who achieved key leadership positions in the party during this period. It analyzes the conditions of access to teaching, academic practice, the type of scientific work carried out by the professors and the knowledge produced in their university work, assessing the bases of their scientific work. Key words: socialism; university; intellectuals; science; academic practice. Secuencia (2015), 92, mayo-agosto, 114-138 ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464

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Fecha de recepción:12 de mayo de 2013

Fecha de aceptación:6 de agosto de 2013

Prácticas académicas y producción de saber de los intelectuales de izquierda en la universidad argentina,

1900-1930

OSVALDO GRACIANO

CONICET/Universidad Nacional de [email protected]

ResumenEn las primeras décadas del siglo XX fue visible en Argentina la vinculación de estudiantes,profesionales y de algunos profesores universitarios con las izquierdas, como también lo fuela incorporación en las universidades de docentes que integraban las filas del PartidoSocialista. El objetivo de este artículo es reconstruir los rasgos que asumió la experiencia departicipación académica y de docencia universitaria de los intelectuales socialistas, focali-zando la atención en los casos de Alfredo Palacios, Enrique del Valle Iberlucea y EnriqueMouchet, quienes en esos años habían logrado una importante posición como dirigentes deeste partido. Se analizarán así las condiciones de su acceso a la cátedra, su práctica académi-ca, el tipo de trabajo científico llevado adelante por estos profesores y la producción de saberque generaron en su labor universitaria, evaluando los fundamentos de su trabajo científico.

Palabras clave: socialismo; universidad; intelectuales; ciencia; práctica académica.

Academic Practices and Knowledge Production of Left-wing Intellectualsin Argentinian Universities, 1900-1930

AbstractIn the early 20th century, the link between left-wing intellectuals and students, profession-als and some university professors became increasingly visible, as did the incorporation ofteachers belonging to the Socialist Party into universities. This article seeks to reconstructthe characteristics of socialist intellectuals’ experience of academic participation and univer-sity teaching, focusing on the cases of Alfredo Palacios, Enrique del Valle Iberlucea andEnrique Mouchet, who achieved key leadership positions in the party during this period. Itanalyzes the conditions of access to teaching, academic practice, the type of scientific workcarried out by the professors and the knowledge produced in their university work, assessingthe bases of their scientific work.

Key words: socialism; university; intellectuals; science; academic practice.

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[114] Secuencia, ISSN 0186-0348 █ núm. 92, mayo-agosto de 2015 █ pp. 113-138

Prácticas académicas y producción de saberde los intelectuales de izquierda en la universidad argentina, 1900-1930*

Osvaldo Graciano

Aun con el expreso rechazo porparte de algunos grupos de profe-sores que lo interpretaron como la

instauración de la enseñanza de la rebe-lión y la anarquía contra el orden en launiversidad, en las primeras décadas delsiglo XX se incorporaron en sus cátedrasfiguras que militaban en el Partido Socia-lista (en PS). No se trató de un proceso deincorporación masivo y en algunos casostampoco fue permanente, pero sí fue visi-ble por la prominencia política alcanzadapor algunos de ellos en ese partido, comoen los casos de Juan B. Justo, NicolásRepetto, Alfredo Palacios, Enrique delValle Iberlucea y Enrique Mouchet.También fueron numerosas, aunquemuchas veces breves, las militancias deestudiantes universitarios y de profesio-nales en las filas del PS y en las del anar-quismo, como ilustran los casos de JoséIngenieros y José Pascali en el primero, y

de Pascual Guglianone en el segundo.Pero fue el PS el que desde sus orígeneshizo muy visible ese vínculo y el hechoque mejor lo demuestra fue el predominiotemprano que en su dirección tuvieron losmédicos, los abogados y los ingenieros.1

La experiencia universitaria fue así unfactor que influyó tempranamente en elsegmento de los militantes de izquierdaprovenientes de las clases medias que cur-saron sus estudios en la universidad defines del siglo XIX, en la elección de incor-porarse a una de sus fuerzas. Pero funda-mentalmente lo fue en determinar unlugar expectante en sus filas, de cara adesarrollar una carrera política en ellas,por sobre los militantes obreros. La condi-ción universitaria influyó sin dudas en suscarreras partidarias: el prestigio social queotorgaba el título como expresión máximade la cultura letrada, el dominio de la ora-toria y la escritura, la posesión de un sabercientífico, fueron aspectos que gravitarona la hora del debate interno y de las pos-tulaciones a los cargos partidarios y elec-tivos. Este vínculo con el mundo letradofue evidente también en el PC argentino,creado a partir de la conmoción política

* Una versión preliminar de este trabajo se pre-sentó en las Jornadas Universidad, Intelectuales yVanguardias en la Argentina. Primera mitad del sigloXX. Estudios y perspectivas de investigación, realiza-das en la Universidad Nacional de Quilmes, los días21 y 22 de marzo de 2013. Agradezco los comenta-rios formulados por sus participantes así como tam-bién los realizados por los evaluadores anónimos de larevista.

1 Sobre el desarrollo del PS en este periodo, véaseAdelman (1992, pp. 211-238); Camarero y Herrera(2005); Walter (1977).

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mundial del ciclo revolucionario europeode la primera posguerra y que incorporóen sus filas a estudiantes y profesionalescomo Alberto Palcos, Paulino GonzálezAlberdi y al ya citado Pascali, aunque elitinerario del partido en los años veinteno llevó a la consolidación de estos en sudirección (Camarero, 2007).

El cambio político democrático ini-ciado en 1912 y los educativos en las uni-versidades impulsados por la reforma universitaria de 1918, como la influenciaque ejerció sobre la intelectualidad argen-tina la revolución bolchevique, hicieron asu vez posible a un sector del profesoradoy del movimiento estudiantil, otorgar enlos años veinte un lugar de difusión y deanálisis científico en la cátedra, a las ideo-logías y doctrinas económicas socialista ymarxista y a los procesos revolucionarios aque dieron lugar en Europa. Debe indi-carse, sin embargo, que la recepción delmarxismo en la universidad fue visibledesde temprano, siendo tema de análisissistemático en la cátedra por parte de inte-lectuales de la elite dominante como Er-nesto Quesada, y de modo puntual porparte de otros, así como de los jóvenesabogados socialistas Alfredo Palacios yEnrique del Valle Iberlucea, a través deconferencias y breves artículos.2 Pero fuea partir de la influencia estudiantil en lanueva década que algunas facultades

–como las de Derecho de Buenos Aires y de La Plata–, incorporaron su estudioen los programas de algunas materias,mostrando un cambio sustantivo paraemprenderlo: ese estudio se inscribía enel escenario histórico mundial de la pri-mera posguerra, que modificó totalmentela labor intelectual sobre el marxismo, lle-vando a su abordaje ya no sólo como unateoría social, sino como una doctrina polí-tica cuyos principios dirigían el procesopolítico sobre el cual el proletariado euro-peo construía un nuevo orden social.3

Vale aclarar que la vinculación de mu-chos universitarios con el anarquismo, elsocialismo y el comunismo no generó ensu interior programas para la transforma-ción de la universidad, ya que la exten-dida interpretación de las casas de altosestudios en estos movimientos fue la dedefinirlas como un aparato cultural con-trolado por los sectores dominantes y de formación profesional de sus núcleosdirigentes. Su corolario fue un juicio cate-górico sobre su nulo aporte al desenvol-vimiento educativo, científico-cultural ypolítico-social del país. Sólo las protestasestudiantiles de 1918 movilizaron a socia-listas y anarquistas para reclamar cambiosprofundos en la enseñanza universitaria y

2 El estudio que Quesada promovió del marxismofue complejo, pero desde una lectura defensiva delorden social: su objetivo era cuestionar científica-mente la validez teórica y política de su aplicación ala realidad argentina para su transformación. Véaseal respecto Pereyra (1999, pp. 41-56). Para un aná-lisis integral de las lecturas de Marx realizadas poruniversitarios liberales y socialistas, Tarcus (2007, pp. 409-491).

3 Su estudio en la universidad posterior a 1918tuvo un relevo social evidente, pues fue desplegado demodo excluyente por intelectuales reformistas y de izquierda provenientes de las clases medias de ori-gen inmigrante, así como también su difusión fueemprendida a través de cursos libres y conferencias,confiadas a intelectuales argentinos y extranjeros quesimpatizaban con la experiencia bolchevique. Peroexpresó además una paradoja: en el momento histó-rico de su apogeo como ideología fundante de unasociedad socialista, resulta difícil encontrar en las cáte-dras argentinas cursos de estudios sistemáticos delmarxismo. Graciano (2008, pp. 91-118).

