serie discursos - UTEM

serie discursos académicos

2012


Ediciones Universidad Tecnológica Metropolitana

Vicerrectoría de Transferencia Tecnológica

y Extensión

Santiago de Chile, Agosto 2013

Cantidad de ejemplares : 1.000

Ser. discursos acad.

ISSN 0719-3963

Diseño y Diagramación

Nicole Fuentes Soto

Vicerrectoría de Transferencia Tecnológica y Extensión

www.utem.cl

www.vtte.utem.cl

[email protected]

Discurso

sr. luis Pinto Faverio | RectorUniversidad Tecnológica Metropolitana

Clase Magistral

sr. aldo valle acevedo | Rector Universidad de Valparaiso


2012

19° Aniversario de la Universidad Tecnológica Metropolitana

serie discursos académicos 2012Universidad Tecnológica Metropolitana 7

índice

“19° Aniversario de la Universidad TecnológicaMetropolitana”

DISCURSO

Sr. Luis Pinto Faverio

“Defensa y valor de la Educación Pública”

CLASEMAGISTRAL

Sr. Aldo Valle Acevedo

páginas

8-23

24-38

El 30 de agosto de 2012 la Universidad Tecnológica Metropolitana conmemoró su 19° Aniversario en el Salón de Honor del ex Congreso Nacional. En su

discurso, el rector luis pinto faverio realizó un recuento de diversas materias, y enfatizó que la UTEM se encuentra en una etapa de

afianzamiento y proyección.


19° Aniversario de la Universidad Tecnológica Metropolitana

Discurso realizado en el ex-congreso nacional, con motivo del aniversario de la institución.

30 de Agosto del 2012

sr. luis pinto faverio | RectorUniversidad Tecnológica Metropolitana

DISCURSO

serie discursos académicos 2012Universidad Tecnológica Metropolitana10

estamos hoy reunidos en este histórico lugar, para celebrar el Decimonoveno Aniversario de nuestra Universidad.

La elección de la casa que nos alberga no ha sido casual. Somos una Universidad del Estado de Chile y éste, el Salón de Honor del antiguo edificio del Congreso Nacional, un lugar en cuyas paredes resuena la tradición democrática y republicana, que nos ha ido forjando como nación.

La Universidad Tecnológica Metropolitana, por su origen, por su esencia, es parte de aquella tradición democrática, laica, republicana y estatal, que entiende que la educación es un derecho y no un servicio que se transa en el mercado para el progreso de unos pocos.

Recordamos la fecha en que el Excelentísimo Presidente de la República de ese entonces, don Patricio Aylwin Azócar, junto a su Ministro de Educación, don Jorge Arrate Mac Niven, pro-mulgaron el decreto ley que le dio vida legal a la Universidad, ambos hoy aquí presentes acompañándonos y honrándonos con su presencia, otorgándole un realce significativo a esta ceremonia. Hecho que compromete nuestra eterna gratitud.

SR. LUIS PINTO FAVERIO | RectorUniversidad Tecnológica Metropolitana


Ese día, 30 de agosto de 1993, se concretó el sueño que alber-gábamos muchos y por el cual trabajamos tesoneramente. Agradezco también, en nombre de la comunidad de la UTEM y mío propio, a las distinguidas personas que nos acompañan en este acto académico de tanta importancia para nosotros, y con especial aprecio, a nuestro invitado especial, don Aldo Valle Acevedo, Presidente del Consorcio de Universidades del Estado y Rector de la Universidad de Valparaíso, quien intervendrá en unos momentos más.

Hoy, el escenario nacional parece no ser del todo favorable para el desarrollo de la educación estatal. Pareciera ser que el cambio cultural basado en el principio de subsidiariedad ha calado hondo en una fracción importante de la sociedad chilena.

Pero a pesar de todo, nosotros estamos aquí, porque perse-veramos en nuestra convicción y en nuestra acción de salir adelante con nuestra Institución del Estado. Quienes estamos aquí y formamos parte de la comunidad UTEM, compartimos este compromiso. Tenemos una responsabilidad social, con la producción de conocimiento y con la formación de jóvenes que pertenecen en la mayoría de los casos, a los estratos sociales menos favorecidos del país, y somos nosotros quienes tenemos el deber de potenciar sus talentos, para transformarlos en hombres y mujeres, en ciudadanos integrales y especialistas en las diferentes disciplinas y profesiones que ofrece nuestra Casa de Estudios.

Nos correspondió asumir el gobierno universitario hace tres años. Durante el primero debimos enfrentar una profunda crisis que heredamos por errores del pasado. Tal crisis nos forzó a adoptar medidas dolorosas pero necesarias, tendientes a reordenar la Institución desde el punto de vista financiero, administrativo y académico. Y lo logramos.


A pesar de todo y en contra de muchos pronósticos negativos, alcanzamos la acreditación de la universidad. Que fue por un período acotado de un año, es cierto. Pero constituyó un hito trascendental en nuestra historia, pues revirtió los resultados negativos de los tres intentos anteriores, y marcó el inicio de una nueva fase, la del equilibrio, que de manera creciente fue abarcando las diferentes áreas de la Universidad.