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apoyar sus propuestas. Pero esa miradacrítica omitía, sin embargo, la específicaarticulación que las tres universidades exis-tentes en el país guardaban con el sistemapolítico y con la burocracia estatal (muyvisibles durante el régimen oligárquico),a partir de la cual aquellas fueron capacesde formar a sus cuadros políticos y téc-nicos. Esta articulación entre política yuniversidad y entre esta y el Estado fuepuesta a la luz en distintas investigacioneshistoriográficas y sociológicas (Buchbin-der, 2005; Zimmermann, 1995).4

Puede afirmarse también que el lazoentre estas fuerzas políticas y los universi-tarios no fue excepcional ni contingente alo largo de la primera mitad del siglo XXy fue particularmente en el PS en dondese hizo más visible, ya que muchos de susdirigentes e intelectuales eran egresadosde las universidades teniendo asimismouna presencia dominante en su dirección.5En este artículo se reconstruyen la docen-cia universitaria y la actividad académicallevadas adelante por Alfredo Palacios,Enrique del Valle Iberlucea y EnriqueMouchet, egresados de la universidad ar-

gentina y que al mismo tiempo que des-plegaron una extensa trayectoria comodocentes en ella militaron en el socialismo.Aun en lo arbitrario que toda seleccióntemática y construcción del objeto de in-vestigación tiene por parte de un histo-riador o de cualquier científico social (yasea por la selección del enfoque y el diseñometodológico, de las variables puestas enevaluación o del recorte del periodo y laclasificación de fuentes, entre otros aspec-tos) su estudio se justifica por el hecho decontarse entre los primeros socialistas quetuvieron acceso a cátedras universitarias y desarrollaron en ella una prolongada carrera académica. A lo largo de estaspáginas se analizan las condiciones de suacceso a la cátedra, las características desu práctica académica y del tipo de tra-bajo científico y de producción de saberque llevaron adelante. El estudio de suobra permite evaluar en qué medida lacátedra fue el espacio de esa produccióny, no menos importante, los fundamentosdel trabajo científico que desplegaron. Elabordaje privilegiado en este trabajo seconcentra en la reconstrucción de los iti-nerarios intelectuales de estos universita-rios, focalizando la escala de análisis ensus carreras y haciendo hincapié en la eva-luación de sus prácticas académicas sin-gulares y de la producción científica a queellas dieron lugar. Se pretende desde esteenfoque echar luz sobre una de las formasque asumió la experiencia intelectual delos hombres de izquierda que detentabantítulos profesionales en las primeras déca-das del siglo XX y que tuvo lugar en launiversidad.6 Sin embargo, a pesar del

4 Otros estudios sistemáticos desde las cienciassociales para comprender los vínculos entre conoci-miento social y Estado y la formación de categorías decientíficos y expertos, son Bohoslavsky y Soprano(2010); Fréderic, Graciano y Soprano (2010); Neiburgy Plotkin (2004). Para una perspectiva latinoameri-cana sobre el papel de los abogados como hombresde Estado, véase Pérez (2008).

5 Si bien se trató de un partido con importantenúmero de afiliados y de votantes obreros, no menorfue el de empleados, artesanos y pequeños comercian-tes. Pero la participación de universitarios en sus filasy en sus listas de candidatos siempre fue numerosa, unhecho muy visible en la ciudad de Buenos Aires y enLa Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires.Véanse Graciano (2008); Walter (1977, pp. 174-176).

6 Vale aclarar que la producción escrita de estosuniversitarios es profusa y en función de los objetivosde este artículo, sólo se identifican y analizan las que

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hecho ampliamente constatado por la his-toriografía argentina de la extensa tra-yectoria e influencia en las universidadesde los profesionales socialistas como losaquí estudiados, se trata de una temáticaque cuenta sólo con una escasa explora-ción sistemática.7

Debe remarcarse que el análisis em-prendido en este artículo es posible tam-bién por la consolidación de una serie deestudios que reconstruyeron la historia de la universidad y de la cultura acadé-mica que en ella se constituyó, atendiendoprecisamente a los proyectos y a las expe-riencias educativas y científicas que en suinterior desplegaron sus cuerpos de profe-sores, sus científicos y el movimiento es-tudiantil, redefiniendo desde esas clavesel desenvolvimiento institucional de lascasas de altos estudios. Esta historiogra-fía hace posible inscribir en ella las tra-yectorias docentes y científicas de Palacios,de Del Valle Iberlucea y de Mouchet queno sólo tuvieron una extensa duración,sino que también influyeron en la mode-lación de las características que la prác-tica científica y docente fue tomando en elperiodo aquí estudiado.8 Este artículo seinscribe también en la trama de los estu-dios de la historia intelectual, un campode investigación plenamente consolidadoen Argentina. Sin embargo, se ofrece enél un enfoque metodológico diferenciado

para la reconstrucción de las trayectoriasde los universitarios y de su producción desaber, que vincula las dimensiones de suactividad científico-académica en la uni-versidad con las de su condición de claseinscritas en sus biografías y, no menosimportante, las de su experiencia político-ideológica y partidaria, entendidas siem-pre como dimensiones de una prácticasocial intelectual singular y unívoca quelos tiene como protagonistas y que con-diciona sus elecciones ideológicas, apues-tas políticas e intervenciones intelectua-les, como también sus orientaciones yespecializaciones disciplinares.9 Esta pers-pectiva posibilita analizar a la vez las con-diciones de su producción de conoci-miento en la universidad y el tipo desaberes que elaboraron en su seno, comoresultado de una práctica intelectual con-dicionada por diversas dimensiones: laspropias de su actuación en el espacio uni-versitario, pero también las constitutivasde sus intervenciones en la esfera culturaly en la política partidaria.

BIOGRAFÍA, FORMACIÓN ACADÉMICAE INCORPORACIÓN A LA ENSEÑANZAUNIVERSITARIA.

El enfoque biográfico permite analizar lositinerarios académicos de Palacios, de DelValle Iberlucea y de Mouchet, reconstruirsus perfiles de formación profesional y suelección de una carrera docente universi-taria, y atender también a las expectati-vas sociales y culturales familiares que enesas elecciones influyeron. La sociabilidadde su infancia y primera juventud, la esco-

se vinculan más estrechamente a su labor como pro-fesores y a aquellas que, aun teniendo un origen vinculado a su actividad partidaria, se publicaron en revistas académicas.

7 Entre los trabajos sistemáticos desde esta pers-pectiva, véanse Becerra (2009); Graciano (2003a,2008, 2010).

8 Véase al respecto Altamirano (2004); Biagini(1999); Buchbinder (1997, 2005); Vallejo (2007).

9 Sobre este enfoque véanse los trabajos deAltamirano (2001, 2006); Neiburg y Plotkin (2004).

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larización, etapas decisivas en la forma-ción de su personalidad y de generaciónde expectativas, permiten visualizar lascondiciones y factores familiares, educa-tivos y político-culturales que influyeronen sus identidades personales e inferir sigravitaron en sus elecciones de las carrerasuniversitarias.

Nacido en la ciudad de Buenos Airesen 1878, Palacios era miembro de unafamilia criolla rioplatense formada enabierta contradicción de los convenciona-lismos del matrimonio católico, ya que supadre, el político uruguayo Aurelio Pala-cios, había constituido otra anteriormentesí reconocida por la Iglesia católica. Re-cibiría asimismo una formación escolarlaica en los niveles primario y secundario(escolarización que atravesaría la coyun-tura de secularización liberal de la socie-dad de la década de 1880) y egresaríacomo abogado en 1900. En su elecciónde la carrera de Derecho debió influir eldiktat social paterno, ya que su padre eraun jurista reconocido, egresado de la facul-tad en la que Alfredo y otro de sus hijostambién la cursarían. La figura paternapudo ser también un modelo en instar a latemprana preocupación de Alfredo por la política, ya que aquel fue un dirigentedel partido Blanco uruguayo y participóen la vida política argentina. Pero la ma-terna fue decisiva en su temprana forma-ción católica, que lo llevó a integrarse–aún siendo estudiante secundario– a losCírculos de Obreros Católicos organiza-dos por el cura Federico Grote (García,1998). Pero su preferencia por los estu-dios de abogacía muestra bien el curso depromoción social que tenían las familiascriollas porteñas de clase media y condi-ción letrada y el peso de una tradición de“doctores” fundada por su padre. Su

ingreso en la Facultad de Derecho yCiencias Sociales de la Universidad deBuenos Aires en 1896 lo inscribió en unespacio institucional trazado por las cues-tiones laicas y liberales del derecho, laciencia y la política. Esta formación jurí-dica, fundada en una ciencia dominadapor el positivismo evolucionista, lo alejódel movimiento católico, siendo a su vezuna de las condiciones para su acerca-miento al PS.

Del Valle Iberlucea era el contrapuntosocial de Palacios, ya que pertenecía a unafamilia española de inmigración recienteal país (él mismo extranjero, ya que habíanacido en Castro Urdiales, en 1877), quese instaló en Rosario. Pero en términosculturales y políticos se formó en espaciosde sociabilidad similares: el hogar fami-liar tenía como cabeza a un padre repu-blicano (este fue uno de los motivos de laemigración de la familia) y esa experien-cia fue reforzada por una escolarizaciónmedia liberal-positivista (asistió al bachi-llerato del Colegio Nacional de aquellaciudad) y por una trama de vínculos personales que tejió ese estudiante conalgunos de sus profesores durante sujuventud, que lo llevaron a participar encenáculos y revistas culturales liberales de la ciudad promovidos por ellos y losestudiantes del colegio. Pero ya desde esosaños se relacionó con el socialismo de laciudad. Su carrera universitaria estaríamarcada tanto por su condición de extran-jero (recién obtuvo su carta de ciudada-nía argentina en 1902) y la de “provin-ciano”, ya que debió trasladarse desdeRosario a Buenos Aires para llevarla ade-lante (véase Solari, 1972, y en particularBecerra, 2009).