Allí comenzamos a levantar cabeza. A retomar la senda que nunca debimos haber abandonado. Y realizando un nuevo trabajo mancomunado de coordinación entre las diferentes unidades académicas y administrativas de la Universidad, logramos la reacreditación de la Universidad por dos años. Y aquello, a contramano de programas de televisión difamato-rios o de la acción de algunos integrantes de nuestra propia comunidad educativa, que intentaron obstaculizar este logro, que pertenece a todos.

Debo, en este punto, efectuar un especial reconocimiento al apoyo brindado en este aspecto, por la División de Educación Superior del Ministerio de Educación. Por haber sabido valorar nuestros esfuerzos y darle credibilidad a nuestras evidencias. En esta área destacan especialmente las visitas a la Universi-dad de las más altas autoridades ministeriales del gobierno anterior; y el apoyo del ex Ministro Joaquín Lavin, rectificando, luego de sus desafortunados juicios, emanados seguramente sobre la base de información extemporánea y tergiversada. Quiero subrayar en todo este recuento, el papel jugado en el último proceso de acreditación por don Juan José Ugarte, jefe de la División de Educación Superior.


Así, llegamos a este momento, que coincide con nuestro Deci- monoveno Aniversario y que se sincroniza también, con una etapa de afianzamiento y proyección de nuestra Institución.

Permítanme pues realizar un recuento de diversas materias, que intentan ilustrar esta condición.

En el ámbito académico, fuimos capaces de diseñar un Modelo Educativo propio, en el que hemos querido establecer nuestro sello distintivo, con un fuerte perfil tecnológico, centrado en el aprendizaje más que en la enseñanza y preocupado de la for-mación valórica de nuestros estudiantes. Con mucho empeño, siete carreras ya lo han comenzado a implementar, a través de la generación de nuevos planes de estudio en cada una de ellas, cuya materialización se plasmará a partir de marzo del 2013.

Ha sido una tarea que ha debido congregar muchos esfuerzos, mucha dedicación y mucho estudio. No ha estado exenta de tropiezos, pero ha sido un esfuerzo pionero que ha abierto la senda al resto de carreras que más temprano que tarde, vivirán un proceso similar. Aprovecho esta tribuna para agradecer a cada uno de los directivos, académicos y administrativos, estu-diantes, ex alumnos y empleadores de las diferentes Escuelas y Facultades involucrados en este proceso.

Otro de los importantes avances institucionales de este perío-do, es el haber logrado formular y aprobar el reglamento que permitirá implementar una carrera académica, pertinente, moderna y que logre fomentar y promover el desarrollo de sus académicos y el reconocimiento de éstos de acuerdo a sus méritos y a sus aportes a la Institución.


En íntima relación con lo anterior, especialmente con el proceso de enseñanza aprendizaje, hemos creado la Unidad de Mejora- miento Docente, destinada a fortalecer la eficacia de la acción de los profesores de nuestra Universidad en esta área. Hemos realizado esfuerzos permanentes para que ellos incorporen en sus prácticas, metodologías centradas en el estudiante; evaluación por logros de aprendizaje; y, nuevas tecnologías. Para ello también hemos ejecutado un Plan de Capacitación Docente, que ha provisto a los profesores y profesoras, de he-rramientas concretas en tal sentido.

La tarea que nos queda en esta área, es implementar y poner en marcha un Centro de Recursos Educativos UTEM, que apoye permanentemente a los académicos en esta materia, a través de asesorías y de apoyo a la elaboración de materiales y recursos didácticos. En esta misma línea, la implementación del portal web “CREA” o “Centro de Recursos Educativos para la Academia” ha sido un gran aliciente, pues entre otras cosas, ha favorecido la innovación y la experimentación con nuevos recursos pedagógicos para la enseñanza y el aprendizaje.

En materia de Investigación también hemos registrado signi-ficativos avances. Como todos ustedes saben, recientemente un informe experto vinculado al MINEDUC, y difundido en un importante medio de comunicación nacional, clasificó a la Universidad Tecnológica Metropolitana, en el grupo de “Universidades Docentes con Proyección en Investigación”, compartiendo esta categoría con otras entidades de educación superior de renombre, públicas y privadas.

En este contexto, es notable constatar cómo, paulatinamente, nuestra UTEM avanza en esta área, gracias a que hemos podido ir generando de manera sistemática, una base de publicaciones


científico-tecnológicas; proyectos de I+D+i con financiamiento de reconocidas agencias, tanto nacionales como internacionales.

En esta área, merece especial realce el hecho que Investiga-dores, programas y centros de investigación UTEM, han sido reconocidos e incorporados oficialmente por CONICYT a la base científica y tecnológica nacional de expertos y entidades de investigación. Otro reconocimiento externo que nos llena de orgullo.

El trabajo desarrollado por los investigadores de la UTEM, refle-jado en el reconocimiento a nuestra Institución dentro de este segmento, junto a los avances logrados en el fortalecimiento institucional, constituyen una oportunidad extraordinaria que debemos aprovechar para fortalecernos y seguir proyectándo-nos en esta dimensión tan esencial del quehacer universitario.

Para este momento de afianzamiento y proyección institucional, se trata de un desafío ineludible como Universidad, que ha de verse plasmado en el diseño e implementación de una nueva Política de Investigación UTEM. En ella está trabajando una comisión ad hoc, integrada por representantes de las dife-rentes facultades, que esperamos logre incentivar y reconocer de mejor manera, la productividad en esta materia.

En el ámbito de las Tecnologías de la Información y la Comu-nicación, deseo destacar el esfuerzo que hemos desplegado para mejorar la infraestructura informática de la Universidad: Entre otras acciones hemos renovado servidores; hemos ido “iluminando” los campus de la Universidad con conexiones inalámbricas a internet, lo que ha beneficiado a nuestros cerca de siete mil alumnos y, por supuesto, a nuestros académicos.


Nos encontramos en un proceso de compra de equipos com-putacionales por un monto de 200 millones de pesos, a objeto de mejorar el equipamiento de distintos laboratorios de la Universidad. En este sentido, les quiero anunciar, que estamos haciendo esfuerzos para diseñar e implementar una plata-forma informática, que permita el monitoreo de la gestión institucional y la toma de decisiones. Esperamos iniciar la plena explotación de este sistema durante el primer semestre del año 2013.

En el ámbito académico, quiero destacar con especial énfasis el apoyo que las TIC’s nos prestan a través de nuestro sistema de registro curricular DIRDOC, que en este período ha optimizado su capacidad de almacenamiento y con ello ha facilitado el trabajo educativo; así como también, la labor que la UTEM Virtual realiza en esta materia, a través de nuestra plataforma tecno-lógica REKO, de esencial apoyo para estudiantes y profesores.En materia de transferencia tecnológica y vinculación, hemos establecido nexos con el medio disciplinario, artístico, tecno-lógico y profesional. La sustentabilidad, la responsabilidad social universitaria y la tecnología, las tres competencias sello que encuadran nuestra acción en esta materia, y el trabajo mancomunado entre nuestros académicos y estudiantes, el estilo que hemos querido darle a este desarrollo.

El Programa de Sustentabilidad; la iniciativa de Medición de la Huella de Carbono; los proyectos de Responsabilidad Social, desarrollados con municipalidades en el área de la informá-tica y la robótica, y el trabajo que se desarrolla con mujeres emprendedoras, son sólo algunos ejemplos de esta labor.

En este mismo sentido, hemos logrado reforzar crecientemen-te nuestra vinculación, a través de la acción de la UTEM en


materia de capacitación. Es así como han sido llevadas a cabo numerosas versiones de diplomas y postítulos en materias como “Gestión de calidad”, “Medio Ambiente”, “Responsabi-lidad Social” y “Familia e Infancia”. Junto a ellas, los temas de “Tecnología Nuclear” y “Gestión e Inocuidad alimentaria” son objeto de innovadoras iniciativas de formación, que hemos impulsado recientemente.

Todas estas actividades de vinculación se verán fortalecidas con la implementación de los Centros de Transferencia Tec-nológica de cada Facultad, los que seguramente robustecerán los proyectos en curso y generaran nuevas iniciativas de vin-culación con el medio.

En materia de relaciones interinstitucionales, déjenme confesar que al comienzo de mi gestión me sentía un tanto “acompleja- do”. La UTEM era una especie de “oveja negra” portadora de un estigma que se hacía sentir en el vínculo con otras instituciones universitarias o gubernamentales.

La opacidad, la ineficiencia, la irresponsabilidad contumaz de algunas denuncias, tan infundadas como mal intencionadas, nos pasaban la cuenta al momento de relacionarnos. Hoy aquella situación se ha ido revirtiendo ante las evidencias de nuestra gestión. Hemos recompuesto relaciones y hemos logrado que a la UTEM “se le mire con otros ojos”.

Nuestro robustecimiento interno ha incidido en nuestra credi-bilidad. Y nuestra credibilidad ha facilitado la reinserción en aquellas asociaciones de universidades de las que habíamos desaparecido. Así paulatinamente, hemos ido restableciendo nuestros vínculos nacionales en el Consorcio de Universidades del Estado de Chile (CUECH) y en el Consejo de Rectores de las


Universidades Chilenas (CRUCH), donde, además, hemos tenido una activa participación en su comité de Relaciones Exteriores.

Sumado a lo anterior, hemos podido revalidarnos internacio- nalmente ante la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL) y en la Organización Universitaria Internacional (OUI).

Estas nuevas redes de trabajo, tejidas durante este gobierno rectoral, nos han permitido establecer acuerdos para la mate-rialización de proyectos tan significativos socialmente como el Propedéutico de la UNESCO, o de cooperación bilateral, como el firmado hace algunas semanas con la Universidad Austral de Chile, o incluso, aspectos más específicos como desarrollar diplomados en conjunto con otros organismos y asociaciones, o establecer relaciones de trabajo específicas en materia de relaciones estudiantiles.

Nuestras proyecciones en esta materia son ambiciosas. Reque-rimos con urgencia formalizar el reglamento de Intercambio de estudiantes desde y hacia la UTEM; Formalizar una polí-tica Institucional de áreas de interés académico que oriente el establecimiento de convenios; con esta finalidad se está conformando el comité de Relaciones Internacionales de la UTEM con académicos representantes de las cinco Facultades.

Permítanme también destacar lo que hemos realizado a lo largo de estos últimos tres años, en materia de recuperación de la infraestructura dañada por el último terremoto. Los trabajos que se desarrollan hoy en el edificio M1 del campus Macul son un buen ejemplo de tal esfuerzo, emprendido incluso con fondos propios. Aún quedan, sin embargo, grietas y otro tipo de daños que debemos ser capaces de terminar de reparar en el corto plazo.