En tanto los datos biográficos de En-rique Mouchet permiten ubicarlo en una

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trama de vida familiar y escolar pautadapor rasgos sociales y en particular de socia-bilidad cultural y políticos cercanos a losde Del Valle Iberlucea, ya que integró unhogar porteño de clase media de origenfrancés. Si bien algo más joven que aque-llos (nació en 1886 en Buenos Aires), pro-bablemente desarrolló sus estudios debachillerato en el Colegio Normal de Pro-fesores de la ciudad y los universitarios enla Facultad de Filosofía y Letras, de la queegresó en 1910 como doctor en Filosofía,y en la de Ciencias Médicas, en la que segraduó en 1914.

Todos ellos vivieron la vertiginosa mo-dernización social y económica del país yla transformación de Buenos Aires en unaciudad moderna. El mundo social en elque estos jóvenes vivieron inauguró otrasrealidades para las familias de la elite ypara las de los sectores medios, ya fuerancriollos o inmigrantes. En efecto, la con-solidación definitiva del Estado y de unsistema político liberal, la secularizaciónde la vida pública y la transformación pro-funda de la sociedad, con la gran inmi-gración y la emergencia de esas clasesmedias, de partidos políticos y de un mo-vimiento obrero con gran presencia ex-tranjera y capacidad de protesta social, fueel nuevo escenario de sociabilidad en elque insertaron sus vidas de estudiantes deDerecho los jóvenes Palacios y Del ValleIberlucea, y de Filosofía y Medicina en elcaso de Mouchet (Rapoport y Seoane,2007, t. 1, pp. 108-219).

La Universidad de Buenos Aires tam-bién vivió esos procesos de cambios insti-tucionales, académicos y curriculares consu nacionalización y los de tipo social,como demostró el ingreso a sus carrerasde Derecho y de Medicina de hijos defamilias inmigrantes que integraban las

clases medias, los que fueron testimonia-dos por las propias autoridades universita-rias con alarma. Si ese fenómeno afectóprincipalmente a las carreras de Medicinae Ingeniería, fue visible también en la deDerecho y en las que se cursaban en lanovísima Facultad de Filosofía y Letras(Buchbinder, 2005, pp. 74-76; Halperin,2002). Pero la inmigración no era sólo un hecho social registrable para cual-quier porteño en su vida cotidiana, sinoque se inscribía, por un lado, en sus propias instituciones políticas, en sus leyesy en la obra de los gobiernos nacionales.También, por el otro, aparecía en la for-ma de las numerosas huelgas y protestasanarquistas que emergieron en el cam-bio de siglo, en el avance de la organi-zación sindical del socialismo y en la polí-tica de este movimiento, con la fundacióndel PS. El fenómeno social era motivo deinterés científico en la universidad: Pa-lacios desarrolló en 1899 su curso deSociología con Antonio Dellepiane en laFacultad de Filosofía y Letras y su temade estudio fue la “Condición de la claseobrera en Buenos Aires”, interesándole el fenómeno de la inmigración en su ladooscuro, el de las condiciones laborales y la situación de miseria de los trabajado-res, y el del activismo sindical y políticoobrero.

Tanto Del Valle Iberlucea como Pala-cios cursaron sus estudios en la Facultadde Derecho de la Universidad de BuenosAires contemporáneamente y pudieroncoincidir en cursos y vínculos académicosen ella, como seguramente compartieronel mismo núcleo de profesores, quienes sedesempeñaban a la vez como intelectuales,jueces, altos funcionarios y políticos del ré-gimen oligárquico (Joaquín V. González,Wenceslao Escalante, Osvaldo Magnasco

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y Manuel Obarrio, entre otros). Las carre-ras de Del Valle Iberlucea y de Mouchetconcordaron a su vez en un recorrido co-mún para algunos estudiantes del periodoy que era realizar estudios en la novísimaFacultad de Filosofía y Letras. Pero mien-tras para el primero fueron posteriores alos de Derecho y fue evidente que sirvie-ron de complementación para su especia-lización profesional en Historia e Historiadel Derecho Internacional, para Mouchetlos estudios de Psicología fueron los ini-ciales de su formación universitaria. Enefecto, este último se graduó en 1910 conuna tesis sobre psicología (aunque sudiploma lo acreditó como doctor en Filo-sofía) titulada “Examen del concepto deidentidad”. Pero sus intereses intelectua-les de especializarse en psicología médicasegún Vezzetti, lo llevaron a realizar almismo tiempo la carrera de Medicina, quecompletó en 1914 (Foradori, 1941, p. 11;Vezzetti, 1996b, p. 23).

Su realización de estudios en diversasfacultades de la Universidad de BuenosAires revelaba también las vinculacionesentre algunas de esas carreras, por lomenos en el hecho de que compartían losmismos profesores y que por lo tanto cons-truían tramas de especialización profesio-nal, de temáticas y de labor intelectualque las atravesaban. Ellas también influíanen las orientaciones electivas de los es-tudiantes: bajo el discipulado del médicoHoracio Piñero (que se desempeñabacomo profesor de psicología en la Facultadde Filosofía y Letras y de fisiología en la deCiencias Médicas), Mouchet se vinculó a sus cátedras y, como se señaló antes, continuó sus estudios de medicina, espe-cializándose en Psicología Experimental,graduándose en esta carrera con una tesiscuyo tema aplicaba los enfoques de aque-

lla disciplina: “Introducción a la fisiolo-gía y patología del espíritu”. Mouchet rea-lizó así dos carreras universitarias de modosimultáneo (iniciando ambas en 1908) ylas titulaciones que obtuvo operaban comocomplementaciones de su formación co-mo psicólogo experimental.10

En sus extensas carreras de estudian-tes, que duraban entre cinco y seis años(y que podían extenderse por dos o tresmás para alcanzar una segunda titulación,iniciada al mismo tiempo que la primerao ya avanzada esta) tuvieron gran influen-cia los vínculos discipulares que establecie-ron con los profesores en sus cursos, en loscuales desarrollaron formas específicas detrabajo científico, definieron orientacio-nes temáticas y de especialización que losmarcaría decididamente en sus carrerascomo egresados. Los discipulados que, sinduda, se continuaban más allá de las aulas,son un aspecto poco conocido aún y quesin embargo es relevante para el análisisde las prácticas académicas de los univer-sitarios. Así, como ya se indicó, este tipode vínculo educativo fue decisivo para laespecialización en Psicología Experimentalde Mouchet, quien como estudiante par-ticipó en los cursos de psicología que dic-taba Piñero. También lo fue para la orien-tación profesional de Del Valle Iberluceaen historia, derecho político e internacio-nal, el dictado de clases aún como estu-diante, como las que expuso en 1901 enla cátedra de Derecho Constitucional yque dieron lugar a su libro Derecho políticoese mismo año. En él expuso los tópicos

10 La carrera de Palacios también ilustra estatrama educativa concurrente de profesores y materiasentre distintas facultades, ya que como se indicó cursó,con Dellepiane, Sociología en la Facultad de Filosofíay Letras.

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del derecho político dando un lugar espe-cífico al análisis del socialismo y del mar-xismo. No menor fue la realización de sutesis para optar al título de doctor en Ju-risprudencia, bajo la orientación de losprofesores Joaquín V. González y PedroO. Luro. Titulada “El procedimiento judi-cial en el derecho internacional” y apro-bada en 1902, su tesis mostraba bien lainfluencia de algunos profesores y los vínculos construidos con ellos a lo largode sus carreras.11

El caso diferenciado fue el de Palacios,quien presentó como tesis para obtener sutítulo de doctor en Jurisprudencia el tra-bajo “La miseria (estudio administrativolegal)”, en la que expuso la explotación ymiseria obrera y una dura crítica del régi-men conservador. Rechazada por el juradoexaminador con un argumento formal (latesis contravenía para este el artículo 40 dela reglamentación universitaria), la razónreal fue la denuncia del régimen políticocomo oligárquico y venal, la crítica de lainstitucionalidad jurídica burguesa comoprivilegio de clase y el análisis sociológicode la situación de la clase obrera en el paísdesde un enfoque socialista, posicionesacadémicas que el profesorado de la facul-tad, integrante de la elite dominante y engran parte del poder político y estatal, eraimposible que aprobara.12 Palacios pare-

cía haberse conducido sin la direcciónexplícita de algún profesor de la facultadque avalara su tesis, aunque él reconocieraen ella la continuación del trabajo de se-minario iniciado con Dellepiane. Sin em-bargo, ese rechazo no detuvo sus aspi-raciones profesionales, ya que presentó a los pocos meses una nueva tesis titulada“Quiebras”. Acorde a las orientacionesjurídicas y condiciones académicas domi-nantes en la facultad, finalmente fue apro-bada sin inconvenientes.

La afiliación de estos tres universita-rios al PS una vez egresados de sus carreras,no fue así sorpresiva, sino que respondió aun acercamiento ideológico temprano y a un vínculo ya construido desde sus res-pectivas etapas estudiantiles con ese movi-miento y sus ideas, revelando un interéspor la política y la cuestión social que atra-vesaba a los jóvenes universitarios, aunantes de conformarse los centros estudian-tiles y desatarse sus primeras protestasimportantes. A pesar de que durante losaños de bachillerato y de universidad sehabían vinculado en relaciones discipula-res con profesores de posiciones jurídicasy políticas liberales que eran hombres del régimen político, y habían definidoen esas carreras un habitus escolar quemarcaría todo su trabajo intelectual –ypreparándose (según el discurso de lasautoridades universitarias) como la futura“clase dirigente del país”–, se adscribie-ron a las filas socialistas. Su opción por elsocialismo debe buscarse en las dimensio-nes sociales y culturales de sus condicionestanto etaria como de clase: como jóvenesestudiantes de los sectores medios urba-nos metropolitanos, fueron influidos porla prédica democrático-igualitarista queel PS dirigió hacia ellos y por la radicalidadantiburguesa de los círculos de la bohemia

11 Según Becerra, Del Valle Iberlucea postuló ensu tesis la inclusión del divorcio en la legislación ar-gentina y la plenitud de los derechos civiles de lasmujeres. Becerra (2009, pp. 14-15).