Hemos recuperado, además, parte del patrimonio cultural de la Universidad, con la restauración del tercer patio y del Salón de Honor de la Casa Central, así como la de sus vitrales. Sitios, todos ellos, valorados incluso por quienes nos visitan durante el Día del Patrimonio Cultural de Chile, organizado y patroci-nado por la DIBAM y el Consejo de Monumentos Nacionales.

Finalmente, no puedo dejar de mencionar los esfuerzos que hemos realizado en pro de fortalecer la participación en nuestra Universidad. La constitución y la sostenida labor que viene efectuando la “Comisión Triestamental para la Modernización y Reforma del Estatuto Orgánico de la UTEM”, es una muestra palpable del cumplimiento del compromiso que hiciera en esta materia al comenzar mi mandato.

Mucho de lo anteriormente destacado, no podría haber sido hecho si no contásemos con una relativa tranquilidad financiera en la actualidad. Hace algunas semanas, el propio Ministerio de Educación destacó nuestro sitial en esta materia. La Univer-sidad Tecnológica Metropolitana, se encuentra dentro de las 20 universidades chilenas (públicas y privadas) con resultados positivos en el 2011.

En el contexto de las universidades del Consejo de Rectores, tenemos el 9° lugar en este ámbito, dentro de un total de 25, y entre las pertenecientes al Consorcio de Universidades del Estado de Chile (CUECH) estamos en el lugar 5°, de un total de 16.

Este resultado es fruto de los esfuerzos realizados para lograr reordenar nuestras finanzas y nuestros procesos internos, que no sólo han involucrado al nivel central, sino a todos/as los integrantes de nuestra comunidad universitaria, en las


diferentes unidades académicas y administrativas en las que se desempeñan.

Y es que logramos revertir un balance negativo de 4.800 millones de pesos que encontramos al asumir la Rectoría y pasamos a tener excedentes de 1.900 millones en activos, al 31 de diciembre de 2011.

Porque no debemos olvidar, por ejemplo, la millonaria deuda en materia previsional que tenía la UTEM, lo que significó enormes esfuerzos financieros durante veinte meses para regularizar las imposiciones impagas (y multas generadas) de nuestros funcionarios académicos y administrativos. Hoy podemos estar tranquilos en esta materia.

También debimos regularizar los pagos a proveedores, acción que en la actualidad se cumple puntualmente en un promedio de 30 días o menos, tal como lo exige la normativa legal para la administración del Estado.

Resalta, además, el no menos significativo hecho que en el transcurso de este año, hemos vuelto a pagar las remune-raciones en el mes en que se devengan los sueldos, y hemos implementado el sistema de depósito bancario, tendiente a velar por la seguridad de nuestros trabajadores.

Esta estabilidad es la que nos permite, entre otras acciones, estar ejecutando otros proyectos, como por ejemplo, la renovación de las centrales telefónicas de la Universidad, que implicará cambiar las actuales, por modernas centrales IP y reemplazar todos los equipos telefónicos de la Institución.


Es también la que nos permite realizar inversiones en equipa-miento de laboratorios o la renovación en el mediano plazo, del 100% de los equipos computacionales destinados al uso de los estudiantes. Y por qué no decirlo, tal estabilidad es la que nos permitió restituir beneficios a nuestros funcionarios y funcionarias, como la medida ya anunciada y en ejecución, relativa a la entrega de uniformes dentro del segundo semestre del presente año.

Estas buenas noticias, sin embargo, no pueden llevarnos a acciones irresponsables o demagógicas. Por el contrario, hoy más que nunca necesitamos seguir siendo cuidadosos en el uso de nuestros recursos financieros. La estabilidad actual debe proyectarse al 2013 y más allá. Necesitamos para ello, lograr un punto de inflexión favorable a la actual tendencia a la baja en la matrícula de alumnos nuevos. Aquella debe ser una meta prioritaria, asumida como propia por todos quienes integramos la comunidad UTEM.

Y es que el panorama de la Educación Superior chilena, nos exige seguir mejorando nuestros estándares en materia ad-ministrativa y académica. La UTEM necesita ser más “compe-titiva” dentro del contexto de pregrado, educación continua y postgrado. Debemos reposicionarnos como una real alternativa de educación, tanto para los jóvenes y sus familias, que están iniciando su vida universitaria, como para los adultos y pro-fesionales que desean ampliar sus perspectivas.

Por ello, es fundamental trabajar intensamente en el fortale-cimiento de la acreditación tanto institucional como de las carreras. El proceso de autoevaluación, que debemos transfor-mar en una verdadera cultura de autoanálisis y mejoramiento


permanente, nos permitirá distinguir nuestras fortalezas y también nuestras áreas de mejoramiento.

Debemos persistir en modernizar y mejorar procesos, acortar tiempos de respuesta y volvernos más atractivos. La Univer-sidad Tecnológica Metropolitana debe consagrarse como una universidad estatal del siglo XXI, que se ajusta a los proce-dimientos propios de una entidad de este tipo, pero que no renuncia a llevar a cabo una gestión estratégica por objetivos, en sus diferentes dimensiones.