12 El jurado de tesis de Palacios estuvo integradopor David de Tezanos Pinto, Wenceslao Escalante,Raymond Wilmart, Osvaldo Piñero, Enrique Obarrioy Ángel Pizarro, algunos se desempeñaban en la altaburocracia y la magistratura. Véase García (1988, p. 243); Tarcus (2007).

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literaria porteña que frecuentaron en esosaños.13

Esas mismas dimensiones sociocul-turales jugaron como obstáculos a su acercamiento político a los profesores uni-versitarios que no sólo eran intelectualesde los sectores dominantes por ser unameritocracia del saber, sino que por supropio abolengo social la integraban,expresando valores y visiones del mundodistintas y antagónicas a las de estos jó-venes. Pero fueron también sus estudiosmedios y universitarios (y el acceso a tra-vés de ellos a una bibliografía entre la quese contaban la socialista, la anarquista yla marxista), los que les posibilitaron elanálisis crítico del orden social y políticonacional, y encontrar en el socialismo unmovimiento político que brindaba solu-ciones teóricas y científicas a las falenciasde ese orden.14 Pero si su cooptación alrégimen conservador no fue ideológica nipolítica, ella se dio bajo la forma educativay científica, con sus incorporaciones a unauniversidad y docencia conformadas ple-namente por intelectuales de la elite, almismo tiempo que desarrollaban su mili-tancia socialista.

TRAYECTORIA ACADÉMICA DE ENRIQUEDEL VALLE IBERLUCEA

Los inicios de la carrera docente de DelValle Iberlucea responden sin dudas a suacumulación exitosa de capital científicocon sus títulos de doctor en Jurisprudenciay en Filosofía y Letras y a sus tempra-nas publicaciones sobre cuestiones delderecho político y civil. Pero los vínculospersonales que estableció con Joaquín V.González, profesor de la Facultad deDerecho porteña durante la dirección de su tesis y luego al participar en 1904 en la elaboración del proyecto de códigonacional de trabajo del mismo González(ministro del Interior del gobierno de Ju-lio A. Roca), fueron decisivos para quefuera invitado por él a participar de suplan de organización de la nueva Univer-sidad Nacional de La Plata (UNLP). Enefecto, Del Valle Iberlucea fue nombradosecretario general de la recién funda-da UNLP y del Consejo Universitario en 1905, desempeñando esos cargos hasta1913. Inició así una carrera académicaincorporado a su estructura de gobierno,colaborando con autoridades y docentesque integraban el pináculo de la cienciapositivista, todos intelectuales liberales ycomprometidos con el régimen oligár-quico: entre ellos se contaban además deGonzález, Agustín Álvarez, Rodolfo Riva-rola, Ernesto Quesada, Luis María Drago,Manuel A. Montes de Oca y José N. Ma-tienzo. En ese cargo Del Valle Iberluceaacompañó a González y a los consejossuperiores en todas las resoluciones quepermitieron organizar las facultades, ins-titutos y escuelas de la universidad, nom-brar a sus autoridades, poner en marchasus carreras y organizar tanto los ciclos deintercambio académico con profesores y

13 Tarcus (2007, pp. 445 y 449) señala los víncu-los juveniles de Del Valle Iberlucea y de Palacios conescritores de esa bohemia y de este último con larevista de Ingenieros y Lugones, La Montaña.

14 La dirigencia socialista, universitaria y positi-vista, creía firmemente en que la ciencia era un instru-mento social para la transformación del país, con sufunción de proveer saberes y respuestas a los proble-mas de la sociedad y que era el socialismo su mismaencarnación. Para difundir los conocimientos cientí-ficos entre los trabajadores, se valió de su prensa y delas bibliotecas y ateneos que fundó tempranamente.Véase Barrancos (1996).

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científicos europeos como la extensiónuniversitaria (UNLP, 1910).

La condición de socialista de Del ValleIberlucea, conocida ampliamente, nohabía obstaculizado su nombramiento ysin dudas su reconocimiento como partede ese movimiento gravitó en su desig-nación, ya que la UNLP se fundó con el objetivo explícito de estudiar cientí-ficamente la cuestión obrera. La nueva institución continuaba en el espacio uni-versitario los estudios que parte de la di-rigencia liberal liderada por Gonzálezhabía impulsado desde el mismo Esta-do en esos años (Zimmermann, 1995, pp. 68-74). Su integración al círculo deprofesores de la UNLP que integraban laelite científica de principios de siglo, sedio también por compartir con ellos losfundamentos positivistas y evolucionistasde la misma, y por sus inquietudes pordesplegar una labor académica que dierabases científicas a las cuestiones políticasy sociales, que parte de ese profesoradotenía en su agenda intelectual. Del ValleIberlucea fue un activo impulsor de laextensión universitaria de la nueva casade estudios, participando en sus ciclos deconferencias y cursos y en las actividadesde intercambio universitario que imple-mentaron con reconocidos publicistasespañoles de reformas sociales, como enel caso del jurista Adolfo Posada (Zimmer-mann, 1995, pp. 73-74). El joven profe-sor socialista compartía con ese grupo dela ciencia académica positivista, una con-vicción educativa sobre una tarea univer-sitaria superadora del profesionalismo, quebuscaba convertir a la UNLP en un ámbitode investigación científica en el terreno delas ciencias físicas y naturales, así comode las disciplinas sociales y profesionales(Buchbinder, 2005, pp. 81-91). Pero era

también evidente que los vínculos perso-nales y profesionales de Del Valle Iber-lucea con González fueron decisivos parallevarlo a participar de la organización dela nueva universidad, integrándolo alnúcleo de su dirección académica con unacarrera profesional recién iniciada y consólo 28 años. Su docencia universitariacomenzó en la misma UNLP: primeroacompañó a González en su cátedra deDerecho Internacional Público en la Fa-cultad de Ciencias Jurídicas, de la que fuedesignado profesor suplente en 1908.Poco después consolidaría esa posición aca-démica (que para nada mostraba margi-nalidad en el sistema educativo estatal),siendo nombrado en 1914 titular de De-recho Internacional Público y accediendoa una cátedra de Historia de la Civili-zación en la Facultad de Filosofía y Letrasporteña y a otra de Historia Moderna yContemporánea en el Colegio Nacionalde Buenos Aires.

Sin embargo, esas posiciones académi-cas y esas relaciones universitarias no pue-den llevar a pensar en una cooptación inte-lectual, ya que su labor profesional no selimitaba a ellas. En efecto, en su militan-cia en el PS, Del Valle Iberlucea establecióun fuerte vínculo entre su profesión y lapolítica partidaria, ya que desde 1905 yjunto con Palacios atendió un consulto-rio jurídico de la central socialista UniónGeneral de Trabajadores. Pocos años des-pués (en 1910) creó el Ateneo Popular,junto con otros universitarios (entre losque estaba Enrique Mouchet) con el finde dictar cursos y conferencias entre losobreros. Esta acción partidaria se com-pletó con su pretensión también de inci-dir en su discusión ideológica, fundandoen 1908 la Revista Socialista Internacional(pocos años después renombrada como

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Humanidad Nueva) desde la que propusodifundir textos doctrinarios marxistas, edu-cativos y científicos (Tarcus, 2007, pp.456-458). Ese Ateneo Popular era unavariante socialista de la vulgarización cien-tífica universitaria y estuvo influido porla que el mismo Del Valle Iberlucea ges-tionaba desde la UNLP, lo que se expresóen el hecho de que algunos profesores deesta participaron allí, dictando conferen-cias o cursos. Los vínculos, por ejemplo,entre estas experiencias de extensión eranestrechos hasta en sus temáticas, referidasen parte a la problemática obrera y lasideas del socialismo, y se ejemplifican biencon la conferencia que Del Valle Iberluceabrindó en una y otra institución sobre mar-xismo titulada “Teoría materialista de lahistoria”. En su exposición de la mismaen la universidad platense (de agosto de1906), Del Valle Iberlucea ensayó ante suauditorio (formado además de legos, porestudiantes y por algunos de sus propioscolegas) un balance de la historiografíanacional, señalando la carencia de un estu-dio científico del pasado argentino y pos-tulando que ese enfoque se asociaba a laaplicación a ella del materialismo histó-rico. Esbozaba de ese modo una concep-tualización y un programa de lo que debíaser la investigación histórica, cuyos resul-tados en términos de la interpretación de lahistoria argentina llevarían a visualizar losfactores económicos y la lucha de clases ensu desenvolvimiento. Pero su importanciano era menor en términos políticos y so-ciales, ya que Del Valle Iberlucea (1929)descubriría a las masas, bajo el nombregenérico de “pueblo”, como protagonistadecisivo de esa historia. Así lo sintetizaba:

Hasta ahora, señores, hemos hecho en larepública la historia de los héroes y de los

grandes personajes; pero es necesario que enadelante procuremos escribir su historia cien-tífica, y sólo lo conseguiremos cuandoempleemos el método señalado por el mate-rialismo histórico: es posible que con ese sis-tema reduzcamos la magnitud de ciertoscuadros y de ciertos hombres; pero, en cam-bio, aparecerá con más relieve una entidadanónima que hizo la revolución y creará lagrandeza de la república: el pueblo (p. 185).