En este sentido será necesario seguir aquilatando y evaluando la implementación de nuestro Plan de Desarrollo Estratégico, y ajustarlo al alza, de manera tal de ser mucho más exigentes con nosotros mismos. Créanme señores y señoras, necesitamos un reencantamiento que remezca nuestro accionar como Uni-versidad, desde la Rectoría de la Casa Central, hasta el último rincón de nuestros campus, incluyendo las áreas adminis-trativa, académica y por cierto, a cada una de las facultades, departamentos, centros y escuelas.

La rutina no nos permitirá navegar exitosamente en el mar en el que nos toca movernos en la actualidad. Imperceptible, pero sostenidamente, el escenario de la educación superior cambió, y muy por el contrario, los logros que he reseñado no nos deben adormecer. Requerimos como institución, estar más alertas y activos que nunca, no sólo para defender el papel de la educación estatal, sino para ejecutarlo con la máxima calidad posible y pensando permanentemente en su mejoramiento.

Hemos trabajado intensamente, para tener que dejar de dar explicaciones cuando mencionamos que trabajamos o estu-diamos en la UTEM.


Porque para muchos la UTEM es parte de nuestra biografía y de nuestro proyecto de vida. Porque lo que le suceda a la UTEM, afecta no sólo a quienes llevamos su sello en la actualidad, sino a todos quienes alguna vez han pasado por sus aulas.

Por todo ello y más, es que debemos recuperar y afianzar el orgullo de ser UTEM, de pertenecer a la Universidad Tecno-lógica Metropolitana. De construirla cada día con nuestro mejor esfuerzo.

Y por eso, hoy no sólo cumplimos 19 años de vida, sino que, además, comenzamos la celebración de nuestro Vigésimo Aniversario con un inmenso desafío: llevar a cabo una serie de actividades que nos conduzcan a afianzarnos como una entidad de excelencia, estatal, joven y en proceso de expansión.

Les invito a inspirarse en aquel espíritu juvenil.A que seamos capaces de mirar lo que hacemos con otro prisma. A pensar en cómo podemos innovar y mejorar.A soñar y concretar esos sueños.A recuperar el orgullo de ser UTEM.Adelante UTEM, adelante.

Clase Magistral: “Defensa y valor de la Educación Pública”

Intervención del Presidente del Consorcio de Universidades del Estado de Chile y Rector de la Universidad de Valparaíso,

Sr. Aldo Valle Acevedo, durante la Ceremonia del 19° Aniversario de la Universidad

Tecnológica Metropolitana.


Defensa y valor de la Educación Pública

Clase Magistral realizada en el ex-congreso nacional, con motivo del aniversario de la institución.

30 de Agosto del 2012

sr. aldo valle acevedo | RectorUniversidad de Valparíso

CLASE MAGISTRAL


ALDO VALLE ACEVEDO | RectorUniversidad de Valparaíso

en primer lugar quiero agradecer la distinción que me ha hecho el Rector Luis Pinto al invitarme a ser parte de Ceremonia de tanta relevancia para la Universidad Tecnológica Metropolitana. Un aniversario es siempre un hito en la memoria colectiva de toda Institución. La memoria, como se sabe, es la conciencia de que no existimos sólo en el presente y que tenemos una identi- dad que conservamos no obstante el transcurso del tiempo. Me honra, como Presidente del Consorcio de Universidades Estatales, tener esta oportunidad para dar a conocer mi visión respecto de la educación superior pública y en particular de la universidad estatal.

Asimismo, es una ocasión propicia para felicitar al Rector Luis Pinto y a la comunidad universitaria por el valioso y exitoso esfuerzo desplegado por la UTEM en estos años. Vimos hace poco tiempo con inquietud la situación que debieron enfren-tar y valoramos la capacidad que han tenido para superarla.

Una idea de la universidad

Cada vez parece más extraño hablar de algunos ideales, incluso tratándose de instituciones como las universidades. Lo grave de esto es que carecer de una noción ideal de universidad equivale


a no tener un significado fundamental para saber qué hacer en estas instituciones. Como en cualquier otra actividad, la ausencia de una idea que motive las energías de un conjunto de personas determina a la larga una desorientación e incon-sistencia inevitables. En Chile, sin ir más lejos, el sustantivo “universidad” se utiliza en un sentido muy amplio y sirve para designar instituciones muy heterogéneas, con motivaciones y propósitos muy diferentes.

Concibo a la universidad como una institución singular que se caracteriza por la reunión de distintos saberes y en cuya vida en comunidad sólo ha de regir el diálogo y el mejor argumen-to, excluyendo toda forma de imposición sea por la fuerza o por el dinero. La sociedad, en la que ciertamente es imposible evitar la circulación del poder económico y el uso de la fuerza institucionalizada, debe suspender, creo, tales relaciones o divisas antes de entrar en la universidad, para que en ésta sean la libertad de la inteligencia, la investigación y la ciencia, así como la imaginación y la creatividad artística, las que se manifiesten sin condición o censura alguna y se despliegue, en consecuencia, la humanidad en su sentido más pleno.

La universidad no puede ser objeto de propiedad como cualquier otro bien o cosa de utilidad económica, debería estar fuera del comercio, y en este sentido no debe depender de la voluntad o dominio de un sujeto privado. Por otra parte, la universidad no debe prestarse para ningún tipo de proselitismo religioso, político o ideológico, ni ser concebida como un instrumento para fines distintos a su vocación por la educación, la ciencia y la extensión de la cultura. Por la misma razón, la universidad debe ser un lugar para debatir y cuestionar sobre todo aquello que acontece en su entorno, porque no hacerlo o creer que no


se debe hacer es también una forma de instrumentalizar la universidad a favor del statu quo.

Esa es, a mi juicio, una de las garantías para la libertad de la institución universitaria, la única condición en que ésta puede alcanzar su modo de ser más genuino. Por estas razones, el Es-tado debe hacer un constante esfuerzo porque en la sociedad haya instituciones que se orienten constantemente por los principios señalados.

Con esta breve caracterización señalo, cuáles son los valores y principales razones para la defensa y valor de la universidad estatal. En este sentido, toda institución que lleve el nombre de Universidad, sea de propiedad estatal o privada, ha de considerar en su misión un carácter público, porque en ella no deben regir las mismas formas de apropiación o de relación propias de la esfera privada. En caso contrario, corre el riesgo de no ser propiamente una universidad.

Por lo mismo, hablando ahora desde la contingencia, nos hemos negado a la posibilidad de transformarnos en instituciones irrelevantes. Lo hacemos además fundados en el aporte que hemos hecho desde siempre a la sociedad chilena. Sin ir más lejos, en la actualidad somos las instituciones con mayor cantidad de publicaciones científicas. Desarrollamos, desde Arica a Punta Arenas una labor de extensión y relación con la comunidad irremplazable. Somos los principales ejecutores de proyectos de investigación CONICYT. Y en todos los indica-dores de calidad del sistema de educación superior ocupamos lugares de avanzada.

Sin embargo el Estado de Chile, (no me refiero a un gobierno determinado), desde hace ya varias décadas nos mira con in-


diferencia o distancia y a veces, incluso, con cierta hostilidad. Motivado por el objetivo de aumentar la cobertura se ha jugado por la mercadización de la educación, es decir, por una priva-tización sin reglas y sin estándares de calidad. Hemos tenido que lidiar contra un pensamiento transversal y hegemónico, que consintió en que el sistema universitario público del país no necesitaba ser apoyado por el Estado y que debía competir por cierto en condiciones completamente desfavorables con las demás instituciones que operan en el denominado “mercado” de la educación superior.

Más allá de nuestras particularidades y ubicación geográfica en el territorio nacional, las universidades estatales tenemos una misión común. Quiero recordar acá un trabajo que rea-lizamos con un grupo de rectores el año pasado a quienes se nos encargó que reflexionáramos respecto de la misión de la universidad estatal. Allí señalamos que “Es clave, a la hora de plantear propuestas para mejorar nuestra educación supe-rior, que el Estado reconozca la existencia de un pilar público en educación superior, constituido fundamentalmente por instituciones de origen estatal. Ello implica la definición de la misión de las universidades estatales como sistema y en forma individual, considerando las regiones en donde se encuentran y los estándares de calidad que el país necesita. Además, se debe establecer un financiamiento estratégico que permita sustentar esta misión en el largo plazo y generar los mecanismos legales que favorezcan una mejor gestión de los recursos públicos y privados que ellas captan para cumplir con la misión encomendada”.

Nuestro compromiso con el Estado en términos de desarrollo social y sustentabilidad de las regiones y del país, implica tener un modelo formativo inspirado en los valores públi-


cos educacionales, tales como: calidad, equidad, pluralismo, transparencia, vinculación con la comunidad y pertinencia. Darnos en definitiva una misión específica y convergente con las políticas del Estado y la autonomía universitaria.

Necesitamos de una nueva relación entre el Estado y sus Universidades

Ésta debe partir de un reconocimiento por parte del Estado de las virtudes y misión de las universidades estatales y públicas. En respuesta a este reconocimiento, las universidades deben comprometerse a cumplir la función cívica y social que co-rresponde a su tarea educacional, científica y cultural. Dando por supuesto que a la educación pública no sólo corresponde la tarea de producir bienes públicos, como suelen decir los economistas y sus prosélitos, sino la de atender a fines públi-cos que emanan de la dimensión social y de la relación cívica comprometida en todo proceso formativo.

En este sentido, el rol propuesto para las instituciones de edu- cación superior estatal está asociado a la construcción de un modelo educativo y académico público que permita garantizar estándares para el sistema en su conjunto y a lo largo de todo el territorio nacional. Esto supone impulsar políticas públicas estratégicas para el devenir de la nación y para ello, se necesita definir formas y opciones de cooperación y de cumplimiento de objetivos estratégicos de país entre el Estado y sus institu-ciones de educación superior.

En el marco de una matriz público-privada que en Educación superior Chile siempre ha tenido, el Estado debe reconocer a sus universidades como órganos de fomento de políticas de


educación superior, y de manera más general, como impul-soras de políticas de desarrollo social y económico que no se producen espontáneamente a partir de los mecanismos de mercado. Este reconocimiento debe estar acompañado de los recursos que permitan a estas instituciones funcionar con normalidad, en el contexto de una relación recíproca de deberes y derechos con el Estado. Lo otro equivale a legitimar la tendencia privatizadora que por la vía de los hechos se ha impuesto a nuestras universidades.