Los escritos de Del Valle Iberluceaestuvieron particularmente condicionadospor su itinerario entre su carrera acadé-mica y el ejercicio profesional, la gestiónuniversitaria platense y su militancia polí-tica: así, mientras sus primeras publica-ciones refirieron a cuestiones jurídicas yde derecho político, luego las mismas fue-ron el resultado tanto de su labor institu-cional universitaria como de su acción enel PS. Entre las primeras se encuentran suslibros Derecho político (1901) y El procedi-miento judicial en el derecho internacional pri-vado (1902), y entre las segundas la yacitada Teoría materialista de la historia ytambién Industrialismo y socialismo en laRepública Argentina (1909).15

Pero su afianzamiento en las cátedrasuniversitarias le permitió desarrollar unainvestigación de aspectos de la historiaindependentista rioplatense, que dieronlugar a su libro Los diputados de BuenosAires en las cortes de Cádiz. Nuevo sistema degobierno económico de América y al breve textoLas cortes de Cádiz. La revolución de España.La democracia de América, ambos publica-dos en 1912. En la Facultad de Filosofíay Letras participó en la obra colectiva de

15 Para una síntesis general de la obra de DelValle, véase Corbière (1987, pp.16-17); Tarcus (2007, p. 177).

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recopilación documental promovida porLuis María Torres y Emilio Ravignani,Documentos para la historia argentina, cola-borando con la edición del libro de MiguelLastarria Colonias orientales del Río Paraguayo de la Plata, editado por esa unidad académica en 1914 (Buchbinder, 2005,pp. 76-77). Una tercera obra, que fuetambién resultado de su tarea docente enesa facultad (pero que estuvo motivadapor la crisis europea que llevó a la guerra)fue La guerra europea y la política interna-cional. Lecciones sobre la historia de las rela-ciones internacionales de Europa en el siglo XIX,dictadas en la Facultad de Filosofía y Letras,siendo publicada en 1914.

En todos estos escritos su labor secaracterizaba por el dominio e instrumen-tación de la historiografía positivista y delcanon bibliográfico jurídico en materia dederecho político e internacional, experti-cia profesional reconocida por sus pares(Becerra, 2009, pp. 44-61). Sus aportesen ellas iban desde ensayar la interpreta-ción marxista de los hechos históricos, aproponer la defensa del divorcio y la igual-dad civil en el derecho de las mujeres, y deuna juridicidad que contemplara los de-rechos sociales y obreros. Pero salvo algu-nos de sus libros jurídicos e historiográfi-cos, sus trabajos revelaban una tarea másensayística y de interpretaciones biblio-gráficas exhaustivas, de lecciones y confe-rencias de cátedras y cursos libres, másque ser despliegues de investigacionesempíricas ampliamente documentadas.Sus estudios de la historia independen-tista hispanoamericana como los de la his-toria política europea del siglo XIX y lacoyuntura de la guerra mundial, no pue-den ser definidos como el resultado de unainterpretación marxista del pasado strictusensu, aunque algunas de esas páginas con-

tuvieran este tipo de análisis. Pero de cual-quier modo, se trataba de una obra univer-sitaria resultado de una labor científica yque mostraba un grado importante deprofesionalización, ejemplificando bienuna modalidad del trabajo de investiga-ción científica de la época. En efecto, unlibro como La guerra europea y la políticainternacional… (1914), fue el producto deun ciclo de conferencias magistrales dadaspor Del Valle Iberlucea a sus alumnos, deriguroso análisis bibliográfico más que do-cumental, de las relaciones internaciona-les de las principales potencias europeas.16

En la medida en que pudo consolidarsu tarea como docente universitario, estasobras expresaron una labor de estudio einvestigación en la cual la cátedra era elespacio y condición de su producción.Tanto sus primeros textos jurídicos (fruto,como se señaló, de sus colaboraciones co-mo estudiante en cursos de la Facultad deDerecho porteña) como estos últimos tra-bajos historiográficos de raíz docente, fue-ron la obra de un universitario que ibaconsolidando su erudición y dominiocomo especialista del derecho internacio-nal y de la historia hispanoamericana. Perodifícilmente podría evaluarse que ellasserían los primeros pasos de una trayec-toria de Del Valle Iberlucea como juristay como historiador. En efecto, como ex-puso Buchbinder (2012) en su biografíade los Quesada, el trabajo académico do-minante en el sistema universitario tenía

16 Aunque este tipo de libros tenía una unidad detema, su carácter de obra “contingente”, se demos-traba en su propio formato: contenía versiones taqui-gráficas de sus conferencias como docente y dos bre-ves discursos parlamentarios. Este rasgo de formato sereproducirá en su libro, La cuestión internacional y elPartido Socialista (1917).

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un rasgo ensayístico, acorde a una univer-sidad más profesionalista que científica:“en la que la identidad de los profesores yacadémicos se construía más que en supapel de científicos y universitarios en sucondición de políticos y de profesionalesliberales” (p. 202).

La labor académica de este socialistaregistraba así una producción que se reco-nocía tanto en la investigación científicacomo en el ensayismo. Pero a partir de suelección como senador nacional en 1913,toda su labor intelectual giró principal-mente sobre su acción legislativa, aleján-dolo de una posible carrera volcada a lainvestigación en la cátedra, en la que con-tinuó desarrollando sólo una tarea docente.Y ello se demuestra con gran parte de suproducción intelectual entre ese últimoaño y su desafuero parlamentario en juniode 1921. Estas nuevas publicaciones fue-ron la tarea de un político profesional, deun publicista socialista y en menor me-dida, la de un profesor especializado enhistoria y derecho internacional. Sus dis-tintas publicaciones de este periodo fueronlas conferencias, discursos y proyectos par-lamentarios que brindó como político ysenador socialista y sus artículos periodís-ticos como director del diario La Van-guardia. Al igual que su libro La guerraeuropea (1914), La cuestión internacional yel Partido Socialista (1917) fue la obra queaunó la labor del político profesional y deldocente universitario, reuniendo escritosde origen partidario, parlamentario y desus clases. En la edición de este últimoprimaba un interés político partidario, yaque Del Valle Iberlucea justificaba supublicación no en razones de difusión desaberes científicos entre los estudiantes yuniversitarios sobre la realidad internacio-nal, sino más bien en que podría incidir en

las disputas internas del PS frente a la GranGuerra.17

Sin embargo, toda su obra expuso unacondición singular de lo que debía ser eltrabajo universitario, en el que Del ValleIberlucea enfatizaba que la ciencia debíafundar la acción intelectual en la cátedra,diferenciando claramente la práctica voca-cional y hasta diletante en ella (que habíacaracterizado a gran parte de los universi-tarios aún avanzada la primera década delsiglo) de la investigación científica, quereivindicaba plenamente. Pero al igualque gran parte del discurso universitariodel periodo, Del Valle Iberlucea argu-mentó que era la ciencia la que debía fun-dar a la acción política. En los tres añosprevios a su desafuero parlamentario y a sumuerte poco después (en agosto de 1921),fue consejero académico en la Facultad deFilosofía y Letras porteña durante el deca-nato reformista del filósofo AlejandroKorn y en la de Ciencias Jurídicas de LaPlata, defendiendo en ambas las propues-tas impulsadas por el reformismo del ’18.El conflicto desatado por el estudiantadode clases medias visibilizó a la universi-dad ante la dirigencia socialista como unespacio más –pero en su dimensión cul-tural– de la disputa política con la elitedominante, que abría la posibilidad de

17 En una nota introductoria el editor del libroafirmaba: “Comprende este libro una serie de artícu-los publicados en LA VANGUARDIA, algunos discursospronunciados en el Senado de la Nación y varias lec-ciones dictadas en la cátedra de Derecho Internacionalde la Universidad de La Plata. […] Se justifica surecopilación en este volumen por el debate suscitadoúltimamente en el seno del Partido Socialista, conmotivo de la actitud de sus parlamentarios en elCongreso al votar la ruptura de relaciones diplomáti-cas con Alemania.” (Del Valle Iberlucea, 1917).