En contrapartida, el Estado debe exigir la orientación de sus universidades hacia fines estratégicos de desarrollo social y económico sustentable, como ha mostrado la experiencia internacional en la mayoría de los países con quienes sole-mos compararnos, me refiero a la comunidad que forma la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, más conocida por su sigla de OCDE.

En consecuencia, la materialización de esta exigencia requiere de acuerdos consensuados entre el Estado y las universidades: un nuevo “contrato social entre la sociedad y la universidad”, en palabras del destacado académico Patricio Meller.

El Pacto Social tiene una característica especial, porque debe contemplar entre sus objetivos beneficiar a la sociedad y no a grupos específicos.

El aporte de las universidades del Estado al país

En este contexto cabe hacerse la pregunta acerca de ¿cuál es el aporte de las universidades del Estado al país?


La mayoría de los estudios económicos sobre educación superior se centran en los retornos privados que para los estudiantes significa obtener un título profesional, sin embargo, la educa-ción terciaria aporta en muchos otros aspectos a la economía y desarrollo de una sociedad, diferentes a la sola formación de profesionales.

Las universidades tienen además un conjunto de roles o ta-reas esenciales. Contribuyen en primer lugar a la creación de conocimiento, asociada éste a la formación de capital humano avanzado; en segundo lugar cumplen la labor de difundir este conocimiento al favorecer su comprensión y utilización por parte de la sociedad, además de mejorar los niveles de produc-tividad e innovación individual y colectiva.

En tercer lugar, las universidades contribuyen al desarrollo social y a la equidad, es decir, “permitir la formación de buenos ciudadanos, la generación de nuevos líderes sociales y políticos con conducta ética, el desarrollo personal y profesional de los miembros de la sociedad, el fortalecimiento de las distintas regiones de un país, además de ser más inclusivas y contribuir a la movilidad social y con ello a la integración simbólica y cultural de la nación.

Si bien estos roles no son exclusivos de las universidades estatales, la experiencia internacional demuestra que la mayoría de los países cuentan con un grupo más o menos significativo de instituciones de educación superior estatales que les permite garantizar estos roles en beneficio de la sociedad. El sistema privado contribuye sin duda, asumiendo también algunos de estos roles, sin embargo para ellos es una opción, no un deber.


Las universidades estatales deben ser referentes de una Educación Superior de Calidad

Las universidades estatales deben ofrecer una educación de calidad. Esto implica que en materia de docencia ellas deben ser guiadas por criterios académicos de excelencia y focalizadas en el aprendizaje de los alumnos. Esta preocupación debe estar en sintonía con las necesidades del desarrollo productivo y económico del país, pero sin que las presiones por obtener un título dejen de lado la función inherente de la universidad, esto es, entregar conocimiento y generar competencias genéricas y específicas para una formación integral de los estudiantes comopersonas y ciudadanos responsables. Es importante enseñar los elementos centrales de cada profesión, pero no basta con eso.

Las universidades estatales deben ser referentes de valores públicos fundamentales como la libertad académica, la equidad social, el pluralismo, la diversidad y la tolerancia

En un sistema de educación superior de provisión mixta, donde el sector privado puede crear instituciones con diferentes orientaciones ideológicas, exigencias académicas y/o sociales, se requiere de un subsistema que sea neutro a todo tipo de tendencias y permita que la diversidad y el pluralismo se ex-presen con tolerancia en un mismo tiempo y lugar. Además, en un sistema de educación superior mixto y en el que prima la libertad de enseñanza, el acceso de estudiantes y académicos puede contemplar diferentes criterios de selección y por ello es necesario contar con un subsistema que garantice el acceso para todos sólo considerando transparentemente su mérito académico y con independencia de las opciones religiosas o


culturales del estudiante, de su condición social o económica. En este sentido, las instituciones de educación superior estatal tienen el deber, de garantizar equidad en el acceso y otorgar el apoyo necesario en recursos humanos y financieros para que estudiantes de condición socioeconómica modesta, puedan mantenerse y finalizar sus estudios. Para nuestras institucio-nes no es una opción moral ayudar a los estudiantes, sino una obligación de justicia social y en esa misma medida un deber moral e institucional que emana de nuestro carácter estatal.

En términos de equidad, estas instituciones deben garantizar a los alumnos todas las posibilidades para que logren egresar y titularse, aportando a una efectiva movilidad social.

Las universidades estatales deben contribuir al desarrollo de las regiones

En el caso de las universidades regionales éstas deben alinear coherentemente su misión y desarrollo con la respectiva estra-tegia regional de desarrollo, con una mirada de largo plazo. El papel de nuestras instituciones debe ser relevante, por ejemplo en la formación de directivos y funcionarios públicos de alto nivel, en asesorías para la toma de decisiones estratégicas y de alta complejidad técnica, en la creación y difusión cultural, y en constituirse en espacio privilegiado para el debate y difusión de ideas el desarrollo social, económico y cultural de la región.

Las universidades estatales deben generar Investi-gación e innovación para el desarrollo productivo y económico del país. Ello forma parte de nuestros fines públicos y debemos, por lo mismo, optimizar nuestras capacidades y recursos para hacer ese aporte


que finalmente ha de traducirse en bienestar social. No podemos quedarnos sólo en la tarea de docencia.