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poner en jaque el control de esa agenciaeducativa por parte de sus intelectuales.Las protestas de los estudiantes llevaron alos socialistas a apoyarla, tanto por suidentificación social y política con elloscomo por las propuestas de democratiza-ción de su gobierno y de profesionali-zación de las carreras y disciplinas quereclamaban. A partir de esa lectura el PSy estos profesores apoyaron las demandasestudiantiles de cambio universitario e in-cluyeron en su programa mínimo de 1918el postulado de “Democratización de lasuniversidades y extensión popular de su enseñanza” (Partido Socialista, 1945, p. 10). Si bien Del Valle Iberlucea apoyólas protestas de los estudiantes, coincidiócon sus demandas y alcanzó nuevamentecargos de dirección universitaria gracias aellas, en esos últimos años se dedicó delleno al estudio y defensa de la revoluciónbolchevique en Rusia, de la que terminósiendo uno de sus publicistas y la queimplicó en él una verdadera inflexión ensus posiciones políticas, llevándolo a apo-yar la incorporación del PS a la TerceraInternacional. Estas posiciones le valieronademás del ya señalado desafuero parla-mentario y un juicio por desacato, elreclamo de expulsión del profesorado delColegio Nacional de Buenos Aires porparte de sus colegas.18

TRAYECTORIA ACADÉMICA DE ALFREDOPALACIOS

La docencia universitaria de Palacios co-menzó en 1910 en la Facultad de Derecho

de la que había egresado, siendo desig-nado profesor suplente de Filosofía delDerecho. Esa inicial y marginal inserciónacadémica estuvo precedida de una ful-gurante carrera en las filas del PS desde suincorporación en 1901 que lo había lle-vado a ser electo como diputado nacionaldurante dos periodos (1904-1907 y 1912-1915) y sin dudas fue un aspecto valoradoen su nombramiento, ya que Palacios apa-recía en esa casa de estudios para ofrecer laenseñanza de las ideologías obreras (Hal-perin, 2001). Su tesis rechazada había sidopublicada en 1900 por Sesé y Larrañaga,bajo el título La miseria en la RepúblicaArgentina y fue clave para hacerlo cono-cido en las filas del PS y comenzar su tra-yectoria en él. A su vez, Palacios desplegóen esa primera década del nuevo siglo unaintensa labor legislativa y de militanciapartidaria, junto al ejercicio liberal de laabogacía (aunque con dedicación particu-lar a la defensa de trabajadores y militan-tes socialistas). Pero su inserción docentemarginal se modificó hacia 1915 con sunombramiento como profesor titular deLegislación Industrial en la Facultad deCiencias Económicas. Su acceso a ambascátedras le brindó así la posibilidad de ini-ciar una carrera académica primero en lafacultad, cuyos colegas articulaban su pro-fesión férreamente con el sistema de poder,y en otra como la de Ciencias Económicas,de carácter novísimo que, aunque confuerte presencia de los juristas de la ante-rior, mostraba una apertura a las preocu-paciones temáticas laborales y sindicalesdel movimiento obrero. Desde 1915 Pala-

18 Las posiciones de Del Valle Iberlucea frente ala revolución rusa pueden seguirse en Enrique delValle Iberlucea (1920) y en su libro póstumo La revo-

lución rusa (1934). Un análisis de sus posiciones frentea la revolución y el proceso político-judicial reaccio-nario que generaron, en Kohan (2000, pp. 55-64);Becerra (2009, pp. 109-161).

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cios pudo en esta última diseñar un cursode estudios en torno a la cuestión legal ysindical obrera. Pero ese fue el año tam-bién en el que vivió su primer gran con-traste en su carrera política que lo alejóde la misma hasta fines de 1930, ya quefue expulsado del PS y renunció a su bancade diputado nacional. Esa situación lollevó a concentrarse de lleno en la activi-dad profesional y en las nuevas cátedras.19

Las protestas estudiantiles reformistasde Córdoba, Buenos Aires y La Plata pro-movieron a Palacios como uno de los refe-rentes de la renovación científica y edu-cativa de las aulas universitarias, y esapromoción tuvo efectos académicos con-cretos en su carrera. En la coyuntura deauge del reformismo estudiantil (entre1918 y 1925), fue designado por esemovimiento como su vocero en el viajeque realizó a las universidades de Perú en1919 y obtuvo, por moción del Centro deEstudiantes de Derecho de Buenos Aires,el apoyo de las autoridades de su facultadpara desarrollar en ella ese mismo año yen 1920 un curso libre de “Legislacióndel trabajo”. Asimismo, las autoridades deCiencias Económicas (un año después)apoyaron su plan de llevar adelante unainvestigación experimental sobre las con-diciones de trabajo en el puerto de la Boca.Estas nuevas iniciativas académicas le permitieron desenvolver un trabajo cien-tífico influido por autores socialdemócra-tas, por las nuevas codificaciones del dere-

cho laboral y por los estudios de psico-logía experimental europeos sobre el tra-bajo industrial. Si antes de 1918 Palaciosno había dado cuenta aún de escritos cien-tíficos, desde 1919 la Revista de CienciasEconómicas contaría con un número signi-ficativo de sus colaboraciones. En esteúltimo año publicó “El Código Civil Ar-gentino y los obreros” y “Los trabajado-res en la Argentina”. Un año despuéspublicó en esa misma revista los artícu-los “Derecho internacional obrero” y “Lossindicatos de trabajadores en la Cámarade Diputados”. Pero su libro mayor seríaEl nuevo derecho, publicado en 1920 y dedi-cado a la crítica de las codificaciones delderecho civil de tradición liberal y al aná-lisis de las luchas obreras, de sus organiza-ciones sindicales y de la legislación labo-ral. En este libro formulaba su propuestade desarrollo de los estudios jurídicossobre la base de la investigación científicaempírica, que inscribía como parte de lapropuesta del reformismo universitario:

Ahora, la reforma tiene raigambre fuerte entodas las universidades de la República […]No hay ciencia sin el estudio de los hechos,sin la investigación como método, que es laobservación sistematizada de esos hechos(Palacios, 1934).

Palacios inscribió en esa definición delo que debía ser el trabajo científico uni-versitario, una condición de legitimidadsocial que pasaba por la vinculación delmismo con el estudio científico de losintereses y demandas de la clase obrera y, más genéricamente, del pueblo. Estavinculación era decisiva a su criterio en la construcción por la universidad, de for-mulaciones jurídicas que garantizaran losderechos de aquel, atribuyéndole así a la

19 Palacios intentó junto con un pequeño grupode socialistas liderar una alternativa partidaria al PS,con la fundación ese mismo año del Partido SocialistaArgentino, la que sin embargo se frustró rápidamente,obligándolo a concentrarse en la actividad universita-ria a lo largo de toda la década de los veinte (Luna,1999).

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ciencia practicada en ella una funciónsocial, que era el estudio de la realidad delmundo de los trabajadores. Según su cri-terio, del cumplimiento estricto de esevínculo derivaba la legitimidad del sabercientífico producido en el seno de aquella.La obra apuntaba a mostrar la superaciónde las concepciones decimonónicas delderecho burgués por las nuevas corrien-tes jurídicas, fundadas en el solidarismosocial y que reconocían el avance políti-co de la clase obrera (Graciano, 2008, pp. 91-96). Fue en el libro La fatiga y susproyecciones sociales, de 1922, con el cualexpuso en toda su dimensión su propuestapara la enseñanza del derecho, en el quevinculó ciencia jurídica y crítica del capi-talismo industrial. Este libro reunía losinformes de una serie de experiencias cien-tíficas que en 1921 llevó adelante entrelos obreros del Estado en el barrio de laBoca, desde la cátedra de LegislaciónIndustrial y en los que registró las conse-cuencias psicofísicas que producía en susorganismos la jornada laboral de ochohoras, recurriendo a los métodos de la psi-cología experimental. Allí propuso que lalegislación del trabajo debía formularse apartir de los resultados que en los labora-torios instalados en las fábricas obtuvie-ran los abogados sobre las condicioneslaborales. A partir de estas investigacio-nes, Palacios (1944) sostuvo que el desa-rrollo de las ciencias jurídicas debía fun-darse sobre los métodos experimentalesde la psicología y aplicarse en particularpara el estudio del desenvolvimiento labo-ral bajo el capitalismo.

Los libros El nuevo derecho y La fatigafueron una dura crítica de la ciencia jurí-dica liberal y a partir de ellos Palacios fueconstruyendo una carrera académica y con-figurando un nuevo discurso sobre la fun-

ción social del derecho y la legislación.Así definió y promovió un programa parala renovación de la enseñanza de las facul-tades de Ciencias Jurídicas y del perfilprofesional del abogado, sustentado en sudefinición del derecho como una cienciasocial, en su propuesta de formular unanueva legislación a través de ensayos cien-tíficos vinculados a la psicología experi-mental y de la introducción del derecholaboral como rama específica de los estu-dios jurídicos. Sus libros mostraban lasconcepciones teóricas y jurídicas del socia-lismo reformista para transformar la juri-dicidad burguesa y las presentaba comouna alternativa a las experiencias de cam-bio revolucionarias como la bolchevique(Herrera, 2001, pp. 303-310).

Convertido en figura nacional y conti-nental del reformismo universitario y apo-yado por el estudiantado, la carrera aca-démica de Palacios alcanzaría su puntomás alto al ser designado profesor dePolítica Económica en 1921 de la Facul-tad de Ciencias Jurídicas de la UNLP y unaño después decano de la misma. En sudecanato (1922-1925) impulsó reformasen la enseñanza que buscaron redefinir elperfil profesional de sus egresados. Entreotras medidas profundizó el recambio delprofesorado, la apertura a la enseñanza delderecho laboral, promovió los seminariose incorporó la psicología experimental enlos estudios jurídicos, creando un labora-torio de esa disciplina en la facultad. ParaPalacios la universidad debía convertirseen un centro de investigación de los pro-blemas sociales y de las nuevas ideologíasque pugnaban en la posguerra y su ges-tión fue un ensayo de renovación de losestudios del derecho, que se orientó a ge-nerar nuevos saberes jurídicos y a formarnuevos grupos de juristas con un perfil

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profesional renovado, capaces de dar cuen-ta de esos desafíos sociales y políticos.