No olvidemos que la mejor defensa de nuestras ins-tituciones la tenemos al alcance de nuestra manos, pues se trata de ser mejores académicos, estudiantes, funcionarios o directivos cada día. La calidad es el mejor camino para llegar a ser imprescindibles y resistir a esa hostilidad que vemos respecto de lo público y de nuestras universidades.

Las universidades estatales deben fomentar el desarrollo de las humanidades, las ciencias sociales y las artes

Éstas constituyen áreas del conocimiento que las universi-dades del Estado deben fomentar, porque constituyen parte importante de la formación integral de un profesional y del desarrollo cultural y social de las regiones y del país. Las huma-nidades, las ciencias sociales y el arte normalmente no se rigen por los mecanismos de mercado por lo que su preservación es una labor que requiere de grandes esfuerzos por parte de las instituciones. En particular, este rol se considera un deber en tanto forma parte de la misión de las universidades estatales.

Las universidades del estado se sustentan en un modelo propio de gobernabilidad, gestión y rendición de cuentas, de acuerdo a su misión y carácter

El sistema de gobierno de nuestras instituciones debe ser un reflejo de su carácter de instituciones deliberativas y partici-pativas, en las que sobre la base de la libertad académica y de investigación se participa crítica y creativamente.


Es por ello que las comunidades académicas valoran su actual sistema de gobierno, fundado en una autonomía relativa, en la cual el Estado a través de representantes de autoridades nacio-nales o regionales y la comunidad universitaria participan en la fijación de las estrategias y planes de desarrollo de las uni-versidades, recayendo el gobierno unipersonal de las mismas, en un académico elegido por sus pares.

Incluso, forma parte de nuestra cultura de participación que hoy se proponga la incorporación de otros estamentos a los órganos colegiados que toman decisiones al interior de las universidades. Así lo hemos concordado en el documento de puntos convergentes que el año pasado los rectores propusimos a la CONFECH. Luego de cuatro años de trabajo, de diálogo y deliberación conjunta en la Universidad de Valparaíso vamos a llevar a cabo un referéndum, durante la primera semana de octubre próximo para decidir un proyecto de nuevos estatutos que luego propondremos al gobierno.

Lo anterior es posible, ciertamente, a condición de concordar que la universidad no es un foro político o social, que su carácter está definido por una misión distinta, pero que esto a su vez no está reñido con el reconocimiento de formas de participación, siempre que éstas no obstaculicen sus propósitos específicos.Todos debemos estar atentos a que muchos otros quisieran vernos divididos o paralizados en nuestras diferencias y en eternos debates improductivos. Nuestra actitud por lo mismo debe ser la de contribuir a cuidar la normalidad de las insti-tuciones y sus funciones propias.


Chile necesita un nuevo sistema de educación superior

Parto señalando la necesidad de modificar estructuralmente el modelo actual de educación superior. La desregulación existente debe dar paso a la creación de otra institucionalidad que garantice los fines públicos superiores que debe atender todo sistema educativo.

Lo que está en juego es la defensa de la educación pública. Como se ha dicho en las últimas décadas se ha instalado una hegemonía neoliberal cuyo proyecto es la atomización de todo sentido cívico, disuelto en las relaciones de mercado, las que se supone acontecen entre individuos simétricamente habilita-dos, donde el Estado no tiene ningún rol salvo observar, como grandes corporaciones privadas imponen las condiciones de mercado. Esta matriz intelectual que tiene ciertamente una fundamentación ideológica, que desde luego no se hace ex-plícita y es además compartida por una elite transversal, es la principal amenaza de la educación pública.

Ante ello necesitamos de la mayor cohesión y responsabili-dad, de ser sagaces y ponderados, no caer en voluntarismos audaces y reconocer que nuestra fuerza estará siempre en la convergencia democrática y social. Llamo en esto a todos, no sólo a los jóvenes, a que cerremos filas en torno a nuestras instituciones para defenderlas y preservarlas, para que no sea incompatible la legítima protesta y movilización social con el desarrollo y mejora constante de nuestras universidades.

Procurar y poner en práctica todos estos valores asociados al sentido y valor de la educación pública, es el mejor homenaje a vuestra joven universidad, es la más seria y elocuente forma


de anunciar y reafirmar su futuro promisorio. Es también la más poderosa señal de la convicción que nos anima cuando llamamos a defender la educación pública.

Sabemos que en esto tenemos razones suficientes que no necesitamos ocultar porque su fuerza radica en su racionali-dad y universalidad, que es lo que precisamente le dota de su sentido público, es decir, de su valor como bien común y de interés nacional.

El aniversario de la Universidad Tecnológica Metropolitana me parece es una ocasión privilegiada para destacar estas razones que nos permiten afirmar el sentido y valor de la universidad estatal. Por esto mismo vayamos luego con la convicción que cada día de nuestras instituciones, que lo que hacemos cada uno de nosotros a diario por nuestras universidades estatales es parte de un noble esfuerzo cívico, para el que esperamos, finalmente, la comprensión y la apertura serena de la mayoría social y ciudadana de Chile.

Este es el valioso significado que tiene esta ceremonia, en este lugar que simboliza también el espacio donde los individuos y la comunidad nacional es llamada a hacer uso de la razón y de la palabra con el mejor y más elevado espíritu público.

Muchas gracias.

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