En esa década de los veinte Palacioscompletó una plena carrera científica yprofesional en la universidad como do-cente titular en las facultades de CienciasJurídicas platense y de Ciencias Econó-micas porteña y como miembro de laAcademia de Ciencias Económicas, alcan-zando también cargos académicos relevan-tes, al ser designado consejero superior en la UBA y en la UNLP. Sus artículos ylibros de estos años muestran la consolida-ción de una labor académica en torno alas propuestas del derecho laboral y la con-sideración del derecho como una cienciasocial fundada en la investigación empíri-ca, reivindicando para el estudio de la his-toria argentina, tanto el enfoque materia-lista marxista, como la perspectiva teóricadel socialismo y el ideario del antiimperia-lismo latinoamericanista y de la democra-cia social (Palacios, 1926, pp. 1-28).20Pero en obras como La universidad nueva(1925), Universidad y democracia (1928) yLa democratización de la enseñanza (1930),Palacios aparecía más como el universita-rio portador de un nuevo proyecto de uni-versidad, la reformista. Allí sus escritospostulaban su labor de gestor institucio-nal de esa nueva universidad en La Plata yen Buenos Aires, dando cuenta de su tareacientífica y docente, publicitando su ac-ción como gestor universitario del modelode universidad reformista en sus consejos.Sus intervenciones en los debates en el con-sejo superior de la UBA en 1927 contra unnuevo régimen de admisión al ingreso enla carrera de Medicina (promovido por el

Consejo Directivo de esa Facultad y elmédico Bernardo Houssay) (Cibotti, 1997, pp. 60-63) y en el de la UNLPen 1930, proponiendo la gratuidad de laenseñanza superior, reforzaron ese papelde promotor de un modelo de universi-dad que pretendía expresar las demandaseducativas del reformismo estudiantil.

Su identificación plena con el refor-mismo universitario hizo también que sucarrera en los cargos de dirección acadé-mica dependiera siempre de los avances yretrocesos de ese movimiento. Así, losnuevos avances reformistas le posibilita-ron ser electo decano de la Facultad deDerecho porteña en julio de 1930 y enesa gestión se propuso otra vez llevar ade-lante su propuesta de renovación educa-tiva, la que consideraba que satisfacía porcompleto las demandas del movimientoestudiantil. Pero aunque su decanato por-teño se llevó adelante en una facultadcuyos profesores habían rechazado siempreel reformismo, el fracaso de su gestión sedebió más bien a las consecuencias quesobre esa facultad y la propia UBA tuvo lacrisis política nacional, más que a la opo-sición antirreformista. En efecto, esa cri-sis llevó a Palacios, y a todo el cuerpo uni-versitario, a participar en su desenlace: elderrocamiento de Yrigoyen en septiem-bre de ese año. Sin embargo, tuvo otro noesperado por ellos, ya que la implantaciónde la dictadura de Uriburu colocó al re-formismo entre los sectores más perjudi-cados por el fin de la experiencia demo-crática, obligando a Palacios a renunciar.En un gesto final, Palacios, proclamandosu condición de autoridad universitaria,desconoció al nuevo gobierno y recla-mó la restitución del orden democrático y la convocatoria a elecciones. En ese últi-mo acto de oponerse al nuevo régimen,

20 En su discurso en la Academia de CienciasEconómicas de 1926, Palacios defendió la interpreta-ción materialista de la historia argentina.

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Palacios produjo una forma de interven-ción intelectual en la política desde la par-ticular plataforma institucional que leotorgaba el ejercicio de la dirección de unacasa de estudios universitarios.21

TRAYECTORIA ACADÉMICA DE ENRIQUEMOUCHET

Incorporado a la enseñanza universitariadesde 1919 como profesor suplente delcurso de Psicología Experimental que dic-taba Horacio Piñero en la Facultad deFilosofía y Letras porteña, Mouchet ini-ció con ella su carrera docente, aunque lamisma contaba como paso previo a la denivel medio. Como ya se indicó, Mouchetse había formado en los estudios de psi-cología y medicina y partía de una es-pecialización en esas disciplinas que lehabían permitido desarrollar diversos tra-bajos científicos desde su graduación,como Psicofisiología del genio y del talento(1909). Pero su acceso a la cátedra fueresultado del vínculo discipular con Piñeroy su consolidación en ella, como profesortitular desde 1921, se debió a la vacanciade la misma por la enfermedad y muertede este último (Foradori, 1941; Papini,1978, p. 234). La orientación hacia elestudio de la psicología desde un enfoquemédico experimental se había impuestodesde temprano en los dos cursos de lamateria dictados en la Facultad de Filo-sofía y Letras, a partir del trabajo en ellos

de Piñero y de José Ingenieros, sentandotoda una tradición científica en su seno,que sin embargo había causado diversosdebates entre sus autoridades, las que pre-tendieron en distintos momentos que unode sus cursos tuviera un enfoque filosó-fico (Buchbinder, 2005, pp. 56-58).

Mouchet inició así una carrera univer-sitaria que se potenciaría rápidamente conla expansión institucional de las univer-sidades que el reformismo provocó en esosaños, para abandonarla recién en 1943,cuando se acogió a su jubilación. Militantedel PS desde su juventud y concejal en laciudad de Buenos Aires por ese partido(entre 1920 y 1923), Mouchet fue juntocon Del Valle Iberlucea uno de los diri-gentes que defendió la experiencia revolu-cionaria bolchevique y la incorporacióndel PS a la Tercera Internacional (Corbière,1987, pp. 19-22 y 109-125). Llegaba ala enseñanza universitaria como parte dela renovación científica e ideológica de suprofesorado reclamada por el reformismoestudiantil. Esto también pareció evidentecon su designación en 1920 como profe-sor suplente en una cátedra de PsicologíaExperimental en la Facultad de Humani-dades y Ciencias de la Educación de laUNLP, facultad creada ese mismo año porlas demandas de los estudiantes, parasuperar el positivismo finisecular domi-nante en su enseñanza. En HumanidadesMouchet consolidó rápidamente su condi-ción docente al ser nombrado profesortitular y alcanzó una ascendente influen-cia institucional bajo el programa refor-mista, siendo nombrado consejero acadé-mico de la facultad en 1922 y decano parael periodo 1924-1927. Sin embargo, si sudesignación se había sustentado en la creencia reformista de que Mouchet era el portador a la vez de la renovación

21 Como consecuencia del golpe de Estado de1930, Palacios se reintegró a las filas del viejo PS yrecomenzó una carrera partidaria que lo llevó nueva-mente al Congreso nacional en 1932, esta vez comosenador por la ciudad de Buenos Aires (Graciano,2008, pp. 193-284).

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científica e ideológica reclamada por losestudiantes platenses, la misma se fue disipando rápidamente, pero más por supráctica docente que por su gestión aca-démica. En efecto, Mouchet se integrócomo profesor de la sección de Filosofía yCiencias de la Educación y se vinculó alnúcleo representativo del positivismo cien-tífico de enfoque clínico-médico, entrequienes se contaban psiquiatras y peda-gogos como Christofredo Jacob, RodolfoSenet, y Alfredo Calcagno. Esa sección eraun espacio académico de fuertes disputasentre los filósofos ganados al antipositi-vismo y los educadores y médicos quebuscaban profundizar los estudios de psi-cología desde la perspectiva médico-expe-rimental. Sin la capacidad carismática dePalacios ni la condición de publicista de este para proponer un modelo reno-vado de universidad que satisficiera lasdemandas del profesorado y del movi-miento reformista platense, Mouchet reci-bió permanentes críticas por parte deambos sectores por la orientación de susestudios de psicología, hasta que se vioobligado a renunciar en 1929. Pero, sinembargo, su docencia y decanato platenseno dejaron de expresar una labor cientí-fica que remitía a los parámetros del refor-mismo universitario como eran la incorpo-ración de nuevos profesores, la extensiónuniversitaria y la implantación de la ense-ñanza de seminarios, la prédica del huma-nismo y latinoamericanismo y el solida-rismo social de los estudiantes con losobreros.22 Pero lo invalidado por el estu-

diantado fueron su enseñanza de cátedra ysus investigaciones concentradas en losestudios de psicología experimental ymedicina, que expresaban bien el modelocientífico positivista, cuyo referente eraJosé Ingenieros y el proyecto intelectualencarnado por su Revista de Filosofía. Enefecto, sus estudios como Evolución del pro-blema de la afasia, El lenguaje de los ciegos,Las localizaciones cerebrales a la luz de laPsicología biológica (todos de 1919), De lasestimulaciones hormonales del encéfalo (1920),El lenguaje interior y los trastornos de la pa-labra (1923), Contribución al estudio de lasensibilidad táctil (1928) y Un nuevo capítulode psico-fisiología: el tacto a distancia o sen-tido de los obstáculos en los ciegos (1929) entreotros, mostraban el pleno dominio de una investigación científica hegemoniza-da por disciplinas como la fisiología y laneurología.

En este sentido, su desplazamiento dela cátedra provocado por la imposiciónestudiantil de su renuncia, fue el resul-tado de la querella que en el seno de lasección de Filosofía y Educación enfren-taban al idealismo y espiritualismo berg-soniano promovidos por Alejandro Korn,con el positivismo médico en psicologíay educación que representaban Mouchet yCalcagno. Para Korn y sus discípulos, laformación en psicología experimental ylas prácticas del laboratorio que impli-caban eran las rémoras de un saber yamuerto en el que aún se pretendía for-mar a los estudiantes de filosofía. Sinembargo, difícil resulta imaginar a Mou-chet como un científico anclado en unaciencia decimonónica, quien por el con-trario mostraba una atención permanentea los desarrollos de los estudios médicosde neuropsiquiatría y los de psicologíaestadunidense y europea y una apertura

22 Los discursos como decano de Mouchet,“Política universitaria” y “Hacia la nueva universi-dad” de 1924, enfatizaban la prédica de compromisocívico y político de los universitarios con el desen-volvimiento de una democracia social en Argentina.

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intelectual singular: fue de los que tem-pranamente estudió en sus cursos y evaluóen artículos las posibilidades y déficits delpsicoanálisis de Sigmund Freud (Mouchet,1926, pp. 405-411; Vezzetti, 1996a, pp. 27-29; 1996b, pp. 131-136; Buch-binder, 2005, p. 120).

En esos mismos años veinte Mouchetcontinuó en su cátedra de Psicología enla Facultad de Filosofía y Letras porteñacon los estudios de base experimental, enun ámbito académico también con cre-ciente presencia antipositivista (y que contaba en ella con la de su feroz críticoAlejandro Korn) y en el que si bien noalcanzó posiciones de dirección institu-cional, fue más propicio a su desenvolvi-miento profesional. Allí, junto a otrosmédicos y psicólogos experimentales,organizó y dirigió desde 1931 el Institutode Psicología con su laboratorio experi-mental, desplegando a lo largo de la nuevadécada diversos estudios, todos de enfo-que clínico y fisiológico (Klappenbach,2006, pp. 126-130). Mouchet contribuyóasí a profundizar el desarrollo de esta ver-tiente de una psicología articulada plena-mente con el campo de la medicina, sec-ción en la que participaban reconocidosmédicos de su especialidad, como José L.Alberti, Osvaldo Loudet y el ya citadoChristofredo Jakob, entre otros. La prác-tica docente y científica de Mouchet eramás bien la expresión de la “colonización”de la psicología por las corrientes de lamedicina, más que ser una rémora in-telectual, reflejando sus programas decurso el dominio de las temáticas de enfo-que fisiológico y biológico. Lo que mos-traba bien su labor universitaria era eldesenvolvimiento de un plan de investiga-ciones científicas sostenidas en torno allaboratorio y que produjo numerosas

investigaciones y la consolidación en laUniversidad de Buenos Aires de un espa-cio institucionalizado de estudios de psi-cología experimental (que ya tenía su tradición) con publicaciones y formaciónde discípulos, mereciendo el reconoci-miento de sus pares especializados en psi-cología y psiquiatría con su participaciónen él. La consolidación académica de estosestudios se expresaba en el reconocimientocientífico nacional e internacional deMouchet, que le permitió liderar en 1930la fundación de la Sociedad de Psicologíade Buenos Aires, de la que fue su primerpresidente (Plotkin, 2003).

CONCLUSIÓN: CIENCIA Y CÁTEDRA EN LOSUNIVERSITARIOS DE IZQUIERDA

Los itinerarios en la universidad de estosprofesionales revelaban ciertos rasgoscomunes en sus carreras académicas y ensu trabajo científico. Una formación pro-fesional tramada por supuestos educati-vos y científicos positivistas y evolucio-nistas, orientada tanto hacia su ejercicioautónomo (en el foro judicial o el consul-torio médico), a la enseñanza media y uni-versitaria, como a la cooptación al servicioen la burocracia estatal o en el sistemapolítico. Su inserción académica ocurriócon una escasa trayectoria intelectual pre-via y siendo jóvenes los tres, pero mientrasen los casos de Palacios y Mouchet fue ini-cialmente marginal, en el de Del ValleIberlucea implicó su incorporación al círculo más granado de la ciencia posi-tivista para participar en su misma di-rección. Salvo en el caso de Palacios, lasrelaciones discipulares construidas en sucondición de estudiantes influyeron cla-ramente en sus capacitaciones profesiona-

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les y en sus especializaciones de trabajocientífico, así como también en el accesoa las cátedras universitarias. Para Palacios yMouchet los cambios reformistas fuerondecisivos en impulsar sus carreras docen-tes, permitiéndoles también alcanzar ladirección de facultades y desenvolver enellas sus propuestas de reforma educativa.

La obra producida por Del Valle Iber-lucea y Palacios en el marco universitarioreflejó parcialmente la construcción de uncorpus bibliográfico marxista y socialista,aunque ambos reivindicaron el materia-lismo histórico como una teoría científicadesde la cual estudiar en la cátedra el pa-sado argentino. Pero aun así, no es posibledefinir la tarea de enseñanza que desple-garon como marxismo de cátedra. Por elcontrario, las características de sus incor-poraciones a la enseñanza, sus especializa-ciones científicas y profesionales y las afi-nidades teóricas y metodológicas queexpresaron en torno al saber jurídico, de-sempeñaron su papel en delimitar lastemáticas de sus programas de cátedra.En tanto, Mouchet se orientó a continuary profundizar una psicología anclada enel paradigma de las corrientes médicas yaun con la crisis del positivismo en elcampo de la filosofía, nunca fue permea-ble a buscar alternativas a ellas, como laque le pudo ofrecer la teoría psicoanalí-tica que conocía y enseñó en sus cursos.Paradójicamente, Mouchet fue (como DelValle Iberlucea), un socialista que apoyófervientemente la revolución bolchevi-que y el ingreso del PS a la InternacionalComunista, pero esas transformacionesque afectaban también el mundo cultu-ral y científico no provocaron cambios ensu labor universitaria, anclada firmementeen la psicología experimental. Su propiatrayectoria partidaria tampoco se modi-

ficó a pesar de sus posiciones radicaliza-das ideológicamente, ya que continuó enlas filas del PS a lo largo de las décadas delos veinte y los treinta. En tanto Del ValleIberlucea compartía los supuestos evolu-cionistas de la ciencia positivista (asumidapor casi todos los socialistas del periodo),y aunque uno de ellos era la futura orga-nización de un mundo de relaciones inter-nacionales fundado en el socialismo, suenseñanza del Derecho Internacionalestuvo dominada por la orientación de laescuela francesa de Louis Renault. Aunqueestudioso del materialismo histórico yluego defensor de la revolución rusa, susprogramas no daban cuenta de una biblio-grafía que permitiera abrir el estudio delderecho internacional a ese enfoque, y sumuerte prematura clausuró, probable-mente, el desarrollo de sus cursos en esadirección. Pero al igual que Palacios,defendió la implantación de reformassociales por medio de una ingeniería ju-rídica que superara el derecho liberal.Fueron sin dudas los programas de cursosde Palacios en las facultades de Derechoporteña y platense, pero principalmenteen la de Ciencias Económicas, los que lle-varon a fondo una propuesta de cambiotanto en la enseñanza como en la laborcientífica. La introducción de toda unabibliografía de autores socialdemócratasque postulaban el derecho laboral y laimplementación de una metodología deinvestigación científica de lo jurídico fun-dada en la psicología experimental, fue sugran innovación. Pero aunque Palaciosdefendió el materialismo marxista y suenseñanza, como lo atestigua su discursode 1926 en la Academia Nacional deCiencias Económicas, nunca fue marxistani desarrolló en estos años estudios jurídi-cos o históricos desde esa perspectiva.

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Si bien todos ellos promovieron la pré-dica de una labor intelectual centrada enla investigación científica y por momen-tos desarrollaron obras que fueron el frutode su práctica, sólo Mouchet la sostuvoen el tiempo y se asoció claramente a lo que junto con Palacios consideraba suexpresión más lograda: el trabajo del labo-ratorio. Así, su tarea académica asumiólos rasgos de una práctica científica cre-cientemente profesionalizada y valoraronla autonomía de la cátedra para el desen-volvimiento de su labor intelectual. Suextensa permanencia al frente de la mismales permitió desarrollar orientaciones teó-ricas y de investigación, difundir líneasbibliográficas y de estudio, generar disci-pulazgos y lo evidente pero no menosimportante: construir una carrera acadé-mica. Pero también defendieron unaacción intelectual que implicaba la acciónpartidaria y su intervención en la vidapública, rechazando de plano un modo delabor científico que los aislara de la vidasocial e incomunicara su producción delas problemáticas sociales y políticas. Partede la obra jurídica de Del Valle Iberluceay de Palacios expresaba la preocupaciónde dar elaboración científica a los dere-chos obreros y de la mujer. La aspiraciónde ambos fue fundar científicamente desdela historia y las ciencias jurídicas, la polí-tica partidaria y parlamentaria. Sin dudas,los cargos directivos en la universidad fue-ron claramente utilizados también comoplataforma de sus intervenciones públicascomo intelectuales, de tono estridente enPalacios y moderado en Mouchet, difun-diendo desde esas posiciones una prédicademocrática socialista y latinoamerica-nista. En definitiva, los itinerarios univer-sitarios de Del Valle Iberlucea, Palacios yMouchet en este periodo mostraban, por

un lado, una labor intelectual profesiona-lizada de acuerdo a los cánones de la prác-tica científica universitaria. Por otro, esositinerarios académicos se articularon demodo positivo con la práctica política, conla que completaban su labor intelectual,que se pretendía también fruto del mé-todo de la ciencia. Esta concepción deltrabajo intelectual era la que viabilizabala articulación entre sus prácticas políticay científico-académica. En este sentido, sicomo dirigentes y legisladores socialistasimpulsaron propuestas de legislación enmateria laboral y civil que buscaban ga-rantizar los derechos sociales de la claseobrera y los de las mujeres en la esferajurídica y política, como juristas y psicó-logos su labor científica en la universidaddemuestra que ella se desplegó orientadapor la ideología y el programa de refor-mas de la sociedad de su partido.

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